Ensayo Sobre La Desglobalización

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Desglobalización: Impactos Económicos, Culturales y Ambientales en la Era de la

Incertidumbre Global

Diego Alexander Ramos Gonzalez

Administración Financiera

Mauro Argely Aguiar Chavarría

Economía Internacional

Institución Universitaria Tecnológico de Antioquia

Facultad de Ciencias Administrativas y Económicas

Medellín, Antioquia

2024
Desglobalización: Desafíos Económicos, Culturales y Ambientales en la Era de la
Incertidumbre Global

En los últimos años, hemos sido testigos de un fenómeno cada vez más evidente en la
esfera global: la desglobalización. Este movimiento marca una reversión en el curso de la
globalización, impulsado por una combinación de nacionalismo económico, proteccionismo
cultural y una marcada reducción en la cooperación internacional. Esta tendencia ha generado
un debate acalorado sobre sus implicaciones en diversos ámbitos, desde la economía hasta la
cultura y la política. En este ensayo, se explorará detalladamente los impactos multifacéticos de
la des-globalización, analizando cómo afecta a potencias económicas como Estados Unidos y
China, así como las implicaciones que tiene en la acción climática y la cooperación
internacional. También se abordará el papel crucial del descontento generalizado con la
globalización, como lo expone Joseph E. Stiglitz en su artículo. Se argumentará que, si bien la
desglobalización puede ofrecer ciertos beneficios, tales como la creación de empleo local y una
mayor autonomía económica, sus efectos negativos sobre el crecimiento económico, la
diversidad cultural y la cooperación internacional plantean desafíos significativos que requieren
una atención cuidadosa y equilibrada. En última instancia, se propone que el camino hacia
adelante implica encontrar un equilibrio entre los imperativos de la globalización y la necesidad
de abordar las preocupaciones legítimas que han alimentado el deseo de des-globalización.

Joseph E. Stiglitz, profundiza en su artículo del descontento con la globalización, sobre


cómo los beneficios de este fenómeno no se distribuyeron equitativamente a lo largo de las
sociedades. Resalta que, si bien la globalización ha generado ganancias significativas para
ciertos sectores y regiones, también ha creado una brecha cada vez mayor entre los ricos y los
pobres. Esta disparidad resultante ha exacerbado las tensiones sociales y ha alimentado un
sentimiento generalizado de injusticia, minando así la legitimidad del proceso de globalización
ante amplios sectores de la población. Además, Stiglitz argumenta que esta inequidad sistémica
no solo erosiona la cohesión social, sino que también desencadena una reacción negativa hacia
la globalización misma, fomentando así la tendencia hacia la des-globalización. En esencia, su
análisis resalta cómo la distribución desigual de los beneficios de la globalización ha sido un
factor central en la emergencia del descontento y la resistencia a la integración global.

Sin embargo, al considerar más detenidamente la desglobalización en su dimensión


económica, es importante reconocer que este proceso puede generar una espiral de
nacionalismo económico y proteccionismo que amenaza con desencadenar conflictos
comerciales a gran escala. Como Joseph E. Stiglitz (2001) señala en uno de sus análisis, “la
globalización como tal ha sido manejada mediante procedimientos antidemocráticos y
desventajosos para las naciones en desarrollo, en especial las que son pobres”. Esta reacción
proteccionista, alimentada por la percepción de que el libre comercio ha beneficiado solo a una
élite privilegiada, puede llevar a una escalada de tensiones comerciales entre las principales
potencias económicas. Un ejemplo claro de esto es la guerra comercial entre Estados Unidos y
China, que ha desencadenado una serie de medidas arancelarias y contra-arancelarias que han
generado incertidumbre y perturbación en los mercados globales. Esta confrontación comercial
no solo ha afectado negativamente el comercio mundial, sino que también ha ejercido presión
sobre el crecimiento económico tanto en Estados Unidos como en China, demostrando de esta
manera como la desglobalización puede entorpecer el desarrollo económico a escala global en
donde las grandes potencias sufren de los efectos de estos y nos hace pensar cuanto más
catastrófico pueden repercutir en los países menos desarrollados.

No obstante, también se debe de reconocer que esta tendencia (des-globalización)


puede traer consigo aspectos positivos que merecen ser considerados. Joseph E. Stiglitz en
2001, en su artículo sobre el descontento con la globalización, recalca cómo la globalización
mal gestionada ha llevado a una pérdida de empleos en ciertos sectores y regiones,
exacerbando la desigualdad y la inseguridad económica. En este contexto, Stiglitz sugiere que
la relocalización puede ofrecer una salida, destacando cómo la producción localizada puede
revitalizar las economías locales y proporcionar oportunidades de empleo para aquellos
afectados por los cambios en los patrones comerciales globales como en el caso de corea y los
países este-asiáticas. Esta perspectiva es especialmente relevante en el contexto de la crisis
climática, donde la reducción de las emisiones de carbono se ha convertido en una prioridad
urgente, pues la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero y el cambio a
formas más sostenibles de producción y consumo requerirán la reorganización de nuestras
economías y sociedades. En ese orden de ideas la des-globalización podría desempeñar un
papel en este proceso al fomentar la producción local y reducir la dependencia de largas
cadenas de suministro globales las cuales son las que impactan negativamente al
calentamiento global con las emisiones de gases de efecto invernadero. En resumen, aunque la
des-globalización plantea desafíos significativos, también ofrece oportunidades para repensar y
reestructurar nuestras economías de manera más sostenible y equitativa.

