Oscar Horta. Revista
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Horta, Oscar
LA CUESTIÓN DE LA PERSONALIDAD LEGAL MÁS ALLÁ DE LA ESPECIE HUMANA
Isonomía. Revista de Teoría y Filosofía del Derecho, núm. 34, abril, 2011, pp. 55-83
Instituto Tecnológico Autónomo de México
Distrito Federal, México
Resumen:
Se sostiene de manera habitual que los animales (no humanos) no pueden ser con-
siderados personas, razón por la cual no es posible efectuar una demanda en su nom-
bre. Este artículo examina tal idea. En él se analizan en primer lugar los distintos
sentidos que el término “persona” tiene en el ámbito coloquial, metafísico, moral y
jurídico, y se muestra que no hay una conexión necesaria entre estos. Asimismo, se
desgranan y evalúan los distintos argumentos a favor del antropocentrismo moral,
concluyéndose que ninguno de ellos tiene éxito. Finalmente, se argumenta que si se
continúa manteniendo la centralidad en el plano jurídico de la categoría de la perso-
nalidad, pero se excluye del alcance de esta a los animales de especies distintas a la
Abstract:
It is often maintained that (nonhuman) animals cannot be considered persons, so it
is not possible to sue on their behalf. This article examines this idea. Firstly, it analy-
zes the different meanings that the term “person” has in the colloquial, the metaphy-
sical, the moral and the legal realm. It shows that there is no necessary connection
between these meanings. Then, the paper breaks down and assesses the different ar-
guments in favor of moral anthropocentrism. It concludes that none of them is suc-
cessful. Finally, the paper argues that if the category of personhood remains central
in the legal realm, but we keep on excluding nonhuman animals from its domain, we
* Agradezco sus útiles comentarios a una versión previa de este trabajo a Pablo de Lora
y Luís García Soto. Este trabajo ha sido realizado en el marco del proyecto de investigación
“Bioethical Underpinnings for the Consideration of Practical Dilemmas concerning the Interest
-
paña.
** Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología. Correo electrónico: ohorta@dile-
mata.net.
1. Introducción
1 386 F.3d 1169 (9th Cir. 2004). El texto completo de la sentencia puede consultarse en
http://www.animallaw.info/cases/causfd386f3d1169.htm.
2
La parte demandante consideró que el uso del SURTASS LFAS vulneraría la Ley protecto-
ra de mamíferos marinos, pero también la Ley de especies protegidas; la Ley de protección na-
cional del medioambiente y la Ley de procedimiento administrativo.
3
Ibid., en concreto, citando un estudio adjunto a la normativa regulando el uso del SURTASS
LFAS por la marina estadounidense, la sentencia apunta: “cualquier ruido de causa humana lo
mamíferos marinos de oír sonidos naturales a frecuencias similares... los sonidos muy fuertes
tienen el potencial de causar reducción temporal o permanente en la sensibilidad auditiva. Asi-
mismo, las señales acústicas intensos o las explosiones pueden causar traumatismos en tejidos
asociados a órganos vitales para la audición, la producción de sonidos, la respiración y otras fun-
ciones” (67 Fed.Reg. 46,778, citado en 386 F.3d 1169 (9th Cir. 2004)).
4
Ibid.
LA CUESTIÓN DE LA PERSONALIDAD LEGAL MÁS ALLÁ DE LA... 57
puedan ser.
En la actualidad se asume que la personalidad jurídica es patrimo-
nio exclusivo de los seres humanos, o de organismos o instituciones
dependientes de estos. Esto es explicado comúnmente sosteniendo que
sólo los humanos son personas en un sentido natural. En este artículo
se cuestionarán los supuestos en los que descansa esta idea. La argu-
mentación que se seguirá para ello constará fundamentalmente de tres
pasos. En primer lugar, se expondrán los motivos por los que no hay
clara con el término originario latino “persona”, utilizado para denotar la máscara de los actores
o los personajes en una obra teatral.
