ODH El Sistema de Adopcion de Argentina

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INSTITUTO DE ECONOMÍA APLICADA Y SOCIEDAD

Observatorio de Desarrollo Humano


ADOPCION EN ARGENTINA

AUTORES
JAVIER VIEGENER
BARBARA OJEDA
MICAELA EROSA

COORDINADORA
VICTORIA CONTRERAS DEL OLMO

NOVIEMBRE 2021
ADOPCIÓN EN ARGENTINA

RESUMEN
La adopción en Argentina es una temática que cada determinado lapso temporal
resurge en discusiones de distinta índole. Este informe tiene como fin brindar una mirada
objetiva sobre el funcionamiento del sistema adoptivo en Argentina, con sus aciertos y
errores. Luego, desde una perspectiva regional, se realizará una comparación con el
sistema de adopción chileno.

Sistema adoptivo argentino

En nuestro país el organismo encargado del proceso adoptivo es la Dirección Nacional


del Registro Único de Aspirantes a Guarda con Fines Adoptivos (DNRUA) del Ministerio
de Justicia y Derechos Humanos de la Nación. El objetivo último de la adopción es
“proteger el derecho de niños, niñas y adolescentes a vivir y desarrollarse en una familia
que le procure los cuidados tendientes a satisfacer sus necesidades afectivas y
materiales, cuando éstos no le pueden ser proporcionados por su familia de origen”
(Artículo 594, Ley de Adopción N° 24.779). Frente a conflictos familiares, el Estado busca
hasta último término crear vínculos saludables mediante diferentes niveles de asistencia
entre los niños, niñas y adolescentes y su familia de origen. Cuando estos intentos son
fallidos y sus familias biológicas no protegen la salud integral del menor, pueden ser
declarados en estado de adoptabilidad por la justicia. Esto significa que la declaración
de adoptabilidad es el último recurso de protección del Estado argentino.

Integrantes de una unión convivencial, matrimonios heterosexuales, matrimonios del


mismo género o personas únicas pueden inscribirse en el registro de aspirantes
mencionado anteriormente. Los únicos requisitos que establece la ley es ser mayor de
25 años y tener al menos 5 años de residencia en el país (salvo argentinos y
naturalizados). Esto no expresa que la persona que cumpla con los requisitos será
directamente inscripta, los requisitos son necesarios, pero no suficientes.

No obstante, la adopción abarca un abanico más amplio de posibilidades que aquella


representación que la sociedad suele hacer. La Ley 24.779 del Código Civil argentino
establece tres variantes de adopción. Existe la adopción plena, aquella que escinde de
responsabilidades y obligaciones sobre el adoptado a la familia de origen y le otorga a
este el estado de hijo; la adopción simple, aquella que confiere el estado de hijo al
adoptado, pero no crea vínculos jurídicos con los parientes ni con el cónyuge del
adoptante; y en tercer lugar encontramos la adopción de integración, que se configura
cuando se adopta al hijo del cónyuge o del conviviente.

Desde un enfoque más normativo, hay determinados principios que fundamentan la


adopción en nuestro país y que analizaremos a continuación. El primero es el interés
superior del niño, uno de los principios reguladores. Para resolver el otorgamiento de la
adopción, el juez o tribunal debe valorar el interés del menor que prevalece tanto sobre
el del o de los aspirantes a la adopción, como por sobre el de los padres biológicos.

Otro de los principios fundamentales que rige el sistema es el respeto por el derecho a
la identidad. Toda persona adoptada tiene derecho a conocer los datos relativos a su

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origen. Por eso se encuentra legalmente capacitada para acceder a su expediente
siempre que cuente con el desarrollo y la madurez necesaria. Los adoptantes deben
comprometerse ante el juez a mostrar sus orígenes al adoptado, para continuar así una
construcción de la identidad que abarque, respete y acompañe toda su historia
familiar, ayudándolos a construir una idea reparadora que no niegue a su familia de
origen. De aquí el derecho a conocer sus orígenes: la obligación legal exige que no
engañen al menor adoptado sobre su filiación, ellos son plenamente libres en cuanto a
elegir la forma que estimen más adecuada de revelar la verdad de acuerdo con el nivel
de comprensión y madurez que paulatinamente adviertan en su hijo adoptivo.

