Del Ser Si Mismo Propio Al Ser Con Otros Propio
Del Ser Si Mismo Propio Al Ser Con Otros Propio
Del Ser Si Mismo Propio Al Ser Con Otros Propio
Nietzsche
para la determinación
Heidegger
2
Índice:
Introducción 5
1.2e.- La trascendencia 33
3
Segunda parte: ¿Una ética posible? 46
Conclusión 67
Bibliografía 71
4
Introducción
Afortunadamente sabemos bien que jamás la ética real se configuró a través de los
textos o en los cursos escolarizados de Ética. Sin duda que las predisposiciones a la acción
se estructuran en los espacios sociales que son más inmediatos para el sujeto.
S
campo del síntoma. Es decir, muestra que hay problemas con la ética, que en general los
comportamientos no remiten a ética alguna, y que se intenta restituir lo ético por remisión a
algunos principios que se pudiera establecer desde el discurso de los medios, las empresas o
la cátedra y la literatura.
La verdad es que los peligros que nos plantea el futuro, son aterradores. Lo peor de
todo es que estas cosas ya están sucediendo, y de ahí el urgente llamado a la mesura y la
prudencia, el llamado a constituir o rescatar algún proyecto ético.
6
Es bien conocida esta postura de rechazo de Heidegger frente a la ética, en cualquier
forma que se la entienda, tanto en el sentido restringido de conjunto normativo
determinado, que prescribe o considera buenas sólo algunas conductas y reprueba otras, sea
como una explicación de la acción o una teoría acerca de lo bueno, es decir, entendiéndolas
como filosofía práctica a secas. Sin embargo, ese rechazo explícito de cualquier tipo de
reflexión ética es veinte años posterior a la publicación de Ser y Tiempo. Por supuesto,
puede replicarse que la posición heideggeriana frente a la filosofía práctica es consecuente
con su forma mentis en general y que la diferencia cronológica no está ligada a ningún
cambio de actitud durante el tiempo transcurrido. El rechazo de Heidegger, o mejor dicho,
su insistencia en que su horizonte de reflexión es previo a la posibilidad de toda teoría o de
toda praxis, puede encontrarse ya en Ser y Tiempo cuando intenta explicar la relación del
"cuidado" o "cura", con las dimensiones teorética y práctica de la vida humana.
7
desde antes, pero con Nietzsche y la genealogía como método, y su idea de que los sistemas
filosóficos son síntomas de un tipo de vida y mundo, las biografías de los pensadores
resurgen como una estimulante fuente de esclarecimientos e intuiciones.
La vida de los filósofos ha interesado, pues, desde antiguo pero sólo como pórtico
de entrada, no para detenerse en ella y convertirla en el verdadero fundamento de la
quidditas filosófica. En la enseñanza secundaria, que es donde la mayoría de los lectores
tiene su primer, único y último contacto con la filosofía, se despacha la biografía en cuatro
pinceladas que andan a caballo entre los formulismos del registro civil y los chismes del
ágora. Pero nada o muy poco se plantea la cuestión de la urdimbre entre los sistemas de
ideas y las experiencias vitales. Hace unas décadas la historiografía y la pedagogía
filosóficas han "descubierto" otra llave maestra de la hermenéutica del texto: no es otra que
el contexto (histórico, social y filosófico). No ya la biografía, sino la sociología de las ideas
es lo que interesa, más incluso que el propio enfrentamiento desarmado con el gélido filo de
las ideas desnudas, una metafísica de intuiciones puras ya en desuso. De la mirada
ontológica la filosofía reciente se ha vuelto a la mirada sociológica, antropológica y
psicoanalítica. Los sistemas filosóficos son vistos como un producto cultural más y ya no
tienen, desde luego, el empaque del Espíritu Objetivo hegeliano.
"En las más de las historias de la filosofia que conocemos se nos presenta a los
sistemas como originándose los unos de los otros, y sus autores, los filósofos, apenas
aparecen sino como meros pretextos. La íntima biografia de los filósofos, de los hombres
que filosofaron, ocupa un lugar secundario. Y es ella, sin embargo, esa íntima biografia la
1
que más cosas nos explica", escribe Unamuno, en El sentimiento trágico de la vida.
1
Unamuno, Miguel de. El sentimiento trágico de la vida. Porrúa. México. 2003. Pág. 3
8
La filosofía ha perdido ese aire reverencial, sagrado, inviolable, cuando se ha hecho
humana, demasiado humana. Cuando nos hemos asomado a los textos por el hombro del
hombre y no por el dictum invisible del oráculo. La palabra filosófica ya no es digna per se
de la aceptación sin que medie un trato de primera mano con quien la pronuncia. La vida de
un filósofo no es una vida especial. La condición de filósofo no exime de ninguna de las
vulgaridades de la más común de las existencias terrestres.
"La personalidad de un filósofo sólo tiene esto de interés: nació en tal año, trabajó
y murió"
Lo que ello revela es una actitud olímpica, divina, hacia la filosofía y hacia la vida.
Esta postura es contraria y puede que incapaz de considerar al filósofo como una criatura
sujeta a todos los males de la carne. Desde mi punto de vista, el filósofo que desdeña las
vidas, y contextos históricos de los filósofos, es hostil hacia la individualidad tanto de estos
como de la suya propia. Esto conduce también, como en el caso de Heidegger, a una
versión triunfalista y autoensalzadora de la historia de la filosofía que desfigura gravemente
el pasado.
Esta tesis tiene como objetivo tratar precisamente un tema que está en el centro de la
praxis humana, por tanto de la vida humana individual y colectiva. Esta dimensión práctica
nos mostrará que la relación de Ser y Tiempo de Heidegger, con el protestantismo, tantas
veces señalada, puede tener un marco más amplio, esto es, que ella no se agota en las
referencias teóricas evidentes a Kierkegaard y, por supuesto, a Lutero.
9
protestante) que como tal, siempre quiere cambiar el mundo, y que da origen a esta cultura
moderna e individualista. La tematización ética implícita en esta analítica existenciaria no
puede ser completamente explicada sin entenderla como una consecuencia de procesos
más amplios y complejos que abarcan no solo la teoría filosófica sino la filosofía práctica y
por tanto la vida del filósofo.
Es necesario aclarar que este trabajo se constituirá como una crítica genealógica de
tipo nietzscheana al pensamiento heideggeriano. Con esto me refiero al desmantelamiento
de los fundamentos contextuales, tanto ideológicos como históricos de este pensamiento.
Para ello consideraré con atención a aquellos autores que, definidos .por la doxa filosófica
como "detractores", han suscitado el debate y la oposición a las ideas reconfiguradas en la
filosofía de Heidegger. Esto, obviamente tiene que ver con una toma de posición y de
método frente a un pensamiento específico. Esta toma de posición responde a
características propias de la filosofía que, no siendo una ciencia en sus objetivos, en sus
métodos, ni siquiera en sus objetos de estudio, permiten una interpretación subjetiva de la
realidad, basada en condicionamientos de todo tipo, disposiciones y aspiraciones
individualizantes.
Las ideas expuestas en esta tesis no son nuevas. Las supuestas "polémicas"
surgieron desde el mismo momento en que Heidegger escribe su obra, y tienen todo tipo de
matices; desde sus intenciones teológicas, hasta la usurpación y transformación ideológica
del pensamiento de grandes filósofos, pasando por las implicancias políticas y éticas en sus
desarrollos filosóficos.
10
En una primera parte de esta tesis se analizarán entonces los contextos históricos de
la vida de Heidegger, tomando en cuenta la literatura anexa, correspondencias y datos
biográficos, así como el análisis proveniente de otras disciplinas, que en muchos casos
explica y completa los vacios hermenéuticos propios del funcionamiento interno del campo
filosófico. El análisis acotado de la filosofía de Heidegger será desarrollado en una segunda
parte, aludiendo a su obra más importante, Ser y Tiempo en su relación con la problemática
ética que se desarrolla a partir de la dinámica entre elementos existenciales, netamente
filosóficos y elementos ideológicos, políticos y religiosos, propios del devenir histórico.
11
PRIMERA PARTE: La historia de Heidegger
A los 23 años, producto de una crisis personal, suspende los estudios que conducen
al sacerdocio, se matrícula en la Universidad de Friburgo en las facultades de matemáticas,
física y química, decidiéndose finalmente por la filosofía donde sobresale por su
inteligencia y celosa confesión católica, al grado que al poco tiempo se le ofrece la
ayudantía del curso Filosofía Cristiana, cátedra que le atrae, a la cual postula más tarde,
pero que finalmente le sería denegada.
12
En 1916, entrega su disertación final sobre Duns Scotus, De modis significandi sive
Gramática speculativa, un análisis de la escolástica medieval desde los fundamentos de la
lógica moderna y la refutación del psicologismo hecha por Husserl. Lo novedoso de esta
disertación, no estaba tanto en sus aspectos lógicos o racionales, sino en su aspecto
vivencia!, aquello que Dilthey llamaba la "experiencia de vida" medieval, fenómeno que
Heidegger resalta argumentando que la filosofía y teología medieval proceden de una
experiencia existencial concreta porque esas teorías eran una expresión de la "relación del
alma con Dios". Para comprender este mundo, es necesario poner atención a la moral y al
misticismo medieval, y de manera muy especial a Meister Eckhart, para quien el alma se
encuentra constituida desde su trascendencia hacia Dios, idea que tiene su correspondencia
metafísica en la noción de que el intelecto posee una predisposición armónica
[convenientia] hacia el Ser. Desde este significado viviente del misticismo medieval,
Heidegger emprende su primer esfuerzo destinado a superar la tradición conceptual de la
metafísica, la misma que se había alejado de las raíces existenciales y la experiencia dadora
de vida del cristianismo.
Desde este punto de vista, Ser y Tiempo, representa una continuidad destinada a
fundamentar los postulados sobre los cuales se desenvuelve la vida, el estar-en-el-mundo
del Dasein. Sin definir cuál es el n1odelo sobre el cual se deberá estructurar la existencia, no
2
Safranski ,Rüdiger. Martin Heidegger Between God an Evil, citas de Der Akademiker. Harvard University
Press. 1998. Pág.23
3
lb íd., pág. 108
13
hay ningún pronunciamiento concreto que privilegie un determinado modo de vida, el ideal
de vida griego no es menos "primordial" que el cristiano, ambos sirven por igual para
iniciar la de-construcción de la existencia. Es justamente, este intento por desvincular a la
vida humana de toda mitología, lo que lleva al teólogo, Rudolf Bultmann, a sostener que el
gran mérito de Ser y Tiempo, es haber puesto al descubierto la verdadera estructura de la
existencia religiosa, independiente de cualquier cosmovisión mítica. La tarea de la teología,
debe estar encaminada a desmitologizar los evangelios canónicos, es necesario recuperar el
vivo mensaje del cristiano [kerygma], la conversión existencial [metanoia], y el ser
auténtico del Dasein frente a nuestra finitud y culpa. 4
La filosofía, como ciencia del Ser, difiere absolutamente de la teología, que es una
ciencia óntica de una región entitativa particular y no del Ser universal. La teología es una
ciencia positiva que se relaciona con una entidad positiva, un positum que en la teología
cristiana se transforma en "Cristiandad", un modo de existir particular que se pone en
movimiento con la cruz del Cristo crucificado. Fundamentada a partir de la fe, la Iglesia
puede hacer caso omiso de la filosofía porque solamente requiere de la cruz y el pecado.
