De Ilusiones También Se Malvive
De Ilusiones También Se Malvive
De Ilusiones También Se Malvive
Xavier Guix
Créditos
ISBN: 978-84-9019-776-9
PAUL VALÉRY
La mayor dificultad que arrastramos con nosotros desde la infancia es el saco de ilusiones que
cargamos a la espalda hasta la vida adulta. El problema sutil consiste en renunciar a ciertas
ilusiones sin convertirse en un cínico... Todo el mundo tiene un campo de realidad para trabajar
si lo desea.
MARIE-LOUISE VONFRANZ
Si pudieras elegir
nunca
prescindirías de la ilusión.
RAM TZU
La compulsión surge porque el pasado te da una identidad y el futuro contiene una promesa
de salvación, de una realización de algún tipo. Ambas son ilusiones.
ECKHART TOLLE
DE ILUSIONES TAMBIÉN SE MALVIVE
Introducción
KRISHNAMURTI
La mente y los mundos de Yupi
El viejo Rey había muerto demasiado pronto. Su joven hijo aún no había alcanzado
la madurez. Subió al trono preocupado por estar tan poco formado para el cargo que
le correspondía. Tenía esa penosa sensación de que la corona se le caía de la cabeza, de
que era demasiado grande y demasiado pesada. Se atrevió a decirlo.
Los consejeros se tranquilizaron; pensaron: «Su conciencia de no saber, de no estar
listo, le predispone a ser un buen rey, capaz de aceptar consejos, de escuchar
sugerencias sin precipitarse a la hora de tomar una decisión, de reconocer el error y de
aceptar corregirlo. Alegrémonos por el reino.» Él, deseoso de instruirse, hizo llamar a
todos los sabios del reino: eruditos, monjes y sabios probados. De entre ellos eligió a
algunos como consejeros y pidió a los demás que recorrieran el mundo entero para ir a
buscar y traer toda la ciencia conocida en su época, con el fin de extraer de ella el
conocimiento, incluso la sabiduría.
Algunos partieron tan lejos como la tierra podía llevarles, otros tomaron vías
marítimas hasta los confines del horizonte. Regresaron dieciséis años más tarde,
cargados de rollos, libros, sellos y símbolos. El palacio era vasto. No pudo, sin
embargo, albergar tan prodigiosa abundancia de ciencia. Solo el que regresaba de
China había traído consigo, sobre innumerables dromedarios, los veintitrés volúmenes
de la enciclopedia Cang-Xi, así como las obras de Lao Tsé, Confucio, Mencio y otros
muchos, tanto renombrados como desconocidos.
El rey recorrió a caballo la ciudad del saber que había tenido que mandar construir
para recibir tal abundancia. Se sintió satisfecho de sus mensajeros, pero comprendió
que una sola vida no bastaba para leerlo todo, para comprenderlo todo. Solicitó
entonces a los letrados que leyeran los libros en su lugar, que extrajeran de ellos la
médula esencial y que redactaran, para cada ciencia, una obra comprensible. Pasaron
ocho años antes de que los letrados pudieran entregar al rey una biblioteca constituida
por los simple resúmenes de toda la ciencia humana. El rey recorrió a pie la inmensa
biblioteca así constituida. Ya no era tan joven, veía que la vejez llegaba dando
zancadas, y comprendió que no tendría tiempo en esta vida para leer y asimilar todo
eso. Pidió entonces a los letrados que habían estudiado esos textos que no escribieran
más que un único artículo por ciencia, yendo directamente a lo esencial.
Pasaron ochos años antes de que todos los artículos estuvieran listos, ya que un
buen número de los eruditos que habían partido hacia los confines del mundo
recogiendo todo ese saber estaban ya muertos, y los jóvenes letrados que proseguían la
obra en curso debían leer previamente todo el material antes de resumirlo en un
artículo.
Finalmente se le entregó un libro que contenía una frase sobre cada una de las
ciencias y las sabidurías estudiadas. Al viejo consejero que le traía el libro, el rey
moribundo le pidió en un murmullo:
—Dime una única frase que resuma todo este saber, toda esta sabiduría. ¡Una sola
frase antes de mi muerte!
