Gallo Estrada Julia

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Departament de Filosofia i Treball Social

Programa de doctorado de Filosofía (2011)

Tesis Doctoral

Dependencia y entorno residencial


y familiar de las personas mayores
de 75 años que viven solas:
Autopercepción y comportamiento

Doctoranda
Julia Gallo Estrada

Director
Dr. Alex Miquel Novjara
Departament de Filosofia i Treball Social
Universitat de les Illes Balears
Cuando la que falta es la libertad, la seguridad se vive

como una esclavitud o una prisión (Bauman, 2009:52).


AGRADECIMIENTOS
Tanto en lo académico como en lo personal, estoy en deuda con mi director

de tesis, el Dr. Alex Miquel; la manera que se me ocurre para resumir los

motivos es referenciar su habitus.

Agradezco al Profesor Fernando Conde su construcción de puentes entre la

práctica y la teoría, tan útiles para el lector; además de su generosidad por

acompañarme en este acercamiento a la investigación cualitativa.

Mi reconocimiento al equipo de FIS con el que se relaciona esta tesis (María

Taltavull, Jesús Molina, Rosa Adrover y Dolores Sales) por hacer fácil lo que

hubiese podido ser difícil.

Al Ministerio de Ciencia e Innovación. Instituto Carlos III, mi gratitud, por la

financiación del proyecto: “Factores que modifican la dependencia en personas

mayores que viven solas” con el que relaciona esta tesis.

A mi familia por su generosidad y su sentido de la vejez.

A mis amigos por estar a mi lado y devolverme mi otro yo.

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DEPENDENCIA Y ENTORNO RESIDENCIAL Y FAMILIAR DE PERSONAS MAYORES DE 75 AÑOS QUE VIVEN SOLAS

A mis compañeros de Kyudo por lo que he aprendido con ellos, dentro y fuera

de la práctica.

A mis compañeros de Departamento y Escuela por el apoyo que me han

brindado.

A las personas que me facilitaron la entrada en el campo para la realización

de las entrevistas por el interés manifestado por el trabajo.

A los participantes del estudio, por su tiempo, por ser los protagonistas de

este trabajo, por su disposición y por lo que con ellos he aprendido.

Y quiero finalmente agradecer también a todos los que como yo creyeron que

este trabajo podía contribuir a que las personas mayores sanas y enfermas

sean cuidadas como se merecen.

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RESUMEN
La vejez es la etapa de la vida en la que es mayor la proporción de personas

con discapacidad. Cabe destacar no obstante, que conservar el sentimiento

de calidad de vida depende de los recursos personales y el entorno.

Actualmente se reconoce que las personas mayores prefieren continuar

viviendo en su casa; incluso en soledad y con discapacidades.

Esta investigación pretende avanzar en el conocimiento de la influencia

del género, el nivel de estudios, la red social y la autonomía en la soledad

residencial de las personas mayores de 75 años; más específicamente, explicar

la medida en que el género y el nivel de instrucción de las familias influyen en

la percepción sobre su comportamiento.

La investigación se enmarca bajo el paradigma crítico social y está guiada por

la teoría del estructuralismo constructivista y la sociología de la acción, desde

los planteamientos teóricos de Pierre Bourdieu.

Los hallazgos destacan el reto que supone el envejecimiento de la población y

los cambios en la estructura familiar. Ponen de manifiesto la escasa orientación

profesional en los cuidados familiares y cuestionan los motivos por los que la

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soledad residencial es preferida. Por ello destacan la necesidad de conocer

los valores y creencias de las personas mayores para promover estrategias

de incremento de la autonomía personal.

La investigación sugiere que la excesiva fragmentación existente en los recursos

sociosanitarios dirigidos a las personas mayores disminuye su eficacia. Y pone

de manifiesto el desconocimiento existente sobre la percepción de ser útiles

que los mayores y familia tienen de los mismos.

Este trabajo evidencia la necesidad de que la atención sociosanitaria se libere

de la influencia en exclusiva del paradigma biológico, así como la de desterrar

los cuidados geriátricos entendidos y practicados como caridad. Propone

diferenciar, a la vez, tanto en el hogar como en las instituciones, las actividades

de cuidar, dar apoyo y acompañar. Sugiere que los servicios sociales tienen

que ser más personalizados y que deben mejorar su accesibilidad.

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ABSTRACT
Old age is the stage in life with the highest ratio of disabled people. Nonetheless,

it is important to add that a conserved perception of a good quality of life will

depend on each person’s financial means and background.

It is now acknowledged that most elderly people prefer to continue living

in their own homes, even if they are alone and suffer from a disability. This

research study aims to gain a deeper insight into the influence of gender,

the level of education, social network and autonomy on whether an elderly

person of over 75 years of age lives in an old people’s home or not. More

specifically, it aims to explain the extent to which gender and the family’s

level of education influence perceptions of their behaviour.

The study is set within the field of social criticism, using the theory of

structuralist constructivism and active sociology as a guide, based on Pierre

Bourdieu’s theoretical approach.

The findings demonstrate the challenge that the ageing population represents

and changes in the structure of families. It highlights the low professional

focus on family care and questions why living in an old people’s home is

preferred, emphasizing the need to gain a better understanding of elderly

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DEPENDENCIA Y ENTORNO RESIDENCIAL Y FAMILIAR DE PERSONAS MAYORES DE 75 AÑOS QUE VIVEN SOLAS

peoples’ values and beliefs in order to promote strategies aimed at increasing

personal autonomy.

The study suggests that the current over-fragmentation of social and health

care resources for the elderly has a negative effect on their efficiency. It also

highlights the current lack of awareness that the elderly and families have

of their own usefulness. Likewise, it demonstrates a need for the social and

health services to free themselves from the sole influence of the biological

paradigm (or medical model), no longer regarding or practising geriatric

care as if it were a form of charity. In turn, it suggests that a differentiation

should be made among the activities of caring for, offering support for and

accompanying the elderly, both in homes and in institutions, proposing more

customized social services and better access to them.

In short, the study recommends the strengthening of community services,

allowing the elderly to stay in their own homes if they wish, while freeing

families from the obligation of having to care for them.

10
ÍNDICE

ASPECTOS INTRODUCTORIOS ........................................................... 17

I. LA CONSTRUCCIóN DEL OBJETO DE ESTUDIO ............................................... 17

II. EL CONTExTO DE ESTUDIO ................................................................................ 19

II.1. La idea y la práctica de la vejez: breve semblanza de su


cambio histórico ................................................................................... 19

II.2. El concepto de salud vinculado a la vejez y su variación ....... 25

II.3. La cuestión del envejecimiento poblacional: la


dependencia .......................................................................................... 27

Capítulo 1. REVISIÓN DE LA LITERATURA ............................. 33

1.1. DATOS DEMOgRáFICOS DE ENVEJECIMIENTO, UN PROCESO


MUNDIAL ............................................................................................................... 35

1.2. LAS PERSONAS MAYORES QUE VIVEN SOLAS .......................................... 38

1.3. FACTORES QUE INCIDEN EN LA SOLEDAD RESIDENCIAL DE LAS


PERSONAS MAYORES ......................................................................................... 41

1.3.1. Red social............................................................................................... 44


1.3.1.1. La familia ............................................................................... 47

1.3.1.2. Las nuevas relaciones de los hijos con los padres


mayores.................................................................................. 52
1.3.1.3. El cuidador informal ............................................................. 57

1.3.2. El género ............................................................................................... 59

11
DEPENDENCIA Y ENTORNO RESIDENCIAL Y FAMILIAR DE PERSONAS MAYORES DE 75 AÑOS QUE VIVEN SOLAS

1.3.3. Espacio residencial ............................................................................. 62


1.3.3.1. La vivienda ............................................................................ 63

1.3.3.2. El entorno de la vivienda ................................................... 68


1.3.3.3. Los productos de la vida diaria ........................................ 70

1.3.4. Capacidad funcional ........................................................................... 73


1.3.4.1. Discapacidad ......................................................................... 76

1.3.4.2. Autonomía .............................................................................. 78


1.3.4.3. Dependencia ......................................................................... 78

1.3.4.4. Anciano frágil ......................................................................... 85

1.3.5. Recursos sociosanitarios .................................................................. 87


1.3.5.1. Recursos en el domicilio ..................................................... 91
1.3.5.2. Tecnología y productos al servicio de las personas .. 95

Capítulo 2. PERSPECTIVA Y ORIENTACIÓN TEÓRICA........ 97

2.1. LA CUESTIóN DE LA INVESTIgACIóN........................................................... 97

2.2. EL MARCO TEóRICO ........................................................................................... 99

2.2.1. Paradigma critico social .................................................................. 101

2.2.2. La perspectiva teórica .................................................................... 107


2.2.2.1. El estructuralismo constructivista y la sociología
de la acción ......................................................................... 107

2.3. UNA MIRADA DEL ESTRUCTURALISMO CONSTRUCTIVISTA


AL géNERO, NIVEL DE AUTONOMíA, RED SOCIAL Y NIVEL DE
ESTUDIOS EN EL CONTExTO DE ESTA INVESTIgACIóN ...................... 111

2.3.1. El género.............................................................................................. 112

2.3.2. Nivel de autonomía .......................................................................... 115

2.3.3. Redes sociales ................................................................................... 118

2.3.4. Nivel de estudios............................................................................... 119

2.4. BOURDIEU Y SUS CATEgORíAS CENTRALES: habitus, CAMPO,


CAPITAL .............................................................................................................. 121

12
íNDICE

Capítulo 3. PLANTEAMIENTO DE LA INVESTIGACIÓN ... 133

3.1. LA INVESTIgACIóN CRíTICO SOCIAL Y LOS CONCEPTOS DE LA


TEORíA DE BOURDIEU ...................................................................................133

3.2. OBJETIVO gENERAL .........................................................................................135

3.3. OBJETIVOS ESPECíFICOS ...............................................................................135

3.4. DISEÑO Y TIPO DE ESTUDIO .........................................................................136

3.5. PARTICIPANTES, MUESTRA INTENCIONAL Y RECLUTAMIENTO ............139

3.6. TéCNICAS DE RECOgIDA DE DATOS ...........................................................140

3.6.1. Entrevistas de personas mayores de 75 años que viven


solas ....................................................................................................... 141

3.6.2. grupos de discusión de familiares de personas mayores


de 75 años que viven solas............................................................ 143

3.6.3. Diario de campo ................................................................................144

3.7. ANáLISIS DE DATOS ........................................................................................146

3.8. CONSIDERACIONES éTICAS ..........................................................................148

3.9. ESTRATEgIAS DE RIgOR METODOLógICO ...............................................150

3.10. LíMITES Y POTENCIAL DEL ESTUDIO ........................................................ 151

3.11. DIFUSIóN E IMPLICACIONES DEL ESTUDIO ............................................152

Capítulo 4. DESCRIPCIÓN DE RESULTADO ...........................153

4.1. PERFILES SOCIODEMOgRáFICOS DE LAS PERSONAS MAYORES


DE 75 AÑOS QUE VIVEN SOLAS ...................................................................154

4.2. LOS DISCURSOS CENTRALES SOBRE LA SOLEDAD RESIDENCIAL


DE LAS PERSONAS MAYORES........................................................................154

4.3. CóDIgOS DE LAS ENTREVISTAS EN RELACIóN A LAS CATEgORíAS:


MANTENERSE EN CASA, CAMBIOS Y COTIDIANEIDAD EN LA
VIDA DOMéSTICA, CONFIANzA EN LA AYUDA SOCIOFAMILIAR Y
UTILIzACIóN DE SERVICIOS Y RECURSOS SOCIALES ..........................156

13
DEPENDENCIA Y ENTORNO RESIDENCIAL Y FAMILIAR DE PERSONAS MAYORES DE 75 AÑOS QUE VIVEN SOLAS

4.3.1. La casa como espacio de libertad y poder ..............................157

4.3.2. La vivienda como espacio identitario ....................................... 157

4.3.3. La preocupación por el futuro en relación al estilo


residencial ............................................................................................158

4.3.4. Soledad residencial como forma de vida ................................ 159

4.3.5. Diferencias en la actitud en función del género ................... 161

4.3.6. Relación entre la construcción personal del concepto


de autonomía y la sobrevaloración de sus capacidades...... 162

4.3.7. Las estrategias para mantenerse en casa .............................. 165

4.3.8. Autocuidado como forma de mantener la soledad


residencial ............................................................................................166

4.3.9. Familia tradicional: cuidado deber moral ................................. 169

4.3.10. Alternativa del cuidado tradicional ........................................... 171

4.3.11. Concepción del equipo de salud .............................................. 173

4.3.12. Tecnología y productos de apoyo al servicio de las


personas ............................................................................................... 174

4.3.13. Alternativas a su vivienda ........................................................... 175

4.4. PERFILES SOCIODEMOgRáFICOS DE FAMILIARES DE PERSONAS


MAYORES DE 75 AÑOS QUE VIVEN SOLAS ............................................... 177

4.5. LA CONSTRUCCIóN DISCURSIVA DE LOS FAMILIARES ........................ 177

4.6. CóDIgOS DE LOS gRUPOS DE DISCUSIóN EN RELACIóN A LAS


CATEgORíAS: MANTENERSE EN CASA, LOS ASPECTOS DEL
CUIDAR, Y UTILIzACIóN DE SERVICIOS Y RECURSOS SOCIALES ..... 179

4.6.1. La casa como espacio de libertad y poder ............................. 179

4.6.2. Los cambios necesarios..................................................................180

4.6.3. Apego a la vivienda..........................................................................182

4.6.4. La preocupación por el futuro .....................................................183

4.6.5. Relación entre autonomía y capacidad para vivir solos .... 185

4.6.6. Las estrategias para mantenerse en casa ............................. 187

14
íNDICE

4.6.7. La red sociofamiliar .........................................................................188

4.6.8. El cuidado ........................................................................................... 191

4.6.9. Percepción de apoyo en el cuidado ........................................... 195

4.6.10. género de la persona mayor .................................................... 196

4.6.11. género del cuidador ...................................................................... 197

4.6.12. Recursos sociosanitarios..............................................................199

4.6.13. Tecnología y productos de apoyo al servicio de las


personas .............................................................................................. 201

4.6.14. Alternativas a su vivienda ...........................................................202

Capítulo 5. DISCUSIÓN .............................................................................205

5. 1. INFLUENCIA DE LA VIVIENDA EN LA PERCEPCIóN DE AUTONOMíA


DE LOS SUJETOS ..............................................................................................207

5.2. AUTONOMíA RESIDENCIAL. CAPACIDADES Y ESTRATEgIAS ............... 211

5.2.1. Diferencias de género ante la soledad residencial ............... 217

5.2.2. La ayuda sociofamiliar en el cuidado......................................... 219

5.2.3. Alternativa del cuidado tradicional ............................................222

5.2.4. El impacto del cuidado ....................................................................223

5.3. EL EQUIPO DE SALUD Y LOS RECURSOS SOCIOSANITARIOS ..............225

Capítulo 6. CONCLUSIONES E IMPLICACIONES...............229

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS ..................................................233

ANEXOS ....................................................................................................................269

15
ASPECTOS INTRODUCTORIOS

I. La construcción del objeto de estudio

Jamás se descubrirá nada si nos consideramos satisfechos

con las cosas descubiertas (Séneca).

Mi posicionamiento respecto al objeto de estudio y a las propuestas teóricas

y metodológicas de esta investigación es el resultado de un largo período de

reflexión. La reflexividad, entendida como las motivaciones, las intenciones,

los intereses y los propósitos de la investigadora, es un elemento fundamental

en cualquier tipo de estudio. Contribuye a clarificar la aportación realizada,

tanto en la perspectiva teórica utilizada, como en la posterior recolección,

interpretación y discusión de los datos obtenidos en el estudio (Robles, 2000;

Pope, Ziebland & Mays, 2000; Ratcliffe y González del Valle, 2000).

Este proceso de reflexión tiene varios focos: uno parte del análisis de los

datos del censo que pone de manifiesto una cifra no desdeñable de personas

mayores que viven solas, incluso, cuando aumenta su edad y cuando necesitan

cuidados. De dichos datos mi primera pregunta fue en torno a las habilidades

17
DEPENDENCIA Y ENTORNO RESIDENCIAL Y FAMILIAR DE PERSONAS MAYORES DE 75 AÑOS QUE VIVEN SOLAS

y estrategias que esos mayores que viven solos y especialmente los muy

mayores, utilizan para satisfacer su necesidades básicas.

Mi conocimiento de los cambios inherentes al envejecimiento así como de la

fragilidad que acompaña largos periodos de la edad geriátrica, generó otro

de los puntos de reflexión, planteándome preguntas sobre cómo se adaptan

a los cambios, su capacidad para cubrir necesidades básicas sin ayuda, qué

estrategias de resolución de problemas utilizan más frecuentemente, a quien

recurren cuando tienen algún problema y qué actividades dejan de hacer por

su dificultad.

También he considerado interesante conocer la opinión de las familias sobre

las condiciones de vida de los mayores que viven solos. He percibido en las

familias de mi entorno, conflictos en la búsqueda de equidad en el reparto de

cuidados entre sus miembros más frágiles; y situaciones en las que cuando la

demanda de cuidados a niños y mayores coincide en el tiempo, la familia y la

sociedad en general tiene más dificultad para reconocer las necesidades de

las personas mayores que las de los niños o jóvenes.

Finalmente, debo destacar la influencia que ha tenido mi experiencia profesional

que me ha permitido ver, las diferentes formas de enfermar en función de la edad;

al tiempo que ha evidenciado la escasez de recursos existentes para abordar el

cuidado de las especificidades del emergente colectivo de personas mayores.

De algún modo, este proyecto responde a otra de las características

imprescindibles de todo proceso científico: la presencia de curiosidades e

intereses que se han generado a lo largo de mi trayectoria, en la que estas y

otras experiencias me han llevado a plantearme cuestiones relacionadas con

18
ASPECTOS INTRODUCTORIOS

las personas mayores. En consecuencia explorar su capacidad de adaptación a

los cambios que inevitablemente se producen con el paso del tiempo, así como

el conocimiento que la sociedad tiene sobre el proceso del envejecimiento. La

estructura residencial de las personas mayores se considera en el momento

actual el eje sobre el que pivota el bienestar del propio mayor, la familia y la

sociedad.

Esta investigación, pretende profundizar en los factores que las personas

mayores y sus familias consideran que son facilitadores de su permanencia

en el domicilio.

II. El contexto de estudio

II.1. La idea y la práctica de la vejez: breve semblanza de su cambio

histórico

Los seres humanos han demostrado a lo largo de toda la historia su interés

por prolongar la vida. Encontramos referencias sobre la vejez en textos

antiguos en los que se destacan las virtudes de los mayores; desde la filosofía

aparecen diferentes miradas a la vejez siendo Platón representante de la

más optimista, que resalta la importancia de prepararse en la juventud para

envejecer; en su misma línea de pensamiento, Cicerón (106-43 a. de C.) en

su obra De Senectute presenta también con optimismo las capacidades de las

personas mayores.

Nunca como hoy, a lo largo de la historia, la presencia de personas mayores

había sido tan rotunda; de este grupo geriátrico emergente necesitamos

19
DEPENDENCIA Y ENTORNO RESIDENCIAL Y FAMILIAR DE PERSONAS MAYORES DE 75 AÑOS QUE VIVEN SOLAS

conocer más sobre como son, en tanto miembros de la sociedad, en la

relación con la familia, en los periodos de enfermedad o en su respuesta al

tratamiento.

Vejez es un concepto relacionado con las formas de “parentesco, la economía,

la salud, la capacidad de automantenimiento, los modelos de conducta, la

religión, la moral, la política, y otros ámbitos culturales y sociales” (Fericgla,

2002:81). Las personas que se encuentran en esta etapa son denominadas

bajo términos diferentes: personas mayores, viejos, tercera edad, ancianos,

etc. Cada uno de estos términos tiene connotaciones diferentes y es habitual

su uso intercambiable, si bien la más aceptada y que, por tanto, se propone

utilizar es la de personas mayores o mayores.

La mayor parte de las definiciones sobre el envejecimiento hacen referencia

a la heterogeneidad de su contenido: la edad ya no es tan importante, la

sociedad se está acostumbrando a un estudiante de 70 años de edad, un

alcalde de 22 años o una abuela de 35 años (Maddox, 1999). De la misma

manera, estar jubilado un tercio de la vida o ser abuela y madre a la vez, son

aspectos que ayudaran a modificar estereotipos sobre la vejez. Otra referencia

frecuente sobre el envejecimiento es su carácter gradual e irreversible. De

Beauvoir (1970), en su obra sobre la vejez define al viejo como individuo con

una larga vida detrás de sí y una esperanza de supervivencia limitada; para

la autora la edad modifica nuestra relación con el tiempo, nuestro futuro se

achica mientras nuestro pasado aumenta.

El interés por el estudio de la vejez es reciente, han sido los cambios sociales y

demográficos que han tenido lugar en las últimas décadas, los que han hecho

que se considere que de todos los fenómenos contemporáneos, el menos

20
ASPECTOS INTRODUCTORIOS

discutible, el más seguro en su marcha, el más fácil de prever con mucha

anticipación y quizás el más cargado de consecuencias es el envejecimiento

de la población (Sauvy, 1972).

La vivencia de la diferencia entre el “saberse viejo” y el

“sentirse viejo”, ha revolucionado y está revolucionando

nuestra representación y nuestra autorrepresentación de

la vejez (Aranguren, 1992:21).

Son más numerosos los autores que delimitan la frontera de la vejez que

los que definen esta etapa. La mayor parte de estudios recurren al criterio

cronológico, población de 65 y más años, para establecer un corte en el

ciclo vital a partir del cual se mide el envejecimiento demográfico. Neugarten

(1975) establece dos categorías: antes y después de 75 años. Riley (1988)

considera que los viejos-viejos se sitúan entre 75 y 85 años y los viejos-más

viejos a partir de 85 a. En relación a la forma de envejecer existen diferentes

clasificaciones, entre las que destacan la de envejecimiento primario y

secundario, propuesta por Busse (1969), que establece una frontera entre

vejez normal y patológica y la de añadir un tercer tipo, la vejez satisfactoria,

que otros autores proponen (Rowe & Khan, 1997; Baltes & Baltes, 1990).

Pero a pesar de las diferentes formas de ver la vejez, existe entre los autores

consenso en que a partir de 75 años las personas mayores concentran más

necesidades y más factores de riesgo.

La sociedad está experimentando importantes cambios demográficos en todo

el mundo, considerándose que la disminución de la tasa de fecundidad y

el aumento de la esperanza de vida son los máximos responsables de lo

que reconocemos cómo envejecimiento de la población. Si bien es cierto

21
DEPENDENCIA Y ENTORNO RESIDENCIAL Y FAMILIAR DE PERSONAS MAYORES DE 75 AÑOS QUE VIVEN SOLAS

que dichos cambios no obedecen siempre a las mismas causas ni se sitúan

en los mismos contextos: así, si tenemos en cuenta factores demográficos

más allá del movimiento “natural” de la población, veremos como la división

internacional del trabajo hace, por ejemplo, que cohortes enteras de jóvenes

“producidos” en un marco se sitúen en otro. La emigración internacional

así, cambia relativamente las pirámides poblacionales, del origen, que de

esta manera envejecen y las del destino, que rejuvenecen. Situaciones

de conflictos bélicos o similares también varían la afirmación precedente.

Con todo, resulta indudable que esos dos factores iniciales intervienen en

las definiciones centrales de toda pirámide poblacional. Como señala Clark

& Dieleman (1996), todos los sucesos que afectan al curso de vida de una

persona se encuentran interrelacionados y se circunscriben en contextos y

fuerzas sociales más amplios.

La vejez es un concepto construido socialmente. Esta consideración implica,

que la vejez es un concepto que debe ser analizado en cada contexto en

particular para entender el significado que cada sociedad atribuye al hecho

de “ser mayor” o “envejecer”. La vejez viene determinada por procesos de

transición: su aparición no es unilineal, puede tener un origen y adoptar

secuencias no compartidas por todos los miembros de una sociedad; es por

eso que cada contexto histórico, socioeconómico y cultural determina las

maneras de envejecer (Casal, Masjoan y Planas, 1988).

La vejez ha sido percibida de distinta forma según la cultura, así ser viejo

en algunas culturas de África es un honor y en las culturas orientales ha

estado siempre presente el respeto a los mayores. En general la vejez es

menospreciada en sociedades que practican el culto a la belleza corporal, en

tanto que es más tolerada en las sociedades que se rigen por un ideal de belleza

22
ASPECTOS INTRODUCTORIOS

espiritual (Minois, 1987); aún así, esa afirmación también es relativizable;

de hecho, ese culto al cuerpo, esa búsqueda de la eterna juventud convive

a menudo con formas claramente gerontocráticas (o al menos tendentes a

mantener espacios de poder en manos de cohortes de adultos más allá de los

50, posponiendo así la incorporación de los más jóvenes) . No obstante, sobre

todo en los estratos sociales subalternos, lo cierto es que la sustitución del

viejo por el joven se está produciendo, a partir de la conversión de esos valores

estéticos (la juventud) en valores morales y prácticos (la capacidad).

Diversos autores han analizado la trasformación del papel de los mayores en

la sociedad, para Figuera (1995) el papel fundamental que los ancianos tenían

en las sociedades ágrafas, se ha trasformado, siendo su representatividad

inversamente proporcional al progreso. En la actualidad, a más alto nivel de

progreso los ancianos tienen menos espacio social. Valladares (1995) analiza

los estereotipos que la sociedad tiene sobre sus viejos para demostrarse a sí

misma que lo que hace con ellos está bien; la occidental se divide frente el

imperativo económico de deshacerse de ellos.

Las llamadas sociedades desarrolladas sufren un proceso de desintegración

social de los pequeños grupos constituidos en torno a las jerarquías (incluso

las tan sólo afectivas) de edad y, en general tienden a perderse las relaciones

de ayuda mutua, éstas, sin embargo, se conservan mejor en colectivos

específicos como el de las personas mayores, en los que la compañía es una

necesidad que debe resolverse las más de las veces en la horizontalidad de

los coetáneos. En ese sentido, Marina (2005) apunta el peso que la sociedad

tiene en los estilos afectivos del individuo; más concretamente en el nivel de

molestia que se considera soportable entre los miembros de esa sociedad.

De su posición en la sociedad, parece que una parte importante de personas

23
DEPENDENCIA Y ENTORNO RESIDENCIAL Y FAMILIAR DE PERSONAS MAYORES DE 75 AÑOS QUE VIVEN SOLAS

mayores han tendido siempre a creer que el pasado es preferible al presente

y que los logros de la cultura se presentan como menos interesantes para

ellos que para los jóvenes.

