El Cuarto de Atrás, Carmen Martín Gaite

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El cuarto de atrás de Carmen Martín

Gaite
TEMAS:

SOLEDAD

La “búsqueda de un interlocutor soñado” es un tema constante en toda su narrativa.


Necesidad de comunicación, de abandono de soledad, le hace inventar un interlocutor a
su medida. Recuperar un pasado vivido sujeto a la memoria. Quiere recuperar ese pasado
a través del diálogo con el interlocutor ideal, su entrevistador. La autora-narradora-
protagonista del libro necesita a su interlocutor para comunicar y ser escuchada.

Se narra para contar a los demás lo que ya nos hemos contado a nosotros mismos. El
interlocutor en El cuarto de atrás es un misterioso personaje que va a escuchar lo que la
protagonista quiere contar, todos sus recuerdos desordenados que están en la memoria de
la escritora.

El interlocutor ideal, el hombre de negro, aparece para avivar su memoria y recuperar un


pasado que durante muchos años ha estado dormido, esperando que alguien como él
llegase para despertarlo del letargo.

ð LO FANTÁSTICO

Hay una relación muy íntima entre los elementos realistas y los fantásticos. La autora
utiliza los elementos fantásticos en su obra para olvidarse de la realidad de la vida política,
social y cultural de la España franquista.

Lo fantástico está presente en el libro desde el comienzo, a lo largo de toda la novela,


hasta el final.

Algunos elementos de carácter fantástico como la cucaracha (terror, miedo,


claustrofobia), el hombre de negro (relación diabólica), espejo. En el espejo confluyen
varias identidades, la de Carmen, el hombre de negro y la de Carola. Otro elemento será
Cúnigan, la isla de Bergai para refugiarse y evadirse de la realidad.

La conversación telefónica que mantiene con Carola parece a ratos un sueño, a ratos una
pesadilla.

ESTUDIO DE LOS PERSONAJES

La protagonista desdoblada en tres personajes que son uno sólo: Carmen, el hombre de
negro y Carola (su subconsciente).

PROTAGONISTA: CARMEN

Su infancia coincidió con la Guerra Civil, y su adolescencia y juventud con una dura
posguerra. A través de sus recuerdos, de sus comentarios, nos traslada a una parte de su
infancia fantasiosa y feliz, a su adolescencia y juventud, a aquellos tiempos de guerra y
de posguerra.

Carmen es más bien mona, viste con ropa informal, usa gafas de cerca y es sorda, lo que
la aísla del mundo y de los demás. Es fumadora y adicta a las pastillas

Carmen es la autora, narradora y protagonista que habla y se habla a sí misma mediante


la presencia ensoñada de otro personaje, el hombre de negro, figura que sirve de pretexto
y de hilo conductor para que ella se sitúe en un espacio donde reencontrarse con el pasado
y, a la vez, donde dar rienda suelta a sus fantasías.

La personalidad de la protagonista la vamos descubriendo a través de sus recuerdos y de


su memoria.

Para definirse y dar un sentido a su propia identidad Carmen cuenta su propia historia a
su interlocutor, al hombre de negro.

Aunque Carmen se evadía de todas estas realidades, el miedo estaba en su conciencia.

El hombre de negro le sirve de estímulo a su memoria, es el detonante para el recuerdo y


la reflexión.

EL HOMBRE DE NEGRO: ALEJANDRO

Es un interlocutor soñado, un interlocutor ideal. Es un pretexto para que la autora-


narradora-protagonista deje libre su fantasía y al mismo tiempo se convierta en parte
activa de la narración, interrogándola y obligándola a aclarar ideas.

Como un psicoanalista cuya función es la de desordenar la memoria de la protagonista


para que los recuerdos vayan apareciendo de forma caótica, y así trasladarla a ese “cuarto
de atrás” que todos llevamos dentro y que queremos ordenar.

La nueva personalidad del hombre de negro un poco negativa que nos aporta Carola, nos
manifiesta una agresividad antes no descubierta.

El hombre de negro es una figura simbólica ambigua, podría ser el diablo, el interlocutor
deseado, el héroe de la novela rosa, el otro yo de la narradora-protagonista. Personaje que
entra en escena para que exista el diálogo.

El hombre de negro es la representación del diablo-dios.

El hombre de negro saca la cajita dorada de su bolsillo. Las pastillas avivan la memoria
y la desordenan.

LA MUJER DEL TELEFONO: CAROLA

Personaje de folletín que sirve para atraer a los otros dos personajes a un escenario
folletinesco. Permite a la narradora conocer otra imagen de su interlocutor bien distinta.
Además, le sirve para buscar su propia identidad en Carola (le hace recordar bastantes
cosas).
El género de horror y de misterio están presentes en la conversación.

Carola sería entonces un desdoblamiento de la protagonista. Un dato simbólico: las tres


primeras letras del nombre de la mujer coinciden con las primeras de la protagonista.

SIMBOLOGÍA

EL ESPEJO

El espejo apoya la noción de desdoblamiento asociado a la imagen de la protagonista que


se refleja en él. La protagonista, al verse en el espejo, se aleja del momento presente y se
traslada al pasado.

Puesta delante de su espejo, levanta los ojos y ve delante ala niña y a la adolescente que
fue y que ahora miran a la narradora. La protagonista se siente observada.

