Su087 99

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Expediente T - 169219 1

Sentencia SU-087/99

TUTELA CONTRA PROVIDENCIAS JUDICIALES-Procedencia


excepcional

VIA DE HECHO-Alcance

VIA DE HECHO-Improcedencia por existencia de mecanismo de


defensa judicial

En el caso de posibles transgresiones al debido proceso, que pudieran llegar


a entenderse como constitutivas de vía de hecho, no es procedente la tutela si
el afectado cuenta con un medio judicial ordinario con suficiente eficacia
para la protección inmediata y plena de sus derechos.

DEBIDO PROCESO-Práctica de la integridad de las pruebas


solicitadas y decretadas por el juez

La práctica de la integridad de las pruebas que hayan sido solicitadas por el


procesado y decretadas por el juez, hace parte del debido proceso y que este
derecho fundamental resulta vulnerado cuando la autoridad judicial obra en
sentido diferente. Lo que no es permitido al juez, a la luz de los postulados
constitucionales, es decretar las pruebas y después, por su capricho o para
interrumpir términos legales que transcurren a favor del procesado y de su
libertad, abstenerse de continuar o culminar su práctica, para proceder a
tramitar etapas posteriores del juicio. En el evento en que así ocurra, resulta
palmaria la vulneración del derecho fundamental al debido proceso y
ostensible la arbitrariedad judicial. Ahora bien, lo dicho parte del supuesto
de que lo acontecido no sea por culpa, descuido o negligencia del procesado
o de su apoderado.

Referencia: Expediente T-175275

Acción de tutela instaurada por el doctor


Eduardo Mestre Sarmiento contra la
decisión del Tribunal Nacional que
confirmó providencia del Juez Regional de
conocimiento.

Magistrado Ponente:
Dr. JOSE GREGORIO HERNANDEZ
GALINDO

Sentencia aprobada en Santa Fe de Bogotá, D.C., a los diecisiete (17) días del
mes de febrero de mil novecientos noventa y nueve (1999).

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Se revisa el fallo del Tribunal Superior de Distrito Judicial de Cali, Sala de


Decisión Constitucional, del nueve (9) de julio de mil novecientos noventa y
ocho (1998).

I. INFORMACION PRELIMINAR

El apoderado de Eduardo Mestre Sarmiento presentó demanda de tutela contra


la decisión del Tribunal Nacional por medio de la cual se confirmó la
providencia que en su caso había proferido el Juez Regional de conocimiento,
negando la nulidad del auto de citación para sentencia. Y ello por cuanto,
según su dicho, tales providencias fueron proferidas sin haberse practicado
importantes y fundamentales pruebas solicitadas por la defensa y decretadas,
lo cual, a su juicio, constituye evidente vía de hecho y viola su derecho
fundamental al debido proceso, en cuanto imposibilita la plena defensa del
procesado.

Eduardo Mestre ha venido siendo procesado por la justicia regional por el


posible delito de enriquecimiento ilícito, y dentro del proceso, según el
apoderado, la Fiscalía le ha negado reiteradamente la práctica de pruebas.
Además, en el curso del trámite, el enfrentamiento entre la Fiscalía y los
jueces regionales ha generado numerosas dificultades y confusiones que en la
práctica han repercutido en perjuicio de su cliente. A éste -dice la demanda- se
le han desconocido los términos para pedir pruebas, y en medio de ese caos,
aquellas pruebas cuya practica fue ordenada, al final no se practicaron. Todo
con el evidente propósito de evitar la libertad del sindicado por vencimiento
de términos.

Dentro de las pruebas pedidas por la defensa y ordenadas por el Juez


Regional, y nunca practicadas, se deben mencionar:

a. La "judicialización" de documentos tan importantes como el estudio de un


contador público y el análisis financiero de la evolución patrimonial del
procesado, pruebas éstas destinadas a demostrar la realidad contable y
financiera en el caso concreto y a desvirtuar que se hubiese configurado el
delito de enriquecimiento ilícito de particulares.

b. La revisión de los endosos de unos "cartulares" (cheques), sobre los que se


suministró su número y el de las cuentas corrientes, para lo cual se pidió
obtener del banco copias del anverso y reverso de los títulos. Con ello se
pretendía demostrar que Mestre no fue beneficiario de aquéllos.

c. Estudios grafológicos sobre las firmas que aparecieron al reverso de uno de


los cheques con base en los cuales se adelantaba el proceso penal, para
demostrar que ese título no había sido endosado ni cobrado por el procesado
Eduardo Mestre; que esa no era su firma y que la allí mencionada no era su
cédula.

d. Ampliación de indagatoria de Mestre.

