Libro Completo Relatos en Tiempos de Pandemia

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RELATOS EN TIEMPO DE

PANDEMIA

TRABAJO COLABORATIVO
ESTUDIANTES DE LA MODALIDAD
JÓVENES Y ADULTOS

NEUQUÉN 2022
Consejo Provincial de Educación del Neuquén. Dirección General Modalidad Jóvenes
y Adultos
Relatos en tiempo de pandemia : trabajo colaborativo estudiantes de la modalidad
jóvenes y adultos / 1a ed. - Neuquén : Centro Editor, 2022.
74 p. ; 21 x 15 cm.

ISBN 978-987-48611-5-3

1. Educación de Adultos. 2. Literatura. I. Título.


CDD 374.002

CENTRO DE DOCUMENTACIÓN E INFORMACIÓN


EDUCATIVA
ALICIA PIFARRÉ
Director Provincial CeDIE
Bibl. Iván Ramiro Nicola

Director General de Asistencia Técnica


Tomás Watkins

Diseño y maquetación
Iván Moyano

Coordinación General de la publicación


Prof. Claudia Edith Alday
Compilación
Prof. Viviana Bordón
Ilustración de tapa
Prof. Alejandra Alonso
Ilustración de contratapa
Erica Pafian - E.P.A N° 10 - sede C.I.C - Cordones del Cha-
pelco – San Martín de los Andes

cedie.neuquen.edu.ar/CENTRO EDITOR

Fecha de catalogación: 23/09/2022


Queda hecho el depósito que previene la ley 11.723
Se permite la reproducción del contenido siempre que se cite la fuente.
Autoridades

Gobernador
Cr. Omar Gutiérrez

Vicegobernador
Cr. Marcos Koopmann

Ministro de Gobierno y Educación


Sr. Osvaldo Llancafilo

Presidenta
Prof. Ruth Flutsch

Subsecretaria de Articulación de Políticas Públicas


Educativas
Lic. María del Pilar Corbellini

Directora General de la Modalidad Jóvenes y


Adultos-Neuquén

Prof. Claudia Edith Alday

3
4
Prólogo

Escribir y leer son las formas más humanas de acer-


carnos al saber y a la emoción.
En tiempos de pandemia, la escritura fue parte de una
construcción de lazos con el mundo a partir de atrave-
sar vivencias signadas por la contingencia y la incer-
tidumbre. Sin embargo, y pese a la oscuridad de esos
tiempos, nos albergó algo cierto y real: la palabra.
Aprender no tiene edades ni distinciones y estos es-
critos son un reflejo de la co-creación entre estudiantes
y docentes de la Modalidad de Jóvenes y Adultos que
hoy, a través de este libro, podemos disfrutar.
Los invito a recorrer estas páginas.

Lic. Ruth Flutsch


Presidenta Consejo Provincial de Educación

5
Prólogo

Lectoras y lectores: este libro es lo que el ícono de la


tapa comunica, una antología de relatos que permite
sentir y conmovernos frente a un escenario de hiper-
complejidad a nivel mundial: la pandemia. Nos mues-
tra las distintas miradas y sentimientos que embargan a
sus protagonistas.
Este escrito breve tiene como propósito ayudar a
orientar en la lectura y a conocer mejor a los estudiantes
de nuestra modalidad.
En la presente obra encontrarán vivencias que reflejan
profundos sentimientos y sensaciones que atravesaron
a las alumnas y los alumnos dejando sus huellas.
Cuando se decide escribir, cada persona hace explí-
cito aquello que está guardado en un recuerdo, en una
experiencia, en un dolor o situación placentera. Mo-
mentos aquellos que pudieron vivirse en plena soledad
o en un compartir con otros, con las limitaciones que el
contexto impuso.
Los estudiantes desearon participar de la escritura de
la presente obra porque en ella identificaron una posi-
bilidad de poner palabras a una situación que invadió
la cotidianeidad, las rutinas. Una realidad que nos in-
terpeló desde diversos lugares. Por ello desde la Direc-
ción de la Modalidad se brindó la posibilidad, a quienes
lo desearan, de reconstruir la mirada de lo acontecido
desde sus propias historias.
¡Ahora sí! Abre este libro, lee y guarda en tu corazón
los sentimientos que motivaron su escritura.

Prof. Claudia Alday


Directora General de la Modalidad Jóvenes y
Adultos-Neuquén
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Creciendo en pandemia

Piedra del Águila 23 de agosto de 2029

A mi “yo” del pasado


Parece extraño, pero es así: debo escribirte para que com-
prendas que hacer en esta situación. Calma parece algo con-
fuso, pero voy a contarte que está pasando y cómo puedes
manejar esta situación, yo ya viví la pandemia.
Para empezar, quiero decirte que yo en ese momento
estuve en casa, no salí a ningún lado, ni a comprar. Es-
tuve con Ivana, Anabel y papá. Él miraba tele casi todo
el tiempo, Ivana cocinaba bastante creo que, para matar
el aburrimiento, Anabel ordenaba la pieza, cambiaba
los muebles del lugar, y yo/vos/nosotros jodiendo con
el celu, bueno también ayude a ordenar la pieza y por
momentos ordene mi ropero para no aburrirme estando
encerrado en casa, sin poder salir si quiera a caminar.
Estando en casa aprendí a ayudar en todo lo que se
podía. También es necesario que sepas que vas a dor-
mir bastante, es para cortar un poco el aburrimiento, un
consejo que te doy desde acá es que podés aprovechar
hacer ejercicio, eso yo en ese momento no lo hice y hu-
biese estado bueno. Vas a tomar muchos mates, kilos y
kilos de yerba vas a usar, calculo que fue en pandemia
cuando nos convertimos en expertos cebadores de ma-
tes, a papá le encantaron los mates de ese momento.
Después que decirte, la rutina sigue por un tiempo,
vas a continuar ayudando a Ivana y Anabel a limpiar,
lavar y ordenar, ya que con el Covid-19 no se puede sa-
lir ningún lado. Lo mejor que podés hacer es quedarte
en casa, para evitar contagiarte y proteges así a la fami-
lia del virus. Papá es de riesgo, pero tranquilo, por suer-

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te entre todos nos cuidamos muy bien y de esta sale,
eso sí, tené en cuenta lo que te estoy diciendo, no salir
a ningún lado y cuando alguno salga, lavarse bien las
manos, andar con barbijo y todo va a funcionar.
Por estos momentos seguro ya se te cruzaron pregun-
tas como ¿si te contagias que va a pasar? ¿me voy a mo-
rir? ¿qué va a pasar con la familia? ¿la vacuna cómo va
a afectar a nuestro cuerpo? ¿realmente la vacuna nos va
a ayudar?
Tranquilo; desde ya te digo que todos en la familia
nos vacunamos y por suerte más que el pinchazo no
va a ser, eso sí la vacuna ayuda a que los síntomas sean
leves, no evita que te contagies, así que una vez que te
la pongas seguí cuidándote. Por suerte esta pandemia a
la casa no entró.
Desde acá te digo que, con cuidarse mucho y seguir
las reglas alcanza, nos espera un futuro brillante, así
que por favor seguí al pie de la letra todo lo que te conté
y vamos a estar muy bien.

Emanuel F.
Nucleamiento N° 6 - Piedra del Águila
Formación por Proyecto

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El valor de la libertad

2020. Despertó el monstruo del encierro para robarnos


la libertad de vivir, de disfrutar, de compartir. Nos lle-
nó de angustia, miedo, dudas, desesperación y muerte.
Este gigante estaba en todo el mundo, y sin piedad, no
nos permitía huir. Su maldad y su poder no distinguían
raza, edad, credo o clase social.
Este monstruo no actuaba solo. Adquiría más poder
con la desinformación, la ignorancia, el exceso de datos
erróneos, la desconfianza y el descreimiento de la gente.
Cada uno de sus avances era un rayo que caía y nos
separaba de nuestros afectos, de nuestros seres queri-
dos. Nos obligó a distanciarnos y a quedarnos en casa,
extrañando las reuniones, los cumpleaños, los festejos o
simplemente el solo estar juntos alrededor de un mate.
La soledad y el silencio, empezaron a vivir entre no-
sotros. Los sonidos que antes nos eran familiares desa-
parecieron, y las mañanas solo ofrecían el canto de los
pájaros.
Las víctimas de este monstruo, cuando se sintieron
acorraladas y amenazadas, comenzaron a buscar una
salida para enfrentarlo y tratar de combatirlo y elimi-
narlo.
En un principio, para atacarlo, utilizaron una poción
líquida desinfectante, con un fuerte olor, que funciona-
ba como barrera momentánea. Después, para acompa-
ñar la protección fuera de sus hogares, sumaron una
nueva pócima gelatinosa que podían llevar encima.
A pesar de estos métodos, el maligno ser seguía avan-
zando y robándose vidas. A raíz de ello, los magos a
cargo de la población, crearon una máscara especial con
superpoderes, que no dejaban actuar al monstruo.

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Todo el universo estaba bajo la maldición de este ser
siniestro, por lo tanto, no había escapatoria ni sitio se-
guro.
El manto verde de la esperanza moría poco a poco,
como una seca planta marchita.
Sin embargo, los magos, hadas y hechiceros del pla-
neta, seguían buscando una fórmula destructiva y letal.
Es así que un buen día, hallaron una luz esperanzado-
ra, de la mano de una mágica preparación, que parecía
ser la solución efectiva, que tanto buscaban.
Una parte del pueblo estaba descreída de este brebaje
propuesto por los hechiceros, mientras que otros gru-
pos deseaban tenerlo cuanto antes.
Se generaron aglomeraciones de todos los que con
desesperación buscaban la salvación, el aire puro, la ali-
mentación saludable, el movimiento del cuerpo, la paz
de la mente y del corazón.
El tiempo pasó y el temido monstruo perdió fuerza.
En su recorrido fue sanando y cerrando etapas, aclaran-
do la visión, y ordenando los sentimientos de la gente.
También regaló tranquilidad, paz, equilibrio y muchas
certezas.
Hoy, se sabe que, para estar bien, para ser fuerte y
para enfrentar a este y a otros monstruos, es necesario
unir fuerzas.
Entendimos que es vital cuidarnos y cuidar a quienes
nos rodean, porque sólo acompañados y queridos, so-
mos invencibles.