—Majestad —dijo el consejero—, toda la sabiduría del mundo cabe en tres palabras:
«Vivir el instante.»
Los estados ilusorios de la mente son las creaciones mentales con las
que nos identificamos. Nos las creemos porque vienen envueltas de
pensamientos, pero sobre todo de sentimientos. Todo lo sentimos.
Sentimos lo que percibimos. Sentimos lo que pensamos y sentimos
sobre lo que sentimos. El hecho de sentirlo todo en carne propia genera
la idea de un propietario, un yo, receptor e intérprete de tantas
emociones. Hay alguien al que le suceden todas esas cosas y, por lo
tanto, existe. Y, al existir, piensa. Y, al pensar, interpreta. Y una vez ha
interpretado, se cree la interpretación, se implica hasta convertirse en
ella. Todo ha sido un juego de su mente. ¿Solo eso? ¿Todo acaba ahí?
¿Acaso la mente es quien manda en nuestra vida?
La mente es un producto del conjunto de subsistemas que cohabitan
en nosotros. Porque hay cuerpo, hay mente. Sin embargo, de esa mente
nace un fenómeno aún difícil de definir y más aún de situar al que
llamamos «conciencia». ¿Está dentro de la mente? ¿Está fuera? ¿Es el
resultado de la conexión de todas las mentes? Sabemos que somos seres
conscientes porque nos damos cuenta de las cosas, las percibimos, pero
además porque tenemos conciencia. Somos capaces de observar aquello
de lo que somos conscientes. En nosotros existe aquel que no soy yo,
pero que siempre va conmigo.
YO NO SOY YO
Soy este
que va a mi lado sin yo verlo;
que, a veces, voy a ver,
y que, a veces, olvido.
El que calla, sereno, cuando hablo,
el que perdona, dulce, cuando odio,
el que pasea por donde no estoy,
el que quedará en pie cuando yo muera.
JOHN LENNON
El que no ha sufrido no sabe nada; no conoce ni el bien ni el mal; ni conoce a los hombres ni se
conoce a sí mismo.
FRANÇOIS FÉNELON
BUDA
Solo amamos aquello que deseamos; solo deseamos aquello que nos falta.
PLATÓN
Lo que más necesitamos es una persona que nos obligue a hacer lo que sabemos.
DAVID VISCOTT
No em parleu de somnis
que d’això hi entenc
sort n’hi ha d’aquest estat
eteri, intangible o fonedís,
depèn del tarannà de cadascú.
No em parleu de somnis
que per ells nit i dia visc
molt lluny d’una realitat
que cada cop menys m’agrada.
I no és pas per defugir
responsabilitats adquirides
si més no és per sobreviure
al somni del malson quotidià
que és la crua realitat.
No em parleu de somnis
si mai no heu somiat,
és gràcies a ells que visc
tan allunyat com puc
de la feixuga realitat.
Cuando creemos con la fe más firme que estamos en posesión de la verdad, debemos saber que
lo creemos, no creer que lo sabemos.
JULES LEQUIER
CARL JUNG
ALEKSÉI TOLSTÓI
Las trinidades del autoconocimiento
Una creencia no es simplemente una idea que la mente posee, es una idea que posee a la mente.
ROBERT BOL
Bien mirado, podríamos decir que somos lo que nos contamos que
somos. ¿Y dónde quedan las emociones? En su sitio. Pertenecen a
nuestro equipaje evolutivo y son básicas y universales. En cambio,
buena parte de nuestros sentimientos son evaluaciones sobre lo que
sentimos. La experiencia humana siempre implica sentimientos, es decir,
la combinación entre lo que sentimos y lo que pensamos de lo que
sentimos. Ahí vuelven las creencias.
La tercera razón: habitamos en nuestras creencias; son los ladrillos
que construyen nuestra propia realidad. Solo por eso es de una enorme
responsabilidad ser conscientes de aquello en lo que creemos y de
aquello en lo que no. Nuestra vida se colorea o se ennegrece según lo
que creemos.
JOE DISPENZA
JOAN-CARLES MÈLICH
IMMANUEL KANT
No puedo...
Sin dinero no hay nada que hacer...
Soy débil...
Hay que sufrir...
Debería...
Para lo que va a servir...
