Actividad Riesgosa Galdos 2016
Actividad Riesgosa Galdos 2016
Actividad Riesgosa Galdos 2016
Sumario: I. Introducción.— II. Los antecedentes.— III. Un fallo precursor: la causa "Bogado" de la
Suprema Corte de Justicia de Buenos Aires.— IV. El tratamiento en el Código Civil y Comercial.— V.
Actividad riesgosa y actividad "especialmente" riesgosa. La opinión de Pizarro. Nuestro criterio.— VI.
Consideraciones adicionales.
La actividad consiste en la conjunción de personas, cosas, instrumentos o tareas, conectadas entre sí, que tienen
una organización interna, y en la que el titular tiene —por sí o por terceros— un mínimo poder de control y de
imposición de obligaciones tendientes, especialmente, a prevenir y asegurar su riesgo. De ahí que cabe
considerar que es riesgosa o peligrosa la actividad en la que el riesgo o el peligro, para quienes la desarrollan o
para terceros, derivada de tareas, servicios, productos, sustancias o prestaciones que reportan utilidad para la
sociedad y generan para sus dueños o beneficiarios un provecho, generalmente económico.
(*)
I. Introducción
Nos proponemos efectuar algunas reflexiones acerca de la regulación de la responsabilidad civil por
actividades riesgosas y peligrosas cuya incorporación expresa es una de las novedades del Código Civil y
Comercial (en adelante, CCyC). Las consideraciones aquí vertidas suponen una continuidad y una
profundización de trabajos previos (1).
II. Los antecedentes(2)
El antecedente legislativo más importante sobre la actividad peligrosa se encuentra en el Código Civil
italiano de 1942. Su artículo 2050 dispone que "aquel que ocasiona daño a otro en el desarrollo de una actividad
peligrosa, por su naturaleza o por la naturaleza de los medios empleados, está obligado al resarcimiento, si no
prueba haber adoptado todas las medidas idóneas para evitar el daño". Desde entonces, la formulas normativas
no han variado demasiado.
Entre nosotros la actividad peligrosa fue incorporada como un supuesto específico de responsabilidad
objetiva por el Proyecto de 1954 (calificada "por su naturaleza o por la índole de los medios empleados") (3),
por el Proyecto de unificación de 1987 ("actividades riesgosas" calificadas "por su naturaleza o por las
circunstancias de su realización") (4), por el Proyecto de unificación de 1992 (actividades peligrosas calificadas
"por su naturaleza o por las circunstancias de su realización") (5), por el Proyecto de Mosset Iturraspe (con
similar calificación, hablaba de "actividades riesgosas") (6), y por el Proyecto de 1998 (que apartándose
ostensiblemente de sus precedentes, incorporaba la "actividad especialmente peligrosa", calificada según "su
naturaleza o por las sustancias, instrumentos o energía empleados, o por las circunstancias en las que es llevada
a cabo) (7). De modo que el consenso entre los antecedentes es claro: a excepción del Proyecto de unificación
de 1993 (8) el resto incorporaba el supuesto autónomo de actividad peligrosa o de actividad riesgosa —según la
terminología variable de los antecedentes—; además, salvo el Proyecto de 1998, todos poseen una formulación
similar.
Recordemos además que la jurisprudencia y la doctrina mayoritaria concluyeron que la actividad peligrosa
estaba comprendida en el supuesto del art. 1113 del Código Civil. En efecto, en el régimen derogado el
crecimiento cuantitativo de la responsabilidad objetiva por el riesgo creado del art. 1113 Cód. Civil significó
ensanchar el contenido y alcance de ese factor de atribución que evolucionó paulatina y progresivamente
comprendiendo el daño proveniente de una cosa determinada y específica, concretamente individualizada; el
daño producido por las cosas inertes o inanimadas; la actividad riesgosa -primero con cosas y, luego, aún sin
cosas-; el trabajo o tareas desarrolladas en el marco de la relación laboral; el riesgo de empresa o riesgo de
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actividad o riesgo empresario. Así se expidieron los primeros eventos jurídicos sobre el tema, en los que se
concluyó que la responsabilidad objetiva del art. 1113 Cód. Civil incorporó, junto al riesgo de las cosas, las
actividades riesgosas en cuya realización se valía de cosas es decir a "las actividades riesgosas con utilización de
cosas" (9).
Reviste significación el recordado fallo plenario de la Cámara Nacional del Trabajo (10) que sostuvo que "en
los límites de la responsabilidad establecida por el art. 1113 del Cód. Civil, el daño causado por el esfuerzo
desplegado por el trabajador para desplazar una cosa inerte, puede imputarse a riesgo de la cosa". La mayoría
receptó el dictamen del Procurador Nacional del Trabajo en el que se afirmó que el peligro "no proviene tanto de
la cosa misma sino de su utilización o empleo y donde el riesgo no está tanto en la cosa que causa el daño sino
en la actividad desarrollada con ella sin perjuicio del papel principalísimo que ésta tenga en la relación causal".
En ese orden de ideas se sentenció que la noción de riesgo creado comprende "todo un establecimiento,
explotación, empresa o incluso también actividad la que genere vicio o riesgo" (11) y que la actividad laboral
está incluida en el vocablo cosa y por lo tanto en la responsabilidad objetiva por riesgo creado (12). Resultan
muy ilustrativas la consideraciones de un fallo que sostuvo que "el vocablo 'cosa' abarca las tareas específicas
del trabajador y la actividad laboral toda, razón por la cual, cuando esas tareas pueden generar un resultado
dañoso, se impone admitir su inclusión en las previsiones del art 1113" (13).
En definitiva, la interpretación amplia y extensiva del riesgo de la cosa del anterior artículo 1113 Cód. Civil
devino en riesgo de la actividad y justificó el uso más frecuente de actividad riesgosa que el de actividad
peligrosa.
III. Un fallo precursor: la causa "Bogado" de la Suprema Corte de Justicia de Buenos Aires
Si bien en la jurisprudencia previa se encuentra una importante cantidad de antecedentes jurisprudenciales
que receptaron expresamente a la actividad riesgosa como factor objetivo de atribución (14), nos interesa aquí
destacar un reciente leading case de la Suprema Corte de Buenos Aires que, corroborando el linaje pretoriano de
actividad riesgosa, se anticipó a la expresa recepción normativa de la actividad riesgosa por los medios
empleados y las circunstancias de su realización del art 1757 CCyC.
El caso era el siguiente: un joven de una familia humilde murió embestido por un camión mientras circulaba
en bicicleta por un camino vecinal, transitando por la ruta 27 en la franja de tierra de la "vereda banquina",
paralela a la ruta en dirección al Acceso Norte. Se trataba del único camino urbanizado de la zona. Ese día hubo
asueto escolar. Producido el deceso del menor, los progenitores demandaron el resarcimiento del daño material y
del daño moral por el fallecimiento del hijo, al conductor y al dueño del camión, los que no pudieron ser
hallados; además el camión había desaparecido y carecía de seguro. También demandaron a la empresa
contratista de empredimiento, para la que aquellos se encontraban trabajando, a la propia sociedad y a la
Municipalidad de Tigre. Adujeron distintos fundamentos y, para lo que aquí interesa, atribuyeron a la empresa su
doble carácter de guardiana del camión y responsable por la actividad económica, a la que calificaban como
riesgosa en función del art 1113 última parte del Cód. Civil derogado (15).
