Quine y Su Filosofía
Quine y Su Filosofía
Quine y Su Filosofía
Carlos E. Caorsi
La filosofía de Quine
Pero veamos un poco más detenidamente en qué consistió la ruptura de Quine con
los dos supuestos centrales del análisis de Viena.
Tal distinción, a su vez, permitirá introducir una distinción en las ciencias, entre
aquellas denominadas "formales" (lógica y matemáticas), que sólo contienen juicios
analíticos, y las llamadas fácticas (ciencias de la naturaleza), que contienen juicios
analíticos y sintéticos. De acuerdo con esto las ciencias formales no informan acerca del
mundo, función que cumplen únicamente las ciencias fácticas. Claro que esto no
condenaba, en la doctrina neopositivista, a las ciencias formales (lógica y matemáticas) a
ocupar un lugar secundario, dado que, pese a que carecían de contenido informativo,
proveían la sintaxis para el lenguaje de las ciencias. Con ello las ciencias formales jugaban
un papel fundamental en la constitución de la estructura deductiva de las disciplinas
científicas.
Por otra parte, los enunciados sintéticos, que como dijimos eran verdaderos o falsos
en virtud de la experiencia, adquirían su significado a través de sus condiciones de
verificación. Es más: el significado de los enunciados sintéticos se va a identificar con sus
condiciones de verificación. Claro está que los enunciados sintéticos que constituyen leyes
científicas consisten en enunciados generales y no existen eventos generales en base a los
cuales puedan adquirir su significado. Toda experiencia tiene carácter singular y por lo
tanto no existen experiencias de lo general que puedan verificar y otorgar significado a
gran parte de los enunciados sintéticos.
El lugar de la filosofia
Ahora bien, ¿qué lugar queda para la filosofía una vez asumidos estos principios? Un
enunciado filosófico clásico, como "Dios existe" o "la sustancia segunda se dice de la
sustancia primera", etc., por cierto que no se presenta como un enunciado analítico. Entre
otras cosas, esos enunciados eran considerados por los filósofos como enunciados
informativos acerca del mundo y, de acuerdo con la clasificación realizada, deben ser
sintéticos. Pero en ese caso deberíamos dar su método de verificación, es decir,
deberíamos poder reducirlos a enunciados de protocolo.
Pero ¿qué lugar queda entonces para la filosofía? En opinión de los neopositivistas,
la tarea principal de la filosofía consiste en el análisis lógico y epistemológico de las
oraciones significativas. Y esta tarea incluye el análisis de su forma lógica, la
determinación de los enunciados protocolarios que se deducen de ellos y a través de los
cuales se verifican, así como las relaciones de dependencia lógica entre las diversas
proposiciones de las teorías científicas. Así, pues, el papel de la filosofía será el análisis
lógico del lenguaje científico.
Una vez visto en forma resumida el cometido de estos dos supuestos en la filosofía
del Circulo de Viena, detengámonos ahora para esbozar las críticas de Quine a los mismos.
Los enunciados analíticos son, como dijimos, verdaderos en virtud del significado de sus
términos. En ese sentido, la clase de los enunciados analíticos es una clase más amplia que
la constituida por la clase de las verdades lógicas. En realidad los enunciados analíticos
pueden obtenerse a partir de un enunciado lógicamente verdadero, sustituyendo
sinónimos por sinónimos. Así, de un enunciado lógicamente verdadero, como "Todos los
solteros son solteros", puede obtenerse el enunciado analítico "Todos los solteros son
hombres no casados", por medio de sustituir "soltero" por su sinónimo "hombre no
casado". De esta forma podríamos decir que un enunciado analítico es el que se obtiene
de sustituir, en una verdad lógica, sinónimos por sinónimos.
Esta concepción holista del significado termina entonces con el segundo supuesto
del empirismo discutido por Quine; es decir, con el reduccionismo. Y termina con él en
tanto que este dependía de la noción de enunciados protocolarios, los cuales tenían su
significado independientemente de la teoría. Ya no podemos tener un conjunto de
enunciados básicos, con su significado independiente, sobre el cual edificar la teoría, y
asignar significado al resto de los enunciados de la misma. Es la teoría como un todo la
que se enfrenta al tribunal de la experiencia y no los enunciados aislados, sean estos
protocolarios o de otro tipo.
