Libro Blanco Sobre Responsabilidad Ambiental CEE
Libro Blanco Sobre Responsabilidad Ambiental CEE
Libro Blanco Sobre Responsabilidad Ambiental CEE
Bruselas, 9.2.2000
COM(2000) 66 final
LIBRO BLANCO
Introducción
En los últimos tiempos hemos tenido que hacer frente a situaciones de deterioro grave del
medio ambiente provocado por actividades humanas. El reciente naufragio del Erika ha sido
la causa de una contaminación generalizada de las costas francesas que ha provocado el
sufrimiento y la dolorosa muerte de varios centenares de aves marinas, así como de otros
animales. Y, sin embargo, no se trata en absoluto del primer caso de marea negra con terribles
consecuencias para el medio ambiente. Hace algunos años, en las proximidades del Parque
Nacional de Doñana, situado en la España meridional, se produjo una catástrofre de tipo
diferente, en la que la ruptura de un dique que contenía una gran cantidad de aguas tóxicas
causó enormes daños ambientales en la zona, así como la muerte de un número incalculable
de aves protegidas. Ante este tipo de sucesos surge la cuestión de quién debe hacerse cargo
del coste que suponen el saneamiento de los lugares contaminados y la reparación de los
daños. ¿Es la sociedad en su conjunto (o, lo que es lo mismo, el contribuyente) quien debe
pagar la factura o ha de hacerlo el causante de la contaminación, siempre que sea posible
establecer su identidad?
Por otra parte, también suscita serios temores en la opinión pública la posibilidad de que los
productos genéticamente modificados perjudiquen a la salud o tengan repercusiones negativas
para el medio ambiente. Esa preocupación se traduce en un llamamiento a la responsabilidad
de los productores en cuestión.
Es indudable que uno de los medios para lograr la adopción de una actitud más precavida que
permita evitar los daños al medio ambiente es declarar legalmente responsables a quienes
llevan a cabo las actividades que pueden causarlos. De este modo, cuando la actividad en
cuestión acaba provocando daños es la parte que ejerce el control (el operador), que es el
auténtico contaminador quien ha de asumir el coste de la restauración .
El régimen que se propone no puede limitarse a los daños causados a las personas y a los
bienes y a la contaminación de lugares, sino que también se ha de aplicar en los casos de
deterioro de la naturaleza, en particular cuando se trate de recursos naturales importantes
desde el punto de vista de la conservación de la diversidad biológica de la Comunidad (o, lo
que es lo mismo, cuando se vean afectadas las zonas y especies protegidas en el marco de la
red Natura 2000). Hoy por hoy, los regímenes de responsabilidad medioambiental vigentes en
los Estados miembros no cubren ese tipo de daños.
La responsabilidad por los daños provocados a la naturaleza constituye una condición sine
qua non para lograr que los agentes económicos asuman las repercusiones negativas que
pueden derivarse de sus actividades para el propio medio ambiente. Hasta la fecha, los
operadores parecen experimentar ese sentimiento de responsabilidad de cara a la salud o a la
propiedad ajenas (aspectos para los cuales ya existen diversas formas de responsabilidad
2
ambiental de alcance nacional), pero no en relación con el medio ambiente. De hecho, suelen
considerar el medio ambiente como un "bien público" del que tiene que hacerse responsable
el conjunto de la sociedad, en lugar de hacerlo el causante de los daños que se le hayan
infligido. No cabe duda de que la aplicación de un régimen de responsabilidad permitirá crear
una conciencia de que también los individuos han de responder de las consecuencias que
puedan tener sus actos para el entorno natural. Una vez logrado, este cambio de actitud
debería traer consigo mayores niveles de prevención y precaución.
RESUMEN
En el presente Libro Blanco se exploran diversas posibilidades para configurar un régimen de
responsabilidad ambiental de ámbito comunitario que permita mejorar la aplicación tanto de
los principios ambientales recogidos en el Tratado CE como de la legislación ambiental
comunitaria, además de garantizar una restauración adecuada del medio ambiente. Entre sus
antecedentes cabe mencionar el Libro Verde de la Comisión de 1993, una audiencia pública
conjunta con el Parlamento Europeo ese mismo año, una Resolución del Parlamento en la que
este pide que se elabore una Directiva comunitaria, un dictamen del Comité Económico y
Social de 1994, y una Decisión de la Comisión de enero de 1997 relativa a la elaboración de
un Libro Blanco. Diversos Estados miembros se han manifestado a favor de la actuación
comunitaria en este ámbito y han formulado recientemente observaciones relativas a la
necesidad de tratar la cuestión de la responsabilidad en relación con los organismos
modificados genéticamente. A lo largo del proceso de preparación del Libro Blanco se ha
llevado a cabo la consulta de las partes interesadas.
El presente documento incluye una descripción de las principales características que podría
presentar un régimen comunitario, como son su carácter no retroactivo (aplicación limitada a
los daños futuros); cobertura tanto de los daños al medio ambiente (contaminación de lugares
y daños causados a la biodiversidad) como a los daños tradicionales (daños corporales y
daños materiales); ámbito de aplicación cerrado y vinculado al acervo comunitario de
legislación medioambiental existente (la contaminación de lugares y los daños causados a la
biodiversidad sólo quedarían incluidos cuando sean resultado de una actividad peligrosa o
potencialmente peligrosa, regulada por la legislación comunitaria); cobertura de los daños a la
biodiversidad en la medida en que ya esté protegida por la red Natura 2000; responsabilidad
objetiva por los daños derivados de actividades inherentemente peligrosas, responsabilidad
3
basada en la culpa cuando los daños se deriven de una actividad no peligrosa;1 admisión de
eximentes y atenuantes comunes, alivio de la carga de la prueba para el demandante y
medidas de reparación equitativa por parte del demandado; responsabilidad centrada en la
persona o empresa que ejerce el control sobre la actividad que causa el daño; criterios para
evaluar y tratar diversos tipos de daño; obligación de destinar las compensaciones abonadas
por el contaminador a la restauración del medio ambiente; planteamiento que dé mayor
facilidad de acceso a la justicia en los casos de daños al medio ambiente; coordinación con los
convenios internacionales; garantía financiera para las responsabilidades a que pueda haber
lugar, en colaboración con los mercados.