La sentencia de la Suprema Corte revocó parcialmente el fallo de la Cámara y admitió la condena contra la
empresa dueña del emprendimiento económico, confirmando además la responsabilidad del conductor y la del
propietario del camión. El Tribunal se pronunció por unanimidad parcial de fundamentos y, por mayoría, en lo
atinente a la responsabilidad por el riesgo de actividad de la empresa accionada (16). La mayoría admitió
expresamente que el anterior art 1113 Cód. Civil preveía la actividad riesgosa, y por unanimidad (dado el
alcance del voto de adhesión del Dr. Hitters) se resolvió que la empresa era guardiana del camión. Es decir, en
definitiva la responsabilidad de la empresa se sustentó en el doble carácter de guardián de la cosa de riesgo (por
unanimidad) y como beneficiaria de la actividad calificada como riesgosa de de la conjunción de los medios
empleados y de las circunstancias y modalidades en la que se efectivizaron las tareas de planeamiento y
ejecución del citado emprendimiento inmobiliario.
De este modo la anticipación del precedente "Bogado" es doble: por un lado, por la atribución de
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responsabilidad fundada en el riesgo de empresa por constituir una actividad riesgosa (emplazada en lo que hoy
es actividad riesgosa por los medios empleados y las circunstancias de su realización, en los términos actuales
del art 1757 CCyC) y, por el otro, por la legitimación amplia al asignarle unánimemente a la empresa el carácter
de guardiana del camión considerado cosa riesgosa (voto de adhesión del Dr. Hitters).
En el desarrollo argumental del Dr de Lázzari se explican y se fundamentan la sumatoria y la conjunción de
medios empleados para la realización de la actividad económica; las modalidades de planeamiento, ejecución y
puesta en marcha del complejo de obras constitutivas del emprendimiento inmobiliario; y las restantes
circunstancias relativas a su efectivización, todo lo cual revela, sin dudas, que la sociedad demandada había
desarrollado una actividad riesgosa, y que allí radicaba el sustento normativo de su responsabilidad civil.
En lo medular se concluyó "el riesgo no proviene entonces de la sola marcha del camión con acoplado que
iba y venía transportando tierra, sino de la actividad económica integral planificada de determinada manera, en
cuyo marco la utilización o empleo del transporte era uno de sus elementos participantes" (por mayoría, voto del
Dr. de Lázzari al que adhirieron los Dres. Kogan y Genoud). En otras palabras, la producción del riesgo "no
proviene de la sola marcha del camión con acoplado que iba y venía transportando tierra, sino de la actividad
económica integral planificada de determinada manera, en cuyo marco la utilización o empleo del transporte era
uno de sus elementos participantes" (por mayoría, voto del Dr. de Lázzari al que adhirieron los Dres. Kogan y
Genoud). De allí que, "ya fuera ese camión directamente contratado por ella, ya fuera con la intermediación de
contratistas, es indiscutible que la accionada era la única beneficiaria de los movimientos de tierra a que
contribuía ese camión, trabajos que ella programaba, dirigía, supervisaba, e incluso vigilaba, al punto de ser su
propio personal de vigilancia el que llevaba los registros de desempeño y movimiento de esos camiones" (del
voto del Dr. Hitters de adhesión y conformando unanimidad).
En definitiva, el caso en examen confirma la aseveración de que el art 1757 CCyC receptó la doctrina y
jurisprudencia vigente antes del nuevo Código, según la cual la actividad riesgosa estaba comprendida en el
anterior art 1113 Cód. Civil y es guardián quien se sirve y aprovecha económicamente de la cosa productora de
riesgo. Justamente, este último criterio es el que caracteriza la legitimación pasiva ampliada del actual art 1758
CCyC.
Este leading case impacta y actualiza la doctrina legal de la casación bonaerense y se potencia con la nueva
normativa del Código Civil y Comercial.
IV. El tratamiento en el Código Civil y Comercial
IV.1. Primeras nociones introductorias.
El Código Civil y Comercial incluye expresamente la responsabilidad por el daño causado por "las
actividades riesgosas o peligrosas por su naturaleza, por los medios empleados o por las circunstancias de su
realización" (art. 1757), agregando que en tal caso la responsabilidad es objetiva y resulta legitimado pasivo
"quien la realiza, se sirve u obtiene provecho de ella, por sí o por terceros, excepto lo dispuesto por la
legislación especial" (art. 1758). La incorporación debe ser vista como una pacífica continuidad de los
antecedentes y tan es así que los estudios de la doctrina sirvieron de base al nuevo Código (17). La mayoría de
los autores entendió positiva su actual recepción legislativa (18), la que impacta favorablemente en el derecho
laboral (19).
Se advierte claramente que el Código vigente no define a la actividad riesgosa o peligrosa sino sólo enumera
los supuestos que la califican. Dado que —lo reiteramos- en lo sustancial el Código Civil y Comercial receptó
los consensos interpretativos, es de singular valía hacer un breve repaso de esas opiniones.
Hace varios años ya se advertía que "la 'actividad riesgosa' es una expresión que tiende a superar el rígido
marco de la exigencia de una "cosa" como presupuesto necesario para la configuración de la responsabilidad
objetiva" (20). En otro estudio se dijo que '"actividad' trasunta una idea de complejidad, de conjunto, de proceso,
antes que de fenómeno aislado o singular (...) El concepto de actividad aparece muy ligado al de empresa" (21).
Luego, se precisaba: "el carácter riesgoso de la actividad deviene de su peligrosidad intrínseca o de
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circunstancias extrínsecas, instrumentales, de persona, tiempo y lugar que la tornan peligrosa para terceros.
Puede vincularse con su propia naturaleza, con los medios o elementos utilizados y con las metodologías
empleadas para desplegar ciertas actividades, las cuales deben ser gobernadas por su titular". La valoración de
las circunstancias —se añade- debe realizarse en abstracto y que constituye una noción jurídica abierta y flexible
(22).
Aludiendo a la actividad riesgosa en el Proyecto de 1998 del Código Civil y Comercial se dijo que "se ha
pasado a la actividad riesgosa como factor de atribución. (...) los daños típicos de la sociedad posindustrial no
pueden contenerse en el esquema tradicional de la responsabilidad por culpa, ni aún en la imputación objetiva
por la intervención de cosas riesgosas o viciosas; es que todos esos daños presentan un denominador común: su
dañosidad deriva de alguna actividad riesgosa" (23). Ghersi postuló a la actividad económica en sí misma como
factor de atribución de responsabilidad, tanto en el ámbito contractual, en donde "usando como herramienta el
contrato de adhesión, [se] impone y consigue trasladar riesgos a los usuarios y consumidores", como en la órbita
extracontracual, en la que "se fracciona la responsabilidad en la producción, circulación, distribución y
comercialización de bienes y servicios" (24). Otro autor señaló que "'el riesgo empresa' es un factor de
atribución independiente con fundamento en el provecho obtenido en la actividad riesgosa", agregando que "'la
empresa' causante del daño [es] el sujeto de derecho mejor ubicado jurídica y económicamente para prevenirlo,
esto es para asegurarse del riesgo" (25).
