La Comunicación en Familia. Más Allá de Las Palabras

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Vanesa ​Lara ​L​.

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La comunicación en familia ​Más ​allá ​de ​las palabras

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La comunicación en familia
Más allá de las palabras
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La comunicación en familia
Más allá de las palabras
Vanesa Lara L. Agrelo
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cualquier sistema de recuperación y por cualquier medio, sea mecánico, electrónico, magnético,
electroóptico, por fotocopia o por cualquier otro, sin la autorización previa por escrito de Editorial
Síntesis, S. A.
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ISBN: 978-84-995837-4-7
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Índice
PRÓLOGO INTRODUCCIÓN
1 De la pareja a la familia
Introducción ¿Cómo se constituye una pareja? ¿Qué se espera al formar una
pareja? Si la pareja es como un pastel ¿cuáles son los ingredientes del
amor? Cuando se deja de ser dos: el nacimiento de los hijos Preguntas y
respuestas
2 El niño de 0 a 12 meses
Introducción ¿Cómo se comunica el recién nacido con las personas que lo
rodean? ¿Cuándo reconoce a sus padres? ¿Qué condiciones debe reunir el
momento de alimentarle? ¿Cómo se pueden comunicar los padres con el
niño mientras satisfacen sus necesidades? Las primeras separaciones del
niño: ¿Cómo se afrontan? Preguntas y respuestas
3 El niño de 12 a 36 meses
Introducción El niño comienza a andar: ¿Cómo ayudarle y fomentar sus
primeros pasos? Un gran paso en el desarrollo de la comunicación: el niño es
capaz de hablar ¿Por qué el niño dice siempre no?
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¿Cómo se puede enseñar al niño comportamientos positivos y reducir los
negativos? Preguntas y respuestas
4 El niño de 3 a 5 años
Introducción ¡Déjame hacerlo a mí! ¡Yo puedo solo! ¿Cómo afronta el sistema
familiar el reto de empezar el colegio? ¿Cuándo y cómo se desarrolla en el
niño la autoestima? ¿Cuándo son necesarios los límites y cómo imponerlos?
Preguntas y respuestas
5 El niño de 6 a 8 años
Introducción El niño asume nuevas responsabilidades: deberes y exámenes
Cómprame la mochila de Barbie todas mis amigas la tienen ¿Cómo ayudar al
niño a identificar sus sentimientos y saber controlarlos? El niño tiene sus
propias opiniones, es necesario negociar con él Preguntas y respuestas
6 El niño de 9 a 13 años
Introducción Cómo solucionar los problemas fuera del sistema familiar ¿Qué
le ocurre a mi cuerpo? ¿De dónde vienen los niños? Televisión y
ordenadores: ¿saludables o perjudiciales? Sólo me entienden mis amigos
Preguntas y respuestas
7 Cuando la comunicación se convierte en patológica
Introducción ¿Qué hace diferente a una familia eficiente? Proceso de
enfermar en la familia. ¿Cumplen alguna función los síntomas en la dinámica
familiar? Diferentes familias dependiendo de sus valores y de su
comunicación
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Aportaciones de la terapia familiar
8 Cómo percibe el niño a su familia a través del dibujo
Introducción Según la distancia física entre los personajes Según el tipo de
interacción mantenida entre los miembros de la familia La diferenciación entre
los subsistemas familiares (parental-filial) y si se respeta o no el orden
jerárquico de aparición Cuando se incorpora a personas que no forman parte
de la familia (por ejemplo, a la niñera) o fallecidos Cuando se suprime a algún
miembro de la familia que existe realmente
Bibliografía recomendada
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Prólogo
Me gustaría acercar al lector a este texto, y cuando pensé cómo hacerlo, la
primera idea fue dar una visión panorámica subrayando lo más valioso de
este trabajo, pero después, y aun a riesgo de que estas páginas iniciales
fueran el peor favor que se puede hacer a un texto sobre comunicación con
una visión clara y evolutiva, opté por otra manera de introducir o acercar el
texto y su lectura. Estoy convencido de que la comunicación humana se
singulariza como humana en la medida en que se acerca al sentimiento, y
desde ese sentimiento presento esta obra.
El libro se inicia en la constitución de la pareja y finaliza cuando el niño llega a
la pubertad. Yo no sabría cómo decirles lo que se puede escuchar, transmitir,
confundir, malentender y distorsionar en ese período de tiempo.
Ustedes no sé en qué fase de su ciclo vital están, pero si han constituido una
pareja o han establecido un compromiso reciente o pasado, seguro que
recuerdan haber oído frases como "eres la/el mujer/ hombre de mi vida", "no
puedo vivir sin ti"... Y recuerdan la gratitud que se experimentaba, el grito "de
toda nuestra biología" danzando dentro de nosotros... Si ya pasó algún
tiempo desde ese momento, seguramente habrán comprobado que esas
frases han ido dejando lugar a otras como "otra vez te han puesto una multa
por dejar el coche tirado", "a ver si nos duchamos con más cuidado que mira
como lo pones todo"... Con esto no quiero decir que los primeros mensajes
fueran un error, producto de la enajenación transitoria que suponía el
enamoramiento, no, quizá es que los primeros mensajes carecían de algunos
matices. Claro que puede usted seguir
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siendo la mujer o el hombre que el otro ha soñado, pero lo que
probablemente también sabe es en qué se convertiría si cambiará entre el 80
y el 95% de su conducta habitual. Entonces el amor renacería como un
verdadero torbellino y las extravagancias de los psicoterapeutas que dicen
que el amor cambia, se transforma, que la pasión disminuye hacia su pareja y
se incrementa (al menos en fantasía) por cualquier otro miembro de la
especie humana, serían hipótesis absolutamente desubicadas. Un cambio,
que tampoco es tanto, en su modo de hacer, llegar, salir, entrar, saludar,
vestirse, ducharse, cantar, sonreír... y seguiremos siendo la mujer/hombre
ideal que el otro ha soñado.
Pero como ustedes también saben, el inicial desbordamiento amoroso que da
lugar a la constitución de la pareja es iniciar un camino, donde uno no conoce
correctamente cual será la geografía del terreno, la climatología, si ha tenido
la preparación suficiente para iniciarlo, ni siquiera cuántos van a terminar
haciendo el viaje. Es cierto que inicialmente somos dos, y que ponemos de
nuestra parte para tener otros compañeros en el viaje, pero claro, el hecho de
que vengan a acompañarnos es algo más que una invitación, es un recorrido
que nos transforma, nos hace ver que somos algo distinto, nos preocupamos
por cosas que jamás nos habían llamado la atención, como el desarrollo de la
genética, la embriología y, en última instancia, si hay algo que se pueda
hacer para que el niño tenga el peso adecuado, el tamaño adecuado, los

dedos (los justos ni uno más por favor).​Recuerdan, si alguno pasó esta fase,

tengo la certeza de que así fue el embarazo de su


​ hijo o de sus hijos, la cara
que ustedes tenían cuando vieron la primera ecografía, la cara que tenían
cuando vieron por primera vez a su hijo, recuerdan cómo la nueva vida
inundaba sus vidas, recuerdan cómo las frases salían de sus labios con toda
la inconsciencia de la felicidad, de la satisfacción que les trascendía.
Díganme si ustedes no han presumido de que su bebé tenía los ojos azules,
y le construyeron un futuro de seducción y conquistas en su adultez, y no
recuerdan cuándo algún bienintencionado les dijo que todos lo bebés tenían
los ojos azules, o seudo-azules hasta que adoptaran su propio color.
Díganme si no disfrutaron cogiendo el cuerpo de su hija o hijo en una mano y
comprobando que este cuerpo apenas sobresalía por encima de sus dedos y
por debajo de su muñeca, era como una vida "de bolsillo" que usted
contemplaba y fantaseaba. Pero también recordarán cómo esta manera de
mirar a su hijo se transformaba cuando, a las seis de la mañana, el vecino
suplicaba solidaridad con los "mundanos que se levantaban para trabajar".
Ustedes que estaban admirando su obra, y ojála nunca dejen de hacerlo,
tenían que chocar contra esa cruel vulgaridad de los ruidos, descubrieron lo
que era la comunicación con la comunidad, esa red invisible de personas que
comparten espacios distribuidos en un bloque se tornaron corpóreas y
ustedes escuchaban preguntas del estilo de: "el niño se está haciendo
mayor", "va para futbolista o jugador de rugby" o "debe estar malo por las
voces que da la criatura". Una vez que ya pasaban de la comunicación social
a la más íntima, y te decían que en el colegio de sus hijos había psicólogo, y
eso nunca se sabe para qué vale, pero le vendría estupendamente.
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Y ustedes continuaron viajando o lo harán, les aseguro que aquí no hay
posibilidad de decir me retiro un momentito, y entonces sin saber cómo
formar eso que se denomina una familia, a veces más allá incluso de lo que
ustedes sabían que era y que descubren por la cantidad de personas que se
ofrecen a venir a casa a comer o cenar, por aconsejarles sobre el crecimiento
sano y el desarrollo adecuado de su hijo, y ustedes aprenden que la
comunicación intra-familiar es toda una estrategia. Mientras que a su cuñada
le puede decir "te vas a callar ya", pero a su suegro no, porque él ha criado a
su mujer o a su marido, y además ya pueden ir pensando si van a cenar en
Navidad o en Nochebuena en su casa y cuidado que estas decisiones son
más serias de lo que a primera vista parecían. Pues eso, que ustedes tienen
que hacerse un cursillo de estrategia comunicacional no intimidatoria, no
amenazante, sin caer en el sometimiento ni en la pérdida de sentido de la
vida, o al menos no mucho tiempo.
Pero los años obligan y exigen, los padres viven en un mundo con otros, van
a un lugar que se llama trabajo, los hijos a uno que se llama colegio, ese
tercero ocupa tiempo, ofrece "sueños" y exige dedicación, y con más
frecuencia de lo que deseamos lejanía. Supongo que todos, en mayor o
menor medida, hemos tenido que pasar por tiempos en que llegar a casa era
comprobar que las personas que queríamos seguían compartiendo un
espacio en el mundo próximo a nosotros, que nuestra capacidad de atención
o interés era inexistente, y lo que decíamos sin palabras era que no
estábamos disponibles.
Nuestros hijos nos han visto llegar con los ojos rotos, con surcos de
cansancio en el rostro, y se nos han acercado haciendo una propuesta de
juego, de contacto, pero no lo han tenido. Si hemos sido conscientes
habremos estado ausentes, si no, habremos lanzado mensajes de rechazo
que después nos han machacado con la culpa del padre que quiere a sus
hijos. A lo mejor estamos dándoles mensajes donde lo urgente, lo absurdo de
lo apremiante, pasa a ser más importante que ellos.
Poco a poco vamos encontrándonos con una distancia que hemos ido
construyendo ocasionalmente y que tenemos que saltar, tenemos que
detenernos y mirar qué damos al otro y qué necesitamos de él. Este camino
de aprendizaje se puede hacer desde una guía de recursos, casi un protocolo
de conductas adecuadas en respuesta a las conductas de los demás, donde
se nos dan diferentes tipos de reacciones valoradas en orden creciente o
decreciente de eficacia, de intensidad... Pero cabría otra posibilidad más
sencilla: detenernos y mirar a los demás, a nuestra pareja, a nuestros hijos...
Pero mirar es una actividad difícil. Tendemos a creer que miramos cosas que
están fuera, cuando poder ver lo que hay fuera es un recorrido muy complejo.
Lo que habitualmente vemos es lo que conocemos, creemos, y pensamos, y
lo que decimos que hemos visto suelen ser juicios hechos y pensados para
nosotros mismos. Por eso necesitamos reciclar nuestra manera de mirar a los
demás. Ser capaces de ver la mirada de miedo en nuestros hijos porque ha
desaparecido un juguete frente a sus ojos, la mirada de enfado porque van a
un sitio que se llama colegio, donde una persona llamada profesora les
enseña un algoritmo indescifrable que denomina suma y donde sólo la
dignidad le permite a uno defenderse
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con un grito de "señorita mire a éste que no me deja". Tenemos que ver que
la cama de nuestros hijos es bonita pero están solos, y hay que decirles que
dormir solos es estupendo, pero que yo no lo hago porque no tengo
costumbre. Hay que decirles que esté tranquilo, que no sea "hiperactivo",
como su propio padre o su madre... y todos los amigos y amigas de sus
padres y compañeros de la empresa. Hay que decirle que esté contento,
aunque los padres suelen tener las facciones de la cara a la altura del bajo
pecho porque el mundo es una pura catástrofe de las rutinas. En fin, no es
fácil mirar y ver al otro, desprendiéndonos de nuestra tendencia a pensar que
el mundo es una zona del universo que transcurre entre mi frente y mi nuca.
Pero yo creo que comunicar puede ser tan complejo o tan fácil como
compartir sentimientos con los demás.
Si algo he aprendido tras muchos años compartiendo el sufrimiento de mis
pacientes es que la "cura por la palabra" es realmente una secuencia de
"cariño en palabras" que cura mientras nos curamos.
Por eso cuando ustedes lean este libro seguro que recogerán muchas
palabras, ordenadas con un propósito explicativo, escrito desde el
conocimiento, el rigor y el esfuerzo de su autora, pero permítanme hacerles
una invitación: intenten ver un poco más allá del contenido del texto, intenten
ver el rostro que ha escrito esas palabras, intenten ver el sentimiento que
movió las teclas del ordenador, y a lo mejor descubren algo que yo tengo la
enorme fortuna de conocer, la imagen de una mujer que pone el amor en su
trabajo. Es un rejuvenecimiento de la frase que Freud nos dejó para entender
la salud mental como "la capacidad de amar y trabajar".
Disfruten de su lectura y transmitan esa satisfacción en su modo de hacer
con las personas que les rodeen.
Teodoro Herranz Castillo Director de la Escuela de Psicoterapia y
Psicodrama
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Introducción
"La familia es entendida como un grupo humano integrado por miembros
relacionados por vínculos de afecto, sangre o adopción y en que se hace
posible la maduración de la persona a través de encuentros perfectivos,
contactos continuos e interacciones comunicativas que hacen posible la
adquisión de una estabilidad personal, una cohesión interna y unas
posibilidades de progreso evolutivo según las necesidades profundas de cada
uno de sus miembros en función del ciclo evolutivo en que se encuentren y
acordes con el ciclo vital del propio sistema familiar que las acoge"
(José Antonio Ríos)
Sobre la familia: el punto de partida
La familia es, para cada persona, el punto de salida ante la carrera que
supone la vida siendo la meta alcanzar la madurez de manera independiente
y autónoma. Dentro de ella se nace, crece, enferma, ríe, llora, educa,
madura, y un sin fin de experiencias que van a constituir el marco de
referencia en la manera de comunicarnos con el resto del mundo.
No obstante, el inicio de la familia se encuentra en la pareja. En este sentido,
cuando dos personas adquieren un compromiso firme pueden elegir tener o
no descendencia, puntualizándose que un hijo ni une a la pareja ni soluciona
los problemas entre ellos. Ésta sigue siendo una creencia generalizada y la
conclusión rotunda es que hace falta una gran
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estabilidad y amor para sobrevivir victoriosos a esas malas noches,
preocupaciones sobre los cuidados del bebe o falta de tiempo personal. Es
cierto que es una experiencia maravillosa, pero se tiene que dar en las
condiciones optimas y "no empezar la casa por el tejado".
"Nosotros" como familia. Comienza el entrenamiento
Desde el primer día en que nace el niño, la vida cambia. Ha llegado un nuevo
miembro a la familia por lo que las relaciones experimentan una
transformación. La ecuación "tú y yo" se convierte en "nosotros". A partir de
este momento, los padres serán como entrenadores personales de su hijo,
los cuales tienen que identificar y cubrir sus necesidades básicas y proveerle
de estrategias y habilidades que le permitan desarrollarse, preservando su
salud física y emocional.
Dentro del sistema familiar, estructuralmente se establecen diferentes
subsistemas que deben estar delimitados por unos límites claros. Por un lado,
el subsistema conyugal está formado por la pareja y se convierte
automáticamente en el parental cuando tienen un hijo. No obstante, cada uno
de ellos es diferente, es decir, el uno no elimina ni sustituye al otro, debiendo
cuidar las funciones que corresponden a cada una de las parcelas. Con el
nacimiento de un hijo aparece un nuevo subsistema, el filial (hijos) y en el
caso de tener más descendencia surgiría el fraternal (hermanos).
En este sentido, no sólo se trata de delimitar la estructura, sino la
funcionalidad que se va a desarrollar en la dinámica familiar destacando las
pautas de comunicación que se establezcan. A grandes rasgos, la
comunicación tiene que ser profunda y emotiva, no superficial, manteniendo
una interacción clara y precisa verbalmente y congruente con los canales no
verbales (por ejemplo, la posición del cuerpo o el tono de voz).
Educar es un arte de precisión. Obviamente este tipo de arte no permite
como, por ejemplo, en la pintura la elaboración de borradores previos ni la
repetición de lienzos que no terminan de gustar. En la interacción
padres-hijos todo supone una enseñanza. Probablemente surjan
equivocaciones pero es el modo para que se encaucen las rectificaciones
donde el niño podrá aprender de los errores.
La familia atraviesa su propio ciclo vital. Este ciclo anticipa de manera global
los cambios que se van a dar y los movimientos adaptativos eficientes ante
tales cambios. Su ciclo normativo viene marcado desde el nacimiento de los
hijos, atravesando posteriormente la etapa escolar, preadolescencia,
adolescencia y, por último, la independencia y emancipación del hogar.
Establecer una comunicación sana desde los primeros años de vida del niño
resulta decisivo en la formación de su personalidad y en su manera de
relacionarse, posteriormente, con el mundo. Se puede comparar con el
proceso que siguen los actores
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teatrales. Es decir, primero toman contacto con el personaje, se aprenden el
guión con el objetivo final de interiorizar el papel, consiguiéndolo mediante la
repetición en los ensayos. Durante estas representaciones, el director corrige
las imperfecciones y refuerza lo positivo, ayudando a los actores a que "se
metan en la piel del personaje". Una vez conseguido realizan un ensayo
general para poder evaluar cómo encajan todos los factores (escenarios,
vestuario) antes del día del estreno. Cuando la obra consigue ser
representada, el director sale de la escena y se transforma en apuntador,
interviniendo únicamente cuando el actor lo necesite.
El desarrollo del niño sigue una evolución parecida. En este caso, los padres
son los directores de escena, que a través de su apoyo y enseñanzas
transmiten al niño lo que está bien y lo que no, lo que se valora de él, cómo
afrontar los problemas, comunicarse abierta y claramente con los demás o la
expresión de los sentimientos. El niño interioriza gradualmente una manera
de ser y de comunicarse, es decir, se aprende el guión de su vida. Cuando
comienza a poner en práctica lo aprendido, sus padres le corregirán cuando
se equivoque y le felicitarán cuando tenga éxito, aprendiendo implícitamente
los valores importantes en y para su familia. Finalmente, el niño representará
su papel sin la dirección de los padres, pero pudiendo recurrir a ellos cuando
los necesite.
De la misma manera que el niño experimenta cambios evolutivos, la
comunicación establecida con él también se modifica, enriqueciéndose
gradualmente con la adquisición y dominio de las capacidades físicas,
cognitivas, sociales y emocionales. Por tanto, las principales limitaciones se
encuentran en la capacidad de descifrar las señales o mensajes que emiten
los niños y no en su capacidad comunicativa. Es decir, el llanto, la sonrisa o
las rabietas, hablan por sí mismos, pero hay que entenderlos para responder
a sus demandas.
¡Preparados, listos, ya!
La escuela es equiparable al momento en el que un corredor escucha el
disparo de salida, es decir, al igual que el deportista ha estado entrenando
previamente para poder enfrentarse a la carrera, el niño hasta este momento
ha ido adquiriendo determinadas destrezas y habilidades que podrá
desarrollar en grupo y demostrar sus capacidades.
A partir de este momento, comienza su proceso de socialización y de
aprendizaje escolar, lo cual supone un duro entrenamiento y esfuerzo por
parte de todo el sistema familiar para adaptarse a las necesidades del
momento (apoyo escolar y relaciones con los iguales).
Existen otros corredores
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Las primeras relaciones interpersonales a las que se expone el niño suponen
un entrenamiento de las habilidades sociales que ha adquirido y desarrollado.
La calidad de dichas relaciones va a depender de la propia autoestima del
niño, del control y manejo de sus sentimientos y de las estrategias de
negociación que haya ejercitado (y visto ejercitar) en y con su familia.
En este sentido, si el niño recibe mensajes positivos o negativos centrados en
sus comportamientos y que no atenten contra su valor personal desarrollará
una alta autoestima porque percibirá que el amor de sus padres es
incondicional. A su vez, dentro del seno familiar puede expresar cómo se
siente, sin vergüenza ni miedo, porque sus sentimientos son aceptados y
reconocidos por los demás miembros de la familia en un ambiente seguro y
de confianza. Además, si ante los problemas familiares, son capaces de
resolverlos ofreciéndole alternativas de solución e implicándole, será capaz
de trasladar todo lo aprendido a su manera de relacionarse con los demás.
¿Hay que saltar los obstáculos o esquivarlos?
La vida implica conflictos que son inevitables, siendo la manera de abordarlos
en familia donde el niño interiorizará las herramientas de cómo se hace.
Cuando se está corriendo en la carrera de la vida se puede seguir por el
camino recto y marcado o, por el contrario, tomar "atajos". Dependiendo de lo
que se aprenda dentro del seno familiar, un adulto será fiel a sus valores y
principios o decidirá tomar el camino, aparentemente, más fácil.
Por tanto, se trata de que padres e hijos puedan establecer entre ellos un
vínculo, más allá de lo biológico. Dedicar los esfuerzos que conllevan las
discusiones para reforzar la dinámica familiar y no debilitarla en un enredo sin
salida buscando ser el ganador o controlador. Requiere una dedicación
constante poder alcanzar una comunicación efectiva y afectiva, a través de la
cual se transmitan los aprendizajes necesarios para enfrentarse a las
dificultades, permitiendo la propia autonomía y diferenciación de sus
miembros.
Como padres hay que tener paciencia en el arte de educar e ir subiendo los
escalones de la evolución paso a paso, ofreciendo una mano de ayuda
cuando se caiga o cuando retroceda, pero sin subir el peldaño por el niño o
quitarle los obstáculos del camino. Metafóricamente, se puede pensar en las
pautas de crianza que presentan las leonas con sus cachorros, que durante
el primer año de vida son capaces de dar la vida por su prole y dedicar
grandes esfuerzos a enseñarles el arte de cazar. Pero una vez que los
cachorros se convierten en adultos los lazos de dependencia desaparecen,
teniendo que ser ellos mismos los responsables de cazar, demostrando lo
aprendido de su madre. Si se educan personas eficientes podrán
desenvolverse de manera sana con ellos mismos y con los demás.
18
He llegado a la meta: quiero y necesito correr solo sabiendo que
puedo hacerlo
Independizarse forma parte de un desarrollo evolutivo sano y supone subir el
último escalón de la escalera. Pero el hecho de hacerlo no implica que se
esté preparado, es decir, la persona tiene que necesitar y querer comenzar
su andadura por la vida de manera autónoma e independiente confiando en
sus capacidades. Naturalmente se trata de un momento decisivo en la vida
de todo ser humano pero cuando se cuentan con habilidades y el respaldo de
los familiares, resulta una experiencia cargada de gratificaciones.
Los niños de hoy serán los adultos del mañana. A su vez, estos adultos serán
padres y responsables de la educación de la generación siguiente y así
sucesivamente. A nadie se le enseña cómo ser un buen padre o madre pero,
si se toma conciencia de la responsabilidad que supone decidir tener un hijo y
educarlo, se deben emplear todos los medios, de los que hoy SÍ se dispone,
para educarse y conocerse uno mismo y, no intentar hacer lo mejor posible,
sino hacerlo.
Un niño es como un trozo de arcilla que se moldea con increíble facilidad,
siendo sus padres los encargados de dotar a esa base, endeble y frágil de
todas las herramientas necesarias para que, una vez se endurezca, no
presente a lo largo de su vida ninguna grieta indicativa de que algo falló o
simplemente faltó.
De la necesidad del psicólogo
Cuando un deportista no rinde al máximo en las competiciones pueden darse
dos alternativas como solución. Si presenta un problema o lesión física
acudirá al fisioterapeuta, pero ¿qué ocurre si el conflicto se localiza en su
relación con el entrenador?
Dentro de la familia, es probable que cuando uno de los miembros presente
una "enfermedad" física la primera opción sea recurrir a un médico, pero
¿qué ocurre si se mantiene en el tiempo y los tratamientos no son efectivos?
Obviamente, no se está haciendo referencia a las enfermedades típicas de la
infancia, sino a determinadas molestias que pueden estar comunicando otro

