Jurisprudencia Sobre Riesgos Del Trabajo

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INFORME DE INVESTIGACIÓN CIJUL

TEMA: JURISPRUDENCIA SOBRE RIESGOS DEL TRABAJO

RESUMEN: En el siguiente informe investigativo, se hace una breve


aproximación al tema de los riegos del trabajo, desde una
perspectiva eminentemente jurisprudencial. De esta manera, se
incoporan diversos exractos jurisprudenciales en los que se
analizan diversos aspectos relativos a ese tema, tales como: la
carga de la prueba, la culpa del trabajador, la responsabilidad
del empleador, así como el concepto y definición de accidente de
trabajo.

Índice de contenido
1. Jurisprudencia................................................2
a. Carga de la Prueba Recae sobre el Trabajador en la
Demostración de Riesgos Laborales..............................2
b. La Mera Culpa del Trabajador, no Exime la Responsabilidad
Patronal en el Caso de Riesgos del Trabajo.....................5
c. Concepto y Definición de Accidente de Trabajo..............9
d. Resposabilidad Objetiva del Empleador.....................11

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DESARROLLO:

Jurisprudencia sobre excensión de responsabilidad o atenuación de


resp por exceso de trabajo

1. Jurisprudencia

a. Carga de la Prueba Recae sobre el Trabajador en la


Demostración de Riesgos Laborales
[SALA SEGUNDA]1
"IV-. SOBRE LA CARGA DE LA PRUEBA EN MATERIA DE RIESGOS DE
TRABAJO: Esta Sala ha indicado, reiteradamente, que en Derecho
Laboral opera una redistribución de la carga de la prueba, pero a
la vez ha advertido claramente que ello no configura una regla
general, pues no se exime del todo al trabajador de su carga de
probar necesariamente ciertos hechos de su interés: “Con
fundamento en el numeral 317 del Código Procesal Civil, aplicable
al sub-júdice por disponerlo así el artículo 452 del Código de
Trabajo, al demandante le correspondía demostrar que laboró en
jornada extraordinaria, así como el eventual número de horas
laboradas, en esa condición. Como se señala anteriormente, en
materia de carga probatoria, en el Derecho Procesal Laboral,
normalmente, es el patrono demandado, sobre quién recae una mucho
mayor responsabilidad - no toda - , en cuanto a la aportación de
la prueba relacionada con las particularidades de la relación de
trabajo; por cuanto, al ser la parte más fuerte de la
contratación, tiene mayor facilidad para poder pre-construir,
durante el transcurso de la relación, la tendente a demostrar los
normales hechos aducidos, en un juicio de naturaleza laboral. Sin
embargo, es relevante señalar que, esa mayor responsabilidad del
patrono, está referida, precisamente, a los elementos normales de
una contratación de ese tipo y, además, que ello no puede
implicar, jurídica ni legítimamente, una liberación total, para el
trabajador, de su propia e ineludible carga probatoria; pues,
respecto a ciertos hechos, sobre él pesa, siempre y
necesariamente, aquel determinado ² onus probandi ² ( voto Nº 276
de las 9:50 horas del 10 de setiembre de 1999) Y, específicamente,
en materia de riesgos del trabajo, se ha señalado que es al
trabajador a quien le corresponde la carga de la prueba sobre el
hecho generador de las incapacidades y la relación de este con el
desempeño del cargo. Así en dos de sus votos esta Sala dijo: “De
conformidad con el artículo 317, inciso 1), del Código Procesal
Civil, aplicable supletoriamente en esta materia por disposición
expresa del numeral 445 del de Trabajo, la carga de la prueba le
incumbe a quien formula una pretensión, respecto a las
afirmaciones de los hechos constitutivos de su derecho, por lo

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que, si el señor Patrick Jervis Troya alega que sufrió un