8 Véase A. White, “Why Animals Cannot Have Rights”, en T. Regan y P. Singer (eds.), Ani-
mal Rights and Human Obligations, Prentice Hall, Englewood Cliffs, 1989, 119-21.
LA CUESTIÓN DE LA PERSONALIDAD LEGAL MÁS ALLÁ DE LA... 59
en este segundo grupo muchos han indicado que lo que somos es per-
sonas. De hecho, la gran mayoría de aquellos que han tratado la cues-
tión en la actualidad han defendido tal posición. Ahora bien, el hecho
es que estos teóricos se encuentran de acuerdo entre sí únicamente a la
hora de dar un nombre a la clase de cosa que creen que somos, puesto
can consider itself as itself, the same thinking thing, in different times and places” (ibid., II, xx-
vii, 9).
12
sujeto de la palabra “somos”. En este punto podríamos incurrir en una circularidad: si se pre-
gunta, por ejemplo, qué somos los seres humanos, se asumirá ya que somos humanos. Pero esta
no es realmente la pregunta que nos estamos haciendo aquí. Lo que queremos saber es qué so-
mos aquellos entes que nos hacemos esta pregunta aquí y en este momento. Ello no implica, con
todo, que la respuesta que demos no pueda denotar un dominio mayor, de modo que en este pue-
dan caber también otros entes que no se hagan tal pregunta (entre los que no tienen por qué tener
cabida únicamente los seres humanos).
13 Véase por ejemplo E. T. Olson, The Human Animal: Personal Identity without Psychol-
14
que no todos los seres humanos cumplen los criterios que a menudo se
apuntan para ser persona en este sentido.
3. En lo que atañe al plano
moral hay dos sentidos generales con los que puede ser utilizado el tér-
mino “persona”: el primero, relativo a la agencia moral; el segundo, re-
ferente a la consideración moral. Y cada uno de estos puede tener, a su
vez, al menos dos alcances distintos. Así, se pueden diferenciar, como
mínimo, las siguientes cuatro acepciones. Comenzando por las relati-
vas a la agencia, la primera denotaría a quienes poseen la capacidad de
actuar movidos por una motivación de tipo moral. La segunda se apli-
caría en el caso de aquellos que no sólo tienen tal facultad, sino que
la poseen hasta el punto de poder de tener responsabilidades morales
(el término “agente moral” puede ser asimismo entendido de modo di-
verso, siendo aplicable a una u otra de estas acepciones de “persona”).
14
Reasons and Persons, Oxford University Press, Oxford, 1984, parte 3.
15 Ch. M. Korsgaard, “Personal Identity and the Unity of Agency: A Kantian Response to
Philosophy and Public Affairs, 18, 1989, 101-132.
LA CUESTIÓN DE LA PERSONALIDAD LEGAL MÁS ALLÁ DE LA... 61
-
dades legales –aunque se asume a menudo lo contrario, estos dos com-
ponentes no tienen por qué ir vinculados, como insistiré más adelante.
De acuerdo con esto, las personas en sentido jurídico serán todas aque-
llas entidades a las que el derecho reconoce deberes y prerrogativas le-
gales. Ahora bien, por otra parte, el término “persona jurídica” ha sido
asimismo acotado para denotar aquellas personas en el sentido jurídico
arriba expuesto que no son seres humanos, tales como pueden ser las
empresas, asociaciones, fundaciones, etc. El motivo por el que se ha
introducido este segundo sentido del término radica en la aceptación
común de la idea de que los seres humanos serían personas no sólo ju-
rídicas, sino también en sentido natural. De esta manera, se acotaría el
-
sonas que únicamente serían personas en un sentido legal, y no en uno
natural (veremos más adelante por qué ello resulta cuestionable).
ductibles. En realidad, parece que estas posiciones son el resultado una ontología ideologizada y
62 OSCAR HORTA
qué se debe, pues, que pese a todo esto continúe siendo utilizado tan
profusamente este vocablo, con todos los problemas conceptuales que
ello implica?
