Actividad 16
Actividad 16
Actividad 16
ESTUDIANTE: _______________________________________________________________________
GRADO: SEGUNDO SECCIÓN: ___________________ FECHA: ______________________________
RECUERDA: Esta actividad debe ser presentada hasta el día VIERNES 09 de Julio.
1. RESPONDE:
Cuando una persona presenta dificultad al orinar, constante dolor y fiebre ¿A qué tipo
enfermedad del sistema urinario se hace referencia?
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2. ARGUMENTA:
Si tú fueras médico, ¿Con cuál parte del cuerpo asociarías la molestia que presenta la persona
al orinar? ¿Por qué?
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Con tus propias palabras explica la importancia de las nefronas en la eliminación de las
sustancias de desecho.
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3. INVESTIGA:
Consulta y amplía información sobre tres enfermedades que pueden afectar al Sistema urinario:
¿Las lágrimas, el cerumen de los oídos y la grasa del cabello, son productos de excreción y son
secreciones de algunas glándulas del cuerpo humano? Consulta y explica tu respuesta.
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Aunque sólo peso 150 gramos, estoy formado por más de un millón de unidades filtrantes
pequeñísimas, llamadas nefronas. Con un microscopio potente se ven como si fueran gusanos con una
cabeza abultada y una cola retorcida que se llama túbulo.
Entre mi compañero y yo filtramos cada hora el doble del volumen de sangre que circula por el cuerpo
de Juan. Y diría yo, además, que en una labor del filtrado sumamente compleja. No dejo que pasen por
mis finos filtros glóbulos rojos, ni otras partículas grandes de proteínas sanguíneas que son esenciales,
pues si así lo hiciera se perderían en la orina, con resultados tan rápidos como calamitosos para Juan.
En mis túmulos se reabsorbe el 99% del fluido. Las imprescindibles vitaminas, los aminoácidos, la
glucosa, las hormonas, etc., vuelven también al torrente circulatorio, aunque descartando el exceso de
cualquiera de ellos. Así, por ejemplo, si Juan ha comido dos buenas raciones de flan, en su orina podrá
aparecer tal cantidad de azúcar que se confundiría el médico y le diagnosticaría una diabetes. Si come
pescado ahumado o cualquier otro plato con abundante sal, y yo no se la extraigo de la sangre, se
pondrá en verdadero peligro.
La sal retiene el agua. Cuando se deja que la sangre esté demasiado salada, el exceso de líquido se
empieza a acumular en ella y en los espacios intercelulares. La cara, los pies y el abdomen de Juan se
empiezan a hinchar, y al cabo de un tiempo su corazón, a fuerza de aspirar e impeler cada vez más
litros del fluido retenido, acabaría fallando y parándose.
El potasio (procedente sobre todo de la carne y los zumos de frutas) requiere, también, en la misma
medida mi atención vigilante. Si escaseara, los músculos empezarían a flaquear, en especial los
músculos respiratorios. Una pizca de más, obra como freno sobre el corazón y puede incluso detenerlo
completamente. Yo, si más, elimino el exceso. En cambio, si Juan no ingiere bastante potasio en sus
comidas, atesoro como un avaro el que le pueda quedar en el cuerpo.
El residuo más abundante en que debo ocuparme es la urea, producto final de la digestión de las
proteínas. Como todos los demás, este compuesto debe guardar un equilibrio preciso. La poca urea es
señal de trastornos de mi vecino de arriba: el hígado. Cuando hay mucha se debe pensar en una de las
enfermedades que menos gustan a los médicos: la uremia. Este nombre quiere decir presencia de urea
en la sangre y, si no se domina, es un mal que puede llevar al choque, el coma y la muerte. Cuando la
urea se acumula en la sangre, el organismo hará esfuerzo heroico para librarse de esta asesina. Hay
veces en que aparece sobre la piel del enfermo una como “escarcha” de urea, formada por cristalitos
blanquecinos de esta sustancia que expelen la glándula sudorípara, con el fin de ayudar al organismo a
desintoxicarse. Pero Juan tampoco tiene que preocuparse por eso. Puede comer todos los filetes que
quiera, pues yo me ocupo de eliminar el exceso de urea que le puede resultar por su afición a la carne
si sus riñones funcionan bien.