El espejo sirve de “puente” o “túnel del tiempo”. A través de él se traslada a su pasado, a


su primera infancia y juventud, y reserva objetos relacionados con el tiempo. El espejo
hace de “voz de la conciencia” de la narradora.

EL SOMBRERO NEGRO

Debajo del mismo se produce la creación de la obra.

Es el primer elemento con doble sentido que constituye uno de los símbolos más
importantes de la novela. El hombre deja el sombrero sobre los folios mientras hace
referencia a la literatura de misterio.

Debajo del sombrero van aumentando los folios que al final conforman la novela en sí.

La función del sombrero es la de mediador, funciona como un elemento mediador entre


la voz y la memoria de la protagonista. El color negro del sombrero sugiere varias
interpretaciones.

Al final de la novela, aparecen debajo del sombrero negro 182 folios que son el resultado
de la interlocución que se forma como un tejido comunicativo que nace de la necesidad
de tener un interlocutor.

LA CUCARACHA

. La cucaracha sería el símbolo del cambio, y también el del miedo a ese cambio.

Vivir en ambientes donde reina el desorden, el descuido, lo antiguo.la narradora expresa


su miedo a estos insectos simboliza el temor a la destrucción de sus propias memorias y
de su pasado.

El hombre de negro, entonces, se convierte en un signo de protección que le rescata el


pasado de la protagonista de una posible pérdida, simbolizada a su vez por la presencia
del insecto.
LA CAJITA DORADA

La primera alusión a este elemento que hay en la novela cuando el hombre de negro le
ofrece a la protagonista unas píldoras de colores que hay dentro de la cajita dorada.

Las pastillas de colores le hacen recordar, avivan su memoria y a la vez la desordenan.

La simbología de la cajita que se relaciona con otros objetos: los vasos de té y los folios.

La cajita dorada que el hombre al final le regala a la protagonista le confiere un valor de


amuleto misterioso.

LA CESTA DE COSTURA. LOS HILOS

La cesta de costura simboliza el taller literario en el que la autora trabaja a través de los
hilos que representan el continuo fluir de historias, recuerdos y sueños que se enhebran y
desenhebran continuamente a lo largo de toda la novela.

Los hilos de la cesta representarían el “laberinto discursivo donde Martín Gaite entrelaza
temas, ata y desata, mezcla ficción y realidad”. Hay, pues, un paralelismo entre el léxico
de la costura y la escritura de la narración.

LA LETRA C

aparecen diferentes objetos que comienzan por la letra C, de igual modo que la inicial del
nombre de la autora-protagonista y el título de la novela.

La protagonista sueña que está en una playa y pinta una C en la arena, y dibuja una casa,
un cuarto, y luego una cama.

Tres objetos que comienzan por C. La casa representa el centro del mundo y del universo.

Carola, cucaracha, cuaderno, Carmencita Franco, el cuadro de El mundo al revés, la cajita


dorada, la cesta de la costura,

CÚNIGAN Y EL ESCONDITE INGLÉS

Elementos metafóricos.

Cúnigan es el lugar imaginario que simboliza las ansias de libertad de la protagonista. Es


un lugar para escapar de la realidad y para soñar y sentirse libre. Cuando la autora sueña,
libera sus pensamientos y entonces hila y teje un montón de historias que van creando su
propia metaficción.

La protagonista siente un gran interés por lo desconocido, por la libertad, esa libertad que
se asocia a Cúnigan.

El escondite inglés, simboliza el espacio donde se gesta la literatura.

La referencia a este juego de niños es el símbolo de la vida de la protagonista.


EL CUARTO DE ATRÁS

CARMEN MARTÍN GAITE

CAPITULO 1: El hombre descalzo

En el primer capítulo del libro, la protagonista, Carmen, está tratando de conciliar el sueño
y nos describe lo que ella ve, lo que siente antes de dormirse. De repente se ve en una
playa, que no sabe bien cuál es, dibujando una casa con un cuarto con balcón, una cama
turca etc. Justo entonces se da cuenta que se está empezando a dormir y la realidad de su
sueño, comienza a desplazar a la de su vida real, el cuarto con balcón que ha dibujado en
la arena se superpone a su propio cuarto.

Luego empieza a recordar cuando se dormía cuando era un niña y dormía con su hermana,
recuerda la habitación que ella deseaba tener, con un teléfono que sonara y la propusiera
una aventura que la liberara de su rutina.

Al no conseguir dormirse, se levanta de la cama y tras describir su habitación se va al


radiador, encima de él había un grabado de Lutero que a ella le gustaba, el radiador
sujetaba una pequeña lamina de madera que soportaba un montón de libros y una cesta
de costura de su abuela y al ir a cogerla, se cae al suelo desparramando todas las cosas
que guardaba, al ir a cogerla ella también se cae. Entre lo que sale de la cesta encuentra
un papel doblado, en el que hay escrita una carta “romántica” que se dirige hacia ella, el
que es cribe al carta dice en ella que está sentado en una playa mirando el mar, y que se
acuerda de ella y que le gustaría tenerla con él, Carmen se mete tan dentro de la carta que
le parece estar viendo al situación del que escribió la carta, de repente, el hombre se
levanta y echa a andar con los zapatos en la mano.

