Laudes Misioneras Venezolanas

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LAUDES MISIONERAS VENEZOLANAS.

MONICION INICIAL:

La esencia de Iglesia es ser misionera, de allí que todos los bautizados


somos enviados a proclamar la Palabra de Dios a todas las naciones, para
así ganar para el Señor “hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación” y de
manera especial en eta temporada de Navidad, en la que somos enviados
a anunciar a Jesucristo que tomo nuestra condición humana “y puso su
tienda entre nosotros”. Con estos sentimientos en nuestros corazones,
coloquemos en las manos de Dios nuestros destinos de misiones, la
gente con la que nos encontraremos y sobre todo entreguémonos a
nosotros mismos para ser instrumentos del amor de Dios, en cual viene
y nace cada día en nuestros corazones.

INVOCACIÓN INICIAL.

V/ Señor abre mis labios.


R/ Y mi boca proclamará tus alabanzas.

INVITATORIO

Ant. Al Señor, al gran Rey del Universo, venid adorémosle.

Salmo 99
Alegría de los que entran en el templo

Aclama al Señor, tierra entera,


servid al Señor con alegría,
entrad en su presencia con vítores.

Sabed que el Señor es Dios:


que él nos hizo y somos suyos,
su pueblo y ovejas de su rebaño.
Entrad por sus puertas con acción de gracias,
por sus atrios con himnos,
dándole gracias y bendiciendo su nombre:

«El Señor es bueno,


su misericordia es eterna,
su fidelidad por todas las edades.»

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.


Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

HIMNO.

Alabad a Dios todos los seres,


Alabad a Dios todos los pueblos.
Porque es fuerte su amor hacia los hombres
y su fidelidad dura por siempre

Bendigamos a Dios que creó la tierra que habitamos


y nos la da como tarea y como gozo.

Bendigamos a Dios, que conserva nuestra fauna y nuestra flora


y nos regala el venado y el turpial,
el apamate y el araguaney.

Bendigamos a Dios que nos sorprende


Con el Catatumbo luminoso del Zulia
y nos acuna con los crepúsculos sonoros de Lara.

Bendigamos a Dios que da sombra


a los cafetos de Táchira
y fecunda las piñas y las flores de Trujillo.

Bendigamos a Dios que hace crecer las orquídeas en Monagas


y llena de peces los mares de Sucre.
Bendigamos a Dios que posibilita la industria en Carabobo y Aragua
y conserva intacta la Gran Sabana
como horizonte inmenso para nuestros ojos.

Bendigamos a Dios que dirige el cauce del Orinoco


y alimenta las garzas
y meces las palmeras de Apure.

Bendigamos a Dios que riega con el sol nuestros llanos por el día
y siembra su cielo de estrellas y canciones por la noche.

Bendigamos a Dios que asienta sobre las aguas


las islas de Nueva Esparta
y llena su tierra de playas
y su mar de perlas y manglares.

Bendigamos a Dios que cubre los Andes


con nieves que cruje al ser pisada
y hace florecer el frailejón en los páramos.

Bendigamos a Dios que nos mueve las arenas incansables de los


médanos
y da vida a las tunas y cujíes de Falcón.

Bendigamos a Dios que envía lluvia y sol


sobre los pinos de Uverito
y conserva las selvas del Amazonas que facilita la vida.

Bendigamos a Dios que propaga el petróleo en nuestro suelo


y esparce la caña dulce
y el ajonjolí por nuestros valles.

Bendigamos a Dios que esconde el hierro


en los montes de Guayana
y multiplica el maní en la mesa de Guanipa.
Bendigamos a Dios que abre ante nosotros
el ancho mar del Litoral,
y facilita la navegación de barcos con alimentos
y maquinas que ayudan a nuestro progreso.

Bendigamos a Dios que nos da escuela, liceos y universidades


y abre caminos para la educación
de nuestros niños, adolescentes y jóvenes.

Bendigamos a Dios que diariamente alimenta


Canaima, el Salto Ángel, la Llovizna...
y sostiene en sus manos el cerro Ávila,
el estero de Camaguan y la laguna de Tacarigua.