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Se agrega que la etapa probatoria transcurrió casi toda en la "resolución


morosa", por parte del Tribunal Nacional, de unos conflictos conceptuales
existentes entre el Juez Regional y la Fiscalía. Por eso -prosigue la demanda-,
cuando se percataron de la morosidad procesal y del inminente vencimiento de
términos que significaban la muy próxima libertad del procesado, actuaron
rápidamente, vulnerando en primer término el plazo legal para pedir pruebas,
que resultó incierto y recortado, y en segundo lugar vulnerando el derecho a la
práctica de pruebas ordenadas y negando arbitrariamente la libertad del
procesado, "quien debió permanecer por más de cinco meses privado
injustamente de su libertad, hasta que el Tribunal Nacional, ante lo
insostenible de la arbitrariedad, lo puso en libertad".

La defensa le pidió al Juez Regional que anulara el auto de citación para


sentencia, con el objeto de lograr la práctica de pruebas ya decretadas y
permitir que Mestre ejerciera sus derechos procesales, pero la solicitud fue
negada por el Juez Regional, cuya decisión, al ser apelada, fue confirmada por
el Tribunal Nacional.

En escrito posterior dirigido a esta Corporación, el peticionario Eduardo


Mestre Sarmiento adjuntó documentos orientados a sustentar su solicitud. Con
ellos se buscó demostrar que el día 8 de mayo de 1997 el Juzgado Regional de
Cali decretó las pruebas en el proceso número 2669, auto que quedó
formalmente ejecutoriado el 2 de julio de 1997, no obstante lo cual, mediante
auto del 26 de junio, se citó para sentencia.

II. LA DECISION JUDICIAL

El Tribunal Superior del Distrito Judicial de Santiago de Cali, Sala de


Decisión Constitucional, en fallo del nueve (9) de julio de mil novecientos
noventa y ocho (1998), resolvió denegar por improcedente la tutela impetrada.

Afirmó el Tribunal:

"Obsérvese que el Doctor RODOLFO MANTILLA JACOME


pretende mediante la acción de tutela instaurada en favor del Doctor
EDUARDO MESTRE SARMIENTO que sea esta Sala Penal en su
carácter de Juez Constitucional, quien valore dichas pruebas y
ordene se retrotraiga la actuación a fin de que las mismas sean
evacuadas y valoradas por el Juez Regional. Es decir, que en el
fondo se busca que sea el Juez de Tutela el que valore y determine
la importancia y validez de pruebas cuya apreciación pertenece al
exclusivo resorte del Juez natural. Dicho en otras palabras se
pretende que esta Sala de Decisión Constitucional se erija en
funcionario judicial paralelo al Juez Regional, con el fin de hacer
prevalecer su apreciación subjetiva en detrimento de la competencia
que sobre la materia aquí propuesta otorga la ley procesal penal en
un primer grado al Juez Regional y en segunda instancia al Tribunal
Nacional.

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Naturalmente para esta Sala Constitucional tal solicitud no puede


despacharse favorablemente, pues nuestra función como jueces de
Tutela se circunscribe exclusivamente a constatar si se da una
situación objetiva de vulneración de derechos fundamentales, en
actuación procesal en la cual paralelamente no exista la opción
cierta de que la persona afectada pueda reclamar por el
procedimiento legal esos derechos que anuncia le son conculcados.
Sobre la materia es preciso recordar plurales pronunciamientos con
origen en la Corte Constitucional a través de los cuales claramente
se ha decidido que el Juez de Tutela no puede desconocer
competencias que la ley atribuye a otras autoridades.

Se impone recordar al efecto que es al interior del respectivo


procedimiento que los ciudadanos deben buscar la protección y
restablecimiento de aquellos derechos fundamentales que considere
le están siendo lesionados, pues éste es el estadio dentro del cual
deben rebatirse y argüirse las tesis jurídicas que en ejercicio del
derecho de defensa puedan proponerse. En el caso a estudio, para la
Sala resulta claro que es dentro del proceso penal que actualmente
se adelanta por parte de la Justicia Regional contra el Doctor
MESTRE SARMIENTO, en donde deben reclamarse y
efectivizarse los derechos constitucionales aquí demandados tanto
más cuando el Juez de derecho está en el deber de garantizar la
observancia y fidelidad de su actuar frente a la ley. Por
consiguiente, las arbitrariedades que denuncia el ilustre libelista no
por obtener una respuesta negativa de parte del Juez Regional,
dejan de tener futuro ante el juez ad quem, debiéndose incluso
pensar en que de no prosperar estos ante la segunda instancia, el
camino a seguir en busca de la legalidad y el garantismo
constitucional, debe darse en el recurso extraordinario de casación,
ya que en principio ante el proceso penal respectivo debe
perseguirse el cumplimiento de la Constitución y la ley, realidad
procedimental en la cual no está exenta la negativa ante las
instancias, pero que debe continuar hasta el recurso extraordinario
de casación.