mensaje (dolores de cabeza o pesadillas, quizá).​A su vez, generalmente, las

consultas se demandan cuando aparece un exceso en el desarrollo


​ (niño
inquieto o con muchas rabietas) pero no cuando se observa que es
demasiado introvertido o que presenta dificultades de relación; ¿por qué no?
Puesto que, dentro de la familia, cada ser humano va a aprender las
habilidades y estrategias necesarias para enfrentarse a la vida, es
fundamental ser capaz de detectar cuándo la
19
evolución de uno de sus miembros no alcanza un desarrollo eficiente para
poder ayudarle a conquistar su propia independencia y diferenciación.
Cuando la maquinaria comunicacional no funciona adecuadamente se puede
deber a varios factores. Cuando no ha funcionado nunca se tiene que
programar para que comience a funcionar, prestando especial atención a
todas las piezas para arreglar aquellas que no encajan o reforzar las que más
peso tienen que soportar.
Sin embargo, en ocasiones, la maquinaria sí ha funcionado pero en un
momento determinado se ha bloqueado, por lo que hay que identificar qué la
ha parado para que se pueda poner otra vez en marcha.
Por último, esta máquina puede que no se haya bloqueado sino que "chirría"
dependiendo de los años que lleve trabajando y las tareas que tiene que
desempeñar, debiéndola engrasar con aceites nuevos que la permitan
adaptarse a los cambios implícitos que experimenta.
20