El Libro Blanco llega a la conclusión de que la opción más adecuada consiste en la adopción
de una Directiva marco comunitaria que contemple, por un lado, la responsabilidad objetiva
por los daños derivados de actividades peligrosas reguladas por la legislación comunitaria
(que cubra, con circunstancias eximentes y atenuantes, tanto los daños tradicionales como los
daños causados al medio ambiente) y que también regule, por otro, la responsabilidad basada
en la culpa en los casos de daños a la biodiversidad derivados de actividades no peligrosas.
Los aspectos específicos de dicha Directiva habrán de ser objeto de un desarrollo posterior, a
la luz de los resultados de las consultas que se llevarán a cabo. Se invita a las instituciones de
la UE y a las partes interesadas a que debatan el contenido del Libro Blanco y remitan sus
comentarios antes del 1 de julio de 2000.
1
En el anexo a este resumen se ofrece un diagrama del posible ámbito de aplicación del régimen
comunitario.
4
ANEXO
daños
actividades tradicionales
peligrosas o (personales y
responsabilidad objetiva
potencialmente materiales)
peligrosas
reguladas por la
legislación
responsabilidad objetiva
ambiental
comunitaria
lugares
contaminados
responsabilidad objetiva
daños a la
actividades responsabilidad biodiversidad
no basada en la culpa (recursos
peligrosas naturales
protegidos en las
zonas de Natura
2000)
5
ÍNDICE
1. INTRODUCCIÓN ..........................................................................9
6
4. Características que podría presentar el régimen comunitario
de responsabilidad ambiental.........................................................15
7
5.3. Actuación de los Estados miembros con arreglo a una
recomendación de la Comunidad ........................................................29
8. CONCLUSIONES ........................................................................34
8
1. INTRODUCCIÓN
«La política de la Comunidad en el ámbito del medio ambiente (...) se basará en los
principios de cautela y de acción preventiva, en el principio de corrección de los
atentados al medio ambiente, preferentemente en la fuente misma, y en el principio de
quien contamina paga.»
El presente Libro Blanco tiene por meta determinar la manera más adecuada de poner el
principio de quien contamina paga al servicio de la política ambiental comunitaria,
teniendo presente que el objetivo principal de dicha política es evitar los daños al medio
ambiente.
En este contexto, el presente documento explora cuál es la estructura óptima que se debe
dar a un régimen comunitario de responsabilidad ambiental, destinado a mejorar la
aplicación de los principios ambientales presentes en el Tratado CE y garantizar la
reparación de los daños causados al entorno. Asimismo, en él se analiza la posible
contribución del régimen de responsabilidad ambiental en la mejora de la aplicación de la
legislación comunitaria correspondiente, así como la incidencia económica que cabe
esperar de esta acción a nivel comunitario.
Tras una primera parte introductoria en la que se que presentan los antecedentes de la
cuestión y se explica el propósito de la responsabilidad ambiental (apartados 1 y 2), el
Libro Blanco pasa a exponer en el apartado 3 los argumentos que justifican la
instauración de un régimen comunitario. El apartado 4 presenta las posibles
características del futuro sistema comunitario. En el apartado 5 se hace una comparación
de las distintas soluciones. A su vez, el apartado 6 se reserva al estudio de la cuestión
desde el punto de vista de la subsidiariedad y la proporcionalidad; por su parte, las
incidencias económicas de un régimen comunitario de responsabilidad ambiental son
objeto del apartado 7. Para finalizar, en el apartado 8 se extraen las correspondientes
conclusiones y se indican los pasos a seguir en la materia.
En mayo de 1993, la Comisión publicó su Libro Verde sobre reparación del daño
ecológico2. Se recibieron más de cien comentarios de los Estados miembros, de la
industria, de grupos ecologistas y de otras partes interesadas, que dieron lugar a un
proceso ininterrumpido de consultas. El Parlamento y la Comisión mantuvieron una
audiencia pública común en noviembre de 1993.
2
Comunicación al Consejo, al Parlamento y al Comité Económico y Social de 14 de mayo de 1993
[COM(93) 47 final].
9
1.3.2. Posición del Parlamento Europeo
3
Resolución de 20.4.1994 (D O C 128, p. 165).
4
Dictamen del Comité Económico y Social de 23.2.94 (CES 226/94).
5
Se han realizado cuatro estudios para la preparación de una política comunitaria en la materia,
cuyos resúmenes están a disposición del público.
10
Unido ha hecho recientemente un llamamiento a la Comisión para que estudie, con
carácter prioritario, la viabilidad de cubrir, en el marco de uno o varios regímenes de
responsabilidad, la liberación y comercialización de organismos genéticamente
modificados, así como los criterios aplicables en dicho ámbito. La posición de los demás
Estados miembros al respecto aún no está muy definida.
