La Santa Faz de Jesús
La Santa Faz de Jesús
La Santa Faz de Jesús
y seremos salvados ”
Ha existido siempre en el hombre el deseo de ver a Dios cara a cara, conocer su rostro, saber cómo es. El
antiguo testamento está plagado de citas referentes a este anhelo de que Dios “revele su rostro”.
En este apartado podremos leer y meditar con algunas de estas citas bíblicas que nos hablan de esta súplica
que hacía el pueblo de Israel pidiendo contemplar el Rostro de Dios, que sabemos que nos fue revelado en
Jesús, como nos dice el evangelista san Juan (Juan 1, 18): “Nadie ha visto jamás a Dios; el que lo ha revelado es
el Hijo único, que está en el seno del Padre”.
Por esto, este deseo de ver cómo es Dios, cómo es su rostro se nos
revela en Jesús, que es Dios hecho hombre, es el Verbo Eterno que
se encarna en las entrañas virginales de María para revelar el amor
infinito que Dios tiene por el hombre, la misericordia de Él de venir
a abajarse a nuestra naturaleza, tomar todo lo que es humano para
divinizarlo y redimir al hombre de su pecado por su pasión y muerte
en la Cruz, liberándonos del yugo del pecado, como nos dice san
Pablo: “Ustedes estaban muertos a causa de sus pecados y de la
incircuncisión de su carne, pero Cristo los hizo revivir con él,
perdonando todas nuestras faltas. El canceló el acta de condenación
que nos era contraria, con todas sus cláusulas, y la hizo desaparecer
clavándola en la cruz” (Colosenses 2, 13-14).
Algunos ejemplos del “rostro de Dios” en el Antiguo Testamento son los siguientes.
“El Señor conversaba con Moisés cara a cara, como lo hace un hombre con su amigo (...) Moisés dijo: «Por
favor, muéstrame tu gloria». El Señor le respondió: «Yo haré pasar junto a ti toda mi bondad y pronunciaré
delante de ti el nombre del Señor, porque yo concedo mi favor a quien quiero concederlo y me compadezco de
quien quiero compadecerme. Pero tú no puedes ver mi rostro, añadió, porque ningún hombre puede verme y
seguir viviendo». Luego el Señor le dijo: «Aquí a mi lado tienes un lugar. Tú estarás de pie sobre la roca, y
cuando pase mi gloria, yo te pondré en la hendidura de la roca y te cubriré con mi mano hasta que haya pasado.
Después retiraré mi mano y tú verás mis espaldas. Pero nadie puede ver mi rostro». ” ( Éxodo 33, 11 y 18-23)
“El Señor dijo a Moisés: Habla en estos términos a Aarón y a sus hijos: Así bendecirán a los israelitas. Ustedes
les dirán: “Que el Señor te bendiga y te proteja. Que el Señor haga brillar su rostro sobre ti y muestre su gracia.
Que el Señor te descubra su rostro y te conceda la paz. Que ellos invoquen mi Nombre sobre los israelitas, y yo
los bendeciré”. ( Números 6, 22-27).
“¡Restáuranos, Dios de los ejércitos, que brille tu rostro y seremos salvados!” ( Salmo 80, 4)
“Señor, escucha mi oración y llegue a ti mi clamor; no me ocultes tu rostro en el momento del peligro; inclina
hacia mí tu oído, respóndeme pronto, cuando te invoco” ( Salmo 102, 2)
Devoción en Oriente
el Mandylion y el Rey Abgar de Edesa.
Devoción en Occidente
Santa Verónica y la Pasión de Jesús.
Es popularmente conocida en la cristiandad la leyenda de “la Verónica”, que según la tradición limpió el rostro
de Jesús durante el camino hacia el Calvario, como se medita en la estación VI del Vía Crucis canónico de 14
estaciones. La Verónica no se encuentra en ninguna de las narraciones de la Pasión de Jesús de los cuatro
Evangelios, aunque sí figura en Evangelios apócrifos, en la tradición de la Iglesia y en las devociones
populares, como también en los escritos de diversos santos y místicos de la Iglesia tales como la Venerable
Marta Robin o la beata Ana Catalina Emmerich. Según ellas, Verónica se llamaba originalmente Serafia y
luego se le cambió el nombre por Verónica, que significa “vero icon” es decir, verdadera imagen.
Lo que sí se sabe es que ha quedado la reliquia del rostro de Jesús impreso en ese lienzo con el que ella enjugó
su rostro. Esta leyenda del velo se origina en el siglo XII y ha tenido diversas
variantes. Una dice que Verónica le entregó un lienzo limpio a la Virgen para que
secara el rostro de Jesús, más tarde se cambia la versión a que fue la misma
Verónica quien limpió su rostro.