Al referirnos a la etapa de la vejez, es importante tener en cuenta que con

la actual esperanza de vida agrupamos generaciones distintas; las personas

mayores forman un grupo muy heterogéneo. En definitiva pueden marcar

diferencias no sólo en la forma de envejecer sino también en la manera

de adaptarse a los cambios que puede llegar a acelerar o ralentizar este

proceso. Es por esto que el envejecer debe ser analizado desde las formas

de hacer frente a los cambios que se producen a lo largo de todo el proceso.

El envejecimiento demográfico es principalmente un problema social de

cómo nos organizamos y de cómo respondemos a los nuevos retos.

Así nos hallamos ante una paradoja: el envejecimiento hoy es un logro posible

por el aumento de la esperanza de vida; pero, a la vez, supone una amenaza,

dada la percepción de la incapacidad de hacer frente a sus consecuencias.

Aunque algunos demógrafos, con mirada más optimista, se refieren a este

proceso como la democratización de la supervivencia, en alusión a que

prácticamente todo recién nacido tendrá la ocasión de vivir todas las etapas

de la vida (Pérez Díaz, 2006). Para este autor el creciente protagonismo del

envejecimiento es clave en multitud de sectores como el mercado de bienes

y servicios o el sector laboral vinculado a su necesidad de cuidados.

En definitiva, cada sociedad en su contexto y momento histórico ha otorgado

un papel a la vejez, dependiendo del modelo de hombre ideal imperante en

cada momento, de manera que “los ancianos unas veces han sido devaluados

y otras, revalorizados” (Soldevilla Ágreda, 2009:27).

24
ASPECTOS INTRODUCTORIOS

II.2. El concepto de salud vinculado a la vejez y su variación

El concepto de salud ha sido redefinido en los últimos años. La primera

definición de salud que tiene en cuenta a la persona de manera global la hace

la Organización Mundial de la Salud en 1946 “Salud es el completo estado

de bienestar físico, psíquico y social y no solo la ausencia de enfermedad o

achaque”. La salud es un recurso para la vida cotidiana y no el objetivo de la

vida. Es un concepto positivo que enfatiza los recursos sociales y personales

así como la capacidad físicas; posteriormente Terris (1987) propone sustituir

“completo bienestar” por “bienestar con capacidad funcional” y en la actualidad

hay un consenso sobre la importancia que, además, tienen elementos

subjetivos tales como la percepción del entorno físico y la adaptabilidad (De

Irala-Estéve, Martínez-González y Seguí-Gómez, 2003).

Numerosos autores apoyan con sus estudios que la enfermedad es el primer

paso para la discapacidad (Fried, Ferrucci, Darer, Williamson & Anderson, 2004;

Verbrugge & Jete, 1994). También son numerosos los trabajos que manifiestan

que a medida que aumenta el número de enfermedades aumenta el grado de

discapacidad (Guralnik, LaCroix, Everett & Kovar, 1989; Otero, Zunzunegui,

Rodríguez-Laso, Aguilar y Lázaro, 2004). Y si bien no está claro que la mayor

longevidad de la población conduzca necesariamente a incrementar la cantidad

de años que las personas vivan discapacitadas, parece haber menos dudas

respecto al hecho de que el envejecimiento de la población conlleva un

incremento del número de personas con algún tipo de dificultad para realizar

las tareas de la vida diaria de forma autónoma (Monteverdi, 2004).

En ese sentido los datos apuntan que los ancianos son el grupo que presenta

el porcentaje más elevado de ingresos en instituciones sanitarias, con una

25
DEPENDENCIA Y ENTORNO RESIDENCIAL Y FAMILIAR DE PERSONAS MAYORES DE 75 AÑOS QUE VIVEN SOLAS

estancia media más larga, frecuencia mayor de ingresos por año y un uso

más elevado de sustancias farmacológicas (IMSERSO, 2009).

Desde esa perspectiva se tiende cada vez más a tener en cuenta el indicador

de esperanza de vida en salud, que valorando morbilidad, mortalidad y

factores de calidad de vida, proporciona información sobre el número de años

esperados promedio que vivirá una persona disfrutando de buena salud, en

ausencia de limitaciones funcionales o de discapacidad (Bazo, 2005). En el

año 2007, el porcentaje de años de vida en buena salud era superior en los

varones, tanto al nacer como a los 65 años. Los varones viven el 81,2% de

sus años de esperanza de vida en condiciones de buena salud frente al 74,8%

de las mujeres. A los 65 años, los varones viven el 58,2% de sus años de

horizonte de vida en buena salud frente al 46,1% del horizonte de años de las

mujeres (INE, 2010).

En general las mujeres viven más años pero superan a los hombres en

enfermedades diagnosticadas (INE, 2009). El peor pronóstico de supervivencia

sin discapacidad de las mujeres, especialmente a partir de los 70 años, puede

explicarse según Escobar (2009) por los diferentes patrones de morbilidad;

los hombres suelen padecer problemas de salud agudos y las mujeres sufren

más problemas crónicos y discapacitantes. Además varios autores ponen

de manifiesto y proponen tener en cuenta el sesgo de género que supone,

especialmente en esta generación de mayores las escalas que miden nivel de

autonomía en las actividades básicas e instrumentales de la vida diaria (Tomas,

Zunzunegui, Moreno, y Germán, 2003; Escobar, 2009) este dato, inicialmente

sólo ilustrativo y descriptivo, será muy relevante en la formulación de mis

hipótesis de investigación, fundamentalmente en relación con el diferencial

de género.

26
ASPECTOS INTRODUCTORIOS

Por tanto se hace necesario profundizar en conceptos como cuidar, curar,

fragilidad, autonomía o dependencia; cada uno de ellos busca su espacio en

los límites entre vejez y enfermedad y, especialmente, en sus consecuencias

y cambios en la población, entre los que destaca: feminización de la franja

geriátrica, sobre envejecimiento y dependencia; aspectos que tienen

consecuencias en todos los ámbitos sociales.

II.3. La cuestión del envejecimiento poblacional: la dependencia

El envejecimiento de la población es motivo de múltiples análisis y la

preocupación por las consecuencias, ha sido manifestada por organismos

nacionales e internacionales (WHO & ICF, 2002; IMSERSO, 2003).

Se considera el envejecimiento un factor que incide directamente en las

políticas sociales por su capacidad de modificar los parámetros de morbilidad,

mortalidad y bienestar. Aunque sin poder predecir sus consecuencias, todo

parece indicar que el hecho de que cada vez vivan más personas más tiempo

ocasionará importantes cambios a nivel social. Sin duda no es baladí volver a

afirmar aquí que los factores sociales determinan en gran medida la distinta

forma de envejecer.

La Ley 39/2006 de Promoción de la Autonomía Personal y Atención a Personas

en situación de Dependencia, también llamada Ley de Dependencia, ha sido

presentada en España como el cuarto Pilar del Bienestar. Regula las condiciones

básicas de promoción de la autonomía personal y de atención a las personas en

situación de dependencia mediante la creación de un Sistema para la Autonomía

y Atención a la Dependencia (SAAD), con la colaboración y participación de

27
DEPENDENCIA Y ENTORNO RESIDENCIAL Y FAMILIAR DE PERSONAS MAYORES DE 75 AÑOS QUE VIVEN SOLAS

todas las Administraciones Públicas. A tal efecto, sirve de cauce para optimizar

los recursos públicos y privados disponibles. Configura un derecho que se

fundamenta en los principios de universalidad, equidad y accesibilidad.

La Ley establece un nivel mínimo de protección, definido y garantizado

financieramente por la Administración General del Estado. En un segundo nivel

de protección, la Ley contempla un régimen de cooperación y financiación entre

la Administración General del Estado y las Comunidades Autónomas mediante

convenios para el desarrollo y aplicación de las demás prestaciones y servicios

que se contemplan en su articulado. Las Comunidades Autónomas podrán

desarrollar, si así lo estiman oportuno, un tercer nivel adicional de protección a

los ciudadanos. Los recursos que la Ley de la Dependencia ofrece a los mayores

que necesiten ser cuidados, han sido hasta ahora escasos; cabe destacar

que los segmentos de clase con bajos ingresos carecen completamente de la

capacidad de adquisición, compra o contratación de servicios.

En ese escenario de desamparo, uno de los datos que debe ser tenido en

cuenta al analizar el fenómeno del envejecimiento es el índice de dependencia,

porcentaje de población menor de 15 años, más la de 65 años y más, con

relación a la población de 15 a 64 años. El 48,66% en Europa y 45,35% en

España en 2007 (INE, 2009). Indicador interesante en términos económicos

pero también en el entorno del cuidador.

Obviamente, la necesidad objetiva nacida de la dependencia está igualmente

presente, y los cuidados que requieren las personas mayores en su domicilio,

en muchos casos se realizan combinando recursos públicos y privados; estos

tienen que ser repartidos entre familia, vecinos, amigos precisamente en

aquellos casos en los que la posibilidad de adquisición no está presente.

28
ASPECTOS INTRODUCTORIOS

Las Comunidades Autónomas están desarrollado políticas sociales para

adaptarse a su realidad, con matices, que dependen de los recursos disponibles

y la voluntad política de cada una de ellas IMSERSO (2003), Existe, de hecho,

una desigualdad entre Comunidades en cuanto al desarrollo, orientación y

cobertura que ofrecen sus servicios sociales, lo cual implícitamente está

contribuyendo a dibujar diferencias sociales entre las personas mayores. La

LAAD, en su diseño, corrige estas desigualdades, pero en la implementación

las conserva.

En Europa, los responsables de elaboración de políticas en todos los Estados

Miembros han expresado su preferencia por la atención comunitaria; y la

opinión pública, en una amplia mayoría, prefiere recibir ayuda para permanecer

en su domicilio el mayor tiempo posible (Walter, 2005). Nos encontramos a

la espera de que el desarrollo de la atención social que la implantación de la

LAAD va a suponer, facilite la permanencia en el domicilio; mientras la red

primaria de atención sanitaria continúa siendo el primer recurso formal con el

que cuentan los mayores frente a sus dificultades diarias.

Las personas mayores acuden a la red de atención sanitaria en busca de

ayuda ante los problemas que dificultan su vida diaria, aunque la respuesta

que necesiten sea social y vaya mucho más allá de lo que esos servicios en

ese sentido, poco desarrollados pueden ofrecerle. Tal como sostiene Puga

(2005), debe ser el sistema de protección a la dependencia el que integre las

soluciones de ambas naturalezas sin pretender que sea la población mayor la

que tenga que peregrinar en busca de soluciones parciales.

Los problemas derivados de la dependencia deberían trasladar la responsabilidad

desde la familia a la comunidad y la atención desde lo médico a lo social.

29
DEPENDENCIA Y ENTORNO RESIDENCIAL Y FAMILIAR DE PERSONAS MAYORES DE 75 AÑOS QUE VIVEN SOLAS

Dicen que la sabiduría consiste, para un viejo, en aceptar

resignadamente sus límites. No me he vuelto sabio. Los límites

los conozco bien, pero no los acepto. Los admito únicamente

porque no tengo otro remedio (Bobbio, 1997:67).

Ya habíamos comentado que la construcción social de la vejez en cada

país es distinta; también hemos insistido en la variabilidad histórica de las

propuestas culturales y de las relaciones sociales a ese respecto. Así, las

costumbres de algunos países como Nigeria pueden deteriorar la salud de

las viudas en las semanas posteriores a la muerte de su marido dado que se

les considera personas sucias e impuras (Amadi, 1994). En otras sociedades

como la maorí, las mujeres al envejecer acceden a papeles como abuela,

suegra o líder política que pueden suponer una mejora de su posición y un

aumento de su autoridad (Bonita, 1998).

La posición que se otorga a las mujeres mayores varía en las distintas

culturas, diversos trabajos de la Comisión Europea informan de actitudes

positivas hacia las personas mayores en varios países del norte de Europa.

En el sur, sin embargo, se ha comprobado que aunque las personas mayores

han perdido su categoría tradicional, no han surgido todavía nuevos papeles

positivos para ellas (European Commission, 2008).

No obstante, algunas de estas afirmaciones, incluso las comentadas en

algunas monografías etnográficas clásicas, obedecen a veces a una visión

eurocéntrica, cuando no responden también a la visión que los hombres

del grupo estudiado trasladaron al etnógrafo occidental sobre sus propias

mujeres. Además, aún reconociendo cambios importantes en el papel

autónomo de la mujer (luego no en función de los hombres de su familia de

30
ASPECTOS INTRODUCTORIOS

orientación —en la que nace— y en la de reproducción —la que crea o en la

que es insertada como madre—) en las sociedades y culturas occidentales,

aún perduran, al menos, ciertos valores morales que no conjugan las

realidades pasadas y, sobre todo, recientes (mujeres como productoras y

reproductoras mayoritarias) con el estatus y el rol atribuido (autonomía,

independencia, incluso determinación de los papeles de muchos varones de

su entorno).

En algunos países desarrollados, la mujer al envejecer elige entre intentar

mantenerse joven o aceptar los estereotipos asignados a las mujeres mayores.

El contacto con pares, en estos casos, es aún de mayor y vital importancia

en la interpretación y adaptación a los cambios que implican esa pérdida.

A pesar de los cambios y de los avances señalados, la autopercepción y la

bajada de la autoestima por la presión moral externa, exige con mayor vigor

ese apoyo mutuo.

En los países en vías de desarrollo las iniciativas que refuercen a las mujeres

para actuar en su propio beneficio son los medios principales frente a las

barreras por baja autoestima y falta de recursos (Bonita, 1998).

En definitiva las diferencias que se presentan en las transiciones a lo largo

de la vida de las mujeres que envejecen en países con distinto nivel de

desarrollo, suponen una reestructuración de las relaciones familiares y del

papel social que la mujer desempeña al envejecer (OMS, 2009).

Mi interés como investigadora se centra en obtener una mayor compresión

de, por un lado, los problemas que los mayores que viven solos tienen

para satisfacer sus necesidades básicas y las estrategias que utilizan para

31
DEPENDENCIA Y ENTORNO RESIDENCIAL Y FAMILIAR DE PERSONAS MAYORES DE 75 AÑOS QUE VIVEN SOLAS

adaptar su soledad residencial a los cambios que se producen durante el

envejecimiento. Por otro lado, considero fundamental conocer la opinión

de la familia sobre las estrategias y recursos utilizados por las personas

mayores para permanecer en su domicilio.

32
Capítulo 1
REVISIÓN DE LA LITERATURA

A continuación expondré la estrategia de búsqueda bibliográfica a partir

de los conceptos nucleares de este estudio que son Personas Mayores de

75 años que viven solas, Persona Mayor frágil, soporte social y entorno,

nivel de instrucción y familia. En primer lugar, a partir de las palabras clave

establecidas se ha realizado una traducción de las mismas al lenguaje

documental usado por los Tesauros de las bases de datos. El proceso de

traducción documental ha consistido en seleccionar aquellos descriptores

autorizados que en su definición eran acordes a las palabras claves de la

investigación, mediante el uso de la base de datos Descriptores en Ciencias

de la Salud (DeCS), que asegura el uso de aquellos términos que aparecen

con mayor frecuencia en la literatura científica referente al fenómeno de

estudio. Los descriptores utilizados han sido: Anciano (Aged), Anciano Frágil

(Frail Elderly), Servicios de Salud para Ancianos (Health Services for the

Aged), Vivienda (Housing), Viviendas para Anciano (Housing for the Elderly),

Soledad (Loneliness), Aislamiento Social (Social Insolation), Familia (Family),

Composición Familiar (Family Characteristics), Relaciones Familiares (Family

Relations), Factores Socioeconómicos (Socioeconomic Factors), Apoyo Social

33
DEPENDENCIA Y ENTORNO RESIDENCIAL Y FAMILIAR DE PERSONAS MAYORES DE 75 AÑOS QUE VIVEN SOLAS

(Social Support), Cuidadores (Caregivers) y Autonomía Personal (Personal

Autonomy), Deambulación Dependiente (Dependent Ambulation) y Calidad de

Vida (Quality of Life).

En segundo lugar, se ha ejecutado una búsqueda bibliográfica estructurada

combinando los descriptores mediante operadores booleanos (AND, OR,

NOT) según los objetivos establecidos en la investigación. La búsqueda se

ha iniciado por los metabuscadores o motores de búsqueda que contienen

un conjunto de bases de datos científicas afines, incluyendo EBSCOhost,

OvidSP, Excelencia Clínica y la Biblioteca Virtual de la Salud (BIREME).

Posteriormente, la bibliográfica obtenida ha sido comparada con la derivada

en una búsqueda en bases de datos especificas en Ciencias de la Salud

que ha incluido Pubmed, IME (Base de datos de Biomedicina del CSIC),

Ibecs (Biblioteca Virtual en Salud), ISOC Ciencias Sociales y Humanidades,

Cuiden Plus, Psycodoc, PsycInfo, Web of Knowledge y CINHAL. De esta

forma se han rechazado las coincidencias y se ha asegurado la pertinencia

de la información conseguida. Esta búsqueda estructurada ha incluido una

búsqueda en la base de datos Cochrane, que incluye revisiones sistemáticas,

que ha permitido alcanzar una visión de los meta-análisis y revisiones

sistemáticas que hasta el momento se han desarrollado en el campo del

fenómeno a estudio.

En tercer lugar, a partir de la búsqueda realizada, se han seleccionado

las fuentes de información primarias y se han sometido a lectura crítica.

De la bibliografía incluida en las fuentes inicialmente seleccionadas, se ha

realizado una búsqueda dirigida de aquellos artículos que por su relevancia

en el tema a estudio y a pesar de no estar dentro de los límites establecidos

en la búsqueda estructurada, se han considerado imprescindibles incluir.

34
capítulo 1 • revisión de la literatura

Finalmente, se han seleccionado las referencias bibliográficas, comprendidas

mayoritariamente en los últimos 10 años, en castellano, inglés y francés,

para la construcción del marco teórico y el desarrollo de los contenidos de

este capítulo de revisión de la literatura del fenómeno a estudio.

En los tres apartados de este capítulo reviso la literatura nacional e

internacional, sobre los factores que inciden en la soledad residencial de

las personas mayores y la influencia de su red social sobre su permanencia.

Las aportaciones científicas realizadas en este campo permitirán tener una

visión más completa de las aportaciones originales de esta investigación.

1.1. Datos demográficos de envejecimiento, un proceso

mundial

Según las proyecciones de la revisión de Naciones Unidas, se prevé que

antes de 2050 la población mundial de 60 años y más se multiplique

por más de tres, pasando de 600 millones a 2.000 millones. Para ese

año se calcula, que uno de cada seis habitantes del mundo tendrá 65

o más años. La mayor parte de ese aumento se producirá en países en

desarrollo, donde pasarán de 400 a 1.700 millones en ese mismo periodo

(ONU, 2004). La esperanza de vida al nacer calculada en esa fecha para

el conjunto de la población puede situarse en 76 años. El envejecimiento

presenta intensidades diferentes en las diferentes partes del mundo; en la

mayoría de los países europeos y otros como Estados Unidos y Canadá se

acentuará el proceso de envejecimiento, debido a la llegada al umbral de

los 65 años de las generaciones del baby-boom, nacidas tras la finalización

de la segunda guerra mundial.

35
DEPENDENCIA Y ENTORNO RESIDENCIAL Y FAMILIAR DE PERSONAS MAYORES DE 75 AÑOS QUE VIVEN SOLAS

De acuerdo con los datos facilitados por la Oficina Europea de Estadística

(EUROSTAT, 2008), actualmente, nuestro continente (en el que los países del sur,

son los más envejecidos) tiene una población de 495.5 millones de personas, de

las que más de 84.5 millones tienen 65 o más años. Esto significa que el índice

de envejecimiento para el conjunto de los 27 países que integran la Unión es

del 17%; esta cifra crecerá al 30% en el año 2060. En este año el número de

personas mayores (151.4 millones) superará al de niños de entre 0 y 14 años

(72.4 millones).

Según los datos del padrón municipal de 2011, recogidos por el Instituto Nacional

de Estadística, nuestro país actualmente supera los 8 millones de personas de

65 y más años, lo que representa el 17,2 % de la población. Esto significa que

España es uno de los países más envejecidos de la UE. En Baleares en ese mismo

periodo es el 14% (INE, 2011). En España se prevé un destacado aumento del

envejecimiento en la década de los años veinte. De ser así, el efecto será tan

importante como lo fue su paso por el sistema educativo (IMSERSO, 2006).

Entre los países menos desarrollados, las proporciones de mayores son más

bajas, pero el problema del envejecimiento no será menor, dado que el proceso

será más rápido; se prevé que tripliquen su proporción de personas mayores en

sólo cincuenta años. Estos países, con altas tasas de fecundidad y mortalidad

decreciente, verán cómo alcanzan la vejez generaciones más nutridas de

personas; y con menos tiempo para adaptarse a la nueva situación, tendrán

que hacer frente a problemas graves de protección social (Doncel Fernández y

Gutiérrez Barbarrusa, 2006).

África es la región más joven del planeta con 52,8 años de esperanza de vida,

seguida por Asia, con 69 años, ambas muy lejos de alcanzar las cifras del resto

36
capítulo 1 • revisión de la literatura

de territorios. Los países desarrollados se diferencian de los países en desarrollo

en algo más de 10 años en la esperanza de vida. Y en todas las regiones del

mundo, las mujeres tienen mayor esperanza de vida que los hombres pero esta

diferencia es más pronunciada en los países desarrollados (IMSERSO, 2009).

Una de las características del envejecimiento es que el grupo de edad que está

aumentando en mayor medida en todos los países es el de los más viejos. Este

segmento de población crece en muchos países más deprisa que el de los más

jóvenes. En el año 2050 se prevé que entre las personas mayores de 60 años,

uno de cada cinco tendrá 80 años o más (ONU, 2007).

En Europa, en ese año se calcula que el 10.2% de la población, tendrán 80 años

y más. En España, esta proporción será ligeramente superior, el 12.03% del total

según IMSERSO (2009). Esta misma fuente destaca que un segmento de edad

hasta ahora poco representativo que son los centenarios, en 2060 puede formar

el 0.4% de la población mayor española.

El predominio de mujeres en las edades avanzadas es una característica mundial.

Pero existen pocos datos de las condiciones de vida de la población femenina

en esa edad de la franja geriátrica, excepto en los países industrializados. Sobre

todo son limitados los estudios que relacionan vejez, genero y pobreza; en

concreto los referidos a la inequidad existente a nivel mundial en el acceso a

oportunidades entre las mujeres que viven en la pobreza (Salgado-de Snyder y

Wong, 2007).

Las mujeres residentes en España se encuentran a la cabeza de la UE en

cuanto a esperanza de vida al nacer con 84,1 años; la relación entre el número

de hombres y mujeres varía según la edad. Puede observarse que a partir

37
DEPENDENCIA Y ENTORNO RESIDENCIAL Y FAMILIAR DE PERSONAS MAYORES DE 75 AÑOS QUE VIVEN SOLAS

de los 45 años es siempre superior el número de mujeres. Esta proporción

aumenta a medida que se avanza en edad, llegando a duplicar el número

de mujeres al de hombres a partir de los 85 años.

En el año 2050, se estima que habrá en España cerca de 7 millones y

medio de mujeres mayores, dos millones más que de varones de la misma

edad (INE, 2010).

La esperanza de vida de las mujeres en los países desarrollados supera en

15 años a la de las mujeres de países en vías de desarrollo y medianamente

ricos y es hasta 30 años mayor que la de las mujeres de los países más

pobres. En algunos países, especialmente de Asia, la poca atención que

se presta a la salud y alimentación de la mujer es tan grave que incluso

compensa la tendencia de las mujeres a vivir más años que los hombres

(ONU, 2004).

1.2. Las personas mayores que viven solas

Los datos sobre preferencia residencial constatan el incremento de las

personas mayores que bien solas. El informe de IMSERSO (2009), sobre

las personas mayores en España, pone de manifiesto que las proporciones

de mayores que viven solos en Europa varían desde el 50% de Dinamarca

hasta valores inferiores al 20% en España, Portugal o Grecia. Datos que

sigue la tendencia que apuntaba la última ola del estudio europeo SHARE

(Börsch-Supan, Hank & Jürges, 2005) en el que se destaca que en el norte

de Europa, los cambios familiares y la disponibilidad de recursos formales,

explican los elevados porcentajes de soledad residencial. En España, los

38
capítulo 1 • revisión de la literatura

datos a partir del estudios de cohorte realizado durante 6 años con 1560

personas mayores de 65 años, Envejecer en Leganés, destacan que viven

solos el 13% (Otero, Zunzunegui, Béland, Rodríguez-Laso y García de

Yébenes, 2006).

Diversos estudios confirman que, tras perder a la pareja, la permanencia

en el hogar propio es la opción cada vez más preferida por las personas

mayores en España, tanto en ámbito rural cómo urbano, y esta preferencia

se mantiene por encima de los 80 años (Pérez Ortiz, 2004, IMSERSO,

2009). Pero esta permanencia en su hogar no necesariamente es en

soledad pues en España como en el resto de países del área meridional

europea la emancipación tardía de los jóvenes junto con la importancia

de las pautas de corresidencia con los padres ancianos, hacen que sea

frecuente la convivencia de padres e hijos.

Respecto a su capacidad cabe destacar que vivir solo no lleva implícito

ser autónomo: la discapacidad está presente en muchos de los hogares

unipersonales de personas mayores (Esparza Catalán y Abellán García,

2008).

Aunque parece evidente la importancia de disponer de medios económicos

suficientes para financiar la soledad residencial, los datos ponen de

manifiesto que el riesgo de pobreza entre las personas mayores que viven

solas, en España como en el resto de Europa, es más elevado que entre los

que viven en hogares de dos personas. En España casi la mitad de estos

mayores que viven solos, tienen rentas inferiores al umbral de pobreza;

sin embargo no es tan determinante vivir solo como ser mujer mayor que

vive sola (IMSERSO, 2009).

39
DEPENDENCIA Y ENTORNO RESIDENCIAL Y FAMILIAR DE PERSONAS MAYORES DE 75 AÑOS QUE VIVEN SOLAS

Sobre el modo de hacer frente a elección residencial de las personas

mayores, repercute de manera determinante los factores culturales. Así,

mientras que los países con niveles más altos de desarrollo económico y

social presentan tasas más bajas de residencia en común con los hijos.

En los países en desarrollo, más específicamente, en los países con bajos

niveles de desarrollo, una posición socioeconómica elevada se asocia

a menudo con niveles más altos de residencia en común con los hijos

(Bongaarts & Zimmer, 2002).

Por género también se observan diferencias entre las personas mayores

que viven solas. En España según los datos del INE de 2010, en las edades

jóvenes y adultas (hasta los 54 años) son más frecuentes los hogares

unipersonales masculinos. Pero a partir de los 55 años, son más frecuentes

los femeninos. En esa etapa, las mujeres tienen una probabilidad 2,4 veces

superior de encabezar un hogar unipersonal que los hombres debido a

su mayor supervivencia y a la costumbre de formar pareja con hombres

mayores que ellas (IMSERSO, 2009). Este patrón se reproduce en otros

países industrializados y cada vez más en los que se están industrializando.

