Qué Es La Teoría Del Delito

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¿Qué es la Teoría del Delito?

La Teoría del Delito se refiere a los requisitos que deben cumplirse para
considerar que un acto constituye un delito. Es fundamental
comprender estos requisitos para poder juzgar adecuadamente una
conducta delictiva. Imagina que Juan mata a Luis, ¿deberíamos condenarlo
por homicidio sin considerar las circunstancias?

Aquí es donde entra en juego la Teoría del Delito, que nos ayuda a entender
que no todos los actos son delitos y que su gravedad puede variar. Veamos
los elementos esenciales de esta teoría.

Sujetos en el Delito
Todo delito debe ser cometido por una persona, ya sea física o jurídica.
Por ejemplo, si alguien es encontrado muerto en su casa y no sabemos
quién lo mató, no podemos hablar de un delito. Aquí se distingue entre
el sujeto activo, que es la persona que comete el ilícito penal, y el sujeto
pasivo, que es la persona que sufre el delito.

Acción y Omisión
La acción es el acto que origina un delito y conlleva una pena. En el caso
del homicidio, la acción sería el acto de matar. Sin embargo, hay situaciones
en las que una acción puede ser involuntaria, como cuando alguien
comete un delito sin intención. También es importante mencionar que
una omisión, es decir, la falta de hacer algo cuando existe un deber u
obligación, puede ser considerada como una acción y dar lugar a un delito.

Por ejemplo, existe el delito de comisión por omisión, siendo el caso típico
cuando pasas al lado de un incendio o de un accidente con heridos y pasas
de largo.

Tipicidad: Coincidencia con la Ley


Para que una conducta sea típica, debe estar prevista como delito en las
leyes y coincidir con la descripción legal del mismo. Aquí surge el concepto
de imputación objetiva, que establece que la conducta debe representar un
riesgo no permitido por el ordenamiento jurídico y que este riesgo haya
dado lugar al resultado delictivo. Es importante tener en cuenta que, en
algunos casos, una acción puede no ser apta para producir un resultado
delictivo y, sin embargo, el resultado se produce.

Antijuridicidad: Contrariedad con la Ley


La antijuridicidad se refiere a la contrariedad de la acción típica con
nuestras leyes y la lesión de un bien jurídico protegido, como la vida. Sin
embargo, existen causas de justificación que excluyen la antijuridicidad,
como la legítima defensa, el estado de necesidad y el cumplimiento de un
deber o ejercicio legítimo de un derecho. Estas causas permiten que una
conducta que, en principio, sería considerada antijurídica, sea considerada
lícita y, por lo tanto, no punible.

La legítima defensa es una causa de justificación que permite a una


persona defenderse de un ataque ilegítimo y actual a su integridad física o
la de terceros. Si una persona actúa en defensa propia o de otros, de
manera proporcionada y sin exceder los límites de la defensa necesaria, su
conducta no será antijurídica.

El estado de necesidad se refiere a situaciones en las que una persona se


encuentra en peligro inminente y no tiene otra opción razonable para
proteger un bien jurídico propio o ajeno. Si una persona actúa en estado de
necesidad, es decir, busca evitar un mal mayor causando un mal menor, su
conducta puede estar justificada y, por lo tanto, no será antijurídica.

El cumplimiento de un deber o el ejercicio legítimo de un derecho se


refiere a situaciones en las que una persona realiza una conducta que, en
principio, podría considerarse antijurídica, pero está amparada por un
deber legal o un derecho reconocido por la ley. Por ejemplo, un policía que
utiliza la fuerza para detener a un delincuente en el ejercicio de su función
está cumpliendo con su deber y su conducta no será antijurídica.

Estas causas de justificación son excepciones a la antijuridicidad y pueden


excluir la responsabilidad penal del autor de un delito. Sin embargo, es
importante destacar que el análisis de estas causas debe realizarse de
acuerdo con los criterios establecidos por la ley y los tribunales, evaluando
la proporcionalidad, la necesidad y otros elementos relevantes en cada caso
específico.