accidente mientras le servía a su patrono, estaba en la obligación
procesal de probarlo y con prueba idónea, requisito que obvió el
accionante, razón por la cual, en ambas instancias de este
proceso, se le ha rechazado su pretensión (...). También los
ordinales 195 y 196 del recién citado cuerpo normativo, obligan al
quejoso a comprobar el vínculo entre la ejecución del trabajo y el
accidente que sufre el trabajador, para que de esta manera pueda
prosperar cualquier reclamo, en procura de ser indemnizado. Así
las cosas, el accidente que dice sufrió el actor en el Estado de
la Florida, Estados Unidos de América, el 31 de diciembre de 1985
y que le trajo como consecuencia una incapacidad temporal de tres
meses y una incapacidad permanente del quince por ciento de la
capacidad general orgánica, debido a la fractura sufrida en la
muñeca de su mano izquierda, no califica como riesgo del trabajo,
por la falta de comprobación del nexo causal entre el trabajo
mismo y el accidente sufrido, nexo que no puede presumirse y ante
la inexistencia de prueba evacuada en este proceso, que lo
comprobara, no queda más remedio que avalar lo resuelto en segunda
instancia, máxime que el actor, desde un inicio, estaba obligado a
ello, tal y como se lo ordenaba también el artículo 454, inciso
c), del Código de Trabajo. Por esta razón, y en ausencia de
material probatorio idónea, es que la Sala no le da cabida a los
reparos que se le hacen al fallo de que se conoce, por lo que el
mismo está ajustado a derecho y debe mantenerse, como en efecto se
hace y en todos sus extremos” (voto N° 300 de las 14:15 horas del
9 de diciembre de 1993) En igual sentido: “Aunque se tenga por
demostrada la existencia de la relación de trabajo, si el actor no
probó que sufriera un accidente a causa de la ejecución de algún
trabajo a favor del codemandado Valverde Quirós, debe mantenerse
lo resuelto por el Tribunal Superior. El actor no cumplió con lo
expresado en el artículo 317 del Código Procesal Civil, referente
a la carga de la prueba, de aplicación supletoria en el presente
caso, por disposición del numeral 445 del Código de Trabajo. Para
la procedencia de un riesgo profesional, debe demostrarse alguna
de las circunstancias que define el artículo 196 del Código de
Trabajo, como accidente laboral, pues no es suficiente que un
trabajador demuestre únicamente la relación de servicio, para
tener por acreditado un accidente de trabajo. Se trata de dos
presupuestos que, necesariamente, deben ser demostrados por el
gestionante, conforme se desprende del numeral 196 antes
relacionado. En el sub júdice, únicamente consta el dicho del
actor en su escrito de demanda, respecto a la forma en que acaeció
el accidente de trabajo, sin que ninguno de los testigos ofrecidos
respalde su dicho” (voto N° 191 de las 16:10 horas del 14 de julio
de 1994) La jurisprudencia transcrita concuerda con la posición
que ha adoptado la doctrina al respecto: “Para que un accidente

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sea del trabajo y origine responsabilidad e indemnización se


requiere: a)que exista entre el empleador y trabajador un vínculo
jurídico de dependencia y que el trabajo se preste por cuenta
ajena; b)que haya un nexo etiológico entre el hecho y el trabajo;
c)que se produzca un daño corporal, traducido en incapacidad o
muerte del trabajador (...). El accidente de trabajo, para
estimarlo tal, debe producirse con ocasión o por consecuencia del
trabajo ejecutado . La relación entre causa y efecto debe ser
total, para considerar que existe un accidente profesional
indemnizable (...). De igual manera que el hecho del accidente
mismo debe ser probado por el trabajador, se necesita que éste
acredite la relación de causalidad entre el trabajo realizado,
ambiente en que se desempeñaba y la lesión que presenta, que
permita determinar que la afección o la incapacidad que sufra
deriva, en forma directa o indirecta, mediata o inmediata, de las
tareas” (CABANELLAS (Guillermo), Derecho de los riesgos del
trabajo , Bibliográfica Omeba, Buenos Aires, 1968, p.p. 220, 233 y
244). V-. ANÁLISIS DE LA PRUEBA EN EL CASO CONCRETO: Quedó
acreditada la relación laboral, así como la dolencia que aqueja a
la señora Gamboa Quirós; pero en lo que respecta al meollo del
asunto, sea el acaecimiento del accidente descrito por la actora
en su demanda, los autos se encuentran totalmente ayunos de
prueba. El dicho de la actora no puede nunca considerarse como tal
prueba, porque las aserciones que hagan las partes en sus escritos
o al absolver las posiciones que se le formulen constituyen un
medio de prueba (confesión) únicamente en cuanto sean
desfavorables a sus intereses (artículo 341 del Código Procesal
Civil). Por otro lado, el dictamen médico-legal tampoco sirve para
acreditar el percance, pues se rindió con base en la información
que la propia demandante les suministró a los peritos que la
valoraron, a quienes no les constan los hechos por ella relatados,
sino tan solo las secuelas en su estado de salud, que
perfectamente pudieron haber sido ocasionadas por un golpe sufrido
por la actora en la esfera de actividades propias de su vida
privada. Las declaraciones juradas de folios 74 y 75 tampoco
sirven para comprobar la caída, dado que no cabe introducir por
esa vía prueba testimonial, so pena de violentar el principio del
contradictorio (así se resolvió en el voto de esta Sala N° 302 de
las 9:50 horas del 22 de marzo del 2000).Lo que procede si los
testigos se niegan a presentarse a declarar por temor a
represalias de su patrono es solicitarle al juez que los haga
traer por medio de la fuerza pública, lo que nunca fue requerido
por la accionante (artículos 477 y 478 del Código de Trabajo y 361
del Procesal Civil). El testimonio de César Arrieta Mejía (folio
170) no es idóneo por ser de mera referencia, pues no estuvo
presente en el momento de los hechos. El artículo 195 del Código
de Trabajo, establece que ² constituyen riesgos del trabajo los