En estos últimos, vivir sin pareja coloca a las mujeres mayores en especial

situación de vulnerabilidad, son países en los que su rol social depende

en gran medida de su situación como hija, esposa o madre (Salgado-de

Snyder y Wong, 2007).

Volvamos a la importancia, también en este contexto, de la cuestión de

género. La mayor presencia de mujeres que de hombres en la franja

geriátrica, especialmente entre los muy mayores, ha dado lugar al término

feminización del envejecimiento. Respecto a las condiciones de vida de esas

mujeres, Puga y Abellán (2002) denominan feminización de la dependencia

40
capítulo 1 • revisión de la literatura

al efecto de la edad, la viudedad y la soledad y su peso sexual diferencial

en la demografía de los países centrales.

1.3. Factores que inciden en la soledad residencial

de las personas mayores

La bibliografía consultada corrobora que entre los factores que se asocian

al envejecimiento al referirnos a ancianos solos, cabe tratar de manera

intensa la mayor fragilidad, la presencia de menos redes sociales y el menor

poder adquisitivo. La vejez es la etapa en la que es mayor la proporción

de personas con incapacidad funcional que incide sobre la vida cotidiana,

pero cabe destacar que aun con incapacidad severa se puede conservar el

sentimiento de calidad de vida. De hecho esa calidad de vida depende de

la experiencia, de los recursos personales y del entorno, probablemente,

en igual o mayor medida que de esas limitaciones (si no son severas o

absolutas) objetivas (García Martínez, Rabadán Rubio y Sánchez, 2006);

por otra parte muchas de las personas mayores tienden a permanecer en el

domicilio aun cuando disminuye su nivel de autonomía. Esa autovaloración

y esa ruptura entre condiciones objetivas y percepción de sí mismo, de

hecho, aparecen en el centro tanto de mis observaciones preliminares

como en la formulación de mis hipótesis centrales.

Las personas mayores comparten la idea de que el problema de la soledad

en la vejez es un hecho característico de la sociedad actual. Sostienen que

antes, los ancianos apenas sentían la soledad, y que en la actualidad las

relaciones de los hijos con sus padres mayores están con frecuencia guiadas,

más que por el cariño, por los intereses económicos. Esta situación son

41
DEPENDENCIA Y ENTORNO RESIDENCIAL Y FAMILIAR DE PERSONAS MAYORES DE 75 AÑOS QUE VIVEN SOLAS

conscientes de se debe en parte a algunos rasgos propios de la sociedad

actual que favorece ese distanciamiento (Iglesias de Ussel, 2001). Sin

embargo cabe hacer un breve comentario corrector al respecto: en las

sociedades agrarias de hace menos de cuarenta años, era aún frecuente

que el control y la gestión de las tierras y el trabajo pasasen en vida de

la generación más vieja a los hijos, manteniéndose la propiedad jurídica

a nombre de la primera hasta su muerte: obviamente la confianza en el

mero afecto o en la presión moral de la comunidad no parecían ser los

únicos factores regentes del comportamiento. Posiblemente los modos de

vida urbana, con la separación de los espacios y relaciones laborales y

habitacionales, la reducción de los tamaños de las casas y las rápidas

rupturas transgeneraciones de las pautas vitales, han venido a cambiar el

valor de la propiedad pequeña, de la presión moral y del afecto reconstruido

socialmente sobre el control (Miquel Novajra, 2004).

Algunas investigaciones han profundizado en la experiencia de los hogares

unipersonales. El trabajo realizado por Cea D’Ancona y Valles Martínez

(1992) muestra cómo la adaptación a esta forma de vida se encuentra

relacionada con la manera de realizar esa transición que requiere de un

periodo de adaptación y de interiorización de la nueva situación. Estos autores

diferencian entre soledad sobrevenida o anunciada, que suele producirse

entre los mayores y soledad elegida, más frecuente entre los jóvenes.

La vida no es pura existencia solitaria, hacerse y decirse

en soledad. Nos hacemos con los otros (…) pues como

dijo Heidegger, la existencia es Da-sein, ser ahí, en la

realidad y asimismo Mit-sein ser con, en la sociedad

(Aranguren, 1992:28).

42
capítulo 1 • revisión de la literatura

Entre los factores que facilitan la permanencia en el domicilio de los ancianos,

la mayoría de los autores destacan los siguientes: las relaciones familiares y

sociales, poseer vivienda, los recursos económicos, la capacidad funcional y

el estado de salud (Otero et al., 2006; Aspiazu, Cruz, Villagrasa, Abanades,

García y Alvear, 2002; Corrales, Palomo, Magariño, Alonso, Torrico, Barroso

y Merchan, 2004; Burr & Mutchler, 2007).

La posición desde la cual cada persona valora su situación de soledad

residencial interviene en la formulación de estrategias y búsqueda de

alternativa. Como señala Fernández-Ballesteros, Caprara, Iñiguez y García,

(2005), la persona mayor tiende a negar la presencia de sentimientos de

soledad, esto hace que frente a las dificultades tiendan a aguantar más

que a pedir ayuda y que a lo largo de la vejez se produzca una cierta

desvinculación entre el individuo y su contexto social, con consecuencias

negativas para ambas partes.

La presencia cada vez mayor de personas ancianas aporta nuevos significados

a conceptos cómo autonomía personal; en las personas mayores el hecho

de vivir solos, es visto por algunos autores como una debilidad; Senders,

González, Casas, Aymerich Andreu, Domingo y del Valle (2001:368) proponen

que debe considerarse como “indicador centinela” que puede llegar a ser

preocupante si concurren otros factores.

Pero por contra, en los últimos años esa lectura de la soledad residencial como

de desamparo familiar va dando paso a otra interpretación de autonomía

personal, en términos económicos, emocionales y de salud, considerándose

la soledad residencial un indicador de competencia y no solo de riesgo (López

Doblas, 2005; IMSERSO, 2006; IMSERSO, 2009).

43
DEPENDENCIA Y ENTORNO RESIDENCIAL Y FAMILIAR DE PERSONAS MAYORES DE 75 AÑOS QUE VIVEN SOLAS

Vivir solo siendo mayor e incluso dependiente parece una realidad tendente a

aumentar que debe ser tenida en cuenta por toda la sociedad y en particular

por las familias y los equipos de salud que los atienden. Un aspecto a destacar

es la consideración del papel que juega el conocimiento detallado de las

características, necesidades y demandas de la población mayor para poder

exigir políticas, programas y leyes dirigidos ellos.

1.3.1. Red social

Los individuos se definen en relación al grupo que les rodea y con los

referentes que la sociedad ofrece a cada colectivo para su identidad. Pero

también los individuos modifican los valores en que viven sumergidos. El

trabajo de Bourdieu utiliza los conceptos de campo, capital y habitus para

explicar interacciones dentro del mundo social.

En un campo dado, el capital cultural (conocimientos, códigos culturales,

maneras de hablar) y el capital social (relaciones), son recursos tan útiles como

el capital económico (bienes financieros, patrimonio) en la determinación y

la reproducción de las posiciones sociales. La desigual distribución de los

capitales explica las diferentes “estrategias” de los agentes, las maneras de

aprehender las situaciones y la forma de eliminarse o de mudarse de casilla

en el juego de las posiciones sociales (Bourdieu, 1979). Según este autor la

vida social se rige por reglas, producto de la acción social y de las intenciones

de los agentes en un entorno determinado (Bourdieu & Wacquant, 1995).

El campo proporciona el marco del análisis para el estudio de cualquier

aspecto de la vida social.

44
capítulo 1 • revisión de la literatura

Algunos autores proponen reservar el término redes sociales para los

aspectos estructurales, en concreto para el tejido de personas con las que se

comunica un individuo. Al tiempo, proponen utilizar el término apoyo social

para referirse a una de las funciones o de los mecanismos psicosociales de

esos elementos de la estructura. El concepto más amplio y sobre el que

existe un mayor consenso es el de relaciones sociales, que engloba ambos

componentes. Se trata de la red de personas con las que se comunica un

individuo, las características de los lazos que se establecen y el tipo de

interacciones que se producen (Otero et al., 2006).

El termino capital social es utilizado por otros autores (kawachi & Berkman,

2000; Cannuscio, Block & Kawachi, 2003) al hacer referencia a la capacidad

de los miembros de una sociedad para actuar y satisfacer sus necesidades de

forma coordinada en beneficio mutuo; constituye ciertos recursos derivados

de sus relaciones sociales, que tienen una cierta persistencia en el tiempo.

Para Coleman (1990), las personas utilizan sus recursos sociales para

conseguir, a través de la cooperación mutua, objetivos que de lo contrario

serían difícilmente alcanzables. Para este autor, una persona o familia con

un escaso capital social dispone de pocas capacidades y de un alto nivel de

vulnerabilidad. El capital social está compuesto por los siguientes recursos:

a) Las redes sociales, cuyo mantenimiento requiere de inversión de tiempo

y dedicación. Estas redes permiten obtener beneficios en forma de flujos de

solidaridad, capacidad de defensa de intereses y derechos, así como para

obtención de información; b) Las normas sociales (de voluntariedad, altruismo,

comportamiento) y derechos comúnmente aceptados, así como las sanciones

que los hacen efectivos; c) Los vínculos de confianza social, que garantizan

un entramado de obligaciones y expectativas recíprocas que posibilitan la

cooperación.

45
DEPENDENCIA Y ENTORNO RESIDENCIAL Y FAMILIAR DE PERSONAS MAYORES DE 75 AÑOS QUE VIVEN SOLAS

En las últimas décadas del siglo XX empieza a tener especial relevancia el

estudio del efecto de las relaciones sociales sobre la salud. En 1994 Verbrugge

y Jette presentan las primeras aportaciones científicas que analizan la

influencia de las relaciones sociales sobre la discapacidad. En la actualidad

existe consenso en que, a nivel individual, las personas con estilos de vida

sanos y buenos niveles de integración social tienen mayor esperanza de vida

y menor incidencia de discapacidad.

Cada vez es mayor el reconocimiento de que un espectro de actividad mayor

puede redundar en significativos beneficios para la salud. Varios autores afirman

que aumenta la longevidad y predice el mantenimiento de la capacidad funcional

(Mendes de Leon, Glass & Berkman, 2003; Otero et al., 2006). Los datos del

estudio realizado en tres países europeos de Zunzunegui, Rodriguez-Laso,

Otero, Pluijm, Nikula, Blumstein, Jylha y Minicuci (2005) corroboran que existe

una percepción generalizada de que la participación en actividades sociales

por parte de los mayores está asociada con un menor riesgo de dependencia

en el futuro y con mayor capacidad funcional para el desarrollo de las ABVD

(actividades básicas de la vida diaria). Los resultados de otros trabajos indican

que la red social muestra efecto protector en el paso de limitaciones funcionales

a discapacidad (Verbrugge & Jette, 1994; Escobar, 2009).

Pero autores como Aranguren (1992) destacan que no siempre es fácil

establecer y conservar las relaciones sociales; aunque los viejos son necesarios

en la comunidad, sus residentes se inclina a no entenderlo así. Para este autor

ser viejo es un estigma, aunque entiende también que los estigmas son retos

que pueden servir para su compensación: como otros colectivos a lo largo de

la historia lucharon por su liberación, en algunos países los viejos, afirma, ya

lo están haciendo.

46
capítulo 1 • revisión de la literatura

Respecto al hecho de que en términos generales las relaciones sociales en

la vejez tiendan a la funcionalidad y se reduzcan en intensidad y cantidad,

Fericgla (2002) considera que se debe en parte a la disminución de contactos

con otros grupos de edad. El mayor peso de la red social de los mayores

españoles se sustenta todavía en los vínculos con los hijos y nietos y la

frecuencia de contactos y satisfacción lograda en las relaciones configura la

fortaleza de la red entre ellos.

La importancia que la red de apoyo informal tiene en el mantenimiento del nivel

de autonomía sugiere tener en cuenta sus características sociodemográficas;

en concreto, los recursos de los miembros de la familia y de la parentela en

las estrategias familiares (Sánchez Vera y Bote Díaz, 2009).

1.3.1.1. La familia

La atención a las personas mayores se ha realizado tradicionalmente en el

contexto familiar. El desarrollo del Estado de Bienestar en España ha sido

tardío en relación a los países del entorno europeo. De hecho nuestro país

se sitúe en los últimos puestos del gasto público social de la UE (Navarro,

2007). España realiza un gasto en protección social inferior al promedio de la

Unión en todos los componentes de la misma, a excepción de la protección

social del desempleo. La vejez es la protección social a la que se destina una

mayor cantidad de recursos en nuestro país. Cabe distinguir, no obstante, que

estos recursos todavía hoy se distribuyen, de forma desequilibrada, siendo

la partida de gastos para prestaciones económicas, muy superior a la de las

prestaciones en las que se incluyen los servicios sociales para mayores.

Viçens Navarro sitúa al estado español como el más insensible de la UE,

a pesar del discurso oficial del país que coloca a la familia en el centro

47
DEPENDENCIA Y ENTORNO RESIDENCIAL Y FAMILIAR DE PERSONAS MAYORES DE 75 AÑOS QUE VIVEN SOLAS

de la sociedad; Este autor pone de manifiesto, que los recursos menos

desarrollados son los dedicados a la familia, categoría que incluye los

servicios de ayuda a domicilio a las personas mayores, las viviendas

asistidas, los centros de día y la vivienda social entre otros. Así al comparar

por ejemplo los servicios de ayuda a domicilio en países europeos, destaca

(Navarro, 2006) que solo un 3% de la población española mayor de 65 años

recibe algún tipo de atención domiciliaria, frente a países como Dinamarca,

Suecia y Finlandia que atienden más de un 20% en este servicio. En todos

los países de la zona euro son las prestaciones para la vejez el capítulo

más destacado del gasto público en protección social. En España en 2007,

el porcentaje del PIB dedicado a gasto en protección social es 21 y 26,2 en

la Unión Europea (INE, 2009).

Un importante cambio de la estructura familiar es la mayor presencia de

mayores en la familia, de manera que hoy prácticamente la mitad de los

niños españoles vienen al mundo en vida de algún bisabuelo (Pérez Díaz,

2006); esta tendencia a la verticalización de la estructura familiar permite

la coexistencia en el tiempo de un mayor número de generaciones. Este

hecho constituye retos y oportunidades: las familias tienen que cuidar a

los mayores cuando éstos no pueden valerse por sí mismos; pero hasta

ese momento son una importante ayuda dentro de las mismas. La familia,

en su constitución cambiante y en su papel diversificado a lo largo del

tiempo y las distintas estructuras y relaciones sociales culturales, sigue

cumpliendo una importante función en los cuidados.

Hasta ahora, mientras que en los países del norte de Europa se considera

que el Estado debe responder del cuidado, los del sur entienden el cuidado

como una responsabilidad familiar (Eguren, 2001). Casi siempre partiendo,

48
capítulo 1 • revisión de la literatura

además, de una idea fija, ahistórica y asocial del modelo de familia; muy

centralmente en lo que se refiere a la posición de la mujer y a los distintos

roles que juega en su interior (de ser definida sólo como hija, madre, madre

de la madre o esposa), aparece como persona e individuo social autónomo.

Este papel cambiante de la familia, da lugar a otro escenario emergente en

el que la generación de mayores más joven, se constituye como el apoyo

del bienestar familiar, tanto de los muy mayores como de los más jóvenes

(Pérez Díaz, 2006).

Antes de la aprobación de la Ley de la Dependencia, los autores que como

Garzón (1998) analizan los cambios en las familias, concluyen que disponen

de pocos recursos para la solidaridad y que solicitan políticas sociales para

liberarse de sus obligaciones. La familia se aleja de los valores tradicionales

y se mueve cada vez menos en el ámbito del contacto directo entre sus

miembros. Aunque todavía no es posible conocer los cambios que la total

implementación de la Ley de la Dependencia producirá sobre la familia,

hoy lo que se evidencia es una familia que se aleja voluntariamente de

los valores tradicionales (valores que, además, ya eran diferenciados y

cambiantes, aunque no reconocidos y unificados en un modelo concreto).

De igual forma destaca Fericgla (2002), que a pesar de que la estructura

familiar constituye el principal referente en la cultura de la ancianidad, existe

un desajuste entre la disponibilidad de sus miembros, especialmente los más

jóvenes y lo que los ancianos esperan de ellos.

El trabajo de Eguren (2001), analiza la relación entre los servicios que presta

la familia a sus miembros y los que presta el Estado a la familia. Para la autora

49
DEPENDENCIA Y ENTORNO RESIDENCIAL Y FAMILIAR DE PERSONAS MAYORES DE 75 AÑOS QUE VIVEN SOLAS

la familia es reflejo de estructuras sociales más amplias, y debe ser entendida

en constante interacción con los fenómenos demográficos, culturales, políticos,

jurídicos y económicos.

A pesar de que persisten numerosas familias que conviven con sus mayores, se

está produciendo un cambio social en el que la persona mayor manifiesta que

prefiere continuar viviendo en su hogar: aging in place (Rojo Pérez, Fernández-

Mayoralas, Pozo y Rojo, 2002; Arriola y Beloki, 2005; Berjano, 2005). Los

ancianos prefieren vivir en su propia casa, separada, pero cercana de la de

otros miembros de la familia: este modelo de no convivencia de anciano y

familia bajo el mismo techo no alude a desarraigo entre generaciones, incluso

puede haber unión estrecha (Rosenmayr & Koekeis, 1963:108), en realidad,

denomina una “intimidad a distancia”.

Pero también, parece que nunca fue tan fácil quedarse a vivir solo, sin elegirlo,

especialmente en la ciudad, más pensada para el adulto, preferiblemente varón,

sin discapacidades, con trabajo, renta adecuada y automóvil particular; perfil

de ciudad en la que los ancianos pierden su espacio. En la ciudad aumentan los

servicios pero disminuyen las personas que nos pueden acompañar (Medina

y Cembranos, 1996).

Bengtson y Roberts (1991) en su teoría de las relaciones de solidaridad entre

hijos y padres mayores, aluden a diferentes modelos de solidaridad para las

distintas relaciones que se establecen; denominan solidaridad funcional a

la prestación de ayuda y cuidados. Según las funciones que los cuidadores

desempeñan, Pinazo (2006) diferencia entre apoyo emocional, apoyo

instrumental y apoyo informacional.

50
capítulo 1 • revisión de la literatura

El envejecimiento tiene efecto no solo sobre la persona en si misma si también

sobre la sociedad en general y sobre la red sociofamiliar en particular. Vivir

solo es uno de los motivos por los que la persona mayor se apoya en su

red sociofamiliar (Billing & Leichsenring, 2005). Parece pues evidente que

se necesitan medidas dirigidas a las actuales familias y cuidadores de estas

personas mayores que aseguren la continuidad de los cuidados y faciliten su

integración en la sociedad mediante la creación de espacios amigables (Marin

& Zaidi, 2007).

Un factor que ha producido importantes cambios en la familia es la inmigración

y el auge del servicio doméstico, que ha multiplicado casi por cinco respecto

al censo anterior los hogares formados por una familia y alguna persona no

emparentada (INE, 2001).

Pero no todas las familias son iguales, por ejemplo para De Miguel (1998:416)

las de clase baja son más ayudadoras que las de clases altas. Este hecho

puede deberse, según este autor a: a) las familias pobres tienen más

situaciones de precariedad entre sus miembros; b) son más extensas y

tienen más miembros en posibles situaciones de precariedad c) las familias

de clases más bajas son más generosas; d) es posible también que sean

más pobres precisamente porque son más altruistas. Probablemente esta

clasificación obedece a una tipología de familia cada vez menos frecuente en

nuestra sociedad urbana (de hecho este autor hace referencia a un periodo

con proceso de migración de familia, de campo a cuidad, hoy más bien, la

precariedad tiende a incrementar la fragmentación social).

Respecto a la organización interna para ayudar en la realización de las

actividades de la vida diaria, el mantenimiento del equilibrio depende de

51
DEPENDENCIA Y ENTORNO RESIDENCIAL Y FAMILIAR DE PERSONAS MAYORES DE 75 AÑOS QUE VIVEN SOLAS

las actitudes de los familiares frente al envejecimiento y la dependencia.

Las finalidades individuales pueden verse modificadas por las familiares

cuando alguno de sus miembros envejece o es dependiente. A menudo la

intervención relacionada con la situación de dependencia pone de manifiesto

que la solución establecida es inadecuada para la persona mayor y familia

(Pérez Salanova y Yanguas, 1998).

1.3.1.2. Las nuevas relaciones de los hijos con los padres mayores

En el estudio europeo, SHARE, Börsch-Supan, Hank y Jürges (2005), destacan

que un entorno familiar sano se relaciona con la posibilidad de que las personas

mayores se mantengan más tiempo en forma, tanto física como mental.

En general el grado de vinculación de las personas mayores con los hijos suele

ser muy estrecho; para ellos los hijos representan un importante soporte

emocional y sus potenciales cuidadores, si bien reivindican su autonomía

como valor en sus vidas (López Doblas, 2005; Prieto Sancho, Etxeberria

Arritxabal, Galdona Erquizia, Urdaneta Artola y Yanguas Lezaun, 2009).

En ese sentido podría esperarse que la relación de los hijos con sus padres

mayores venga determinada en parte por las políticas de bienestar existentes;

esa actitud de los españoles hacia el Estado del Bienestar, ha sido estudiado

por varios autores (Arriba, Calzada y del Pino, 2006; Castejón Villarejo,

Esparza, Catalán y Abellán García, 2007) que destacan que los ciudadanos

siguen respaldando el Estado de Bienestar y que son mayoritariamente

contrarios a su reducción. Con independencia del nivel educativo, del sexo y

de la clase social, defienden un modelo en el que el Estado tenga un papel

principal en la provisión de bienestar, sin descartar por ello el papel de la

familia.

52
capítulo 1 • revisión de la literatura

Veamos una primera aproximación general al tema según las aportaciones

de algunos estudios. Siguiendo mi propósito y el método anunciado, de

hecho, a partir de los resultados comparados de esos estudios he elaborado

mis hipótesis de partida:

a) Respecto a la responsabilidad de los hijos de cuidar a sus padres, asistimos

a una amplia gama de actitudes. En general parece que los hijos, si no

se sienten capaces de cuidar, tienen sentimiento de culpa y perciben

que responsabilizándose de los cuidados ganan aceptación social (Abellán

García y Puga González, 1999).

b) Las diferencias de género se evidencian en la forma de cuidar a los

familiares mayores. Con el mismo vínculo familiar la mujer se siente más

responsable que el hombre (Bazo y Dominguez-Alcon, 1996), y el hombre,

cuando tiene que cuidar, tiende a delegar y utiliza más recursos (Bover,

2004). Esto, que en principio parece incluso intuitivamente plausible si

lo contextualizamos en las construcciones sociales de los géneros y sus

relaciones intrafamiliares, particularmente los vigentes en la España

actual, se verán confirmados en gran medida en mi investigación.

c) Cuando se plantea la convivencia intergeneracional, las diferencias

formativas entre las generaciones actuales de personas mayores y

las más jóvenes, puede dificultar los espacios comunes y potenciar su

aislamiento.

Ante la convivencia suelen temerse los conflictos; sin embargo los problemas

no siempre son iniciados por los mayores. Wilson (1996) destaca que la

familia, a menudo, limita la libertad de los mayores, los hijos son muy

53
DEPENDENCIA Y ENTORNO RESIDENCIAL Y FAMILIAR DE PERSONAS MAYORES DE 75 AÑOS QUE VIVEN SOLAS

controladores, opuestos al cambio y tienden a desaprobar actividades que

puedan entrañar riesgo. Pero a pesar de las presiones sociales y económicas

que dominan la vida familiar, en Europa la solidaridad intergeneracional entre

familias es resistente (Walter, 2005).

España y el resto de los países mediterráneos se encuentran en una fase

en la que aún se mantienen fuertes lazos de reciprocidad, como en pocas

partes del mundo. Las demandas de los ancianos son cubiertas por los

descendientes, tal actitud es interpretada en el seno de la familia y de la

sociedad como una obligación preferentemente de las hijas. El discurso moral

de la familia extensa, en cierta medida, continua funcionando (Bestard, 1999)

y ese discurso, precisamente, sitúa la mujer en el centro del mantenimiento

de la propia familia de procreación, pero también en la precedente. En el

mismo sentido, para Iglesias De Ussel (1996:46) la familia es en España el

verdadero Ministerio de Asuntos sociales; la familia ayuda en la enfermedad,

la crianza de los hijos, el cuidado de los ancianos y apoya en las situaciones

problemáticas; incluso suministran apoyo y cuidados a los familiares internados

en instituciones sanitarias.

Gil Calvo (2003) habla de la triple jornada para destacar la situación de

aquellas mujeres que, además de ejercer la tarea de cuidar y de dedicarse a

su vida privada, desempeñan en el mercado laboral profesiones relacionadas

con el cuidado de ancianos. La generación intermedia debe repartir el tiempo

de dedicación a los hijos y a los padres, dándose la paradoja de que la familia

cuidadora que retrasa la maternidad (double income, no kids) o paga servicios

de cuidado a sus hijos para poder competir en el mundo laboral, le cuesta

aceptar que personas externas a la familia cuiden a los mayores.

54
capítulo 1 • revisión de la literatura

Estas circunstancias pueden poner en riesgo la solidaridad; cuando se

convierte en obligación sin ayuda ni apoyos, las familias, y especialmente

las mujeres hipotecan una parte de sus vidas para realizar el cuidado de

los mayores. Esta situación novedosa para mayores y familia es vista como

un problema de imposible solución con los supuestos lastres económicos,

sanitarios y familiares (Arenas, 2001).

Otro elemento destacado en el seno de la familia es el cambio de su estructura,

de la jerarquía de valores y de la edad media de abandono del hogar por parte

de los hijos; de hecho, la dedicación a los hijos, de la generación intermedia,

hasta edades adultas termina por desdibujar, cuando no relegar, la dedicación

a los padres mayores. Más aún, cuando coinciden en demandar atención

abuelos y nietos, parece que se tiende a anteponer las necesidades de los

hijos a las de los padres mayores.

La pérdida de reconocimiento social de las personas mayores y la aparición

de dependencias introduce cuando se plantea la necesidad de convivencia, la

opción de la rotación entre los hogares de sus hijos, que puede desencadenar

en un desesperado reparto del anciano (Sanchez Beiza y Sanchez del Corral,

2000; Pérez Ortiz, 2004). Esta rotación, que ha dado lugar al término abuelo

golondrina, supone un constante esfuerzo de ajuste y adaptación y requiere

de acuerdos entre hermanos que no siempre se producen: nacen aquí

discusiones importantes (sobre las que la psicología justificativa tiene mucho

que aportarnos, sobre todo aquello que es considerado justo y aquello que no

lo es) (Pinazo, 2005).

