Historiografia Critica BAJO Azcapotzalco-14-23

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Introducción general

a la teoría de la historiografía crítica

a historiografía crítica, lejos de basarse en una definición simplifica-

L dora, se propone corno una forma de problema tizar el conocimiento


sobre el pasado, su potencial significativo, así como la historicidad de
los procesos de construcción de conocimiento histórico. ASÍ, en el pensa-
miento histórico y específicamente en el quehacer disciplinario de la historia,
hay ciertos aspectos, preguntas y problemas que han sido y siguen siendo
objeto de continuos debates: el lugar que ocupa la historia en los saberes y
las disciplinas; su confrontación con los ámbitos de la ciencia que la hacen
reflexionar en tomo a problemas relacionados con representatividad, obje-
tividad, verdad y verosimilitud. De la misma manera que se continúa
reflexionando sobre la posibilidad de que este conocimiento se generalice y
con ello se busquen leyes en la historia, continuamos preguntándonos por
su cercanía con la literatura en lo referente a la narratividad, a sus formas
de exposición y de representación. En los debates que se han suscitado, se
polemiza sobre el carácter filosófico, social y epistemológico -entre otros-
de las teorías que se ocupan de la c~:mstitución de la historia como ciencia y
como disciplina, y a la vez del status de esta ciencia. Por lo tanto, en los
debates subyace, implícita o explícitamente, una discusión ética, partidista
e ideológica. No están resueltos ciertos problemas relacionados con la
realidad, la percepción, la memoria, la representación, interpretación y
construcción del relato en tomo a esta realidad del pasado, es decir, proble·
mas de recepción y transmisión del conocimiento sobre el pasado.
La lista de ejemplos de debates y polémicas que se llevan a cabo en la
academia, y en los espacios políticos y socioculturales, resulta infinita. No
obstante, por lo menos se debe mencionar otro eje de problemas: la partici·
pación en la historia, la identidad, los procesos de construcción de significa·
dos, la influencia de las tradiciones, aspectos dogmáticos y éticos en tomo a
la condena o la rehabilitación del pasado; y, en relación con lo anterior, se

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Historiografía crítica

discuten el poder, la existencia de una historia oficial, el surgimiento de las


historias de grupos marginados, la recuperación de lo olvidado, el valor de
testimonios y fuentes, el trato que se les da a "datos informativos" frente a
"interpretaciones" y opiniones.
La filosofía de la historia, la teoría de la historia, diversas metodologías,
las formas y los espacios de transmisión del conocimiento histórico, las
propias prácticas de los historiadores, además de otras disciplinas como la
filosofía, la psicología, la sociología, la antropología, la lingüística, la teoría
literaria, la semiótica, y aun la biología, han atendido una y otra vez esos
problemas. Frecuentemente han buscado apoyo en otras disciplinas para
resolver estos problemas, pero también, desde sus respectivos ámbitos de
conocimiento, han propuesto, trazado, rechazado y vuelto a proponer solu-
ciones.
Consciente del ca rácter temporal de las respuestas, es decir, de la
historicidad a que está sujeta la organización del propio pensamiento histó-
rico, además de la constitución disciplinaria, la historiografía crítica l propone
pensar, reflexionar, problema tizar y escribir historia a partir de un eje teórico,
cuyo contenido básico se desarrollará a lo largo del presente libro. No se
pretende instituir un nuevo método ni fundar o proporcionar una teoría de
la historia determinada; tampoco se ofrece un balance histórico sobre las
teorías relacionadas directa o indirectamente con el pensamiento histórico,
puesto que en la achlalidad las posibilidades parecen extenderse a tantas
teorías como tipos de discursos sobre el pasado de la sociedad existen.
Nuestra propuesta consiste en ubicar, investigar y cuestionar como proble-
mas abiertos al debate aquellos aspectos que conciernen o afectan hoy en día
la viabilidad misma del pensamiento histórico, así como las transformaciones
que vive continuamente.
Pretendemos superar, hasta donde eso sea posible, un desprendimiento
que en su forma actual es resultado del pensamiento moderno: la disociación
entre la disciplina, por un lado, y, por el otro, un espacio creciente que en
momentos llega a ser casi autónomo, como lo ha sido la filosofía (filosofía de
la historia) durante algún tiempo o -sobre todo a partir de Max Weber-la
sociología, o bien, más recientemente y aún en nuestros días, la teoría de

