L13.rober Dibujos y Terapia de Pareja
L13.rober Dibujos y Terapia de Pareja
L13.rober Dibujos y Terapia de Pareja
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Dado que en inglés ‘‘the therapist’’ se refiere tanto a un terapeuta hombre como a una ter-
apeuta mujer, se ha optado por usar indistintamente estos términos, teniendo presente que se alude
a ambos géneros (N. de T.).
Correspondence concerning this article should be addressed to Context UZ Leuven – IFSW (KU
Leuven), Bélgica
La correspondencia en relación a este artı́culo debe dirigirse a Peter Rober, Context UZ Leuven –
IFSW (KU Leuven), Kapucijnenvoer 33, B 3000, Lovaina, Bélgica. E-mail: peter.rober@med.
kuleuven.be
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Family Process, Vol. 48, No. 1, 2009 r FPI, Inc.
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estas percepciones de sı́ mismos y de la otra persona. Sin embargo, quizás lo funda-
mental es lograr conversar sobre estas descripciones y experiencias en un clima dia-
lógico de aceptación e interés activo. Según mi experiencia, los dibujos metafóricos que
los clientes hacen para representar su relación pueden ser herramientas útiles para
promover este proceso. En este artı́culo describo cómo se puede trabajar con este tipo
de dibujos en terapia de pareja. Los dibujos acerca de su relación ofrecen a los mi-
embros de la pareja un tipo especial de lente a través del cual pueden observarse a sı́
mismos desde una cierta distancia. Si en conjunto con la pareja la terapeuta logra
crear un contexto dialógico de exploración y curiosidad empática hacia los dibujos,
entonces los clientes pueden decidir con cierto grado de autonomı́a qué decir en la
sesión y qué callar si algún aspecto es demasiado vulnerable como para compartirlo.
Este artı́culo se basa en mi vasta experiencia usando los dibujos en terapia de
pareja. Inspirado por el trabajo de Michael White, Tom Andersen, John Shotter, y
otros pensadores del campo de la terapia familiar, he intentado desarrollar un
protocolo para el uso de los dibujos en terapia de pareja. En este artı́culo presentaré
dicho protocolo y lo ilustraré describiendo dos casos. Es importante aclarar desde el
inicio que un protocolo es sólo un protocolo. No debiera seguirse al pie de la letra, sino
que debiera ser utilizado cuando la sabidurı́a, la flexibilidad, y una fuerte dosis de
intuición experiencial sugieran que puede ser aplicado. Como con cualquier otro
protocolo y técnica aplicados en la sala de terapia, lograr una relación terapéutica
cálida, empática, y aceptadora es un requisito previo.
UN ENFOQUE DIALOŁGICO
En terapia familiar existe una larga tradición que valora la comunicación no verbal
(por ej., Watzlawick, Beavin, & Jackson, 1967). En la sala de terapia familiar las
formas no verbales de comunicación han contribuido a enriquecer el proceso ter-
apéutico (por ej., Andersen, 1995; Gil, 1994; Rober, 2002). Especialmente al trabajar
con niños, los terapeutas familiares han usado diversas aproximaciones no verbales
tales como juegos, tı́teres, juguetes, y dibujos, para facilitar que los niños relaten sus
historias (por ej., Berg & Steiner, 2003; Freeman, Epston, & Lobovits, 1997). En el
trabajo terapéutico con parejas, la forma más conocida de comunicación no verbal ha
sido la técnica de la escultura de pareja (Papp, 1982). En la escultura de pareja Papp
(1982) se centra en identificar un tema central de la pareja en torno al cual se organiza
el motivo de consulta. Los miembros de la pareja adoptan una posición con respecto al
tema central, lo que a menudo conduce a una polarización de dichas posiciones. Este
tipo de organizaciones recı́procas han sido descritas en la literatura como ‘‘colusiones
inconscientes’’ (Dicks, 1967; Willi, 1984), ‘‘contratos ocultos’’ (Sager, 1976), ‘‘acuerdos
inconscientes’’ (Framo, 1982), y otros conceptos similares.