También Messina de Estrella Guitiérrez destacó la importancia de incorporar a la actividad riesgosa como
factor de atribución al derecho nacional, asegurando que una fórmula abierta —y no taxativa- permitiría llevar
adelante "una nueva forma de aplicación de la teoría del riesgo", que "permite ingresar variedad de hipótesis que
generan riesgos en la sociedad" (26). Mosset Iturraspe explica que la doctrina italiana diferencia entre la
"peligrosidad de la actividad" de la "peligrosidad de la conducta". Conducta y actividad -acota- constituyen la
clase de la distinción: la primera se juzga aisladamente y en si mismo, pudiendo darse la negligencia,
imprudencia o impericia que de existir la tornan peligrosa; la segunda encierra en si misma el peligro,
marginando la culpa (27).
V.2. El concepto de actividad riesgosa o peligrosa.
Anticipamos nuestra opinión: la actividad riesgosa o peligrosa se constituye con una conjunción de acciones,
conductas, operaciones o trabajos desarrollados por una persona, empresa u organización económica, que puede
estar vinculada causalmente con cosas o con conjuntos de cosas —aunque esto no es excluyente-, y de las que se
desprende riesgo (la inminencia de daño) o peligro (la situación que puede generar daño).
Cabe destacar que las actividades riesgosas por su naturaleza son las intrínsecamente dañosas, o sea las que
tienen dañosidad o peligro en sí mismas. La jurisprudencia sostuvo muy claramente que "la actividad será
'riesgosa por su naturaleza' cuando intrínseca y naturalmente, cualesquiera sean las circunstancias en las que se
efectúe, la actividad conlleve un peligro inmanente (v. gr. explotación de energía nuclear). Las actividades
peligrosas 'por las circunstancias de su realización' son aquellas en la que no obstante no revestir un peligro
regular o constante las modalidades de tiempo, modo y lugar la tornan peligrosa. Por ejemplo, el trabajo en la
construcción o en obra" (28).
La actividad es riesgosa por los medios empleados cuando normalmente es inocua, pero adquiere
peligrosidad porque una persona hace uso de mecanismos, instrumentos, aparatos o sustancias que son
peligrosas por la velocidad que desarrollan, por su naturaleza explosiva o inflamable, por la energía que
contienen, por el lugar anómalo en que se encuentran o por otras causas análogas, o bien si han sido los medios
utilizados los que han aumentado (29).
a) ¿Qué es la actividad?
La importancia de delinear y delimitar las nociones de actividad —primero- y la de su calificación en
riesgosa y peligrosa -después- radica en la necesidad de evitar desbordes conceptuales que desnaturalicen este
factor de atribución objetivo. Como lo apunta la doctrina reciente, el vocablo "actividad" denota la existencia
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posible de uno o más hechos humanos, aislados o combinados con otros elementos mecánicos e inmateriales
(30). Con la referencia a "actividad" en el art. 1757 se describe el "conjunto de operaciones o tareas propias que
realiza una persona humana o una entidad" (31).
Por eso, coincidentemente, hemos definido a la actividad prevista en el art. 1557 CCyC como la constituida
por la conjunción de acciones, conductas, operaciones o trabajos desarrollados por una persona, empresa u
organización económica que puede (aunque esto no es excluyente) estar vinculada causalmente con cosas o con
conjuntos de cosas (máquinas, herramientas, aparatos, establecimientos, explotaciones, etc.) (32). Esta opinión
tiene sustento en las acepciones de "actividad" (Del lat. activitas, -atis) suministradas por el Diccionario de la
Real Academia Española, una de las cuales se refiere al "conjunto de operaciones propias
de una persona o entidad", es decir, denota la idea de combinación, ensamble, conjunción de bienes materiales e
inmateriales. También el Diccionario de Sinónimos confirma esta interpretación ya que se señalan como
términos equivalentes a actividad "tarea, función, labor, ocupación, trabajo, profesión", entre otros.
Se infiere entonces una primera conclusión: el concepto de actividad es superador de la noción de cosa, aún
en su concepción más amplia; incluso, podría haber actividad sin la utilización de cosas. La combinación o
conjunción puede abarcar cosas, bienes y servicios, acudiendo -sólo como argumento analógico complementario
y sin el propósito de equipararación- a la definición de empresa del art 5 de la Ley de Contrato de Trabajo que
alude a la "la organización instrumental de medios personales, materiales e inmateriales".
La actividad prevista en el art 1757 CCyC tiene otros dos caracteres: el ensamble o combinación de personas
y bienes debe estar conectado o vinculado causalmente entre sí, en acepción más propia de la causalidad
material que de la jurídica, no para vincularla con el daño sino para denotar la idea de organización o de
coordinación (de personas, cosas y medios) sometidas a ciertas reglas o normas mínimas que le confieran algún
grado de unidad. De aquí se desprende otro rasgo distintivo: una suerte de jerarquía en la que el titular de la
actividad (organizador, explotador, empresario, etc) ostente facultades de imposición de deberes tendientes
especialmente al aseguramiento del riesgo.
Tengamos en cuenta además que, según lo ha destacado la doctrina, con la reciente sanción del Código Civil
y Comercial el tradicional sujeto del derecho comercial —el comerciante— "fue reemplazado por la persona
humana que realiza 'actividad económica organizada' o es titular de una 'empresa' o de un 'establecimiento
comercial, industrial, agropecuario o de servicios'", mientras que el "acto de comercio" fue desplazado por la
"actividad económica organizada". En suma, el eje del "nuevo Derecho Comercial" está constituido hoy por la
"empresa" (33). Por ello puede decirse que, de modo coherente con todo el sistema de derecho privado, el art.
1757 recoge el llamado "riesgo de empresa" (34).
En definitiva, la actividad consiste en una conjunción de personas, cosas, instrumentos o tareas, conectadas
entre sí, que tienen una organización interna, y en la que el titular tiene —por si o por terceros- un mínimo poder
de control y de imposición de obligaciones tendientes, especialmente, a prevenir y asegurar su riesgo. De ahí
que cabe considerar que es riesgosa o peligrosa la actividad en la que el riesgo (la inminencia de daño) o el
peligro (la situación que puede generar daño), para quienes la desarrollan o para terceros, derivada de tareas,
servicios, productos, sustancias o prestaciones que reportan utilidad para la sociedad y generan para sus dueños
o beneficiarios un provecho, generalmente económico.
b) Notas tipificantes de la actividad riesgosa y peligrosa
La noción conceptual expuesta destaca las notas sobresalientes que tipifican a la actividad riesgosa y
peligrosa, que repasamos a continuación.
b.1) En primer lugar, es importante tener en cuenta que se trata de dos supuestos emparentados pero
diferentes: la actividad riesgosa, por un lado, y la peligrosa, por el otro. Los antecedentes del Código Italiano de
1942 (art 2050) y del Código Civil paraguayo (art 1846) y los proyectos de reformas anteriores se referían a las
actividades peligrosas, sin alusión a la actividad riesgosa, prevista en cambio en el Proyecto de 1987. En los
congresos jurídicos se acudió mayormente a la actividad peligrosa, sin diferenciarla de la riesgosa (35).