No lo tengo claro...
No insistas, no vale la pena....
No merezco nada...
No soy nada interesante...
¿Quién me va a querer?
LAO-TSÉ
En última instancia, todo tiene arreglo, menos la dificultad de ser, que no lo tiene.
JEAN COCTEAU
Qué inapropiado llamar Tierra a este planeta, cuando es evidente que debería llamarse Océano.
ARTHUR C. CLARKE
WILLIAM SHAKESPEARE
SHARON BEGLEY
ALFRED SCHÜTZ
ARTHUR SCHOPENHAUER
1. Ganar.
2. Perder.
3. No ganar o banal.
Los dos primeros están claros. Deja que te cuente que «no ganar o
banal» es aquel guion que se sitúa entre los dos primeros. Ni grandes
victorias, ni grandes derrotas. La persona que sigue este guion no toma
riesgos y por eso se la tacha de banal. Es el típico «Yo podría haber
sido...». Por supuesto que en esta reducida clasificación hay que tener
en cuenta el carácter interpretativo. No todo el mundo considerará por
igual lo que es ganar o perder. Dicho esto, lo más probable es que te
hayan venido a la mente personas que situarías en el ganar, esas
personas que tienden a ser triunfadoras, que logran sus propósitos por
sí mismas. En cambio, también conocemos a perdedores, aquellos
cuyos propósitos declarados acaban, por lo general, saliendo mal.
Muchos de los problemas que tenemos en la vida pertenecen a esa
niñez de la que, ahora, como adultos, guardamos un sentimiento del
guion, es decir, que resuena en nosotros cada vez que una situación
deviene estresante sin demasiadas causas aparentes, o cuando esa
situación se parece a lo que experimentamos de pequeños y nos causó
ansiedad. Es como un déjà-vu, como un aferrarse a nuestras respuestas
defensivas aprendidas. Nos afirmamos a través del guion. Y cada vez
que lo reafirmamos lo llevamos más cerca de su desenlace. ¡Da miedo!
El autoconocimiento es una de las claves para descubrir cómo se han
conformado estos guiones, y cómo empezar a desactivar las conductas,
pensamientos y emociones que los sostienen. Es como si decidiéramos
diseccionar una obra de teatro y encontráramos otros significados a los
mismos sucesos que ha creado el autor. Por eso es interesante observar
cómo en nuestra infancia empezamos a manejar esas dos actitudes
básicas: confianza en uno mismo y confianza en los demás. Lograr ser
una persona autónoma requiere de esas dos actitudes. Su falta, en
cambio, convierte a la persona en dependiente, porque confía más en los
demás que en sí misma, o en temerosa, porque no confía lo suficiente en
las relaciones. Eric Berne lo sintetizó a su manera:
1. Estoy bien.
2. No estoy bien.
3. Tú estás bien.
4. Tú no estás bien.
JANE AUSTEN
CARMEN BELART
Las identificaciones más habituales del ego guardan relación con las posesiones, con
el trabajo, con tu estatus y reconocimiento social, con el conocimiento y la educación,
con la apariencia física, con las habilidades personales, con las relaciones, con tu
historia personal y familiar, con los sistemas de creencias y también con las
identificaciones colectivas: nacionales, raciales, religiosas y otras. Ninguna de esas
identificaciones eres tú.
ECKHART TOLLE
EL PRINCIPIO DE REACTIVIDAD
EL EGO HERIDO
¡Es tan fácil herir al ego! Si esa estructura identificativa se pasa el día
evitando que nadie lo hiera, tiene que armarse en todos los frentes. Eso
conlleva acorazarse, es decir, crear unas defensas que impidan sentir
ningún tipo de dolor psicológico. La consecuencia es la frialdad o la
máscara. Revestirse de un personaje fascinante que oculte la
vulnerabilidad interior, ensalzarse a través de aires de superioridad, o
hacer ver que no pasa nada, que todo está bien. En todos los casos se
manifiesta una desconexión interior, un corte directo entre la razón y la
emoción. Por eso dichas personas parecen tener dos caras.