Silvia C., Joaquin C., Mauricio G., Lucas R., Adelia B.,
Rita V. Laura S., Abril M., Isabel T.
Relato de tercer ciclo - E.P.A. N° 6 - Neuquén

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“Vivencias en tiempos de pandemia”

El gobierno nacional y la O.M.S. (Organización Mun-


dial de la Salud) declaran cuarentena nacional obligato-
ria el 11 de marzo de 2020. El primer caso confirmado
en Argentina fue el día 3 de marzo… y a partir de aquí,
una historia triste e insólita que nunca vamos a olvidar.
Fueron años terribles, donde la humanidad entera se
detuvo y los trabajadores de la salud se convirtieron y,
realmente lo fueron y lo son, en Héroes como si se trata-
ra de un cómic o de una historieta…pero era real lo que
estaba sucediendo. No poder vernos, no poder abrazar-
nos y con el temor permanente de la muerte rondando
en la puerta de tantos hogares de familiares, amigos y
vecinos.
En lo personal viví una experiencia muy dura que la
llevaré conmigo hasta el fin de mis días. Soy Etelvina,
tengo sesenta y un años y vivo con mis hijos. Angelina,
mi hija, es paciente renal y viaja tres días a la semana a
la ciudad de Neuquén para dializarse.
El día 29 de mayo de 2021, empiezo con síntomas
compatibles al virus, entre ellos mucha fiebre. Por tal
motivo, me realizan el test y como era previsible doy
POSITIVO-COVID. Por lo que comienza el aislamiento
por quince días para toda mi familia.
Al mismo tiempo, una de mis hermanas ya estaba in-
ternada, víctima de este irreconocible e insólito virus.
Nunca voy a olvidar ese momento en el que, por estar
aislada, no sabía realmente la gravedad de su estado de
salud.
Vivo en Picún Leufú, capital del viento. En algunas
tradiciones, el mismo ha sido símbolo de vida y de li-
bertad; en otras, aparece como elemento dispersador o

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transportador de males o malas noticias…
Así sucedió aquella tarde gris y ventosa. Llegaron a
casa mi hermano, mi hijo y mis nietos. Separados por la
cerca, en la vereda, yo sólo pregunté: -¿Cómo está Susy?
Ninguno de ellos pudo responder, pero vi la respuesta
en sus ojos tristes, en las miradas ausentes y perdidas…
y comprendí lo que había sucedido.
Así, en la sombría tarde, en la frialdad de estar separa-
dos por una reja, tratamos de consolarnos.
Fue uno de los momentos más dolorosos de mi vida,
no poder abrazar a mi sobrino ante la irreparable y te-
rrible pérdida de su madre, no poder ir al cementerio a
darle el último adiós… parecía un sueño… una escalo-
friante pesadilla de la cual no podía despertar.
Creo que la humanidad entera jamás imaginó que este
virus iba a paralizar nuestras vidas y lo peor que venía
acompañado de dolor, sufrimiento, desorientación, an-
siedad, estrés y quebranto.
Tal vez fue un mensaje de nuestro Dios, tal vez quiso
decirnos que lo mundano es sólo un envase y que es
tiempo que realmente los seres humanos HONREMOS
Y VALOREMOS LA VIDA… pero ojalá nunca más vol-
vamos a pasar por esto…

Etelvina V.
Tercer ciclo - C.E.P.A. N° 121 - Picún Leufú

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Nuestras vivencias en pandemia

Nosotros comenzamos a escuchar, reiteradamente en


diversos noticieros, información sobre un nuevo virus
que provenía de un mercado localizado en el país de
China. Rápidamente comenzó a expandirse por oriente,
pero nosotros, en ese momento, estábamos lejos de ima-
ginarnos que llegaría hasta nuestras tierras. Ese verano
hicimos una vida normal, disfrutando del sol que nos
abrazaba.
Arrancando marzo, con todos los preparativos para
tener un gran año escolar, reencontrarnos, conocer nue-
vos compañeros/as y ver a nuestras docentes, recibimos
una gran noticia cual balde de agua fría: “comenzaron
las restricciones en nuestro país debido a la pandemia”.
Durante este periodo pudimos incorporar a nuestro
vocabulario muchísimas palabras nuevas, comenzan-
do, valga la redundancia, por “pandemia”. Luego, in-
vestigando sobre el ya famoso “Covid 19”, apelando al
conocimiento y racionalizando la información.
Nuestra vida cambió drásticamente, no podíamos ve-
nir a la escuela, ni a una plaza a compartir un mate,
menos a la cancha a jugar al fútbol. Ya no podíamos
trasladarnos en colectivo ni a corta ni a la distancia,
los aviones no funcionaban; Sólo podían transitar li-
bremente los trabajadores esenciales, los que estaban
relacionados a la salud, a la fuerza del orden (policía,
gendarmería; etc.), los bancos atendían solo con turnos
y los comercios que proveían de alimentos en horarios
limitados. Teniendo un horario especial, los adultos
mayores, para proveerse de productos básicos.
Durante todo este período, sentimos miedo y todas
las emociones relacionadas a él: agobio, ansiedad, de-

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presión, angustia y soledad.
Sin embargo, durante esta difícil época en donde mu-
chas personas no tenían trabajo y no podían alimentar
a sus familias, surgieron propuestas solidarias tales: co-
medores barriales, cajas o bolsas de alimentos, y activi-
dades comunitarias de ayuda.
Se amplió la forma de comunicarnos y también nues-
tro vocabulario, aprendimos palabras como videolla-
madas, zoom, meet y hubo urgencias por aprender a
instalar y usar aplicaciones en nuestros celulares, como
así también modernizarlos, ya que muchos eran obso-
letos.
Esperábamos con ansiedad y alegría el horario para
comunicarnos con nuestros compañeros y docentes.
Tratamos de elegir un lugarcito en nuestra casa para
socializar y aprender y que no molestaran mientras es-
tábamos en clase, aunque hubo algunas interrupciones.
Hubo dificultades relacionadas a la conexión de in-
ternet, y se acentuaron diferencias relacionadas a la fal-
ta de dispositivos acordes.
Particularmente nuestro grupo sufrió las consecuen-
cias de lo antes mencionado, y varias personas mayores
no pudieron comunicarse virtualmente, y debieron vol-
ver a su lugar de origen por razones económicas. Tam-
bién sufrimos la pérdida de un compañero, que nos cos-
tó mucho salir adelante.
Esta pandemia nos dejó grandes enseñanzas, valorar
nuestras familias y amigos/as, tener la libertad de mo-
vernos, de asistir de manera presencial a clase, de tomar
mate con amigos/as, de abrazarnos y saludarnos con
un beso, a viajar, etc, A LAS COSAS SENCILLAS Y CO-
TIDIANAS QUE NOS ALEGRAN LA VIDA.

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Texto Colaborativo:
Mara M., María V.,
Pablo D. M., y Víctor V.
Estudiantes con CUD. de 1er ciclo y 3er ciclo.
E.P.A. N° 10 - Sede Nro. 89 Turno Vespertino
San Martín de los Andes

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Mi vida en pandemia

“Desperté una mañana de marzo del 2020 sin saber


que ese día me convertiría en soldado, en la feroz guerra
contra un enemigo invisible pero muy poderoso. A mis
20 años mi posición de combate fue relajada, el hecho
de vivir en el campo ayuda, pero salir a la ciudad des-
pertó en mí miedo, confusión, sobresalto e impotencia.
Cuando el enemigo llegó a mi hogar afectando a toda
la familia, no tuve miedo, porque confié en la sabiduría
ancestral de mi abuela, y le dimos pelea con remedios
caseros y en pocos días salimos victorioso.”
“Esa misma mañana aquí en Las Coloradas, comen-
zamos a vivir la incertidumbre de la poca información,
se cerraron escuelas, oficinas públicas, pero nadie sabía
bien el porqué; con el pasar de los días crecía la preo-
cupación, cuando los comercios también cerraron y el
accionar de la policía se sentía militar, te recluía a tu
hogar, permisos para salir y entrar al pueblo, barricadas
y retenes policiales, las noticias hacían crecer la preocu-
pación, parecía una guerra ya perdida aunque recién
empezaba la primera batalla. En un intento de escapar
del enemigo me fui con mi familia al campo, de donde
salía cada veinte días más o menos a comprar provisio-
nes, lo cual era una odisea entrar al pueblo y conseguir
los alimentos, un lugar donde el miedo y la desesperan-
za se sentía en el aire; luego me tocó ir a la ciudad para
acompañar a mis otros hijos y el enemigo llegó a mi ho-
gar atacando a mi hija y marido pero le dieron pelea y
pudieron salir, pero en la ciudad realmente viví mi más
profunda angustia al ver tanta muerte y mezquindad
aunque yo no salía de la casa.”

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“Yo por miedo también me fui de mi pueblo en busca
de refugio y compañía mutua con mi hija, la soledad e
incertidumbre pesaba mucho, pero fue ahí donde a pe-
sar de todos los recaudos tomados me enfrente al ene-
migo, realmente ataco con fuerza y me hizo retroceder,
sentí que me aplastaba con su fuerza y me costó bas-
tante afirmarme y empezar a salir adelante, costó, pero
paso a paso lo vencí.”
“Yo viví toda la cuarentena en Las Coloradas, donde
con el pasar de los días la desazón, la angustia y pánico
empezaba a hacer mella en todo el pueblo, el encierro,
y más aún sentirte un delincuente si tenías que salir por
algún motivo, hacía que la tristeza después de las 18hs
se haga desesperante. Sin embargo el alcohol en gel los
barbijos no fueron suficiente para detener al enemigo,
que entro en mi hogar atacando sin piedad ni compo-
sición, a mi hijo y a mí, y siendo solo nosotros dos co-
menzamos a sentir la soledad aunque la comunidad se
solidarizó con nosotros, nos traían comida, leña para
calefaccionarnos y remedios y si necesitábamos algo
mas también; mi hijo salió pronto adelante, pero yo
pase momentos duros, la falta de aire fue lo principal ,
y como un ladrón salía a escondidas al patio de casa a
poder tomar aire y respirar un poco mejor tratando de
dominar el miedo y pánico que me invadía, por mi es-
tado de salud y por el hecho que si un vecino me veía y
denunciaba te hacían multas porque estaba totalmente
prohibido salir de la casa si estabas contagiado, pero no
me deje doblegar y salí adelante derrotando a un ene-
migo que en un momento me hizo llorar por impoten-
cia de no contar con los medios para enfrentarlo.”
Hoy estamos aquí como un grupo recordando lo vivi-
do, desde el campo a la ciudad, desde los remedios ca-

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seros hasta los de farmacia, todos sirvieron para enfren-
tar al Covid 19 y mitigar el dolor que otros sufrieron
por ver morir a sus seres queridos. Nosotros perdimos
a una compañera; a pesar de esto hoy nos sentimos más
fuertes, aunque no bajamos la guardia.