Culpabilidad: Responsabilidad del Delincuente


La culpabilidad es el elemento que establece la responsabilidad del
delincuente. Para que una persona sea considerada culpable de un delito,
se requiere que haya actuado con dolo o culpa. El dolo implica la intención
de cometer el delito, es decir, que el sujeto activo haya querido realizar la
conducta delictiva y haya previsto sus consecuencias. Por otro lado,
la culpa se refiere a la falta de diligencia o cuidado que conduce a la
comisión del delito de forma involuntaria.

Por esta razón, además del dolo, existe la comisión imprudente de los
delitos, y esto es en casos de que no hay dolo, pero no se ha tenido el
cuidado suficiente, por lo que si no sabes lo que es la imprudencia en el
Derecho Penal ni sabes ejemplos prácticos, mira este artículo para que
domines este concepto.

Ejemplos Prácticos de la Teoría del Delito


Para entender mejor la Teoría del Delito, veamos algunos ejemplos
prácticos:

1.Homicidio: Juan dispara intencionalmente a Luis y lo mata. En este caso,


los elementos del delito son:

 Sujeto activo: Juan


 Sujeto pasivo: Luis
 Acción: Disparar un arma de fuego
 Tipicidad: Está previsto como delito en las leyes y coincide con la
descripción legal del homicidio.
 Antijuridicidad: La acción de Juan es contraria a la ley y lesiona el bien
jurídico protegido, la vida de Luis.
 Culpabilidad: Si se demuestra que Juan actuó con dolo, es decir, con la
intención de matar a Luis, se le considerará culpable de homicidio.

2.Robo: María sustrae sin consentimiento la cartera de Pedro. Los


elementos del delito son:

 Sujeto activo: María


 Sujeto pasivo: Pedro
 Acción: Sustraer la cartera
 Tipicidad: El robo está previsto como delito en las leyes y coincide con la
descripción legal del mismo.
 Antijuridicidad: La acción de María es contraria a la ley y lesiona el bien
jurídico protegido, la propiedad de Pedro.
 Culpabilidad: Si se demuestra que María actuó con dolo, es decir, con la
intención de apoderarse de la cartera de Pedro sin su consentimiento, se le
considerará culpable de robo.

Estos ejemplos ilustran cómo se aplican los elementos de la Teoría del


Delito en situaciones concretas. Es importante tener en cuenta que cada
delito puede tener sus propias características y elementos específicos, pero
la Teoría del Delito proporciona un marco general para su comprensión y
análisis.
Conclusión:
En resumen, la Teoría del Delito es fundamental en el ámbito jurídico para
determinar si una conducta constituye un delito y establecer la
responsabilidad del delincuente. Los elementos esenciales de la Teoría del
Delito incluyen los sujetos en el delito, la acción y omisión, la tipicidad, la
antijuridicidad y la culpabilidad. Al comprender estos elementos y su
aplicación práctica, los estudiantes de Derecho podrán analizar casos con
mayor claridad y justicia.

Enhorabuena por haber llegado hasta aquí, ya que ahora sabes en base a
que motivos se imponen nuestras penas, por lo que, como recompensa, si
estás aquí para aprobar un examen, te dejo aquí un artículo donde verás
cómo se puede estudiar Derecho Penal sin morir en el intento.

Por último, si no quieres perderte de aprender más contenido como este y


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Teoría del delito: concepto, sujeto


y objeto del delito
Introducción

En palabras de Jescheck, la teoría del delito o teoría de la imputación penal se


encarga de definir las características generales que debe tener una conducta para
ser imputada como un hecho punible. Para llegar a esta concepción, tuvo que
transcurrir una larga evolución en la dogmática penal, concretamente, en el
estudio de la parte general del derecho penal.

