Ebook - Que Sigue
Ebook - Que Sigue
Ebook - Que Sigue
ÍNDICE
1
CAPÍTULO 1 - ¿QUÉ SIGUE?
¿CUÁL ES EL CAMINO?
Seguramente te has hecho esta pregunta muchas más veces de las que podés recordar en este
momento. Parece que siempre hay un “¿qué sigue?” en nuestras vidas: Cuando vamos al
colegio, aparece un “¿qué sigue?” al pasar de año. Cuando comenzamos un trabajo, hay un
“¿qué sigue?” desde el rol que desempeñamos.
Las distintas etapas de la vida también nos marcan un “¿qué sigue?”. Por ejemplo, luego de la
niñez, ¿qué sigue?, la adolescencia; a continuación, la juventud. Después tal vez el noviazgo, el
casamiento, hijos, nietos, etc.
Esto también sucede de alguna manera, ya sea consciente o inconscientemente, con nuestra
vida espiritual. Y un día decidimos experimentar algo del espíritu, hacer alguna oración especial
de entrega a Dios, o proponernos caminar con Jesús. Pero al ser un camino desconocido para
nosotros, generalmente nos surge la duda: “Y entonces, ¿qué sigue? ¿Qué más hay? ¿Qué tiene
Dios para mí?” Estas son las preguntas.
Con los años, y luego de hablar sobre esto con muchas personas, pude descubrir que en su gran
mayoría no están muy seguras sobre este camino. Hay algo en este viaje de fe que puede hacer
que te sientas lejos o cerca de Dios. Algunos están en un descanso, sin saber dónde ir. Luego, de
hecho, cuando hablás con la mayoría de las personas, coinciden en que la vida es realmente
confusa, y es difícil saber qué próximo paso dar.
Hay un texto en Proverbios 29:18 que dice: “Donde no hay visión, el pueblo perece” (Paráfrasis).
Esto quiere decir que si la gente no puede ver lo que hace Dios, se desordena, perece. El pueblo
necesita un camino claro. Vos y yo necesitamos un camino claro y saber qué tenemos que hacer.
Por lo tanto, si no tenés un camino claro para tu vida, si no sabés adónde ir, seguramente vas a
tropezar. La verdad es que no quiero que tropieces, y menos en el camino del Señor. Mucha
gente tropieza y no es por un demonio sino porque no saben qué hacer, no saben cómo seguir
a Jesús. Pero cuando entendés lo que Dios te revela, cómo es el camino de Dios, cosas suceden,
y vas a volverte una persona sumamente bendecida.
A continuación, quiero compartir con vos una oración hecha por uno de los hombres más
increíbles de la historia de la iglesia: el apóstol Pablo. Esta oración se escribió para la iglesia en
Éfeso. Por cierto, un apóstol era un “plantador” de iglesias, alguien que iba, compartía la fe con
las personas en cada lugar que visitaba, armaba un grupo, plantaba una iglesia, oraba por ellos,
los guiaba y los entrenaba.
Él escribe esto:
“Por eso yo, por mi parte, desde que me enteré de la fe que tienen en el Señor Jesús, y
del amor que demuestran por todos los santos, no he dejado de dar gracias por ustedes
al recordarlos en mis oraciones. Pido que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre
glorioso, les dé el Espíritu de sabiduría y de revelación, para que lo conozcan mejor.
Pido también que les sean iluminados los ojos del corazón, para que sepan a qué
esperanza él os ha llamado, cuál es la riqueza de su gloriosa herencia entre los santos,
y cuán incomparable es la grandeza de su poder a favor de los que creemos. Ese poder
es la fuerza grandiosa y eficaz que Dios ejerció en Cristo cuando lo resucitó de entre los
2
muertos y lo sentó a su derecha en las regiones celestiales, muy por encima de todo
gobierno y autoridad, poder y dominio, y de cualquier otro nombre que se invoque, no
sólo en este mundo, sino también en el venidero. Dios sometió todas las cosas al
dominio de Cristo, y lo dio como cabeza de todo a la iglesia. Esta, que es su cuerpo, es la
plenitud de Aquel que lo llena todo por completo”. (Efesios 1:15-23)
He remarcado a continuación cuatro palabras y frases importantes que el apóstol Pablo utiliza
para con esta congregación que se ha iniciado en el evangelio; y que seguro hoy, dos mil años
después, también nos afecta e involucra.
El apóstol Pablo de alguna manera nos está diciendo: “Me encantaría que veas lo importante
que es conocer a Dios”. Él usa una palabra en griego, idioma en que está escrito originalmente
el Nuevo Testamento, que significa “conocer con intimidad profunda”. Esa misma palabra es
usada en Génesis para decir que Adán “conoció” a Eva, para tener un bebé. Conocer a Dios se
trata de una relación muy íntima.
Desearía que pudieras ver lo importante que es esto en tu vida, y plantearlo en este momento
como TU PRIMER PASO en ese viaje.
Luego, dice la Palabra que Pablo siguió orando para que los ojos de sus corazones se iluminen.
Sabido es que nuestro corazón no tiene ojos, ¿no es cierto? En realidad, no miramos a través de
nuestros corazones, sino que miramos a través de lo que nos ha pasado en la vida. Miramos a
través del filtro de los ojos del corazón y es por eso que, si bien todos estamos viendo lo mismo
en algún momento, lo hacemos de manera diferente en función de lo que nos ha sucedido en la
vida hasta ese momento.
Es entonces que aquí tenemos el SEGUNDO PASO en tu viaje, que los ojos de tu corazón se
iluminen. Tu corazón debe focalizarse y tener claridad sobre lo que está viendo y
experimentando, porque tal vez estás viendo las cosas de la manera incorrecta y no como son.
Ves las cosas tal como eres, es decir que las ves a través de la lente de las cosas que te han
sucedido.
Una vez que comenzás a dar estos pasos, entonces podés comenzar a saber la esperanza a la
que Él te llamó. Deberías darte cuenta de que tenés un llamado, y esto sucede cuando dejás el
pasado para focalizarte en el futuro y en lo que Dios tiene para vos. Comenzar a revisar esto es
el TERCER PASO.
Esto es enorme. Pero luego, una vez que sabés eso obtenés esta frase final, que honestamente
es la más difícil de entender, pero en realidad es la más gratificante de todas. Él dice que luego
sos parte de esta herencia, sos parte de algo glorioso.
El mensaje dice que esta gloriosa forma de vida está unida a un grupo de personas que le da
sentido a tu vida. Comenzás a marcar una diferencia a tu alrededor, nuestro CUARTO PASO.
Estos son los cuatro pasos para poder crecer en tu vida, y realmente creo que Dios los quiere
para vos. Tal vez sos nuevo en la iglesia, recién conocés al Señor o estás por primera vez. Hay
mucho más que todo lo que ves. Hay un camino del Señor por encima de la religión, del dogma,
de la institución o de este edificio en el cual nos reunimos cada semana. Quizás incluso seas
cristiano de toda tu vida y te sentis atrapado como si estuvieras en el mismo lugar. Te quiero
ayudar con estos cuatro pasos, desglosándolos uno por uno.
3
CONOCER A DIOS
No queremos que sigas una religión, sino que tengas una relación. Crecí en la iglesia y llegué a
pensar en algún momento que todo se trataba de la iglesia, sus procesos y programas. De
manera consciente o inconsciente pensaba que el objetivo del cristianismo era simplemente
agradar a Dios o no ir al infierno.
No conocí a Dios sino hasta ser más grande. No oraba ni leía la Biblia, solo asistía a las reuniones
y a todos los programas. Pero en mi trayecto, siendo muy temeroso de Dios, pude ver muchos
hombres y mujeres de fe; vi sus testimonios, su fidelidad y devoción. Entonces dije: “Me falta
algo”. Busqué y descubrí que ser cristiano es otra cosa. ¿Y por dónde empiezo entonces?
Rendite, solo rendite. En otras palabras, quiero que sepas que tenés que dejar el control de tu
vida para dárselo a Jesús. Eso es salvación: dejarte salvar como si cayeras de una montaña, y
alguien te recogiera.
Jesús dio su vida por vos. Ahora te toca a vos entregársela a Él. Luego, si tomás esta decisión,
debés hacer pública esta relación. Es como un noviazgo. Nadie lo puede tener callado. Cuando
hacemos esto, lo que sigue es lo que llamamos “bautismo en aguas”. El bautismo no salva, sino
que es como la libreta de casamiento. La Biblia dice “si creyeres y fueres bautizado serás salvo”,
pero quien salva es Cristo. Cuando te bautizás perteneces a Jesús, morís y resucitás con Él. Es la
muestra exterior de un cambio profundo interior.