Es en el siglo XI que se empieza a popularizar la tradición de Verónica y por ende
se le agrega una estación al Vía Crucis recordándola. La reliquia del velo con la
imagen de la Santa Faz estampada se encontraba en Roma según el testimonio de
Maillo en el siglo XII.
En el 1300, con ocasión del Año Santo, este velo se convirtió en “mirabila urbis”;
maravilla de la Ciudad de Roma, y los peregrinos pudieron visitarla en la Basílica
de San Pedro. De esto da cuenta el gran poeta italiano, Dante Alighieri. Desde
entonces se ha perdido el rastro de la reliquia hasta 1600 que se halló en
Manoppello en los Abruzos, Italia, y donde actualmente esta reliquia se encuentra.
Está en un Santuario y es custodiada por los Frailes Menores Capuchinos. De
acuerdo al padre Heinrich Pfeiffer, jesuita, éste sería el velo de Verónica original (ya que existen varias
reliquias que afirman serlo, como por ejemplo: la Santa Faz de Alicante ó la de Osa de la Vega) y que ésta fue
utilizada para ser copiada. Se trata de un lienzo de 17x24 centímetros y representa a un hombre sufriente.
En 1997 se realizaron estudios sobre el velo, con rayos ultravioletas descubriendo que la tela no posee
pigmentación alguna, es decir, que no es una pintura ni está tejida con fibras de color. También se ha
comprobado que la imagen es idéntica de un lado y otro del manto. Según la iconógrafa, Hna. Blandina
Pascalis Shlöemer demostró que hay 10 puntos de coincidencias entre el rostro del Manoppello y la Síndone de
Turín. El padre Pfeiffer, explica: «Cuando los diferentes detalles se encuentran reunidos en una sola imagen, esta
última debe haber sido el modelo de todas las demás. Todas las demás pinturas imitan un solo modelo: la Verónica de
Roma. Por este motivo, podemos concluir que el Velo de Manoppello no es más que el original de la Verónica de Roma»
En el Carmelo de Tours, Jesús y María se le revelaron a la venerable Sor María de San Pedro, con distintos
mensajes pidiendo amor y reparación.
Fue el 11 de octubre de 1845 que Jesús le dijo: “Busco Verónicas para consolar y venerar mi Divina Faz, que tiene
pocos adoradores” y le dictó la siguiente oración: “Padre Eterno, te ofrezco la Adorable Faz de tu Amado Hijo Jesús
por el honor y la gloria de tu nombre, para la conversión de los pecadores y la salvación de los moribundos”.
Otros mensajes fueron:
“Con la piedra preciosa de mi santa Humanidad, que es mi rostro adorable, ustedes
obtendrán el Reino de los Cielos cuando quieran” (22/10/1845)
“Si ustedes supieran qué agradable es a mi Padre la contemplación de mi Rostro”.
“Esta Faz ultrajada aparecerá un día gloriosa y sus enemigos serán aniquilados para
siempre. los demonios serán lanzados a las tinieblas y la Santa Faz reinará sobre la
Tierra”
“El Tesoro de mi Divino Rostro en sí mismo posee un valor tan extraordinario que por
medio de Él todos los asuntos de mi Casa se arreglan rápidamente”
“Los pecadores son arrebatados de este mundo y son arrojados en el infierno como el
polvo que es arrastrado por la furia de un tornado. ¡Tengan piedad de sus hermanos y
oren por ellos!”
También a sor María le reveló el peligro del comunismo para la sociedad y la
Iglesia, vale decir que en estos tiempos las ideas comunistas eran más bien
desconocidas, el nefasto “manifiesto comunista” de Marx, donde se agruparán estas ideologías recién vio la luz
en 1848.
Fue en 1843 que Jesús le dijo: “Quien contempla mi Rostro, me consuela”. También reveló la “flecha de oro”; una
oración de reparación y amor al Padre por medio de Jesús y es esta:
“Que el más santo, más sagrado, más adorable, más incomprensible e inefable Nombre de Dios sea por siempre alabado,
bendecido, amado, adorado y glorificado, en el Cielo, en la tierra y bajo la tierra, por todas las criaturas de Dios y por el
Sagrado Corazón de Nuestro Señor Jesucristo en el Santísimo Sacramento del Altar. Amén”
Cuando en 1849 el beato Pío IX huyó de Roma para refugiarse en Gaeta, ya que
peligraba su vida, pidió que se hicieran oraciones en todas las iglesias
romanas. Para este fin, en la Basílica de San Pedro del Vaticano expusieron las
tres reliquias de la Pasión que allí se conservan: el fragmento de la Vera Cruz,
la lanza de Longinos con la que traspasó el costado de Jesús y el velo de Santa
Verónica.
