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Que significan las letanias lauretanas

Las letanías del Santo Rosario contienen títulos de honor a la Virgen María. Dichos títulos fueron dados a través de la historia por los padres de la Iglesia y de algunos Santos. Con las Letanías Lauretanas honramos a Nuestra Madre y pedimos su poderosa Intercesión. Letanía es un nombre genérico por el cual se designan diversas especies de
oraciones de intercesión, que presentan una forma de interpelación. La oración letánica es uno de los modos de oración más comunes. El origen de la oración letánica ha de buscarse en una oración que se realizaba en la sinagoga, que consistía en 18 bendiciones en las que se enumeraban las diferentes categorías sociales de personas y de intenciones
por las cuales se oraba.
San Pablo, en la carta a Timoteo (2, 1-2) hace alusión a esta costumbre. También entre los paganos existía ya más o menos esta forma de plegaria. Las Letanías Lauretanas se hacen en honor a Nuestra Madre. Son llamadas así en las Constituciones de los Sumos Pontífices, porque se utilizaron por vez primera en el Santuario de Loreto en Italia por el
año 1500, siendo aprobadas por la Iglesia. Las letanías marianas empezaron a multiplicarse en el siglo XV y XVI hasta nuestros días. Las primeras invocaciones son a Dios adorable Trinidad … y a Cristo Redentor, para dar a entender que de Dios nos llega todo bien y que Cristo es la fuente de toda gracia. La invocaciones a María, pueden dividirse en
seis grupos: 1°.- Las primeras abarcan, en resumen, todas sus grandezas (Santa María, etc.). 2°.- Siguen sus atributos como Madre (Madre de Jesucristo, etc..). 3°.- Se saluda luego a María Virgen (Virgen prudentísima, etc.). 4°.- Las prerrogativas de nuestra Señora son representadas por imágenes o símbolos (espejo de justicia, etc.). 5°.- Se le exalta
en sus relaciones con la Iglesia Militante (salud de los enfermos, etc.). 6°.- Finalmente, se celebra su gloria en la Iglesia triunfante (Reina de los Angeles, Reina de los Patriarcas, Profetas, etc.) Antes de explicarles el significado y el fundamento de las Letanías Lauretanas, es necesario que sepas el significado de varios títulos dedicados a María y que
se repiten muy constantemente en las letanías. En las escrituras encontramos que María es la madre de Jesús: “Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús” (Lucas 1, 27). De igual forma es la madre de Dios, que es Jesús: “¿Por qué se me concede esto a mí, que la madre de mi Señor venga a mí?” (Lucas 1, 43) Y por supuesto, es
madre de todos los creyentes representados en el apóstol Juan, quien la recibió de Jesús en la cruz. (Juan 19, 25-27). En María se cumple la gran promesa de Dios: “Por tanto, el Señor mismo os dará señal: He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel” (Isaías 7, 14) Y se confirma en (Lucas 1, 26-38) y (Mateo 1,
22-23). María es virgen antes, durante y después del parto. María es Santa, porque ella es la llena de gracia, palabras dichas por el ángel enviado de Dios. “Y entrando, le dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.»” (Lucas 1, 28) La frase “Llena de Gracia” si lo traducimos al idioma original, el griego, es “Kejaritomene” (Κεχαριτομενη) y
significa “Plenitud de la Gracia”. María es la plenitud de la gracia, pues ella lleva dentro de sí a la plenitud de la gracia que es nuestro señor Jesucristo.