EXPERIMENTÁ LIBERTAD
Ahora que conocés a Jesús, tenés que experimentar libertad y que todos sepan la diferencia que
Dios ha hecho en vos. Aquí está el segundo paso que tenemos que dar. Es el de limpiar nuestros
corazones de toda la contaminación y la basura que le hemos tirado al alma, de las heridas del
pasado que nos atan. Necesitamos encontrar libertad.
Ahora, muchos creen que si encuentran libertad se resuelven todos sus problemas, pero esto
no es así. El plan de Dios no es que seas libre. Eso es algo que se da en la vida cristiana como
consecuencia de encontrarnos con un libertador. Si bien no es el plan, debés ser libre para
cumplir el plan del Señor.
¿Cómo hago para ser libre? Aquí un texto que nos orienta en el proceso de sanidad. Santiago
5:16 dice: “Por eso, confiésense unos a otros sus pecados, y oren unos por otros, para que sean
sanados. La oración del justo es poderosa y eficaz”.
¿Por dónde empiezo? Tenés que confesar tus pecados a Dios para obtener perdón. Pero
además, si querés encontrar libertad, confesá tus pecados no solo a Dios, sino a aquellos contra
quienes pecaste, orando el uno por el otro para que así puedas ser sanado. Dios dice que si
realmente queremos superar el pasado, tendremos que entablar una relación responsable con
otras personas. ¿Cuál es esa relación? Es la relación con el pueblo de Dios.
Si realmente querés ser libre, debés estar con otros, quitarte esa máscara que tanto nos cuesta
quitarnos. ¿Por qué? Porque cuando somos lastimados nos ponemos máscara. Y como les
sucede a los soldados, nos enmascaramos en son de guerra.
Es importante que puedas estar en un lugar donde te sientas seguro para compartir tus vivencias
y abrir tu corazón; donde puedas decir lo que te sucede y lo que te preocupa, dando espacio a
que otros puedan ayudarte también. Cuando nos hacemos vulnerables en Cristo, Él se encarga
de traer sanidad.
4
Una de las decisiones más importantes que tenés que tomar es la de integrarte a un grupo
pequeño de la iglesia, al que nosotros llamamos “Grupo de Amigos”, porque esos amigos son
los que te van a hacer responsable y te darán seguridad en el camino del cambio y la libertad.
Recuerdo hace años que en la televisión había un programa de juegos, en donde una persona
con los ojos tapados era dirigida para caminar sobre varios obstáculos, por otra persona que
podía ver pero solo la podía guiar mediante instrucciones. La persona que caminaba se notaba
siempre con temor, dando pasos lentos; pero quien podía ver le transmitía seguridad, porque
sabía por dónde tenía que guiarlo. El guía conocía el camino. Es como que ya había estado ahí
desde la experiencia propia.
Nosotros tenemos puntos ciegos, cosas que no vemos o tal vez lo hacemos pero con la visión
puesta desde nuestra historia, y no desde la realidad que otros ven. Tenés áreas de tu vida en
las que sos vulnerable y ni siquiera lo sabés, así que ¿cómo podés resolverlo? Dejame darte dos
pasos muy sencillos.
Necesitás estar en algún tipo de relación íntima. El crecimiento en el camino de Dios no tiene
que ver con reuniones masivas, seminarios, programas especiales, sino que se da por relaciones.
Es por eso que la Biblia dice que “no dejen de reunirse, ya que algunos de ustedes tienen el
hábito de no hacerlo”. Yo animo a todos a que estén incorporándose a un grupo pequeño y se
reúnan regularmente.
2. Aquí está el segundo paso, y es ser simplemente honestos. ¿Qué significa esto? Muchas veces
no nos animamos a expresar lo que sentimos, ocultamos muchas cosas por temor o vergüenza.
La Palabra de Dios nos anima a que podamos quitarnos las máscaras y expresar lo que realmente
nos está sucediendo. Poder expresar dónde te duele la vida o dónde te sentís tentado y
vulnerable hará que puedas encontrar, junto a otros, la libertad.
El ser honesto te llevará a expresar y confesar lo que te sucede, y la necesidad de Dios, la cual
todos tenemos. Si lo confesás, estás a medio camino de la batalla de la curación. Dios va a traer
a tu vida un entendimiento cada vez mayor de su amor. Vas a conocer a Dios y también vas a
experimentar restauración con aquellos a tu alrededor.
¡Vamos a encontrar la libertad! Nunca vas a saber la esperanza a la que Dios te ha llamado, hasta
que encuentres libertad.
DESCUBRÍ TU LLAMADO
Este paso es uno de los que más me gustan, porque es cuando puedo decirte que Dios tiene un
llamado para vos, un propósito significativo para tu vida. Si lo encontrás, vas a ser como un
pájaro volando o un pez nadando; es decir, vas a estar viviendo lo que fuiste llamado a hacer.
5
No dejés que el diablo te mienta y te diga que tu vida no importa, que solo importan las vidas
de algunas personas. Frases internas como: “Nunca seré tan popular o importante como tal o
como aquel”. Eso es una mentira que sale del mismísimo pozo del infierno.
Sos una pieza del gran rompecabezas de Dios y es importante que lo descubras. Hay capítulos
de tu vida que fueron escritos en los cielos, y otros que están por escribirse con lo que harás en
Cristo a futuro. Jesús no existe para los problemas nada más, sino también para que en Él puedas
cumplir el llamado de tu vida. Tu vida tiene que ver con hacer buenas obras que Dios preparó
de antemano para que hagas.
El día que descubras este llamado encontrarás la verdadera felicidad, la cual seguramente estés
buscando y no encontrás. Lograrlo depende de saber cuál es tu propósito en la vida.
Cuando lográs tener ese tipo de claridad, los problemas se convierten en meras distracciones
porque tenés los ojos fijos en otra cosa. Sabés tu propósito. Si pensás en los problemas, te vas a
quedar detenido en ellos. Y habrá uno y otro cada día, porque la vida tiene problemas. Pero si
tu llamado se convierte en el enfoque de tu vida, entonces el Señor te sostendrá.
Escuché una historia hace unos años, acerca de una carrera de galgos hecha en un país de medio
oriente. Allí hay pistas como las de carreras de caballos, pero con un riel interior donde se pone
a un conejo mecánico para que los perros lo persigan y así comience la carrera. Las personas no
solo se divierten, sino que también levantan apuestas al perro más veloz. Primero liberan al
conejo mecánico a lo largo de la barandilla, y luego los perros corren como locos tratando de
alcanzarla.
Parece que, en una oportunidad, a la mitad de la primera vuelta el conejo mecánico tuvo un mal
funcionamiento y explotó. Los cables y la piel del conejo se fueron a todas partes. Como los
perros de golpe no tuvieron a quién perseguir, quedaron desorientados y no sabían qué hacer.
Entonces uno de los perros se sentó y se echó una siesta justo allí, en la pista. Otro perro se
confundió tanto, que atravesó la baranda de la pista y se rompió algunas costillas. Un tercero se
volvió hacia la multitud y comenzó a ladrar. Y así cada uno, sin saber qué hacer.
Aquí está el punto. Si no tenés algo que perseguir, algo que te guie en la carrera, tal vez te pase
lo mismo: te tirás a dormir una siesta, o le vas a ladrar a todos los demás. Así es como se ve la
vida de muchas personas.
Pero, ¿cómo descubro mi llamado? Debés descubrir tus dones y la pasión dada por Dios. Tenés
dones y pasiones que Dios te ha dado, y eso es lo que te destaca. Esas habilidades especiales y
espirituales son únicas. La palabra bíblica para eso es “carisma”, de donde obtenemos la palabra
“carismático” o “carismática”, que no es exactamente lo que algunos piensan. Una persona
carismática es alguien que sabe cuál es su don espiritual y su lugar único en el cuerpo de Cristo.
Algunos tienen, por ejemplo, un talento único y especial para pasar tiempo con los niños. ¿Cómo
saber si ese es mi carisma? ¿Cómo saber si es mi regalo o mi don? Simple: Porque es más fácil
para vos hacer lo que hacés, que para los demás. Es así de sencillo.
Bueno, nunca es totalmente fácil descubrir esto. Tiene que ser desarrollado. Pero tampoco es
tan difícil.
¿Cómo puedo descubrirlo? Bueno, en nuestra iglesia tenemos lo que llamamos un “camino de
crecimiento”. Vas a poder ir avanzando en conocimiento. Incluso podés hacer algunas pruebas
que adjuntamos al final de este libro, para ayudarte. Tengo la certeza que Dios te va a revelar
esto, y muy pronto.