El 6 de enero de 1849, solemnidad de la Epifanía del Señor, de acuerdo al
testimonio de gran cantidad de personas y con la confirmación del Notario
Apostólico, tuvo lugar un gran milagro, un suceso extraordinario: durante la
veneración de estas tres reliquias, todos los que estaban presentes vieron que
en el Velo de la Verónica se hacía muy clara la imagen del Rostro de Jesús, con
la apariencia del “varón de dolores”, narrado por el profeta san Isaías. Al no
existir en aquellos tiempos la fotografía, se pidió a un artista, Antonio
Puccinelli que reprodujera dicha imagen en una litografía.
Con la litografía se hicieron por muchos años, las imágenes de la Santa Faz, impresas en tela y tocadas a las
tres reliquias de la Pasión que se encuentran en la Basílica de San Pedro. Estás eran enviadas como obsequio
del santo Padre a quienes las pidieran o le escribieran. Esta tradición terminaría cuando se descubriera el
rostro de Jesús de la Santa Síndone de Turín, varios años más tarde.
Leo Dupont (1797-1873) fue un laico abogado francés, muy piadoso, que luego de que falleciera su esposa y su
hija dedicó su vida a diferentes emprendimientos para difundir la la fe, esto fue ya que su corazón fue
traspasado por el dolor cuando vio la condición infeliz a la que los
pueblos franceses se habían reducido a causa de la ateísmo de la
Revolución Francesa. Entre ellos, se dedicó a ayudar a la
reconstrucción de la Basílica de San Martín de Tours, destruida
después de la revolución, promovió la Adoración Eucarística nocturna,
la cual inició gracias a él en Tours en febrero de 1849, y sobre todo, se
dedicó a la difusión de la devoción a la Santa Faz de Jesús.
Para profundizar en la vida de este gran santo, puede leer el libro “The Holy Man of Tours” de Dorothy Scallan
(en inglés, rezamos por la pronta traducción de este libro al español y otras lenguas).
El Cardenal Casimiro Gennari escribirá al abate Eugenio Prévost la siguiente carta fechada el 4 de junio de
1906: “Reverendísimo Señor: He expuesto al Santo Padre, en la audiencia de este día, el proyecto ideado por
Vuestra Señoría Reverendísima con miras a la máxima difusión posible de la imagen de la Santa Faz de
Nuestro Señor Jesucristo, tal y como el Carmelo de Lisieux ha conseguido diseñarla, con arte inigualable,
inspirándose en la verdadera imagen del Santo Sudario. Su Santidad –que acepta y agradece cordialmente el
envío de una fotografía de esta Santa Faz- aprueba gustosamente
vuestra empresa.
A la verdad, no se pueden considerar los rasgos y la expresión de esta
adorable figura sin sentirse vivamente emocionado y sin que en el
corazón florezcan sentimientos de compasión y amor. Esta imagen
puede ser útil a toda clase de personas, ya que se puede considerar
como un libro de meditación sobre la Pasión y la muerte de Nuestro
Divino Redentor.
Por todo esto, confirmando las indulgencias ya concedidas y firmadas
de su mano, el Santo Padre declara de nuevo que a todos aquellos que
mediten algunos instantes delante de esta imagen en la Pasión de
Nuestro Señor, por este solo hecho, les otorga todas las indulgencias
concedidas por los Soberanos Pontífices a la Corona de las cinco
Llagas. Igualmente, Su Santidad desea que esta imagen se distribuya
por todas partes y que se la venere en todas las familias cristianas,
recomendando la propagación de su culto de manera particular a los
Reverendísimos Obispos y a todos los eclesiásticos, y bendiciendo
muy especialmente a todos aquellos que sean sus propagadores”.
Esta imagen realizada por sor Genoveva recibió un premio en marzo de 1909 y fue grandemente difundida en
todo el mundo. Esta hermana falleció el 25 de febrero de 1959.
Secondo Pía
La fotografía de la Síndone de Turín
“Deseo que mi Rostro, el cual refleja la íntimas penas de mi alma, el dolor y el amor de mi Corazón, sea más honrado.
Quien me contempla me consuela”
Cuando aún solo tenía 12 años, la beata Pierina Micheli (1890-1945), Jesús le
habló durante la celebración litúrgica del Viernes Santo de 1902, en el
momento en que se venera a Jesús Crucificado le dijo: “¿Nadie me da un beso
de amor en el Rostro para reparar el beso de Judas?”. En su simplicidad, pensó
que todos habían oido aquella voz, pero todos seguían besando las llagas de
los pies de Jesús y no su rostro. Ella le dijo en su corazón: “Yo te doy el beso de
amor. ¡oh Jesús! ten paciencia” y llegado su turno, besó con todo su amor el
rostro de Jesús en la cruz.