María es nuestra madre e intercede por nosotros sus hijos, tal y como lo hizo en las bodas de Cana (Juan 2, 4-5). Ella no está muerta, pues sabemos que Dios es un Dios de Vivos. “Porque Dios no es Dios de muertos, sino de vivos, pues para él todos viven.” (Lucas 20, 38) Si María intercedió estando en la tierra, con mayor razón lo hará ahora al estar
plenamente unida a Dios, pues el amor nunca pasa. “El amor nunca pasará. Desaparecerán las profecías. Cesarán las lenguas. Desaparecerá la ciencia.” (1 Cor 13,8) Habiendo explicado los títulos de María que se repiten más constantemente, procederemos ahora si a explicar el significado y su sustento bíblico de cada una de las letanías. “«
¡Alégrate!, llena de gracia, el Señor está contigo».” (Lucas 1, 28) “¡Tú eres bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre!” (Lucas 1, 42). María es venerada, bendecida, distinguida y llamada “llena de gracia” de manera extraordinaria en las escrituras por ser la Madre de Jesucristo, Dios y hombre verdadero. María es santa por ser
la “llena de gracia” y es Madre de Dios, dicho por su prima Isabel por inspiración del Espíritu Santo. “¿Por qué se me concede esto a mí, que la madre de mi Señor venga a mí?” (Lucas 1, 43) María es Madre de Dios, por engendrar a Jesús, quien es Dios y hombre verdadero. Sabemos que María es parte importante del plan de salvación. La
encarnación de Jesús, es de forma virginal, es decir, sin intervención humana alguna. Fue por obra del Espíritu Santo. “Por tanto, el Señor mismo os dará señal: He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel” (Isaías 7, 14) María es Virgen, y su virginidad no es para nada común. Su virginidad es perfecta,
extraordinaria y sublime, pues Dios así lo quiso. Esa es la razón por la cual la llamamos “Santa Virgen de las Vírgenes” Dios cumplió su promesa anunciada a través del profeta (Isaías 7, 14) que el mesías nacería de una virgen. “No tengas miedo, María; Dios te ha concedido su favor —le dijo el ángel—. Quedarás encinta y darás a luz un hijo, y le
pondrás por nombre Jesús.” (Lucas 1, 30-31) La joven virgen elegida por Dios es María, quien al ser anunciada el plan de Dios a través de su ángel, contesto: “Hágase en mí, según tu palabra” (Lucas 1, 38). Desde ese momento María es Madre de Jesucristo. María es llamada Madre de la Divina Gracia, pues fue elevada a la dignidad de ser la Madre
de Jesucristo, quien es autor de todas las gracias, además, María es llamada “llena de gracia” por el arcángel Gabriel, enviado por Dios mismo (Lucas 1, 28). En María encontramos una completa y extraordinaria preservación de toda culpa o defecto. Su pureza es indiscutible. Es la “llena de gracia” (Lucas 1, 28). La castidad de María se hace evidente
al aceptar amorosamente dar todo de sí para cumplir los planes de Dios. “Entonces María dijo: He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra. Y el ángel se fue de su presencia” (Lucas 1, 38). Llamamos a María “castísima” ya que estuvo plenamente dispuesta para el trabajo del Reino de Dios. En ella encontramos un modelo por
excelencia de la mujer consagrada que ama a Dios. Jesucristo, nuestro salvador, no podría ser engendrado en una carne contaminada por el pecado, por eso fue engendrado por María que es “llena de gracia”, por lo tanto, no puede tener pecado. Así como el tabernáculo era santo, siendo cubierto por la gloria del señor (Éxodo 40, 34-35), de la misma
manera María, fue cubierta por la gloria de Dios cuando el Espíritu Santo la cubrió con su sombra. “Respondiendo el ángel, le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios” (Lucas 1, 35) Entendemos por “amabilidad” el comportamiento
caritativo hacia otras personas. En las escrituras podemos visualizar esta gran cualidad en María. La virgen María se tomó la molestia de ir a cada de su prima Isabel en cuanto se enteró que estaba esperando un hijo (Lucas 1, 39), y cuido de ella hasta el día en que Isabel dio a luz. También la biblia nos muestra la gran calidad humana y caridad de
María en las bodas de Cana cuando se enteró que faltaba vino y entonces intercedió ante su hijo Jesús (Juan 2, 3-5) Las escrituras nos dice que. “Dios es amor, y el que permanece en el amor permanece en Dios, y Dios permanece en él.” (1 Juan 4, 16). Desde luego, en María se cumplió esto, pues Dios permaneció en ella. María como nuestra Madre,
nos da el mejor consejo de todos. “«Hagan todo lo que él les diga»” . (Juan 2, 5) Sin duda, es el mejor consejo que alguien nos puede dar, y más viniendo de nuestra Madre quien lo conoce perfectamente. Debemos recurrir a ella para que nos aconseje pues, quien más que ella nos sirve de ejemplo de obediencia, humildad, amor y servicio a Dios.
Sabemos que María es Madre de Jesucristo, quien es el Verbo hecho carne. “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era en el principio con Dios. Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho” (Juan 1, 1-3) “Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su
gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad” (Juan 1, 14) Claramente las escrituras nos dicen que Jesús es el verbo hecho carne y es el centro de la creación, por el fueron hechas todas las cosas. Lo que se le atribuye a Dios también se le atribuye al Dios- hombre. El verbo se encarnó de María la Virgen y se hizo hombre.
