La Fábrica de Chocolate
La Fábrica de Chocolate
La Fábrica de Chocolate
LA FÁBRICA DE CHOCOLATE
TRABAJO, GÉNERO Y EDAD EN LA INDUSTRIA
DEL DULCE, BUENOS AIRES 1900-1943
Ludmila Scheinkman
Scheinkman, Ludmila
La fábrica de chocolate : trabajo, género y edad en la industria del dulce,
Buenos Aires 1900-1943 / Ludmila Scheinkman. - 1a ed. - Mar del Plata : EU-
DEM, 2021.
325 p. ; 23 x 15 cm.
ISBN 978-987-8410-45-6
Prohibida su reproducción total o parcial por cualquier medio o método, sin auto-
rización previa de los autores.
ISBN: 978-987-8410-45-6
Este libro fue evaluado por las Dras. Donna Guy, Alejandra Ciriza y Sara Pérez
© 2021, EUDEM
Editorial de la Universidad Nacional de Mar del Plata
3 de Febrero 2538 / Mar del Plata / Argentina
Presentación ............................................................................ 13
Agradecimientos ..................................................................... 19
Introducción ........................................................................... 21
Trabajo masculino, femenino e infantil ..........................................24
Experiencias laborales, género e interseccionalidad: apuntes
metodológicos .................................................................................31
Fuentes, documentos e indicios......................................................34
5
La fábrica de chocolate
Huelgas y conflictos.
Mujeres y niños en la acción colectiva .................................181
Huelgas, protestas y acción colectiva
en la primera década del siglo........................................................182
Pequeños huelguistas ...............................................................186
A la conquista de derechos: la profundización de los
conflictos en la posguerra y los gobiernos radicales .....................196
La contraofensiva patronal ......................................................204
Las mujeres en la lucha ............................................................209
6
Índice
Conclusiones .........................................................................289
Fuentes y bibliografía...........................................................299
Fuentes...........................................................................................299
Documentos oficiales producidos por dependencias estatales ....299
Documentos y periódicos obreros y de izquierdas .................300
Publicaciones de empresas, patronales y de derechas .............302
Otros diarios, periódicos, revistas, folletos,
libros y publicaciones.................................................................. 307
Entrevistas a ex obreros y obreras ............................................308
Bibliografía ....................................................................................309
7
La fábrica de chocolate
Índice de gráficos
Gráfico 1.1 Materias primas, valor agregado y producción de dulces
en la Capital Federal, $ oro (1904-1946) ........................................51
Gráfico 1.2 Capital invertido y fuerza motriz en las fábricas de
chocolates, dulces, galletitas y afines en la Capital Federal (1887-
1946) ................................................................................................65
Gráfico 1.3 Fuerza motriz empleada por cada obrero y obrera en las
fábricas de chocolates, galletitas y afines en la Capital Federal (HP
totales/cantidad de obreros totales, 1895-1946) ............................66
Gráfico 2.1 Cantidad de obreros empleados en las fábricas de
chocolates, galletitas y afines en la Capital Federal, según edad y
género, y su evolución porcentual (1904-1935) .............................86
Índice de cuadros
Cuadro 1.1 Bagley. Rentabilidad patrimonial promedio (1908-
1943) ................................................................................................63
Cuadro 2.1 Cantidad de obreros y obreras ocupados en las tareas de
empaquetamiento en las fábricas de dulces, chocolates y galletitas en
la Capital Federal (1922) .................................................................90
Cuadro 3.1 Salarios máximos nominales percibidos por obreros y
obreras adultos con cualificación o jerarquía en la industria del dulce
porteña en $m/n y brecha salarial de género (1903-1944) ...........138
Cuadro 3.2 Salarios mínimos nominales percibidos por obreros y
obreras sin cualificación ni jerarquía en la industria del dulce porteña
en $m/n y brecha salarial de género y edad entre salarios de peones y
obreros rasos (1903-1944) ............................................................140
Cuadro 3.3 Índice de salario real promedio en la industria del dulce
porteña (1903-1944) .....................................................................144
8
Índice
Índice de imágenes
Imagen 0.1 Bagley, CyC, 18/3/1922, 99. “Los chicos ya esperan. ¿Los
ve usted por el espejo? Están contentos y alegren porque saben que
hoy, con el te, les será servido un manjar exquisito: las ricas Galletitas
FAMILIA de BAGLEY”.................................................................25
Imagen 1.0 Bizcochos Canale, Caras y Caretas, 4/3/1916, 16. .....43
Imagen 5.0 El obrero en dulce, facsímil, n°1, 1/5/1920, 1. ..........235
Índice de fotos
Foto 0.0 Lata de cacao en polvo Toddy, ca. años 1970. .................21
Foto 2.0 Cuadro vivo formado por las alumnas de la Escuela Bagley.