Sobre la percepción que las personas mayores que viven solas tienen de esa

rotación, López Doblas (2005) constata que los mayores valoran positivamente

55
DEPENDENCIA Y ENTORNO RESIDENCIAL Y FAMILIAR DE PERSONAS MAYORES DE 75 AÑOS QUE VIVEN SOLAS

periodos de convivencia en familia, no así la división del año en tantas partes

como responsables-descendientes tengan. El reparto prefijado, de hecho,

alimenta la idea del estorbo.

En la familia, además, han acontecido cambios estructurales que hacen más

difícil cumplir con su papel socializador: menor número y mayor movilidad

geográfica de sus miembros, incorporación de la mujer al mundo del trabajo;

lenta y selectiva incorporación del hombre a la tarea de cuidar, cambios en el

tipo de vivienda y debilitamiento de los valores familiares. El perfil de la familia

también cambia. Con el aumento de la esperanza de vida, es posible que

veamos cada vez con más frecuencia dos generaciones de la misma familia

que pertenecen a la franja geriátrica (algunos mayores cuidan a sus longevos

padres); según revelan datos como los de la encuesta sociodemográfica de

1991, aproximadamente “unas 539.000 personas con 60 años y más, tienen

aún padres vivos” (Sánchez Vera, 2000:58).

Hay también una proporción de mayores que no tienen familia, no tienen

relación con ella o no reside cerca. Adelantado, Segura, De Andrés, Feliu y

Martínez (2004:275) destacan en su estudio sobre mayores de 85 años en

Sabadell, que según el padrón municipal de julio de ese año, “las personas

mayores de esa edad que vivían solos en ese municipio, un 13.6% no tienen

familiares cercanos a su domicilio”.

Es preciso asumir que población con estas características no está exenta de

presentar problemas y no disponer de ayuda en aspectos fundamentales,

como alimentación, higiene y mantenimiento del hogar (Vázquez-Sánchez,

Gastelu-Cantero y Casals-Sánchez, 2008).

56
capítulo 1 • revisión de la literatura

1.3.1.3. El cuidador informal

Los cambios que se producen durante el envejecimiento y la necesidad de

adaptarse a los mismos promueven que, aun en ausencia de dependencia,

la familia ejerza cierta vigilancia sobre sus familiares mayores; sin duda este

es un determinante muy claro en la conformación de la figura del cuidador.

El domicilio como ámbito del cuidado informal adquiere nuevas formas

en la relación entre personas mayores y su familia, aún (o con diferentes

interacciones) cuando no existe la convivencia.

Por lo que respecta a la dificultad para realizar la tarea de cuidar, las políticas

de apoyo público hacia los dependientes se basan fundamentalmente en la

generosidad del modelo de cuidados mediterráneo, con limitados recursos;

este hecho puede deberse, según algunos autores a desconocimiento de la

realidad de los hogares donde viven los mayores o, la dificultad de instrumentar

medidas operativas adaptadas a cada situación y a cada tipo de hogar y

familia (Puyol Antolín y Abellán García, 2006).

El Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales propone la implantación de

nuevas medidas en el ámbito de la legislación laboral para la prestación de

cuidados a las personas dependientes siguiendo la línea iniciada por la ley

39/1999 de 5 de noviembre para promover la conciliación familiar y laboral

de las personas trabajadoras1; aunque como recoge la Sociedad Española

de Geriatría y Gerontología (2000) en su informe al Defensor del Pueblo, se

debería tener en cuenta que priorizar servicios de atención a los mayores

1. La LEY 39/1999, de 5 de noviembre, para promover la conciliación de la vida familiar y


laboral de las personas trabajadoras (BOE nº 266 de 6 de noviembre de 1999), amplía el
derecho a la reducción de jornada y excedencia a los trabajadores que tengan que ocuparse
de personas mayores y enfermas, en línea con los cambios demográficos y el envejecimiento
de la población. Se establece la aplicación de la reducción de la jornada o excedencia para
atender al cuidado de familiares que por razón de edad, accidente o enfermedad no puedan
valerse por sí mismos y no desempeñen actividad retribuida, configurándose este derecho
como individual de los trabajadores.

57
DEPENDENCIA Y ENTORNO RESIDENCIAL Y FAMILIAR DE PERSONAS MAYORES DE 75 AÑOS QUE VIVEN SOLAS

no debe de excluir otras formas de ayuda a las familias como permisos

retribuidos por enfermedad grave, acudir a visitas o consultas y excedencia

para el cuidado (de forma similar a la existente para atender a los niños).

La implementación de La Ley de Promoción de Autonomía Personal y

Atención a la Dependencia amplía la oferta de medidas en esa línea, sin

que esto implique dejar de lado la necesidad de profundizar en la idea de

complementariedad entre los servicios públicos y privados.

Cuando en el cuidado el factor de género se cruza con el factor de clase,

se intensifica la llamada doble biografía de la mujer española: por una

parte, la mujer tradicional, que no trabaja fuera del hogar, con recursos

económicos y formativos escasos y un papel de doble cuidadora (del hogar

y de la familia) y, por otra parte y cada vez más, la mujer profesional, con

más recursos y menos tiempo de atención al hogar. Para Martin (1996), las

relaciones familiares, sobre todo las de filiación, dividen su compromiso

entre modernidad (individualismo y preservación de la libertad) y tradición

(incondicionalidad y obligación). Evidencia este aspecto la tendencia

decreciente de la preferencia de las personas mayores por los cuidados

familiares (IMSERSO, 2010).

Estos cambios en la familia podrían cuestionar en muchos casos los

mensajes de los últimos años respecto a que las personas mayores están

mejor en su entorno familiar y comunitario. Pero la realidad es que la

familia continúa siendo el proveedor fundamental de cuidados a nuestros

mayores (IMSERSO, 2009); muy por encima del que aportan los servicios

sociales (Rodríguez, 2006), cuyas prestaciones y funcionamiento pivotan

58
capítulo 1 • revisión de la literatura

en la mayoría de los casos sobre la disponibilidad de la familia, y su diseño

responde a intereses de que así siga siendo.

1.3.2. El género

El género marca diferencias especialmente en relación a la condición de

viudedad: los hombres mayores sienten el impacto de la pérdida de la

pareja en mayor medida que las mujeres, (Lin & Ensel, 1989; Peters &

Liefbroer, 1997; Ducharme & Corin, 2000).

La dependencia que los hombres de este colectivo tienen con respecto a

las mujeres para algunas actividades básicas de la vida diaria, se hace más

visible cuando desaparece el cónyuge. Thierry (1999:181) denomina “shock

de la viudedad o teoría del corazón roto” a ese estado de vulnerabilidad de

los viudos que se relaciona incluso con un aumento de la mortalidad.

Pérez Díaz (2003), destaca la repercusión del tradicional reparto de

roles; considera este autor que no proporciona a los hombres mayores

autosuficiencia en las tareas de la casa, debiendo ser atendidos o abandonar

sin desearlo su vivienda al perder la pareja. En ese sentido, hay estudios

que destacan que tener que hacer frente a esos nuevos roles tiene una

repercusión más estresante sobre las personas que enviudan que la propia

pérdida del ser querido (Pearlin, 1989).

En su nuevo marco residencial la forma en que el hombre (al perder la

pareja) asume las tareas que anteriormente fueron realizadas por su mujer,

marcará la estabilidad que pueda encontrar (Shahar, Schultz, Shahar, & Wing,

59
DEPENDENCIA Y ENTORNO RESIDENCIAL Y FAMILIAR DE PERSONAS MAYORES DE 75 AÑOS QUE VIVEN SOLAS

2001; Laínez, 2002). Su pobre experiencia en la realización de las tareas de

la casa, con frecuencia le hacen pedir ayuda para conservar su autonomía

residencial. La ayuda puede que exista a pesar de no compartir el domicilio,

esto le permite continuar en el hogar propio en lugar de trasladarse al de los

hijos (López Doblas, 2005).

Respecto al comportamiento al enviudar parece que las mujeres forman

nueva pareja en menos casos que los hombres; prefieren vivir solas,

retrasando ir a vivir con hijos u otras familiares a partir de los 80 años

(Pérez Ortiz, 2004). Para las mujeres mayores “optar por otro hombre, en

el fondo, sigue representando una especie de traición al difunto” (López

Doblas, 2005:137).

Los cambios en relación a la pareja repercuten en la configuración de la red

social. Así, entre las personas mayores, son las que tienen pareja estable

las que muestran más amplia red social; los mayores viudos compensan la

pérdida conyugal con una mayor presencia de las relaciones con los hijos

y nietos. Entre los separados y divorciados se ven reducidos los vínculos

establecidos con hijos y nietos. Aunque la conservación de la pareja no está

exenta de riesgo de aislamiento, las parejas mayores a menudo se encierran

en su casa más aun que los individuos viudos o solteros y el apego que

tienen el uno por el otro los puede llevar a hacer el vacío a su alrededor

(IMSERSO, 2006).

La viudedad está reconocida como un momento clave en la biografía de las

personas, que representa el final de un proyecto de vida en común y la ruptura

de una forma de vida; en edades avanzadas afecta de forma particular al

equilibrio residencial y sus consecuencias, para muchas personas significa

60
capítulo 1 • revisión de la literatura

una transición hacia la vida en solitario (Cea D’Ancona y Valles Martínez,

1992).

Con el aumento de la edad, hay una mayor proporción de mujeres viudas

por dos causas fundamentales: la mayor esperanza de vida de las mujeres o

mayor mortalidad masculina, y la diferencia de edad en el matrimonio, algo

muy característico de nuestra sociedad. Esto se evidencia en que mientras

que cuatro de cada cinco varones mayores está casado (79,9%), una de

cada dos mujeres está viuda (44,5%). La viudedad entre las mujeres suele

tener consecuencias económicas importantes para ellas mismas, la sociedad

y los sistemas de Seguridad Social, principalmente por el declive en sus

condiciones materiales de vida (IMSERSO, 2009).

Parece poder afirmarse que el hecho de vivir con otra persona aporta a la

persona mayor seguridad y confianza; en la relación se produce la ayuda

mutua (Sánchez Vera, 2000). Ese motivo justifica la situación que se crea

tras perder a la pareja que en muchos casos supone el cambio residencial

(López Doblas, 2005). A pesar de ello en toda Europa tiende a aumentar el

porcentaje de las persona mayores que viven solas y a disminuir las que

viven en el domicilio de sus hijos (Bazo y García, 2005). Ambos hechos son

más posibles si aumentan los servicios públicos dirigidos a promover la

autonomía y atender a los dependientes, de no ser así, entra en conflicto

los derechos de la persona dependiente con el de las personas cuidadoras

(Bazo y Domínguez-Alcón, 1996).

En resumen la permanencia en el hogar representa la opción más deseada

por las personas mayores y sus familiares y es apoyada por las instituciones.

Los casos en los que los mayores accederían al cambio residencial con los

61
DEPENDENCIA Y ENTORNO RESIDENCIAL Y FAMILIAR DE PERSONAS MAYORES DE 75 AÑOS QUE VIVEN SOLAS

hijos, manifiestan preferencia por los que se encuentran solteros en mayor

medida que por quienes están casados, especialmente si es una hija (Iglesias

de Ussel, 2001).

La proximidad residencial de los hijos (preferentemente hija) sirve de apoyo

en muchos casos, como los derivados de los cambios de humor surgidos de la

soledad o de problemas de salud, además de transmitir la percepción de que

no es necesario compartir vivienda para que los mayores se sientan apoyados

(Attias-Donfut & Segalen, 2002).

Aunque en ausencia o lejanía de la familia, se encarga a los vecinos la vigilancia

de posibles emergencias y apoyo emocional y material como comprar, preparar

la comida, limpiar la casa o acompañar al médico (López Doblas, 2005), esta

situación es más bien puntual. La no disponibilidad de la familia mantenida

en el tiempo crea dificultades para satisfacer las necesidades básicas o son

atendidas menos adecuadamente (Casas, González, Senders, Aymerich,

Domingo y Del Valle, 2001).

1.3.3. Espacio residencial

La mayor parte de la población española espera seguir viviendo en la casa en la

que ha vivido; su integración en otros hogares puede deberse a estrategia de

reagrupamiento familiar o situación de dependencia (Arriola y Beloki, 2005).

La importancia del hogar como el principal contexto para la socialización, el

ocio y el cuidado, es aún mayor en los colectivos con limitaciones funcionales.

En el hogar es fundamental el derecho de las personas con discapacidad a

participar plenamente en la sociedad (Wahl & Gitlin, 2003; Pengelly, 2006).

62
capítulo 1 • revisión de la literatura

Newman (2003), en su estudio sobre las condiciones de vida de los ancianos

estadounidenses, destaca que la vivienda y su entorno inciden sobre la

viabilidad y coste de los servicios de atención domiciliaria, dado que sus

condiciones se relacionan con los riesgos para sus residentes; al mismo

tiempo, considera que la disponibilidad y accesibilidad de los recursos pueden

tener importantes consecuencias sobre la salud.

La existencia de servicios de apoyo para personas mayores en la comunidad

se relaciona con disminución de las hospitalizaciones y mejoras en el estado

de salud. Pero para su mejor aprovechamiento se necesita de la perspectiva

comunitaria en la gestión y la prestación de los servicios; en ese sentido

se destaca que de la divulgación y el marketing son dos tareas importantes

para el conocimiento de la disposición los servicios (Ivery, Akstein-Kahan &

Murphy, 2010).

Los entornos del envejecimiento es una de las líneas prioritaria de investigación

en Europa en los próximos años; en ella se incluyen las investigaciones

dirigidas a evitar la discriminación o situaciones de violencia con los mayores

en su entorno. Se destaca la importancia de la características de la vivienda

y su entorno como instrumentos de calidad de vida (Rodríguez Rodríguez,

2011).

1.3.3.1. La vivienda

La vivienda constituye uno de los marcos en los que se proyectan todos los

cambios que van experimentando las personas al tiempo que envejecen; por

este motivo las casas cuya estructura, condiciones y recursos hayan sido

poco o nada pensados para ese colectivo, dificultan la permanencia en él.

63
DEPENDENCIA Y ENTORNO RESIDENCIAL Y FAMILIAR DE PERSONAS MAYORES DE 75 AÑOS QUE VIVEN SOLAS

Para las personas mayores el hogar se presenta como, el lugar donde mejor

se pueden manejar, ya que dispone del orden que ellos han creado; por

ello se manifiestan reticentes a abandonarlo. Los espacios desconocidos

agreden, por la cantidad de información nueva que pueden contener, o por

las nuevas aptitudes que demandan (Prieto Sancho et al., 2009).

Existen múltiples investigaciones que demuestran que mantener a las

personas mayores residiendo en su propio hogar, adecuando los espacios

de vivienda y entorno, mejora su calidad de vida y su autonomía; se

producen estas mejoras de forma destacada en aquellas personas que

tienen limitaciones funcionales. Además tal es la recomendación más

frecuente de todo tipo de entidades públicas (Farquhar, 1995; Pinto, De

Medici, Van Sant, Bianchi, Zlotnicki, & Napoli, 2000; Casas et al 2001;

Castellón Sánchez del Pino, 2003; Poveda, Belda, Barberà, Cort, Prat,

Matey, Soler y Dejoz, 2005; Rioux, 2005; IMSERSO, 2006).

La permanencia en su domicilio evidencia la necesidad de incrementar las

prestaciones y servicios para la realización de sus actividades de la vida

diaria. Buena parte de esos servicios en la actualidad se desarrollan en el

seno de la Ley 39/2006 de Promoción de la Autonomía Personal y Atención

a Personas en situación de Dependencia.

La importancia de los aspectos concretos de la adaptación de la vivienda han

sido analizada por Alonso López (2007), que considera que son necesarias tres

tipos de intervenciones: a) la supresión de barreras en accesos y elementos

comunes (escaleras, pasillos, ascensor); b) la adaptación en el interior de la

vivienda; c) la provisión de ayudas técnicas destinadas a facilitar o habilitar

la realización de actividades de la vida diaria en el hogar.

64
capítulo 1 • revisión de la literatura

Pero no siempre el domicilio o el entorno reúnen las mínimas condiciones

necesarias para vivir dignamente, bien sea por el estado de la vivienda,

por la existencia de barreras arquitectónicas o por escasa dotación de

servicios básicos. De hecho es frecuente la situación en la que la vivienda

envejece con su propietario; como señalan otros autores vivir en soledad

y ser mayor se relaciona con más carencias en el equipamiento (Arriola y

Beloki, 2005).

Según los datos del informe 2008 sobre las condiciones de vida de las

personas mayores, el 8,5% no dispone de teléfono fijo, cifra aún mayor

entre los que viven solos (11,8%); el 61,2% no tiene teléfono móvil; entre

los que viven solos la cifra alcanza el 69,7%; el 49,9% no tiene calefacción

en toda la casa; dato que alcanza el 54,8% en las casas unifamiliares de

las personas mayores. Respecto a la accesibilidad, uno de cada 5 mayores

reside en edificios sin ascensor; de ellos, más de la mitad tiene escaleras

para llegar a su vivienda.

Situaciones aun peores se ponían de manifiesto en el estudio previo de

Adelantado et al., (2004), en el que casi un 40% de las viviendas de las

personas mayores de 85 años tienen acceso difícil.

Alonso López (2007) en su estudio de viviendas en tres comunidades

autónomas, destaca que de los hogares que cuentan con una persona

mayor de 65 años, el 78,76% no es accesible2 y, en el caso de las mujeres

mayores que viven solas, la inaccesibilidad supera el 80%. Este autor, pone

de manifiesto que conseguir unos niveles aceptables de adaptación interior

2. Según el Censo, un edificio es accesible cuando una persona en silla de ruedas puede
acceder desde la calle hasta dentro de cada una de sus viviendas sin ayuda de otra persona.

65
DEPENDENCIA Y ENTORNO RESIDENCIAL Y FAMILIAR DE PERSONAS MAYORES DE 75 AÑOS QUE VIVEN SOLAS

de la vivienda es factible en un elevado porcentaje de casos. En cambio, la

posibilidad de entrar y salir de las viviendas con ayuda es muy problemático.

Pero la instalación de ascensor que facilitaría esta tarea, no es factible en una

elevada proporción de viviendas habitadas por mayores.

Tradicionalmente las personas mayores han tendido a considerar un gasto

y no una inversión estrictamente necesaria el dinero empleado para la

adaptación de las viviendas. A pesar de que existe en la literatura evidencia

del efecto de no intervenir sobre la calidad y accesibilidad de las viviendas;

el coste puede ser considerablemente superior en la medida que adelanta

la institucionalización, incrementa la demanda de asistencia y aumenta la

probabilidad de caídas de las personas mayores (Lansley, McCready & Tinker,

2004; Gerson, Camargo & Wilber, 2005).

En el mismo sentido, también se destaca la frecuencia con la que el alta de un

hospital, independientemente del motivo de ingreso, incrementa la fragilidad

de la persona mayor; en estos casos la dificultad para volver a vivir en su

domicilio está fuertemente asociada con la inadaptación de la vivienda (De

Pedro, Gallo, Zaforteza, Bover y Galmes, 2001).

La casa suele ser el principal recurso que las personas mayores tienen y

encierra muchos significados, especialmente en España, donde la movilidad

residencial a lo largo del curso de vida es más baja que en otros países

europeos (Puga, Abellán García y Sancho, 2006; Puyol Antolín y Abellán

García, 2006).

Desde el ámbito de la salud se pone de manifiesto (y es motivo de análisis) la

dificultad de permanencia del mayor en el domicilio cuando aumenta alguno de

66
capítulo 1 • revisión de la literatura

sus deterioros. Adquiere especial relevancia la realización de la valoración de

las características de la vivienda y su entorno inmediato; y debe ser tenido en

cuenta que las personas mayores tienden a sobrevalorar el entorno conocido

de su barrio (Pérez Ortiz, 2004).

Otro aspecto que enfatiza la importancia de la vivienda es el hecho de que

muchos de los procesos relacionados con la dependencia y la incapacidad, se

viven fuera del ámbito institucional (son acogidos por la familia en la vivienda)

(Astrain, Jusué, Celaya y Gaminde, 1999). En el sistema actual, todavía en

muchos casos, al cesar la patología, si desde el punto de vista médico se

considera que su estancia en el hospital ya no implica mejorías considerables,

el paciente debe ser dado de alta independientemente de su situación de

autonomía.

A las personas mayores, especialmente a las que viven solas, las preocupan

los problemas que puedan aparecer en el ámbito del domicilio sin tener alguien

cerca; de igual forma temen ser víctimas de algún delito en el domicilio.

Así, algunos reducen el miedo aumentando medidas de seguridad. En

algunos casos preocupaciones de este tipo significan el final de la etapa de

vivir solo (López Doblas, 2005).

Los servicios de atención a domicilio son presentados como una alternativa

para facilitar la permanencia en el domicilio. La aceptación de los recursos

por parte de los usuarios mayores se relaciona con estar involucrado en las

decisiones sobre dichos servicios; pero frente a su utilización a menudo los

mayores afectados manifiestan rechazo por que sienten que se debilita su

sentido de independencia (Haak, Fänge, Iwarsson & Dahlin, 2007).

67
DEPENDENCIA Y ENTORNO RESIDENCIAL Y FAMILIAR DE PERSONAS MAYORES DE 75 AÑOS QUE VIVEN SOLAS

La experiencia de ser cuidado en el domicilio ha sido estudiada por Angus,

Kontos, Dyck, McKeever y Poland (2005) que destacan la importancia de

que los usuarios participen en la atención para minimizar la interrupción

de las prácticas existentes en el hogar.

Respecto a la causa que desencadena que los mayores abandonen sus

hogares para vivir en residencia, piso tutelado o domicilio, cabe destacar

que a menudo no responde a los intereses de la persona mayor y su

familia, sino a motivos indirectos (relacionados con la vivienda y su

entorno). Evaluar periódicamente la capacidad de la persona mayor, así

como conocer la existencia, disponibilidad, coste y accesibilidad de los

recursos sociosanitarios, facilita la decisión sobre su situación.

1.3.3.2. El entorno de la vivienda

El entorno de la vivienda tiene capacidad para articular las relaciones

de intercambio de los hogares con el exterior. Carp (1976) recoge que

las definiciones que podemos encontrar sobre personas mayores tienen

en común el hecho de reconocer un progresivo deterioro que hace que

se encuentren más afectadas por su entorno que los más jóvenes. En

consecuencia, los entornos deberían apoyarles para compensar estas

pérdidas.

Las personas mayores valoran satisfactoriamente, según Casas et al.

(2001), entornos adecuados y seguros y destacan la importancia de que el

contexto ambiental sea para ellos transitable, limpio, bien iluminado, muy

comunicado y con mobiliario urbano utilizable.

68
capítulo 1 • revisión de la literatura

El individuo y la sociedad son componentes inseparables de un sistema,

ya que ninguno de los dos tendría sentido sin el otro. Ninguno de los dos

términos puede ser entendido aisladamente sino como un ecosistema que

comprende tanto el organismo como su entorno (Monreal Bosch, del Valle

Gómez y Serda Ferrer, 2009).

En términos generales la accesibilidad en el entorno de la vivienda juega un

papel importante en los estilos de vida de los mayores que permanecen en

el domicilio. Si bien es más evidente en las personas afectas de limitación

funcional y sus cuidadores que suplen la inaccesibilidad con esfuerzo

físico.

La configuración de la ciudad es un factor para explicar la soledad. Medina

y Cembranos (1996) consideran que para los ancianos la ciudad no es

abarcable; no lo es para dominarla, comprenderla o establecer relaciones.

En la ciudad se pierde la proximidad; es difícil que tu vecino se interese por

tu madre, o conversar por la calle. Ante esta pérdida de espacio para las

relaciones personales las personas mayores se aíslan en su casa.

Tener en cuenta las características de las personas mayores puede establecer

la diferencia entre autonomía y dependencia. El entorno de la vivienda debe

ofrecer condiciones para que las actividades básicas e instrumentales de

la vida diaria puedan seguir siendo realizadas con normalidad, aunque sea

necesario contar con ciertos apoyos. Diversos trabajos analizan la relación

entre la vivienda y el riesgo de aislamiento (Fericgla, 2002; OMS, 2002; Giró

Miranda, 2006). Todos observan que viviendas seguras, próximas a la familia,

con servicios y trasportes adecuados facilitan la interacción social.

69
DEPENDENCIA Y ENTORNO RESIDENCIAL Y FAMILIAR DE PERSONAS MAYORES DE 75 AÑOS QUE VIVEN SOLAS

Cuando el entorno resulta un medio hostil, existe riesgo de aislamiento.

Con el fin de evitarlo se trabaja en conceptos de ciudad favorecedora

de la integración social, seguras con servicios y equipamientos accesibles

(Tinker, 2000).

La OMS (2008), propone políticas que ha llamado, amistosas, con los

ancianos, que permitan a aquellos que tienen discapacidades puedan

permanecer más tiempo en sus hogares y participar plenamente en la vida

de la comunidad. Una ciudad amigable con la edad enfatiza la autonomía

por encima de la discapacidad. Sus calles deben disponer, por ejemplo, de

suficientes asientos e instalaciones de baño; las rampas para acceder a

edificios deben ser normalizadas, y los semáforos en los cruces peatonales

deben estar sincronizados. Y en términos generales, el diseño de edificios

y viviendas debe estar libre de barreras. San Sebastián es la primera

ciudad española que forma parte de la red age-friendly cities (AFC).

1.3.3.3. Los productos de la vida diaria

En relación a los productos de utilización en la vida diaria, la cada vez

más numerosa presencia de las personas mayores como consumidores,

evidencia que el mercado en general está pensado esencialmente para el

adulto joven. Hasta ahora el mercado que consideraba cliente potencial a

la persona mayor era minoritario y de productos concretos.

Con los actuales cambios demográficos, el hecho de concebir a los mayores

como clientes, sugiere tener en consideración elementos de su cultura,

sus tendencias y hábitos como consumidores. Sánchez Vera (2000), en su

análisis del mayor como consumidor afirma que: a) no es usuario de las

grandes superficies, b) no es comprador compulsivo, c) tiene en cuenta el

70
capítulo 1 • revisión de la literatura

precio, d) utiliza poco la tarjeta de crédito y e) suele ser fiel a las marcas.

Este autor pone de manifiesto el reto que para los fabricantes supone tener

en cuenta en sus productos los cambios inherentes al envejecimiento. Este

proceso, hace del consumidor mayor alguien más exigente como cliente;

por ejemplo por su dificultad para abrir algunos envases, por los problemas

de lectura y comprensión de las etiquetas o por la dificultad para ajustar

los gastos a la capacidad adquisitiva de su pensión.

