Kate Danon - Una Magica Vision
Kate Danon - Una Magica Vision
Kate Danon - Una Magica Vision
1854, California
En una tierra donde las mujeres escasean, los hombres del rancho de
Curtis Loan han solicitado esposas para convertir Loan's Valley en un
pueblo próspero y con futuro. Shannon Blythe es una de las mujeres
que acepta la solicitud y viaja desde Independence en la caravana que
la llevará a su nueva vida, donde espera encontrar un marido que la
acepte tal y como es. Y es que Shannon es una mujer diferente, posee
un don singular: es capaz de tener visiones y predecir el futuro, algo
que nunca ha sido bien visto por aquellos que la han conocido,
incluido su severo padre que la abandonó cuando era una niña.
Para Inma y Alicia, que llevaban pidiéndome esta novela mucho, mucho
tiempo. Espero de corazón que os guste...
Y para mis compañeras, mis chicas «de la Rosa», porque ellas vieron
nacer la idea. En especial, para Ana y para Laura, que tuvieron la amabilidad
de prestarme sus ojos críticos a la hora de revisar el manuscrito y me dieron
ánimo y consejo para seguir adelante.
KATE DANON 4
Una mágica visión
Introducción
Por Olivia Ardey
PRÓLOGO
Su padre.
Shannon no pudo contener el llanto ante la expectativa de un
nuevo enfrentamiento con su progenitor. Ya se lo había advertido
muchas veces, pero ella no podía evitarlo. Las imágenes llegaban hasta
su cabeza de algún modo, sin que lo pidiera. ¿Cómo no iba a decirle al
señor Wood que su esposa se veía a escondidas con el carnicero? En su
infantil opinión, el hombre tenía derecho a saberlo. ¿Y cómo iba a
callarse el hecho de que había sido Charles McKenzie el que había
robado el collar de la mujer del alcalde? Y, sobre todo, ¿cómo no iba a
decirle a su padre que Melania, su querida esposa, los echaba
muchísimo de menos a los dos?
Shannon suspiró. Ella también la extrañaba mucho. Y por eso no
podía hacer lo que le pedían: no podía cerrarse a esas visiones e
ignorarlas. Si lo hacía, nunca más vería a su ángel, a su madre, que ya
estaba en el cielo.
Sentada en el suelo delante de la escuela, temblando como un
gorrión bajo una tormenta inminente, se abrazó las rodillas esperando
la llegada de su padre. El hombre que nunca la llamaba por su nombre;
el hombre que hubiera preferido que las fiebres se la llevaran a ella en
lugar de a su madre. Un sollozo ahogado pugnó por salir de su
apretada garganta. Sabía que la obligaría a dejar de soñar y le
prohibiría hablar más de sus visiones. Y si no podía tener a Melania
cerca para que le susurrara sus dulces palabras de amor… ¿quién más
iba a quererla?
KATE DANON 10
Una mágica visión
Capítulo 1
pudo soportarlo.
Ella se limitó a arquear una ceja, como si no supiera de qué
estaba hablando. Era curioso ver esos gestos de adulto en un rostro
infantil que, en teoría, debería ser más inocente. Su tez morena y su
largo pelo negro evidenciaban su origen miwok. La tenían vestida con
un camisón que no era suyo y el contraste de la prenda con los rasgos
de su raza era desconcertante.
—¿Tienes hambre? —le preguntó, sabiendo de antemano cual
sería la respuesta.
La niña negó con la cabeza sin alterar su expresión. Aquello no
dejaba de sorprender a Tom: nunca tenía hambre, apenas bebía y pocas
veces la había visto dormir. Se limitaba a permanecer sentada con las
piernas cruzadas en el regazo y los ojos cerrados. Eso era todo.
—¿Cuántos años tienes?
La pequeña abrió las manos y le mostró cuatro dedos en cada
una.
—Ocho —concluyó Tom—. Pareces mayor, tus ojos son viejos.
—Tus ojos tienen miedo —contestó ella, bajando los brazos.
—¿Quién te enseñó mi idioma?
—Omusa1 , mi padrino.
El hombre sentía mucha curiosidad. Tenía órdenes estrictas de no
entablar conversación con la pequeña, pero aquellas pupilas violetas y
aquel aire misterioso podían con su fuerza de voluntad.
—¿Crees que él te rescatará?
La niña cerró los ojos y suspiró como si estuviera muy cansada.
—No. Él cree que he muerto. Le habéis engañado.
—¿Cómo sabes eso?
—Yo soy el Hii2 para mi pueblo. Ellos me buscan, mi madre me
busca. Pero han perdido la esperanza, no vendrán.
Tom se pasó las manos por la cara, apesadumbrado.
—Si sabes que no van a rescatarte, ¿por qué no nos dices lo que
queremos saber? —no entendía qué le pasaba; sentía la necesidad de
KATE DANON 15
Una mágica visión
el pañuelo en su bolsillo.
Darren le mostró una sonrisa torcida y cruzó los brazos sobre el
pecho.
—Estoy impaciente —susurró, con aquella voz enronquecida que
conseguía ponerle los pelos de punta.
—Ejem… Las mujeres… Creo, ejem… creo que llegan mañana.
—¿Crees?
—No… Sí, lo sé. Llegan mañana. Les estamos preparando un
gran recibimiento. Hemos supuesto que te gustaría saberlo. Loan
quiere que todos estemos allí.
Charlie volvió a sacar el pañuelo. Caramba, qué calor tenía. Las
gotas de sudor le resbalaban desde las sienes y se perdían en su
enmarañada y sucia barba. Darren le observó algo asqueado y arrugó
la nariz cuando la brisa le trajo el apestoso olor de aquel hombre.
—Supongo que te bañarás…
—¿Cómo has dicho? —preguntó Smith, sin comprender a qué
venía la pregunta.
—Apestas, amigo. Ninguna mujer querrá acercarse a ti si no
pasas antes por el salón de Betty y le pides uno de sus baños.
Charlie frunció el ceño por el comentario. Odiaba esos baños de
espuma porque, además, Betty se empeñaba después en rociarlo con
un afeminado perfume que detestaba.
Darren sabía lo que le preocupaba; creía que por lavarse un poco
y frotarse con jabón perdería parte de su hombría. Estúpido cabeza
hueca.
—Bien, ya veré. Tú solo preocúpate por estar en la plaza a la
hora. Llegarán al mediodía.
Darren le regaló otra de sus siniestras sonrisas y se despidió de él
con un gesto de cabeza. Se giró y entró en la casa, pegándole un
portazo en las narices al sudoroso Smith.
—Pobre mujer —bufó, mirando la puerta cerrada—.
Compadezco a la desafortunada que tenga que emparejarse con él.
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Una mágica visión
Capítulo 2
entre sus ropas, y caminó hasta la puerta. Antes de salir, miró a Tom
con los ojos rebosantes de odio y le advirtió:
—Limítate a hacer tu trabajo y no me obligues a tomar otra
determinación.
Dicho lo cual, salió de la cabaña.
Una vez fuera, se acercó a su otro compinche, Dean Garret, que
aguardaba junto a los caballos.
—Tenemos una misión que cumplir. Lo intentaré yo, pero si
fracaso… —apretó los dientes, recordando las últimas palabras de la
niña—, tendrás que hacerlo tú.
Garret montó en su caballo de un salto. Mostró su blanca y
perfecta sonrisa antes de contestar.
—No hay problema.
—Yo más bien creo que era porque estaba borracho como una
cuba. Me gusta la soledad.
El viejo Curtis Loan esbozó una amplia sonrisa. Le colocó una
mano en el hombro con gesto paternalista y Darren lo miró de soslayo;
nunca le había visto como un padre. Era un hombre de gran
envergadura, rudo, de manos morenas y fuertes, llenas de callos por el
trabajo duro. Sus límpidos ojos azules contrastaban con el tono tostado
de su piel y su pelo blanco, y transmitían tanta sinceridad como el
timbre de su voz grave y potente. Le admiraba, eso era cierto, pero
jamás le había visto como a un padre.
—La soledad no es buena, créeme. Yo he vivido muchos años en
esa soledad que tanto disfrutas… Llegas a cansarte de ella. Llegas a
desear haber renunciado a tus sueños de gloria y progreso a cambio de
una nueva oportunidad para hacer las cosas de otra manera. En mi
casa no hay risas infantiles, ni el olor apetecible a pan recién horneado
saliendo de la cocina, ni flores en mi jardín. Las noches son eternas a
mi edad. El sueño parece serme esquivo y la cama es enorme y fría…
—Yo no tengo sueños de gloria y progreso, Curtis —le cortó—.
Debo resolver un asunto pendiente y es mejor que esté solo. Una mujer
sería una carga demasiado pesada.
—Pero cuando la solicitaste deseabas una familia. ¿Ya no la
quieres? —preguntó, alzando una ceja.
Darren guardó silencio. Tal vez antes sí; antes de lo ocurrido a la
pequeña Huyana. Pero ya no.
—Dejémoslo, ¿quieres? —sugirió, clavándole una mirada de
advertencia.
Curtis Loan se encogió de hombros. Sabía que aquel vaquero
guardaba un trágico secreto; desde que se marchó con su amigo indio
no había vuelto a ser el mismo. Nadie le había hablado de ello pero, tal
vez por la experiencia de su edad, sabía reconocer el dolor en los ojos
de una persona. Y los ojos color cobalto de aquel vaquero, desde aquel
día, se habían vuelto muy turbulentos.
KATE DANON 31
Una mágica visión
Capítulo 3
espuelas plateadas destellaban con los rayos del sol. Su rostro, tan
atractivo que por unos momentos Jenny se olvidó de respirar, tenía un
tono moreno muy agradable. Afeitado, impecable, de mandíbula fuerte
y nariz recta, algo chata. Los ojos eran de una azul clarísimo y su
mirada le provocaba escalofríos. Tuvo que concentrarse mucho para
poder responder.
—Bueno… yo…, quería conocer a unos cuantos antes de
decidirme —tartamudeó, lamentando mostrarse tan tonta.
—¿Y te has decidido ya? —preguntó, dando un paso hacia ella.
Jenny se sintió intimidada y el estómago se le contrajo por los
nervios. Se peinó con las manos un mechón moreno y se alejó para
guardar las distancias.
—Pues, no sé… Yo…
—Vamos, déjate de excusas y dímelo.
—¿Que te diga, qué? —Jenny se sentía mareada; aquel hombre
olía muy bien…
—Di que te casarás conmigo.
Él avanzó otro paso más para recuperar el espacio perdido.
Aprovechó el estupor de la joven para colocar una mano en su cintura
y notó cómo se estremecía. Lo sabía de antemano, sería suya.
—¿Y bien?
Esta vez, el vaquero pegó su cuerpo a las temblorosas curvas
femeninas. Jenny aspiró tan fuerte que estuvo a punto de ahogarse.
—Sí… Sí. Seré tu esposa.
Cerró los ojos y elevó la cara, pidiendo un beso. Por eso no vio la
sonrisa confiada del hombre antes de concederle el capricho. Pero
sintió su poder, la abrasadora sensación de que por fin había
encontrado lo que buscaba, aquello por lo que había recorrido tantas
millas. Allí lo tenía, besándola como solo los hombres de verdad sabían
besar.
Cuando la soltó, Jenny suspiró extasiada y abrió los ojos. Él
sonreía con un encanto que le abrasaba el alma.
KATE DANON 38
Una mágica visión
Cerró los ojos y así solo consiguió que los latidos punzantes de
su sien fueran más intensos. Se colocó una mano sobre la herida,
tratando de sujetar el dolor.
—Imagina a tu marido… ¿cómo será? —se preguntó, intentando
pensar en otra cosa que no fueran aquellos insufribles pinchazos—.