Ingresó años más tarde en la Congregación de las Hijas de la Inmaculada
Concepción de Buenos Aires, fundada por la monja argentina, sierva de Dios
Eufrasia Iaconis. Siendo novicia, en la adoración Eucarística del Jueves al
Viernes Santo de 1915, oye la voz de Jesús desde el crucifijo que le dice que lo bese. Al hacerlo, en vez de sentir
la estatua, siente un rostro humano.
Más adelante, en 1936 Jesús le da el siguiente mensaje: “Cada vez que se contemple mi Rostro, derramaré mi amor
en los corazones y por medio de mi Santa Faz se obtendrá la salvación de muchas almas”. También le dice en otra
ocasión: “Puede ser que algunas almas teman que la devoción a mi Divino Rostro disminuya la de mi Sagrado Corazón.
Diles que es al contrario, esta será aumentada y completada. Contemplando mi Rostro, las almas participan de mis
penas y sentirán el deseo de amar y reparar. ¿No es acaso esta la devoción a mi Corazón?”
Los mensajes se intensifican a lo largo de los años. Es en 1938 que se le aparece la Virgen María junto al altar,
en sus manos llevaba un escapulario de dos piezas de tela de color blanco, unidas por un cordón. De un lado del
escapulario estaba la imagen del Rostro de Jesús, alrededor de él decía: “Ilumina Domine Voltum tuum super nos”
(Ilumina, Señor, tu Rostro sobre nosotros) y del otro lado una Hostia rodeada de rayos y con la frase: “Mane
nobiscum Domine” (Quédate con nosotros, Señor). La Virgen se acerca y le dice: “Escucha bien y dile a tu confesor:
este Escapulario es un arma de defensa, un escudo de fortaleza, una prueba de la misericordia que Jesús quiere dar al
mundo en estos tiempos de sensualidad y de odio hacia Dios
y la Iglesia. Los verdaderos apóstoles son pocos, es necesario
un remedio divino y este remedio es el Divino Rostro de
Jesús. Todos los que lleven este Escapulario y hagan, si es
posible, todos los martes, una visita al Santísimo Sacramento
para reparar los ultrajes que recibió el Divino Rostro de
Jesús durante la Pasión y que recibe diariamente en la
Eucaristía, serán fortalecidos por la fe, prontos a defenderla
y a superar todas las dificultades internas y externas.
Además tendrán una muerte serena bajo la mirada amable
de mi Divino Hijo” En ese momento se aparece Jesús
sangrante y con tristeza. Le dice: “¿Ves cómo sufro? Y sin
embargo soy comprendido por poquísimos. ¡Cuántas ingratitudes de aquellos que dicen amarme! He dado mi Corazón
como objeto sensibilísimo de mi gran amor por los hombres y doy mi Rostro como objeto sensible de mi dolor por los
pecados de los hombres. Quiero que sea honrado con una fiesta particular, el martes previo al Miércoles de Ceniza.
Fiesta que será precedida por una novena en que todos los fieles reparen conmigo, uniéndose a la participación en mi
dolor”
En 1939 nuevamente Jesús le dice: “Quiero que mi rostro sea honrado de un modo particular el martes”.
Madre Pierina no consigue hacer escapularios de la Santa Faz sino medallas, como la conocemos en la
actualidad. Para consolarla, la Virgen se le aparece y le dice: “Hija mía, tranquilízate, porque el escapulario
quedará suplido por la medalla, con las mismas promesas y favores… Solo hace falta difundirla más. Ahora anhelo la
fiesta del Santo Rostro de mi Divino Hijo, díselo al Papa pues tanto me apremia”, la bendijo y se fue.
La medalla de la Santa Faz recuerda las palabras de Jesús a sor María de San Pedro, cuando en una de las
promesas le dice: “Así como en un reino puedes procurar todo lo que deseas a través de una moneda grabada con la
efigie del rey, en el Reino de los Cielos obtendrás todo lo que desees con la
moneda preciosa de Mi Divino Rostro”.
En 1942, relata: “Anoche en la Capilla le dije a Jesús: “Jesús quiero ser tu gloria y tu alegría”. Y Jesús me
respondió. “Ven. Te necesito. Hoy he buscado el gozo en tantos corazones y me fue negado”.
“Dime, Jesús, ¿Qué debo hacer para suplir los rechazos que tuviste?” Jesús, envuelto en ternura, me respondió:
“¿Quieres gozar las dulzuras de la unión conmigo o sentir la pena de mi corazón por los pecados de los hombres?”.