1
De la Pareja a la Familia
Introducción
La familia debe entenderse como un sistema en el que cada uno de los
miembros que lo compone influye en el resto, y viceversa. El origen de la
familia se encuentra en la pareja, y una vez que se ha consolidado como tal,
comienza una nueva aventura con la decisión de tener descendencia. A partir
de este momento, el ciclo vital del sistema familiar se va a definir en función
del nacimiento, desarrollo y crecimiento de los hijos.
Pero, ¿qué es una pareja? A modo general, se podría definir como el
conjunto formado por dos personas (diada), más o menos distintas, que
deciden luchar por un proyecto en común. Cada una de estas personas tiene
un pasado, un presente y una expectativa de futuro, que van a forman parte
de la vida en común.
De esta manera, el origen, gestación y mantenimiento o distanciamiento de
una pareja va a estar influenciado por cada uno de los miembros que la
componen y las respectivas expectativas y necesidades que tienen y que
pretenden cubrir dentro y fuera de la relación.
Metafóricamente, puede ilustrarse como si dos personas llevaran consigo
todas sus pertenencias en una maleta, las cuales, hasta ese momento,
habían estado en un armario. La nueva situación requiere que el contenido de
las dos maletas encaje dentro de un solo armario, lo cual implica la
negociación entre los propietarios. De este modo, las cosas obtendrán su
lugar en función de la prioridad e importancia que ambos les otorguen,
pudiendo alcanzar un orden establecido. Es decir, los armarios están
divididos en estantes y, en función del lugar en el que se coloquen las cosas,
la accesibilidad a ellas será diferente. En aquellos estantes de fácil acceso,
se colocarán las cosas importantes y que se necesitan "tener a mano",
dejando las partes superiores del armario libres para todo aquello que, como
pareja, puedan incorporar a sus vidas.
¿Cómo se constituye una pareja?
21
Así como la formación del sistema familiar conlleva una serie de etapas, la
formación de la pareja también, la cual va a seguir su propio ciclo evolutivo
hasta llegar a consolidarse. Las fases que va a atravesar son las siguientes:
enamoramiento, formalización y compromiso.
Cuando dos personas se conocen y comienzan a intimar, inician su proceso
en la denominada ​etapa romántica (enamoramiento) q ​ ue puede ser calificada
como "maravillosa", "excitante" o "una locura". Para una relación es un
momento muy importante debido a que es el punto de partida en el que van a
empezar a crear un futuro juntos. No obstante, es necesario puntualizar que
el amor romántico, prácticamente, no puede explicarse con palabras sino que
sólo se puede experimentar. Además, las dos personas que se encuentran
inmersas en esta etapa, nada pueden predecir y ningún obstáculo les resulta
demasiado grande, contemplando siempre posibilidades. De esta manera,
cada uno de ellos piensa que su experiencia con el otro es única.
Cuando las personas se enamoran, tienen la sensación de que por fin han
encontrado a alguien que se ha dado cuenta de que existen, que se preocupa
por ellos y que está interesado en todo lo que les puede afectar, simplemente
porque son ellos mismos. Este tipo de amor puede estar fomentado por la
atracción física, inquietudes intelectuales similares, aficiones, e incluso por
crisis personales.
Con el paso del tiempo, se desemboca en el campo de la sexualidad,
experimentando la unión sexual como una expresión definitiva de unión. No
obstante, puesto que cada pareja es única, el momento en el que decidan
mantener relaciones sexuales forma parte de su propio ciclo. De este modo,
el sexo puede significar el origen, un paso intermedio o la culminación en una
relación.
Para que el amor pueda evolucionar hacia etapas posteriores, uno mismo
debe correr el riesgo de abrirse a la otra persona, y estar dispuesto a perder
parte de la propia independencia para aportar más de uno mismo al nuevo
vínculo que se establece. A su vez, la sensación que predispone para
atravesar las siguiente etapas es el deseo de permanecer juntos y que su
proyecto en común se dilate en el tiempo para siempre. Si durante el
enamoramiento, las dos personas establecen entre ellas una fuerte
vinculación, tendrán más posibilidades de poder superar las pruebas y
obstáculos que forman parte de cualquier relación duradera.
Cuando los miembros de la pareja se preguntan "¿por qué estamos juntos?"
y son capaces de responder, están dando el primer paso hacia el
compromiso ​(etapa de formalización).​ Es el momento en el que se muestran
socialmente como pareja, presentándose mutuamente a las respectivas
familias y grupos de amistades.
Tradicionalmente, la ​etapa de compromiso e ​ ra sinónimo de matrimonio pero,
obviamente, a día de hoy, no puede ni debe equipararse exclusivamente al
matrimonio, puesto que existen diferentes formas de establecer un
compromiso con otra persona. Son
22
muchas las parejas que están comprometidas con su relación sin estar
casadas.
¿Qué se espera al formar una pareja?
Para poder llegar a la fase de compromiso y consolidar la relación, es
necesario que los miembros que la constituyen hayan trabajado sobre las
expectativas que pretenden alcanzar juntos. Las expectativas abarcan tres
puntos fundamentales: el vínculo amoroso, el lugar que va a ocupar cada uno
de ellos en la toma de decisiones (jerarquía) y los proyectos básicos.
¿Qué ​une ​a ​una pareja? El vínculo amoroso
El ​vínculo amoroso t​ iene su origen en la fase del enamoramiento, pero es
preciso puntualizar los aspectos que determinan su creación, es decir, ¿qué
necesita cada miembro de la pareja para sentirse querido? Esta es el área
básica en la que tienen que llegar a acuerdos, ocupando un lugar muy
importante la influencia que pueden tener en su relación, por un lado, las
familias de origen de cada uno de ellos y, por otro lado, las "secuelas"
provocadas por parejas anteriores.
Cuadro 1.1. Expectativas de pareja
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En las ​familias de origen r​ espectivas, cada persona aprende a dar y recibir
amor, e incorpora el modo de vincularse de manera afectiva y sentimental
con los demás. Es decir, las experiencias vividas en la familia les han servido
de modelo, pero tienen que reflexionar en qué sentido han interiorizado este
aprendizaje para su vida futura y, en concreto, en su manera de relacionarse.
Se pueden situar en dos extremos: por un lado, aceptar y adaptar este
modelado o, por el contrario, rechazarlo tajantemente. Obviamente, ésta es
una elección personal pero es una decisión de la cual se debe ser consciente.
En relación a la influencia de las ​parejas anteriores​, por todos es conocido
que determinadas relaciones sentimentales pueden dejar heridas tan fuertes
que nunca lleguen a cicatrizar, proyectándose todos esos sentimientos
(miedo, frustración o desconfianza) al
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nuevo vínculo amoroso. No hay que olvidar que cada una de las personas
tiene un pasado repleto de relaciones personales y que, como seres
humanos, se tiende a repetir ciertos patrones. Es decir, las personas actúan
de manera parecida (incluso igual) en cada nueva relación que inician,
observándose una constante en la forma de actuar, constante que, en
muchas ocasiones, supone errar de manera continuada.
Además de estas influencias, el vínculo amoroso va más allá, cubriendo otros
dos aspectos fundamentales de la vida en común: las necesidades de cada
uno y la vinculación, propiamente dicha.
En relación a las ​necesidades s​ e diferencian dos polos: desde la fusión
(necesidad de compartir todo con el otro) hasta la diferenciación (necesidad
de respetar cierta independencia). En este sentido, el tipo de necesidades
que requieren ser satisfechas sigue un ciclo evolutivo parecido al de un niño,
el cual al principio de su vida necesita compartir, que le valoren y le
reconozcan pero, poco a poco, va necesitando diferenciarse y separarse de
los padres. En el caso de la pareja, su inicio vendría caracterizado por la
fusión (compartir, reconocer, valorar) demandando, en un momento
determinado, cierta diferenciación (respeto ante la independencia). No
obstante, el modo de relacionarse tiende a ir moviéndose entre los dos
extremos, según sus necesidades, pero es vital que cada uno de ellos valore
si dichas necesidades son las mismas o diferentes a las del otro.
La vinculación o la unión entre ambos miembros abarcaría dos áreas: por un
​ ue se van a manejar en la relación de pareja y con el mundo
lado, los ​límites q
que les rodea y, por otro, si la ​vinculación ​va a ser total o parcial.
Los ​límites o fronteras ​están constituidos por las reglas que definen quiénes
participan en una determinada relación, y de qué manera. Su función es la de
proteger la diferenciación del sistema marcando el grado de cercanía o
distanciamiento entre los propios miembros de la pareja y con el resto del
mundo. Por tanto, es necesario que se negocie de manera clara el tipo de
límites que van a establecer tanto dentro como fuera de la relación: ¿rígidos o
flexibles? Por ejemplo, cuando los límites de una pareja respecto a sus
familias de origen no están claramente delimitados, es decir, son difusos,
tiene como resultado una falta de autonomía, debido a que no está claro
dónde empieza y termina la pareja en relación a sus familias.
Del mismo modo, la ​vinculación ​que se establezca puede oscilar entre la
parcialidad (los dos miembros de la pareja prefieren que, en ciertas parcelas
de su vida, no esté involucrado el otro) o totalidad (cada uno de los miembros
de la pareja estará involucrado, al cien por cien, en todo lo referente al otro).
En el caso de Sandra y Luis, que habían alcanzado un gran éxito
profesional siendo ambos muy reservados en esta área de su vida,
cuando tenían
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compromisos laborales, preferían abordarlos en solitario, pudiendo
desenvolverse de una manera más satisfactoria. Esta pareja tiene una
vinculación parcial, quedando el espacio profesional como una zona
independiente. Sin embargo, Carla y Andrés prefieren compartir todos
sus gustos juntos debido a esta decisión, cada uno de ellos le está
enseñando al otro sus mayores aficiones, por lo que Carla ha
comenzado a aprender a montar a caballo y Andrés a patinar sobre
hielo.
Es lógico pensar que no se puede clasificar la elección de pareja como buena
o mala, sino que dependerá de la negociación que los miembros que la van a
constituir hayan establecido y decidido. A veces resulta inevitable emitir
juicios de valor sobre las parejas que uno conoce, por ejemplo: "no entiendo
cómo están juntos si cada uno hace su vida", "en lugar de novios parecen
siameses, lo tienen que hacer todo juntos", pero no importa lo que uno opine
como observador, sino que la propia pareja, como un frente común, haya
elegido esa forma de relacionarse y permanecer unida.
No obstante, no se actúa de la misma manera en todos los momentos de la
vida y ante diferentes asuntos, puesto que una pareja puede presentar unos
límites flexibles en la relación con sus familias de origen y, sin embargo, unos
límites rígidos para relacionarse con el sexo opuesto.
¿Quién toma las decisiones?
El segundo aspecto que compone las expectativas de la pareja hace
referencia a la ​jerarquía.​ Implícitamente, la jerarquía implica una graduación
de categorías, por lo que este aspecto indica quién de los dos miembros se
sitúa en una posición inferior o superior respecto al otro.
En la elección de pareja, el hecho de que una persona busque a otra
parecida (simétrica) o diferente (complementaria) a ella misma, gira en torno
a las necesidades que se quieran cubrir dentro de la relación. Sin embargo,
una vez que se ha establecido un determinado orden (jerarquía), el manejo
de poder y la toma de decisiones son las dos cuestiones fundamentales.
¿Qué significa ser simétrico o complementario? ​La manera en la que un
individuo se relaciona con los demás es el resultado de un conjunto de
influencias y de experiencias a lo largo de su vida. Por tanto, cuando se inicia
una nueva relación sentimental, cada persona se sitúa respecto al otro en un
sentido igualitario o complementario.
A modo de ejemplo, se pueden diferenciar parejas en las que cada uno de
ellos se caracteriza por un atributo y que, a su vez, le diferencia del otro:
introvertido-
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extrovertido, dependiente-independiente, sumiso-dominante, definiéndose los
protagonistas de este tipo de relación como el día y la noche (parejas
complementarias). Sin embargo, las personas que inician una relación
pueden establecer semejanzas respecto a una cualidad o una forma de ser,
llegando a parecer dos gotas de agua (parejas simétricas).
No obstante, dentro de la relación de pareja, pueden oscilar las posiciones
simétricas o complementarias, dependiendo del aspecto que se esté
negociando. El manejo de poder y la toma de decisiones son las dos áreas
que provocan mayor conflictividad en función de las posiciones que cada uno
de ellos adopte y cómo sean aceptadas: ¿quién decide el lugar de
vacaciones?, ¿quién decidió, el ultimo año, con qué familia se cenaba en
Nochebuena?, ¿quién tomó la decisión de cambiar de coche?
Víctor y Raquel formaban una pareja complementaria en sus
ocupaciones diarias: mientras que Raquel se encargaba de todo lo
relacionado con el hogar, Víctor ganaba el dinero con su trabajo fuera
de casa. Sin embargo, se mostraban iguales (simétricos) cuando
tomaban alguna decisión en la educación de sus hijos como, por
ejemplo, la hora de llegada a casa o la paga semanal asignada.
Cuando "tú y yo" se convierte en "nosotros": ¿Qué proyectos de
futuro se plantean?
Los ​proyectos básicos ​surgen tras la confirmación del vínculo amoroso y el
compromiso. Consisten en establecer acuerdos claros y compartidos acerca
de la finalidad y el contenido de los planes en común, los cuales pueden
abarcar desde el lugar de residencia hasta la decisión de tener hijos.
Este es un aspecto al que, aparentemente, no se le da importancia, pero
cuando una pareja se enfrenta a un conflicto, en ocasiones, se preguntan
¿cómo no se había hablado antes sobre este tema?
Andrea y Nacho se casaron a los seis meses de conocerse. Nacho
estaba convencido de que su mujer no seguiría trabajando, puesto que
con su salario podían hacer frente a todos los gastos e incluso
permitirse "caprichos". Cuando regresaron de la luna de miel, ambos se
quedaron asombrados de la disparidad de ideas que se habían creado,
en torno al desarrollo profesional de Andrea. Ella nunca se había
planteado abandonar su trabajo.
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Si la pareja es como un pastel... ¿cuáles son los ingredientes del
amor?
Pensando que el amor es algo tan delicado como un jardín, quizás resulte
más sencillo comprender todos los cuidados que necesita. Para que un jardín
sea hermoso en su totalidad tiene que recibir atenciones constantes. Es cierto
que puede haber zonas de ese jardín más bonitas (aspectos en los que se
alcanza un mayor acuerdo y compromiso) y otras más estropeadas (puntos
de desacuerdo). Si uno se detiene en estas últimas zonas, debe pararse a
observarlas e invertir sus esfuerzos para recuperarlas porque probablemente
sean las más delicadas y las que necesiten cambios. A su vez, hay que tener
en cuenta que el jardín se encuentra al aire libre, por lo que le pueden afectar
heladas, calor o cualquier tipo de plagas, por lo que si se quiere disfrutar de
un nuevo jardín sano, se debe abonar prestando especial atención a todos
los rincones.
Una vez definidas las etapas que atraviesa la formación y estabilización de
una relación de pareja y sus consecuentes expectativas, es más fácil
identificar en cada momento la intensidad que tienen los ingredientes del
amor: intimidad, pasión y compromiso.
Al hablar de ​intimidad s​ e hace referencia a aquellos sentimientos que
promueven el acercamiento, la conexión y el vínculo. La intimidad tiende a
crecer con el paso del tiempo y con la convivencia, debido a la cantidad de
experiencias que se comparten y al intercambio de sentimientos y opiniones.
Una relación íntima implica una comunicación sincera (no superficial), lo cual
requiere confiar en el otro, mostrando tanto las virtudes, aspiraciones o
proyectos como los defectos, debilidades o miedos. La pareja que mantiene
una relación íntima se caracteriza por el sentimiento de felicidad que les une
y por el deseo de potenciar el bienestar del otro. A su vez, se sienten
apoyados, valorados, entendidos y respetados.
De otra parte, la ​pasión ​incluye toda la expresión y satisfacción de deseos y
necesidades, las cuales van a variar según las personas, las situaciones y los
tipos de relaciones amorosas. La pasión tiende a interactuar con la intimidad,
retroalimentándose entre sí: por ejemplo, en un primer momento, la pasión
puede ser el elemento que ha acercado a dos personas, siendo la intimidad la
que ayuda a mantener la proximidad dentro de la relación o, por el contrario,
en otros casos, la pasión se desarrolla una vez que se ha alcanzado la
intimidad.
Cuadro 1.2. Factores que componen la intimidad con la pareja
• Desearse bienestar y felicidad el uno al otro.
• Mostrarse respeto mutuo.
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• Sentirse apoyado incondicionalmente en los momentos de necesidad.
• Que exista un entendimiento mutuo.
• Entrega personal y material.
• Darse y recibir apoyo emocional.
• Establecer una comunicación íntima.
• Valorar y sentirse valorado por la pareja.
Los dos componentes de la pasión (erótica y romántica) presentan una
evolución temporal diferente: la romántica tiende a mostrar un crecimiento
más prolongado que la erótica, la cual alcanza pronto su nivel máximo y
comienza a descender, mientras que la disminución de la primera es más
lenta que la segunda.
En lo que se refiere al ​compromiso​, el primer nivel sería la decisión de amar a
la otra persona y, posteriormente, mantener ese amor. Es probable que toda
relación amorosa atraviese momentos difíciles que incluso hagan peligrar el
mantenimiento de su relación, pues bien, lo que mantiene una relación es
este ingrediente del amor, el compromiso. Este componente es una clave
fundamental para atravesar esos períodos difíciles y poder avanzar a otros
mejores.
Cuadro 1.3. Componentes de la pasión
Dependiendo de la etapa en la que se encuentre una relación, estos tres
componentes del amor van a ir cambiando. Así como la intimidad y el
compromiso tienden a ser relativamente estables, la pasión tiende a ser
inestable y fluctuar de manera
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imprevisible. Al principio, la pasión y la intimidad son los auténticos
protagonistas de la relación pero, con el paso del tiempo, la pasión adquiere
un papel secundario ganando el compromiso una mayor intensidad.
Cuadro 1.4. Clasificación de los tipos de amor en función de los ingredientes mezclados
Generalmente, este curso o evolución de los ingredientes del amor sería el
prototipo de una relación amorosa pero, dependiendo de la presencia o
ausencia de estos componentes, se puede establecer una clasificación de los
tipos de amor. Si se compara la pareja con un gran pastel, en función de la
cantidad y tipo de ingredientes que se empleen en su elaboración se
obtendrán diferentes resultados. Los ingredientes son tres: intimidad, pasión y
compromiso, pero la mezcla que se haga dependerá del apetito y
preferencias culinarias de los comensales.
Cuando se deja de ser dos: el nacimiento de los hijos
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Pedro y Fátima son un joven matrimonio que acaban de tener su primer
hijo. Ambos lo han recibido con mucha ilusión considerando este
nacimiento como la culminación de su amor. De un tiempo a esta parte,
Fátima siente que Pedro se está distanciando y que cada vez hacen
menos cosas juntos. Por su parte, Pedro siente que para Fátima sólo
existe el bebé y nota que se está alejando. A su vez, ambos están
físicamente agotados con los cuidados del recién nacido por lo que es
muy frecuente que ambas familias extensas acudan a su casa para
ayudarles, lo que les resta mucha intimidad.
Puesto que la familia se entiende como un sistema, en el cual todos los
miembros influyen y son influidos por los demás, se distinguen diferentes
subsistemas, según las funciones y roles que cada uno de ellos cumple
dentro de la familia.
Hasta este momento, el sistema estaba formado por dos personas, la pareja,
denominada subsistema conyugal. Con el nacimiento de un hijo, este sistema
alcanza una nueva identidad, la de padres, denominado subsistema parental.
Se puntualiza que se trata de una nueva identidad debido a que ésta no
sustituye ni elimina la anterior. Es decir, se está hablando de dos subsistemas
diferentes: el de pareja (conyugal) y el de padres (parental).
Este es uno de los cambios más importantes que se experimentan y al que es
necesario adaptarse de manera efectiva. Es necesario resaltar que por ser
padres no se deja de ser pareja y, por desgracia, en muchas ocasiones esto
se olvida o se confunde.
El nacimiento de un hijo, independientemente de si es el primero, es vivido
por los padres con grandes expectativas mutuas pero también puede
convertirse en un período de tiempo estresante. Esto va a depender del tipo
de relación que se haya establecido, en el sentido de que, hasta ahora, la
pareja ha aprendido a cuidarse y a resolver conflictos pero con la llegada de
un hijo, la díada se convierte automáticamente en una tríada o triángulo,
produciéndose cambios en su manera de relacionarse a los que se tienen
que adaptar.
Así como de la pareja se contabiliza que 1+1=3, del sistema familiar se
estima que la suma de las partes es superior al todo. A partir de este
momento, el ciclo evolutivo del sistema familiar (ya han dejado de ser una
diada) va a girar en torno a los hijos: desde su nacimiento, primeros años de
vida hasta llegar a la adolescencia y, posteriormente, su marcha del hogar
(etapa que cada vez se retrasa más en alcanzar debido a la tardanza de los
hijos en abandonar la vivienda familiar).
Cuadro 1.5. Subsistemas conyugal y parental dentro del sistema familiar
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Este es el ciclo vital normalizado del sistema familiar pero, no hay que olvidar
que, cuando una familia se enfrenta a algún acontecimiento estresante, el
ciclo se ve alterado como sucede ante separaciones o divorcios, muerte de
algún miembro o enfermedades crónicas dentro del seno familiar. No
obstante, tampoco es necesario sufrir uno de estos acontecimientos
dramáticos para que el sistema familiar se vea alterado, debido a que, por
ejemplo, la marcha anticipada de un hijo a estudiar al extranjero, la jubilación
de los padres, e incluso, la llegada de los nietos, son circunstancias que
implican una nueva adaptación por parte del sistema familiar.
Preguntas y respuestas
Ángel y Patricia han recibido estilos educativos muy diferentes. Ángel
estudió la carrera universitaria en el extranjero y a su vuelta comenzó a
trabajar y se independizó. Patricia define a su familia como muy
conservadora y tradicional. Llevan casados dos años y su principal foco
de conflicto son las actividades que cada uno de ellos realiza sin el otro,
siendo Patricia la que demanda mayor igualdad en todo lo que hacen.
En esta pareja hay dos factores que están influyendo en su dinámica
interaccional: por un lado, la influencia de sus respectivas familias de origen,
las cuales les han transmitido una
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forma de relacionarse diferente y, por otro, el tipo de vinculación que cada
uno de ellos ha buscado satisfacer dentro y fuera de la relación.
Debido a que Ángel abandonó su hogar muy joven está acostumbrado a
establecer un tipo de relaciones más liberales e independientes que Patricia,
la cual ha visto en el modelo de sus padres un matrimonio aparentemente
unido y comprometido el uno con el otro. En la historia de aprendizaje de
Patricia, la estabilidad de pareja está muy relacionada con todo lo que
realizan juntos, por lo que verse apartada de ciertas áreas de la vida de Ángel
le provoca inseguridad en su matrimonio. Sin embargo, para Ángel esto es
algo normal y no entiende el grado de dependencia de su mujer.
La manera de vincularse de cada uno es diferente a la del otro. Mientras
Patricia busca satisfacer una vinculación total, Ángel ha escogido una
vinculación parcial.
Sería sensato analizar su vínculo amoroso deteniéndose en el tipo de
vinculación que desea cada uno de ellos y poder alcanzar un acuerdo
conjunto para superar este tipo de conflicto. La esencia es llegar a establecer
un pacto que les permita, a los dos, desarrollarse y satisfacer sus
necesidades dentro y fuera de la pareja.
•••••
Gustavo y Clara llevan cuatro años casados y ambos consideran que
están atravesando una crisis matrimonial. Gustavo quiere tener por
encima de todo un hijo y Clara cree que aún no es el momento porque
se está desarrollando profesionalmente. Cada uno de ellos piensa que el
otro es un egoísta y se han dado cuenta de que en ningún momento de
su relación de pareja hablaron de este tema. Ambos se quejan de la falta
de intimidad que tienen.
Aunque a primera vista pueda resultar muy extraño que dos personas que
han iniciado un proyecto de vida en común no se hayan detenido a negociar
un tema tan importante como es la decisión de tener hijos, realmente ocurre
en muchas ocasiones. Este tipo de conflicto se encuadraría en los proyectos
básicos que se plantea (o se debería plantear) toda pareja cuando tratan de
establecer las expectativas que tienen cada uno de ellos en su proyecto de
vida.
Puesto que las personas establecen sus proyectos comunes una vez que el
compromiso se ha consolidado, es necesario dar marcha atrás e identificar el
origen del desacuerdo. En este sentido, ambos tienen que ser capaces de
detener el conflicto e intentar posicionarse en el lugar del otro, siendo el
objetivo el llegar a un acuerdo sobre un tema que ya se debía haber
negociado. Cuando puedan hablar de sus sentimientos y de los de su pareja
profundamente podrán alcanzar un acuerdo.
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La intimidad se refiere a aquellos sentimientos dentro de una relación que
promueven el acercamiento, el vínculo y la conexión entre dos personas, por
lo que un aspecto fundamental para promoverla es que sean capaces de
mantener una comunicación íntima, lo cual implica ir más allá de "¿qué tal te
ha ido el día?". Es decir, se trata de profundizar en los sentimientos de la otra
persona, expresando a la vez los de uno mismo. Lógicamente, si uno quiere
saber cómo es el otro debe mostrarle cómo es él mismo.
Clara pidió tiempo a Gustavo para tener su primer hijo, expresándole que
para ella también era un paso fundamental y que lo deseaba con la misma
intensidad que él. Una vez que Gustavo fue consciente de que para su mujer
tener un hijo era muy importante pero que pensaba que era más oportuno
decidirlo cuando tuvieran una situación económica más estable, se tranquilizó
y dejo de ser un problema entre ellos. Gustavo reconoció que no se había
detenido nunca a escuchar las verdaderas razones que tenía su mujer,
porque creía que realmente no quería tener hijos con él. Este desacuerdo les
ayudó a conocer profundamente al otro en muchos más aspectos personales,
potenciando su intimidad.
•••••
Carolina y Javier han tenido, cada uno de ellos, una vida sentimental
anterior distinta. Mientras que para Carolina Javier es su segundo novio,
Javier tiene un largo historial de fracasos amorosos. El motivo de tantas
relaciones frustradas es lo mucho que sufrió tras la separación de su
primera novia, que le dejó por otro hombre. Debido a esto, Javier que
siempre ha reconocido en Carolina todo lo que buscaba en una mujer ha
adoptado una posición sobreprotectora con ella, situación que Carolina
ya no aguanta más.
Cuando se inicia una relación de pareja, cada uno de sus miembros ha vivido
unas experiencias sentimentales diferentes que van a influir en el nuevo
vínculo que se establece. En este sentido, es normal que aquello que produjo
dolor o que, simplemente, no funcionó con otras personas, se refleje en la
nueva relación.
Es necesario que ambos analicen la posición que cada uno de ellos ha
asumido en sus relaciones pasadas y en la actual. Por un lado, Javier tiene
que aprender a relacionarse con Carolina sin trasladar sus miedos vividos al
presente. Se trata de un nuevo aprendizaje y, puesto que cada persona es
diferente, las relaciones también lo son. A su vez, Carolina tiene que invertir
en su relación comprensión hacia su pareja. Solamente podrán alcanzar
acuerdos si los dos trabajan juntos.
Javier tiene que identificar sus miedos y delimitar qué comportamientos de
Carolina
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le producen inseguridad. Una vez que hayan establecido esta delimitación,
tendrán que llegar a un acuerdo sobre lo que cada uno está dispuesto a
modificar.
•••••
Alberto y Beatriz se han dado cuenta de que cada día sus peleas son
peores. Los dos coinciden en señalar que, poco a poco, se van
poniendo nerviosos y que sacan todos los temas pasados que se
supone ya habían solucionado. Ambos lo definen como si fuera una
guerra en la que sólo puede haber un vencedor y acuden a terapia
porque no saben si continuar juntos o divorciarse.
Este sería un clásico ejemplo de una pareja simétrica: si tú gritas, yo grito
más o si tú me ofendes, mi ofensa hacia ti será peor.
Ante todo hay que establecer que la decisión de permanecer juntos o
separarse la tienen que tomar ellos, siendo la función del terapeuta la de
ayudarles en esto. Una vez que este aspecto queda aclarado, el objetivo se
centraría en que ambos sean capaces de establecer un nuevo contrato sobre
las normas de convivencia, alcanzando acuerdos.
Cuando una pareja se encuentre ante este tipo de interrogante (separarse o
continuar juntos), puede desarrollar los siguientes pasos para tomar una
decisión: señalar qué cosas pide cada uno al otro de una manera clara y
precisa, concretando, qué tienen que cambiar para continuar; determinar
cada uno de ellos qué aspectos no son negociables para un posible cambio,
aunque el otro los solicite; y valorar si lo que están haciendo, en la actualidad,
les está uniendo o separando.
Una vez analizadas tanto las demandas de cambio, por parte de cada uno,
como la disponibilidad que tengan para hacerlo, comenzarían con la
modificación de aquellos puntos en los que se hubiera obtenido acuerdo entre
ambos. Se les advertiría que si dichas taras no se cumplen, podría estar
indicando que las dudas sobre su separación son más fuertes que el deseo
de permanecer juntos.
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El niño de O a 12 meses
"Los niños necesitan una infancia feliz, no realista" (Deborah Calvo)
Introducción
Cuando el niño nace está preparado para comunicarse con las personas que
le rodean pero de una manera peculiar porque una de sus limitaciones radica
en no poder establecer una interacción verbal. No obstante, posee otras
muchas estrategias para atraer la atención de los demás y expresar sus
necesidades, las cuales requieren ser no sólo atendidas sino comprendidas
para poder identificarlas y cubrirlas.
Durante el primer año de vida, los cambios evolutivos que experimenta el
niño van a ir determinando el tipo de comunicación que se puede establecer
con él. Por tanto, conocer y entender esta información ayuda a respetar su
propio ritmo, sin anticipar ni retrasar el proceso.
Durante el primer mes, el bebé percibe el sonido con claridad pero sólo
puede enfocar a una escasa distancia de sus ojos, siendo necesario un
contacto cercano y proximidad física para que pueda ver a las personas. El
gusto y el olfato son dos sentidos que están muy relacionados entre sí y bien
desarrollados al nacer. La piel es el órgano de los sentidos más grande de
todo el cuerpo por lo que a través de las caricias y la manera de cogerle se le
transmite amor y seguridad.
A los dos meses le atraen los colores vivos y los objetos que se mueven.
Comienza a responder con ruidos a las palabras, canciones o juegos. Al
tercer mes, no se conforma sólo con mirar sino que quiere alcanzar y tocar
los objetos porque descubre que puede producir un efecto en las cosas: las
mueve, las hace sonar, las tira o las cambia de lugar. A los cuatro meses, el
desarrollo de sus sentidos y el mayor control sobre sus movimientos permiten
al niño una mayor acción en sus posibilidades de relacionarse. Necesita
atención todo el tiempo porque su capacidad de investigar se ha comenzado
a desarrollar.
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Posturalmente, a partir de los cinco meses comienza a aprender a sentarse
aunque pasarán unos cuantos meses hasta que logre sostenerse solo. Sus
manos se vuelven más útiles pudiendo soltar los objetos y, por tanto, puede
cambiárselos de mano. Además de tocar, le gusta meterse las cosas en la
boca porque es otra manera de conocer los objetos.
A partir del séptimo mes, comienzan a gustarle los juegos de imitación: repetir
acciones, gestos y sonidos. Aprende que un objeto no deja de existir por
estar escondido o porque no lo pueda ver en ese momento. Su memoria se
está ejercitando.
A los ocho meses, se sienta con más seguridad y empieza a gatear y
levantarse levemente. Separa los dedos pulgar e índice, usándolos como una
pinza para coger los objetos (signo de madurez). Utiliza los dedos para
investigar.
Al noveno mes, prefiere permanecer en el suelo para poder empezar a
levantarse sujetándose a cualquier soporte, estar de pie es lo que más le
interesa, empezando a caminar a los doce meses aproximadamente. Se
convierte en un explorador y su curiosidad le lleva a tocar todo lo que
encuentra, a investigarlo y probarlo.
Conocer de una manera exhaustiva estos cambios evolutivos permitirá
entender los mecanismos con los que el niño cuenta para comunicarse y
cómo pueden vincularse los padres con él en la realización de las actividades
cotidianas, entre otras, la alimentación, la hora del baño o la hora de
acostarle. Sin olvidar lo importante que es saber manejar las primeras
separaciones entre los padres y los niños, para que se vivan con seguridad y
confianza, y no con miedo o intranquilidad.
La comunicación que los padres establezcan con el niño será la base
para el desarrollo de sus habilidades o destrezas (conjuntivas,
emocionales y físicas). A su vez, la seguridad con la que el niño afronte
las experiencias de su vida, a corto y largo plazo, va a depender del tipo
de apego que hayan establecido con él.
¿Cómo se comunica el recién nacido con las personas que lo
rodean?
Marcos tiene 5 meses y en su familia le llaman cariñosamente "el llorón"
debido a la frecuencia con la que llora. Sus padres no saben cómo
reaccionar porque cuando lo comentan con otras personas reciben
mensajes distintos: unos les aconsejan que le dejen llorar para que se
acostumbre pero, otras personas, les dicen que tengan paciencia y que
le atiendan porque si llora es que algo le ocurre.
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Voz de los padres
En esta etapa del desarrollo, es muy frecuente que los padres se sientan
desconcertados ante el comportamiento del recién nacido y sobre su manera
de atenderle. Además, señalan el cambio tan importante que se ha dado en
sus vidas y los altos niveles de preocupación, unido todo ello al cansancio
físico y las malas noches. Los padres, ante todo, buscan el bienestar de su
hijo en todas las áreas pero temen no hacerlo correctamente.
Para los miembros del sistema familiar todo es nuevo y es necesario un
proceso de adaptación a los cambios que van a experimentar como familia.
Como todo proceso, implica tiempo y un aprendizaje gradual entre padres e
hijos. No obstante, el desconcierto de los padres es un aspecto normativo y
general. Realmente, educar es un camino que se va haciendo al andar.
Voz de los niños
Si se tienen en cuenta las limitaciones de comunicación que, aparentemente,
tienen los bebés, las alternativas que tienen para hacerse entender son
escasas. De ahí que el llanto sea para ellos uno de los mejores instrumentos
de comunicación porque se sienten atendidos cuando lo hacen. Para ellos
todo lo que les rodea es una novedad y necesitan ir adaptándose
paulatinamente, incluidas las personas.
Pautas de actuación
Al nacer, el bebé ya tiene un temperamento y unas capacidades personales
que se manifiestan de acuerdo a las experiencias a las que se va
enfrentando. Todos los niños van a atravesar las mismas etapas en el
aprendizaje, pero cada uno de ellos requiere un tiempo distinto, siguiendo su
propio ritmo en el proceso evolutivo.
Los padres no pueden hacer avanzar al recién nacido en su proceso de
aprendizaje si todavía no está preparado, pero sí pueden ayudarle a
aprovechar cada momento, sensación, actividad o experiencia de su
desarrollo.
Es importante que los padres comprendan y respeten las cualidades propias
del niño, las cuales son únicas y diferentes a todas las de los demás. En este
sentido, comparar al recién nacido con otros bebés o preocuparse porque es
diferente a los demás no es una actividad útil, ni para los padres ni para los
niños. Sin embargo, el hecho de que los
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adultos conozcan a qué edad los niños logran cierto control de su cuerpo y
cuándo son capaces de dominar un aprendizaje, sí es una tarea importante