María es madre del Creador. La Virgen María es Madre de Jesucristo, quien es nuestro salvador, aquel que murió por nosotros para nuestra salvación. “que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor” (Lucas 2, 11) Jesús le da a su madre al apóstol Juan en la cruz, Juan representa a todos nosotros. La Virgen María
es la Madre del cuerpo físico de Jesús, por consiguiente, también lo es del cuerpo místico de Jesús. María es Madre de la Iglesia porque, al ser Madre de Cristo, de igual manera es madre de los fieles y de los pastores de la Iglesia, que forman con Cristo un solo Cuerpo Místico. “Después dijo al discípulo: He ahí tu madre. Y desde aquella hora el
discípulo la recibió en su casa” (Juan 19, 27) La prudencia consiste en discernir y distinguir lo que es bueno para seguirlo o malo para apartarse de él. Entendemos por prudencia tener sensatez y buen juicio es moderación, sensatez, buen juicio. La prudencia regula en gran parte nuestras acciones. En las escrituras vemos que María, conservo la
prudencia, en aquel momento clave en que fue visitada por el ángel Gabriel, mismo que la llamo “llena de gracia”, ella no comprendió como tan grandioso elogio podía serle dirigido a ella, ella se humillo delante de Dios, y nunca dudo de lo que el ángel le anuncio y creyó firmemente sin poner alguna objeción (Lucas 1, 28-38). La prudencia sublime de
María es digna de admirar.

Por eso la llamamos Virgen Prudentísima. Entendemos por “veneración” respetar, mostrar amor y afecto, dar culto. Los cristianos sentimos admiración y veneramos a la Virgen María, pues Dios hizo grandes cosas por ella ((Lucas 1, 49), además de que las escrituras nos muestran que todas las generaciones la llamaran “Bienaventurada” (Lucas 1,
48). María es digna de veneración pues es un modelo de Fe y de entrega total a los planes de Dios (Lucas 1, 45). El poder de María se asocia al de su hijo Jesucristo. El principal fundamento de su maternidad es su maternidad divina (Lucas 1, 43). Al decir que la Virgen María es poderosa, de ninguna manera la estamos igualando con Dios, sino que el
poder del cual ella esta revestida proviene de Dios. El poder de la Virgen María tiene por objetivo ayudar a la obra de la Redención, a la cual están llamados todos los seguidores de Cristo. Según Santo Tomás de Aquino, la clemencia es aquella virtud que templa el rigor de la justicia con la misericordia Nuestra Madre Santísima, se preocupa de todos
sus hijos, quienes somos los seguidores de su hijo Jesús (Apocalipsis 12, 17). Ella tiene un interés especial por los pecadores, pues ella quiere que se reconcilien con Jesús y en el cielo haya gozo. La Virgen María es conocida por ser fiel a la llamada de Dios. María siempre fue fiel sin ninguna condición (Lucas 1, 38). .Fue siempre fiel en el gozo y
también en el dolor; durante la muerte de Jesús en la cruz (Juan 19, 25) y también en su triunfo. María fue siempre fiel a Dios. Tenemos que entender el significado de la palabra “justicia” ya que esta palabra bíblicamente no tiene el mismo significado que el del lenguaje común que todos conocemos. Justicia es este contexto no es “dar a cada uno lo
que le corresponde” sino más bien es la perfección moral, es un estado del alma virtuoso. El sentido de “justicia” es casi igual al sentido de la palabra “santidad” Por espejo entendemos: una superficie que refleja algo. Entonces llamamos a María “espejo de Justicia” pues ella, nos refleja a a nuestro Señor, que es la Santidad Infinita. Sabemos que
Jesucristo, es el que tiene toda la sabiduría del mundo y es infinita. Esta misma sabiduría se hizo carne, teniendo como morada el seno de María, su madre. Por las escrituras sabemos que la sabiduría no puede habitar en un cuerpo entregado al pecado. “La Sabiduría no entrará en un alma mal dispuesta, ni habitará en un cuerpo esclavo del pecado.”
