El Cuarto de Atrás, Carmen Martín Gaite
El Cuarto de Atrás, Carmen Martín Gaite
El Cuarto de Atrás, Carmen Martín Gaite
Gaite
TEMAS:
SOLEDAD
Se narra para contar a los demás lo que ya nos hemos contado a nosotros mismos. El
interlocutor en El cuarto de atrás es un misterioso personaje que va a escuchar lo que la
protagonista quiere contar, todos sus recuerdos desordenados que están en la memoria de
la escritora.
ð LO FANTÁSTICO
Hay una relación muy íntima entre los elementos realistas y los fantásticos. La autora
utiliza los elementos fantásticos en su obra para olvidarse de la realidad de la vida política,
social y cultural de la España franquista.
La conversación telefónica que mantiene con Carola parece a ratos un sueño, a ratos una
pesadilla.
La protagonista desdoblada en tres personajes que son uno sólo: Carmen, el hombre de
negro y Carola (su subconsciente).
PROTAGONISTA: CARMEN
Su infancia coincidió con la Guerra Civil, y su adolescencia y juventud con una dura
posguerra. A través de sus recuerdos, de sus comentarios, nos traslada a una parte de su
infancia fantasiosa y feliz, a su adolescencia y juventud, a aquellos tiempos de guerra y
de posguerra.
Carmen es más bien mona, viste con ropa informal, usa gafas de cerca y es sorda, lo que
la aísla del mundo y de los demás. Es fumadora y adicta a las pastillas
Para definirse y dar un sentido a su propia identidad Carmen cuenta su propia historia a
su interlocutor, al hombre de negro.
La nueva personalidad del hombre de negro un poco negativa que nos aporta Carola, nos
manifiesta una agresividad antes no descubierta.
El hombre de negro es una figura simbólica ambigua, podría ser el diablo, el interlocutor
deseado, el héroe de la novela rosa, el otro yo de la narradora-protagonista. Personaje que
entra en escena para que exista el diálogo.
El hombre de negro saca la cajita dorada de su bolsillo. Las pastillas avivan la memoria
y la desordenan.
Personaje de folletín que sirve para atraer a los otros dos personajes a un escenario
folletinesco. Permite a la narradora conocer otra imagen de su interlocutor bien distinta.
Además, le sirve para buscar su propia identidad en Carola (le hace recordar bastantes
cosas).
El género de horror y de misterio están presentes en la conversación.
SIMBOLOGÍA
EL ESPEJO
Puesta delante de su espejo, levanta los ojos y ve delante ala niña y a la adolescente que
fue y que ahora miran a la narradora. La protagonista se siente observada.
EL SOMBRERO NEGRO
Es el primer elemento con doble sentido que constituye uno de los símbolos más
importantes de la novela. El hombre deja el sombrero sobre los folios mientras hace
referencia a la literatura de misterio.
Debajo del sombrero van aumentando los folios que al final conforman la novela en sí.
Al final de la novela, aparecen debajo del sombrero negro 182 folios que son el resultado
de la interlocución que se forma como un tejido comunicativo que nace de la necesidad
de tener un interlocutor.
LA CUCARACHA
. La cucaracha sería el símbolo del cambio, y también el del miedo a ese cambio.
La primera alusión a este elemento que hay en la novela cuando el hombre de negro le
ofrece a la protagonista unas píldoras de colores que hay dentro de la cajita dorada.
La simbología de la cajita que se relaciona con otros objetos: los vasos de té y los folios.
La cesta de costura simboliza el taller literario en el que la autora trabaja a través de los
hilos que representan el continuo fluir de historias, recuerdos y sueños que se enhebran y
desenhebran continuamente a lo largo de toda la novela.
Los hilos de la cesta representarían el “laberinto discursivo donde Martín Gaite entrelaza
temas, ata y desata, mezcla ficción y realidad”. Hay, pues, un paralelismo entre el léxico
de la costura y la escritura de la narración.
LA LETRA C
aparecen diferentes objetos que comienzan por la letra C, de igual modo que la inicial del
nombre de la autora-protagonista y el título de la novela.
La protagonista sueña que está en una playa y pinta una C en la arena, y dibuja una casa,
un cuarto, y luego una cama.
Tres objetos que comienzan por C. La casa representa el centro del mundo y del universo.
Elementos metafóricos.
La protagonista siente un gran interés por lo desconocido, por la libertad, esa libertad que
se asocia a Cúnigan.
