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2.-Utiliza dos organizadores gráficos para representar la información del texto embarazo
adolescente.
Embarazo adolescente
En el mundo las complicaciones durante el embarazo y el parto son la segunda causa de muerte
entre las jóvenes de 15 a 19 años.
Nacional de Población (CONAPO) del gobierno mexicano. La Organización Mundial de la Salud (OMS)
ha advertido que las complicaciones durante el embarazo y el parto son la segunda causa mundial
de muerte entre las jóvenes de 15 a 19 años.
Factores de riesgo
Las relaciones sexuales comienzan cada vez a edades más tempranas. En México las autoridades
sanitarias han señalado que el promedio de inicio de la vida sexual es a los 14 años en las mujeres y
a los 12 en los hombres. Un estudio llevado a cabo por Paula León y sus colaboradores de la
Universidad de los Andes, Colombia, identificó algunos factores de riesgo individuales, familiares y
sociales. Entre los individuales están el bajo nivel de aspiraciones académicas, la impulsividad y
creencias y actitudes en contra de los métodos anticonceptivos. En México, el CONAPO estima que
33 % de las adolescentes que tienen su primera relación sexual antes de los 20 años no emplean
ningún anticonceptivo. Al preguntarles por qué sus respuestas son: “No conocía los métodos, no
sabía dónde obtenerlos o cómo usarlos” (36 %), “No planeaba tener relaciones sexuales” (23 %),
“Quería embarazarme” (20 %), y “No creí que podía quedar embarazada” (12 %).
Según Claudio Stern, investigador de El Colegio de México, entre los factores de riesgo familiares
están las familias disfuncionales o desintegradas, antecedentes de madre o hermana embarazada
en la adolescencia, pérdida o ausencia de alguna figura importante como la paterna, baja
escolaridad de los padres y relaciones conflictivas al interior del núcleo familiar.
Entre los factores de riesgo sociales están el bajo nivel socioeconómico, el hacinamiento, el estrés,
la delincuencia, el alcoholismo, el trabajo no calificado, vivir en un área rural, un ingreso precoz a la
vida laboral, tener mitos y tabúes sobre sexualidad, sufrir marginación social y la idea del amor
romántico en las relaciones sentimentales de los adolescentes.
Otro de los factores sociales es la presión que ejercen compañeros y compañeras para el inicio de
relaciones sexuales, pues ellos son los modelos en la búsqueda de identidad y de autonomía
respecto a los adultos. También lo es el consumo de bebidas alcohólicas y drogas que desinhiben y
pueden conducir a la actividad sexual no deseada y también al abuso sexual, el engaño
o la coerción tal como lo corroboró un estudio encabezado por Rocío Carvajal, de la Pontificia
Universidad Javeriana de Cali, Colombia. La Secretaría de Salud del gobierno mexicano apunta que
en 60 % de los casos de embarazo adolescente el padre es un hombre de 20 años o más, lo cual
sugiere que muchas de las relaciones sexuales son forzadas.
Stern añade que además de estos factores sociales hay que contemplar las condiciones de pobreza
en que vive un sector muy amplio de las adolescentes embarazadas, condiciones que agravan aún
más su vulnerabilidad.
Precocidad peligrosa
Hay ciertas condiciones fisiológicas que pueden favorecer que ocurra el embarazo adolescente; una
de ellas es la menarquia precoz o primer sangrado menstrual que se presenta cada vez a edades
más tempranas. Un estudio conducido por Ingrid Leal de la Universidad de Chile, mostró que esta
aparición temprana sí está asociada a relaciones sexuales precoces. No obstante en esta etapa el
cuerpo de la adolescente no ha finalizado su crecimiento y desarrollo, y por tanto a menor edad
mayor riesgo para la madre y el producto. Según la Secretaría de Salud de México las principales
complicaciones durante el embarazo son preeclampsia (hipertensión arterial durante el embarazo),
eclampsia (convulsiones durante el embarazo o el parto), riesgo nutricional pues al propio
crecimiento se añade el del feto, anemia, infecciones de las vías urinarias, infecciones de
transmisión sexual, que incluyen la del virus de inmunodeficiencia humana, causante del sida, el
virus del papiloma humano así como el aborto.
La OMS subraya que los recién nacidos de madres menores de 20 años enfrentan un mayor riesgo
de morir que los de mujeres de 20 a 24 años. Además los niños de madres adolescentes tienen
mayor probabilidad de nacer prematuramente con bajo peso y retardo en el crecimiento físico y en
el desarrollo cognitivo con efectos a largo plazo. Esto se debe según Luis Armando Martínez Gil, de
la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), a que la pelvis
de la adolescente no está suficientemente desarrollada para aguantar el peso del feto y aún le hacen
falta algunos cambios anatómicos que posibilitan que el bebé se desarrolle de manera adecuada.
Más consecuencias
Según cifras de la OMS, en el mundo cada año unos tres millones de chicas de 15 a 19 años se
someten a abortos peligrosos. Acuden con personas que carecen de la capacitación necesaria para
poner fin a un embarazo o esto se hace en un lugar que no cumple las normas médicas mínimas, o
bien se combinan ambas situaciones.
Otra consecuencia para una joven de esa edad es que se pone punto final a su educación, aunque
Claudio Stern precisa que realmente la gran mayoría abandona la escuela antes de su embarazo, lo
que obedece a una problemática social más amplia. Por su parte la investigadora Paula León y sus
colegas sostienen que las causas de la deserción escolar son la vergüenza y complicaciones médicas
del embarazo como el síndrome hipertensivo.