Aquı́ se propone un enfoque diferente, en el cual el diálogo entre los pacientes y la
terapeuta es más importante que el contenido del dibujo. Este enfoque coincide con
aproximaciones dialógicas a la terapia familiar que están surgiendo en este campo, y
que algunos autores han llamado terapia dialógica (por ej., Andersen, 1995; Rober,
2002, 2005; Seikkula & Olson, 2003). La sesión se concibe como un diálogo entre tres
personas, en el cual ellas tratan de hablar de cosas sobre las cuales no es fácil hablar.
En consonancia con las voces de Bakhtin (1984, 1986), Volosinov (1973), y Shotter
(2000, 2006), se considera fundamental el carácter único del diálogo en terapia, y se
enfatiza la dinámica viva que surge entre las tres personas (Rober, 2005).
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TABLA 1
Resumen del Protocolo
1. Presentación de la tarea para la casa (sesión X)
2. Discusión de la tarea para la casa (sesión X þ 1)
a. Reflexión sobre el proceso de dibujar (indecisiones)
b. Conversación acerca dfel dibujo de la persona A (la persona B es observador(a) externo(a))
Etapa 1: conversación sobre las indecisiones de A
Etapa 2: exploración del dibujo de A
Etapa 3: conversación sobre lo que sorprende a B
c. Conversación acerca del dibujo de la persona B (la persona A es observador(a) externo(a))
Etapa 1: conversación sobre las indecisiones de B
Etapa 2: exploración del dibujo de B
Etapa 3: conversación sobre lo que sorprende a A
3. Conversación acerca de la relevancia de los dibujos (sesión X þ 1 ó X þ 2)
La tensión entre hablar y guardar silencio es crucial en este enfoque dialógico del
encuentro terapéutico. Se promueve que las personas hablen, pero se acepta que
guarden silencio, porque es claro que es difı́cil poner ciertas experiencias en palabras.
Algunas de las experiencias de los clientes se vinculan con decepciones y recuerdos
dolorosos, con temores catastróficos o con vulnerabilidades que yacen escondidas y
pueden reaparecer inesperadamente. En esos casos, en la pausa antes de hablar puede
surgir en el hablante la pregunta implı́cita de si acaso las palabras no serán demasiado
peligrosas, y si no será más seguro guardar silencio. Para abordar esta tensión entre
hablar y callar, trato de crear un espacio para que la pareja elija: una zona en la que
ellos pueden decidir con cierto grado de autonomı́a cómo continuar con la sesión.
Alan (36 años de edad) es médico general. Susan (30 años) es enfermera. Tienen dos hijos:
Jonas (4 años) y Anais (2 años y medio). Llevan seis años casados.
En la primera sesión Alan refiere que a menudo se siente prisionero en la relación. Cuando se siente
ası́ sale con alguien que frecuentemente, aunque no siempre, es una amiga. Susan dice que para ella
esto es difı́cil de soportar, porque la deja en casa con los niños. Luego agrega que le preocupa lo que
él haga con sus amigas porque Alan y ella no han hecho el amor en los últimos dos años y medio.
Alan niega tener aventuras. Está frustrado porque Susan no le cree. Entonces Susan señala que
sabe que Alan ha sido infiel al menos una vez. Él tuvo una aventura con una de sus pacientes.
Susan: ‘‘Me pregunto, ¿ me ama todavı́a?’’
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Este relato del caso se basa en las notas que el terapeuta tomó durante y al término de cada
sesión con Alan y Susan (no son sus nombres verdaderos). El terapeuta usó las notas para escribir
el relato de la sesión terapéutica. Luego se envió este relato a Alan y Susan, y en colaboración con
ellos el terapeuta editó el texto hasta que hubo consenso en que se trataba de una descripción fiel
del desarrollo de la sesión. Asimismo, se tomaron medidas para evitar que los clientes pudieran ser
reconocidos por los lectores.
