Lunes Santo

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 16

LUNES SANTO

MEDITACIÓN PARA ESTE DÍA


Gloriémonos también nosotros
en la cruz de nuestro Señor Jesucristo
La pasión de nuestro Señor y Salvador Jesucristo es una prenda de
gloria y una enseñanza de paciencia. Pues, ¿qué dejará de esperar de la
gracia de Dios el corazón de los fieles, si por ellos el Hijo único de Dios,
coeterno con el Padre, no se contentó con nacer como un hombre entre
los hombres, sino que quiso incluso morir por mano de los hombres, que
Él mismo había creado?
Grande es lo que el Señor nos promete para el futuro, pero es mucho
mayor aún aquello que celebramos recordando lo que ya ha hecho por
nosotros. ¿Dónde estaban o quiénes eran los impíos, cuando por ellos
murió Cristo? ¿Quién dudará que a los santos pueda dejar el Señor de
darles su vida, si Él mismo les entregó su muerte? ¿Por qué vacila to-
davía la fragilidad humana en creer que un día será realidad el que los
hombres vivan con Dios?
Lo que ya se ha realizado es mucho más increíble: Dios ha muerto por
los hombres.
Porque, ¿quién es Cristo, sino aquel de quien dice la Escritura: En el
principio ya existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era
Dios? Esta Palabra de Dios se hizo carne y acampó entre nosotros. Porque no
habría poseído lo que era necesario para morir por nosotros, si no hubie-
ra tomado de nosotros una carne mortal. Así el inmortal pudo morir, así
pudo dar su vida a los mortales; y hará que más tarde tengan parte en
su vida aquellos de cuya condición Él primero se había hecho partícipe.
Pues nosotros, por nuestra naturaleza, no teníamos posibilidad, ni Él,
por la suya, posibilidad de morir. Él hizo, pues, con nosotros este admi-
rable intercambio: tomó de nuestra naturaleza la condición mortal, y nos
dio de la suya la posibilidad de vivir.
Por tanto, no sólo debemos avergonzarnos de la muerte de nuestro
Dios y Señor, sino que hemos de confiar en ella con todas nuestras fuer-
zas y gloriarnos en ella por encima de todo: pues al tomar de nosotros la
muerte, que en nosotros encontró, nos prometió con toda su fidelidad,
que nos daría en sí mismo la vida que nosotros no podemos llegar a
poseer por nosotros mismos. Y si aquel que no tiene pecado nos amó

LUNES SANTO 1
hasta tal punto que por nosotros, pecadores, sufrió lo que habían mere-
cido nuestros pecados, ¿cómo, después de habernos justificado, dejará
de darnos lo que es justo? Él, que promete con verdad, ¿cómo no va a
darnos los premios de los santos, si soportó, sin cometer iniquidad, el
castigo que los inicuos le infligieron?
Confesemos, por tanto, intrépidamente, hermanos, y declaremos bien
a las claras que Cristo fue crucificado por nosotros: y hagámoslo no con
miedo, sino con júbilo, no con vergüenza, sino con orgullo.
El apóstol Pablo, que cayó en la cuenta de este misterio, lo proclamó
como un título de gloria. Y, siendo así que podía recordar muchos aspec-
tos grandiosos y divinos de Cristo, no dijo que se gloriaba de estas ma-
ravillas –que hubiese creado el mundo, cuando, como Dios que era, se
hallaba junto al Padre, y que hubiese imperado sobre el mundo, cuando
era hombre como nosotros–, sino que dijo: Dios me libre de gloriarme si no
es en la cruz de nuestro Señor Jesucristo.
De los Sermones de San Agustín, Obispo
(Sermón Güelferbitano 3: PLS 2, 545-546)

ORACIÓN DE LA MAÑANA
Invitatorio
Introducción a todo el conjunto de la oración cotidiana.
V/. Señor, ábreme los labios.
R/. Y mi boca proclamará tu alabanza.
Se enuncia la antífona, y la asamblea la repite. Si el rezo es individual,
sólo se dice la antífona al principio y final del salmo.
Antífona: Venid, adoremos a Cristo, el Señor, que por nosotros fue ten-
tado y por nosotros murió.
Salmo 94
Invitación a la alabanza divina
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Se repite la antífona.