En el primer capítulo del libro, la protagonista, Carmen, está tratando de conciliar el sueño
y nos describe lo que ella ve, lo que siente antes de dormirse. De repente se ve en una
playa, que no sabe bien cuál es, dibujando una casa con un cuarto con balcón, una cama
turca etc. Justo entonces se da cuenta que se está empezando a dormir y la realidad de su
sueño, comienza a desplazar a la de su vida real, el cuarto con balcón que ha dibujado en
la arena se superpone a su propio cuarto.
Luego empieza a recordar cuando se dormía cuando era un niña y dormía con su hermana,
recuerda la habitación que ella deseaba tener, con un teléfono que sonara y la propusiera
una aventura que la liberara de su rutina.
Le dio pena que se alejara, porque no había conseguido identificar a aquel hombre que se
dirigía a ella tan cariñosamente y esperaba poder verle la cara, pero el hombre ya se perdía
en la lejanía, a través del recuerdo de su infancia, se ve a ella misma leyendo una carta en
el suelo, rodeada de objetos, poco después se durmió.
Se despierta asustada con el sonido del teléfono y va a cogerlo a tientas, el que llama es
un señor que dice tener una entrevista concertada con ella a las doce y medía, pero ella
no se acuerda de ninguna entrevista, aunque le parece malo decírselo, por lo que accede
y se baja a la puerta para abrirle. En el pasillo, ve a una cucaracha que la asusta bastante,
pero al pensar que el hombre la esperaba salio al rellano para bajar a abrirle, estando ella
en el rellano, se ilumina la luz de la escalera, ya esta subiendo. Una vez se han saludado
le invita a pasar, avisándole de la cucaracha.
Y le dice que no solo vio a Franco si no que vio, y se identifico mucho con su hija,
Carmencita Franco puesto que debía tener una edad similar a la suya, y pensó en cuanto
se aburriría aquella niña, encerrada en aquel gran palacio, sin amigos con los que jugar.
Sin embargo, recordaba también el modelo americano, de mujer despreocupada y
desinhibida, que representaba Diana Durban, a la que admiraba en muchos aspectos, no
como a Carmencita Franco, a la que solo envidiaba un poco por el pelo. Acordándose de
los años de posguerra, la que recuerda como una época, para ella, feliz; lo que mas le
viene ala memoria son los helados de limón que se comía que tanto le gustaban y que
recuerda con agrado. En esto que le ofrece un poco de té de limón al visitante, que acepta,
así que ella se va ala cocina a prepararlo.
Ya en la cocina, se pone a recoger los platos, limpiar el hule etc. Para recuperar un poco
el orden, cuando al ver un espejo de marco marrón, empieza a recordar la casa en la calle
Mayor en la que pasaba algunas temporadas con sus abuelos, donde esperaba que el
ascensor subiera hasta su piso, brindándole alguna visita “nueva”, pero no, todos los que
llegaban eran personas forzadas a actuar de una determinada manera, por lo que se ponía
a dibujar y se aislaba de la conversación.
Pensaba en Cunigan, aquel lugar que le presento una canción, o quizás un anuncio que
nadie mas parecía haber escuchado, un lugar mágico en el que se librara de esas
pesadeces. Siempre que iban a Madrid, casi siempre para ver una modista, ir al cine o al
teatro, se preguntaba si las calles que se abrían delante de ella conducirían a Cunigan.
Recuerda también a las dos criadas que habían servido toda su vida a la familia de sus
abuelos.
Pensando en una canción se le escapa una frase que hace pensar al hombre que se
encuentra realmente afligida pro su afección, por lo que le dice que no se preocupe, que
le cuente lo de Burgos y ya está, pero ella dice que no, que es un recuerdo sin importancia,
a lo que el hombre responde tendiéndole un cuaderno para que lo apunte si quiere, no
hace más que escribir desganadamente, el “titulo” de lo que había recordado.
Cuando le devuelve el cuaderno, además de agradecérselo, le pide perdón, por sus fugas,
aunque éstas parecen no importarle al hombre, dice que son lo que mas el gusta, y le dice
que e suna fugada nata. Esto no parece gustarle a Carmen que recuerda ese adjetivo como
algo muy peyorativo, que decían las marujas cotillas tras los visillos cuando veían a las
parejas, o a los que simplemente recapacitaban o buscaban la soledad en algún momento.
