Capitulo 3. El Don de La Intercesión PDF
Capitulo 3. El Don de La Intercesión PDF
Capitulo 3. El Don de La Intercesión PDF
al creyente,
por el Espíritu Santo
para orar largos
periodos de tiempo y
tener una gran pasión
por la oración
Ora por largos periodos de tiempo y disfruta
la oración.
Opera fuertemente en el Don de Discernimiento de
Espíritus.
INTERCESORES DE LIDERAZGO: Ellos están asignados por Dios para interceder por los
líderes de la iglesia, tales como: el pastor, la familia y el
resto del liderazgo del cuerpo de Cristo.
INTERCESORES DE GOBIERNO: Son aquellos que interceden por los líderes que están
en el gobierno, en la política y en la esfera de influencia
pública.
INTERCESORES PROFÉTICOS: Son los que ven el mundo invisible y lo que oyen lo que
no se oye a simple oído. Ellos son los que declaran la
voluntad de Dios para un momento específico y en un
lugar específico; son la boca de Dios.
Nos paramos en la brecha, entre Dios y los hombres,
para llevar a cabo la voluntad de Dios aquí en la tierra.
La intercesión es una función que se espera de cada critiano fiel. Todos deben cumplir
su papel como intercesor pero hay algunos que tienen un don y un ministerio fuera de lo
común. 1 Timoteo 2:1-8
Los que tienen el don de intercesión oran durante más tiempo, oran con mayor
intensidad y disfrutan más de la oración, ven respuestas más frecuentes en sus
oraciones y están conscientes de la voz de Dios.
El libro de Ester nos presenta una poderosa analogía de la funcón de una intercesora
con ASUERO (Dios), AMAN (Satanás), ESTER (intercesora) y MARDOQUEO (Espíritu Santo)
CARACTERÍSTICAS DE UN INTERCESOR:
Dios ha puesto guardas sobre la iglesia. ¿Serás uno de ellos?, ¿Aceptas el desafío de orar
sin cesar?
¿Aceptas el desafío de no darle tregua a la intercesión hasta que la iglesia sea restaurada?
¿Es tu vida, tu familia, tu iglesia, tu ciudad, tu país, motivo de alabanza o de queja?
Los intercesores se ubican en la iglesia con los que tienen un ministerio de ayuda, pero
éstos sirven en forma espiritual.
En la Biblia podemos encontrar referencias al don de intercesión Lucas 2: 37; Éxodo 17: 12.
A las personas que tienen el don de la intercesión les encanta orar, como a Daniel, quien
para entender una visión (Daniel 10: 2-3; 12-14) y sus oraciones desataron una gran batalla
espiritual y es que generalmente a los que tienen el don de intercesión les es dado un tema
específico de oración (cierto ministerio ó ministro) y funcionan como “guarda de oración” de
la persona que Dios les ha llamado a vigilar.
Si tú tienes el don de intercesión verás que Dios te revelará de diferentes maneras, porque
cosa o por quién debes interceder durante el día. Es importante que los intercesores
conozcan las escrituras y al crecer en el don de intercesión aprendan a caminar y hablar
con Jesús.
Otra vía que usa el Espíritu Santo para alertarnos y orar es a través de sueños (éste puede
ser claro o tal vez necesite interpretación).
Mientras que unos serán llamados a permanecer en sus cuartos de oración y ministrar a
través del don de intercesión, otros pasarán a convertirse en líderes de oración.
Hay muchas formas de servir. Podemos ayudar a los demás económica, social, física y
espiritualmente. Por ejemplo, podemos dar alimentos u otros artículos a quienes los
necesiten; y ayudar a los necesitados al contribuir una ofrenda de ayuno generosa;
podemos brindarle amistad a un recién llegado, cultivar un pequeño huerto para una
persona anciana o cuidar de un enfermo. Podemos enseñar el Evangelio a quienes
necesitan conocer la verdad o consolar a quienes sufren.
Podemos realizar grandes y pequeños actos de servicio. Nunca debemos dejar de prestar
ayuda a alguien por considerar que es muy poco lo que podemos hacer. Una viuda contó
cómo dos niños llamaron a su puerta poco después que ella se mudó a otra ciudad y le
llevaron una canasta con alimentos y una nota que decía: “Si necesita a alguien que le haga
los mandados, llámenos”. La viuda se sintió sumamente agradecida por el pequeño gesto
de bondad y jamás lo olvidó.
Sin embargo, muchas veces debemos sacrificarnos mucho para prestar servicio a alguien.
El Salvador dio Su vida para servirnos.
Es por medio del servicio de hombres y mujeres, y de niños y niñas, que la obra del Señor se
lleva a cabo. “Dios nos tiene en cuenta y vela por nosotros; pero por lo general, es por
medio de otra persona que atiende a nuestras necesidades”.
“y si yo, a quien llamáis vuestro rey, trabajo para serviros, ¿no debéis trabajar vosotros para
serviros unos a otros?” ¿Qué podemos hacer a fin de estar preparados para satisfacer las
necesidades de los demás?
¿Qué bendiciones recibimos cuando servimos a los demás?