Sobre el tema conviene recordar que la pertinencia y conducencia


de la prueba son elementos que pertenecen al ámbito de los
procesos legales y encuentran en sus cauces normativos la solución
para situaciones que en relación a ellos se produzcan en el
desarrollo de dichas actuaciones. En manera alguna un Juez distinto
al natural podría inmiscuirse en terrenos de orden legal para
imponer su visión de cómo enrutar un proceso, pues desde esa
perspectiva el Juez de Tutela que así obrase se convertiría en
sustituto de los jueces naturalmente establecidos por los
ordenamientos procesales para la decisión de los conflictos. Como
lo recuerda la Corte Constitucional en Sentencia de tutela 121 de
marzo 31 de 1998 "...el principal remedio judicial para garantizar
los derechos de defensa y debido proceso es la nulidad, la cual, en

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términos del artículo 306 del C.P.P., puede interponerse entre el


término de traslado común para preparar la audiencia o en caso
contrario podrá debatirse en el recurso de casación...".

Esta realidad de hecho la acepta el peticionario al indicar a folio 4


de su escrito que "...la acción de tutela está señalada, como
mecanismo especial para la protección inmediata de los derechos
fundamentales constitucionales, cuando en el caso concreto de una
persona, mediante la acción u omisión, de cualquier autoridad
pública o de particulares, tales derechos resulten amenazados, SIN
QUE EXISTA OTRO MEDIO DE DEFENSA JUDICIAL...".

Como queda visto el papel del Juez de tutela es realizar un examen


objetivo en relación a los derechos fundamentales que se dicen
vulnerados, sin que pueda avanzar hasta un ámbito de carácter
legal, para el cual existen recursos, acciones y otros medios que
deben emplearse y agotarse ante el Juez previsto por la ley procesal
para adelantar el proceso. En esa medida el examen del Juez natural
es distinto del que debe efectuar el funcionario judicial que tiene a
su cargo decidir la acción de tutela, pues mientras en aquél -el Juez
natural- se entremezclan apreciaciones de orden subjetivo o
valorativo con circunstancias objetivas, el juicio constitucional de
tutela se orienta a determinar si objetivamente se ha vulnerado un
derecho fundamental y si, además, la persona no cuenta con otros
medios de defensa judicial más eficaces que el amparo mismo. De
ahí que el remedio procesal respectivo deba ser buscado al interior
del proceso en trámite, pues de ninguna manera la ley autoriza en el
mismo al Juez para que abuse de su autoridad judicial y haga a un
lado sus deberes constitucionales y legales afectando derechos
fundamentales de cualquiera de los sujetos procesales; esto permite
entender, de paso, por qué el correctivo debe tomarse allí y no en
órbita diferente".

III. CONSIDERACIONES DE LA CORTE CONSTITUCIONAL

1. Competencia

Esta Corte es competente para revisar la decisión judicial precedente, con base
en lo dispuesto por los artículos 86 y 241, numeral 9, de la Constitución
Política y en el Decreto 2591 de 1991.

2. Improcedencia de la acción de tutela contra providencias judiciales. La


vía de hecho como razón excepcional que fundamenta el amparo. Sentido
restrictivo de su aplicación

La Corte confirmará la providencia objeto de revisión, que negó el amparo


constitucional en este caso.

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No podía ser de otra manera, ya que se atacaba una decisión judicial cuando,
en efecto, el accionante contaba con otros medios de defensa ante los estrados.