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accidentes y las enfermedades que ocurran a los trabajadores, con


ocasión o por consecuencia del trabajo que desempeñen en forma
subordinada y remunerada así como la agravación o reagravación que
resulte como consecuencia directa, inmediata o indudable de esos
accidentes y enfermedades ² . Al no haber demostrado la actora,
como le correspondía, ese imprescindible nexo causal, exigido por
la ley, entre la realización de sus labores y el padecimiento que
ahora la aflige, su demanda no puede prosperar."

b. La Mera Culpa del Trabajador, no Exime la Responsabilidad


Patronal en el Caso de Riesgos del Trabajo
[SALA SEGUNDA]2
"II.- [...]. En todo caso, un accidente laboral es tal, siempre
que esté directamente enlazado con la prestación del trabajo, aun
cuando se haya producido fuera del lugar y del tiempo en que las
tareas se llevan a cabo, a la luz del inciso b), del artículo 196
que, literalmente, establece: "También se calificará accidente de
trabajo, el que ocurra al trabajador en las siguientes
circunstancias: ... b) En el cumplimiento de órdenes del patrono,
o en la prestación de un servicio bajo su autoridad, aunque el
accidente ocurra fuera del lugar de trabajo y después de finalizar
la jornada." (lo evidenciado es nuestro).- III.- El artículo 195
del Código de Trabajo dispone: "Constituyen riesgos del trabajo
los accidentes y enfermedades que ocurran a los trabajadores, con
ocasión o por consecuencia del trabajo que desempeñen en forma
subordinada y remunerada...". El numeral 196 siguiente, define el
accidente de trabajo así: "... todo accidente que le suceda al
trabajador como causa de la labor que ejecuta o como consecuencia
de ésta, durante el tiempo que permanece bajo la dirección y
dependencia del patrono o sus representantes, y que puede
producirle la muerte o pérdida o reducción, temporal o permanente,
de la capacidad para el trabajo...". En la contestación de la
demanda, tal y como se indicó, se hizo alusión a que el accidente
se produjo por culpa del actor y que, por esa razón, al demandado
no se le podría achacar responsabilidad alguna. Sobre el punto, el
señor A.V.D., quien en esa época fungía como administrador del
Proyecto donde laboraba el actor, señaló que éste era el encargado
de la construcción del laboratorio; que tomó la iniciativa de
trabajar un domingo, fecha en la cual se accidentó, al sacar un
depurador de la bodega, para proceder a pasarlo adonde se iba a
construir el laboratorio, así: "... se lo hechó (sic) al hombro y
se le fue para atrás y entiendo que se lesionó los talones"; y,
agregó: "... el depurador era de un metro veinte por unos quince o
veinte centímetros de ancho aproximadamente y era de acero
inoxidable, pero el mismo no pesaba mucho.". Por su parte, G.M.O.,
quien fue ayudante del actor en esa empresa, indicó que, el