Como mencionamos anteriormente, el agotamiento de las posibilidades de


permanencia en la familia de origen es otro de los principios fundadores. El niño tiene
derecho a vivir con su familia, llamada a satisfacer sus necesidades materiales, afectivas
y psicológicas. El agotamiento de las posibilidades de permanencia en la familia de
origen o ampliada debe hacerse en los plazos establecidos por la ley y siempre teniendo
en cuenta el interés del niño. Los plazos varían dependiendo de cada situación
particular. En el caso de que el Estado hubiera tenido que intervenir con una “medida
de abrigo” (protección excepcional de carácter temporal), definiendo si regresa o no
con su familia biológica, el plazo es de 180 días máximo para declarar el estado de
adoptabilidad. Por otro lado, si los padres han fallecido y ningún familiar puede
responsabilizarse del cuidado, el plazo se reduce a 30 días. Por último, en el caso de un
recién nacido que por voluntad de los padres es otorgado en adopción, el plazo es de
45 días.

A estos principios se añade la preservación de los vínculos fraternos, priorizando la


adopción de grupos de hermanos en la misma familia adoptiva o en su defecto, el
mantenimiento de vínculos entre los hermanos. La convivencia entre los mismos
contribuye a la consolidación de los lazos familiares y a la unidad educativa,
favoreciendo la protección de la identidad familiar.

Gráfico 1: Disponibilidad adoptiva según la cantidad de niños que aceptan

60%
55%
51% 52,10%
49% 47,90%
50%
45%

40%

30%

20%

10%

0%
2019 2020 2021

Aceptan 1 NNoA Aceptan 2 o mas NNoA

Fuente: Elaboración propia en base a lo datos de la DNRUA

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Según los datos proporcionados por la DNRUA correspondientes a 2019, 2020 y 2021, es
manifiesta una tendencia de los adoptantes a adoptar solamente un NNoA. Esta
tendencia pone mayor dificultad las situaciones en las que los niños que tienen
hermanos son adoptados en conjunto poniendo en juego su derecho a mantener su
familia biológica, ya sea por lo menos uno de sus hermanos.

Proceso de adopción
Todo aspirante al proyecto de adopción debe en primer lugar acercarse al Registro
local, el correspondiente a su domicilio real, representante del Registro de Aspirantes a
Guarda con Fines Adoptivos. Allí serán informados sobre la documentación a presentar
y serán inscritos, para luego ser evaluados por un equipo técnico que determinará su
aptitud. Existen condiciones básicas para poder ser adoptante, una de ellas es que
debe existir una diferencia de edad razonable -16 años- entre adoptante y adoptado,
entre las ya mencionadas. No tiene ninguna incidencia la condición económica del
adoptante o si presenta alguna discapacidad, en tanto pueda dar contención y amor
a ese niño, niña o adolescente que va a integrar a su núcleo familiar. Si se determina un
aspirante apto, una vez creado el legajo con toda la información y preferencias por
parte de la familia adoptante, comienza el tiempo de espera.

Es importante destacar que hablamos de “familia adoptante” y no de persona, ya que


la adopción, así sea por parte de un matrimonio o persona única, siempre involucra
todo el entorno familiar, abuelos, tíos, ocasionales hermanos, etc. En el caso de los niños
y adolescentes, el estado de adoptabilidad debe ser determinado por un juez, una vez
dictaminado que no puede continuar viviendo con su familia de origen. La intervencion
es originada por ditintas causas segun UNICEF, en 2017 el 45.8% de los casos se debían
a motivos de violencia y maltrato infantil, mientras el 37.5% por abandono parentesco y
el 12.5% abuso sexual de los niños o adolescentes. (UNICEF, 2017)

Gráfico 1: Motivos de la intervención judicial

Fuente: Elaboración propia en base a los datos de la UNICEF.

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El niño o adolescente ingresa a un hogar, a una residencia o a una familia de tránsito.
Acorde a la estadística de UNICEF, en 2015 había en el país un total de 719 instituciones
de gestión privada y pública que se encargaron del cuidado de los niños sin cuidados
parentales, mientras que las familias de acogimiento llegaban a 925 (UNICEF, 2017). Estos
lugares funcionan como centro de vida del NNA y son los responsables de su educación,
recreación y salud, así se trate de un hogar o de una familia de acogimiento. Una vez
dictado el estado de adoptabilidad por el juez, comienza la búsqueda de aspirantes en
el RUAGA buscando el aspirante más idóneo para las necesidades del
niño/adolescente.