Será el más feo —concluyó, tras meditarlo un poco—. Porque eres la
última en llegar y el buen género estará ya cogido. Será gordo, o muy,
muy flaco. Olerá mal… ¿Tendrá piojos? Oh, Dios mío, espero que no.
Lo que me faltaba, despiojar a un desconocido feo y flaquísimo antes
de acostarme con él.
Ese pensamiento la hizo estremecer. Acostarse con él… con quien
fuera. Se mordió el labio inferior y cerró los ojos con más fuerza para
quitarse aquella imagen tan gráfica de la cabeza.
—Vale, la cabeza te duele, te duele, te duele mucho…
pelear. Dejó que el hombre palpase sus pechos con increíble violencia
mientras le pasaba la lengua por la garganta y luego la hundía con
ferocidad en su propia boca. El beso, lejos de agradarle, la asqueó
sobremanera.
Dean se apartó y clavó sus ojos infernales en los grises de Jenny,
jadeando por la emoción.
—Y ahora, haz lo que te he dicho de una vez.
La empujó por los hombros con todas sus fuerzas para obligarla
a arrodillarse.
Allí lo tenía, delante de sus ojos.
Aquel era su marido, pensó, llorando.
norma, ella era la que se preocupaba de que todo estuviera a gusto del
cliente, de que el hombre en cuestión disfrutara y gozara como nunca;
para eso le pagaban. Sin embargo, con Darren, tenía la sensación de
que era ella la que debía abonar los costes del encuentro.
—Pues entonces, te debo una, amor. Sabes que no me gusta dejar
las cosas a medias.
—No me importa, Betty, en serio. Si hay un hombre herido debes
ayudarlo. Lo nuestro puede esperar.
Darren terminó de abrocharse la camisa ante el embeleso de
Betty, que lo contemplaba con adoración. ¡Qué hombre tan guapo! Se
moría por que la visitara más a menudo. Si estuviera en su mano, sería
su único cliente. Pero claro, si cedía a la tentación, su negocio se vería
muy afectado.
—Daisy dice que le han clavado una navaja en un hombro, pero
no ha dado más detalles —le confió.
Darren dejó que una sonrisa relajara su expresión. Cogió su
sombrero y antes de salir por la puerta le dio un beso en la mejilla.
—Un consejo, preciosa —le advirtió, intuyendo que la curiosidad
picaba a la mujer—, si no os ha dicho nada, yo no le preguntaría. A
veces es mejor no presionar a un hombre, puede tener secretos ocultos
que no quiere revelar.
Ella puso el brazo a modo de barrera en la puerta antes de que se
marchara.
—¿Es ese tu caso? —preguntó, con una inquisitiva mirada.
Darren se perdió unos instantes en la ilógica de sus ojos: uno
verde y otro azul. Su mirada franca y directa siempre le desconcertaba,
pero era distinta al resto de las chicas y por eso la prefería. No
obstante, su predilección por ella no era motivo suficiente para abrirle
su corazón.
—Por supuesto que no —susurró—, ¿qué te hace pensar eso?
Su enigmática sonrisa confirmó lo que Betty ya sospechaba hacía
algún tiempo. Aquel hombre ocultaba algo; un secreto profundo y lo
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Una mágica visión
con tu vida, por muy doloroso que resulte. Todos tendremos que
hacerlo —hizo una pausa y ahondó con sus ojos oscuros en el interior
de su amigo—. Creo que, con una mujer a tu lado, superarías mejor
este duro trance.
El vaquero negó con la cabeza, obstinado. No, desde que la niña
desapareció, no había podido pensar en otra cosa. Una mujer con él en
esos momentos solo sería un estorbo.
—Además —añadió, para zanjar el tema—, no han llegado todas.
Alguien tenía que renunciar a esa boda y a mí me ha venido muy bien.
—Sabes que respeto tus decisiones, amigo, pero creo…
—Olvídalo. Ya no tiene remedio y es lo mejor —Darren se dirigió
a la cocina y cogió una de las sartenes—. ¿Quieres que te prepare algo
para cenar?
El guerrero miwok caminó hasta la puerta y negó con la cabeza.
—He de regresar. Debo llegar al poblado cuanto antes para
informar… Sanuye estará destrozada.
El nombre de la mujer hormigueó unos segundos en el estómago
de Darren antes de volver a hablar.
—¿Cuándo saldréis de nuevo para proseguir la búsqueda?
—Dentro de dos días. Es necesario que los hombres descansen,
están derrengados —Honon contempló el horizonte a través de la
ventana, apesadumbrado—. Es nuestro Hii, Omusa. Debemos
encontrarla.
—Le pediré un permiso a Curtis para que me dispense de mis
tareas y me reuniré con vosotros antes de que partáis. Esperadme.
El miwok hizo un gesto de despedida y salió de la cabaña.
Darren se quedó mirando la puerta, con el corazón dolorido. Sus
amigos lo estaban pasando realmente mal, al igual que él. Pero ellos
conservaban la esperanza y tenían fe en hallar a la niña sana y salva.
Sin embargo, algo en su fuero interno le decía que Huyana no podía
seguir con vida. Habían pasado muchos días sin saber nada de ella.
De pronto, ya no tenía hambre. Tiró con rabia la sartén contra el
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Una mágica visión
pusilánime Tom, acabaría con ella. Lo haría con sus propias manos,
regodeándose, alimentándose de su sufrimiento.
Y no lo lamentaría nunca.
4 En idioma miwok: Oso.
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Una mágica visión
Capítulo 4
—¿Entonces?
Los tres hombres se miraron. El reverendo abrió la boca para
decir algo, pero el patrón se le adelantó.
—Ya casi hemos llegado. Calma tus nervios, chica, pronto lo
conocerás. Además, en tu estado, debes mantener la tranquilidad para
reponerte lo antes posible. No conviene que te alteres.
Shannon no quedó conforme con la explicación, pero el hombre
tenía razón. En pocos minutos conocería a su futuro marido y sabría a
qué atenerse. Aun así, no pudo guardar silencio.
—¿A quién eligió usted, señor Loan?
—¿Cómo dices? —preguntó él, refrenando el caballo para
ponerse a su altura.
—¿Quién ha sido la afortunada que se ha convertido en la señora
Loan?
El hombre dejó escapar una risa sincera. La miró, negando con la
cabeza.
—Jovencita, yo ya estuve casado, hace muchos años. Y quise a
esa mujer como no creo que pueda querer a nadie más. No sería justo,
pues, que prometiera amor a otra.
—¿Y quién ha hablado de amor? —inquirió Shannon,
sorprendida de escuchar esa palabra en labios de un rudo vaquero
como aquel—. Se trata de un matrimonio de conveniencia, como todos
los celebrados ayer… ¿o no?
En ese punto, el reverendo Harris se giró de nuevo hacia ella.
—¿Qué estás insinuando, mujer? —preguntó, con una voz
chillona que delataba lo alterado que se sentía tras sus palabras.
Shannon le miró con los ojos muy abiertos, como si dudase de la
inteligencia del religioso.
—No insinúo nada, señor. Lo afirmo. Digo que las mujeres que
llegaron aquí, procedentes de Independence, no aman a los hombres
que se han casado con ellas. Y viceversa. ¿Cómo se iban a querer, si no
se conocen? Sería estúpido pensar lo contrario.
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Una mágica visión
Capítulo 5
que la ayudará.
Después le tendió unas vendas limpias y un tarro con ungüento.
Darren parecía reacio a coger todo aquello, pero la dura e insistente
mirada del doctor le obligó a estirar la mano.
—Debes cambiarle la venda de la cabeza, limpiar la herida y
darle un poco de ungüento esta noche. El pie no hace falta que lo
toques, aunque si le duele, puedes ponerle unos paños fríos para bajar
la inflamación.
Tantas recomendaciones marearon a Darren, que sentía ya el
peso de la responsabilidad agobiando su espíritu libre. Muy bien, él
pedía una mujer para que lo acompañase y le ayudase y le tocaba la
más inútil. La que se caía por un estúpido terraplén y se abría la cabeza
con una piedra. Bonita noche de bodas iba a pasar.
—Shannon —volvió a hablar el doctor, al ver que los ojos
vidriosos de la mujer parecían desesperados—, vendré mañana por la
mañana a ver qué tal te encuentras.
Su rostro febril se relajó entonces. El hombre había sabido captar
la angustia de que la dejara en manos de semejante marido y no quiso
que sufriera esa incertidumbre durante la noche. Se sentía en la
obligación de tranquilizarla y de que comprendiera que no la
abandonaba a su suerte.
Después de sus últimas palabras, el médico se puso el sombrero
y se volvió para marcharse.
—Gracias por todo, doctor —susurró Shannon.
—Ha sido un placer conocerla, señora Davis —respondió él.
Tanto Darren como ella se tensaron al oírle pronunciar ese
nombre. Tenía razón, ahora ella era su mujer. Y con el portazo del
doctor se quedaron solos para asumir su nueva situación.
Darren no perdió tiempo y la llevó al dormitorio para depositarla
en la cama. Fue cuando se lo dijo, y ella supo que le odiaría hasta el
final de sus días por ese comentario.
—Hueles fatal.
KATE DANON 72
Una mágica visión
La mujer gritó.
Darren abrió los ojos, sobresaltado. Por un momento, el estupor
del sueño le había desorientado. Tardó unos segundos en situarse y en
fijar la vista en la puerta del dormitorio, de donde había salido el grito.
Se levantó de la butaca, se pasó la mano por la cara para
despejarse y se encaminó a la habitación. Abrió con cuidado la puerta y
se asomó con precaución; después de todo, aquella mujer era una
extraña y no quería parecer entrometido.
El dormitorio estaba oscuro y el olor de la muchacha se había
extendido por toda la estancia. Arrugó la nariz y entró, dispuesto a
abrir la ventana para ventilar el cuarto. Se acercó a la mesa y encendió
la lámpara para poder ver algo. Luego, con ella en la mano, se acercó
hasta la cama. Resopló cuando vio el aspecto de la chica.
Sudaba copiosamente y tenía temblores. Se aferraba a la colcha
con las manos crispadas y movía la cabeza como si intentara escapar de
una pesadilla. Susurraba cosas incomprensibles y tuvo que acercarse
más para intentar entender algo.
—No… no me dejes —decía—. No te vayas…
Era una súplica desesperada y Darren se preguntó con quién
estaría hablando.
—¡¡NO!! —volvió a gritar.
El vaquero le puso una mano en la frente y comprobó que estaba
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Una mágica visión
muy concurrido.
—De todo esto… De la llegada de las mujeres, de los cambios
que va a sufrir Loan’s Valley a partir de ahora.
Betty se acodó en la barra y se inclinó hacia él, clavándole sus
extraños ojos con una sonrisa.
—Viejo pícaro —susurró—. Lo que tú quieres saber es si estoy
enfadada por la evidente relación entre la llegada de las mujeres y el
bajón de mi negocio.
Curtis soltó una estruendosa carcajada, aquella madame no
dejaba nunca de sorprenderlo. Por eso le había permitido establecerse
allí, porque enseguida detectó que era única. Y no solo por su mirada
verde y azul, sino por su increíble inteligencia y por su gran intuición
para conocer a las personas y sus necesidades.
—¿Lo estás? —preguntó al fin, tras apurar su vaso de un trago.
Ella se apartó, con una expresión de suficiencia en su rostro
maquillado. Cogió la botella y desenroscó el tapón para rellenar el vaso
de su patrón.