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accidente, se produjo al trasladar un depurador ultravioleta el


cual "no pesaba mucho, tal vez unos cuatro o cinco kilos.". De la
prueba testimonial evacuada, no se advierte que, el actor, faltara
al deber de cuidado en el momento de manipular el aparato en
cuestión, puesto que, tomando en cuenta sus dimensiones y su peso,
era perfectamente posible que pudiera ser trasladado por una sola
persona. No obstante, tal cuestión carece de importancia, toda vez
que, la simple culpa del trabajador, no tiene la virtud de eximir
al patrono de las consecuencias derivadas de la ley, en tratándose
de riesgos del trabajo. A saber, el artículo 199 del Código de la
materia solo excluye de la protección de la ley, los riesgos de
trabajo: "a) provocados intencionalmente, o que fueren el
resultado o la consecuencia de un hecho doloso del trabajador. b)
Los debidos a embriaguez del trabajador o al uso, imputable a
éste, de narcóticos, drogas hipnógenas, tranquilizantes,
excitantes; salvo que exista prescripción médica y siempre que
haya una relación de causalidad entre el estado del trabajador,
por la ebriedad o uso de drogas, y el riesgo ocurrido.". Esa norma
armoniza con parte de la corriente doctrinal que excluye la culpa
del trabajador, como eximente de la responsabilidad patronal,
cuando se afirma: "Pero el accidente puede no deberse a un hecho
del trabajo. Su verdadero origen puede ser un acto de ligereza o
de negligencia manifiesta del obrero. Podría argüirse que en estos
casos no corresponde aplicar la ley si el patrono demuestra que
ningún acto suyo ni ningún hecho imputable a la organización y
peculiaridades de su establecimiento, han provocado el siniestro.
Ninguna de esas circunstancias, sin embargo, liberan al patrono de
su obligación de indemnizar. Nos habríamos evadido del dominio del
riesgo profesional si en esos casos el patrono pudiera oponer a la
demanda una excepción fundada en la culpa del obrero. En lo
sustancial, no se habría salido del círculo de los viejos
conceptos sobre la responsabilidad civil, si el que sufre el
accidente respondiera en alguna forma de sus actos. No es eso lo
que ha querido el legislador al fundar la ley en la noción del
riesgo profesional... Solamente frente al dolo, al accidente
provocado intencionalmente, la ley detiene su acción reparadora y
social." (De Ferrari, Derecho del Trabajo, Vol.III, Buenos Aires,
Ediciones Depalma, 1970, 2° Edición, p. 397). Así las cosas,
debidamente probado, como lo está, que el accidente se produjo
cuando el actor le prestaba un servicio al patrono y como una
consecuencia de la manipulación de un instrumento de trabajo, el
riesgo resulta ser de carácter laboral e indemnizable, al no estar
dentro de las excepciones que contempla la normativa citada. En
consecuencia, la sentencia recurrida, no violentó los artículos 1,
2, 4, 18, 137, 195, 196 y 493, todos del Código de Trabajo.- IV.-
No es cierto que, el derecho del demandante, se encuentre
prescrito. El artículo 304 del Código de la materia establece:

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"Los derechos y acciones para reclamar las prestaciones que


establece este Título prescriben en dos años, contados desde el
día en que ocurrió el riesgo o en que el trabajador esté en
capacidad de gestionar su reconocimiento, y en caso de su muerte a
partir del deceso. La prescripción no correrá para el trabajador
no asegurado en el Instituto Nacional de Seguros, cuando siga
trabajando a las órdenes del mismo patrono sin haber obtenido el
pago correspondiente o cuando el patrono continúe reconociendo el
total o parte del salario al trabajador o sus causahabientes.".
Según se desprende de la demanda y de los documentos de folios 30
y 53, el señor C.C., no estaba asegurado en el Instituto Nacional
de Seguros y fue despedido el 26 de junio de 1989. De ahí que, el
término prescriptivo contemplado en la norma transcrita comenzó a
correr a partir de esa data, y no pudo cumplirse, pues el actor
presentó su demanda el 5 de abril de 1991. Conviene indicarle al
recurrente, que esta no es la vía para alegar la
inconstitucionalidad de la norma en cuestión y mientras ésta no
sea declarada nula, por la Sala Constitucional, tiene que ser
aplicada por los juzgadores (artículo 8 de la Ley Orgánica del
Poder Judicial).- V.- La sentencia de primera instancia, condenó
al Instituto Nacional de Seguros y a la recurrente, a pagar
solidariamente al actor: "... cuatro meses de salario por concepto
de incapacidad temporal, un diez por ciento de pérdida de su
capacidad general orgánica por concepto de incapacidad menor
permanente, intereses al seis por ciento anual sobre los montos
adeudados y gastos de atención médica si se comprueba que a la
fecha los necesita, rubros que se calcularán en la etapa de
ejecución de sentencia.". El Ad-quem modificó el pronunciamiento,
en punto a los intereses, así: "Se mantiene lo dispuesto sobre
intereses pero modificando su porcentaje el cual será de un seis
por ciento para antes del veintinueve de octubre de mil
novecientos noventa y uno y de acuerdo con el que determine el
Banco Nacional de Costa Rica para los depósitos a plazo fijo a
partir de ahí.". El incumplimiento de una obligación dineraria, le
ocasiona al acreedor daños y perjuicios, los cuales se convierten
en el pago de intereses sobre la suma debida, a partir de que se
entre en mora (artículo 706 del Código Civil). En el presente
caso, la denuncia del accidente sufrido, no fue presentada en el
ente asegurador, sino solo en estrados judiciales, donde se
resolvió conforme a lo dispuesto por los artículos 218, 223
incisos a) y b), 235, 236, 238 y 246 del Código de Trabajo, en
cuanto al derecho a las indemnizaciones. Si bien no se estableció
el valor pecuniario de las mismas, ni se precisó la fecha a partir
de la cual regirían las rentas, de conformidad con el dictamen
médico que obra en los autos (folios 34 y 35) respecto de la
incapacidad temporal, ésta fue fijada en cuatro meses, contados a
partir del accidente; o sea, desde el 9 de octubre de 1988. En