“Escuela Bagley”, Liga Patriótica Argentina, Comisión Central de
Señoritas, Memoria de las escuelas gratuitas obreras, 1927-1928, 35 .....79
Foto 2.1 Con el epígrafe “Personal del establecimiento”, la fábrica Águila
mostraba la legión de niños empleados. “Fábrica de cafés y chocolates
“El Águila” de Saint Hermanos”, CyC, 1/1/1906, 103...................... 95
Foto 2.2 “Cuadro ‘Girls Biscuit Industria Nacional’ por las alumnas
obreras da la Escuela Bagley”. LPA, CCS, Memoria de las escuelas
gratuitas obreras, 1926-1927, 23...................................................119
Foto 3.0 A la salida de la fábrica, las obreras de Águila posan para
Mujeres Argentinas. “Más baños y más agua reclaman en Águila”,
Mujeres Argentinas, 15/3/1947, 5. ..............................................125
Foto 3.1 Vista interior del taller de fabricación de galletitas de la
fábrica de Luis Botto y Cía. Durante la elaboración, puede verse a
las obreras especializadas en coberturas. “Serie expositiva y gráfica de
nuestra potencia industrial”, Revista de la Asociación Fabricantes de
Dulces, Conservas y Afines, 3/1942, 15. ........................................173
Foto 4.0 “Obreros huelguistas de Bagley, Foto ¡ALERTA! Para “La
Vanguardia””, 28/11/1940. Documentos Fotográficos, AGN. .......181
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Índice de mapas
Mapa 1.1 Localización y fecha de instalación de las principales
fábricas alimenticias de Barracas y alrededores. Elaboración propia
sobre: Municipalidad de la Capital, Plano de la ciudad de Buenos
Aires capital de la República Argentina con el trazado general de
calles, 1916. Las principales fábricas de dulces se ubicaron en un
radio de pocas cuadras con epicentro en Barracas, extendiéndose a los
barrios aledaños ...............................................................................59
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Siglas
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PRESENTACIÓN
Valeria Pita e Inés Pérez
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PRELUDIO
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Preludio
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AGRADECIMIENTOS
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INTRODUCCIÓN
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Introducción
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Durante las primeras décadas del siglo XX, las fábricas de dulces lo-
cales apelaron a la publicidad para construir, segmentar y expandir su
mercado de consumo1. Los destinatarios principales de los productos
fueron mujeres, niños y niñas. Esta estrategia fue sumamente exitosa:
si a fines del siglo XIX el consumo anual de chocolate por persona en
Argentina era de 98 gramos, al promediar el siglo XX la ingesta se ha-
bía cuadruplicado2. En sus gráficas, los avisos difundieron imágenes
de la infancia, las mujeres, la domesticidad, la maternidad y la familia
(Imagen 0.1). Apelaron a las mujeres, a las madres y a los niños como
consumidores, y desde los años 1930 difundieron una cultura infan-
to-juvenil con eje en el juego, la diversión, consumos como el cine, de-
portes como el fútbol y coleccionables como los álbumes de figuritas.
24
Introducción
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En simultáneo –lo que aparentemente podría ser visto como una pa-
radoja–, estas mismas fábricas recurrieron a la contratación de muje-
res y menores como operarios. Al comenzar el siglo, mujeres, niños y
niñas constituían el 27% de los trabajadores de estas industrias, por-
centaje que se había elevado al 55% en 1935. Con el objeto de redu-
cir sus costos laborales, puesto que en estos años mujeres y menores
ganaron, en promedio, entre un 40 y un 70% menos que los varones
adultos por trabajos de igual jerarquía y cualificación, aprovecharon
para su beneficio y reprodujeron concepciones sociales sobre los tra-
bajos “aptos” para la “naturaleza” femenina e infantil. A su vez, pro-
piciaron condiciones de trabajo y vitales para sus obreros y obreras
que les imposibilitaban participar de los ideales de vida y de consumo
que difundían en sus publicidades. Apelar al concepto de género para
escrutar el pasado implica con frecuencia ingresar al terreno de la con-
tradicción, para explorar de qué modo lograron compatibilizarse y
naturalizarse prácticas y discursos a primera vista antagónicos.
Como muchas investigaciones, esta tiene su origen en inquietu-
des de mi vida personal, “privada”. Utilizo el término en un sentido
provocador, ya que estas surgieron de la intersección entre dos ámbi-
tos de mi propio interés político. Cuando decidí investigar el trabajo
femenino y dedicarme a los estudios de género, hacía poco que, en
el marco de mi militancia de izquierda, me había encontrado con el
feminismo. Me interesaba la historia de la clase trabajadora a comien-
zos del siglo XX, pero en los grupos de estudio en que participaba,
focalizados en las izquierdas y el movimiento obrero, la mayoría de los
trabajos abordados decían poco o nada de nuestra historia, la historia
de las mujeres trabajadoras.