Le dio pena que se alejara, porque no había conseguido identificar a aquel hombre que se
dirigía a ella tan cariñosamente y esperaba poder verle la cara, pero el hombre ya se perdía
en la lejanía, a través del recuerdo de su infancia, se ve a ella misma leyendo una carta en
el suelo, rodeada de objetos, poco después se durmió.

CAPÍTULO 2: El sombrero negro

Se despierta asustada con el sonido del teléfono y va a cogerlo a tientas, el que llama es
un señor que dice tener una entrevista concertada con ella a las doce y medía, pero ella
no se acuerda de ninguna entrevista, aunque le parece malo decírselo, por lo que accede
y se baja a la puerta para abrirle. En el pasillo, ve a una cucaracha que la asusta bastante,
pero al pensar que el hombre la esperaba salio al rellano para bajar a abrirle, estando ella
en el rellano, se ilumina la luz de la escalera, ya esta subiendo. Una vez se han saludado
le invita a pasar, avisándole de la cucaracha.

Ya en el salón el hombre deja su sombrero sobre la mesa y se ponen a hablar sobre la


literatura de misterio, ella se sorprende porque el hombre se ha sentado sin esperar su
invitación. Como ve que ella esta un poco impresionada con la visita, la invita a sentarse
en su propio sofá. El hombre de negro le pregunta que qué es lo que esta escribiendo en
estos momentos, ya que ha visto unas líneas en la maquina de escribir, ella sinceramente
le responde que no lo sabe pero la insistencia de aquel hombre le hace saltar y contestarle
de mala manera. Una tormenta envuelve su casa, lo que le hace recordar lo que hacían en
su niñez.

Ambos personajes empiezan a tomarse confianzas, a ella le gustaría poder apoyar la


cabeza en su hombre y distender por completo aquella extraña situación, pero no lo hace.
Al preguntar el hombre sobre su lugar de trabajo, acaban hablando de un viaje que ella
hizo a Portugal, en el que se enamoro de un muchacho que el enviaba unas bonitas cartas
de amor, las que acabo quemando, como ella dice: porque se vio condenada a repasar
para siempre nostálgicas cartas. El hombre pregunta a cerca del tiempo que lleva viviendo
en la casa y de ahí surge el hablar de su primera novela, puesto que la empezó a escribir
el año que entro a vivir a la casa. Su primera novela trata la llegada aun balneario, eso le
hace recordar su llegada al balneario de Cabreoirá, donde se llego a enamorar de un chico
por una simple mirada, a partir de al cual, la actitud de él cambió, pero tanto le gustaba
aquel muchacho que le escribió una carta la víspera a su marcha, pero él, al comentarle
una noticia de actualidad de la época, hizo a Carmen dar marcha atrás y romper la carta.
Mientras recordaba esto, el hombre le comentaba su admiración por la sensación de
extrañeza y ambigüedad que logra producir. Le comenta el hombre que no debe buscar
refugio en la lectura, como él cree que ella hace, lo que le recuerda a Carmen los refugios
de la época de la guerra, donde por aquel entonces iba con ignorancia y pocas ganas.

Al hablar de los refugios, el hombre le recuerda que en Salamanca se encuentra el cuartel


general, y le dice que debió alguna vez ver a Franco.

Y le dice que no solo vio a Franco si no que vio, y se identifico mucho con su hija,
Carmencita Franco puesto que debía tener una edad similar a la suya, y pensó en cuanto
se aburriría aquella niña, encerrada en aquel gran palacio, sin amigos con los que jugar.
Sin embargo, recordaba también el modelo americano, de mujer despreocupada y
desinhibida, que representaba Diana Durban, a la que admiraba en muchos aspectos, no
como a Carmencita Franco, a la que solo envidiaba un poco por el pelo. Acordándose de
los años de posguerra, la que recuerda como una época, para ella, feliz; lo que mas le
viene ala memoria son los helados de limón que se comía que tanto le gustaban y que
recuerda con agrado. En esto que le ofrece un poco de té de limón al visitante, que acepta,
así que ella se va ala cocina a prepararlo.

CAPITULO 3: Ven pronto a Cúnigan

Ya en la cocina, se pone a recoger los platos, limpiar el hule etc. Para recuperar un poco
el orden, cuando al ver un espejo de marco marrón, empieza a recordar la casa en la calle
Mayor en la que pasaba algunas temporadas con sus abuelos, donde esperaba que el
ascensor subiera hasta su piso, brindándole alguna visita “nueva”, pero no, todos los que
llegaban eran personas forzadas a actuar de una determinada manera, por lo que se ponía
a dibujar y se aislaba de la conversación.

Pensaba en Cunigan, aquel lugar que le presento una canción, o quizás un anuncio que
nadie mas parecía haber escuchado, un lugar mágico en el que se librara de esas
pesadeces. Siempre que iban a Madrid, casi siempre para ver una modista, ir al cine o al
teatro, se preguntaba si las calles que se abrían delante de ella conducirían a Cunigan.
Recuerda también a las dos criadas que habían servido toda su vida a la familia de sus
abuelos.

Al ver el termo a sus espaldas, se acuerda de que proviene de la familia de su madre,


recuerda a su abuelo, su aspecto en las fotografías, la casa de Cáceres en la que pasaron
una pequeña parte de su vida. Su madre le contaba historias, que ella sabia que le gustaban
y por eso se las contaba, y ella se sorprendía ante el común final feliz de todos, y deseaba
que alguien osara acabar una historia de modo triste. Que mas triste que el servicio social,
que recuerda que intentaba hacer a todas las mujeres según el canon de Isabel la Católica,
cuidando de la familia, feliz, sin ambiciones y conformista.