2 SEMANA SANTA
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Se repite la antífona.
Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Se repite la antífona.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
“No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Mása en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron, aunque habían visto mis obras.
Se repite la antífona.
Durante cuarenta años
aquella generación me asqueó, y dije:
«Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»”.
Se repite la antífona.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Venid, adoremos a Cristo, el Señor, que por nosotros fue tentado
y por nosotros murió.

LUNES SANTO 3
Laudes
Himno
Jesús de María,
Cordero santo,
pues miro vuestra sangre,
mirad mi llanto.
¿Cómo estáis de esta suerte,
decid Cordero casto,
pues, naciendo tan limpio,
de sangre estáis manchado?
La piel divina os quitan
las sacrílegas manos,
no digo de los hombres,
pues fueron mis pecados.
Bien sé, Pastor divino,
que estáis subido en alto,
para llamar con silbos
tan perdido ganado.
Ya os oigo, Pastor mío,
ya voy a vuestro pasto,
pues como vos os dais
ningún pastor se ha dado.
¡Ay de los que se visten
de sedas y brocados,
estando vos desnudo,
sólo de sangre armado!
¡Ay de aquellos que manchan
con violencia sus manos,
los que llenan su boca
con injurias y agravios!
Nadie tendrá disculpa
diciendo que cerrado
halló jamás el cielo,
si el cielo va buscando.
Pues vos, con tantas puertas
en pies, mano y costado,
4 SEMANA SANTA
estáis de puro abierto
casi descuartizado.
¡Ay si los clavos vuestros
llegaran a mí tanto
que clavaran al vuestro
mi corazón ingrato!
¡Ay si vuestra corona,
al menos por un rato,
pasara a mi cabeza
y os diera algún descanso! Amén.

Salmodia
Antífona 1: Dijo Jesús: «Me muero de tristeza: quedaos aquí y velad
conmigo.»
Salmo 41
Deseo del Señor y ansias de contemplar el templo
El que tenga sed, y quiera, que venga a
beber el agua viva (Ap 22, 17)

Como busca la cierva


corrientes de agua,
así mi alma te busca
a ti, Dios mío;
tiene sed de Dios,
del Dios vivo:
¿cuándo entraré a ver
el rostro de Dios?
Las lágrimas son mi pan
noche y día,
mientras todo el día me repiten:
«¿Dónde está tu Dios?»
Recuerdo otros tiempos,
y desahogo mi alma conmigo:
cómo marchaba a la cabeza del grupo,
hacia la casa de Dios,

LUNES SANTO 5
entre cantos de júbilo y alabanza,
en el bullicio de la fiesta.
¿Por qué te acongojas, alma mía,
por qué te me turbas?
Espera en Dios, que volverás a alabarlo:
«Salud de mi rostro, Dios mío.»
Cuando mi alma se acongoja,
te recuerdo
desde el Jordán y el Hermón
y el Monte Menor.
Una sima grita a otra sima
con voz de cascadas:
tus torrentes y tus olas
me han arrollado.
De día el Señor
me hará misericordia,
de noche cantaré la alabanza
del Dios de mi vida.
Diré a Dios: «Roca mía,
¿por qué me olvidas?
¿Por qué voy andando, sombrío,
hostigado por mi enemigo?»
Se me rompen los huesos
por las burlas del adversario;
todo el día me preguntan:
«¿Dónde está tu Dios?»

¿Por qué te acongojas, alma mía,


por qué te me turbas?
Espera en Dios, que volverás a alabarlo:
«Salud de mi rostro, Dios mío.»
Gloria al Padre...
Ant.: Dijo Jesús: «Me muero de tristeza: quedaos aquí y velad conmigo.»

6 SEMANA SANTA
Antífona 2: Ahora va a ser juzgado el mundo; ahora el Príncipe de este
mundo va a ser echado fuera.
Cántico Si 36, 1-7. 13-16
Súplica en favor de la ciudad santa de Jerusalén
Ésta es la vida eterna: que te conozcan a
ti, único Dios verdadero, y a tu enviado,
Jesucristo (Jn 17,3)

Sálvanos, Dios del universo,


infunde tu terror a todas las naciones;
amenaza con tu mano al pueblo extranjero,
para que sienta tu poder.
Como les mostraste tu santidad al castigarnos,
muéstranos así tu gloria castigándolos a ellos:
para que sepan, como nosotros lo sabemos,
que no hay Dios fuera de ti.
Renueva los prodigios, repite los portentos,
exalta tu mano, robustece tu brazo.
Reúne a todas las tribus de Jacob
y dales su heredad como antiguamente.
Ten compasión del pueblo que lleva tu nombre,
de Israel a quien nombraste tu primogénito;
ten compasión de tu ciudad santa,
de Jerusalén, lugar de tu reposo.
Llena a Sión de tu majestad,
y al templo de tu gloria.
Gloria al Padre...
Ant.: Ahora va a ser juzgado el mundo; ahora el Príncipe de este mun-
do va a ser echado fuera.

