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¿Por qué es tan importante conservar la biodiversidad?

Manuel Castañeda Armenta

Actualmente existen cuatro principales problemas ambientales globales: la reducción de la


biodiversidad, el calentamiento global, la contaminación de los recursos y la reducción del agua
dulce. En esta ocasión hablaremos del primero de ellos.

¿Qué es la biodiversidad?

El término biodiversidad, acuñado por el biólogo norteamericano Edward O. Wilson en 1988 para
denominar la variedad biológica de una determinada zona del planeta, puede parecer lejano y poco
importante para la vida cotidiana de los ciudadanos; sin embargo, se trata de un concepto esencial
para la evolución de la vida y de la supervivencia de los seres que poblamos la Tierra.

En su más básica acepción, la biodiversidad puede ser definida como la variedad de la vida. El
concepto de biodiversidad es simple: es el total de la suma de toda la variación biótica, desde los
genes hasta los ecosistemas. Para los científicos R. Dirzo y P. Raven, “es el total de la suma de
todas las plantas, animales, hongos y microorganismos en la Tierra”.

¿Cuántas especies hay?

De acuerdo a E. O. Wilson, la productividad agrícola y la salud humana dependerá de la actividad


de la gran diversidad de la biota natural, compuesta por unos 10 millones de especies de plantas y
animales que habitan el mundo, donde aproximadamente la mitad de su superficie está dedicada a
la agricultura, una quinta parte es de bosques comerciales y la cuarta parte está ocupada por los
asentamientos humanos, por lo que resta solo un 5% de manejo y zonas deshabitadas.

Causas de la deforestación

A pesar de la preocupación mundial por la degradación del hábitat en la zona tropical, la


deforestación en los países tropicales sigue sin disminuir. Las causas subyacentes de la
deforestación son, sin embargo, pobremente entendidas. Algunos investigadores examinaron la
correlación entre la deforestación en la zona tropical a través de catorce variables socioeconómicas,
las que fueron agrupadas en cinco categorías: demografía poblacional, indicadores económicos,
extracción de productos forestales, modelos de uso de la tierra y uso de energía, demostrando que
las correlaciones más significativas de la deforestación varían de región a región. Los resultados
mostraron que en América Latina y Asia el cambio de uso de las tierras, la densidad de la población
y la deuda externa per cápita fueron los factores más importantes que influyen en la deforestación.
En África, la densidad de población fue más importante que la deuda externa, seguida por el área
de tierra cultivable.

Sin embargo, otro método de análisis reveló que en África la densidad de población tiene el mayor
efecto, en Asia el área de tierra cultivada y en América Latina la cantidad de ganado.

La velocidad a la cual el bosque tropical1 se pierde es de aproximadamente 1% por año. Algunos


autores afirman que alrededor de 80% del total de 20 millones de hectáreas/año de la deforestación
global se debe a la conversión de bosques en tierras agrícolas. En la actualidad, aproximadamente
150 especies por día están siendo exterminadas. Según un informe de la Agencia de Medio Ambiente
norteamericana, las proyecciones a largo plazo auguran que la destrucción afectará en el año 2050
a casi la mitad del patrimonio natural que hoy existe en el planeta.

¿Cuánto cuesta la biodiversidad?


La destrucción de los ecosistemas tiene consecuencias tales como la alteración del clima, las
inundaciones, la pérdida de recursos y materias primas y los daños en los núcleos urbanos y en las
cosechas.

Para convencer a los gobiernos de la necesidad de conservar el medio ambiente, numerosos


ecólogos y economistas intentan ponerle un precio. El más famoso intento de dar un valor económico
a los servicios de la naturaleza es el que realizó en 1997 un equipo de investigadores dirigido por
Robert Costanza y publicado en la prestigiosa revista inglesa Nature; el trabajo estimaba esos
servicios en una cifra media de 33 billones de dólares anuales, “una cantidad mayor que el producto
nacional combinado de todas las economías del mundo”. Como servicios de la naturaleza se
consideran –y así los incluye Costanza en el estudio– la polinización (la fecundación de plantas y
árboles frutales por insectos como las abejas), la provisión de materias primas y alimentos (madera
de los bosques, pesca...), la regulación de la temperatura y el clima que ejercen los océanos y
bosques y los servicios culturales o de recreo, esto es, espacios naturales de descanso o ecoturismo,
entre muchos otros.