Durante el período de preparación del Libro Blanco, se han mantenido consultas con
expertos independientes procedentes de todos los Estados miembros, con expertos
nacionales de los Estados miembros y con las partes interesadas, que, en muchos casos,
han enviado también comentarios escritos a propósito de los documentos de trabajo que
han recibido a lo largo del proceso. Las opiniones manifestadas difieren sustancialmente,
entre otros aspectos, en lo relativo a la necesidad de una actuación comunitaria. Un
resumen de los comentarios de las partes interesadas está disponible, previa solicitud .
2.2. Tipos de daños al medio ambiente para los que resulta adecuado el régimen
de responsabilidad
• se tiene que poder establecer una relación de causa-efecto entre los daños y los
presuntos contaminadores.
Por tanto, el régimen de responsabilidad se puede aplicar, por ejemplo, en los casos en
que el daño ha sido provocado por accidentes industriales o por la contaminación gradual
causada por sustancias peligrosas o residuos vertidos al medio ambiente por fuentes
identificables.
11
negativos sobre el medio ambiente con las actividades de determinados agentes. Así
ocurre, por ejemplo, con los efectos sobre el cambio climático producidos por las
emisiones de CO2 y otros contaminantes, la muerte del bosque como consecuencia de la
lluvia ácida y la contaminación atmosférica causada por el tráfico.
Para que el principio de que quien contamina paga resulte realmente operativo, los
Estados miembros tienen que garantizar la descontaminación y la restauración o la
sustitución del medio ambiente en los casos en que haya un contaminador responsable,
asegurando que la indemnización que este pague se destine a tal fin.
6
El concepto de internalización de los costes medioambientales implica que los gastos relativos a la
prevención y restauración de la contaminación ambiental han de ser sufragados directamente por
las partes responsables del daño causado, en lugar de serlo por el conjunto de la sociedad.
12
aplican cuando se producen daños a la salud humana o a la propiedad, o en lugares
contaminados, sin que suelan aplicarse en los casos de deterioro de los recursos
naturales.Por consiguiente, es importante que el régimen comunitario de responsabilidad
ambiental también cubra los daños causados a los recursos naturales, cuando menos en
relación con los recursos ya protegidos por la legislación comunitaria, en virtud de las
directivas sobre aves silvestres y sobre hábitats, en las zonas designadas de la red
Natura 20007 Los Estados miembros han de garantizar en cualquier circunstancia la
reparación de los daños causados a estos recursos naturales protegidos, aun cuando
resulte imposible aplicar un régimen de responsabilidad (por ejemplo, si el contaminador
no ha podido ser identificado), pues ello constituye una obligación a la que están sujetos
en virtud de la Directiva sobre hábitats. Cabe esperar que —en el contexto de una Unión
ampliada— la incidencia de la responsabilidad ambiental en el ámbito de la prevención
tenga un efecto impulsor y facilite la aplicación de la normativa ambiental por parte de
los nuevos Estados miembros.
7
Directiva 79/409/CEE del Consejo, relativa a la conservación de las aves silvestres (D O L 103, p.
1) y Directiva 92/43/CEE del Consejo, relativa a la conservación de los hábitats naturales y de la
fauna y flora silvestres (D O L 206, p. 7).
13
niveles en los que las posibles consecuencias para la competitividad de las empresas
establecidas en el territorio de un Estado miembro animarían a las Administraciones
nacionales a esperar una iniciativa de la Unión Europea y abstenerse de imponer
unilateralmente disposiciones sobre responsabilidad en el ámbito de la biodiversidad. En
tal caso, la actuación comunitaria también quedaría justificada por la necesidad de
garantizar unas reglas del juego iguales para todos los participantes en el mercado
interior.
8
A este respecto cabe precisar que, en el marco de su legislación sobre responsabilidad ambiental
(aplicable asimismo a los daños causados a los recursos naturales), los EE.UU. practican un
régimen de ajuste fiscal en frontera para los sectores más sensibles (indistrias del petróleo y
químicas).
14
4. CARACTERÍSTICAS QUE PODRÍA PRESENTAR EL RÉGIMEN COMUNITARIO DE
RESPONSABILIDAD AMBIENTAL
Cabe esperar que se produzcan algunos costes de transacción como consecuencia de los
litigios relativos al establecimiento del límite que permitirá determinar qué
contaminación se produjo en el pasado y cuál está cubierta por el régimen de
responsabilidad. Sin embargo, un régimen retroactivo tendría unas repercusiones
económicas sensiblemente mayores.
15
también está contemplada, como elemento próximo a los daños tradicionales, pero sin
que exista ninguna norma suplementaria para desarrollar este concepto.
En el presente Libro Blanco, la categoría de "daños al medio ambiente" recoge dos tipos
de daños diferentes que deberían estar cubiertos por un régimen comunitario, a saber:
b) contaminación de lugares.
La mayoría de los Estados miembros todavía no han comenzado a otorgar una cobertura
explícita a los daños causados a la biodiversidad en el marco de sus regímenes de
responsabilidad ambiental. Sin embargo, todos los Estados miembros disponen de leyes o
programas para tratar los casos de responsabilidad por la contaminación de lugares. Se
trata, por lo general, de normas administrativas que regulan la descontaminación de los
lugares contaminados por cuenta del contaminador (y/o de otras partes).
Daños tradicionales
Por razones de coherencia es importante abarcar también los daños tradicionales, como
los daños a la salud y los daños materiales, cuando sean causados por una actividad
definida como peligrosa en el ámbito de aplicación del régimen, pues en muchos casos el
mismo incidente provoca daños tradicionales y daños ecológicos. Si el régimen
comunitario se aplicara únicamente a los daños ambientales y dejara la responsabilidad
por los daños económicos enteramente en manos de los Estados miembros, podrían darse
resultados injustos, como que se pagaran menos indemnizaciones, o ninguna, por los
daños a la salud que por los daños causados al entorno por el mismo incidente. Además,
el interés por la salud humana —que constituye por derecho propio un importante
objetivo político— está estrechamente relacionado con la protección del medio ambiente:
el apartado 1 del artículo 174 del Tratado CE afirma que la política de medio ambiente de
la Comunidad debe contribuir a alcanzar, entre otros, el objetivo de proteger la salud de
las personas.