Ahora bien, a nosotros nos corresponde aprender a diferenciar, ya que la teoría


del delito no se ocupa de los elementos del tipo delictivo concretos para cada uno
de los delitos, sino que su estudio opera en aquello que le es común a todos los
hechos punibles en general; para ello, en primer término, requiere de
concepciones del delito a partir de las cuales desarrollar postulados más
complejos
2. Concepciones del delito

El delito fue siempre una valoración de la conducta humana condicionada por el


criterio ético predominante de la sociedad. Los conceptos de delito han sido
formulados en definiciones que se desarrollaron durante los siglos XVIII, XIX y
XX. Estas formulaciones, muchas veces opuestas entre sí, ocasionaron una
evolución del derecho penal al confrontar a diversos autores a lo largo de esos
años. Según Almanza y Peña (2014, p. 63), las concepciones que tuvieron lugar
pueden ser agrupadas de la siguiente forma:

2.1. Concepción formal o jurídica

De acuerdo con esta concepción, el delito es una conducta humana que se opone
a lo que la ley manda o prohíbe bajo la amenaza de una pena. Por ende, la ley es
aquella que establece y nomina qué hechos van a ser considerados delitos; es la
ley la que designa y fija caracteres delictuales a un hecho. Si en algún momento
esta ley es abrogada, el delito desaparece. Por eso, el delito es considerado
artificial (Almanza y Peña, 2014).

Al entender lo anterior nos damos cuenta de que toda ley penal en su estructura
contiene un presupuesto (lo que no se debe hacer o lo que se manda a hacer) y
una consecuencia jurídica (pena o medida de seguridad); por esto, el delito —
en su concepción jurídica— es todo acto humano voluntario que se adecua al
presupuesto jurídico contenido en una ley penal.

2.2. Concepción material o dogmática

Establece elementos del delito como presupuestos para que un acto voluntario
humano sea considerado como delito. Así, para esta concepción, el delito es un
supuesto dogmático en el que concurren los denominados elementos del delito,
ello de forma concatenada y simultánea. La enumeración de estos elementos
también fue motivo de discusión doctrinaria; así, en su formulación inicial, sus
representantes enunciaron al delito como aquel acto humano típicamente
antijurídico culpable y sancionado con una pena de carácter criminal.

Esta concepción pionera tuvo por representantes en sus inicios a Beling y


Binding, quienes propusieron la célebre enunciación: el delito es aquella acción u
omisión voluntaria típica, antijurídica y culpable (Beling, 1944, p. 189).
Esta concepción dogmática, influenciada por la corriente positivista, enumera los
elementos constitutivos del delito y tiene su origen en la teoría de las normas, ya
que Binding establece que el delincuente vulnera el supuesto hipotético de la
norma jurídica, la cual cumple con su rol de advertir entre lo que es bueno y lo
que es malo. Así pues, tenemos el ejemplo de: “no matarás”, evidenciando de
este modo, que la norma se trata de un debe ser, por tanto el delincuente vulnera
aquella advertencia contenida en la ley. Mezger se apoya en esta teoría a la que
denominó teoría del tipo y señaló que cuando se infringe el supuesto hipotético
contenido en la norma jurídica penal, esa infracción, ese acto debe encajar dentro
de lo descrito por la ley como delito, es decir, la infracción debe encuadrarse al
tipo penal (Mezger, 1935, p. 206).
A esto se le suma, que la estructura del delito está formada por un sustantivo al
que acompañan cuatro calificativos: una conducta, que puede ser una acción o
una omisión; típica, en el sentido de que incluya los elementos que fundamentan
lo injusto específico de una figura delictiva; antijurídica o, lo que es lo mismo,
ilícita, contraria al Derecho; culpable, esto es, reprochable a su autor; y,
finalmente, punible, por no existir razones de conveniencia o político criminales
que eximan de pena
Conducta, tipicidad, antijuricidad, culpabilidad y punibilidad son los cinco
elementos que con ese preciso orden lógico configuran el concepto dogmático-
analítico del delito; por tanto, no puede hablarse de comisión de delito
propiamente como tal, ante la inconcurrencia de uno o más elementos. Es a partir
de esta concepción que surge el desarrollo doctrinario correspondiente a
determinar cuándo se configura cada elemento y qué consecuencias jurídico-
penales se suscitan ante la ausencia de alguno.