Estas opiniones, aparentemente ateístas, pierden su neutralidad ontológica a partir de 1928,
cuando Heidegger se transforma en un abierto antagonista del cristianismo y en particular
de la Iglesia Católica. Si antes pensaba que el ideal griego y cristiano -en su historicidad
concreta- ejemplificaban estructuras universales de una existencia real, en la década del 30
el cristianismo pasa a representar una decadente caída alejada de la experiencia griega
primordial. El cuestionamiento de la filosofia, no puede ser una fe que cesa de cuestionar. 5
Aquel que, por ejemplo tiene la Biblia por revelación divina y por verdad, obtendrá
la respuesta ya antes de todo preguntar de esta pregunta: "¿Porqué es el ente y no más bien
4
Caputo ,John D. Demythologizing Heidegger. Indiana University Press. Pág 173.
5
Ibíd., pág. 175. Hay varios testimonios que corroboran este cambio de actitud, donde las reflexiones en tomo
a Kierkegaard, Lutero, San Agustín y Aristóteles, son reemplazadas por constantes lecturas de Nietzsche. Un
fenómeno que coincide con su llegada a la Universidad de Friburgo, donde las autoridades comenzaban a
mirar con desdén todo lo que tuviera una raíz judea-cristiana. Heidegger radicalizó tanto su postura hacia los
católicos, que los más benévolos hablan de un abierto antagonismo, y los más críticos, de una encubierta
persecución. Desde su nueva posición como catedrático no aceptó a los jesuitas que postulaban al doctorado,
y a otros estudiantes, como Max Muller, los trató excesivamente mal. Cuando estos alumnos entregaban sus
disertaciones, bajo el patrocinio de Martin Honecker, titular de la cátedra de Filosofía Cristiana, los trataba
con distancia y desprecio, argumentando que eran trabajos confesionales, no filosóficos. Posteriormente,
cuando Honecker murió en 1941, Heidegger se preocupó de abolir dicha cátedra. La misma a la cual había
postulado con anterioridad.
14
la nada?" y esa respuesta será: el ente, en tanto no es Dios mismo, es creado por él. [ ..... ]
Quien se halla en el terreno de la fe, ciertamente puede seguirnos y realizar con nosotros, en
cierta manera, el preguntar de nuestra pregunta, pero no puede preguntar de una manera
auténtica sin renunciar a su posición de creyente, con todas las consecuencias de este
paso ....... Aquella fe que no se expone constantemente a la posibilidad de la incredulidad,
no es tal fe sino una comodidad y un compromiso consigo mismo de atenerse a lo venidero
a la doctrina como a algo en cierto modo ligado a la tradición.
6
Heidegger, Martin. Introducción a la metafisica. Traducción de Angela Ackermann Pilári. Editorial
Gedisa.l993. Pág. 16.
15
cristiano. Forzado por su intención de esconder el origen de la operación estaba
helenizando y secularizando una concepción bíblica de la salvación. 7
7
Caputo .John D. Demythologizing Heidegger. pág 179-181. A partir de 1930, incluso cuando era
abiertamente hostil a los estudiantes de teología, Heidegger tuvo una decidida influencia en los teólogos. Una
serie de luminarias escucharon sus clases magistrales, en especial los jesuitas alemanes Max Muller, Gustav
Siewerth, Johannes Lotz y Karl Rahner. Rahner sostuvo que el cuestionamiento, como apertura radical a la
cuestión del Ser, representaba el dinamismo o momentum de la mente hacia Dios. Utilizando las ideas de
Heidegger -la temática del habla y la escucha, el llamado y el requerido- argumentaba que el creyente se
encuentra ontológicamente dispuesto a la revelación, que existe una cierta estructura en el Dasein en virtud
del cual se encuentra abierto a ser llamado por el Ser. Una estructura ontológica -expuesta en los escritos de
Heidegger- que articulaba las condiciones de posibilidad para ser llamado por el mismo Verbo, el que el padre
habla a la humanidad.
16
{. ... .] Por poesía estamos ahora, con todo, entendiendo ese nombrar fundador de
dioses y fundador también de la esencia de las cosas. "Morar poéticamente" significa, por
otra parte, plantarse en presencia de los dioses y hacer de pararrayos a la esencial
inminencia de las cosas. "Poética" es, en su fondo, nuestra realidad de verdad; lo cual
viene a decir: que estar fundada y fundamentada no es mérito suyo; es un don. 8
El Heidegger que añora a los dioses idos y los por venir, donde el esfuerzo por
develar el misterio de aquello que permanece oculto, termina invariablemente en las
inmediaciones de la religión y la larga tradición onto-teológica alemana. Un entorno
intelectual, que en buena medida concuerda con las perspicaces aprehensiones que
Friedrich Nietzsche tenía respecto la filosofía alemana.
8
Heidegger ,Martín. Holder/in y la esencia de la poesía. Versión española y notas por Juan Davis García
Bacca. Editorial Anthropos. 1989. Pág. 31.
9
Safranski, Rudiger. Martín Heidegger, Between God an Evil. pág. 286
17
lb-El idealismo protestante y la teología moderna.
Los resultados de los trabajos de Husserl dan entonces lo que Ricoeur designaba en
"términos ontológicos regionales" 10, es decir, ideas fundadoras de regiones de
conocimiento en las diferentes ciencias. En este sentido, aunque habiendo privado estas
ciencias de sus verdaderos objetos, es decir de los cuerpos móviles que existen y que son
independientes de toda percepción, Husserl continuaba haciendo de la fundación de estas
ciencias un digno objeto de investigación filosófica.
10
La innovación de Paul Ricoeur consistió en desarrollar una hermenéutica general en la que se incluyeran
discusiones fundamentales de la fenomenología y la hermenéutica, sobre todo de las propuestas
contemporáneas. Mediante complejas reflexiones, al mismo tiempo se aproxima y toma distancia de
Schleiermacher, Dilthey, Husserl, Heidegger, Gadamer. La propuesta de una hermenéutica general, que se
aleja de las regionales, la bíblica, la jurídica, la literaria y sus implicaciones de orden epistemológico y
metodológico -propuesta hecha ya por Heidegger y Gadamer-, ubica a Ricoeur en el terreno de la ontología.
No obstante, el filósofo francés no ha cancelado de un plumazo --como quizá lo hizo Heidegger-
consideraciones hechas por Dilthey en relación con la comprensión y la explicación, y el estatuto
epistemológico de estas hermenéuticas regionales, como tampoco canceló la hermenéutica ontológica de
Heidegger o la propuesta de Gadamer. Antes, retomó y reelaboró a partir de estos autores, y muchos otros, en
un intento por destacar la importancia de algunos elementos de los distintos desarrollos.
18
le- El proyecto de Heidegger
«... hacer lo que mis fuerzas me permitan para la determinación eterna del hombre
interior... »11
Esta interpretación del trabajo del Ser y Tiempo corresponde al programa que
Heidegger traza de su misión. Misión, de la que él responderá, dice él, "incluso ante
Dios "12
Se comprende también por lo tanto por qué en el texto de 1924 "El concepto del
tiempo" 13 , Heidegger declara que su intención no tiene en común con la de la filosofía sino
la de no ser teología. Fenomenología de lo teológico cristiano. Esta intención no es, en el
sentido convencional de la palabra, ella misma teológica. En tanto que fenomenología del
religioso cristiano es cristiano y no filosófico. No comparte con la filosofía el vano interés,
la curiosidad ocupada por el solo deseo del conocimiento. "La Eternidad» es el hecho de
«Dios», es conocida directamente por la sola fe", escribe Heidegger en este mismo texto.
Los determinantes eternos, es decir, «divinos» del hombre interior, son ellos reconocibles
en la no eternidad que sigue a la temporalidad.
11
Heidegger, Carta a Engelbert Krebs, 9 enero 1919, citado por: Ott, Hugo: Martín Heidegger: Un camino
hacia su biografia. Editorial Alianza. Madrid. 1992 p. I 13
12
ibid. p. 107
13
Heidegger, Martin .El concepto de tiempo. Traducción y nota de Raúl Gabás Pallás y Jesús Adrián
Escudero. Editorial Trotta. Madrid. I 999.
19
Ott escribe que Heidegger es un apóstata, más exactamente precisa él, un
renegado. 14 En efecto, Heidegger escribe a Engelbert Krebs el 9 de enero de 1919 que él no
puede continuar adherido al «sistema católico» (la palabra «sistema» está resaltada en el
texto), es decir obedecer a la autoridad de la Iglesia visible; permanecer encerrado en el
estado contemporáneo del dogmatismo católico. 15 Catolicismo actual, del que diría en una
carta a Elisabeth Blochmann el 12 de septiembre de1929, que debe inspirar horror, horror
que debe igualmente inspirar el dogmatismo del protestantismo actual. 16
14
cf. Ott, p. 114
15
op.cit.
16
cf., Heidegger, Martin: Correspondance avec Karl Jaspers 1920-1964. Correspondance avec Elisabeth
Blochmann 1918-1969. Ediciones Gallimard. Paris 1996. p. 240
17
Carta enero 1919, op.cit., en: Ott, p. 115
18
cf. Carta a Elisabeth Blochmann, 1 mayo 1919, en: Heidegger, Martin: Correspondance avec Karl Jaspers
1920-1964. Correspondance avec Elisabeth Blochmann 19/8-1969. Ediciones Gallimard. Paris 1996.
p.218
20
región esencial, la de lo divino en la existencia, la «fenomenología de la religión»
anunciada en particular en Krebs en la carta del 9 de enero de 1919.
Sendos textos de Heidegger traducidos en francés entre 1936 y 1939 no habían sido
presentados sino por pensadores teológicos, Corbin y Levinas. Heidegger saca la
preocupación, el miedo, la curiosidad, la falta etc. de su anodina significación para
conferirles un estatus ontológico en la fundación de lo religioso inmanente a la existencia.
19
GADAMER, Hans-Georg: Gesammelte Werke. V.3. Neuere Philosophie l. Edición: Unvenind.: J.C.B.
Mohr (Paul Siebeck), Ttibingen. 1999. Pag. 308
21
Dos lectores atentos, Bourdieu y Steiner, 20 señalaron el carácter teológico propio de las
categorías de Heidegger en "Ser y Tiempo". Ellos hacen observar el hecho, pero no lo
explican. La filosofía contemporánea de la vida de la existencia de autenticidad o
propiedad, es también; como la filosofía de antes, religiosa. Los que se acercan a estos
textos sin conocer de ningún modo su motivo inspirador son sorprendidos por la
excentricidad del punto de vista de la obra. La existencia cristiana no es, o no solamente, el
efecto de la revelación histórica de Jesús, sino el hecho de la esencia misma de la existencia
humana.
