Desarrollo Lingüístico
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Desarrollo Lingüístico
Educación Temprana
Desarrollo del Lenguaje
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MINISTERIO DE EDUCACIÓN
DIRECCIÓN DE EDUCACIÓN SUPERIOR
INSTITUTO DE EDUCACIÓN SUPERIOR N° 10
– Durante los primeros tres años de vida es cuando aparece el período más intenso en la
adquisición de las habilidades del habla y el lenguaje.
– El cerebro estará predispuesto al aprendizaje de forma intensa hasta alrededor de los 7
años.
Algo preocupante ocurre cuando es ignorado el llanto de un bebé de cinco a ocho meses.
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Si esto sucede alguna que otra de vez, de manera puntual, a una hora en la que es
imposible atenderlo, esa llamada no oída no tiene importancia y hasta ayuda al niño a
desarrollar una percepción temporal sobre sus peticiones.
Pero, si en la escuela infantil y en otros escenarios en el que los adultos estén dedicados
a otras cosas, el niño con demasiada frecuencia no es atendido, el llanto se podrá hacer
menos exigente y el niño empezará a esperar cada vez menos del adulto, lo que
acarreará dos problemas: la quiebra del sentido de autoestima, y su llanto débil, corto y
frágil indicará el descubrimiento de que es poco importante.
Además, perderá el sentido de que “las personas se comunican” y, sin comprender la
ausencia de respuesta a sus tentativas, descubrirá el fracaso en el esfuerzo para
comunicarse.
La persistencia de agresiones como ésas va acallando el llanto, dejando la mirada cada
vez más opaca, las expresiones faciales cada vez más inexpresivas. Se transforma
tristemente en “un bebé buenecito”, consciente de su inutilidad.
De 0 a 5 meses:
– Emite ruidos con su garganta.
– Crea sonidos relacionados con el placer y el dolor (risas, llantos o quejas).
– Aparecen los gorjeos y gritos.
– Hace pequeños ruidos cuando se le habla.
– Sensibilidad ante el ruido.
– Se calma al oír la voz de sus padres.
– Atención visual.
De 6 a 12 meses:
– Comprende la palabra “no”.
– Conoce y responde a su nombre.
– Se divierte con los juguetes que emiten sonidos y disfruta con las canciones.
– Emite balbuceos.
– Aparecen las protoconversaciones:
. Protoimperativas: el niño quiere algo y se dirige con gestos o con la mirada hacia su
objetivo.
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De 12 a 18 meses:
– Pronuncia las primeras palabras, con significado (“mamá” ,“papá” o “agua”).
– Responde a preguntas sencillas mediante lenguaje no verbal (¿Dónde está?, ante
objetos o imágenes).
– Más capacidad comprensiva que expresiva.
– Llora ante la separación de sus padres, su llanto dura mucho tiempo.
– La pronunciación puede ser poco clara. (aba, cheche o tete).
– Utiliza una o dos palabras para indicar una persona o un objeto.
– Aparecen las holofrases.
– Su vocabulario será de 4 a 6 palabras.
– Intenta imitar palabras sencillas.
De 18 meses a 24 meses:
– Pronuncia sin errores todas las vocales y los fonemas más sencillos.
– Comienza a usar otros sonidos de la lengua.
– Distingue el femenino y el masculino.
– Utiliza la tercera persona para referirse a sí mismos.
– Es capaz de pedir los alimentos por su nombre.
– Emite onomatopeyas (animales, transportes, etc).
– Al final de la etapa el vocabulario será de unas 50 palabras, aún puede cometer errores
en la producción.
De 2 a 3 años:
– Aparece el lenguaje telegráfico (coche mío o más leche).
– Puede agrupar objetos por familias.
– Conoce conceptos como “dentro de”, “grande”, “guapa”,etc.
– Sabe pronombres como “yo”, “tu” y “ella”.
– Aparece el juego simbólico.
– Hace inflexiones en su voz para hacer preguntas ¿mi pelota?.
– Aparece el ¿Por qué? Y ¿para qué?.
– Comienza a usar el plural.
– Se produce la explosión del lenguaje. El vocabulario se amplía de 250 a 900 palabras.
– Mezcla la realidad y la ficción.
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De 3 a 4 años:
– Sale del egocentrismo y entra en la etapa del lenguaje social.