3. Sujetos del delito

También se les denomina agentes del delito a aquellas personas que se


encuentran interrelacionadas al momento de la comisión de un delito, esto debido
a que uno arremete al otro. Al primero se le llama sujeto o agente activo del
delito, mientras que el segundo se trata del sujeto o agente pasivo del delito

Ya sea que se trate de uno o del otro, los sujetos del delito son reconocidos de
distinta forma dependiendo de la redacción de la ley para cada tipo de delito. Así,
son indeterminados cuando la ley no requiere una característica específica en
ellos. Entiéndase, por tanto, que cualquiera podría, o bien cometer, o bien
padecer el delito; pues suelen ser ubicados en la redacción de nuestro Código
Penal con los pronombres («el que», «aquel que», «a quien resulte»); pero
también pueden ser determinados cuando la ley penal, en su redacción, exija una
característica específica o calidad especial para identificar al autor y a la víctima
del delito. Lo anterior puede evidenciarse en el caso de aquellos delitos que solo
pueden ser cometidos por servidores públicos, como el delito de peculado o
como sucede en el supuesto de que la víctima tiene que ser necesariamente un
menor de edad para condenar al imputado por el delito de violación sexual de
menor.

3.1. Sujeto activo

El sujeto activo es la persona o personas que realizan la conducta típica contenida


en la ley penal. Comprende a la persona individual y el estudio de su grado de
interacción con el delito. Además, es objeto de análisis en la autoría y
participación. El sujeto activo puede ser identificado dentro de la redacción del
tipo penal con artículos gramaticales («el», «los», «la»), lo que nos lleva a
interpretar que el sujeto activo podría ser cualquiera. Esto cabe en la definición
de delitos impropios.

Situación distinta ocurre cuando la redacción de la ley penal exige que el autor
ostente una característica específica y descrita en la ella, como sucede cuando el
tipo penal requiere, por ejemplo, que el agente activo tenga una relación especial
con la víctima (tal es el caso del parricidio, del feminicidio, etc.) o que tenga una
situación jurídica especial (solo un cónyuge podría cometer bigamia). Esta
especificación en la ley penal recibe el nombre de delitos propios.

3.2. Sujeto pasivo

Esta denominación se refiere al sujeto pasivo como el titular del bien o interés
jurídico afectado, el cual puede ser efectivamente lesionado o solo puesto en
peligro. Cuando leemos el Código Penal, podemos identificarlo rápidamente al
preguntarnos: ¿a quién pertenece el bien jurídicamente protegido? En
general, un bien o interés pertenece a la persona (colectiva o individual), a la
sociedad o al Estado; por tanto, este sujeto puede tratarse de una persona natural
(delitos contra la vida, libertad, patrimonio, etc.) o incluso un feto (aborto) o una
persona jurídica (delitos societarios, contra el patrimonio, etc.), incluido el
Estado (delitos contra la administración pública).

La trascendencia de determinar al sujeto pasivo del delito se traduce en las


consecuencias que recaerán sobre el sujeto activo, así pues, si el sujeto pasivo
tenía una conexión de consanguinidad con el sujeto activo o si se encontraba bajo
los cuidados del sujeto activo, se agravará la responsabilidad penal de este.
4. Objeto del delito

El objeto de la acción es el elemento perteneciente al mundo exterior, sobre el


que recae materialmente la acción típica. En él se concretará la vulneración de los
intereses jurídicos que pretende tutelar el legislador en cada tipo penal. Así, en
ciertos casos, el tipo describe el objeto sobre el que recae la acción, como cuando
se refiere al «bien» en la redacción del delito de daños, del artículo 205
del Código Penal; en otros, describe las características con detalle o alude
exactamente a lo que pretende referir, como en el artículo 253 del mismo cuerpo
normativo, cuando menciona billetes o monedas que se hallan fuera de
circulación o corresponden a otros países, en el delito de alteración del valor
de billetes o monedas. Como fuere, no se debe confundir entre el objeto de la
acción penal y el bien jurídico. Así, se desprenden dos acepciones cuando nos
referimos al objeto del delito.