(Sabiduría 1, 4) Entonces, si la sabiduría pudo habitar en grandes hombres como Salomón o Daniel, ¡Cuanto más en la Virgen María! quien nació sin el pecado desde su concepción. Se le dice Trono de la Sabiduría, por qué el Dios Sabio puso su sede en sus entrañas. La “alegría” en el sentido cristiano es la amistad con Dios, es tener paciencia y
confianza ante las adversidades y convicción de cumplir la voluntad de Dios.

Es obtener esa paz interior que solo Dios nos puede brindar.La Virgen María cumplió cabalmente los designios de Dios, por eso es llamada muy alegre, pues siempre vivió en una gran amistad con Dios. Al aceptar María ser la madre de Jesús, acepto la voluntad de Dios y nos trajo la salvación y por eso es causa de nuestra alegría (Lucas 1, 38). En las
Escrituras, se les llama de manera metafórica “vasos” a los hombres. En aquel tiempo los vasos eran fabricados de barro y luego modelados por el alfarero para darle la forma deseada. De la misma forma Dios es como ese alfarero, y los hombres seriamos esos vasos, que Dios moldea según sus designios. “Más antes, oh hombre, ¿quién eres tú, para
que alterques con Dios?, ¿Dirá el vaso de barro al que lo formó: ¿Por qué me has hecho así?, ¿O no tiene potestad el alfarero sobre el barro, para hacer de la misma masa un vaso para honra y otro para deshonra?” (Romanos 9, 20-21) María fue “modelada” extraordinariamente, para nacer sin mancha alguna y poder así albergar en ella a Jesucristo,
nuestro salvador. Quien es Dios y hombre verdadero. Por tanto ella es un vaso perfecto, que está siempre Lleno de Gracia.

María es considerada Rosa Mística, porque es tan hermosa como un rosa y es Mística, pues ella está llena de la gracia de Dios.Las flores tienen un singular ciclo de vida: nacen, crecen y se vuelven muy hermosas. Así mismo la Virgen María nació, creció y se convirtió en una joven hermosa y llena de Fe, que acepto el designio de Dios de ser la madre
de Dios.
La Virgen María es comparada con la Torre de David porque así como esa torre antigua fue considerado el más bello de su época por sus grandes características, así La Virgen María, es un edificio espiritual, lleno de virtudes y méritos excepcionales, digno de admirar. A la Virgen María, se le llama “Torre de Marfil”, porque el brillo, la delicadeza y la
pureza del marfil nos recuerdan el brillo y pureza del alma de María, Madre de nuestro salvador, Dios y hombre verdadero. Sabemos muy bien que el oro es el metal más hermoso que existe por su esplendor y su riqueza. María es llamada “casa de oro” porque sus grandes virtudes y su pureza tienen un brillo muy extra ordinario que son tan
admirados como una obra hecha de oro de la más alta pureza. Para los israelitas el arca de la vieja alianza era una “caja” que fue mandada a hacer por Dios (Ex 25,10-22) con el fin de hacerles saber al pueblo de Israel sus oráculos desde esa arca (Ex 25,22). El arca era un signo de la presencia de Dios, tenía en su interior el testimonio de la antigua
alianza; las tablas de la ley, la vara de Aarón y el mana con que Dios había alimentado a su pueblo en el desierto. La virgen María es la nueva arca de la alianza, pues lleva el testimonio vivo de la nueva alianza de Dios que es Jesucristo, quien es el pan vivo bajado del cielo. La Virgen María, es llamada Puerta del Cielo, porque ella es esa puerta por la
que Dios entro en ella, se encarnó, se hizo hombre y habito entre nosotros, tal y como estaba profetizado. Ese hombre es Jesús, y es quien no lleva al Cielo. Jesús es considerado “el sol”, porque así como el sol surge al amanecer e ilumina con sus rayos el día, así Jesús surge para iluminar y dejar atrás las tinieblas. También, es cierto que antes de
llegar el amanecer, surge la “estrella de la mañana”, que indica la pronta salida del sol. Este astro es el planeta Venus, que brilla intensamente unas 3 horas antes del amanecer.
