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SALMOS

“Si el salmo ora, orad; si gime, gemid;


si se alegra, alegraos; si espera, esperad, y si teme, temed.
Porque todo lo escrito aquí es espejo y reflejo nuestro.”

San Agustín
Introducción a las Notas sobre el Libro de los Salmos
Ahora tenemos delante de nosotros una de las partes más preferidas del Antiguo Testamento, en donde hay
tanto de Cristo y su Evangelio, como de Dios y su Ley, para ser llamado como el resumen de los dos
Testamentos. La historia de Israel; que revisamos hace un tiempo nos instruyó en el conocimiento de Dios. El
libro de Job nos legó provechosos temas de discusión acerca de Dios y su providencia. Pero este libro nos
lleva al Santuario, nos aparta de discutir con los hombres, con los filósofos y con los que disputan entre sí en
este mundo, y nos dirige a la comunión con Dios. Se llaman los Salmos, del hebreo Tehillim, que propiamente
significa Salmos de alabanza, porque muchos de ellos son tales; pero Salmo es una palabra más general, que
engloba todas las composiciones poéticas, adaptadas para ser cantadas. San Pedro lo llama, El libro de los
Salmos. Es una colección de Salmos, de todos los Salmos que fueron divinamente inspirados, compuestos
en variadas ocasiones, y aquí reunidos sin ninguna dependencia el uno del otro. Así fueron preservados de
ser dispersados y perdidos, y se mantuvieron a disposición para el servicio de la iglesia. Se dice
literalmente que uno de ellos es una oración de Moisés. Que algunos de ellos fueron escritos por Asaf, se
indica del Segundo Libro de Crónicas 29:30, donde se menciona que alababan al Señor, con las palabras de
David y Asaf, a quien ahí se le nombra como vidente o profeta. Algunos de los Salmos parecen haber sido
escritos mucho después, en el momento del cautiverio en Babilonia. Pero la mayor parte fue escrita por
David, quien fue levantado para establecer la instrucción de cantar Salmos en la iglesia de Dios, como
Moisés y Aarón fueron levantados para establecer la instrucción del sacrificio. La instrucción de ellos ha
sido reemplazada, pero ésta otra permanecerá hasta que sea “absorbida” por los cantos de la eternidad.
Hay poco en el libro de los Salmos de la ley ceremonial. Pero la ley moral siempre se enriquece y se hace
más honrosa. Y aquí se habla claramente de Cristo, el fundamento, el ángulo y la piedra angular de toda
religión; tanto de sus sufrimientos y la gloria que vendría después, como del Reino que establecería en el
mundo.
John Wesley (25 de abril de 1765)
¿Quién es el autor de los Salmos?
Tradicionalmente la autoría del Libro de los Salmos es adjudicada al rey
David. Incluso, la mayoría de los títulos que han sido colocados al
principio de muchos de estos salmos, describen que ha sido el mismo
rey, quien ha compuesto estos cantos y oraciones en episodios
concretos de su vida. Dependiendo la versión de las fuentes antiguas
que se ocupen variará el número de salmos atribuidos. De acuerdo a los
títulos hebreos del Texto Masorético se atribuyen a David setenta y tres
salmos, en la versión griega de la Septuaginta se le atribuyen ochenta y
siete, y en el latín de la Vulgata se le atribuyen ochenta y cinco. Bien es
verdad que otras agrupaciones de salmos que también incluyen título al
principio, describen igualmente a otros autores tales como Asaf (doce),
la familia de Core (once), Salomón (uno o dos), y Moisés (uno).
Aunque David y los otros autores mencionados no fuesen los autores
reales de estas plegarias y cantos, lo cierto es que hay un sentimiento
muy especial para encaminar al orante hacia la experiencia de este
David ideal compositor de Salmos que se nos describe en cada canto
atribuido a él. Por tanto, a la hora de leer el libro, conviene recordar que
estamos de frente a una colección de oraciones e himnos que, aunque
tuvo diversos autores anónimos detrás de si, hoy está organizado de tal
modo que pueda llevar al lector orante a sentir a flor de piel la
experiencia de este David Salmista. Indispensable es por tanto que
tengamos en cuenta la historia de David, pero también, la historia del
pueblo de Dios; verdadero autor del Salterio, como comunidad de fe
que canta y ora con pasión desbordando sus sentimientos en cada
verso del libro.
¿Cuándo se escribieron los Salmos?
En realidad, resulta complicado datar el tiempo de composición de esta
colección de Salmos, dado que este libro no tiene una vinculación general
con un acontecimiento histórico concreto, además de que la información
ofrecida en los títulos que varios salmos presentan, fueron añadidos
posteriores de los compiladores en un intento de ubicarlos históricamente
y darles así un sentido concreto que pudiera ayudar a posicionarlos dentro
de su historia como pueblo de Israel.