6
Esta es la parte más emocionante del caminar cristiano. En este momento es que comenzás a
crecer. Empezaste a caminar y ya no estás donde solías estar. La mejor parte del cristianismo es
cuando sabés que estás creciendo hacia lo que Dios te llamó a hacer.
MARCÁ LA DIFERENCIA
Ahora que conocés al Señor, trabajás tu libertad y vas descubriendo tus dones, necesitás un
grupo para trabajar e ir avanzando en un camino de aventura con Dios.
El objetivo final de tu vida no es quedar atrapado en ninguna de esas cosas, sino llegar a este
cuarto paso en tu viaje espiritual, y poder marcar una diferencia. Este es el propósito de tu vida.
Este mundo está perdido y nosotros tenemos un corto tiempo de paso por él. Debemos marcar
una diferencia eterna.
La Biblia dice que habrá un día de juicio. Este día no es un juicio entre cielo e infierno, sino un
día de evaluación y recompensa. Ese día se revelará qué tipo de vida llevaste en la resistencia
ante la crueldad en el mundo. Será un momento en el cielo después de que todo termine. Solo
vas a poder llegar al cielo por la gracia de Jesús.
El Señor te dirá: “Oye hijo, te regalé en esta tierra 70, 80, 90 años o lo que sea. Te dejé vivir una
cierta parte del tiempo en la historia del mundo, te dejé tomar las decisiones que quisiste. Te
dejé vivir en un tiempo de explosión de tecnología y te di habilidades y talentos impresionantes.
Te di regalos y aliento en tus pulmones, y te di una gran iglesia para llevarte a un lugar increíble”.
Y entonces hará la pregunta clave: “¿Qué hiciste con todo eso?”.
Entonces, habrá un momento especial de recompensa dada por el mismísimo Jesús. ¿Estás listo
para esto? En la Biblia dice: “Vengo rápidamente y traigo mi recompensa conmigo”.
¿Querés crecer en Dios? Aquí está tu próximo paso: servir. No importa lo que hagas, pero serví
al Señor con todas tus fuerzas y con todo Su amor. Que puedas decir: “Voy a bendecir a las
personas y a servirlas, y a marcar la diferencia”. Cuando hacés esto, entonces es donde la
verdadera alegría y la satisfacción vienen.
Conocé a Dios, encontrá libertad, descubrí tu llamado y hacé la diferencia. Es en este proceso
que Dios estará trabajando en tu vida. Si tomás un compromiso serio en una relación con Jesús,
Él te irá guiando en estos pasos. Solo tenés que obedecer a lo que te pide que hagas. Es por eso
que muchas veces digo: “Seguí a Jesús, y Él te enseñará todo lo que necesites saber en esta
vida”.
Dios está levantando personas alrededor del mundo comprometidas con Él, marcando la
diferencia al enseñar a otros quien es Jesús, cómo transformó sus vidas y cómo les dio sentido
cuando el mundo no se lo daba. Una vez más: “Seguí a Jesús, y Él te enseñará todo lo que
necesites saber”.
7
CAPÍTULO 2 – CONOCÉ A DIOS
JAMÁS LOS CONOCÍ
Desde pequeño siempre estuve en la iglesia. No tengo recuerdos sin poder ir al templo y así
practicar la fe. Sin embargo, no tuve en claro lo que significaba conocer a Dios hasta un cierto
momento en la vida donde comencé a tener claridad poco a poco.
Descubrí que Él no quería mis acciones religiosas, sino algo más profundo. Me rendí. Fue
entonces cuando un “encendido espiritual” se activó en mí. Me enamoré de Dios. Sentí la
presencia del Espíritu Santo.
“No todo el que me dice: “Señor, Señor”, entrará en el reino de los cielos, sino solo el
que hace la voluntad de mi Padre que está en el cielo. Muchos me dirán en aquel día:
“Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre expulsamos demonios e
hicimos muchos milagros?” Entonces les diré claramente: “Jamás los conocí. ¡Aléjense
de mí, hacedores de maldad!”. (Mateo 7:21-23)
La palabra que Jesús usó en este texto es “genosko”, una palabra griega que va más allá del
conocimiento intelectual; es una experiencia personal de primera mano. Para entender mejor,
es la diferencia entre saber quién es el presidente, y poder decir “el presidente es mi mejor
amigo”.
En la Biblia la palabra “conocer” hace referencia hasta a lo sexual. Denota conexión entre dos
personas.
Porque Dios es el único que puede conocer las profundidades de tu ser. Él te hizo. Fuiste
diseñado por Dios. Nunca podrás hallar el gozo duradero sin conocerlo a Él. Conocer a Dios es la
clave de la vida. De esto se trata CONOCER A DIOS como primer paso.
Conocer a Dios es igual que hacerlo con otra persona. Podés conocer su voz al orar, hablarle y
escucharlo. Podés conocer sus caminos al leer su Palabra, estudiarla y aplicarla.
Tal vez descubras que sabés mucho de Él, pero que no lo conocés de verdad como realmente
es. Te puede pasar como a mí: Muchos años de iglesia, y terminar descubriendo en algún
momento a Dios.
Los primero que debemos hacer es rendirnos a su amor. Es lo básico en cualquier tipo de
relación. Debemos rendirnos porque hemos ofendido su persona con nuestras acciones, hemos
ignorado su existencia aun cuando Él estaba alrededor nuestro siempre.
Debemos conocer que podemos rendirnos también, porque pese a la diferencia de poder, Él nos
ama (Juan 3:16).
8
Luego, necesitás entender que Dios tiene un plan especial para tu vida. Quiere que experimentes
el gozo, la emoción y el contentamiento que viene de Él, como nos dice en Juan 10:10: “He
venido para que tengan vida y en abundancia”.
A ver, si Dios te ama, ¿por qué te sentís solo, frustrado, decepcionado y no podés vivir esa vida
abundante? Es porque hay un problema que resolver.
En Romanos 3:23 dice: “Todos hemos pecado y estamos destituidos de la gloria de Dios”.
Dios es santo y nosotros no. Aquí comienza la separación. ¿Sabés una cosa? Yo creo en particular
que Dios no es totalmente justo, sino no deberíamos estar aquí. Tendríamos que pagar por
nuestras faltas. Pero la buena noticia es que hay oportunidad: Dios es justo, pero misericordioso.
En Juan 14:6 dice: “Yo soy el camino, la verdad y la vida”. ¿Querés conocer a Dios? Rendite a su
amor. Entregá tu vida a Él, y vas a comenzar a andar un camino de bendición.
Sandra, la mujer que amo, está casada conmigo; pero no siempre es así en las relaciones. Las
relaciones pueden ser sentimentalmente pasajeras. En el noviazgo hay una puerta de escape. El
matrimonio es otra cosa. Cuando te casás estás asumiendo un voto, una promesa, un pacto: “De
este día en adelante estoy renunciando a todo por y para estar con vos”. Esto luego se concretó
con la libreta de casamiento y se coronó con los anillos de boda que usamos con ella hasta el día
de hoy.
Algo similar a esto sucede con el bautismo. ¿Por qué bautizarse? El bautismo hace la parte de la
libreta de casamiento en la fe cristiana. Es un símbolo externo de un compromiso interno que
hemos hecho con Dios. ¿Razones por las cuales bautizarme? Primeramente, porque seguimos
el ejemplo de Jesús; nos bautizamos para recibir perdón de pecados, para demostrar el cambio
que ocurrió en nuestras vidas. Además, es una declaración pública de un compromiso que
hemos hecho. La fe cristiana no es secreta, es costosa.
“Así, pues, los que recibieron su mensaje fueron bautizados, y aquel día se
unieron a la iglesia unas tres mil personas”. (Hechos 2:41)
Así que tu primer paso es rendirte, tu segundo paso es bautizarte y tu tercer paso es pedirle en
oración al Espíritu Santo que llene tu vida.
No debería decir esto como pastor, pero hay veces que a mí también me cuesta orar. Ahora,
¿qué pasaría si la idea que tenemos de la oración no es tal como imaginamos? ¿Qué necesitamos
saber para orar?
El Señor Jesús nos dio un ejemplo de la oración a través del Padre Nuestro, y esta es una buena
base como para empezar. Pero no se trata de saber, sino de ser obediente a este llamado de
estar comunicados con el Señor.
A través de los años me he dado cuenta de que, con frecuencia, el problema principal de nuestra
vida de oración somos nosotros mismos. Las suposiciones y expectativas que atribuimos a la
práctica de la oración nos impiden tener una conversación natural y sencilla con Dios.
9
La oración no se trata de recitar frases cristianas o de usar palabras religiosas sofisticadas.