Se pueden distinguir dos motivos, íntimamente ligados y que se ali-
mentan mutuamente, por los que ello es así. El primero de ellos no es
otro que el hecho de que hemos heredado tal aparato conceptual: éste
ha estado presente a lo largo de una parte importante del pensamiento
occidental, y resulta central en nuestro contexto cultural, supone uno
de los ejes sobre los que se articula nuestra visión el mundo. Es así nor-
mal que estemos ante una palabra que suscite una fascinación sorpren-
dente en ámbitos diversos como los indicados. El otro motivo consiste
en lo que cabe describir como el segundo inconveniente fundamental,
junto a su polisemia, que cabe achacar a este término: el hecho de que
arrastra una enorme carga ideológica. Esto se percibe de modo claro en
los ámbitos moral y jurídico, en los que se diferencia con claridad el
modo en el que se busca considerar a los animales no humanos y a los
humanos. Pero se observa también en el plano de la metafísica. Toda
una serie de teóricos están de acuerdo en que al menos la mayoría de
los seres humanos somos personas, ¡incluso aunque están en completo
desacuerdo sobre qué es una persona!18 Algo tan llamativo parece que
sólo puede ser explicable si se entiende que los teóricos que describen
a los seres humanos como personas (en sentido metafísico) no llegan a
tal conclusión después de llevar a cabo sus análisis, sino que la toman
como punto de partida básico, al que buscan adecuar sus resultados.
Sean lo que sean los humanos, se asume que son personas. Se busca
-
lidades diferenciadas cualitativamente del resto de lo existente (en par-
ticular, de los demás seres sintientes).
poco congruente. Si no puede explicarse en qué consiste ser una persona (incluso aunque sea en
términos pluralistas, o quizás constructivistas), no está claro que podamos aceptar su existencia.
18
-
na” ocurre con muchos otros conceptos de uso común (como “democracia”, “igualdad”, “paz”,
etcétera). Con todo, la situación aquí no es la misma. Obsérvese que en el caso de cada uno de
-
ciones: no sólo coinciden en la extensión que denotan, sino también en alguna parte del conteni-
do de su . Pero esto no ocurre con la palabra “persona”: aquí sólo se está de acuerdo, y
-
sona son totalmente distintas, sin que haya intersección alguna entre ellas.
LA CUESTIÓN DE LA PERSONALIDAD LEGAL MÁS ALLÁ DE LA... 63
21
Por falta de espacio no puedo ahondar aquí en la caracterización de en qué consiste el es-
pecismo, pero véase Horta, O., “What Is Speciesism?”, Journal of Agricultural and Environ-
mental Ethics, 23, 2010, 243–266.
22
Entre las defensas del antropocentrismo moral véase R. G. Frey, Interests and Rights: The
Case against Animals, Oxford University Press, Oxford, 1980; J. Passmore, Man”s Responsi-
bility for Nature: Ecological Problems and Western Traditions, Duckworth, London, 1980; M.
P. T. Leahy, Michael P. T., Against Liberation: Putting Animals in Perspective, Routledge, Lon-
don, 1991; L. Ferry, Le nouvel ordre écologique: l”arbre, l”animal et l”homme, Paris, Grasset,
1992; P. Carruthers, The Animal Issue: Moral Theory in Practice, Cambridge University Press,
Cambridge, 1992; R. Scruton, Animal Rights and Wrongs, Metro, London, 1996; M. Goldman,
Michael, “A Trascendental Defense of Speciesim”, Journal of Value Inquiry, 33, 2001, 59-69;
o T. Machan, Putting Humans First: Why We Are Nature”s Favorite
Oxford 2004.