El pensamiento de Kant ha dado lugar a dos grandes corrientes que van a prevalecer
en el siglo XX: de una parte, la fenomenología y de otra, los existencialismos. El espíritu es
concebido en adelante por estas escuelas de pensamiento como aislado de un mundo real
independiente que él percibiría y podría concebir. Es a los espíritus o en los espíritus
aislados de la clase, privados de toda referencia, al ser independiente de ellos, que un
Heidegger va a plantear la cuestión del ser.
20
Bourdieu, Pierre: La ontologfa politica de Martin Heidegger. Ediciones Paidos. Barcelona. 1991; Steiner,
Georges: Martin Heidegger. Fondo de Cultura Económica, México.1986
22
non-sens (absurdo) es lo propio de los enunciados metafisicos o teológicos, se dice en este
manifiesto. De esta tendencia de los espíritus a la metafísica y 1 o a la teología, es decir a lo
absurdo; el manifiesto espera que el psicoanálisis de Freud podrá curarlos.
Freud acababa en efecto de publicar el mismo año en que apareció "Ser y Tiempo"
su texto "El porvenir de una ilusión". Describía la religiosidad como una «neurosis
universal» y manifestaba la esperanza de una curación.
21
Husserl, Edmund. Crisis de las ciencias europeas y la fenomenología trascendental: una introducción a la
filosofiafenomenológica Traducción y nota editorial de Jacobo Munoz y Salvador Mas. Editorial Crítica.
Barcelona 1991.
23
Capítulo 2: La misión de Heidegger
Husserl no habría debido olvidar lo que él mismo había notado en 1919, a saber que
en Ochsner, el amigo en la época de Heidegger, y en Heidegger, tenía asuntos con
"personalidades orientadas hacia la religión". 23
Con respecto a esta religiosidad, 1917, Finke, que era entonces un protector de
Heidegger, veía en éste, en lo que él escribía, "un eminente filósofo especulativo teísta". 24
La juventud de Heidegger, las circunstancias académicas particulares, y quizá también la
libertad tomada con la teología católica prevalente en la universidad de Friburgo impedirían
que Heidegger ocupara la cátedra de filosofia católica, para la cual él había ofrecido su
candidatura. El calor del militantismo religioso de estos hijos de la Iglesia visible no cedió
ante el fracaso universitario, no más de lo que había cedido ante la negativa de los jesuitas a
recibirlo entre ellos y la del arzobispo para emplearlo en su seno. Estas dos últimas
negaciones habían sido motivadas solo por los problemas cardíacos que los excesos
deportivos habían producido en Heidegger.
22
Farias,Víctor: Heidegger y el nazismo. Muchnik Editores. Barcelona. 1989; Póggeler, Otto: El camino del
pensar de Martin Heidegger. Traducción y notas de Félix Duque Pajuelo .. Editorial Alianza. Madrid 1986.
23
cf. Carta de Husserl a Rudolf Otto, 5 marzo 1919, en: Ott, p. 123
24
Carta de Heinrich Finke, profesor de historia católica, 8 abril 1917, cf. Ott, p. 1O
24
existencia ordinaria del hombre concreto, los elementos originarios de una «ciencia
rigurosa» - husserliana - capaz de producir verdades eternas según el ideal de Husserl -
Heidegger va a establecer los determinantes eternos del hombre interior, es decir los
determinantes de lo divino en este hombre interior.
Como pensador religioso, Heidegger tiene otras exigencias que las de Husserl, que
hace suyas. Tiene la preocupación de la protección de la fe cristiana. Husserl separa
francamente su fe en dios de su investigación filosófica o al menos pretende hacerlo.
Husserl cree haber encontrado el fundamento último y pretende elaborar la ciencia
suprema: la filosofía primera. Pues bien, el discípulo buscará a su vez el fundamento y esta
vez se tratará del fundamento que no conoce Husserl en su propia empresa.
El hecho que la distribución universitaria de roles, en esa época, exija a cada uno
mantener su enseñanza en los límites de su disciplina, obliga a un profesor de filosofía a no
ganarle terreno a la enseñanza teológica. Este hecho y el conjunto de las circunstancias en
las cuales el texto Ser y Tiempo fue publicado, explican por qué su autor no enuncia
explícitamente el verdadero alcance de su intención religiosa por no dejar aparecer sino la
otra versión de su sinergia formulando la cuestión del ser y sus constituyentes. Esta
presentación no obstante no engaña al primer alumno de Heidegger que pasa su habilitación
bajo su herradura, Karl Lowith, que en su texto "Phanomenologische Ontologie und
protestantische Theologie» no ve en Ser y Tiempo sino una "teología artificiosa". 26
" . .Hacer lo que mis fuerzas me permitan para la determinación eterna del hombre
interior, y solamente para esto, y justificar así mi existencia y mi acción ante Dios mismo."
Y como lo dice seis meses más tarde, en una carta a Elisabeth Blochmann: "... que
se agrega la constante y nueva abertura hacia los verdaderos orígenes, de los trabajos
preliminares en vista de la fenomenología de la conciencia religiosa (religioses
27
Bewusstsein) ".
26
Carta del 9 enero 1919, en: Ott, p. 113
27
Carta de mayo 1919, en: Heidegger, Martin: Correspondance avec Karl Jaspers 1920-1964.
Correspondance avec Elisabeth Blochmann 1918-1969. Ediciones Gallimard. Paris 1996. p. 218
26
enseñado esta clase de cosas, más tarde elaborado exhaustivamente por el teólogo Soren
Kierkegaard. Heidegger se inició en el pensamiento de estos dos autores. Una de las
ventajas de este tipo de religiosidad reside en que el cuerpo teológico del saber religioso no
es lo esencial. El filósofo al servicio de la fe de esta especie, no es desconcertado por la
dogmática de las falsas ciencias adoptadas por la iglesia. Otra ventaja sigue de la anterior:
no se tiene ya que enfrentar sobre su terreno a las ciencias positivas. El corpus dogmático
católico oficial está íntimamente intrincado a las ciencias positivas. Especialmente con las
seudo-ciencias de Platón y con la física errónea de Aristóteles y también con los textos de
la Metafísica (que también es teológica). Luego de Copémico, y Galileo Galilei, las
ciencias positivas se oponían a las de la iglesia. Y en el campo católico, el dogmatismo
adquirido permanece allí y su defensa ante las ciencias es cada vez más difícil Del lado
filosófico protestante, a consecuencia de George Berkeley y Arthur Collier se construyó
una filosofía muy eficaz contra las usurpaciones de las ciencias positivas sobre el
dogmatismo de la fe. Leibniz luego Kant y también Schelling y Hegel, consolidaron esta
espiritualización absoluta de la realidad. Para liberar al cristianismo de la experiencia con
las ciencias modernas, basta con quitar la dogmática cristiana de todos estos conocimientos.
El cristianismo no tiene que implicar ya la ciencia que, bajo la influencia de la filosofía
griega, hizo parte esencial de su doctrina. Todo el esfuerzo filosófico protestante que
encuentra su triunfo en el kantismo, debe ser aprovechado. Por otra parte, Heidegger
estudia a Lutero, Schleiermacher, Kierkegaard, mientras que, respecto de los filosofemas,
hace el aprendizaje de lo nacido en lo más ultra kantiano: la fenomenología de Husserl. El
gesto de Heidegger consiste en esclarecer no sólo la pertinencia de las ciencias positivas,
sino también toda la ciencia de la dogmática católica. A partir de este gesto el cristiano
dejará de fundar su fe en el conocimiento del mundo exterior o en la teología teórica. Es en
el misterio de su propia vida individual que, acampara firmemente. Es pretendiendo
conocerse que, descubrirá los fundamentos de su fe. Es lo que Heidegger expone a su
amiga Elisabeth Blochmann en su carta del 7 de noviembre de 1918:
"... lo que usted busca, usted lo encontrará en usted misma, un camino conduce de
la experiencia religiosa original a la teología, pero que no necesariamente ha de llevar de
27
la teología a la conciencia religiosa.... "28 y que reitera diez años más tarde en su carta del 8
de agosto de 1928:
28
cf. Correspondance avec Elisabeth Blochmann 1918-1969, op. cit., pág. 21 O
29
ibid.,pág. 230
28
Todo lo que las ciencias positivas reportan es quizás exacto, pero no concierne a esta
naturaleza de las cosas, independiente de la sensación humana. Es de nuestro espíritu que
nace lo que tenemos la posibilidad de saber de este exterior. Misteriosamente este exterior
del que nada se puede saber, del que jamás se podrá saber nada, se deja ganar a las texturas
conceptuales que el espíritu le impone. Toda esta ciencia positiva no tiene en sí misma su
garantía. Ella está fundada por otra que ella. El fundamento que Heidegger requiere no es
evidentemente el mismo asunto de la ciencia misma. En este lugar los razonamientos de
Heidegger pueden sostenerse de la empresa de Husserl. Husserl quiere en efecto tomar
sobre él el construir una ciencia nueva. Aquella que tenga medios absolutamente legítimos
y seguros para conocer el fundamento de las ciencias que no puede ser su propio hecho. La
filosofía según Husserl deviene una suerte de ciencia de las ciencias. La ciencia de los
fundamentos de la ciencia positiva. También el filósofo que procederá bajo la cobertura de
legitimidad husserliana sabrá que en último análisis no sólo como lo repetirá Heidegger, la
ciencia no piensa, sino incluso no sabe nada del Ser de las cosas independientes de las
sensaciones.
Heidegger priva toda ciencia, toda filosofía, toda metafísica de fundamento propio.
El "Ser" no se aclara. Por todas partes es tratado como si fuera evidente. Este "Ser", él
mismo, no puede ser accesible sino por una existencia, la del ser humano seguido del
"Dasein". Este rodeo por «la cuestión del Ser» en general es hecho para arruinar todos los
fundamentos. Es también una equivalencia heideggeriana del fundamento de tipo
husserliana. En lugar de éste, la cuestión de su «Ser» es aquella hacia el verdadero
fundamento. A este Husserl que puso en evidencia o pretendió poner en evidencia los
«constituyentes», las obras de este espíritu, es decir las esencias, las ideas, a este Husserl
entonces, Heidegger hace notar que estos constituyentes no son nada en sí mismos, estos
son, participan del Ser como del Ser participan también los retoños positivos de estos
constituyentes, retoños operacionales en las ciencias positivas.
29
En la lectura de estas observaciones de su antiguo asistente, Husserl podía pensar
que Heidegger había tratado en Ser y Tiempo de decir el ser de las esencias, de los
constituyentes que él, Husserl, había revelado. En estos fundamentos husserlianos,
Heidegger había descubierto el fundamento del ser del hombre.