Tampoco se trata de que suenes como tu pastor o como quienquiera que admires por la forma
en que ora.
Ni siquiera se trata de estar sentados en círculo y oír su voz. La oración se trata de su Espíritu y
nuestro espíritu, conectándose uno con el otro. Se trata de un compañerismo real, de
conversaciones abiertas y honestas, de corazón a corazón. Se trata de una conversación íntima.
¿Cómo podemos hacer un cambio de la forma en que pensamos la oración, a algo más natural
y placentero? Este es el secreto: No hagas de la oración un evento o una obligación. Permití que
simplemente sea una conversación continua con Dios cada día. Pablo refuerza esta idea cuando
nos dice: “Oren sin cesar” (1 Tesalonicenses 5:17).
La oración debería ser una conversación continua. Mi recomendación es que puedas tomarte
un tiempo para orar. Jesús hacía eso. Daniel también, apartaba hasta tres veces al día para orar.
No solo apartar un tiempo, sino también un lugar. Puede ser fijo, o tal vez cuando hacés otra
actividad como la de caminar o salir a correr por el barrio. Podés combinar hábitos. Eso lo hará
más sencillo. Por último, tener un ejemplo de oración va a ser importante también. El Padre
Nuestro es un modelo espectacular.
“Padre nuestro que estás en los cielos”: Aquí nos conectamos con Dios. No como un ser
supremo, sino como Padre que todo lo sabe, todo lo ve, todo lo provee.
“Santificado sea tu nombre”: Este es un buen momento para adorar a Dios.
“Santificado” significa que es distinto, especial. Podés expresarle esto con tus propias
palabras.
“Venga tu reino y se haga tu voluntad en la tierra como en el cielo”: ¿Qué cosas deberían
pasar en tu vida para ver esto hecho una realidad? Esa pudiera ser una excelente
oración.
“Danos nuestro pan cotidiano”: Necesitamos de su Palabra, su pan y también su
provisión para la vida. Este es un momento especial para pedirle al Señor lo que estamos
necesitando para vivir en su voluntad.
“Perdónanos nuestras deudas, como nosotros perdonamos a nuestros deudores”:
Mantener cuentas claras y cortas es una tremenda bendición ¿Alguien a quien
perdonar? ¿Oportunidad para pedir perdón al Señor por nuestras faltas? Será un tiempo
de restauración en tu vida.
“No nos dejes caer en tentación y líbranos del mal”: Dice la Palabra de Dios en Filipenses
que cuando oramos, Él trae paz y protección a nuestros corazones. Nos fortalece para
que no caigamos en tentación.
“Tuyo es el reino, el poder, y la gloria”: ¿Qué más podemos hacer que traer adoración y
gloria a los pies de Cristo, quien gobierna?
10
Comenzá hoy con una oración. Hacelo con tus palabras. Él quiere y espera tu oración.
Comprometete a orar con un compañero. La clave de la oración es orar, y la única manera de
practicar es haciéndolo.
Por último, permití que la Palabra de Dios te hable. Esta es una oportunidad enorme para
conocer más y más a Dios.
Es tremendo el poder que tiene la Palabra, y puedo ver la velocidad de crecimiento en la vida de
las personas que practican esta técnica. No se trata de leer para información, sino que se trata
de leer para transformación.
La Biblia es un libro sagrado. La mayoría de las religiones tienen libros escritos por una persona:
El Corán por Mahoma, el Analectas por Confucio, los escritos de Buda. La Biblia tiene muchos
autores y una sola historia. Ya en sí es un milagro. Pero además se da otro milagro increíble:
leemos la Biblia en presencia del autor, y esto no pasa con otros libros.
Construí tu vida basándote en la Palabra de Dios. Si querés conocer a Dios no hay mejor
manera de hacerlo que con la Palabra. “Todo el que presta atención a mis enseñanzas
es como el hombre que edificó sobre la roca” (Mateo 7:24)
Dale la bienvenida a la Biblia y aceptá su autoridad. (1 Tesalonicenses 2:13)
Incluí la Biblia regularmente en tu vida. Hacé un plan intencional para priorizar tu tiempo
en la Palabra de Dios. Si todo en la vida lo aprendemos con un plan, ¿por qué no la
Biblia?
Usá los planes digitales para lectura (por ejemplo, la aplicación para dispositivos móviles
“YouVersion”). Elegí una estrategia de lectura: “La Biblia en un año”, por ejemplo. O “El
Nuevo Testamento en un año”.
No solo leas la Biblia, sino permití que la Biblia te lea a vos. Permití que Dios te hable.
(Salmo 119:11). Buscá la forma de aplicar la Biblia a tu vida.
Si recordás que leer la Biblia se trata de relación (y no de teología, tarea o análisis literario) se
vuelve mucho más fácil.
Leer la Biblia no es una obligación, sino una forma privilegiada de acceder al corazón de Dios.
Buscalo en las páginas, las historias, la poesía y las cartas que leés en la Palabra. Escuchá y
permití que Él hable a tu corazón a través de la Escritura, alimentando tu espíritu, sanando tus
heridas, consolándote, instruyéndote y empoderándote, porque como nos recuerda Hebreos
4:12: “La palabra de Dios es viva y poderosa”.
11
¿Ya tienes un plan de lectura Bíblica?
12
CAPÍTULO 3 – ENCONTRÁ LA LIBERTAD
Me encantan las películas que son épicas y cuentan mitos y leyendas. Una de mis preferidas es
“Corazón Valiente”. En una escena especial, Mel Gibson, en el personaje que encarna de William
Wallace, da un discurso a su ejército que buscaba la libertad de la opresión del rey de turno.
La escena es fascinante. De un lado, el ejercito inglés; del otro, William Wallace con los hombres
que pudo conseguir. En medio del miedo, la incertidumbre y el abandono de algunos, William
Wallace grita: “¿Qué van a hacer? ¿Están dispuestos a cambiar? Corran y vivirán por un tiempo,
pero le dirán al enemigo que puede tomar nuestras vidas. Esta es una oportunidad de ser libres”.
Dios nos hizo libres. Nosotros caímos en la esclavitud del pecado, atrapados por nuestro ego y
deseo de satisfacción personal sin una mirada hacia Dios. Ahora, esclavizados por nuestras
pasiones, buscamos cualquier cosa para ser libres. De hecho, Dios puso en nosotros el anhelo
de libertad. Satanás quiere que corramos y evitemos cualquier tipo de lucha, para que no
lleguemos a ser la persona que Dios creó desde un inicio. La lucha es contra nosotros mismos.
Temores, ansiedades y preocupaciones nos esclavizan, y son trampas del enemigo con las que
luchamos día a día.
Ahora, una vez que comenzamos a conocer a Dios, necesitamos darle un espacio y permitir que
su poder nos transforme. Es el poder de nuestro Padre amoroso lo que nos cambia y nos da vida.
El termino teológico para esto es “liberación”. ¿Da miedo? Tranquilo, es dejar que Dios actúe en
nosotros, es libertad en Cristo.
Frecuentemente tenemos que enfrentar las heridas dolorosas de la vida e invitar a Dios a que
traiga sanidad. Debemos tomar responsabilidad sobre nuestros hábitos y conductas, y sobre
todo camino que hemos recorrido fuera de Dios.
Esta no es una batalla de cielo e infierno, sino una batalla de calidad de vida. El enemigo desea
que estés distraído, afligido, deprimido para que no hagas lo que Dios te llamó a hacer. Y todo
está encerrado en ese secreto que tenés miedo de compartir.
La libertad es una de las principales razones por la que Jesús vino a la tierra. Te comparto estos
textos, los cuales son muy impactantes:
“El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para anunciar buenas
nuevas a los pobres. Me ha enviado a proclamar libertad a los cautivos y dar vista a los
ciegos, a poner en libertad a los oprimidos, a pregonar el año del favor del Señor”.
(Lucas 4:18,19, NVI)
“Me refiero a Jesús de Nazaret: cómo lo ungió Dios con el Espíritu Santo y con poder, y
cómo anduvo haciendo el bien y sanando a todos los que estaban oprimidos por el
diablo, porque Dios estaba con él”.(Hechos 10:38, NVI)
“El que practica el pecado es del diablo, porque el diablo ha estado pecando desde el
principio. El Hijo de Dios fue enviado precisamente para destruir las obras del diablo”.
(1 Juan 3:8, NVI)
Lo interesante es que la mayoría no cree tener una atadura tan fuerte como se piensa. La
mayoría de los problemas se originan en las mentiras que hemos aceptado como verdades. Estas
mentiras nos dicen que nos quedemos donde estamos, y que corramos frente a nuestros
13
apetitos y necesidades. Pensamos que no hay nada que cambiar, o que no podemos hacerlo.