23 -
te somos especistas y/o que eso debería bastar (véase, por ejemplo, B. Williams, “The Human
Prejudice”, in Philosophy as a Humanistic Discipline, Princeton University Press, Princeton,
2006, 135-52). Esto, sin embargo, no constituye una argumentación que nos proporcione una
LA CUESTIÓN DE LA PERSONALIDAD LEGAL MÁS ALLÁ DE LA... 65
24
Este argumento ha sido llamado comúnmente “argumento de los casos marginales”, tras
la introducción de este término por el defensor del antropocentrismo Jan Narveson en “Animal
Rights”, Canadian Journal of Philosophy, 7, 1977, 161-178, p. 164 (véase por ejemplo D. A.
Dombrowski, Babies and Beasts: The Argument from Marginal Cases, University of Illinois,
Chicago, 1997). Este término resulta totalmente inadecuado. La posesión de determinadas capa-
cidades no determina la pertenencia a la especie, con lo que su carencia no implica marginalidad
(más aun, esto es precisamente lo que el propio argumento muestra). Además, la expresión “ca-
-
66 OSCAR HORTA
Es importante tener en cuenta aquí que no sólo las defensas del an-
tropocentrismo basadas en capacidades, sino también las centradas en
relaciones, son echadas por tierra por este argumento. Puede que haya
quien sienta, por ejemplo, una simpatía particular por todos los seres
cables en distintas situaciones en función de aquellos criterios satisfechos en cada caso. Ésta
puede ser considerada una condición para el razonamiento moral, si bien desde posiciones parti-
cularistas ha sido puesta en cuestión (en especial desde posturas neowittgensteinianas como las
de C. Diamond, The Realistic Spirit: Wittgenstein, Philosophy and the Mind, MIT Press, Cam-
bridge, 1995; o R. Gaita, The Philosopher”s Dog: Friendships with Animals, Routledge, Lon-
don, 2003).
LA CUESTIÓN DE LA PERSONALIDAD LEGAL MÁS ALLÁ DE LA... 67
es así debido a que muchos se oponen a la idea de que los seres huma-
nos que no satisfagan los criterios arriba citados hayan de carecer de
consideración moral. Pero para sostener esta posición deberán necesa-
riamente rechazar que tales criterios sean moralmente relevantes. El ar-
gumento que hemos visto sugiere que demos tal paso. Ahora bien, hay
otro argumento que apunta también en esta dirección.
El argumento de la relevancia
C
como criterio. 27
motivos morales por los que las conclusiones a las que lleguemos en el
que, siendo así, será difícil que de lo dicho hasta aquí vayamos a deri-
var consecuencias legales. Ahora bien, por otra parte, podemos consi-
derar que tenemos razones morales para sostener que las normas jurí-
dicas no deberían auspiciar aquello que desde el propio punto de vista
moral rechazamos. La aceptación de esta premisa, en combinación con
la refutación de las defensas del especismo llevada a cabo arriba, ten-
drá consecuencias notables en el plano jurídico. Implicará que el esta-
tuto legal de los animales no humanos no podrá ser de tal índole que
permita la continuidad de su discriminación.
A este respecto es preciso aclarar lo siguiente. La aceptación de la
premisa que acabo de proponer no implica ninguna clase de compromi-
so con posiciones iusnaturalistas, aunque, por supuesto, se vean impli-
cadas si aceptamos este. Aquí no se sostendrá en ningún momento que
-
-
tas. Ahora bien, el postulado arriba indicado puede ser asumido desde
un punto de vista únicamente moral, que exceda al propiamente jurídi-
co. Lo que es más: sucede que, si bien desde una perspectiva puramen-
28
Por supuesto, un imperativo moral no implica necesariamente que deban existir normas
jurídicas y que éstas deben refrendarlo. Sólo conlleva que, si es el caso que las normas jurídicas
existen, éstas no deben ir en contradicción con lo que dichos imperativos sostienen.
70 OSCAR HORTA
motivos, sin embargo, para dudar seriamente de que pueda ser así, los
cuales no son difíciles de adivinar. Los seres humanos tienen distintos
intereses que entran en choque frontalmente con los de los animales no
humanos.29 Si bien puede haber ciertas ocasiones en las que exista un
29
La exposición más elaborada de la idea de que el estatuto de propiedades de los animales
no humanos obstaculiza seriamente o impide que el respeto por sus intereses pueda hacerse va-
ler se encuentra en la obra de G. L. Francione, Animals, Property, and the Law, Temple Univer-
sity Press, Philadelphia, 1995.