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consecuencia, la obligación indemnizatoria, por ese concepto


surgió a partir de esa data y así se desprende de los fallos de
primera y segunda instancias. El último de éstos, solo modificó
ese punto en cuanto al porcentaje, manteniendo el 6% hasta el 28
de octubre de 1991, sobre la condenatoria. En cuanto al crédito
por rentas, conforme a la normativa supra citada (artículo 246 del
Código de Trabajo), el mismo sería exigible a partir del cese de
la incapacidad temporal, fijada por los médicos en la vía
jurisdiccional; sea, a partir del 10 de febrero de 1989. Con esa
orientación se dictó el fallo de primera instancia, sustentándolo
en la normativa aplicable a este tipo de asuntos (que comprende el
numeral 246 ídem) y, en esos mismos términos fue confirmado por el
Ad-quem. En consecuencia, se debe entender que, desde el 10 de
febrero de 1989, se tornó cierta la obligación de los demandados
de indemnizar al actor, por la pérdida de la capacidad general
orgánica que sufrió el petente, a consecuencia del accidente de
trabajo aquí investigado; obligación que fue declarada en
sentencia; por lo que, a partir de esa data, entraron en mora los
obligados y, por ende, comenzaron a correr los intereses legales,
que debieron fijarse al 6% anual hasta el 28 de octubre de 1990 y
no de 1991 como lo dispuso el Tribunal Superior de Trabajo y,
desde el día siguiente a esa data, en la forma en que fije los
réditos el Banco Nacional de Costa Rica, para los depósitos a
plazo fijo. Sin embargo, como el Ad-quem fijó el 6% anual hasta el
28 de octubre de 1991, lo que favorece a las codemandadas, al
tenor de lo dispuesto por el numeral 560 del Código de Trabajo, no
puede ahora variarse, en su perjuicio ese porcentaje, ni esa
fecha.
VI.- El argumento de la recurrente en el sentido de que, la
obligación de pagar intereses, debe establecerse a partir de la
firmeza del fallo, no es atendible. En caso de riesgos
profesionales, por disposición de los artículos 218, 236 y 246
ibídem, esa obligación nació, como se indicó supra, en el caso de
la indemnización por incapacidad temporal, a partir del día
siguiente al accidente y, respecto de la menor permanente, desde
que cesó la temporal; sea, en este caso, desde el 10 de febrero de
1989. Así lo entiende la gestionante de este recurso, cuando en el
libelo visible a folio 88 de los autos dice: "La indexación de
cualquier obligación, solo procede a partir de la existencia de la
misma" (el destacado es nuestro). Acto seguido, plasma su criterio
en el sentido de que, la indexación (entendida como pago de
intereses legales), solo puede darse a partir de la firmeza de un
fallo que imponga la obligación. Ese criterio está dejando de lado
la existencia de normas, de orden público, que fijan esas deudas;
donde no le queda al juzgador posibilidad alguna de dar otras
fechas, sin incurrir en una clara violación de las que rigen en

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esta especial materia; como lo son los numerales 236 y 246 del
Código de Trabajo. Conviene acotar que, sobre ese mismo punto, la
recurrente (folio 88), cuando se refirió al tipo de interés, dijo:
"los intereses ha (sic) otorgarse lo deben ser los legales y al
momento de ocurrir el riesgo". Es evidente que si pide que se
aplique el porcentaje que rigió al momento del percance que
originó el reclamo, con ello está reconociendo, tácitamente, que
fue en ese momento que nació la obligación indemnizatoria, lo que
es acorde con la legislación aplicable, en este tipo de asuntos."