En el mismo sentido, Poveda, Barberà, Prat y Vera (2009), identifican

que uno de los principales problemas de los consumidores mayores es la

falta de adecuación de los productos a sus necesidades, características y

preferencias; destacan respecto a su criterio de compra las preferencias

por la capacidad de uso, calidad y funcionalidad. La estabilidad económica

de los mayores más jóvenes es otro aspecto destacado por estos autores.

La persona mayor se convierte en consumidor de productos que antes

no estaban a su alcance, pero ahora tiene interés por ellos. En términos

generales los mayores saben valorar la adecuación y calidad de los productos

y servicios que utilizan a la vez que son críticos con un mercado que

consideran debe ser más próximo al cada vez más numeroso y cualificado

consumidor mayor.

Factores tales como que la persona mayor pueda utilizar un producto para

la tarea para la que ha sido diseñado; a la vez que pueda hacerse con

rapidez y facilidad afectan a la vida diaria y actúan como predictores de

situaciones relativas a la autonomía funcional. En el trabajo de Poveda,

Belda, Barberà, Cort, Prat, Matey, Soler y Dejoz (2005), las actividades

de la vida diaria más problemáticas según las personas mayores están

relacionadas con la limpieza por la dificultad para agacharse y la menor

71
DEPENDENCIA Y ENTORNO RESIDENCIAL Y FAMILIAR DE PERSONAS MAYORES DE 75 AÑOS QUE VIVEN SOLAS

fuerza, y vestirse y desvestirse por falta de movilidad en los brazos, fuerza

para calzarse y dificultad para subir el pie.

Un aspecto importante de los productos que utilizan que ha sido destacado en

diferentes estudios es el rechazo existente entre los consumidores mayores

a las etiquetas en general, (Sánchez-Herrero, Sánchez Almagro y Veguilla,

1994; Sánchez Vera, 2000). Para ellos, el etiquetado no parece que cumpla la

función de fuente de información para la que ha sido diseñado. Manifiestan, las

personas mayores que solo tienen en cuenta las etiquetas de los lácteos por la

fecha de caducidad; también ponen de manifiesto que aunque necesitan gafas

no las utilizan para hacer la compra. Un aspecto que supone un problema es

la inclusión en las etiquetas de información en todos los idiomas de los países

en los que va a ser vendido, a costa de que la letra sea demasiado pequeña,

pudiendo ser más visible la marca que el producto. Respecto a sus posibles

mejoras, los mayores aluden a la necesidad de aumentar el tamaño de la letra

y modificar el diseño o los colores para mejorar el contraste y en cuanto al

contenido, proponen eliminar información irrelevante, destacar la información

sobre los peligros, unificar los símbolos para mejorar su compresión y establecer

claramente datos como precio, fecha de caducidad y componentes.

A diferencia de lo que suele acontecer en otros grupos de edad, entre los

mayores prevalece la existencia de un ocio no monetario (Sánchez Vera, 2000).

Realizan más actividades de carácter pasivo y dentro del hogar, como ver tv,

rezar, pensar o meditar y oír radio. Hacer compras y recados es considerado

una importante actividad social (Pérez Ortiz, 2004).

Respecto a las decisiones económicas en esta cohorte de mayores hay que

tener en cuenta que han estado masculinizadas: la mujer, hasta que no es

72
CAPíTULO 1 • REVISIóN DE LA LITERATURA

viuda, no hace frente a la gestión de dinero y en algunos de esos casos se deja

asesorar por sus hijos. La independencia que para la mujer puede suponer la

viudedad viene acompañada de tenerse que reciclar en términos económicos;

con frecuencia en un espacio corto de tiempo sienten la sensación de poder

y libertad respecto al dinero. Las mujeres mayores viudas pierden poder

adquisitivo pero ganan el control del patrimonio (Sánchez Vera, 2000).

Así pues, se puede afirmar que los productos utilizados por los mayores en la

realización de las actividades de la vida diaria, muchas veces se elaboran por

el interés del mercado3 sin tener en cuenta las necesidades del usuario (López

Vicente, Andreu Muñoz, Ramiro Pollo, Poveda Puente, Barberà i guillem, Cort

Bordería, Sánchez Lacuesta y Prat Pastor, 2003). La mayoría de los fabricantes

no tiene en cuenta aspectos ergonómicos en sus diseños que les harían más

competitivos entre el colectivo de mayores. Para hacer frente a los cambios

demográficos deberán crecer los productos que faciliten la vida diaria, teniendo

en cuenta que recordar la edad no es agradable.

1.3.4. Capacidad funcional

El drama del viejo consiste a menudo en que no puede lo

que quiere. Concibe, proyecta y en el momento de ejecutar,

la fatiga corta sus impulsos (De Beauvoir, 1970).

La tendencia de los mayores a orientar sus proyectos en el presente frente

a la incertidumbre y la inseguridad que suscita el mañana, lo denominan

3. Puede reconocerse con facilidad en los comercios la exclusión de la población geriátrica


del target de los fabricantes, que se manifiesta en la dificultad que tienen para encontrar por
ejemplo ropa y calzado.

73
DEPENDENCIA Y ENTORNO RESIDENCIAL Y FAMILIAR DE PERSONAS MAYORES DE 75 AÑOS QUE VIVEN SOLAS

“Vivir en presente continuo” (Prieto Sancho et al., 2009:83). El presente

aparece en los discursos como un momento que no admite comparación

con situaciones anteriores por la irreversibilidad de los cambios acaecidos,

y cuyo referente es un futuro en el que la pérdida de autonomía, consideran

que abandonará a las personas mayores en manos de quienes se ocupen de

ellas. Las expectativas, por lo tanto, pasan por mantenerse como se está,

reivindicando el orgullo de conservar una autonomía para desenvolverse

dentro de las circunstancias vitales de cada persona.

Se entiende por capacidad funcional la habilidad que tiene una persona

para desempeñar actividades habituales para las personas de similar edad y

condición. Este concepto es muy amplio y puede ser utilizado para referirse

a múltiples actividades, sin embargo, en general, el concepto de capacidad

funcional suele referirse a las actividades básicas de la vida diaria (comer,

higiene, vestirse, utilizar el cuarto de baño, continencia y movilidad); éstas

marcan el umbral de la discapacidad más evidente en la práctica clínica

sanitaria; es decir, la falta de independencia para el autocuidado y por lo

tanto, la necesidad de ayuda de otras personas.

El nivel de estudios, como herramienta facilitadora de conductas de

mantenimiento de la salud, aparece relacionado en trabajos como los de

(Clark & Maddox , 1992; Boult, Kane, Louis, Boult, & McCaffrey, 1994;

Shieman & Cambpell, 2001); de igual manera, se ha demostrado que

tiene relación con el conocimiento y utilización de los recursos y servicios

comunitarios, tanto en España como en países como Noruega con Estado

de Bienestar más desarrollados (Suominen-Taipale, Koskinen, Martelin,

Holmen y Johnsen, 2004; Iglesias-Souto, Taboada Ares, Dosil Maceira y

Cuba López, 2008).

74
capítulo 1 • revisión de la literatura

Parece pues poder esperarse, que un mayor nivel de instrucción se

relacione con mejores oportunidades en la vida y mayores ingresos y en

consecuencia, un retraso en la entrada en discapacidad (INE, 2009). En el

estudio de Puyol Antolín y Abellán García (2006) se destaca que el riesgo

de padecer discapacidad aumenta según desciende el nivel educativo: las

tasas entre las personas con estudios superiores se sitúan en el 13,1%,

y las de los que no tienen estudios o son analfabetos alcanzan el 29,8%.

Asistimos en ese sentido a un cambio positivo que se producirá con el

nuevo nivel de estudios de las próximas generaciones de mayores. Los

estudios se consideran un indicador indirecto de posición económica y

social; además la instrucción se relaciona con capacidades y utilización de

recursos (Abellán García, Esparza Catalán y Pérez Díaz, 2011).

Los trabajos que relacionan el nivel de instrucción y la realización de las

actividades de la vida diaria, ponen de manifiesto que las personas mayores

con niveles socioeconómicos bajos tienen más dificultades especialmente si

viven solos. López Doblas (2005), destaca respecto a las característica del

colectivo de mayores actuales, que en nuestro país, el 11% de las mujeres

y el 6% de los hombres mayores que viven solos, son analfabetos; afirma

además, que existe un 37,2% de personas que, aun sabiendo leer y escribir,

carecen de instrucción académica. No es difícil, afirma este autor, imaginar

las limitaciones que estos mayores encuentran en el curso diario de sus

vidas. Estos datos parecen apoyar que el aumento del nivel de instrucción

conlleva conocimiento sobre actividades de promoción de la salud que puede

retrasar la dependencia.

En términos generales es admitido que el envejecimiento es un proceso

en el cual se producen interacciones bidireccionales entre el organismo

75
DEPENDENCIA Y ENTORNO RESIDENCIAL Y FAMILIAR DE PERSONAS MAYORES DE 75 AÑOS QUE VIVEN SOLAS

y su entorno (Baltes & Dixon, 1984; Fletcher, Dickinson & Philp, 1992;

OMS, 2002; Rico 2003; Casas et al., 2001). Así, circunstancias tales como

las dificultades relacionadas con la movilidad son consideradas parte del

proceso de envejecimiento. Las personas mayores se mueven más despacio

y con menos seguridad; y ambas respuestas tiene consecuencias en su

vida diaria (Moreira y Lillo, 2004). No debe por tanto, la capacidad funcional

ser considerada un rasgo absoluto de la persona sino la expresión de esa

interacción.

1.3.4.1. Discapacidad

La actual Clasificación Internacional del Funcionamiento, de la Discapacidad

y de la Salud (CIF), publicada por la OMS en 2001, define la discapacidad

como una limitación de la capacidad humana que hace imposible o dificulta

gravemente la actividad normal de la persona, debe afectarle durante más

de un año y tener su origen en una deficiencia. Entendiendo por actividad el

rendimiento funcional de una persona, las actividades pueden verse limitadas

en su naturaleza, duración y calidad. La deficiencia hace referencia a la

anormalidad en la estructura o función de un órgano o sistema corporal; la

discapacidad es la consecuencia de la deficiencia (CEAPAT-IMSERSO, 2007)

Las personas con discapacidad tienen limitaciones para realizar determinadas

actividades en un contexto social y en un entorno determinado; pero no todas

necesitan ayuda de otra persona para desenvolverse en su vida diaria. Esa

situación, además, puede, o no, producir dependencia. Para, Puga y Abellán,

(2004) discapacidad es la brecha entre las capacidades de la persona y las

demandas del medio; de ahí la importancia de ser tenido en cuenta que

un entorno con estímulos, ayudas protésicas y que conjugue autonomía

76
capítulo 1 • revisión de la literatura

y seguridad, contribuye a que las personas mayores funcionen en niveles

óptimos de ejecución (Pérez Salanova y Yanguas, 1998).

Desde una perspectiva social, el término discapacidad cubre todas las

consecuencias de las limitaciones funcionales, cognitivas o emocionales

para el funcionamiento y la participación del individuo en el medio físico y

social en el que desarrolla su vida (Puga y Abellán, 2004). En cambio, un

enfoque tradicional o médico de la discapacidad entiende ésta en o dentro

del individuo, relegando los factores sociales o del medio. (Alonso López,

2007). Actualmente este enfoque social está ampliamente aceptado. Pero

dado que la discapacidad tiene diversas formas y evoluciona en el tiempo, su

definición está sujeta a dificultades de medición (Verbrugge & Jette, 1994).

Según Bazo (2004) cada vez resulta más relevante conocer la esperanza de

vida libre de discapacidad. En el estudio europeo (CLESA), Minicuci, Noale,

Pluijm, Zunzunegui, Blumstein, Deeg, Bardage, y Jylhä (2004) muestran

niveles de mayor esperanza de vida unidos a una menor esperanza de vida

libre de discapacidad en las personas mayores de países del sur de Europa

(Italia y España) que en las de países del norte (Finlandia, Suecia y Holanda).

En España entre los varones de 65 y más años es de 11 años y de 12 para

las mujeres de la misma edad. En el año 2008 seis de cada diez españoles

discapacitados son personas de 65 años y más, y la media de edad de la

discapacidad se sitúa en los 64,3 años (INE, 2009).

Investigaciones recientes confirman que la discapacidad no es un resultado

inevitable de la edad (Fukukawa, Nakashima, Tsuboi, Naoakira, Ando, Kosugi

& Shimokata, 2004); aunque las limitaciones en las actividades de la vida

77
DEPENDENCIA Y ENTORNO RESIDENCIAL Y FAMILIAR DE PERSONAS MAYORES DE 75 AÑOS QUE VIVEN SOLAS

diaria representan la consecuencia más adversa de los problemas de salud

que típicamente padecen las personas al envejecer.

La idea de discapacidad como un resultado de factores potencialmente

modificables y que, por tanto, pueden ser minimizados nos conduce a

entender la importancia que la vivienda y sus barreras adquieren como causa

del agravamiento de las limitaciones funcionales del individuo. Si al eliminar

las barreras disminuye la discapacidad o sus efectos, resulta evidente la

importancia que tanto el diseño accesible como la adaptación adquieren

para todas aquellas personas que presentan deficiencias discapacitantes

(Mace, 1990; Gitlin, 2006).

1.3.4.2. Autonomía

Autonomía, se define en la Ley 39/2006, de 14 de diciembre, de Promoción de

la Autonomía Personal y Atención a las Personas en Situación de Dependencia,

como “la capacidad de controlar, afrontar y tomar, por propia iniciativa, decisiones

personales acerca de cómo vivir de acuerdo con las normas y preferencias

propias, así como de desarrollar las actividades básicas de la vida diaria”4.

1.3.4.3. Dependencia

Dependencia, según la misma Ley 39/2006 de 14 de diciembre, se define

como “el estado de carácter permanente, en la que se encuentran las

personas que por razones derivadas de la edad, la enfermedad o la

discapacidad y ligadas a la falta o pérdida de autonomía física, mental o

intelectual, precisan ayudas importantes de otra u otras personas para

realizar actividades básicas de la vida diaria o en el caso de las personas

con discapacidad intelectual o enfermedad mental de otros apoyos para

4. BOE 299, de 15/12/2006, artículo 2, pp: 44.144.

78
capítulo 1 • revisión de la literatura

su autonomía personal”5. Esta pérdida de autonomía se puede deber, a

una enfermedad o una discapacidad y puede considerarse el ajuste de

los individuos a las demandas del medio físico y social. Tal como señala

Rodríguez (1998), dependencia y pérdida de autonomía no son términos

intercambiables ya que una persona puede ser independiente para la

realización de las AVD (actividades de la vida diaria) y carecer de autonomía

en la toma de algunas decisiones que vienen impuestas por familiares u

otras personas.

La dependencia en nuestro país, según los datos del INE, (2009) afecta,

sobre todo, a uno de cada cuatro octogenarios (26,7%) y a dos de cada

tres mujeres ancianas (66,9%).

Las actividades instrumentales son más complejas que las básicas y

requieren un mayor nivel de habilidad para ser ejecutadas; por lo tanto,

es evidente que el deterioro de estas capacidades, para estas tareas

instrumentales, suele preceder en el tiempo al deterioro de las actividades

básicas. En este sentido, varios autores han sugerido que las actividades

instrumentales podrían ser utilizadas como indicadores de riesgo de

discapacidad y, por lo tanto, serían marcadores de fragilidad (Robles,

Miralles, Llorach y Cervera, 2006).

Las estrategias de adaptación frente a los cambios que se producen a lo largo

de todo el ciclo vital son parte del éxito del envejecimiento. La valoración

de los factores subjetivos para ser más precisa requiere ser realizada en el

contexto del individuo incorporando aspectos del entorno; intentando evitar

de esa manera la disparidad, como la que puede existir entre las necesidades

5. BOE 299, de 15/12/2006, artículo 2, pp: 44.144.

79
DEPENDENCIA Y ENTORNO RESIDENCIAL Y FAMILIAR DE PERSONAS MAYORES DE 75 AÑOS QUE VIVEN SOLAS

que preocupan a los enfermos y las que los científicos deciden que son mejor

para ellos (Sanz, 2000). Esa valoración realizada para la planificación de

ayuda debe aportar el peso que para cada persona tiene la posibilidad de ser

autónomo.

La importancia de valorar el nivel de autonomía al individualizar la ayuda se

pone de manifiesto, según Ruiz-Jimenez, Colás-Taugís, Padín-Minaya, Morell,

López Pisa y Hernández Faba (2006), en la percepción de bienestar que

durante el envejecimiento está influenciada por factores subjetivos como el

equilibrio entre retos y habilidades, actitud personal y el hecho de disponer o

no de recursos.

Respecto a la forma cómo medimos estas capacidades existe un

cuestionamiento de las concepciones biomédicas por su tendencia a culpar

al paciente por padecer su condición, dejando fuera la influencia de factores

sociales, psicológicos, y ambientales; ruptura entre el saber del paciente

(sensitivo, primario, no categorizado y no acorde con la sintomatología

establecida) y el del cuerpo médico (establecido, científico, generalizado,

universal y jerárquicamente ordenado) que categoriza enfermos en función

de que sus síntomas coincidan con el panel de enfermedades reconocidas,

negándose a admitir la relación entre estructuras sociales y enfermedad

(Miquel Novajra, 2003); en contraposición existen perspectivas que analizan

la discapacidad como algo que ocurre no como algo que se tiene (Hurst,

2000; Palacios Ramos y Abellán García, 2003).

El trabajo de Le Breton (2006) sobre el cuerpo y la modernidad analiza en

personas que se encuentran fuera de su lugar social, la persistencia de

síntomas en ausencia de enfermedad; destaca este autor la utilización del

80
capítulo 1 • revisión de la literatura

síntoma como medio para que su existencia sea reconocida por los otros.

Frente a esto la medicina alejada del marco social apuesta solo por el cuerpo

dejando de lado otras variables en la apreciación de la enfermedad y los

medios para curarla.

Cada vez son más las opiniones que apoyan la incapacidad del modelo

biomédico tradicional para dar respuesta a muchos de los problemas del

envejecimiento. Frente a la presentación del envejecimiento como disminución,

surgen alternativas dirigidas a analizar los retos y las oportunidades para las

personas mayores (Powell & Gilbert, 2009). Sin dejar de destacar por ello el

papel relevante de dicho modelo biomédico en apoyar el diagnostico, pronostico

y respuesta a fármacos de las enfermedades durante el envejecimiento

humano; interés que se destaca en los datos sobre las actuales prioridades de

investigación sobre envejecimiento en Europa (Rodríguez Rodríguez, 2011).

Por otra parte una excesiva medicalización de la dependencia puede resultar

costosa para el sistema sanitario y no resuelve los verdaderos problemas

de quien no puede valerse por sí mismo. Cuando el modelo médico enfatiza

el tratamiento clínico y el manejo de las dificultades como enfermedades,

estima que las soluciones están más dentro del individuo que de la sociedad,

provocando un cierto desentendimiento de la responsabilidad social sobre la

dependencia( Puga, 2005).

Para (Puga y Abellán, 2004) la dependencia, igual que otras medidas de

capacidad funcional, es un concepto mensurable desde el punto de vista

médico, pero su abordaje se sitúa claramente en el ámbito de lo social. La

dependencia es un hecho variable en función de la salud y factores del contexto

en el que desenvuelve la persona. Oliveira y Villaverde (2001) proponen la

81
DEPENDENCIA Y ENTORNO RESIDENCIAL Y FAMILIAR DE PERSONAS MAYORES DE 75 AÑOS QUE VIVEN SOLAS

integración de los modelos médico y social como la visión que parece más

coherente para entender la relación entre la salud y la incapacidad.

Así pues, el análisis del entorno del individuo permitirá determinar los apoyos

necesarios para la permanencia de los mayores en la comunidad. Además para

conocer las limitaciones funcionales es necesario tener en cuenta aspectos

sociodemográficos que marcan diferencias a la hora de establecer cualquier

tipo de relación usuario-producto. Estas diferencias recogidas en la Guía

práctica para fabricantes de productos de la vida diaria y ayudas técnicas

realizada por la Fundación CEDAT (centro de estudios para el desarrollo de

ayudas técnicas) y el IBV (instituto de biomecánica de Valencia) son entre

otras: edad, género, nivel de instrucción, convivencia, profesión, situación

laboral, entorno socio-familiar, situación económica y estado de salud (Poveda,

López, Barberà y Andreu, 2003).

La capacidad funcional en la vejez presenta diferencias por razón de género, los

reparto de roles generan dos formas de envejecer. El actual colectivo de hombres

mayores ha participado poco o nada en la realización de AVD e instrumentales. Los

hombres reconocen sus limitaciones y suele temer más la soledad especialmente

por la dificultad en el manejo de las actividades domésticas, al menos en estas

generaciones de mayores, llegando a manifestar más necesidad de encontrar

pareja que la mujer para evitar las dificultades de la soledad residencial (López

Doblas, 2005; IMSERSO, 2006). Las mujeres están más capacitadas para

cuidarse de sí mismas y vivir solas; mientras que la percepción de los hombres

de su dependencia está vinculada a tener que cuidar la casa o no (Adelantado et

al, 2004). Los hombres presentan más dependencias en las actividades ligadas

al mantenimiento del hogar y las mujeres en la utilización del transporte y dinero

(Tomas, Zunzunegui, Moreno y Germán, 2003).

82
capítulo 1 • revisión de la literatura

Los instrumentos utilizados generalmente para medir la capacidad funcional

presentan limitaciones como la fiabilidad de las declaraciones hechas por los

entrevistados, la capacidad de observación de personas cercanas y la precisión

para detectar unos aspectos mientras que otros pueden pasar desapercibidos.

Así, para Puyol y Abellán (2006) la resistencia de los varones a reconocer

fragilidad o debilidad, o tareas distribuidas tradicionalmente por sexo,

contribuye a la forma de preguntar por las dificultades en los cuestionarios.

Otros autores sugieren que entre los muy longevos, la mayor masa muscular

de los hombres les facilita conservar las habilidades que miden las escalas de

capacidad para la realización de AVD, hecho que justificaría el mayor grado

de dependencia entre las mujeres (Rabuñal, Monte, Veiga, Rigueiro, López,

Casariego y Gerrero, 2004; Andersen-Ramberg, Christensen, Jeune, Skitthe,

Vasegaard & Vaupel, 1999).

En general la valoración de la persona con dependencia se basa en conocer

su capacidad para desarrollar determinadas actividades de la vida diaria si

bien cabe tener presente que diferentes objetivos requerirán instrucciones de

uso distintas. De esta manera, como plantea, Puyol Antolín y Abellán García

(2006:7), la valoración puede realizarse para: a) Establecer un plan de cuidados,

b) Conocer las características de una población, c) Conocer si una persona

reúne los requisitos para acceder a determinados servicios o prestaciones.

Podría decirse que la diversidad de medidas utilizadas hasta ahora ha

consentido la inmovilidad de familias y profesionales frente a las condiciones

en las que algunos mayores permanecer en sus domicilios. La persona mayor

y su familia tienden a sobrevalorar sus capacidades y el sistema sanitario es

lento y dispone de escasos recursos para valorar y muy pocos para cuidar en

estos casos.

83
DEPENDENCIA Y ENTORNO RESIDENCIAL Y FAMILIAR DE PERSONAS MAYORES DE 75 AÑOS QUE VIVEN SOLAS

La propuesta de Querejeta (2003) de unificar criterios de valoración incluye

hablar de grado de dependencia en relación a qué actividad y en función de qué

baremo, así como clasificar el problema y no la persona por ejemplo: Persona

con discapacidad para actividades de autocuidado por deterioro cognitivo. La

dificultad para comparar resultados, al no existir un instrumento único para

calcular la prevalencia de la discapacidad y la dependencia es destacado por

Abellán García, Esparza Catalán y Pérez Díaz (2011:45) que a partir de la

clasificación de la OMS, 2001, consideran que “dependiente es la persona con

discapacidad que recibe ayuda (suficiente, insuficiente o innecesaria) o que la

solicita pero no la recibe”.

En el ámbito de la intervención, Puga (2005) sugiere adaptar las expectativas

sociales a la fragilidad creciente de la vejez y añadir intervenciones sobre

un entorno físico y social menos exigente. Desde el primer momento de la

valoración debe darse un peso mayor al diagnostico de la vivienda, entorno y

servicios a fin que profesionales especializados puedan dirigir la adecuación

del entorno del mayor (Poveda et al., 2005).

En el estudio sobre las condiciones de vida de las personas mayores,

(IMSERSO, 2006) destaca en sus datos que en España la cuarta parte tiene

algún tipo de problemas para la realización de actividades de la vida diaria;

El mayor número de limitaciones aparecen en movilidad exterior; le siguen

en importancia los problemas en actividades instrumentales y finalmente, el

menor número de limitaciones, pero las más graves y que demandan más

apoyo, están referidas a actividades de autocuidado y autonomía personal.

Otero et al., (2004) destacan que la edad avanzada agudiza las desigualdades:

la tasa de dependencia de las personas de 75 y más años, duplica a la de la

84
capítulo 1 • revisión de la literatura

población entre 65 y 74 años. La dependencia en las ABVD está más presente

entre las personas mayores de sexo femenino, debido a causas biológicas y

estilos de vida con frecuencia restringidos a la esfera doméstica.

El binomio envejecimiento-dependencia, constituye un auténtico reto para las

familias y las políticas sociales que afortunadamente empieza a disociarse.

Este cambio se atribuye entre otros motivos a un mejor acceso de la población

a la educación, tanto en los aspectos puramente intelectuales como sanitarios

(Sancho Castiello, Yanguas Lezaun, Díaz Veiga, Rodríguez Rodríguez, Pérez

Salanova, Serrano Garijo, Bermejo García, Mesa Lampre, Gómez Pavón,

Ruipérez Cantera, y Gutiérrez, (2006). Es así, especialmente relevante el

papel que juegan los individuos frente a su propio riesgo de dependencia,

tanto en el aspecto económico como en el de la salud; siendo necesario

conocer la percepción que ellos tienen de su capacidad funcional, y en general

la responsabilidad del individuo en las conductas que conllevan estilos de vida

saludable, provisión económica para el futuro y mantenimiento del capital

social (Bazo, 2005).

La repercusión que el nivel de autonomía de las personas mayores tiene sobre

las familias, programas sociales y sanitarios, así como sobre la sociedad en su

conjunto preocupa a los profesionales que configuran el equipo de salud.

1.3.4.4. Anciano frágil

Anciano frágil es un término que se utiliza en gerontología de manera cada

vez más homogénea para referirse a aquella persona mayor que conserva

su independencia de manera precaria y que se encuentra en situación de

alto riesgo de volverse dependiente. Se trata de una persona con una o

varias enfermedades de base, que sin embargo, cuando están compensadas

85
DEPENDENCIA Y ENTORNO RESIDENCIAL Y FAMILIAR DE PERSONAS MAYORES DE 75 AÑOS QUE VIVEN SOLAS

permiten al anciano mantener su independencia gracias a un delicado equilibrio

con su entorno socio-familiar. Se define al anciano frágil como aquél que

presenta un aumento de la vulnerabilidad ante la presencia de estresores,

como consecuencia de la alteración de su fisiológica (Rockwood, Hogan &

MacKnight, 2000; Fried et al., 2004).

