11 Jesús en Casa de Caifás

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LAS 24 HORAS

DE LA PASIÓN DE JESÚS
Sierva de Dios Luisa Piccarreta

Quinta hora
De las 9 a las 10 de la noche
P

UNDÉCIMA HORA
De las 3 a las 4 de la mañana

Jesús en casa de Caifás


En el Nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo +

ORACIÓN
¡Oh! Señor mío Jesucristo, postrada ante tu divina
presencia, suplico a tu amorosísimo corazón que quieras
admitirme a la dolorosa meditación de las 24 horas en las
que por nuestro amor quisiste padecer, tanto en tu cuerpo
adorable como en tu alma santísima, hasta la muerte de
cruz.
¡Ah! dame tu ayuda, gracia, amor, profunda compasión y
entendimiento de tus padecimientos mientras medito ahora,
en que estás en casa de Caifás. Y por las que no puedo
meditar te ofrezco la voluntad que tengo de meditarlas, y
quiero en mi intención meditarlas durante todas las horas en
que estoy obligada a dedicarme a mis deberes, o a dormir.
Acepta, oh misericordioso Señor, mi amorosa intención, y
haz que sea de provecho para mí y para muchos, como si
en efecto hiciera santamente todo lo que deseo practicar.
Jesús en casa de Caifás

Gracias te doy, oh Jesús, por llamarme a la unión contigo por medio de


la oración, y tomando tus pensamientos, tu lengua, tu corazón y
fundiéndome toda en tu Voluntad y en tu amor, extiendo mis brazos
para abrazarte y apoyando mi cabeza sobre tu corazón empiezo:
Vamos siguiendo el camino de salvación de Jesús, lleno de ultrajes, humillaciones,
y violencia, para poder tomar su temperamento, su forma de obrar, sus
reparaciones, su Amor, y así corresponderle al encontrarse a todo sí mismo en
nosotros, y repetir su Vida.
(exterior de Luisa)
Afligido y abandonado bien mío, mientras mi débil naturaleza duerme
en tu dolorido corazón, mi sueño frecuentemente es interrumpido por
las opresiones de amor y de dolor de tu corazón divino, y entre la vigilia
y el sueño oigo los golpes que te dan, y me despierto y digo: «Pobre de
mi Jesús, abandonado por todos, no hay quién te defienda». (Jesús
comparte su sufrimiento a Luisa, la despierta, y luego vuelve a dormir.
(reparaciones de Luisa y exterior de Jesús)
Pero desde dentro de tu corazón yo te ofrezco mi vida para servirte
de apoyo en el momento en que te hacen tropezar y me adormezco
de nuevo, pero otra opresión de amor de tu corazón divino me
despierta, y siento ensordecer por los insultos que te dicen, por las
voces, por los gritos, por el correr de la gente. Amor mío, ¿cómo es
que todos están contra Ti? ¿Qué has hecho que como tantos lobos
feroces te quieren despedazar? Las reparaciones de Luisa son desde el
interior del corazón de Jesús, pues la única Vida que conforta a Jesús es su propia
vida, ofrecida desde la criatura que la ha tomado como suya, al darse el
intercambio de vida que Él desea.
Siento que la sangre se me hiela al oír los preparativos de tus
enemigos; yo tiemblo y estoy triste pensando cómo haré para
defenderte. (es la intención, el deseo de Luisa) Pero mi afligido Jesús
teniéndome en su corazón me estrecha más fuerte y me dice:
(interior de Jesús)
«Hija mía, no he hecho nada de mal y he hecho todo, oh, mi delito es
el amor, que contiene todos los sacrificios, el amor de costo
inmensurable. Estamos aún al principio; tú estate en mi corazón,
observa todo, ámame, calla y aprende;
(Jesús le enseña cómo quiere ser reparado, respondiendo a la intención de Luisa)
haz que tu sangre helada corra en mis venas para dar alivio a mi
sangre que es toda llamas; (para dar alivio a Jesús)
haz que tu temblor corra en mis miembros a fin de que fundida en Mí
puedas afirmarte y calentarte para sentir parte de mis penas, y al
mismo tiempo adquirir fuerza al verme sufrir tanto; (efecto que la
reparación tiene en Luisa) esta será la más bella defensa que me harás; sé
fiel y atenta».
(Exterior de Jesús)
Dulce amor mío, es tal y tanto el estrépito de tus enemigos que no me
dejan dormir más; los golpes se hacen más violentos, oigo el rumor de
las cadenas con que te han atado tan fuertemente, que hacen salir
sangre por las muñecas, con la cual Tú marcas aquellos caminos.
(Reparación de Luisa)
Recuerda que mi sangre está en la tuya, y conforme Tú la derramas,
la mía te la besa, la adora y repara.
Tu sangre sea luz a todos aquellos que de noche te ofenden e imán
para atraer a todos los corazones en torno a Ti. Amor mío y todo mío,
mientras te arrastran y el aire parece que ensordece por los gritos y
silbidos, ya llegas ante Caifás,
(temperamento de Jesús)
Tú te muestras todo manso, modesto, humilde, tu dulzura y paciencia
es tanta que hace aterrorizar a los mismos enemigos, y Caifás todo
furor, quisiera devorarte. ¡Ah, cómo se distingue bien la inocencia y el
pecado!
(exterior de Jesús)
Amor mío, Tú estás ante Caifás como el más culpable, en acto de ser
condenado. Caifás pregunta a los testigos cuáles son tus delitos. ¡Ah,
hubiera hecho mejor preguntando cuál es tu amor! Y quién te acusa
de una cosa y quién de otra, diciendo disparates y contradiciéndose
entre ellos; y mientras te acusan, los soldados que están a tu lado te
jalan de los cabellos, descargan sobre tu rostro santísimo horribles
bofetadas que resuenan en toda la sala, te tuercen los labios, te
golpean, y Tú callas, sufres, y si los miras, la luz de tus ojos desciende
en sus corazones, y no pudiendo soportarla se alejan de ti, pero otros
llegan para darte más tormentos.
Las negaciones de Pedro

