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Revista de Salud Pública, (XXIII) 1:94-106 Junio 2019

Una mirada
histórica

LA PRENSA Y LA
94 PARTICIPACIÓN
SOCIAL FRENTE A LOS
DESASTRES: DESDE
Una Mirada Histórica, Abeldaño Zuñiga Roberto Ariel, López Hernández Sonia

EL SISMO DE OAXACA
DE 1787 AL SISMO DE
TEHUANTEPEC DE 2017.
Abeldaño Zuñiga Roberto Ariel1 THE PRESS AND SOCIAL PARTICIPATION
López Hernández Sonia2 IN THE FACE OF DISASTERS: FROM THE
OAXACA EARTHQUAKE OF 1787 TO THE
1
Profesor Investigador Titular en
la Universidad de la Sierra Sur. TEHUANTEPEC EARTHQUAKE OF 2017.
Oaxaca, México. Investigador
Nacional Nivel 1 en CONACYT,
México. [email protected] A IMPRENSA E A PARTICIPAÇÃO
2
Profesora Investigadora Titular en SOCIAL DIANTE DOS DESASTRES: DO
la Universidad del Mar. Oaxaca, TERREMOTO DE OAXACA DE 1787 AO
México. Perfil Deseable.lophes74@
gmail.com TERREMOTO DE TEHUANTEPEC EM 2017.

Introducción
A través de su historia, México se ha caracterizado
por ser un país vulnerable a la ocurrencia de diversos
eventos de origen meteorológico y geofísico debido a
su ubicación geográfica. Los primeros corresponden
a la formación de tormentas y ciclones tropicales, en
períodos estacionales, en la costa del Pacífico y en el
Golfo de México. Por su parte, los eventos derivados
de fenómenos geofísicos se asocian a la confluencia
de diversas placas tectónicas a lo largo de la costa del
Pacífico mexicano (National Geophysical Data Center
/ World Data Service (NGDC/WDS), n.d.).
Respecto a la incidencia de desastres en México, Naciones Unidas (United Nations Office

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for Outer Space Affairs, 2015) ha expresado que éste está dentro de los 30 países con
mayor exposición a amenazas de diversos orígenes (principalmente meteorológicas,
climatológicas y geofísicas), tres o más, de múltiples magnitudes al año. Entre los eventos
históricos que han producido efectos devastadores en este país se destacan huracanes,
sismos y tsunamis. A nivel internacional, quizás los eventos más recordados por el alcance
mediático que tuvieron en su momento, fueron el sismo de magnitud 8.1 que ocurrió en
septiembre del año 1985 y el sismo de magnitud 8.2 que sucedió en el mismo mes del año
2017.
Esto da cuenta de que en México, los eventos que ocasionan desastres y ponen en serios
riesgos a las poblaciones vulnerables ocurren con frecuencia. Por esa razón, se considera
necesario abordar este problema para insistir en la necesidad de una gestión de los riesgos
de desastres (Abeldaño Zúñiga & González Villoria, 2018). En consecuencia, el objetivo
de esta comunicación es realizar una revisión histórica de algunos medios de comunicación
y las redes sociales, de sismos seleccionados por su magnitud, ocurridos en México,
destacando en los documentos aspectos de la construcción de la participación ciudadana.
Este trabajo es un acercamiento a lo que se presenta en el testimonio en torno la
capacidad de superar y adaptarse a las catástrofes, a fin de aproximarnos a una imagen
social general. Cabe destacar que pese a que la intención del periódico no es incluir el 95
testimonio de los afectados, permite observar el fenómeno que no ha sido recogido en
otros documentos. Asimismo, #Verificado19s cumple en primer lugar con la función de

Una Mirada Histórica, Abeldaño Zuñiga Roberto Ariel, López Hernández Sonia
informar, análogamente a los medios impresos. Este tipo de análisis permite comprender
las transformaciones de las maneras en que los grupos sociales reaccionaron y evidencia
la solidaridad, redes de poder y capacidad de organización.

Los sismos de mayor magnitud en México


No hay una cronología completa y precisa de los sismos en México por varios problemas,
entre ellos la falta de registros fidedignos o que atiendan a fuentes primarias (Chávez, 1978)
y las existentes tienen el acercamiento descriptivo y no social (García Acosta, sf). Pero
si se analizan los registros de la sismicidad histórica de México del Servicio Sismológico
Nacional, a partir de los primeros registros que datan del año 1900, se puede observar la
ocurrencia de 4 sismos de magnitud 8.0 o mayor, como se evidencia en la figura 1. Estas
magnitudes son consideras como un «Gran terremoto» que puede causar una destrucción
total a las comunidades cercanas (National Seismological Service UNAM, 2017).