Quizás el punto culminante del ego herido, como he dicho un poco
más arriba, es cuando la persona se siente cuestionada. Es muy fácil que
en nuestras interacciones haya desacuerdos, puntos de vista diversos,
formas de expresión singulares, maneras de decir las cosas que pueden
no gustarnos. Sin embargo, nada de ello nos cuestiona. Son
simplemente formas de actuar diferentes a las nuestras. En cambio, hay
personas que creen que las están atacando, que no las respetan, en
definitiva, que las cuestionan.
Eso les suele suceder a aquellos a los que «no les cabe el ego» o
«tienen un ego muy grande». Tan grande, que lo que más temen es
perderlo. Por eso han desarrollado una enorme susceptibilidad hacia
cualquier muestra de desprecio, cuestionamiento o desvalorización de
esa imagen tan elevada que tienen de sí mismos, aunque, en el fondo,
tanto sufrimiento y defensa solo indica que su interior está vacío,
inseguro o es altamente vulnerable. Se muestran grandes porque se
sienten pequeños. Tienen a veces la cara muy dura, porque tienen la piel
muy fina.
EL EGO EMPEQUEÑECIDO
A los que empequeñecen el ego les ocurre todo lo contrario. En lugar
de engrandecerse, de sacar pecho, de mostrar orgullo, engreimiento o
superioridad, esconden la cabeza como el avestruz. En realidad,
estamos hablando de lo mismo, de ego, solo que manifestado a la
inversa. Si en el ego herido la base es el sentirse cuestionado por los
demás, en este caso quien se cuestiona es el mismo sujeto («Qué poca
cosa soy», «No soy nadie»).
En el ego empequeñecido, la infravaloración es la clave. Dado que
esas personas no se dan valor, necesitan de la aprobación de los demás.
Dependen en gran medida de los otros. Quizás esa sea la gran diferencia
con el ego herido. El ego empequeñecido busca la aprobación, el ego
herido el reconocimiento. Uno necesita sentir que le tienen en cuenta, el
otro que es el mejor. Uno se convierte en objeto para los demás, el otro
convierte a los demás en sus objetos. Uno lo hace todo para ser amado,
el otro espera que se lo hagan todo. Uno ama y el otro quiere.
En el fondo, se expresa de nuevo un sentido sufriente. El sentimiento
de inutilidad, de poco merecimiento, de miedo a la vida y a los demás
crea un estado que debe ocultarse, porque es vergonzoso. De ahí que el
ego empequeñecido viva de la evitación, de la invisibilidad, del sentarse
siempre detrás. Su susceptibilidad consiste en la mirada de los demás.
La teme, porque cree ver en ella signos de desaprobación por ser como
es, por hacer lo que hace, que siempre podría ser mejor. Se compara a la
baja y se instala en el miedo y la desconfianza.
Tanto el ego herido como el empequeñecido muestran una serie de
componentes (hábitos, creencias y emociones) con los que las personas
se van identificando y adoptan para andar por la vida. Están atrapadas
en su ego. Malviven en una ilusión que las hará sufrir. Solo un proceso
de desidentificación de dichos componentes puede crear el espacio
necesario para cambiar la conciencia sobre la fuerza del ego y la
voluntad de gobernarse más allá de él.
LA SEPARATIVIDAD
Cuando miramos al interior del corazón de una flor, vemos nubes, luz del sol,
minerales, tiempo y tierra, y todo lo existente en el cosmos. De hecho, la flor está
enteramente constituida por elementos no florales; no cuenta con una existencia
independiente e individual. La flor «inter-es» con todo lo demás existente en el
universo.
EL ESTADO DE CARENCIA
LA DUALIDAD
EL APEGO
Cuando leí por primera vez El poder del ahora, de Eckhart Tolle,
quedé prendado de esta expresión: el cuerpo-dolor. Entre las múltiples
identificaciones del ego, una de las más arraigadas son las experiencias
que quedan vinculadas al dolor. Cuando te contaba —en el apartado
«Compensaciones y decepciones»— mi experiencia con un grupo de
estudiantes séniors, he mencionado el caso de una señora que lloró
amargamente por su pasado, aunque para el grupo esta escena era una
repetición de su victimismo. Esta mujer estaba atrapada en su cuerpo-
dolor y no sabía cómo salir de ahí. Es más, tuve la sensación de que era
lo último que hubiera querido.