(exterior de Jesús y obrar de la Divinidad)


Pero entre tantas acusaciones y ultrajes veo que pones atentos tus
oídos, tu corazón late fuerte como si fuera a estallar por el dolor.
Dime, afligido bien mío, ¿qué sucede ahora? Porque veo que todo eso
que te están haciendo tus enemigos, es tan grande tu amor que con
ansia lo esperas y lo ofreces por nuestra salvación; y tu corazón con
toda calma repara las calumnias, los odios, los falsos testimonios, y
el mal que se hace a los inocentes con premeditación, y reparas por
aquellos que te ofenden por instigación de sus jefes, y por las ofensas
de los eclesiásticos;
(Reparaciones de Luisa, exterior de Jesús)
y mientras unida contigo sigo tus mismas reparaciones, siento en Ti
un cambio, un nuevo dolor no sentido hasta ahora. Dime, dime qué
pasa. Hazme partícipe de todo, oh Jesús.
«¡Ah! hija, ¿quieres saberlo? Oigo la voz de Pedro que dice no
conocerme y ha jurado, ha jurado en falso, y por tercera vez, que no
me conoce. ¡Ah! Pedro, ¿cómo? ¿No me conoces? ¿No recuerdas con
cuántos bienes te he colmado?
¡Oh, si los demás me hacen morir de penas, tú me haces morir de
dolor! ¡Ah, cuánto mal has hecho al seguirme desde lejos,
exponiéndote a la ocasión!»
(reparaciones de Luisa)
Negado bien mío, cómo se conocen inmediatamente las ofensas de tus
más amados. Oh Jesús, quiero hacer correr mi latido en el tuyo para
endulzar el dolor atroz que sufres, y mi latido en el tuyo te jura
fidelidad y amor y repito mil y mil veces que te conozco;
(exterior de Jesús y obrar de la Divinidad))
pero tu corazón no se calma todavía y tratas de mirar a Pedro. A tus
miradas amorosas, llenas de lágrimas por su negación, Pedro se
enternece, llora y se retira de allí; y Tú, habiéndolo puesto a salvo te
calmas y reparas las ofensas de los Papas y de los jefes de la Iglesia, y
especialmente por aquellos que se exponen a las ocasiones. Pero tus
enemigos continúan acusándote, y viendo Caifás que nada respondes
a sus acusaciones te dice:
«Te conjuro por el Dios vivo, dime, ¿eres Tú verdaderamente el Hijo
de Dios?» (Mt 26, 63)
Y Tú amor mío, teniendo siempre en tus labios palabras de verdad,
con una actitud de majestad suprema y con voz sonora y suave, tanto
que todos quedan asombrados, y los mismos demonios se hunden en
el abismo, respondes:
«Tú lo dices, ¡sí!, ¡Yo soy el verdadero Hijo de Dios, y un día
descenderé sobre las nubes del cielo para juzgar a todas las
naciones!» (Mt 26, 64)
Ante tus palabras creadoras todos hacen silencio, se sienten
estremecer y espantados, pero Caifás después de pocos instantes de
espanto, reaccionando y todo furibundo, más que bestia feroz, dice a
todos:
«¿Qué necesidad tenemos ya de testigos? ¡Ya ha dicho una gran
blasfemia! ¿Qué más esperamos para condenarlo? ¡Ya es reo de
muerte!» (Mt 26, 65-66)
Y para dar más fuerza a sus palabras se rasga las vestiduras con tanta
rabia y furor, que todos, como si fuesen uno solo, se lanzan contra Ti,
bien mío, y quién te da puñetazos en la cabeza, quién te tira por los
cabellos, quién te da bofetadas, quién te escupe en la cara, quién te
pisotea con los pies.
Son tales y tantos los tormentos que te dan, que la tierra tiembla y los
Cielos quedan sacudidos.
(reparaciones de Luisa e interior de Jesús)
Amor mío y vida mía, conforme te atormentan, mi pobre corazón
queda lacerado por el dolor. Ah, permíteme que salga de tu dolorido
corazón, y que yo en tu lugar afronte todos esos ultrajes. Ah, si me
fuera posible quisiera arrebatarte de las manos de tus enemigos, pero
Tú no lo quieres, porque lo exige la salvación de todos, y yo me veo
obligada a resignarme.