para poder adaptarse a su ritmo.​Tener este tipo de información puede ayudar

a los padres a apoyar al niño en cada paso


​ de su crecimiento sin protegerle ni
exigirle demasiado, puesto que de antemano conocen lo que pueden esperar
en cada etapa del desarrollo. A su vez, mediante la observación y
conocimiento de las habilidades del niño pueden reconocer si la evolución es
natural o, por el contrario, si existen diferencias con el desarrollo de la
mayoría de los niños a una determinada edad. En este caso la comparación
no es gratuita, debido a que es una comparación evolutiva, en el sentido de
que el niño pueda ir adelantado o retrasado en ciertas habilidades,
pudiéndole ofrecer la ayuda adecuada en cada caso.
Cada niño es único pero es necesario conocer el desarrollo evolutivo de
su crecimiento. Este conocimiento ayuda a los padres a comunicarse de
manera efectiva con él, sin protegerle ni exigirle más de lo necesario.
Cuando los padres conocen los pasos evolutivos que va a ir dando el niño,
son capaces de comprenderle y comunicarse con él de una manera óptima.
Por ejemplo, en los primeros meses, el niño atiende de manera clara y
concisa a las voces humanas, siendo capaz de identificar la voz de sus
padres y distinguirla de las voces de los demás. Es cierto que no entiende lo
que se le está diciendo (nivel verbal) pero se muestra atento porque percibe
que los padres se están dirigiendo a él (nivel no verbal). Además, debido a
que su campo de visión es limitado (el enfoque ocular que es ​capaz ​de
establecer no supera los veinte centímetros de distancia), es importante que
le cojan en brazos para relacionarse con él, facilitándole la habilidad de verles
y de que les huela (sentido que desde los primeros días está desarrollado).
Este tipo de información orienta sobre las necesidades del niño y cómo se
debe actuar. Es importante que los padres estén preparados en el momento
en que el niño alcanza cierta movilidad y, por tanto, cierta independencia,
porque como padres pueden potenciar su curiosidad y capacidad exploratoria
o, por el contrario, limitarla y transmitirle un sinfín de miedos. Obviamente,
cuando comienza a emplear sus dedos como instrumento de exploración, al
igual que la boca, los padres deben ser tajantes y disciplinados con los
verdaderos peligros, por ejemplo, enchufes o cuchillos. Sin embargo, cuando
comienza a dar sus primeros pasos se va a caer al suelo infinidad de veces
pero no por ello se le va a dejar sentado imposibilitándole que lo intente, es
necesario que se caiga una y otra vez. Con la exploración, el niño va a ir
desarrollando sus capacidades intelectivas.
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Mecanismos de comunicación del recién nacido
La ​sonrisa y​ el ​llanto s​ on dos de los recursos de comunicación más
poderosos de un bebé. Desde los primeros días, el recién nacido se relaciona
con las personas que le rodean sonriendo. La sonrisa tiene una doble
función: por un lado, el bebé aprende que a través de ella obtiene una
respuesta de su medio segura y agradable y, por otro, los padres sienten que
están creando un vínculo personal con el niño.
El llanto es una estrategia que emplea el bebé para comunicar cosas. Al no
saber ni poder hablar, el niño llora para expresar cómo se siente o qué
necesita. Por ello, no es una razón para que los padres se preocupen sino
para que intenten saber qué está intentando comunicar. Existen diferentes
tipos de llanto, dependiendo del mensaje que quiera transmitir, ya sea
hambre, dolor o aburrimiento y, muy pronto, los padres o cuidadores
aprenderán a distinguirlos para poder dar respuesta a las demandas del niño.
Siempre que llore tiene que recibir una respuesta efectiva y afectiva, es decir,
de la confianza o desconfianza que pueda recibir de los padres va a
depender, entre otras cosas, su visión del mundo cuando sea mayor. Por
tanto, atender el llanto del niño no significa que se le esté sobreprotegiendo,
siempre y cuando se haga de una manera tranquila y no como "sí hubiera
fuego en la cocina". Si se le deja llorar mucho tiempo puede desarrollar un
sentimiento de fracaso y tristeza que tendrá consecuencias negativas a corto
y largo plazo.
La atención y cuidado de los padres es lo que permitirá al niño crecer
emocionalmente sano y aprender a relacionarse con los demás. Las
caricias y el contacto físico son la mejor manera de darle confianza y
consuelo, de tranquilizarlo, estimularlo y expresarle amor.
No obstante, el niño no sólo se comunica a través de los berrinches, los gritos
o el llanto, sino que también lo hace mediante la expresión de su cuerpo, es
decir, comunicación no verbal. Por ejemplo, mediante la expresión del rostro
y la posición de los brazos o las piernas: si éstos están rígidos, con los puños
apretados o tiene las manos tensas, puede estar expresando sueño,
cansancio o enfado. Por el contrario, si mantiene el cuerpo relajado, los ojos
brillantes y una sonrisa amplia, sus emociones son de placer, señalando
curiosidad si agita los brazos y los pies.
Dentro del proceso evolutivo, es importante destacar el desarrollo emocional
para que los padres se puedan guiar sobre las emociones que el niño va
adquiriendo y desarrollando con el paso del tiempo y su manera de
expresarlas. Puesto que cuando un bebé llora no se le puede preguntar qué
es lo que le ocurre, debido a que no lo puede expresar verbalmente, son los
padres los que a través de los cuidados diarios irán
40
conociendo las demandas que el niño hace.
Cuadro 2.1. Desarrollo emocional desde el nacimiento hasta los 12 meses
EDAD EXPRESIÓN EMOCIONAL
• Están presentes las señales de casi todas las emociones
básicas.
• Surge la sonrisa social.
• Aparece la risa. Nacimiento-6 meses • La expresión de felicidad es mayor
cuando interaccionan
con personas conocidas.
• La cara, la mirada, la voz y la postura se combinan para
formar patrones emocionales diferentes y coherentes que varían
significativamente con los acontecimientos sociales.
• Aumentan la inseguridad y el miedo.
• Surge la utilización del cuidador como una base segura. 7-12 meses • La
autorregulación emocional mejora porque gatear y
andar les permite acercarse o separarse de la estimulación.
¿Cuándo reconoce a sus padres?
Yolanda tiene 4 meses y sus padres tienen la sensación de que, por
ahora, su hija no les reconoce, en el sentido de que la niña "se va con
todo el mundo". Se preguntan si esto será normal o, por el contrario,
algo no marcha bien.
Voz de los padres
Con el nacimiento del bebé, la vida de los padres experimenta grandes
cambios, situando el foco central de atención en él y sus cuidados. En este
sentido, los padres esperan recibir siempre una sonrisa cuando interactúan
con él o ser capaces de consolarlo cuando llora, y si esto no ocurre de esta
manera sienten cierto malestar.
Voz de los niños
41
El niño puede reconocer a sus padres, en un primer momento, por el tipo de
voz o por el olor corporal, pero existen una serie de factores y de
características que influyen en el establecimiento del vínculo del apego y que
explican porqué, en un determinado momento evolutivo, no se quieren
separar de ellos o sólo se tranquilizan con su presencia.
El niño va a establecer un lazo afectivo con aquellas personas que respondan
ante sus necesidades y le satisfagan. Es decir, cuando comienza a llorar y
uno de los padres acude a su lado, le coge en brazos y le consuela, está
colocando los primeros cimientos sobre los que se va a asentar la relación
con él. Si estos cimientos son seguros, el edificio posterior también lo será,
requiriendo constancia en los cuidados y afectos.
Pautas de actuación
Al igual que el desarrollo motor o del lenguaje implica un tiempo y una
evolución, el desarrollo del vínculo de apego también. El concepto de apego
hace referencia al fuerte lazo afectivo que el ser humano, desde el
nacimiento, es capaz de establecer con las personas importantes de su vida.
Las relaciones mantenidas con éstas son las que provocan placer y alegría,
sintiendo seguridad y apoyo con su cercanía.
El establecimiento del vínculo de apego entre padres e hijos atraviesa unas
fases específicas a lo largo del tiempo. La calidad del apego dependerá del
tipo de relación que los padres mantengan con él desde el primer día.
¿Qué se entiende por apego y cómo se desarrolla?
La relación del bebé con un adulto empieza con una serie de señales innatas
que promueven y facilitan un acercamiento. Por ejemplo, ante el llanto o la
sonrisa las respuestas son diferentes, es decir, o se trata de consolarlo si
llora o se mantiene una actividad de juego ante una sonrisa. Con el paso del
tiempo, se desarrolla y consolida un vínculo afectivo verdadero, reforzado por
la adquisición de nuevas habilidades cognitivas y emocionales del niño y, por
una historia de cuidados efectivos y sensibles.
El desarrollo del apego atraviesa cuatro fases y, aunque se hace referencia a
la figura materna hay que puntualizar dos aspectos: por un lado, esta figura
puede ser generalizable a la persona que habitualmente responda a las
demandas del niño y, por otro, los recién nacidos pueden desarrollar el
vínculo de apego con una variedad de personas conocidas, no sólo con la

madre. Las cuatro fases del establecimiento del apego son:​• ​Fase preapego

(desde el nacimiento hasta las seis primeras semanas de vida):