Pero Dios sí puede.
Tu próximo paso espiritual es liberarte de las cadenas que te atan y te hacen tropezar. En 1
Corintios 10:3-15, el apóstol Pablo nos habla de derribar fortalezas. Leamos un poco de contexto
también.
Fíjense en lo que está a la vista. Si alguno está convencido de ser de Cristo, considere
esto de nuevo: nosotros somos tan de Cristo como él. No me avergonzaré de jactarme
de nuestra autoridad más de la cuenta, autoridad que el Señor nos ha dado para la
edificación y no para la destrucción de ustedes. No quiero dar la impresión de que trato
de asustarlos con mis cartas, pues algunos dicen: «Sus cartas son duras y fuertes, pero
él en persona no impresiona a nadie, y como orador es un fracaso». Tales personas
deben darse cuenta de que lo que somos por escrito estando ausentes lo seremos con
hechos estando presentes.
La palabra “fortalezas” viene del griego “ochyroma”, la cual literalmente significa “prisionero
encerrado por engaño”. Beth Moore dice en su libro “Orando la Palabra de Dios”, que la
fortaleza es cualquier cosa que se exalta a sí misma en nuestras mentes, pretendiendo ser más
grande o más poderosa que nuestro Dios.
Leí una historia real acerca de un secuestro que se hizo famoso en Estados Unidos. Esta es la
historia del secuestro de Elizabeth Smart, en el estado de Utah, por un hombre llamado Brian
Mitchell y su esposa. Por nueve meses, el hombre la llevaba encubierta a la biblioteca, a hacer
compras y a muchos otros lugares. Incluso, hubo gente que le preguntaba si había visto a
Elizabeth Smart (era ella misma), pero no lograba decir que era ella y desviaba la pregunta con
respuestas evasivas. Todo esto se fue alimentando por la mentira de sus captores de hacerle
daño, en caso de hablar, a su familia.
Quiero decirte que así opera el diablo. Con el tiempo, las fortalezas de nuestra mente se
convierten en identidad y comenzamos a pensar “nunca podré detener esto”, “soy fumador”,
“soy alcohólico, adúltero, adicto, tramposo, mentiroso”, “siempre fallaré”. Mentiras del diablo
tan profundamente arraigadas a nuestras vidas que hasta nos justificamos. Este ciclo consume
14
energía emocional. Nos sentimos cada vez más desesperanzados y no vemos salida. Eso es lo
que quiere el enemigo.
“…de modo que se despierten y escapen de la trampa en que el diablo los tiene cautivos,
sumisos a su voluntad”. (2 Timoteo 2:26)
Vencer las fortalezas mentales y vivir en libertad, es esencial para la vida cristiana. No lo
podemos hacer solos. Necesitamos ayuda, necesitamos relaciones.
Quiero invitarte como lo hizo Wallace en la película, y decirte que tu corazón es libre. ¡Sé
valiente! ¡Involucrate en un grupo!
Escuchar la Palabra de Dios y aprender junto a otros tiene un efecto catalizador de cambio,
porque el verdadero cambio no lo experimentamos en una reunión dominical sino en la semana
al trabajar, comprar, conducir, servir, cocinar, etc.
¿Por qué la comunidad es importante para la libertad? Porque no solo uno aprende con otros,
como en el colegio, sino porque podemos aplicar 1 Juan 1:9, donde dice que Dios perdona
nuestros pecados solo si los confesamos.
Recordá: “Nos acercamos a Dios para recibir perdón y nos acercamos al pueblo de Dios para
recibir sanidad”, al rodearnos de personas correctas, involucrándonos en hacer crecer el
músculo espiritual. Todos enfrentamos problemas y llevamos nuestra fe al límite, y es por eso
que necesitamos hablar y sentirnos amados.
1. Enfocate en cultivar las relaciones que son más importantes para ti:
Relaciones de familia, padres e hijos son principales. Si bien hay muchos dramas que escucho en
el consultorio pastoral, puedo decirte que la mayoría de los problemas tienen que ver con el
perdón y las heridas hechas de unos a otros.
Hay también quienes se quejan de la calidad de relaciones que tienen, pero no hacen nada para
nutrirlas. Se olvidan de invertir tiempo, atención y energía.
Si lo llevamos a la familia, tu esposa necesita saber que después de Dios, está ella. Lo mismo tus
hijos. Debes cultivar las relaciones.
Todos tenemos relaciones que han sido malas debido a nuestra culpa o la de otros, y esto tiene
que ver con el pecado en nosotros. Nos lastimamos. Con frecuencia, el orgullo y el ego rehúsan
ceder, diciendo “bueno, después de todo ella me hizo…”.
Cuando retenés una ofensa y no perdonás a alguien, te envenenás a vos mismo y no a la otra
persona. El mejor regalo que te podés dar, es perdonar a cualquier persona que te haya herido.
No podés forzar a nadie a que te pida disculpas, perdón o arrepentirse.
La Biblia dice claramente: “No paguen a nadie mal por mal…” (Romanos 12:17)
Si no te es posible hablar con la persona por cercanía, porque falleció o por alguna otra razón,
debés perdonarlos igual cuando lo decidas, ya que es una decisión. No es una emoción, sino una
determinación.
15
“…de modo que se toleren unos a otros y se perdonen si alguno tiene queja contra otro.
Así como el Señor los perdonó, perdonen también ustedes”. (Colosenses 3:13)
Fijate lo que dice el Padre Nuestro: “…así como nosotros perdonamos, Él nos perdonará”.
Tremendo. Esta oración está para hacerla a diario.
No importa que tan frecuentemente hayas perdonado a alguien, a veces tenés que romper con
la relación. Hay relaciones tóxicas que requieren mantener límites firmes. No estoy hablando
del divorcio con un cónyuge. No tergiverses esta práctica. Hablo acerca de poner límites sobre
aquellas personas que golpean fuerte tu corazón.
Necesitás hacer una evaluación de tus amistades. Es crítico para tu crecimiento espiritual.
“El que con sabios anda, sabio se vuelve; el que con necios se junta, saldrá mal
parado”. (Proverbios 13:20)
Algunos están involucrados en relaciones no santas, como cohabitar fuera del matrimonio, y
luego se preguntan por qué no crecen. Algunos están con amigos alejados de Dios y les gusta la
parranda, deseando vivir en ambos mundos, pero no se puede.
“No se dejen engañar: «Las malas compañías corrompen las buenas costumbres»”.
(1 Corintios 15:33)
¿Cómo saber si debés alejarte o no de una relación? Es sencillo. Si una relación estorba tu
relación con Dios, entonces necesitas redefinirla.
Tomá el riesgo de iniciar algunas relaciones significativas. Tal vez puedas empezar con personas
dentro de tu grupo de amigos en la iglesia. Pedile a Dios por la oportunidad correcta de hallar
tiempo para estar juntos, y pedile a otros que oren por vos.
Conservá las formas y el protocolo; la confianza se puede destruir en minutos. Tené cuidado de
las redes sociales, lo que publicás, lo que decís. Esa exposición trae muchas veces problemas.
Usá las redes para Dios, y no para catarsis. Sé honesto al expresar tus ideas y sentimientos.
Si estás dispuesto a ser auténtico con los demás, puede que descubras amigos que se acerquen
cuando los demás se alejan, y que este cambio te traiga amigos que te necesitan como vos a
ellos.
Si no estás seguro de cómo cultivar estas relaciones, te animo a considerar tres áreas para
practicar:
La Iglesia: Tener una iglesia es tener un pueblo o una familia. Aquí somos muchos y damos la
bienvenida a todos. Tenés que sentir y disfrutar de la reunión. Yo te necesito a vos y vos a mí,
así que asumamos el compromiso de estar juntos.
16
Dios: Cultivá la relación con Dios. Él es tu amigo. Amalo con todo tu corazón. Nos acercamos a
Dios para que nos perdone, y al pueblo de Dios para recibir sanidad.
TRANSPARENCIA
La honestidad es la mejor política que podés aplicar en tu vida. A mis hijos les digo siempre que
prefiero la verdad aunque duela, que la mentira, aunque no duela. Es una cuestión de corto o
largo plazo.
Una vez le pregunté a mi hijo: “¿Por qué hiciste eso?”. “No lo sé”, contestó. Su inmediata
transparencia me desarmó totalmente. Vale la pena la honestidad. Recordemos que Dios no
espera perfección, sino honestidad.
El problema de Adán y Eva, más allá del pecado, fue el ocultarlo. No fueron honestos ni con Dios
ni con ellos mismos. El problema de David frente a su pecado fue ocultarlo. Incluso en el proceso
de ocultar, hizo mucho daño.