En los ancianos frágiles la capacidad funcional está aparentemente

conservada para las actividades básicas de la vida diaria, aunque pueden

presentar dificultades en tareas instrumentales más complejas como son

hacer gestiones, comprar e ir a los servicios de salud, etc. Son actividades

con cierta dificultad que se incrementa para estas generaciones tanto por

la disminución o ralentización de ciertas funciones físicas como por el bajo

nivel educativo (Álvarez, 2005:35). En general se considera que aumenta

la fragilidad de manera significativa partir de los 80 años. Una vez más se

evidencia la relación entre nivel educativo y capacidad.

Los cambios que se presentan en la vejez tienen proyección social sobre la

vida cotidiana de quienes lo experimentan. Como señalan Mishara & Riedel,

(1986), la toma de conciencia de la vejez se produce cuando estos cambios

afectan al desarrollo de la vida cotidiana. Ser o no capaz de realizar de forma

autónoma las actividades, no sólo es un predictor de necesidad de ayuda sino

que es un ingrediente esencial de la satisfacción personal; especialmente

entre las personas mayores en situaciones en las que la autonomía para

realizarlas está en riesgo (Villar, Triado y Osuna, 2003).

Términos como fragilidad, deficiencia, discapacidad, incapacidad o

dependencia hasta ahora, quizás por su proximidad conceptual, han sido

usados indistintamente por muchos autores para sus cálculos (Palacios

86
capítulo 1 • revisión de la literatura

Ramos y Abellán García, 2003). Profundizar en el estudio de los factores

determinantes en cada caso es esencial para establecer políticas dirigidas

a aumentar las condiciones ambientales y sociales favorecedoras de la

autonomía e integración social en la vejez.

1.3.5. Recursos sociosanitarios

Cuando se ha comprendido lo que es la condición humana

de los viejos no es posible conformarse con reclamar una

política más generosa en la vejez. Todo el sistema es lo

que está en juego y la reivindicación no pueden sino ser

radical: cambiar la vida (De Beauvoir, 1970).

Las personas mayores y sus familias están teniendo un papel relevante en la

demanda de soluciones sociosanitarias a sus problemas de salud. El fenómeno

del envejecimiento acelerado a que estamos asistiendo, fundamentalmente en

países como España, ha provocado una avalancha de demandas para las que

no estábamos preparados ni a nivel de recursos ni en el campo de las actitudes.

La existencia y accesibilidad de servicios sanitarios y sociales se considera uno

de los determinantes de la salud; aunque la preferencia por unos recursos u

otros depende en gran medida de rasgos biográficos de la persona mayor.

La permanencia en el domicilio en edades geriátricas puede poner en riesgo

algunas de las rutinas diarias, de ser así repercutirá en varios aspectos de la

vida diaria de la persona mayor y su familia. En definitiva gran parte de lo que

somos y de lo que sentimos está en directa relación con lo que hacemos en

87
DEPENDENCIA Y ENTORNO RESIDENCIAL Y FAMILIAR DE PERSONAS MAYORES DE 75 AÑOS QUE VIVEN SOLAS

nuestra vida cotidiana, con las rutinas diarias que componen nuestro día a día

(Brandtstädter & Lerner, 1999).

La creciente preocupación por asegurarles unos niveles dignos de calidad de

vida se ha traducido en la puesta en marcha de programas generales destinados

a mejorar su bienestar. El objetivo que se plantean los Gobiernos en las

sociedades occidentales es que las personas mayores envejezcan dignamente

en la comunidad (Heumann & Boldy, 1995; Bazo, 2005), respondiendo así

además al deseo de los propios mayores y, de la sociedad.

La idoneidad que supone que los ancianos permanezcan en sus hogares, aun

cuando no puedan valerse plenamente por sí mismos y necesiten cuidados

especiales, es defendida por un porcentaje bastante alto de la sociedad tanto

española (INSERSO, 2006) como europea (Walker, 2005).

Varios autores vaticinaron al final de los noventa el agotamiento de las

posibilidades de la familia para seguir haciéndose cargo de los mayores

dependientes (Maravall, 1997; Rodríguez, 1998). El hasta ahora vigente perfil

de mujer cuidadora cada vez es menos frecuente entre las familias españolas;

se plantea por tanto la necesidad de complementar de alguna forma las

redes formales e informales de protección, por no ser viable sociológica ni

económicamente la sustitución de la familia en estas tareas.

El modelo de Bienestar del sur de Europa, sustentado por las familias no es

sostenible, se prevé que la familia seguirá teniendo extraordinario valor como

instrumento vehicular entre el mayor dependiente y los cuidados, pero el objeto

de protección debe ser que el individuo, tenga o no familia (Puga, 2005).

88
capítulo 1 • revisión de la literatura

Las políticas públicas de apoyo a las familias en España son de las más

insuficientes en Europa Occidental. Ello se debe, en gran parte, al enorme

conservadurismo dominante, que ha enfatizado la centralidad de la familia,

sin proveerla, de los servicios y ayudas públicas que facilitaran su desarrollo.

Tradiciones que han considerado a la familia como una unidad en la que el

hombre, a través de sus ingresos, es responsable de la viabilidad de la familia

y la mujer es la responsable de su reproducción y cuidado de los más frágiles,

mientras que el Estado, en estas tradiciones políticas, juega un papel mínimo

(Navarro, 2006).

Las comunidades autónomas han tenido que articular los recursos de que

disponía agrupados como sociosanitarios con los que emergen debido a estar

incluidos en la cartera de servicios de la Ley de Promoción de Autonomía

personal y Atención a las Personas en situación de Dependencia. El desarrollo

de esta Ley, además de mejorar la situación de los mayores dependientes y

sus familias ha hecho más visible el cuidado. La tendencia a la desaparición

de la siempre disponible silenciosa mujer, cuidadora de las familias, ha dado

a ese rol otro valor. Los servicios sociales no se han universalizado y excluyen

a un importante sector de la población que no tiene situación económica

precaria ni capacidad para satisfacer el coste de los servicios privados (Arriola

y Beloki, 2005).

En este periodo, hasta la total aplicación de la LAAD, los profesionales de

la salud deben adecuar los cuidados a las personas mayores en las que la

familia, no está disponible. La familia y la persona mayor deben considerar

que parece claro que envejecer con calidad de vida viene de la mano de la

adquisición de servicios; respecto a la contratación de servicios por parte de

la familia, existen diferencias entre la mujer inactiva tradicional, en especial

89
DEPENDENCIA Y ENTORNO RESIDENCIAL Y FAMILIAR DE PERSONAS MAYORES DE 75 AÑOS QUE VIVEN SOLAS

con pocos recursos, y la mujer que trabaja fuera de casa, profesional y con

más posibilidades de comprar cuidados. Decidir qué recursos comprar y

su utilidad precisa de información previa. El conocimiento de los recursos

existentes y su disponibilidad (necesario para sopesar contratación) no es

uniforme entre los mayores y sus familias, la información es menor entre los

mayores con nivel educativo bajo, los muy mayores y los que necesitan más

ayuda (Pérez Ortiz, 2004). El estudio de Arriola y Beloki (2005) evidencia que

a las personas mayores les resulta difícil conocer y comprender la existencia

y funcionamiento de los servicios dirigidos a su colectivo y que en algunos

casos les cuesta reconocer que necesitan apoyo.

Ante la tarea de cuidar, identificar las estrategias más adecuadas y utilizar

los recursos disponibles, se relaciona con el nivel cultural del cuidador

(Puga y Abellán, 2002; Otero et al., 2004). Aunque también cabe suponer

según la encuesta de condiciones de vida 2006, que los escasos recursos

disponibles son infrautilizados por desconocimiento, barreras burocráticas,

de organización, o de accesibilidad. Casas et al., (2001), proponen potenciar

redes de información sobre disponibilidad de los servicios y las actividades

que realizar. Algunos estudios desarrollados en otros países señalan que el no

uso de las ayudas técnicas disponibles en los hogares se sitúa entre el 30 y el

50% (Wessels, Dijks, Soede, Gelderblom & De Witte, 2003).

Lo esperado es que las políticas sociales estén dirigidas, cada vez más, a las

situaciones individuales teniendo en cuenta el punto de vista de la persona

dependiente y el de las que precisen ser apoyadas en la realización del cuidado.

Acciones dirigidas a que los mayores se mantengan si lo desean en su medio

(Arenas, 2001).

90
capítulo 1 • revisión de la literatura

1.3.5.1. Recursos en el domicilio

La utilización de determinados recursos en el domicilio, sin renunciar a

los servicios sociosanitarios, facilita a las familias la conciliación de la vida

familiar y laboral y a las personas mayores la permanencia en la vivienda

habitual. La recepción de ayuda social puede ser para: cubrir necesidades

básicas, de adaptación de la casa, en tareas domésticas, servicio de comida,

lavandería u otras tareas del hogar. De todas ellas, una buena proporción de

los ancianos españoles declaran tener conocimiento de su existencia, si bien

dos de las ayudas más directamente relacionadas con la permanencia en casa,

como son la adaptación de la vivienda y el servicio de comida y lavandería a

domicilio, sólo son conocidas por dos quintas partes de la población. En cuanto

a su utilización, en torno a un 5% de mayores utiliza el servicio de ayuda a

domicilio, mientras que el resto de los servicios es utilizado en proporciones

más bajas. (IMSERSO, 2006).

Pérez Ortiz (2004) también ha explorado en su trabajo sobre mujeres

mayores el grado de conocimiento de servicios y prestaciones de las que

pueden beneficiarse. Constata en sus resultados que aunque el conocimiento

de los servicios es cada vez mayor, los propuestos en su estudio los conocen

la mitad de las mujeres mayores, considerando que un nivel educativo bajo

se relaciona con desconocimiento de alguno de los servicios; así como que las

mujeres que necesitan ayuda son las que menos información tienen.

Los mayores y su red social tienden a organizarse en el ámbito del hogar,

con recursos internos (familia, ayuda mutua, apoyo económico, etc.), cuando

disminuyen los recursos o aumenta el grado de dependencia se requieren

recursos complementarios; la escasez de los mismos pone en riesgo sus rutinas

y la permanencia en la vivienda con diferencias por género que se suele traducir

91
DEPENDENCIA Y ENTORNO RESIDENCIAL Y FAMILIAR DE PERSONAS MAYORES DE 75 AÑOS QUE VIVEN SOLAS

en que los hombres mayores tienen mas ayuda que las mujeres de su misma

edad, tienen ayuda en su cuidado personal de sus mujeres y cuando viven

solos disponen de mas ayuda externa que las mujeres; ellas reciben ayuda

de amigos y parientes y en menor medida de sus maridos (Gurung, Taylor &

Seeman, 2003; García Martínez, Rabadán Rubio y Sánchez, 2006).

En España las personas mayores se benefician de la existencia de algunas

asociaciones que de manera altruista colaboran paliando la escasez de recursos

y el desajuste de las organizaciones; en algunas el voluntario es también

personas mayores. Mediante un banco de datos de conocimientos ayudan a

la integración social de las personas con iniciativas como a ayudar a personas

en tareas o gestiones en las que no pueden valerse por sí mismos, llaman

“Canguro Amigo” al voluntario para una tarea concreta, como acompañar al

médico (Pérez Salanova, 2003).

El recurso de ayuda a domicilio facilita la permanencia en la vivienda aún en

personas mayores frágiles, si bien la escasa cobertura, el papel protagonista

de la familia en nuestra cultura, el desconocimiento de la utilidad del recurso

y la escasa utilización de los servicios de la enfermera comunitaria, dan cifras

bajas de su demanda y utilización (De Pedro et al., 2001). Las mejoras en

cobertura que supondrá la total implementación de la LAAD serán de gran

apoyo a las personas mayores que viven solas.

En los últimos años están apareciendo diversas propuestas dirigidas a mejorar

la vivienda y su entorno. Cannuscio, Block y Kawachi (2003) sugieren que

estas novedosas formas de vivienda surgen como modo de mejorar durante

el envejecimiento el hecho de que muchas formas tradicionales de capital

social están en declive en la actualidad.

92
capítulo 1 • revisión de la literatura

En algunos países como California6, se han creado complejos residenciales en

los que toda su estructura está dirigida a ayudar a los ancianos a enfrentarse

a los cambios, pérdidas y transiciones que les pueden deparar esa etapa de

la vida. Beaver y Miller (1998) destacan el desarrollo en EEUU de iniciativas

de ayuda mutua en la comunidad como discusiones telefónicas grupales o

reuniones de mayores en el domicilio de una persona aislada. Otra alternativa

emergente son los nuevos conceptos de alojamiento con una concepción de

un medio residencial que combine vivienda con elementos de asistencia,

servicios, equipamientos y protección (Richards, Walker & Jarvis, 2006).

En España existen programas de alojamiento especialmente dirigidos a

personas mayores como “vivir y convivir” que ofrecen la posibilidad de vivir

juntos a una persona mayor y a un estudiante joven sin vínculo familiar; se

trata de una iniciativa tutelada por la fundación La Caixa. La fundación Conex

lidera el proyecto “Hogares compartidos”, con el que se pretende dar solución

a aquellas personas mayores que no pueden hacer frente con su pensión al

alquiler de la vivienda, así como combatir la soledad entre este colectivo;

alternativas ambas, que con los crecientes servicios en el domicilio amplían la

horquilla de posibilidades entre el domicilio y la residencia (Sancho Castiello,

Whelan, Pezuelo Pinto y Fernández Moreno, 2007).

Recientemente se han creado en Europa alojamientos (viviendas en las que se

imparten cuidados) que intentan combinar los cuidados necesarios derivado de

las etapas de mayor fragilidad con el estilo de vida que los mayores desean. La

idea parte de los supuestos de que poder tener una vida confortable se valora

tanto como los recursos, y que los cuidados deben respetar la privacidad

6. El sur de California, elegido como destino residencial para muchas personas mayores,
es considerado el auténtico paraíso de los snowbirds, como se llama en Norteamérica a las
personas mayores. Mudarse allí, consideran que más que eludir el frío es escapar de la vejez.

93
DEPENDENCIA Y ENTORNO RESIDENCIAL Y FAMILIAR DE PERSONAS MAYORES DE 75 AÑOS QUE VIVEN SOLAS

de los residentes. En el estudio de Croucher, Hicks, Bevan & Sanderson

(2008), bajo diferentes modelos de alojamiento, los residentes de los centros

comparten, la combinación de independencia y seguridad, el sentimiento de

comunidad derivado de la oportunidad que tienen de conocer personalmente

a los trabajadores; así como revisiones periódicas realizadas conjuntamente

por los profesionales implicados.

El recurso más utilizado por los mayores que viven solos es la Teleasistencia,

servicio de atención telefónica ininterrumpida con un equipamiento de

comunicaciones e informática específicos, que permite a las personas con

discapacidad y que viven solas mantener comunicación con un centro de

atención que presta la respuesta adecuada. Este servicio ofrece seguridad

y tranquilidad ante situaciones de riesgo y propicia además la permanencia

en el domicilio, evitando la innecesaria institucionalización. Teleasistencia y

ayuda a domicilio son prestaciones que lo más común es que se den juntas,

sobre todo entre las personas mayores que viven solas.

Recientemente han surgido recursos que integran las nuevas tecnologías

en la vida cotidiana de las personas mayores. Algunos recursos posibilitan

realizar atención personalizada a distancia apoyándose en los avances de

las tecnologías de la información y las comunicaciones (Millán Calenti, Díaz,

Villanueva, Balo, López y Pedreira, 2006). Pero para asegurar la aceptación

entre las personas mayores el material informativo y las tecnologías de la

comunicación deben estar adaptados a diversas necesidades perceptivas,

intelectuales y culturales (Plouffe & Kalache, 2010).

Se destaca en relación con lo anterior, como aspecto prioritario de investigación

sobre envejecimiento en Europa el creciente interés por el desarrollo de

94
capítulo 1 • revisión de la literatura

iniciativas tecnológicas en el ámbito personal y doméstico (Rodríguez

Rodríguez, 2011).

1.3.5.2. Tecnología y productos al servicio de las personas

La norma ISO 9999 define como Ayudas Técnicas a todos aquellos productos,

instrumentos, equipos o sistemas utilizados por una persona con discapacidad,

fabricados especialmente para prevenir, compensar, mitigar o neutralizar una

deficiencia, discapacidad o minusvalía.

La relación entre diseño para todos, adaptabilidad y ayudas técnicas es muy

estrecha. Con el desarrollo del concepto de autonomía, las ayudas técnicas

se han adecuado a ambientes más cotidianos. Los usuarios finales de las

ayudas técnicas son personas con diversos grados de dependencia. Las

ayudas técnicas también pueden ser utilizadas por familiares, cuidadores y

personal de apoyo. Las diferencias de actitud y de circunstancias influyen

en el impacto que las ayudas técnicas tienen en la autoestima, maneras de

manejar situaciones, actividades y relaciones familiares y sociales.

La mayoría de las personas mayores en situación de dependencia no utiliza

ayudas técnicas, porque no tiene información sobre ellas o porque no sabe

dónde adquirirlas (Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales, 2004). Está

demostrado que el uso de ayudas técnicas y modificaciones en el hogar tiene

efectos positivos, no sólo físicos, sino también psicológicos, evitando los efectos

depresivos que acompañan al aumento de dificultades funcionales (Verbrugge,

Rennert & Madans, 1997; Gitlin, Dennis, Hauck, Winter & Schinfeld, 2003).

En la mayoría de los países europeos existen centros de recursos de venta,

alquiler o préstamo. En el ámbito nacional el Centro Estatal de Autonomía

95
DEPENDENCIA Y ENTORNO RESIDENCIAL Y FAMILIAR DE PERSONAS MAYORES DE 75 AÑOS QUE VIVEN SOLAS

Personal y Ayudas Técnicas (CEAPAT, IMSERSO), es un centro que ofrece

información, asesoramiento y evaluación de ayudas técnicas y accesibilidad.

De acuerdo con la revisión de la literatura, se hace necesario un replanteamiento

del papel que la familia puede desarrollar en la situación de soledad residencial

de las personas mayores; al mismo tiempo, la sociedad en general debe tener

en cuenta la presencia cada vez mayor de este colectivo de personas; es

prioritario conocer la opinión de las propias personas mayores y sus familias

sobre los factores que modifican la permanencia en su domicilio.

96
Capítulo 2
PERSPECTIVA Y ORIENTACIÓN TEÓRICA

2.1. La cuestión de la investigación

Con la revisión de la literatura he podido conocer con mayor profundidad

la dimensión de la soledad residencial de las personas mayores de 75

años en el contexto de Mallorca, España, Europa y otros países menos

envejecidos, así como sus actores, efecto, evolución, relación con los

sistemas sociosanitarios y las estrategias de abordaje propuestas desde

los diferentes trabajos consultados. De todo ello se desprende que

los cambios socioeconómicos ocurridos en las últimas décadas están

generando necesidades a las que los sistemas sociosanitarios deben

buscar respuestas efectivas.

En la búsqueda de propuestas de estrategias que faciliten a las personas

mayores la permanencia en su domicilio, incluso en soledad y cuando

aparecen dependencias, se hace necesario profundizar en las cuestiones

que modulan la vida cotidiana en esa etapa de la vida.

97
DEPENDENCIA Y ENTORNO RESIDENCIAL Y FAMILIAR DE PERSONAS MAYORES DE 75 AÑOS QUE VIVEN SOLAS

Se considera 75 años un punto de inflexión en las características de las personas

que pertenecen a la franja geriátrica1, por lo que se va a considerar objeto de

estudios las personas mayores de esa edad que viven solas. Sin dejar de lado

que esta generación que pretendo estudiar, ha vivido la 2ª guerra mundial

y la guerra civil española, ha formado pareja y educado a sus hijos en una

dictadura, han sido miembros de un modelo de familia patriarcal y han vivido la

mayor parte de sus vidas en casas con pocas comodidades (calefacción, ducha,

nevera, lavadora o teléfono).

La familia, dado el papel que juega en el bienestar de todos sus miembros aun

sin vivir bajo el mismo techo, será la otra parte esencial del estudio. Se analizará

su opinión sobre las capacidades y estrategias de las personas mayores para

permanecer viviendo solas. De los familiares se tendrá en consideración que es

la primera generación con masiva incorporación de la mujer al trabajo fuera del

hogar; que pertenecen a familias menos numerosas y en las que sus miembros

están geográficamente más dispersos; factores ambos determinantes en la

tarea de cuidar. Las variables de género y nivel de instrucción, de las personas

mayores y las familias, evidencian un efecto diferencial en la percepción de

autonomía en el domicilio. En las personas mayores se ha tenido en cuenta

además su nivel de autonomía, y la disponibilidad de red social.

Por todo ello la pregunta que guía todo el proceso investigador es la

siguiente:

¿Cómo influye el género, el nivel de estudios, la red social y la autonomía, en

la soledad residencial de las personas mayores de 75 años, y en qué medida el

1. Neugarten (1975) establece dos categorías: antes y después de 75 años. Riley (1988)
considera que los “viejos-viejos” se sitúan entre 75 y 85 años y los “viejos-más viejos” a
partir de 85 años.

98
capítulo 2 • PERSPECTIVA Y ORIENTACIÓN TEÓRICA

género y el nivel de instrucción de las familias influye en la percepción sobre

su comportamiento?

Una mayor comprensión de estos conceptos permitirá establecer estrategias

de intervención, dirigidas a las personas mayores, su familia y a la sociedad

en general, para que los mayores puedan permanecer el tiempo que deseen

en su domicilio habitual, y dispongan de los recursos con una mayor equidad,

eficacia y eficiencia.

2.2. El marco teórico

En la planificación y diseño de una investigación hay una serie de cuestiones

que son fundamentales (Masón, 1996). La primera de ellas es la referida a la

naturaleza del fenómeno de estudio, o las entidades y la realidad social que el

investigador desea investigar y por qué. Esta primera cuestión con aspectos

más ontológicos ha sido argumentada tanto en el apartado construcción del

objeto de estudio, donde desarrollé mi posición respecto de los mayores que

viven solos, como en mi exploración en la naturaleza de este fenómeno, sus

actores, los mayores y su familia y su contexto (como ha sido ya indicado en

el apartado introductorio y en la revisión de la literatura).

La segunda cuestión fundamental en una investigación (Masón, 1996) es

identificar el conocimiento o evidencia de las entidades o realidad social que

se quiere investigar, y cómo están representados en la teoría general del

conocimiento. Esta es la denominada cuestión epistemológica que conecta

las cuestiones de las perspectivas teóricas con la visión del autor sobre la

naturaleza de la realidad. Como ya es conocido, estos modelos teóricos que

99
DEPENDENCIA Y ENTORNO RESIDENCIAL Y FAMILIAR DE PERSONAS MAYORES DE 75 AÑOS QUE VIVEN SOLAS

nos permiten la conexión entre las dos preguntas son conocidos como

paradigmas, entendidos como realizaciones científicas universalmente

reconocidas que, durante cierto tiempo, proporcionan modelos de problemas

y soluciones a una comunidad científica. Los paradigmas actúan de marco

teórico de referencia en la interpretación de un fenómeno entendido como

real por el investigador. Kuhn (1962) se refiere a esta interpretación como

una actividad gobernada por un paradigma en la resolución de un enigma.

Un paradigma sitúa no sólo las guías para la investigación, sino también

para el desarrollo y crecimiento del conocimiento.

La epistemología es una de las cuestiones fundamentales en la planificación

y diseño de cualquier investigación, especialmente de una investigación

cualitativa (Guba & Lincoln, 2005; Mason, 1996). Su importancia radica en

que la elección de una perspectiva es determinante desde el punto de vista

de las interpretaciones y resultados que se pueden hacer y ver con respecto

a un mismo fenómeno (Stoehrel, 2000).

Guba & Lincoln (2005) definen los paradigmas como el sistema básico de

creencias o visión del mundo que guía al investigador, ya no sólo al elegir

los métodos, sino en las formas que son ontológica y epistemológicamente

fundamentales. El modelo paradigmático guiará, por tanto todo el proceso

investigador manteniendo un continuo diálogo entre la posición del

investigador y la teoría de referencia que es utilizada en la búsqueda de la

respuesta a las preguntas surgidas tras la reflexión. Stoehrel (2000) señala

que las interpretaciones del investigador van a depender del marco teórico

seleccionado y que ello representa un acto de valor; las investigaciones

científicas influyen en las políticas y estas en la elección de temas que

parecen ser relevantes para ser investigados o no.

100
capítulo 2 • PERSPECTIVA Y ORIENTACIÓN TEÓRICA

Al centrar mi interés en los factores que parecen determinantes en la

comprensión del fenómeno de las personas mayores que viven solas, (el

género, el nivel de autonomía, los estudios y la red social); así como en

el género y en el nivel de estudios de sus familias, pretendo explorar las

diferencias en las percepciones sobre las habilidades de las personas mayores

y las acciones que se derivan en su domicilio. En este proceso, buscar una teoría

es fundamentalmente intentar usar un argumento que refiere un fenómeno

observado a sus causas fundamentales (Ratcliffe y González Del Valle, 2000).

En esta investigación el paradigma que parece adaptarse mejor al tipo de

cuestiones planteadas es el Crítico Social y dentro de él específicamente la

corriente del estructuralismo constructivista.

En este marco es posible interpretar el “ser mayor y vivir solo” como una actividad

humana construida socialmente, en la que las estructuras sociales determinan

su desarrollo y el valor que le es atribuido, pero que son a su vez interpretadas y

reorganizadas por el sujeto actor. La soledad residencial de las personas mayores

está vinculada a constructos sociales, como son el género, la edad y el concepto

de soledad mismo y, además, esa construcción depende de las particularidades

del contexto, como pueden ser los valores socioeducativos.

2.2.1. Paradigma critico social

Este paradigma sitúa la comprensión de un fenómeno a través de los

significados compartidos por el contexto político, histórico y social que influyen

en la participación de los sujetos. Supone una serie de concepciones teóricas y

metodológicas relacionadas entre sí, basadas en los principios de la racionalidad

y el constructivismo social (Guba & Lincoln, 2005; Montero, 2002).

101
DEPENDENCIA Y ENTORNO RESIDENCIAL Y FAMILIAR DE PERSONAS MAYORES DE 75 AÑOS QUE VIVEN SOLAS

Estos autores se refieren al paradigma crítico social como un paradigma que

denota una serie de orientaciones teóricas, como el marxismo (particularmente

su categoría central del materialismo histórico), el feminismo y el post-

estructuralismo. Consideran que las estructuras y preconcepciones sociales

pueden ser una fuente de opresión y marginación para determinados

colectivos sociales. Independientemente de sus diferencias, tienen en común la

innovadora suposición epistemológica de que la naturaleza de la investigación

está regida por los valores y que el conocimiento es político y no neutro.