Tiene dicho la jurisprudencia, con base en la Sentencia C-543 del 1 de octubre


de 1992, que, habiendo sido declarada inexequible la acción de tutela
indiscriminada contra providencias y actuaciones judiciales, no puede acudirse
a ese instrumento para controvertirlas, a menos que exista un perjuicio
irremediable para evitar el cual quepa el amparo transitorio, o que el juez haya
incurrido en ostensible e inocultable vía de hecho.
Se reitera:

"...la vía judicial de hecho -que ha sido materia de abundante


jurisprudencia- no es una regla general sino una excepción, una
anormalidad, un comportamiento que, por constituir burdo
desconocimiento de las normas legales, vulnera la Constitución y
quebranta los derechos de quienes acceden a la administración de
justicia. Es una circunstancia extraordinaria que exige, por razón de
la prevalencia del Derecho sustancial (artículo 228 C.P.), la
posibilidad, también extraordinaria, de corregir, en el plano
preferente de la jurisdicción constitucional, el yerro que ha
comprometido o mancillado los postulados superiores de la
Constitución por un abuso de la investidura.
Naturalmente, ese carácter excepcional de la vía de hecho implica
el reconocimiento de que, para llegar a ella, es indispensable la
configuración de una ruptura patente y grave de las normas que han
debido ser aplicadas en el caso concreto" (Cfr. Corte
Constitucional. Sala Quinta de Revisión. Sentencia T-492 del 7 de
noviembre de 1995).
"La acción de tutela es viable, entonces, para restaurar el imperio
del Derecho en el caso concreto, cuando la decisión judicial es en sí
misma una arbitrariedad de tal magnitud que atropella las reglas
mínimas establecidas por el ordenamiento jurídico, en abierto
desconocimiento del debido proceso.

Pero, como se trata de una excepción, la doctrina de la vía de hecho


ha de ser aplicada por los jueces de tutela con extremo cuidado y
mesura, en cuanto, de una parte, existe cosa juzgada
constitucional en favor de una sentencia que proscribe la
utilización de tal mecanismo como regla generalizada y ordinaria
frente a providencias judiciales, y, de otro lado, la propia
Constitución Política hace obligatorio el respeto a la autonomía de
las jurisdicciones y a la independencia de cada juez en la definición
de las controversias que resuelve.

De allí que esta Sala haya destacado en varias oportunidades que la


vía de hecho, para ser admisible como razón del amparo, debe estar
probada y constituir, sin lugar a dudas, una ruptura flagrante del
Derecho positivo que rige el proceso correspondiente" (Cfr. Corte

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Constitucional. Sala Quinta de Revisión. Sentencia T-94 del 27 de


febrero de 1997)

"Esta Corte ha admitido que extraordinariamente pueden ser


tutelados, por la vía del artículo 86 de la Constitución Política, los
derechos fundamentales desconocidos por decisiones judiciales que
en realidad, dada su abrupta y franca incompatibilidad con las
normas constitucionales o legales aplicables al caso, constituyen
actuaciones de hecho. Justamente por serlo -ha sido el criterio
doctrinal de esta Corporación-, tales comportamientos de los jueces
no merecen el calificativo de "providencias", a pesar de su
apariencia, en cuyo fondo se descubre una inadmisible transgresión
de valores, principios y reglas de nivel constitucional.

Obviamente -dígase una vez más-, la señalada posibilidad de tutela


es extraordinaria, pues la Corte ha fallado, con fuerza de cosa
juzgada constitucional (Sentencia C-543 del 1 de octubre de 1992),
que la acción de tutela indiscriminada y general contra providencias
judiciales vulnera la Carta Política. Habiéndose encontrado
inexequible el artículo 40 del Decreto 2591 de 1991, es
improcedente la tutela contra providencias judiciales, con la
salvedad expuesta, que resulta de los artículos 29 y 228 de la
Constitución y que fue claramente delimitada en la propia Sentencia
C-543 del 1 de octubre de 1992 y en posteriores fallos de esta
Corporación.

La Corte debe reiterar que, en principio, el procedimiento de tutela


no puede utilizarse para obtener que un juez diferente al que conoce
del proceso ordinario intervenga inopinadamente para modificar el
rumbo del mismo con base en una interpretación diversa -la suya-,
pretendiendo que, por haber entendido las normas pertinentes de
una determinada manera, incurrió el primero en una vía de hecho.

La vía de hecho -excepcional, como se ha dicho- no puede


configurarse sino a partir de una ruptura flagrante, ostensible y
grave de la normatividad constitucional o legal que rige en la
materia a la que se refiere el fallo. Por tanto, mientras se apliquen
las disposiciones pertinentes, independientemente de si otros jueces
comparten o no la interpretación acogida por el fallador, no existe la
vía de hecho, sino una vía de Derecho distinta, en sí misma
respetable si no carece de razonabilidad. Esta, así como el
contenido y alcances de la sentencia proferida con ese apoyo, deben
ser escrutados por la misma jurisdicción y por los procedimientos
ordinarios, a través de los recursos que la ley establece y no, por
regla general, a través de la acción de tutela" (Cfr. Corte
Constitucional. Sala Quinta de Revisión. Sentencia T-01 del 14 de
enero de 1999).