Coge la bandeja de té con las dos manos, y se dirige al salón.

CAPITULO 4: El escondite inglés

Al entrar al salón, ve que el hombre ha cambiado de postura, y nada mas entrar, le


sorprende al preguntarle si cree en el diablo. Ella ve que tiene el grabado de Lucero que
estaba colgado en la pared de su cuarto en la mano, y le dice molesta que no le gusta que
entren en su cuarto, pero el hombre dice que el grabado ya estaba fuera. Alguien tiene
que haberlo sacado porque ella no lo recuerda. Se vuelve a sorprender mucho, al ver que
la frase que antes estaba en el folio que salía de la máquina de escribir sobre el hombre
de la playa había desaparecido, ha sido sustituida por otra, y llevaba el numero 79, se
preguntaba de donde habían salido esos 78 folios.

Como no había contestado, le volvió a preguntar si creía en el diablo, pero esta


atemorizada por la frase de la máquina, el hombre le aseguro que no había escrito nada y
justifica la frase con la ley propia de los objetos, nada se libra de la intervención del azar,
de anda servía que las leyes intentaran regir a los objetos. Lo compara con Isabel la
Católica, querían que todas las mujeres fueran como ella, y eso, como las leyes de los
objetos, era imposible. Mirando el vaso de té se sienta a su lado y le responde que si cree
en el diablo y en San Cristóbal. Se crea un silencio, que ninguno necesitaba rellenar,
estaba claro que el hombre no tenia ningún guión que completar. En esto que se saco el
señor de negro una cajita dorada del bolsillo y le dio una píldora, según el, para la
memoria.

El hombre reanuda la conversación de los helados de limón y Carmen “ve” la plaza en la


que estaba el heladero, en la que el tiempo pasaba a escondidas, sin que nos diéramos
cuenta, igual que los niños avanzan en el juego del escondite inglés. Al acordarse de la
plaza, de repente, se encuentra con su prima Ángeles en un hotel de Burgos, a donde
habían ido a obtener alguna remuneración por el Pontiac negro de su padre que les fue
requisado justo antes de la guerra. Aquella noche ambas salieron a dar un paseo por la
ciudad, aunque la sensatez de su prima no la dejo alejarse demasiado. El coche de su
padre estaba destrozado pero le iban a indemnizar bien, lo que hizo soñar a Carmen con
repetir el paseo por la ciudad con ese dinero en el bolsillo y esta vez sin su prima que la
frenara.

Quería apuntarlo porque le había parecido bonito, y se levantó a buscar un cuaderno de


la guerra y la posguerra para apuntarlo, pues era de entonces pero un cuaderno color
garbanzo se abrió y las fotos y los recortes del interior se cayeron. El hombre le pregunto
que para que se levantaba y le dijo que para apuntar lo de Burgos pero el señor de negro
no sabía de lo que le hablaba, no lo había dicho en voz alta, desde que sufre del oído no
diferencia lo que en realidad dice de lo que piensa.

Pensando en una canción se le escapa una frase que hace pensar al hombre que se
encuentra realmente afligida pro su afección, por lo que le dice que no se preocupe, que
le cuente lo de Burgos y ya está, pero ella dice que no, que es un recuerdo sin importancia,
a lo que el hombre responde tendiéndole un cuaderno para que lo apunte si quiere, no
hace más que escribir desganadamente, el “titulo” de lo que había recordado.

Siempre le pasa lo mismo, cuando se levanta a coger el lápiz y el papel, ya se ha


desvanecido de su mente lo que quería escribir, pero no escarmienta, cada vez que cree
que algo merece la pena, se levanta en busca de material para escribirlo.

Cuando le devuelve el cuaderno, además de agradecérselo, le pide perdón, por sus fugas,
aunque éstas parecen no importarle al hombre, dice que son lo que mas el gusta, y le dice
que e suna fugada nata. Esto no parece gustarle a Carmen que recuerda ese adjetivo como
algo muy peyorativo, que decían las marujas cotillas tras los visillos cuando veían a las
parejas, o a los que simplemente recapacitaban o buscaban la soledad en algún momento.

Se había vuelto a fugar, seguía sentada en el suelo recogiendo las fotos del cuaderno color
garbanzo, el hombre le ofreció a siento a su lado y le pidió, que no se fugara sola, o que
le contara lo que “veía”. Quería ella escribir un libro sobre la guerra española, pero la
confusión de sus recuerdos no se lo permitía, además, los libros de memoria la aburrían
y no quería ella aburrir a nadie, el hombre intrigado le pidió que le hablara del libro. Ella
le contó que de pequeña veía la política como un juego con el que se divertían los
mayores, y más delante, aun antes de la guerra, cuando oía hablar de Azaña, Alfonso XIII
etc. no le parecían ni siquiera que existieran de verdad, y menos que pudieran mandar a
nadie. Pero el día que enterraron a Franco, y vio a su hija Carmen echar un discurso a los
presentes, se le vino a la mente aquella tarde en Salamanca cuando ambas eran unas niñas,
ahora con 50 años, se seguía viendo reflejada en ella. Entonces, subió del bar en que
estaba viendo el entierro con su hija y se puso a tomar notas en un cuaderno, el que antes
buscaba. El hombre encontró un artículo que ella misma había escrito y ella se lo leyó.
Al ponerse las gafas, él le dijo que le quedaban muy bien y algo extraño sucedió entre
ellos. Su corazón se aceleró porque se quedaron mirándose fijamente

El teléfono se puso a sonar y el hombre supo que era una llamada para él, le pidió a
Carmen que no le dijera a la persona que llamaba que estaba aun ahí, que le dijera que ya
se había ido, y ella

CAPITULO 5: Una maleta de doble fondo.