42
Durante este período, el recién nacido establece su comunicación mediante
una serie de señales internas (llorar, sonreír, coger o mirar), las cuales le
permite establecer un contacto cercano con otros humanos. Estas señales
son recibidas por los adultos dando respuesta a sus demandas, fomentando
de esta manera el contacto y la cercanía. Puede reconocer el olor y la voz de
su propia madre, pero aún no está apegado a ella, porque puede permanecer
al cuidado de otras personas.
• ​Fase de formación del apego (​ desde las primeras seis semanas de vida
hasta los
6-8 meses):
En esta etapa, el bebé empieza a responder de manera diferente a un
cuidador desconocido que a uno conocido. Es decir, cuando interactúa con la
madre, sus señales internas son expresadas con mayor libertad y se calma
más rápido cuando esta figura lo cuida. Como resultado de todas estas
interacciones cara a cara, el niño con su participación libera las tensiones y
aprende que su propia conducta influye en el comportamiento de los que
están a su alrededor. Por ello, comienza a desarrollar expectativas de que el
cuidador responderá cuando lo demande. No obstante, todavía no protesta
cuando se separa de la madre, aunque puede distinguirla de las personas
extrañas.
• ​Fase del apego bien definida ​(desde los 6-8 meses hasta 18 meses-2 años):
En este período, el niño ya presenta apego al cuidador conocido. Un dato que
permite avalar que el apego es evidente es la aparición de ansiedad ante la
separación. Este tipo de ansiedad aparece, universalmente, después de los
ocho meses de edad, aumentando hasta alrededor de los quince meses.
Consiste en que el niño protesta ante la marcha de la madre, llegando a
actuar de manera deliberada para mantener su presencia (se acercan, la
siguen o se suben encima de ella). En este momento, la madre es para él una
base segura desde la que comienza a explorar el mundo que le rodea y a la
que regresa a buscar apoyo emocional.
• ​Formación de una relación recíproca (​ desde 18 meses hasta los 2 años):
Una vez que es capaz de comunicarse a través del lenguaje puede empezar
a comprender algunos factores que influyen en la presencia o ausencia de la
madre y en la predicción de su regreso. Debido a esto, las protestas ante las
separaciones disminuyen, progresivamente, porque ahora puede negociar
con su cuidador, empleando peticiones y persuasiones para conseguir la
compañía de éste, en lugar de gatear, llorar y abrazarse a él.
¿Existe sólo un tipo de apego?
43
Es preciso destacar que aunque la mayoría de los niños criados en un
ambiente familiar se apegan a un cuidador conocido a los dos años de vida,
la calidad de este vínculo puede diferir enormemente de un niño a otro.
Cuadro 2.2. Fases en el desarrollo evolutivo del vínculo de apego
Las investigaciones que han estudiado los factores que influyen en la
valoración de la seguridad del apego, concluyeron que existen cuatro tipos de
apego, dependiendo de
44
cómo reaccionan los niños ante la separación de su madre y al grado de
desconcierto que muestran ante personas desconocidas. De esta manera
identificaron un patrón de apego seguro y tres patrones de inseguridad.
Para el niño que ha desarrollado un ​apego seguro​, su madre es una base
segura. Es decir, cuando se separa de ella puede que llore o no, pero si lo
hace se debe a la ausencia de ésta, puesto que muestra una clara
preferencia por ella antes que por el desconocido. Cuando la madre regresa,
el niño busca activamente contacto y su llanto se reduce inmediatamente.
Sin embargo, aquel niño que se relaciona con inseguridad presenta un tipo de
comportamiento diferente. Cuando no se entristece ante la marcha de su
madre, reaccionando con el extraño de la misma manera en que lo hacía con
la figura maternal, se define como ​apego evasivo.​ Además, cuando regresa,
el niño la evita o la saluda despacio y cuando le coge, con frecuencia, no se
abraza a ella.
El segundo tipo de apego inseguro es el de ​oposición​. En estos casos, antes
de que la madre abandone la habitación, busca su cercanía y, a menudo, no
explora su alrededor. Cuando regresa se muestra enfadado, llegando a
expresarlo mediante empujones o patadas. Además, es frecuente que
continúe llorando al cogerle y no se consuela fácilmente.
Finalmente, el patrón de relación que implica mayor inseguridad es el ​apego

desorganizado o desorientado,​ pudiendo mostrar una gran variedad de
conductas confusas y contradictorias, visibles en la expresión facial aturdida.
Una vez calmado, puede romper a llorar de repente e incluso adoptar
posturas corporales extrañas (por ejemplo, mirar de un lado para otro
descontroladamente).
¿Qué factores influyen en la creación del vínculo de apego?
Existe una variedad de factores que afectan a la seguridad del apego.
Destacan las siguientes:
• ​Tener la oportunidad de poder establecer una relación cercana con uno o
con
varios cuidadores conocidos:
En este sentido, se hace referencia a los niños que son criados en
instituciones, siendo más evidente el poderoso efecto del lazo afectivo del
niño con el cuidador cuando éste está ausente. La conclusión que se ha
alcanzado acerca de los niños que no pueden establecer el vínculo del apego
con un cuidador concreto es que a lo largo de la niñez y adolescencia será
más probable que manifiesten problemas emocionales y sociales, incluyendo

un deseo excesivo de atención adulta y pocas amistades.​45


Del establecimiento de vínculos cercanos con los cuidadores, durante
los primeros años de vida, va a depender una parte importante del
desarrollo normal y completo del niño.
• ​Cuando el niño demanda cuidados, ¿cómo le responde su cuidador?:
A pesar de que el bebé sienta la proximidad de uno de sus cuidadores, puede
desarrollar un apego inseguro debido a la conducta insensible de éste ante
sus necesidades. El niño que presenta un apego seguro tiene una madre que
responde rápidamente a sus señales, expresa emociones positivas y le coge
con ternura y cuidado. Por el contrario, aquel que manifiesta un apego
inseguro tiene una madre a la que no le gusta el contacto físico, que le coge
torpemente, y se comporta con insensibilidad cuando satisface sus
necesidades.
Concretamente, cuando el niño recibe un cuidado intruso y sobreestimulante
se muestra evasivo. Por ejemplo, hablarle enérgicamente cuando está
mirando hacia otro sitio o se está durmiendo. Si el tipo de cuidado que recibe
es inconsistente, por ejemplo, una madre poco implicada en la maternidad y
que no responde a sus señales, o que cuando comienza a explorar el medio
que le rodea le interfiere cambiando su atención hacia ella misma, se
comportará de manera oposicionista. De esta manera, puede mostrar una
dependencia exagerada, enfado y frustración hacia la falta de implicación de
la madre. Los ejemplos más claros que dan como resultado un tipo de apego
desorganizado o descontrolado son aquellos niños que sufren malos tratos o
abandono y los hijos de madres deprimidas.
• ​Características individuales infantiles:
Puesto que el establecimiento del vínculo de apego se da entre dos personas
(niño-cuidador), las características infantiles son otro factor que hay que tener
en cuenta. Entre los casos más evidentes, se puede resaltar que cuando se
dan complicaciones en el parto o enfermedades en el recién nacido, el
cuidado de estos niños se convierte en aún más agotador para los padres. Al
igual que en las familias pobres o con escasos recursos.
No obstante, cada bebé presenta un temperamento diferente y características
propias, las cuales no presentan una relación de causalidad con la seguridad
del apego, debido a que la influencia de tales características dependerá de la
capacidad de adaptación por parte del cuidador. Es decir, muchas cualidades
de los niños pueden desencadenar un apego seguro siempre y cuando el
cuidador adapte su conducta a la satisfacción de las necesidades del niño.
Sin embargo, cuando la capacidad de modificación de la madre es limitada,
los bebés con
46
temperamentos difíciles y conductas problemáticas tienen mayor riesgo de
establecer un apego inseguro.
• ​Circunstancias del sistema familiar:
Puesto que la relación de apego se circunscribe al sistema familiar, cualquier
cambio que se produzca en éste puede afectar directa o indirectamente al
vínculo de apego. En familias donde hay estrés e inestabilidad es frecuente
que aparezca una maternidad insensible y un apego inseguro. Sin embargo,
el acceso unas condiciones externas favorables, especialmente, una relación
de pareja satisfactoria y la involucración del cónyuge en los cuidados diarios
del niño, reduce el estrés y predice una mayor seguridad en el apoyo. No
obstante, hay un sinfín de circunstancias que pueden alterar el ciclo vital del
sistema familiar (nacimiento de un nuevo hijo, separación matrimonial) y no
por ello debilitar el tipo de apego, pero siempre dependerá de la adaptación
de los cuidadores a las necesidades de los más pequeños.
¿Tiene efectos a largo plazo el tipo de apego que los padres
establezcan con el niño?
Los sentimientos internos de afecto y seguridad que resultan de una relación
de apego sana apoyan todos los aspectos del desarrollo psicológico. Se
puede concluir que la calidad del apego con los padres, en la infancia, está
relacionada con el desarrollo cognitivo y social al principio y mitad de la niñez.
Cuadro 2.3. Factores influyentes en la calidad del apego
47
Por ejemplo, el bebé con un apego seguro a los dos años presenta un juego
simbólico más elaborado y un mayor entusiasmo, flexibilidad y persistencia
en la solución de problemas. A los cuatro años, presenta una autoestima alta,
es socialmente competente, cooperativo, autónomo, popular y empático. Por
el contrario, el bebé con un apego evasivo, se encuentra más aislado y
desconectado, mientras que el de apego de oposición se muestra destructivo
y difícil.
El tipo de apego que establezca el niño influirá en su desarrollo
cognitivo, emocional y social. Si se ha sentido segura en el
establecimiento de sus primeras relaciones se enfrentará al mundo sin
miedos y con valentía.
¿Qué condiciones debe reunir el momento de alimentarle?
Óscar nació en el mes de julio, y con escasos días de vida toda su
familia estaba ultimando los preparativos de las vacaciones. Durante el
mes de agosto,
48
su madre le amamantaba en diferentes lugares y con distintas personas
alrededor. Durante este mes, Óscar se mostraba nervioso, irritable,
lloraba mucho, en general, era definido como un niño intranquilo. Al
regreso de las vacaciones, Óscar comenzó a seguir un horario
alimenticio más ordenado, observando sus padres que, poco a poco, el
bebé se mostraba más tranquilo y confiado.
Voz de los padres
La alimentación del recién nacido es un tema central en los cuidados de su
desarrollo y, en ocasiones, es una de las fuentes de mayor preocupación
para los padres. En este sentido, el miedo general de los padres gira
alrededor de si le están alimentando adecuadamente, ya sea por exceso o
por defecto.
Voz de los niños
Hasta el momento de su nacimiento, el recién nacido no ha tenido que pedir
el alimento porque todas sus necesidades estaban cubiertas en el interior de
su madre. Una vez en el exterior, es cuando el bebé descubre la sensación
del hambre y se lo tiene que comunicar a aquellos que le rodean. Teniendo
en cuenta que dicha sensación también es nueva para el bebé y su medio de
expresión para solicitar alimento está limitado, probablemente, el llanto sea
una de las vías de comunicación más utilizadas por el niño. Con el paso del
tiempo, se producirá una adaptación entre el horario de comidas del niño y
las respuestas de los padres.
Pautas de actuación
Aunque parezca que alimentar al bebé es simplemente una función para
satisfacer su necesidad de hambre, puede y debe transmitir mucho más. El
momento de alimentar al bebé, ya sea con pecho o con biberón, está
brindando a los padres una oportunidad única para poder establecer un
contacto íntimo con él. Además, esta oportunidad se extiende a ambos
padres debido a que si, en un primer momento, se le da el pecho,
posteriormente, podrá ser el padre el que comience a darle el biberón.
El momento en el que se alimenta al niño es un momento de intimidad
por lo que toda la atención se debe dirigir a establecer un vínculo

afectivo dando respuestas efectivas a sus demandas.​49


Obviamente el alimento es importante y necesario pero no suficiente. Es
decir, un alimento dado en un ambiente relacional frío, pobre de afecto,
distante emocionalmente, no aporta nada profundo a la dinámica del
desarrollo del niño. Aún más, la carga afectiva es la que permite que el
mismo alimento surta efectos aún más favorables que repercutan en su
propio crecimiento.
El tiempo dedicado a alimentar al niño permite a los padres comunicarle
afecto y seguridad. En esta actividad no es suficiente con que lo cojan en
brazos, sino que también tienen que hablarle y acariciarle. El sonido de la voz
atrae la atención del niño, especialmente si se trata de la voz de los padres y,
aunque no entienda lo que se le dice, sabe que se le está prestando atención.
Además, mediante las caricias cubren sus necesidades de cariño y afecto.
Cuando se dice que el niño necesita la figura maternal para subsistir, no se
afirma sólo la necesidad material de la madre como portadora de elementos
nutritivos y de apoyo físico, sino que se afirma algo mucho más profundo que
no conviene olvidar. Se trata, ante todo, de que de esta relación va a
depender el desarrollo posterior de su personalidad adulta. La madurez no se
logra si no es dentro de un contexto de cuidados maternos que se expresan
en el besar, acariciar y conectar físicamente.
La lactancia es un complejo intercambio en el que se relacionan lo sentido y
lo percibido. Es decir, corporalmente el niño está recibiendo de la madre
suavidad y ternura. Es más, el tiempo real que emplea en succionar el
contenido del seno materno es muy breve en relación al tiempo que continúa
agarrado al pecho y, aunque ya no extrae nada porque el pecho se ha
vaciado, permanece en esta posición hasta quedarse dormido y relajado. La
explicación se debe a que está recibiendo otras gratificaciones: estar seguro,
percibir afecto, sentirse querido y aceptado.
Puesto que se ha considerado que el momento en el que los padres
alimentan al recién nacido es un momento de intimidad, no se deben distraer
con otras cosas ni estar hablando con otras personas. Los padres tienen que
estar atentos a todo lo que sucede en esta interacción para poder dar
respuesta a todas las demandas que el bebé haga, sin olvidar que es una
experiencia satisfactoria para todo el sistema familiar.
Además de seguir un horario fijo también es muy importante el lugar en el
cual va a ser alimentado. Este espacio debe reunir unas condiciones que
cubran una serie de características como, por ejemplo, que sea tranquilo y
cómodo. Todo ello ayudará al bebé a irse familiarizando con su medio
ambiente y con las actividades que se van a realizar con él.
La importancia de los hábitos: una fuente de seguridad
El establecimiento y cumplimiento de unos horarios y rutinas (hábitos)
beneficia a todos los miembros del sistema familiar. Obviamente, en las
primeras semanas,
50
amamantar al bebé requiere una adaptación e ir aprendiendo juntos los
ritmos que se van marcando pero, poco a poco, es necesario seguir unas
mismas pautas de actuación, que terminarán siendo una herramienta muy útil
en la organización del tiempo.
La creación de hábitos en los cuidados del recién nacido, desde un primer
momento, va a reportar muchas ganancias porque los padres le están
transmitiendo que sus necesidades se satisfacen de acuerdo a un orden y a
una organización. Para formar hábitos hay que decidir y fijar con anticipación
la manera en la que se van a hacer las cosas, el lugar y la hora. A partir de
ahí, la clave está en la repetición, llegando a la rutina.
Desde que nace, el niño necesita que ciertas actividades sigan un orden y
una constancia y que se realicen de la misma manera porque las rutinas le
dan seguridad. Si se imagina un día en la vida de un recién nacido, la cual
depende completamente de otras dos (sus padres) el primer día le resultará
todo novedoso y extraño. Se despierta y lo cogen para darle de comer, lo
dejan en la cuna, juega, lo quitan los pañales y lo vuelven a dejar en la cuna,
pero si esto se repite con cierto orden se va a convertir en rutina y se sentirá
más confiado porque lo extraño ya será familiar. Con el paso del tiempo,
podrá predecir ciertas actividades.
Cuando crece, el niño se siente mucho más tranquilo y le es más fácil
cooperar en la vida familiar si conoce de antemano como se desarrolla un día
normal en su familia. Es decir, si antes de irse a dormir le leen un cuento,
esto le permite interiorizar esta secuencia de acciones y adaptarse a ellas. No
obstante, igual de importante es anticiparle las posibles alteraciones que
pueden surgir en la rutina cotidiana, evitando de esta manera restar fuerza a
lo que ya se ha construido y aprendido.
Por ejemplo, si un niño está habituado a irse a dormir a las 8 a su cama, con
un muñeco y después de leerle un cuento, todo lo que pueda variar en esta
secuencia le hará dudar y expresará su inseguridad. Por ello, es esencial
seguir unas rutinas en sus cuidados, flexibilizándolas una vez que se le
pueda explicar verbalmente los cambios que se produzcan.
Hay otra serie de interacciones que va a aprender, simplemente, por
imitación. Es decir, si observa en su medio familiar que cada uno de los
miembros de la familia pide las cosas por favor y da las gracias por ello o que
se besa al resto de sus familiares cuando se marcha y cuando regresa, el
niño lo hará de manera natural y espontánea. En este sentido, es un
auténtico observador y, posteriormente, imitador (de lo bueno y de lo malo).
¿Cómo se pueden comunicar los padres con el niño mientras
satisfacen sus necesidades?
51
Cristina va a cumplir su primer año de vida y el peor momento del día es
cuando hay que acostarla. Debido a que su padre viaja mucho por
motivos de trabajo, suele dormir con su madre los días en los que su
padre no está en casa. A pesar de que su madre intenta razonar con ella
y explicarle que esa noche tiene que dormir en su cama porque papá
esta en casa, Cristina no deja de llorar y, finalmente, la acuestan en la
cama de los padres hasta que se duerme.
Voz de ¡os padres
Cuando dentro de la familia se ha entrado en este tipo de círculo vicioso,
resulta muy difícil romperlo de una manera efectiva y definitiva. Es habitual
que llegue un momento del día, especialmente la noche, en el que los padres
señalen que "ya no pueden más" y cedan ante las demandas de los hijos por
no evitar un enfrentamiento. A corto plazo, se consigue no discutir pero, a
largo plazo, se agrava el problema e incluso se puede generalizar a otras
áreas.
Voz de los niños
A estas edades, a los niños les encanta dormir en la cama de los padres.
Además de por las diferencias objetivas de dimensión de la cama, son
conscientes de que ocupan el lado de papá o de mamá, según el lado en el
que se pongan. Puesto que para ellos es algo gratificante y además sienten a
uno de sus padres al lado durante toda la noche, van a querer que esta
situación se mantenga y van hacer todo lo posible para que sea así.
Pautas de actuación
Todas las actividades que los padres realizan con el niño son oportunidades
para comunicarse con él, por eso se deben aprovechar. Obviamente, no
siempre se dispone de todo el tiempo que se quisiera para compartirlo con la
familia, pero las primeras experiencias son fundamentales en el desarrollo del
vínculo afectivo entre padres e hijos.
Además del oído y del olfato, el tacto es uno de los canales por los que los
padres pueden transmitir afecto y seguridad al niño. La hora del baño o el
cambio de pañales es una ocasión para jugar con él, porque además de
limpiarle y cuidarle, el contacto físico se puede potenciar. Según vaya
madurando el niño, las alternativas de juego y de intercambio también van a ir
cambiando. Cuando el niño es capaz de sostenerse sentado, coger y soltar
objetos, imitar o esconder las cosas, aumentan las posibilidades del juego
pero, en cada momento en concreto, es importante que el niño reciba
estimulación, porque de esta manera podrá ir afianzando cada progreso en
su proceso evolutivo.
52
Al igual que el momento de la alimentación sigue un horario y unas
condiciones estables, el resto de las actividades también los deben seguir. De
esta manera, la hora del baño, la hora de acostarse o la hora de jugar, van a
ocupar un tiempo y lugar específico. Con el paso del tiempo, estas rutinas se
pueden flexibilizar debido a que los padres podrán explicar y razonar
verbalmente con el niño por qué se producen ciertos cambios. Por ejemplo,
que los fines de semana se acuesten más tarde porque no tienen que
madrugar para ir al colegio. No obstante, durante los primeros años de vida
los hábitos les comunican seguridad.
Es cierto que atender a todas las necesidades del niño es esencial para su
desarrollo pero también es fundamental que la familia se divierta junta. Para
ello, el juego es la mejor estrategia pero tienen que adaptarse a las
habilidades físicas y cognitivas del menor.
Cuadro 2.4. Tipos de juegos desde el nacimiento hasta los 12 meses
MESES TIPOS DE JUEGOS
• Juegos de contacto y estimulación de regiones sensibles
• Juguetes con sonido, color vivo, movimiento, textura
(boca, manos). 0-3 ​
suave y blandas que favorecen la actividad refleja.
• Favorecer juegos vocales. • Juegos de cubrir y descubrir.
• Juegos de lanzar e ir a buscar (exploración de distancias).
6-9
• Juegos corporales intensos: balanceo, apretar, golpear, tirar, coger, etc. que
impliquen grandes y pequeños movimientos.
• Primeros juegos imitativos basados en conductas de
acción: abrir la boca, cerrar los ojos o dar una palmada.
• Juguetes que prolonguen el movimiento o el balanceo
(pelota, coche) y flotantes en el agua.
• Juegos de búsqueda, tanto de objetos como de personas. 9-12 • Juegos
corporales que potencien el equilibrio.
• Recuperación de objetos pasando un obstáculo.
• Juegos de toma y dame.
• Juegos de saca y pon (exploración de agujeros).
Las primeras separaciones del niño: ¿Cómo se afrontan?
Faltaban dos semanas para que Vanesa se incorporase a su puesto
laboral
53
después de haber tenido su primer hijo. Era una idea que le preocupaba
y le hacía sentir egoísta. El tiempo que le quedaba de su baja laboral, lo
compartió con Marta, la cual sería la encargada de cuidar al niño
mientras su marido y ella trabajaban. Este tiempo de intercambio de
experiencias y conocimientos sobre su hijo con Marta dieron unos
resultados positivos. Por un lado, Vanesa estaba segura de que el niño
iba a estar bien cuidado, lo cual la tranquilizaba y, por otro, el niño
parecía feliz al lado de su cuidadora.
Voz de los padres
"Soy una mala madre porque voy a dejar a mi hijo con otra persona."
"Nuestra obligación como padres es cuidar a nuestro hijo." Este tipo de
expresiones son muy habituales en los padres que, por primera vez, deben
dejar a su hijo a cargo de otra persona o en una escuela infantil. En este
sentido, es necesario que el sentimiento de culpabilidad se desvanezca
porque no es positivo en la dinámica familiar, debido a que los padres pueden
llegar a transmitir a los niños este tipo de sentimiento viciando su relación.
Voz de los niños
Los niños quieren estar con sus padres y cualquier tipo de separación no les
va a gustar. Alrededor de los siete meses, comienzan a entender que las
cosas no dejan de existir porque ellos no las vean, por tanto, este progreso
también se amplía a las figuras parentales.
Pautas de actuación
Si se tiene en cuenta la incorporación de la mujer, en un primer momento a
las universidades y, posteriormente, al mundo laboral, es preciso atender a
las repercusiones que este hecho ha tenido en el sistema familiar.
Antiguamente, lo habitual era que los niños fueran criados y educados
totalmente por la figura materna, siendo el padre el que tenía que combinar el
tiempo que pasaba fuera de casa trabajando con el dedicado a su familia. En
la actualidad las cosas han cambiado, no se puede decir que sean peores ni
mejores sino simplemente diferentes.
Las primeras separaciones son difíciles tanto para los padres como
para los hijos, pero dependiendo de cómo se manejen estas situaciones
se evitará que no se vivan con ansiedad o temor.
54
Cuando los padres no pueden estar todo el tiempo con el niño, tienen que
buscar a alguien que desempeñe esta función. Obviamente, estas figuras de
ayuda y apoyo deben ser de confianza y garantizar que el menor se
desarrolle evolutivamente de una manera adecuada. Por tanto, cuando las
separaciones son necesarias pueden ser difíciles para todo el sistema
familiar.
Llegados a este punto es interesante diferenciar "cantidad" de "calidad". Es
decir, aunque actualmente los padres pasen menos tiempo con los niños,
este tiempo, bien empleado, cargado de afecto y de comunicación, puede ser
igualmente efectivo. No se puede generalizar pero es frecuente escuchar a
mujeres arrepentidas que sacrificaron su formación intelectual y académica
por el cuidado de sus hijos. No cabe duda, de que estas madres le dieron
cantidad a sus hijos, ¿pero calidad? Aunque se hace más hincapié en el
estado emocional del niño, pero no hay que olvidar el estado emocional de