Figura 1. Registros de sismicidad en México por años, según magnitud. Período 1900-
2018. Servicio Sismológico Nacional de la UNAM.
En la figura anterior se evidencian los 4 sismos de magnitud igual o superior a 8.0 en
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México, y corresponden a los siguientes eventos:

1. 3 de junio de 1932, sismo de magnitud 8.2 en el estado de Jalisco.


2. 19 de septiembre de 1985, sismo de magnitud 8.1 en el estado de Michoacán.
3. 9 de octubre de 1995, sismo de magnitud 8.0 en el estado de Colima.
4. 7 de septiembre de 2017, sismo de magnitud 8.2 en el estado de Chiapas.
Además se ha documentado un quinto sismo, que podría ocupar el primer lugar en
esa lista:
5. 28 de marzo de 1787, sismo con una magnitud estimada de 8.6 por métodos de
paleosismografía, entre el estado de Oaxaca y Guerrero.
Para este trabajo se consideraron todos estos casos, excepto el sismo del 09 de
octubre de 1995, debido a que no se encontraron registros en la consulta digital de
la hemeroteca de la Universidad de Colima, ni en archivos digitales de los diarios
de la Ciudad de México.

Documentos periodísticos y sismos históricos


El periodismo en México no se desarrolló a plenitud sino hasta bien entrado el siglo XIX,
96 durante la época colonial y durante el siglo XVIII y primeras décadas del XIX existieron
algunas gacetas y periódicos en los que se registra información sobre sismos. El periodismo
mexicano, cuya aparición se encuentra ligada a las primeras imprentas traídas de España
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en 1539 (Mandujano Jacobo, 2011); y tuvo que pasar más de un siglo para que aparecieran
publicaciones periódicas denominadas “gazetas” nombre tomado de la moneda del mismo
nombre.
Durante el periodo de 1723 a 1727 y de 1743 a 1783 estos materiales no ofrecieron
información acerca de seísmos. Esto no se repite a lo largo del s. XIX cuando se incluye
en materiales periódicos los temblores (Acosta & Suárez, 2001).
En 1722 se publica la Gazeta de México por Juan Ignacio de Castorena y Ursúa, primer
periodista de América Latina. La publicación no contaba con críticas de orden político,
únicamente divulgaba noticias sobre cuestiones científicas, económicas, comerciales
y religiosas y proporcionaba información sobre tráfico marítimo, laboreo de minas y
actividades de La Colonia.
La tercera publicación con el nombre de Gaceta corresponde a la Gaceta de México editada
entre 1784 y 1809, y tuvo una edición irregular, desde semanal hasta mensual en algunos
años. “el editor fue Manuel Antonio de Valdés y Saldaña considerado el periodista mejor
dotado de la época colonial” (Celis de la Cruz, 2011). Valdés logró que los funcionarios
enviaran material digno de entrar a la prensa y consiguió colaboraciones con hombres de
ciencia. Informó de sucesos como granizos de extraña magnitud, inundaciones, terremotos,
invenciones de máquinas, estrenos de templos, nuevos colegios, etcétera. Incluso tenía
sección de avisos llamada “encargos”, en ella se anunciaba la venta de esclavos, casas,
haciendas, alhajas perdidas o halladas, etc. El servicio costaba dos reales.
El contexto social en esa época, necesario para comprender el actuar, era no halagüeño
“Las crisis agrícolas eran un fenómeno periódico en la Nueva España. Eran inevitables
cuando la mayor parte de la agricultura seguía siendo de temporal y quedaba a merced de
la sequía, de las inundaciones, de las heladas, del granizo y de las plagas.” (Celis de la
Cruz, 2011, pág. 40) Además de la pobreza y las desigualdades, la avaricia y la corrupción
“los desastres climáticos los hacían mucho más graves y evidentes, dejando a la población
humilde mucho más expuesta y vulnerable de lo usual” (Souto Mantecón, 2004, pág. 2).
Precisamente, el primer reporte de este evento se identificó en la Gazeta de México el día
17 de abril de 1787; es decir, casi tres semanas después de producirse el sismo del 28 de
marzo. En este breve reporte dirigido hacia el Superior Gobierno se informaba del evento,
su duración percibida, y una réplica registrada el día 3 de abril.
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Gazeta de México del 17 de abril de 1787 Al respecto del sismo, el periódico relataba
lo siguiente:
«En los días 3 y 4 de marzo celebró
órdenes el (...) Señor Obispo (...). El 28 del
mismo a las once y veinte y cuatro minutos
de la mañana se sintió un considerable
movimiento de tierra de Sur a Norte, cuya
duración sería de dos minutos, el que
repitió el día de la fecha [el 3 de abril] con
más lentitud y menos duración a las nueve y
veinte y siete minutos. no se sabe que hayan
causado daño alguno» (“Gazeta de México
del martes 17 de abril de 1787,” 1787).