Al descolgar el teléfono una mujer con acento canario o quizás andaluz le deletrea su
propio número y le dice si es allí a donde ha llamado. Carmen le dice que sí y la otra
mujer le pregunta si está ahí Alejandro, ella que aún no sabía cómo se llamaba su extraño
visitante se le escapo un “me lo figuraba”. La mujer que llama le pide que se ponga y
Carmen, como había acordado antes le dice que no está. La señora del otro lado del
teléfono estaba realmente preocupada, no paraba de preguntarle cosas: ¿A qué hora había
llegado? ¿Cuánto rato había estado? ¿Hace mucho que se ha a marchado? ¿A que había
ido su casa?
A esta ultima pregunta Carmen le contesto que suponía que a verla. La voz del otro lado
del teléfono respondió agitada que había dicho a su marido, gritando del mirador que no
volviera a casa cuando se entero que iba a ver a Carmen, a quien consideraba una loca.
Tras seguir interrogando la otra mujer menciona unas cartas, que Alejandro había recibido
y que guardaba en una maleta de doble fondo en un cuchitril en el tejado, eran cartas de
amor que estaban firmadas con una C y un punto, como Carmen hacía alguna vez. Había
encontrado las cartas cuando subió al cuchitril un día que el no estaba y descubrió el doble
fondo, pero él le pillo “in fraganti”, y le miraba con los ojos llenos de ira, y según contaba
la mujer que había llamado, le pegó.

Le parecía que no estaban hablando de la misma persona que había sido tan amable con
ella, aunque la voz que llamaba ya le ha advertido que no conoce al verdadero Alejandro.

Tras conversar bastante, Carmen le pide a Carola, ya había obtenido su nombre tras los
minutos de conversación, que le lea las cartas que decía tener firmadas por ella, Carola
accedió aunque le avisó que tardaría, pero a Carmen no le importaba esperar.

Tras oír un silencio vació comenzó a escuchar un discusión, entre Carola y otro hombre,
de repente se encontró la voz del hombre en el teléfono que le preguntaba quien era, ella
respondió que una amiga de Carola, pero antes que pudiera reaccionar Carola cogió el
auricular y se disculpo porque no iba a poder leerle las cartas que se supone que ella había
escrito, se despidieron no sin antes decir que le encantaría que fuera ella la que escribe
las cartas, y a Carmen le encantaría serlo.

CAPITULO 6: La isla de Bergai.

Al descolgar el teléfono se acercaron cuidado a la cortina y ve al hombre de negro, que


parece estar leyendo unos recortes de prensa. Hace un símil con la preparación de una
obra de teatro, ella debe repasar su papel, al igual que el hombre de negro esta haciendo,
aunque finja leer esos recortes. De repente se transporta años atrás cuando en su juventud
iba a estrenar una obra de teatro. Antes de salir se percata de que, va a hablar con un
hombre capaz de pegar a una mujer, pero que a ella no se lo ha demostrado, de todas
formas, no le va a contar lo que sabe, lo usara como una baza más para defenderse en su
conversación. Levanta la cortina y sale al salón, el no hace anda, sigue leyendo el articulo
de concha Piquer y ella se pone a recoger los recortes que cayeron del cuaderno color
garbanzo, al ir a meter la carpeta en el cajón, veo el cuaderno en que escribí sobre franco,
el que había estado buscando, lo coge y se pone a ojearlo frente al hombre de negro.

El rompe el hielo con una sugerencia para su libro, a lo que ella responde con una alusión
a Robinson Crusoe, poco después le pregunta por el cuaderno que tiene en las manos y
ella le dice que es en el que escribió lo que pensaba de franco, el que buscaba antes, y del
que saco la idea de responderle usando a Robinson.

Ella le empieza a hablar de Bergai, una isla para evadirse que crearon ella y su amiga de
instituto, con la que también escribía una novela a medias.

Una tarde en la plaza del pueblo, se dieron cuenta de que se les había echo muy tarde, su
amiga no tenía prisa, porque sus padres no podían vivir con ella, lo que Carmen
inconscientemente envidiaba, pero Carmen si que tenía que llegar pronto a casa, y le
echarían la bronca si no lo hacía, pero se nos ocurrió una idea, Robinson en su isla con la
escasez, no le perturbaba nada, necesitaba ingeniárselas para sobrevivir, pues nosotras
crearíamos nuestra propia isla, así si me reñían mis padres, me Irma a Bergai, nombre que
surgió por composición de nuestros dos apellidos.