Nélida Q., María Luz M, Silvia P, Jesús B.


E.P.A. N° 2 anexo las coloradas.

David G.
E.P.A. N°10 - Casa 86 - San Martín de los Andes

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Anécdotas en pandemia

Esto que voy a comenzar a relatar parece extraído de


un libro de fantasía o alguna especie de chiste malo,
pero no, esto fue realidad.
Una tarde en la que yo estaba en mi trabajo en hora
de descanso prendí la tele, como es costumbre entré a
mirar deporte y me llamó en ese momento mucho la
atención cuando empezaron a decir que se suspendían
los partidos de fútbol porque estábamos en pandemia,
que estábamos por comenzar una en cuarentena en
donde nadie iba a poder salir, hasta ese momento era
todo muy nuevo para mí, me llamó mucho la atención
porque se suspendían las clases, todo era sumamente
extraño para mí.
Desde ese día empezó a mermar el trabajo, ya no había
tanto movimiento en la empresa. El que salía a trabajar
era porque era esencial, nada más, los demás debían
permanecer en sus casas. Yo estaba entre los trabaja-
dores esenciales; cada vez que salía de franco o tenía
que ir a trabajar me tenía que hisopar, luego pasar por
un montón de tests de Covid-19 y tenía que andar con
una declaración jurada donde decía que era trabajador
esencial. Todo lo que pasó en ese momento, fue nuevo.
Al principio tenía miedo de contagiarme en mi tra-
bajo, y volver así a mi casa y contagiar a mi familia; o
de ver a mis padres porque, como son mayores, ellos
entraban en esa categoría de “personas de riesgo”. Pero
bueno, como todo fue pasando, con el tiempo creo que
la mayoría nos fuimos contagiado. En la familia por
suerte, no sé si tiramos la moneda y cayó a nuestro fa-
vor o qué, pero no nos afectó mucho porque ninguno
llegó a estar internado, ahora a la distancia pienso que

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eso nos dio confianza o nos relajó como familia.
Pasamos por una montaña rusa de emociones, senti-
mientos y sensaciones en donde día a día íbamos in-
corporando desde hábitos hasta vocabulario nuevo, pa-
sando unas cuantas páginas ya de este capítulo de mi
vida, recuerdo una anécdota, algo que me paso. Fue en
mi trabajo, éramos cuatro compañeros que estábamos
en un campamento y uno de nosotros se contagió, no
supimos cómo, porque como dije éramos cuatro perso-
nas que estábamos aisladas de todo, no veíamos a na-
die. Para que no nos bajaran y lo aislaran en Neuquén
en un hotel (porque era lo que se hacía en ese momen-
to, además de descontar los días, te señalaban como “el
contaminado con algo terminal”) decidimos no avisar
nada. Como teníamos un diagrama re largo de 28 días
de trabajo por 14 de franco, no avisamos nada; fueron
cuatro o cinco que anduvimos muy engripados sin sen-
tir el gusto a la comida, perdimos el olfato, pero nada
más que eso. Entonces para cuando ya teníamos que
salir de franco ya estábamos bien, sólo que no teníamos
olfato casi ninguno de los cuatro, no sé ni cómo pasa-
mos los test de control de salida, pero salimos y regre-
samos, todo bien fue. Creo que leve dentro de todo lo
que habíamos visto o escuchado.
Qué más decir... esta bestia que un día apareció nos
marcó de una u otra manera, y al final cada momento
vivido deja un aprendizaje que nos ayuda a crecer. Po-
der sacar fuerzas para continuar se convirtió en cosa de
todos los días, y así fue pasando el tiempo y hoy por
suerte estamos todos bien.

Germán C.
Nucleamiento N° 6 - Piedra del Águila
Formación por Proyecto
23
¡¡¡Cómo lo viví yo!!!

Bueno, yo soy de mirar las noticias. No voy hablar con


exactitud, ni con precisión, ya que no recuerdo bien las
fechas, pero recuerdo que, en diciembre del 2019, en la
ciudad de Wuhan, en China, había casos de Covid 19 y
por esa razón se declaró a esa ciudad en emergencia de
salud pública, primero a nivel nacional y luego a nivel
mundial debido a que se propagó rápidamente.
Decían que lo había causado un murciélago después…
nunca se supo bien cuál fue lo que causó semejante de-
sastre mundial, ya que hubo muchas muertes, esta en-
fermedad fue desastrosa para los seres humanos.
Yo tenía esperanza de que no llegará acá, tenía mie-
do. Me corrijo: miedo no, respeto a la enfermedad. El
miedo no era por mí, era por mi familia. Cómo sería si
llegara y nos tocara vivir. La incertidumbre, que jamás
había vivido, saber que moría tanta gente en otros paí-
ses y de golpe ¡¡¡PUM!!!
Llegó a la Argentina, el primer caso, el 3 de marzo
de 2020. ¡OOOH! Qué difícil fue controlar eso… Fueron
aumentando los casos mientras pasaban los días.
Hasta que llegó el 20 de marzo, fue cuando que-
damos aislados, encerrados por el aislamiento Social
Preventivo y Obligatorio. ¡Qué difícil! Sólo podían mo-
verse de sus hogares personal esencial, médicos, poli-
cías, bomberos, personal de supermercados y solo un
integrante de la familia podía salir hacer las compras.
No poder ver a la familia fue terrible, saludar de lejos,
no poder abrazar ni besar, sólo choque de puño.
El 19 de abril del 2021 fue un día muy triste para toda
la familia, falleció el abuelo de mis hijos mayores, Don
Horacio, una gran persona. Nos invadió una tristeza

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enorme, pero a su vez nos llenaba de tranquilidad que
no fue el Covid que se lo llevó, fue su vejez: su corazón
ya no quería más y decidió partir.
Yo fui a acompañar a mis hijos, en ese momento ya no
era tan estricto, se podía circular un poco más. Como
era una persona muy importante para la Comunidad
Mapuche Curruhuinca, comenzó a sumarse más gente,
cuando nos dimos cuenta era un mundo de gente que
venían a despedirlo al abuelo. Si bien hubo prevencio-
nes algunos lo entendieron y otros no, no se usó barbijo,
ni hubo distanciamiento ni nada.
Y una de las consecuencias fue que comencé a sentir-
me mal, como a los cuatro días después, esto fue el día
viernes, el lunes fui al hospital y el hisopado dio positi-
vo directo. Tenía el virus instalado en mi cuerpo, sentía
mucho dolor, fiebre, tos interminable, cansancio, sólo
quería dormir y no tenía apetito. Antes de enfermar pe-
saba 80 kilos y cuando mejoré llegué a los 67 kg.
Mi nene me cocinaba, me atendía, pobrecito. Fue el
único que quedó aislado conmigo, no tuvo casi sínto-
mas, me cuidó los 15 días, me hablaba, me hacía levan-
tar, me pedía que no me rindiera. Fue muy triste para él
verme en ese estado. Él se ocupaba de llamar a los otros
hermanos para pedirles remedios, ellos nos traían cosas
para comer; remedios caseros para mejorar porque es-
taba muy mal y creo que mi chiquito me dio la fuerza
para salir adelante.
Mientras iba mejorando, me enteraba que Anita se
estaba muriendo; ella era una de las chicas que se había
contagiado conmigo... y al mes falleció Clementina. Las
tres nos contagiamos en el mismo momento y sólo yo
sobreviví, que tristeza más grande por ellas, por su fa-
milia y a la vez agradecida a Dios de poder disfrutar de

25
mi familia de nuevo. Tal vez no era mi hora y Dios me
dio la oportunidad de estar acá con mis hijos.
Pasaron varios meses y las secuelas quedan, siento
ahogamientos, esa tos que nunca se fue. Tuve pérdida
del olfato y del gusto, agarraba la sal y le echaba a la
comida, mi nene la tiraba a la basura porque estaba in-
comible de tanta sal que tenía, pero yo no sentía nada.
Cuando empezaron a salir las vacunas fue un alivio,
todo el mundo esperanzado que este virus se fuera de
este mundo. Yo me coloqué tres dosis. Y aunque el vi-
rus sigue estando, las vacunas han logrado aplacar y
combatir la mortalidad que éste provocaba.
¡Qué más decir, sólo agradecer a Dios que me haya
dado la oportunidad de estar aquí y aunque mi expe-
riencia fue dolorosa y la tristeza que me provocó la pér-
dida de mis amigas, soy una agradecida de poder estar
aquí, la vida es linda… sólo hay que saber vivirla!

Bristela B.
3er ciclo. E.P.A. N° 10 – SEDE- San Martín de los Andes

26
“Un poblador muy conocido”

Te cuento que la pandemia nos llevó a una persona


muy querida por todo el pueblo, se llamaba Alfredo.
Él siempre estaba para todo lo que se necesitara de él,
nunca te decía NO, siempre ayudaba a la gente.
Día 23 de agosto del 2020, en horas de la tarde, nos
enteramos por la familia, que Alfredo se había conta-
giado de Covid 19 y se encontraba internado en el Hos-
pital Zapala en estado crítico. Todas las personas que lo
conocían pedían para que recuperara su salud, pero él
seguía grave.
Hasta que un día nos confirmaron su fallecimiento, el
27 de septiembre de 2020 al mediodía... fue un día muy
triste para todo el pueblo.
Como era un vecino muy querido se esperó que tra-
jeran su cuerpo y se lo acompañó con una caravana. Lo
esperaban en la entrada del pueblo, muchos autos, mo-
tos y gente a pie que recorrieron las calles, pasando por
el frente de su casa hasta la entrada del cementerio de la
localidad, donde fueron sepultado sus restos.
Los meses posteriores fueron muy tristes para la fa-
milia, los amigos y toda la comunidad de El Huecú, a
pesar del sentimiento, teníamos que ser fuertes para
ayudar a sus seres queridos.
Yo, por mucho tiempo, no pasaba por al lado de su
tienda, porque parecía que lo iba a ver sentado en una
silla, afuera de su negocio, en la vereda. Me costó mu-
cho volver a pasar por ahí y asimilar que él ya no estaba
con nosotros, pero en nuestros corazones siempre va a
estar presente don Alfredo.