Durante las siguientes semanas, los reportes continuaban. En esta oportunidad se


informaba al Superior Gobierno, las medidas adoptadas para evitar la acumulación de
daños consecuentes en los edificios. Las medidas estaban dirigidas a limitar la circulación
de coches de tracción a sangre (mulas). Al mismo tiempo, la autoridad local en el estado 97
de Oaxaca daba parte de algunas réplicas del sismo del 28 de marzo (“Gazeta de México
del martes 24 de abril de 1787,” 1787):

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«Por quanto con los movimientos de tierra que ha padecido esta Capital
han quedado quarteados sus Edificios, cuyo deterioro agravaría sin duda el
rápido, extraordinario, e irregular curso con que suelen andar los Coches;
siendo también muy perjudicial y expuesto para las gentes de a pie, como
lo han acreditado lastimosos exemplares que han dado ya en otra ocasión
motivo a este Superior Gobierno a dictar providencias; conviniendo en el
día adaptar las oportunas, prohibimos por ahora que ninguna Persona, sea
del estado, calidad y condición que fuese, pueda dentro de la Ciudad hacer
que las mulas de cualquiera Coche que le conduzca troten o corran; sino
que dexandoles un regular paso eviten el exceso indicado. (...) El Corregidor
de Antequera, Valle de Oaxaca, con fecha de 10 del corriente participa
al Superior Gobierno continuar allí los temblores, bien que con grande
moderación; sin embargo de lo cual queda dando las órdenes oportunas al
vecindario».

El día 1 de mayo apareció un reporte que indicaría que con el mismo sismo del 28 de
marzo se produjo un tsunami en las costas del Pacífico. El siguiente párrafo describe la
información (“Gazeta de México del martes 1 de mayo de 1787,” 1787):

«Dice que al tiempo del primero [se refiere al sismo del 28 de marzo], estando
varios infelices de aquellas pesquerías haciendo barras para coger pescado,
y ya algunos montados a caballo después de haber recogido y metido en sus
redes, vieron con asombro retirarse el mas más de una legua, descubriéndose
tierras de diversos colores, peñascos y árboles, y que con la misma velocidad
que se huyó de su vista, volvió otra vez y otras, dexando millares de pescados
en el distrito que quedó sin agua, y antecogiendolos hizo muchos pedazos a
once de ellos, dexandolos colgados y metidos entre los palos de un monte, que
dista como legua y media del mar, y de excesiva altura, escapando solamente
algunos, aunque muy maltratados y heridos, que son los que han referido el
caso, todos vecinos de aquella jurisdicción».
En las noticias reflejadas en los periódicos de la época se visualiza cómo la información
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era recabada de los funcionarios. Sin embargo, desde 1788 este tipo de información
disminuye aún “a pesar de obtener el apoyo del Rey” (Celis de la Cruz, 2011).
Además, en esta época, la prensa de México distingue un público particular a quien va
dirigida la publicación, lo que hoy se entiende por “target”. Se trataba de publicaciones
para quienes sabían leer y eso marcaba la clase económica en la sociedad, en parte debido a
que saber leer no era una habilidad de todas las clases, y también porque las publicaciones
tenían una orientación ideológica clara. Por lo que no es posible observar explícitamente la
participación ciudadana en la información presentada ni en la elaboración de textos. Eso no
quiere decir que no existieran relaciones de familias y vecinos ante estos acontecimientos.
Lo cierto es que el espíritu de la Gaceta era ser fiel ante los acontecimientos presentados:
“¡qué interesantes serían al público mis afanes! Pero cuánto más si estas noticias vinieran
bien circunstanciadas, escritas con sencillez y método, producidas con verdadero celo
patriótico y no truncadas y adulteradas por particulares fines de un individuo” (Celis de la
Cruz, 2011, pág. 40).