(Jesús para salvar a todos los hombres debe reparar, sufriendo, todos los pecados,
solo Él por ser hombre y Dios puede llevar a cabo la salvación)
Pero, dulce amor mío, déjame que te limpie, que te arregle los
cabellos, que te quite los salivazos, que te limpie y te seque la sangre,
para encerrarme en tu corazón, porque veo que Caifás, cansado,
quiere retirarse, entregándote en manos de los soldados. Por eso te
bendigo, y Tú bendíceme, y dándonos el beso del amor me encierro
en el horno de tu corazón divino para conciliar el sueño, poniendo mi
boca sobre tu corazón, a fin de que conforme respire te bese, y según
la diversidad de tus latidos más o menos sufrientes, pueda advertir si
Tú sufres o reposas. Y así, protegiéndote con mis brazos para tenerte
defendido, te abrazo, me estrecho fuerte a tu corazón y me duermo.

+++

Reflexiones de la Undécima Hora (3 AM)


10-7
Diciembre 22, 1910
Para poder obrar cosas grandes para Dios, es necesario destruir la estima propia,
el respeto humano y la propia naturaleza.
Continuando mi habitual estado, veía ante mi mente a varios sacerdotes, y el
bendito Jesús decía:
“Para ser hábil en obrar cosas grandes para Dios, es necesario destruir la estima
propia, el respeto humano y la propia naturaleza, para revivir de la Vida Divina y
preocuparse sólo de la estima de Nuestro Señor y de lo que corresponde al honor
y gloria suya, es necesario triturar, pulverizar lo que concierne a lo humano para
poder vivir de Dios; y he aquí que, no ustedes, sino Dios en ustedes hablará,
obrará, y las almas y las obras a ustedes confiadas tendrán espléndidos efectos, y
tendrán los frutos deseados por ustedes y por Mí, como la obra de las reuniones
de los sacerdotes que te dije antes, y uno de estos podría ser hábil para promover
y también efectuar esta obra, pero un poco de estima propia, de vano temor, de
respeto humano lo vuelve inhábil, y la gracia cuando encuentra al alma
circundada por estas bajezas, vuela y no se detiene y el sacerdote queda hombre
y obra como hombre, y tiene en su obrar los efectos que puede tener un hombre,
no ya los efectos que puede tener un sacerdote animado por el Espíritu de
Jesucristo”.
+++
10-15
Enero 28, 1911
El amor fuerza a Dios a romper los velos de la fe.
La Iglesia está agonizante, pero no morirá.
…“Hija mía, la Iglesia en estos tiempos está agonizante, pero no morirá, más bien
resurgirá más bella.
Los sacerdotes buenos luchan por llevar una vida más desapegada, más
sacrificada, más pura; los malos sacerdotes luchan por una vida más interesada,
más cómoda, más sensual, toda terrena. Yo hablo a los primeros, pero no a los
segundos, hablo a los primeros, o sea a los pocos buenos, aunque sea uno solo
por ciudad o país, a éstos hablo y mando, ruego, suplico que hagan estas casas de
reunión, salvándome a los sacerdotes que vendrán a estos asilos, volviéndolos
libres del todo de cualquier vínculo de familia, y por estos pocos buenos se
recuperará mi Iglesia de su agonía, éstos son mi apoyo, mis columnas, la
continuación de la vida de la Iglesia. Yo no hablo a los segundos, a todos aquellos
que no quieren desvincularse de los vínculos de la familia, porque si hablo
ciertamente no soy escuchado, es más, al sólo pensar en romper cualquier vínculo
quedan indignados, ¡ah! desgraciadamente están habituados a beber la taza del
interés y otras más, que mientras es dulzura a la carne, es veneno para el alma,
estos tales terminarán por beber la cloaca del mundo. Yo quiero salvarlos a
cualquier costo, pero no soy escuchado, por eso hablo, pero para ellos es como
si no hablase”.
+++