Bendigamos a Dios por las obras buenas de los hombres


y por los deseos de hacer una patria mejor.

Bendigamos a Dios que nos congrega de razas distintas


y forma con nosotros un pueblo de hermanos.
Bendigamos a Dios que nos une en Iglesia
para escuchar su palabra
y para realizarla en nuestro trabajo diario.
Bendigamos a Dios que nos ofrece una Madre
en Nuestra Señora de Coromoto,
y en la Virgen del Valle
y en la de la Chiquinquirá
y en la de la Pastora.
Bendigamos a Dios Padre que nos hace hermanos,
y al hijo que nos libera
y al Espíritu Santo que nos santifica.
Bendigamos a Dios con nuestra obras
y con nuestras palabras ahora
y por todos los siglos. Amén.
SALMODIA.

Ant. 1: Anunciaremos tu Reino, Señor.

Salmo 95.

Cantad al Señor un cántico nuevo,


cantad al Señor, toda la tierra;
cantad al Señor, bendecid su nombre,
proclamad día tras día su victoria.

Contad a los pueblos su gloria,


sus maravillas a todas las naciones;
porque es grande el Señor, y muy digno de alabanza,
más temible que todos los dioses.

Pues los dioses de los gentiles son apariencia,


mientras que el Señor ha hecho el cielo;
honor y majestad lo preceden,
fuerza y esplendor están en su templo.

Familias de los pueblos, aclamad al Señor,


aclamad la gloria y el poder del Señor,
aclamad la gloria del nombre del Señor,
entrad en sus atrios trayéndole ofrendas.

Postraos ante el Señor en el atrio sagrado,


tiemble en su presencia la tierra toda;
decid a los pueblos: «El Señor es rey,
él afianzó el orbe, y no se moverá
él gobierna a los pueblos rectamente.»

Alégrese el cielo, goce la tierra,


retumbe el mar y cuanto lo llena;
vitoreen los campos y cuanto hay en ellos,
aclamen los árboles del bosque,
Delante del Señor, que ya llega,
ya llega a regir la tierra:
regirá el orbe con justicia
y los pueblos con fidelidad.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Anunciaremos tu Reino, Señor.
Ant. 2: No nos desampares, Señor, para siempre.
Cántico
Dn. 3, 26-27.29, 34-41
Bendito seas, Señor, Dios de nuestros padres,
digno de alabanza y glorioso es tu nombre.
Porque eres justo en cuanto has hecho con nosotros
y todas tus obras son verdad,
y rectos tus caminos,
justos todos tus juicios.
Hemos pecado y cometido iniquidad
apartándonos de ti, y en todo hemos delinquido.
Por el honor de tu nombre,
no nos desampares para siempre,
no rompas tu alianza,
no apartes de nosotros tu misericordia.
Por Abraham, tu amigo,
por Isaac, tu siervo,
por Israel, tu consagrado,
a quienes prometiste
multiplicar su descendencia
como las estrellas del cielo,
como la arena de las playas marinas.
Pero ahora, Señor, somos el más pequeño
de todos los pueblos;
hoy estamos humillados por toda la tierra
a causa de nuestros pecados.

En este momento no tenemos príncipes,


ni profetas, ni jefes;
ni holocausto, ni sacrificios,
ni ofrendas, ni incienso;
ni un sitio donde ofrecerte primicias,
para alcanzar misericordia.

Por eso, acepta nuestro corazón contrito,


y nuestro espíritu humilde,
como un holocausto de carneros y toros
o una multitud de corderos cebados;
que éste sea hoy nuestro sacrificio,
y que sea agradable en tu presencia:
porque los que en ti confía
no quedan defraudados.

Ahora te seguimos de todo corazón,


te respetamos y buscamos tu rostro.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.


Como era en un principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. No nos desampares, Señor, para siempre.


Ant. 3: A toda la tierra alcanza su pregón.

Salmo 18.

En cielo proclama la gloria de Dios,


el firmamento pregona la obra de sus manos:
el día al día le pasa el mensaje,
la noche a la noche se lo murmura.

Sin que hablen, sin que pronuncien,


sin que resuene su voz,
a toda la tierra alcanza su pregón
y hasta los límites del orbe su lenguaje.

