Luis Villoro Poder, Democracia, Multiculturalismo
Luis Villoro Poder, Democracia, Multiculturalismo
Luis Villoro Poder, Democracia, Multiculturalismo
Los planteamientos de Luis Villoro emergen desde una marcada indignación moral. Es la
realidad injusta, excluyente, acentuadamente desigual lo que lo subleva, Villoro ha defendido
la instauración de una democracia comunitaria que sustituya a la democracia representativa
liberal que existe actualmente en México. Esta propuesta coincide en muchos aspectos con
el proyecto político nacional del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN). Villoro
y los neozapatistas están en contra de una concepción del Estado que tiene más de dos siglos
de antigüedad. Esta tradición política comienza en México y en el resto del orbe hispánico
con las reformas borbónicas en la segunda mitad del siglo XVIII, que buscaban fortalecer el
Estado a costa de debilitar a los cabildos, los ayuntamientos y las autonomías. En el siglo
XIX este proyecto tiene su momento de mayor definición con la reforma liberal impulsada
por Juárez, la cual quedó plasmada en la Constitución de 1857. En el siglo XX, el proyecto
se consolida con los gobiernos emanados de la Revolución, a pesar de que la Constitución de
1917 haya concedido a las comunidades la propiedad comunal de la tierra. La izquierda
adopta esta concepción del Estado y, sobre todo, hace suya la idea juarista de México como
un Estado nación en el que las mismas leyes valen para todos por igual. Para los principales
teóricos de la izquierda revolucionaria del siglo XX, como Vicente Lombardo Toledano o
Narciso Bassols, la solución del “problema indígena” consistía en sacar al indio de sus
comunidades para convertirlo en proletario.
Pero, a diferencia de la derecha tradicionalista, Villoro no impugna la Nación juarista con el
propósito de reinstaurar un viejo régimen, sino lo que pretende es que la sociedad mexicana
supere la concepción sobre el Estado y la nación expresada en la Constitución y funde una
nueva forma de organización social más justa, que adopte como suyas algunas ideas sobre la
vida pública que sostienen los pueblos indígenas.
En años recientes se ha vuelto un lugar común decir que la dicotomía entre la izquierda y la
derecha ha perdido significado. En el capítulo del libro denominado “La izquierda como una
postura moral”, Villoro afirma que ser de izquierda no consiste en sostener un conjunto de
creencias, menos aún en abrazar una doctrina ideológica, sino que consiste en una elección
de vida. De este modo, una misma doctrina puede ser de izquierda en un momento y de
derecha en otro. El liberalismo fue disruptivo, es decir, de izquierda, cuando se enfrentó al
absolutismo, pero luego conservador, es decir, de derecha, cuando sirvió al capitalismo. El
marxismo-leninismo fue izquierda cuando luchó contra la explotación capitalista, pero fue
derecha cuando se hizo un instrumento de una clase burocrática opresiva. Sin embargo, esto
parecería llevarnos a una curiosa paradoja, ya que todo movimiento de izquierda al llegar al
poder se convertiría automáticamente en uno de derecha. El reto es concebir una oposición
de izquierda que no se convierta luego en gobierno de derecha. Villoro ha señalado que un
tipo de organización social en el que el ejercicio del poder no hace uso de las estructuras de
dominación es el que ha puesto en operación el EZLN con las llamadas Juntas de Buen
Gobierno. Un principio rector de estas Juntas es la idea de mandar obedeciendo. Villoro ha
descrito con mucha simpatía esta forma de organización. Para él, la democracia comunitaria
que debemos construir no es la que han intentado consolidar los principales grupos políticos
nacionales desde hace décadas. No es una democracia de partidos y votos depositados en
urnas, sino una democracia directa, de asambleas, de decisiones tomadas por consenso.
El llamado de Villoro para basar la acción política, el ejercicio del poder, en la sensibilidad
moral debería ser escuchado con mayor atención. Los sucesos recientes parecen indicar que
las principales fuerzas políticas nacionales están rehaciendo las redes del poder para
repartírselo entre ellos. No se busca infundir valores ni ideales en la política; lo que se
pretende es únicamente mayor eficacia. Pero precisamente porque nuestra política real parece
avanzar en sentido contrario al de la filosofía política de Villoro, podemos decir que ésta nos
es tan necesaria.
Villoro nos ha enseñado que la filosofía es una actividad permanente de crítica de las
convicciones reiteradas e impuestas. Esta defensa del poder liberador de la razón es uno de
los legados más valiosos de su obra. Por eso termino citando las esperanzadoras palabras con
las que acaba su libro: “Al despertar del sueño ilustrado, no encontraremos el sinsentido, sino
una razón al servicio de la vida”.
Bibliografía
Villoro, Luis, (2011) Los retos de la sociedad por venir: ensayos sobre justicia, democracia y
multiculturalismo. Ciudad de México, Fondo de Cultura Económica.