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Una calificada corriente de opinión sostiene que de la doble adjetivación del art. 1757 (actividad "riesgosa"
o "peligrosa") no debe concluirse que se trata de dos hipótesis diferentes, sino de una única figura (la actividad
riesgosa o peligrosa), a la que puede aludirse utilizando uno de sus adjetivos o ambos de manera conjunta (36).
Pero como ya adelantamos, según nuestro entender la norma se refiere a dos supuestos: las actividades
peligrosas y las actividades riesgosas. Puede decirse que las actividades peligrosas completan e integran a las
riesgosas, conformando un bloque de imputación objetiva por la interacción entre ambas. Según el Diccionario
de la Real Academia Española "peligroso" significa "que tiene riesgo o puede ocasionar daño". Por su lado
"peligro" si bien tiene una significación emparentada con el riesgo (importa la "contingencia inminente de que
suceda algún mal") también se refiere al "obstáculo o situación que aumenta la inminencia del daño". Esta
última caracterización, la situación que puede causar daños, es reveladora de que la actividad trasciende el
marco de la intervención o participación de una cosa y de qué riesgo y peligro de la actividad operan
complementándose porque comprenden también "situaciones", como equivalentes —según el mismo
Diccionario— al "conjunto de factores o circunstancias que afectan a alguien o algo en un determinado
momento".
En definitiva la denominación de actividades riesgosas, además de configurar un supuesto distinto de las
actividades peligrosas, proviene de su utilización e identificación conceptual en el derecho argentino.
b.2) En segundo lugar, en el Código Civil y Comercial la actividad riesgosa o peligrosa comprende tres
supuestos típicos: por su naturaleza, por los medios empleados o por las circunstancias de realización. Se
verifica entonces que a las dos hipótesis previstas en los anteproyectos anteriores (naturaleza de la actividad o
circunstancias de su realización) se le añadió la propia de "los medios empleados". Una de las acepciones del
Diccionario de la Real Academia Española del término "actividades clasificadas" pregona que son las
"actividades potencialmente perturbadoras de la salud o el medio ambiente, que las normas jurídicas agrupan
para limitar y controlar sus efectos". Por consiguiente la responsabilidad objetiva derivada de la actividad es
más amplia que en los proyectos anteriores: comprende dos hipótesis (actividad riesgosa o peligrosa) y tres
supuestos tipificantes (por su naturaleza, por los medios empleados y por las circunstancias de su realización).
b.3) A lo dicho se añade una tercera característica: la noción de actividad exorbita la propia del riesgo o vicio
de las cosas porque comprende aquellos supuestos en los que puede prescindirse del rol gravitante de la cosa en
sí misma para trasladarse a la actividad entendida como conjunto, combinación o sumatoria de acciones,
conductas, comportamientos o trabajos. Es que uno de los aspectos más destacados de la responsabilidad
objetiva por actividades (riesgosas o peligrosas), y que la diferencia de la derivada del riesgo o vicio de las
cosas, radica — precisamente- en considerar que la actividad prescinde de la intervención de una cosa por lo que
la legitimación pasiva es más amplia. En efecto en caso de responsabilidad por el riesgo o vicio de las cosas
responden concurrentemente su dueño o guardián, entendiéndose por tal a "quién ejerce, por sí o por terceros, el
uso, la dirección y el control de la cosa, o quién obtiene un provecho de ella" (art 1758 CCyC). En cambio, en la
actividad responde "quién la realiza, se sirve u obtiene un provecho de ella, por sí o por terceros, excepto lo
dispuesto en la legislación especial" (art 1758 CCyC).
Huelga advertir que tanto la doctrina como la jurisprudencia, tal como lo hicieron antes con la elaboración
de la noción de "riesgo de las cosas", tendrán un rol preponderante en la determinación y delimitación de los
supuestos comprendidos en las actividades riesgosas y peligrosas, no sólo en la especificación de su ámbito
aplicación sino también en su distingo con el riesgo y el vicio de las cosas. En tal sentido la víctima seguramente
habrá de invocar preferentemente la configuración del riesgo o peligro en la actividad porque tiene más
legitimados pasivos (no sólo el dueño o guardián vinculados con el dominio o posesión de las cosas) y porque
muchas veces ambos supuestos coexistirán. Por caso la responsabilidad objetiva derivada de los siniestros viales
podrá tener emplazamiento no sólo en el riesgo o vicio de la cosa (el automotor) sino de la actividad que lo
involucra (por ejemplo transporte de pasajeros). Este punto seguramente se nutrirá de los aportes de los autores
y de las decisiones judiciales.
IV.3. Los supuestos de calificación.
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Superada la dificultad conceptual, la cuestión neurálgica pasa por determinar qué parámetros o estándares
determinan la calificación, en el caso concreto, de la peligrosidad o el riesgo de la actividad o la actividad
riesgosa o peligrosa.
Para Pizarro la peligrosidad ínsita en la actividad puede ser detectada: 1) siguiendo un criterio cuantitativo o
estadístico; 2) ponderando los estándares fijados por el legislador, cuando califica a la actividad como riesgosa
(art. 40, ley 24.240), cuando impone deberes de seguridad (art. 5, ley cit.) o cuando determina controles
especiales para determinadas actividades; 3) o bien atendiendo "razonablemente" a las reglas de la experiencia.
Acota que ello debe realizarse en abstracto, según un parámetro objetivo, esto es, "con total prescindencia del
juicio de reprochabilidad que podría merecer la conducta del sindicado como responsable en concreto" (37).
Con palabras de Sozzo "no corresponde una calificación a priori de actividades riesgosas y las que no lo son,
sino hay que efectuar un 'test' caso por caso" (38).
En definitiva, puede decirse que una actividad será riesgosa o peligrosa cuando (natural o
circunstancialmente) resulta previsible (según el curso ordinario y normal de las cosas) que de su desarrollo se
derivará la posibilidad cierta de ocasionar daños. Comprende los supuestos en los que el riesgo es ostensible y
presumido "a priori" (ej. daño derivado de la actividad nuclear) y en los que se concreta en daño por las
circunstancias propias y naturales de la actividad misma (vgr. de seguridad o vigilancia), o especiales y atípicas
de su desenvolvimiento (vgr. trabajo con escaleras que carecen de soportes o medidas de seguridad adecuadas).
Analizaremos a continuación cada uno de los tres supuestos de calificación específicos que incorpora el art.
1757, CCyC.
a) Actividades riesgosas o peligrosas por su naturaleza: Las actividades riesgosas por su naturaleza son las
intrínsicamente dañosas, o sea las que tienen dañosidad o peligro en sí mismas. En ellas el daño constituye una
consecuencia constitutiva propia o inherente de la actividad; el daño está naturalmente asociado a ella, y si bien
adoptando las medidas de seguridad adecuadas es evitable, se trata de una contingencia con un alto grado de
probabilidad de producción. Por caso el enfrentamiento armado con delincuentes es una contingencia propia de
la actividad de la policía. La aptitud dañosa, su potencialidad como fuente productora de daños es patente, se
revela "per se" y sin mayores indagaciones teóricas o prácticas.