Con el pecado, nosotros hemos aprendido, así como Adán y Eva, a crear nuestros propios
vestidos de higuera para cubrir nuestros errores e indiscreciones. No queremos
responsabilizarnos de nuestras acciones y tampoco asumir el castigo que viene por la
desobediencia. Sin embargo, para vivir en la plenitud de la libertad de Dios debemos
comprometernos a vivir en la verdad.
“Jesús se dirigió entonces a los judíos que habían creído en él, y les dijo: Si se
mantienen fieles a mis enseñanzas, serán realmente mis discípulos; y
conocerán la verdad, y la verdad los hará libres”. (Juan 8:31-32)
En la medida que tengas secretos, estás enfermo. Te estás engañando y huyendo. Estás
atrapado. Por eso te digo: “Enfrentá la verdad, decí la verdad y aceptá la verdad de Dios”.
¿Por qué te digo esto? Porque el peso de nuestro secreto nos puede aplastar, especialmente si
acumulamos desprecio hacia nosotros mismos, vergüenza o condenación. Se manifiesta en
enfermedades. Nos castigamos diciendo: “No merezco salir adelante”; y hacemos la profecía
auto cumplida.
Hay una mejor manera de manejar la verdad en cuanto a mis debilidades. Es vivir con honestidad
brutal. Para eso tenemos que pedir retroalimentación. Necesitamos involucrarnos en grupos
con otras personas a fin de que nos ayuden a ver lo que no podemos ver nosotros mismos,
porque nuestra visión está limitada por nuestras experiencias del pasado. Necesitamos que
alguien nos ayude a ver lo que nosotros no podemos ver.
Seamos brutalmente honestos. Vale la pena, para encontrar la libertad que buscamos.
EL ESPÍRITU SANTO
Si querés desarrollar una fe más fuerte y una relación más cercana con Dios, entonces es tiempo
de utilizar plenamente el poder del Espíritu Santo en tu vida. ¿De qué sirve un regalo si no lo
abrís y lo comenzás a usar?
Permití que Dios te bendiga con la llenura de todo lo que quiere darte a través de su Espíritu.
Este proceso de crecimiento ocurre básicamente de dos maneras claras. Primero, permitile al
Espíritu Santo que te muestre áreas de tu vida que necesiten cambiar.
17
La Escritura nos advierte: “No entristezcan al Espíritu Santo de Dios con la forma en que viven.
Recuerden que él los identificó como suyos”. (Efesios 4:30, NTV). Para efectuar un cambio en
nuestra vida, o usamos restricciones externas (algo fuera de nosotros que nos diga cómo
comportarnos y controlar nuestras actitudes, opiniones y acciones) o nos apoyamos en un
cambio interno (algo dentro de nosotros que nos dirija en la forma en que debemos
comportarnos).
Solo el Espíritu de Dios puede hacer este cambio interno en nosotros: “Les daré un nuevo
corazón, y les infundiré un espíritu nuevo; les quitaré ese corazón de piedra que ahora tienen, y
les pondré un corazón de carne. Infundiré mi Espíritu en ustedes, y haré que sigan mis preceptos
y obedezcan mis leyes”. (Ezequiel 36:26-27)
No podés cambiar lo que no ves, ¡pero el Espíritu Santo lo ve todo! Pedile que coloque su dedo
en cualquier área que no esté bien en tu vida. Dejalo que te señale áreas con las que Dios no
esté complacido. Decile esta oración, que se encuentra en Salmos 139:23-24: “Examíname, oh
Dios, y sondea mi corazón. Ponme a prueba y sondea mis pensamientos. Fíjate si voy por mal
camino, y guíame por el camino eterno”.
Luego, hacé lo necesario para eliminar ese pecado y acercate más a Él. Dios te mostrará lo que
se necesite cambiar y te guiará en el camino eterno. Otra forma impulsada por el Espíritu para
crecer en tu fe, es permitiendo que Él te cambie en lugar de esforzarte por cambiarte a vos
mismo. Esto pudiera sonar contradictorio a lo que acabamos de considerar, pero de hecho es
complementario.
Cuando el Espíritu Santo revele un área en la que necesitemos cambiar, seremos sabios si lo
escuchamos. Sin embargo, al mismo tiempo, no tenemos que depender de nuestro propio poder
para crecer espiritualmente. Hay muchas personas exhaustas por tratar de ser mejores, y hacen
todo en su propia fuerza.
En vez de eso, invitá al Espíritu Santo a hacer el trabajo en tu interior. Permitile hacer de vos una
persona enteramente nueva. Como escribió Pablo a la iglesia de Corinto: “Pues el Señor es el
Espíritu, y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad (…) El Señor, quien es el Espíritu, nos
hace más y más parecidos a él a medida que somos transformados a su gloriosa imagen”.
(2 Corintios 3:17-18, NTV)
¡Una de las funciones principales del Espíritu Santo es colocar un espíritu santo en vos! Ser lleno
del Espíritu Santo no me hace mejor que vos, me hace mejor que yo mismo. Si querés un cambio
real y duradero, entonces dale libertad al Espíritu Santo en tu vida, y mirá lo que va a pasar.
18
CAPÍTULO 4 – DESCUBRÍ TU LLAMADO
MISIÓN, LLAMADO, PROPÓSITO… ¿QUÉ?
¿Cuál es tu misión en la vida? ¿Cuál es tu llamado? Muchas veces hay confusión sobre esto.
Algunos creen que descubrir el llamado tiene que ver con un trabajo de introspección, durante
el cual surge el sentido de la vida. Pero esto no es así para los que son cristianos.
El Seños nos llamó a algo mucho más importante que comer, dormir, trabajar, hacer ejercicios
y salir de vacaciones.
Como cristianos creemos que Dios nos creó con un propósito, así como todo creador crea con
propósito a su creación. Pero la pregunta es: ¿Con qué frecuencia sentís que lo que estás
haciendo es parte del propósito de vida que Dios tiene para vos? Sospecho que muchos se
sienten frustrados e insatisfechos con sus vidas porque no están viviendo ese propósito de Dios.
La buena noticia es que Dios tiene un propósito único y especial para tu vida. Te ha diseñado
para cumplir el llamado que Él tiene para vos. Ya tenés todo lo que se necesita. Y tenemos esta
revelación gracias a Jesucristo.
¿Creés que Jesús moriría sangrientamente en una cruz para dejar un acertijo? Claro que no. ¿Vos
lo harías?
Esta es un área donde hay mucha confusión y curiosidad. Muchas veces relacionamos este tipo
de preguntas al ministerio de la Iglesia. A veces, hay métodos más místicos que bíblicos. Esto
merece que lo revisemos, y es algo muy relevante e importante para todos, porque de no tener
claridad en este aspecto podemos vivir sin vivir, solo existir y quedarnos en un coma espiritual.
“Pido también que les sean iluminados los ojos del corazón para que sepan a
qué esperanza él los ha llamado, cuál es la riqueza de su gloriosa herencia entre
los santos, y cuán incomparable es la grandeza de su poder a favor de los que
creemos”. (Efesios 1:18-19)
Creo que este apóstol deseaba que comprendiéramos que tenemos un futuro grandioso. Jesús
nos ha llamado y nuestro futuro lucirá brillante si respondemos al llamado de Dios a nuestras
vidas. Esto es más que sobrevivir, esto es más que respirar. Hay una razón para tu vida, un
propósito y un destino divino sobre vos. Tenés una herencia espiritual. Al morir, te vas con Cristo,
y una corona de gloria te espera. Y ser feliz por siempre.
Pero no solo hay un futuro brillante en la eternidad y en lo que hagas en este mundo, sino que
vos sos de mucho valor. Sos criatura de Dios. Él te creó. ¿Querés saber por qué lo hizo? Para Él.
No te hizo porque te necesitaba, Él no necesitaba un trabajador más. No sos un soldadito de su
ejército. Te hizo para tener una relación con vos. Y porque Él nos hizo, todos tenemos acceso a
Él por medio de Cristo. Te dice que te ama y quiere una relación. Te quiere adoptar como su hijo
y quiere estar toda la eternidad con vos.
También quiere que sepas que tenés un propósito. Dios te está llamando a esta relación, a que
puedas unirte a Él y tengas poder para prevalecer y vencer en lo que Dios tiene para tu vida.
19
Ese poder es sobrenatural y transformador. Es el poder que tiene Jesús y nos lo ha dado también,
por misericordia. Quiero que tus ojos, los del corazón, sean abiertos para ver ese poder que está
a tu disposición. Es el poder de la resurrección. Es el poder de la tumba vacía.
“Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman,
los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció
de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo,
para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también
los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó.
¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra
nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros,
¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién
acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo
Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por
nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la
persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: «Por tu
causa siempre nos llevan a la muerte; ¡nos tratan como a ovejas para el matadero!» Sin
embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó.
Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni
lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en
toda la creación podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús
nuestro Señor”.
No existe el llamado a la salvación sin que le sigamos. Decidimos caminar con Él o no hacerlo.
Su gracia nos va transformando.
Este caminar comienza con un ENCUENTRO, donde lo conocemos, y con un COMPROMISO, que
es el BAUTISMO, y sigue con la OBEDIENCIA A ÉL de por vida. (Lamento la cantidad de personas
que creen que son salvas sin caminar con Jesús. No soy quién para decir quién va al cielo y quién
no, pero claramente si no obedecemos se complica. No creo que Dios deje entrar rebeldes).
Somos llamados a ser libres en Cristo, nos llama al gozo y al sufrimiento en Él. Este llamado a la
salvación es la base fundamental del evangelio. Cuando recibes el llamado a la salvación en
Cristo, tu identidad es cambiada y tienes asegurada toda la eternidad en Cristo.
Toda persona que recibe el llamado a la salvación, recibe conjuntamente el de ser su discípulo
en donde esté, con la vocación que tenga. Todos hemos sido llamados, y no puede dividirse lo
uno de lo otro.
¡La misión tiene que ver con HACER DISCÍPULOS QUE HACEN DISCÍPULOS donde estemos!
20
El llamado a la misión no es para un grupo selecto de personas. Tenemos que salirnos de la visión
equivocada de que la misión es algo reservado para algunos. Todos hemos sido llamados. Tu
lugar de trabajo puede ser tu campo misionero. Esto es fundacional, y afecta a todo el resto.
Dado que soy llamado a la salvación, mi misión entonces afecta todas las esferas de mi vida. Si
soy esposo, padre, empleado, empresario, etc. Su llamado afecta todo mi hogar y entorno.
¿Cómo luce tu vida? ¿Cómo estás llevando a cabo esta misión?
Cuando caminamos con Él servimos a su cuerpo, la Iglesia. Es el acto de gracia para hacer
discípulos que hacen discípulos en lugar donde estemos.
Es así que madres que han perdido hijos pueden consolar a otras madres. O recuperados de la
droga entienden por el infierno que pasan otros, y así Dios utiliza dones espirituales que, en
conjunto con la experiencia personal y el dolor que Él ha sanado, convierten este llamado en
ministerios preciosos al servicio del Señor y de la comunidad.
La diversidad es maravillosa y forma parte del plan de Dios como cuerpo. Él no quiere
cambiarnos nuestros gustos o personalidad, sino que quiere redimirnos. Si se lo permites, Dios
te mostrará cómo puedes ser usado por Él de una forma extraordinaria. Una vez que descubras
tu parte, ese propósito especial para el cual te diseñó, entonces experimentarás un gozo, una
paz y una realización como nunca antes. Cuando amás tu función en la vida, amás tu vida.
¿Qué dones y habilidades creés que Dios puso en vos? ¿Cómo le describirías a alguien que no
me conoce quién soy y mi propósito? ¿Qué me recomendás como siguiente paso para ayudarme
a descubrir más acerca de mi propósito y la manera en que Dios me hizo?
El evangelio no se trata de mí. No se trata de hacerme mejor persona, más culta o más buena.
Se trata de caminar con Jesús y que Él nos enseñe como vivir y amar a los demás. Tal vez sería
bueno revisar en qué tipo de evangelio has creído y si es necesario, tal vez, sea necesario
arrepentirte una vez más.
¿Qué vas a hacer con esto? Repasemos: la salvación y el llamado a la misión no cambian. El
servicio puede cambiar hasta que Dios nos lleva a otro lugar.
Comenzá a caminar en la misión que Dios te dio. Decidí obedecer. Él te llama y se abrirán
puertas. Empezá a caminar e involucrate en su cuerpo: la iglesia del Señor.
Podemos darte herramientas y enseñarte, y comenzar junto con vos. Hemos visto gente muy
feliz haciendo “ALPHA”, Grupos, sirviendo, etc.
Tal vez puedas hacer un Test Ministerial. Nosotros lo tenemos disponible para los grupos. Tal
vez puedas anotarte ya y hacer evangelismo en las calles, evangelismo relacional como ALPHA,
trabajar también en la ayuda social, en la liturgia de la iglesia y por sobre todo, donde Él te llame.
Esto es muy importante para no ser un cristiano que solo respira, sino un cristiano vivo para el
reino de Dios. Si lo hacés, vas a vivir realmente, ya que “tu llamado es tu propósito, y la Palabra
tu guía”.
21
Puede que te preguntes cuál es tu propósito en la tierra. Quizás pienses: “No tengo esperanza
para el futuro ni siento que tengo valor. Nadie presta atención a mi vida y no creo que Dios esté
muy contento conmigo”. Esto es lo que el enemigo te va a decir siempre: No tenés futuro, no
tenés valor, no tenés propósito. Pero el Señor hoy te invita a la construcción del movimiento
más maravilloso que ha dejado en la tierra: Su iglesia. Vos podés ser parte de ella.
Recordá: “Los dos días más importantes de tu vida son el día que naciste y el día que descubriste
por qué”. (Mark Twain)
22
CAPÍTULO 5 – MARCÁ LA DIFERENCIA
¿CÓMO DETENER UN GENOCIDIO?
Uno de los libros de la Biblia nos relata un momento muy especial en la historia de Israel. Es un
libro que, al leerlo, uno se generará muchas preguntas. Con los primeros capítulos, seguramente
nos preguntaremos: “¿Dónde está Dios?”. Estoy hablando del libro de Ester, el cual es el último
libro histórico de la Biblia en el Antiguo Testamento.
Uno de los protagonistas es el rey de Persia, llamado Jerjes, quien gobernaba ciento veintisiete
provincias entre las que hoy encontramos países como Irán, Irak, Egipto, Sudán, Israel y Turquía.
Resulta que este rey hizo una fiesta de muchos días, donde deseaba mostrar la opulencia de su
reino, y mostrar su gloria y riquezas a sus súbditos.
En medio de la fiesta, el rey decidió llamar a su presencia a su reina, Vasti, y mostrar a todos su
belleza. La reina Vasti decidió no ir a esta fiesta y de esta manera, en el contexto de esa época,
terminó por despreciar la invitación del rey.
No sabemos el motivo de tal rechazo. Tal vez la reina Vasti no quería ser objeto de miradas y ser
cosificada. Pero esto trajo mucho enojo y la preocupación política alrededor del rey. Si el rey da
una orden y no la obedecen, entonces ¿qué queda del reino? ¿Qué les pasará a todos cuando
regresen a sus hogares? Esa era la preocupación manifestada en la Biblia.
Entonces, a pedido de los súbditos, el rey destituyó a la reina Vasti y generó en aquel tiempo
una competencia para su reemplazo.
Es aquí que entra en escena una mujer que hizo historia para su pueblo, Ester. Ella era amorosa
y hermosa. Es decir, era muy atractiva físicamente y también muy agradable en su carácter y
personalidad.
El rey hizo una competencia con cuatrocientas mujeres para pasar una sola noche con el rey.
Esta fue una oportunidad para Ester, pero también podría ser la ruina de su vida. Si era la elegida,
podría ser la nueva reina. Pero si era una de las trescientas noventa y nueve “no elegidas”,
tendría que vivir en el harén del rey de por vida. No tendría familia, no tendría novio, no tendría
desarrollo personal, no tendría nada.
Ester nunca dijo que era judía, por consejo de su primo Mardoqueo, quien era el que velaba por
ella y la ayudaba en todo. Cuando llegó el momento, el rey vio su belleza y su carácter, y la eligió.
Pasó el tiempo hasta que uno de los eunucos del rey formó parte de un complot para asesinarlo.
Mardoqueo escuchó algunas conversaciones que involucraban este atentado, y puso en aviso a
Ester. Es así que el rey logró llegar a conocer los planes de este atentado, y salvar su vida.
La historia parece tener un final feliz, pero aquí se da algo inesperado. Entra en escena Aman,
un tipo brillante. No sabemos qué hace aquí, pero fue ascendido rápidamente en este imperio.
Amán fue promovido al segundo lugar en el reino. Todos tenían que respetarlo y bajar la cabeza.
Pero Mardoqueo no lo hacía, pues no se inclinaría a otro más que a Dios. El hacerlo sería un acto
de idolatría.
