Hora Santa Por Las Vocaciones-1
Hora Santa Por Las Vocaciones-1
Hora Santa Por Las Vocaciones-1
Sabiendo que la vocación es, ante todo, un don de Dios, y con el deseo
de que el Reino de Dios se haga presente sin tardanza entre nosotros, nos
animamos a pedir a nuestro Padre que “envíe obreros a su mies”. Con la
intención de animar a las comunidades a orar juntos por las vocaciones
de nuestra Iglesia diocesana, hemos preparado
este material que pretende ser una guía sencilla
para una adoración eucarística por las
vocaciones. Esperamos pueda servir de
instrumento de oración a cada parroquia, y
que esta oración nos una en torno a Jesús
con esta intención particular.
Cantos vocacionales
“Yo sólo tenía doce años entonces [...] En esta época, fue cuando supe por primera vez
que tenía vocación hacia los pobres [...] en 1922. Yo quería ser misionera, yo quería ir
y dar la vida de Cristo a la gente de los países de misión. [...] Al principio, entre los
doce y los dieciocho años yo no quería ser religiosa. Éramos una familia muy feliz.
Pero cuando tuve dieciocho años, decidí dejar mi hogar para hacerme religiosa, y
desde entonces, en estos cuarenta años, nunca he dudado ni siquiera un segundo de
haber hecho lo correcto; era la voluntad de Dios. Era Su elección”
Acto seguido, se puede entonar algún canto de alabanza y adoración a Jesús Sacramentado. Canto:
Alabanza y adoración.
Luego, se proclama la Palabra de Dios, con algunos de los textos que se proponen a continuación o
elegir otro pasaje vocacional en la Sagradas Escrituras.
Lectura bíblica:
“Se ponía ya en camino cuando uno corrió a su encuentro y arrodillándose ante él,
le preguntó: «Maestro bueno, ¿qué he de hacer para tener en herencia vida
eterna?» Jesús le dijo: «¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno sino sólo
Dios. Ya sabes los mandamientos: No mates, no cometas adulterio, no robes, no
levantes falso testimonio, no seas injusto, honra a tu padre y a tu madre» Él,
entonces, le dijo: «Maestro, todo eso lo he guardado desde mi juventud» Jesús, fi-
jando en él su mirada, le amó y le dijo: «Una cosa te falta: anda, cuanto tienes
véndelo y dáselo a los pobres y tendrás un tesoro en el cielo; luego ven y
sígueme»”
Terminada la proclamación de la Palabra, se invita a los que están congregados a elevar una
oración espontánea, partiendo de los buenos propósitos que les ha inspirado la lectura.
Oración espontánea desde la lectura
Después de las oraciones espontáneas, se entona el canto vocacional Alma misionera, o algún otro
canto vocacional que convenga.
Al acabar el canto propuesto, se da un tiempo prudente para la oración y el encuentro personal con
el Señor, el silenciamiento y la meditación.
Silencio meditativo (10 minutos).
Luego, tiene lugar la oración de los fieles. El que preside, hace el siguiente invitatorio:
1. Señor, danos valentía para seguirte más de cerca y ser verdaderos discípulos
tuyos, que anunciemos con entusiasmo tu Evangelio donde quiera que estemos.
Oremos.
2. Danos familias cristianas que sean iglesias domésticas donde se cultive con
esperanza la semilla del Evangelio; donde papá y mamá sean modelos de fe y
caridad, y los hijos puedan conocerte y crecer en estatura y amor. Oremos.
3. Maestro, llama a más jóvenes a que consagren toda su vida a ti con
generosidad y alegría; como san Francisco de Asís, santa Clara, Madre Laura,
Don Bosco, Madre Teresa de Calcuta, que te ayuden a construir el Reino de
Dios entregándose totalmente a ti y a los hermanos. Oremos.
4. Sigue llamando a jóvenes de nuestras comunidades para que sean tus
sacerdotes, que sean pastores según tu corazón, hombres de fe que te hagan
presente en los sacramentos, que anuncien con valentía tu Palabra, que sean
servidores humildes y generosos de tu pueblo. Oremos.
5. Dale tu Espíritu Santo a los que se forman en las casas de formación
religiosa y en el seminario, para que puedan discernir lo que Tú quieres de
ellos y perseveren en tu seguimiento. Oremos.
6. Señor, a todos nosotros, discípulos tuyos, laicos, matrimonios, religiosas,
religiosos y sacerdotes; ayúdanos a ser fieles a ti y ser felices desde donde Tú
nos has llamado a vivir. Oremos.
Se pueden añadir algunas intenciones libres. Después, el que preside hace la siguiente oración
conclusiva:
Testimonios vocacionales
Puntos de meditación:
Oración
Señor nuestro Jesucristo, que en este sacramento admirable nos
dejaste el memorial de tu pasión, concédenos venerar de tal
modo los sagrados misterios de tu cuerpo y de tu sangre, que
experimentemos constantemente en nosotros el fruto de
tu redención. Tú que vives y reinas con el Padre en la
unidad del Espíritu Santo y eres Dios, por los siglos de
los siglos. Amén.
Acaba la oración, el celebrante recibe el velo humeral y toma la custodia con la cual bendice a los
fieles, haciendo el signo de la cruz. Mientras tanto, oran de rodillas en silencio. Un ministro u otra persona
idónea toca la campanilla mientras dura la bendición sacramental.
Bendición con el Santísimo Sacramento.
Después de la bendición, el celebrante pone de nuevo la custodia sobre el corporal, e invita a los fieles
a hacer junto con él las siguientes alabanzas de desagravio.
Alabanzas de desagravio
Bendito sea Dios.
Bendito sea su santo Nombre.
Bendito sea Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre.
Bendito sea el nombre de Jesús.
Bendito sea su Sacratísimo Corazón.
Bendita sea su Preciosísima Sangre.
Bendito sea Jesús en el Santísimo Sacramento del Altar.
Bendito sea el Espíritu Santo Consolador.
Bendita sea la excelsa Madre de Dios, María Santísima.
Bendita sea su Santa e Inmaculada Concepción.
Bendita sea su gloriosa Asunción.
Bendito sea el nombre de María Virgen y Madre.
Bendito sea San José, su castísimo Esposo.
Bendito sea Dios en sus Ángeles y en sus Santos.
Señor, danos sacerdotes.
Señor, danos sacerdotes santos.
Señor, danos muchos sacerdotes santos.
Señor, danos religiosos y religiosas santas.
Señor, danos familias cristianas santas.
Señor, bendice a tu pueblo con la paz.
Al concluir las alabanzas de desagravio, los fieles entonan un canto eucarístico. Mientras tanto el
sacerdote reserva en el sagrario el Santísimo Sacramento del Altar.
Reserva del Santísimo Sacramento.
Canto Eucarístico.
Si el que preside la Hora Santa es un ministro no ordenado, omitido el Tamtum ergo y la oración
conclusiva, hace las alabanzas de desagravio junto con los fieles y se dispone a reservar en el sagrario
el Santísimo Sacramento, mientras se entona un canto eucarístico apropiado.