En una sesión de pareja a menudo se desarrolla este tipo de dinámica. Los miembros
de la pareja sienten dolor por cosas que ocurrieron en el pasado (por ejemplo, Susan se
siente herida por la aventura de Alan y el hecho de que le haya mentido). Se sienten
confundidos o frustrados con respecto a su relación (por ejemplo, Alan está frustrado
porque Susan no le cree) y asustados por lo que el futuro pueda depararles (por
ejemplo, Susan tiene miedo de que su relación no tenga futuro). Estas experiencias
frecuentemente se expresan mediante relatos de culpabilidad y decepción, en los
cuales cada miembro de la pareja acusa al otro de no cumplir con las responsabilidades
que es razonable esperar de una pareja.
Entonces digo que el tiempo está por acabarse y pregunto a Alan y Susan si estarı́an de
acuerdo en hacer en casa una tarea para la próxima sesión:
‘‘Me gustarı́a que cada uno de ustedes hiciera un dibujo de la otra persona. Hagan su dibujo
usando una imagen metafórica que refleje cómo sienten ustedes que es su pareja. Pueden elegir
un animal, una casa, un paisaje, una persona, lo que encuentren más apropiado para expresar
cómo sienten que es la otra persona. . . . Cuando hayan hecho el dibujo de su pareja se dibujan a
sı́ mismos en la misma hoja, también usando una imagen metafórica que refleje cómo sienten
que son ustedes mismos en relación a su pareja. Déjenme darles un ejemplo . . . .’’
Luego les digo que yo podrı́a dibujar a mi esposa como una pelota de fútbol por ejemplo.
Entonces dibujarı́a la pelota en la hoja de papel, y después me preguntarı́a: ‘‘Si ella es una
pelota de fútbol, ¿qué serı́a yo? ¿Serı́a la hierba sobre la cual está la pelota? ¿Serı́a el jugador
de fútbol que está pateando la pelota? ¿Serı́a la bomba inflando la pelota? ¿Serı́a el arco? ¿O el
árbitro? Entonces elijo una imagen y la dibujo en el papel.’’
Esta es la instrucción que habitualmente doy a las parejas. Les pido que hagan un
dibujo comenzando por la imagen que tienen de su pareja. Esto se vincula con el relato
que la mayorı́a de las personas tiene al inicio de la terapia, en el que a menudo se
describen a sı́ mismos como antagonistas de su pareja (Sinclair & Monk, 2004). En esa
etapa es frecuente escuchar afirmaciones como: ‘‘Yo reacciono ası́ porque mi pareja no
me deja otra alternativa.’’ Al decirlo, los miembros de la pareja establecen puntuaci-
ones en su interacción circular, y describen su propia conducta como respuesta a lo que
hace la otra persona. En otras palabras, comienzan la terapia haciendo un relato desde
una posición en la cual se describen a sı́ mismos como vı́ctimas del egoı́smo, la
inflexibilidad o la locura de su pareja. Con respecto a la forma de abordar este tema, el
objetivo de la terapia de pareja puede formularse como abrir un espacio para otros
relatos en que los miembros de la pareja puedan darse a sı́ mismos roles más activos
en los cuales se hagan responsables por su participación en la relación. Esto parece
ofrecerles una forma de escapar de la desesperanza de la situación relacional en la que
se sienten atrapados, y los ayuda a centrarse en nuevas posibilidades para la relación.
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Pero Alan no se siente más tranquilo.
Alan: ‘‘Pero ¿qué vas a hacer con el dibujo? ¿Vas a hacer una interpretación sobre quién soy?
¿Me vas a etiquetar de algún modo?’’
Explico que no voy a hacer nada de eso, sino que vamos a usar los dibujos como punto de
partida para una conversación.
Ahora Alan parece más aliviado.
Según mi experiencia, a menudo la primera reacción de las parejas a esta tarea para
la casa es mostrarse vacilantes o reticentes: ‘‘Yo no sé dibujar’’, ‘‘Estoy tan ocu-
pada(o)’’, ‘‘¿Para qué lo vas a usar?’’, y otras reacciones de este tipo. Habitualmente
esto se resuelve dando espacio para que los miembros de la pareja expresen sus dudas.
A veces es necesario que la terapeuta ofrezca más información sobre lo que piensa
hacer con los dibujos. A menudo es preciso hablar en profundidad sobre las indeci-
siones y explorar las buenas razones de las parejas para estar indecisos (Rober, 2002).