La posición del investigador dentro de este paradigma tiene particular

importancia, pues implica un proceso redefinido continuamente mediante la

cooperación e interacción entre el fenómeno y el ambiente estudiado. Desde

este paradigma, el investigador se sitúa en un cierto relativismo escéptico

sobre la presunción de que no existen grandes y únicas teorías capaces de

reflejar la complejidad de la realidad, articulada por las relaciones de poder y

contextualizada por el habla, los textos y los medios de masas (Guba & Lincoln,

2005). Se trata, en definitiva, de un eclecticismo controlado que permite el

diálogo entre sí de diversos planteamientos teóricos que aportan niveles y

perspectivas, a menudo, más complementarias y menos contrapuestas de lo

que pretende alguna bibliografía.

El propósito del investigador situado en esta perspectiva paradigmática es,

según Giroux (1988) y Guba & Lincoln, (2005), la crítica y la transformación de las

estructuras sociales, políticas, culturales, económicas, étnicas y de género que

limitan y explotan a parte de la humanidad, iniciando enfrentamientos e incluso

conflictos. Se convierte así la defensa de estos colectivos más desfavorecidos,

en conceptos claves para la producción de conocimiento. Esta perspectiva

permite un acercamiento al sistema social y familiar de las personas y una

102
capítulo 2 • PERSPECTIVA Y ORIENTACIÓN TEÓRICA

mínima modificación puede ocasionar grandes trasformaciones. En ese sentido

usaremos, a veces, el referente bourdieuano de “sociología de la acción”.

El investigador en este paradigma juega el papel de instigador y facilitador,

lo que implica que genera y produce entendimiento sobre cuáles son las

transformaciones necesarias. Se pueden plantear generalizaciones cuando

la combinación de circunstancias y valores sociales, políticos, culturales,

económicos, étnicos y de género son similares en distintos escenarios. Este

paradigma es considerado por Castel, Rendueles, Donzelot y Álvarez-Uría

(2006) como la oportunidad para construir un discurso transformador que

dispute el terreno de lo considerado como natural o aceptado, mediante la

percepción crítica de la realidad. Trata de poner de manifiesto nuevas formas

de reflexionar sobre lo que se sabe. El paradigma crítico social, permite ser

sensible a las distintas voces y perspectivas más marginadas en el estudio de

fenómenos sociales.

La perspectiva ontológica en este paradigma, se sitúa en un “realismo histórico”,

entendido como realidad virtual moldeada por valores sociales, políticos,

culturales, económicos, étnicos y de género; para después quedar cristalizados

en una serie de estructuras que ahora se consideran (inapropiadamente) reales,

es decir naturales e inmutables. Al estudiar el fenómeno de la soledad residencial

de las personas mayores y los lazos que con ellos establecen sus familias, y

en tanto observadores limitados de la realidad, vemos que nos movemos en

una incesante construcción de realidades que son a la vez producto de nuestra

propia realidad.

Kincheloe & McLaren (2000) destacan las asunciones que comparten los

investigadores que plantean sus trabajos como una forma de crítica social

103
DEPENDENCIA Y ENTORNO RESIDENCIAL Y FAMILIAR DE PERSONAS MAYORES DE 75 AÑOS QUE VIVEN SOLAS

y cultural. Las asunciones fundamentales son: a) todo pensamiento esta

fundamentalmente mediado por relaciones de poder que se constituyen

social e históricamente, b) las relaciones entre concepto y objeto y entre

significante y significado no son nunca estables o fijas y están a menudo

mediadas por las relaciones sociales, c) los hechos nunca pueden ser

aislados del dominio de valores o separados de alguna forma de adscripción

ideológica, d) el lenguaje es un eje central para la constitución de la

subjetividad, tanto consciente como inconsciente, e) en cualquier sociedad,

ciertos grupos gozan de privilegio sobre otros y, aunque las razones para

este privilegio pueden ser ampliamente variadas, la opresión que caracteriza

a las sociedades contemporáneas se reproduce con más fuerza cuando los

subordinados aceptan su estatus social como natural, necesario, o inevitable,

f) la opresión tiene muchas facetas, centrarse sólo en una, excluyendo

otras, frecuentemente elude la interconexión entre ellas, g) la mayoría de

las prácticas investigadoras consolidadas están generalmente, aunque muy

a menudo sin saberlo, implicadas en la reproducción de sistemas de clase,

raza, y opresión de género.

En este sentido la vejez es presentada como etapa de pocos privilegios, en la

que aspectos como nivel de instrucción o género, actúan como mediadores en

las relaciones sociales y, de forma central, en la posibilidad y la conformación

de la soledad residencial.

Los hallazgos en la perspectiva epistemológica del paradigma Crítico Social

están mediados por valores, se supone que el investigador y el objeto

investigado están vinculados interactivamente y que los valores del investigador

influencian la investigación. Estas características generan una fusión entre la

ontología y la epistemología. Por ello es importante clarificar desde el inicio

104
capítulo 2 • PERSPECTIVA Y ORIENTACIÓN TEÓRICA

cuál es la posición del investigador y el proceso reflexivo que ha ido surgiendo

a lo largo del estudio y relacionarlo con la perspectiva teórica elegida.

Debo decir que soy consciente de las limitaciones de la ciencia y de su efecto

sobre el contexto social y, en este caso, de su influencia en el desarrollo

de políticas públicas dirigidas a la protección de las personas mayores, en

concreto, de las que residen solas en sus domicilios. Mi pretensión es buscar

elementos críticos que permitan entender mejor el fenómeno de su soledad

residencial en la sociedad actual y apuntar cual podría ser su futuro a corto

y medio plazo, atendiendo a los valores predominantes en las estructuras

sociales donde se desarrolla y se enmarca este estudio.

El paradigma crítico social me ha servido para situarme en la comprensión

del fenómeno de mi estudio desde el análisis del contexto social, político e

histórico que los envuelven, me permite ser sensible a las distintas voces y

perspectivas marginadas en el estudio de fenómenos sociales. Desde esta

orientación podré observar las presunciones, representaciones y opiniones

construidas como verdades únicas e inamovibles, y visibilizar el poder oculto

y las implicaciones del mismo en las experiencias de los participantes del

estudio para poder analizar las construcciones sociales de las personas

mayores que viven solas y sus familias, los detalles que componen las partes

y el dialogo que establece con la realidad externa.

La literatura científica destaca tres aspectos centrales en relación a la soledad

residencial de las personas mayores. En primer lugar, que la permanencia

en el hogar representa la opción más deseada por las personas mayores y

sus familiares y es apoyada por las instituciones (Iglesias de Ussel, 2001).

También parece haber pocas dudas respecto al hecho (segundo aspecto) de

105
DEPENDENCIA Y ENTORNO RESIDENCIAL Y FAMILIAR DE PERSONAS MAYORES DE 75 AÑOS QUE VIVEN SOLAS

que el envejecimiento de la población conlleva un incremento del número de

personas con algún tipo de dificultad para realizar las tareas de la vida diaria

de forma autónoma (Monteverdi, 2004).

El tercer aspecto que destaca la literatura es la posición de los cuidadores

familiares, poniéndose de manifiesto que cuando la solidaridad se convierte

en obligación sin ayuda ni apoyos, las familias, y especialmente las mujeres,

hipotecan una parte de sus vidas para realizar el cuidado de los mayores. Esta

situación novedosa para todos es vista como un problema de imposible solución

con los supuestos lastres económicos, sanitarios y familiares (Arenas, 2001).

Este paradigma incluye una serie de perspectivas teóricas como el

Postestructuralismo (Guba & Lincoln, 2005), que surge de la suposición

epistemológica de que la naturaleza de una investigación está determinada por

los valores sociales. Esta suposición me permite adoptar una postura crítica ante

el conocimiento existente sobre la identidad de las relaciones entre las personas

mayores que viven solas y su familia o red social; y de los miembros de la familia

entre sí. Me permite también comprender prácticas de las personas mayores,

algunas de ellas generadoras de conflictos dentro y fuera de la familia.

Situar la investigación bajo esta corriente de pensamiento facilita cuestionar

las formas de vivir en soledad de las personas mayores y las relaciones que

la familia establece con ellos. También permite profundizar en esa ruptura

entre condiciones objetivas y percepción de sí mismo, que, aparecen en el

centro tanto de mis observaciones preliminares como en la formulación de mis

hipótesis centrales; además de rastrear los valores y creencias que sustentan

“ese dejar hacer” de los grupos dominante, familia e instituciones frente a la

actitud de las personas mayores que viven solas.

106
capítulo 2 • PERSPECTIVA Y ORIENTACIÓN TEÓRICA

2.2.2. La perspectiva teórica

2.2.2.1. El estructuralismo constructivista y la sociología de la acción

El Postestructuralismo según algunas denominaciones es una corriente de

pensamiento perteneciente al paradigma critico-social.2 Hace referencia a un

rango de posiciones teóricas que desafían la idea de que el lenguaje es neutral,

objetivo y libre de valores respecto a la realidad (Cheek, 2000). Enfatiza que la

verdad está socialmente construida y que hay muchos discursos que compiten

para producir lo que nosotros tomamos como realidad que en palabras de

Geertz “son conjeturas a partir de las cuales el investigador debe extraer

conclusiones explicativas” (Geertz, 1973:20).

Esta perspectiva permite generar nuevas posiciones desde las que transformar

los discursos que perpetúan los estereotipos. Los discursos son considerados

formas de pensamiento y prácticas integradas dentro de una amplia estructura

social. Referencian lo que puede ser dicho, pensado y hecho, pero también

quién puede hablar, cuándo y con qué autoridad. Son, como apunta Iñiguez

(2006), prácticas sociales que configuran sistemáticamente los objetos de

que hablan, no identifican, los construyen.

En la sociedad los discursos se pueden solapar, complementar o incluso oponer.

Los dominantes, son aquellos discursos que se encuentran arraigados en la

sociedad, que se consideran incuestionables y proporcionan una estructura

para debatir el valor de una forma de hablar sobre la realidad por encima de

otras (Parker, 1992). Estos pueden limitar otras formas de pensamiento sobre

2. Problemas de denominación: El concepto de posestructuralismo es difícil y polisémico.


Quizás el elemento común a objetos y teorías denominadas como postestructuralistas es la
presencia de una crítica, más o menos densa, al determinismo exclusivo de la estructura de
las instituciones sociales o de las estructuras de pensamiento.

107
DEPENDENCIA Y ENTORNO RESIDENCIAL Y FAMILIAR DE PERSONAS MAYORES DE 75 AÑOS QUE VIVEN SOLAS

un fenómeno, definiendo los límites de las posibilidades del conocimiento

(Cheek, 2000); están en continuo desafío ya que mantienen relaciones

con otras posibilidades de significado y posturas, llamados discursos

transformadores; además de buscar ser instituidos y abrir alternativas de

significación, comprensión y acción.

Frente a ellos, los discursos transformadores pretenden crear resistencias,

cuestionando los discursos monolíticos y unitarios, buscan otras

posibilidades de estar presentes (Conde, 2009). Un discurso transformador

produce la aparición de un nuevo orden que supone una ruptura del límite

impuesto por las prácticas discursivas que están autorizadas. Trata de

construir nuevas identidades y al hacerlo buscan la transformación de la

estructura social.

Los discursos se asientan en instituciones como la iglesia, el ejército, la

familia, los hospitales, las escuelas o las universidades. Estas instituciones,

juegan por tanto un papel clave en la normalización social. Desde ellas, se

propicia la producción y reproducción de determinados discursos que van

a participar en la constitución social de la persona.

Para Bourdieu, la educación es reproductora de la desigualdad en la

distribución del capital cultural, plasmado en los planes escolares de manera

arbitraria; beneficia a los mas familiarizados con ese capital cultural de tal

forma que “aunque el deseo de ascenso a través de la educación no sea

menos intenso en las clases inferiores que en las medias, sigue siendo

irreal o abstracto dado que las posibilidades de satisfacerlo son ínfimas”

(Bourdieu & Passeron, 2004:39). Aun así cabe insistir en la educación como

herramienta de cambio.

108
capítulo 2 • PERSPECTIVA Y ORIENTACIÓN TEÓRICA

La soledad residencial de las personas mayores es el núcleo central de mi

estudio. El domicilio es el espacio de lo privado, en él, el individuo vive

el proceso de envejecer, en algunos casos en soledad y dependencia y

las relaciones que se establecen en este ámbito, tienen características

complejas. Las familias que proporciona el cuidado, son las que van a

permitir conocer cuál es su percepción ante este fenómeno y las acciones

que llevan a cabo. La actividad del cuidado está como otras, sometida a

cambios. El espacio físico del cuidado, históricamente público, lo comparten

en la actualidad las familias y los profesionales en el espacio privado del

domicilio de la persona mayor (Angus et al., 2005).

Cabe decir que muchos de los trabajos encuadrados en la categoría de

postestructuralistas, en realidad han sido desarrollados por autores

cercanos al estructuralismo; o, mejor, que se han distanciado de una idea

de la estructura como a priori absoluto, transhistórico y determinante

en exclusiva de los hechos sociales, y la han retomado en su dimensión

contextual temporal y social, incorporando frecuentemente el papel

protagonista de los actores en su hacer social, el de las percepciones

y construcciones sociales diferenciales en la constitución de los campos

sociales.

Por todo ello, el paradigma crítico social, de orientación estructuralista

constructivista es el que parece adaptarse mejor al tipo de cuestiones

planteadas en esta investigación, enfatiza que las verdades actualmente

admitidas en relación a la soledad residencial de las personas mayores son

producto de una realidad histórica; permite estudiar la soledad residencial

de las personas mayores en diferentes contextos, la influencia que sobre

ella ejerce el género, el nivel de instrucción, las redes sociales y el nivel de

109
DEPENDENCIA Y ENTORNO RESIDENCIAL Y FAMILIAR DE PERSONAS MAYORES DE 75 AÑOS QUE VIVEN SOLAS

autonomía; así mismo, favorece la inserción en el análisis de los efectos de

las actuaciones de las familias ante esta situación.

Esta concepción teórica ha recibido distintas denominaciones, siendo esta

la que le da su autor más representativo y es, sin duda, la que explicita

mejor su objeto y peculiaridades. Bourdieu clasifica su construcción teórica,

dentro de la corriente llamada constructivista: “El constructivismo hace

referencia a la existencia de la génesis social de una parte de los esquemas

de percepción, de pensamiento y de acción que son constitutivos de lo que

llamamos habitus” (Bourdieu, 1987a:127).

Por estructuralismo, este autor entiende la existencia de estructuras

objetivas en el mundo social y no solamente de los sistemas simbólicos,

lenguaje, mito, etc., independientes de la conciencia y de la voluntad de

los agentes, que son capaces de orientar o de coaccionar sus prácticas o

sus representaciones.

Las sociedades se presentan como estructuras de diferencias que sólo cabe

comprender si se elabora el principio generador que fundamenta estas

diferencias. Principio que no es más que la estructura de la distribución de

las formas de poder o de las especies de capital eficiente en el universo social

considerado, y que, por lo tanto, varía según el lugar y el momento. Esta

estructura no es inmutable, y permite fundamentar un análisis dinámico de

la conservación y transformación de las propiedades actuantes y, con ello,

del espacio social.

Bourdieu considera que la sociedad es un sistema relacional de diferencias en

el que se dan una serie de campos con sus reglas de juego particulares.

110
capítulo 2 • PERSPECTIVA Y ORIENTACIÓN TEÓRICA

Desde esta perspectiva, la vejez se plantea como resultado de construcciones

sociales que influyen en las creencias de la persona y su forma de entender

las relaciones con el mundo. La vejez es algo más que una realidad

biológica o psicológica, es también algo relacionado con la elaboración de

cada sociedad.

En mi investigación no me planteo preguntas sobre como es la persona

mayor, o como es la última etapa del ciclo vital. Me propongo identificar

los significados que adquiere la vejez como fuente de identidad para los

individuos, analizar las estrategias frente a dicho proceso, destacar las

diferentes maneras de vivir la vejez y, en referencia al proceso, determinar

las diferencias entre géneros y nivel de instrucción.

2.3. Una mirada del estructuralismo constructivista

al género, nivel de autonomía, red social y nivel de

estudios en el contexto de esta investigación

La perspectiva postestructuralista y la del estructuralismo constructivista

ofrecen herramientas teóricas que permiten deshacer conceptos dicotómicos

heredados de la vieja filosofía social, como sujeto-objeto y colectivo-

individual. No se rige por la lógica analítica que disocia para comprender,

sino por la lógica dialéctica esbozada por Bachelard (1973), que apunta a la

complementariedad de perspectivas y a la síntesis plural. De ahí la negativa

de Bourdieu a inscribirse en una sola perspectiva.

Situar la investigación bajo esta corriente de pensamiento me permite

cuestionar las relaciones que las personas mayores que viven solas establecen

111
DEPENDENCIA Y ENTORNO RESIDENCIAL Y FAMILIAR DE PERSONAS MAYORES DE 75 AÑOS QUE VIVEN SOLAS

con su red social. Me acerca a la existencia de creencias o valores que

sustentan la permanencia en el ámbito doméstico aun siendo mayor como un

ejercicio de poder, tanto desde la persona mayor que vive sola como desde

las relaciones afectivas o familiares establecidas.

La vivienda es, además de un espacio físico, un espacio emocional y de

relaciones sociales, donde el individuo encuentra la satisfacción por vivir y

de no darse esa satisfacción la alternativa suele ser la movilidad residencial

(Rojo Pérez, Fernández-Mayoral, Rodríguez Prieto y Rojo Abuín, 2007). Aunque

los factores culturales actúan modulando la forma de hacer y entender esta

opción residencial dentro de la familia, se encuentran en las personas mayores

similares procedimientos en relación al hábitat en función de las diferentes

tipologías demográficas. (Prieto Sancho, Etxeberria Arritxabal, Galdona

Erquizia, Urdaneta Artola y Yanguas Lezaun, 2009).

2.3.1. El género

El estudio de las relaciones y diferencias entre los géneros es abordado por

Bourdieu, de manera exhaustiva, en sus obras “El sentido práctico” y “La

dominación masculina”. Para este autor la cultura marca a los seres humanos

con el género y este marca la percepción de todo lo demás; considera la

lógica del género, bajo la forma paradigmática de violencia simbólica, que

está inscrita en las estructuras sociales y en la subjetividad de las estructuras

mentales (Bourdieu, 2000). Considera este autor que el orden social masculino

es tomado como natural, de acuerdo con la organización social de espacio

y tiempo, de la división sexual del trabajo y de las estructuras cognitivas

inscritas en las mentes mediante el mecanismo de oposición binaria.

112
capítulo 2 • PERSPECTIVA Y ORIENTACIÓN TEÓRICA

En relación a mi tema de estudio, aunque en la vejez parecen igualarse

los valores adjudicados a cada uno de ellos, la incapacidad para aceptar y

comprender los propios sentimientos a la que se enfrentan en esa etapa,

genera no pocas veces situaciones de difícil solución (Prieto Sancho, Etxeberria

Arritxabal, Galdona Erquizia, Urdaneta Artola y Yanguas Lezaun, 2009).

El rol de persona mayor se conforma desde el nacimiento, y las cuestiones

de género son inherentes a su desarrollo en relación a cómo este ha sido

aprendido en la familia y como ha sido modelado; Murillo (2000) afirma que

las responsabilidades van incluidas en la biografía del sujeto. Estudios como

el cualitativo de Pilcher (1998) nos muestran como la construcción del género

de la mujer se presenta de diferente forma según la localización histórica

de la cohorte estudiada y, fundamentalmente, que ellas retienen distintos

visiones sobre el mundo.

El espacio doméstico ha sido considerado tradicionalmente como ámbito de

influencia femenino, mientras que el rol de los varones queda abierto a lo social

y cultural, identificado con lo público. Ello contribuye a entender el vivir solo

durante la vejez como una actividad circunscrita al ámbito femenino; de ahí que

la forma de asumir los hombres las tareas de la casa determinará la estabilidad

residencial al quedarse viudo o separarse (Shahar et al., 2001; Laínez, 2002).

Pero en el hogar lo público frente a lo doméstico se desdibuja como espacio

de producción familiar. El hogar no representa estrictamente un espacio

de las mujeres, sino que se trata de un espacio de los varones en el que las

mujeres construyen sus posibilidades de identidad (Santamarina, 2002). La

mujer representar lo estable dentro del hogar frente a los riesgos que el varón

debe asumir en el afuera (Freixas Farré, 1993).

113
DEPENDENCIA Y ENTORNO RESIDENCIAL Y FAMILIAR DE PERSONAS MAYORES DE 75 AÑOS QUE VIVEN SOLAS

Kaufman (1994) analiza las relaciones que se establecen en el sistema de

patriarcado, y afirma que existen, además de un sistema de poder de los

hombres sobre las mujeres, otras jerarquías entre distintos grupos. En este tipo

de sociedades cada una de las personas no tiene la posibilidad de desarrollar sus

capacidades en igual medida; este hecho se evidencia en los hombres mayores

al quedarse viudos y pasar a vivir solos; el reparto de roles establecido durante la

vida en pareja, les inhabilita para las actividades de la vida diaria en soledad. Este

autor señala, en términos más concretos, que la adquisición de la masculinidad

hegemónica es un proceso tal que los hombres pueden llegar a perder la

capacidad para cuidar de sí mismos. La forma en que las personas mayores

asumen las actividades de la vida diaria en su domicilio es un exponente claro de

como estos significados sociales de género toman más cuerpo y son creados y

recreados constantemente tanto por los actores como por sus familias.

Tong y College (1998) analizan la relación de los valores con el género del

individuo y adscriben como valores masculinos: justicia, independencia,

autonomía, razón, mente, cultura, acción, trascendencia y militarismo. Atribuyen

como valores femeninos: cuidado, interdependencia, conexión, emoción, cuerpo,

naturaleza, contemplación, emanación y pacifismo. Estas diferencias en los

valores entre las personas mayores que viven solas se evidencian especialmente

frente a su autopercepción y comportamiento en el ámbito privado del hogar;

entre las familias las diferencias se presentan en la construcción de relaciones

intrafamiliares y su articulación en el ámbito de lo privado.

Bazo y Domínguez–Alcón (1996) afirman que las políticas y los servicios socio-

sanitarios se elaboran teniendo en cuenta una concepción determinada de

familia y comunidad; las actuales responden a un tipo de familia en el que se ha

entendido el compartir responsabilidades entre sus miembros como algo propio

114
capítulo 2 • PERSPECTIVA Y ORIENTACIÓN TEÓRICA

de las obligaciones familiares, con reparto de roles por género. Esta concepción

de familia se basa en una estructura en la que el varón es el proveedor de los

ingresos y la mujer la proveedora de los cuidados y el servicio.

Cabe entonces esperar que hombres y mujeres muestren distintas maneras

de afrontar y explicar su proceso de envejecimiento desde las atribuciones

que la cultura otorga a cada sexo (Fischer & Manstead, 2000). De forma que el

género condiciona la percepción de las personas mayores y de la familia sobre

la soledad residencial. Mi interés como investigadora se centra en obtener una

mayor compresión, por un lado, de la percepción del fenómeno según género

y conocer las estrategias que utilizan para adaptar su soledad residencial a los

cambios que se producen durante el envejecimiento. Y, por otro, conocer la

opinión de los hombres y mujeres de la familia sobre las estrategias y recursos

utilizados por las personas mayores para permanecer en su domicilio.

2.3.2. Nivel de autonomía

Aunque el concepto de autonomía ha sido redefinido recientemente en

el marco normativo español por la Ley 39/2006, de 14 de diciembre, de

Promoción de la Autonomía Personal y Atención a las Personas en Situación

de Dependencia, es un término usado con anterioridad por diferentes

profesionales con criterios similares.

Sociológicamente las personas no autónomas se consideran un colectivo que

experimenta ciertas condiciones de existencia nacidas, fundamentalmente,

de los entornos en los que viven. Frente a esta consideración, el modelo

biomédico, que defiende la salud como lo contrario a la enfermedad concibe

115
DEPENDENCIA Y ENTORNO RESIDENCIAL Y FAMILIAR DE PERSONAS MAYORES DE 75 AÑOS QUE VIVEN SOLAS

la discapacidad como la consecuencia de la expresión personal de una

deficiencia, que requiere un tratamiento individualizado enfocado hacia

el déficit específico. A partir del discurso de la reivindicación de derechos

del colectivo de personas dependientes surge la discapacidad, como una

“construcción social”. Y frente al discurso normativo, médico, clínico

e individualizador, se opone otro crítico, sociológico, político, inclusivo

y contextualizador y aparece el concepto de diversidad funcional, para

reivindicar el derecho a tomar decisiones y a abandonar la marginación

a la que tradicionalmente han sido sometidas las personas dependientes

(Rodríguez Díaz y Ferreira, 2010). Tal como plantea Ferrante (2008), es

necesario ir más allá de la posición de dominación en la estructura social

y recuperar la percepción que las personas con discapacidad poseen de sí

mismas y de la discapacidad.

La teoría de Pierre Bourdieu ayuda a la comprensión de la experiencia

de la posesión de una discapacidad. El estado de pérdida de autonomía

produce una desposesión en términos de capital simbólico3 que conduce a la

ocupación de bajas posiciones del espacio social, y se traduce en limitaciones

en las posibilidades de manipulación del espacio físico y del cuerpo propio.

La dominación de la que dichas personas son objeto se inscribe en una

estructura que reproduce las condiciones de su mantenimiento inculcando

en los dominados las predisposiciones que así lo garantizan (Bourdieu,

1999b).

Ferrante (2008) en su trabajo a partir de los datos de Encuesta Nacional

de Discapacidad en su país (Argentina) analiza la experiencia de vivir con

una discapacidad; y destaca que se presenta de forma diferente según

3. Véase página 129.

116
capítulo 2 • PERSPECTIVA Y ORIENTACIÓN TEÓRICA

la posición en el espacio social del agente y de su trayectoria, influyendo

el capital económico, social y cultural en la realización de tratamientos y

acceso a ayudas técnicas. Afirma esta autora que el sujeto con discapacidad

ocupa una posición marginal en el espacio social. Las limitaciones de la

discapacidad son por eso más visibles fuera del espacio doméstico, aunque

es en el domicilio de la persona incapaz de valerse por sí misma donde

se observan los efectos de una cultura discapacitante. En esa sociedad

como en la nuestra (la mediterránea) la persona mayor con la fragilidad

inherente al envejecimiento y los vínculos familiares más débiles, opta

cada vez más por la soledad residencial. De ahí la importancia de conocer

si pueden participar y realizar las actividades cotidianas y cómo es su

transcurrir en el espacio público.