los padres.​Cuando los adultos se sienten personas realizadas y desarrollen

aquellas actividades que


​ les permitan alcanzar un grado de bienestar, se
podrán relacionar y comunicar de manera sana con los hijos. Sin embargo, si
ven reflejado en los hijos lo que pudieron ser y ya nunca serán "por su culpa",
el tipo de relación que establecerán no será, cuando menos, positiva. Es
decir, cuando se tome la decisión de tener un hijo hay ser consciente de la
dedicación que va a necesitar por lo que si no está seguro se puede esperar
a asumir esta responsabilidad una vez que se alcance el desarrollo personal
deseado.
No obstante, aunque el niño permanezca bajo el cuidado de otra persona, los
padres son los auténticos y únicos responsables de su educación. En este
sentido, los padres tienen que explicar de una manera clara y concisa al
cuidador las reglas y los límites respecto al comportamiento del niño,
explicándole su manera de ser, sus necesidades y sus costumbres. A su vez,
es muy importante que todos los días, el cuidador les transmita con detalle
todo lo ocurrido mientras ellos no estaban, para poder conocer la evolución
del niño. Esta tarea es más sencilla cuando el niño puede comunicarse
verbalmente, debido a que mediante preguntas se puede corroborar la
información del cuidador pero mientras que el niño no hable (comunicación
verbal), a través de la atención y observación del niño (comunicación no
verbal), los padres podrán distinguir si está alegre y feliz o, por el contrario, si
algo no va bien.
Es importante preparar al niño ante la separación. Cuando es pequeño, es
preferible que el primer contacto con el nuevo cuidador lo establezca en
presencia de los padres y dentro de sus rutinas. La esencia estaría en que
durante unos días se pudiera acostumbrar a la cercanía de esta persona y
familiarizarse con ella, evitando de esta forma enfrentarse a lo desconocido.
A su vez, el cuidador también aprenderá de manera directa sus cuidados y
los padres podrán valorar esos primeros encuentros.
De nuevo, en relación a las rutinas y hábitos aprendidos por el niño, el
cuidador debe ser siempre el mismo para transmitirle seguridad. Si algún día
esto no pudiera ser,
55
es necesario explicárselo.
Si el niño va a quedarse en una escuela infantil, conviene que los padres le
lleven de visita con anticipación, para que cuando se vaya a quedar allí, tanto
el lugar como las personas no le sean desconocidas.
Cuadro 2.5. Pautas a seguir en las primeras separaciones: cuidador o escuela infantil
Tanto en el caso del cuidador como en el de la escuela infantil, es interesante
que los padres puedan visitarle de manera intermitente. Esto tiene dos
ventajas: por un lado, pueden controlar el estado del niño sin previo aviso y,
por otro, él mismo se va acostumbrando a períodos más largos sin la
presencia de los padres. Sin ser alarmistas, los padres tienen que tener
completa seguridad y deben conocer a la perfección a aquellas personas que
se están encargando de los niños.
56
Preguntas y respuestas
Carlos y María llevan casados ocho años y han tenido su primer hijo,
Pablo, hace nueve meses. A los dos meses de nacer Pablo, el padre de
María fue a vivir con ellos debido a que necesitaba unos cuidados
especiales a causa de una enfermedad. Durante las últimas semanas,
han notado que su hijo Pablo se muestra más irritable e incluso
desconfiado, no pudiéndose separar María ni un solo minuto de él,
porque comienza a llorar y sólo se tranquiliza si es su madre la que le
consuela. María cree que todo el tiempo que ha dedicado a su padre,
Pablo lo ha notado puesto que ha pasado mucho menos tiempo con él.
En el establecimiento del vínculo del apego, se ha señalado la influencia de
determinados factores como, por ejemplo, las características individuales
infantiles o el tipo de respuesta que reciben los niños ante sus demandas. En
este caso, el factor influyente se encuadra dentro del sistema familiar y las
circunstancias que pueden modificar su equilibrio. En concreto, el cambio que
ha experimentado esta familia ha sido la llegada de un nuevo miembro, el
abuelo.
Otro factor que está determinando el cambio de conducta en Pablo, es que a
los nueve meses los niños ya presentan apego al cuidador conocido. En este
caso, el apego es evidente mostrándose en la ansiedad que experimenta
cuando se separa de su madre (que aparece, universalmente, después de los
ocho meses de edad, aumentando hasta alrededor de los quince meses).
Debido a esto, protesta ante la marcha de la madre, llegando a actuar de
manera deliberada para mantener su presencia (se acerca, la sigue, se sube
encima de ella).
En este momento de la vida de Pablo, su madre representa una base segura
desde la que comienza a explorar el mundo que le rodea y a la que regresa a
buscar apoyo emocional. Por tanto, es una conducta normal que Pablo se
pueda sentir más irritado y desconcertado en un doble sentido: por un lado, la
presencia del abuelo y los cambios que conlleva en el sistema familiar y, por
otro, su propia edad evolutiva, la cual le permite distinguir a sus cuidadores y
seleccionar con quién quiere estar. Todo esto indica que Pablo está
creciendo y evolucionando.
En este sentido, es necesario recuperar el tiempo perdido y ofrecerle la
máxima dedicación para que los cambios que experimente en su rutina diaria
sean mininos y prácticamente no le interfieran. Además hay que valorar la
calidad de los cuidados, es decir, no basta con pasar más horas al lado del
niño, sino con el niño. En aquellos casos en los que los adultos estén
sobrecargados, preocupados o cansados, su atención y participación en la
interacción padre-hijo se verá debilitada. Por ello, es necesario hacer un
esfuerzo y ofrecer un espacio de tiempo cargado de estimulación.
57
•••••
Soy padre de un hijo de 12 meses. Desde su nacimiento, he intentado
cuidarle de la misma manera que mi mujer pero creo que no lo he
conseguido porque parece que, cuando no se encuentra bien, la única
que es capaz de consolarle es su madre.
Los recién nacidos pueden desarrollar el vínculo de apego con una variedad
de personas conocidas, no sólo con la madre. Cuando los bebés se
encuentran satisfechos y tranquilos pueden interactuar de igual manera con
los dos padres. Sin embargo, cuando el bebé tiene algún malestar, parece
que está más predispuesto a dirigir las conductas de apego solamente a una
figura. Es decir, las observaciones de bebés indican que cuando un niño de
un año de edad se encuentra ansioso e infeliz, generalmente elige a la madre
como fuente de consuelo y seguridad en lugar del padre. Esta preferencia
comienza a disminuir a los 18 meses, desapareciendo prácticamente en el
segundo año de vida.
Aun así, la figura del padre es muy importante en el desarrollo evolutivo de
los bebés, empezando a construir relaciones con ellos desde el momento del
nacimiento. Si esta figura participa en sus cuidados y es capaz de responder
adecuadamente a sus demandas, el tipo de apego que se establece va a ser
otro de los pilares en los que el desarrollo del niño se sustentará.
•••••
Somos padres de un recién nacido de tan sólo doce días de vida.
Estamos preocupados porque nuestro hijo duerme mucho y no
sabemos si despertarle para alimentarle porque tenemos dudas sobre el
horario a seguir.
Durante las dos primeras semanas hay que darle el pecho o el biberón
cuando el niño llore. Con el transcurso de un breve período de tiempo, los
padres van a ir pudiendo distinguir el mensaje que con el llanto, el bebé les
quiere transmitir. No obstante, hay que procurar no volver a alimentarle antes
de que transcurran dos horas, contando a partir del momento en que empezó
a comer y no cuando terminó.
¿Qué hacer si el niño duerme? Generalmente, este período de vida del recién
nacido va a estar caracterizado por las horas de sueño que necesita, por
tanto, si han pasado cuatro horas desde la última toma, los padres pueden
despertar al niño para alimentarle, ¿pero, cómo?
58
La manera en la que los padres despiertan al recién nacido tiene que
caracterizarse por la suavidad y la ternura, transmitiendo seguridad al niño en
la forma de cogerle y ofrecerle el alimento. Es decir, el hecho de despertarle
puede resultar desagradable en sí mismo pero si se le tranquiliza hablándole
suavemente y meciéndole con cuidado, se sentirá satisfecho para recibir el
alimento.
Después de las dos primeras semanas de vida, se pueden ir distanciando las
comidas, dejando pasar unos minutos de margen entre comidas, con el
objetivo de ir, paulatinamente, formando un horario de tomas cada tres horas
y, posteriormente, cada cuatro, más o menos. El bebé debe comer por lo
menos seis veces al día.
•••••
María tiene seis meses de edad y cuando se da cuenta de que sus
padres no están, comienza a llorar y es muy difícil conseguir calmarla.
Debido a que a sus padres les cuesta mucho separase de su hija por el
tipo de reacción que suele tener (llora, patalea o les persigue),
aprovechan los momentos en los que María está distraída para
marcharse.
Cada vez que los padres se vayan a separar del niño, sobre todo en las
primeras separaciones, tienen que hablar con él (aunque no comprenda el
mensaje verbal), despedirse y permitir que les vea salir. Al principio, el niño
no suele dar señales de enfado pero, a partir de los cinco meses, comienza a
protestar cuando los padres le dejan y se puede mostrar algo reacio cuando
regresen. Este tipo de protestas son una buena señal de sus progresos
evolutivos y de sus avances madurativos, puesto que su capacidad para
distinguir a las personas conocidas se está desarrollando.
A medida que madura, la comunicación mejora y es más completa. Si se
tiene en cuenta que, aproximadamente, a los siete meses el niño es capaz de
aprender que un objeto no deja de existir por estar escondido, los padres
pueden jugar a esconderse como una manera de aliviar la ansiedad ante la
separación. Con este tipo de juego, aprende que los padres siguen existiendo
aunque él no les vea.
Cuando es capaz de entender el lenguaje, hay que explicarle a dónde se
marchan los padres y cuánto tiempo van a estar fuera. En ocasiones, algunos
padres creen que el niño sufre menos si desaparecen en un momento en el
que está distraído pero, en realidad, este tipo de engaño aumenta su
desconfianza, puesto que finalmente se da cuenta de que se han ido y su
angustia puede ser mayor.
Sin embargo, si los padres se despiden y le dicen que le verán por la noche
antes de acostarse, al regresar le pueden recodar lo que le dijeron y
demostrarle que lo están
59
cumpliendo, reforzando de esta manera la confianza (y no la desconfianza
como en el caso contrario). Además, si la hora de llegada de los padres es
parecida durante todos los días, ayudará al niño a prepararse ante esta
llegada.
Independientemente de cómo reaccione el niño ante la llegada de los padres,
es necesario que se acerquen a él y le trasmitan la alegría de estar juntos y lo
mucho que le han echado de menos. Tanto si entienden o no el lenguaje
verbal, los niños perciben los sentimientos de afecto, tranquilizándose y
evitando la ansiedad ante las futuras separaciones.
60