l Existen distintas acepciones del término "historiúgI"afía", locual hace necesario usar, para diferenciar,
el concepto de "historiografía crítica". En previas dcepciones, histOriografía designa, entre otras, historia
de ¡., historia es.:rita (en generdl, y sobIl' algún tema en particuldr, como historiografía de La Revolución
Mexicana, o historiogrdfía de La Edad Medía, es deci r, el conjunto de rraba}os espeddlhados Il'Ladon;¡dos
con un tema o una épocd en particular); historia es.:rita; fonnas de hacer historia; en parle, contiene
p reocupildones metodológicas, sobre todo en Il'ladón con la historia de la disciplina (del quehacer
histórico, del llamado quehacer historiográfico); historiograffa en Il'!adón con ciertas comentes, por
ejemplo historiograffa marxista. Véast' también la nota sob re "historiografía crítica" en el apéndice de
es te libro.
Introducción general

la historia; una especie de "protodisciplina" cuya tarea consistía y consiste


en normar la práctica disciplinaria y en determinar el horizonte de cientifici·
dad de esta disciplina. Georg Iggers ciertamente señala que

...existe una diferencia entre una teoría que desconoce toda exigencia de reali·
dad a la representación histórica, y lUla historiografía con plena conciencia de
la complejidad de la cognición histórica, pero que no obstante parte de que
hombres y mujeres reales tenían ideas y sentimientos reales que condujeron a
acciones reales, que pueden ser conocidos y representados histÓricamente. 4

Esas teorías que, como todo pensamiento, deberían ser abiertas para
contemplar la posibilidad, cuando no la necesidad, de constantes transfor·
maciones,s llevan en sí el riesgo de verse reducidas a un método y de ser
aplicadas, no pocas veces, fuera de su horizonte cultural, en forma ajena a su
historicidad. En otros momentos, se estancan y devienen en ideologías que,
al imponerse a la cambiante historicidad, pierden y hacen perder, también
aquí, justamente su potencial original.6 En pocas palabras, nos interesa
investigar "qué significa para el trabajo histórico que existan ideas abstractas
acerca de la realidad social. Esas imágenes forman la imagen de la historia.
Los diagnósticos históricos afectan, a su vez, las imágenes te6ricas".7
Al analizar los espacios teóricos junto con los ámbitos disciplinarios, no
hacemos sino devolverles, y eso vale especialmente para el pensamiento
histórico, su propia historicidad como potencial crítico y reflexivo abierto. La
idea esencial para lograr eso consiste en ubicar, cuestionar y problema tizar
los fundamentos de la historicidad, desde los ámbitos comunes de la historia
y desde los espacios teóricos, y a través de sus actualizaciones y de las
representaciones del pensamiento histórico. Así, la "historiografía crítica" es
un quehacer que induye en su reflexión las consecuendas de éste sobre sus
propios postulados, tal como se marcan en las cambiantes actualizaciones y
representaciones de sus fundamentos. En otras palabras, los parámetros
y planteamientos teóricos en que se basa el quehacer historiográfico se ven
afectados por los resultados de este quehacer y por las reflexiones realizadas
4 Georg G. Iggers, Gescllich/5WÍS5e11sclulft im 20.¡ahrhunder/, Gotinga, Vandenhoeck & Ruprecht , 1996
(1993), p. 88.
s Una e)(igencia que vale no sólo para las ciencias sociales y hwnanas, donde parece más evidente,
sino también para la teona en las ciencias en general.
6 Como ejemplo, podemos mencionar algunas corrientes dogmáticas del marxismo -no son pocos
los filósofos e historiadores que han optado recientemente por distinguir el marxismo del pensamiento
marxiano, con el fin de recuperar este polencial-: o bien,. podemos recordar \as distintas variantes del
positivismo: o, en la historia de la historiografía, una serie de teorías que se convierten en corriente, escuela
y dogma, como ha sucedido, por ejemplo. con el estructuralismo.
7 lhomas Mergel y Thomas Welskopp (OOs.), Geschichlt' lUIischen Kultur 1I11d Gesellsclulft. Bei/rr:lg ~ur
TllroritdebR tle, MlUlich. Verlag C. H. Beck, 1997, p. 10.