—No, por supuesto que no. ¿Por quién me tomas? Sé que los
hombres necesitan esposas. Sé que este pueblo necesita niños que
aseguren su prosperidad y no seré yo quien se los procure, puedes
estar seguro —sonrió de nuevo a Curtis antes de proseguir—. Es
normal que mi salón esté vacío. Las mujeres llevan aquí dos días y no
espero que sus maridos las abandonen tan pronto para venir a ver a
mis chicas. Pero —volvió a sonreír, y su expresión astuta se acentuó—,
volverán. Cuando estén cansados de ver a la misma mujer noche tras
noche, o cuando se den cuenta de que no son lo que esperaban, o
cuando se aburran, simplemente, regresarán a mí. Conozco a los
hombres. Son seres débiles, poco estables, volubles en lo que se refiere
a sus instintos.
Curtis le acercó el vaso para que se lo rellenara y estudió la
franqueza de sus ojos.
—¿Por qué crees que no las amarán?
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Una mágica visión
Capítulo 6
—No era tu tobillo, sino tu fiebre. Tenía que hacer algo para
bajarla y no se me ocurrió nada más. No soy médico, ¿sabes? —esperó
su reacción, pero cuando vio la cara de incredulidad de ella,
comprendió. Respiró hondo, armándose de paciencia—. ¿Creías que
me había propasado contigo? Para tu tranquilidad, por si no te diste
cuenta ayer, no me resultas atractiva. Y tampoco estoy tan necesitado
como para pretender acostarme con una enferma delirante de fiebre.
Tengo mis propios métodos para satisfacer mis deseos sin recurrir a
bajezas semejantes.
Dicho lo cual, salió de la habitación y cerró dando un portazo.
Shannon pegó un bote en la cama por el golpe. Se quedó
mirando la puerta con el ceño fruncido durante minutos, detestando
los modales de aquel hombre. ¿Siempre sería tan sincero? Desde luego,
no tenía ni una pizca de educación. No moderaba sus palabras, soltaba
lo que pensaba sin importar las consecuencias. De cada tres frases que
decía, dos le hacían daño o la ofendían. Y eso que apenas habían
conversado desde que se casaron. Que el cielo le ayudara, se había
casado con el peor vaquero de todo Loan’s Valley.
Tras envenenarse con sus propios pensamientos durante unos
minutos más, Shannon miró la bandeja que le había llevado. Su
desayuno: café, panecillos, un plato de frijoles con arroz, un poco de
carne estofada y una naranja. Un buen desayuno, reconoció; por lo
menos, ya sabía que con él no pasaría hambre.
Entonces reparó en un detalle y su cara perdió el color.
Allí, en una esquina de la bandeja, había una rosa roja
abandonada como al descuido. Y su tallo estaba metido dentro de un
aro pequeño brillante y dorado.
Su anillo de boda.
El sol se colaba por la rendija que quedaba entre las dos cortinas
KATE DANON 82
Una mágica visión
—¿Darren?
No obtuvo respuesta. Shannon sabía que debía andar por la casa
e insistió.
—¿Puedes venir, por favor? —levantó el tono para asegurarse de
que la oía.
A los pocos segundos, el hombre asomó la cabeza por la puerta.
—¿Has dicho algo?
—Sí, llevo un rato llamándote —se quejó ella.
—Si quieres, te compro una campanilla y cada vez que me
necesites, la haces sonar, ¿qué te parece?
Shannon lo miró sin captar del todo el sentido de su respuesta.
—¿Estás hablando en serio?
Desde luego, su gesto no indicaba broma ni diversión. Pero
tampoco detectó la ironía si aquella había sido su intención. ¡Dios
Santo! Aquel hombre era insoportablemente frío. ¡No podía distinguir
sus emociones!
—¿Te lo parece? —aquella respuesta la crispó aún más.
—Olvídalo… —resopló, contrariada.
—Que olvide ¿qué? ¿Para qué demonios me has llamado?
—Que olvides lo de la campanilla. No te he llamado por eso.
—Menos mal, porque no pensaba dártela.
Definitivamente, aquel hombre la descolocaba del todo. No sabía
qué pensar de él. Allí estaba, plantado delante de ella con su magnífico
aspecto de vaquero indomable. Su pelo moreno, bastante corto, estaba
despeinado por el viento; los ojos cobalto la estudiaban detrás de unas
espesas pestañas oscuras y su rostro pétreo era el más atractivo que
Shannon recordaba haber visto nunca. El día anterior apenas se había
fijado en él, no tenía el cuerpo para esas tonterías. Pero ahora, sin fiebre
y casi repuesta, podía recrearse admirándolo. Oh, no era que el anillo
que lucía en su dedo le hubiese hecho cambiar de opinión al respecto.
Seguía considerándolo un bruto sin sentimientos. Pero era un hombre
muy guapo, y en eso debía ser sincera consigo misma.
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Una mágica visión
Capítulo 7
—Ya hice algo por ti… —comenzó a decir él, pero de pronto
calló. Luego apartó la vista de ella y prosiguió, mirando por la
ventana—. Me casé contigo.
Shannon abrió la boca. Aquello era un insulto; lo era, ¿verdad?
Al menos, ella se había sentido ultrajada. ¿Acaso la equiparaba con un
perro que hubiese tenido la bondad de recoger de la calle? Ah, cuando
estuviera recuperada ya vería, ya. Ese hombre se iba a enterar de quién
era ella.
—No pienso darte las gracias por eso. Tú pediste una esposa; yo
crucé más de tres mil millas por ti. Eres tú quién me tiene que dar las
gracias.
Por primera vez, una sonrisa sesgada cruzó por sus labios
cuando la miró. Se acercó hasta la cama y apoyó una mano a cada lado
de su cuerpo. Cerca, muy cerca, con esa sonrisa siniestra aún en el
rostro, contestó con un susurro.
—Nunca.
Shannon no se arredró. Su corazón latía desbocado por la
extrema proximidad de su marido, tan repentina, pero no permitiría
que él notase lo que le turbaba su presencia.
—Ya lo veremos —contestó, con otro susurro igual de
amenazante.
Unos golpes en la puerta terminaron con su mutuo
ensimismamiento. Darren se separó de ella dejando tras de sí una brisa
con su olor y Shannon se encontró cerrando los ojos para sentirla
mejor.
Los abrió de golpe. ¡Qué estúpida! Ese hombre había admitido
estar borracho cuando firmó la solicitud para conseguir una esposa.
Volvió a cerrarlos, con un suspiro decepcionado. ¡Oh, pero olía tan
bien!
Por fortuna, el doctor O’Brian entró en la habitación haciendo
que olvidara el aroma corporal de su nuevo marido.
—Buenos días, Shannon. ¿Cómo te encuentras hoy?
KATE DANON 91
Una mágica visión
médico.
—Supongo que si la herida evoluciona tan favorablemente como
hasta ahora, dentro de poco te podré quitar el incómodo vendaje.
Veamos tu tobillo.
A Shannon no le pasó desapercibido el gesto de su marido
cuando el doctor le retiró la sábana con delicadeza. Vio cómo se
enderezaba y endurecía el cuerpo. El ceño de su mirada se acentuó.
Ella se apresuró a estirar la camisa hacia abajo todo lo que pudo para
tapar sus piernas en la medida de lo posible, pero, aun así, se sintió
desnuda y enrojeció por la mortificación que sentía. Si al menos
hubiese llevado puesto un largo camisón…
El doctor, sin embargo, pareció no fijarse en nada que no fuera su
tobillo. Le desató el entablillado con cuidado y lo manipuló con
delicadeza. Así y todo, la cara de Shannon se contrajo de dolor cuando
los dedos expertos del médico palparon la zona inflamada.
—Está mejor, sin duda. Pero aún necesita varios días de reposo
—fue su diagnóstico.
Volvió a vendarlo con tela limpia y cuando terminó, le echó de
nuevo la sábana sobre el cuerpo.
—¿Vendrá entonces mañana, doctor? —preguntó Shannon,
acomodándose la ropa de cama.
—Por supuesto —contestó. Se levantó y sonrió a Darren a modo
de disculpa porque sabía que odiaba las visitas—. Mi mujer, Dorothy,
me ha acompañado con la intención de saludar a la paciente. Además,
te ha traído…
—¿Mi ropa? —aventuró Shannon.
El doctor carraspeó, incómodo. Aunque su examen había sido
muy profesional, no le había pasado desapercibida la camisa de
hombre que vestía.
—No, lo siento. Te ha traído algo de comida con su mejor
voluntad.
—Hágala pasar. Se lo agradeceré en persona, aunque no tendría
KATE DANON 93
Una mágica visión
por supuesto.
Darren puso las manos en sus caderas y respiró hondo varias
veces porque notaba que estaba a un paso de perder ese auto control
que todos admiraban en él.
—Te divierte verme de enfermera, ¿no es así? —preguntó,
observando con atención la reacción del patrón.
Curtis hizo exactamente lo que esperaba: echarse a reír sin
disimulos.
—¿Por qué armas tanto follón, Davis? Son solo un par de días,
hasta que tu querida mujercita se recupere. Por el amor de Dios, eres
un recién casado. ¿No crees que ella debería ser tu prioridad? Además
—añadió, quitándose el sombrero para pasarse el dorso de la mano por
la frente—, hoy hace mucho calor. No corre ni una pizca de aire,
estarás mejor al resguardo de tu casa.
Darren enarcó una ceja.
—¿Al resguardo?
—Bueno, ya me entiendes. A la sombra, lejos de este maldito sol
que te quema hasta los huesos.
El vaquero bufó y quiso devolverle un poco de su propia
medicina.
—No hace tanto calor, Curtis. Es que ya eres muy mayor para
este trabajo.
Obtuvo el efecto deseado. El patrón cambió su sonrisa por un
peligroso ceño. Hasta que se dio cuenta de lo que Darren acababa de
hacer, se había puesto a su nivel y se había defendido con sus propias
armas. La sonrisa volvió, aún más ancha que antes.
—¡Vaya! ¡Sí que te está afectando! —tronó con una sonora
carcajada.
El vaquero movió la cabeza, sin entender.
—¿A qué te refieres?
—Tienes una brecha en esa magnífica coraza que te empeñas en
lucir, Davis. Y creo que se lo debes a tu recién estrenado matrimonio.
KATE DANON 99
Una mágica visión
Capítulo 8
Capítulo 9
los ojos cerrados. Únicamente los abre cuando la visita ese pájaro
amigo suyo.
—¿Qué pájaro?
—No lo sé. Creo que es un gorrión…
—¡Estúpido! ¡Knife dijo que no debía tener contacto con el
exterior!
Jenny escuchó que Dean se levantaba con violencia y la silla en la
que se sentaba cayó con un gran estruendo. Ella también se sobresaltó
y dejó caer los platos que en ese momento colocaba en la mesa. Al
instante, la cabeza rubia de su marido se asomó por la puerta de la
cocina. Le habló con un tono engañosamente suave.
—Disculpa si te he asustado, querida. Mejor cerraré la puerta.
Tengo que aclararle algunas cosas a mi amigo.
Jenny se estremeció. Y cuando empezaron los golpes y los gritos,
se acurrucó en un rincón de la cocina, tapándose los oídos con las
manos. Lágrimas de desesperación acudieron a sus ojos ante el
pensamiento de que no volvería a tener un solo día tranquilo en su
vida.
Era verdad, que el cielo la ayudase. Se había casado con Satanás.
La decepción que sintió tras esas palabras solo fue superada por
la ira que la invadió de golpe al comprender que su querido esposo la
había abandonado en ese estado, sin preocuparse por su bienestar y sin
despedirse.
Pero, al poco, comprendió que no era exactamente así, puesto
que la voz cantarina de Dorothy irrumpió en la cabaña avisando de su
llegada. Por lo visto, Darren le había dejado el encargo de llevarle algo
de comida y visitarla regularmente durante su ausencia.
—¡Oh, no te apures! —exclamó la regordeta Dothy—. No te
sentirás sola en absoluto. William me ha pedido que te diga que pasará
a última hora de la tarde y Curtis seguro que también vendrá por aquí.