La jurisprudencia sostuvo muy claramente que "la actividad será 'riesgosa por su naturaleza' cuando
intrínseca y naturalmente, cualesquiera sean las circunstancias en las que se efectúe, la actividad conlleve un
peligro inmanente (v. gr. explotación de energía nuclear)" (39) . Bien dicen Calderón y Marquez, que para
determinas si se trata de un "riesgo natural" se tendrán en cuenta como hechos reveladores los datos estadísticos
y de común experiencia (40).
Con relación a las actividades naturalmente riesgosas, existe una extendida jurisprudencia que ha producido
una rica casuística (41).
b) Actividades riesgosas o peligrosas por las circunstancias de su realización: En la jurisprudencia se ha
considerado que "las actividades peligrosas 'por las circunstancias de su realización' son aquellas en la que no
obstante no revestir un peligro regular o constante las modalidades de tiempo, modo y lugar la tornan peligrosa.
Por ejemplo, el trabajo en la construcción o en obra" (42). En esta categoría el daño es producido no tanto por la
actividad en sí misma, sino por las modalidades, particularidades o maneras de su realización. Mosset Iturraspe
alude a las actividades que "no representan en sí mismas una notable potencialidad de daños a terceros" sino que
son "normalmente inocuas" pero se tornan peligrosas por la "conducta de quién las ejerce". Y ejemplifica
señalando a las actividades agrícolas, la gestión de un supermercado, el embotellamiento de gaseosas, la
producción de garrafas, la distribución de neumáticos, la reventa de agua mineral, etc (43).
Bajo esta hipótesis calificadora se comprende el llamado riesgo circunstancial. Esto significa que para
calificar como riesgosa una actividad determinada, deberán ser tenidas en cuenta también las circunstancias
vinculadas a las personas, tiempo y lugar en que se desarrolla dicha actividad antes de poder calificarla como
riesgosa (vgr. ninguna duda cabe de que una actividad realizada en un lugar apropiado puede ser considerada
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"no riesgosa", mientras que si el lugar fuera inadecuado la nota de riesgo aparecería en forma indudable) (44).
De forma tal que el llamado riesgo circunstancial es significativamente más amplio que el riesgo definido por
los medios empleados o por la posibilidad de control.
Aún sin normativa expresa, la jurisprudencia ha reconocido varios casos en que la actividad resulta riesgosa
por la circunstancias de su realización (45). Al respecto se ha dicho recientemente (para juzgar la
responsabilidad por los denominados juegos de feria, en el caso un toro mecánico) que, más allá de que las
opiniones que no consideran subsistente la obligación de seguridad en el Código Civil y Comercial, "lo cierto es
que el art. 5 de la ley 24.240 no fue derogado y continúa regulando el deber expreso de seguridad, mientras que
los arts. 1716, 1757 y concs. preven no solo la responsabilidad por el riesgo inherente a las cosas sino también
por el riesgo de la actividad" (46).
c) Actividades riesgosas o peligrosas por los medios empleados:
La actividad es riesgosa o peligrosa por los medios empleados cuando normalmente es inocua, pero adquiere
aquella cualidad porque una persona hace uso de mecanismos, instrumentos, aparatos o sustancias que son
peligrosas por la velocidad que desarrollan, por su naturaleza explosiva o inflamable, por la energía que
contienen, por el lugar anómalo en que se encuentran o por otras causas análogas, o bien si han sido los medios
utilizados los que han aumentado la probabilidad de riesgo (47). Se trata de una categoría muy cercana a la
anterior (por las circunstancias de realización) y a veces de difícil distingo por sus similitudes.
En la jurisprudencia es posible encontrar algunos antecedentes en los cuales el riesgo ha sido calificado por
la cualidad de los medios empleados. Por ejemplo, se ha considerado como una actividad riesgosa, a la
explotación de una playa de estacionamiento en la que el alquiler de un cuatriciclo deficiente y la defectuosa
señalización provocó daños a un bañista que se encontraba en el lugar (48).
IV.4. Los legitimados pasivos.
El art. 1758 señala como legitimado pasivo en la actividad riesgosa "quien la realiza, se sirve u obtiene
provecho de ella, por sí o por terceros, excepto lo dispuesto por la legislación especial".
Se siguen aquí las directivas de la doctrina elaboradas al comentar el Proyecto de 1987. Parellada, con
adhesión de Goldenberg, sostuvo que a las actividades no le son aplicables las categorías de dueño o guardián de
las cosas, y que por ello "quien responde es el que desarrolla la actividad con un poder fáctico, autónomo e
independiente de dirección sobre ella" (49). En este sentido son muy claras las explicaciones de Zavala de
González quien afirma que "'se apunta no tanto o no siempre al ejecutor material y directo del perjuicio, sino al
titular de la actividad de la que el daño puede resultar (normalmente el organizador, explotador, o empresario,
aunque la actividad sea desenvuelta materialmente a través de otros). No está en juego, en efecto, la autoría del
daño, sino la autoría de un riesgos, por lo cual la génesis, de la imputación no reside en el hecho, sino en la
esfera de la responsabilidad" (50). Jorge e Ignacio Alterini señalan que mientras el "uso" (de la cosa riesgosa) se
refiere a la noción de "guarda material", la "dirección y el control" atienden a la "guarda jurídica", la referencia a
"quien obtiene provecho" (de la actividad riesgosa o peligrosa) alude a la "guarda provecho" (51). Con relación
al denominado "riesgo provecho", expresamente contemplado en el art. 1758, se ha objetado su incorporación
señalándose que resulta "irrazonable e injusta", pues la "obtención del provecho" esta disociada de la creación
del riesgo o de la realización de la actividad riesgosa, por lo que la legitimación pasiva debería ajustarse
únicamente a quien realiza la actividad riesgosa (52).
Nosotros entendemos que el legitimado pasivo es el "dueño o el guardián" de la actividad; el titular,
responsable, generador o explotador de la actividad no siempre está asociado a la condición de propietario o de
dueño de una cosa específica e individualizable (vgr la empresa de remises puede ser responsable por el daño
causado por uno de los vehículos afectados a ese servicio, aún sin ser dueña del automóvil ).Se trata de trasladar
y adaptar a las particularidades de la actividad las tipificaciones del guardián de la cosa. Por ello comprende: a
quién la realiza (es decir quién la ejecuta, aún sin ser su dueño en el sentido de propiedad registral) y que por lo
tanto tiene naturalmente poder de control y organización; a quién se sirve u obtiene provecho, económico o de
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otra naturaleza, siempre y cuando, vale remarcarlo, el servirse de la actividad o el provecho de ella esté
acompañado de la existencia de facultades de organización o imposición de directivas u órdenes (vgr. la empresa
láctea que pese a los contratos de distribución y subdistribución tiene facultades para imponer las modalidades
de prestación del servicio: los camiones todos con el mismo logo, pintados del mismo color, con sistema de
cobranza uniforme, etc.).