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HistoriograJfa crítica

en los procesos de investigación. Cuando la historiografía crítica reconoce la


historicidad de su propio quehacer y de los fundamentos teóricos de éste, se
observa a sí misma en la relación entre pasados y presentes, y entre plantea-
mientos teóricos, prácticas de investigación y procesos de significación y
construcción de conocimiento sobre el pasado.
Por ello, en el manejo, el uso y la interpretación de los discursos de
historia (yeso incluye fuentes, documentos y otras manifestaciones en todas
las formas y formatos), no sólo nos interesan los datos informativos (qué,
quién, cuándo, etc.), sino también los datos relacionados con el cómo y el
porqué del uso de esos datos. Pero la historiografía crítica va más allá y trabaja
con la posibilidad de actualizar su historicidad en nuevos discursos de
historia. Ello se busca al manejar simultáneamente varios discursos situados
siempre en dos ámbitos a la vez: los que estamos leyendo e interpretando, y
los nuestros que estamos construyendo y escribiendo a partir de la selecció;t
y el ordenamiento de los primeros.
La historiografía se plantea como problema actual en función del cono-
cim iento de lo anterior -no como historia de la historia, ni como balance,
sino como posibilidad de pensar la historia en cada momento---. Cabe
destacar que la historiografía se propone también como forma de pensar
aquello que se relaciona con determinadas temáticas en cada momento: algo
pudo haber sido un asunto relacionado con la vida cotidiana, con conflictos
de grupos sociales, con la producción cultural, con planteamientos filosófi-
cos, con problemas investigados en diversas ramas de las ciencias, etc., antes
de convertirse, en algün momento posterior, en un problema histórico, es
decir, en un objeto de estudio de la historia. Por lo tanto, la importancia de
la historiografía crítica radica en que analiza cómo y por qué algo relacionado
con el pasado adquiere interés para,la historia, investigando siempre a partir
de un conocimiento doble: el pasado que aconteció y que es comunicado, y
el pasado que recupera la historia desde el presente y para el presente.
A partir de lo anterior, presentamos una serie de formas de problema-
tizar, siempre en relación con ambos momentos: el actual y el estudiado. Para
ello necesitamos aclarar dos puntos: el lugar de la teoría en la historiografía
(en la historia, el pensamiento histórico, etc.), y el concepto de historicidad,
que es lo que ubica los estudios relacionados con el pasado en función de los
intereses del presente.

AJ LUGAR DE LA TEORíA

Resulta imposible no escuchar el llamado pidiendo "teoría" en las ciencias


históricas desde hace tiempo. Aquellos que emiten el llamado y aquellos que
están dispuestos a seguirlo están de acuerdo en que el mismo significa una

,.
Introducci6n general

crítica a un determinado concepto de ciencias históricas y en que postula uno


nuevo. Ambos yerran al considerar al concepto criticado como ateórico. Sus
defensores se equivocan en cuanto a la dimensión de la capacidad explicativa
de la teoría, mientras que sus críticos toman este autoengaño como una infor-
mación objetiva y se sienten confirmados en su crítica. Hay mayor disenso en
cuanto al si y al cómo la forma tradicional de la investigación histórica puede
y debe ser transformada cualitativamente a través de la introducción de teorías
explícitas.
Una discusión de tal tipo debe enrnarcarse bajo la lucha sobre conceptos
fundamentales que aparece esporádicamente en toda ciencia, y en la cual se
muestran, y en parte se llevan a cabo, procesos críticos del desarrollo científico.
y aunque tales procesos de manera retrospectiva suelen reconocerse como
oportunidades para el progreso del conocimiento dadas por el cambio de
aspectos fundamentales de tal ciencia, mientras la crisis dwa no se puede
encontrar un punto de vista exterior a la controversia desde el cual se pueda
decidir. Así pues, no se trata de salir del debate teórico de las ciencias históricas
por la supuestamente fru ctuosa investigación empírica, sino de abordarlo de
tal manera que el desarrollo de las ciencias históricas sea fértilmente influen-
ciado por él.8

