Jesús Pide Protección para Sus Discípulos
Jesús Pide Protección para Sus Discípulos
Jesús Pide Protección para Sus Discípulos
INTRODUCCIÓN
Llegamos a la parte de la oración de Jesús donde pide por sus once discípulos. Recordemos
que el momento de la muerte de nuestro Señor se está acercando y ahora nos encontramos en el
Getsemaní, el lugar donde de acuerdo a los evangelios sinópticos Jesús eleva una oración a su
Padre pidiendo fortaleza para enfrentar los martirios que le venían y poder así culminar con la obra
redentora que se le había encomendado:
“Y saliendo, se fue, como solía, al monte de los Olivos; y sus discípulos también le siguieron.
Cuando llegó a aquel lugar, les dijo: Orad que no entréis en tentación. Y él se apartó de ellos a
distancia como de un tiro de piedra; y puesto de rodillas oró, diciendo: Padre, si quieres, pasa de mí
esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya. Y se le apareció un ángel del cielo para
fortalecerle. Y estando en agonía, oraba más intensamente; y era su sudor como grandes gotas de
sangre que caían hasta la tierra”, (Lucas 22:39-44).
Su angustia fue notable y de nuestro Señor está siendo presionado por los acontecimientos que
vendrán, pero que le dará la victoria final. Ahora tenemos la oportunidad de estudiar parte del
contenido de aquella oración que dirigió en aquel lugar.
La oración por los discípulos comienza con la afirmación de la obra que Jesús había realizado en
ellos. Él le dice a su Padre: “He manifestado tu nombre a los hombres que del mundo me diste;
tuyos eran, y me los diste…
Nuestro Señor dice que aquellos que del mundo le pertenecían al Padre y que el Padre le había
dado a Jesús habían conocido su nombre porque se los había manifestado. Pero, ¿qué significa
esto que ha manifestado su nombre? La Nueva Versión Internacional traduce este versículo
dándole una traducción más dinámica a las palabras que nos pueden ayudar a entender su
significado: “A los que me diste del mundo les he revelado quién eres. Eran tuyos; tú me los diste y
ellos han obedecido tu palabra”, (Juan 17:6, NVI).
Como lo traduce esta versión, cuando Jesús dice que les había manifestado su nombre,
realmente estaba diciendo que les había revelado quién era Dios. Cuando la Biblia habla del
“nombre”, no hace referencia tanto a un nombre propio por el cual llamarlo, sino más bien,
hace referencia al carácter y atributos de la persona. Así podemos ver como en el Antiguo
Testamento cada uno de los nombres que recibe Dios describe su carácter y atributos de su
persona, de tal forma, que aquel que conoce su nombre, conoce quien es Dios: “Por tanto, mi pueblo
sabrá mi nombre por esta causa en aquel día; porque yo mismo que hablo, he aquí estaré presente”,
(Isaías 52:6). Ahora Jesús se regocija afirmando que les ha revelado a sus discípulos quien es Dios.
El Señor alababa a su Padre en esta oración porque por medio de la palabra que les había
compartido sus discípulos entendían que Él procedía del Padre y que había sido enviado a este
mundo con una misión específica. Con esto, el conocimiento de Dios estaba completo en ellos,
porque no solo conocían al Padre, sino también al Hijo, ya que a través del conocimiento del
Hijo se llega a conocer a Dios y Jesús les había transmitido ese conocimiento: “Todas las
cosas me fueron entregadas por mi Padre; y nadie conoce al Hijo, sino el Padre, ni al Padre conoce
alguno, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo lo quiera revelar”, (Mateo 11:27).
El Señor Jesús comienza su oración rogando por la vida de sus discípulos, aquellos que le habían
sido entregados por su Padre y ahora le pertenecían a Él: Yo ruego por ellos; no ruego por el
mundo, sino por los que me diste; porque tuyos son, y todo lo mío es tuyo, y lo tuyo mío; y he sido
glorificado en ellos.
1. los discípulos son propiedad exclusiva de Dios. En la Biblia repetidas veces se hace
referencia al pueblo de Señor y con esas palabras se entiende que su pueblo le pertenece: “Mas
vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que
anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable; vosotros que en otro
tiempo no erais pueblo, pero que ahora sois pueblo de Dios; que en otro tiempo no habíais
alcanzado misericordia, pero ahora habéis alcanzado misericordia”, (1 Pedro 2:9-10).
2. Los discípulos que han sido dados a Cristo por Dios no son de este mundo . Jesús no está
orando por todo el mundo, Él ora por sus discípulos los cuales ya no son de este mundo, aunque
todavía vivían en este mundo, de aquí que todos los cristianos sabemos que somos peregrinos en
este mundo ya que nuestra ciudadanía está en los cielos: “Amados, yo os ruego como a extranjeros
y peregrinos, que os abstengáis de los deseos carnales que batallan contra el alma”, (1 Pedro 2:11).