En el caso de las adolescentes que hacen un esfuerzo por continuar sus estudios su rendimiento
escolar es deficiente pues ser madre es también una gran tarea que les ocupa y afecta su mente. A
la larga esto reduce sus oportunidades de desarrollo profesional. Datos oficiales en México estiman
que en comparación con las mujeres que se embarazan después de los 19 años, las embarazadas en
la adolescencia obtendrán trabajos poco calificados y mal pagados.
En casos más difíciles, como lo ha documentado el equipo de Paula León, las madres adolescentes
suscitan en su familia reacciones de frustración y rechazo por no estar en condiciones de incorporar
un nuevo integrante. La consecuencia para la adolescente y su criatura es que tienen que vivir en
condiciones adversas corriendo el riesgo de caer en la pobreza.
En las parejas adolescentes hombres y mujeres suelen pensar en su sexualidad de manera distinta.
El hombre piensa que la obligación de ella es emplear métodos anticonceptivos y suele negarse a
usar condón. Cuando ocurre el embarazo él puede sentir que no es de su incumbencia, pues “ella
no se cuidó” y en algunos casos dudar inclusive de su paternidad. Y puede presionar a su pareja a
hacer algo contrario a su voluntad, por ejemplo exigirle que aborte ofreciéndose incluso a pagarlo
si ella insiste en tener al bebé. También él puede pedirle que se casen aun cuando ella no manifieste
interés en hacerlo.
Quienes responden más favorablemente a esta situación son las parejas que antes del embarazo
tenían una buena relación entre ellos y con su familia. Sin embargo incluso en estas circunstancias
es probable que en poco tiempo se modifiquen sus intereses, deseos, actitudes y sentimientos pues
apenas se está formando su identidad adulta. Entre los jóvenes que no asumen la responsabilidad
plena hay quienes abandonan a la adolescente a su suerte sin darle pensión alimentaria y quienes
proporcionan apoyo económico esporádico o constante. Este tipo de situaciones está descrito en
estudios como los de Paula León y sus colaboradores y también en el contenido de campañas de
prevención del gobierno mexicano.
Si la pareja decide que van a vivir juntos y criar a su hijo formando su propia familia, su unión suele
ser inestable y de corta duración pues ambos perciben que se han unido no por su voluntad sino
por la fuerza. Por otra parte quien está en la adolescencia pronto se da cuenta que es difícil asumir
responsabilidades parentales cuando aún quiere divertirse sin esa clase de preocupaciones.
Si el hijo que la joven tiene durante su adolescencia no es planeado ni deseado tiende a ser
rechazado o desatendido y a carecer de bienestar emocional y psicológico. No es extraño que llegue
a presentar problemas de conducta y de adaptación social. Al crecer este hijo o hija pueden repetir
el patrón de ser padres adolescentes y prolongar la cadena.
Datos ofrecidos por organismos de salud en México indican que la madre adolescente llega a tener
una mayor cantidad de hijos en comparación con quien tiene su primer embarazo en la adultez. De
igual manera esos niños generalmente reciben poco apoyo emocional y estimulación intelectual,
desarrollando pocas habilidades y capacidades para el aprendizaje, lo cual es visible cuando entran
a preescolar, pero que pueden ir arrastrando en los siguientes niveles educativos.
Una madre adolescente tiene que asumir roles adultos para los cuales no se encuentra
psicológicamente preparada ni tiene la madurez suficiente. No es posible exigirle que sea madre
cuando desde un punto de vista intelectual, afectivo y económico sigue siendo una niña, sobre todo
si se encuentra en la adolescencia temprana.
La adolescente puede experimentar niveles elevados de estrés ante múltiples situaciones, como la
reacción al embarazo de la pareja, de la familia, de los amigos, el abandono de la escuela, el
matrimonio forzado y la responsabilidad de criar al hijo. Al respecto María Asunción Lara del
Instituto Nacional de Psiquiatría, destaca que el principal trastorno que se suscita es la depresión,
sobre todo cuando no se tiene apoyo de la pareja ni de la familia y se rompe el círculo de las
amistades, además de que el proyecto de vida se desbarata.
Las diferencias entre mujeres y hombres involucrados en un embarazo adolescente inesperado son
notables. Ena Niño Calixto, de la Facultad de Psicología de la UNAM, aclara que para un hombre es
más fácil deslindarse emocional y biológicamente del embarazo. Agrega que la separación de la
pareja adolescente suele ocurrir pronto debido a que para ellos en el acto sexual no está la
expectativa de vivir juntos.
Pero es la adolescente embarazada quien sufre la mayor presión psicológica al encontrarse en una
situación nueva que afectará todos sus planes o expectativas futuras. Ella tiene que hacerse cargo
frecuentemente sin apoyo y hasta sufriendo el rechazo familiar y social de una serie de decisiones
trascendentales, por ejemplo de si tendrá al hijo o si recurrirá al aborto. En el primer caso, a pesar
de estar aún en pleno desarrollo y formando su propia personalidad, deberá hacerse responsable
de otro ser humano que requerirá toda su atención y esfuerzos. En el segundo caso podría verse
agobiada por sentimientos de culpa. En ambas circunstancias experimentará emociones
encontradas por una situación no deseada ni planeada que irrumpió en su existencia.