Sin embargo, a su vez, en términos de medio ambiente, si bien la des-globalización


puede reducir la huella de carbono asociada con el transporte internacional, también puede
obstaculizar la cooperación internacional necesaria para abordar problemas ambientales
globales. El cambio climático es un desafío que requiere cooperación internacional, y la des-
globalización puede socavar los esfuerzos colectivos para mitigar sus efectos. Parafraseando a
Giuseppe lo Brutto y Domínguez (2020), en su artículo sobre la des-globalización, concluyen
que básicamente la cooperación internacional es fundamental para abordar los desafíos
ambientales que trascienden las fronteras nacionales, enfatizando así la necesidad de una
acción coordinada a nivel global para enfrentar la crisis climática.

No obstante, la des-globalización, al erosionar la confianza y la colaboración entre los


países, corre el riesgo de socavar esta cooperación esencial. Esta preocupación se ve
agravada por el hecho de que muchos de los problemas ambientales más apremiantes, como la
pérdida de biodiversidad y la contaminación transfronteriza, requieren soluciones que
trasciendan las fronteras nacionales y que solo pueden lograrse mediante una acción conjunta y
coordinada. Por lo tanto, mientras que la desglobalización puede ofrecer beneficios en términos
de reducción de la huella de carbono asociada con el transporte internacional, también plantea
serias amenazas para la capacidad de la comunidad internacional al momento de abordar los
desafíos ambientales más urgentes y complejos.

Por otro lado, La globalización, mal gestionada, ha llevado a una concentración del
poder y la riqueza en manos de unas pocas corporaciones multinacionales, pues como señala
Joseph E. Stiglitz (2001) en el descontento con la globalización “las naciones que han dejado
que la globalización les sea manejada por el Fondo Monetario Internacional (FMI) y otras
instituciones económicas internacionales no han obtenido tan buenos resultados. El problema,
por lo tanto, no reside en la globalización en sí, sino en la forma de manejarla”. Esta
concentración del poder ha suscitado preocupaciones sobre la gobernanza democrática a nivel
global, ya que las decisiones clave se toman cada vez más lejos del escrutinio público y la
rendición de cuentas. Contrario a esto, Stiglitz también enfatiza que “Las naciones que han
manejado la globalización por sí mismas, como las del este de Asia, se han asegurado en
términos generales de obtener grandes beneficios y de distribuirlos con equidad” (2001). En
otras palabras, la “des-globalización” puede abrir la puerta a un proceso de toma de decisiones
más descentralizado, devolviendo el poder a los gobiernos nacionales y locales y permitiendo
una mayor participación ciudadana en los asuntos que afectan a sus comunidades.

Esta descentralización del poder puede ser vista como una oportunidad para fortalecer
la democracia a nivel local y promover una mayor participación ciudadana en la toma de
decisiones. Sin embargo, esta misma descentralización también plantea desafíos en términos
de coordinación y cooperación internacional. Como advierte Stiglitz en 2001, la solución a
muchos de los problemas que enfrenta el mundo hoy en día, desde el cambio climático hasta la
regulación financiera, requiere cooperación internacional y una gobernanza global efectiva. La
fragmentación resultante de la cooperación internacional podría obstaculizar la capacidad de los
gobiernos para abordar eficazmente los problemas globales que trascienden las fronteras
nacionales. En última instancia, si bien la desglobalización puede ofrecer beneficios en términos
de fortalecimiento de la democracia a nivel local, también plantea retos significativos en
términos de gobernanza global y cooperación internacional que deben ser abordados con
cautela y consideración.

En conclusión, si bien la desglobalización puede ofrecer ciertos beneficios, su impacto


negativo en el crecimiento económico, el intercambio cultural y la cooperación internacional,
sugiere la necesidad de un enfoque más equilibrado hacia la integración global. La
desglobalización plantea desafíos relevantes que no pueden ser pasados por alto. Aunque la
producción localizada puede crear empleos y reducir la huella de carbono asociada con el
transporte internacional, la fragmentación de la cooperación internacional puede obstaculizar
los esfuerzos para abordar problemas ambientales globales y socavar la capacidad de
respuesta ante crisis económicas y sanitarias.

En lugar de optar por la des-globalización como una solución definitiva, los países
deberían trabajar hacia una globalización más sostenible y equitativa como plantea stiglitz. Esto
implica implementar políticas que promuevan el crecimiento económico inclusivo, el intercambio
cultural enriquecedor y una cooperación internacional efectiva. Es esencial abordar los impactos
negativos de la globalización, como la desigualdad de ingresos y el deterioro ambiental,
mediante medidas que protejan a los trabajadores vulnerables, promuevan la redistribución de
la riqueza y fomenten prácticas comerciales y ambientales responsables.

En última instancia, el desafío radica en encontrar un equilibrio entre los beneficios y las
desventajas de la globalización y la desglobalización. Esto requiere un enfoque cuidadoso y
deliberado que tenga en cuenta las complejidades y las interconexiones de la economía
globalizada. Al trabajar de una manera conjunta en pro de construir un futuro próspero y
sostenible para todos los habitantes del planeta, se puede enfrentar los desafíos del siglo XXI
con resiliencia y solidaridad, garantizando que nadie se quede atrás en el camino hacia un
mundo más justo y equitativo.
Bibliografía
Brutto, G. L., & Domínguez, R. (2020). Desglobalización. p211.

Stilglitz, J. E. (2001). El descontento con la globalización. p1-12.

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