La Virgen María, es la estrella de la Mañana, pues en ella se da la anunciación de la llegada del Jesús, quien es el verdadero sol de Justicia. María, no solo precedió a Jesús, sino que también, lo albergo en su seno, lo cuido y fue su fiel seguidora. Ella es un gran ejemplo de Fe. La Virgen María trajo la Salud a los enfermos, ya que engendro y nos dio al
médico divino que es Jesús y es la perfecta medicina. Jesús estando en la Tierra curo a muchas personas sus males (Marcos 1, 34), y aun lo sigue haciendo, pues su amor y misericordia es infinita. Además, María, es una gran intercesora ante su santo hijo, para nosotros quienes necesitamos salud para nuestras almas. “Si se levantan las tempestades
de tus pasiones, mira a la Estrella, invoca a María. Si la sensualidad de tus sentidos quiere hundir la barca de tu espíritu, levanta los ojos de la fe, mira a la Estrella, invoca a María…..” (San Bernardo) Jesucristo es tan misericordioso y nos ama tanto que él nos concede el perdón de nuestros pecados cuando acudimos a él con arrepentimiento. “Venid a
mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar.” (Mateo 11, 28) María es nuestra Madre y siempre nos alienta y nos aconseja seguir a su santo hijo. “Haced todo lo que Él os diga” (Juan 2, 5). Ella siempre intercede por nosotros con su gran amor de Madre. María, es Reina por ser la madre de Dios (Lucas 1, 43), hecho hombre,
quien es el creador y rey del universo (Colosenses 1, 16). Su reino no es terrenal, sino que es el mismo de Jesús. Jesús es rey por naturaleza y María reina por designio divino. La Virgen María es Reina por su íntima relación con la realeza de Cristo. Además, Las escrituras, hace mención que en aquellos tiempos la reina no era la esposa del rey, sino
la madre del rey (Jeremías 13, 18). Este caso se da también con el rey Salomón, hijo de David, y su madre Betsabé (1 Reyes 2, 19-20). En Éxodo 20, 12 encontramos que hay que honrar a los padres. Jesús cumplió este mandamiento recompensando a María su madre, llevándola a la gloria y la coronó para que reine con él, en el reino del Padre. Por eso
encontramos en las Escrituras que tiene una corona de doce estrellas en su cabeza.
“Apareció en el cielo una gran señal: una mujer vestida del sol, con la luna debajo de sus pies, y sobre su cabeza una corona de doce estrellas.” (Apocalipsis 12, 1) Si Jesús es rey de todo, María es también reina de los ángeles, de los santos, de los patriarcas, de los profetas, etc.
Las letanías lauretanas se cierran invocando a Dios. Invocamos a Jesucristo, Dios bajo la figura de “Cordero”, que es la forma en que Dios se hizo presente en el Mundo. Incluso Juan, el bautista así proclamo la venida de Jesús, el Mesías. “El siguiente día vio Juan a Jesús que venía a él, y dijo: He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del
mundo.” (Juan 1, 29) Respondemos: Perdónanos, Señor – Escúchanos, Señor – Ten piedad y misericordia de nosotros. LAS LETANÍAS terminan orando a Dios hecho hombre, Jesucristo, bajo el nombre de Cordero. Ya Isaías relaciona a Jesús en la cruz como un “como un cordero llevado al matadero” (Isaías 53, 7).
Un cordero como los que eran sacrificados para el perdón de los pecados cada año en el Templo. Jesús en cambio, al morir una vez y para siempre, redimió de los pecados a todos los hombres.
Bien San Juan Bautista le llamó “el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.” (Juan 1, 29) Al final le pedimos perdón al Señor y le suplicamos que tenga piedad de nosotros. Apreciemos verdaderamente esta serie de halagos o elogios a María. El Cantar de los Cantares hace alusión a una Amada. Esa Amada es una figura de María. De ella se
dice: “Ella es la única de su madre, la preferida de la que la engendró […]” (Cantar 6, 9). A esta mujer amada, “la felicitan las jóvenes, las reinas y concubinas la elogian.” (Cantar 6, 9). Nosotros como hijos suyos, hermanos de Jesús debemos también de darle el honor que se merece. Sigamos el consejo de San Pablo: “honor, a quien le es debido.”