Leontina C.
Tercer ciclo. Nucleamiento N° 9 - anexo El Huecú
27
Experiencia escolar en pandemia

En tiempo de pandemia yo no estaba estudiando, pero


sí mis hijos, los cuales tuvieron clases, en ese momen-
to en forma virtual. Las maestras mandaban las tareas
por pdf y yo las imprimía y así realizábamos las tareas
en casa. Y si yo podía, los ayudaba un poco, pero muy
poco, los días lunes y viernes tenían clases a las 9 am
donde les explicaban las tareas, las hacían y luego se
las corregían porque yo les mandaba las tareas por fo-
tos; así la maestra me decía si estaba bien. Pero fue muy
difícil llevar ese tiempo, no fue lo mismo, costó mucho
aprender.
Se extrañaba mucho a los compañeros de la escuela,
jugar, salir a la plaza, que no se podía salir ni ver a la
familia, se extrañaba mucho todo lo que antes hacíamos
sin problemas.
Fue muy complicado, nos podíamos saludar solamen-
te por teléfono.
Se extrañaba también hacer otras actividades, salir a
comprar, verse con los amigos y familiares.
Todo el tiempo en la casa, realmente muy difícil, in-
cluso nos sentíamos mal, como deprimidos.

Mirtha Yanet V.
3° C T.M. Nucleamiento N° 3- Neuquén

28
Mirtha Yanet V.

29
Cuento

Fue tan difícil el momento vivido, estar encerrado en


tu casa, no poder juntarnos con familiares y amigos, no
poder salir a trabajar, era mucha la angustia. No poder
compartir con nadie, muy triste de ver a mi pueblo que
no andaba gente en la calle.
Teníamos días y horarios para salir a comprar, tenía-
mos que usar el barbijo y acostumbrarnos al uso dia-
rio. Nos costó mucho entender lo que estaba pasando,
después de meses salimos a caminar con horarios. No
podíamos juntarnos con otras personas.
Tiempo después se empezó arreglar la situación; al
año siguiente empezamos a trabajar con mucho cuida-
do, usar barbijos, lavarnos bien las manos, usar alcohol.
Yo tenía miedo de contagiarme de Covid, cuando sa-
lía a comprar me sacaba todas las prendas que andaba
usando y me bañaba; después fue cambiando mi vida.
Se me fue el miedo y ahora me estoy acostumbrando
a lo que está pasando. Todavía no se termina la pande-
mia, hay que seguir cuidándose.

Liliana C.
Nucleamiento N° 9 - Loncopué

30
Tiempos de pandemia

Les voy a contar un poco de cómo viví el tiempo de


pandemia del Covid. Yo era una persona que caminaba
mucho todos los días, porque soy una persona hiperac-
tiva. Era una productora y también cuidaba a mi nietita
más todo lo que se hace de ama de casa, mamá, espo-
sa, abuela y productora de cerdos y pollos parrilleros
y ponedoras, mis perros, tuve caballo, vacas. Y hacía
la faena de mis animales. También agricultora y hacía
dulces, conserva de frutas, jugos y vendía mis propias
producciones. Además, siempre vendía productos cos-
méticos y ropa.
Al llegar ese virus invisible tuve que deshacerme de
mis animales; me había costado mucho hacerme de una
producción tan linda que me gustaba mucho. Me cos-
taron muchas lágrimas desprenderme de eso, fue súper
triste para mí.
Después dejé de cuidar a mi nieta ya que dieron la
orden de no salir, sentía que me habían cortado las alas
y las piernas, fue muy duro de afrontar, lloré mucho,
no dormía, amanecía caminando, sentía que me habían
arrancado parte de mi corazón, pensaba en mi nieta, me
partía el alma que ella pensara que no la quería más.
Había días que mis ojos lloraban solos, cada día estaba
más lejos de mi familia.
A pesar de que nunca tuve miedo, soy como un imán:
todo me afecta y me preocupa; no miraba tele, pero las
noticias llegaban igual a mí. Escuchaba que se iban per-
sonas y familiares, conocidos y amigos muy queridos y
no poder despedirlos. Sólo resignarme y quedarme con
sus imágenes y recuerdos, pensando que se fueron de
viaje, fue muy triste, pero era lo que estábamos vivien-

31
do. Para mí fue una tortura, no podía salir, me asfixiaba
el tapa boca.
Un día me enteré de que mi hija tenía ese virus, pare-
cía que se me terminaba el mundo, fue muy fuerte esa
noticia para mí, decía: “mi hija no, Dios mío”. Siempre
creí en Dios, pero en ese momento parecía que no tenía
fuerzas, no podía hacer nada para ayudarla. Sólo le pe-
día a dios que no llegara al hospital, que sea leve. Me
aferré más a Dios con toda mi fe, pidiendo por todos.
Después se contagió mi otra hija, yo sin poder ir a su
casa para ayudarla, tenía que hacerlo desde afuera, gra-
cias a Dios fue leve.
Preocupada por todos, tratando de ayudar a los que
podía con lo que tenía, lo hacía con toda la fe y desde
lo más profundo de mi corazón. Me sentía útil en poder
dar una mano al que podía.
Estuve más de un año sin poder ver a mi otra hija,
porque ella se refugió en su casa con su familia; yo su-
fría como mamá y me olvidé de mí. Cuando me di cuen-
ta de que ya no tenía fuerzas recurrí a la doctora, quien
me hizo unos análisis. Cuando vió los resultados se dio
cuenta de que tenía pocas defensas, que me faltaban
vitaminas, había bajado mucho de peso. Me mandó a
resguardarme con tratamientos de vitaminas para subir
mis defensas, me recomendó que estuviera tranquila.
Yo creo en la medicina natural, empecé a hacerme ja-
rabes, jugos, té. Gracias a Dios pude salir adelante con
todo, pero todavía me está controlando la doctora. Sigo
con algunos altos y bajos, empecé a tejer y a limpiar mu-
cho.
Un día me puse a buscar fotos de mis hijas y nietas,
las fui seleccionando desde bebés hasta los quince años;
con cada foto que encontraba lloraba. Con lágrimas y

32
pensamientos logré hacerles un video con música, ex-
plicándoles cada paso de sus vidas, desde que Dios me
dió la posibilidad de ser mamá de tres bellas hijas, me
costó, pero pude hacerlo. Me lloré la vida con esos vi-
deos, pero quería que sepan lo mucho que las amo y las
amaré hasta que mi Dios me dé vida.
Cuando pasó un poco la pandemia mi marido vino a
casa, le mostré los videos y los vi llorar. Me decía: “te
felicito, muy lindo”, y se le caían las lágrimas.
En ese tiempo me di cuenta de que era yo la que lla-
maba a todos y preguntaba cómo estaban, recibí uno
que otro mensaje de personas que conocía, pero de mi
familia nada, lo que me ponía muy triste. Yo decía: “no
valgo un mensaje de mi familia, de mis hermanos, y de
los que dicen ser amigos”. Un solo amigo del corazón
estuvo siempre con sus mensajitos y con la palabra fra-
ternal.
Debido a esto me aferré más a Dios; gracias a la forta-
leza que encontré en él, hoy sigo de pie. Estoy viviendo
algo muy lindo, Dios hizo que se abriera la escuela para
adultos que tanto esperaba, y puso una profesional en
mi camino, por eso le pongo toda la voluntad. Encon-
trarme con estos compañeros para mí es lo más lindo,
y les doy las gracias por mis compañeros, compañeras
y mi seño.

Hilda J.
Anexo E.P.A. Nº 8 - Añelo

33
Hilda J.

34
La pandemia en los parajes

Soy Mónica y viajo todos los días al C.E.P.A. N° 121


de Picún Leufú para terminar mis estudios primarios.
Vivo en Limay Centro, un paraje del departamento
Picún Leufú, provincia del Neuquén, sobre ruta pro-
vincial número 20, situado en la orilla derecha (Sur) del
Arroyo Picún Leufú a 531 metros de altitud sobre el ni-
vel del mar, distante once kilómetros al noroeste de El
Sauce y 21 kilómetros al este de Paso Aguerre.
Un lugar en el mundo en el que nunca imaginamos
que este raro virus llegaría… y sin embargo llegó.
Allá en el medio de la nada… donde subíamos a la
barda para tener señal de celular y poder comunicarnos
con las seños Zulma y Carina para recibir la terea de la
escuela, donde sentimos la tristeza, el miedo, la impo-
tencia y la pérdida de los seres queridos al igual que en
las grandes ciudades.
Muchos vecinos, que no creían que fuera real, se des-
cuidaron y se contagiaron trayendo la enfermedad a los
parajes. Las pérdidas de vidas no fueron importantes
en números, pero fue muy triste ver morir a los vecinos
de toda la vida y en un lugar tan pequeño.
Saber que gente amiga de Picún moría en el hospital
local por no tener camas y respiradores en los grandes
centros médicos de Neuquén y además de ser mayores
de 50 años nos hizo entender que éramos personas con
mayor riesgo a contraer la enfermedad.
A esta situación sumarle el dolor de no poder darles
el último adiós y desde lejos ver sólo un cajón cerrado.
Si bien hay que reconocer los grandes daños que la
pandemia ha ocasionado, no se deja de reflexionar so-
bre los aprendizajes que ella nos ha traído, no solamente

35
desde la perspectiva material que incluiría desarrollar
una infraestructura suficiente en salud, sino que tam-
bién en el campo ético ha dejado temas reflexivos como
valorar la vida, la solidaridad, compasión, reciprocidad
y honestidad. Aunque muchos manifestaron actitudes
de egoísmo, incredulidad, injusticia y mentira; lo que
evidencia que las crisis sacan a la luz lo mejor y lo peor
de la libertad humana.
Lo que más nos caracterizó en estos tiempos de miedo
fue la vulnerabilidad y sentirnos indefensos ante una
enfermedad invisible pero tan letal como las armas que
se utilizan en una guerra.