72 OSCAR HORTA
Cabe hacer alusión en este punto a una estrategia que ha sido defen-
dida en ocasiones a favor de la perspectiva de los deberes indirectos
hacia los animales no humanos aun en los casos en los que no hay (al
menos aparentemente) un interés humano implicado de forma mani-
30
Esta pasa por indicar que las agresiones a los animales no hu-
manos constituyen un primer paso hacia las agresiones a los humanos.
Sobre la base de tal supuesto, se sostiene que hay un interés humano
indirecto en prohibir que se dañe a aquellos.
Hay al menos dos motivos por los que una argumentación de este
tipo debe ser rechazada. El primero de ellos es, simplemente, que la
premisa de la que parte es enormemente cuestionable. No parece que
el hecho de que en la actualidad se críe y mate en masa a un enor-
me número de animales no humanos lleve a que se actúe de modo se-
mejante con los seres humanos.31 En todo caso, lo que puede suceder
es algo distinto: que conductas crueles hacia los animales no humanos
puedan ir de la mano de comportamientos semejantes hacia los huma-
nos.32 La crueldad (al menos en la acepción del término relevante para
la perspectiva de los deberes indirectos) supone la intención de causar
de animales no humanos (véase Ch. Patterson, Eternal Treblinka: Our Treatment of Animals and
the Holocaust, Lantern Books, New York, 2002) si bien ello se debió a motivos técnicos, más
que a un condicionamiento de actitudes.
32 Véase R. Lockwood y F. R. Ascione (eds.), Cruelty to Animals and Interpersonal Violence,
33
no humanos como “bienes semovientes”. Pero en realidad, los bienes de este tipo no dejan de
ser, legalmente, cosas.
74 OSCAR HORTA
de las personas.34 Esta opción conlleva los problemas que toda intro-
categoría importante. Dista de ser, pues, una solución sencilla. Aún así,
desde un punto de vista jurídico puede resultar una solución factible.
Tal objeción no resulta, pues, problemática. Sin embargo, no es éste el
único pero que cabe plantear a una propuesta de este tipo. Otro de ma-
yor importancia surge, si pasamos del punto de vista jurídico al moral,
a la luz de la premisa de la deseabilidad de que las normas jurídicas
-
te. Los argumentos indicados arriba vienen a concluir que en el plano
moral no hay razones para otorgar prioridad a la satisfacción de ciertos
intereses sobre la base de la pertenencia a la especie. Se puede soste-
ner que los intereses que tienen los seres humanos son diferentes de los
que otros animales puedan poseer. Pero ello no afecta al hecho de que
unos y otros sean sujetos con intereses, que es lo que aquí resulta rele-
vante. La evidencia más patente de que esto es así ha sido ya expuesta:
radica en que, tal y como se ha apuntado, una misma categoría es utili-
zada de manera universal entre los seres humanos (también en el caso
de aquellos con diversidad funcional intelectual o mental notable, que
otros seres humanos). Ante esto, el uso de dos categorías distintas para
establecer el estatuto legal de animales no humanos y humanos parece
excesivo. Supone introducir una categoría extra de modo innecesario.
-
to: la asunción de este dualismo desde una posición igualitaria no tiene
realmente mucho sentido. Su defensa parecerá procedente, más bien,
en tanto que partamos de una consideración de intereses desigual, que
ya hemos visto que tenemos motivos para rechazar. Todo esto lleva a
concluir que la existencia de una categoría exclusiva para los seres hu-
manos no resulta sostenible.