Allí le ha puesto su tienda al sol:


él sale como el esposo de su alcoba,
contento como un héroe, a recorrer su camino.

Asoma por un extremo del cielo,


y su órbita llega al otro extremo:
nada se libra de su calor.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.


Como era en un principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant.: A toda la tierra alcanza su pregón.

LECTURA BREVE. Is 6, 7-8.

Tocó con él mi boca y dijo: «Mira, esto ha tocado tus labios, tu falta ha
sido perdonada y tu pecado, borrado.» Y oí la voz del Señor que decía:
«¿A quién enviaré, y quién irá por nosotros?» Y respondí: «Aquí me
tienes, mándame a mí.»
RESPONSORIO BREVE

V/ Manda tu santo Espíritu, Señor, y envíanos a la misión.


R/ Manda tu santo Espíritu, Señor, y envíanos a la misión.
V/ Ven nuevamente sobre tu Iglesia.
R/ Y envíanos a la misión.
V/ Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
R/ Manda tu santo Espíritu, Señor, y envíanos a la misión.

PRECES.

Señor, tu que eres el dueño de la mies, mira los corazones de estos


siervos tuyos que han entregado su vida al servicio de tu evangelio en
estas tierras venezolanas, sin esperar nada a cambio, y digámosle
confiadamente: Impulsamos, Señor, a seguir esparciendo tu
Palabra.

- Para que el Evangelio sea anunciado y acogido en toda la tierra, y así


Jesucristo sea conocido y amado por todos los hombres.

- Para que todos los hombres descubran que son hijos de Dios, alcancen
la salvación y puedan vivir como hermanos.

- Para que la Eucaristía sea celebrada en todo el orbe, desde donde sale
el sol hasta su ocaso, y todos los hombres reciban el Pan de la vida
eterna.

- Para que crezca en todo el mundo la paz, y todas las naciones alcancen
el gozo de la unidad.

- Para que las familias crezcan en el verdadero amor, y en ellas surjan


nuevas vocaciones misioneras.

- Para que aumenten la perseverancia de las vocaciones al sacerdocio y a


la vida consagrada.
En ti Señor confiamos nuestras vidas, y en las obras de nuestras manos
eres tú quien actúas en bien de todos los hombres, permítenos alabar
por medio tuyo al Padre de todos, diciendo confiadamente: Padre
nuestro…
OREMOS:
Señor Jesús, tú que dijiste “El Espíritu del Señor está sobre mí, porque
él me ha ungido”, envíanos a nosotros también con la fuerza de tu
Espíritu a llevar la Buena Nueva a los pobres, a anunciar a los cautivos
su libertad. Envíanos a liberar a los oprimidos y a proclamar el año de
gracia del Señor. Haz que seamos fieles colaboradores tuyos en anunciar
tu Evangelio al mundo entero. Te lo pedimos a ti, que eres Dios y vives
y reinas en la unidad del Espíritu Santo, por los siglos de los siglos.
Amén.
ORACIÓN POR VENEZUELA.
Jesucristo, Señor Nuestro,
acudimos a ti en esta hora de tantas necesidades
en nuestra patria.

Nos sentimos inquietos y esperanzados,


y pedimos la fortaleza
como don precioso de tu Espíritu.

Anhelamos ser un pueblo identificado


con el respeto a la dignidad humana,
la libertad, la justicia
y el compromiso por el bien común.

Como hijos de Dios,


danos la capacidad de construir
la convivencia fraterna,
amando a todos sin excluir a nadie,
solidarizándonos con los pobres
y trabajando por la reconciliación y la paz.
Concédenos la sabiduría
del diálogo y el encuentro,
para que juntos construyamos
la civilización del amor
a través de una real participación
y la solidaridad fraterna.

Tú nos convocas como nación y te decimos:


Aquí estamos Señor, junto a nuestra Madre,
María de Coromoto, para seguir
el camino emprendido y testimoniar la fe de un pueblo
que se une a una nueva esperanza.

Por eso todos juntos decimos: ¡Venezuela!


¡Vive y camina con Jesucristo, Señor de la historia! Amén

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