LUNES SANTO 7
Antífona 3: El que inició y completa nuestra fe, Jesús, soportó la cruz,
despreciando a la ignominia, y ahora está sentado a la derecha de Dios.
Salmo 18 A
Alabanza al Dios creador del universo
Nos visitará el sol que nace de lo alto, para
guiar nuestros pasos por el camino de la
paz (Lc 1, 78. 79)

El cielo proclama la gloria de Dios,


el firmamento pregona la obra de sus manos:
el día al día le pasa el mensaje,
la noche a la noche se lo susurra.
Sin que hablen, sin que pronuncien,
sin que resuene su voz,
a toda la tierra alcanza su pregón
y hasta los límites del orbe su lenguaje.
Allí le ha puesto su tienda al sol:
él sale como el esposo de su alcoba,
contento como un héroe, a recorrer su camino.
Asoma por un extremo del cielo,
y su órbita llega al otro extremo:
nada se libra de su calor.
Gloria al Padre...
Ant.: El que inició y completa nuestra fe, Jesús, soportó la cruz, despre-
ciando a la ignominia, y ahora está sentado a la derecha de Dios.

Lectura breve Jr 11, 19-20


Yo, como cordero manso, llevado al matadero, no sabía los planes ho-
micidas que contra mí planeaban: «Talemos el árbol en su lozanía, arran-
quémoslo de la tierra vital, que su nombre no se pronuncie más.» Pero
tú, Señor de los ejércitos, juzgas rectamente, pruebas las entrañas y el
corazón; veré mi venganza contra ellos, porque a ti he encomendado mi
causa.

8 SEMANA SANTA
Responsorio
V/. Nos has comprado, Señor, * Con tu sangre.
R/. Nos has comprado, Señor, * Con tu sangre.
V/. De toda raza, lengua, pueblo y nación.
R/. Con tu sangre.
V/. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R/. Nos has comprado, Señor, * Con tu sangre.

Cántico evangélico
Benedictus, ant.: Padre justo, el mundo no te ha conocido; yo te he co-
nocido, porque tú me enviaste.
Benedictus Lc 1, 68-79
El Mesías y su precursor
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas.
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,

LUNES SANTO 9
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre...
Benedictus, ant.: Padre justo, el mundo no te ha conocido; yo te he co-
nocido, porque tú me enviaste.

Preces
Acudamos a Cristo, nuestro Salvador, que nos redimió con su muerte y
resurrección, y supliquémosle, diciendo:
Señor, ten piedad de nosotros.
Tú que subiste a Jerusalén para sufrir la pasión y entrar así en la gloria,
– conduce a tu Iglesia a la Pascua eterna.
Señor, ten piedad de nosotros.
Tú que exatado en la cruz quisiste ser atravesado por la lanza del sol-
dado,
– sana nuestras heridas.
Señor, ten piedad de nosotros.
Tú que convertiste el madero de la cruz en árbol de vida,
– haz que los renacidos en el bautismo gocen de la abundancia de los
frutos de este árbol.
Señor, ten piedad de nosotros.
Tú que clavado en la cruz, perdonaste al ladrón arrepentido,
– perdónanos también a nosotros pecadores.
Señor, ten piedad de nosotros.

10 SEMANA SANTA
Con el gozo que nos da el sabernos hijos de Dios, digamos con confianza:
Padre nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal.

Oración
Dios todopoderoso, mira la fragilidad de nuestra naturaleza, y levanta
nuestra débil esperanza con la fuerza de la pasión de tu Hijo. Él, que
vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los
siglos de los siglos.
R/. Amén.

Conclusión
V/. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R/. Amén.

LUNES SANTO 11
MISA
De feria (morado)

Rito de entrada
Antífona Sal 34, 1-2; 139, 8
Pelea, Señor, contra los que me atacan, guerrea contra los que me hacen guerra;
empuña el escudo y la adarga, levántate y ven en mi auxilio, Señor Dios, mi
fuerte salvador.