No solo eres la esposa de Darren, Shannon. También eres una vecina
de Loan’s Valley y, como tal, tenemos que cuidar de ti.
—Ya, no te ofendas pero, desearía que mi marido me tuviera más
estima. Llámame tonta sentimental si quieres, pero no esperaba que me
abandonase a los dos días de casados.
—¡No te pongas tan tremenda, mujer! He escuchado a Curtis
hablando con mi William y creo que Darren debe resolver un asunto
muy importante. No lo tomes a mal.
—Sí, lo del asunto importante ya lo dice en la nota. Pero podía
haberme comentado algo —insistió Shannon, muy deprimida.
Dothy no prestó atención al decaimiento de su amiga y le mostró
un saquito de tela que le entregó a continuación, con una sonrisa.
—Se me olvidaba. Me ha pedido que te entregue esto. ¡Ah, y
también que te prestara algo de ropa! Sobre todo, ha insistido en que te
deje un camisón bien largo.
Shannon se sintió mortificada. Deseó no estar tan desvalida, no
depender de nadie para poder llevar una vida normal. Pero hasta que
se recuperara del todo, no tenía más remedio que aceptar la ayuda de
quien quisiera proporcionársela. Y, ciertamente, ese no era su esposo.
Abrió con curiosidad el saquito de tela que le había entregado y
se quedó pasmada. Estaba repleto de semillas de jojoba.
KATE DANON 117
Una mágica visión
Capítulo 10
joven.
—A mi entender, es el vaquero más atractivo de todo Loan’s
Valley. También te he oído decir que él y tú aún no… Bueno, aún no
habéis…
—Así es —repitió ella, un tanto impaciente.
—Bueno, pues ahora que tu aspecto ha mejorado mucho,
deberías lucir un vestido que te hiciera justicia. Ese horroroso trapo
que llevas te sienta fatal.
—Es un vestido prestado, Daisy —aclaró Shannon— y da la
casualidad de que es el único que tengo. Mi ropa desapareció y no he
tenido tiempo de hacerme con un nuevo guardarropa.
Daisy le palmeó la mano con cariño y chasqueó la lengua,
disgustada. Era una auténtica lástima. Shannon era una mujer muy
bella y todo el efecto de su tremendo atractivo quedaría arruinado por
esa birria de vestido.
—No puedo permitirlo —anunció de pronto, incorporándose—.
Te dejaré uno de los míos.
Shannon se alarmó. No quería ofender a Daisy, pero no estaba
dispuesta a lucir una de aquellas prendas que ellas vestían con tanta
alegría.
—No, Daisy. No hace falta que te molestes. Yo… en cuanto
pueda me haré con un nuevo vestuario, así que no puedo aceptar…
—¡Bobadas! No pienso consentir que regreses a casa embutida en
esa miseria. ¡Mira tu pelo! No luciría igual y no dejarías a tu marido
boquiabierto.
—¡Yo no quiero dejarle boquiabierto! —protestó Shannon—
Además, él no…
Iba a decirle que Darren no estaba en casa, pero Daisy no la dejó
terminar. La joven negó enfáticamente con la cabeza y le cogió de la
mano para llevarla a su dormitorio.
—Venga, no me digas que no estás deseando que Darren se
quede sin habla al verte —Daisy se acercó más a ella, con una sonrisa
KATE DANON 134
Una mágica visión
Capítulo 11
mujercita. ¿En qué estaba pensado, por todos los diablos? Acudir al
local de Betty para darse un baño, ¡sería la comidilla del pueblo
durante días! Una esposa decente no visitaba esos lugares, y mucho
menos se metía en una de sus bañeras, desnuda…
—¡Me vas a asfixiar! —se quejó de pronto Shannon,
sobresaltándolo.
Al parecer, había ido estrujando aquel cuerpo tibio mientras su
mente imaginaba lo que había ocurrido en la sala de baños. Aflojó su
abrazo pero no pudo evitar soltar un gruñido cuando notó que su
miembro respondía al calor y al nuevo aroma de Shannon. Su olor,
decididamente femenino, unido a las imágenes que cruzaban por su
cabeza, consiguió que la erección le resultase dolorosa.
—Te prefería con el tobillo herido —la atacó, intentando pensar
en otra cosa—. Así al menos no me causabas problemas.
Shannon no replicó. No podía, no le salían las palabras. Se
limitaba a mirar al frente, tiesa como una vara sobre las piernas de su
marido. Algo mareada, notaba el calor de sus muslos a través de la tela
del vestido y aún estaba aturdida por el encontronazo que acababan de
tener. Su sentimientos se debatían entre dos frentes muy distintos; por
un lado, quería gritarle a ese bruto que ella no era ninguna fulana y
que no había nada de malo en darse un baño. Por otro lado, era muy
consciente de lo que había detonado el enfado de su esposo: la
lujuriosa mirada que le había dedicado el otro hombre. Y,
estúpidamente, aquel gesto posesivo de arrastrarla hasta su caballo
había conseguido que algo rebullera en su interior.
La improvisada intimidad sobre el lomo de su montura tuvo un
extraño efecto en ella. De pronto, se sentía demasiado cohibida. No
podía apartar la vista del camino, incapaz de elevar los ojos hasta el
rostro moreno de Darren. Sentía la tensión del hombre y se preguntaba
si él también notaba ese desconocido e inquietante hormigueo en la
boca del estómago.
—Yo… lamento haberte incomodado delante de tu amigo —se
KATE DANON 145
Una mágica visión
Capítulo 12
—No he tenido una visión así desde que era pequeña… Intenté
olvidarme de ellas, intenté que no volvieran a asediarme. Pero hoy, no
sé por qué, no lo he podido evitar.
Darren no comprendía de qué estaba hablando. Algo le había
ocurrido a Shannon; algo que la había aterrorizado inexplicablemente.
—¿Qué es lo que has visto?
En lugar de responder, Shannon emitió un gemido de angustia.
—Darren, ¿puedes abrazarme?
Aquel ruego desconsolado tuvo un efecto inesperado en él. Sintió
nacer en su pecho la necesidad imperante de consolar a su esposa, que
aún temblaba por la visión que decía haber tenido.
Se sintió torpe cuando ella alzó los brazos hacía él, buscándolo.
La estrechó con delicadeza al tiempo que la ayudaba a ponerse de pie.
Shannon apoyó la mejilla contra su pecho y él dejó descansar la
barbilla sobre su cabeza. El delicado aroma de su pelo, ahora limpio y
brillante, lo cogió por sorpresa. Y a pesar del aturdimiento por el
extraño comportamiento de la joven, su cuerpo reaccionó a su calor,
endureciéndose. Acarició la espalda femenina con suavidad, deseando
estrecharla con más fuerza. Mas se contuvo. En lugar de eso, elevó una
mano hasta el delicado mentón y la obligó a mirarlo.
Sus ojos estaban desenfocados, como perdidos. Y aquello fulminó
cualquier intento por ir más allá. No era el momento, se reprobó, ella
estaba asustada.
—¿Quieres hablar de ello? —le preguntó, apartándola
suavemente. Tenerla pegada a su pecho era una tentación demasiado
fuerte.
Shannon se estremeció. Rehuyó su mirada y se abrazó el cuerpo,
como si al separarse de él le hubiera invadido un frío terrible.
—Cuando era pequeña, mi madre siempre decía que tenía un
don especial —comenzó ella, hablando en tono muy quedo—. Podía
ver algunas cosas que les habían ocurrido a personas que ni siquiera
conocía, o que iban a ocurrirles. Eso era motivo de discusión para mis
KATE DANON 152
Una mágica visión
miramientos. No era una delicia, pero tampoco estaba tan mal. Asintió
y siguió comiendo en silencio, observando los cuidados movimientos
de su esposa. Era satisfactorio comprobar que tenía buenos modales en
la mesa y, seguramente, en todos los aspectos de su vida.
También se fijó en que la estancia tenía otra luz. Era como si su
esencia femenina hubiera impregnado la casa durante su ausencia.
Todo parecía más colocado, las estanterías de la cocina estaban más
llenas y sospechaba que la alacena también. Había colgado cortinas de
color azul pálido en las ventanas y había al menos un par de jarrones
repletos de flores adornando la sala.
—También me he tomado la libertad de trabajar en el huerto —
indicó Shannon al notar el escrutinio de Darren a su alrededor—.
Espero que no te moleste, me moría de aburrimiento.
—Por supuesto que no. Es más, te lo agradezco, así
dispondremos de nuestras propias verduras.
—Me encantará ayudar en lo que pueda, Darren. No quiero ser
una carga para ti y lamento la encerrona que te preparó Curtis —
Shannon sintió de pronto el impulso de sincerarse y de que él hiciera lo
mismo. Lamentaba la terrible escena que acababan de protagonizar y
quería borrarla de su mente. Parecía que Darren también había
decidido olvidarla, puesto que ya no parecía enfadado. ¿Tal vez había
decidido creerla? No podía saber lo que pasaba por la mente del
vaquero, pero quiso aprovechar aquel momento de paz para dejar las
cosas claras entre ellos—. Tal vez sería un buen momento para decirme
lo que esperas de mí.
Darren se quedó mirándola, hipnotizado por aquellos labios
sugerentes que hablaban con tanta serenidad. Sin duda, la mujer estaba
acostumbrada a poner las cartas sobre la mesa. ¿Qué quería de ella?
Antes de lo ocurrido con Huyana, había deseado una familia. ¿Aún la
deseaba? Contempló embelesado el brillo de aquel pelo dorado que
enmarcaba el rostro de bellas facciones. Había sido toda una sorpresa
encontrarse a su vuelta con que su esposa era en realidad una mujer
KATE DANON 159
Una mágica visión
Capítulo 13
Por eso quería hacer las cosas bien. No quería tomar su cuerpo
solo porque estuviera en su derecho; no quería que ella se limitara a
servirle porque fuera su marido. Quería una compañera en la vida y
una amante tierna y entregada en la cama. Pero, para ello, necesitaba
primero ganarse su confianza. Ganarse su… ¿su corazón?
Darren, que había pasado la noche en vela mirando la puerta
entreabierta de su dormitorio, se sorprendió ante aquella absurda
revelación. La imagen de Shannon desnuda lo torturaba desde el
primer día, pero ahora, de repente, aquella idea nueva lo dejaba sin
aliento. Sí, quería que ella se entregara a él como una esposa
enamorada. Necesitaba saber que Shannon acudiría a él anhelando sus
caricias, deseándolas igual que él la deseaba a ella. Y no únicamente
por la mera obligación marital.
Aquella mañana, cuando la encontró levantada mirando por la
ventana, volvió a reafirmarse en su propósito. La exquisita belleza de
su esposa, extasiada admirando el paisaje, lo enervó como pocas cosas
lo habían conseguido. Su larga cabellera rubia caía por su espalda algo
despeinada por la noche de sueño y su perfil dorado lo atraía como un
cebo al pez. Sí, su mujer era realmente bella. Y aunque había llegado a
él dispuesta a formar parte de su vida, no podía conformarse con la
idea de que tal vez solo lo había hecho para paliar su soledad. De
acuerdo, él se había visto obligado a tomarla en matrimonio por
obligación y no tenía derecho a exigir nada; pero no podía evitarlo,
ahora necesitaba algo más de ella. No tenía muy claro exactamente
qué, pero sabía que precisaba escuchar de los labios de Shannon —
tiernos labios, maravillosos—, una frase, una afirmación… algo. Algo
que le confirmase que ella era especial, que era suya y que no se habría
conformado con cualquier hombre. Solo con él.
En cuanto Betty le habló de la fiesta que pensaba dar Curtis en
honor a las mujeres, supo que era su oportunidad.