(Romanos 13, 7) Si quieres ayudarnos para poder seguir publicando, sigue el enlace. Gracias Anuncio publicitarioAjustes de privacidad By Pregunta 19 mayo, 2020 La palabra ‘letanía’ tiene un origen griego y quiere decir súplica. Desde los inicios de la Iglesia, las letanías fueron utilizadas para indicar las súplicas rezadas en conjunto por los fieles,
particularmente durante las procesiones. Una de las letanías más conocidas rezadas en la Iglesia es la “letanía lauretana”, que rinde homenaje a Nuestra Señora. Cuando la casa en la que Nuestra Señora había vivido en Tierra Santa fue transportada milagrosamente a la ciudad de Loreto, en Italia, en 1291, el milagro se difundió rápidamente y dio
inicio a numerosas peregrinaciones. Con el tiempo, los peregrinos compusieron una serie de súplicas a Nuestra Señora, que la invocaban por sus más importantes títulos espirituales. Esas letanías, que empezaron luego a ser cantadas en el santuario, se popularizaron por los peregrinos en todo el mundo católico. Es a causa de su origen en el
santuario de Loreto, además, que la letanía más tradicional en honor de la Santísima Virgen se llama “letanía lauretana”. A lo largo de los tiempos, los Papas también añadieron algunas invocaciones y otras fueron añadidas para honrar la protección de Nuestra Señora a alguna orden religiosa, como hacen los carmelitas (ellos añadieron cuatro
invocaciones propias a la letanía lauretana).
El cuerpo central de las letanías, sin embargo, permanece el mismo. La estructura de la letanía Las invocaciones iniciales no se dirigen a Nuestra Señora, sino a Nuestro Señor Jesucristo y a la Santísima Trinidad: “Señor, ¡ten piedad de nosotros! Jesucristo, ¡óyenos!” … ¿Por qué? Porque todo en Nuestra Señora nos conduce a su Hijo divino y, por
medio suyo, a la Santísima Trinidad, que es nuestro fin supremo. La Santísima Virgen María es el mejor camino para llegar a Dios. Después de esta introducción de la letanía, siguen tres invocaciones en las cuales pronunciamos el nombre de la Virgen, santa María, y recordamos dos de sus principales privilegios: ser Madre de Dios y Virgen de las
vírgenes. Enseguida, hay varios grupos de invocaciones a Nuestra Señora: 13 invocaciones para honrar la maternidad de Nuestra Señora 6 invocaciones para honrar su virginidad 13 invocaciones que son figuras simbólicas 4 invocaciones de su misericordia 12 invocaciones de María como Reina Las 13 figuras simbólicas En general, es en el grupo de
las 13 invocaciones con figuras simbólicas que surgen las mayores dificultades de comprensión por parte de los fieles. Nuestra civilización se ha cerrado al simbolismo, de modo que aquello que podría haber sido evidente en otras épocas hoy está oscurecido por el espíritu práctico de la vida contemporánea, que no favorece la meditación ni la
contemplación de las maravillas de la creación. A continuación el significado de esas 13 invocaciones simbólicas: Espejo de Justicia – Justicia, aquí, se entiende en el sentido más amplio de la santidad. Nuestra Señora se llama así porque es un espejo de la perfección cristiana.
Toda perfección puede ser admirada en ella, del mismo modo en que podemos admirar una luz reflejada en el agua. Sede de sabiduría – Nuestro Señor Jesucristo es la Sabiduría, pues, siendo Dios, todo lo sabe y todo lo conoce. Y si Nuestra Señora lo llevó dentro de sí durante nueve meses, ella fue, por eso mismo, la sede se la Sabiduría – y sigue
siéndolo, pues en ella, infaliblemente, encontramos a Nuestro Señor. Causa de nuestra alegría – La verdadera alegría va mucho más allá de la risa, incluso porque reír mucho no siempre significa felicidad. La mayor alegría que un hombre puede tener es la de salvarse y estar con Dios por toda la eternidad. Ahora, antes de la venida de Nuestro Señor,
el cielo estaba cerrado para nosotros. Fue el sacrificio del Calvario que nos reconcilió con el Creador y nos proporcionó la verdadera y eterna felicidad. Y como fue por medio de Nuestra Señora que el Redentor de la humanidad vino a la Tierra, María Santísima es, de esta forma, causa de nuestra mayor alegría. Vaso espiritual – Nada tiene más valor
que la verdadera fe. En la Pasión y Muerte de Nuestro Señor, cuando hasta los apóstoles dudaron y huyeron, fue Nuestra Señora quien recogió y guardó, como en un vaso sagrado, el tesoro de la fe inamovible. Vaso digno de honor – En nuestra época, la honra casi no es considerada, por el contrario, muchas veces la falta de carácter y de vergüenza
es alabada, como en las manifestaciones llamadas culturales en que se enaltecen los desvíos de comportamiento como los “malandros” – y luego se quejan de los resultados obvios de violencia, corrupción y colapso de la ciudadanía… Sin embargo, la honra es un valor en sí mismo.