Empezamos nuestras reflexiones con esta larga cita del historiador


alemán Jom Rüsen para subrayar que las posibilidades de presentar los
distintos ámbitos de lo teórico son casi infinitas, ailllque están estrechamente
relacionadas con la propia idea de historia que prevalezca en una época
determinada. A continuación se presenta una lista con unos cuantos ejemplos
que muestran cómo suele estructurarse significativamente el conocimiento
histórico. Podrá observarse que los ejemplos son usados por distintos autores
con diferentes intenciones y provenientes de diversas tradiciones tanto dis-
ciplinarias como extradisciplinarias .

• Cortes temporales. Es frecuénte que en los libros de texto de historia


universal se establezca una periodización que abarca desde los grie-
gos hasta la era contemporánea. De esta manera, mediante cortes en
el tiempo, se otorga mayor O menor relevancia a determinadas épo-
cas; asimismo, el historiador termina por situarse en determinadas
tradiciones culturales, políticas, ideológicas, etc., y reconoce su objeto
de estudio como parte significativa de esas tradiciones.
• Cortes espaciales. En la historia política se organiza el acontecer a
partir de los estados-nación. Cabe señalar que actualmente se obser-

8 Jom Rüsen, '"Origen y tarea de la teoría de la historia", en Silvia Pappe (coord.), CXhales ret:ientes "'1
la trona tk 111 historiografúl alf!milna, México, UAM.A/UIA, 2000, pp. 37-82 (37-38). Este texto foona parle de las
lecturas obligatorias.

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Historiografía crítica

van posibles derivaciones hacia una visión más "global", a la vez que
se da mayor importancia a la recuperación de lo regional y lo local.
resaltando lo marginal (colonizado) en visiones históricas anteriores,
y oponiendo esta visión a los centros de poder.
• Cortes ideológicos. Es común que esos cortes se deriven de teorías
cuya aplicación inmediata se cruza con posiciones políticas o princi·
pios dominantes vigentes. Así, el marxismo por mucho tiempo ana·
li zó la sociedad mesoamericana como un modo de producción asiá-
tico. En los debates recientes acerca de los centros de poder y la
globalización, el pensamiento llamado "políticamente correcto" toma
partido por determinados gmpos marginad os, y crea los estudios
subalternos, o la historia de género que centra su atención en las
mujeres.
• Formal--constitutivo. En las discusiones en tomo a los géneros y los
formatos, enfoques te6ricos como el estructuralismo o el constructi-
vismo, influyen en los procesos de signi ficación del pasado; cabe
destacar el carácter interdisciplinario y trarsdisci plinario que esos
enfoques adqu ieren cada vez más.
• Uso. El conocimiento histórico suele utilizarse para construir legiti-
midad ; por ejemplo, en la historia mexicana el llamado "Grito de
Dolores" adquiere un sentido fundacional de la nación. Así, el uso
(percepción, interpretación y construcción) de los datos, de la expe--
riencia y la memoria, además de su relación con tipos de explicación,
comprensión y reinterpretación, estructura los discursos en función
de las correspondencias con formas de representación en el sentido
disciplinario o científico.
• Temático. En los estud ios recientes se observa cada vez má s la limi-
tación de lo temático cuando no se problema tiza en función de la
historicidad de los intereses en torno al objeto de estudio.