3
El niño de 12 a 36 meses
Introducción
En esta etapa evolutiva el niño va a experimentar dos grandes cambios que
van a significar un gran avance en su desarrollo y, por tanto, en su manera de
comunicarse con los demás. Por un lado, el desarrollo motor y, por otro, el
desarrollo del lenguaje verbal. Ambos avances evolutivos van a contribuir de
manera positiva en las destrezas comunicacionales del sistema familiar.
A lo largo del proceso madurativo va a ir ganando independencia corporal. No
es necesario interactuar cara a cara con él, porque su sistema visual también
se ha desarrollado y está preparado para poder ver a mayor distancia, lo cual
va a propiciar otro tipo de relaciones y de juegos. Además, con el desarrollo
del lenguaje se abre un nuevo mundo de posibilidades.
Otro aspecto a tener en cuenta son sus cambios de humor, debido a que
existe una estrecha relación entre el control de los movimientos y sus
emociones, siendo característico de estas edades las conductas de oposición
o de rebeldía, tradicionalmente conocidas con el nombre de rabietas. Por
tanto, si los padres comprenden este tipo de conexión podrán entenderle
mejor y disfrutar este período unidos.
No obstante, para modificar determinados comportamientos del niño, se
pueden manejar diferentes técnicas, las cuales tienen un doble objetivo: por
un lado, potenciar comportamientos positivos y, por otro, reducir o eliminar
comportamientos negativos o inadecuados.
El niño comienza a andar: ¿Cómo ayudarle y fomentar sus
primeros pasos?
Clara tiene 16 meses y ha conseguido sostenerse de pie y, sin ningún
apoyo, es
61
capaz de caminar. Esta independencia de movimientos ha supuesto
grandes cambios en la vida familiar porque sus padres explican "que les
hacen falta mil ojos".
Voz de los padres
"¿Por qué nuestro hijo no puede estar quieto ni un sólo minuto?, tenemos que
estar pendientes de él todo el rato, parece que no le da miedo nada".
Realmente, los padres se deben armar de paciencia desde el momento en
que el niño comienza a gatear y dejar que explore su alrededor, restringiendo
aquellas conductas peligrosas (como, por ejemplo, acercarse a los enchufes)
pero siempre con el objetivo de educar y no de limitar su desarrollo. Para la
familia, supone un momento de tensión cuando el niño comienza a desarrollar
su independencia corporal puesto que hasta ahora permanecía en la cuna o
en un recinto cerrado, pero esta situación ya ha finalizado.
Voz de los niños
Ha llegado el momento en que puede moverse y llegar a los objetos sin la
ayuda de otra persona. Se enfrenta a un mundo desconocido en el que la
mayoría de las cosas son nuevas y su curiosidad por descubrirlas no tiene
límite. Ahora necesita más cantidad y variedad de experiencias. Todo lo que
pueda ver, tocar, oler, escuchar, es atractivo y excitante. A medida que
madura, quiere saber más de los objetos y pone más atención a lo que le
rodea.
Pautas de actuación
Cuando el niño es capaz de desplazarse por su propio pie, ha ganado una de
las batallas del desarrollo evolutivo. A partir de este momento, su curiosidad
se satisface tocándolo todo, investigando e incluso probándolo. Está
comenzando a aprender cómo es el mundo y poniendo a funcionar su
inteligencia. Por tanto, si los padres conocen los cambios específicos que se
dan en el desarrollo evolutivo de su motricidad, podrán adaptarse de una
manera adecuada a ellos.
Cuadro 3.1. Desarrollo evolutivo de la motricidad
12-24 MESES 24-36 MESES
• Capacidad de andar: a los 12 meses
cogido de la mano y a los
• Emancipación motora: corre, gira y
para.
62
14 sin ayuda de nadie. • Coordina ojo-pie.
• Experimentan acción sobre los
objetos. A los 24 meses puede
• Sube y baja escaleras con los dos
pies. recoger objetos del suelo sin • Buena rotación de la muñeca. caerse. •
Capacidad de guardar el
• Comienza a usar perfectamente equilibrio sobre diferentes
superficies. una mano.
• Enorme actividad y autonomía motriz
concreta.
Es un momento de cambio debido a que, como buen explorador, necesita
enfrentarse a toda la estimulación que recibe. Por ello, los objetos delicados o
peligrosos deben ocupar otro lugar, para evitarle un daño o que,
simplemente, los rompa. Además de este tipo de cambios, los padres tienen
que decidir la capacidad de exploración que le van a permitir desarrollar. En
este sentido, pueden limitarle con expresiones como "no toques eso" o "no
corras" o, por el contrario, participar y fomentar su curiosidad y, por tanto, su
desarrollo. Este tipo de decisión se debe valorar en el momento en que
comienza a gatear, ya que es el primer paso que da en su independencia
corporal.
No hay que olvidar que aunque el niño disfruta de la independencia que el
caminar le permite, también tiene miedo. Es muy normal observar cómo, por
un lado, se quiere alejar de sus padres pero, por otro, le da miedo perderles
de vista, de ahí la importancia de la comunicación no verbal a la hora de
enfrentarse a situaciones nuevas. Es decir, si cuando inicia una conducta de
exploración y comienza, por ejemplo, a investigar las distintas habitaciones
de su casa, los padres le acompañan de una manera tranquila y le hablan
con un tono de voz confiado y seguro, contribuyen a que estos primeros
contactos con el mundo exterior que realiza adquieran coherencia,
aumentando la probabilidad de que se enfrente a lo desconocido desde una
posición segura. Si por el contrario, los padres se muestran temerosos ante
estas primeras experiencias lo que trasmiten es inseguridad y miedo,
limitando su capacidad exploratoria.
En el desarrollo evolutivo de la motricidad, un factor que lo facilita es la
retirada de los pañales. Hasta los dos años, no es capaz de controlar los
esfínteres, por lo que hasta esta edad son necesarios los pañales. Este
cambio en la vida del niño también supone un reto en el cual los padres le
ayudarán siguiendo unas pautas esenciales.
Dejar de usar los pañales y acudir al cuarto de baño requiere aprendizaje.
Una vez que aprenda a ir al baño, el objetivo será que se convierta en un
hábito para él. Como ya se ha señalado, los hábitos se forman con la
repetición de las acciones.
La mejor época del año para retirar los pañales es el verano, debido a que
puede andar libremente sin ropa y le resulta más fácil y rápido acudir al baño.
No obstante,
63
puede realizarse cuando los padres lo consideren oportuno, a partir de los
dos años de edad. Los pasos a seguir son:
• Enseñarle el inodoro y explicarle que en ese lugar es donde hacen pis y
caca los niños mayores. A su vez, se habrá dado cuenta de que el resto de
los miembros de la familia acuden al servicio y que no llevan pañales, por lo
que los padres le pueden reforzar la conducta de ir al baño señalándole este
aspecto. A su vez, pueden aprovechar su habilidad de imitación y
representarle cómo se sientan en la taza ellos mismos, para que les vea.
• Los padres pueden utilizar un orinal como paso intermedio, debido a que
uno de los temores más frecuentes que tienen es caerse dentro del inodoro.
No obstante, siempre se situará el orinal en el cuarto de baño al lado de la
taza, explicándole que, finalmente, el lugar adecuado será hacer sus
necesidades sentado en ella.
• Otra estrategia útil que ayuda a no tener miedo a la taza, es sentarle vestido
para que se vaya acostumbrando a la postura. Progresivamente, se le sienta
desnudo durante un rato para que se vaya familiarizando.
• Hasta que no haga su primer pis o caca en la taza, no es recomendable tirar
de la cadena, ya que es otro de los estímulos que le asusta porque cree que
si se cae dentro también podrá desaparecer.
• Una vez que haya sido capaz de acudir al baño, los padres le felicitarán y le
transmitirán lo bien que lo ha hecho. Este es un buen momento para
explicarle que al haberlo hecho en el baño, en lugar de en los pañales, si tiran
de la cadena sus necesidades desaparecerán, en lugar de ser tiradas a la
basura.
• Normalmente, acudirá al baño de manera intermitente. Es decir, en
ocasiones, manchará los pañales y, en otras, se acordará de ir al baño. Una
manera de ayudarle es preguntarle, en intervalos de tiempo cortos, si
necesita ir al servicio. En aquellas ocasiones en las que no ha acudido al
baño, se le apoyará diciéndole: "ya verás como la próxima vez te da tiempo a
llegar, lo estás haciendo muy bien".
Si en alguna de las fases, los padres perciben en el niño ansiedad o
negativas ante la conducta a realizar, es preferible no obligarle y dejar cierto
tiempo de margen para retomar de nuevo la retirada de los pañales, en la
fase en la que se quedaron.
Para prevenir, cuando se vaya a salir de casa con el niño durante un tiempo
prolongado es conveniente que lleven pañales, porque hasta que el
aprendizaje no esté asentado, no es capaz de generalizar dicha conducta en
otros baños distintos al de su casa, con el cual ya se ha familiarizado.
En el mismo sentido, durante las noches van a seguir siendo necesarios los
pañales,
64
puesto que hasta los tres años aproximadamente no es ​capaz d ​ e controlar
sus esfínteres mientras duerme. De nada sirve que se le lleve al baño antes
de acostarle si, evolutivamente, su vejiga no es lo suficientemente madura
para retener la orina.
Cuadro 3.2. Pautas a seguir para retirar los pañales
• Acercamientos graduales a la taza del baño.
• Representar la escena para que el niño la observe e imite.
• Utilizar el orinal como paso intermedio pero siempre explicándole que, finalmente, hará sus
necesidades
en la taza.
• Sentarle vestido sobre la taza para que se acostumbre a la posición y, posteriormente, sin ropa
para que
se familiarice sensitivamente.
• En un principio, no tirar de la cadena en su presencia.
• Cuando sea capaz de ir al baño, felicitarle y reforzar su conducta.
• Necesita tiempo porque es un cambio gradual e intermitente: seguirá necesitando los pañales pero
disminuirá progresivamente. Si mancha los pañales no reprender al niño.
Un gran paso en el desarrollo de la comunicación: el niño es
capaz de hablar
Nunca se me olvidará y me emociono siempre que lo recuerdo. Arancha
tenía 14 meses y estaba sentada en su silla esperando a que le diera el
desayuno. Me senté enfrente de ella y me miró fijamente, parecía que me
quería decir algo, pero todavía no hablaba. Yo estaba atenta a todos sus
movimientos y me quedé callada delante de ella cuando de repente
pronunció su primera palabra: ma-má. Me sentí la mujer más feliz del
mundo. A partir de este momento, comenzamos una nueva etapa porque
hacía preguntas sobre todo.
Voz de los padres
Cuando el niño comienza a hablar, los padres se sienten desbordados ante la
infinidad de preguntas que puede formular. En ocasiones exclaman: "nuestro
hijo parece un loro", "no se cansa nunca, tiene que preguntarlo todo", "ante
cualquier situación, siempre pregunta por qué". A pesar del torbellino de
preguntas a las que los padres tienen que contestar, son conscientes del gran
paso evolutivo por el que están atravesando: pueden comunicarse con el niño
de una manera más eficaz, rápida y directa, gracias al desarrollo del lenguaje.
65
Voz de los niños
¿Qué es esto?, ¿y por qué?, ¿lo hago bien?, ¿dónde vas? Este tipo de
preguntas se va a repetir en muchas ocasiones porque, por primera vez,
puede demandar verbalmente una explicación ante su curiosidad. A su vez,
también va a poder comunicar sus estados emocionales y necesidades:
"tengo hambre", "cuándo nos vamos a casa", "cómprame un caramelo", "me
duele la tripa".
Pautas de actuación
La vida del niño da un cambio radical cuando es capaz de hablar. Al conocer
el nombre de las cosas, adquiere un nuevo poder como, por ejemplo, puede
pedir lo que quiere, llamar la atención de una manera más específica y
detallada y puede comunicar sus necesidades, no sólo a las personas más
cercanas, sino a todo el mundo. Gracias al lenguaje entra en el mundo de los
adultos. Obviamente, mediante el desarrollo progresivo del lenguaje adquiere
una habilidad fundamental para comunicarse con los demás.
Cuando descubren la magia de las palabras, los padres deben facilitarles una
adecuada utilización del lenguaje y potenciarlo. Por tanto, es necesario que
adapten su lenguaje al de los pequeños. En este sentido, se trata de adaptar
las palabras y la extensión de las frases a su vocabulario.
Existe una gran diferencia entre hablar "con" un niño y hablar "a" un niño.
Cuando los padres hablan "con" el niño, intercambian ideas, proyectos,
planes o sentimientos. Sin embargo, cuando los padres hablan "al" niño, este
tipo de comunicación se suele restringir a dar consejos, advertencias o
recomendaciones.
Cuadro 3.3. Desarrollo evolutivo del lenguaje
12-24 MESES 24-36 MESES
• De 18 a 24 meses surgen las pri-
meras combinaciones de dos palabras.
• Percepción exacta de los sonidos del
lenguaje.
• Puede comenzar a comprender
órdenes sencillas: mira, dame, ven, come. Y algunos adjetivos: bonito, feo,
sucio, limpio, junto con nociones de pertenencia: mío.
• Frases completas, aunque no sean
gramaticalmente correctas con estilo telegráfico y yuxtaposición de frases.
• Parece comprender mucho más de lo
que es capaz de expresar.
• A los 30 meses maneja el artículo
"un" y "una", concordándolo con el género correctamente; y el
66
lándolas. pronombre "yo" y "tú" combinado
con "mío" y "tuyo".
• Entre los 30 y 36 meses, aparecen los
• Inicio de la gramática o sintaxis. ​
adverbios de lugar.
• Rápido incremento del léxico. • A los 30 meses, su vocabulario está
formado por 500 palabras; a los 36 meses maneja el doble de palabras.
Se ha señalado que, debido a los cambios evolutivos que experimenta el
niño, la comunicación y el juego también se modifican. De la misma manera
en que los padres pueden hablar con él, también pueden introducir nuevos
juegos en la interacción. A través del juego, además de fomentar la
vinculación, favorecen su desarrollo y afianzan las habilidades adquiridas.
En este sentido, el juego se enriquece debido a las capacidades motoras y
lingüísticas. A estas edades es capaz, entre otras, de: mantener el equilibrio,
andar, coordinar los brazos y las piernas, hablar e imitar. Por tanto, las
posibilidades de juego aumentan enormemente.
Cuadro 3.4. Tipos de juego desde los 12 a los 36 meses
12-24 MESES 24-36 MESES
• Lanzar y tirar una pelota. • Juegos de imitación de conductas
concretas: comprar, lavar, planchar.
• Montar en triciclo, primero con ayuda
• Cantar y enseñarle canciones. ​
y posteriormente solo.
• Imitar el sonido que emiten los
animales.
• Bailar al ritmo de la música.
¿Por qué el niño dice siempre no?
Marina tiene dos años de edad. Sus padres no entienden porqué
últimamente la palabra preferida de su hija es "no". Señalan que han
intentado todo tipo de estrategias para que el comportamiento de su hija
no termine siempre con un berrinche o una rabieta pero se han dado por
vencidos porque ni el castigo les ha resultado efectivo.
67
Voz de los padres
"De un tiempo a esta parte, hemos visto un gran cambio de comportamientos
en nuestra hija de dos años y medio. Parece que lo único que sabe decir es
que no, dándonos la sensación de que nos está desafiando en todo lo que le
decimos. La batalla comenzó en las horas de la comida pero ahora todo es
una verdadera guerra, desde la hora en la que se la tiene que acostar o
bañar, en fin, cualquier situación se convierte en un conflicto."
La mayoría de los padres se sienten desconcertados e incluso atemorizados
por el comportamiento que, en ocasiones, pueden exhibir los niños a estas
edades. Suelen tener la sensación de que algo no marcha bien, que se están
equivocando porque el niño presenta unos comportamientos de auténtica
rebeldía y no saben cómo actuar. Además, cuando aparecen este tipo de
conductas de oposición o de rebeldía sienten que se sobrecargan y parece
que no encuentran nunca la alternativa adecuada para que cesen.
Voz de los niños
En este momento evolutivo, los niños cuentan con otras herramientas,
además del llanto, para comunicarse y poder expresar sus estados
emocionales. Ahora son capaces de transmitir con nuevas habilidades
cuando están enfadados, irritados o frustrados e, incluso, rebelarse ante las
normas o límites que se les impone. Evolutivamente, han interiorizado que
con sus comportamientos pueden conseguir cosas agradables y evitar
aquello que les resulte desagradable.
Si se equipara el desarrollo de la comunicación del niño con una escalera, se
puede apreciar que en el primer escalón se encuentran el llanto y la sonrisa,
en el segundo se encontrarían este tipo de conductas que se consideran más
sofisticadas que las primeras pero no por ello, las más adecuadas. Sin perder
de vista esta escalera, se puede entender que este tipo de comportamientos
es un paso intermedio, siendo la labor de los padres enseñarles formas
alternativas (y más adecuadas) de expresar sus emociones o necesidades.
Pautas de actuación
Las rabietas, berrinches, conductas de oposición o, simplemente, la
desobediencia se pueden considerar como comportamientos normales si se
atiende a dos criterios: por un lado, son conductas que ocurren en la mayoría
de los niños y, por otro, una de las funciones que tienen en el desarrollo del
comportamiento es lograr su adaptación al medio en el que vive.
Las rabietas se definen como aquellas manifestaciones comportamentales
desproporcionadas, intensas y de corta duración entre las que se podrían
incluir llantos,
68
gritos, pataletas, agredir a otros, a sí mismo o a objetos y muebles, quejarse,
encerrarse o enfadarse, y que se ajustan a una función claramente
determinada.
Evolutivamente, este tipo de comportamientos abarcaría en la vida del niño
desde el primer año de vida hasta los tres años de edad. A partir de los tres
años tienden a disminuir e incluso a desaparecer, siendo bastante
infrecuentes a partir de los cuatro años. No obstante, esta clasificación es
flexible, debido a que pueden empezar a aparecer al año de vida pero es en
el período comprendido entre los dos y los tres años de edad cuando se
suele registrar el mayor número de rabietas y las más intensas. De la misma
manera, a los cuatro años ya no se consideraría un comportamiento "normal"
pero es necesario evaluar si el comportamiento se ha instaurado en la vida
del niño como un hábito y puede resultar más difícil eliminarlo.
Cuadro 3.5. ¿Qué quiere comunicar el niño con este tipo de comportamientos negativos?
El niño es consciente de que tiene poder
Dentro de la familia se establece una interacción en la cual los
comportamientos, opiniones o mensajes que se transmiten afectan a todos
los miembros que componen la familia y, a su vez, al que lo emite. Es decir,
el comportamiento del niño es capaz de afectar y modificar el de los padres,
adaptándose éstos de una forma gradual y progresiva
69
a su desarrollo. De la misma manera, el comportamiento de los padres influye
en las conductas que manifiesta el niño, pudiendo reforzarlas o extinguirlas
según el tipo de conducta exhibida y sus posteriores consecuencias.
Llegados a este punto es fácil pensar que cuando el niño está callado,
jugando tranquilamente o dibujando, en su contexto inmediato no pasa
absolutamente nada. Sin embargo, si comienza a gritar o a llorar, su
alrededor se moviliza y acuden a él para cogerle, abrazarle, entretenerle o
jugar con él. Pues bien, estas consecuencias tan diferentes de los dos tipos
de comportamiento no pasan desapercibidas para él, por lo que va
aprendiendo a usar su propia conducta como un instrumento para conseguir
determinadas cosas y evitar otras.
¿Qué se puede hacer?
Las rabietas son un tipo de comportamiento del niño, en una determinada
edad, que pueden ir siendo sustituidas por otro repertorio de conductas más
sofisticadas en relación a su desarrollo evolutivo. Así como a los tres años su
capacidad de expresión es la de llorar, gritar o patalear, según vaya
creciendo y desarrollándose podrá insultar o amenazar. Por ello, es necesario
puntualizar cómo pueden hacer frente los padres a estas conductas, desde el
inicio, atendiendo a los principios que rigen el aprendizaje (reforzamiento y
castigo), dependiendo de si se busca potenciar o eliminar la aparición de un
determinado tipo de comportamiento.
Para poder entender mejor cómo influyen dichos principios de aprendizaje en
la conducta del niño (o de cualquier persona) se van a ilustrar ejemplos
concretos en el caso de las rabietas:
• ​Reforzamiento positivo:
Mario está de compras con su madre, actividad que le suele aburrir además
de agotar. Cuando comienza a estar intranquilo observa encima del
mostrador una gran espiral de caramelos y exclama "mamá cómprame un
caramelo", ante lo cual su madre le dice que "no" porque van a comer
enseguida y le puede quitar el hambre. Ante esta situación, Mario comienza a
llorar, gritar, patalear para probar si de esta manera lo conseguirá. Ante la