Esta amiga es la que la inició en la literatura de evasión, como ya he dicho no vivía con
sus padres. En casa de Carmen había un cuarto que como no se usaba para nada, lo usaban
ellas para jugar, allí podían hacer de todo, todo era para jugar, ese cuarto era como su
paraíso, pero no duro para siempre, pronto empezaron a poner cosas en el armario que
había y poco apoco se fue convirtiendo en despensa, como no podíamos acceder a los
bienes primarios siempre, se compraban y cocinaban grandes cantidades que luego había
que guardar en algún sitio y claro : “las niñas en el cuarto de atrás tiene mucho sitio y así
poco a poco fueron perdiendo su cuarto de jugar hasta que se convirtió en despensa.

Otra muestra de la madurez de su amiga es que ella como no tenía padres “disponibles”
no podía tener juguetes propiamente dichos y se los tenía que fabricar, así pues una
cocinita de porcelana que le gustaba mucho a Carmen, cuando ella la vio no le emocionó
en absoluto si no que le produjo una indiferencia, ella prefería los juguetes que se
fabricaba para sí misma, una teja podía hacer mucho mejor de plato que esos platos
decorados de porcelana que había que pagar para poder jugar con ellos. La tarde que le
enseño la cocina de porcelana, fue cuando inventaron la isla de Bergai.

Al día siguiente ella y su amiga ya hacían planos y notas sobre Bergai.

Carmen la admiraba mucho.

El hombre impresionado le pregunta que fue de los diarios de Bergai y ella dice que
seguramente los quemo, que siempre se idealiza lo que no está y que ahora quizás le
defraudaran. Al hablar de la perdida de esos diarios de Bergai comienzan a hablar de
cartas de amor, y el hombre de negro se “empeña” en que ha tenido que escribir cartas de
amor. A ella le entran ganas de nombrarle Carola. Pero no, tras una intensa pausa el
hombre le pide que le deje el cuaderno, aunque ella le advierte que no va a entender nada
y se sincera con ella diciéndole que lo que mas le agradece es que le hay contado lo de
Bergai.

De pronto un golpe se oye a sus espaldas y ella se abalanza contra el en busca de


protección, el golpe la había asustado. Tras asegurarle él a ella que no había nadie detrás
ni nada que temer, se separó de él y se sentó en el fofa, luego el cerro la puerta de la
terraza. Carmen está temblando y él se da cuenta que le ha entrado mucho miedo del
susto, le dice que si puedo ordenar sus folios, pero ella le da una respuesta de indiferencia.
El hombre de negro ayuda a Carmen a subir las piernas al sofá y le pone un cojín debajo
de la cabeza.

Tengo sueño, pero no se vaya dice Carmen.

CAPITULO 7: La cajita dorada

Carmen se despierta cuando siente un beso sobre su frente, su hija ya ha llegado, le dice
si no la habrá estado esperando, que ya le advirtió y que porqué se ha dormido vestida.
Su hija le dice que son las cinco, pero que ya le aviso que iba a tardar.
Su hija acaba de llegar de una fiesta, se va a fumar un pitillo y se acostara.

Ésta la nota rara y al preguntarle qué le pasa Carmen le responde que simplemente le
duele la cabeza. Le pregunta que si ha venido alguien, Carmen sorprendida le pregunta
que porque lo dice, simplemente porque he visto dos vasos en la bandeja del salón.

PREGUNTA 4 DE SELECTIVIDAD

Preguntas de "El cuarto de atrás".

4) Señale algunas de las referencias sociológicas de la posguerra presentes


en la vida cotidiana de una ciudad de provincias que perviven en la
memoria de la heroína y narradora de El cuarto de atrás, de Carmen Martín
Gaite [1,5 puntos]

• Una de las referencias sociológicas más importantes de la novela tiene que


ver con la situación oprimida de la mujer durante el franquismo. El recuerdo
de la educación represiva y la religiosidad obsesiva, que marcaron su infancia
y juventud, es uno de los ejes vertebradotes en la memoria de la autora. No
en vano alude a su obra Usos amorosos de posguerra en relación con el mundo
subversivo de la novela rosa y la copla frente a la pérdida de libertad y
autonomía de la mujer en el ámbito familiar y en sociedad.

Pero, sobre todo, hay una crítica al ideario femenino que se impuso durante
el franquismo desde la revista “Y” y la Sección Femenina. En él que se
proponía un modelo de mujer ama de su casa, sumisa, hacendosa y siempre
alegre, que repele a la autora. De hecho, los cursos que lleva a cabo en los
Servicios Sociales son una tarea penosa sólo cumplida para poder salir al
extranjero.

Frente a esa mujer sumisa, la autora despunta como una mujer estudiosa,
trabajadora y de espíritu sensible e independiente: cuando llegan “las visitas”
(capítulo III, “Ven pronto a Cúnigan”) (situación social formal) la Carmen-niña
siente que asiste a una situación irreal, tediosa e insoportable. Incluso su
comportamiento es censurado por una de esas visitas: “Mujer que sabe latín,
no puede tener buen fin”. La defensa de su madre es reconciliadora.