Quería que le viera distinto, pretendía que cambiara toda su
percepción respecto a él. Desde que había llegado, reconoció, no la
KATE DANON 175
Una mágica visión
un poco mejor y para dejarnos ver juntos, como marido y mujer. Así
nadie se llevará a engaños.
—¿A qué te refieres? —preguntó ella, frunciendo el ceño.
—Me refiero, por ejemplo, a la impresión equivocada que le
causaste a Albert Slade. No quiero que nadie se forme ideas erróneas
contigo.
Shannon apretó los labios y Darren se dio cuenta de que no había
dicho las cosas como debería. ¡Rayos!
—Ya veo. He dado tan mala imagen paseándome por el pueblo
con un vestido de ramera, que ahora quieres exhibirme vestida de
adefesio, mostrando a todo el mundo que soy tu solícita esposa y que
llevaré puesto únicamente lo que tú me digas.
—No es eso, mujer —la cortó él, con sequedad. En realidad,
estaba disgustado consigo mismo por no ser capaz de manejar la
conversación—. Quiero proteger tu reputación. Y de verdad creo que
en la fiesta tú y yo podemos…
—¿Mi reputación o la tuya? —espetó ella, con los ojos
chispeantes de furia.
—Mi reputación me trae al fresco. Por si no lo sabes, soy
oficialmente el vaquero menos sociable de Loan’s Valley.
Shannon suavizó su gesto ante esa revelación.
—Tal vez si no te mostraras tan distante podrías cambiar esa
percepción.
—¿Soy distante contigo? —se le escapó la pregunta de repente.
Los ojos dorados de Shannon destellaron con un brillo acusador.
—Tengo que reconocer que esperaba un poco más de interés por
tu parte.
El vaquero se inclinó hacia adelante en su silla, para aproximarse
más a ella.
—¿Sí? ¿En qué sentido?
Ella se envaró. Jugueteó con la servilleta aunque no apartó sus
ojos de la mirada directa que le dirigía.
KATE DANON 177
Una mágica visión
Capítulo 14
melodía con intensa dedicación. Había algo raro en aquel canto. Le era
familiar, parecía que intentaba iluminar en su mente un recuerdo, o
una visión conocida.
«Otra vez aquella niña, de pelo oscuro, que reclama auxilio. Está
asustada, desesperada, reclama que Shannon entienda su mensaje de
socorro…»
—Cielo santo, no puede ser —murmuró Shannon, sacudiendo la
cabeza—. ¿Qué quieres que haga? —le dijo al gorrión, como si hablar
con un ave fuera lo más normal del mundo—. Debes decirme algo
concreto… dame más datos para que podamos ayudarla —al cabo de
unos minutos, resopló—. Es increíble que esté esperando la respuesta
de un pájaro.
—¿Con quién estás hablando?
Shannon se volvió hacia su marido, que la observaba desde el
quicio de la puerta.
—Tienes la fea costumbre de entrar sin llamar y empieza a
exasperarme —se quejó ella, en verdad molesta.
—Es mi dormitorio, ¿pretendes que pida permiso?
—Cuando yo estoy dentro, sí.
—Definitivamente, te has vuelto loca. No pienso hacerlo, es mi
casa, es mi cuarto, eres mi mujer…
Shannon chasqueó la lengua y en su boca apareció una sonrisa
amargada.
—Claro, igual que tu mecedora, tu sombrero o tu caballo, yo soy
tu mujer.
Ahora es tu turno, Darren, es hora de cambiar la idea que tiene sobre ti.
—Exacto.
Estupendo. Eres un borrego, un asno, zoquete.
La joven apretó la mandíbula. Le escocieron los ojos y tuvo que
hacer un esfuerzo supremo para no llorar. ¿Y ella pretendía seducirle?
No tenía corazón, era una tarea imposible. Se giró de nuevo hacia la
ventana y comprobó que el gorrión ya no estaba allí. De pronto, se
KATE DANON 181
Una mágica visión
besarle los dedos. Una intensa sacudida le recorrió el brazo y bajó por
sus pechos hasta sus ingles, estremeciendo todo su cuerpo.
—Si la dama desea un baño, un baño tendrá.
Darren volvió a reírse y espoleó a Fuego, que salió al trote en
dirección a las montañas.
Capítulo 15
quedó con Jenny. Bueno, pensó, sonriendo, su mujer también era muy
atractiva. Y, ¿quién le impedía acercarse a esa rubia de curvas
sensuales y tentadoras para tenerla controlada? Knife estaría de
acuerdo, no podían arriesgarse. Sabía que no le resultaría difícil
convencerla para que dieran esquinazo a su marido… y entonces
estaría a su merced.
Dean sonrió con suficiencia. Ya tenía decidido que gozaría entre
los muslos de aquella otra joven. Su imaginación se avivó por su ego
inflado y se vio a sí mismo compartiendo la cama con las dos mujeres,
la rubia y la morena. Sin duda, un delirio para cualquier hombre.
—He cambiado de opinión, Jennifer —dijo, complacido—.
Iremos a saludar a tu amiga.
boca agua. Sus ojos se tiñeron con un brillo codicioso y vio que se
esforzaba por contener el impulso de acercarse y llevarla directamente
a la cama. Shannon no comprendía por qué intuía de pronto todas esas
cosas, pero así era. Se sentía poderosa, femenina, y era consciente de
las emociones que despertaba en Darren. Con malicia, mientras
caminaba, pasó sus dedos por el escote como si se tratara de un gesto
distraído. Funcionó. Los ojos de Darren volaron hacía ese punto en que
la tela revelaba la suavidad de sus pechos y Shannon observó cómo
tragaba saliva. ¿Sería muy osado proponer que se dieran media vuelta
y regresaran a su casa? No, mejor no. Darren parecía tener mucho
interés en que aquella noche fuera perfecta. Y quería que todo el
pueblo los viera juntos, para que nadie se llevara a engaños, recordó.
Suspiró, resignada. Sacudió la cabeza para deshacerse de
aquellos pensamientos; no pretendía que nada emponzoñara su
felicidad. Esa noche haría todo lo que Darren quisiera porque deseaba
corresponder a todas sus atenciones. Si quería lucirla de su brazo para
que todo Loan’s Valley pudiera verlos, que así fuera.
Al llegar a la plaza, se acercaron a un grupo de vaqueros que
charlaban animadamente en corro. Darren le soltó entonces la mano y,
antes de que ella pudiera sentirse decepcionada, la agarró por la
cintura y la pegó a su cuerpo en actitud posesiva.
Los hombres contemplaron a la pareja que se acercaba,
admirando el porte de ambos jóvenes. La mayoría de los vaqueros no
conocía aún a Shannon, pues ella no había llegado con las demás
mujeres y en las pocas ocasiones que había bajado al pueblo ellos
estaban en los prados, trabajando. Sabían que Davis se había tenido
que casar de manera forzosa con ella y muchos se habían llegado a
compadecer de él. Ahora, viendo a la hermosa mujer de cabellos
dorados que avanzaba a su lado, no le tenían lástima en absoluto.
—¡Vaya, Darren! ¿Dónde la tenías escondida? —preguntó uno de
los vaqueros, acercándose hasta la pareja para saludarles.
—Buenas noches, Pete —respondió él, tocándose el ala del
KATE DANON 202
Una mágica visión
Capítulo 16
—¡Ay!
—¿Lo he vuelto a hacer? —preguntó Darren, con expresión
atormentada.
Ya iban tres veces; la había pisado mientras bailaban y el hombre
sudaba por el esfuerzo. No quería estropearle la fiesta a Shannon
confesando su poco talento para el baile. Por desgracia, los pies de la
joven fueron testigos de su torpeza.
A pesar del dolor, Shannon tuvo que reprimir una sonrisa. Era
muy gracioso verlo, tan grande y corpulento, intentando mantener la
compostura.
—¿Prefieres que lo dejemos? —le preguntó.
Darren se apretó más contra su cuerpo cimbreante. Deseaba
abandonar la tortura del baile cuanto antes, pero no quería separarse
de ella. Tenerla abrazada era embriagador; la calidez de su cuerpo y el
aroma floral que desprendía su pelo le estaba volviendo loco.
—Si prometes que no te separarás de mí, podemos dejar de bailar
—le susurró contra el oído.
Shannon sintió un pellizco en la boca del estómago al notar el
aliento de Darren contra su mejilla.
—De acuerdo —aceptó, de buena gana.
—Y, además, debes decirme qué te ha pasado antes, cuando has
saludado a tu amiga. ¿Acaso la cara bonita de Garret te ha dejado sin
sentido?
Shannon dio un paso atrás para poder mirarlo a los ojos. ¿Eran
celos lo que había escuchado en su tono?
—No me gustan los rostros tan perfectos —confesó, pasando el
dedo por una pequeña cicatriz que adornaba el mentón de Darren—.
Me parecen demasiado fríos y, en este caso, particularmente
inquietante.
KATE DANON 213
Una mágica visión
reconfortarla.
—No consentiré que Garret se te vuelva a acercar —le prometió.
Shannon elevó el rostro para buscar sus ojos una vez más.
—Pero he de acercarme yo a él… Tengo que averiguar qué le
ocurre a Jenny.
Darren ciñó su cuerpo con aire protector y le acarició la barbilla.
—Lo averiguaremos juntos. Ahora, ya no estás sola.
Aquellas palabras sacudieron el alma de Shannon. Aliviaron
como por encanto la pena que llevaba arrastrando desde hacía mucho
tiempo. Notó el corazón henchido y el anhelo que había empezado a
sentir desde que tuvo aquel sueño con Darren regresó con fuerza,
calentándole la piel, encendiéndole la mirada. Necesitaba a ese
hombre. Más allá de las palabras, más allá de los gentiles gestos que
había tenido con ella. Necesitaba que su marido la reclamara como
mujer e inconscientemente, sus ojos buscaron los labios del hombre,
deseando…
—¿Quieres que te bese?
Cielos. Además, podía leerle la mente. No se daba cuenta de que
el deseo se manifestaba en su cara tan claro que cualquiera podía haber
averiguado lo que buscaba. Los ojos dorados se habían oscurecido tras
un velo vidrioso y los labios entreabiertos brillaban húmedos y
expectantes. De su garganta brotó un suave gemido de impaciencia y
Darren sonrió, inclinándose hacia ella.
¿Para qué hacerse de rogar? Él también lo estaba deseando. Posó
los labios sobre la boca de Shannon y presionó con delicadeza. La
estrechó con más fuerza entre sus brazos, notando cómo su corazón se
aceleraba al tiempo que el beso se volvía más exigente.
La joven notó el cambio. La evolución de aquel contacto que
había comenzado suave pero se volvía salvaje por momentos. ¡Qué
diferencia con el beso que le había dado horas antes, en su hogar!
Darren exigía una respuesta de ella moviendo los labios sobre los
suyos con maestría, lamiendo las comisuras de su boca,
KATE DANON 215
Una mágica visión
esa misma noche, pues estaba claro que Darren necesitaba su propio
desahogo. No le habían pasado desapercibidas las furtivas miradas
que echaba a la hermosa mujer y sabía que en sus brazos hallaría la paz
que tanto necesitaba.
Volvieron a estrecharse los antebrazos, mirándose a los ojos con
intensidad.
—Ka’ópyati nii5 —susurró el miwok.
—Hasta mañana, amigo.
Capítulo 17
Ignoraba hasta qué punto ser amada por un hombre podía ser
satisfactorio, y la realidad llegaba incluso a eclipsar las visiones que
había tenido respecto a su apasionado amante.
—Desnúdate, por favor —le pidió, cuando comprendió que
necesitaba acariciarle del mismo modo en que él lo hacía con su
cuerpo.
