Fuentes 2
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El Oncenio de Leguía, que abarcó desde 1919 hasta 1930, fue un periodo de
gobierno en Perú liderado por Augusto B. Leguía. Durante estos años, Leguía
implementó una serie de reformas políticas, económicas y sociales que marcaron un
antes y un después en la historia del país.
El fin del Oncenio de Leguía estuvo marcado por una serie de acontecimientos que
tuvieron graves consecuencias para Perú. En primer lugar, se produjo una profunda
crisis económica a nivel nacional, debido a la implementación de políticas económicas
poco sostenibles y a la falta de planificación a largo plazo.
Además, el gobierno de Leguía se caracterizó por la corrupción y la represión política.
Durante su mandato, se silenció a la oposición política y se persiguió a aquellos que
se oponían al régimen. Esto generó un clima de descontento y malestar en la sociedad
peruana.
Otro factor determinante en el fin del Oncenio de Leguía fue la crisis internacional. En
1929, se desató la Gran Depresión, una crisis económica mundial que afectó
profundamente a Perú. La caída de los precios de los productos de exportación
peruanos y la disminución de la demanda extranjera llevaron al país a una grave
situación económica.
Finalmente, en 1930, se produjo un golpe de Estado que puso fin al gobierno
de Leguía. Este golpe fue liderado por el general Luis Miguel Sánchez Cerro, quien
se convirtió en el nuevo presidente de Perú. Aunque se esperaba que este cambio de
gobierno trajera estabilidad al país, la situación no mejoró de inmediato y se
necesitaron varios años para que Perú se recuperara de la crisis económica y política.
El fin del Oncenio de Leguía estuvo marcado por una profunda crisis económica, la
represión política y el cambio de gobierno. Estas consecuencias tuvieron un impacto
duradero en la historia de Perú y marcaron el inicio de una nueva etapa en el país.
Gobierno autoritario de Augusto Leguía
El Oncenio de Leguía es un periodo de la historia de Perú que abarca desde 1919
hasta 1930. Durante este tiempo, Augusto Leguía gobernó el país de manera
autoritaria, marcando un antes y un después en la política peruana.
Leguía llegó al poder en 1919 luego de un golpe de estado contra el gobierno de José
Pardo y Barreda. Su gobierno se caracterizó por su autoritarismo y por implementar
una serie de reformas que buscaban modernizar el país y fortalecer el Estado.
A pesar de sus intentos por modernizar el país, el gobierno de Leguía también generó
una profunda desigualdad social. Las reformas implementadas no beneficiaron a la
mayoría de la población, que continuaba viviendo en condiciones de pobreza y
marginalidad.
Finalmente, en 1930, el gobierno de Leguía fue derrocado por un golpe militar
encabezado por Luis Miguel Sánchez Cerro. Este golpe marcó el fin del Oncenio y el
inicio de una nueva etapa en la historia política de Perú.
Modernización y desarrollo económico
El Oncenio de Leguía, que abarcó desde 1919 hasta 1930, fue un período de gran
importancia en la historia del Perú. Durante este tiempo, el presidente Augusto B.
Leguía implementó una serie de políticas que buscaban modernizar y desarrollar la
economía del país.
Una de las principales características del Oncenio de Leguía fue la promoción de la
inversión extranjera. Se fomentaron acuerdos comerciales y se otorgaron facilidades a
las empresas extranjeras para establecerse en el país. Esto permitió la llegada de
capitales y tecnología, lo que impulsó el crecimiento económico.
Además, se llevaron a cabo importantes obras de infraestructura, como la construcción
de carreteras, puertos y ferrocarriles. Estas mejoras en la red de transporte facilitaron
el comercio y la comunicación entre las diferentes regiones del país.
Otro aspecto destacado del Oncenio de Leguía fue la modernización del sector
agrícola. Se implementaron políticas de fomento a la producción y se promovió la
adopción de nuevas técnicas agrícolas. Esto permitió aumentar la productividad y
diversificar los cultivos, lo que tuvo un impacto positivo en la economía.
En el ámbito industrial, se incentivó la creación de nuevas fábricas y se promovió la
industrialización del país. Se establecieron zonas francas y se otorgaron beneficios a
las empresas que se dedicaban a la manufactura. Esto contribuyó al crecimiento del
sector industrial y a la generación de empleo.
Corrupción y autoritarismo
Otra de las críticas hacia el Oncenio de Leguía fue la corrupción y el autoritarismo
presentes en su gobierno. Se denunciaron numerosos casos de malversación de
fondos y nepotismo, lo que generó un profundo descontento en la población.
Resistencia ciudadana
A pesar de la represión y la censura impuesta por el gobierno, hubo sectores de la
sociedad peruana que se opusieron al régimen de Leguía. Organizaciones políticas,
sindicales y estudiantiles se levantaron contra las políticas impuestas, exigiendo
derechos y libertades.