De ese modo me puse en contacto con una creciente cantidad
de trabajos en la intersección entre la historia social y los estudios de
género, que en las últimas décadas abrieron promisorias vías de in-
dagación sobre las experiencias de los y las trabajadoras, estudiando
las relaciones de género, las representaciones generizadas del mundo
laboral, la inserción de las mujeres en el mercado de trabajo y su parti-
cipación en las protestas y organizaciones sindicales y políticas.3 Estos
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Introducción
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centrarme entonces en las fábricas de dulces que eran las más grandes,
conocidas e importantes, y donde esperaba encontrar a las mujeres.
Pero mis inquietudes iniciales, cercanas a una historia más clásica
del movimiento obrero, concentrada en el estudio de huelgas, mo-
vilizaciones, reuniones y congresos sindicales y debates ideológicos,
fueron cambiando.5 Mi mirada y mis preocupaciones se complejiza-
ron y diversificaron, pues parte importante de la historia de los tra-
bajadores queda afuera de una historia más política del mundo del
trabajo. Como ha señalado Steedman (1994) a propósito del trabajo
de las y los sirvientes, focalizar en las experiencias laborales masculinas
extra-domésticas omite de los relatos históricos una vasta porción de
experiencias que modifican sensiblemente nuestro entendimiento de
la formación de la clase y la conciencia de clase. Trabajos recientes so-
bre vida urbana, salud, sociabilidades, ocio y esparcimiento, deporte,
consumo, la infancia pobre, la familia obrera, las experiencias femeni-
nas, la prostitución, masculinidades, entre otros, amplían el conoci-
miento sobre las y los trabajadores y sus formas de vida; dimensiones
sustantivas de la experiencia obrera que no deberían ser ignoradas
por los estudios del movimiento obrero y las izquierdas. ¿Qué pasa
con aquellos –mujeres, niños– que no se organizaron o no protes-
taban de manera tan visible o heroica? ¿Qué hay de la historia de los
trabajadores de aquellas industrias y ocupaciones donde las organi-
zaciones gremiales y políticas fueron débiles, como la industria del
dulce? ¿Qué pasa con aquellos trabajos e industrias realizados por los
sectores más “frágiles” y “desprotegidos” de la clase? Más aun, ¿por
qué debería la reivindicación de la clase, la lucha o la política, implicar
necesariamente dar la espalda a otros aspectos de la vida social de los
trabajadores –las comunidades, las sociabilidades, las concepciones
del género, la infancia, la vivienda, la salud–? ¿De qué manera pue-
den incorporarse aquellas dimensiones de la vida social que fueron
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Introducción
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TRABAJAR EN LAS FÁBRICAS
Condiciones y experiencias laborales
Foto 3.0 A la salida de la fábrica, las obreras de Águila posan para Mujeres
Argentinas. “Más baños y más agua reclaman en Águila”, Mujeres Argentinas,
15/3/1947, 5.
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2 “Variaciones del salario en la ciudad de Buenos Aires (1904 a 1909)”, Boletín del
DNT, 31/3/1909, 24; “Industria del dulce”, Crónica Mensual del DNT, 2/1918, 29.
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5 “Por las mujeres y los niños. Actividad del delegado obrero. Infracciones a la ley.
Denuncias e intervención policial”, LV, 18/2/1909, 1.
6 “En la fábrica de galletitas. Continúa la resistencia”, LV, 13/4/1907, 2.
7 “Fábrica de galletitas Bagley. Declaración de huelga”, LV, 9/4/1907, 2.
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9 Enrique Barca, “Por las mujeres y los niños. Una inspección obrera”, LV,
30/11/1910, 2.
10 Fábrica de Bagley Ltda. “Solicita se deje sin efecto el cambio de horario”. AGN,
Fondo Ministerio del Interior, Legajo 13, 1908.