Aquella petición se abrió hueco en la nebulosa en la que flotaba
Darren e intentó disimular una sonrisa
—¿De qué te ríes? —se molestó ella.
—Pues… de tu actitud, pensé que eras una gata salvaje —rió él—
. Y sin embargo, te muestras muy educada en lugar de arrancarme la
ropa con los dientes…
Ella pareció tomar en serio sus palabras, porque susurró un
decidido de acuerdo y apresó con furia la camisa de Darren entre sus
dientes. Tironeó inútilmente durante unos instantes hasta que su
marido, sin poder contener una suave risa, la apartó para besarla con
toda la ternura que su arrebato le había provocado.
El vaquero se colocó encima de ella, acomodándose entre sus
piernas, e intentó serenarse. Estaba tan excitado que pensó que sería
capaz de reventar los pantalones, y lo último que deseaba era herir a
Shannon riéndose de su extraña actitud.
—¿Soy graciosa? —preguntó ella, enfadada.
Él, notando el calor que desprendía el cuerpo desnudo de su
esposa, acarició una de sus cejas elevadas y su dedo recorrió luego el
perfil del rostro femenino, recreándose en su belleza.
—No he visto nunca nada tan excitante —confesó con sinceridad.
Era cierto. En ese mismo momento, contemplándola, sintiéndola
caliente bajo su cuerpo, compartiendo su extraña actitud, se dio cuenta
de que algo despertaba en su interior. Era un anhelo profundo de
poseerla más allá de aquella unión, un impulso salvaje de convertir
aquella noche en algo inolvidable, algo que no terminara nunca…
Apenas conocía a esa mujer, pero sabía, con una certeza aplastante, que
KATE DANON 232
Una mágica visión
Capítulo 18
podía ser tan cruel. Y, para ser sincero consigo mismo, aparte de los
comentarios acerca de la niña, Shannon jamás había dicho ni hecho
nada para perjudicarlo. Todo lo contrario. Desde que llegó, había
puesto todo su empeño en que las cosas funcionaran. Había trabajado
en la casa, en el huerto, y había intentado obrar como una buena
esposa en todo momento. ¿Por qué, entonces, no la había creído?
Cuando al fin llegó al poblado, Darren desmontó y caminó entre
las chozas de palos hasta la zona donde se congregaban los miwok.
Habían encendido una enorme pira funeraria y alrededor los músicos
componían una melodía que penetraba en el alma de Darren con cada
nota. Flautas de hueso, sonajeros, raspadores y tambores se alternaban
con las voces de los ancianos y las mujeres que ponían todo su
sentimiento en aquel canto de duelo.
El vaquero se acercó a Sanuye, la madre de Huyana, que lloraba
amargamente de rodillas en un lugar preferente. Cuando la mujer
miwok levantó sus ojos oscuros hacia él y sus miradas se encontraron,
Darren sintió todo el peso de la culpa estrangulando su corazón.
Aquellas pupilas arrasadas en lágrimas habían perdido completamente
la esperanza.
—Omusa, nuestro amigo, nuestra familia… Gracias por venir —
le dijo, con la voz rota.
Darren sintió que las rodillas se le doblaban y cayó postrado ante
ella.
—Sanuye, perdóname.
Ella le miró sin comprender.
—Te he fallado, os he fallado a todos. Tenía… Me he rendido
antes de tiempo y le he dado la espalda a Huyana.
Sanuye negó con la cabeza al tiempo que sorbía sus amargas
lágrimas.
—No. Ya no se podía hacer nada más. La hemos buscado por
todas partes, hemos seguido todas las pistas…
Darren apretó su mano con cariño, notando cómo algo se
KATE DANON 257
Una mágica visión
desgarraba en su interior.
—Todas las pistas no. Aún tenía una más… y la he ignorado —
inspiró con fuerza, visualizando los ojos dorados de Shannon cargados
de razón cuando le decía que debían rescatar a la niña—. Lo lamento
mucho.
—¿De qué estás hablando? —le preguntó Honon, que se había
acercado en ese momento a ellos y había escuchado el comentario del
vaquero.
—Mi mujer me habló de unas visiones que había tenido y yo no
la creí. Ella me dijo que Huyana se le había aparecido para pedirle
socorro.
Los dos miwok abrieron los ojos tras esa revelación. Honon dio
un paso hacia él, con el ceño fruncido.
—Omusa, sabes que Huyana era nuestro Hii. Sabes que poseía el
poder de los espíritus, sabes que era muy capaz de hacer ese tipo de
cosas… ¿por qué no creíste a tu mujer?
—Yo pensé que ella… —¿qué, qué pensó?
Darren se maldijo por no haber confiado en Shannon, más que
nada, porque haciéndolo había acabado con la última esperanza de
encontrar a su ahijada con vida. ¿O tal vez no? Se levantó bruscamente,
con gesto decidido.
—Debo regresar, amigos. Si existe una mínima posibilidad de dar
con Huyana, la encontraré, os lo prometo.
Apretó una vez más la mano de Sanuye a modo de despedida y
luego salió corriendo en busca de Fuego. Montó de un saltó y tiró de
las riendas para volver grupas y desandar el camino recorrido hasta el
poblado. Se reuniría con Shannon para ir en busca de su ahijada tal y
como le había pedido.
—¡Espera, Omusa! —le gritó Honon.
Pero Darren ya no lo escuchó, perdido en su galope frenético y
consumido por el ansia de reencontrarse con su esposa y pedirle
perdón por haber sido tan estúpido.
KATE DANON 258
Una mágica visión
KATE DANON 259
Una mágica visión
Capítulo 19
fuertemente cogida.
—Él es bueno —les interrumpió de pronto la niña.
Shannon la miró de reojo. No quería perder de vista al hombre.
—¿Qué dices, pequeña? ¿Acaso no te retienen contra tu
voluntad? —preguntó, sorprendida.
—Los otros no le dejan que se preocupe por mí —explicó la
niña—. Pero Tom lo hace. Tom quiere cuidarme.
Shannon dejó escapar una exclamación ahogada. Centró toda su
atención en el hombre.
—Entonces… ¿por qué no la devuelve con su familia?
Tom tragó saliva. Hundió los hombros y miró a la pequeña con
pesar.
—Ellos me matarían —susurró—. Soy un cobarde, lo admito. Y
deseaba con todas mis fuerzas que lo que Huyana afirmaba acerca de
usted fuera cierto.
—¿De mí?
—Sí. Dijo que la mujer del Este vendría a buscarla… ¿es usted,
verdad? La mujer de Omusa.
—¿Omusa? —Shannon no entendía nada.
—Creo que se refiere a Darren —aclaró Jenny a su espalda.
Claro, Darren. Shannon notó un estremecimiento al oír el nombre
de su marido. Él era el padrino de la pequeña.
Tom las miraba a una y a otra alternativamente. En verdad, la
niña no se había equivocado. Eran las mujeres más hermosas que había
visto jamás. Y, además, eran valientes.
—Llévensela. Ahora mismo, antes de que vuelvan —Tom sonrió
con tristeza—. Estaba deseando que vinieran, de todas maneras. Ya
estoy muy cansado de esto. Ella…—señaló a Huyana— es muy
especial y no se merece lo que le estamos haciendo.
Shannon suspiró aliviada, pero no bajó el arma. Parecía sincero,
mas no podía fiarse… No era tan ingenua.
—Muy bien —dijo—. Venga, nena, nos vamos.
KATE DANON 262
Una mágica visión
Capítulo 20
por mí. No pretendía solo que siguiera viva para que les hablara del
oro, quería protegerme a toda costa.
Jenny suspiró y la abrazó por los hombros, como si ella también
quisiera protegerla de cualquier peligro que estuviera acechando en la
oscuridad.
—Ahora nosotras nos ocuparemos de que recuperes fuerzas —le
dijo.
—Yo hago un estofado para chuparse los dedos —apuntó
Shannon.
La niña le dirigió una mirada suspicaz y una gran sonrisa.
—Me parece que dejaré que sea Jenny la que cocine para mí.
Shannon abrió la boca, haciéndose la ofendida.
—¿Insinúas que no sé cocinar? —inquirió, preguntándose a su
vez cómo sabría aquella mocosa que su mejor virtud no era la de ama
de casa, precisamente.
Tanto Jenny como la niña rompieron a reír ante su gesto
ofendido.
De súbito, mientas observaba las caras divertidas de sus
compañeras, a Shannon le sobrevino de nuevo aquel vértigo tan
conocido que nubló su mente… iluminándola instantes después con un
poderoso fogonazo…
Dean está atado a un árbol. Un revólver lo apunta, avanza hacia él,
cada vez más cerca… Dispara, dispara, le hiere en el estómago, una y otra
vez… Dean grita, desgarrado por el dolor…
—¡¡No!! —gritó, poniéndose en pie bruscamente.
—¿Qué ocurre? —preguntó Jenny, alarmada.
—He visto… lo he visto —Shannon temblaba.
De nuevo aquella visión, la misma que tuvo la noche del baile
cuando el marido de Jenny apretó su mano. Pero en esta ocasión, había
sido mucho más real y estaba sobrecogida. Miró en derredor y gimió
descorazonada cuando reconoció a unos pasos de donde se
encontraban el escenario de su premonición: el grueso tronco de una
KATE DANON 270
Una mágica visión
terminarlo.
—¿Tú crees? —preguntó ella, con un tono duro—. ¡Vuélvete,
maldita sea, quiero verte la cara!
Dean se levantó despacio, liberando del todo a Shannon, y se giró
lentamente para enfrentarla.
Jenny sangraba por el labio y se sujetaba el estómago dolorido
con la mano que le quedaba libre. El arma temblaba con violencia entre
sus dedos, pero su rostro poseía una determinación peligrosa. Shannon
corrió para colocarse a su lado.
—No eres una asesina, Jenny —murmuró, recordando la visión
que acababa de tener—. Será mejor que yo sostenga el arma.
—¡No! Este malnacido debe pagar por todo el daño que ha
causado…
Estaba llorando. Sus lágrimas eran de rabia, de odio, y Shannon
temió lo que podría ocurrir. Ella había sido testigo con su visión de las
oscuras consecuencias que podría reportarle un acto tan visceral como
aquel. Jenny no pensaba lo que hacía. Solo sentía dolor… y quería
desquitarse.
—Escucha a tu amiga, Jennifer —espetó Dean, fanfarrón—. No
serás capaz. Eres una cobarde, no tienes valor para apretar el gatillo.
No eres nadie, nadie…
—Sigue hablando —le retó ella, apretando los dientes con
rabia—, eso me lo pondrá mucho más fácil.
—Jenny —se escuchó la voz de la pequeña Huyana que se
acercaba—. No debes matarlo, tu sufrimiento nunca terminará.
—¡No lo entendéis! —chilló ella, fuera de sí. El dedo del gatillo se
movía frenético, buscando el alivio del disparo—. ¡Tiene que morir, es
un monstruo! ¡Tiene que morir!
Shannon sintió que la niña buscaba su mano y pensó que
necesitaba consuelo, que estaba asustada.
Nada más lejos de la realidad.
—Estoy débil, apenas tengo fuerzas —indicó la pequeña—.
KATE DANON 273
Una mágica visión
Capítulo 21
sentido seguir rastreando y mirando bajo cada piedra del camino —se
quejó.
—¿Qué ocurre? —preguntó Curtis—. Tú te ofreciste voluntario.
El joven se pasó la mano por el pelo, con gesto cansado.
—Pensé que las encontraríamos pronto, pero ya ha oscurecido y
cada vez estoy más convencido de que han huido… y no volverán.
El caballo de Darren piafó como si sus palabras lo hubiesen
ofendido y el vaquero tuvo que tranquilizarlo. Antes de que pudiera
contestar a ese comentario, Curtis volvió a hablar.