¿El verdadero fundamento sería esto que respondería a la cuestión, qué es el Ser?
Esperando responder a esta cuestión es preciso examinar el hombre, consecuencia del
Dasein, el que sólo es, conociéndose él mismo en su ser, capaz de formular la cuestión del
Ser. El Ser seguirá siendo el indefinido trascendente. Por el contrario, lo que va a ser
definido, es el dispositivo proto-teológico de la existencia que sigue el «Dasein».
30
2c- Una teología heideggeriana
31
puede ser pregunta en teoría, pues está en acto en la existencia como una revelación cuya
fuente es un Ereignis religioso. Kierkegaard es el primer modelo de una elaboración de la
interpretación de la vida, de la existencia del hombre en elementos teológicamente activos,
pertinentes, esenciales. Kierkegaard quiere arrancar el concepto de creencia a la razón que
sigue al dogmatismo de las doctrinas.
32
conoce lo sagrado, la deidad, ella está lista para acoger al Dios que se revela, como antes el
Ser se había revelado.
2e- La trascendencia
33
Heidegger. Este mito en el que los pre-socráticos están comprometidos. La génesis
individual del hombre que reproduce en su recorrido, la historia de la revelación.
La teología deber ser lo sordo del hombre, lo que da a ésta chispa divina la
posibilidad de abrazarlo totalmente. El hombre en esta disposición, es ipso Jacto théologien.
Jaspers ubica al hombre hacia la «trascendencia» del dios protestante. Sartre busca algunos
otros «indicadores formales»: la nausea, la mala fe, pero retoma los indicativos
kierkegaardianos o heideggerianos. Levinas a su vez encuentra otros indicativos formales.
Pero no hay otra cosa que «formalizar» la existencia. Las tipologías psicológicas hacen lo
mismo: Freud, Lesenne, Sheldon, Lacan etc. etc. Las tipologías astrológicas hacen lo
mismo. Y así hacen también los discursos de las mil fábulas, de los mil pueblos: los
innombrables, numerosos mitos del mundo y del hombre. Los discursos de las pitonisas
dicen al hombre la novela de su vida, hacen un relato que tiene un sentido. El sentido de
estos relatos es entonces para la identificación del adepto de ese relato como su relato, su
propia identificación. El "ser para la muerte" necesita de la identificación del lector para
cobrar sentido, así como todos y cada uno de los existenciarios heideggerianos. Esta toma
de sentido es en su origen una consecuencia de la conciencia teológica.
34
2g- El Ser y dios
Esta religiosidad, expone él, es sin contenido, ella no afirma doctrina alguna para
enunciar a qué, ella podría vincular su religiosidad. La cuestión para nosotros no consiste
en juzgar el valor de una tal religiosidad coextensiva a la existencia de los miembros de la
inteligencia alemana, sino más bien en tomar cuenta de ello.
31
Adorno, Theodor W.: La ideología como lenguaje. Taurus, Madrid .1971
32
Carta a Elisabeth Blochmann, 2 octubre 1918, en: Correspondence, op. cit., pág. 206.
33
cf. Carta a Elisabeth Blochmann, 7 noviembre 1918, en: Correspondance, op. cit., pág. 21 O
35
Y escribe Heidegger aJean Wahl: un existencialismo, es decir una doctrina de la
existencia sin efecto de trascendencia en sí no sabría incluso ser una filosofia. 34
Se puede ahora comprender mejor en qué Ser y Tiempo, es una ontología de la religiosidad.
La empresa anunciada en Krebs en 1919, ha sido llevada hasta la escritura de este texto, y
su objetivo es establecer los determinantes eternos del hombre interior. El hombre en su
religiosidad congénita es llevado a reconocerse como tal por la descripción de él, que
expone Ser y Tiempo. El pecado original, la "falta" de Adán, tan intensamente celebrada
por Agustín debe estar inscrita en la naturaleza del hombre, incluso si no tiene fe.
No es sino por la fe que él puede reconocer que su culpabilidad ontológica es un pecado, es
decir una falta respecto de dios. Pero al mismo tiempo que él, no es sino un pre-cristiano
pre-creyente, él debe ya reconocerse en sus defectos de ser auténtico. Su conciencia moral
le hace escuchar una voz que le recuerda su falta, su culpabilidad, su deuda. El mal
agustiniano que es definido no como una positividad, sino simplemente como una ausencia,
una falta de bien, esta en él bajo la forma de su inautenticidad o impropiedad. Que la falta
sea una estructura ontológica establece entonces cómo, en efecto, el pecado original es de la
naturaleza misma de los hijos de Adán. Se debe entonces reconocer a Heidegger la
perseverancia de su intención cristiana en los trabajos que llevan a Ser y Tiempo.
Lo que quiso hacer, fue dar a la teología una nueva base ontológica. En lugar de las
metafísicas doctrinales canónicas de la Iglesia, él instala una ontología religiosa del "Ben
Adam"(ser humano, hijo de Adán). Sigue una fenomenología de su religiosidad ontológica.
En lugar del corpus Dogmático, el del hombre interior. Además de una hermenéutica de los
textos, una hermenéutica de la vida interior. Lo que distingue el trabajo de Heidegger del de
Kierkegaard, que es el primer fundador en materia de religiosidad existencialista, no es el
rechazo de la ontología dogmática de la Iglesia, o el hecho de considerar al cristianismo
como una experiencia humana, más que un conocimiento, en esto Heidegger sigue a su
maestro de la Escuela. Heidegger encuentra ya la angustia como determinante eterno en
Kierkegaard. El se distingue del maestro del modernismo cristiano que es Kierkegaard, en
dos cosas. Primero, en la exhaustividad de la interpretación religiosa del hombre, y
segundo, en la no inmediatez de la relación con dios.
34
Correspondance avec Jaspers, op. cit. p. 424
36
Kierkegaard, y su otro discípulo, Jaspers, ponen en escena una descripción de la
realidad humana en que ésta es tomada directamente con dios. El catolicismo residual ,
"este pilar en su carne "35 de Heidegger se manifiesta por la reaparición del tercero
excluido por Berkeley, Leibniz, Kant, en suma, por la tradición protestante: el corpus
christi de la encamación y de la hostia36 •
35
cf. Carta a Jaspers, 1 julio 1935, en: Correspondance op, cit., p. 142. también en : Ott, op. cit., p.43
36
Recordemos aquí un hecho esencial: Jos filosofantes teológicos protestantes- Berkeley, CoJJier, Leibniz,
Kant- establecieron una estrategia cognitiva capaz de superar las pretensiones ontológicas de las ciencias
modernas. No se trataba simplemente de negar Ja existencia de una materia corporal en tanto que una de las
propiedades de Jo real. Esta maniobra cognitiva aseguraba al protestante filosofante dos ventajas mayores : la
primera- quedar fuera de alcance de los filosofantes católicos- consistía en privar las ciencias modernas de
su fundamento ontológico (los cuerpos estudiados por la física); el segundo, retirar a la eucaristía católica el
milagro- negado por Jos protestantes- de la transubstanciación del cuerpo de Cristo en cuerpo de pan. En
efecto, si no hay cuerpo tampoco hay cuerpo de pan ni cuerpo de Cristo. Es el tercero excJuido que Heidegger
introduce en el corazón mismo de la fenomenología protestante bajo Ja forma del Ser.
37
Gadamer insiste en este paralelismo de las empresas de historicidades
providenciales de Hegel y de Heidegger. 37 La articulación en cuestión es más fácil de decir
que de hacer. De ahí el recurso a la intuición de la voz interior donde se reconoce la misión.
37
GADAMER, Hans-Georg: Los caminos de Heidegger; Editorial Herder. Barcelona. 2002.
38
Marcion, es en el siglo 11. uno de los fundadores institucionales de la organización de la Iglesia Cristiana.
Su doctrina, eminentemente paulina, comporta la supresión de las fuentes judías (antiguo testamento) del
cristianismo. Esta doctrina fue designada a titulo de herejía por las instituciones cristianas subsecuentes.
38
trata nada menos que de darse cuenta de la urgencia que observa la elección ante la cual
nos encontramos, de alimentar de nuevo en nuestra vida intelectual alemana por la
contratación de un personal educativo auténticamente autóctono o de librarla
definitivamente al creciente enjudiamiento en el sentido amplio y o estrecho. " 39 Se ve aquí
la firmeza y la antigüedad del antisemitismo de fondo propio de Heidegger que escribe esto
cuatro años antes de llegar Hitler al poder40 • Se podría incluso oír este sentido amplio de tal
suerte que implique también el enjudiamiento por la bibliofilia judía de los protestantes
(grandes lectores del antiguo testamento). Enjudiamiento que, el marcionismo de Heidegger
evita. La idea es la de un retomo al comienzo presocrático. Según Heidegger, la sacralidad
habría aprehendido a los presocráticos en el "descubrimiento" del "Ser". Esta etapa hacia
la conciencia religiosa puede ser revivida, debe ser revivida.
La historia como una novela de iniciación donde es necesario cada vez retomarla
por el primer estado iniciativo antes de ir al siguiente. La ontogénesis «histórica» es
reproducida por la génesis del fenotipo: el hombre como el embrión va a recorrer estos
estados históricos en su curso temporal propio. Para formar un cristiano es preciso
recapitular el hombre, la historia del Ser, de sus desarrollos, de lo sagrado, de lo divino para
llegar a la revelación del crucificado. Las longitudes de la historia no son el aliso en el que
se aprecia la historia de la salvación; en estas longitudes, la historia el ser se retiró y
39
cf. Ott, p. 351
40
Dado que los judíos han sido tradicionalmente la comunidad a la que con mayor frecuencia se ha achacado
una carencia de raíz, el antisemitismo es una función del complejo ideológico del Blut und Boden; Sangre y
Tierra: El agrarismo nazi, con su florida y racista retórica de la sangre y el suelo y sus ideas grandilocuentes
sobre el futuro del campesino alemán, arraigado a la tierra. En Alemania en los años 30, la vida campesina
glorificada por los agraristas nazis no era una fantasía arcaica. Los ideólogos agrarios apelaban a una realidad
social masiva. Sin perjuicio de que la caracterización del judío como usurero o errante sea un reduccionismo
extremo, lo que aquí cuenta son las percepciones antes que los hechos. Por ello, es interesante constatar el
antisemitismo de Heidegger en cuanto confirma que su adscripción al nacionalsocialismo se produjo más por
confluencia que por conveniencia o coacción. Ya hemos visto en qué términos se refería a la "judaización" de
Alemania en 1929. No se trató de una explosión aislada, y se puede apuntar algún ejemplo más significativo
aún, como el abandono de su maestro y antiguo amigo Husserl; una demostración de que, si Heidegger no
compartía hasta sus últimas consecuencias el tratamiento nacionalsocialista de la "cuestión judía", le opuso
poca o ninguna resistencia y tendió, en todo caso, a entenderlo. Cabe también recordar el desprecio de
Heidegger por el modelo liberal-burgués anglosajón, con su tecnificación y despersonalización de la vida, y
su alejamiento del suelo. No es difícil escuchar el eco de aquel England Kramer-Nation ("Inglaterra, nación
de tenderos") que era ya un lema corriente en Alemania en vísperas de la Gran Guerra, y que,
paradójicamente, parece proceder de Adam Smith a través de Napoleón. Pues bien, tampoco dejó de
compartir con los nazis el confuso lugar común de echar a los judíos la culpa última tanto del liberalismo
como del bolchevismo.