Enseñanzas de Jesús
• Mi delito es el amor, que contiene todos los sacrificios, el amor de costo
inmensurable.
• La luz de los ojos de Jesús desciende en los corazones de quienes le
ultrajan, y no pudiendo soportarla se alejan de ti,
• Es tan grande su amor que, lo quele están haciendo sus enemigos, lo
espera con ansia y lo ofrece por nuestra salvación;
• Al oír la voz de Pedro que ha jurado en falso que no le conoce, causa
un dolor nuevo a Jesús.
• Si los demás le hacen morir de penas, tú me haces morir de dolor
• Pedro ha hecho mal al seguirle desde lejos, exponiéndose a la ocasión
de negarle.
• Yo soy el verdadero Hijo de Dios, y un día descenderé sobre las nubes
del cielo para juzgar a todas las naciones.
• Habla a los sacerdotes:
- Para ser hábil en obrar cosas grandes para Dios, es necesario
destruir la estima propia, el respeto humano y la propia
naturaleza
- para revivir de la Vida Divina y preocuparse sólo de la estima de
Nuestro Señor y de lo que corresponde al honor y gloria suya,
es necesario triturar, pulverizar lo que concierne a lo humano
para poder vivir de Dios
- Dios en ustedes hablará, obrará, y las almas y las obras a
ustedes confiadas tendrán espléndidos efectos, y tendrán los
frutos deseados por ustedes y por Mí,
- un poco de estima propia, de vano temor, de respeto humano lo
vuelve inhábil, y la gracia cuando encuentra al alma circundada
por estas bajezas, vuela y no se detiene y el sacerdote queda
hombre y obra como hombre, y tiene en su obrar los efectos que
puede tener un hombre, no ya los efectos que puede tener un
sacerdote animado por el Espíritu de Jesucristo”.
- hablo a los pocos buenos, y mando, ruego, suplico que hagan
estas casas de reunión, salvándome a los sacerdotes que
vendrán a estos asilos, volviéndolos libres del todo de cualquier
vínculo de familia, y por estos pocos buenos se recuperará mi
Iglesia de su agonía, éstos son mi apoyo, mis columnas, la
continuación de la vida de la Iglesia.

• Temperamento de Jesús, son sus atributos en el mar de su amor.


- mansedumbre
- modestia
- humildad
- dulzura
- paciencia
- Inocencia
- calma
- siempre palabras de verdad,
- actitud de majestad suprema
- voz sonora y suave
- palabras creadoras

• Lección de Jesús
- Estate en mi corazón, observa todo, ámame, calla y aprende;
- Haz que tu sangre helada corra en mis venas para dar alivio a mi
sangre que es toda llamas;
- haz que tu temblor corra en mis miembros a fin de que puedas
afirmarte y calentarte para sentir parte de mis penas, y al mismo
tiempo adquirir fuerza al verme sufrir tanto; esta será la más bella
defensa que me harás;
• reparaciones.
Qué repara. Intención
- La salvación de todos
- Las calumnias, los odios, los falsos testimonios,
- El mal que se hace a los inocentes con premeditación,
- Por aquellos que le ofenden por instigación de sus jefes,
- Las ofensas de los eclesiásticos;
- Las ofensas de los Papas y de los jefes de la Iglesia, y
especialmente por aquellos que se exponen a las ocasiones.