34 Algunas propuestas presentadas como versiones de esta posición vendrían a ser básica-
mente concepciones revisadas de los animales no humanos como propiedades. Véase por ejem-
plo D. Favre, “A New Property Status for Animals: Equitable Self-Ownership”, in C. Sunstein
y M. Nussbaum (eds.), Animal Rights, Current Debates and New Directions, Oxford University
Press, Oxford, 2004, pp. 234-250; “Living Property: A New Status for Animals within the Legal
System”, ExpressO, 2010, disponible en http://works.bepress.com/david_favre/1.
LA CUESTIÓN DE LA PERSONALIDAD LEGAL MÁS ALLÁ DE LA... 75
35
La idea de que únicamente los seres humanos pueden ser personas en sentido jurídico se
-
den la consideración de los animales, en un principio por Bernard Rollin en Animal Rights and
Human Morality, Prometheus Books, Buffalo, 1981, y posteriormente, en más detalle, por Gary
L. Francione (véase en particular su Animals as Persons: Essays on the Abolition of Animal Ex-
76 OSCAR HORTA
ploitation, Columbia University Press, New York, 2008), así como por Joan Dunayer en Specie-
sism, Ryce, Derwood, 2004. Por otra parte, desde el punto de vista ambientalista fue cuestionada
ya en Ch. D. Stone, Should Trees Have Standing? Toward Legal Rights for Natural Objects, Los
Altos, William Kaufmann, 1974. No obstante, estos planteamientos obedecen a motivaciones
distintas. Los planteamientos ecologistas o ambientalistas valoran en sí misma la conservación
de entidades no sintientes como las especies, los ecosistemas o los seres vivos no sintientes. Y
proponen para ello, a menudo, medidas que son dañinas para los animales sintientes considera-
dos de forma individual. Desde la defensa de la consideración moral de los animales se man-
tiene que, conforme al argumento de la relevancia, tales planteamientos no son aceptables (pues
apelan a criterios no relevantes), y se prioriza la defensa de los individuos sintientes sobre el
seguimiento de ideales ambientalistas.
36
derechos de los animales: un reto para la ética”, en J. Riechmann (coord.), Ética Ecológica: pro-
puestas para una reorientación , Nordan, Montevideo, 2004, pp. 135-143, p. 137.
37
60 U.S. (19 How.) 393 (1856). El argumento presentado por el tribunal, semejante al ex-
puesto en Cetacean Community v. Bush y en Commonwealth v. Welosky, consistió en apuntar
que en el momento en el que la constitución estadounidense fue aprobada la esclavitud era ple-
namente legal en este país, y que en esta únicamente se hacía alusión a los seres humanos de
proveniencia africana como esclavos.
LA CUESTIÓN DE LA PERSONALIDAD LEGAL MÁS ALLÁ DE LA... 77
que parte esta objeción a la idea de que para gozar de personalidad le-
gal sea preciso tener la capacidad de concebir esta.
Cabe indicar a este respecto, por otra parte, que, tal y como se indi-
có más arriba, en el derecho no sólo se reconoce como personas a los
seres humanos. Toda una serie de entidades, como las asociaciones o
han asumido que únicamente los seres humanos pueden ser, en rigor,
sujetos de derechos y obligaciones, dado que sólo estos vendrían a ser
personas naturales. De esta manera, las personas jurídicas (no huma-
nas) vendrían a adquirir su personalidad de manera indirecta, derivada
de la de los seres humanos que se encontrarían detrás de ellas. Si esta
explicación fuese correcta ello no implicaría que en sentido estricto
sólo los seres humanos puedan ser personas legales, aunque haría más
difícil poner a las personas jurídicas como ejemplos de esto. Con todo,
ni siquiera este va a ser el caso, puesto que las teorías sobre la persona-
lidad jurídica arriba referidas resultan seriamente objetables. La crítica
más básica que cabe plantearles radica en que éstas vendrían a asumir
supuestos de carácter externo al derecho. La personalidad de la que es-
tas teorías deberían dar cuenta es la de carácter jurídico. Sin embargo,
-
turaleza de las personas en otros sentidos distintos del legal, como son
el coloquial, el metafísico y/o el moral. De este modo, su concepción
de “persona” excede el ámbito de lo puramente jurídico. Así, incluso
aunque estas teorías viniesen a explicar con acierto qué es una persona
en un sentido moral, metafísico o coloquial, el hecho es que al hacerlo
estarían abandonando el análisis de la personalidad jurídica, entremez-
clando este con el de cuestiones externas a él.