Los mismos investigadores estimaron el valor económico actual de diecisiete servicios de los
ecosistemas para dieciséis biomas sobre la base de los estudios publicados y algunos cálculos
originales, hallando una participación de los ecosistemas marinos en 65% y de los ecosistemas
terrestres en 35%. Sin embargo, los usos culturales y recreativos de la naturaleza son aún más
valiosos. El valor estimado de las medicinas basadas en plantas asciende a 84 mil millones de
dólares anuales, pero 500 mil millones de dólares el ecoturismo. Por otra parte, se utilizan hasta 20
mil especies distintas para producir todo tipo de medicamentos, según el Instituto Nacional de Cáncer
de Estados Unidos; en efecto, más de 70% de los medicamentos se encuentra en especies de la
selva tropical, desde la penicilina, la quinina, la morfina o la aspirina, hasta productos contra
determinados tipos de cáncer.

¿Cómo podemos conservar las especies a un menor costo?

Una manera prometedora es identificar los hotspots (focos rojos) de biodiversidad, donde las
concentraciones excepcionales de especies endémicas están sufriendo una pérdida excepcional de
hábitat (70% o más). Los límites de estos focos rojos han sido determinados por sus similitudes
biológicas. Cada una de las áreas presenta una biota separada o una comunidad de especies que
encaja, como una unidad biogeográfica. El criterio requiere que un foco rojo contenga al menos 0.5%
de las especies endémicas de todas las especies de las plantas en el mundo, con un total de 25.
Dieciséis focos rojos se hallan en los trópicos –que en gran parte incluyen a los países en vías de
desarrollo–, donde las amenazas son más grandes y los recursos para conservación son más
escasos. M. A. Fernández sintetiza:

Han pasado unos dieciocho años desde que se constataron las consecuencias negativas producidas
por la acción humana contra la biodiversidad y el desarrollo sostenible. El Convenio sobre
Biodiversidad de Río de Janeiro, firmado en 1992 por 188 países –con la importante excepción de
Estados Unidos–, y diez años más tarde, la Cumbre de la Tierra de Johannesburgo, establecían que
la comunidad internacional se comprometía a “reducir significativamente” la pérdida de biodiversidad
hasta 2010. Sin embargo, a pesar de las numerosas declaraciones institucionales, reuniones y
congresos, la biodiversidad sigue sin contar en las agendas de los responsables gubernamentales.

Por ello, se exige ya la creación de un mecanismo internacional que incluya a expertos y


responsables políticos que consideren a la biodiversidad en el mismo nivel que se concede al cambio
climático, de manera que se invierta en investigaciones para aumentar el conocimiento y la
protección de la biodiversidad.

Por su parte, los consumidores son una parte importante en este proceso puesto que la
sensibilización por el deterioro del medio ambiente les debe llevar a tomar acciones ecológicas en
su vida cotidiana. Reducir, reutilizar y reciclar; evitar comprar productos que contengan sustancias
nocivas para el medio ambiente o que se hayan obtenido o creado de manera antiecológica, o hacer
un consumo energético racional, son algunos de los consejos ecologistas básicos que deberían estar
en nuestras mentes para conservar la biodiversidad y, en definitiva, para conservar nuestro presente
y futuro.

Para el lector interesado

• Costanza T.R., d’Arge, R.R., De Groot, S., Farberll, M., Grassot, B., Hannon, K., Limburg,
S., Naeem, R.V., O’ Neill , J., Paruelo, R.G., Raskln, P., Sutton, J. y van den Belt, M. (1997).
The value of the world’s ecosystem services and natural capital. Nature, 387, 253-260.
• Dirzo, R. y Raven, P. (2003). Global state biodiversity and loss. Annual Review of
Environmental Resources, 28, 137-167.
• Fernández M.A. (2005). Conservación de la biodiversidad. Consumer Eroski.
Disponible en
línea: http://www.consumer.es/web/es/medio_ambiente/naturaleza/2005/11/28/147328.php
• Purvis, A. y Hector, A. (2000). Getting the measure of biodiversity. Nature, 405, 212-219.
• Pimm, S.L. (1997). The value of everything. Nature, 387, 231-232.

1 El bosque tropical es probablemente el hábitat de la mayor parte de las especies.

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