11 Reglamentación de la Ley 11544 sobre jornada legal del trabajo 16.115/33.
Justo/ Leopoldo Melo. En: http://servicios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/ane-
xos/60000-64999/63369/norma.htm
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eso tiene razón la señorita Lidia, “si las obreras no fueran tan haraga-
nas, sino se pasasen el tiempo quejándose de que les duele la espalda,
podrían ganar mucho dinero, cómo que les pagan por cada tarima la
enorme suma de 0,12 c”.21
Teníamos que trabajar seis horas, pero como trabajábamos por cuen-
ta nuestra, no nos interesaba trabajar dos horas más porque lo ganá-
bamos… no era que ellos nos robaban esas dos horas, nosotros ganá-
bamos […]. Terrabusi era un trabajo bárbaro, porque vos ganabas lo
que vos trabajabas. Si vos hacías diez cosas, te pagaban por las diez. Si
vos hacías cinco, cinco. Bueno después no, después ya cuando fui al
chocolate ahí no, era por cuenta de la casa pero el sueldo era buenísi-
mo… […] Se ganaba muy bien… y aparte, te daban todo el uniforme
limpio a la mañana, todo parecía almidonado…22
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26 Hemos reconstruido los salarios nominales entre 1903 y 1944 (Cuadros 3.1 y
3.2). Aunque no otorgan información respecto de la capacidad adquisitiva (el sa-
lario real), son útiles para apreciar la evolución en el tiempo de la brecha salarial de
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Trabajar en las fábricas
género, es decir, la diferencia entre los sueldos de varones y mujeres, expresada como
un porcentaje del salario masculino. Así mismo, cabe advertir que la documenta-
ción empleada presentaba distintos criterios de clasificación y diferente rigurosidad.
Hemos empleado la que consideramos más detallada y rigurosa: los salarios consig-
nados por jornal (particularmente los de mujeres, niños y niñas), fueron mensua-
lizados a 25 días. Toda la información consultada aportaba o permitía reconstruir
rangos de salarios por categorías, por ello en lugar de utilizar salarios promedio, se-
paramos la información relativa a salarios máximos y mínimos por cada categoría.
Esto con la excepción de 1917, cuyo número es un promedio. Para 1933 usamos los
salarios de la casa Groisman. A pesar de ser una sola fábrica, se indicaba que eran sa-
larios normales para el ramo, y su nivel de detalle permitía suplir el vacío documental
entre 1922 y 1944. En 1944, los datos provienen del primer Convenio Colectivo de
trabajo, que establecía rangos salariales por categorías y antigüedad. La información
de los salarios masculinos era más detallada y mostraba grandes variaciones según
la cualificación, por ello fue posible separar los salarios de los peones de los obreros
cualificados y capataces. En el caso de las mujeres la variación era menor y había me-
nos categorías; los máximos corresponden a capatazas y obreras de mayor jerarquía y
antigüedad, y los mínimos a obreras sin cualificación ni antigüedad. Por ello, hemos
comparado máximos de mayor jerarquía, y mínimos para obreros sin cualificación.
De todos modos, las cifras deben tomarse de forma indicativa.
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Cuadro 3.2 Salarios mínimos nominales percibidos por obreros y obreras sin
cualificación ni jerarquía en la industria del dulce porteña en $m/n y brecha
salarial de género y edad entre salarios de peones y obreros rasos (1903-1944)*
Salario de menores
Salario de menores
Brecha salarial (%)
mujeres ($m/n)
varones ($m/n)
adultos ($m/n)
adultas ($m/n)
Año
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29 Ibid.
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Cuadro 3.3 Índice de salario real promedio en la industria del dulce porteña
(1903-1944)
Año Especializados/ Peones, Mujeres Menores Menores
capataces, varo- varones adultas varones mujeres
nes adultos adultos
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culos ellas mismas los dejan en los ascensores que los llevan a la sección
expedición”. Además, el personal disponía de vestuarios especiales.
En una sola de las fábricas importantes del rubro la situación fue
encontrada insatisfactoria. En la sección empaquetamiento trabaja-
ban 74 mujeres, 14 eran menores. Todas trabajaban a destajo en el só-
tano de la casa, de unos 800m3 de capacidad. “Sería suficiente, tenien-
do en cuenta que la reglamentación de la Ley 5291 solo exige como
mínimo 10 metros cúbicos por obrero; en este caso resulta reducido
pues para lacrar las tabletas de chocolate se encienden en dicho local
30 picos de gas, que elevan considerablemente la temperatura. He vi-
sitado este local un día frío y la atmósfera era sofocante. Sería necesa-
rio, a mi juicio, ampliar este local o cambiar de procedimiento para ce-
rrar las tabletas”.40 Aunque había ocho escusados, “cuatro para cada
sexo”, no se respetaba el destino de estos locales, “pues los hombres
utilizan los que pertenecen a las mujeres”. Además, de Vedia indicó al
gerente de la casa que debía proteger algunas poleas en la sección fa-
bricación del chocolate, y tratar de evitar la humedad del piso, debido
al agua que perdía una máquina. La protección de las máquinas era
una medida de seguridad industrial para evitar posibles accidentes, y
en las grandes fábricas, en su mayoría estaban cubiertas. Pero el mayor
riesgo en esta fábrica era el de los mecheros con los que se lacraban las
tabletas de chocolate. Esta tarea tediosa y repetitiva podía tornarse pe-
ligrosa por la exposición al fuego. El ambiente sofocante en las áreas
calurosas de producción del chocolate o en los hornos era una causa
frecuente de desmayos y malestares. No podemos saber si la muerte
repentina de la operaria Clementina Genara a causa de un síncope
cardíaco ocurrido mientras trabajaba en Noel estuvo relacionada
con los calores de la fábrica, pero esta era una queja frecuente, y los
obreros de los hornos en Bagley también protestaban por el ambiente
“sofocante”.41 Además, en el caso de Clementina, previo a la ley de
accidentes, su propia familia tuvo que hacerse cargo del entierro.