La búsqueda será iniciada por el juez entre los inscriptos en la zona donde el
niño/adolescente tiene su centro de vida. En caso de que esto no sea posible, bien sea
por no encontrar al postulante idóneo o por necesidad del niño de salir de esa
jurisdicción, se amplía la búsqueda al resto de las jurisdicciones.

Periodo de vinculación
En algunas ocasiones puede ocurrir lo que se denomina “periodo de vinculación”, el
cual consiste en una serie de encuentros, visitas y salidas, acompañados por
profesionales para facilitar el conocimiento y construir una relación saludable entre el
NNA y su nueva familia. En un primer momento suelen organizarse en el domicilio de los
postulantes. En este sentido, si la vinculación transcurre de modo favorable, las familias
pueden iniciar paseos en soledad con el NNA.
Es necesario tener en cuenta que el periodo que transcurre desde la inscripción hasta
el llamado del juez es incierto. Por lo tanto, es de gran ayuda este proceso vinculatorio
para que también las familias logren prepararse para la llegada definitiva del nuevo
integrante. Este periodo está a cargo del Área de Seguimiento de Vinculaciones y
Guardas con fines de Adopción. Tiene una duración máxima de seis (6) meses,
dictaminado por la ley, y llega a su fin con el juicio de adopción donde el NNA adquiere
los derechos formales de hijo.
La vinculación va a ser distinta dependiendo la edad del adoptado. En el caso de las
primeras infancias, suele ser un proceso de corta duración para no fomentar una posible
ansiedad por parte del niño desde la separación hasta la convivencia definitiva.
Asimismo, se debe concientizar, tanto a aquellas familias que quieran adoptar como a
la ciudadanía en general, respecto a que la adolescencia es una etapa de cambios y
de constitución y reconstitución de la identidad de cualquier individuo, por lo cual es
muy importante que las familias adoptivas acompañen estos procesos de cambio. Sin
embargo, se debe dar cuenta de que esto no significa que no se pueda conformar un
buen vínculo parento-filial con el adolescente, sino todo lo contrario, es totalmente
posible, pero para eso se les debe garantizar a los adultos que buscan adoptar las
herramientas necesarias para que puedan afrontar el diálogo con los adolescentes
desde una actitud tolerante y de apertura.

En el caso de niños o adolescentes el periodo suele ser más extenso. Requieren más
tiempo para entrar en confianza con su familia adoptiva y, asimismo, para ir cerrando
aquellos vínculos que construyeron en el hogar de tránsito, los cuales representaron su
única fuente de contención hasta el momento.
En el caso de que mantengan contacto con algún familiar de origen biológico, la
prioridad es que se mantengan estos vínculos priorizando su derecho a la identidad y el
respeto a su historia. En estos casos profesionales acompañan a las familias en pos de
garantizar dichas vinculaciones y trabajando los temores y fantasías que puedan resultar
de estos encuentros. Esto se encuentra, por ejemplo, en la Ciudad de Buenos Aires y en
la provincia de Buenos Aires con el “Programa de Apoyo Técnico y Acompañamiento

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a Familias para los Períodos de Vinculación, Guarda y Adopción”. La política tiene como
objetivo desarrollar las funciones parentescas, lo cual se lleva a cabo mediante
entrevistas individuales y talleres grupales a cargo del Equipo Técnico de la Dirección
Nacional del Registro Único de Aspirantes a Guarda con Fines Adoptivos. Esto también
ocurre en el caso de que el NNA tenga hermanos. El objetivo siempre es fomentar la
fraternidad entre ellos, y garantizar la predisposición de las familias adoptivas a que esto
ocurra.

Mitos en torno al sistema de adopción en Argentina


Con frecuencia las personas tienen un conjunto de inquietudes y prejuicios sobre la
adopción que se instalan en la sociedad. Es muy común escuchar en Argentina frases
como “El tiempo de espera para adoptar a un niño/a es demasiado largo” o “La
burocracia para adoptar un chico/a es muy lenta”. Sin embargo, muchos especialistas,
psicólogos y trabajadores sociales afirman que esto no es del todo cierto. Por eso es muy
importante cambiar el paradigma de la adopción: hay que comunicar la situación en
la que se encuentran hoy los niños y adolescentes en adopción a los ciudadanos,
visibilizando que han sido muchas las personas que han adoptado niños y adolescentes
(Donato A., 2019) A su vez, es crucial dar cuenta que el eje principal del proceso de
adopción es hallar una familia para un niño o niña, y no un niño o niña para una familia,
brindándole contención y las herramientas necesarias para su crecimiento y desarrollo.