Se había vuelto a fugar, seguía sentada en el suelo recogiendo las fotos del cuaderno color
garbanzo, el hombre le ofreció a siento a su lado y le pidió, que no se fugara sola, o que
le contara lo que “veía”. Quería ella escribir un libro sobre la guerra española, pero la
confusión de sus recuerdos no se lo permitía, además, los libros de memoria la aburrían
y no quería ella aburrir a nadie, el hombre intrigado le pidió que le hablara del libro. Ella
le contó que de pequeña veía la política como un juego con el que se divertían los
mayores, y más delante, aun antes de la guerra, cuando oía hablar de Azaña, Alfonso XIII
etc. no le parecían ni siquiera que existieran de verdad, y menos que pudieran mandar a
nadie. Pero el día que enterraron a Franco, y vio a su hija Carmen echar un discurso a los
presentes, se le vino a la mente aquella tarde en Salamanca cuando ambas eran unas niñas,
ahora con 50 años, se seguía viendo reflejada en ella. Entonces, subió del bar en que
estaba viendo el entierro con su hija y se puso a tomar notas en un cuaderno, el que antes
buscaba. El hombre encontró un artículo que ella misma había escrito y ella se lo leyó.
Al ponerse las gafas, él le dijo que le quedaban muy bien y algo extraño sucedió entre
ellos. Su corazón se aceleró porque se quedaron mirándose fijamente
El teléfono se puso a sonar y el hombre supo que era una llamada para él, le pidió a
Carmen que no le dijera a la persona que llamaba que estaba aun ahí, que le dijera que ya
se había ido, y ella
Al descolgar el teléfono una mujer con acento canario o quizás andaluz le deletrea su
propio número y le dice si es allí a donde ha llamado. Carmen le dice que sí y la otra
mujer le pregunta si está ahí Alejandro, ella que aún no sabía cómo se llamaba su extraño
visitante se le escapo un “me lo figuraba”. La mujer que llama le pide que se ponga y
Carmen, como había acordado antes le dice que no está. La señora del otro lado del
teléfono estaba realmente preocupada, no paraba de preguntarle cosas: ¿A qué hora había
llegado? ¿Cuánto rato había estado? ¿Hace mucho que se ha a marchado? ¿A que había
ido su casa?
A esta ultima pregunta Carmen le contesto que suponía que a verla. La voz del otro lado
del teléfono respondió agitada que había dicho a su marido, gritando del mirador que no
volviera a casa cuando se entero que iba a ver a Carmen, a quien consideraba una loca.
Tras seguir interrogando la otra mujer menciona unas cartas, que Alejandro había recibido
y que guardaba en una maleta de doble fondo en un cuchitril en el tejado, eran cartas de
amor que estaban firmadas con una C y un punto, como Carmen hacía alguna vez. Había
encontrado las cartas cuando subió al cuchitril un día que el no estaba y descubrió el doble
fondo, pero él le pillo “in fraganti”, y le miraba con los ojos llenos de ira, y según contaba
la mujer que había llamado, le pegó.
Le parecía que no estaban hablando de la misma persona que había sido tan amable con
ella, aunque la voz que llamaba ya le ha advertido que no conoce al verdadero Alejandro.
Tras conversar bastante, Carmen le pide a Carola, ya había obtenido su nombre tras los
minutos de conversación, que le lea las cartas que decía tener firmadas por ella, Carola
accedió aunque le avisó que tardaría, pero a Carmen no le importaba esperar.
Tras oír un silencio vació comenzó a escuchar un discusión, entre Carola y otro hombre,
de repente se encontró la voz del hombre en el teléfono que le preguntaba quien era, ella
respondió que una amiga de Carola, pero antes que pudiera reaccionar Carola cogió el
auricular y se disculpo porque no iba a poder leerle las cartas que se supone que ella había
escrito, se despidieron no sin antes decir que le encantaría que fuera ella la que escribe
las cartas, y a Carmen le encantaría serlo.
El rompe el hielo con una sugerencia para su libro, a lo que ella responde con una alusión
a Robinson Crusoe, poco después le pregunta por el cuaderno que tiene en las manos y
ella le dice que es en el que escribió lo que pensaba de franco, el que buscaba antes, y del
que saco la idea de responderle usando a Robinson.
Ella le empieza a hablar de Bergai, una isla para evadirse que crearon ella y su amiga de
instituto, con la que también escribía una novela a medias.
