Manual de Oratoria Moderna
Manual de Oratoria Moderna
Manual de Oratoria Moderna
Las innatas son las que podemos por haber nacido con ellas y que, por
tanto, no podemos cambiar del todo, pero si podríamos educarlas y/o resaltarlas.
Dentro de las cualidades naturales están:
a. La Voz: Instrumento fundamental del orador, que puede ser grave,
aguda e intermedia, etc.
b. La sensibilidad: sin la cual no podríamos transmitir el mensaje que
deseamos, porque en ella radica el sentimiento de lo que decimos.
c. La Inteligencia: sin la que sería imposible hilar y coordinar nuestros
pensamientos o ideas.
d. La Razón: que no es otra cosa que la virtud de aplicar la lógica y el
sentido común durante cualquier comunicación con otro ser humano.
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Con las condiciones mencionadas arriba, podemos notar que el orador en
parte nace, pero la mayor parte se hace, se educa y se construye. Es difícil
pues que podemos influir en manera definitiva en los aspectos innatos de
quienes leen estas líneas, pero lo que si podríamos decir es que todo aquel que
se interese en ser un buen orador debe auto-evaluarse constantemente a si
mismo en las características innatas que posee, y de esta forma educarlas de
manera que pueda aprovechar dichas características de la mejor manera
posible.
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Poder o debilidad, heroísmo o cobardía, entusiasmo o desánimo,
esperanza o desesperación; toda emoción o pasión, todo estado físico o mental
puede ser mostrado gráficamente con la voz. Sin embargo, la exageración
como en todas las cosas, no hace que el uso excesivo de la voz lo convierta en
un buen orador. No es más oído el orador que más grita o eleva su voz, por lo
tanto, deberemos ocuparnos de las características que hace de ella una
poderosa arma para convencer. Las características de la voz que podemos
aprovechar en la oratoria, son:
a. La Resonancia
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las cuerdas vocales, piense en los resonadores. Tan pronto como las
cuerdas vocales empiecen a vibrar, el sonido causado por esta
vibración es reforzado por los resonadores naturales de la voz. El
sonido, entonces, se dividirá en dos corrientes, unas que sale por la
nariz y otra que sale por la boca.
5. Ejercicio para Mejorar la Resonancia: Abra la boca por completo y
respire como un perro (jadee). Mírese al espejo cuando lo hace y
notará que la úvula o campanilla se mueve de atrás hacia delante y
viceversa, en vaivén. Este ejercicio de la úvula refuerza las paredes
musculares del paladar blando. Hágalo no más de un minuto o dos
cada vez, pero repítalo varias veces durante el día cuando tenga
oportunidad.
6. Un Ejercicio con Sonidos “L” o “R”: El siguiente ejercicio le
ayudará a capacitar los músculos de la boca, incluyendo la lengua. Al
practicarlo, tenga cuidado en no poner demasiada tensión en los
músculos de la garganta o la mandíbula. No tense la lengua. Abra las
ventanas de la nariz para prevenir la tensión del labio superior. Ahora,
pronuncie esta oración en un solo tono, es decir, no module el sonido:
“RAPIDO CORREN LOS CARROS CARGADOS DE AZÚCAR DEL
FERROCARRIL”. Utilice este pasaje como material de ejercicio, léalo
en voz alta, memorícelo y recítelo de vez en cuando día tras día.
Cuando lo haga, resuene las sílabas que contengan “L” o “R”, con
plena conciencia y sumo cuidado.
7. Un Ejercicio con Sonidos “N”: Después de trabajar con sonidos “L”
y “R” algún tiempo, incluya un ejercicio donde los sonidos “N” sean
prominentes. Use este párrafo como ejemplo para ejercitarse:
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“LO DEJO DONDE EMPECE. VIVA O MUERA, SOBREVIVA O PAREZCA,
ESTOY POR LA DECLARACIÓN DE INDEPENDENCIA. ES MI
SENTIMIENTO VIVIENTE, Y CON LA BENDICIÓN DE DIOS SERA MI
SENTIMIENTO MURIENDO, LA INDEPENDENCIA AHORA Y LA
INDEPENDENCIA PARA SIEMPRE”
Haga con este párrafo lo mismo que con el anterior.
b. La Pronunciación
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A (a) B (be) C (ce) CH (che) D (de) E (e) F (efe)
G (je) H (ache) I(i) J (jota) K (ka) L (ele) LL (elle)
M (eme) N (ene) Ñ (eñe) O (o) P (pe) Q (cu) R (ere)
S (ese) T (te) U (u) V (uve) X (equis) Y (lle) Z (zeta)
Los gestos son los movimientos que hacemos con la cabeza y los
músculos de la cara; los ademanes son la expresión de los movimientos de las
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extremidades superiores; y los modales son los movimientos resultantes del
cuerpo entero.
Estas cosas las debemos evitar soltando nuestro cuerpo para que
manifieste lo que sentimos a través de movimientos. Estos pudieran ser
entrenados, si quisiéramos, y así le sacaríamos provecho a la manifestación
material más importante que poseemos, el cuerpo. Sin embargo, debemos
evitar el exceso en el uso de este recurso maravilloso.
EL DISCURSO
PARTES DE UN DISCURSO
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con el público, por lo que es aquí por lo que se gana o se pierde la
atención del auditorio. Esto lo convierte en una entrada triunfal o en un
fracaso absoluto. El exordio deberá ser natural y espontáneo, y tendrá
que demostrar lo satisfecho que estará el orador al hablar ante ellos.
2. Proposición: Constituye la parte expositiva del discurso. Es donde “se
entra en materia”, y los dividiremos en cuantos puntos queramos para
cubrir el tema a tratar. Deberá ser ilustrativo del problema que se intenta
exponer; tendrá que ser conmovedor para que la sensibilidad del auditorio
se ponga de nuestro lado y sientas que lo que se avecina es agradable o
interesante a sus oídos.
3. Confirmación: Es donde el orador pasa de la parte netamente narrativa a
la reafirmación de sus criterios. Es aquí donde el orador trata de
convencer al público de lo que se trata de defender o atacar. El discurso,
en este punto, puede ser enérgico, suplicante, convincente, arrogante,
etc., siempre acorde a lo que se quiere lograr. Este es el punto
culminante, toda la atención de los asistentes deberá conquistarse en
este momento.
4. Peroración: Es la parte final del discurso. Se aprovecha la emoción que
se desea causar para dejar a los asistentes completamente convencidos
de la importancia de lo expuesto. Al mismo tiempo es el cierre, por lo que
las persona que lo escuchan deben sentir una gran satisfacción por lo
oído hasta el momento. La peroración debe ser corta; a nadie le gusta
que le digan: “...y por último quiero decirles....”, para luego tener que
aguantar una hora más de decires.
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PREPARACIÓN DEL DISCURSO
Alguien decía en una oportunidad que cuando tenía que hablar en público
“decía lo que tenía que decir y terminaba, pues si el auditorio le parecía bien y
agradable el discurso, queda con gusto de volverme a oír, y si no le agradó por
lo menos no les aburrí mucho tiempo”. Este es un mayúsculo error, pues nadie
debería pararse ante un público a decir exactamente lo que el público le gustaría
que le dijeran.
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Todos entendieron que a mayor tiempo de exposición, hay mayor
oportunidad de divagar, pero los discursos cortos exigen precisión en los
conceptos y un conjunto de ideas tan resumidos que permite dejar todo dicho
antes de llegar a la peroración. Hay un sabio consejo que reza: “Si tu memoria
te es infiel, hazte de un papel”.
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