9
En este documento el término "actividades (peligrosas)" también alude al tratamiento de las
sustancias que representan un riesgo inherente.
16
se vería obligado a repararlos o a abonar una compensación equivalente a la pérdida de
valor del recurso dañado. La definición de un ámbito de aplicación cerrado y vinculado a
la legislación comunitaria vigente presenta además la ventaja de garantizar una óptima
seguridad jurídica.
Un importante factor que se debe tener en cuenta por lo que respecta a los daños
causados a la biodiversidad es la existencia de una legislación comunitaria específica en
materia de conservación de la biodiversidad, a saber, la Directiva sobre las aves silvestres
y la Directiva sobre hábitats. Dichas directivas establecen un régimen de protección
especial de los recursos naturales, y en especial de los recursos relevantes para la
conservación de la biodiversidad, aplicable a través de la red Natura 2000. Ambos textos
contienen, entre otros elementos, una serie de exigencias relativas a la reparación de los
daños importantes causados a los recursos naturales protegidos, de las que son
destinatarios los Estados miembros. El régimen de responsabilidad ambiental constituiría
el instrumento adecuado para hacer que sea el contaminador quien pague la reparación de
tales daños. Habida cuenta de que las dos directivas antes citadas tienen como objetivo la
protección de los recursos naturales a los que hacen referencia independientemente de
cuál sea la actividad que provoque los daños y de que dichos recursos son vulnerables y
corren el riesgo de sufrir daños causados por actividades que no son intrínsecamente
peligrosas, el régimen de responsabilidad aplicable a la protección de la biodiversidad
también debería incluir las actividades no clasificadas como peligrosas que provocan
daños importantes en las zonas protegidas de la red Natura 2000. Con todo, en estos
casos el tipo de responsabilidad ha de ser diferente del establecido para los daños
provocados por actividades peligrosas (véase a este respecto el punto 4.3).
17
4.3. Tipos de responsabilidad, circunstancias atenuantes y eximentes, y carga
de la prueba
10
La responsabilidad basada en la culpa es aplicable a los casos de actuación incorrecta deliberada,
resultado de negligencia o de falta de atención suficiente. Tales actos (u omisiones) pueden
implicar el incumplimiento de la normativa vigente o de las condiciones de un permiso, o bien
producirse en otras circunstancias.
11
Reglamento (CE) n° 1257/1999 del Consejo (D O L 160, p. 80).
18
Circunstancias eximentes y atenuantes
Según la opinión expresada por algunas partes interesadas (en su mayoría operadores
económicos), también debería admitirse la existencia de atenuantes cuando se produzcan
daños causados por vertidos autorizados con arreglo a la normativa comunitaria, en
ámbitos como los de las tecnologías punta y el desarrollo tecnológico. Existen asimismo
motivos económicos por los que dichos operadores han de poder prever su grado de
responsabilidad de cara a terceros, si bien, en cualquier caso, la existencia y el alcance de
la responsabilidad son resultado de un proceso dinámico (cambios en la legislación y la
jurisprudencia, avances médicos, etc.) Con todo, las circunstancias eximentes y
atenuantes de este tipo no suelen aceptarse en los regímenes nacionales de
responsabilidad ambiental vigentes en los Estados miembros de la Unión Europea. Al
tomar una decisión en cuanto al alcance de las circunstancias eximentes y atenuantes,
deberán tenerse presentes todas las repercusiones pertinentes, incluido el posible impacto
para las PYME (véase también a este respecto el apartado7).
Carga de la prueba
En los litigios ambientales puede ser muy difícil para el demandante y mucho más fácil
para el demandado probar los hechos relativos a la existencia (o a la ausencia) de una
relación de causa-efecto entre un acto del demandado y el daño. Por ese motivo diversos
regímenes nacionales de responsabilidad ambiental cuentan con disposiciones destinadas
a reducir la carga de la prueba en favor del demandante por lo que se refiere a la
demostración de la culpa o la causalidad. El régimen comunitario también podría prever
alguna de estas formas de reducción de la carga de la prueba tradicional, cuya definición
específica se haría en una fase posterior.
12
En la impugnación de la responsabilidad también pueden invocarse determinados aspectos de
procedimiento, como son la falta de competencia del tribunal o la prescripción.
19
4.4. ¿A quién se debe responsabilizar?
Cada tipo de daños es objeto de un enfoque diferente. En el ámbito de los daños causados
a la biodiversidad no existen normas ni criterios suficientemente desarrollados en materia
de responsabilidad, motivo por el cual habrá que elaborarlos. Por lo que respecta a la
responsabilidad por la contaminación de lugares, sí cabe señalar la existencia de
legislaciones y regímenes nacionales, aunque muy diferentes entre sí. Los daños
tradicionales han de ser objeto de un tratamiento coherente en relación con las otras
formas de daños al medio ambiente, lo cual requiere que las normas fundamentales sean
las mismas para todos los tipos de daño.
Habida cuenta de que, por lo general, la responsabilidad por estos daños no está regulada
en los Estados miembros, el régimen de responsabilidad comunitario podría dar un
primer paso ocupándose de este tipo de daños dentro de los límites que impone la
legislación comunitaria vigente en materia de biodiversidad.