El sismo de 1932
El período post-revolucionario (1920 a 1940) se considera una época de restauración
98 nacional en torno de un renovado nacionalismo estatal que impulsó un redescubrimiento y
reconformación del país. La principal característica fue incorporar a la vida sociopolítica
y económica de la nación a millones de personas excluidas por la dictadura (Domínguez
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Chávez, 2012).
Dicho en otras palabras “Con la destrucción del Porfiriato se generó una sensación de
renovación, en donde el nacionalismo conformó la premisa ideológica de la unidad, que
se expresó para defender los intereses de comunidades geográficas…al mismo tiempo que
integró rasgos colectivos importantes, en torno a prototípicos comportamientos que fueron
mitificados bajo el control de la fuerza estatal, para integrar un renovado significado de
ser mexicano; en una relación dialéctica, donde la vitalidad del nacionalismo solidifica al
Estado, y el crecimiento del Estado le infunde legitimidad al nacionalismo” (Domínguez
Chávez, 2012, pág. 1).
El centralismo del Porfiriato dejó resistencias regionales, sociales y psicológicas a los
tradicionales excesos por los años venideros se incluyeron expresiones musicales que
manifestaba una esencia popular, “aprovechando el nuevo recurso que ofreció la radio,
como novedoso medio de comunicación de la época, que se adicionó a los renovados
medios impresos que ahora debían expresar sus mensajes a una creciente población
letrada, por influjo de las acciones del reconstituido sistema educativo” (Domínguez
Chávez, 2012, pág. 2).
Durante el Porfiriato surgieron periódicos que sobrevivieron a la lucha revolucionaria y
a los gobiernos siguientes hasta llegar a nuestros días, obviamente adecuando la línea
editorial., la tecnología y el formato. El periódico El Universal se funda el 1 de octubre
de 1916, el proyecto inicial fue claramente una empresa informativa y contó con servicios
calegráficos contratados a las agencias de noticias. “El fundador de El Universal fue
Félix Palavivini, periodista afín a Carranza que había trabajado en periódicos de la etapa
porfirista: El Mexicano, El Pueblo y La Prensa al cual dirigió” (Toussaint, 2011, pág. 160).
La principal competencia de El Universal es el Excélsior, éste fundado por Rafael Alducín
el 18 de marzo de 1917 (apenas a semanas de haberse promulgado la Constitución). El
Excélsior mantuvo una línea editorial crítica hacia los estadounidenses y el gobierno, y a
favor del empresario mexicano (Toussaint, 2011).
Estos años significaron el florecimiento de la prensa como una organización industrial
en la que los fines doctrinarios “cedieron el su lugar a la noticia y el entretenimiento”
(Toussaint, 2011). Al mismo tiempo, los gobiernos posrevolucionarios conocían el valor
a su favor para legitimarse que podía generar un periódico, por ello para difundir sus
posturas políticas contaban con periodistas afines (Lombardo García, 2011).

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En el contexto descrito, el 03 de junio de 1932, de acuerdo con datos de El Universal, la
ciudad se encontraba durmiendo, a las 4 de la mañana con 38 minutos y 12 segundos cuando
tronó el suelo y un movimiento telúrico sacudió gran parte de México. Las entidades más
afectadas fueron Colima y Jalisco (Valderrama, Delgadillo , Gómez , Reyes, & López,
2017).
En la Ciudad de México, relata El Universal, los daños fueron materiales: cañerías rotas,
derrumbes, calles y muros con grietas, y algunos autos con daños por las piedras caídas
de las viviendas; pero sin ninguna muerte en la Ciudad. Sin embargo, las personas se
asustaron, algunas tuvieron ataques de pánico y corrieron por las calles en ropa interior y
pijamas, pues recordaban los desastres ocasionados por el temblor de 1912 con magnitud
de 6.9 grados(Valderrama, Delgadillo , Gómez , Reyes, & López, 2017).
Y no faltó un par de sujetos que gastaron una broma en el pueblo de Ixtapalapa. Según el
mismo diario con fecha del 05 de junio de 1932, los individuos “se presentaron ante el Jefe
del Departamento Militar en la población y con toda audacia le dijeron que iban enviados
por el Director del Observatorio de Tacubaya para informarle, como autoridad, que debía
tomar precauciones, pues ese lugar se encontraba amenazado” (Valderrama, Delgadillo
, Gómez , Reyes, & López, 2017).Según los autores de la burla el sismo se repetiría en
la zona que se había fijado como epicentro y podría causar graves destrozos. Con esa 99
información los vecinos de la zona durmieron a campo raso, pues la noticia “corrió como
pólvora”, consignó El Universal el domingo 05 de junio de 1932.