Mónica Elizabeth S.
Tercer ciclo C.E.P.A. N° 121 Picún Leufú

Durante la pandemia…

Yo estaba triste porque tenía que estar encerrada sola


en mi casa y tejía a crochet, hice un matrón, cinco boinas
y tres maletas. Extrañaba a mi familia.

Mirta C.
E.P.A. N° 10 - Sede C.I.C. - Cordones del Chapelco
San Martín de los Andes

36
2020 Un año inolvidable

Enero 2020: empezó a correr la noticia de que una nue-


va enfermedad afectaría a todo el planeta Tierra. Nadie
pensó que esto cambiaría la vida de todos.
Dos meses después comenzó lo más difícil, RESTRIC-
CIÓN de horario, los niños sin poder ir a la escuela, las
plazas vacías, todos en casa sin poder salir a comprar.
Barbijos y distanciamiento OBLIGATORIO. En ese mo-
mento empezamos a notar las mejillas tristes, falta de
besos, abrazos, frío... brazos fríos.
La PANDEMIA nos estaba pegando fuerte emocional-
mente. No saber qué iba a pasar. Invasión de angustia
y miedos. Más de una vez pensamos que no podríamos
superar esta catástrofe.
Esta experiencia nos enseñó a apreciar lo bello de ca-
minar libremente, poder tocarnos, darnos besos y abra-
zos. Apreciamos el perfume de las flores, el sonido de
los ríos, un mate calentito con los seres queridos. Lo
mejor... sentir el aire libre sin TAPABOCAS.
Luego de dos años puedo darme cuenta de que algo
tan común en nuestras vidas cotidianas es lo más valio-
so que podemos tener.

Soledad A.
E.P.A. Nº 10 - San Martín de los Andes
3er. ciclo. Turno vespertino. Sede casa 4.

37
Nuestros momentos en pandemia

Aquella tarde mientras miraba las noticias escuché


algo que no pensé que me cambiaria de esa forma, todo
lo que voy a contar a partir de ahora son experiencias
que viví durante varios meses.
Aquella tarde escuché en el noticiero que hablaban
de un virus, de una pandemia que se estaba comen-
zando a extender por diferentes países. Días después
llegó a nuestro pueblo. A partir de ese momento todo
cambió, nuestras vidas, cómo las vivíamos, las tuvimos
que guardar como quien guarda lindos recuerdo en un
baúl, y seleccionar nuestro traje pandémico, el cual no
habíamos usado nunca, así que era algo a estrenar, pero
sin felicidad. De repente, de un día para otro nos tuvi-
mos que encerrar en nuestra casa. Yo me encontraba
junto a mi grupo de familia, y cuando teníamos que sa-
lir a comprar solo salía una sola persona por vez.
Los cuidados que tuvimos que empezar a tener no los
habíamos experimentado antes, nos cuidábamos colo-
cándonos barbijos, alcohol en gel cuando entrábamos y
salíamos de los supermercados, siempre debíamos res-
petar el distanciamiento. Cuando regresábamos a casa
nos limpiábamos los pies con un trapo con lavandina,
lavamos y desinfectamos bien las manos, por momen-
tos hasta llegamos a cambiarnos de ropa para no correr
ningún riesgo.
En ese tiempo de encierro yo limpiaba la casa, coci-
naba, lavaba la ropa y planchaba. Por las noches para
que mis hijos no se aburrieran jugábamos a las cartas
y juegos de mesa; realizando una mirada retrospectiva
compartimos también gratos momentos en familia.
Unos de esos tantos días vimos algo extraño por el

38
barrio: de repente una ambulancia para al lado de nues-
tra casa, bajaron personas todas vestidas de blanco, no
se les veía ni la cara, apenas un recuadro trasparente,
nos impresionó bastante y nos preguntamos qué estaría
pasando; horas después nos enteramos que mi vecina,
María, quien vivía con sus dos hijos, Carlos y Juan de 5
y 12 años, se contagiaron, por lo cual los habían venido
a hisopar: tuvieron que ser aislados y debieron cum-
plir cuarentena obligatoria. Por medio de mensajes de
WhatsApp, mi vecina me escribió y nos pidieron ayu-
da para que les hiciéramos los mandados; por supuesto
que no lo dudamos ni por un instante, en esos momen-
tos de pandemia la solidaridad era fundamental para
poder salir adelante y cuidarnos entre todos.
Luego de llevar un largo tiempo de permanecer sólo
en casa y pudiendo hacer salidas, decidimos con mis
hijos ir a renovar energías, a que nuestras paredes se
ampliaran un poco y nos fuimos al campo; ellos ya no
aguantaban el encierro. Mientras estuvimos allá disfru-
tamos de la libertad de poder salir a caminar, de poder
salir sin tener que usar barbijo, de andar otra vez libre-
mente sin distanciamiento, lavado de manos ni pen-
sando cuando regresábamos a la casa si nos habíamos
contagiado, la mente estaba mucho más relajada. Nos
manteníamos informados a través de la radio, cuando
escuché que ya había salido varias vacunas para curar,
frenar a ese monstruo, entre ellas estaba la Sputnik, Mo-
derna, Astrazeneca, Sinopharm y que era una obliga-
ción de ponerse hasta la tercera dosis, así que en ese
momento decidimos regresar.
Recuerdo que a mi hija le pusieron la Astrazeneca y
le afectó muy mal, estuvo con dolor de cuerpo, decai-
miento, dolor de cabeza, sueño, mucha temperatura, y

39
le agarró una depresión que le costó un tiempo recu-
perarse. Nosotros, como familia, nos encontrábamos
muy preocupados, no sabíamos muy bien como poder
ayudarla, ir al hospital no era nada fácil ya que todo el
tiempo se corría riesgo de poder contagiarse. La acom-
pañamos estando a su lado, yo le charlaba mucho, le
dábamos confianza de que todo iba a pasar y se iba a
recuperar. Pasaron los días y por suerte todo salió más
que bien, ella se recuperó, volvió a ser la misma de
siempre y eso quedó y quedará como una anécdota más
de lo que fue vivir en pandemia.
Ahora de vez en cuando miro las noticias, pero algo
en mi rutina cambió: ya nada es igual, disfruto los días
al máximo conversando con mis amigos, familiares, pa-
seando, aprovechando cada momento de la vida.

Elsa C.
Nucleamiento N° 6 – Piedra del Águila
Formación por Proyecto

40
Nuestras vivencias

Lo primero que nos invade es una sensación de tris-


teza al recordar que pasó poco tiempo de la pandemia,
pero a la vez en su momento vivimos días de intermi-
nable incertidumbre, asediados por las noticias y los
datos.
Para la mayoría de nosotros la rutina familiar se vio
afectada, pero aún más en el trabajo, ya que como traba-
jadores petroleros debimos convivir con las normas de
cuidado básicas y laborales y con las sumamente estric-
tas que exigían los tiempos de Covid.
Todos coincidimos en el impacto y temor que nos ge-
neró la llegada de una enfermedad tan mortal y de la
que no se sabía casi nada.
Como sostenes de familia, la estabilidad laboral era
nuestra prioridad, por lo que padecimos esa incerti-
dumbre y temor que generaba algún posible contagio
con la posibilidad de quedar gravemente enfermos y
aislados.
Por otro lado, algunos de nosotros, que trabajamos
por cuenta propia y no tenemos familia, sentimos que
no fue tan penoso el aislamiento por nuestra condición
de no tener compromisos, pero fue muy angustiante es-
tar expectantes a la salud de nuestros padres, adultos
mayores, que incluso pasaron el cuadro del Covid con
cierta gravedad, aislados e internados.
Otro compañero, que había llegado recientemente a
Rincón, en ese momento, desde Santa Fe, nos compar-
tió su experiencia, y nos sorprendió al comentar que
encontró la tranquilidad que esperaba, a pesar de no
poder salir, ya que dejó atrás el acoso que había sufrido
por el bullying en la escuela a la que asistía en su loca-
lidad.
41
Pero no todo fue oscuro. Creemos que recordar aque-
llo que nos marcó en la pandemia casi siempre tiende
a ser negativo; sin embargo inmediatamente reacciona-
mos y nos percatamos de que de cada vivencia siempre
podemos aprender cosas valiosísimas.
Ya nada es igual, afortunadamente nuestras expec-
tativas cambiaron, así como nuestros proyectos. Com-
prendimos que los proyectos no deben dilatarse tanto
porque a veces la vida se para como pasó en pandemia,
y nos vemos impotentes de no poder hacer nada.
Hoy valoramos la salud y la libertad de asistir a clases
como nunca.
Nos enfocamos más en cumplir nuestras metas, pos-
tergadas por tantos años, como terminar la escolaridad
primaria para continuar creciendo en lo personal, fami-
liar y laboral. También para poder estudiar una carrera.
Sobre todo, valoramos aún más el tiempo en familia y
con los seres queridos.
Nos sentimos muy agradecidos y reconfortados de
poder compartir estas experiencias con nuestros com-
pañeros.

Uriel D. Daniel M. Jose Luis V.