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[…] donde empieza a hacerse la masa, todo eran hombres. […] Teníamos vestuarios
separados, los hombres y las mujeres, teníamos ahí también una salita de primeros
auxilios […] porque, como hacía calor… muchas chicas se descomponían”. Entrevis-
ta a Noemí Amarillo (Pradymar, 1973-1978), 8/1/2015.
42 Entrevista a Alicia Seoane (Terrabusi, 1942-1946), 4/9/2015.
43 “Hechos diversos. Los incendios de ayer. En una fábrica de dulce”, LV,
6/6/1909, 2.
44 “Hechos diversos. Incendio en la fábrica de chocolate de Saint Hnos. 100.000
pesos de pérdida”, LV, 24/1/1911, 2.
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cia del trabajo en las fábricas de dulces. Abordar esta experiencia nos
lleva a indagar en otros aspectos de la vida en las fábricas, atendiendo
particularmente a las formas en las que los obreros y obreras las viven-
ciaron y al modo en que se relacionaron entre sí.
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51 Las primeras noticias de Luis Bassani y Joaquín Alum son de 1916, y las úl-
timas de 1942. “Partido socialista. Comité pro reglamentación del trabajo”, LV,
27/2/1916, 4; “Movimiento obrero. Unión Confiteros”, LV, 17/6/1916, 3; “Movi-
miento social. Nueva C. A.”, Unión Pasteleros, Confiteros y Anexos. Revista Técnica
gremial, 06/1942, 3. Sobre Ayala: “El compañero Isidoro Ayala falleció ayer”, LV,
16/2/1943, 4.
52 El parentesco se advierte en listas de socios e integrantes de las C.A. gre-
miales. “Nómina de los socios”, UC, 4/1919, 2. “Movimiento social. Nueva C.
A.”, Unión Pasteleros, Confiteros y Anexos. Revista Técnica gremial, 6/1942, 3.
También Bassi, Memorias.
53 “Las huelgas. Fábrica de galletitas Bagley. Declaración de Huelga”, LV,
8/4/1907, 2.
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embebido por los deportes, y lo que hace indignar más es que son
los dueños de la fábrica los que planean y forman las parrandas que
llevan a cabo los obreros. Al igual que en otras casas, forman los cua-
dros deportivos y se entretienen de tal forma que no sientan la in-
famia, el abuso que cometen con ellos sus explotadores. El fin que
persiguen los burgueses al darles distracción a los obreros es de que
estos no se [percaten o rebelen] ante los atropellos y robos que pue-
den cometer en sus personas.62
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Las tareas desempeñadas por las obreras eran repetitivas y mal retri-
buidas, y debían trabajar a gran velocidad para alcanzar un salario
modesto. Aunque inicialmente había pocas capatazas mujeres, se fue
estableciendo la práctica de ascender a encargadas de los sectores fe-
meninos a obreras del mismo personal. “Hacia tantos años que esta-
ban ahí, las ascendían a esto, a esto, hasta que eran encargadas de la
sección”, recuerda Alicia.73 Otras, en cambio, estaban pocos años en
las fábricas de dulces, y luego migraban a empleos mejor pagos.