Para construir una visión consciente en la sociedad sobre la realidad a la que se


enfrentan los niños y adolescentes en el sistema de adopción, así como también, para
responder a las incertidumbres que puedan tener aquellas personas inscriptas para
adoptar, hay que dar cuenta cuáles son los mitos entorno a la adopción con el objetivo
de derribarlos. Es clave centrar la atención en el derecho que tienen los niños y
adolescentes a tener una familia que le garantice su bienestar integral. Para ello,
primero hay que poner en evidencia las falsas creencias que hay arraigadas en la
sociedad sobre el proceso de adopción.

Una de las principales creencias que las personas tienen sobre la adopción es que la
familia adoptante pasa a ocupar el lugar de la familia biológica. Sin embargo, los
niños/as que vayan a ser adoptados tienen el derecho de conocer a sus padres e
incluso a conservar su identidad, es decir, su nombre, nacionalidad, y relaciones
familiares (Pena, M., 2016). Es más, en el año 2015 se ha incorporado a la Ley 24.779 de
Adopción la perspectiva de los organismos de Derechos Humanos, en donde el
concepto de identidad biológica pasa a ser central para la preservación de la
convivencia en su grupo familiar de origen. Por eso mismo, los adoptantes deben
comprometerse en dar a conocer al niño o adolescente adoptado su “realidad
biológica”. Asimismo, el adoptado que tenga el grado de madurez suficiente-sin el
condicionamiento de que sea mayor de 18 años- puede acceder a su expediente
judicial y a otra información que conste en registros judiciales o administrativos si así lo
requiere (Ley 24.779. Art 596). Esto implica para las familias adoptivas que deben
enfrentarse al dilema de, por un lado, incluir a los niños/as en su ámbito familiar, y, por
otro lado, reconocer que estos niños/as tienen familiares biológicos que ellos
desconocen.

En segundo lugar, en la sociedad se encuentra muy arraigada la idea de que existe una
“familia ideal” compuesta de una madre y un padre para adoptar al niño/a o
adolescente. No obstante, como se menciona en la guía informativa de la Dirección
Nacional del Registro Único de Aspirantes a Guarda con Fines Adoptivos (DNRUA), es
erróneo creer que los matrimonios heterosexuales tienen más posibilidades de adoptar
que el resto de los postulantes (DNRUA, 2017). Todos aquellos que están inscriptos como
aspirantes tienen las mismas oportunidades a la hora de la selección de legajos por

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parte del juez. Por lo tanto, tanto aquellas personas solteras, viudas o divorciadas, como
las parejas que se encuentren conviviendo, tienen la posibilidad de adoptar mientras
cumplan con los requisitos establecidos por la Ley 24.779 de Adopción. Lo importante es
tener en cuenta que se busca una familia para un niño y/o un adolescente que le pueda
proveer de los cuidados necesarios para crecer y desarrollarse. Además, tampoco es
cierto que el juez elija con mayor frecuencia a los matrimonios heterosexuales que a las
parejas del mismo sexo, sino que ambos tienen las mismas posibilidades de ser elegidos
como familias adoptivas (DNRUA, 2017).
Por otro lado, muchas personas creen que el niño/a y la familia adoptante van a formar
un vínculo de amor al instante. Es decir, que desde el primer encuentro se va a formar
un vínculo en el que el niño o adolescente va a sentirse parte de una familia. En cambio,
como dicen Soledad Álvarez y Bárbara Damelio (2019), tanto los aspirantes a adoptar
una familia como los niños necesitan de un tiempo de vinculación, que puede ir de uno
a cuatro meses, para conformar un vínculo afectivo y de confianza. Además, es
importante no caer en idealizaciones acerca de que alcanza solamente con amor para
cubrir las necesidades materiales y emocionales de los niños y adolescentes (Álvarez y
Damelio, 2019). Entonces, se le debe brindar al niño/a las herramientas necesarias para
reparar sus heridas emocionales y transitar sus duelos. Esto implica, entre otras cosas,
darle un espacio seguro para que se pueda expresar libremente sin miedo a ser
cuestionado/a; proporcionar la cantidad de encuentros de vinculación y guarda
previas a la adopción según los tiempos necesarios de cada chico/a; y acompañarlos
de forma gradual hacia una conexión afectiva tratando de comprender sus
necesidades emocionales.

