Jardin Kindergarten 31 03 17

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El Misterioso Ladrón De Ladrones

Caco Malako era ladrón de profesión. Robaba casi cualquier cosa, pero era tan
habilidoso, que nunca lo habían pillado. Así que hacía una vida completamente
normal, y pasaba por ser un respetable comerciante. Robara poco o robara
mucho, Caco nunca se había preocupado demasiado por sus víctimas; pero todo
eso cambió la noche que robaron en su casa.

Era lo último que habría esperado, pero cuando no encontró muchas de sus
cosas, y vio todo revuelto, se puso verdaderamente furioso, y corrió todo
indignado a contárselo a la policía. Y eso que era tan ladrón, que al entrar en la
comisaría sintió una alergia tremenda, y picores por todo el cuerpo.

¡Ay! ¡Menuda rabia daba sentirse robado siendo él mismo el verdadero ladrón
del barrio! Caco comenzó a sospechar de todo y de todos. ¿Sería Don Tomás, el
panadero? ¿Cómo podría haberse enterado de que Caco le quitaba dos pasteles
todos los domingos? ¿Y si fuera Doña Emilia, que había descubierto que llevaba
años robándole las flores de su ventana y ahora había decidido vengarse de
Caco? Y así con todo el mundo, hasta tal punto que Caco veía un ladrón detrás
de cada sonrisa y cada saludo.

Tras unos cuantos días en que apenas pudo dormir de tanta rabia, Caco
comenzó a tranquilizarse y olvidar lo sucedido. Pero su calma no duró nada: la
noche siguiente, volvieron a robarle mientras dormía.

Rojo de ira, volvió a hablar con la policía, y viendo su insistencia en atrapar al


culpable, le propusieron instalar una cámara en su casa para pillar al ladrón con
las manos en la masa. Era una cámara modernísima que aún estaba en pruebas,
capaz de activarse con los ruidos del ladrón, y seguirlo hasta su guarida.
Pasaron unas cuantas noches antes de que el ladrón volviera a actuar.

Pero una mañana muy temprano el inspector llamó a Caco entusiasmado: -


¡Venga corriendo a ver la cinta, señor Caco! ¡Hemos pillado al ladrón! Caco saltó
de la cama y salió volando hacia la comisaría. Nada más entrar, diez policías se
le echaron encima y le pusieron las esposas, mientras el resto no paraba de reír
alrededor de un televisor. En la imagen podía verse claramente a Caco Malako
sonámbulo, robándose a sí mismo, y ocultando todas sus cosas en el mismo
escondite en que había guardado cuanto había robado a sus demás vecinos
durante años... casi tantos, como los que le tocaría pasar en la cárcel.

FIN

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