Una Mirada Histórica, Abeldaño Zuñiga Roberto Ariel, López Hernández Sonia
El 4 de Junio de 1932, El Universal
publicaba en portada de la Ciudad los
daños causados por el temblor de 8.2
grados que se había registrado en los
estados de Colima y Jalisco. Relataba
que en las calles de Solo y Allende
de la capital se habían registrado
varios derrumbes. En la calzada de
los Misterios también hubo algunos
daños. (https://www.eluniversal.
com.mx/colaboracion/mochilazo-en-
el-tiempo/nacion/sociedad/mexico-
1932-el-otro-sismo-de-82)
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En esta plana se decía que 33


microsismos se habían registrado en
24 horas. La cabeza informa que las
grandes catástrofes que el fenómeno
había causado en Jalisco. Se leía que el
temblor había causado un fenómeno casi
increíble en Manzanillo Colima, cuando
el mar subió casi dos metros. Daban
cuenta también de los “epifocos” uno en
el Valle de México y otro en el Pacífico.
Periódico El Universal del día 4 de
junio de 1932. (https://www.eluniversal.
com.mx/colaboracion/mochilazo-en-el-
tiempo/nacion/sociedad/mexico-1932-
el-otro-sismo-de-82)

100
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El movimiento tomó por sorpresa a los habitantes de Colima y provocó “pánico, y la


mayoría de las familias se preparaban a dormir esta noche en campo abierto, pues temen
que el sismo se repita con toda la fuerza con que se efectuó en la madrugada» (Valderrama,
Delgadillo , Gómez , Reyes, & López, 2017). Además, relata el mismo medio, hasta el
sábado 4 de junio se ignoraba lo sucedido en Manzanillo pues las comunicaciones estaban
interrumpidas y el único telegrama recibido mencionaba destrucción en los Ferrocarriles:
desgajamiento de túneles, rieles rotos y terraplenes derrumbados.
Es necesario considerar que México, después de la Revolución, señala Domínguez Chávez
(2012) retomando a Wilkie y Loyo, era eminentemente rural, donde “las familias vivían
dispersas en jacales miserables; aunado a lo anterior, el 10% de la población era hablante
de una lengua indígena y desconocía el español. Más del 70% de los 15 millones de
habitantes se dedicaban a labores del campo, viviendo de una agricultura de subsistencia
en poblaciones de menos de 2,500 habitantes, de las cuales más del 90% no estaban
comunicadas con ferrocarriles o telégrafo, carecían de agua potable y electricidad, además
de servicio postal o telefónico, médicos y boticarios, sacerdotes, mercados y maquinaria
agrícola motorizada” (Cultura y Vida Cotidiana en México (192-1940), 2012, pág. 4).
Teniendo en cuenta lo anterior no es difícil suponer que no hay datos en periódicos de las
actividades de las personas en las provincias afectadas por los sismos. Sin embargo, el
engaño que sufrieron los habitantes de Ixtapalapa en la Ciudad de México permite suponer
una organización de la comunidad para enfrentar el supuesto terremoto pronosticado,
y no de las autoridades ya que dice que se corrió el rumor.

El sismo de 1985
En los años 80, en México se vira a un esquema económico neoliberal en el que el Estado
se retira como figura central de la actividad productiva nacional.
El contexto era inflación elevada, deuda externa de gran magnitud, y conflicto por
la nacionalización bancaria que enfrentó el gobierno de Miguel de la Madrid. Así se
aplicaron políticas coincidentes con el Fondo Monetario Internacional (FMI), para reducir
el gasto público mediante la contracción del Estado (las 1,155 empresas paraestatales se
redujeron a 697), y a controlar los salarios. (OEI, s.f.) Criterios de la más pura racionalidad
capitalista (González Casanova & Aguilar Camín, 2004).
En periodismo, con la salida de Julio Scherer de Excélsior, se generó la posibilidad de