La adopción involucra la construcción gradual del vínculo entre los aspirantes y el niño.
Por eso mismo, tanto la maternidad como la paternidad se ejercen de manera
permanente, lo que trae consigo un conjunto de responsabilidades que se deben
cumplir. En este sentido, es indispensable disponer y ofrecer tiempo suficiente para una
adecuada atención, lo que implica modificar su vida cotidiana atendiendo a las
necesidades de los adoptados. No obstante, las responsabilidades de los adoptantes
van mucho más allá del tiempo que dispongan para cuidarlos. Los aspirantes a adoptar
deben procurar dar lugar a momentos de reflexión y comunicación dándoles la
oportunidad de que los niños/as puedan hablar acerca de sus necesidades. Además,
tienen la responsabilidad de buscar ayuda profesional en las instituciones que guían el
proceso de adopción en caso de que los adoptantes se vean sobrepasados ante
alguna situación por conductas difíciles.
La convivencia es una construcción compleja ya que los chicos/as deben adentrarse a
un mundo nuevo que desconocen totalmente. Hay que tener en cuenta que puede
suceder que en el primer encuentro el niño/a no se comunique, no mire a los padres, o
no los salude. La adopción es un proceso que requiere de mucha paciencia por parte
de la familia adoptiva.

Otra idea equivocada que se suele encontrar implícita en los discursos en torno a la
adopción, donde adoptar es un acto de solidaridad, que está ayudando a un niño o
adolescente a que viva en mejores condiciones. Por lo tanto el mismo debe estar
agradecido con la familia que lo adoptó. Sin embargo, adoptar es mucho más que un
acto solidario, implica un gran deseo y la responsabilidad de ejercer la
maternidad/paternidad. Se trata de formar una familia conjuntamente, lo cual lleva
mucho tiempo de contacto y de conocimiento que no es el mismo para todas las
familias adoptivas. Como dice Itatí M. Canido (2019), el sentimiento de amor no tiene
que dejar de lado la necesidad de búsqueda de información y conocimientos que
permita avanzar en la reflexión respecto todo lo que implica el proceso de adopción.

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También suele ocurrir que muchos de los aspirantes al anotarse en el registro, lo hacen
con la idea de que para adoptar hay que tener un sueldo muy elevado. Por el contrario,
la ley 24.779 de Adopción no establece un monto de ingreso mínimo necesario para
adoptar, ni tampoco establece que el adoptante deba tener una propiedad grande
como requisito para poder aplicar como aspirante. Sin embargo, el postulante sí debe
demostrar que cuenta con un ingreso suficiente para hacerse cargo de los gastos de la
crianza, así como también debe tener un espacio acorde a las necesidades de la
niña/o y adolescente (DNRUA, 2017).
Para agregar, otra creencia falsa que circula con frecuencia en la sociedad sobre los
niños y adolescentes que se encuentran en el sistema de adopción es que todos los
niños/as que se encuentran en él están allí por causas de pobreza. No obstante, la
realidad es que una gran mayoría de niños se encuentran en el sistema de adopción
debido a que sus derechos se han visto vulnerados.
Por último, uno de los mitos más instalados en la sociedad argentina es el hecho de que
nunca llaman a los postulantes para que puedan adoptar. Muchas veces la gente cree
que el sistema de adopción no funciona correctamente porque los postulantes no
reciben ninguna llamada. No obstante, la gran mayoría de las veces esto se debe a que
la edad de los chicos que se encuentran en las instituciones o en los hogares de tránsito
no coincide con el rango de edad de aquellos postulantes inscriptos para adoptar. Gran
parte de los aspirantes que se encuentran anotados en el Registro Único de Aspirantes
a Guarda con Fines Adoptivos (DNRUA) esperan adoptar a un niño/a de hasta 5 años
de edad, pero la realidad es que solo porcentaje muy pequeño de aspirantes están
dispuestos a adoptar a adolescentes.

Principal problemática del sistema de adopción argentino: el rango


etario.

En base a datos estadísticos proporcionados por el DNRUA desde el año 2018 hasta la
actualidad, es posible realizar una comparación que demuestra cómo esta
problemática persiste en el tiempo. En esta línea, es necesario aclarar que las personas
adoptantes pueden seleccionar varias categorías etarias. Para mayor facilidad de
comprensión, han sido seleccionadas determinadas edades que sirvan de orientación,
ellas son: 1 año, 4 años, 8 años y 12 años.