39
entonces la historia prevalece como el mal. Hay una inautenticidad del Ser como hay una,
en la existencia.
41
Cuando hablamos de "tiempo" en griego encontramos dos palabras: Cronos y Kairos. El tiempo secuencial
y cronológico deriva de cronos. Es el tiempo humano, vital. El tiempo de dios es Kairos y significa momento
oportuno. El tiene un tiempo para cada cosa.
42
cf. Heidegger, Martin; Correspondance avec Karl Jaspers 1920-1964. Correspondance avec Elisabeth
Blochmann 1918-1969.Gallimard. Paris 1996, p. 135
40
historiadores. 43 Destino de los judíos y de los Alemanes: eufemismo por exterminación de
los primeros por los segundos. Que esta determinación tiene su propia verdad que nuestra
historiografía no alcanza. ¿A qué descubrimiento de una tal verdad puede uno prepararse?
En la misma carta, expone que Stalin nos amenaza y a él, Heidegger, como pensador de su
propio pensamiento antes que de cualquiera otro, y que se trata cada vez más, nada menos
que de nuestras vidas solas en un futuro, sin comienzo posible en adelante. Heidegger
expone en dos cartas, la una a Hannah Arendt, la otra a Karl Jaspers, dirigidas casi al
mismo tiempo, en 1950, que en verdad con Stalin, el mal no hace sino comenzar. 44 El mal
es el mal cristiano imperdonable: el anti-espíritu, el pecado contra el espíritu. Heidegger
escribe en marzo de 1933 a Elisabeth Blochmann: "... el pecado contra el espíritu que es el
hecho del mundo comunista... " 45
43
Carta del 12 abril 1950, en: Arendt, Hannah, Heidegger, Martin: Correspondencia 1925-1975, op.cit.,p. 94
44
Carta a Hannah Arendt du 12 abril 1950, op cit. ; Carta a Karl Jaspers, 8 abril 1950, en: Heidegger, Martin,
Jasper, Karl:Correspondance 1920-1963.
45
Carta de 30 marzo 1933, en: Correspondance. op. cit., p. 280
46
cf. Ott,p. 118
47
cf. Pierre Bourdieu, op. cit., nota capítulo 3
41
el proyecto de Hitler reagrupa lo que está en juego de la restauración de la cual él mismo es
partidario.
Para Heidegger todo pasa como si en la parte baja del mundo se pusiera en marcha
lo que arriba en la meditación forestal está en camino: El gran principio, la gran
restauración. Su ambición se pone en la medida de la grandeza de su misión apostólica, él
va a convertirse no en el rey de la filosofía pero casi. Amo único de la doctrina que
determina al hombre interior, él será para el pueblo ahora elegido de la historia junto a
Hitler, el guía supremo que, escribe: "está en sí mismo y solo en él la realidad alemana
presente y futura, y su ley. "50
48
Pocos temas le son más caros a Heidegger que el de la tierra. El suelo (Boden) representa la raíz frente a lo
móvil, lo particular frente a lo universal, lo esencial y eterno frente a lo accesorio y transitorio, el tiempo
cíclico frente al progreso o la evolución; la religión telúrica de la tribu o la natío frente al credo universalista o
la simple increencia, la autarquía frente al comercio,. También la renuncia a la polis: Heidegger, como buen
romántico, prefirió siempre, siquiera como elección estética, la montafia y el bosque. Y, en un gesto grotesco,
acudía a la universidad en traje tirolés, afectando una llaneza de campesino que, en su piel, se convertía en
puro narcisismo. Por lo demás, el motivo es recurrente en la filosofía alemana de la época y desde el
romanticismo. En definitiva, la tierra, el suelo, eran para Heidegger sede y repositorio de esa "autenticidad"
que es clave de su pensamiento. Una autenticidad amenazada tanto por la "globalización" liberal
angloprotestante como por la comunista soviética. En este sentido, la obsesión de Heidegger con la tierra, con
el Boden representa algo más, o algo menos, que una intuición metafísica o una metáfora de indudable
potencia: es, como veremos, la formulación ideológica del hambre de tierra de la Alemania campesina, de esa
supuesta Alemania esencial de la que, como él mismo siempre alardeó, provenía el escritor; y la constatación
de su renuncia al cosmopolitismo, a la movilidad, al comercio, entendidos -no del todo injustificadamente-
como vectores de la disolución cultural y nacional. Por supuesto, está por ver qué valor pueda tener esto desde
el punto de vista de una filosofía que merezca tal nombre, es decir, de un pensamiento ilustrado, universalista,
comunicable.
49
Fabre, Henri: L'Eglise catholiqueface aufascisme et au nazisme. Editorial EPO. 1994, p. 107
50
cf. Ott, p. 166
42
Al observador informado, Heidegger, se revela aquí como una suerte de místico, integrista,
de un neo-cristianismo que retoma cada vez más el tesoro de la Edad Media cristiana.
51
Derrida, Jacques. Del espiritú Heidegger y la pregunta. Traducción de Manuel Arranz. Pre-textos,
Valencia. 1989
52
Hitler, Adolf: Mein Kampf, (Zentralverlag der NSDAP) Munchen 1938, p. 127
53
cf. Fabre, op. cit., p. 78
43
Por su parte, en los discursos radiales difundidos, Hitler había apelado a dios, garantizando
que el cristianismo sería la base de su construcción de la nación.» 54
Si Heidegger quería emprender una acción que hubiera estado asegurada por el
éxito, por el hecho de que se habría convertido en el Führer de toda la Universidad
Alemana, esto no era para cristianizar al partido. Lo que Heidegger quería era modificar la
enseñanza cristiana. Estas enseñanzas, incluido lo dogmático que ellas instituyen en los
dispositivos cognitivos y existenciales humanos le dan horror. Heidegger quería asegurar la
instauración de las bases de una teología centrada en la ontología de la «existencia».
Heidegger legitíma el régimen de Hitler como lo hace también Pio XI y como lo hacen
numerosos espiritualistas. Por otra parte el equipo dirigente nazi comporta él mismo,
espiritualistas. Hitler él mismo es de los que creen en dios. Al respecto una opinión
competente: la del cardenal Faulhaber que luego de una conversación privada de tres horas
con Hitler en noviembre de 1936 en el retiro montañoso de Obersalzberg, redacta un
memorando, donde se lee, "[ ..]Sin ninguna duda el canciller cree en Dios. Reconoce que
el cristianismo es la base de la cultura occidental. [ ..] Tampoco ve claramente que la
iglesia católica es una institución establecida por Dios. " 55
54
Comwell, John: Le Pape et Hitler, (Ed. Albin Michel) Paris 1999, p. 175
55
cf. Comwell, op. cit., p. 227
44
En suma, Heidegger entre los nazi espirituales no es un anti-nazi, no es un hombre
espiritual contra el nazismo; él encama una de las tendencias espirituales del los nazi. Que
el tema nazi de la raza sea una categoría de una antropología biológica no hace de los nazis,
o del nazismo un movimiento exclusivamente biologista en oposición al movimiento
espiritual. Por otra parte, la autoctonía alemana es una categoría propia del pensamiento de
Heidegger, mientras que el biologismo en causa aquí, no excluye de ningún modo en efecto
el carácter espiritual de muchos adeptos al nazismo. 5 6
Nazi era quien sostenía al hombre del programa del partido nacional socialista tanto
como la única fuente del derecho. El Führer es la ley, proclama el profesor en su famoso
«llamado» para el plebiscito del 12 de noviembre de 1933. Todos ellos eran nazis, en
cuanto tenían este principio en común.
56
cf. Carta a Elisabeth Blochmann, 1O marzo 1934, en: Correspondance avec Elisabeth Blochmann, op. cit. p.
309
45
SEGUNDA PARTE: ¿Una ética posible?
El principal problema que se plantea Heidegger es la pregunta por el ser como algo
constitutivo y fundamental de todo quehacer filosófico, al mismo tiempo que denuncia el
olvido de esta cuestión por parte de los mismos filósofos griegos que iniciaron una
investigación rigurosa sobre el ser. Platón y Aristóteles no lograron definirlo, sino que
oscurecieron su sentido al tratarlo como un ente, como una "presencia" e, incluso, como
una simple cópula: aquello que define sin definirse a sí mismo.
El Dasein es el hombre, aquel ser que posibilita que el ser esté presente y pueda ser
interpretado, pero no ha de entenderse como una cosa, sino como un poder-ser, como el
lugar en el que se manifiestan y despliegan sus posibilidades.
46
Más allá de la filosofía de Husserl, Heidegger propone volcar la fenomenología en
la hermenéutica, pues aquélla no está libre de prejuicios ni puede considerarse una
descripción neutral y transparente de lo real, ni la propia conciencia un yo imparcial.
47
es constitutiva del Dasein, porque es la condición de un ser caído y solitario que no puede
contar con Dios ni remedio alguno a su condición.
48
dificultades para interpretar la Escritura están enmarcadas institucionalmente, ya que cuenta
con la asistencia de un intérprete privilegiado, el sacerdote, quien, a su vez, se encuentra
inserto en una jerarquía coronada por la autoridad del vicario de Cristo. A su vez, la
institución regula las interpretaciones autorizadas remitiéndose a la tradición interpretativa
acumulada en el saber teológico. Esto, repetimos, no significa que se descuente
automáticamente la obediencia del inferior al superior o que impida la existencia de la
duda, sino que existe una eticidad que la Iglesia presenta como derivada directamente de la
Escritura y que dicha eticidad tiene intérpretes autorizados y privilegiados, quienes brindan
la interpretación que la institución considera correcta y, en última instancia, poseen la
autoridad para hacerla valer como tal, poniendo un límite a la posibilidad indefinida de
seguir interpretando. Por el contrario, la postulación del sacerdocio universal y el
destronamiento de la jerarquía eclesiástica y de su monopolio interpretativo por parte de
Lutero tienen como consecuencia dejar al creyente sin mediaciones en su relación con la
57
divinidad. Si el creyente protestante "se atreve a saber" , si ya no necesita un sacerdote
que piense por él, esto significa que no cuenta con ningún tipo de instancia que le permita
comprobar si su interpretación de la Escritura es correcta. Esta soledad del creyente deja
ver el individualismo radical que presupone esta facticidad humana en el mundo. Existe el
yo, inquieto por conocer de algún modo si está en camino de la verdad o hundiéndose más
en el error, y a él se enfrentan el mundo y la divinidad. 58 Al haber desaparecido la
institución eclesial en la forma vertical y rígida que la entiende el catolicismo, toda
interpretación acerca del mundo se inicia en el yo y sólo a él puede remitir, puesto que toda
autoridad ya no tiene carácter de tal; ahora es la aceptación voluntaria del creyente la que
puede investir a un intérprete del rango de autoridad y no a la inversa.
