Juvenilia Viena Carlos Gerold Hijo 1884
Juvenilia Viena Carlos Gerold Hijo 1884
Juvenilia Viena Carlos Gerold Hijo 1884
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Sa.77.F. 81.
KAIS.KON.HOF BIBLIOTHEK
49.786 - B
Neu-
40786 - B.
ÖNB
+Z314674308
MIGUEL CANÉ
JUVENILIA.
VIENA
CARLOS GEROLD, HIJO, EDITOR E IMPRESOR
1884.
K Toutes ces premières impressions ....
ne peuvent nous toucher que médio-
crement ; il y a du vrai, de la sincérité ;
mais ces peintures de l'enfance , recom-
mencées sans cesse, n'ont de prix que
lorsqu'elles ouvrent la vie d'un auteur
original, d'un poète célèbre."
Sainte - Beuve.
Si, Binomio .
Con qué placer te oigo ! Ya nadie me
dice Binomio! Y sabes quien tuvo la culpa de
que yo no supiera historia ? Cosson , tu amigo
Cosson, que tenía la ocurrencia de enseñarnos la
historia en francés.
No seas injusto, Binomio , era para ha-
cernos practicar.
Convenido, pero no practíca sino el que
algo sabe y yo no sabía una palabra de francés .
Así, la primera vez que me preguntó en clase,
se trataba de un rey cuyo nombre sirvió mas tarde
de apodo á un correntino que para decirlo esti-
raba los lábios una vara. Era muy difícil..
- Ya me acuerdo : Tulius Hostilius.
―
Eso es : quise pronunciarlo, la clase se rió,
creo que con razon, porque, apesar de habértelo
oido, no me atrevería á repetirlo , yo me enojé,
no contesté nunca y por consiguiente no estudié
historia. ¡Animal ! Así, mi hijo, que tiene seis años ,
empieza ya á deletrear un Duruy. No hay como
la historia, y sinó , mira á todos los compañeros
que han hecho carrera.
Y¿ qué puedo hacer por tí, Binomio ?
Se puso colorado y al fin de mil circunlo-
quios me pidió que tratára de hacer pasar en la
Cámara un aumento que iba propuesto ; ganaba
43 pesos y aspiraba á cincuenta ! Pobre Binomio !
¡ Cuántos como él, perdidos en el vasto espa-
cio de nuestro país !
Una tarde había ido á comer á un cuartel
donde estaba alojado un batallon cuyo gefe era
entónces mi amigo. A los postres, me habló de
un curioso recluta que la ola de la vida había
arrojado, como un resto de naufragio , á las filas
de su cuerpo. Pasaba el tiempo leyendo y el co-
mandante tuvo mas de una vez la idea de utili-
zarlo en la mayoría ; pero era tan vicioso ! En
ese momento pasaba por el pátio y el gefe lo
hizo llamar ; al entrar, su marcha era insegura.
Había bebido. Apénas la luz dió en su rostro,
sentí mi sangre afluir al corazon y oculté la cara
para evitarle la vergüenza de reconocerme, Era
uno de mis condiscípulos mas queridos , con el
que me había ligado en el colegio. Una inteligen-
cia clara y rápida, una facilidad de palabra que
nos asombraba , un nombre glorioso en nuestra
historia, buena figura, todo lo tenía para haber
.
surgido en el mundo . Había salido del colegio
ántes de terminar el curso y durante diez años
no supe nada de él - ¡ Cómo habria sido de ás-
pera y sacudida esa existencia para haber caido
tan bajo á los treinta años ! Poco despues dejó
de ser soldado . Lo encontré, traté de levantarlo,
le conseguí un puesto cualquiera, que pronto aban-
donó para perderse de nuevo en la sombra ;
todo era inútil ; el vicio había llegado á la
médula!
¿ Recordaré otra inteligencia brillante , apta
para la percepcion de todas las delicadezas del
arte , fina como el espíritu de un griego , auxi-
liada por una palabra de indecible encanto y un
estilo elegante y armonioso ? ¿ Recordaré ese hom-
bre que sólo encontró flores en los primeros pa-
sos de su vida, que marchaba en el sueño estre-
llado del poeta, al amparo de una reputacion indes-
tructible ya ? Era bueno y era leal ; amaba la
armonía en todo y la muger pura lo atraía como
un ideal ; pero la delicadeza de su alma esquisita
se irritaba hasta la blasfemia, porque la natu-
raleza le habia negado la forma , el cuerpo , el
vaso cincelado que debió contener el precioso
10
II.
ticipacion .
En seguida , carnero . Notad que no he
III .
IV.
√.
VI.
G
36
VII.
*) N. 1813 , † 1865. .
38
VIII.
IX.
X.
XI.
XII.
H
P
54
XIII .
XIV .
XV.
XVI.
Pasiphaë!
De ahí no salía, sinó á la calle. -- Es al Dr.
Lársen á quien el pueblo de Buenos-Ayres debe
el tener ese médico que le honra. Harto de Pi-
rovano y para verse libre de él , le hizo pasar
contra viento y mareo en el examen de primer
año, en el que hubiera quedado eternamente, tal
era su aficion al Nebrija.
70
XVII .
XVIII.
XIX .
XX .
XXI.
rigon !>>
No añadiré una palabra más ; si alguno de
los que estas líneas lean, ha observado un hombre
de esas condiciones , habrá sin duda sentido las
mismas vacilaciones y dudas. Tal vez él, ménos
feliz, no ha encontrado la clave del secreto , que
le abandono generosamente .
XXII .
especial :
Levántasi, muchachi
Que la cuatro sun
E lo federali
Sun vení o Cordun.
XXIII.
XXIV .
XXV.
XXVI.
*) Dickens.
107
XXVII.
XXVIII.
XXIX.
—
Yo habría podido contestar que lo hacía con
una frecuencia que me ponía á cubierto de seme-
jante reproche ; pero preferí la accion y desaparecí.
-Me escapé con éxito, corrí á casa de Horacio,
tranquilicé la familia, volví al Colegio y jadeante,
estenuado, ocupé nuevamente mi sitio de obser-
vacion, de donde di cuenta á Horacio de mi
comision. 11 En ese momento, un gran número
de diputados salieron al patio ; muchos abrazaban
á un hombre calvo, de muy buena cara, con una
gran barba negra, el cual, después, supe había sido
miembro informante, desplegando una serenidad
de ánimo admirable. - Era et Dr. D. Manuel Arauz
á quien debíamos todos tener tanto cariño bajo
el apodo afectuoso de « viejo Laguna» .
Cuando leo en la historia la narracion del
entusiasmo ardiente de los estudiantes en la Poli-
técnica y la Normal en 1815 y 1830, el arranque
impetuoso de los estudiantes españoles en la guerra
de la Independencia, abandonando Salamanca para
unirse al Empecinado, á D. Juan Porlier, al cura
Merino etc., el heroismo de los jóvenes alemanes
en 1813 y 1814, brotando de los subterráneos de
la Tugendbund para caer en los campos de Leip-
121
XXX.
XXXI.
XXXII.
XXXIII .
XXXIV .
XXXV.
XXXVI.