Las tareas feminizadas requerían gran cantidad de mano de obra,
y se empleó para ello a la peor paga del mercado. De esta manera, los
empresarios aprovechaban las concepciones genéricas y etarias de la
época en función de su rédito económico. Estas tareas implicaban
pericia, motricidad fina, un alto grado de atención y eran sumamen-
te repetitivas, tediosas y alienantes. Sin embargo, al atribuirse estas
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La fábrica de chocolate
Las cremas se hacían en cada sección, vos ponías, viste que vienen dos,
una arriba, una abajo, de una, ponías adelante, para arriba, así, y otra
para abajo. Y en ese término la máquina, iba largándole la crema, que
estaba en un pote así grande, que se hacía ahí mismo, y subía por un
tubo, y se iban. La máquina automáticamente echaba la cantidad en
cada galletita. Y cuando, hacia “pom, pom, pom”, entonces vos las aga-
rrabas y las envasabas […]. Y entonces la metíamos en latas, en latas gran-
des. Encima los frentes eran así de vidrio, entonces vos tenías que hacer
una mano para allá, otra mano para allá, medias cruzadas.74
A medida que hablaba, Alicia movía las manos imitando los movi-
mientos realizados en la línea de montaje, acompañando el armado
de cada galletita con los ruidos que realizaban las máquinas que dis-
tribuían la crema, o los gestos con los que acomodaba las galletitas
en las latas. La monotonía y repetición en las tareas se alternaba por
la rotación en los puestos de trabajo entre distintas secciones, como
el surtido, el chocolate o el envasado. En Terrabusi, como en otras
fábricas del ramo, los turnos estaban organizados por edades. De seis
de la mañana a dos de la tarde trabajaban las mayores, y las menores,
de dos a ocho de la tarde, aunque con frecuencia la legislación labo-
ral relativa al trabajo de las menores no se cumplía. Hortensia trabajó
en Bagley en los años 1950 en el turno de menores y también rotó
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una lona que bajaba, vos la ibas agarrando, la tomabas con las dos
manos, tenías una guía en tu mesita, la colocabas, la planchabas con
el celofán e ibas haciendo la pilita y ponías tu número de operaria y
después las ponías en la cinta, porque era una cantidad que vos tenías
que hacer durante el día.75
El recuerdo físico y corporal del trabajo, que aún era realizado a destajo,
emerge también en las palabras de Hortensia, al relatar los movimientos
que realizaba con las manos para empaquetar las galletitas.76
Desde la sanción de la Ley 11317 (1924), y al menos hasta los
años 1970, los 14 años fueron la edad aceptada de ingreso al mer-
cado laboral para jóvenes de familias obreras. Las fábricas de dulces
constituían uno de los destinos laborales en los que fácilmente po-
dían insertarse las mujeres sin experiencia ni oficio. Las necesidades
económicas y las situaciones familiares las llevaban a colocarse en las
fábricas concluida la escolarización obligatoria, y en muchas fami-
lias trabajar no era optativo. Pero el destino laboral no siempre fue
decidido unilateralmente por los padres. Más allá de los condiciona-
mientos económicos, muchas veces las y los mismos jóvenes desea-
ban obtener un trabajo para conseguir cierta independencia, dinero
propio y colaborar en el hogar. Para Hortensia Frutos, que trabajó
en Bagley de los 14 a los 18 años (1958-1962), su ingreso a la fábrica
de galletitas fue condicionado por su situación económica, pero era
ella quien deseaba colaborar con su familia.
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yo empecé con un bolsito parecía una, una María la del pueblo que
bajaba en la estación viste, con una valijita, un bolsito… todas usa-
ban cartera, y yo no tenía cartera [risas], hasta vos te podés imaginar,
comprarte tu cartera, tus botas, o tu piloto, con tu paraguas para ir
a trabajar, ¡yo iba con lo que tenía! […] era mi primer trabajo y para
mí estaba bueno porque era un sueldo donde yo me podía comprar
ropa, donde yo ayudaba a mis viejos, donde mi viejo me enseñaba
que parte era mía, parte para el colectivo, ¿entendés?, y parte para
ayudar a la casa.81
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Depende la sección […] había gente que estaba por día, y otra que
estaba por lo que hacía, por la ganancia. A vos te daban unos cupo-
nes. Por cada lata, por cada estuche, ponías tu número. Y ese era el
número que vos cuando entrabas ponías en el reloj. A la hora que
entrabas y a la hora que salías. Ahí te controlaban la hora de entrada,
la hora de salida… ¡Todo!82
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teré muy bien de cómo era eso de los sindicatos, debía ser como es
ahora, lo que pasa es que no estaba tan organizado como ahora que
los tipos viven de la gente que paga la mensualidad, en aquel tiempo
no, ellos trabajaban, estaban ahí adentro igual que nosotros. Ellos
eran reconocidos, por eso el dueño lo llamó al delegado, no era sindi-
calista, era un delegado.85
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La fábrica de chocolate
Siendo una obrera de la casa, quiero […] denunciar los malos tratos
de que somos víctimas por parte de “nuestro” Señor Gerente, llama-
do Pepe. Este señor por la más pequeña insignificancia se nos pone a
gritar, y por muy bien que esté una cosa, si a él se le antoja decir que
está mal, lo dice, luego llama al capataz, y le dice: “con esta obrera
a la calle”, dándole tanto que sea una obrera de un día como de 20
años en la casa.88
En este reclamo, el capataz era quien aplicaba las órdenes del gerente,
y no había intercedido en defensa de las obreras. Similares arbitrarie-
dades denunciaban en 1933 y 1934 los obreros de Bagley de su jefe
de personal, quien aplicaba ajustes y reducciones salariales, cambiando
a los obreros de sección y haciéndoles realizar trabajos a destajo por
menos salario. “La explotación inicua que sufrimos obreros y obreras
en esta fábrica de los ‘humanitarios’ burgueses Bagley, con su jefe de
personal ‘Don’ Enrique a la cabeza”, sostenían, “que en sus primeros
tiempos trató por todos los medios de ganar la ‘confianza’ de los obre-
ros y obreras, pero que actualmente sacó su careta de ‘buen jefe’”, se
había convertido en el “más asiduo” perseguidor de los obreros y obre-
ras de la fábrica. Realizaba maniobras cambiando al personal de sec-
ción y reduciendo sus salarios.89 En ese caso, el jefe de personal había
tenido en los comienzos una actitud más favorable hacia los operarios,
pero en un momento de dificultad económica se había convertido en
la casa visible del recorte y era por lo tanto objeto de la denuncia.