Una tarde en la plaza del pueblo, se dieron cuenta de que se les había echo muy tarde, su
amiga no tenía prisa, porque sus padres no podían vivir con ella, lo que Carmen
inconscientemente envidiaba, pero Carmen si que tenía que llegar pronto a casa, y le
echarían la bronca si no lo hacía, pero se nos ocurrió una idea, Robinson en su isla con la
escasez, no le perturbaba nada, necesitaba ingeniárselas para sobrevivir, pues nosotras
crearíamos nuestra propia isla, así si me reñían mis padres, me Irma a Bergai, nombre que
surgió por composición de nuestros dos apellidos.
Esta amiga es la que la inició en la literatura de evasión, como ya he dicho no vivía con
sus padres. En casa de Carmen había un cuarto que como no se usaba para nada, lo usaban
ellas para jugar, allí podían hacer de todo, todo era para jugar, ese cuarto era como su
paraíso, pero no duro para siempre, pronto empezaron a poner cosas en el armario que
había y poco apoco se fue convirtiendo en despensa, como no podíamos acceder a los
bienes primarios siempre, se compraban y cocinaban grandes cantidades que luego había
que guardar en algún sitio y claro : “las niñas en el cuarto de atrás tiene mucho sitio y así
poco a poco fueron perdiendo su cuarto de jugar hasta que se convirtió en despensa.
Otra muestra de la madurez de su amiga es que ella como no tenía padres “disponibles”
no podía tener juguetes propiamente dichos y se los tenía que fabricar, así pues una
cocinita de porcelana que le gustaba mucho a Carmen, cuando ella la vio no le emocionó
en absoluto si no que le produjo una indiferencia, ella prefería los juguetes que se
fabricaba para sí misma, una teja podía hacer mucho mejor de plato que esos platos
decorados de porcelana que había que pagar para poder jugar con ellos. La tarde que le
enseño la cocina de porcelana, fue cuando inventaron la isla de Bergai.
El hombre impresionado le pregunta que fue de los diarios de Bergai y ella dice que
seguramente los quemo, que siempre se idealiza lo que no está y que ahora quizás le
defraudaran. Al hablar de la perdida de esos diarios de Bergai comienzan a hablar de
cartas de amor, y el hombre de negro se “empeña” en que ha tenido que escribir cartas de
amor. A ella le entran ganas de nombrarle Carola. Pero no, tras una intensa pausa el
hombre le pide que le deje el cuaderno, aunque ella le advierte que no va a entender nada
y se sincera con ella diciéndole que lo que mas le agradece es que le hay contado lo de
Bergai.
Carmen se despierta cuando siente un beso sobre su frente, su hija ya ha llegado, le dice
si no la habrá estado esperando, que ya le advirtió y que porqué se ha dormido vestida.
Su hija le dice que son las cinco, pero que ya le aviso que iba a tardar.
Su hija acaba de llegar de una fiesta, se va a fumar un pitillo y se acostara.
Ésta la nota rara y al preguntarle qué le pasa Carmen le responde que simplemente le
duele la cabeza. Le pregunta que si ha venido alguien, Carmen sorprendida le pregunta
que porque lo dice, simplemente porque he visto dos vasos en la bandeja del salón.
PREGUNTA 4 DE SELECTIVIDAD
Pero, sobre todo, hay una crítica al ideario femenino que se impuso durante
el franquismo desde la revista “Y” y la Sección Femenina. En él que se
proponía un modelo de mujer ama de su casa, sumisa, hacendosa y siempre
alegre, que repele a la autora. De hecho, los cursos que lleva a cabo en los
Servicios Sociales son una tarea penosa sólo cumplida para poder salir al
extranjero.
Frente a esa mujer sumisa, la autora despunta como una mujer estudiosa,
trabajadora y de espíritu sensible e independiente: cuando llegan “las visitas”
(capítulo III, “Ven pronto a Cúnigan”) (situación social formal) la Carmen-niña
siente que asiste a una situación irreal, tediosa e insoportable. Incluso su
comportamiento es censurado por una de esas visitas: “Mujer que sabe latín,
no puede tener buen fin”. La defensa de su madre es reconciliadora.
A partir de los años 50, empezarán a aparecer obras literarias en las que se
evidencia la falta de libertades, desigualdad social y miseria generalizada de
la sociedad española. Se suelen señalar, de forma orientativa, los años 1954 y
1962 como los de comienzo y fin del fenómeno del realismo social.
Jesús López Pacheco. Autor de una de las novelas que con más propiedades
puede considerarse novela social, Central eléctrica (1958), relata la
construcción colectiva de una presa hidroeléctrica: denuncia de la
explotación laboral
José Manuel Caballero Bonald. Una notable es novela social: Dos días de
septiembre (1962), trata sobre el trabajo en los viñedos andaluces.