“Lo que Tú quieras, Jesús”. Y mi alma instantáneamente participó del dolor de su
corazón, dolor imposible de traducir en palabras. Jamás, como en ese instante,
comprendí qué cosa era el pecado… “Oh, Jesús! Que no te ofenda yo jamás…
repara por mí, por los otros, como quieras… ¡Tómame todo!” Cuando volví en mí,
se había cumplido el tiempo y me dispuse a retirarme. Entonces Jesús me dijo:
“¡Quédate un poco más conmigo! ¡Ya me dejas solo…!”. Al responderle yo que había
pasado el tiempo que me indicara mi director espiritual, su Rostro se iluminó.
“He aquí mi gloria! ¡La obediencia!”.
Además, Sor Faustina relata varias veces sobre la mirada de Jesús y su Santa Faz
en el diario, Jesús le revela su rostro en varias oportunidades.
“Después de un momento, en mi celda se hizo luz y en la cortina vi el rostro muy
dolorido del Señor Jesús. Había llagas abiertas en todo el rostro y dos grandes lágrimas
caían en la sobrecama. Sin saber lo que todo eso significaba, pregunte a Jesús: Jesús,
¿Quién te ha causado tanto dolor? Y Jesús contestó: Tú Me vas a herir dolorosamente si
sales de este convento. Te llamé aquí y no a otro lugar y te tengo preparadas muchas
gracias. Pedí perdón al Señor Jesús e inmediatamente cambié la decisión que había tomado” (Diario #18)
Jesús le revela sus sufrimientos y su dolor revelandole su santa Faz, para decirnos cuánto sufre y ama a la
humanidad en revelaciones a Sor Faustina.
“Vi el rostro martirizado de Jesús. De Pronto Jesús me dijo estas palabras: Te esperé para compartir contigo el
sufrimiento, ya que ¿Quién puede comprender Mis sufrimientos mejor que Mi esposa?” (Diario, #348)
“Al acercarse el momento de la Santa Comunión, vi en el cáliz, en cada Hostia el Rostro doliente de Jesús” (Diario,
#413)
“Vi el rostro del Señor Jesús en la Santa Hostia que estaba expuesta en la custodia; Jesús miraba amablemente a todos”
(Diario, #433)
Durante sus últimos años, Concepción estuvo fuertemente marcada por la cruz, el sufrimiento, el dolor y el
abandono. Jesús que constantemente le hablaba, empezó a dejar de darle mensajes y para ella empezó un
camino de mucha soledad y sufrimiento interior y corporal.
Narra el p. Marie-Michel en la biografía sobre el momento de su muerte: “Para ella, su Jesús tan amado había
desaparecido totalmente: "Es como si nunca nos hubiéramos conocido", repetía a sus íntimos.
Dos de sus hijos, Ignacio y Salvador, sostenían cada uno un brazo de su madre para facilitar la respiración.
"Hubiérase dicho que era un Cristo en agonía sobre la Cruz". Al grado que en el momento mismo de la muerte
se produjo un fenómeno extraño, que atestiguaron firmemente los presentes: sus hijos y el P. José G. Treviño,
M.Sp.S., confirmado además por los otros testigos. Un fenómeno se produjo en la muerte de Conchita,
imprimiendo en ella el sello de Dios sobre su vocación y su misión de Iglesia, síntesis concreta y
desconcertante de la espiritualidad de la Cruz: se vio cómo se transformaban las facciones de Conchita: ya no
era un rostro de mujer, sino el Rostro del Crucificado”.
Otros testimonios
sobre esta devoción
San Padre Pío de Pietrelcina, el famoso franciscano capuchino místico (1887-1965) tenía una gran devoción
por el Rostro de Jesús. Él mismo se identificó con Cristo sufriente gracias al don de los estigmas que recibió y
llevó en su cuerpo durante 50 años. Una vez alguien le preguntó cuál era su
devoción predilecta, y él dijo en voz baja y con emoción: “La mirada de Jesús”. Esta
afirmación se verifica ya que hay dos episodios que narran algunos testigos. Por
ejemplo, a propósito de la medalla de la santa Faz revelada a la beata Madre Pierina
de Micheli, san Pío decía: “¡Esta medalla es el pasaporte para ir al Cielo!”. También
revela el siervo de Dios Domenico da Cese, franciscano capuchino, que la última
bilocación del Padre Pío fue, 24 horas antes de fallecer, al Santuario del Divino
Rostro donde se conserva la reliquia del velo de santa Verónica en Manoppello, a
200 kilómetros de San Giovanni Rotondo.
En una reflexión sobre la agonía de Jesús en Getsemaní, san Pío escribía: “Jesús
parece estar en el extremo del sufrimiento: está postrado con su Rostro en el suelo
ante la majestad del Padre. EL Sagrado Rostro de aquel que vive en la visión
beatífica de la Gloria Divina otorgada a los Ángeles y Santos del Cielo, yace desfigurado en el suelo. ¡Dios mío!