Mayo 2018: sobre un registro de 5.465 registros vigentes, 4.816 manifestaron voluntad de
adoptar niñas o niños de 1 año. En cambio, cuando se realiza una búsqueda para niñas
o niños de 4 años surgen 3.880 legajos. Respecto de la adopción de niñas o niños de 8
años de edad, 820 postulantes cuentan con disponibilidad y tan solo 44 expresaron la
voluntad de adoptar niñas o niños de 12 años de edad.

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Gráfico 3: Disponibilidad adoptiva según la edad, 2018

Fuente: Elaboración propia a partir de los datos obtenidos de la base de datos


DNRUA.

Febrero 2019: De un total de 4.580 legajos vigentes, 4.097 (89%) manifiestan voluntad de
adoptar niñas o niños de 1 año de edad. En cambio, cuando la búsqueda se extiende
hasta niñas o niños de 4 años de edad, surgen 3.409 legajos (74%). Respecto de la
adopción de niñas o niños de 8 años de edad, 763 postulantes (17%) cuentan con
disponibilidad y tan solo 42 (1%) expresaron la voluntad de adoptar niñas o niños de 12
años de edad.

Gráfico 4: Disponibilidad adoptiva según edad, 2019

Fuente: Elaboración propia a partir de los datos obtenidos de la base de datos


DNRUA.

Diciembre 2020: De un total de 3.133 legajos vigentes, 2.730 (87,2%) manifiestan la


voluntad de adoptar niños o niñas de 1 año de edad. Cuanto observamos aquellas
familias dispuestas a adoptar niños o niñas de 4 años de edad, el número se reduce a
2.394 legajos (76,4%). Esta tendencia continúa cuando nos focalizamos en los 8 años de
edad, 641 legajos disponibles (20,5%) y lo más se agrava cuando observamos los 12 años
de edad, solo 33 legajos (1,0%).

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Gráfico 5: Disponibilidad adoptiva según la edad, 2020

Fuente: Elaboración propia a partir de los datos obtenidos de la base de datos


DNRUA.

Noviembre 2021: De un total de 2.804 legajos vigentes, 2.452 (87,5%) manifiestan


voluntad de adoptar niñas o niños de 1 año de edad. Cuando la búsqueda se extiende
a niñas o niños de 4 años de edad, surgen 2.166 legajos (77,25%). Respecto de la
adopción de niñas o niños de 8 años de edad, 515 postulantes (18,4%) cuentan con
disponibilidad y tan solo 34 (1,2%) expresaron la voluntad de adoptar niñas o niños de
12 años de edad.

Gráfico 6: Disponibilidad adoptiva según la edad, 2021

Fuente: Elaboración propia a partir de los datos obtenidos de la base de datos


DNRUA.

Como atestiguan los gráficos expuestos, la persistencia en la preferencia hacia menores


de un año restringe gravemente año tras año las posibilidades de niños mayores de ser
adoptados. Adriana Donato (2019) explica que desde el DNRUA se brindan charlas
informativas a aquellos que comienzan a transitar el camino de la adopción con el

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objetivo de instarlos a que amplíen la disponibilidad de adopción visibilizando que se
pueden formar familias felices tanto con niños como con adolescentes adoptados.

Comparación con el sistema de adopción en Chile


La principal diferencia con el país limítrofe se encuentra en las distintas vías jurídicas que
tienen los países para defender la identidad del adoptado. Este derecho es común para
ambos países firmantes de la Convención de sobre los derechos del niño en donde se
afirma que “Los Estados parte se comprometen a respetar el derecho del niño a
preservar su identidad, incluidos la nacionalidad, el nombre y las relaciones familiares
de conformidad con la ley sin injerencias ilícitas” (Congreso de la Nación, 1990).

Aunque la pregunta radica especialmente en la cuestión de la manera en la que los


Estados pueden defender el derecho de identidad de los niños y adolescentes. En
Argentina se busca garantizar en el Código Civil y Comercial en donde los adoptantes
se comprometen a informar al adoptado sus orígenes

El adoptado con edad y grado de madurez suficiente tiene derecho a conocer


los datos relativos a su origen y puede acceder, cuando lo requiera, al
expediente judicial y administrativo en el que se tramitó su adopción y a otra
información que conste en registros judiciales o administrativos. (Código Civil y
Comercial, 2014)
Además, el artículo citado reconoce que los registros contengan la mayor cantidad de
información posible, en orden de poder dar a conocer al adoptado la mayor cantidad
datos sobre sus orígenes especialmente en cuestiones de suma relevancia, como por
ejemplo la existencia de una enfermedad preexistente en la familia biológica.