Una propuesta de posible datación de antigüedad de los salmos en cuatro


bloques:
• Salmos 42 - 84 – ( IX - IV a.C.)
• Salmos 2 - 41, 85 - 89 – ( VIII - III a.C.)
• Salmos 1, 90 - 119 – ( V - III a.C.)
• Salmos 120 - 150 – ( VI - II a.C.)
“El salmo es un grito antes de
ser un texto; por consiguiente, al leer el salmo hay
que
encontrar el grito bajo lo que dice el texto”.

¿Cuál es tu Salmo?
En Israel, como en todos los países de tradición oral,
no se cuentan las cosas para agradar a los oyentes;
se cuentan para atestiguar. No se pone por escrito un
relato para enriquecer el repertorio o para componer
una obra literaria, sino para enriquecer la memoria de
la familia, del clan, del pueblo de Dios.
Finalmente, se conserva el escrito para que otros
aprendan a leer también lo que a ellos les sucede,
para que encuentren palabras con que expresar su
propio grito, para que oren también ellos.

¿Qué Salmo oraste hoy?


Acercarnos al estudio de los Salmos, es acercarnos a la
memoria del pueblo de Israel. Un pueblo que se dolió, lloró,
alegró; por tanto no solo nos acercamos para entender un texto
sino para entender a un pueblo, que en medio de todo lo que
pasó busco siempre alimentar su fe para no desmayar, con los
gritos de cada Salmo.
SALMOS
Nacemos con este libro en las entrañas. Un libro pequeño: 150 poemas,
150 escalones levantados entre la muerte y la vida; 150 espejos de nuestras
rebeldías y de nuestras fidelidades, de nuestras agonías y de nuestras
tras resurrecciones. Más que un libro, un ser vivo que habla -que os
habla-, que sufre, que gime y que muere, que resucita y que canta, en
el umbral de la eternidad. Y que os conduce, a vosotros y a los siglos de
los siglos, desde el comienzo hasta el fin...
(A. Chouraqui).
Estructura de los Salmos

▪ El Libro de los Salmos es el libro de la biblia que más capítulos y versículos


tiene de entre los sesenta y seis libros que integran ambos testamentos.
Está dividido en 150 capítulos y contiene un total de 2,525 versículos.
Curiosamente las dimensiones de los salmos varían bastante pues están
compuestos desde 2 y hasta 176 versículos (Sal. 117 y Sal. 119).

▪ Es conveniente mencionar que hay una variación muy presente entre dos
diferentes versiones del Salterio con respecto al orden de la numeración
de los capítulos y versículos que componen este libro.

▪ Por esta razón. las posteriores traducciones de la Biblia siguieron optando


por una de estas dos bases para realizar su traducción, y de esta manera
se siguió continuando con la diferenciación de ambos modelos.
Biblia Hebrea
Traducción Griega (Septuaginta)
(Texto Masorético)
Versión Latina (Vulgata)

1–8 1–8
9 9:1-21
10 9:22-39
11 – 113 10 – 112
114 113:1-8
115 113:9-26
116:1-9 114
116:10-19 115
117 – 146 116 – 145
147:1-11 146
147:12-20 147
148 – 150 148 – 150
Los cinco libros

En su estado actual, el Salterio hebreo se divide en cinco libros; esta


distribución data al menos del siglo II a. C., ya que la conoce el Salterio
griego.

Los cinco libros comprenden los salmos


1-41
42-72
73-89
90-106
107-150.

Cada libro termina con una doxología.


El final del salmo 150 se presenta de manera distinta.

Cabe preguntarse entonces si el final del quinto libro no estaría en el salmo


145:

“La alabanza de Jehová proclamará mi boca; Y todos bendigan su santo


nombre eternamente y para siempre”.