Los daños a la biodiversidad protegida en las zonas de Natura 2000 basándose en las
directivas de hábitats y de aves silvestres. Puede tratarse de daños a los hábitats, a los
ecosistemas, a la fauna y a la flora tal como se definen en los anexos de las
correspondientes directivas.
Debe haber un umbral mínimo para poner en funcionamiento el régimen: sólo deben
quedar cubiertos los daños significativos. Los criterios que habrán de aplicarse en este
contexto han de basarse, en primer lugar, en la interpretación que se hace de este
concepto en el marco de la Directiva sobre hábitats14. ¿Cómo evaluar los daños a la
biodiversidad y garantizar su restauración a un coste razonable?
13
Sin embargo, los Estados miembros también podrán hacer responsables a otras partes, de
conformidad con el artículo 176 del Tratado CE.
14
Será publicado en breve un documento de los servicios de la Comisión sobre la interpretación de
este y de otros conceptos en el marco del artículo 6 de la Directiva sobre hábitats.
20
costes de restauración sean desproporcionados. En cada caso, se deberá realizar un
análisis de costes-beneficios o de razonabilidad. El punto de partida para ese análisis, en
los casos en que la restauración sea posible, debe ser los costes de restauración
(incluidos los costes de evaluación del daño). Es preciso establecer un régimen que
permita evaluar las ventajas que se derivan de un recurso natural15, inspirándose en
alguno de los regímenes ya vigentes o en fase de desarrollo a nivel regional (por ejemplo,
en Andalucía y en Hesse).
La evaluación de los recursos naturales puede resultar más o menos costosa, según el
método utilizado. Los métodos de evaluación económica, entre los que se encuentra el de
evaluación contingente, los costes de viaje y las demás técnicas para la manifestación de
preferencias que requieren las encuestas dirigidas a gran número de personas pueden
resultar costosos si se aplican en todos los casos. Por su parte, la utilización de técnicas
de "transferencia de beneficios" puede reducir los costes de forma significativa. Reviste
especial importancia el desarrollo de bases de datos sobre transferencia de beneficios
similares al inventario EVRI (Environmental Valuation Resource Inventory) en el que se
recoge un importante material de evaluación. Estas bases de datos pueden servir para
situar los problemas en su contexto y como fuente de evaluaciones directamente
comparables.
15
Como en el caso de la presencia del pico mediano (véase la portada), una de las especies
protegidas en virtud de la Directiva sobre aves.
21
a la contaminación de lugares. Por consiguiente, el único coste suplementario que se
deriva de la inclusión de la biodiversidad es el relacionado con la prevención y
reparación de los daños causados a esta, de conformidad con los criterios previstos en el
Libro Blanco.
Habida cuenta de que, como ya se ha señalado, no cabe suponer que las actividades
peligrosas se lleven a cabo en zonas protegidas, los daños que pueda sufrir la
biodiversidad en tales zonas sólo estarán provocados en casos excepcionales por
industrias que practiquen la prevención y reducción integradas de la contaminación o por
grandes instalaciones, en las que los costes y la competitividad son factores esenciales.
Por lo tanto, la responsabilidad por los daños causados a la biodiversidad tendrá una
incidencia mínima para estas industrias. Asimismo, cabe esperar que, por su propia
naturaleza, las actividades respetuosas del medio ambiente autorizadas en las zonas
protegidas consigan una internalización poco costosa de la prevención y la restauración a
los niveles deseados.
Casi todos los Estados miembros tienen leyes o programas especiales en relación con el
saneamiento de los lugares contaminados que se aplican tanto a la contaminación del
presente como a la del pasado. El régimen comunitario debe tener como objetivo poner
en práctica los principios ambientales (el que contamina paga, cautela y acción
preventiva) en los nuevos casos de contaminación y lograr cierta armonización de las
normas y objetivos de saneamiento. El enfoque basado en la peligrosidad de las
actividades se aplicaría a la contaminación de lugares; el régimen sólo sería aplicable en
casos de contaminación significativa. Entre los lugares contaminados se incluyen el
suelo, las aguas superficiales y las aguas subterráneas. En caso de que una zona protegida
por la legislación sobre la biodiversidad formara parte de un lugar contaminado, se
aplicaría el régimen para los daños a la biodiversidad combinado con el régimen para
lugares contaminados. Esto puede significar que después de la descontaminación del
lugar tenga que realizarse la restauración del recurso natural.
• Normas de saneamiento
• Objetivos de saneamiento
Deben definir la calidad del suelo y del agua que se debe mantener o restaurar en el
lugar. El objetivo principal será la eliminación de toda amenaza seria para el hombre y el
medio ambiente. Deben fijarse umbrales aceptables mediante las mejores técnicas
disponibles en condiciones económica y técnicamente viables (como en la Directiva
IPPC). Otro de los objetivos que se ha de perseguir es lograr que el suelo se adecúe a su
uso actual y a su uso futuro probable. Estos objetivos cualitativos deben combinarse en
la medida de lo posible con normas cuantificadas que indiquen la calidad del suelo y de
las aguas que se debe conseguir. Si el saneamiento no fuera viable por razones
económicas o técnicas el confinamiento total o parcial podría ser una solución.
22
4.5.3 Daños tradicionales
La definición de este concepto, en el que están englobados los daños a las personas y los
daños materiales (y también podrían estarlo las pérdidas económicas) seguirá siendo
competencia de los Estados miembros. Sin embargo, todos los elementos del régimen
propuesto en este Libro Blanco deberían aplicarse también a los daños tradicionales, con
excepción de las disposiciones específicas sobre acceso a la justicia (4.7) y los criterios
específicos para la restauración y la evaluación de los daños al medio ambiente (4.5.1 y
4.5.2). Para los daños tradicionales, el régimen comunitario no debe introducir la noción
de "daños significativos".