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Inclusive en el caso de posibles transgresiones al debido proceso, que pudieran


llegar a entenderse como constitutivas de vía de hecho, no es procedente la
tutela si el afectado cuenta con un medio judicial ordinario con suficiente
eficacia para la protección inmediata y plena de sus derechos.

En el asunto que se revisa, el actor podía alegar lo relativo a la posible


vulneración de su derecho al debido proceso ante el superior jerárquico del
juez que profirió sentencia en su contra, valiéndose para ello del recurso de
apelación. Tanto es así que, según obra en el expediente, ejerció dicho recurso,
arguyendo entre otros fundamentos, los mismos que puso de presente al
promover demanda de tutela.

Además, el demandante tiene expedita la vía del recurso extraordinario de


casación ante la Sala Penal de la Corte Suprema de Justicia.

3. El procesado tiene derecho a que se practiquen todas las pruebas


decretadas

Aunque la tutela no se concede, razones de pedagogía constitucional llevan a


la Corte a advertir que la práctica de la integridad de las pruebas que hayan
sido solicitadas por el procesado y decretadas por el juez, hace parte del
debido proceso y que este derecho fundamental resulta vulnerado cuando la
autoridad judicial obra en sentido diferente.

Según el artículo 29 de la Constitución, la persona que sea sindicada tiene


derecho a la defensa y, por lo tanto, de esa norma -que responde a un principio
universal de justicia- surge con nitidez el derecho, también garantizado
constitucionalmente, a controvertir las pruebas que se alleguen en contra del
procesado y a presentar y solicitar aquellas que se opongan a las pretensiones
de quienes buscan desvirtuar la presunción de su inocencia.

El juez tiene una oportunidad procesal para definir si esas pruebas solicitadas
son pertinentes, conducentes y procedentes, y si en realidad, considerados,
evaluados y ponderados los elementos de juicio de los que dispone, ellos
contribuyen al esclarecimiento de los hechos y a la definición acerca de la
responsabilidad penal del procesado. Y, por supuesto, le es posible negar
alguna o algunas de tales pruebas, si estima fundadamente que los requisitos
legales no se cumplen o que en el proceso respectivo no tienen lugar.

Pero -se insiste- tal decisión judicial tiene que producirse en la oportunidad
procesal, que corresponde al momento en el cual el juez resuelve si profiere o
no el decreto de pruebas; si accede o no -en todo o en parte- a lo pedido por el
defensor, motivando su providencia.

Lo que no es permitido al juez, a la luz de los postulados constitucionales, es


decretar las pruebas y después, por su capricho o para interrumpir términos
legales que transcurren a favor del procesado y de su libertad, abstenerse de
continuar o culminar su práctica, para proceder a tramitar etapas posteriores

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del juicio. En el evento en que así ocurra, resulta palmaria la vulneración del
derecho fundamental al debido proceso y ostensible la arbitrariedad judicial.

Ahora bien, lo dicho parte del supuesto de que lo acontecido no sea por culpa,
descuido o negligencia del procesado o de su apoderado.

DECISION

Con base en las anteriores consideraciones, la Sala Plena de la Corte


Constitucional, administrando justicia en nombre del pueblo y por
mandato de la Constitución,

RESUELVE:

Primero.- CONFIRMASE la sentencia proferida por la Sala de Decisión


Constitucional del Tribunal Superior del Distrito Judicial de Cali el 9 de julio
de 1998, mediante la cual se negó la tutela impetrada por EDUARDO
MESTRE SARMIENTO.

Segundo.- REMITASE copia de esta providencia al Tribunal Nacional, para


que la tenga en cuenta en este y en los demás procesos a su cargo.

Tercero.- Por Secretaría líbrese la comunicación de que trata el artículo 36 del


Decreto 2591 de 1991.

Cópiese, notifíquese, comuníquese, publíquese en la Gaceta de la Corte


Constitucional y cúmplase.

VLADIMIRO NARANJO MESA


Presidente

ANTONIO BARRERA CARBONELL ALFREDO


BELTRAN SIERRA
Magistrado
Magistrado

EDUARO CIFUENTES MUÑOZ


Magistrado

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CARLOS GAVIRIA DIAZ JOSE GREGORIO HERNANDEZ


GALINDO
Magistrado Magistrado

ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO FABIO


MORON DIAZ
Magistrado
Magistrado

MARTHA SACHICA DE MONCALEANO


Magistrada (E)

PABLO ENRIQUE LEAL RUIZ


Secretario General (E)

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