—Tú puedes regresar —le concedió Curtis—, nosotros
buscaremos un poco más.
El joven les dedicó una intensa mirada antes de asentir con un
gesto seco de cabeza. Acto seguido, tiró de las riendas de su caballo y
enfiló el camino de regreso al pueblo.
—¿Qué le pasa a ese? —preguntó Darren, que se había quedado
con ganas de apearle de su montura de un puñetazo.
—Creo que está algo celoso —reflexionó Curtis, mientras lo veía
alejarse—. Si mal no recuerdo, pretendió a Jenny el día en que llegaron
las mujeres, pero ella lo rechazó. Y como ella, las demás. Ninguna
quería a ese jovenzuelo con cara de niño como marido. Acabó casado
con una chica flacucha, muy poca cosa, llamada Patience. Se tuvo que
conformar al ver que no quedaban más opciones. Y entonces, al día
siguiente, apareció Shannon. Supongo que el muy iluso pensó que, tal
vez, si la hubiese conocido a ella antes…
—Shannon es mía —saltó Darren, muy deprisa.
Curtis sonrió ante su arrebato.
—Ya lo sé, idiota. Solo te explico lo que debe estar pasando por la
mente de ese muchacho, para que no tengas ganas de atizarle un buen
puñetazo por sus desafortunados comentarios —Curtis se acercó más a
él y le susurró con un deje malicioso—. De todas maneras, tienes que
reconocer que cualquier hombre sentiría celos de ti. Después de todo,
Shannon es la mujer más hermosa de Loan’s Valley. Todos los hombres
KATE DANON 276
Una mágica visión
la desean. ¿Aún te extraña que el chico esté loco por ella y te odie a ti
de paso?
La furibunda mirada de Darren ante esas palabras provocó otra
gran sonrisa en el rostro del patrón. Le encantaba hacer rabiar a
Darren, máxime cuando había dado tanta guerra con el asunto de
aquella boda. Se tenía bien merecido que Shannon le hiciera sufrir un
poco.
Lo malo era que a lo mejor no se trataba de un escarmiento, como
Curtis creía. Estaba empezando a sospechar que algo malo podía
haberles ocurrido, porque aunque celoso y necio, Brett Hurt tenía
razón: no había rastro de ellas por ninguna parte.
En la mente de Darren seguían martilleando las palabras del
patrón. Todos los hombres la desean. Aquel comentario se le había
clavado como un clavo oxidado en el centro del pecho. No podía
soportar la imagen que le evocaba aquella frase y supo que tenía que
encontrar a su mujer a toda costa.
—Sigamos buscando un poco más —le pidió a Curtis,
adelantándole con el caballo.
Al patrón no le pasó desapercibido el tono ceniciento del rostro
del vaquero, pero en esta ocasión, su desesperación no le causó
ninguna gracia. Él mismo estaba empezando a preocuparse de verdad.
duda, que la niña estaba curando las heridas del alma de Jenny.
Se incorporó con un gesto de dolor y buscó el árbol en el que
habían atado a Dean. Allí seguía. Y además, ahora estaba amordazado.
El vaquero le devolvió una mirada de odio tan profundo que se le erizó
la piel.
Despegó sus ojos de aquella mirada venenosa y se arrastró como
pudo hasta Jenny.
—Será mejor que nos vayamos de aquí —susurró—. Esto no me
gusta… Y tú —exclamó señalando con el dedo a Huyana—, no sé lo
que me has hecho, pero no lo vuelvas a hacer. Prométemelo.
La niña sonrió, condescendiente, y lo prometió.
—Necesitas descansar —le recomendó—. Debes dormir y
recuperar fuerzas.
—Las que tú me has quitado.
—Era por el bien de todas. Ese hombre es malo, muy malo.
Pensaba hacernos daño. Pero Jenny no debía disparar, eso solo hubiese
emponzoñado sus sentimientos y nunca se hubiera curado.
Shannon asintió, con un asomo de sonrisa.
—Tienes razón, pequeña sabionda —le pasó la mano a Jenny por
la espalda para consolarla—. Todo saldrá bien, amiga. Olvidarás todo
esto y volverás a ser feliz.
—¿Qué vamos a hacer con él? —preguntó la joven morena,
señalando a Dean con la cabeza.
—Deberíamos dejarle ahí atado. Ya lo encontrará alguien —
sugirió Shannon.
—Es un hombre malo —repitió Huyana, con un susurro
velado—. Podemos dejarlo, sí, alguien lo encontrará…
Shannon y Jenny intercambiaron una mirada interrogante. ¿Qué
le ocurría ahora a la niña? Sus ojos parecían perdidos en el infinito y las
mujeres tuvieron la sensación de que sabía muchas más cosas de las
que decía. Y no debía tratarse de nada bueno, porque la tristeza
anegaba su rostro moreno y sus tibios ojos violáceos, que en ese
KATE DANON 278
Una mágica visión
Con las primeras luces del amanecer, las dos mujeres levantaron
su improvisado campamento. Apenas les quedaba comida y
decidieron dársela a la niña. Shannon se acercó hasta donde se
encontraba Dean, aún atado y amordazado, mientras la pequeña
devoraba su desayuno.
—Vamos a dejarte aquí —le explicó—. Debería decirte que para
siempre… o al menos hasta que un oso te encuentre y acabe contigo —
suspiró y se acercó más, bajándole la mordaza para liberar su boca.
—Maldita perra —musitó Dean, con la voz reseca—. Pagaréis por
esto.
—Sí, sí, sí. Anda, bebe un poco, lo necesitarás.
Shannon acercó a sus labios la cantimplora y el vaquero dejó a un
lado su dolido orgullo para saciar su sed con un ansia lastimera.
—En cuanto lleguemos a Loan’s Valley enviaremos a alguien a
buscarte —dijo ella, apartando el agua para frustración del hombre—.
Como comprenderás, tu esposa no quiere viajar a tu lado. Espero que
te hagas cargo…
—Sois las dos unas putas miserables, y os mereceríais que…
No pudo seguir hablando porque Shannon volvió a colocarle la
mordaza en la boca. Solo pudieron escuchar los gemidos angustiosos
de Dean mientras abandonaban el claro y lo dejaban atado en aquel
árbol. Ninguna de las tres lo lamentó. Allí estaba muy bien; allí no
podía hacerle daño a nadie más.
Tras varias horas más de viaje, Jenny y Shannon pudieron ver
por fin las siluetas de las cabañas del pueblo recortándose contra el
horizonte.
—Ya casi estamos en casa —murmuró Shannon, apretando el
cuerpecito de Huyana que viajaba en su caballo, sentada delante de
ella—. Pronto te encontrarás con Darren.
—Omusa… —exclamó la niña, con una sonrisa radiante.
—Pues yo no tengo ninguna gana de volver —confesó Jenny—.
¿Puedo quedarme con vosotros, Shannon, hasta que sepamos qué
KATE DANON 282
Una mágica visión
Capítulo 22
su marido.
—Sí. Estoy cansada, eso es todo.
Jenny y Huyana intercambiaron una significativa mirada.
—Échate un rato en la cama mientras nosotras preparamos algo
de comer —le sugirieron.
—¿Y qué pasa con Dean? —inquirió—. ¿No deberíamos avisar a
Curtis cuanto antes?
—No le hará ningún mal permanecer unas horas más atado al
árbol —sentenció Jenny, con voz dura—. Así podrá meditar acerca de
todo lo que ha hecho.
Shannon asintió, conforme, pero aun así, no le apetecía dormir.
Lo único que deseaba era ver al presuntuoso y arrogante vaquero que
le estaba destrozando el corazón.
Así que se levantó decidida, se arremangó la camisa y decidió
que lo mejor que podía hacer era mantenerse ocupada. Rebuscó en la
despensa y ofreció a sus invitadas lo que pudo encontrar para comer,
lamentando no disponer de más víveres para prepararles el almuerzo
que se merecían y necesitaban.
Después, Shannon obligó a Huyana a dormir un poco. Era
consciente de las ojeras azuladas que resaltaban bajo sus mágicos ojos
y de la extrema delgadez de su cuerpecito. La niña había pasado un
calvario y necesitaba reponerse.
—No quiero dormir —se quejó—. Quiero esperar a Omusa.
—No sabemos cuándo regresará —le respondió, con paciencia—.
Y puedes esperar dormida, de todas maneras. Prometo despertarte en
cuanto llegue.
La pequeña pareció conformarse tras esas palabras y se acurrucó
en la cama, hecha un ovillo. Se durmió en el acto y Shannon sonrió.
Estaba realmente exhausta y aun así, hubiera esperado despierta. La
arropó con cuidado y le dio un beso en la mejilla. Pobre criatura. Así
dormida, ocultos aquellos extraños ojos sabios, quedaba de manifiesto
su corta edad. Habría echado mucho de menos a su madre, pensó,
KATE DANON 286
Una mágica visión
peligrosamente.
—Corre —exclamó, cogiéndola de la mano para arrastrarla hasta
Fuego—. Ahora que sé que mi ahijada está viva no permitiré que nadie
más vuelva a hacerle daño.
Darren saltó sobre su montura mientras Shannon se ponía de
mala manera la camisa y los pantalones. El vaquero, impaciente, la
cogió por la cintura y la colocó con brusquedad en su regazo. Espoleó a
Fuego y no esperó a que Shannon se sujetara, aunque ella, al sentir el
arranque del caballo, se aferró al cuerpo de su esposo con toda su
alma. Su corazón latía con violencia por miedo a que algo malo les
hubiera ocurrido a Jenny y a Huyana. ¿Llegarían a tiempo para
salvarlas?
Cerró los ojos y rezó. Rezó con todas sus fuerzas.
KATE DANON 297
Una mágica visión
Capítulo 23
la mirada.
Brett sonrió confiado, despreocupado.
—¿Sabes contra quién te enfrentas? —preguntó, recuperando su
sonrisa demoníaca ante la excitación del duelo. Jamás había perdido
uno, y matar a ese vaquero engreído le iba a reportar una lujuriosa
satisfacción.
—Contra un asesino.
Shannon observó a su marido entre brumas, apenas podía
enfocar la vista. Huyana ya la había soltado, pero no conseguía respirar
con normalidad. La niña le había absorbido bastante energía en apenas
dos segundos y le iba a resultar muy difícil sobreponerse al vacío que
había arrasado su mente y su cuerpo.
Darren avanzó un paso con los puños levantados, pero en ese
momento Brett desenfundó su propio revólver a la velocidad del rayo.
Era un pistolero increíblemente rápido. Shannon notó cómo el miedo
lo volvía todo negro, Darren no tenía ninguna oportunidad.
Darren…
Se escucharon tres disparos, separados entre sí por menos de un
segundo.
Pero no pudo ver nada más, porque en ese momento, perdió el
conocimiento, extenuada.
primer impulso fue venir aquí para ver si todo estaba en orden. Y, por
fortuna, llegó justo a tiempo.
Shannon pensó en la flacucha Patience. Siempre le había
parecido una chica con muy poco espíritu, pero, aparte de eso, era una
buena persona. Durante el viaje hasta Loan’s Valley habían hablado en
muchas ocasiones… No se merecía aquel final, pobre Patience.
Darren observó su gesto conmocionado por aquella información
y volvió a abrazarla. Shannon apoyó la mejilla contra su pecho y cerró
los ojos, abandonándose a la increíble sensación de estar a salvo en los
brazos de su esposo. Todo había pasado, por fin aquella locura había
terminado.
Unos tímidos golpes en la puerta llamaron su atención y se
separaron. Shannon no hubiese querido soltarlo por nada del mundo,
necesitaba desesperadamente su calor, pero comprendía que los que
aguardaban en el salón estaban preocupados por ella.