Mi Jesús, ¿no eres tú el Dios de Cielos y tierra, igual en naturaleza al Padre, que te humillas hasta el punto de
perder la apariencia humana? Todo esto para reparar y expiar mi soberbia, te inclinas así ante el Padre”
El rabino ortodoxo, Jean Marie Elie Setbon, quien aún hoy en día vive, después de un largo proceso de
encuentros con Cristo en diferentes formas y hechos concretos, como podrán leer en el libro “De la kipá a la
Cruz”, tuvo un golpe de gracia definitivo que lo impulsó a decidirse enteramente por Cristo. Luego de tantas
deliberaciones en su cabeza, Cristo mismo se le revela gracias a su Santa Faz. Esto fue gracias a un milagro que
pudo presenciar él mismo en la soledad de un oratorio donde estaba expuesta la imagen del Divino Rostro. De
acuerdo a su propio testimonio, esta imagen de Jesús le abrió los ojos dos veces, como él mismo lo narra:
“Entonces sus ojos se abren de nuevo. Y en ese momento preciso, ¡viene la iluminación! Me veo vascular
totalmente. ¡Es un vuelco completo! ¡Por fin! Por increíble que pueda parecer, en un instante, estoy dispuesto a
echar la Ley judía a la papelera. Ya no quiero comer kosher. ¡Es el golpe de gracia! Yo, judío ortodoxo, testifico
que sin esta Gracia, nunca hubiese podido abandonar la práctica de la Ley. Comprendo muy bien lo que san
Pablo debió vivir en su carne”.
En nuestros tiempos, Jesús se sigue revelando a través de diferentes personas pidiendo que se difunda la
devoción a su Santa Faz, en los modos anteriormente vistos, como él mismo le pidió a Madre Pierina o a Sor
María de San Pedro. Es importante difundir esta devoción: las oraciones, la adoración eucarística los martes, el
uso de la medalla de la Santa Faz y sobre todo, el espíritu de amor y reparación a su santo Rostro.
“Jesús no nos dice algo sobre Dios, no habla simplemente del Padre, sino que es revelación de Dios, porque es
Dios, y nos revela de este modo el rostro de Dios. San Juan, en el Prólogo de su Evangelio, escribe: «A Dios
nadie lo ha visto jamás: Dios unigénito, que está en el seno del Padre, es quien lo ha revelado» (Jn 1, 18).
Quisiera detenerme en este «revelar el rostro de Dios». Al respecto, san Juan, en su Evangelio, nos relata un
hecho significativo que acabamos de escuchar. Acercándose la Pasión, Jesús tranquiliza a sus discípulos
invitándoles a no temer y a tener fe; luego entabla un diálogo con ellos, donde habla de Dios Padre (cf. Jn 14,
2-9). En cierto momento, el apóstol Felipe pide a Jesús: «Señor, muéstranos al Padre y nos basta» (Jn 14, 8).
Felipe es muy práctico y concreto, dice también lo que nosotros queremos decir: «queremos ver, muéstranos al
Padre», pide «ver» al Padre, ver su rostro. La respuesta de Jesús es respuesta no sólo para Felipe, sino también
para nosotros, y nos introduce en el corazón de la fe cristológica. El Señor afirma: «Quien me ha visto a mí ha
visto al Padre» (Jn 14, 9). En esta expresión se encierra sintéticamente la novedad del Nuevo Testamento, la
novedad que apareció en la gruta de Belén: Dios se puede ver, Dios manifestó su rostro, es visible en
Jesucristo”
Devocionario
Oración de la flecha de oro (Jesús dijo a sor María de San Pedro sobre esta oración: “Esta flecha de oro
punzará Mi Corazón deleitosamente, y sanarán las heridas causadas por las blasfemias”)
Que el más Santo, más Sagrado, más Adorable, más Incomprensible e Inefable Nombre de Dios sea
por siempre alabado, bendecido, amado, adorado y glorificado, en el Cielo, en la Tierra y bajo la
tierra, por todas las criaturas de Dios y por el Sagrado Corazón de Nuestro Señor Jesucristo en el
Santísimo Sacramento del Altar. Amén
¡Oh, Rostro Adorable!, que fuiste adorado con profundo respeto por María y José cuando Te vieron
por primera vez, t en misericordia de nosotros. (se repite a cada invocación siguiente)
¡Oh, Rostro Adorable!, que en el establo de Belén llenaste de alegría, a los Ángeles, los pastores y los
magos,
¡Oh, Rostro Adorable!, que en el Templo traspasaste con un dardo de amor, al santo anciano Simeón y
a la profetisa Ana,
¡Oh, Rostro adorable!, que llenaste de admiración a los Doctores de la Ley cuando apareciste en el
Templo a la edad de doce años,
¡Oh, Rostro adorable!, que posees la belleza siempre antigua y siempre nueva,
¡Oh, Rostro adorable!, que eres la obra maestra del Espíritu Santo, en el que el Padre Eterno se
complace,
¡Oh, Rostro adorable!, que con Tu divina mirada heriste el corazón de San Pedro con un dardo de
dolor y de amor,
¡Oh, Rostro adorable!, que fuiste golpeado por un siervo vil, cubierto con un velo de vergüenza y
profanado por las manos sacrílegas de Tus enemigos,
¡Oh, Rostro adorable!, lavado y ungido por María y las santas mujeres y cubierto con una sábana,
¡Oh, Rostro adorable!, que aparecerás al final de los tiempos en las nubes con gran poder y majestad,
¡Oh, Rostro adorable!, que regocijarás a los justos por toda la eternidad,
¡Oh, Rostro adorable!, que mereces toda nuestra reverencia, nuestro homenaje y adoración,
Oremos: Sé misericordioso con nosotros, ¡oh Dios! No desprecies nuestras oraciones cuando, en medio
de nuestras aflicciones, clamamos Tu Santo Nombre y buscamos con amor y confianza Tu Rostro
adorable.