Cuando servimos a otras personas, recibimos bendiciones importantes. Por medio del
servicio aumentamos nuestra capacidad de amar y nos volvemos menos egoístas y, cuando
pensamos en los problemas de los demás, nuestros propios problemas parecen ser menos
serios. Debemos servir a nuestros semejantes para lograr la vida eterna. Dios ha dicho que
aquellos que vivan con Él deben amar y prestar servicio a Sus hijos (véase Mateo 25:34–40).
Cuando consideramos la vida de las personas que prestan servicio desinteresadamente,
podemos ver que obtienen más de lo que dan. Un ejemplo de esa clase de persona lo
podemos apreciar en un Santo de los Últimos Días llamado Paul, quien quedó paralítico de
ambas piernas en un accidente. En su condición, algunas personas se hubieran vuelto
amargadas e inútiles; en cambio, Paul prefirió pensar en los demás, aprendió un oficio y
con él ganó suficiente dinero para comprar una casa, a la que él y su esposa convirtieron
en un hogar para huérfanos y niños abandonados, algunos de ellos con serias
discapacidades físicas. Hasta el día de su muerte, 20 años después, prestó servicio a esos
niños y a otras personas. Como recompensa, fue un hombre muy querido, sus pensamientos
no se concentraron en sus piernas inmóviles y se acercó más al Señor.
“Al prestar servicio a los demás, nos convertimos en mejores personas, en personas
de más valía. Ciertamente, es mucho más fácil ‘hallarnos’, ¡porque hay mucho más de
nosotros para hallar!”
Algunos de nosotros sólo prestamos servicio a quienes se encuentran a nuestro alrededor y
evitamos hacerlo con otras personas; sin embargo, Jesús nos mandó que amáramos y sirviéramos
a todos. Hay infinidad de oportunidades de prestar servicio.
Podemos servir a los miembros de nuestra familia. Los cónyuges deben ser conscientes de las
necesidades del uno y del otro. Los padres deben prestar servicio a sus hijos no sólo al
alimentarlos y vestirlos, sino también enseñándoles, jugando y trabajando con ellos. Los hijos
pueden servir en las tareas del hogar y brindar ayuda a sus hermanos.
Los cónyuges deben prestarse servicio y ayudarse el uno al otro. Pueden ayudarse en el cuidado
de los niños y apoyarse el uno al otro en los intereses y actividades que tengan. Los padres pueden
hacer grandes sacrificios para enviar a un hijo a la misión; el hermano mayor puede consolar a su
hermanita si ésta tiene miedo de la oscuridad o ayudarla a aprender a leer. Nuestros profetas nos
han enseñado que una familia es la unidad más importante de la sociedad. Debemos servir a
nuestra familia de corazón
Tenemos muchas oportunidades de prestar servicio a nuestros vecinos, a nuestros amigos y aun a
los desconocidos. Si un vecino tiene dificultades para cosechar antes de una tormenta, podemos
ayudarlo; si una madre está enferma, podemos cuidar a sus hijos o ayudarle con las tareas de la
casa. Si vemos que un joven se está alejando de la Iglesia, podemos ayudarle a regresar; si alguien
ridiculiza a un niño, podemos brindarle nuestra amistad y persuadir a los demás a que sean
bondadosos con él. No tenemos que conocer a la gente a la cual prestamos servicio y debemos
buscar la forma de servir a tantos hijos de nuestro Padre Celestial como podamos.
Si tenemos talentos especiales, debemos utilizarlos para prestar servicio a los demás. Dios nos
bendice con talentos y habilidades para que ayudemos a mejorar la vida de otras personas.
Tenemos oportunidades de prestar servicio en la Iglesia. Uno de los
objetivos de la Iglesia es el de brindarnos la oportunidad de
ayudarnos mutuamente. Los miembros de la Iglesia sirven a sus
semejantes en la obra misional, al aceptar asignaciones de liderazgo,
al visitar a otros miembros de la Iglesia, al impartir clases y al realizar
otras obras relacionadas con ella.
El Salvador proporcionó el ejemplo perfecto de servicio. Él explicó que no había venido para que le
sirvieran sino para servir y dar Su vida por nosotros (véase Mateo 20:28).
Jesucristo nos ama más de lo que podemos comprender. Cuando anduvo en la tierra, Él sirvió al
pobre, al ignorante, al pecador, al despreciado; enseñó el Evangelio a todos los que quisieron oírlo,
alimentó a la gente hambrienta que iba a escucharlo, sanó a los enfermos y levantó a los muertos.
Él es el Creador de la tierra y nuestro Salvador, y aún así efectuó
muchos actos de servicio humilde. Poco antes de Su crucifixión
se reunió con Sus discípulos y, después de enseñarles, tomó una
vasija con agua, una toalla y les lavó los pies (véase Juan 13:4–10;
véase también la ilustración de este capítulo). En esa época,
lavar los pies de un visitante era señal de respeto y honor y por
lo general lo hacían los sirvientes. Jesús lo hizo como ejemplo de
amor y servicio. Cuando estamos dispuestos a servir a los demás
con espíritu de amor, nos volvemos más semejantes a Cristo.