3° Ciclo- vespertino- Nucleamiento N° 5
Rincón de los Sauces

42
Covid 19

En 30 de enero la ONU daba alerta de una pandemia


en ciertas partes del mundo. El 20 marzo del 2019 me
encontraba en una reunión de trabajo en Villa Pehue-
nia; luego del almuerzo, al continuar con la reunión,
el presidente de la federación neuquina de bomberos
nos comunicaba que debíamos dar por finalizada la re-
unión porque habían avisado que quedaban suspendi-
das todas las reuniones con aglomeración de personas:
debíamos regresar a nuestros hogares.
A mí personalmente me asustó porque jamás pensé
que nos iba a tocar como país. Angustia por no saber
con qué nos encontraríamos, sólo saber que venía una
epidemia peligrosa y que se expandía fácilmente.
La información que daban tanto desde salud públi-
ca como los medios radiales televisivos eran alarman-
tes. Dado que las complicaciones que sufrían los que
se contagiaban eran variados (pérdida de gusto, olfato,
mucha fiebre, dolores, corporales, fatigas, escalofríos),
lo que más se solicitaba era distanciamiento social.
También nos preocupaba si padecíamos esa epidemia
porque debíamos aislarnos 14 días. Un cambio rotundo
en nuestra vida: tuvimos que aprender muchas cosas
y también cambiar muchos hábitos a los que estába-
mos acostumbrados, como por ejemplo el de saludar a
nuestros familiares y amigos con un abrazo, un beso,
compartir un mate, un vaso de agua, visitarlos en sus
hogares, no poder salir de casa libremente sin horario,
acostumbrarnos a estudiar y trabajar desde nuestros
hogares, resolver situaciones difíciles como se podía,
y limitándose muchas cosas, angustia… Por no saber
cuánto tiempo no llevaría esta situación alarmante que

43
nos llevó familiares, amigos, conocidos de muchos
años. A muchas familias les afectó en su economía ya
que no podían concurrir al trabajo. Más que nada esas
familias que viven del trabajo diario.
A mí personalmente me tocó desde mi trabajo acom-
pañar a los bomberos voluntarios. Éramos unas de las
cinco instituciones que estábamos más cerca de la gente
junto al hospital, policía, desarrollo social, municipali-
dad, defensa civil, etc.
La colaboración que se prestaba desde la institución
era acercarles a las familias con casos confirmados ali-
mentos, remedios, agua, elementos de limpieza para
desinfectar sus hogares. Usando todos los elementos
de protección como por ejemplo guantes, barbijos, tra-
jes impermeables para la protección personal de cada
bombero, y respetando todos los protocolos sanitarios.
Dando lugar y prioridad a las instrucciones médicas.
Como por ejemplo pedirle a la población el uso de bar-
bijo y mascarillas para prevenir que se propagara más
el virus. Diariamente, como lo solicitaba el comité de
emergencia con un móvil de la institución a través de
un parlante por toda la localidad, se le pedía a la socie-
dad quedarse en casa y cumplir con lo que solicitaban
los médicos, ayudarnos y cuidarnos entre todos. Nues-
tra colaboración era con los móviles, equipos adecuados
con los que desinfectábamos espacios públicos. Muchos
lugares donde transitaba gente.
Hay muchas cosas sobre las que nos hizo reflexionar
la epidemia como, por ejemplo, nos hizo ver que cuan-
do llegan situaciones como ésta somos todos iguales: no
hay diferencias de edad ni de clase social, chico, gran-
des, pobres, ricos.
A mí me marcó, me dejo una sensación de tristeza el

44
ver que familias enteras hoy ya no están, personas que
queriendo ayudar al prójimo se contagiaban sin poder
salir de la situación como también lo de no poder darles
el último adiós a familiares y amigos que nos llevó este
Covid 19. Gracias a Dios seguimos dándole batalla y
esperamos que todo se termine pronto.

Mirta I.
Ciclo: 3° anexo E.P.A. N° 8 - Añelo

Mirta I.

45
Pandemia

Allá por el año 2020, un día de marzo, me encontraba


en mi hogar trabajando con unas actividades de jardi-
nería, yo vivo en el campo, en una comunidad peque-
ña, donde hago huerta, hay árboles de sauco con lo que
hago dulce y vendo, además crío animales de corral.
De repente en la radio anuncian la llegada de una PAN-
DEMIA.
Yo no sabía qué significaba ese término, entonces bus-
qué en el diccionario de qué se trataba.
Pasaron los días y parecía que en Argentina no iba a
llegar esa enfermedad, que era algo de otro lugar, yo se-
guía con mi vida con total normalidad. Compartiendo
con mis hijos, caminando con mis amigas, trabajando
con los animales y juntando piñones ya que crecen mu-
chas araucarias en mi zona y en determinada época nos
permiten juntarlos para su venta.
De repente llega el pánico, la gente enloquecida con
las compras de papel higiénico, rollos de cocina, lavan-
dina y alcohol. Hablaban de usar tapabocas o barbijos,
de cómo hacerlos en casa. Los niños no tenían clases.
Todos encerrados, yo seguía sin darle importancia.
Seguía con mi vida cotidiana hasta que empecé a ver en
los noticieros todo tipo de informes sobre muertes, ais-
lamientos, rutas cortadas, horarios para transitar y eso
me llevó a un estado de miedo y pánico. No entendía
nada, era tan ambiguo todo, nada claro, los médicos no
atendían, la policía vigilaba, los vecinos te acusaban.
Empecé a observar a la gente y vi tanto la solidaridad
como la discriminación. Eso me causó mucho dolor,
tristeza, que entre vecinos desconfiemos.
Pero no todo es triste y malo. Pude encontrar ayuda en

46
mi cuñada y en un equipo de terapia, estuve enferma y
ellos me dieron fuerza y esperanza. Utilicé un remedio
casero hecho con paramela. Me sostuvieron mi familia,
amigos y vecinos que demostraron su amor, su com-
pasión, siendo solidarios, atentos, realizando las com-
pras, compartiendo mercadería, cada uno de la manera
posible; desde un llamado, utilizando videollamadas y
además los mensajes radiales me ayudaron a recuperar
la fe y el ánimo.
De a poco me fui recuperando, tomando confianza y
aprendiendo a tomar medidas de cuidado.

David G. – Luciano D. – Juana L.- Marta S.l


E.P.A. N° 10 - Casa 86 T.M. - San Martín de los Andes

47
El recuerdo que golpea

Cuando nos remitimos a este tema, la expresión se


nos transforma.
Recordamos ese momento como un parate obligado y
triste en nuestras vidas que se llevo muchas cosas entre
ellas nuestra normalidad y tranquilidad.
El encierro, el miedo a lo desconocido y la soledad
fueron constantes.
Lo más difícil de incorporar fueron los hábitos de cui-
dado, que luego pasaron casi a obsesionarnos y le diji-
mos obligadamente adiós al mate, un gran compañero
que ya no está más en las rondas con amigos ni en la
escuela…al menos no se lo comparte.
Además, nos dimos cuenta que algunos compañeros
pasaron peores momentos que otros y nos sentimos
afortunados.
Algunos pudimos pasar esa etapa en familia, disfru-
tando el tiempo juntos con actividades nuevas y otros
con la compañía de la soledad, que nos alejo de los
abrazos y los besos de los seres queridos.
En medio de cambios enormes, un compañero llega
a Rincón y pierde toda posibilidad de conocer y hacer
amigos, pasa esa época con mucha tristeza y soledad.
A otros nos toco decir adiós a familiares cercanos…
una despedida amarga que nunca pudo concretarse.
Que hermosos ejercicio es recordar, porque entende-
mos que hay un gran valor en compartir las viviencias.

Yuliana B., Lidia C., Edgar G., Lautaro L.,


Felipa P., Miryam P., Ricardo S., Sofia S., Ariela V.
Nucleamiento N° 5. Rincón de los Sauces

48
Continuar…

Cuando estábamos en pandemia en el año 2020, usá-


bamos barbijo de manera permanente cuando salíamos,
nos poníamos alcohol en gel en las manos a cada rato
y nos tomaban la temperatura en los negocios. Muchas
veces nos anotaban en una hoja nuestro nombre y ape-
llido, dirección y el número de teléfono.
Qué contentos estábamos cuando volvimos a la pre-
sencialidad en la escuela, porque nos reencontrarnos
con nuestros compañeros/as y nuestras docentes.
Había pasado mucho tiempo de no vernos, se extra-
ñaba compartir los desayunos, charlar, hacer las tareas
juntos, las ocurrencias de Cristian, las llamadas de aten-
ción de María y los silencios de Elu. Pero sobre todo, a
nuestras maestras, que las escuchábamos por llamadas
y las veíamos por videollamadas en la época en donde
asistíamos a clase de manera virtual, pero no era lo mis-
mo.
Era muy difícil ese tiempo porque no se podía salir,
las compras las realiza una sola persona en la familia,
era todo un preparativo. Se salía sólo algunos días en la
semana, en un momento tenías que esperar que coinci-
diera con las cifras de tu DNI. Se hacían listas con los
productos que había que comprar durante varios días,
para que no nos faltara las cosas para cocinar o para
higienizarnos.
Se salía con mucho miedo y preocupación, eso sí con
todos los elementos necesarios para no contagiarse.

En la calle nos saludamos desde lejos, no nos podía-


mos acercar, y si lo hacíamos era chocando el puño. Es
una enfermedad que nos alejó de nuestros seres queri-

49
dos, ya no nos podíamos dar un abrazo ni un beso con
los conocidos. Estábamos muy encerrados.
Las compras se realizaban cerca de nuestros hogares.
Cuando usábamos el colectivo para viajar, subíamos
por atrás porque estaba resguardado el chofer con un
nylon, ya no había diálogo con él. No se llenaba el co-
lectivo, siempre había lugar para sentarse y no compar-
timos el asiento… siempre solos, distanciados.
Cuando llegamos a casa, pisábamos en un trapo mo-
jado con alcohol o con lavandina o se tiraba un aerosol
para desinfectar, nos lavamos las manos y los produc-
tos que traíamos se limpiaban con un poquito de lavan-
dina, o se dejaba un tiempo afuera.
En muchos lugares se pedía turno por internet para
poder acceder, por ejemplo, el banco, era re difícil ir a
cobrar, sobre todo la gente mayor la padecía porque no
tenían celulares o no sabían usarlo y era todo de manera
virtual.
Las noticias siempre eran sobre la Pandemia, los infec-
tados en el mundo y cuántos casos había en Argentina;
en San Martín de los Andes se informaba en el facebook
y por la radio los casos que aparecían, los que estaban
internados, fallecían y los que mejoraron.
En nuestras familias no hubo casos de Covid 19, pero
nos cuidamos mucho. Esperábamos con ansias las va-
cunas, que tardaron un montón en traerlas, luego hu-
bieron personas que no querían vacunarse.
Nosotros fuimos los primeros en vacunarse, nos ente-
ramos en el facebook que nos tocaba ir junto a las perso-
nas mayores. En ese momento pensábamos que era una
solución para que frenara esa enfermedad, ya que había
mucha gente que lo estaba pasando muy mal.
Las cosas que aprendimos con la pandemia fueron

50
cuidarnos, protegernos, usar barbijo, taparse la boca
para toser, lavarse las manos muy seguido, usar alco-
hol. En cuanto a los sentimientos lo pasamos muy mal
porque no sabíamos si nos íbamos a enfermar o no… y
si nos tocaba cómo lo pasaríamos. Extrañamos la visita
de la familia y amigos, salir a pasear, estábamos todo el
tiempo encerrados y muy solos.
Hay que tener en cuenta que todavía tenemos que cui-
darnos, esto no terminó, hay casos de Covid 19 y no
se dicen, en los colectivos hay personas mayores que
se cuidan usando tapabocas. Debemos llegar a nuestras
casas e higienizarnos, lavándonos las manos con agua y
jabón cuando volvemos de la escuela, del supermerca-
do, etc. El miedo paraliza, es lo peor. Debemos actuar,
buscar una solución para cuidarnos y continuar con
nuestras vidas.