Creemos que la doctrina y la jurisprudencia precisará el contenido y el alcance del legitimado pasivo,
evitando desbordes conceptuales: así como la mera tenencia material es insuficiente para configurar la noción de
guardian de la cosa, también es insuficiente atenerse únicamente a la realización, al servirse u obtener provecho
de la actividad, lo que necesariamente debe estar acompañado de la facultad de control, dirección o dar
directivas o indicaciones para organizar o efectivizar las tareas. No alcanza el realizar, servirse u obtener
provecho desprovisto de un cierto poder fáctico y jurídico para imponer medidas tanto para organizar la
actividad como para prevenir el daño. Por ello compartimos las críticas que se formularon en su momento al
fallo que condenó como guardián al titular de las acciones de la sociedad propietaria de la cosa riesgosa
considerando que se aprovechaba o tenía utilidad de la cosa con fundamento en el aprovechamiento y beneficio
económico. De modo que no creemos que podría ser condenada como legitimado pasivo en los términos del art
1758 CCyC la empresa dueña o titular de acciones de la sociedad anónima propietaria de la empresa
constructora de un shopping center y por las lesiones que sufrió un tercero en un accidente (53).
En el caso "Bogado" comentado anteriormente la Suprema Corte de la Provincia de Buenos Aires
responsabilizó a la empresa "organizadora" de la "situación peligrosa" (54) . Coincidente con esta postura, se
resolvió que el Club de Golf resultaba responsable por los daños provocados por el fallecimiento del encargado
de seguridad producto de un disparo, pues la entidad era la "titular del poder de derecho de la actividad
riesgosa", sin que importe que "haya transferido la guarda de la actividad riesgosa a terceras personas, en el
caso, a la agencia de seguridad" que resultaban empleadoras de la víctima (55). Con similar fundamento, se
responsabilizó al propietario de la obra, a pesar de que la actividad riesgosa había sido ordenada al trabajador
por el contratista (56).
V. Actividad riesgosa y actividad "especialmente" riesgosa. La opinión de Pizarro. Nuestro criterio
El distinguido amigo, el jurista cordobés Ramón D. Pizarro, se pronunció a favor de una interpretación
restrictiva y rigurosa sobre el alcance de la responsabilidad objetiva por actividades riesgosas y peligrosas (57).
Analizando los arts. 1757 y 1758 CCyC, correlacionándolos con los propios del derecho comparado y con los
anteriores proyectos de reformas al Código Civil y Comercial, especialmente el denominado Proyecto de 1998,
concluye —con citas doctrinarias y remisiones- que "para ser considerada actividad riesgosa es indispensable
que la misma tenga una notable intrínseca potencialidad de dañosidad para terceros, o lo que es igual que sea
especial o particularmente riesgosa. Por tal motivo, una actividad normalmente inocua, que se torne riesgosa o
peligrosa por la conducta de quien la ejerce, no entra en el estándar normativo que nos ocupa. Con ello se quiere
significar que no cualquier riesgo que dimane de una actividad será apto para generar la aplicación del régimen
de responsabilidad objetiva estatuido por los arts. 1757 y 1758. Una interpretación en contrario —prosigue—
llevaría a incluir en esta tipología la casi totalidad de los supuestos de responsabilidad civil, pues casi no hay
actividad que de uno u otro modo no genere riesgos o peligros para terceros. De seguirse una conceptuación
semejante, la inmensa mayoría de los supuestos de responsabilidad por daños debería ser atrapada en dicha
normativa, lo cual es inadmisible y carente de antecedentes en el derecho comparado". Y concluye que "por tal
motivo, sin ánimo alguno de minimizar la importancia de la figura —de lo que se trata es de asignarle un ámbito
razonable de aplicación— sostenemos que la actividad riesgosa que prevén los arts. 1757 y 1758 debe ser
notablemente peligrosa. O lo que es igual, evidenciar un riesgo grave, importante, relevante, perceptible,
circunstancia que debe ser calibrada a la luz de los estándares que rigen la previsibilidad en la causalidad
adecuada" (58).
Los argumentos, como se advierte, están sólidamente expuestos y son muy claros y agudos. Pese a ello
discrepamos por los siguientes fundamentos:
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a) En primer lugar, la norma no distingue. Por ello corresponde partir de una interpretación normativa que se
atenga al texto partiendo del principio según el cual "donde la ley no distingue no debemos distinguir". La
hipótesis prevista es claramente la de las actividades riesgosas o peligrosas calificadas únicamente por las tres
modalidades tipificadas expresamente, esto es, "por su naturaleza, por los medios empleados o por las
circunstancias de su realización". Estos supuestos no deben ser vistos como una mera clasificación, sino como
una concreta tipificación que delimita y circunscribe el concepto de actividad riesgosa o peligrosa (59).
b) La diferenciación entre las actividades peligrosas y riesgosas y las especialmente peligrosas y riesgosas
no tenía reconocimiento mayoritario en la doctrina y jurisprudencia anterior que inspiraron el Anteproyecto.
Insistimos en una circunstancia decisiva: en este punto el Anteproyecto se apartó expresamente de las
previsiones del Proyecto de 1998 que receptaban las categorías de "cosas riesgosas", "cosas con riesgo propio" y
"actividades especialmente peligrosas", por lo que no procede inspirarse analógicamente en consideraciones
argumentales que fueron dejadas de lado. En efecto- y sucintamente- el régimen proyectado en 1998 era el
siguiente: tipificaba a las cosas riesgosas (art. 1662) y a la actividad especialmente peligrosa (art. 1665),
enumeraba los supuestos equiparados (residuos industriales y radioactivos; art. 1663), y se refería a la cosas sin
riesgo propio, mientras que en otros artículos determinaba diversas hipótesis en las que se aplicaba el régimen
del riesgo -por caso, el daño causado por animales (art. 1670)-; se establecía un régimen diferenciado en materia
de eximentes: en los casos de responsabilidad objetiva (daños causados por cosas riesgosas, por las cosas
equiparadas y por actividades especialmente peligrosas) operaba sólo como exoneratoria la culpa de la víctima y
no eran invocables la autorización administrativa de uso, el cumplimiento de técnicas de prevención, el caso
fortuito, el hecho de un tercero, ni cualquier otra causa ajena. Se advierte un régimen riguroso y restrictivo en
materia de eximentes. En cambio en las cosas sin riesgo propio, o daños con las cosas, la presunción de culpa
del sindicado como responsable requería de este la prueba de su conducta diligente y previsora; se advierte
también que se restringían las nociones de cosa riesgosa y de actividades especialmente peligrosas, acotándose
los supuestos fácticos comprendidos en esos supuestos (limitado a las cosas que causan daños frecuentes y
graves).