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emprender nuevos proyectos informativos en México, más críticos, plurales e indicados
para el periodismo de investigación. Así, durante la década de los 70 nacieron medios
como Proceso (1976), Vuelta (1976), Unomásuno (1977), El Financiero (1985), y La
Jornada (1984). “En ese entonces México era un país fundamentalmente corporativo, en
el que las estructuras verticales de poder permeaban al conjunto de la nación, en el que una
sociedad civil fuerte, como contrapeso a los poderes públicos y fácticos, era apenas una
aspiración. Estaba vigente el sistema de cooptación de los medios por parte de los poderes
políticos y económicos. Entre las oficinas de prensa de las dependencias gubernamentales
y los periódicos existía –aún existe en muchos casos- una red de intereses complicidades y
reglas no escritas que impedía la difusión de puntos de vista diferentes a los de la autoridad
[…] la omnipresencia de la verdad oficial en los medios contrastaba con la ausencia de
versiones críticas”, recuerda Carlos Payán (Guerrero, 2011, pág. 313).
Así La Jornada nace con el objetivo de dar voz a todas las posturas, incluir diversas
perspectivas en una sociedad que no tenía voz.

La edición del 20 de septiembre de 1985 de


La Jornada daba cuenta de los daños: 101
El sismo derrumba el edificio Nuevo León
en Tlatelolco, el hotel Regis, el Centro

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Médico Nacional, el hospital Juárez, la
Secretaría de Trabajo y la torre maestra de
Televisa en avenida Chapultepec, así como
numerosas viviendas en Garibaldi –donde
perecen decenas de mariachis–, el Centro
Histórico, la colonia Roma, y talleres de
costura en San Antonio Abad, que le quitan
la vida a no pocas obreras. Es el mayor
desastre registrado jamás en la capital de
la República. Las compañías de seguros
reportan más de 7 mil edificios afectados.
A las 7 de la noche del día siguiente llega
la réplica, con menor intensidad, pero con
terribles efectos sicológicos (La Jornada,
Portada de La Jornada del 20 de 2014).
septiembre (La Jornada, 2014, pág. 51)

Ante la tragedia, rememora La Jornada el gobierno se paraliza. Son los ciudadanos quienes
se improvisan como rescatistas para tratar de salvar a familiares y vecinos.
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Para el día 29 de noviembre de 1985 La


Jornada daba cuenta críticamente de la
parálisis del Estado ante el fenómeno y de
la acción social surge espontáneamente
la cultura ciudadana de la solidaridad(La
Jornada, 2014).
La gente “de a pie” logró reemplazar las
autoridades y ser incluso más eficaz que
ellas. “Así se inicia, aunque nadie todavía
lo sepa, la larga batalla de los capitalinos
por quitarle al PRI el gobierno de la
ciudad” (La Jornada, 2009, pág. 14).

    
Noticia de La Jornada (La Jornada, 2014,
102 pág. 53)

Además, los meses siguientes publicó información e imágenes de las acciones civiles
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organizadas ante la situación de desastre.

El grupo de Los Topos, formado


por expertos montañistas con
capacidad para meterse en las
ruinas de casas y edificios en
busca de sobrevivientes.

Noticia de La Jornada (La Jornada, 2014, pág. 54).

Lo descrito hasta aquí no fue de un solo periódico, se escriben reportajes, crónicas,


editoriales y artículos de opinión, que además de presentar un panorama de devastación,
así como expresiones de duelo, muestran la solidaridad de los mexicanos. “La mayoría de
los textos producidos entre el 20 de septiembre y los primeros días de octubre en diversos
diarios - sin importar su posición ideológica- hablan de una solidaridad espontánea y
desinteresada”(Leal Martínez, 2014, pág. 446).
La acción social de ese momento se califica como “sin precedentes en la historia del país”
(Soberón Acevedo & Valdés Olmedo, 1987)y fue estratégica en los resultados de sanidad
y salvamento. Este momento se describe de la siguiente manera:
“La población, de una manera espontánea, desplegó muestras diversas de solidaridad,
apoyo y trabajo de rescate y auxilio que desbordó la acción gubernamental. De inmediato
contribuyó al traslado de víctimas a los puestos de socorro; respondió, en la medida de
sus capacidades, a la labor de rescate de personas atrapadas en los edificios derruidos;
habilitó y operó albergues y campamentos para atender a los damnificados; contribuyó
con donación de sangre, de medicamentos, de materiales de curación, de ropa y alimentos;
de última instancia, los grupos afectados dieron origen a modalidades de organización
social para la defensa de sus intereses y para el reclamo de beneficios y ayudas” (Soberón

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Acevedo & Valdés Olmedo, 1987, pág. 450).
Mediante esta información se comprenden dos fenómenos: primero, la reacción de los
grupos sociales, su capacidad de organización y la solidaridad de las personas que se
vuelve noticia y “debe” ser retomada en los medios, y, segundo, la existencia de un espacio
en medios periodísticos para ese tipo de información, es decir se evidenció públicamente
la organización social.