4.5.4 Relación con la Directiva sobre responsabilidad por los productos defectuosos16
La Directiva sobre responsabilidad por los productos defectuosos trata de los daños
causados a las personas y a los bienes (daños tradicionales) por un producto defectuoso,
sin aludir a los daños causados al medio ambiente. No se puede excluir que en el ámbito
de los daños tradicionales se produzcan solapamientos entre ambos regímenes de
responsabilidad. Tal podría ser el caso si un producto que contuviese sustancias
peligrosas provocara algún daño como consecuencia de un defecto consistente en la
presencia de dichas sustancias en cantidad superior a la autorizada con arreglo a la
legislación ambiental comunitaria. En ese caso hipotético, la Directiva sobre
responsabilidad por los productos prevalecería como legislación aplicable para la
obtención de una indemnización por daños tradicionales17.
Los litigios por daños causados al medio ambiente difieren de los litigios por daños
tradicionales, en los que asiste a las víctimas el derecho de presentar denuncia ante las
instancias administrativas o jurídiciales competentes con el fin de salvaguardar sus
intereses privados. Habida cuenta de que la protección del medio ambiente constituye un
interés público, el Estado (con la sociedad civil) es el responsable primero de la acción
16
Directiva 85/374/CEE del Consejo, relativa a la aproximación de las disposiciones legales,
reglamentarias y administrativas de los Estados Miembros en materia de responsabilidad por los
daños causados por productos defectuosos (D O L 210/85, p. 29), modificada por la Directiva
1999/34/CE (D O L 141/99, p. 20)
17
La Comisión ha publicado recientemente un Libro verde sobre la responsabilidad civil por
productos defectuosos, al objeto de recabar datos sobre la aplicación real de la Directiva y abrir un
debate en cuanto a la necesidad de someterla a una revisión profunda.
23
que debe llevarse a cabo si el medio ambiente resulta dañado o corre el riesgo de serlo.
Sin embargo, ante lo limitado de los recursos públicos disponibles para ese fin, cada vez
está más extendida la noción de que la ciudadanía en su conjunto debe sentirse
responsable del medio ambiente y ha de poder actuar para protegerlo, en determinadas
circunstancias. La Comisión se ha referido a la necesidad de reforzar el acceso a la
justicia en su Comunicación al Consejo y al Parlamento sobre la aplicación del derecho
ambiental comunitario18.
4.7.1. Responsabilidad a dos niveles: el Estado debe ser responsable en primer lugar
18
COM(96)500 final. "Si se mejora el acceso a los tribunales a organizaciones no gubernamentales e
individuos, la ejecución del Derecho comunitario de medio ambiente registrará una serie de
efectos benéficos. En primer lugar, habrá más posibilidades de que, cuando sea necesario, los
casos concretos sobre problemas de ejecución de normas comunitarias se resuelvan de acuerdo
con los requisitos del Derecho comunitario. En segundo lugar, y quizás más importante, mejorará
en la práctica la aplicación y el control del cumplimiento del Derecho comunitario de medio
ambiente porque los responsables en potencia tendrán tendencia a cumplir sus requisitos para
evitar una acción ante los tribunales que tiene más probabilidades de ocurrir." (p. 18)
19
Convenio de la Comisión Económica para Europa de las Naciones Unidas sobre acceso a la
información, a la participación pública en la toma de decisiones y al acceso a la justicia en asuntos
ambientales, que fue adoptado, también por la Comunidad, con ocasión de la Cuarta conferencia
mimisterial, celebrada en Århus (Dinamarca) de 23 a 25 de junio de 1998.
20
Artículo 9 del Convenio de Århus.
21
Apartado 5 del artículo 2 del Convenio de Århus.
24
4.7.2. Casos urgentes (medidas cautelares y coste de las acciones preventivas)
Hay un número cada vez mayor de convenios y protocolos internacionales que tratan de
la responsabilidad medioambiental en diferentes contextos. Por no dar más que algunos
ejemplos, hay bastantes convenios y protocolos vigentes desde hace tiempo sobre los
daños originados por actividades nucleares y sobre la contaminación del mar por
hidrocarburos. Más recientemente un convenio más reciente tiene por objeto los daños
causados por el transporte marítimo de sustancias peligrosas y nocivas. Los Estados
miembros están analizando actualmente su posible ratificación. Todos los convenios
mencionados se basan en un planteamiento de responsabilidad objetiva, aunque limitada,
y en la noción de segunda instancia de compensación. En el caso de la contaminación por
hidrocarburos, la segunda instancia es un fondo de compensación conjunto que es
financiado por las compañías radicadas en los países importadores y que se añade —
hasta un límite preestablecido— a las reparaciones a que deba hacer frente el armador. A
la luz de los casos más recientes de contaminación marina accidental, convendría
examinar la posibilidad de completar el régimen internacional con medidas comunitarias.
La Comisión elaborará una Comunicación sobre la seguridad de los buques petroleros
(junio de 2000), en la que se analizará, entre otras cuestiones, la necesidad de establecer
un régimen comunitario complementario de responsabilidad por derrames de petróleo.
25
Para ello, se estudiarán los distintos puntos de vista al respecto, teniendo en cuenta el
carácter específico del sector. Por otra parte, y en un contexto más general, el futuro
régimen comunitario de responsabilidad ambiental habrá de aclarar hasta qué punto
existe un margen de aplicación en los ámbitos que ya están contemplados en la
legislación internacional.