c. Concepto y Definición de Accidente de Trabajo


[TRIBUNAL DE TRABAJO]3
"V.- SOBRE LA EXISTENCIA DE UNA RELACION LABORAL: El Título IV del
Código de Trabajo, se ocupa de la protección de los trabajadores
durante el ejercicio del trabajo. Según se desprende del numeral
195, constituyen riesgos del trabajo, entre otros, los accidentes
y las enfermedades que ocurran a los trabajadores, con ocasión o
como consecuencia del trabajo que desempeñen en forma subordinada
y remunerada. Por su parte, el artículo 196 ídem, define el
accidente de trabajo como "todo accidente que le suceda al
trabajador como causa de la labor que ejecuta y como consecuencia
de ésta, durante el tiempo que permanece bajo la dirección y
dependencia del patrono o sus representantes y que pueda
producirle la muerte o pérdida o reducción, temporal o permanente,
de la capacidad para el trabajo." Por consiguiente, para
determinar si se está o no en presencia de un riesgo del trabajo,
debe estudiarse, en primer término, si existió una relación
laboral entre el trabajador, que en este caso sería el señor Jorge
Ramírez Miranda, con quien dijo que era su empleador, señor Edgar
Venegas Arias; en segundo lugar, de concluirse que si existió una
relación laboral, habría que analizar si, al accionante, le
ocurrió el accidente con ocasión o como una directa consecuencia
de sus labores (nexo de causalidad). El artículo 18 del Código de
la materia, define el contrato laboral como aquél en donde una
persona se obliga a prestar, a otra, sus servicios, o a ejecutarle
una obra, bajo su dependencia permanente y dirección inmediata o
delegada, y por una remuneración, de cualquier clase o forma,
independientemente de la denominación que se le de. También ese
numeral contempla una presunción legal -la cual, desde luego,
admite prueba en contrario-, respecto de la existencia de un
vínculo laboral entre el individuo que presta sus servicios y
quien los recibe. La remuneración, de conformidad con el numeral
164 ídem, puede pagarse por unidad de tiempo, por pieza, por tarea
o a destajo, y en dinero, en dinero y especie, o por participación
en las utilidades, ventas o cobros que haga el patrono. Los
conceptos de patrono y de trabajador, contenidos en los numerales

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2 y 4 íbidem, también revisten importancia a la hora de examinar


la naturaleza de un contrato. De estas disposiciones, tres
elementos son los que ayudan a definir el carácter o la naturaleza
de una relación de trabajo: la prestación de un servicio, su
remuneración y la existencia de subordinación jurídica respecto
del empleador (sobre este tema, puede consultarse la sentencia de
la Sala Segunda de la Corte Suprema de Judicial No. 385, de las
14:10 horas, del 10 de diciembre de 1999). En el caso concreto,
analizada la posición de las partes y el material probatorio
incorporado al proceso, conforme a las reglas del artículo 493 del
Código de Trabajo, esto es, en conciencia, de acuerdo con las
reglas de la sana crítica, este Tribunal llega a la determinación,
de que no hay prueba objetiva en autos que permita establecer o
calificar la existencia de un vínculo laboral del accionante con
el señor Edgar Venegas Arias y consecuentemente tampoco se pudo
establecer en proceso, que las quemaduras sufridas por el
accionante y de que da cuenta también el dictamen médico legal, le
acontecieran con ocasión a un accidente de trabajo al servicio del
señor Venegas Arias, por lo que impide catalogar el caso como un
riesgo de trabajo. Nótese de los autos, que únicamente se cuenta
con el dicho del actor, y en virtud de prueba para mejor resolver
ordenada por este Tribunal, de enero a diciembre, ambos meses
inclusive de mil novecientos noventa y siete, el accionante no
aparece reportado en planillas con patrono alguno (ver folio 73).
El hecho de que ante los registros de la Sucursal de Turrialba,
del Instituto Nacional de Seguros, figure como tramitado un caso a
nombre del actor, bajo el No. 97-T-3105, de la información que se
aportó a los autos, no se desprende de manera clara y objetiva,
que mediara una denuncia por accidente laboral, suscrita por el
señor Edgar Venegas Arias, pues la información del accidente
sufrido por el actor en fecha tres de julio de mil novecientos
noventa y siete, respondió a un informe de epicrísis que remitió
la Jefatura Médica de Dispensarios en fecha diez de noviembre de
mil novecientos noventa y nueve y del cual se evidencia que la
última consulta fue el primero de octubre de mil novecientos
noventa y siete y no llegó a cita del quince de octubre de mil
novecientos noventa y nueve (folios 20 y 21). La anterior
conclusión es esta, porque aún cuanto el accionante fue atendido
por el ente asegurador, no necesariamente en esa etapa, significa
que ha quedado claramente establecida la existencia de una
relación laboral y que en ella aconteciera el accidente laboral
que aduce el trabajador haber sufrido. Nótese que el mismo actor
refiere a que le "dieron unos papeles referentes al riesgo de
trabajo para que mi patrono los llenara, pero él no quiso
hacerlo", lo que permite deducir que efectivamente no medió aviso
de accidente. Ahora bien, este Tribunal considera que en
tratándose de riesgos del trabajo, no es factible presumir la