Cristian M., María S., Eluney F.


E.P.A. N° 10 – Sede Las Retamitas - 2do y 3er ciclo.

51
Enseñanzas

Mi nombre es Ida, tengo 75 años, vivo en San Martín


de los Andes, trabajaba de empleada doméstica y ahora
estoy jubilada.
Cuando el país comenzó con las primeras medidas
contra el Covid 19 me encontraba en casa con Elena, mi
sobrina, ella tiene treinta años y estudia profesorado de
Lengua.
Desde marzo que se anunció cuarentena obligatoria.
Hubo un millón de emociones que pasaron día a día
por mi mente y mi corazón. Me sentía triste porque no
podía salir, miraba las noticias y me daba tristeza la
gente que moría acá y en otros países.
Cuando amanecía me levantaba y desayunaba con
Elena. Después hacíamos actividad física en el patio,
habíamos armado una pila de ladrillos para subir y ba-
jar.
Elena saltaba la soga, yo no podía porque no me daba
el cuerpo, nos divertíamos mucho.
Elena cocinaba y yo la ayudaba lavando las verduras.
Al mediodía escuchábamos las noticias, luego leía el
libro de Martín Fierro, me gustaba porque era divertido
y decía cosas de campo.
Cuando llegaba la tarde mi sobrina hacía scons para
tomar mate, otra vez mirábamos tele, una novela.
Le dábamos la comida a los perritos y a los gatitos.
Tenemos tres gatitos y cuatro perritos, Elena rescata
animales de la calle. Era difícil sacar a las mascotas a
pasear.
Al llegar la noche cenábamos y nos tomábamos un te-
cito digestivo. Yo me iba a dormir y ella se quedaba con
el celular.

52
Como en el año 2015 me operaron de un cáncer de
mama tuve controles médicos; y siempre me acompañó
mi sobrina. Teníamos que usar barbijos. Por ser pacien-
te de riesgo no podía juntarme con nadie.
Las cosas que aprendí a valorar en la pandemia fueron
poder salir al mercado, ir a natación, ir a la peluquería.
La enseñanza que me dejó todo esto que vivimos fue
valorar mi familia y la salud.

Ida C.
E.P.A. N° 10 - Sede 89 - TM - San Martín de los Andes

53
E.P.A. N° 10 - San Martín de los Andes

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Emociones

Mi nombre es Jorgelina, tengo dieciocho años, soy es-


tudiante de la escuela para adultos N° 10 de San Martín
de los Andes.
Cuando el país comenzó con las primeras medidas
contra el Covid 19 me encontraba viviendo con mi
mamá Delia y con mis hermanos, Tania de once años y
Ian de diez años.
Hacía poquitos meses que había llegado a San Martín
de los Andes, en el mes de diciembre. Soy de Paraguay,
de la ciudad de Alto Verá.
Desde marzo que se anunció cuarentena obligatoria
hubo un montón de emociones que pasaron por mi
mente, alma y corazón. Estaba triste, quería volver a mi
pueblo, pero en ese momento no se podía viajar, estaba
aburrida en la casa, no tenía ganas de hacer nada, ex-
trañaba mucho a mi papá y a mi hermano, estaba muy
enojada con mi mamá por traerme a esta ciudad, no
quería que me hablara, no pensaba que iba a ser así.
Algunos días hablaba por teléfono con la seño, ella me
aconsejaba y me alentaba para que me sienta mejor.
Cada día que amanecía dormíamos hasta tarde, pre-
parábamos el desayuno con mamá, después limpiába-
mos la casa. Ella es empleada doméstica, pero en ese
momento no trabajaba porque no se podía salir.
Yo le ayudaba a mis hermanos a hacer las tareas de la
escuela.
Algunos días nos traía alimentos un señor de la mu-
nicipalidad, teníamos que bajar hasta una calle para re-
cibirlos.
A veces cocinábamos pollo con arroz, guiso, sopa, chi-
pa, reviro con papas fritas.

55
Por las tardes nos juntábamos, tomábamos mate y
veíamos la novela.
Algunos días, al mediodía, salía para esperar a la seño
que me traía las tareas; usaba barbijo y respetaba la dis-
tancia. En la calle casi no había movimiento.
Cuando nos permitieron hacer más cosas como poder
salir, empecé a sentirme mejor. Pude ir a la playa, a la
plaza, empezamos a jugar al basquet.
Después conocí a Edelio, que iba a ser mi vecino, nos
pusimos de novios, salimos casi ocho meses.
Con la pandemia aprendí a valorarme a mí misma y
me queda un recuerdo feo de ese momento.

Jorgelina V. R.
E.P.A. N° 10 - Sede 89 - San Martin de los Andes

En pandemia…

Para año nuevo me agarró el COVID y estuve aislada


durante 15 días junto con mi nene de 1 añito, fue medio
complicado, pero lo supe llevar con calma y gracias a
Dios no me pasó nada, pero lamento toda la gente fa-
llecida. Fue un año horrible, miraba las noticias y me
ponía mal por todo lo que sucedía.

Gladys L.
E.P.A N° 10 - Sede C.I.C - Cordones del Chapelco
San Martín de los Andes

56
¡La vida me ama!

Soy Teresa y curso con felicidad y a mis 75 años el ter-


cer ciclo en el C.E.P.A. N°121 de Picún Leufú.
Quiero contarles que gracias a Dios sobrevivimos al
Covid 19, con muchas dudas y temor a lo desconocido,
respetamos todas las recomendaciones y pudimos pa-
sarlo.
Fue difícil… en un momento inesperado se detuvo
el mundo entero. El distanciamiento social, el uso del
barbijo, no salir de casa, no abrazarnos, no juntarnos,
fueron situaciones que jamás pensé que iba a vivir…
Acostumbrados a juntarnos en el patio de casa, lleno
de flores y rosas, a bailar al compás del acordeón de
mi marido y las guitarras de sus amigos despuntando
la bajada del sol, las juntadas en el Centro de Jubilados
y la Casita de los Abuelos cada semana. Concurrir a la
escuela cada tarde con mis compañeras y compañeros
todos tan distintos, y de pronto todo cambió.
Decidir quién haría las compras, los cuidados extre-
mos, el miedo al llegar a casa por traer el virus, fue una
pesadilla constante.
Una vez cada 15 días esperaba a mis seños Zulma y
Carina que me traían un cuadernillo de tareas y nos sa-
ludábamos a través de las rejas, y así de golpe y porrazo
como dice el refrán, me amigué con la tecnología: la vi-
deo llamada, las fotos por WhatsApp, el Zoom irrum-
pieron en mi vida favorablemente.
Por otro lado, sentí mucha tristeza e impotencia de no
poder acompañar a mis seres queridos que padecieron
el virus. Pero si acompañé con mis oraciones a Dios…
mucho dolor por la pérdida de mi primo y vecinos de
nuestro pueblo situaciones que me causaron pena y

57
aflicción porque no pudieron vencerlo.
Fue un proceso duro para todas las personas. Creo
que hoy valoramos mucho más la familia y la vida.
Estoy agradecida porque nunca me sentí sola y nunca
dejé que el miedo y la duda me atormenten. Soy feliz
porque tengo a mi familia sana, mi marido, mis hijas y
mis nietos que los amo profundamente. Y feliz también
por poder seguir aprendiendo cada día, lo que me hace
sentir muy útil y me ayuda a estar bien.
Un nuevo paradigma se nos abrió y ¿qué podemos
aprender de todo esto?
“Espero y deseo que como humanidad seamos capa-
ces de dar prioridad a los vínculos, al cuidado ambien-
tal, a la dignidad y a la empatía que no tiene fronteras,
razas o género.”

Teresa B.
Tercer ciclo C.E.P.A. N° 121- Picún Leufú

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Memorias

Con una amiga, compartiendo unos mates, recordá-


bamos lo vivido hace un tiempo atrás. Nos sentíamos
libres, alegres de estar en este momento juntas.
Recordábamos cuánta incertidumbre, silencio, vacío y
tristeza se observaba en las calles del pueblo. Sentíamos
también miedo, desconfianza y enojo. Nos traumatiza-
ron con tanta información sobre muertes, imágenes con
cajones de muertos apilados y falta de insumos.
La novedad era la pandemia de Covid 19.
Tapaboca “sí”, tapaboca “sirve”, “no sirve”; hoy cir-
cula tal número de DNI, luego no; permiso “sí”, per-
miso “no”. Todo fue un descontrol, manipulación, lo
más doloroso fue separarnos de las familias al no poder
visitar a los padres o abuelos, las personas que tenían
familiares lejos no podían viajar. Presos en nuestros ho-
gares, haciéndonos sentir culpables de transmitir el vi-
rus, “somos vehículo de transporte de un virus letal”, y
por TU culpa la gente se muere, así nos sentíamos.
Muchos conocidos dejaron sus tratamientos médicos
ya que no había asistencia en los hospitales, aún no ha-
biendo contagios en nuestra ciudad, como hasta en el
mes de julio, no te atendían en la guardia ni en las sa-
litas.
Fue muy duro y condenatorio ante el prójimo, fue
muy cruel. Nos transformamos en personas egoístas y
paranoicas, acusando sin saber.
Pero también, como estuvo todo esto feo, hubo gente
solidaria con las personas mayores, o vecinos que rea-
lizaban las compras a las personas que se enfermaron.
Las escuelas organizaron la distribución de alimentos y
tareas a los estudiantes. Se organizaron ollas populares,

59
cooperativas barriales para la venta de alimentos como
pizzas, etc.
De a poco nos fuimos acostumbrando a esta nueva
forma de vida, no nos quedó otra. Por momentos fui-
mos observadores y testigos obligados de las particula-
ridades familiares en algún encuentro virtual convoca-
dos por la escuela.
A pesar de entrar en pánico por la situación de expo-
nernos a través de la tecnología, nos conectábamos en
la medida que se podía, ya que muchas veces no tenía-
mos datos móviles, y era bueno ver a los compañeros y
maestros en la pantalla del teléfono. Más tarde, cuan-
do habilitaron salidas con todos los recaudos, cuidados
especiales, alcohol, siempre en las manos y barbijos, la
maestra nos acercaba al portón las tareas; después, con
llamada o videollamada, nos las explicaba. La mirába-
mos de lejos y agradecíamos ver en persona, aunque
haya sido de lejitos se cruzaban las miradas de alegría y
las manos sacudiendo al aire nuestros saludos.