El sismo de 2017
La primera década del siglo XXI muestra una sociedad cansada y el saldo de la economía
neoliberal implementada desde los 80. En términos política-social la transición del grupo
en el poder con el que abrió el siglo se dio en medio de la “indiferencia de una buena
parte de la sociedad mexicana” (Meyer, 2007, pág. 63). Por otra parte, en México se
profundizaron las directrices del modelo de economía abierta y se agudizaron los
desequilibrios en distintas esferas de la vida social. “La decisión de priorizar el control de
la inflación sobre el crecimiento económico es un factor que explica el pobre desempeño
del Producto Interno Bruto (PIB). Durante el periodo 1990-2012 mantuvo una tasa de
crecimiento promedio inferior al 2%, que resulta insuficiente para compensar la variación
en otras variables vinculadas con el bienestar. La inequidad en su distribución marcó las 103
disparidades regionales y profundizó las desigualdades sociales al interior del país” (Tores
& Rojas, 2015, pág. 44).

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Del mismo modo, otro problema de estos años es la violencia y la corrupción, en 2017
la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) calificó al país como el más
peligroso de la región (América Latina) y denunciar que “las amenazas y hostigamientos
son una característica de la vida cotidiana del periodismo” (CIDH, 2017). Aunque
en términos de la práctica profesional el periodismo de estos años está altamente
modificado y renovado por las prácticas digitales y la red de redes, internet.
A su vez, los contenidos e información ya no dependen solamente de las tradicionales
corporaciones, ni del Estado ni mediáticas, por primera vez los ciudadanos comunes, las
universidades, grupos sociales entre otros, son emisores de mensajes interpersonales,
grupales y masivos. Aunque todavía hay una exclusión al uso de internet relacionada al
lugar de residencia, edad y servicio que contrata el usuario (Crovi Druetta, 2011).
En el año 2017, cuando se produjo el sismo de magnitud 8.2 en la zona de Tehuantepec,
en Chiapas. Desde los días posteriores al sismo, los gobiernos estatal y federal se vieron
rebasados por la situación de emergencia en el Istmo de Tehuantepec y Sierra Mixe
principalmente, y “aunque hubo avances en el levantamiento de información para la
asignación de recursos para la reconstrucción, el sismo del 19 de septiembre, desvió la
atención al centro del país” (CODIGODH, 2018).
Por ello, la población optó por la utilización de herramientas generadas en las redes
sociales que potencializan la participación ciudadana, prácticamente en tiempo real. Por
ello, en este trabajo nos vamos a concentrar en #Verificado19sEstados, réplica de la red
solidaria #Verificado19s que es una práctica de expresión vinculada con la producción y
distribución de información de actualidad y verificada alrededor del sismo.
Otros ejemplos de la participación activa de la comunidad afectada son los usos que
dieron a los grupos de Facebook y de Whatsapp, para comunicar el estado de la situación,
para solicitar ayuda para distintas áreas y comunidades afectadas. Por su parte, la red
social Twitter registró publicaciones con la etiqueta #SismoMéxico, #FuerzaMéxico,
#MexicoEarthquake, #Sismomexico, y otras similares.
SocialTIC, una organización sin fines de lucro dedicada a la investigación, formación,
acompañamiento y promoción de la tecnología digital e información para fines sociales,
explica que uno de los recursos digitales (no el único) con el cual se reaccionó a la
catástrofe de los sismos de septiembre de 2017 (el del 07 y el del 19) fueron las redes de
verificación mediante las cuales se pudo organizar la respuesta e inteligencia colectiva y a
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la auto-organización. “Esta iniciativa combate la desinformación y las noticias falsas (fake