Ahora trato de crear un espacio para la exploración dialógica del dibujo. Lo hago
tomando la posición de un oyente interesado y respetuoso, y pidiéndole a la persona
que me cuente más acerca del dibujo. Empiezo con esta pregunta abierta y gradual-
mente voy pasando a preguntas más especı́ficas con respecto a los detalles del dibujo.
En esta exploración es importante que mis preguntas se refieran sólo al dibujo y no a la
vida cotidiana de la pareja más allá del dibujo. Aun cuando puede haber paralelos
obvios entre el dibujo y su vida real, evito centrarme en esta conexión. Esto favorece
un contexto dialógico en el cual se evita la culpa y se abre espacio para la reflexión.
Luego de hablar con el primer miembro de la pareja sobre su dibujo, me dirijo al otro
miembro y le pregunto qué le sorprendió del dibujo. De este modo le doy a esta persona
la posición de observador externo (White, 2004). Inicialmente esto puede resultar
extraño para los clientes, ya que por lo general se sienten inclinados a evaluar la
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veracidad del dibujo, o a hablar de lo que reconocen en él. Preguntarles por lo que
les sorprende del dibujo pospone su evaluación de la veracidad e indaga en lo que les
resulta inesperado. Esta pregunta también apunta a las inquietudes, generalmente no
expresadas, que les evoca el dibujo de su pareja. Lo que les sorprende a menudo es algo
que les intriga, pero que todavı́a no entienden bien.
Hablar de lo que sorprende abre espacio para nuevas narrativas, o nuevas versiones
de la historia previa. De este modo, la historia antigua se hace más compleja y se
enriquece a medida que se le suman nuevas perspectivas, que muchas veces son más
esperanzadoras. Esto puede crear oportunidades para hablar de otra manera sobre los
dilemas y obstáculos que la pareja enfrenta en su vida.
Luego le toca al otro miembro de la pareja hablar de su dibujo, y quien habló
primero se sitúa ahora en la posición de observador(a) externo(a). Nuevamente
comienzo por centrarme en las indecisiones de Alan.
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Después de haber explorado y comentado en tres etapas ambos dibujos, es el mo-
mento de terminar el ejercicio. En la última parte del protocolo converso con la pareja
sobre qué relevancia tiene para ellos el diálogo acerca de los dibujos: ¿En qué forma es
relevante con respecto a la vivencia que tienen de su relación y sus dificultades? ¿Qué
aspectos toca este diálogo que es difı́cil poner en palabras? ¿De qué modo arroja nueva
luz sobre su relación? Y otras preguntas de este tipo.
Más adelante en la misma sesión Alan admitirı́a que Susan tenı́a razón y que
efectivamente habı́a decidido dejarla. Explicó que no querı́a seguir con ella porque
habı́a perdido la esperanza. Esto ilustra cómo los dibujos relacionales a veces captan
aspectos cruciales de la relación de pareja de los que aún no se ha hablado. Conversar
sobre los dibujos ayuda a la pareja a centrarse en estos aspectos y hablar sobre ellos.
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Este relato del caso está basado en las notas del terapeuta sobre las sesiones con Kirsten y Lars
(no son sus nombres verdaderos). Después de escribir el relato el terapeuta lo envió a la pareja
solicitando su autorización para usarlo en una publicación, y pidiendo su aprobación acerca de la
precisión con la cual el terapeuta habı́a descrito las sesiones conjuntas?, y las modificaciones
realizadas a su historia para proteger su identidad. Kirsten y Lars sugirieron algunos cambios y
luego autorizaron el uso del relato. Estaban muy deseosos de colaborar, especialmente porque
querı́an que se conociera la historia de su lucha por superar las dificultades, con la esperanza de
Cuando Kirsten tenı́a 17 años fue hospitalizada y se le diagnosticó depresión bipolar. Desde
entonces ha estado tomando medicamentos en forma permanente. Cuando me reunı́ con ellos
por primera vez tuve la impresión de que Kirsten y Lars se sentı́an vencidos y exhaustos. Era
como si hubieran peleado una larga y difı́cil batalla y tuvieran que admitir su derrota.
Terapeuta: ‘‘¿Qué los trae aquı́?’’