Por lo demás, y concordantemente, el nuevo Código suprimió la categoría intermedia de "daños con las
cosas". Por ello, la distinción entre "actividades riesgosas y peligrosas" y "actividades especialmente riesgosas y
peligrosas" por su aptitud para producir daños frecuentes y graves, trasladaría el debate a la calificación del
riesgo de las cosas y reactualizaría la discusión doctrinaria que suscitó en este tema el Proyecto de 1998, ahora
superada, que procuraba clasificar el riesgo para reducir su ámbito de aplicación (vgr. cosas con riesgo propio o
impropio, con riesgo habitual u ocasional, etc.). (60)
El reconocimiento de responsabilidad objetiva sólo para la actividad especialmente riesgosa o peligrosa que
produce daños frecuentes y graves importa incorporar una tercera categoría, reconocida en el Proyecto de 1998
(responsabilidad subjetiva por actividades que no son especialmente riesgosas y peligrosas), especialmente
dejada de lado en el Código Civil y Comercial. Si siguiéramos este razonamiento, alteraríamos el sistema
normado por el nuevo Código, el que quedaría configurado según el esquema siguiente: responsabilidad
subjetiva con fundamento en el dolo o culpa; responsabilidad subjetiva por actividades que no son
especialmente riesgosas y peligrosas; y responsabilidad objetiva por riesgo o vicio de las cosas y por actividades
especialmente riesgosas y peligrosas porque producen daños frecuentes y graves. Tal resultado nos parece
contrario a la letra y al espíritu del Código.
c) Por lo demás, la entendible y compartida preocupación de que se desborde inapropiadamente la
responsabilidad objetiva por la actividad de riesgo o peligro encuentra su adecuada valla de contención en la
elaboración de parámetros o estándares que eviten las desmesuras permitiendo al sindicado como responsable de
la prueba no sólo de la inexistencia del hecho, de la ruptura del nexo causal, "sino negando la calificación de un
obrar como riesgoso y reclamando la inaplicación del art 1757 CCyC" (61), o sea demostrando que no fue la
actividad la causante del daño o que en el caso no actuó el riesgo de la actividad, o -directamente- que no medió
intervención de la actividad riesgosa o peligrosa.
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Por otra parte, la inquietud que se generó frente a la extensión desmedida de la responsabilidad objetiva en
caso de cosas riesgosas o viciosas, que condujo a que en el sistema derogado existiera una tercera categoría
híbrida (daños con las cosas), no produjo finalmente los efectos nocivos que se temían y se verificó la
inaplicabilidad practica en la jurisprudencia de ese supuesto de culpa presumida.
d) En fin, nos parece que la interpretación que no compartimos generaría mayor inseguridad e imprecisión
en el emplazamiento normativo de los hechos, ya que se agregaría un presupuesto fáctico y jurídico adicional
que debería probar el actor: que la actividad que produjo el daño era "especialmente" peligrosa o riesgosa,
conforme el parámetro propuesto (su aptitud para causar daños frecuentes y graves). De no acreditarse ese
extremo la demanda prosperaría si se acredita la culpa del sindicado como responsable. Es decir, no habría a
priori precisión en la actividad probatoria de la víctima que, salvo casos excepcionales reputados siempre como
generadores de daños frecuentes y graves (como el caso de la actividad nuclear), debería prever el doble
emplazamiento normativo (responsabilidad objetiva en el primer caso, subjetiva en el segundo). Recordemos
que en el régimen vigente la carga de la prueba incumbe siempre al responsable presunto que puede acreditar
ampliamente su ausencia de responsabilidad, por aplicación de las reglas de la responsabilidad objetiva.
VI. Consideraciones adicionales
VI.1.- Actividad peligrosa y responsabilidad colectiva.
Entre los casos de responsabilidad colectiva tipificadas por el Código Civil y Comercial, el art. 1762
reglamenta la actividad peligrosa de un grupo disponiendo que "si un grupo realiza una actividad peligrosa para
terceros, todos sus integrantes responden solidariamente por el daño causado por uno o más de sus miembros.
Sólo se libera quien demuestra que no integraba el grupo". Como lo señala Calderón, en el caso de grupos de
riesgo, el fundamento de la responsabilidad es el riesgo creado por la actividad grupal, en la que además se
prescinde de la autoría individual (62). Destaca Parellada que la norma se refiere "no al daño cuya autoría en
concreto se ignora, sino al supuesto en que un grupo desarrolla una actividad peligrosa para terceros que causa
un daño por la actividad conjunta de los miembros del grupo". En la actividad riesgosa del grupo, se "prescinde
de la consideración de cada una de las conductas individuales, porque existe una unidad o indivisibilidad de la
acción que constituye la causa del daño" (63). Señalan otras autoras que "se le atribuye la responsabilidad a la
actuación grupal por ser creadora de riesgo para terceros. Por ejemplo, si el daño deriva de la actividad violenta
que se produce en el curso de una manifestación pacífica, el grupo de riesgo no es conformado por los
manifestantes sino por quienes desarrollaron la conducta violenta" (64).
VI.2.- Actividad riesgosa y responsabilidad objetiva.
No parece redundante recordar que para las actividades riesgosas o peligrosas rigen todos los requisitos de la
responsabilidad objetiva aplicables al riesgo o vicio de las cosas (las eximentes, la carga de la prueba, etc.). La
prueba del "no riesgo de la cosa o de la actividad" requiere la acreditación de la ausencia de relación causal pues
para excluir la responsabilidad del sindicado como responsable resulta insuficiente la prueba de la conducta
diligente (65). En definitiva, la actividad riesgosa o peligrosa no significa prescindir de la concurrencia de todos
los requisitos de la responsabilidad objetiva ni sustituir las reglas de la causalidad jurídica por la mera causación
material o fáctica (66).
(*) Con la colaboración de Ezequiel A. Valicenti.
(1) GALDÓS, Jorge M. — "El art. 1757 del Código Civil y Comercial Unificado (el anterior art. 1113
Código Civil)" en RCyS 2015-4, p. 176; Idem, "Riesgo creado y actividad riesgosa en el Proyecto 2012 de
Código Civil y Comercial de la Nación", en Revista Derecho de Daños, 2012-3 - Proyecto de Código Civil y
Comercial, Rubinzal-Culzoni, p. 345.
(2) Para el análisis de los distintos proyectos ver ROITMAN, Horacio y CHIAVASSA, Eduardo N. — "El
riesgo en los proyectos de reforma al Código Civil", en Revista de Derecho de Daños, 2006-3 "Creación de
riesgo-I". Rubinzal-Culzoni, p. 333. Ver también, entre otros: ALTERINI, Atilio A. — "Sobre algunas
observaciones al proyecto de Código Civil de 1998 en materia de responsabilidad", en LA LEY 1999-D, 1059;
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Comercial Comentado. Tratado exegético", La Ley, Bs. As., 2015, t. VIII, p. 342.
(32) Ver trabajos citados en nota 1.
(33) FAVIER DUBOIS (h), Eduardo M. — "La autonomía y los contenidos del Derecho Comercial a partir
del nuevo Código Unificado", en La Ley 2015-A, p. 756.
(34) Conf.: ZAVALA DE GONZÁLEZ, Matilde, La Noción de actividades riesgosas en el proyecto de
Código Civil", J.A., 1988-I, p. 904.
(35) Conf. II Jornadas de Derecho Civil, 1965, Universidad Nacional del Nordeste, Corrientes; Jornadas
sobre Responsabilidad Civil en Homenaje al Dr. BREBBIA, Roberto H., Rosario 6 y 7 de Noviembre de 1986.
(36) CALDERÓN, Maximiliano R. y MÁRQUEZ, José F. — "Responsabilidad por actividades riesgosas",
cit. p. 126.