3. Los discípulos que son propiedad exclusiva de Dios y que han sido dados a Cristo lo
glorifican a través de su discipulado. Sería a través de ellos que después de su resurrección su
nombre seria anunciado y muchas obras milagrosas se harían dando testimonio que Jesús es el
Unigénito Hijo de Dios: “Y por la mano de los apóstoles se hacían muchas señales y prodigios en el
pueblo; y estaban todos unánimes en el pórtico de Salomón. De los demás, ninguno se atrevía a
juntarse con ellos; más el pueblo los alababa grandemente”, (Hechos 5:12-13). Estos discípulos que
Jesús había preparado serían los que anunciarían su nombre y muchas señales harían en su
nombre de tal forma que su nombre seria glorificado a través de ellos.
1. una de las cosas que pide para ellos es la PROTECCIÓN DIVINA: 11Y ya no estoy en el
mundo; más éstos están en el mundo, y yo voy a ti. Padre santo, a los que me has dado, guárdalos
en tu nombre…. 14Yo les he dado tu palabra; y el mundo los aborreció, porque no son del
mundo, como tampoco yo soy del mundo. 15No ruego que los quites del mundo, sino que los
guardes del mal. 16No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.
Sus discípulos tendrían un enemigo, Satanás, y este haría que el mundo los aborrecería porque este
mundo no conoce a Dios, por ello serian perseguidos por su fe. Basta leer el libro de los Hechos de
los Apóstoles para ver como los primeros discípulos fueron perseguidos, pero la iglesia fue
preservada por el poder de Dios y creció en medio de grandes persecuciones: “Y convinieron con él;
y llamando a los apóstoles, después de azotarlos, les intimaron que no hablasen en el nombre de
Jesús, y los pusieron en libertad. Y ellos salieron de la presencia del concilio, gozosos de haber sido
tenidos por dignos de padecer afrenta por causa del Nombre. Y todos los días, en el templo y por las
casas, no cesaban de enseñar y predicar a Jesucristo”, (Hechos 5:40-42).
Sin embargo, Jesús daba gracias a su Padre porque durante su tiempo en esta tierra Él los había
cuidado y ninguno se había perdido a excepción del hijo de perdición: 12Cuando estaba con ellos en
el mundo, yo los guardaba en tu nombre; a los que me diste, yo los guardé, y ninguno de ellos se
perdió, sino el hijo de perdición, para que la Escritura se cumpliese.13 Pero ahora voy a ti; y hablo
esto en el mundo, para que tengan mi gozo cumplido en sí mismos.
Este hijo de perdición es Judas Iscariotes, el traidor, y la palabra griega que aquí se traduce como
“perdición” es apóleia palabra que sugiere una ruina total. Así, Judas Iscariote fue el hombre que
traicionó a su Maestro y esto lo llevo a su ruina total lo cual ya había sido anunciado por las
Escrituras: “Aun el hombre de mi paz, en quien yo confiaba, el que de mi pan comía, alzó contra mí
el calcañar”, (Salmo 41:9).
2. Jesús también pide en esta oración es por la UNIDAD DE SUS DISCÍPULOS: 11bguárdalos
en tu nombre, para que sean uno, así como nosotros.
Jesús pedía para que ellos fueran uno así como eran uno el Padre con el Hijo, y de igual forma pedía
que sus discípulos fuesen de un mismo sentir, un mismo propósito, un mismo bautismo y
una misma fe
y este principio fue pregonada por la iglesia desde sus primeros comienzos: “Con toda humildad y
mansedumbre, soportándoos con paciencia los unos a los otros en amor, solícitos en guardar la
unidad del Espíritu en el vínculo de la paz; un cuerpo, y un Espíritu, como fuisteis también llamados
en una misma esperanza de vuestra vocación; un Señor, una fe, un bautismo, un Dios y Padre de
todos, el cual es sobre todos, y por todos, y en todos”, (Efesios 4:2-6). LA UNIDAD EN SUS
DISCÍPULOS IBA A SER CLAVE PARA LA MISIÓN QUE LES ESPERABA.
Estas palabras, “los he enviado” se traduce de otra palabra griega que es apostélo (ἀποστέλλω), y
de aquí deriva el termino apóstol por el cual llegaron a ser conocidos los 11 discípulos del Señor.
De esta forma, los apóstoles fueron los enviados de Cristo a predicar su evangelio, y así como el
Padre lo había enviado a Él, ahora Él estaba enviando a sus apóstoles para que cumplieran con su
misión y por ello le pide a su Padre que los santifique: 19Y por ellos yo me santifico a mí mismo,
para que también ellos sean santificados en la verdad.
La santificación es esto, ser apartado por Dios para vivir y servirle a Él, ya que nada inmundo
puede permanecer en su presencia, pero ahora el Señor los estaba santificando lo cual les daba la
potestad de ser su propiedad exclusiva, sus instrumentos de justicia a través de los cuales llevaría el
evangelio a este mundo perdido.
ASÍ FUE COMO EL SEÑOR ORÓ POR SUS DISCÍPULOS SABIENDO QUE LA OBRA QUE
INICIO SUS DISCÍPULOS LA CONTINUARÍAN.