– Mantiene la interacción con otras personas.
– Usa los sonidos del habla correctamente.
– Es capaz de describir objetos comunes.
– Se divierte con el lenguaje y disfruta con los absurdos.
– Expresa ideas y sentimientos.
– Usa verbos en gerundio.
– Repite enunciados largos.
– Domina la gramática.
– Comienza a responder a preguntas sencillas que se refieren a algo que no está
presente.
Es muy importante tener en cuenta que, no todos los niños desarrollan las habilidades del
habla y el lenguaje de la misma manera, sin embargo, todos los niños siguen éstas etapas
para dominar las habilidades del lenguaje, además, el desarrollo del lenguaje está
directamente relacionado con los siguientes factores:
Debemos ser prudentes, efectivamente cada niño adquiere el lenguaje de una manera
diferente, siempre dentro de un espectro temporal que tenemos que tener en cuenta.
La famosa frase del “ya hablará”, durante un tiempo ha sido la que ha propiciado que,
menores con trastornos en el desarrollo del lenguaje u otros déficits, acudieran a nuestras
consultas de manera tardía, pudiendo haber llevado a cabo una intervención temprana
que favoreciera el desarrollo global del niño.
Estos retrasos pueden ser generados por una multiplicidad de factores de los que, aparte
de la predisposición hereditaria, se describirán otros como:
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sobre su forma de hablar, tratando más bien de comprender lo que quiere decir. Si
preguntara por su dificultad, le dirá que eso es muy frecuente en los niños y que
incluso hay otros muy inteligentes y capaces que tienen también esa dificultad.
Explicar al niño que la forma de hablar nada tiene que ver con la inteligencia y
otras cualidades. Lo que importa es que un niño sea bueno y que cumpla con sus
tareas o deberes. Eso es lo que hace que todos quieran a un niño.
Es bueno que enfatice que nadie es perfecto en este mundo, todos tenemos
defectos: la misma maestra puede señalar un defecto en sí misma, como el hecho
de usar anteojos, pero al lado de esos defectos hay otras virtudes o cualidades
que son las que cuentan y permiten que una persona llegue a conseguir todo lo
que honrada y sanamente se propone en la vida.
• Cuando el niño reacciona en forma crítica y catastrófica como consecuencia de la
burla de los compañeros sobre su defecto, la maestra deberá enfrentarlo tomando
medidas como las que se señalan a continuación:
-Oponerse a la conducta reactiva y negativa del niño llamando la atención del
mismo sobre las actividades positivas que es capaz de realizar y en las que él es
mejor que sus compañeros.
Cabe señalar que estas situaciones, algunas veces, son difíciles de enfrentar para
la maestra, ya que el niño reacciona ofuscándose ante las humillaciones o burlas
de los demás, disminuyendo la confianza en sí mismo y en sus posibilidades de
superación. Esto suele ocurrir cuando la maestra no asume una actitud
neutralizadora adecuada del ambiente y una comprensión prudente y, sobre todo,
cuando no induce a hacer reflexionar, en alguna medida, sobre otras cualidades
destacables que tiene el niño en comparación a sus compañeros de salón.
-En ausencia del niño, la maestra deberá hablar con sus compañeros de clase,
con el propósito de que comprendan el problema que tiene el niño. Aquí debe
enfatizar sobre la noción de que todos tenemos defectos e, incluso, hacer que
cada niño razone y exponga cuál es su defecto, comenzando por la maestra
misma y explicar que a nadie le gusta que alguien se burle de un defecto que uno
tiene y del cual no es culpable.
-Si los que se burlaron son niños de otra aula, esta conversación será abordada
sobre la misma base comprendida en el acápite anterior, bien por la misma
maestra o por la maestra de la sección, a petición de la primera.
Puede resultar también adecuado, como una medida preventiva, limitar dentro de
lo posible las relaciones del niño con defecto del habla al mismo grupo con el que
está estudiando. Esto no resultará difícil como parece, si la maestra pone atención
a las actividades de sus alumnos durante el recreo, donde es generalmente
cuando surgen estos problemas. Una llamada de atención oportuna puede actuar
como una medida excelente de prevención para evitar problemas posteriores.