Oración colecta
Dios todopoderoso,
mira la fragilidad de nuestra naturaleza,
y levanta nuestra débil esperanza
con la fuerza de la pasión de tu Hijo.
Él, que vive y reina contigo.

Liturgia de la palabra
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro de Isaías Is 42, 1-7
No gritará, no voceará por las calles.
Así dice el Señor:
«Mirad a mi siervo, a quien sostengo;
mi elegido, a quien prefiero.
Sobre él he puesto mí espíritu,
para que traiga el derecho a las naciones.
No gritará, no clamará,
no voceará por las calles.
La caña cascada no la quebrará,
el pábilo vacilante no lo apagará.
Promoverá fielmente el derecho,
no vacilará ni se quebrará,
hasta implantar el derecho en la tierra,
y sus leyes que esperan las islas.»
Así dice el Señor Dios,
que creó y desplegó los cielos,
consolidó la tierra con su vegetación,

12 SEMANA SANTA
dio el respiro al pueblo que la habita
y el aliento a los que se mueven en ella:
«Yo, el Señor, te he llamado con justicia,
te he cogido de la mano,
te he formado, y te he hecho alianza
de un pueblo, luz de las naciones.
Para que abras los ojos de los ciegos,
saques a los cautivos de la prisión,
y de la mazmorra a los que habitan las tinieblas.»
Palabra de Dios.

SALMO REPONSORIAL Sal 26


R/. El Señor es mi luz y mi salvación.
El Señor es mi luz y mi salvación,
¿a quién temeré?
El Señor es la defensa de mi vida,
¿quién me hará temblar? R/.
Cuando me asaltan los malvados
para devorar mi carne,
ellos, enemigos y adversarios,
tropiezan y caen. R/.
Si un ejército acampa contra mí,
mi corazón no tiembla;
si me declaran la guerra,
me siento tranquilo. R/.
Espero gozar de la dicha del Señor
en el país de la vida.
Espera en el Señor, sé valiente, ten ánimo,
espera en el Señor. R/.

Gloria y alabanza a ti, Cristo.


Salve, Rey nuestro,
solamente tú te has compadecido
de nuestros errores.

LUNES SANTO 13
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Juan 12,1-11
Déjala: lo tenía guardado para el día de mi sepultura.
Seis días antes de la Pascua, fue Jesús a Betania, donde vivía Lázaro, a
quien había resucitado de entre los muertos. Allí le ofrecieron una cena;
Marta servía, y Lázaro era uno de los que estaban con él a la mesa.
María tomó una libra de perfume de nardo, auténtico y costoso, le un-
gió a Jesús los pies y se los enjugó con su cabellera. Y la casa se llenó de
la fragancia del perfume.
Judas Iscariote, uno de sus discípulos, el que lo iba a entregar, dice:
«¿Por qué no se ha vendido este perfume por trescientos denarios para
dárselos a los pobres?»
Esto lo dijo, no porque le importasen los pobres, sino porque era un
ladrón; y como tenía la bolsa llevaba lo que iban echando.
Jesús dijo: «Déjala; lo tenía guardado para el día de mi sepultura; por-
que a los pobres los tenéis siempre con vosotros, pero a mí no siempre
me tenéis.»
Una muchedumbre de judíos se enteró de que estaba allí y fueron, no
sólo por Jesús, sino también para ver a Lázaro, al que había resucitado
de entre los muertos.
Los sumos sacerdotes decidieron matar también a Lázaro, porque mu-
chos judíos, por su causa, se les iban y creían en Jesús.
Palabra del Señor.

Liturgia eucarística
Oración sobre las ofrendas
Mira, Señor, con bondad
el sacramento que estamos celebrando
y haz que fructifique para la eternidad,
pues tu amor providente lo instituyó
para perdón de los pecados.
Por Jesucristo nuestro Señor.
Prefacio II de la pasión del Señor

14 SEMANA SANTA
Rito de comunión
Antífona de comunión Sal 101, 3
No me escondas tu rostro el día de la desgracia. Inclina tu oído hacia mí; cuando
te invoco, escúchame en seguida.

Oración después de la comunión


Ven, Señor, y protege con amor solícito
al pueblo que has santificado en esta celebración,
para que conserve siempre los dones
que ha recibido de tu misericordia
Por Jesucristo nuestro Señor.

LUNES SANTO 15

También podría gustarte