Cirrosis Hepática
Cirrosis Hepática
Cirrosis Hepática
Cirrosis hepática
Integrantes:
Isabel Villalobos CI: 27.257.011
Victoria Morales CI: 31.207.302
Emily Gutiérrez CI: 31.785.734
Índice
2. Causas
Aproximadamente el 90% de las causas de cirrosis hepática en países occidentales son el
abuso de alcohol, la enfermedad por hígado graso no alcohólico (EHNA) y la hepatitis
crónica vírica. A escala mundial, la hepatitis crónica por el virus de la hepatitis B (VHB) y
C (VHC) con más de 400 millones de enfermos infectados representa la etiología más
importante. La causa de la cirrosis permanece desconocida en cerca del 10% de los
casos (cirrosis criptogénica) y aproximadamente el 70% de estos casos se cree que en la
actualidad están relacionados con la EHNA dentro del contexto de resistencia a la insulina
y síndrome metabólico, mientras que el resto puede estar en relación con mecanismos
autoinmunes. Varios factores etiológicos tales como hemocromatosis y alcohol, o alcohol
y hepatitis C pueden acelerar la progresión a cirrosis.
3. Síntomas
En los primeros estados de la patología muchos de los pacientes no presentan
sintomatología. Según avanza la enfermedad, pueden empezar a detectarse los
siguientes síntomas:
Debilidad y fatiga.
Pérdida de apetito y de peso.
Náuseas y vómitos.
Dolor e hinchazón abdominal.
Los vasos sanguíneos adquieren forma de araña en la superficie de la piel.
- En estados avanzados de la enfermedad, también se pueden empezar a presentar
síntomas más graves, tal y como enumera el Instituto Nacional de Diabetes y
Enfermedades Digestivas y del Hígado:
Edemas y ascitis.
Moretones y hemorragias frecuentes.
Hipertensión portal: es un aumento de presión sanguínea en la vena porta, la cual conecta
los intestinos y el bazo con el hígado.
Aparición de varices esofágicas y gastropatía.
Esplenomegalia.
Ictericia: ocurre cuando un hígado enfermo no elimina suficiente bilirrubina de la sangre, lo
que hace que la piel y el blanco de los ojos adopten un tono amarillento, así como un
oscurecimiento de la orina.
Cálculos biliares.
Mayor sensibilidad a los medicamentos.
Encefalopatía hepática.
Diabetes tipo 2: la cirrosis provoca resistencia a la insulina, lo que acaba provocando un
exceso de glucosa en el torrente sanguíneo.
Cáncer de hígado.
5. Prevención
Para que no se produzca la cirrosis se deben evitar sus causas más comunes como el
consumo excesivo de alcohol. En el caso de padecer una enfermedad hepática crónica,
hay que acudir periódicamente al médico para comprobar si se trata de una enfermedad
tratable e impedir así que se convierta en una cirrosis.
6. Tratamientos
No existe un tratamiento que sea capaz de eliminar por completo la cirrosis, pero se
suelen llevar a cabo intervenciones para aliviar los diversos síntomas:
Cambios en el estilo de vida: evitar el alcohol en casos de alcoholismo o tratar
de perder peso puede ayudar a que los síntomas no se agraven. También se
recomienda una dieta nutritiva baja en sodio.
Medicamentos: pueden retrasar el avance de algunos tipos de cirrosis o ayudar a
aliviar síntomas como el dolor o el cansancio.
Mejorar el flujo de bilis: mediante un endoscopio se estiran las vías biliares para
extraer los cálculos biliares que obstruyan el paso de la bilis.
Buey, L. G., Mateos, F. G., & Moreno-Otero, R. (2012). Cirrosis hepática. Medicine-
Programa de formación médica continuada acreditado, 11(11), 625-633.
https://cuidateplus.marca.com/enfermedades/medicina-interna/cirrosis.html