La principal diferencia con el caso chileno es que los organismos públicos que reúnen la
información no tienen el deber u obligación de hacerlo. En este país, tienen la
posibilidad de informar al adoptado sobre su expediente cuando éste lo pida y tenga
el grado de madurez necesario para requerirlo. En este sentido, ante la ausencia de
obligación, se busca defender la garantía interponiendo la prioridad de la familia
biológica a la familia adoptante. Como resultado, en Chile se permite la búsqueda de
un familiar de hasta tercer grado de parentesco con el NNA. Este factor conlleva un
costo, una demora en la consideración de que el niño o adolescente es susceptible de
adopción. Esto se debe a la tardanza de encontrar a los familiares y a la posibilidad que
los familiares tienen en intervenir en el proceso de adopción cuando este ya se
encuentra en desarrollo con una familia sin parentesco biológico.
Por esta razón, se considera de mayor eficacia la reglamentación argentina, en donde
detalla límites a la declaración de adoptabilidad por parte del juez, siempre
dependiendo del caso en particular. Si los padres han fallecido, corresponden 30 días;
si los padres entregan de manera voluntaria al niño ya se por motivos que creen que no
se pueden hacer hasta 45 días después del nacimiento; y un marco de 180 días en el
caso de que el Estado haya intervenido para que el niño pueda volver con su familia de
origen, pero no fue positivo para el interés mayor del NNA.

En el caso de Chile, la ley no contiene una regulación de dimensión temporal para que
el juez considere susceptible de adopción al NNA pero según un informe a la Cámara
de Diputados de Chile en 2014 “una regla general, que ha sido señalada, es que por
cada tres meses que un niño de corta edad reside en una institución, pierden un mes
de desarrollo” (Cámara de diputados, 2014, pág.171). Por estos motivos es que se busca
que la estadía del menor en las instituciones del SENAME sea lo menor posible.

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Como resultado, el SENAME se encarga de calcular el tiempo promedio que tardan el
NNA a ser considerados susceptibles de adopción hasta que es “enlazado” con la
familia adoptante. En 2017 el promedio fue de 5,1 meses demostrando una baja con
2015 que tenía como promedio 7,8 meses (Muñoz Tapia, 2016). Este cálculo es de
primera importancia debido a la similitud que se da en ambos países de la preferencia
de las familias adoptantes a adoptar niños menores de dos años. Como consecuencia
de la demora en considerar a los niños susceptibles de adopción, estos superan los dos
años cuando se les da la posibilidad, y esto dificulta la obtención de adoptantes
dispuestos a recibirlos vulnerando su derecho a tener una familia.

Por último, otra diferencia que se encuentra en las legislaciones de ambos Estados es
sobre el valor que otorgan al consentimiento de los niños. En Chile los jueces tienen
obligación de oír al niño, pero no de cumplir con la intención del niño mayor de 14 años,
teniendo como objetivo el interés general del menor. Mientras que, en Argentina, el
artículo 595 del Código Civil y Comercial, inciso “f”, establece que es obligatorio el
consentimiento del niño una vez que este ha superado los 10 años.

El sistema de adopción durante la pandemia


Es un hecho que el COVID-19 modificó profundamente la manera de relacionarse entre
las personas: muchos de ellos pasaron a trabajar desde sus hogares, los estudiantes
tuvieron clases virtuales o en una modalidad mixta, pero ¿Qué ocurrió con el sistema de
adopción en Argentina ante este nueva coyuntura? En este contexto de emergencia
sanitaria se tomaron diversas medidas para realizar los reajustes necesarios que
habilitaran la continuidad de los procesos de adopción.