Lars: ‘‘Estamos completamente atascados. Ya no nos relacionamos. Me he vuelto desconfiado
y pierdo la paciencia con mucha facilidad.’’
Kirsten: ‘‘Ya no hablamos. Ya ni siquiera lo intentamos.’’
Terapeuta: ‘‘¿Cuáles son sus buenas razones para no hablar? ¿Qué les detiene?’’
Lars: ‘‘No digo una palabra porque no quiero ser malinterpretado.’’
Kirsten: ‘‘Tengo miedo de ser herida. Y lo más importante es que no quiero herirlo a él.’’
Terapeuta: ‘‘Los escucho a los dos diciendo que hablar puede ser peligroso para ustedes.
Pueden ser heridos o malinterpretados. Quisiera proponerles que aquı́ en la terapia vayamos
sobre seguro y hablemos con mucho cuidado. ¿Serı́a buena idea?’’
Kirsten y Lars respondieron al unı́sono: ‘‘Sı́.’’
Se oı́an aliviados.
Lars: ‘‘Es como si hubiéramos perdido la habilidad de hablar. En el hospital durante los
últimos meses sólo tenı́amos que escuchar lo que los psiquiatras, psicólogos, y enfermeras nos
decı́an. Ya no sabemos cómo hablar.’’
que pudiera ayudar a otros: terapeutas y parejas que enfrentan las mismas dificultades relacio-
nadas con una enfermedad psiquiátrica crónica.
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Al final de la primera sesión les di la tarea de hacer un dibujo de su relación (ver más arriba).
Después que di la tarea Lars reaccionó con entusiasmo: Lars: ‘‘¡Que interesante tarea!’’
Kirsten estuvo de acuerdo.
Segunda Sesio¤n
Al inicio de la segunda sesión les pregunté si tenı́an alguna retroalimentación con respecto a
la primera sesión.
Lars: ‘‘Fue una buena sesión. Tuvimos la oportunidad de contar nuestra historia, y tú nos
escuchaste.’’
Kirsten: ‘‘Sı́, tú dijiste que podı́amos hablar con mucho cuidado. Eso fue muy importante.’’
Lars: ‘‘Sı́, ‘hablar con mucho cuidado’.’’
Terapeuta: ‘‘¿Pueden ayudarme a entender por qué ‘hablar con mucho cuidado’ es tan im-
portante para ustedes? ¿Cuál es el riesgo implı́cito?’’
Lars: ‘‘Que Kirsten pueda deprimirse o tener un episodio de manı́a nuevamente. Sé que ella todavı́a
lo tiene. Demasiado estrés o demasiadas emociones fuertes pueden hacer que tenga una recaı́da.’’
Kirsten: ‘‘Para mı́ el riesgo de hablar es que nos separemos. Él ya ha aguantado tanta mierda
por mi causa. . . . Un dı́a va a hartarse y se marchará.’’
Decidı́ que era el momento de hablar de los dibujos, y les pregunté si los habı́an hecho.
Kirsten: ‘‘Sı́, yo hice mi dibujo.’’
Miró a Lars expectante, pero él dijo: ‘‘Yo no hice ningún dibujo. Pensé mucho en eso, pero es
muy, muy difı́cil.’’
Terapeuta: ‘‘¿Puedes ayudarme a entender qué fue exactamente lo difı́cil?’’
Lars: ‘‘Fue fácil dibujarla a ella, pero no pude hacer un dibujo de mı́ mismo. Si me hubieras
pedido hace un año que hiciera un dibujo habrı́a sido más fácil. Era más claro quién era yo en
nuestra relación. Ella estaba deprimida y yo llevaba el peso de nuestra familia, nuestro hogar,
nuestro hijo. Pero ahora estamos en algún punto intermedio, no sé dónde.’’
Terapeuta: ‘‘Me sorprende que sólo te sea difı́cil dibujarte a ti mismo y no a Kirsten.’’
Lars: ‘‘Sı́, tengo más distancia con respecto a Kirsten. Es más fácil reflexionar sobre ella.’’
Terapeuta: ‘‘¿Serı́a posible que hicieras un dibujo para nuestra próxima sesión? Si es ası́,
posponemos la conversación sobre los dibujos para la próxima vez.’’