Lo que nos interesa aquí es que se trata, en tod os los casos, de bases
te6rico·metod ológicas de la propia disciplina. Son elementos que no sólo
rigen la disciplina, sino que además está n sujetos a las mismas reglas que
describen y defin en.
Ahondemos un poco más sob re el luga r de la teoría: cuando pensamos
en los ámbitos de lo teórico como algo sepa rado de las prácticas disciplinarias
(en forma, por ejemplo, de un marco teórico; o como algo que rige estas
prácticas desde su exterior), terminamos enfrentados a un problema doble:
a) por una parte, elaboramos dos investigaciones, una para avanzar y con·
cretar en teoría, la otra para desarrollar un tema específico en la disciplina
propiamente dicho; y bJ debemos tener en cuenta que el ámbito de lo teórico,
18
Introducción general

exactamente de la misma manera que el ámbito de las prácticas, se constituye


en el seno de los horizontes culturales en los que estamos inmersos como
investigadores. Toda teoría cuya intención es servir de marco general, es a la
vez históricamente específica, particular, no repetible en su constitución.
En los estudios históricos e historiográficos, estos dos problemas se
vuelven aún más agudos: dada la historicidad de la constitución de la teoría
y la función que tiene para la construcción del pensamiento histórico,9 se ve
obligada a interrogarse constantemente, tanto desde el ámbito de lo teórico
como desde las prácticas de sus propias prerrogativas.
El problema consiste en que toda teoría sobre una sociedad, un grupo,
una cultura determinada, su pensamiento, su comportamiento, su relación
con el tiempo, el espacio y la construcción de significados al respecto (el
conocimiento), se ha concebido durante mucho tiempo como si su pensa-
miento, su comportamiento, la construcción de sus significados, no formaran
parte de esta sociedad, de este grupo, de esta cultura. Toda teorla es no sólo
la descripción de un comportamiento, un pensamiento, un significado; es, en
primer lugar, parte de todo ello. De la misma manera, todo texto, todo
modelo, toda abstracción, todo planteamiento, también toda teoría, es un
producto o una construcción cultural que socialmente está determinada en
el tiempo. El efecto para una teoría, vista en su particularidad histórica, es
que desemboca en que se describe a sí misma, en parte, como si fuera distinta,
cuando no ajena, incluso, a sus propios postulados como teoría para lo
histórico.
En la relación que todo investigador establece con el ámbito de lo
teórico, e independientemente de que se base en los postulados de una u otra
teorla (autor, escuela, corriente), se ve obligado a analizarlos y reflexionar en
tomo a ellos, puesto que forman parte d el conjunto de correlaciones que
constituyen lo histórico. Los distintos ámbitos de lo te6rico y de las prácticas
disciplinarias se afectan muhlamente, desde los conocimientos que los cons-
tituyen hasta aquellos otros que producen como efecto de sus interrelaciones.
La particularidad temporal y, más específicamente, el carácter histórico
de toda teoría significan que, en esta visión, no es pertinente convertir un
modelo o una teoría en pasos metodológicos con los cuales es posible
9 De esta manera, podemos ver el pensamiento histórico como un pensamiento humano que reelabora
experiencias en el tiempo y en el espacio, y que surge de tensiones entn.> varios ámbitos; tiene que ver con
distintos conceptos que se manifiestan en el tiempo y con el tiempo, tomando en cuenta que este tiempo
se puede actualizar en distintos conceptos de temporalidad. TIene que ver, asimismo. con las experiencias
del ser humano. con sus expectativas, horizontes, perspectivas. valores -y todo eUo, a su vez, está sujetlJ
a distintas posibilidades de manifestación y actualización. Tiene que ver con intereses, es decir, con las
interrogantes frente a los posibles significados que nos hacemos ante las eKperiencias vividas en y vistas
desde otros tiempos, otros espacios, otras culturas, otros intereses; y. nuevamente, sus representaciones
en cada presente se manifiestan de distinta manera.