57
Con ello no queremos decir que el "sapere aude" kantiano se derive directamente de Lutero, sino que nos
preguntamos por las condiciones espirituales que lo hacen posible y que, por tanto, abren la posibilidad de que
sea pensado. Sostenemos que en el marco que el catolicismo proporciona para la reflexión ética, una posición
como el "sapere aude" sería inimaginable, puesto que sería condenada como soberbia, ya que se pretende
saber algo que la Iglesia ya sabe.
58
Cabe preguntarse si el catolicismo realmente puede aceptar que la religión sea una mera cuestión de la
conciencia individual. Cfr. al respecto las consideraciones de Carl Schmitt acerca de la transformación y
sacralización de la esfera privada una vez que, luego de las guerras de religión y con el ascenso de la
burguesía, la religión se convierte en un elemento de ella; Carl Schmitt, El catolicismo romano y su forma
política, Stuttgart, Klett-Cotta, 1984, pág. 4 7-49.
49
El sujeto de la ética kantiana debe comprobar, al igual que el creyente del cristianismo
reformado, si la máxima que guía su acción puede ser elevada a ley universal, es decir, si
coincide con la verdad. Dicho examen es ejercido por el tribunal de la conciencia y
transcurre exclusivamente en foro interno, del mismo modo que el cristiano reformado debe
interpretar la Escritura por sí mismo, sin más guía que su propia conciencia. Si el sujeto
kantiano debe comprobar si existe esa coincidencia entre lo que él quiere y la norma, es
porque ella ya no es más evidente. Otra faz de la misma cuestión aparece en la
consideración de las acciones y sus consecuencias. Lutero insiste en que no hay
justificación por medio de las obras sino por la fe del creyente, esto es, por aquello que
desde el punto de vista del sujeto se puede considerar como su convicción. Análogamente,
Kant postula que no es la acción como tallo que es bueno sino el principio práctico con que
el agente la realiza. Lo que todo ello indica es que si no existe una concepción del bien
aceptada por todos, si no hay un ethos al cual remitirse, es porque la crítica, tal como ha
hecho Lutero con la jerarquía, ha desconocido su autoridad. Por tanto, sólo cuenta con su
conciencia para poder determinar si obra moralmente o no.
59
]. En la "Metodología de la razón pura práctica", Kant recomienda como ejercitación "[ ... ]hacer notar la
pureza de la voluntad en la representación viviente de la disposición de ánimo moral en ejemplos,
primeramente sólo como perfección negativa de la misma, en cuanto en una acción por deber no ejercen
influencia alguna motores de la inclinación, como fundamento de determinación, por donde la atención del
discípulo queda mantenida sobre la conciencia de su libertad; y aunque esa renuncia excita un principio de
sensación de dolor, no obstante, por Jo mismo que arranca ese discípulo a la coacción, incluso de verdaderas
necesidades, le muestra al mismo tiempo una liberación del múltiple descontento en que le sumen todas esas
necesidades[ ... ] El corazón Jlega a ser, pues, librado y aligerado de una carga que le oprime siempre en
secreto, cuando, en las decisiones puras morales [... ] se descubre al hombre una facultad interior, que él
mismo, por lo demás, no conoce bien, la libertad interna; de librarse de la impetuosa violencia de las
inclinaciones hasta tal punto, que ninguna, ni aun la más placentera, tenga influencia sobre una resolución, en
la cual ahora debemos servimos de nuestra razón." lmmanuel Kant, Crítica de la razón práctica.
50
o si, sólo como empíricamente condicionada, puede ser ella un fundamento de
determinación de la voluntad". 60 Al obedecer aquello que la razón prescribe y no seguir su
impulso egoísta, reprime una pasión que, en tanto es humano, le es inmediata, no elegida.
El hombre es libre sólo si obra racionalmente, si logra obedecer aquello que la razón
prescribe. 61 Obrar moralmente lo eleva desde el mundo de los fenómenos regido por el
determinismo mecánico al reino de los fines. La razón y las pasiones comparten dos
cualidades principales: ambas provienen del ser humano y, asimismo, ambas ordenan
impersonalmente. Al obedecer lo que la razón prescribe, el hombre se determina por su
facultad más elevada, por aquello que lo diferencia de los animales, es decir, se humaniza.
Al obedecer al impulso pasional, el hombre se esclaviza y se animaliza. El problema es que
la razón legisladora no prescribe contenidos concretos. La razón ordena, pero no explicita
qué ordena, por tanto, sólo dice que se la debe obedecer, pero en lo demás, es muda. El
mandato último de la razón es, entonces, que el ser humano tiene el deber de elevarse hacia
la humanidad y alejarse de la animalidad, pero carece de cualquier tipo de señalización que
permita orientar a aquél que se ha decidido a realizar ese camino. Ni el carácter fenoménico
-que en cuanto tal, como ya se afirmó, forma parte de la facticidad humana-, ni el obedecer
aquello que prescribe la norma racional excluyen que ello se fundamenta en una decisión
última por hacerlo. Kant no trata el problema de la decisión como tal, ya que en su teoría se
supone una vinculación última entre el conocimiento y la voluntad en tanto se obra
conforme a la moralidad. 62 Sin embargo, desde una perspectiva como la de Heidegger se
puede afirmar que el sujeto de la ética kantiana sólo llega a ser libre en la medida en que es
capaz de realizar una decisión última (la "resolución") en favor de una normatividad cuyo
contenido no es evidente. Sólo sabe que es libre si obra por deber, pero desconoce el
60
lb id., pág. 27.
61
Según Cassirer, "hay que tener en cuenta ante todo que estamos aquí, ciertamente, ante la antítesis de dos
clases de determinación, pero no en modo alguno ante la antítesis de una determinación y de una ausencia de
determinación pura y simple", y más adelante agrega: "[l]a voluntad y el acto son, por tanto, "carentes de
libertad" cuando se hallan determinados por un objeto dado y concreto de nuestra apetencia, por un estímulo
"material" específico; son libres cuando se dejan determinar por la idea de totalidad de las determinaciones
teleológicas y por el postulado de su unidad." Ernst Cassirer, Kant, vida y doctrina, Madrid, Fondo de Cultura
Económica, 1993. pág. 294 y 295.
62
Por ello afirma Cassirer: "La ética crítica no nos dice por qué el orden es preferible al caos, por qué la libre
supeditación al imperio general de una ley que nos damos nosotros mismos es preferible al capricho de las
apetencias individuales. En la crítica de la razón, de la teórica y de la práctica, se presupone la idea de la
razón, la idea una última y suprema vinculación del conocimiento y de la voluntad." cfr. Emst Cassirer,
op.cit., pág. 290.
51
contenido concreto de aquello por lo cual rige sus actos, salvo por el hecho de que quiere
que todos los agentes sometan las máximas que guían sus acciones al mismo tribunal de la
razón.
Este esquema es el mismo que Heidegger desarrolla en Ser y Tiempo para exponer
el pasaje desde el sí-mismo impropio a la existencia propia, el cual, más allá de su
formulación en términos ontológicos, no deja de ser un ideal fáctico, es decir, tiene una
fuerte connotación ética. 63 El ser-ahí se encuentra yecto en el mundo y carece de cualquier
tipo de relación privilegiada o relevante con alguna parte o miembro de él. Si bien el ser-ahí
es ya en el mundo, por tanto es una abstracción ficticia querer considerarlo al modo
cartesiano, como un sujeto que tiene que comprobar si el mundo exterior existe, es cierto
también que el mundo, según la analítica existenciaria, permanece en estado de oculto. El
ser-ahí es en la verdad porque es esencialmente descubridor: abre, desemboza los entes.
Pero si el ser-ahí es descubridor, ello significa que el mundo se enfrenta al ser-ahí como
esencialmente opaco y que esta opacidad es tenaz, puesto que el ser-ahí tiene que "[... ]
asegurarse reiteradamente el "estado de descubierto" de [lo ya descubierto]" .64 A la
extrañeza del mundo se suma el carácter de ser del ser-ahí en su cotidianidad. Según
Heidegger, el ser-ahí cotidiano está caído en el uno. La característica principal del uno es su
impersonalidad. Esta impersonalidad, este abatimiento de toda originalidad es lo que
Heidegger designa como impropiedad: el ser-ahí caído en el uno no es sí-mismo, sino que
es como se es. Puede trazarse un paralelismo entre la descripción heideggeriana del uno y
sus consecuencias para el ser-ahí en tanto ser libre y la concepción kantiana del agente
sometido al impulso de sus inclinaciones. Ambas nos muestran una situación definida
esencialmente por la falta de libertad y por la comodidad. La falta de libertad puede hacer
pensar en una situación opresiva, sin embargo, tanto Heidegger como Kant describen un
estado que el ser humano no sólo no quiere abandonar, sino que además se encuentra, en
cierto modo, a gusto en él. Esta comodidad resulta esencialmente de la irresponsabilidad
63
Heidegger lo reconoce cuando afirma: "¿no se basa la exégesis ontológica de la existencia del "ser ahí" que
se ha llevado a cabo en una determinada manera óntica de concebir la existencia propia, en un ideal fáctico
del "ser ahí"? Así es, en efecto. Tan sólo no se debe negar este factum, ni concederlo a la fuerza; hay que
concebirlo en su necesidad positiva partiendo del objeto que es tema de nuestro estudio", M. Heidegger, El
Ser y el Tiempo, pág. 337.
64
La verdad (el "estado de descubierto") tiene siempre que empezar por series arrebatada a los entes. Los
entes resultan arrancados al "estado de ocultos", M. Heidegger, El Ser y el Tiempo, pág. 243
52
que caracteriza a tal estado. Esta falta de responsabilidad, esta autorización tácita a que otro
decida en lugar de sí mismo, implica una completa ausencia de libertad, puesto que el
principio del obrar es extemo. 65 Ello nos lleva a que si la libertad es algo que debe
conquistarse, se debe afirmar en consecuencia que la mayor parte de la humanidad no es
libre, puesto que el obrar por deber no es lo que la mayoría acostumbra (de otro modo
viviríamos entre santos, voluntades que siempre quieren el deber), y, asimismo, la
cotidianidad del ser-ahí es estar caído, esto es, bajo el imperio del impersonal.