En la sección Fruta de Noel, incluso, la relación entre capataces y
obreras estuvo mediada por un cariz de abusos sexuales y acosos. La
denuncia de las obreras apuntaba a los capataces, apodados “Don
Juan”, que “consideran a las obreras como objetos, cosas, para su uso
personal; solo así se explica la forma en que Don Juan trata a las obre-
88 “Una carta de obrera”, Noël. Organo de los jóvenes obreros y obreras de Noel y
Cia Ltda., 3/1929, 2.
89 Célula Comunista de Bagley, ¡Obreros y obreras de “Bagley”!!!, folleto, s.f
(ca. 1934).
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Trabajar en las fábricas
90 “Fruta”, Noël. Organo de los jóvenes obreros y obreras de Noel y Cia Ltda.,
3/1929, 2.
91 L. de Vedia, “Condiciones de trabajo en la ciudad de Buenos Aires, “Fábricas
de dulces, chocolates y bombones””, Boletín del DNT, 31/12/1913, 812.
92 Entrevista a Alicia Seoane (Terrabusi, 1942-1946), 4/9/2015. En los años 1970
la división sexual del trabajo persistía pero la división espacial ya no parecía ser tan
rígida. Mujeres y varones se cruzaban en la fábrica, hablaban, reían, salían, y “había
puterío”. Noemí Amarillo (Pradymar, 1973-1978), 8/1/2015; Norma Stark (Prad-
ymar, 1972-1977), 3/11/2015.
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La fábrica de chocolate
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Trabajar en las fábricas
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La fábrica de chocolate
Mi amiga… yo vivía acá, y ella vivía casi enfrente. […] Íbamos las dos
juntas. Después ella un día, no sé por intermedio de quien, entró a
trabajar en una fábrica que era de tejidos que estaba ahí cerca de Villa
del Parque. Y no me dijo nada… un día, dejó, dijo “no voy más”, y
listo. “Pero negra”, le digo. “¿Cómo no me dijiste que vas a entrar a
trabajar acá?”, le digo. “Me plantás así de esta manera”, y yo que la iba
a llamar todos los días, porque si no, no se levantaba ella… y ella ne-
cesitaba trabajar. Yo no tanto, pero ella necesitaba trabajar. Entonces
yo digo, “me dejas plantada de esta manera...”97
Había amiguitas mías que eran un poquito mayores que yo que ha-
bían ingresado en Bagley. Amiguitas mías que habían ingresado y
que me dijeron. Tal es así que ellas cuando cumplieron sus 18 años
se fueron a trabajar a una empresa textil. Y cuando yo cumplí mis
18 años hice lo mismo que ellas. Me retiré, y me fui a trabajar a una
empresa textil.98
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Trabajar en las fábricas
Foto 3.1 Vista interior del taller de fabricación de galletitas de la fábrica de Luis
Botto y Cía. Durante la elaboración, puede verse a las obreras especializadas en
coberturas. “Serie expositiva y gráfica de nuestra potencia industrial”, Revista
de la Asociación Fabricantes de Dulces, Conservas y Afines, 3/1942, 15.