También hay un paralelismo entre Carmen Martín Gaite-personaje y


Carmencita Franco. En el capítulo IV, “El escondite inglés”, dice la autora que
la imagen de Carmencito Franco es el aglutinante fundamental para entender
ese “tiempo bloqueado” que supuso el franquismo para la mujer. En la su
infancia, Carmencita Franco es vista (capítulo II, “El sombrero negro”) como
“un ser prisionero y sujeto a maleficio” que la autora, heroína de novela rosa,
quería rescatar. Cuando muere Franco (capítulo V, “Una maleta de doble
fondo”), la autora ya no se siente una heroína de novela rosa. Es consciente
de que ambas mujeres han vivido en mismo tiempo “atrapado y bloqueado”,
probablemente con los mismos sueños y aspiraciones frustradas, por eso
Carmencita Franco tiene “ese gesto amargo y vacío que se le ha puesto desde
hace años”.

• Otra de las referencias sociológicas importantes en la novela tiene que ver


con el materialismo en la sociedad de la posguerra. En esta línea, el cuarto de
atrás, espacio para el desorden, la libertad, el juego, la ensoñación o la
imaginación se convertirá en algo tan prosaico como una despensa, donde se
guardan alimentos en conserva que avinagraron para siempre aquel espacio.

Del mismo modo, el “estraperlo” ya no es un juego de azar basado en la


ruleta, sino sinónimo de algo sórdido y agobiante, vinculado a “expresiones
repetidas y cenicientas”: “cartilla de racionamiento”, “Comisaría de
Abastecimiento y Transportes”, etc. En todas ellas subyace el desprecio de la
autora por las preocupaciones materiales de la época, que no dejaban espacio
para la ensoñación o la imaginación y obligaban a pensar en sitios para
“fugarse de la realidad” como Bergai o Cúnigan.

La comida también se describe en el capítulo III, “Ven pronto a Cúnigan”como


ritual ordenado y sinónimo de materialismo. En el futuro la autora se empeña
en comer mal y desordenadamente como rebelión, lo dice frente al espejo en
este capítulo III. Del mismo modo se rebela contra el orden y la pulcritud en
la hogar, haciendo del desorden toda una filosofía rebelde en la que
fundamenta su vida. Por ejemplo: los cristales limpios sobre los que pega la
cara para ver la calle “sin visillos”, la complicidad con la libertad de las motas
de polvo que quieren acumularse sobre los muebles, etc. En la madurez, el
espejo del capítulo se ve a sí misma limpiando y sus yo de ocho y dieciocho
años le dicen “anda que también tú limpiando, vivir para ver”. Sin embargo,
sabemos que la autora vive en ese espacio-estado casi mágico del desorden,
en el que se mezclan los enseres de costura, los papelitos con anotaciones, las
cartas, el grabado de Lucero, como en un cuento donde el significado de las
cosas no se averigua de forma lineal y ordenada, sino el la visión total del
collage de sus recuerdos.

5) Mencione los nombres de algunos novelistas de mediados del siglo XX y


recuerde alguna de sus obras más importantes [1,5 puntos]

A partir de los años 50, empezarán a aparecer obras literarias en las que se
evidencia la falta de libertades, desigualdad social y miseria generalizada de
la sociedad española. Se suelen señalar, de forma orientativa, los años 1954 y
1962 como los de comienzo y fin del fenómeno del realismo social.

Dentro de la novela social, es habitual distinguir dos corrientes distintas el


objetivismo o neorrealismo; y el realismo crítico o novela social.

Objetivismo. Dentro de esta tendencia, el narrador suele desaparecer lo


máximo posible: se presenta la acción como vista por una cámara
cinematográfica. Predomina el diálogo y la condensación espacial y temporal
y los protagonistas individuales suelen ser representantes de la clase social a
la que pertenecen. Lo característico es la linealidad narrativa: pequeñas
historias que se desenvuelven simultáneamente o anécdotas, del conjunto de
estas historias deriva la trascendencia cada novela. Los autores más
destacados son Rafael Sánchez Ferlosio, El Jarama (1955), crónica de un día
de domingo de un grupo de jóvenes junto al río, Ignacio Aldecoa, El fulgor y
la sangre (1954), es una de sus cuatro novelas largas, en todas ellas busca
retratar la vida cotidiana, afecto los personajes humildes y preocupación
social.
Carmen Martín Gaite, Premio Nadal 1957, Entre visillos, vida provinciana de
jóvenes cuya única perspectiva es el matrimonio o la soltería. Las novelas de
Carmen Martín Gaite están más próximas a la vertiente objetivista. Condensa
las preocupaciones de los autores de su generación: comunicación, existencia,
soledad y memoria, uniéndolas con las de los novelistas de los 70:
metaliteratura, recepción y narratividad. En El cuarto de atrás hará un
replanteamiento de estos temas.
Novela social: Comparte algunos de los rasgos considerados hasta que como
características del objetivismo (condensación espacio-temporal, protagonista
colectivo, narración lineal...), pero se considera que las novelas del realismo
crítico conllevan una crítica social más explícita; de ahí que los personajes de
estas narraciones desempeñen una actuación que encarnan los valores propios
de la clase o grupo social al que representan.

Jesús López Pacheco. Autor de una de las novelas que con más propiedades
puede considerarse novela social, Central eléctrica (1958), relata la
construcción colectiva de una presa hidroeléctrica: denuncia de la
explotación laboral

José Manuel Caballero Bonald. Una notable es novela social: Dos días de
septiembre (1962), trata sobre el trabajo en los viñedos andaluces.

