ENCUENTRO MISIONERO Ficha Número 1 de Preparación
ENCUENTRO MISIONERO Ficha Número 1 de Preparación
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Blancura de lirios
En ascua de oro;
dulzor de martirio,
de Amor tesoros!
Blancura de lirios
En ascua de oro;
dulzor de martirio,
de Amor tesoros!
Blancura de lirios
En ascua de oro;
dulzor de martirio,
de Amor tesoros!
Blancura de lirios
En ascua de oro;
dulzor de martirio,
de Amor tesoros!
I. BENDITO SEA EL CORAZÓN QUE NOS REVELA EL AMOR DE DIOS.
El Catecismo de la Iglesia citando el documento del CVII Dei Verbum, nos recuerda que Dios,
movido por su gran amor, quiso revelarse al hombre, es decir, darse a conocer, para que el
hombre por medio de Cristo tenga acceso al Padre. Lo hizo a lo largo de toda la historia de la
salvación, la cual llega a su plenitud en Cristo, revelador del Padre.
Jesús dice: “Quien me ve, ve al Padre” (Jn 14,9); el Padre y Yo somos uno (Jn 10,30). Cristo y el
Padre son uno en el ser y en el obrar. Al conocer al Hijo, podemos conocer al Padre que lo ha
engendrado. Por eso decimos que al acercarnos al Corazón Divino de Jesús, nos acercamos al
Corazón de nuestro Padre amoroso.
Dios es amor (1Jn 4,8), Dios es Ágape, es decir, Amor que es don gratuito de sí. De ese Amor
Cristo dio testimonio. Todo en Él revela el amor infinito de un Dios que quiere salvarnos. La
misma Encarnación del Hijo nos revela su amor: no consideró su condición divina como algo
que debiera guardar celosamente, sino que se anonadó a sí mismo tomando la condición de
esclavo…. especialmente con su muerte en la cruz. La capacidad de amar, entregándose
totalmente y sin medidas es propia de Dios.
En el sacrificio de Cristo se revela el amor infinito de Dios por la humanidad. “Tanto amó Dios
al mundo que entregó a su Hijo Único para que todo el que cree en él no muera, sino que
tenga vida eterna” (Jn 3, 16).
Así Cristo nos revela el Misterio del Amor de Dios Padre y el Espíritu Santo que es el Amor en
esencia. Misterio sublime, misterio inefable frente al cual la palabra cede lugar al silencio y la
adoración. Misterio divino que nos interpela y conmueve porque por gracia se nos ha ofrecido
la participación en la vida divina: si hemos muerto con Cristo, creemos que también viviremos
con Él (Rm 5,8).
1. ¿En qué otras actitudes y situaciones del Evangelio descubro a través de Jesús la
manifestación del amor de Dios?
2. ¿En qué realidades concretas de mi vida descubro el amor de Dios? ¿A través de
qué personas?
3. Jesús Eucaristía es el Maná bajado del cielo con el cual el Padre nos alimenta. ¿Me
acerco a Él con devoción y amor?
II. BENDITO SEA EL CORAZÓN QUE TANTO AMÓ AL PADRE.
Ya desde niño, el Evangelio nos muestra a Jesús sorprendiendo a María y a José con su
respuesta en el Templo: “¿No sabían que debo ocuparme de las cosas de mi Padre?” (Lc 2,).
También se muestra como un hijo que hace o imita lo mismo que hace el Padre: “Mi Padre
trabaja siempre, y yo también trabajo” (Jn 5, 17).
Jesús ora al Padre en todo momento, mucho más en los momentos decisivos de su vida. Se lo
ve retirarse a la montaña o a otro lugar alejado, para estar a solas con Él. Le habla con suma
confianza. “Padre, te doy gracias porque e escuchaste. Yo sé que siempre e escuchas” ()Jn 11,
41-42) y expresa su intimidad con Él. “Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce al
Hijo sino el Padre, como nadie conoce al Padre sino el Hijo… (Mt 11, 27)”.