Es previsible que la cobertura de la responsabilidad por los daños causados a los recursos
naturales aumente las posibilidades de desarrollo rápido del mercado de los seguros en
este ámbito, si bien puede ir en detrimento de la aplicación eficaz del principio de "quien
contamina paga".
Al analizar el mercado de los seguros (los seguros son, junto con otros sistemas, como
las garantías bancarias, las reservas internas y los fondos sectoriales, una de las vías
22
Lo que es más, una empresa que se dota de un seguro contra los daños que pueda causar a los
recursos naturales no pierde por ello su interés en mantener un comportamiento responsable. De
hecho, para obtener una póliza de seguros las empresas deben someterse por lo general a una
auditoría ambiental y se les suele exigir que cuenten con un sistema eficaz de gestión de riesgos;
por otra parte, en caso de pago de las reparaciones por el seguro, las empresas se ven obligadas
muy frecuentemente a sufragar una parte de los gastos.
26
posibles de asegurar la garantía financiera) vemos que la cobertura del riesgo de daños al
medio ambiente todavía está poco desarrollada, aunque se está progresando en áreas del
mercado de seguros que se especializan en este campo. Así, por ejemplo, se asiste al
desarrollo de nuevos tipos de pólizas de seguro destinadas a cubrir los costes vinculados
al saneamiento de lugares contaminados, como en el caso de los Países Bajos.
En 1993 se estableció el Convenio del Consejo de Europa sobre responsabilidad civil por
los daños ocasionados al medio ambiente por actividades peligrosas. La Comisión y
todos los Estados miembros participaron en las negociaciones. El Convenio contiene un
régimen de responsabilidad medioambiental que abarca todos los tipos de daños
ocasionados por una actividad peligrosa, tanto los daños tradicionales (como los daños
materiales y corporales), como el propio deterioro del medio ambiente. Las actividades
peligrosas en relación con las sustancias peligrosas, la biotecnología y los residuos se
definen más en detalle. El ámbito de aplicación queda abierto, ya que pueden
considerarse peligrosas actividades distintas de las que se citan explícitamente. Se
encuentran a disposición de las personas interesadas un breve resumen de la historia, el
contenido y la lista de los signatarios del Convenio.
27
la Comunidad a un convenio internacional existente). Además, el Convenio abarca una
serie muy completa de daños (todos los resultantes de actividades peligrosas) y tiene un
ámbito de aplicación muy amplio y abierto, lo cual permite presentar un sistema muy
coherente y de tratar del mismo modo a los operadores de todas las actividades
potencialmente peligrosas. Seis Estados miembros ya han firmado el Convenio 23 y otros
están estudiando la posibilidad de hacerlo. Varios Estados miembros24 han elaborado la
legislación necesaria para aplicarlo o están preparando su ratificación. Por el contrario,
otros Estados miembros25 no tienen intención de firmar o ratificar dicho Convenio. El
Convenio está abierto a la adhesión de los países de Europa Central y Oriental, incluso de
los que no son miembros del Consejo de Europa, de modo que tendrá una gran
importancia internacional. La adhesión de la Comunidad podría servir de aliciente para la
adhesión de otros países
Los Estados miembros están cada vez más sensibilizados ante el problema de los daños
que tienen su origen más allá de sus fronteras. Esto se debe en gran medida a la reacción
pública ante la contaminación originada en otro país. Es muy probable que la sensibilidad
ante los problemas transfronterizos aumente a medida que progresen la aplicación de la
Directiva sobre hábitats y el establecimiento de la red Natura 2000 y se compruebe que
muchas de las zonas protegidas se extienden a ambos lados de las fronteras entre Estados
miembros. Aun cuando la contaminación y el daño inmediato a una de estas zonas se
produzca dentro de un único Estado miembro, el daño puede tener implicaciones también
para otros Estados miembros al deteriorar la integridad de una especie o un hábitat en su
conjunto. Por otra parte, la contaminación de los ríos y de los lagos tiene a menudo una
dimensión transfronteriza.
23
Finlandia, Grecia, Italia, Luxemburgo, Países Bajos y Portugal.
24
Austria, Finlandia, Grecia, Países Bajos y Portugal.
25
Dinamarca, Alemania y Reino Unido.
28
Estado miembro, mientras que los problemas transfronterizos sí pueden encontrar una
solución más adecuada a nivel comunitario. Ahora bien, un sistema que tratara
exclusivamente de los problemas transfronterizos tendría la desventaja de dejar una
importante laguna en materia de responsabilidad por daños a la biodiversidad, ya que esta
responsabilidad aún no está cubierta en la mayoría de los Estados miembros. Además, el
importante objetivo de reforzar la aplicación de la legislación ambiental de la Comunidad
no podría alcanzarse con un régimen que no contemplara la mayoría de las infracciones
potenciales de esta legislación, es decir, aquellas que se producen dentro de un Estado
miembro. Un régimen exclusivamente transfronterizo daría lugar a un trato
completamente diferente de las personas dentro de un único Estado miembro, ya que las
que estuvieran implicadas en un caso de daño transfronterizo podrían ser responsables
con arreglo al régimen exclusivamente transfronterizo de la CE mientras que otras que
realizaran la misma actividad en el mismo país y causaran un daño similar se verían
libres de responsabilidad si el régimen nacional no abarcara tales casos. Se vería así
cuestionada la legitimidad del régimen en relación con el principio de igualdad de trato
desarrollado en la Jurisprudencia del Tribunal de Justicia Europeo.