Lars aceptó intentarlo nuevamente: ‘‘Pondré algo en el papel’’, dijo.
Kirsten estaba decepcionada. Explicó que tenı́a curiosidad acerca de lo que Lars habrı́a dibujado.
Kirsten: ‘‘También esperaba hablar de mi propio dibujo.’’
Tercera Sesio¤n
Lars estaba orgulloso cuando dijo que habı́a logrado hacer su dibujo: ‘‘De hecho hice tres
dibujos’’, dijo. ‘‘Esa fue la solución que encontré. No logré hacer un dibujo de Kirsten y yo, ası́
es que hice tres dibujos separados: uno para representar a Kirsten, uno para representarme a
mı́ mismo, y uno para representar nuestra relación.’’
‘‘Fantástico’’ contesté. ‘‘Encontraste una solución para el problema del que nos hablaste la
semana pasada . . . .’’
Si bien Lars no siguió exactamente mis indicaciones sobre la tarea para la casa, esto
no me preocupó. En cambio, lo felicité por haber encontrado una solución para el
dilema del que nos habı́a hablado en la sesión anterior.
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Terapeuta: ‘‘¿Puedes decirme algo más sobre la burra y la hormiga?’’
Lars: ‘‘La hormiga está nerviosa. Está trabajando duro para construir un nido en un ho-
rmiguero.’’
Terapeuta: ‘‘¿Y dónde está la burra?’’
Lars: ‘‘A veces la burra choca contra un árbol cercano. Y a veces una rama del árbol cae sobre
el hormiguero. Entonces la hormiga tiene que repararlo.’’
Se hizo silencio por un momento.
Lars: ‘‘Una y otra vez la burra choca contra el árbol y la hormiga tiene que trabajar duro para
tratar de reparar el daño. Y la burra se rı́e y come hierba. Eso es lo único que hace: reı́r,
comer, y jugar. La burra ni siquiera se da cuenta de que la hormiga está. Es demasiado pe-
queña para que la burra la vea.’’
Le pedı́ a Lars que mostrara su tercer dibujo, el dibujo sobre la relación.
Lars: ‘‘Este es el dibujo de un antiguo tren a vapor. Kirsten va al volante. Yo soy el mecánico,
y me encargo de que el tren siga en movimiento. Ası́ es nuestra relación.’’
Pregunté a Kirsten qué era lo que más le habı́a sorprendido de los dibujos y relatos de Lars.
Ella respondió que lo que más le sorprendı́a es que el tren tuviera un volante: ‘‘Un tren sigue
la vı́a férrea. No se dirige con un volante. El tren sólo va por los rieles. Tal vez lo que Lars
quiere decir es que lo que yo hago no es importante. Que juego con el volante mientras el tren
simplemente va por los rieles.’’
Lars respondió inmediatamente: ‘‘No, el conductor es importante. El conductor tiene el
control sobre el tren.’’
Kirsten: ‘‘No entiendo nada. Yo no tengo ningún control.’’
Pregunté a Kirsten: ‘‘¿Hay alguna otra cosa que te sorprenda?’’
Kirsten: ‘‘Sı́, me sorprende que la burra sea tan grande y la hormiga tan pequeña. Co-
mpadezco a la pobre hormiga en la historia de Lars. Tiene que reparar todo lo que la burra
destruye en su ignorancia.’’
Lars asintió.
‘‘Ası́ es’’, él dijo.
Kirsten: ‘‘Es un pájaro, una grulla, volando sobre los campos. Vuela, y tiene alas muy fuertes.
Pero las alas se volvieron más pequeñas en los últimos años. Perdió parte de su poder. Hay
plomo colgando de sus patas. Es muy difı́cil despegar del suelo. Yo soy el pájaro más pequeño.
Sigo al pájaro grande. Me doy cuenta de que es mi culpa que las alas del pájaro grande se
hayan hecho más pequeñas. Y este es el nido.’’
Kirsten apuntó a la figura de forma circular en la esquina superior derecha de la hoja.
Kirsten: ‘‘La grulla grande dedica mucha energı́a al nido. Construye y construye. Le gusta
construir.’’