Nuevos desarrollos
Donald Davidson, en The Very Idea of a Conceptual Scheme, señala que el empirismo
así modificado sigue conteniendo un tercer dogma, consistente en suponer la existencia
de datos puros de la experiencia por un lado y esquemas organizadores de esos datos por
el otro. De acuerdo con este dogma, nuestras teorías acerca del mundo serían el resultado
del modo en que los esquemas conceptuales organizan los datos (o input sensorial)
provenientes de la experiencia. Pues bien, las críticas de Davidson apuntan a señalar que
esa distinción es insostenible y, claro está, si eliminamos esta distinción, que por cierto
Quine parecía seguir aceptando, no queda nada a lo que podamos llamar empirismo.
El mismo Quine reconocerá el impacto de la crítica de Davidson, al menos al
empirismo entendido como teoría de la verdad, aunque lo rescatará como teoría de la
evidencia. Dirá Quine: "Si interpretamos el empirismo como una teoría de la verdad,
entonces lo que Davidson le imputa como un tercer dogma está correctamente imputado
y correctamente abandonado. En consecuencia, echamos por la borda el empirismo en
cuanto teoría de la verdad. Eso está bien. Sin embargo, como una teoría de la evidencia, el
empirismo sigue con nosotros, pero ciertamente, sin los dos viejos dogmas."
Sea como fuere, queda claro que a partir de Quine el empirismo ya no puede ser el
mismo y algo similar habría que decir de la teoría del significado y del análisis filosófico.
Porque Quine termina con los significados en tanto que entidades, ya sean de carácter
platónico, mentalista o como los objetos mismos denotados. Así, para Quine el tradicional
problema del significado se transforma básicamente en dos problemas, el de igual de
significado, o sinonimia, y el de ser significativo; es decir, el término significado ha dejado
de tener carácter de sustantivo para pasar a tener carácter de adjetivo. No hay
significados, hay conductas significativas. Será en virtud de ello que Davidson dirá que
Quine nos enseñó cómo hacer semántica sin significados.
Pues bien, lo que Quine sostiene es que los dos lingüistas podrían construir dos
diccionarios que fueran incompatibles entre sí y que, sin embargo, fueran ambos
compatibles con la totalidad de la conducta lingüística observable de los hablantes
nativos. Si este es el caso, señala Quine, no tendremos modo de saber cuál de los dos
diccionarios es el correcto, ya que lo único con lo que contamos para determinarlo es la
observación de la conducta lingüística de los nativos, y ambos diccionarios son
perfectamente compatibles con ésta.
Ahora bien, decir que no podemos saber cuál es el correcto, es de alguna manera
adherir a la vieja doctrina de que lo dicho por los nativos tiene un significado, el cual
obviamente sólo puede ser captado por uno de los dos manuales de traducción
incompatibles. Pero Quine va a dar un paso más y dirá que la pregunta misma, preguntar
cuál de ellos es el correcto, no tiene sentido; ambos son correctos en tanto se adaptan a la
totalidad de la conducta observable y eso es todo lo que hay que elucidar. Si no hay
significados en el sentido de entidades, no tiene sentido decir que un diccionario recoge el
significado correcto y el otro no. Así, lo que la tesis de la indeterminación de la traducción
sostiene es que dos manuales de traducción incompatibles pueden ambos hacer justicia a
todas las disposiciones verbales y en tal caso, no hay ningún hecho que indique cuál de los
dos manuales es el correcto.
Ahora bien, como corolario de esta tesis, tampoco es determinable a qué entidad se
refiere un hablante nativo cuando utiliza un término singular, porque mientras conforme a
un manual de traducción un término nativo se referiría a una entidad de cierto tipo, de
acuerdo con otro se referiría a una entidad de otro tipo, y con ello la referencia del
término nativo resultará, en última instancia, inescrutable, tal como lo propone la Tesis de
la inescrutabilidad de la referencia.
Las tesis de Quine de la indeterminación de la traducción y la inescrutabilidad de la
referencia, han marcado profundamente la semántica filosófica, a punto tal que podrán
adoptarse o discutirse, pero no ignorarse.
La filosofía de Quine es sin duda una referencia ineludible en la filosofía del siglo XX.
En tal sentido podría asumirse la dedicatoria con la que Donald Davidson encabeza su
libro Inquiries into Truth & Interpretation, "To W.V. Quine, without whom not".
Pensamiento
http://www.chasque.net/frontpage/relacion/0106/quine.htm