—Adelante —dijo Darren, levantándose de la cama.
Curtis, Jenny, Huyana y el doctor entraron en el dormitorio,
buscándola con la mirada.
—Hemos oído voces —se disculpó Jenny por la interrupción,
siempre tan sensible.
—¿Te encuentras bien, muchacha? —preguntó Curtis. Shannon le
miró frunciendo el ceño —lo que le originó otro doloroso latido en la
sien—, y el patrón cayó en la cuenta—. Shannon —rectificó, con una
sonrisa en los labios—, ¿te encuentras bien?
—Tengo un insoportable dolor de cabeza, pero sí, por lo demás,
estoy de maravilla —suspiró y miró con cariño el rostro de Huyana—.
Por fin estás a salvo, pequeña.
—Jenny nos ha contado lo ocurrido —explicó Curtis.
—Es algo inconcebible —dijo el doctor, mirando una vez más la
feas heridas del rostro de su amiga—. Un hombre maltratando de esa
manera a una mujer…
—¿Les has contado todo… todo? —se extrañó Shannon. Intuía
KATE DANON 305
Una mágica visión
que a Jenny le habría costado sincerarse y relatar los horrores a los que
la había sometido Garret.
—Todo —corroboró la propia Jenny, con el rostro enrojecido por
el bochorno.
—No debes avergonzarte, Jennifer —indicó Curtis, volviéndose
hacia ella—. No has hecho nada malo y no merecías ese trato. Solo
lamento que no pudieras contármelo antes, porque yo mismo le habría
dado su merecido a ese mal nacido. Y en cuanto a Brett Hurt… Bueno,
ahí lo tengo fuera. No lamento haber tenido que matarlo. Lo llevaré
junto a su amigo Dean y los enterraremos juntos, para que se hagan
compañía en el infierno.
Tras esas palabras, a Shannon le recorrió un desagradable
escalofrío por la espalda.
—Yo te ayudaré, Curtis —se ofreció el doctor—. Es decir, si por
aquí no se necesitan más mis servicios…
Darren se tocó el hombro y Shannon supo que el buen doctor le
había curado el rasguño de la bala mientras ella estaba inconsciente.
—¿Shannon? —preguntó O’Brian, mirándola fijamente.
Ella cayó en la cuenta de que estaba esperando por si lo
necesitaba.
—¡Oh, gracias, doctor! Pero estoy bien. Excepto por un dolor
tremendo de cabeza, me encuentro perfectamente.
—Luego te acercaré unas hojas de amapola y un poco de melisa
para que te prepares una infusión. Te vendrá muy bien después de
todo lo que has pasado.
—Muchas gracias —dijo ella.
—Iré con vosotros —anunció Darren, encaminándose hacia la
puerta—. Os ayudaré con los cadáveres y luego pasaré por su casa,
doctor. Yo mismo le traeré las medicinas a Shannon.
Se acercó a ella y le dio un rápido beso en los labios que la dejó
con ganas de más. Shannon sintió un terrible vacío interior cuando su
esposo abandonó la habitación en compañía de los otros dos hombres.
KATE DANON 306
Una mágica visión
Capítulo 24
despertarse nunca.
cierto. Dean Garret era sin duda uno de los peores hombres que habían
tenido la desgracia de conocer.
—Ven, no gastes ni un solo pensamiento más en ese monstruo —
le sugirió Shannon, conduciéndola hacia un grupo de mujeres que
trabajan delante de una de las chozas—. Vamos a conocer sus
costumbres, así nos distraeremos.
Jenny asintió y se acercaron hasta ellas. Observaron con
curiosidad cómo fabricaban sus cestos, ayudadas por unas finas leznas
de hueso de ciervo. Sus manos se movían con destreza trenzando los
suaves juncos, intercalando de vez en cuando abalorios y algunas
plumas. Shannon estaba fascinada. Pensó que tal vez podría pedirles
que la enseñaran a realizar aquella hermosa labor, pero suponía que
para adquirir la maestría que ellas exhibían tendría que practicar
durante mucho, mucho tiempo.
—Omusa ‘oh’a10 —le dijo de pronto una de las mujeres,
acercándose a ella—. Koccha11.
Shannon le sonrió por instinto. Aquella anciana parecía muy
amable y le ofrecía uno de aquellos maravillosos cestos. La joven se
volvió para buscar a Darren con la mirada y, tal y como suponía, el
vaquero no se había alejado mucho de ellas.
—¿Qué es lo que ha dicho? —le preguntó.
Él acudió enseguida a su lado. Sonrió a la anciana y cogió el cesto
que les ofrecía, dedicándole un gesto de asentimiento.
—Nos lo regala para nuestro hogar —le explicó Darren.
—¿Cómo se dice gracias?
—Tenkiju’.
—Tenkiju’ —repitió Shannon con timidez. Aquel era un idioma
con una pronunciación complicada.
La anciana les sonrió y cabeceó satisfecha antes de volver a su
sitio entre las otras mujeres.
—Es una preciosidad, Darren —murmuró Shannon acariciando
la textura del cesto—. Quedará precioso en nuestra sala.
KATE DANON 317
Una mágica visión
Capítulo 25
esperando.
Volvió a besarla, esta vez con más intensidad. Sus labios se
movieron sobre los de ella ardiendo con la necesidad de ser
correspondido. Y Shannon le devolvió el beso completamente
entregada, con el corazón a punto de explotar por las emociones que la
embargaban ante aquella demostración de amor. Ya no tenía dudas y
se sintió la mujer más feliz sobre la faz de la tierra.
Cuando se separaron, continuaron mirándose a los ojos como si
en el mundo no existiera nada más. Y, esta vez sí, Shannon supo que
era su turno.
—Darren, te amo con todo mi corazón. Atravesaría de nuevo mil
desiertos para encontrarme contigo. Si alguna vez imaginé lo que me
depararía aquel viaje, sin duda la realidad ha superado con creces
todas mis expectativas. No podría haberme casado con otro hombre…
tú eres el único al que podría haber entregado mi vida y mi corazón.
El vaquero se inclinó hacia ella con intención de besarla de
nuevo, pero la voz de Huyana lo detuvo. La niña elevó los brazos y la
mirada al cielo pidiendo la bendición de los espíritus para aquella
pareja que se había prometido amor delante de su pueblo. Jenny y
Sanuye observaban la escena con lágrimas en los ojos y Honon sonreía
satisfecho. Omusa era feliz, muy feliz. Y sabía que el amor que se leía
en su rostro no lo había visto nunca antes, ni siquiera por Sanuye.
Shannon miró a su esposo y apretó su mano para llamar su
atención.
—Nunca olvidaré este día, Darren. Es la boda más bella a la que
jamás he asistido.
—Como tenía que ser —asintió él, atrayéndola de nuevo para
volver a besarla.
KATE DANON 330
Una mágica visión
Capítulo 26
lo dejemos?
—Es demasiado divertido —confesó ella, a pesar del dolor de
pies.
Y es que ver al aguerrido vaquero, siempre tan confiado y seguro
de sí mismo, hundido moralmente por un baile, le divertía mucho. Y
ella necesitaba reírse, era una buena terapia. Después, cayó en la
cuenta de que el vaquero no debía estar del todo recuperado de su
herida y decidió apiadarse.
—Aunque, si te duele el hombro podemos parar. Lo entiendo.
—No te preocupes, apenas me molesta ya. Haremos esto: me
separaré un poco más para darle un descanso a tus pies —dijo él,
dando un paso hacia atrás, lo que ocasionó que chocara con otra de las
parejas que danzaban en la plaza.
Las risas de Jenny aumentaron. Se secó las lágrimas que le
corrían por la cara a causa de las carcajadas y le miró con aprecio.
—Creerás que soy muy cruel por decir esto —dijo,
interrumpiendo su hilaridad—, pero me alegro mucho de que Shannon
se rezagara de la caravana y que aquel hombre la atacara. De otro
modo jamás os hubierais conocido, y sin duda eres el marido ideal.
Darren se detuvo en seco, con el rostro completamente
demudado.
—¿Qué es lo que has dicho?
Jenny se dio cuenta de su error. Se separó de él y se tapó la boca
con la mano al percatarse de que había roto una promesa.
—¡No tenía que contártelo! Lo siento, yo… Ella me pidió que no
dijera nada, pero me olvidé…
Darren la tomó por los hombros decidido a escuchar toda la
historia. Ahora que conocía el motivo por el que su mujer había caído
por un terraplén y casi se había matado, quiso saberlo todo.
—¿Qué fue exactamente lo que ella te contó?
Jenny negó con la cabeza. No debía… no podía contárselo.
—Darren, Shannon me pidió que no te lo dijera. No sé por qué,
KATE DANON 336
Una mágica visión
rato…
Jenny pasó a su lado sonriendo y se cogió del brazo de Curtis
para regresar a la plaza. Darren y Shannon ni se percataron de su
marcha, perdidos como estaban el uno en el otro.
—Llévame a casa, Darren, estoy muy cansada —le pidió, con un
susurro.
Los ojos azules del vaquero brillaron con picardía cuando la
estrechó con más fuerza y sus manos buscaron la redondez de sus
nalgas para acariciarlas suavemente.
—¿Estás muy, muy cansada? —preguntó con tono meloso,
pasándole la lengua por el cuello allí donde tenía el rasguño de la
navaja.
Shannon exhaló un suspiro de placer mientras se apretaba contra
su esposo.
—Bueno, soy una mujer fuerte y resistente… Creo que ya he
probado que soy capaz de soportar cualquier cosa.
—¿Cualquier cosa? —repitió Darren, notando ya como todo su
cuerpo ardía con la necesidad de yacer junto a su esposa
completamente desnudo.
—Cualquier cosa —aseguró ella, separándose de él para poner
rumbo a su hogar.
Le dio la mano y tiró de él para que la siguiera. Darren lo hizo,
convencido de que la seguiría hasta el fin del mundo si se lo
propusiera. Los ojos dorados de Shannon brillaban de deseo mientras
daba los primeros pasos, mientras su mente era invadida de pronto por
otra de aquellas visiones ardientes y sensuales en las que su esposo era
el protagonista.
Darren se dio cuenta de cómo cambiaba su rostro y de cómo se
abstraía de todo lo que la rodeaba. Estaba aprendiendo a reconocer
esos raros momentos en los que su mujer era asaltada por su
extraordinario don.
—¿Otra visión? —le preguntó, cuando su cara se relajó y volvió a
KATE DANON 344
Una mágica visión
enfocar la mirada.
—Sí —susurró ella, estremeciéndose al recordarla.
—Nada malo, espero.
Shannon negó con la cabeza y se acercó para besarle con pasión.
Movió sus labios buscando la respuesta del hombre, tocando con su
lengua el interior de su boca y excitándolo hasta volverlo
completamente loco.
—He visto lo que va a pasar en cuanto lleguemos a la cabaña —
jadeó ella, bajando las manos por las caderas masculinas en actitud
provocativa.
Darren le mostró aquella media sonrisa que ella adoraba.
—Pequeña bruja lasciva… —musitó encantado—. ¿Y vas a
contarme los detalles de tu visión?
—Mejor aún —contestó, acariciándolo por encima del pantalón
hasta conseguir que gruñera satisfecho por su osadía—, voy a
mostrártelos… uno a uno.
Él devoró su boca una vez más sin poder contenerse. Sus lenguas
se enzarzaron en un baile apasionado como anticipo de lo que vendría
a continuación.
Cuando consiguieron separarse para respirar, se marcharon por
el sendero que conducía a su cabaña sin mirar atrás, dejando tras de sí
el cuerpo inconsciente de Bob Wyatt.
Ninguno de los dos volvió a pensar en él en toda la noche…
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Una mágica visión
Agradecimientos
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Una mágica visión