También he comentado nuestra tendencia a convertirnos en adictos a
nuestras emociones, al menos a aquellas que se convierten en una huella
identificativa. El dolor, las experiencias duras, aquella manera trágica de
significar algunos hechos de la vida, produce un estado reconocible del
que no sabemos cómo huir. Cuando quedamos atrapados en él, ya no
sabemos ser de otra manera, ya no acertamos a estar en la vida si no es
desde la desgracia. Tolle profundiza en la herida y habla claramente de
la felicidad del infeliz. Es esta otra paradoja más de nuestra existencia o,
como vimos en la primera parte, una forma más de compensación.
La intensidad de dolor obedece al grado de resistencia al momento
presente, y este a su vez depende de lo fuerte que sea tu identificación
con la mente. Solo se puede salir de ahí abandonando la percepción del
tiempo en tu mente. Si estamos atrapados en el pasado o preocupados
por el futuro, difícilmente se podrá vivir sin miedo y sin sufrimiento.
Solo estando presentes y en presencia podemos romper con ese juego
espectacular del tiempo psicológico. Volver al pasado es revivir de
nuevo el cuerpo-dolor. Por eso, es necesario que el presente sea el
centro fundamental de nuestra vida.
Donde haya resistencia solo cabe, de entrada, su aceptación en el
presente. Es lo que es. Es lo que hay. Aceptar antes que actuar. Rendirse
al ahora con lo que trae. Algunas veces nos devuelve un dolor
acumulado que se ha convertido en una energía tóxica dentro de
nosotros. Es entonces cuando se nos brinda la ocasión de
desidentificarnos de ese material doloroso, de estar con él disolviéndolo
con la luz de la conciencia. Lo contrario es fabricarse una identidad con
el dolor.
Yo y mi sombra
OCTAVIO PAZ
RAIMON PANIKKAR
Conócete a ti mismo
Reconocer que soy yo el que elige y que yo soy el que determina el valor que una
experiencia tiene para mí es algo que enriquece, pero también atemoriza.
Convendrá que para que tú le halles [a Cristo], olvidadas todas las tuyas [cosas] y
alejándote de todas las criaturas, te escondas en tu retrete interior del espíritu.
SAN AGUSTÍN
ABRAHAM MASLOW
La persona descubre que una gran parte de su vida se orienta por lo que cree que
debería ser y no por lo que es en realidad. A menudo advierte que solo existe como
respuesta a exigencias ajenas y que no parece poseer un sí mismo propio; descubre que
trata de pensar, sentir y comportarse de la manera en que los demás creen que debe
hacerlo.
CARL ROGERS
Quizá, por todo ello, hay quienes eligen velar los recuerdos, evitan
hablar del tema o logran con el tiempo una especie de casi olvido.
Entonces, la exploración interior se convierte en un peligro, en una
plataforma para que el pasado vuelva a sus vidas para amargarlas. Puede
entenderse que prefieran aquel camino que dice: «Agua pasada no
mueve molino» o tal vez la técnica del avestruz. El único problema es
que se bloquea el aprendizaje. No hay feed-back, no hay resignificación
ni integración. A veces, la consecuencia es vivir una vida de evitaciones,
limitada, miedosa o, por el contrario, una repetición continua de la
misma jugada, algo parecido a la reiteración del Día de la Marmota que
tan bien supo escenificar Bill Murray en la película Atrapado en el
tiempo.
Algo diferente les ocurre a las personas que han tomado la decisión de
no vivir sufriendo. Las durezas del pasado se van limando y generan
nuevas miradas y el compromiso certero de no remover lo que saben
que no cambiará, es decir, los hechos. Toda introspección se dirige a la
resignificación de los episodios de nuestra vida. Es imposible cambiar lo
sucedido, pero sí es posible y deseable interpretarlo de forma que tenga
sensibilidad y sentido. Seguramente, poco existe tan desagradable como
no encontrar significado alguno, ni mensaje simbólico, ni aprendizaje
positivo en los sucesos de nuestra existencia.