4) En El cuarto de atrás, de Carmen Martín Gaite, la narradora afirma que


“La isla de Bergai no viene en los mapas”. No obstante, la novela
proporciona algunas notas descriptivas que sirven para que los lectores
puedan localizarla. ¿Dónde se encuentra Bergai y qué significación posee
para la heroína en unos determinados años de su biografía? [1,5 puntos]

Bergai es uno de los espacios imaginarios de la novela, de significación similar


a la de Cúnigan. Es un paraíso inventado para sobrevivir a la ramplonería,
mediocridad y materialismo de la sociedad franquista. La diferencia respecto
a Cúnigan es que es un espacio de gran valor sentimental para Carmen Martín
Gaite, puesto que fue un “regalo” de su mejor amiga. Su mejor amiga no solo
la inicia en la literatura de evasión sino también en el placer de la evasión
solitaria. Por eso inventa Bergai, para que Carmen Martín Gaite pueda
evadirse cuando sufra y ella siempre la esperará allí.

A partir de ese momento ambas inventan diarios de Bergai: anotaciones,


mapas, planos… Se perfila como una tierra marginal, que existe mucho más
que las cosas que se ven de verdad, como describe la autora, de modo que las
mezquindades y disgustos cotidianos ya no la podrán afectar, puesto que
basta mirar por la ventana y levitar. “A Bergai se llegaba por el aire”.

5) Desarrolle las principales tendencias que se suceden en la novela


posterior a la Guerra Civil. [1,5 puntos]
Cuando hablamos de la novela de posguerra debemos distinguir entre los
autores que publicaron en el exilio y los que publicaron en España. Los más
destacados autores en el exilio son Max Aub, Francisco Ayala, Rosa Chacel y
Ramón J. Sender.

La novela en España durante la posguerra. La novela discurre por los


cauces del realismo, entroncando con el realismo del siglo XIX, se preocupa
de los problemas del hombre como ser individual concreto, al que descubre y
trata como tal. Ciertas novelas acentúan, dentro de un supuesto realismo
extremo, la ambientación sórdida, las acciones violentas y la expresión
abrupta, a esta tendencia se la denomina tremendismo. Algunos de los
autores más importantes son: Gonzalo Torrente Ballester, Carmen Laforet,
Nada (1945); Camilo José Cela, La familia de Pascual Duarte (1942) o Miguel
Delibes, La sombra del ciprés alargada (1948).

La literatura en los años 50, el realismo crítico o novela social. A partir de


los años 50, empezarán a aparecer obras literarias en las que se evidencia la
falta de libertades, desigualdad social y miseria generalizada de la sociedad
española.

Dentro de la novela social, es habitual distinguir dos corrientes distintas el


objetivismo o neorrealismo; y el realismo crítico o novela social.

Objetivismo. Dentro de esta tendencia, el narrador suele desaparecer lo


máximo posible: se presenta la acción como vista por una cámara
cinematográfica. Predomina el diálogo y la condensación espacial y temporal
y los protagonistas individuales suelen ser representantes de la clase social a
la que pertenecen. Lo característico es la linealidad narrativa: pequeñas
historias que se desenvuelven simultáneamente o anécdotas, del conjunto de
estas historias deriva la trascendencia cada novela. Los autores más
destacados son Rafael Sánchez Ferlosio, El Jarama (1955), Ignacio Aldecoa, El
fulgor y la sangre (1954), Carmen Martín Gaite, Entre Visillos (1957).
Novela social: Comparte algunos de los rasgos considerados hasta que como
características del objetivismo (condensación espacio-temporal, protagonista
colectivo, narración lineal...), pero se considera que las novelas del realismo
crítico conllevan una crítica social más explícita; de ahí que los personajes de
estas narraciones desempeñen una actuación que encarnan los valores propios
de la clase o grupo social al que representan. Alguno de sus autores más
representativos son: Jesús López Pacheco, Central eléctrica (1958); José
Manuel Caballero Bonald, Dos días de septiembre (1962).
La crisis del realismo social: la generación de los 60. Esta crisis supone la
sustitución por los nuevos modos expresivos que hacen hincapié sobre todo en
la renovación formal y en la experimentación técnica lingüística. Aunque no
se extiende a todos los casos, ni supone en todos los casos un abandono del
éxito social. Lo que sí que se produce es un paulatino alejamiento de la
concepción de la literatura como arma directa de lucha política. Alguno de los
autores más representativos son: Luís Martín Santos, Tiempo de silencio
(1962); Juan Marsé, Últimas tardes con Teresa (1966); Juan Benet, Volverás a
Región (1967); Luis Goytisolo y Juan Goytisolo.
La literatura a partir de 1975. A partir de los años 70, la novela se
caracteriza por la recuperación de la trama argumental y la narratividad, pero
sin olvidar muchas de las innovaciones técnicas y temáticas de los 60 como la
reflexión sobre el quehacer literario, la explicitación de los procesos de
conciencia en la novela o la ruptura de los límites de la realidad.

Algunos autores destacados son: Eduardo Mendoza, La verdad sobre el caso


Savolta; Javier Tomeo, Amado monstruo (1985); José María Merino, La orilla
oscura (1985); Luís Mateo Díez, La fuente de la edad (1986); Lourdes Ortiz,
Luz de la memoria (1976); Juan José Millás, Visión del ahogado (1977); Luis
Landero, Juegos de la edad tardía, (1989).

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