Una de las primeras medidas que se tomó fue establecer que los Juzgados de Familias
siguieran realizando sus tareas en conjunto con Servicios Locales y Zonales, Hogares y
miembros del Ministerio Público con el fin de que se sigan llevando a cabo las
Audiencias. Asimismo, se buscaba permanecer en contacto con los niños/as y
adolescentes que se encuentran en el sistema de adopción mediante diferentes
métodos tecnológicos. Esto se realizó por medio de llamadas, distintas plataformas
virtuales y videollamadas (Secretaría de Servicios Jurisdiccionales, 2020). A su vez, se
propició la continuidad de la selección de postulantes a guardas con fines de adopción,
dando lugar a que se realicen los encuentros y los procesos de vinculación de manera
virtual. Esto se hizo de esta forma en vistas a que, cuando sea posible, se tomen medidas
necesarias para realizar encuentros presenciales garantizando los cuidados sanitarios
necesarios para proteger a todas las personas implicadas en estos procesos.
Por ejemplo, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el equipo profesional que se
encarga de los procesos de evaluación de postulantes a Convocatorias Públicas, en
articulación con otros actores intervinientes, adoptó una modalidad mixta (Consejo de
los Derechos del Niño, Niña y Adolescentes, 2020). De tal manera, se llevaron a cabo
tanto reuniones virtuales como reuniones presenciales, tomando en consideración tanto
el contexto sanitario como la particularidad de cada situación. Además, en CABA,
debido a la pandemia de COVID-19, se vieron modificados los procesos de evaluación.
Previo al 2020 había solamente dos instancias, sin embargo, durante el año pasado, en
muchas ocasiones, se realizaron entre 3 y 5 entrevistas a los aspirantes a adoptar para
poder abarcar todas las áreas del Protocolo de evaluación.

Conclusión
En fin, es importante dar a conocer las complejidades que tiene el sistema de adopción
en Argentina. En este sentido, los períodos de vinculación entre los niños y las familias no
son fáciles, requieren de un largo proceso de construcción de un vínculo en el que los
niños y adolescentes se sientan cómodos y escuchados. A su vez, hay una realidad que

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es innegable: en Argentina la cantidad de adolescentes adoptados es mínima en
comparación con los niños de entre 0 y 5 años.

Ante estas problemáticas, es crucial que haya un acompañamiento por parte del
Estado, el cual brinde apoyo y ayuda a aquellos aspirantes a adoptar. Este
acompañamiento debe tener como objetivo trabajar de forma conjunta con niño y/o
adolescente para poder hacer frente a las dificultades que vayan surgiendo durante el
periodo de vinculación, siempre teniendo en cuenta las particularidades de cada
familia. Este periodo de vinculación posee gran importancia ya que sentará las bases
para el futuro desarrollo del adoptado en la nueva situación familiar.

Por otro lado, es importante dar a conocer los mitos que hay en torno a un tópico tan
recurrente como lo es la adopción para concientizar a la sociedad sobre las diversas
realidades en la que se encuentran los niños y/o adolescentes durante el proceso de
adopción. Así, es central poner el foco en que la adopción tiene como objetivo que los
niños y/o adolescentes tengan garantizado su derecho de crecer en una familia,
siempre teniendo en cuenta las circunstancias particulares y la opinión del niño. A su
vez, el Estado debe llevar a cabo las políticas públicas necesarias para proteger y
restituir los derechos vulnerados de los niños y adolescentes.

Para agregar, resulta interesante conocer las normas que regulan nuestro sistema. Una
vez que se concreta el proceso, las familias adoptantes llevan a cabo un conjunto de
acciones destinadas a incorporar al adoptado en el nuevo grupo de parentesco. Estas
prácticas ocupan un lugar destacado en la creación de formas de “conexión” entre los
padres y sus hijos, que se perciben y expresan de diversos modos. Muchos profesionales
y ONG´s velan por la integridad de los niños y adolescentes, interesados en que el
proceso sea lo más ameno posible y las familias adoptantes reciban la contención
necesaria ante un evento de tal magnitud.

Para finalizar, en comparación con el caso de Chile, se encuentra como principal


similitud uno de los grandes problemas: la preferencia por la adopción de niños menores
de cinco años. Por esta razón, este aspecto es considerado por la actual titular de
DNRUA, Adriana Donato, como imprescindible de cambiar. Como propuesta para el
cambio se busca modificar el paradigma en la visión de la adopción, rompiendo con
el esquema de pensamiento actual. Esto se debe a que se trata únicamente del
derecho de los adoptantes a tener hijos y se pone el segundo plano resguardar el interés
general del NNA. Por esta razón, se debe impulsar este nuevo paradigma en donde se
concibe a la adopción como medio de protección del derecho primordial de los NNA,
crecer dentro de una familia.

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FUENTES BIBLIOGRÁFICAS

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