news), y facilita que se conecten necesidades y posibilidades” (SocialTIC, 2017).
La principal red donde comenzó a circular información tras el sismo fue Twitter, la
comunidad tuitera dio orden, difusión, verificando y conectando a través de hashtags y
formularios para que la ayuda llegara a las personas y lugares que se necesitaba (SocialTIC,
2017).
La difusión fue en tiempo real, la red solidaria #Verificado19S es un grupo de voluntarios
que ubica, reporta y difunde información verificada y actualizada sobre daños, albergues
y centros de acopio. Desde @verificado19s para información de apoyo en Cd. de México
y @V19sESTADOS para estados afectados: Chiapas, Guerrero, Oaxaca, Morelos, Puebla
#Verificado19sESTADOS” (SocialTIC, 2017).
Con este ejercicio la organización de la sociedad civil ayudó a crear redes de información
confiable y actual, factores clave para los procesos de ayuda, atención médica y salvamento.
Verificados19s contó recursos y medios apropiados, tales como un espacio físico para
poder operar y coordinar durante aquellos días.
De esta forma, los canales de comunicación en internet usados en este siglo dieron paso a
una mejor conexión de la ciudadanía y permitió responder a su realidad, en consonancia
104 con sus necesidades, ser activos, y no sólo recibir de forma pasiva la información y la
ayuda.
Una Mirada Histórica, Abeldaño Zuñiga Roberto Ariel, López Hernández Sonia

Consideraciones Finales
De acuerdo con Comfort en las comunidades que han experimentado desastres, la respuesta
inicial es una fuerte movilización de recursos y personas de la misma comunidad que se
enfocan en las tareas de rescate, en la protección de propiedades y en la satisfacción de
necesidades inmediatas como agua y alimentos, tal como se ha visto en México en el año
2017 (Comfort, Siciliano, & Okada, 2011). Estos emergentes, en los que la respuesta social
se organiza de manera voluntaria y cooperativa representan un primer y muy importante
paso hacia la resiliencia al final de la crisis.
En septiembre de 2017, los grupos de whatsapp constituyeron la primera vía para empezar
a debatir ideas para ayudar ante la vulnerabilidad tras los sismos. Fueron grupos formados
por redes de personas que pronto se organizaron en #Verificado19s y formaron una red de
personas bien conectadas y acostumbradas a participar en los debates de la vida pública
del país que han participado en iniciativas de la sociedad civil. Otros casos del 2017 fueron
de @JustosSismoCDMX, @comoayudarmx @Brigadas19S, @horizontalmx yMexicanos
Contra la Corrupción y #MiEdificio, por mencionar algunos.
La respuesta social de las comunidades afectadas por los sismos de México se visualizó a
través de los medios masivos de comunicación, y se potenció a través del uso de las redes
sociales. “La solidaridad y colaboración se ha volcado en datos, mapas, centros de acopio,
redes y cadenas de personas para rescate y apoyo. La colaboración de estos días se tradujo
en acciones físicas-digitales y en diversas comunidades uniendo manos, tiempo, esfuerzo,
habilidades, conocimientos y al mismo tiempo usando la tecnología como aliada”, de
manera que esto se constituyó en los primeros pasos hacia la construcción social de la
resiliencia ante la situación de desastre disparada por el sismo de 2017 (SocialTIC, 2017).
Lo novedoso del caso de 2017, no fue la solidaridad ya vista en 1985, sino que se formaron
redes emergentes, que sin ser medios de comunicación, empresas o grupos empresariales,
alcanzaron continuidad para ser fuentes confiables de información, como lo sería un medio
masivo u oficial. Esta participación social fue el emergente que se visualiza como uno de
los primeros motores en las muestras de resiliencia que se vivieron los días posteriores al
sismo.
La participación social como forma de respuesta ante la crisis en las comunidades afectadas
de México se visualizó en la organización voluntaria de grupos de personas para colaborar

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en tareas relacionadas con los donativos, con la alimentación, la provisión de agua, las
tareas de rescate y la ayuda en las comunicaciones.
En estas situaciones, se presentaron nuevas formas de creación de capital social, a través
de comportamientos emergentes. Por ejemplo en diversos niveles y con diferentes
objetivos, la población empleó los medios de comunicación disponibles, como radio,
teléfonos y las redes sociales Twitter, Facebook y grupos de Whatsapp, y las autoridades
locales reconocieron el papel de los grupos sociales que emergieron tras el terremoto,
lo que facilitó la distribución de ayuda en terreno. El acceso a tecnología, la capacidad
de planificar y adaptarse para cohesionar un grupo de apoyo social fue clave en esta red
emergente de información que logróordenar, difundir y verificar información de modo
colaborativo y transparente.

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