Lo interesante en todo esto es que Aman no lo sabía, no se había dado cuenta, hasta que alguien
se lo dijo. ¿A quién creés que miraría desde ese momento en adelante Aman? Sí, claramente a
Mardoqueo.
23
Por esto, Amán dijo: “No solo voy a matar a Mardoqueo, sino a todos los judíos”. Una locura
total. Si hubiese sucedido esto, el ochenta por ciento de los judíos en esa época hubieran
muerto. ¿Cómo planeaba hacerlo? Escribió leyes que hizo firmar por el mismísimo rey. Es así
que en once meses serían masacrados, y todas sus propiedades confiscadas.
¿Qué hicieron los judíos entonces? Lloraron, se entristecieron, oraron, ayunaron y se hicieron la
pregunta que todos nosotros nos haríamos en un caso así, la cual no es ajena a la raza humana:
“¿Dónde está Dios?”.
Mardoqueo le contó a Ester, y le dijo que haga lo posible para que el rey cambiara esa ley. Ester
respondió rápidamente: “¿Estás loco? No he visto al rey en un mes. Si lo hago, me mata. Así
funcionan las cosas aquí”. Ella no podía decidir unilateralmente ir a ver al rey, sino que debía
esperar a que sea éste quien la convoque para poder tener acceso a él.
Fue entonces que aparecieron las palabras memorables que Mardoqueo le respondió, en Ester
4:13-14: “Si no lo haces, Dios levantará a otro”. “¡Eres judía, recuerda! ¡Dios te puso en ese lugar,
recuerda!”
Ester entendió bien el mensaje de Mardoqueo, y pidió tres días de ayuno y oración. Gran
decisión.
Luego de estos tres días, fue a ver al rey. El rey podría haber bajado o subido el pulgar y hacerla
desaparecer. Sin embargo, el rey dijo: “¿Qué quieres, mi reina?”. Y ella no dijo: “Por favor, salva
a los judíos”, sino que dijo: “Quiero que tú y Amán vengan a una fiesta”. El rey quedó
complacido.
En medio de la fiesta, el rey le preguntó una vez más a Ester: “¿Qué quieres?”. Entonces ella le
dijo: “Quiero que vengan a otra fiesta”. Capaz que no se animó en la primera a decirle nada al
rey, o tal vez había ligado las fiestas con los tres días de ayuno. No sabemos detalles.
Lo que sabemos es que fue sabia. Podría haber dicho: “Hiciste una ley tonta, oh rey. Cámbiala.
Eso es lo que quiero”. Pero no.
A esta altura, Amán estaba como loco. Era el segundo en autoridad, la reina lo invitaba a sus
banquetes, pero no podía disfrutar. ¿Por qué? Porque todos se postraban, menos Mardoqueo.
Esto no lo dejaba disfrutar. Y se quejaba como un bebé. Sus amigos le dieron un consejo raro:
“Amán, solo mátalo y listo. Haz una horca, y así lo verás colgando desde ese lugar para apaciguar
tu enojo”.
Mientras esto estaba sucediendo, una noche el rey comenzó a leer informes viejos, y leyó la
historia de Mardoqueo salvándolo de un atentado. Entonces preguntó a sus súbditos: “¿Qué
hicimos en agradecimiento?”. Ellos contestaron: “Nada”. “Esto no está bien”, dijo el rey. “Quiero
motivar a quienes defiendan al rey”. En ese momento, entró en escena Amán, luego de
supervisar la horca. “El rey quiere verte”, le dijeron. “Amán, ¿qué debo hacer por alguien a quien
quiero recompensar?”. El rey pensaba en Mardoqueo, y Amán, ¿en quién pensaba? ¡En él
mismo! Entonces le empezó a contar su fantasía. -“Así se hará a quien el rey quiera honrar. Me
encantó tu idea. Quiero que busques a Mardoqueo y hagas esto que me dijiste. Y tú se lo
anunciarás”. Quisiera ser mosca para verlo a Amán en ese momento. El peor día de su vida,
teniendo que honrar a quien odiaba. “Nunca más lo voy a ver colgado. Me humilló”.
Justo coincidió con que tenía que ir al segundo banquete al que lo invitó Ester, y entonces fue.
Ahora, estaban los tres juntos una vez más. El rey preguntó a la reina: “¿Qué quieres, mi hermosa
mujer? Ester respondió: “Rey, no me mates. No mates a toda mi gente. Si quisieran vendernos
24
como esclavos no haría este pedido, pero no nos mates”. Y entonces el rey le hizo la pregunta
clásica: “Pero, ¿quién quiere hacerles esto?”. No era el día de Amán, porque tras la respuesta
de Ester, el rey comprendió cómo había sido engañado por su segundo al mando. Amán pidió
misericordia a la reina. El rey, furioso, regresó a la habitación y lo vio a Aman agarrado de la
reina, y pensó: “¡Ahora ataca a la reina delante de mí!”. Acto seguido, el rey mandó ejecutar a
Amán, casualmente en la horca que había preparado para Mardoqueo.
Pero el pueblo seguía en peligro, ya que de acuerdo a la ley persa, la ley no podía ser modificada
una vez dispuesta por el rey. Entonces Jerjes le pidió a Mardoqueo hacer nuevas leyes, y este
pasó una ley para que los judíos se puedan defender. Fue una gran liberación llamada Purim.
Hoy en día, sigue siendo una de las fiestas judías más importantes que aún se celebra.
Esta historia nos demuestra que podés tener una liberación llena de señales, como cuando Dios
liberó al pueblo de Israel de las garras de Egipto con plagas, fuego, nube, mar abierto; o puede
liberar a las personas a través de otras personas, donde no se ven señales sobrenaturales, pero
Dios igualmente está actuando de manera soberana. Dios hizo su trabajo “tras escena” en esta
situación. Ni siquiera Dios está mencionado en este libro, pero está en todos lados.
Pensá todo lo que sucedió. La reina Vasti se fue, hubo una competencia y justo ganó Ester, quien
en el momento justo contó con especial favor del rey. Mardoqueo siguió teniendo acceso a
Ester, se emitió una ley con once meses de demora en su ejecución, la cual ordenaba que la
matanza sea individual y no por ejército. Amán no mató inmediatamente a Mardoqueo.
“Casualmente” hubo una fiesta. Un día, repentinamente, el rey se dispuso a leer el libro del
reino, en el cual estaba justo la historia de cómo Mardoqueo había ayudado a desarmar un
atentado contra el rey, etc. etc. Como dice en Romanos 8:28: “Todo lo hace para bien de los que
amen al Señor de acuerdo a sus propósitos”.
Dios es soberano, pero utiliza personas como Ester y Mardoqueo para sus propósitos. Y hoy día,
utiliza personas como vos y yo para sus propósitos también.
Esta historia es realmente la sombra del plan de salvación del Señor. Alegóricamente, es cómo
Jesús puso en libertad nuestras vidas, y cambió la ley para que salgamos victoriosos, y evitar así
un genocidio espiritual. Pero esto no queda allí. Ahora Jesús nos involucra para que nosotros
hagamos lo mismo. Nos participa de su plan.
Muchas personas oran diciendo “Protégeme”, y pocas diciendo “Posicióname”. Muchos dicen
“Provéeme” y pocos dicen “Posicióname”. El favor de Dios se derramará desde tu
posicionamiento.
Muchos tienen favor de Dios, pero aún no están en la posición que Él quiere para beneficiarlos
con ese favor. Posicionarse no se trata de títulos. Hay confusión con eso. Si Dios te pone en una
25
posición, el título no importa. Si Dios te levanta no importa que te llamen pastor, líder o lo que
sea. Porque si Él te dio algo, lo tenés. Y nadie puede tomarlo de vos.
Ester entendió que fue puesta en un lugar de privilegio no por ella, sino por el pueblo. De todas
las mujeres del reino, ella estaba allí por un propósito especial (la historia se repite con José, con
la sirvienta de Naamán, etc.).
“¡Mi petición y mi pedido es que frenes esta ley!”. No lo puede decir de esa manera. Entonces,
recapacita y le dice: “Necesito que cenes conmigo”. Algo hizo que tomara una pausa en su
pedido. ¿Por qué no lo dijo directamente? Si ella hubiese avanzado, tal vez no hubiese sucedido
todo en la secuencia de Dios.
Recuerda la frase de Mark Twain: “Las dos fechas más importantes de tu vida son el día que
naciste, y el día que descubriste para qué”.
Me imagino las palabras de Mardoqueo hoy día, dichas a cada uno de nosotros en la escena
que estemos viviendo. Es por eso que me gustaría que pudieras tomarlas para tu vida también.
Léeme bien: “¿Quién sabe si has llegado al reino para un momento así?” (Ester 4:14)
26