65
. • Íbid., loe. cit. "De aquí que el "ser ahí" necesite esencialmente apropiarse en forma expresa lo ya
descubierto, defendiéndolo así contra el "parecer... " y la "desfiguración", y asegurarse reiteradamente el
"estado de descubierto" de ello"
66
Íbid., pág. 143 "[ ... ]en cuanto cotidiano "ser uno con otro" está el"ser ahí" bajo el señorío de los otros. No
es el mismo, los otros le han arrebatado el ser. El arbitrio de los otros dispone de las cotidianas posibilidades
de ser del "ser ahí". Mas estos otros no son otros determinados. Por lo contrario, puede representarlos
cualquier otro. Lo decisivo es sólo el dominio de los otros, que no es "sorprendente", sino que es desde un
principio aceptado, sin verlo así, por el"ser ahí" [... ] El"uno" [... ]prescribe la forma de ser de la
cotidianidad".
67 '
lbid., pág. 208
53
que Dios puede venir "como un ladrón en la noche" (1, Tesalonicenses, 5), y por ello debe
estar preparado, el ser-ahí propio vive en la consciencia plena de esa finitud, y, por
supuesto, no se entrega al carpe diem; incluso Heidegger hace referencia a la reflexión
religiosa acerca del tema en una nota al pie de página en Ser y tiempo
"No es ningún azar que los fenómenos de la angustia y del temor, que siguen por
todas partes sin diferenciar satisfactoriamente, hayan entrado óntica y también, aunque
dentro de muy estrechos límites, ontológicamente en el círculo visual de la teología
cristiana. Es lo que sucedió siempre que adquirió la primacía el problema antropológico
del ser del hombre relativamente a Dios" 68
54
ser por sobre todas las otras, mitificándola y produciendo una ficción que, a su tumo,
declaraba que el mundo no era real y que debía probar su realidad frente a ella, por otro
lado, los lazos que el ser-ahí tiene con el mundo deben ser quebrados de forma que se
pueda romper el predominio del uno, bajo el cual es el ser-ahí en su cotidianidad. La
demostración de que el concepto de sujeto es una ficción que ha terminado reificándose en
la filosofía moderna no impide que la misma lógica de la pareja de opuestos propiedad-
impropiedad implique el mismo individualismo de la filosofía práctica kantiana. No es
posible que otro asuma la responsabilidad del ser-ahí por su propio ser, por tanto, no hay
posibilidad de alcanzar un sí-mismo propio si no es por la resolución, del mismo modo que
en la ética kantiana sólo el agente puede querer obrar por deber, es decir, obrar moralmente
y no sólo legalmente. Heidegger comprende al ser humano desde el ser-para-la-muerte, la
posibilidad que más lo singulariza, que más lo diferencia de cualquier otro. La
consideración heideggeriana de la existencia traduce a términos ontológicos este
individualismo de origen religioso y lo transforma en disposición permanente del ser
humano.
La ética kantiana prescribe al agente que obre por deber, que determine su obrar por
la razón. La analítica existenciaria, por lo menos de manera manifiesta, no realiza
prescripciones, no se presenta como una ética. Sin embargo, es evidente que la vívida
descripción que hace Heidegger del uno no está, para usar la fórmula weberiana, "libre de
valores". La analítica existenciaria se pretende un discurso neutral, con ese propósito, lo
que Heidegger llama "el peculiar formalismo y vacuidad de toda caracterización
ontológica" le permitiría ponerse a salvo de cualquier prescripción o valoración no
explícita. Es manifiesto, a pesar de la pretensión de que ello es una pura descripción, el
dictamen negativo que Heidegger expide acerca de la cultura urbana contemporánea. Más
allá del acuerdo o no con el diagnóstico heideggeriano, el juicio masivamente negativo
acerca de la vida cotidiana dominada por lo público (OjJentlichkeit) acentúa los ecos de la
antropología protestante en Ser y Tiempo, esto es, aquéllos que están ligados al radical
aislamiento individual en que se encuentra el ser humano. La consecuencia de ello es clara:
el andamiaje de la argumentación heideggeriana, independientemente de la segura
procedencia aristotélica del concepto de cura o cuidado (Sorge ), lleva a una concepción
práctica completamente antiaristotélica. Una concepción aristotélica nunca podría haber
55
puesto al ser humano en una orfandad tal acerca de qué es lo bueno ni tampoco, como
veremos inmediatamente, podría encontrarlo a través de la vocación de la conciencia
(Gewissen) (entendiendo este término en su significado heideggeriano). Vemos que la
impronta aristotélica señalada por los intérpretes no se manifiesta en este nivel de análisis.
La situación a que llegamos tiene algo de paradójico, pues si la impronta aristotélica de los
conceptos heideggerianos trascendiera significativamente hacia su descripción de la
situación existencial del ser-ahí, su analítica existenciaria hubiera sido menos
individualista, pero, por el contrario, como en Heidegger es muy fuerte el influjo de la
concepción protestante , ello le impide cualquier consideración del ser-ahí que no ponga
como notas esenciales la propia responsabilidad y, paralelamente, el aislamiento en que se
halla yecto, carente de cualquier asociación humana mediadora o de hábitos que puedan
volverse una disposición segura hacia lo bueno. Tanto el hombre de la ética aristotélica
como el de la analítica existenciaria viven inmediatamente relacionados con el mundo
circundante. Pero las coincidencias terminan allí. El hombre del que habla Aristóteles no se
enfrenta al mundo circundante, éste no le es extraño ni hostil. No necesita singularizarse en
relación con él, y, desde una perspectiva heideggeriana (y salvando el anacronismo obvio),
hasta se podría preguntar si a los miembros de la polis no les ha sido arrebatado su ser,
dado que no hay en ella escisión entre lo público y la conciencia individual, propia de una
concepción teológica cristiana de la realidad, como hemos visto Ello tiene su traducción
política en la continuidad que, según el Estagirita, existe en las agrupaciones humanas,
desde la familia hasta la polis. Recordemos, además, para señalar las diferencias entre el
phrónimos y el sí-mismo propio, que Aristóteles no señala como modelo del phrónimos al
sabio, al guerrero valiente o al hombre piadoso (todos lo cuales podrían ser identificados
como modelo del sí-mismo propio), sino al hombre público por excelencia, al político, más
precisamente a Pericles.
56
por Heidegger la angustia es un temple de ánimo señalado, mientras que para el hombre
prudente aristotélico ella es irrelevante, si no un exceso.
Todo ello permite ver un poco mejor la cuestión de la filosofía práctica en Ser y
Tiempo. Como ya señalamos, la elucidación heideggeriana se presenta como un análisis
ontológico, sin embargo, no están ausentes en él las cuestiones que tradicionalmente se
incluyen bajo el rubro "ética". Ello es así por la naturaleza misma de la analítica
existenciaria, su pretensión de colocar todo sub specie ontologiae lleva a la anexión voraz
57
de dimensiones de análisis como otras tantas partes de la estructura del ser-en-el-mundo.
Dada la forma en que Heidegger presenta el problema del ser-ahí propio, es muy difícil no
concluir de ello que alcanzarlo tiene el carácter de un imperativo moral, puesto que en ello
va la libertad del ser-ahí. N o se responde a la cuestión afirmando que tanto el ser propio
como el impropio son posibilidades de ser del ser-ahí. Si queremos analizar las
consecuencias que se desprenden en el plano práctico (más allá del carácter previo a él que
la ontología fundamental se atribuye) la discusión nunca podría estribar en el carácter
ontológico de la propiedad y la impropiedad, sino en si el ser-ahí puede ser libre en ambas.
Y la respuesta del Heidegger de Ser y Tiempo a ello es clara: en el uno no hay libertad. El
ser-ahí es libre en la medida en que es fundamento de una imposibilidad: "la libertad sólo
es en la elección de una [de las posibilidades existenciales del ser ahí], es decir, en el no
haber elegido y no poder elegir también otras". Pero ello sólo es posible si el ser-ahí quiere-
tener-conciencia, esto es, oye la invocación de la conciencia, que abre el más peculiar ser-
deudor, el cual permanece cerrado para el uno.
58
puede hablarse en sentido estricto de autonomía porque ni la conciencia ni el estado de
resuelto legislan de manera específica, sin embargo, los parámetros bajo los cuales
Heidegger trata la propiedad del ser del ser-ahí sólo pueden ser comprendidos a partir de la
dicotomía "autonomía-heteronomía"; de otro modo, no se entiende por qué el uno implica
la pérdida de la libertad. Ello tiene que ver, también, con el concepto heideggeriano de
propiedad, que, incluso si concediéramos que no es un concepto con una fuerte connotación
ética, sí es claro que, tal como es tratado en Ser y Tiempo, implica un tipo de interpelación
al lector que sólo podría ser calificada de protréptica. Puede parecer paradójico referir este
adjetivo a una obra que tiene entre sus conceptos centrales la angustia y que hace de la
relación con la muerte aquello que singulariza al ser humano. No hay duda de que Ser y
Tiempo tiene un pathos claramente expresionista, hecho que establece sólidas vías de
comunicación entre la obra heideggeriana y otras producciones culturales de ese momento.
Sin embargo, la elucidación en términos ontológicos no neutraliza las opciones prácticas de
esa misma ontología ni evita la aparición de la voz del propio Heidegger entre las
estructuras formales del ser-ahí. Obviamente Ser y Tiempo no es una exhortación a una vida
feliz, y ni siquiera es un tratado acerca de la vida buena; no obstante, busca en el lector una
toma de conciencia para la cual, creemos, el término más aproximado es el de predicación
protréptica.
59
Capítulo 2: Del si-mismo propio al ser-con otros propio
Ahora bien, si la obra finalizara aquí, sería un eslabón más en la larga cadena de
textos que desde Platón en adelante plantean la huida del mundo como el supremo bien del
ser humano. ¿Por qué hablar de "huida"? Porque el estado de resuelto tiene como resultado
una singularización radical que, aunque no signifique aislamiento, sí diferenciación.
Responder que la propiedad no implica la ruptura de los lazos con los demás seres humanos
elude la cuestión de la singularización, la cual está ligada a "salir del "estado de perdido" en
el uno". La vida social está caracterizada como pérdida, la singularización del ser-ahí es
una recuperación del sí-mismo frente a esa pérdida. De este modo, la analítica existenciaria
tendría entonces una grave falencia: sólo existiría una dimensión individual de la
propiedad, pero no una colectiva. El ser-ahí resuelto puede ser propio, pero no podría serlo
el ser-con otros. El ser-ahí se singulariza en la medida en que quiebra las "habladurías" del
uno, esto es, cuando logra apresar el ser de los entes y el de sí mismo rompiendo el estado-
de-interpretado vigente en la cotidianidad, por el cual, todo "se sabe" por una comprensión
de término medio sin que haya una patentización de aquello de que se habla. En
consecuencia, el ser-uno-con-otro, esto es, la relación que el ser-ahí tiene en la cotidianidad
con aquellos que su modo de ser no es el del "útil", es exclusivamente una dimensión
impropia, imposibilitando una resolución colectiva por la propiedad, pues ello implicaría
una singularización que no tiene de qué diferenciarse.