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La fábrica de chocolate
Hice muchas amigas ahí […] éramos un grupo de amigas, que siem-
pre estábamos trabajando en la misma línea de trabajo, donde nos
hicimos amigas, y, esa amistad…, yo ahora bueno, ahora hay un
montón que ya no las vi más pero bueno con Norma me sigo vien-
do, una, y era Bety la otra, y Bety se veía con un montón de chicas,
Bety era más amiguera.100
Noemí se siguió juntando con varias chicas con las que trabajó du-
rante cinco años en la fábrica de galletitas. Una amistad iniciada en la
línea de montaje 40 años antes continuó y finalmente terminó anuda-
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Trabajar en las fábricas
da por el vínculo laboral cuando Bety fue a trabajar con ella en 2013,
tiempo después del cierre de la fábrica. Norma y Noemí fueron ami-
gas primero y cuñadas después, cuando Noemí se casó con uno de los
hermanos de Norma. También Sara Cortal, quien trabajó en Canale,
Terrabusi y otras fábricas de galletitas en los años 1960 y 1970, enta-
bló amistades en las fábricas, que persisten tras más de 50 años, pese a
haber trabajado juntas solo un breve tiempo.101
La importancia de los lazos de amistad, que hacían tolerables con-
diciones laborales por demás hostiles y mal retribuidas, fue advertida
por las patronales. Desde al menos los años 1970, Bagley propició las
amistades, lazos y vínculos de las operarias entre sí, con su trabajo y
con la empresa. Las nuevas operarias, denominadas “lechuguitas” por
sus gorros y cofias verdes, eran recibidas con un “librito”, una Guía
de Orientación preparada por la Gerencia de Desarrollo de Recursos
Humanos, cuya función era “orientarlas”. El manual tenía como ob-
jetivo la adaptación de las jóvenes:
Como promovía la patronal, entre las obreras hubo amistad. Pero tam-
bién competencia, rencillas, chismes. En Terrabusi en los años 1940 las
obreras reclamaron guardarropas independientes, porque en ocasiones
les faltaban efectos personales de los vestuarios, sustraídos por sus pro-
pias compañeras.103 Noemí recuerda también estas actitudes, puesto
que “la fábrica era un mundo”, y había “rivalidad” entre las mujeres:
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La fábrica de chocolate
Noemí recuerda las envidias y rumores sobre chicas que recién entra-
das ascendían a encargadas porque “andaban con algún supervisor o
algo, y ascendían…”, y dejaba entrever rencillas y envidias entre opera-
rias.105 Estas situaciones, junto al maltrato de los capataces y discusio-
nes internas, la llevaron a buscar otro trabajo mejor retribuido.
La importancia de estas amistades en las experiencias laborales fue
mayor de lo que muchas veces se ha consignado. Pero la posibilidad
de acceder a estos recuerdos, a estos lazos y vínculos resulta esquiva
para periodos pretéritos, en la medida en que los lazos, afectos e his-
torias de estas jóvenes trabajadoras y amigas no encontraron un lugar
en los boletines gremiales, en las publicaciones patronales, ni en la do-
cumentación fabril. Hoy sabemos bastante de la juventud en los años
1960 y 1970, sus diversiones, música, salidas y vínculos. Pero sabemos
menos de las formas de ocio y vinculación de mujeres y varones en
décadas anteriores del siglo XX.
La historia oral es un recurso valioso para acceder a algunas de
estas cuestiones, aunque la capacidad de extrapolar historias hacia el
pasado es limitada. Pero hay aspectos del trabajo en la fábrica que po-
demos sin dudas imaginar en periodos anteriores: charlas en las líneas
de montaje, amistades entabladas y potenciadas por la cercanía entre
el lugar de trabajo y el lugar de vivienda, o por los viajes en colectivo,
tranvía y tren. Vale la pena por lo tanto reflexionar sobre los mundos
sociales y afectivos de quienes trabajaron en las fábricas, aunque más
no sea un ejercicio de imaginación histórica, y recrear a las jóvenes
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Trabajar en las fábricas
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La fábrica de chocolate
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Durante la primera mitad del siglo XX en las fábricas de dulces las con-
diciones de trabajo fueron duras. A comienzos de siglo regían largas
jornadas que superaban las diez horas, las fábricas distaban de ser hi-
giénicas, el trabajo en las máquinas era riesgoso y solo pocas empresas
tenían seguro contra accidentes o asistencia médica. Algunas de estas
condiciones mejoraron en estos años: se acortó la jornada laboral, se
expandió el seguro contra accidentes y se limitó la jornada laboral de
mujeres y menores. Pero tal vez la más grande desigualdad en la rama
fue la profunda discriminación salarial de mujeres y menores, persis-
tente e incluso reforzada para las mujeres durante el periodo. Mujeres
adultas y menores de ambos sexos no solo percibieron menores sala-
rios, sino que realizaron tareas diferentes, muchas veces en espacios
diferenciados, y tuvieron por ello experiencias laborales diversas.
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