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Historiografía crftica

enfrentar cualquier tipo de problema de historia, ni elaborar cualquier dis-


curso histórico. El ámbito de lo teórico, lejos de fijar solamente las reglas de
la investigación, el estudio y la escritura de la historia, pone en relieve la
historicidad de la misma a la vez que se ve afectada por ella. Su lugar no es
ni el pasado ni el presente propiamente dichos, sino el arco de tensión que
establece entre los dos.
Podemos ver, entonces, lo teórico-histórico como una sistematización
del horizonte de expectativas lO de lo posible (de lo que se puede pensar) más
que de acontecimientos "reales"; es lo que abre, asimismo, la recepción
potencial del pensamiento histórico, así como la viabilidad y las estrategias
que permiten constituirlo, desde las tensiones de la historicidad y ante
nuestros propios intereses, en historias significativas para cada cultura.
En la relación con lo teórico se incluyen, asimismo, el cuestionamiento
y la problematización de enfoques, métodos y conceptos, y desde esta
reflexión permanente se orienta (como discurso teórico) cada actualización
y representación de las correlaciones conceptuales y de las nociones básicas
en que se manifiestan.
El cuestionamiento permanente que parte dr la tensión entre historia e
historicidad (incluso para el caso de la teoría) conduce a la necesidad de
diferenciar de qué hablamos en historia cuando hablamos de la teoría de la
historia. Por un lado, hay una serie de teorías sociales, pero también otras,
por ejemplo, sobre las culturas que estudiamos en historia; y, por el otro, está
todo aquello que determina, sustenta y conduce el quehacer científico (aca-
démico, cognitivo, racional) de una disciplina determinada: aquel marco
cognitivo que permite reconocer, y sobre todo producir, reproducir, transmi-
tir y transformar un pensamiento disciplinario detenninado ---en nuestro
caso: el pensamiento histórico.
Problema tizar estas dos líneas'de lo teórico significa revisar, analizar y
evaluar los alcances de sus posibilidades para orientar su presencia; verlo
como algo que requiere reflexión y cuya tensión frente a su propia historici-
dad, frente a sus propias características temporales, tiene efectos en el pen-
samiento histórico. No se establecen simplemente relaciones, redes, modelos
y sistemas (en una visión estructuralista); al contrario, el ámbito de lo teórico
se potencia en movimientos, actualizaciones, cambios. Por ejemplo, cuando se
logra problema tizar algo se transforma el interés de quien problematiza. Este
interés se va determinando y manifestando desde otras actualizaciones y
presencias y, sobre todo, desde otros cuestionamientos e interrogantes.

10Los conceptos de horizonte, horizonte de expectativas y otros relacionados con eUos, seencuen-
tran desarroUados en Hans-Georg Gadamer, Vrrdad y método, Salamanca, Ediciones Sígueme, 1986. Véase
especialmente nEI principio de la historia efectual n, pp. 370-377.

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Introducción general

No es suficiente descubrir, aceptar y confirmar los fundamentos desde


los fund amentos mismos: tenemos que identificar las tensiones, recuperar las
contradicciones resueltas temporalmente, hacer preguntas a aquello que
parecía claro, porque se le veía como nociones con carácter normativo,
científico y objetivo, es decir, inamovible hasta cierto punto, de una discipli-
na. Reflexionar en tomo a la historicidad del ámbito de lo teórico significa
más que hurgar en lo que ya se conocía. Metodológicamente se trabaja
distinto.