En esta hipótesis, los salmos 146-150 formarían un final marcado por el


Aleluya. También puede pensarse que el Sal 150, tomado como un todo,
constituye la alabanza final del quinto libro.
Colecciones «Yahvista» y «Elohísta»
Se observa que los Salmos 14 y 53 son casi idénticos, pero se
diferencian los nombres divinos:
el primero utiliza el tetragrama YHWH, y el segundo Elohim.

Esto hace pensar que existió una primera colección de salmos, que
utilizaban habitualmente YHWH, los salmos 3-40, y una segunda,
que prefiere usar Elohim, los salmos 42-83.

Hay que añadir que los Sal 84-89 utilizan también YHWH de forma
dominante.

Al contrario, los Sal 90-150 mezclan los dos nombres sin orden
aparente.
Otras Colecciones

Existen otras series de salmos agrupados por temas.

Por ejemplo, los cánticos de peregrinación (Sal 120-134),

Identificados además por sus títulos; los Salmos del Reino (Sal
93-100) Y los tres Hallel (Alabanza) (Sal 113-118; Sal 136; Sal
146-150)..
HIMNOS LAMENTACIONES
Respuesta a la vida Respuesta a la muerte

De alabanza a Del Del Rey Sapienciales Por la ausencia Por adversidad y


Yahvéh Templo Mesías de Dios los adversarios
o de
Sión
8,19, 23, 27, 29, 33, 46, 48, 2, 18, 1, 14, 25, 32, Personales Colectivos 12, Personales 31, Colectivos
65, 76, 84, 20, 21, 34, 37, 49, 13, 28, 77, 88 74, 35, 54, 55, 56, 44, 58, 60,
68, 100, 103, 104, 87, 122, 45, 72, 53, 73, 78, Penitenciales 79, 80, 57, 59, 64, 86, 83, 123,
105, 137 110, 91, 101, 111, 6, 22, 38, 82, 85, 109 125, 126
113, 114, 118, 119, 127, 51, 102, 115
115, 117, 132 128, 133, 130, 143 (repetido
135, 136, 139 Protesta de también
145, 146, inocencia como
147, 148, 3, 4, 5, 11, 16, himno a
149, 150 17, 26, 131 Yahvéh)
De entronización
47, 93, 96,
97, 98, 99,
100

Salmos no incluidos en la presente clasificación:


7, 9, 10, 15, 24, 30, 36, 39, 40, 41, 42, 43, 50, 52, 61, 62, 63, 66, 67, 69, 70, 71, 75, 81, 89, 90, 92, 94, 95, 106,
107, 108, 112, 116, 120, 121, 124, 129, 134, 138, 140, 141, 142, 144
El Salterio y la Historia de Israel
• En cada una de las etapas de su historia, en el mismo momento en
que las crisis solicitaban su propia renovación, Israel supo encontrar
siempre en el recuerdo de su pasado el dinamismo de su porvenir.

• La historia no es para Israel una repetición más o menos cíclica del


pasado, sino, por el contrario, el teatro de las intervenciones
continuamente renovadas de Dios, a las que hay que aportar de
nuevo una respuesta: aceptación o rebeldía.

• El diálogo entre Dios y su pueblo no puede hacerse más que en


continuidad con los diálogos de ayer que son otras tantas
experiencias de encuentros, felices o desventurados, para los
amigos que siguen juntos el camino de la alianza.
El Salterio y la Historia de Israel
▪ En la rica diversidad de testimonios surgidos de la fe podemos
escuchar, por consiguiente, los múltiples ecos del encuentro entre Dios
y su pueblo y, por encima de ello, del encuentro entre Dios y la
humanidad, ya que esta historia es ciertamente el modelo y la clave de
toda la historia humana. En este dinamismo de la tradición, cada uno de
los acontecimientos de la historia bíblica pudo suscitar uno o varios
poemas; y cuando el acontecimiento mantenía un valor siempre actual
(el Éxodo, la Creación, la Monarquía...) no dejaba sin duda de provocar la
inspiración de los poetas.

▪ El Salterio, como cualquier otro libro de la Biblia, pero más aún que los
demás, se fue entretejiendo entonces con la historia del pueblo.

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