Nuestra Señora guardó cuidadosamente en su alma todas las gracias recibidas, manteniendo la honra a pesar de la decadencia del género humano. Si no hubiera existido Nuestra Señora, habría faltado en la creación quien representara la perfección de la criatura, fiel hasta el heroísmo extremo. Vaso de insigne devoción – Devoto quiere decir
dedicado a Dios. La criatura que más se dedicó y vivió en función de Dios fue Nuestra Señora, habiéndolo hecho de forma tal que mejor era imposible. Rosa mística – La rosa es considerada tradicionalmente la reina de las flores, la que posee de forma más definida y espléndida todo lo que caracteriza a una flor.
De la misma forma, en el campo de la vida espiritual y mística, Nuestra Señora posee de forma más primorosa todo lo que representa la perfección. Torre de David – Leemos en las Sagradas Escrituras que el rey David tomó la fortaleza de Jerusalén de los jebuseos y edificó la ciudad alrededor de ella. Naturalmente, el rey David fortificó la ciudad para
volverla inexpugnable, dotándola de una fuerte guarnición. La Iglesia católica es la nueva Jerusalén y en ella tenemos una torre o fortaleza que ningún enemigo puede destruir: a Nuestra Señora. Ella construyó el punto de mayor resistencia y mejor defensa. Por eso, en esta invocación honramos a Nuestra Señora reconociendo que nunca ha habido,
nunca habrá, quien mejor proteja a los fieles y defienda la honra de Dios que ella. Torre de marfil – El marfil es un material de raras características naturales: es al mismo tiempo muy fuerte y muy claro, lo que genera un aparente contraste entre suavidad y fuerza. Igualmente, Nuestra Señora es muy fuerte espiritualmente, la mayor enemiga de los
enemigos de Dios y, al mismo tiempo, es de una pureza y suavidad blanquísima. Ella contraría las ideas falsas de que las cosas de Dios deben ser dulcificadas y sentimentales y de que la fuerza verdadera debe ser bruta. Casa de oro – El oro es considerado el más noble de los metales.
Si tuviéramos que recibir al propio Dios, buscaríamos hacerlo en una casa que no fuera superable: de ahí la comparación con una casa de oro. Ahora, la Santísima Virgen es esa casa insuperable, la “casa de oro” que acogió a Nuestro Señor cuando Él vino al mundo. Arca de la Alianza – En el Antiguo Testamento, quedaban guardadas en el Arca de
la Alianza las tablas de la Ley dadas por Dios a Moisés, así como un puñado de maná milagrosamente recibido en el desierto. Por eso, ella recordaba las promesas y la protección de Dios. Nuestra Señora es, en el Nuevo Testamento, el Arca de la Alianza que protege al pueblo elegido de la Iglesia y recuerda las infinitas misericordias de Dios. Puerta
del cielo – Nuestra Señora es invocada de esta manera porque fue por medio de ella que Jesús vino a la tierra y es por ella que nos vienen todas las gracias orientadas a llevarnos al cielo, a nuestra morada eterna. Así, ella favorece nuestra entrada al cielo. Estrella de la mañana – Poco antes de que nazca el sol, cuando la oscuridad es mayor y empieza
a clarear, aparece en el horizonte una estrella de mayor luminosidad. Después, cuando las otras estrellas desaparecen en la claridad naciente, ella aún permanece. Así fue Nuestra Señora, pues su nacimiento significaba que luego nacería el Sol de la Justicia, Nuestro Señor Jesucristo. Y cuando la fe se perdía hasta entre el pueblo elegido, ella seguía
creyendo y esperando. Ella es el modelo de la perseverancia en la prueba y el anuncio de la Luz que vendrá. Estas son, en resumen, algunas explicaciones de las más “curiosas” invocaciones marianas que componen la Letanía Lauretana. Comprenderlas ciertamente nos ayudará a rezar con mayor fervor tan meritoria oración. Fuente: Adaptación del
texto de André Damino en “Na escola de Maria”, Ed. Paulinas, 4ª edição, São Paulo, 1962, y traducido al español, por Aleteia.

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