Este error lleva a las citadas teorías a incurrir en otro: el de asumir
que o bien hay, o bien debe haber, una suerte de determinación bidirec-
cional entre ser una persona en sentido “natural” y en sentido jurídico.
El motivo por el que esta suposición ha de ser rechazada es doble. En
78 OSCAR HORTA
sino entes colectivos que, al igual que los seres humanos, tienen una
capacidad intencional y operativa. Vendrían a ser organismos sociales
cuyas capacidades práxicas serían, en los modos relevantes para el de-
recho, análogas a la de los seres humanos. Pues bien, estas dos teorías
-
38
Este es sin duda el motivo por el que las propuestas que en la actualidad se han planteado
a favor del reconocimiento de personalidad legal a ciertos animales no humanos se hayan res-
tringido a un grupo extremadamente reducido de estos, el de los grandes simios. Véase P. Cava-
lieri y P. Singer (eds.), The “Great Ape” Project: Equality Beyond Humanity, Forth Estate Lim-
ited, London, 1993; S. M. Wise, Rattling the Cage: Toward Legal Rights for Animals
London, 2000; Unlocking the Cage: Science and the Case for Animal Rights, Perseus, Oxford,
2002. En ocasiones se ha cuestionado que tales iniciativas estarían aquejadas, dada esta limit-
ación, de un prejuicio especista. Ello no tendría por qué ser necesariamente así en la medida en
que tal limitación viniese dada únicamente por motivaciones estratégicas (si dichas propuestas
fuesen defendidas con argumentos que también tuviesen aplicabilidad en el caso de los demás
animales con la capacidad de sufrir y disfrutar). Pero lo que sí resulta claramente cuestionable, a
la luz de las razones arriba dadas, es su defensa apelando a factores coincidentes o semejantes a
aquellos propuestos con la intención de defender el antropocentrismo moral (como la posesión
de determinadas capacidades cognitivas), criterios que ya hemos comprobado que resultan cues-
tionables.
80 OSCAR HORTA
Ahora bien, por otra parte, hay una forma muy diferente en la que se
puede apelar a las capacidades a la hora de considerar el reconocimien-
39
Así se dice explícitamente, por ejemplo, en el Código Civil argentino (artículo 51), el co-
lombiano (art. 74) o el chileno (art. 55). En otros casos, se asume de forma implícita, indican-
do que se es persona a partir del nacimiento. Esto sucede, entre otros casos, en el Código Civil
español (art. 29), el mexicano (art. 22) o el italiano (art. 1), si bien con distintos matices (así,
por ejemplo, el citado artículo 22 del Código mexicano se dota de protección a los embriones y
materno”).
82 OSCAR HORTA
-
tables debido al gran número de animales no humanos que existen en
proporción a los seres humanos susceptibles de representarlos. Incluso
asumiendo una ratio muy alta de animales defendidos por tales repre-
sentantes y una institucionalización de esta representación, la diversi-
dad de las situaciones en las que los animales no humanos necesitarían
de la salvaguarda de sus intereses sería, al menos a día de hoy, consi-
40
Obsérvese que un problema semejante se puede plantear incluso sin cuestionar la conside-
ración de los animales no humanos como propiedades, pues podemos considerar que incluso en
este caso procede que estos sean representados cuando se incumplan las leyes que puedan brin-
darles alguna protección. Véase C. Sunstein, “The Rights of Animals”, The University of Chica-
go Law Review, 70, 2003, pp. 387-401.
LA CUESTIÓN DE LA PERSONALIDAD LEGAL MÁS ALLÁ DE LA... 83
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can aquí una distinción de tipo lógico. Así las cosas, no resulta consis-
5. Sumario y conclusión