Cómo repara.
- Dolorido corazón, opresiones de amor y de dolor
- Golpes, abandonado por todos,
- Atado con cadenas
- calla, sufre
- acusaciones y ultrajes

• Reparaciones a Jesús de Luisa


- Desde dentro del corazón de Jesús, le ofrece su vida como apoyo
- Deseando repararle.
- Pone su sangre en la de Jesús, y la besa, adora y repara al
derramarla.
- Su sangre sea luz a todos aquellos que de noche le ofenden
- imán para atraer a todos los corazones en torno a Jesús.
- Quiere afrontar los ultrajes y sufrimientos.
- Le bendice, defiende, abraza, y se estrecha a su corazón.
- Sigue las mismas reparaciones de Jesús
- Hace latir su corazón en el de Jesús
- jura fidelidad y amor y confiesa que le conoce
- miradas amorosas, llenas de lágrimas
- le limpia, arregla los cabellos, quita los salivazos, limpia y seca la
sangre, para encerrarse en su corazón,

• Práctica
- Puedo ponerme en situación de riesgo, si voy a un viaje o de
vacaciones organizadas, incluso con amigos, sin cerciorarme de
todos los pormenores, pues puede que incluyan actividades que
sean una ofensa para Jesús, y con ello me pongo en riesgo de
pecar. Nos unirnos con Jesús haciendo nuestras, sus reparaciones,
sus miradas amorosas, sus lágrimas, sus sufrimientos y con sus
mismas intenciones, desde el corazón de Jesús, pedimos la
salvación de todos, los que promueven y participan en este tipo de
actividades y junto con todos sus actos, pedimos para todos el
Reino.
Ofrecimiento Después de Cada Hora

Amable Jesús mío, Tú me has llamado en esta hora de tu Pasión para


hacerte compañía, y yo he venido. Me parecía oírte angustiado y doliente
que oras, reparas y sufres, y con las palabras más conmovedoras y
elocuentes suplicas la salvación de las almas. He tratado de seguirte en
todo; ahora, debiéndote dejar por mis acostumbradas ocupaciones, siento
el deber de decirte “gracias” y un “te bendigo”.
Sí, oh Jesús, gracias te repito mil y mil
veces y te bendigo por todo lo que has
hecho y padecido por mí y por todos;
gracias y te bendigo por cada gota de
sangre que has derramado, por cada
respiro, por cada latido, por cada paso,
palabra, mirada, amargura, ofensa que
has soportado.
En todo, oh mi Jesús, quiero ponerte un
“gracias” y un “te bendigo.”
Ah mi Jesús, haz que todo mi ser te
envíe un flujo continuo de
agradecimientos y bendiciones, de
manera que atraiga sobre mí y sobre
todos, el flujo de tus gracias y
bendiciones.
Ah Jesús, estréchame a tu corazón y con tus santísimas manos márcame
todas las partículas de mi ser con tu “te bendigo”, para hacer que no pueda
salir de mí otra cosa que un himno continuo de agradecimiento hacia Ti
Nuestros latidos se tocarán continuamente, de manera que me darás vida,
amor, y una estrecha e inseparable unión contigo.
Ah, te ruego mi dulce Jesús, que, si ves que alguna vez estoy por dejarte,
tu latido se acelere más fuerte en el mío, tus manos me estrechen más
fuerte a tu corazón, tus ojos me miren y me lancen saetas de fuego, a fin
de que sintiéndote, rápidamente me deje atraer a la unión contigo.
Ah mi Jesús, mantente en guardia para que no me aleje de Ti, y te suplico
que estés siempre junto a mí y que me des tus santísimas manos para
hacer junto conmigo lo que me conviene hacer. Mi Jesús, ah, dame el beso
del divino amor, abrázame y bendíceme; yo te beso en tu dulcísimo
corazón y me quedo en Ti.

FIAT
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