Jaculatorias
1) Yo te saludo, te adoro y te amo, oh adorable Faz de mi Jesús bienamado, noble sello de la
divinidad. Yo me uno a ti con toda la fuerza de mi alma y te ruego humildemente que imprimas
en mí todos los rasgos de tu Divina Imagen. Amén
2) Ilumina, Señor, tu rostro sobre nosotros.
3) Muéstranos, Señor, tu Rostro y quedaremos salvados.
4) Mi alma tiene sed de ti, Señor, ¿cuándo volveré a ver tu Rostro?
5) Busco tu Rostro, Señor.
IV. Oh Todopoderoso y Eterno Dios, mira el Rostro de Tu Hijo Jesús. Te lo presentamos a Ti con
confianza, para implorar Tu perdón. El Defensor Misericordioso abre la boca para pedir por
nuestra causa; escucha su llanto, observa sus lágrimas, Oh Dios, y a través de sus infinitos
méritos escúchalo a Él cuando intercede por nosotros pobres pecadores miserables. Amén.
V. Adorable Rostro de mi Jesús, mi único amor, mi luz y mi vida, permíteme conocerte, amarte y
servirte sólo a Ti, que yo pueda vivir Contigo, de Ti, a través de Ti y para Ti. Amén.
VI. Eterno Padre, a Ti te ofrezco el adorable Rostro de Tu Amado Hijo por el honor y la gloria de
Tu Nombre, por la conversión de los pecadores y por la salvación de los moribundos.
VII. Oh Divino Jesús, a través de Tu Rostro y Nombre, sálvanos. ¡Nuestra esperanza está en la
virtud de Tu Santo Nombre!
VIII. Te adoro, oh Jesús mío, hijo de Dios vivo y de María Virgen, que por mi amor diste la vida en el
ara de la cruz. A ti me consagro con todo mi corazón, suplicando humildemente que te dignes
imprimir en mi alma la imagen de tu Rostro adorable. Amén.
IX. ¡Oh Padre Eterno! Mira la Faz de tu Cristo y por sus méritos infinitos concédeme un ardiente
deseo de reparar las injurias hechas a tu Divina Majestad y la gracia que deseo obtener en esta
novena. Amén.
Novena a la Santa Faz Se repiten las mismas oraciones los nueve días. Para rezarla previa a la fiesta de la
Santa Faz se debe iniciar el anteúltimo domingo del tiempo ordinario
previo a la Cuaresma.
¡Oh! manso Jesús, que en Tu Divino Rostro sudaste sangre por nuestro amor, concédenos la gracia de
sufrir por tu amor y así volver a ser mirados por Ti. Gloria al Padre...
Oración final: ¡Oh! Santo Rostro de Jesús, mientras esperamos el feliz día de poderte contemplar en la
gloria del Paraíso, queremos procurarte tanta gloria y deleitar Tu mirada divina. Tu mirada velada sea
nuestro paraíso aquí en la tierra, las lágrimas que lo velan las recogeremos para salvar tantas almas e
inflamar los corazones con Tu amor. Amén.
Oración de la mañana
Divino Corazón de Jesús, por medio del Inmaculado Corazón de María, yo me ofrezco a Dios Padre
unido a ti en el Santo Sacrificio del Altar con mis oraciones, trabajos, alegrías, sufrimientos y todas
las actividades que realice en el día de hoy en reparación de todos los pecados cometidos contra el
Divino Rostro de Jesús y para que venga a nosotros tu Reino.