• Las evaluaciones y calificaciones del niño con defecto del habla deben ser hechas
sin necesidad de exponerlo a dar lecciones orales al frente. Sin embargo, si bien la
participación oral del niño ante una audiencia no es deseable, no debe tratar de
suprimirse totalmente. La maestra debe saber, por ejemplo, que el niño tartamudo
puede cantar y eventualmente recitar sin ningún tipo de tartamudeo. En
consecuencia, la maestra puede solicitar algunas veces la participación oral del
niño, pero sus calificaciones se basarán principalmente en tareas realizadas en
pizarrón, delante de sus compañeros o en base a pruebas escritas. Deberá cuidar
también de no llamar la atención de los demás sobre la forma de calificar al niño,
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para que esta situación sea aceptada como natural por todos los demás y por el
mismo niño.
No obstante, si la maestra sabe que la tartamudez o defecto del habla tiene
períodos en que el niño habla bien, puede aprovechar esos períodos para
examinarlo oralmente, cuidando que la experiencia sea enteramente positiva. Por
ejemplo, la maestra, una vez que se ha asegurado de que el niño ha comprendido
bien la explicación dada previamente, puede hacerle repetir delante de sus
compañeros de clase la lección referida. Esto favorecerá a que el niño vaya
adquiriendo mayor autoconfianza y, también, corregir y mejorar su lenguaje verbal.
• La actitud que la maestra debe asumir ante el niño con defecto del habla debe
estar revestida de todas las características de neutralidad y equidistancia que
exige una buena relación y manejo de esta clase de niños. En efecto, todos y cada
uno de los niños del aula deben sentirse, por turno, “preferidos”. Pero esa
preferencia nunca debe ser notoria para los demás, aunque es un hecho normal
que la afectividad de una maestra o maestro, así como de una madre o un padre,
se incline hacia uno de sus alumnos o hacia uno de sus hijos. Como puede
comprenderse, esto es un hecho que se da, pero otra cosa es demostrarlo
ostensiblemente, generando desorganización y caos en el aula o en el hogar, con
la reacción intempestiva de aquellos que se consideran “desplazados”.
Por esta razón, en el ánimo del niño con trastornos de lenguaje, debe quedar bien
claro que su maestra lo quiere, lo comprende, lo apoya, pero también lo trata con
la misma vara que a los demás y que le exige el cumplimiento de sus obligaciones.
Los maestros generalmente suelen insistir y enfatizar sobre sus “correcciones”.
Esto, sin duda, lo hacen con buena intención y, sobre todo, con el fin de mejorar
con rapidez los errores ortográficos y demás fallas del alumno. Pero, frente al niño
con defecto del habla, el maestro debe ser más prudente, limitando sus
observaciones, en un inicio, a las estrictamente necesarias e indispensables De
esa forma no desequilibrará el orden en el aula llamando la atención de los demás
sobre el defecto del niño. Esto favorecerá a que la maestra pueda ir corrigiendo
sutil y progresivamente el defecto del mismo y facilitando, además, que éste se
vaya adaptando al comportamiento de sus compañeros y al de su maestra, sin
tener de entrada una sensación de rechazo y fracaso.
• La maestra deberá estar alerta para evitar que el niño utilice su defecto como
pretexto para no estudiar o no rendir suficientemente en la escuela. Ante el menor
indicio de que esto esté ocurriendo, la maestra debe conversar detenidamente con
el niño, fuera de la hora de clase, para hacerle comprender con afecto, pero con
exigencia, que no estará dispuesta a aceptar este tipo de excusas. Debe ser
franca, clara y afectuosa a la vez. Es conveniente que la maestra puntualice las
capacidades del niño, demostrándole que el defecto que tiene no guarda relación
con su mal rendimiento. Que él pue- de dar mucho más y que la tartamudez o
defecto de su lenguaje no tiene que ver con sus faltas en el estudio.
Una vez aclarado el asunto con el niño, la maestra debe ser firme en sus actitudes
con él y sus compañeros, manifestándoles a la vez comprensión, afecto y
consideración.
• Realizar observaciones de valor relevante sobre el comportamiento del niño, pero
siempre y cuando la maestra tenga interés por ayudarlo. Estas observaciones son
de gran interés para que el especialista se informe y encauce de manera eficaz el
tratamiento del niño, motivo por el que la maestra debe estar dispuesta a dar toda
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