B) H ISTORICIDAD

Entendemos la historicidad como posibilidad, condición y necesidad para


la constitución de lo histórico (Historia, historias, historiografía ... ), con base
en una tensión entre por lo menos dos tiempos:\! el presente y cualquier
modalidad de pasado. Los soportes de la historiografía son conceptos y
nociones que en la actualidad se consideran indispensables para el trabajo
académico relacionado con el pensamiento, el análisis y la constitución de
los discursos históricos, los materiales así como las disciplinas de apoyo,
todos ellos relacionados con la constitución de los saberes, las tradiciones y
las condiciones necesarias, de acuerdo con los intereses, preguntas y formas
de problematización que plasman los estudiosos. Uno puede percatarse de
las grandes diferencias anotadas por los historiadores y otros científicos
sociales ocupados en tareas de investigación y constitución del pensamiento
histórico. En varios momentos de la historia de la disciplina, la ampliación
temática conduce a procesos de ramificación y subdivisión discipl inarias y
a cuestionamientos desde ángulos novedosos; a la vez, la interrogación de
todo ello llega, en distintos momentos, hasta el cuestionamiento de la
historicidad desde la historicidad misma.
Por una parte, esa condición, eSa necesidad y esa exigencia, ineludibles
no sólo para la constitución en sí de lo histórico a partir de la historicidad,
sino también en tanto rigor académico, tienen que ir dirigidas a algo. Por otra
parte, ni la constitución, ni la posibilidad, ni la exigencia se pueden "aplicar"
a la propia historicidad, por lo que se plantea que la historicidad da origen,

II Hablo aquí de tiempos, pero también se puede tratar de dos o más espados: el propio y otro:
otra nación, otra cultura, otro grupo social, otro espado teórico o ideológico, etc. Lo que pa ra la tensión
temporal es el presente y alguna modalidad del pasado, para el espacio resulta ser frecuentemente el lugar
sociocultural propiO Yalguna modalidad de otredad. Casi siempre, ello resulta en un com plejo entramado
de tiempo-espacio; tanto enel ámbito teórico comoen diversos estudiosdecrftica literaria, Mi}á.il Bajtin ha
investigado representaciones especificas de esos cron%pas en determinados momentos históricos.

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Historiografía crífiCQ

mediante el cuestionamiento, a algo que queda sujeto, a su vez, a la histori-


cidad misma. u
La tensión entre los distintos tiempos que se conceptualizan como
nociones abstractas (presentes y pasados), sin constituirse aún en significados
mediante historias determinadas, es decir, sin ser constituidos todavía en
términos del pensamiento histórico, afecta indiscutiblemente los distintos
niveles de la escritura de la historia. Una pregunta recurrente para todo
historiador es por qué y cómo esa tensión puede fund ar e instituir nueva·
mente historicidad, a partir del conocimien to sobre el pasado (los hechos
pasados), presentado en forma de discursos de historia (como veremos, en
forma de un pasado comunicado).
Si hablamos de la tensión entre d istintos ti empos, y de que la historici·
dad y sus actualizaciones o representaciones, las historias, son constituidas
a partir de esas tensiones, debe quedar claro que todo historiador se encuen·
tra en alguno de los posibles puntos de tensión y que, además, se trata de un
punto claramente privilegiado: es el lugar desde donde se estructuran los
discursos de la historia, y es allí donde se problema tiza y se interroga el
potencial de la historicidad. Sin embargo, no se trata solamente del lugar fijo
de un sujeto, sino de un punto sometido a las tensiones y, por lo mismo, un
punto que siempre forma parte de la historicidad. En ambos sentidos, es una
posición que, conscientemente o no, se toma.

Lectura obligatoria

J6m Rüsen, "Origen y tarea de la teoría de la historia", en Silvia Pappe (coord.),


Debates recientes ellla teoría de la historiografía alemana, México, UAM-AlUlA, 2000,
pp. 37-82.

En su eru;ayo de 1970, J6m Rüsen parte de la siguiente distinción tipológica: por


un lado sitúa una historiografía nonnativa que rige los paradigmas disciplina-
rios; por el otro tenemos una historiografía reflexiva que cuestiona críticamente
la validez y la permanencia en el tiempo de esas normas paradigmáticas, así
como las posibilidades cognitivas y de significación que surgen de ellas.

!2 Observar las formas en que esta tensión queda resuelta (y muchas veces, disuelta) en ciertos
estudios o historias escritas, puede dar la impresión de que, en sf,\a tensión abierta de la historicidad no
es un asWlto importante para la historiografía, sino Wl estado previo, un pWlto de partida, el potencial de
las historias por escribir. Sin embargo, veremos que es Wl aspecto indispensable para los procesos de es-
critura y significación, reescritura y resigniñcaci6n. en la consti tución del conocimiento sobre el pasado.

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