A lo largo de mi vida profesional, he asistido a padres que habían
perdido un hijo. Existe una convención en interpretar esta experiencia
como la peor de todas. Si la misma causa o hecho comportara el mismo
sufrimiento y las mismas consecuencias posteriores a todos esos padres,
todos vivirían y sufrirían lo mismo. En cambio, lo que he podido
comprobar es la forma tan diferente de gestionar ese duelo y la
inspiración que ha supuesto para algunos de ellos. Nadie se libra del
dolor.
Sin embargo, encontrarle sentido, leer simbólicamente el mensaje que
conlleva esa experiencia ayudará a sobrellevarla. Además, con el tiempo,
ese significado se ha ido elaborando hasta suponer un camino de
transformación interior y de trascendencia que cierra el círculo de la
muerte para renacer de nuevo. He ahondado más en ello en el apartado
«Cómo trabajar con los estados ilusorios: del curar hablando al curar
callando».
Explorar en uno mismo es una tarea ineludible, sobre todo cuando
nos sentimos bloqueados, cuando perdemos capacidad de gozar y
mantener abierta nuestra ilusión. La vida nos habla a su manera y
muchas veces no sabemos qué ni cómo contestarla. Nos faltan recursos.
Del mismo modo, algunas experiencias nos sumen en el misterio. Ya no
son problemas, son auténticos «I do not know» («No lo sé», «No lo
entiendo»). La dinámica cambiante de nuestras vidas necesita, a
menudo, una revisión y una actualización. Esos son los momentos en
que tiene más sentido la introspección, la capacidad de observar cómo
estamos interviniendo en los sucesos de nuestra vida.
Área libre
En esta área se encuentran las experiencias y los datos que son
conocidos tanto por nosotros mismos como por los demás.
Área oculta
Contiene informaciones que uno mismo sabe respecto de sí, pero que
los demás desconocen.
Área ciega
Contiene informaciones respecto a nuestro «yo» que nosotros
ignoramos, pero que los demás conocen.
Área inconsciente
Representa aquellos factores de nuestra personalidad de los que no
somos conscientes y que, a su vez, los demás desconocen.
«Poseer una naturaleza» quiere decir que nunca comenzamos de cero, que no
empezamos con las manos vacías; significa, en una palabra, que somos herederos,
biológica y culturalmente herederos.
JOAN-CARLES MÈLICH
EPICTETO
No existe «condición humana» porque lleguemos a ser lo que somos, sino todo lo
contrario, porque no lo hacemos, porque queremos ser de otro modo, porque no
queremos ser lo que somos. Y no queremos serlo porque no nos satisface el mundo
heredado.
Mientras que en el Ego las leyes que imperan son las del desear y tener, el Sí mismo
actúa basándose en las leyes del ser y el dar. Del Ego se transita al Ser a través de
diversas crisis de crecimiento, cuando las estructuras y enfoques mentales dejan de ser
operativos y funcionales y se resquebrajan.
ASCENSIÓN BELART
ECKHART TOLLE
Hay que advertir, eso sí, de que una cosa no sustituye a la otra. Del
mismo modo que no podemos entretenernos eternamente en nuestros
malestares psicológicos, también es necesario sanar las heridas de
nuestro proceso de individuación. De lo contrario, la meditación y los
procesos de «vacío» se pueden convertir en una excusa barata para
esconderse, para ceder la responsabilidad propia a otras entidades,
llámense una corriente espiritual, un maestro, unas enseñanzas, una
comunidad iluminada o el pensamiento único que subyace tras la
propuesta de un nuevo paradigma o una nueva conciencia.
MAHATMA GANDHI
¿Por qué después de treinta y tres años Estados Unidos sigue con un
aspecto parecido al que siempre hemos conocido? Porque, a pesar de
que muchas personas se adhieren al llamado «movimiento sin nombre»
—rebautizado como «cultura creativa» o «nuevo paradigma»—, en
realidad no están dispuestas a cambiar tanto sus vidas. Es cierto que
adquieren algunas formas de pensar y de vivir más despiertas, gracias a
la psicologización de la vida cotidiana, con un mayor sentido sistémico
y ecológico, además de ciertas prácticas espirituales... pero siguen
apegadas a sus sistemas clásicos de economía, trabajo y familia, a sus
aficiones, a sus posesiones y, en general, a la vida de siempre. No hay
integración, sino dualismo, es decir, viejo paradigma.