(37) PIZARRO, Ramón D. — "Tratado de responsabilidad civil objetiva", cit. p. 581.
(38) SOZZO, Gonzalo — "El daño causado por el riego o vicio de las cosas y las actividades", en Revista
de Derecho privado y comunitario, 2015-2, p. 545
(39) T.S de Córdoba Sala Civil y Comercial, "Arias de Fernández Blanca c/ Tagle (h) y Cia SA", cit.
(40) CALDERÓN, Maximiliano R. y MÁRQUEZ, José F. — "Responsabilidad por actividades riesgosas",
cit. p. 127.
(41) Por cuestiones de espacio no podemos extendernos con la reseña, por lo que remitimos a la efectuada
en los trabajos previos mencionados en la nota 1.
(42) T.S de Córdoba Sala Civil y Comercial, "Arias de Fernández Blanca c/ Tagle (h) y Cia SA " cit.
(43) MOSSET ITURRASPE, Jorge - Responsabilidad por daños, t. IX Responsabilidad de la Empresa, cit.
p 40.
(44) CALVO COSTA, Carlos A. — Derecho de las Obligaciones, Hammurabi, Bs. As., t. II, p. 336.
(45) Remitimos nuevamente a la casuística citada en los trabajos de nota 1.
(46) Cam. Nac. Civ, sala M, "M., M.R. c Parque de la Costa SA y otros", del 16/07/15, en RCyS, noviembre
2015, p. 112.
(47) Conf. Cám. Nac. Civ., Sala H., "S., J.B. c/ Espejar S.A.", del 29/5/1997, en La Ley 1999-C-722.
(48) Cam. Civ. y Com. Necochea, "P. M., H. c V., R. y otros", del 15/7/2014, en La Ley 2013-F, p. 452.
(49) PARELLADA, Carlos — "El tratamiento de los daños en el proyecto de unificación de las
obligaciones civiles y comerciales", cit. La Ley 1987-D-977 punto 3 A); GOLDENBERG, Isidoro H. — "La
responsabilidad derivada de actividades riesgosas en el proyecto de unificación legislativa Civil y Comercial",
en Jurisprudencia Argentina, 1998-II, p. 552.
(50) ZAVALA DE GONZÁLEZ, Matilde — Responsabilidad por riesgo. El nuevo artículo 1113,
Hammurabi, Bs. As., 1987, p. 58; idem, "La noción de actividades riesgosas en el Proyecto de Código Civil", en
Jurisprudencia Argentina 1988-I-905; idem., Personas, casos y cosas en el Derecho de Daños, Hammurabi, Bs.
As., 1991, pp. 58-66.
(51) ALTERINI, Jorge y ALTERINI, Ignacio en ALTERINI, Jorge (dir.) — "Código Civil y Comercial
Comentado", cit., t. VIII, p. 347.
(52) TALE, Camilo — "Observaciones y propuestas de modificaciones del Capítulo de la Responsabilidad
civil (Libro II, Título V, capítulo 1) del Proyecto de Código Civil y Comercial de la Nación", ponencia
presentada a la Comisión Bicameral del Congreso de la Nación, on line en
http://ccycn.congreso.gob.ar/export/hcdn/comisiones/cbunificacioncodigos/ponencias/cordoba/pdf/
013_CAMILO_TALE.pdf, visitado el 15/12/15.
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(53) CNac Civ Sala M, "Arroyo Ricardo c. IRSA Inversiones y Representaciones SA", del 10/7/ 2001, en
JA 2004-I-237 con nota crítica de Lago, Daniel H. "Responsabilidad del accionista por el daño causado por la
sociedad: un fallo preocupante". En el mismo sentido Pizarro, Ramón D.- Tratado de responsabilidad civil
objetiva, cit. p. 505 nota 6.
(54) SCBA — "Bogado, Juan Jorge y otro c Toeledo, Víctor A. y otros", cit.
(55) Cám. Nac, Civ, sala B, "Gómez, Pedro R c Albo Asip SA", cit.
(56) Cám. Nac. del Trabajo, sala V, "Morán Acosta, Francisco c. Lorenzón, Artemio y otros", cit.
(57) PIZARRO, Ramón D., "Responsabilidad civil por actividades riesgosas o peligrosas en el nuevo
Código", en La Ley diario del 12/8/2015, p. 1; idem, Tratado de la Responsabilidad objetiva, La Ley, Bs As,
2015, t. I p. 579 y ss.
(58) Las citas corresponden a PIZARRO, Ramón D., "Responsabilidad civil por actividades riesgosas o
peligrosas en el nuevo Código", cit.
(59) Conf., CALDERÓN, Maximiliano R. y MÁRQUEZ, José F. — "Responsabilidad por actividades
riesgosas", cit. p. 127.
(60) Transcribimos los artículos más importantes que trataban la cuestión. Art. 1661: Hecho de las cosas y
actividades. Toda persona responde por el daño causado con intervención de cosas de las que se sirve o tiene a
su cuidado, o por la realización de actividades especialmente peligrosas; Art. 1662: Cosa riesgosa. Se considera
cosa riesgosa a la que tiene en sí misma aptitud para causar daños frecuentes o graves, o por sus propias
calidades, o por las circunstancias en que es utilizada; art. 1665: Actividad especialmente peligrosa... Se
considera actividad especialmente peligrosa a la que, por su naturaleza, o por las sustancias, instrumentos o
energía empleados, o por las circunstancias en las que es llevada a cabo, tiene aptitud para causar daños
frecuentes o graves. Queda a salvo lo dispuesto por la legislación especial. El art 1663 establecía que estaban
equiparados a cosa riesgosa los residuos industriales actual o potencialmente peligrosos y los radioactivos...El
art 1667 Cosa sin riesgo propio preveía que el guardián es responsable por los daños causados por una "cosa que
carece de riesgo en los términos del art 1662" y se eximía total o parcialmente con la prueba de la actuación
dirigente...Ver también arts 1663, 1664, 1667 y concs.
(61) Conf., CALDERÓN, Maximiliano R. y MÁRQUEZ, José F. — "Responsabilidad por actividades
riesgosas", cit. p. 127.
(62) CALDERÓN, Maximiliano R. — "Factores de atribución de responsabilidad civil", en Márquez, José
F. (dir.) — "Responsabilidad civil en el Código Civil y Comercial", cit., p. 203.
(63) PARELLADA, Carlos A. — "Responsabilidad colectiva y daño anónimo en el Proyecto de Código
Civil y Comercial de la Nación de la Comisión decreto n° 191/2011", en RCyS 2012-X, p.5.
(64) TANZI, Silvia - CASAZZA, María S - "Responsabilidad colectiva, anónima y por la actividad
peligrosa de un grupo en el Código Civil y Comercial", en La Ley 2015-A, p. 745.
(65) CERUTTI, María del Carmen — "La responsabilidad por el hecho de las cosas y por actividades
riesgosas", cit. especialmente punto 2.Eximentes.
(66) Ver VÁZQUEZ FERREYRA, Roberto — "Prueba de la culpa, de los criterios objetivos y de la
relación de causa a efecto" cit.
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