Se dirige al Padre con un término único, que nadie en su pueblo se hubiera atrevido a usar
para con Dios: Abba (expresa la ternura afectuosa de un hijito hacia su papá, algo así como
“papito”).
Así como dijimos que la misma Encarnación del Verbo de Dios es una manifestación del Amor
de Dios hacia los hombres, podemos decir que es también un acto de amor del Hijo hacia el
Padre. Amor que se manifiesta ante todo en la realización en todo de la Voluntad de Dios: “He
aquí que vengo para hacer tu voluntad” (Hb 10, 7). Por eso, toda la misión de Jesús, es
obediencia a la Voluntad del Padre. “Mi alimento es hacer la Voluntad de Aquél que me envió
y llevar a cabo su obra”(Jn 4…..). Esta obediencia es tan perfecta que llega hasta la cruz:
“Padre, si es posible que pase de mí este cáliz, pero no se haga mi voluntad sino la tuya” ()
1. ¿Qué situaciones de la vida me invitan a vivir estas actitudes del Señor para con mi Padre
Dios?
Oración.
Obediencia.
Confianza.
Todas las demás aclamaciones hacen referencia al amor del Corazón de Jesús hacia los
hombres, por lo cual, lo iremos compartiendo en los próximos encuentros. Por eso
simplemente detengámonos ahora a contemplar el amor del Corazón de Jesús que quiere
quedarse para siempre con nosotros en el Sacramento de la Eucaristía. Para eso, pidamos la
ayuda de nuestro Patrono Monseñor José Aníbal Verdaguer, que en su Carta Pastoral sobre la
Sagrada Eucaristía nos dice…
Aquí Cristo predica a nuestro corazón y hace continuos milagros en los que le
adoran y reciben; su blancura nos recuerda su Resurrección y la luz de su gloria.
Jesús, en definitiva, ha buscado la forma de quedarse con nosotros y se quedó
en el pan para nuestro sustento, dándonos su Cuerpo y Sangre, Alma y Divinidad; entra
en nuestro pecho; quiere estar con nosotros y que nosotros estemos con Él; se hace
una cosa con nosotros por amor.
¡Oh cuánto es el amor de Jesús! No podía darnos prueba más clara del amor
infinito que ardía en su divino Corazón y del deseo que tenía de nuestra salvación, que
permaneciendo en el Santísimo Sacramento para ser nuestro alimento, remedio,
nuestro amigo y compañero.
Vengan a Mí todos, nos está diciendo continuamente con amor Jesús desde el
altar: vengan a mí todos los que están fatigados y yo los aliviaré. Cuéntenme sus
alegrías, sus necesidades, sus tristezas, Yo soy su Padre, amigo y Protector y me
alegraré con ustedes en sus alegrías y los ayudaré en sus necesidades.
Háblenme sencillamente y cuéntenme todo lo que pasa en ustedes. Escóndanse en mi
Corazón que por su amor fue abierto por una lanza en la cruz, aliméntense con este
divino Pan.
No nos hagamos pues sordos a la voz del buen Jesús; tengamos hambre de este
manjar divino. Acudamos a esa fuente de gracias y bendiciones, que Nuestro Señor
está con deseos que vayamos a El. Preparemos lo mejor posible la morada de nuestro
corazón par que nuestro Dios Amigo venga con gusto a vivir en él.
Vayamos con frecuencia a visitarlo al Sagrario.
1. ¿Descubro en Jesús Eucaristía ese amor infinito del Corazón de Jesús por mí, por
mis hermanos? ¿Qué puedo hacer para acercarme más a este Divino Corazón, que
late en la Eucaristía?
2. ¿Qué puedo/ podemos hacer para acercar a nuestros hermanos al Corazón de
Jesús Sacramentado?
3. Como misioneros estamos llamados a ser manifestación del amor y la misericorida
de Jesús para con nuestros hermanos. ¿Cómo lo hacemos, en nuestra vida
personal/ como grupo misionero? ¿Cómo podemos crecer aún más?