atenta mirada de todo el mundo que se encuentra en la cola del
supermercado, la madre comienza a sentir una gran vergüenza por el
escándalo que está montando el niño y opta por comprarle el caramelo.
La rabieta se refuerza positivamente porque a través de ella Mario ha
conseguido algo agradable, el caramelo.
Cuadro 3.6. Principios del aprendizaje humano
70
• ​Reforzamiento negativo:
Alicia es una niña muy especial a la hora de la comida debido a que son muy
pocas cosas las que le gustan. Ese día hay para cenar calamares rebozados,
alimento que Alicia aborrece.
Nada más sentarse a la mesa la madre le indica que tiene que comérselos
porque ya es hora de que siga una dieta equilibrada. Alicia en silencio, se
mantiene inmóvil ante el plato de calamares mientras los minutos siguen
pasando hasta que rompe a llorar desconsoladamente. Finalmente, la madre
comienza a dárselos, uno por uno, hasta que la niña parece que va a vomitar,
ante lo cual inmediatamente se le retira el plato (incluso en ocasiones se le
prepara otra cosa).
La rabieta se refuerza negativamente porque mediante ésta, Alicia ha podido
evitar algo desagradable, comerse los calamares rebozados.
• ​Castigo positivo:
Carlos estaba jugando con sus primos tranquilamente hasta que uno de ellos
al moverse bruscamente destroza la torre de figuras que con tanto empeño
estaba
71
construyendo. Debido a esto, comienzan a pelearse y Carlos con furia
empuja a su primo hasta hacerle caer al suelo gritando y pataleando. En este
momento, los padres intervienen separando a los niños y le castigan a
permanecer en su cuarto él solo el resto de la tarde.
La conducta de Carlos ha sido castigada, de manera positiva, porque se le ha
impuesto una situación desagradable para él, pasar el resto de la tarde solo
en su cuarto, sin poder jugar más con sus primos.
• ​Castigo negativo:
María ha decidido que es un día ideal para estrenar unos zapatos nuevos que
acaban de comprar, sin tener en cuenta que son unos zapatos para la
comunión de su prima. La madre lo intenta razonar con ella pero María
continua empeñada en ponerse los zapatos nuevos y ante la negativa tira los
zapatos contra la pared y comienza a gritar y a llorar. La madre le comunica
que debido a su comportamiento esa tarde no irán al cine como estaba
planeado.
En este caso, María ha recibido un castigo, de manera negativa. En lugar de
recibir algo desagradable por el comportamiento que ha tenido, se le ha
retirado un beneficio que ya había conseguido con anterioridad, de ahí, que
se lo denomine negativo.
¿Cómo se puede enseñar al niño comportamientos positivos y
reducir los negativos?
Los padres de Elena se encuentran perdidos porque ya no saben cómo
actuar ante el mal comportamiento que presenta su hija. Señalan que
todo es muy diferente a lo que vivieron en la educación de su hija mayor
y que nunca habían experimentado la sensación de impotencia que
viven ahora con el comportamiento de Elena.
Voz de los padres
"Creemos que no lo estamos haciendo bien porque en lugar de mejorar la
situación, cada vez es peor, teniendo en cuenta que los castigos que
aplicamos son peores y ya no sabemos qué hacer."
En ocasiones, los padres sienten que han llegado al límite en aquellas
situaciones en las que el niño mantiene, una y otra vez, un comportamiento
inadecuado. Es cierto que, con el paso del tiempo, los castigos se van
endureciendo en la medida en que no se
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consigue modificar sus comportamientos negativos, pero no por ser más
duros se obtienen mejores resultados. Una vez más, se debe resaltar que
cada niño es único y, por tanto, su evolución requiere una adaptación nueva a
sus propias características individuales y, en general, a las circunstancias del
momento.
Voz de los niños
El niño ha comenzado a realizar sus propias acciones sobre su entorno y las
demás personas que le rodean. En estas interacciones va a aprender a
diferenciar qué está bien y qué está mal, porque hasta ahora lo desconoce.
Es un proceso de aprendizaje, en el que a través de la educación que reciba,
va a ir interiorizando qué tipo de comportamientos son reforzados y cuáles
son castigados.
Pautas de actuación
Una vez que se han entendido los principios que rigen el aprendizaje
(reforzamiento o castigo), se plantea un doble objetivo: minimizar los
comportamientos inadecuados y, por otro, maximizar otros comportamientos
más adaptativos. En este sentido, las técnicas se orientarán a aumentar la
aparición de conductas positivas y a debilitar la ocurrencia de las negativas.
Los niños deben conocer y entender lo que tienen que hacer y lo que
no, y las consecuencias directas de sus comportamientos.
Técnicas que incrementan la aparición de conductas positivas
Si las consecuencias que siguen a una determinada conducta son positivas,
dicha conducta tenderá a ocurrir con mayor frecuencia. El objetivo de estas
técnicas se fundamenta en que los padres transmitan al niño que, a través de
sus buenas conductas, también puede conseguir cosas buenas
(reforzamiento positivo) o evitar las malas (reforzamiento negativo). Se
proponen las siguientes estrategias:
• ​Sorprenderle cuando se porta adecuadamente y trasmitirle lo contentos que
se
sienten:
Una vez que el círculo vicioso de las rabietas o comportamientos negativos
se ha instaurado en la interacción de padres e hijos, resulta muy difícil
detectar algún comportamiento positivo en ellos. Por otro lado, el niño es
consciente de que, sobre todo, recibe atención cuando lleva a cabo alguno de
sus
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comportamientos de oposición o rebeldía. Es necesario cortar esta
secuencia, ¿pero cómo? En ocasiones, antes de la rabieta el niño puede
exhibir alguna conducta adecuada. Esta es una ocasión ideal para reforzarle
positivamente este tipo de conducta y darle lo que demande (mientras que si
comienza directamente con la rabieta no conseguirá lo que quiere). Una
manera de reforzarlo positivamente puede consistir en algo tan sencillo como
decirle: "papá y mamá están muy contentos de que pidas las cosas tan bien".
También es muy productivo que en aquellas ocasiones en las que esté
jugando tranquilamente, los padres se acerquen a él y le comuniquen lo bien
que se está portando.
• ​Enseñarle el camino adecuado para conseguir las cosas:
Por ejemplo, si cada vez que el niño quiera jugar con la plastilina, los padres
le ponen la condición de que se tiene que sentar en su pupitre tranquilamente
y pedirla, se le está enseñando y, por tanto, aprende un tipo de
comportamiento que no puede realizar al mismo tiempo que la rabieta. Es
decir, de esta manera se favorece el aprendizaje de comportamientos
incompatibles con las rabietas, potenciando conductas alternativas
adecuadas.
• ​Identificar aquellos estímulos y situaciones que favorecen la aparición de un
comportamiento inadecuado:
Los padres también pueden predecir en qué contextos y ante qué tipo de
estimulación la probabilidad de las rabietas o comportamientos inadecuados
aumenta. Por tanto, se trata de identificarlas y evitarlas, en la medida de lo
posible. Cuando Marta está de compras con sus padres suele portarse bien
hasta que se van acercando al pasillo de los juguetes. Una vez que lo
atraviesan, siempre quiere que le compren algo y, ante la negativa de sus
padres, tiene una rabieta. Pues bien, una medida que los padres pueden
llevar a cabo para disminuir la probabilidad de las rabietas es evitar pasar por
el pasillo de los juguetes o distraerla mientras lo rodean.
Cuadro 3.7. Técnicas que incrementan la aparición de conductas positivas
• Reforzar los comportamientos adecuados.
• Potenciar conductas adecuadas alternativas e incompatibles con las que lleva a práctica las
rabietas o
comportamientos negativos.
• Reconocer los estímulos y situaciones en que se dan con más frecuencia las rabietas o
comportamientos negativos para controlarlas.
Técnicas que reducen o eliminan la aparición de conductas negativas
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Estas técnicas se pueden clasificar en función de un doble objetivo: que el
niño obtenga consecuencias negativas tras haber llevado a cabo un
comportamiento inadecuado (castigo positivo) o que el niño no obtenga
consecuencias positivas después del comportamiento problemático (castigo
negativo), ambas tenderán a disminuir la frecuencia de dicho
comportamiento.
La efectividad de las técnicas dirigidas a reducir o eliminar
determinados comportamientos, se potencia si se combinan con las
técnicas que incrementan la aparición de comportamientos adecuados.
De esta manera, los padres no sólo transmiten a los niños lo que no hay
que hacer, sino lo que es adecuado hacer.
El inconveniente de las técnicas que reducen o eliminan comportamientos
inadecuados es que no ofrecen alternativas adecuadas, de ahí, la necesidad
de reforzarlas con la estimulación de comportamientos positivos.
• "Como vuelvas a escupir a tu hermana te voy a dar una bofetada que te vas
a enterar. Te quedas sin televisión toda la semana porque parece que eres
tonto": Este método debe ser el último recurso utilizado por los padres para
producir un cambio en el comportamiento infantil, puesto que siempre pueden
existir alternativas más eficaces y menos perjudiciales.
El castigo consiste en la aplicación de consecuencias negativas o
desagradables para el niño, una vez que ha realizado un comportamiento no
deseable. El objetivo es el de evitar la repetición de dichos comportamientos,
disminuyendo su aparición. Es decir, si un determinado comportamiento va
seguido de una consecuencia negativa, su probabilidad de ocurrir bajo las
mismas circunstancias se reduce.
La intensidad de tales manifestaciones dependerá del estilo educativo de los
padres, remarcando que el empleo de la agresividad, tanto física como
verbal, produce una gran cantidad de efectos negativos que pueden
desencadenar en el niño y en el sistema familiar.
• ​¿Por qué el castigo debe ser el último recurso empleado para modificar
comportamientos en el niño?
El castigo es llevado a cabo por una persona que sanciona un determinado
comportamiento en unas circunstancias y características especiales. Debido
a esto, la eliminación de ese comportamiento será efectiva en presencia de
dicha persona y en las mismas circunstancias y características en las que se
dió. Es decir, la probabilidad de que ocurra el comportamiento inadecuado en
otras
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circunstancias y en ausencia del castigador continuará siendo elevada porque
la conducta castigada no se olvida, por lo que el motivo de que el niño no la
realice será evitar el castigo.
Con esta técnica, los padres no ofrecen alternativas de comportamientos
adecuados, puesto que se les indica lo que está mal (pero no lo que está
bien). A su vez, aprenden que los problemas se pueden solucionar a través
de la agresividad implícita en el castigo.
Siguiendo esta línea las repercusiones sobre el castigado pueden ser: que el
propio niño se muestre agresivo y aprenda que la agresividad es una forma
adecuada de relacionarse, efectos emocionales secundarios (ansiedad,
miedo, aislamiento, pesadillas, tristeza) y elaborar conclusiones negativas
sobre sí mismo o sobre los demás.
En el sistema familiar, castigar tiene un coste muy elevado. Si el clima familiar
se define por los altos niveles de agresividad, es común que el niño no sólo
evite el castigo, sino a la persona que lo castiga, teniendo sentimientos de
miedo hacia sus propios familiares.
No obstante, cuando los padres deciden emplearlo es necesario considerar
los aspectos que lo hacen un procedimiento lo menos negativo posible y que,
a su vez, tenga efectividad.
Cuadro 3.8. Requisitos para que el castigo sea efectivo
• Aclarar al niño qué conducta se castiga y por qué.
• Se administra inmediatamente después de la conducta castigada y siempre que se realice.
• Tiene que ser intenso pero corto.
• Tiene que ir precedido de advertencias.
• Su efectividad es nula si se consigue algún tipo de recompensa ("se sale con la suya") o logra
escapar
de la situación de castigo.
• Siempre se deben ofrecer comportamientos alternativos adecuados.
• Prevenir la aparición de ios comportamientos inadecuados, identificando las causas para
modificarla.
• "Como hoy no has comido prácticamente nada, no podremos ver los dibujos
que te gustan": Es un tipo peculiar de castigo, en el sentido de que el objetivo
es reducir o eliminar el comportamiento inadecuado, pero no por la obtención
de consecuencias negativas sino que la consecuencia consiste en que va a
perder algo que le gustaba y había conseguido con anterioridad o algo
positivo que podría haber conseguido en el futuro.
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Es necesario seguir unas pautas en la utilización de esta técnica, debido a
que, según su puesta en práctica, se perjudicará o favorecerá su efectividad.
Es fundamental que el niño conozca las consecuencias que derivan de sus
comportamientos, por dos razones: por un lado, podrá asociar su conducta
negativa con las consecuencias que reciba (asociación básica para que se dé
aprendizaje) y, por otro, podrá prevenir las repercusiones de sus actos.
Una vez que las normas o reglas están claras, los padres le dan la posibilidad
de decidir el tipo de comportamiento que va a exhibir, puesto que conoce las
consecuencias.
Cuando los padres, ante un mal comportamiento del niño, deciden retirarle
algo positivo, deben valorar el grado de la pérdida. Es decir, se puede
suponer que cuanto mayor sea la pérdida de aspectos positivos, mayor será
también la efectividad del procedimiento. Sin embargo, esta relación no es
directamente proporcional ni en la cantidad de la pérdida ni en el tiempo: no
es más eficaz una retirada extrema y permanente que una pérdida parcial y
temporal.
En relación a la cantidad de la pérdida: ​después de una de las rabietas de
Juan, sus padres decidieron que esa tarde no irían al parque de atracciones
como habían acordado. Una opción extrema, hubiera sido no salir de casa en
toda la tarde, pero en su lugar, salieron a dar un paseo los tres juntos.
En relación al tiempo que dura la pérdida: ​Elsa había pegado a su hermana
pequeña para quitarle uno de sus juguetes. Sus padres decidieron retirarle
una de sus muñecas preferidas durante esa tarde, dándole la posibilidad de
recuperarla después de que se comportara de una manera adecuada. Este
tipo de procedimiento resulta más efectivo porque los padres están motivando
comportamientos positivos.
Otra alternativa que se puede barajar en la retirada de los objetos que le
gustan al niño es que los padres negocien con él niño cómo y cuándo puede
ir consiguiendo las partes de lo que se le ha retirado. Por ejemplo, la mayor
diversión de Lucas consistía en crear auténticos campos de batalla con unos
muñequitos y una infinidad de accesorios que completaban el juego: caballos,
pistolas, coches, camiones, tanques o aviones. Las rabietas de Lucas solían
ser frecuentes a la hora de la comida, por lo que sus padres decidieron
quitarle absolutamente todo el juego y establecieron un trato con él: los días
en los que comiera de manera adecuada, le devolverían dos soldados,
mientras que los días en que exhibiera una de sus rabietas no ganaría nada.
Además, los accesorios del juego los iría ganando siempre y cuando
transcurrieran dos días seguidos sin rabietas.
Puesto que el niño conoce las consecuencias de sus comportamientos, éstas
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deben ser siempre las mismas e inmediatas. Es decir, cuando pega a su
hermano para arrebatarle un juguete y la consecuencia es retirarle uno de
sus coches preferidos durante el resto del día, siempre que ocurra esta
situación recibirá la misma recompensa inmediatamente. De esta manera,
podrá predecir las consecuencias de su comportamiento y establecer una
asociación. Cuanto más tiempo pase entre el comportamiento inadecuado y
la retirada de algo positivo, más difícil será el establecimiento de la asociación
entre los dos hechos.
• ​Será mejor que te quedes solo, tú y tu rabieta: ​Este tipo de procedimiento es
uno de los más eficaces para reducir los problemas asociados a las rabietas
o comportamientos negativos. Básicamente, consiste en que el niño salga del
contexto, ambiente o situación donde está teniendo lugar la rabieta y llevarlo
a un lugar diferente, donde no se encuentre con aquellos estímulos que han
desencadenado este tipo de comportamiento.
El tipo de aislamiento que se lleva a cabo no significa "el cuarto oscuro", en el
sentido de que, el lugar al que se le lleva no tiene porqué ser aversivo o
desagradable, al igual que el tiempo de permanencia tampoco debe ser
excesivo. La finalidad es que en el lugar donde tiene que permanecer el niño,
no se encuentre lo que quería conseguir o aquello que quería evitar. Por
ejemplo, el niño puede estar en una situación de aislamiento acompañado por
sus padres, los cuales no le prestan ningún tipo de atención. Una vez más, la
inmediatez en la aplicación del aislamiento después del comportamiento que
los padres quieren sancionar es fundamental. No es útil: "Cuando llegue tu
padre te va a mandar a tu cuarto por no haberte comido las lentejas".
Los factores que pueden debilitar la efectividad de esta técnica son: que el
niño encuentre en el lugar de aislamiento algo agradable, que a través del
asilamiento evite una situación desagradable o que consiga escapar de la
situación.
Cuando encuentra algo agradable en el lugar de aislamiento: ​los padres de
Joaquín comenzaron a meterle en el cuarto de su abuela, cada vez que tenía
una rabieta. No entendían porqué no disminuían si eran muy rigurosos en
llevarle nada más terminar la rabieta y le explicaban las consecuencias de su
comportamiento. En este caso, no se dieron cuenta que desde esa habitación
se veía un parque con columpios, y que a Joaquín le encantaba mirar por la
ventana cómo jugaban los niños.
Cuando evita una situación desagradable con el aislamiento: ​Laura odia el
cocido y siempre tiene una rabieta cuando se lo tiene que comer. Como su
madre siempre la lleva al cuarto de su hermana, consigue evitar comérselo.
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Si consigue escapar de la situación de aislamiento: ​es cierto que, en
ocasiones, cuando se lo aísla, puede comenzar a llorar desconsoladamente o
enfadarse y mostrarse agresivo. En este caso, no hay que sacarlo del lugar
porque se le reforzaría esa conducta, pero sí permanecer a su lado sin
hablarle hasta que se tranquilice. Se trata de educar a los niños
enseñándoles de la mejor manera posible.
El tiempo mínimo de aislamiento recomendado oscila entre dos y cinco
minutos, contando a partir desde que abandona el comportamiento negativo.
Según va creciendo se puede aplicar un minuto por año de edad, hasta un
máximo de veinte minutos.
Este tipo de técnica no esta restringida a las cuatro paredes de una casa, es
decir, ¿qué ocurre si el niño tiene un comportamiento negativo en una tienda?
Siguiendo el objetivo del aislamiento, en estos casos, debe abandonar la
situación en la que se ha desarrollado dicho comportamiento, ya sea
sacándolo a la calle o al coche. Simplemente se le explica por qué se lo saca
de la tienda y no se responde a su enfado.
• ​Darle la oportunidad de arreglar lo estropeado: ​Esta técnica está orientada a
que el niño sea el encargado de reparar las cosas o simplemente el desorden
que haya causado con el comportamiento negativo o rabieta. Generalmente,
estos comportamientos suelen ir acompañados de patadas, lanzamiento de
objetos o un sinfín de conductas que pueden ocasionar daños materiales. El
objetivo es que ordene lo que ha desordenado, incluso dejándolo mejor de lo
que estaba.
Cuando llegaba la hora de irse a dormir, Arturo solía reaccionar con una
de sus rabietas para evitar dejar de ver la televisión. Una de las noches,
comenzó a llorar y a patalear tirando al suelo una de las plantas
preferidas de su madre. Sus padres decidieron que fuera el propio
Arturo el que recogiera la tierra y la planta del suelo. A raíz de este
accidente, Arturo se encargaría de regar la planta y cuidarla.
A medida que crece, será mas consciente de los daños que causan sus
conductas, por lo que esta técnica resulta más eficaz en niños mayores
porque se les puede obligar a realizar los comportamientos necesarios para
la reparación de lo dañado y que además entiendan las órdenes que reciben.
No obstante, se puede adaptar a niños pequeños, en función del daño
causado y de los comportamientos que requiera la reparación. Por ejemplo, si
el material dañado es un vaso de cristal no sería oportuno encargar a un niño
de tres años que lo recogiera, por la posibilidad de que se cortara.
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