Terapeuta: ‘‘¿Hay algún tipo de contacto entre los dos pájaros?’’
Kirsten: ‘‘Ellos partieron juntos, a veces volaban juntos y otras veces separados. Pero siempre
regresan juntos. Ellos son uno para el otro.’’
Me volvı́ hacia Lars y le pregunté qué era lo que más lo sorprendı́a en el relato de Kirsten.
Lars: ‘‘El otro pájaro. El pequeño. No tiene nombre. ¿Qué tipo de pájaro es? ¿Es una grulla
también?’’
Kirsten: ‘‘No, no es una grulla. Al principio pensé que lo era, pero ahora me doy cuenta de que
ciertamente no es una grulla. No sé exactamente qué tipo de pájaro es.’’
Lars explicó que le llamaba la atención el hecho de que Kirsten no pudiera identificar al
pájaro que la representaba a ella misma. Entonces Kirsten señaló que lo mismo le pasaba
a él en la sesión anterior, cuando no habı́a logrado dibujarse a sı́ mismo. Al parecer ambos
podı́an caracterizar al otro fácilmente, pero les resultaba difı́cil caracterizarse a sı́ mis-
mos. Mentalmente tomé nota de esto: pensé que serı́a interesante comentarlo con ellos
más tarde. Luego me centré nuevamente en el protocolo y me dirigı́ a Lars:
‘‘¿Hay algo más que te haya sorprendido en los dibujos de Kirsten?’’, pregunté.
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Lars: ‘‘Sı́, el plomo colgando de las patas de la grulla. Me doy cuenta de que he trabajado duro
estos últimos años para ayudar a nuestra familia a sobrevivir. He cuidado a nuestro hijo Tom.
Hice todo el trabajo doméstico. Fui a visitar a Kirsten al hospital. También trabajé a tiempo
completo en mi tienda. Ahora que Kirsten está bien nuevamente, me cuesta atreverme a
creer que está mejor. Porque si comienzo a creer que ella está mejor, y se deprimiera otra vez,
tal vez yo no serı́a capaz de pasar por todo eso nuevamente.’’
Terapeuta: ‘‘Entonces, ¿ahora estás confundido, y no te atreves a creer que Kirsten está
mejor?’’
Lars: ‘‘Sı́, una recaı́da de Kirsten es una amenaza permanente. A veces me pregunto de qué
sirve . . . ’’
No terminó la frase.
Kirsten lloraba en silencio.
En las semanas posteriores a la sesión con los dibujos, seguimos hablando sobre lo
que es más valioso para ellos en su relación (la importancia del nido), sobre los sent-
imientos de depresión de Lars (el plomo en las patas y las alas pequeñas), y sobre cómo
se cuidan uno al otro. Por primera vez ambos se dieron cuenta de que se habı́an
descuidado a sı́ mismos en la relación. Dijeron también que ahora comprendı́an que
habı́a que pagar un precio por este descuido. A menudo la preocupación de cada uno
por el otro generaba una tensión silenciosa dentro de la relación, porque sentı́an que
hablar era peligroso.
El resto de la terapia no estuvo libre de complicaciones. Hubo crisis importantes y
sesiones complicadas. Pero existı́a este espacio dialógico seguro en el que podı́amos
hablar sobre lo que era difı́cil. Además, Kirsten tuvo una recaı́da en que tuvo que ser
hospitalizada nuevamente por un breve perı́odo. En ese momento Lars pensó ser-
iamente en dejarla. En una sesión muy tensa hablamos de un posible término de la
relación. Una semana más tarde regresaron y me dijeron que habı́an decidido seguir
juntos y continuar con la terapia. Esta decisión resultó ser un punto de inflexión muy
importante en el proceso terapéutico. Lars y Kirsten habı́an encontrado un nuevo
equilibrio en su relación en la medida en que se dieron cuenta de que tenı́an una
relación de tres miembros: Lars, Kirsten y la depresión bipolar. Comprendieron que a
lo largo de su vida juntos tendrı́an que encontrar formas de dar a la depresión bipolar
un lugar en su familia, sin permitir que los dominara.
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