Te suplico también, Señor, por el Santo Padre, los Obispos y
Sacerdotes, sus intenciones y santificación.
Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío.
María, Madre mía, ruega por nosotros.
Ilumina, Señor, tu Rostro sobre nosotros y seremos salvados.
Oración de la noche
Oh Dios omnipotente y misericordioso, concede, te pedimos,
que cuantos veneramos la Faz de tu Cristo, desfigurada en la
Pasión a causa de nuestros pecados, merezcamos
contemplarla eternamente en el resplandor de la gloria
celestial. Concédenos tu santo descanso en la gracia de tu
Nombre, para que aún durmiendo podamos reparar las
ofensas cometidas contra el Rostro de tu Divino Hijo Jesús
en el Santísimo Sacramento del Altar.
¡Santa Faz de Jesús, muéstrate a nosotros, se dispersen tus
enemigos y huyan de tu presencia los que te odian!
María de la Santa Faz, ruega por nosotros.
Al inicio de cada misterio se dice: “Padre eterno, te ofrezco el Rostro de tu Hijo Jesús, con todos sus
sufrimientos en reparación de nuestros pecados y los del mundo entero”.
Luego se repite cinco veces la oración de la “flecha de oro”: “Que el más Santo, más Sagrado, más
Adorable, más Incomprensible e Inefable Nombre de Dios sea por siempre alabado, bendecido, amado,
adorado y glorificado, en el Cielo, en la Tierra y bajo la tierra, por todas las criaturas de Dios y por el Sagrado
Corazón de Nuestro Señor Jesucristo en el Santísimo Sacramento del Altar. Amén”
Una vez finalizado los seis misterios, se repite tres veces: “Sé misericordioso con nosotros, Oh mi Dios y
no rechaces nuestras oraciones, cuando en medio de nuestras aflicciones, rogamos a Tu Santo Nombre y
buscamos con amor y confianza Tu adorable Rostro. Amén”.
Oración para pedir gracias por intercesión de la beata Madre Pierina de Micheli
Dios Uno y Trino, Padre, Hijo y Espíritu Santo que hiciste brillar los dones de tu gracia en la humilde
beata Madre Pierina De Micheli, llamándola a tu servicio, para que en el silencio y en la obediencia
fuera la consoladora del Divino Crucificado y la misionera de la Santa Faz de Jesús, haz que también
nosotros sigamos con gozo el camino de la caridad, para gloria tuya y bien del prójimo.
Por los méritos de la Beata María Pierina de Micheli, y por su intercesión, concédenos las gracias que
confiadamente te pedimos, a fin de que se manifiesten para nuestro ejemplo y consuelo, las heroicas
virtudes que ella practicó. Amén
Comunicar gracias recibidas a la Congregación de las Hijas de la Inmaculada Concepción de Buenos Aires,
https://www.fic.org.ar/
Oración para pedir gracias por intercesión del Venerable Leo Dupont
Señor Jesús, que por la devoción a tu Santa Faz, has distribuido tantos favores en los cuerpos y las
almas en la casa y gracias a la oración de tu Siervo, León Dupont, tú que lo has hecho admirable por la
viveza de su Fe y su gran espíritu de reparación, acuérdate de nosotros para que pronto, por la
autoridad de la Iglesia podemos invocarlo como beato, para que nosotros podamos desarrollar por su
veneración, el espíritu de apostolado entre los hombres y entre todos los fieles, el amor y la
reparación. También te pedimos por su intercesión y si es tu voluntad, el favor que te imploramos…
(decirlo). Amén.
Oración para pedir gracias por intercesión de Sor María de San Pedro
Oh Jesús, por tu Amor y Misericordia, te pido que escuches mi oración por intercesión de tu sierva
fiel, sor María de San Pedro, quien buscó siempre consolar y dar a conocer tu Santa Faz al mundo
entero. Amén.
Sor María de San Pedro, ruega por nosotros.
Oración para pedir gracias por intercesión de la beata Concepción Cabrera de Armida
Padre misericordioso, te damos gracias por haber regalado la Espiritualidad de la Cruz a tu Iglesia,
por medio de la beata Concepción Cabrera, esposa y madre de familia. Por su intercesión, concédeme
la gracia de...(nuestras peticiones)...a fin de que esta laica, mística y apóstol, sea contada entre tus
santos.
Que su ejemplo sirva de estímulo a quienes formamos la Iglesia, para que, dóciles al Espíritu Santo,
colaboremos con Jesucristo en la salvación del mundo. Amén.
Comunicar gracias recibidas a la Congregación de las Religiosas de la Cruz del Sagrado Corazón de Jesús
https://religiosasdelacruz.wordpress.com/
Rogamos que por favor para contactarse con nosotros, escriban un correo electrónico a [email protected]
¡Muchas gracias!