60
temporalización del ser-ahí en la filosofía heideggeriana es explicar la posibilidad de que el
ser-ahí tenga una historia. Por tal, Heidegger entiende un "advenir", es decir, un estar
orientado hacia el futuro, como lo está el ser-ahí propio para enfrentar la muerte, desde una
reiteración, esto es, una revocación (un nuevo llamado) de lo que en el hoy sigue actuando
en cuanto pasado. El desarrollo de la pregunta por el ser y la destrucción de la historia de la
ontología son un ejemplo de esta revocación del pasado
El desarrollo de la pregunta que interroga por el ser tiene, pues, que sacar del más
peculiar sentido del ser del preguntar mismo, que es ser un preguntar histórico, la
sugerencia de preguntar por su peculiar historia, es decir, de volverse historiográfico, para
ponerse, con la apropiación positiva del pasado, en la plena posesión de las más peculiares
posibilidades de la pregunta que interroga por el sentido del ser
La historiografía está impedida ~e llevar a cabo esa apropiación positiva del pasado
porque lo ve como una cosa y no puede comprender las posibilidades peculiares de ese
pasado, que no sólo "ya no es", sino que precede siempre al dasein. El pasado no es algo
que quede a sus espaldas, el desein es su pasado, al igual que la filosofía es su historia y
debe apropiársela para llevar a cabo la necesidad que está en ella. Podemos observar que la
propiedad del dasein cumple, con respecto a su pasado, el mismo periplo que Heidegger
realiza a través de la historia de la filosofía. Heidegger vuelve a plantear el problema que
"tuvo en vilo el meditar de Platón y de Aristóteles, cierto que para enmudecer desde
entonces como pregunta expresa de una investigación efectiva". La posibilidad de volver a
preguntar aquello que se ha convertido en algo comprensible de suyo, algo que ha pasado a
formar parte del estado-de-interpretado, característico del uno, es lo que Heidegger
entiende como "apropiación positiva" del pasado. Por ello el pasado debe ser revocado. En
el pasado del dasein están sus posibilidades heredadas, aquello que lo "arranca a la
multiplicidad sin fin de las primeras posibilidades que se ofrecen, las posibilidades del
darse por satisfecho, tomar las cosas a la ligera, rehuir los compromisos y [traer] al "ser
ahí" a la simplicidad de su "destino individual'"'. El dasein se hace tradición de sí mismo en
una posibilidad heredada y, sin embargo, elegida.
61
¿Qué es lo que hereda y qué es lo que elige el ser-ahí, de modo que se geste
históricamente y se geste-con otros? El pasaje de la dimensión individual a la colectiva está
muy poco trabajado por Heidegger y se da por una especie de diktat
Pero si el "set: ahí" que es en forma de "destino individual" existe, en cuanto "ser en
el mundo", esencialmente en el "ser con" otros, es su gestarse histórico un "gestarse con" y
constituido como "destino colectivo". Con esta expresión designamos el gestarse histórico
de la comunidad, del pueblo.
62
una comunidad. El hincapié de Heidegger en la necesidad de romper el dominio del uno
resulta contradictorio con la posibilidad de revocar la herencia de la tradición. Esta
contradicción se hace patente en el momento en que para alcanzar una concepción orgánica
de la comunidad y que no sea entendida como un mero agregado, lo que, obviamente,
remitiría a una concepción liberal de ella, Heidegger atribuye al ser-ahí, el que, en tanto
existe, es esencialmente con otros. Ello no presentaría problemas teóricos, puesto que es lo
afirmado en el parágrafo 26 de Ser y Tiempo. Lo que vuelve problemática esta postulación
del destino colectivo es la simultaneidad de los destinos individuales que permiten el
gestarse-con. Esta simultaneidad no puede darse precisamente por las razones que dio
Heidegger para caracterizar la impropiedad y el mundo de la cotidianidad, al cual, el ser-ahí
se sustraía, gracias a su correr al encuentro de su posibilidad más propia, enfrentar la
muerte oyendo la vocación de la conciencia, no acallándola, como hace el uno. Este
sustraerse, este singularizarse es la nota esencial del ser-ahí. Por tanto, el concepto
"generación" viene a subsanar la celeridad del pasaje desde el destino individual al destino
colectivo. La conformación de una generación aparece más que improbable en un mundo
dominado por el uno, pero no porque éste la impida como se combate a un enemigo del que
se tiene conciencia, sino por las características que tiene la dominación del impersonal. Ella
es, de acuerdo a las exposiciones de los parágrafos 27, 35, 36 y 37 de Ser y Tiempo, así
como en la exposición de la historicidad impropia hacia el final de esta obra, el dominio de
la subjetividad moderna. El único concepto que serviría para elucidar el de generación es el
procurar-por anticipativo-liberador, forma propia del ser-con, en tanto en él el otro no es
tratado como una cosa, como ocurre en el modo sustitutivo-dominador del procurar-por,
caracterizado por descargar al otro de su responsabilidad
63
existencial, es decir, óntico, no perteneciente a la estructura ontológica del ser-en-el-
mundo, que ayuda al otro a disponer de su cura, ergo, de sí mismo en tanto queda en plena
libertad. Una vez más, vale la pena preguntarse cómo es ello posible, puesto que el ser-ahí
puede empuñar su propio ser una vez que oye lo que voca la conciencia. ¿Qué clase de
relación es el procurar-por anticipativo-liberador, de modo que pueda devolverle la cura al
otro? Evidentemente, no es sustitutiva, no hay intercambiabilidad, como sí ocurre en la
cotidianidad. El problema es cómo es en sí mismo posible el procurar-por no dominador.
La respuesta de Heidegger es que cuando el ser-ahí realmente empuña su ser da origen al
común entregarse a la misma causa y a la verdadera unión. Es unión verdadera porque toma
sobre sí la verdad más propia del ser-ahí, su posibilidad más peculiar. Vuelve a aparecer el
mismo problema que con el término "generación" ¿de dónde surge esa unión?
Ambos conceptos dejan entrever que Heidegger supone que el empuñar el propio
ser va acompañado de consecuencias ético-políticas.
64
Quien está resuelto no conoce el miedo, pero comprende, precisamente, la
posibilidad de la angustia como aquel temple de ánimo que no lo paraliza ni confunde.
65
Creemos que la razón de ello se debe a que, a pesar de la primacía del futuro en la
temporalidad originaria, el pasado recupera sus fueros en la ontología del ser-ahí a partir
del hecho de que el ser-ahí es su pasado, lo cual implica en Heidegger un deber de fidelidad
hacia ese pasado, pues debe ser revocado para descubrir en él las posibilidades más propias.
Todo ello vuelve más comprensible el rechazo de Heidegger por la cultura moderna. La
revocación del pasado no puede resultar en un completo repudio de él, lo cual sería,
además, imposible ontológicamente. En este punto, las ambigüedades de Heidegger son
notables: su teoría de la historicidad quiere traer a la presencia nuevamente aquello que ha
sido ocluido por haberse vuelto comprensible de suyo. Pero eso mismo significa que toda la
historia de la filosofía es una historia de encubrimiento y decadencia. La revocación del
pasado tiene que sacar a la luz aquello del pasado a lo cual debemos ser fieles. Aun cuando
no hay en Heidegger una formulación en términos de deberes, es claro que la precedencia
del futuro no impide que el pasado adquiera esta doble significación continuamente
superpuesta, ontológica, en cuanto horizonte de mis posibilidades más auténticas, por un
lado, y mandato histórico, por el otro, en tanto debe ser revocado. De otro modo, "destino"
en Ser y Tiempo sólo denotaría la forma en que el pasado gobierna las acciones de los
hombres en el presente.
66
Conclusión
Agustín racionalizó y perpetuó esta ambivalencia con su doctrina de los dos reinos:
el reino de dios (propiedad) y el reino de lo terrenal (impropiedad), doctrina que renueva
Lutero. Pero el catolicismo y luego la iglesia protestante son antimundanos, en el sentido de
que mantiene un pacto con las potencias estatales tal y como lo hizo con el imperio romano
de occidente, con el feudalismo del norte de Europa, con el absolutismo de los siglos XVII
y XVIII, y con el fascismo de Mussolini y el nazismo de Hitler, como ya hemos visto en
extenso.
Este barrido histórico, otra vez nos puede ser útil para entender la posición de salida
de la tardía crítica moral de las iglesias cristianas. En su historia, el cristianismo contradice
su propia estructura moral, esa autorreflexividad que está por encima de los
convencionalismos (uno). Ella misma se convierte en una organización convencional de
coacción. Originalmente dirigido contra el fariseísmo, el cristianismo se convierte, gracias
a su éxito político, en la ideología más hipócrita que ha visto el mundo. Nietzsche ya lo
sabía. Heidegger también, y escribe: "Nietzsche no entiende por cristianismo la vida
67
cristiana que tuvo lugar una vez durante un breve espacio de tiempo antes de la redacción
de los evangelios y de la propaganda misionera de Pablo. El cristianismo es para
Nietzsche, la manifestación histórica, profana y política de la iglesia y su ansia de poder
dentro de la configuración de la humanidad occidental y cultura moderna. " 69
Mi conclusión es que Heidegger intenta con Ser y Tiempo abordar esta ambivalencia
al interior del pensamiento cristiano que devino en institución y mundo moderno, pero que
en su origen permanecería en un estado de concordancia con el ser. Su labor se vuelve
infructuosa y por último es olvidada en estos términos, al encontrarse frente a frente, en su
participación en el nacionalsocialismo, con la esquizofrenia perversa de la ideología
cristiana.
69
Heidegger, Martin. "La frase de Nietzsche; dios ha muerto" en Caminos de bosque. Editorial Alianza.
1998 Pag.l99
68
oposición a este arraigo, ligado a su vez a la tradición cristiana que se instala y rige en
Europa durante la edad media, en contraposición a la religión judía, asociada al nomadismo
y la falta de raíces, y originadora, en este pensamiento, del comercio y la modernidad en
sus versiones liberal y bolchevique. Una ética de este tipo, filosófica y prácticamente se nos
muestra como forzada en su posibilidad de universalidad.
Para entender el pensamiento heideggeriano hay que tener en cuenta varias aristas, y
muchas de ellas, no necesariamente filosóficas. Heidegger es un filósofo de su tiempo, más
que otros de su misma época. Su filosofía no es, y ni quiso ser aplicable a todos los
hombres, en todos los lugares y tiempos. Heidegger mismo mostró explícitamente un
desprecio a las traducciones de sus textos cuando afirmó que "sólo las cartas comerciales
pueden traducirse" 70 • Estas palabras representan una buena apreciación de cuál es el
verdadero valor de la filosofía y de una supuesta ética heideggeriana desde un punto de
vista universalista.
70
Entrevista en Spiegel, por Rudolf Augstein y Georg Wolf, el 23 de septiembre de 1966. Traducción y notas
de Ramón Rodríguez. Tecnos. Madrid. 1996.
69
incluso en lo que se refiere a la tarea de encontrar una nueva base para el propio
pensamiento. " 71
71
Ibíd.
70
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Madrid .1971
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71
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72
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Económica, México.1986.
73
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74