Entonces, habrá que distinguir entre cambio y transformación. ¿Hasta
qué punto quieres transformar tu vida? ¿Hasta dónde quieres
comprometerte? ¿Cómo te quieres responsabilizar en tu evolución?
¿En qué piensas materializar el compromiso? ¿Hay quien se ha creído
de veras que sería suficiente con redecorar su vida y proclamar su
propia república independiente? Una cosa es que el camino se transite
sin prisas, venciendo obstáculos y gestionando la incertidumbre. La
otra es actuar con frivolidad.
Tal vez lo mejor sea que el movimiento no ha cesado y que la
existencia de este libro lo prueba. Aún hablamos de ello, y no lo
hacemos para rememorar algo que sucedió, sino para describir lo que
está ocurriendo: cada vez más y más personas se convencen de que la
vida puede ser vivida de forma diferente, de que la existencia tiene otras
muchas dimensiones. Aquello que hasta ahora parecía reservado a
místicos o poseedores de un conocimiento perenne, pero oculto, está
llegando al corazón de las personas para transformarlas. No es cuestión
de fe. Es pura experiencia.
En todo caso, el camino hacia una nueva conciencia requiere de una
condición ineludible: el autoconocimiento. Transformar la conciencia
invita a ser consciente de la propia conciencia. Uno se da cuenta, con
nitidez, de que se está dando cuenta. Es un nuevo ver, un flujo de
atención, que permite la amplitud del «observador» o esa conciencia
interior que permite contemplar los diferentes estados de la mente, las
tensiones corporales, la actividad de los sentidos y los patrones de
creencias; sin juicios, sin interpretaciones, sin proyecciones.
Si las cosas van mal en el mundo, algo va mal dentro de mí. Por lo tanto, si soy
sensible, primero trataré de ponerme bien yo mismo.
CARL JUNG
MARCEL PROUST
ANTONIO MACHADO
Para llegar a ser el que deberías ser, comienza por renunciar al que eres.
MAESTRO ECKHART
JALIL GIBRAN
En el caso del camino espiritual, significa quitarte el deseo constante que tienes de
alcanzar visiones más elevadas de conocimiento, religiosidad, virtud, buen juicio,
comodidad o cualquier otro objetivo que se haya fijado el ego como método de
búsqueda. Luego, exhibimos ese deseo ante el mundo como quien afirma su existencia
espiritual. Es lo mismo de lo que advertía Jalics acerca del aprendizaje contemplativo:
la exigencia de perfeccionismo se convierte en un enemigo del crecimiento, tanto
personal como espiritual.
FRANCISCO DE ASÍS
CHARLES SCHULZ
Tres facultades hay en el hombre: la razón que esclarece y domina; el coraje o ánimo que actúa,
y los sentidos que obedecen.
PLATÓN
PRIMERA PARTE
SEGUNDA PARTE
CLAVES PARA EL AUTOCONOCIMIENTO
Las trinidades del autoconocimiento
Creer para ver; creer para vivir
Creer es crear
Las creencias no son realidades, pero sí lo son sus consecuencias
El mapa no es el territorio
¿Somos alguien?
El flujo entre el ser y la identidad
Vidas oceánicas
La identidad como memoria y relato
Guiones de vida o destino
Las vidas del ego
El principio de reactividad
El ego herido
El ego empequeñecido
La separatividad
El estado de carencia
La ilusión del tiempo
La dualidad
El principio del placer
El apego
La imposibilidad de acabar con la mente
El cuerpo-dolor
Yo y mi sombra
TERCERA PARTE
Conócete a ti mismo
Sobre la necesidad o no de autoconocerse
1. Los que lo ven como un peligro
2. Los que niegan el valor del «auto»
3. Los que ven su necesidad
4. Los que prefieren su deconstrucción
5. Los que lo impulsan como el nuevo paradigma
¿Arreglos o transformaciones?
¿Quién soy yo?
Los caminos de la espiritualidad: ¿llamada o fascinación?
Las enfermedades de transmisión espiritual
Calladamente, acoger y respirar
Unir psicología y espiritualidad
Los tres síes de la vida
Bibliografía de ilusiones
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