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existencia de la relación laboral, sino que necesariamente debe


mediar elementos objetivos que permitan llegar a esa determinación
y por ello el trabajador, debe acreditar en forma fehaciente su
dicho, pues a partir de ese presupuesto, -en un caso como el
presente-, en el que no se cuenta con mayor información por parte
del ente asegurador, debe también analizarse, si el accionante, le
ocurrió el accidente con ocasión o como una directa consecuencia
de sus labores, de lo que tampoco hay prueba. Aquí conviene
aclarar, que no hay duda, de que el actor sufrió quemaduras y fue
atendido en su momento en el Hospital San Juan de Dios y que luego
fue trasladado al Instituto Nacional de Seguros, pero reiteramos,
ello no significa que se haya tenido por acreditada la relación
laboral que dijo el actor tener con el señor Venegas Arias y que
esas quemaduras respondan a un accidente laboral."

d. Resposabilidad Objetiva del Empleador


[SALA SEGUNDA]4
"II.- LA RESPONSABILIDAD OBJETIVA DEL EMPLEADOR EN LOS RIESGOS DEL
TRABAJO: se ha definido la seguridad social como "el conjunto de
medidas adoptadas por el Estado para proteger a los ciudadanos
contra aquellos riesgos de concreción individual, que afectan al
individuo como miembro de la sociedad, y que ésta es incapaz de
evitar en su fase primera de riesgo." (BEVERIDGE, William. "Full
Employment in a Free Society", citado por Manuel Alonso Olea y
José Luis Tortuero Plaza en "INSTITUCIONES DE SEGURIDAD SOCIAL".
Editorial Civitas, Madrid. España, página 18). Ahora bien, dentro
de los riesgos protegidos por el régimen general de la seguridad
social, se distingue entre riesgos genéricos -a los que está
expuesta toda persona-, y riesgos específicos -aplicables al
trabajador por cuenta ajena-. A este último grupo pertenece el
accidente de trabajo, el cual se configura jurídicamente como la
responsabilidad del empresario por el accidente del trabajador a
su servicio, para lo que, se exige la existencia de un contrato de
trabajo (vid. Manuel Alonso Olea ob. cit. página 65). El numeral
196 del Código de Trabajo, define como accidente de trabajo, todo
percance que le suceda al trabajador como causa de la labor que
ejecuta o como consecuencia de ésta, durante el tiempo en que
permanece bajo la dirección y dependencia del patrono o sus
representantes, y que pueda producirle la muerte o pérdida o
reducción, temporal o permanente, de la capacidad para el trabajo.
Se conceptúan como tales, entre otros, los accidentes ocurridos en
el trayecto usual del domicilio al trabajo y viceversa, cuando el
medio de transporte es proporcionado o pagado por el patrono
(numeral 196, inciso a, ibídem). Bajo estos supuestos, la
responsabilidad es objetiva y no deriva de ningún principio ni
presunción de responsabilidad culposa de su parte, por lo que, se