4.1. Objeto material

El objeto material es la persona o cosa sobre la que se despliega la conducta


típica; no necesariamente debe coincidir, en el primer caso, con el sujeto pasivo.
Así, por ejemplo, en las lesiones o en el secuestro, el objeto material es también
el sujeto pasivo; puesto que la acción de lesionar recae sobre el cuerpo de la
propia víctima y, correlativamente, la acción de secuestrar requerirá evidenciar la
efectiva retención corpórea de la víctima en determinado lugar en contra de su
voluntad. Pero también ocurre que el objeto material sea distinto a la entidad
corpórea del sujeto pasivo, situación que ocurre, por ejemplo, en el delito de
hurto, dado que el comportamiento, al recaer sobre un objeto cuyo propietario
puede encontrarse lejos de aquel o incluso en lugar distinto, puede afectarlo y,
aun así, sufrir de la comisión por este delito

4.2. Objeto jurídico

El objeto jurídico es el bien jurídico o valor que protege el derecho penal y que el
delito perturba. El objeto jurídico nunca coincide con el objeto material y las
mutaciones o alteraciones que pueda sufrir serán relevantes para el derecho penal
solo si son consecuencia de la afectación al bien jurídico. Por ejemplo, el
patrimonio del propietario disminuye en la misma cantidad si su vehículo es
robado o si lo regala, pero solo en el primer caso se afecta el bien jurídico penal
«libertad patrimonial».

Pasar por alto esta regla genera confusiones: que un peatón haya muerto
atropellado no significa siempre que el conductor ha vulnerado el bien jurídico
«vida», pues dicho resultado puede deberse, por ejemplo, a la imprudencia del
peatón que cruza la autopista por un lugar prohibido y su conducta habrá de ser
valorada tanto como una puesta en peligro de su propia vida, como una acción
que también representa un riesgo para el conductor. En este caso podrían entrar a
tallar incluso dos o más titulares de bienes jurídicos protegidos, como lo sería en
el supuesto de las lesiones mutuas

5. Conclusiones

La concepción jurídica del delito, establecida por Carrara, abarca al delito como
un binomio entre hecho y norma. Concibe al delito como aquella infracción de la
ley del Estado promulgada para proteger la seguridad ciudadana, esta infracción
resulta de la exteriorización de la voluntad de la persona en el mundo real,
descrita como acto externo del hombre; positivo o negativo, porque puede
tratarse de una acción u omisión; moralmente imputable, porque nace del
aspecto volitivo de aquel que sabiendo lo incorrecto de su accionar, persiste en
ello; y políticamente dañoso, porque atenta contra la convivencia social.

La concepción dogmática del delito, finalmente desarrollada por Mezger,


enuncia que el delito es
aquella acción u omisión, típica, antijurídica y culpable, que a su vez resulta
ser punible de pena. Por ello, no puede hablarse de comisión de delito si falta la
concurrencia simultanea de todos los elementos. Por tanto, al faltar alguno de
estos, tendrá como consecuencia un resultado distinto sobre el agente activo; ello
dependerá de qué elemento es el que no se ha cumplido.

Los sujetos del delito son identificados como sujeto activo y sujeto pasivo,
personifican de alguna u otra forma a «aquel que comete el delito y aquel que
es perjudicado directamente con la comisión del delito». La norma penal, en
su redacción, puede atribuirles determinada característica o condición, lo que
naturalmente incidirá tanto al momento de determinar la existencia del delito,
como para agravar la responsabilidad penal del autor.
El objeto del delito tiene una doble acepción. Estaremos hablando de su
sentido material al referirnos al objeto sobre el cual es cometido el delito. En
algunos casos puede coincidir que el objeto material del delito sea, a su vez, el
sujeto pasivo (delito de lesiones); pero no siempre ocurrirá de ese modo.
Mientras que el objeto del delito, en su sentido formal, se trata del bien jurídico
tutelado que la norma pretende salvaguardar al momento de redactar la norma
penal (derecho a la vida, propiedad, integridad física, etc.).

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