Sandra S. - Cristian E. - Mario M. - Alejandro G.-


Valentina V. - Nélida C - Teresa L.
E.P.A. N° 10 Anexo Casa 89 T.T. Rural Trompul y
Quila Quina - San Martín de los Andes

60
Familia

En la pandemia nos quedamos en el campo con mi


marido, mi hija, su marido y mis nietos. Mis otros hijos
estaban en el pueblo, y como no se podía circular por-
que había control policial, necesitabas un permiso para
trasladarte. Entonces ellos se quedaron en la ciudad.
Después de unos días a mis hijos les dieron el permiso
necesario para ir a dejar víveres al campo. Aprovechan-
do esta oportunidad ellos se quedaron con nosotros, yo
me quedé más tranquila al estar con ellos, ver que es-
taban bien y también me siento más acompañada. Ellos
nos cuidaron mucho, cuando faltaban víveres iban a
comprar al centro así no íbamos nosotros.
Hicimos muchas cosas en familia: huerta, juntamos
leña, salimos a caminar, jugamos a las cartas, y a otros
juegos para entretenernos y divertirnos. También la
pandemia nos dio momentos tristes y preocupaciones,
por falta de trabajo. Además, nos brindó momentos
para estar en familia.

Elsa V.
E.P.A. N° 10 Anexo Casa 89 T.T. Rural Trompul y
Quila Quina - San Martín de los Andes

61
E.P.A. N° 10 - San Martín de los Andes

62
En pandemia sentía:

Enojo, angustia, miedo, me levantaba temprano y me


iba a lo de mi hija, ella se llama María y vive en el cam-
po.

Andrea C.
E.P.A. N° 10 - Sede C.I.C - Cordones del Chapelco
San Martín de los Andes

Relatos de pandemia

Yo en la pandemia me sentía enojada porque no podía


salir y mis hijos estaban desesperados por salir a jugar
y no sabía qué hacer y me enojaba. Estaba triste, angus-
tiada y por eso trataba de darle cosas para hacer, como
juegos de mesa.
Las seños le traían tareas para hacer en casa y yo los
ayudaba y nos traían alimentos, algunos barbijos y
otras cosas más.
Valeria S.
E.P.A. N° 10 - Sede C.I.C - Cordones del Chapelco
San Martín de los Andes

63
Relato de pandemia

En pandemia al principio yo estaba tranquila, luego


me tocó tener Covid 19... lo viví con mucho dolor, me
costó recuperarme.
Pasaron los días y fui recuperándome y volví a traba-
jar como esencial. Poder salir de casa me causaba ale-
gría.
Poder ver gente y hablar, era todo sobre la misma si-
tuación una y otra vez, con el tiempo me fui asustando
por la cantidad de gente muriendo por Covid.
La diferencia antes de la enfermedad es que tenemos
tele, internet, luz, agua, gas servicios que otras personas
no tenían… nada… ni para comer.
La segunda vez que tuve Covid estaba más tranqui-
la y tenía la experiencia de aquella primera vez, barbi-
jo, alcohol, desinfección de las manos y de otras cosas
como la ventilación en mi casa. Son buenas costumbres
que quedaron para siempre.

Mabel C.
E.P.A. N° 10 - Sede C.I.C - Cordones del Chapelco
San Martín de los Andes

64
NADA
NADA
NADA
NADA
NADA
NADA
NADA

José Luis V.
E.P.A. N° 10 - Sede C.I.C - Cordones del Chapelco
San Martín de los Andes

Durante ese tiempo sentí miedo de lo que estaba pa-


sando: ¡¡¡Una PANDEMIA de Covid!!!
Sentí mucha tristeza, angustia y dolor de haber perdi-
do a mis tíos y no poder acompañar a mis primos.
Las flores eran mi felicidad.

Alicia L.
E.P.A. N° 10 - Sede C.I.C - Cordones del Chapelco
San Martín de los Andes

65
Como viví la pandemia

Durante la pandemia con mi familia sentimos mucho


miedo a contagiarnos de Covid, especialmente mi mari-
do porque él salía a comprar al mercado y a mí porque
cocinaba en el comedor del barrio. Allí tenía miedo de
contagiarme, pero gracias a Dios no me pasó nada a mí
ni a mis hijos.
También mi familia y yo estábamos muy contentos
porque de a poco volvimos a la normalidad.

Erica P.
E.P.A. N° 10 - Sede C.I.C - Cordones del Chapelco
San Martín de los Andes

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Volver a empezar

En marzo del 2020, al comienzo de la pandemia en la


Ciudad de Cutral Có, a nivel sociedad los ciudadanos
no podíamos asumir la situación que vivíamos. Veci-
nos que eran internados con insuficiencia respiratoria,
fiebre y otros síntomas; y que se iba esparciendo poco a
poco por la ciudad, en distintos barrios y hogares.
Las autoridades no tardaron en tomar medidas para
que fuera menor el contagio. Prohibieron salidas a pla-
zas y boliches; para pagar nuestros servicios y hacer
nuestras compras diarias, teníamos que salir protegi-
dos con barbijos, alcohol en gel y debíamos salir por ter-
minación de DNI. En muchos hogares golpeó la puerta,
entró y se llevó a un joven, un abuelo, una mamá, un
papá, y la tristeza y llanto habitaban en los corazones
de la sociedad. Muchos pensaron y decían que tal vez
antes de esto no creían en Dios, que él era el único que
nos podía ayudar en este difícil momento.
Conocemos una familia que pasó por una situación
terriblemente difícil. Son vecinos del barrio progreso.
El padre de familia estaba pasando por una enferme-
dad y el virus atacó su vida, como sus defensas estaban
bajas falleció; luego al día siguiente falleció su hijo de 26
años, el cual estuvo internado junto a su padre, lo vio
morir y al otro día partió él.
La familia quedó destruida y con mucha angustia...
una mamá, una esposa, novia, hijas, hermanas... su tris-
teza conmovía y entendían que no podían dar el ultimo
adiós a su padre y hermano.
En la actualidad muchas personas quedaron con se-
cuelas por la pandemia, respiratorias, trombosis, psico-
lógicas como ataque de pánico (miedo). Las personas

67
sienten toser a alguien a su alrededor y están en estado
de alerta. En la actualidad hay muchas personas a las
que les cuesta salir de sus hogares y retomar la vida que
tenían antes del Coronavirus.
A todos nos cuesta, pero debemos cada día tener la
esperanza de “Volver a Empezar”.

Gladis M.- Néstor P. -Gonzalo S. -Dina E.


E.P.A. N° 5 - Cutral Có - Turno Vespertino

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En el mes de mayo del año 2020, en la Ciudad de Cu-


tral Có fue un tiempo sumamente difícil: el miedo a
pensar cuántas personas fallecidas por este motivo fue
realmente aterrador para muchas personas. No salir de
las casas; si lo hacían, y no quedaba otra, era ir con mie-
do a todos lados, usar guantes, barbijos, alcohol en gel,
ingresar a los comercios por orden (según la termina-
ción del DNI); filas sumamente largas, dejar un metro
de distancia, no tocar nada donde puede estar el virus.
Además, en las calles nos paraban los gendarmes o
policías, para pedirnos el ticket de la compra realizada
en el momento.
Ni la comunidad ni los hospitales, ni los doctores ni
las enfermeras estaban preparados para lo que se venía
en relación al Covid.
Cuando un familiar se enfermaba se hacían cadenas
de oraciones para pedir a Dios que todo pase. Fue real-
mente triste pensar que partía un ser querido, amigo,
vecino, y no poder despedirte de él o ella, sólo verlos de
lejos envueltos en bolsas negras sin poder acompañar a
los familiares.
Todo era tristeza, dolor y se reflejaba en los rostros de
las personas.
Hoy, a unos meses de salir de todo esto, nos queda el
vacío de alguien en cada familia y que recordamos con
amor. Pero tratando de sobrellevar y tratando de salir.
Ahora podemos abrazar, besar el rostro, mirar a un fa-
miliar a los ojos y decirle “tenemos que salir adelante
día a día, es difícil, pero no imposible”.
Ya todo pasó; ahora, a levantarse y volver a comen-
zar, porque la fe, la esperanza y el amor, sobre todo “el

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amor “debe permanecer, porque si algo nos enseñó esta
pandemia es a compartir, compartir y compartir…

Ariel V., Olga C., Matías P. y Yenifer P.


E.P.A. N° 5 - Cutral Có - Tercer Ciclo Vespertino

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Índice
Prólogo Lic. Ruth Flutsch, Presidenta del Conse-
jo Provincial de Educación del Neuquén 3
Prólogo de Claudia Alday, Directora General de
la Modalidad Jóvenes y Adultos-Neuquén 5
Creciendo en pandemia 7
El valor de la libertad 9
“Vivencias en tiempos de pandemia” 12
Nuestras vivencias en pandemia 14
Mi vida en pandemia 17
Anécdotas en pandemia 20
¡¡¡Como lo viví yo!!! 22
“Un poblador muy conocido” 25
Experiencia escolar en pandemia 26
Cuento 28
“Tiempos de pandemia” 29
“La pandemia en los parajes” 33
Durante la pandemia… 34
2020 Un año inolvidable 35
Nuestros momentos en pandemia 36
“Nuestras vivencias” 39
COVID 19 41
Pandemia 44
Continuar… 47
El recuerdo que golpea 48
Enseñanzas 50
¿Qué sentimos? 52
Emociones 53
En pandemia… 54
¡La vida me ama! 55
Memorias 57
Familia 59

71
Metáforas en pandemia 60
En pandemia sentía: 61
Relatos de pandemia 61
Relato de pandemia 62
Como viví la pandemia 64
Volver a empezar 65
Compartir 67

72
Se terminó de imprimir para el Centro Editor
en Neuquén en 2022

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