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requiere que exista un nexo de causalidad entre la lesión corporal


y que la misma se sufra con ocasión o por consecuencia del
trabajo. La doctrina se ha ocupado de diferenciar los elementos
estáticos del accidente laboral -constituidos por el trabajo por
cuenta ajena y el agente energético que provoca la lesión-, de los
elementos dinámicos o nexos causales que se relacionan, por un
lado, el trabajo con la fuerza lesiva, y de otro, la fuerza lesiva
con la lesión (vid. ALMANSA PASTOR, José M. "DERECHO DE LA
SEGURIDAD SOCIAL". Editorial Tecnos, Madrid. España, p. 236 a
245). III.-NUESTRA LEGISLACIÓN NO REGULA LA "IMPRUDENCIA
TEMERARIA" COMO CAUSA DE EXCLUSIÓN DE LA RELACIÓN DE CAUSALIDAD
ENTRE TRABAJO Y LESIÓN: El artículo 199, inciso a), del Código de
Trabajo, establece que la relación de causalidad se rompe cuando
la acción que produce el accidente laboral, es provocada
intencionalmente por el trabajador, o cuando su resultado es
consecuencia de un hecho doloso efectuado por él. En este punto,
la doctrina, va más allá, al indicar que "... el acto propio del
accidentado no afecta la conexión del trabajo-lesión cuando
consiste en una negligencia o imprudencia "profesional", o sea, la
que es consecuencia del ejercicio habitual de un trabajo y se
deriva de la confianza que éste inspira... por otro lado, aún la
no profesional, la mera imprudencia no rompe la causalidad; lo que
quiere decir que solo dejan de ser accidente de trabajo los
accidentes debidos, a "imprudencia temeraria del trabajador
accidentado" o a una "imprudencia de tal gravedad que notoriamente
revele la ausencia de la más elemental precaución"... Por el
contrario en los accidentes in itinere no se puede hablar de
imprudencia profesional ni extraprofesional, sino de los patrones
usuales en personas razonables y sensatas, pero la infracción de
las reglas de circulación no califica de temeraria la conducta del
accidentado infractor, sobre todo si solo podía ser calificada
penalmente como imprudencia simple o infracción de reglamentos o,
en cualquier caso, si no implica desprecio del riesgo de manera
reflexiva y consciente... Por otra parte, si el acto es atribuible
a la negligencia del patrono o a la de quienes tienen poderes
directivos o de mando delegados suyos, el acto se considera un
accidente laboral, pues el acaecimiento fortuito es derivado de la
SITUACIÓN DE RIESGO CREADA POR EL EMPRESARIO" (vid. "INSTITUCIONES
DE SEGURIDAD SOCIAL" de Manuel Alonso Olea y otro, página 77). En
el caso que nos ocupa, el actor sufrió un accidente laboral "in
itinere", al viajar a su casa ubicada en Los Angeles, de la
Fortuna, de San Carlos, en un camión de carga propiedad de la
empresa demandada. Él junto con otros compañeros de trabajo,
viajaba subido en el cajón de ese camión, de lo cual se dio cuenta
el chofer del vehículo, quien únicamente se limitó a indicarles
una vez que se bajaran de ahí (declaración de J. R. G. A. a folio
129). Al pasar cerca de un cable de tendido eléctrico, éste golpeó

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al actor en la garganta y lo hizo caerse del vehículo, por lo que


se le brindó atención médica. Debido a ese percance se le tuvo que
practicar una traqueotomía con su respectivo tubo y se le fijó un
molde de Montgomery como prótesis de tráquea, lo cual lo
imposibilita para hablar, diagnosticándosele una incapacidad
temporal de nueve meses y una permanente de un 80% de su capacidad
orgánica. De los autos no se extraen probanzas de que el actor,
intencionalmente, se provocara esas lesiones, ni de que las mismas
fueran resultado de un hecho doloso efectuado por él. En
consecuencia, no es posible concluir, que el actor actuó
intencionalmente para producir el accidente laboral. Por ende, a
lo sumo, existió una imprudencia tanto de su parte -al viajar en
esa forma-, como de la empresa demandada, quien debió de otorgar
un medio de transporte adecuado para sus trabajadores."

FUENTES CITADAS:

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1 SALA SEGUNDA DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA. Resolución No. 758-2005,
de las diez horas del nueve de setiembre de dos mil cinco.

2 SALA SEGUNDA DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA. Resolución No. 22-1996,


de las nueve horas con diez minutos del diecinueve de enero de mil
novecientos noventa y seis.

3 TRIBUNAL DE TRABAJO. Resolución Mo. 49-2005, de las nueve horas con


veinticinco minutos del catorce de febrero de dos mil cinco.

4 SALA SEGUNDA DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA. Resolución No. 329-1997,


de las nueve horas con treinta minutos del veintitrés de diciembre de
mil novecientos noventa y siete.

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