29
5.5. Responsabilidad sectorial en el ámbito de la biotecnología
6. SUBSIDIARIEDAD Y PROPORCIONALIDAD
Además, la legislación nacional no puede tratar de forma eficaz el problema de los daños
al medio ambiente de carácter transfronterizo dentro de la Comunidad que pueden
afectar, por ejemplo, a cursos de agua y a hábitats que se encuentran a menudo a caballo
entre las fronteras. Por consiguiente es necesario un régimen aplicable en toda la
Comunidad para evitar soluciones inadecuadas para los daños transfronterizos.
Además, los Estados miembros utilizan mecanismos diferentes para aplicar su normativa
de responsabilidad ambiental. Algunos se basan más en el derecho administrativo o
público mientras que otros se sirven en mayor medida del derecho civil, pero todos ellos
30
recurren a una combinación de ambos. El régimen comunitario debe fijar los objetivos y
los resultados dejando a los Estados miembros la elección de los medios e instrumentos
para alcanzarlos.
En el caso de que se recurra a una directiva como instrumento para la instauración de este
régimen, la aplicación coherente del sistema en toda la Comunidad se verá garantizada
por el control que ejerce la Comisión sobre la aplicación de la legislación comunitaria y
por la jurisprudencia del Tribunal de Justicia Europeo.
Si bien existen dudas en relación con las posibles repercusiones del régimen comunitario
sobre la competitividad externa de la Comunidad, debe tenerse presente que la mayoría
de los países de la OCDE poseen algún tipo de legislación en materia de responsabilidad
ambiental. Por consiguiente, la instauración de un régimen comunitario de protección
26
El Libro Blanco opone a la responsabilidad retroactiva el argumento de que, en condiciones
iguales, entraña una repercusión financiera mayor.
31
ambiental no significaría la adopción de una medida unilateral de protección ambiental
por parte de la UE27 .
Lo anterior no significa que no deba recurrirse a todos los medios disponibles para
salvaguardar la competitividad internacional de la industria comunitaria y, en particular,
la de los sectores orientados a la exportación o sometidos a una intensa competencia
desde el exterior. Ademàs, existen procedimientos para compensar los problemas de
competitividad externa que pudieran surgir como consecuencia del mantenimiento de
normas distintas en materia de responsabilidad a nivel internacional, compatibles con las
normas del comercio internacional.
Por su parte, las PYME provocan con frecuencia un porcentaje de daños superior del que
cabría esperar habida cuenta de su tamaño, quizá como consecuencia de una falta de
recursos. Desde este punto de vista, es posible que sufran en mayor medida el impacto
del régimen. Sería posible mitigar los posibles efectos adversos (como el aumento de la
parte de daños imputable a las PYME) mediante una utilización mejor dirigida de los
mecanismos de apoyo nacionales o comunitarios, destinados a facilitar la adopción de
procesos más limpios por parte de las PYME.
El enfoque propuesto protege a los operadores económicos del sector financiero de toda
responsabilidad, siempre y cuando no tengan competencias operativas. Por consiguiente,
es poco probable que dicho sector sufra repercusiones negativas. Si se garantiza la
seguridad jurídica con respecto a la responsabilidad y la transparencia, los efectos
acabarán siendo positivos, especialmente en el sector de los seguros, a medida que se
vaya acumulando experiencia sobre el funcionamiento del régimen y aparezcan nuevos
mercados para nuevos tipos de seguros.
27
En este sentido, hay que señalar que la mayoría de los problemas de competitividad y
deslocalización se plantean entre países desarrollados, en lugar de surgir entre países desarrollados
y países en desarrollo (conclusión que se ha visto recientemente corroborada en el estudio de la
OMC sobre comercio y medio ambiente, Estudios especiales - Trade and the Environment, OMC
1999). Por lo tanto, habida cuenta de que la mayoría de los países de la OCDE ya poseen algún
tipo de legislación en materia de responsabilidad ambiental, cabe esperar que la incidencia del
régimen comunitario de responsabilidad sobre la competitividad exterior sea reducida.
28
Véase, a este respecto, el estudio de referencia Jobs, Competitiveness and Environmental
Regulation: What are the real issues, R. Repetto, World Resources Institute, marzo 1995.
32
responsabilidad es que proporciona incentivos para alcanzar mayores niveles de
prevención. Por consiguiente, es de esperar que la responsabilidad ambiental resulte
beneficiosa para el empleo en las empresas que proporcionen y utilicen tecnologías
limpias y servicios relacionados con dichas tecnologías. También se crearán nuevos
puestos de trabajo en el sector de los seguros, a medida que avance el desarrollo de las
pólizas para daños causados a los recursos naturales.
Por último, no está de más recordar que la utilización de instrumentos políticos entraña
con frecuencia algún coste, incluso en los casos en que se obtiene un beneficio neto. Por
lo tanto, es necesario procurar una reducción de los costes vinculados a objetivos
preestablecidos.
Sería, asimismo, pertinente evaluar desde este punto de vista las normas relativas al
acceso directo a la justicia por las partes que carecen del estatuto de autoridad pública.
En este contexto, también podría ser beneficioso el recurso a soluciones extrajudiciales.
Por otra parte, las normas de saneamiento y de restauración también deberían ser objeto
de análisis, a la luz de los costes que pueden generar.
Para tratar los casos de contaminación del pasado, así como otras formas de
contaminación para las que la responsabilidad no constituye un instrumento adecuado
(casos de daños difusos, contaminador no identificable, etc.), los Estados miembros
podrían utilizar otros instrumentos —cosa que algunos ya hacen— entre los que cabe
mencionar los impuestos de impacto establecidos para gravar las actividades
contaminantes o los fondos regionales o nacionales.
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8. CONCLUSIONES
Los aspectos específicos de dicha directiva marco habrán de ser objeto de un desarrollo
posterior, a la luz de los resultados de las consultas que se llevarán a cabo.
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