Lo que resulta afectado en el cuerpo de la persona con discapacidad no es

la función orgánica en la cual el modelo biomédico localiza la deficiencia,

sino su calificación social en la cual el Estado posee una responsabilidad

central (Merleau-Ponty, 1975). En este sentido, la posesión de una

discapacidad implica una desposesión en términos generales de capital

simbólico; las personas con unas condiciones derivadas de la imputación

de la denominada deficiencia, podían ser consideradas como miembros

de una clase oprimida. En el análisis de estadísticas se deben cuestionar

las categorías utilizadas, ya que, de lo contrario, con la sola intención de

decir las cosas tal como son se conduce a la ratificación de la dominación

de las personas con discapacidad; a través de las nominaciones sociales,

se inculca el habitus de la discapacidad, que lleva asociado, un cuerpo

enfermo (Bourdieu, 1999a). Es esa interesante y fina crítica que Bourdieu

hace a lo que denomina “sociología sociologista” o “sociologizante” que es

aquella que se presenta como agente del poder instituido. Frente a ella,

117
DEPENDENCIA Y ENTORNO RESIDENCIAL Y FAMILIAR DE PERSONAS MAYORES DE 75 AÑOS QUE VIVEN SOLAS

esa sociología de la acción, crítica, que analiza y propone al tiempo cambios

normativos.

En mi estudio donde lo que pretendo es conocer como la soledad residencial

de las personas mayores condiciona la percepción de autonomía, y cómo la

familia entiende las limitaciones de la persona mayor, en la realización de las

actividades de la vida diaria. Considero que estas posiciones bourdelianas

vehiculan el interés del trabajo.

2.3.3. Redes sociales

Bourdieu (1979) analiza, la existencia o inexistencia de comportamientos

desinteresados entre los individuos. Cree este autor que puede existir esta

generosidad si coinciden habitus predispuestos y universos en los que exista

recompensa; el más característico de estos universos es la familia.

Para Bourdieu, la familia puede ser definida a partir de palabras como “casa”

u “ocupantes de la casa”, que mas allá de describir, construyen la realidad

social. La familia como categoría que pone los limites dentro de los cuales la

familia funciona como campo. Lo familiar es el especial campo doméstico que

se extiende sobre las relaciones que los agentes ocupan en la posesión de

ciertos bienes que dan poder en el mundo social (Bourdieu, 1997b).

Se considera, por ello, la institución familiar como un espacio en el que

la inculcación supone una acción pedagógica; y en el que las posiciones

responden al tipo de organización social. Las condiciones de vida manifiestan

la lucha entre los campos, donde aparecen relaciones de poder que dan lugar

118
capítulo 2 • PERSPECTIVA Y ORIENTACIÓN TEÓRICA

a nuevas formas de vivir en familia. De esta manera las diferencias sociales

se objetivan en bienes materiales y se subjetivan en modos de ver y pensar

(Barg, 2003).

Las relaciones familiares deben ser analizadas teniendo en cuenta las

situaciones intra y extra familiares que pueden modificar toda la organización

interna. Se debe considerar en la familia: las manifestaciones de la integración

grupal y las expresiones de los diferentes capitales que se entrecruzan en el

campo doméstico que deben hacerse visibles para que sus miembros puedan

transformarse. Al respecto, Barg (2003) sostiene que los profesionales

y servicios de atención a la familia actúan con frecuencia descalificando

sus posibilidades, dando lugar a una situación de parálisis y aceptación de

decisiones tomadas a su espalda. Es frecuente que los profesionales discutan

entre sí posibles soluciones sin contar con los interesados. Dar información al

usuario es una forma de restitución de derechos vulnerados.

2.3.4. Nivel de estudios

La apropiación de ciertos bienes culturales proporciona una ventaja en

cuanto a la distinción, los gustos difieren dependiendo de la clase social. En

su libro La Distinción, Bourdieu (1979) realiza un análisis de la realidad social

basado en el gusto como capacidad de elección, con los bienes culturales

como protagonistas, y su influencia en la diferenciación de las personas en

clases. Destaca que la influencia es en ambas direcciones; los cambios en

los bienes culturales conducen a alteraciones en los gustos, pero los cambios

en los gustos también suelen introducir transformaciones en los productos

culturales. La estructura del campo no sólo condiciona el deseo de bienes

119
DEPENDENCIA Y ENTORNO RESIDENCIAL Y FAMILIAR DE PERSONAS MAYORES DE 75 AÑOS QUE VIVEN SOLAS

culturales por parte de los consumidores, sino que también estructura lo

que los productores crean para satisfacer esas demandas.

Pierre Bourdieu hace un apunte sobre la búsqueda de las afinidades entre los

grupos y considera que el gusto es también lo que empareja y une personas

y cosas que se convienen mutuamente. Afirma este autor que cuanto más

cerca estén las personas en el espacio social mayor probabilidad existe que

lleven a cabo acciones conjuntas. Se comprende así la resistencia de las

personas mayores a experimentar nuevas convivencias sin reconocimiento

previo del habitus constituyente de las afinidades y relaciones.

Aunque el concepto de clase está presente en la obra de Bourdieu, en sus

estudios no hay acuerdo sobre sus límites. Basta con tener presente que

los bienes se convierten en signos distintivos (de distinción) pero también

de vulgaridad. Y que tal como afirma el autor, las clasificaciones por edad

(y también por sexo, y también claro, por clase) vienen a ser siempre una

forma de imponer límites, de producir un orden, en el cual cada quien

debe mantenerse y donde cada uno debe ocupar su lugar (Bourdieu &

Wacquant, 1995:163).

Desde la perspectiva de este autor, lo social sólo puede ser explicado

a partir de un análisis que vincule elementos económicos y culturales

simultáneamente. Bourdieu toma del marxismo la idea de una sociedad

estructurada en clases, pero entiende que las diferencias económicas y

materiales no alcanzan para explicar la dinámica social. El poder económico

sólo puede reproducirse y perpetuarse si, al mismo tiempo, logra

hegemonizar el poder cultural y ejercer el poder simbólico. La dominación

de una clase social sobre otra se asienta en el ejercicio de este poder.

120
capítulo 2 • PERSPECTIVA Y ORIENTACIÓN TEÓRICA

La cultura asigna, según autores como Prieto Sancho, Etxeberria Arritxabal,

Galdona Erquizia, Urdaneta Artola y Yanguas Lezaun (2009), diferentes

posiciones a los grupos que la conforman. Bourdieu utiliza el término capital

cultural para aludir al conjunto de conocimientos, experiencias y relaciones

acumuladas que son desempeñadas en las prácticas sociales, que determinan

los lugares que los agentes ocuparán y las posibilidades de acción en los

campos en los que son desarrollados. Indicadores como la clase social de

pertenencia o el nivel de instrucción alcanzado (que a su vez mantienen

entre sí una correlación positiva) nos permiten predecir las posibilidades

y capacidades de adaptación y consiguiente éxito que espera, a priori, a

cada sujeto erigido en portador de un habitus (conjunto de disposiciones

y prácticas incorporadas de manera inconsciente) determinado. El capital

cultural es constitutivo y constituyente del habitus, y se relaciona con las

distintas formas de envejecer. En esa línea, diversos estudios relacionan

niveles económico y cultural de las personas mayores con las posibilidades

de alcanzar un estado de dependencia en la vejez (Puga y Abellán, 2002).

Los recursos económicos facilitan la adquisición de recursos de apoyo y el

nivel de estudios facilita hacer frente a la situación (Regido, 2001).

2.4. Bourdieu y sus categorías centrales: habitus,

campo, capital

Aunque he hecho uso de estos conceptos en este mismo capítulo y los conceptos

teóricos y metodológicos de Bourdieu son ampliamente conocidos, considero

oportuno hacer aquí un breve comentario sobre la génesis, el uso y sobre todo

la adecuación de los mismos a mi investigación.

121
DEPENDENCIA Y ENTORNO RESIDENCIAL Y FAMILIAR DE PERSONAS MAYORES DE 75 AÑOS QUE VIVEN SOLAS

Pierre Bourdieu es uno de los sociólogos más destacado de la segunda mitad

del siglo XX. Sus aportaciones son de gran relevancia y destacan entre ellas

las dedicadas a los estilos de vida. Su teoría destaca por ser un intento de

superar la dualidad tradicional en sociología entre las estructuras sociales

y el objetivismo (fisicalismo), por un lado, frente a la acción social y el

subjetivismo (hermenéutica), por otro lado. Para ello se dota de dos conceptos

nuevos, el habitus y el campo, así como reinventa uno ya establecido, el

capital.

Para enfocar mi investigación desde los planteamientos teóricos de Pierre

Bourdieu y alcanzar la comprensión de las respuestas frente a las distintas

situaciones que los agentes viven, debemos partir de la búsqueda en el

campo de la realidad estudiada, sus límites, su estructura, su conformación,

las posiciones ocupadas por los agentes y el tipo de capital predominante,

es decir, todo aquello que va a explicar la realidad concreta.

El núcleo de esta investigación son las necesidades de actuación que deben

afrontar a las personas mayores que viven solas. Tomar como campo el

domicilio nos ayudará a estudiar las relaciones y modalidades de intervención

que se encuentran en nuestra unidad de análisis. Los diferentes tipos de

capital, nos ayudará a comprender el significado de las prácticas de los

agentes, en función del lugar que ocupan en el campo. Y el análisis del

habitus de los agentes que desarrollan la actividad dentro de una estructura

determinada como es el domicilio, nos presenta diferentes modos de estar

en el mundo y de entender las realidades que se plantean a diario y evidencia

cómo, en otros aspectos, se presentan divergencias que generan conflictos,

creando así lo que Bourdieu denomina, un determinado tipo de violencia

simbólica.

122
capítulo 2 • PERSPECTIVA Y ORIENTACIÓN TEÓRICA

La fórmula {(habitus) (capital)} + campo = práctica, que propuso Bourdieu,

en una de sus obras más reconocida “La distinción. Criterios y bases

sociales del gusto”, ha sido el punto de partida en este desarrollo teórico.

Los conceptos del pensamiento de Bourdieu nos facilitan conocer algunos de

los mecanismos que rigen la práctica residencial de las personas mayores

y las dinámicas que se construyen alrededor de esta situación. Permite

además, identificar cuáles son las dinámicas que generan tensiones entre

las personas mayores y su familia.

Bourdieu reconoce que las acciones individuales y del grupo, en un mundo

concreto como es el domicilio, no pueden ser explicadas simplemente

como comportamientos individuales, sin tener en cuenta la estructura que

las sustenta, sino como acciones con influencia cultural, de tradiciones y

estructuras objetivas dentro de la sociedad (Jenkins, 1992); por lo que

consideramos que incorporar a nuestro estudio los conceptos de campo,

capital y habitus nos facilitará su comprensión y el análisis.

Bourdieu busca el orden social oculto tras el orden simbólico para explicar

racionalmente las estructuras y los espacios sociales así como ayudar a

construir una visión más real del espacio estudiado. Los agentes, según

Bourdieu, reproducen prácticas de acuerdo a la posición que ocupan en un

espacio social. Nuestro autor recalca que el hombre es producto y productor

de la realidad social a través de normas que configuran el habitus (Bourdieu

& Wacquant, 1995).

Habitus es un concepto que juega un papel muy importante en la construcción

del mundo social. Bourdieu, entiende por habitus el conjunto de esquemas

a partir de los cuales los sujetos perciben el mundo y actúan en él. Es “la

123
DEPENDENCIA Y ENTORNO RESIDENCIAL Y FAMILIAR DE PERSONAS MAYORES DE 75 AÑOS QUE VIVEN SOLAS

interiorización de la exterioridad” y la “exteriorización de la interioridad”, es

la sociedad en el cuerpo y en la mente, lo que hace posible la percepción,

la apreciación y la acción social para los sujetos, inculcados por un contexto

social particular. El habitus en Bourdieu será una “estructura estructurada”

capaz de operar como “estructura estructurante”, disposiciones incorporadas,

durables, transferibles y transformables, que le permiten al sujeto un conjunto

de comportamientos y de actitudes al tiempo que circunscribe su margen

de acción y se hace más evidente cuando se nos sumerge en un medio,

diferente del nuestro, cuyas reglas de juego no conocemos. La distribución

social de los gustos procedentes del habitus nos lleva a relacionarnos con

personas con las que compartimos esas preferencias (Bourdieu, 1979).

Mediante la elaboración de la categoría habitus el autor establece un

puente entre la esfera más abstracta de la cultura y los comportamientos

individuales. Bourdieu considera que estos son respuestas automatizadas

que constituyen la manera de estar en esa realidad que le toca vivir. Ese

habitus es la respuesta tanto de la experiencia individual como de la historia

colectiva, que permite explicar algunos rasgos de la vida social, no solo

en función de las acciones de los individuos, sino además por la influencia

de la historia, la tradición y los principios de las personas. De manera

inconsciente los individuos incorporan comportamientos a sus vidas por

imitación (Lane, 2000).

Para analizar esta influencia, Bourdieu y Passeron (1970) utilizan el término

inculcación al referirse a la acción pedagógica efectuada dentro de un

espacio institucional como el familiar; su incorporación remite a la idea de

una interiorización, por parte de los sujetos, de las regularidades inscritas

en sus condiciones de existencia.

124
capítulo 2 • PERSPECTIVA Y ORIENTACIÓN TEÓRICA

Es a partir del habitus, como se organizan las prácticas de los sujetos en

función de sus propias percepciones. Las elecciones de los agentes sociales

responden a prácticas interiorizadas por el grupo social en el que ha sido

educado. Estas formas de actuar serán adoptadas posteriormente por nuevos

agentes. El habitus dota al sujeto de las habilidades y los valores necesarios

para integrarse a un grupo, proporciona la aptitud para actuar en una

situación sin que haya sido necesario establecer un plan de acción, porque

son el resultado de una serie de disposiciones incorporadas en el curso de

una trayectoria (Gutiérrez, 2002).

El habitus se considera, por otra parte, un elemento obstaculizador del cambio

en las conductas y relaciones y, por tanto, útil en el análisis de la soledad

residencial de los mayores y de la relación de los mayores que viven solos,

con su red sociofamiliar. Como plantea Granés (2008), los individuos van a

obrar regidos por factores externos y no según sus intereses o valores; y sus

elecciones serán el resultado de su historia y sus condiciones sociales. En

este mismo sentido, Angus et al., (2005) destacan el impacto que supone la

incorporación al espacio de la casa, de las lógicas de la esfera sanitaria en los

beneficiarios de los cuidados a domicilio. La intervención en el domicilio de

diversos profesionales por un periodo largo provoca cambios que transcienden

las limitaciones del domicilio y en los que intervienen también las familias.

Habitus y campo están íntimamente relacionados, de esta manera, el campo

estructura al habitus que a su vez contribuye a construir el campo como mundo

dotado de sentido (Bourdieu & Wacquant, 1995). Es por lo que aunque las

acciones de los individuos estén regidas por las reglas del campo, no en todos los

campos ni para todos los participantes este carácter es consciente, homogéneo

y unívoco; la orientación dada por el habitus impone una estrategia. El agente,

125
DEPENDENCIA Y ENTORNO RESIDENCIAL Y FAMILIAR DE PERSONAS MAYORES DE 75 AÑOS QUE VIVEN SOLAS

no es por completo el autor de sus prácticas; en él actúa invisiblemente la

fuerza social. Se explica de esta manera que el hecho de compartir posición

social genere comportamientos similares. El desvelamiento de las condiciones

de la acción requiere del análisis social de la estructura Bourdieu (1979).

En el domicilio de la persona mayor se generan relaciones de poder que, junto

con el capital simbólico, influyen en el comportamiento de la persona mayor

y su red social. El habitus de los diferentes agentes determina la manera de

relacionarse los miembros de la familia entre sí y con la persona mayor.

El campo, según lo descrito por Bourdieu, debe ser el ámbito de estudio primario

en cualquier proyecto de investigación pues son las relaciones dentro del campo

más importantes que los agentes individuales. El autor nos recuerda que el

objeto de la sociología no es el individuo, aun cuando uno no puede construir

un campo si no a través de individuos, puesto que la información necesaria para

el análisis se une generalmente a los individuos o a las instituciones. Estudiar

el campo más bien que a gente dentro de él permite identificar patrones de

comportamiento.

Sin embargo, Bourdieu explicita que los campos ni son autónomos ni

exhaustivos; en realidad toda la sociedad y toda la acción social se mueve

de uno a otro, se constituyen subcampos y los diversos capitales circulan por

ellos. Por eso mi propuesta de “campo vivienda” no hace sino continuar en la

lógica bourdieuana.

Así, la soledad residencial de los mayores será influenciada por las estructuras

familiares, factores ambientales y personales. Pero las estructuras de la sociedad

determinan la manera en que la soledad residencial y la vejez se conceptúan.

126
capítulo 2 • PERSPECTIVA Y ORIENTACIÓN TEÓRICA

La educación, la ciencia, las artes y los medios son parte de este proceso y son

influyentes en la formación del campo de los mayores que viven solos.

Dentro de este campo de la soledad residencial los mayores, los miembros de

la familia y muchos otros obran recíprocamente con sus aspectos estructurales.

Las relaciones e interacciones entre los agentes individuales y las estructuras

del campo tienen el potencial de alterar la naturaleza y futura dirección de ese

campo.

La posición dentro del campo estudiado depende del capital reconocido por

la propia sociedad; es el espacio donde se dan encuentros entre individuos

que permiten la confrontación de opiniones, con luchas y relaciones de poder

que muchas veces son asimétricas. Para Bourdieu (1990) en esas luchas se

ponen en juego los márgenes del campo así como quien puede entrar, quien

tiene poder para decidir, cuales son las cuotas de poder y como se reparten.

Encontraremos desde al recién llegado que trata de romper los cerrojos del

derecho de entrada, hasta al dominante que trata de defender su monopolio y

de excluir a la competencia.

Podemos considerar, por tanto, la vivienda de la persona mayor un campo

específico de estudio que funciona de manera más o menos autónoma, con

sus propias leyes; un espacio complejo, compuesto por la persona mayor,

la familia que sin compartir techo realiza cuidados, los vecinos y amigos

y los cuidadores formales que desempeñan su labor en el domicilio. Para

adentrarse en ese universo debe conocerse los códigos y reglas internos.

El capital puede tomar diversas formas que son determinadas por el campo

en el cual serán utilizadas. El capital de una persona puede ser intercambiado

127
DEPENDENCIA Y ENTORNO RESIDENCIAL Y FAMILIAR DE PERSONAS MAYORES DE 75 AÑOS QUE VIVEN SOLAS

o utilizado para mejorar su posición dentro el campo. Bourdieu no pensó

el capital como mecanismo económico. Sin embargo, su escritura reconoce

la importancia del capital económico y la estructura de clase resultante en

sociedad moderna. Se da el nombre de capital a los recursos puestos en juego

en los diferentes campos: capital económico, capital cultural y capital social (la

red de relaciones movilizables). Por esta misma razón, el campo funciona

también como mercado de bienes materiales o simbólicos (Bourdieu, 1979).

Dentro del capital, Bourdieu (1997b) nombra tres categorías y posteriormente

incluye una cuarta: el capital económico, el capital social, el capital cultural

y el capital simbólico. Para Gutiérrez (2002) son los poderes que definen las

probabilidades de obtener un beneficio en un campo.

El capital económico hace referencia al bienestar material que se manifiesta

según cuál sea el campo. En nuestro estudio el capital económico es la vivienda

en propiedad y la autonomía de la persona mayor.

El concepto de capital social fue iniciado con anterioridad por otros autores;

Bourdieu lo usó para referirse a las ventajas y oportunidades que obtienen

las personas al ser miembros de ciertas “comunidades” .En el campo de

los domicilios de las personas mayores, podríamos referirnos al papel de las

instituciones facilitando su permanencia en el mismo y a las relaciones con

amigos, vecinos y familia, Al fin y al cabo, como el propio Bourdieu dice y

reseñan tantos deudores (conscientes o no) suyos, ese capital social es el

alimento de las redes sociales.

Bourdieu (1997b) plantea que el capital cultural se presenta en tres estados

típicos, distinguiendo para cada estado una modalidad de adquisición y

de transmisión. El capital cultural puede existir en estado incorporado, es

128
capítulo 2 • PERSPECTIVA Y ORIENTACIÓN TEÓRICA

decir, bajo la forma de disposiciones duraderas del organismo. Se realiza

individualmente y supone su incorporación mediante la pedagogía familiar y

el contexto sociocultural. No puede ser delegado, debe ser adquirido; y muere

con las capacidades biológicas de su portador. Su modo de adquisición, lo

hace aparecer como propiedad innata. El capital cultural en estado objetivado

se encuentra bajo la forma de bienes culturales, como pueden ser los libros,

instrumentos, esculturas, cuadros, máquinas, etc. Puede ser transmitido en

su materialidad, desde el punto de vista jurídico, o puede ser apropiado por

capital económico. Lo particular de este capital es que su apropiación material

no implica la apropiación del habitus al que anteriormente hicimos referencia.

Los bienes culturales suponen el capital económico para su apropiación

material y el capital cultural incorporado para su apropiación simbólica.

Y por último, el capital en estado institucionalizado, que confiere ciertas

propiedades totalmente originales al capital cultural que supuestamente

debe garantizar. El capital cultural institucionalizado confiere a su portador

un valor convencional, constante y garantizado jurídicamente. Los títulos

académicos de los agentes son la moneda de cambio para participar en el

campo. Lo que en otros términos, a veces usados por el propio Bourdieu,

denominamos estatus.

Bourdieu (1997b) introduce el capital simbólico como una cuarta especie de

capital. Se trata de ciertas propiedades que parecen inherentes a la persona

misma del agente, como la autoridad, el prestigio, la reputación, el crédito,

la fama, la notoriedad, la honorabilidad, el buen gusto, etc., propiedades que

sólo pueden existir en la medida en que sean reconocidas por los demás. Así

entendido, el capital simbólico “no es más que el capital económico o cultural

en cuanto conocido y reconocido”.

129
DEPENDENCIA Y ENTORNO RESIDENCIAL Y FAMILIAR DE PERSONAS MAYORES DE 75 AÑOS QUE VIVEN SOLAS

La respetabilidad de la persona mayor en la cúspide de la familia patriarcal,

busca en la sociedad actual su espacio en los nuevos modelos de familia.

Existe como capital simbólico en la medida en que su autoridad es

reconocida por los otros como un valor. El capital simbólico constituye la

base del poder simbólico. En realidad toda forma de dominación tiene una

dimensión simbólica. En nuestra investigación la pérdida de autonomía al

envejecer y las dificultades para permanecer en el domicilio configuran

subjetividades particulares.

Dado que comparto con autores como Recio (1994) la posición de no ver

posible analizar científicamente la acción humana sin tener en cuenta o la

medición subjetiva o la estructuración social, considero que los conceptos

teóricos de Bourdieu son de gran utilidad para analizar el componente

simbólico de la actividad humana; lo que, en mi investigación, me ayudará

a entender la toma de decisiones de los mayores que viven solos y de las

familias.

Las categorías centrales del trabajo de Pierre Bourdieu: habitus, campo,

capital; cuya piedra angular es la relación de doble sentido entre las

estructuras objetivas (las de los campos sociales) y las estructuras

incorporadas (las de los habitus), se opone radicalmente a los presupuestos

inscritos en el lenguaje en el que los agentes sociales así como los

intelectuales, por lo general suelen confiar para rendir cuenta de la práctica

Bourdieu (1997b:8).

Conocer porqué los mayores son como son, permite aportar una visión

más integradora de este fenómeno; prioriza el análisis del fenómeno frente

a su descripción y permite explorar y cuestionar algunos aspectos sobre

130
capítulo 2 • PERSPECTIVA Y ORIENTACIÓN TEÓRICA

la identidad de las personas mayores poco discutidos en la actualidad. Mi

finalidad en este trabajo es revisar los discursos y las relaciones que han

ido constituyendo tensiones en la red social de la persona mayor y analizar

sus implicaciones en la actualidad.

131
Capítulo 3
PLANTEAMIENTO DE LA INVESTIGACIÓN

Este capítulo incluye aspectos referentes a la cuestión metodológica; mi

propuesta responde, por un lado, a la reflexividad fruto de la de la revisión

de la literatura y, por otro, a mi posicionamiento teórico ante el fenómeno

como investigadora. Ambos han sido determinantes en el planteamiento de

los objetivos y la metodología del estudio. Intento, en definitiva, exponer el

camino que he empleado para producir conocimientos a partir de la obtención

de información.

3.1. La investigación crítico social y los conceptos de

la teoría de Bourdieu

Es conocido, y así se recoge en la revisión de la literatura, la preferencia de

las personas mayores por continuar viviendo en su domicilio aunque sea en

soledad, tanto en España como en el resto de Europa (IMSERSO, 2006; Walker,

2005). También muestra los importantes cambios que se están produciendo

en las estructuras formales e informales en las que se apoyan las personas

133
DEPENDENCIA Y ENTORNO RESIDENCIAL Y FAMILIAR DE PERSONAS MAYORES DE 75 AÑOS QUE VIVEN SOLAS

mayores (Arriola y Beloki, 2005; López Doblas, 2005; IMSERSO, 2006). Pero

es escasa, la información referida a la realidad de la situación en los hogares

de las personas mayores solas.

Mi posicionamiento como investigadora me lleva a ser crítica con el hecho

de que no se estén resolviendo las necesidades en los domicilios de las

personas mayores y a plantear la necesidad de que se produzcan cambios

en los recursos, los equipos y la red sociofamiliar de manera que mejore la

experiencia de las personas mayores de permanecer en el domicilio.

Al hilo de esta reflexión, aunque los estudios cualitativos no parten de una única

hipótesis, esta investigación se plantea desde un conjunto de premisas:

●● Los factores sociales que inciden en la permanencia en el domicilio

para satisfacer las necesidades de las personas mayores son poco

conocidos, tanto por lo novedoso del envejecimiento creciente de

la población como el cambio demográfico en un contexto social con

transformaciones profundas.

●● Los recursos que mejorarían la permanencia en el domicilio son

escasos, a menudo desconocidos y poco utilizados.

●● La persona mayor prefiere permanecer en su domicilio y no en el

de sus familiares; incluso opta por la soledad aún cuando aparezcan

dependencias.

●● La familia presenta dificultades para mantener la continuidad del

actual modelo de cuidados de las personas mayores.

134
capítulo 3 • PLANTEAMIENTO DE LA INVESTIGACIÓN

En esta investigación parto por un lado de la técnica de preguntas abiertas,

siendo mi interés explorar como la vejez es socialmente construida por los

discursos. Me planteo analizar los procesos de continuidad y ruptura de las

personas durante la vejez, para, de esta manera, detectar similitudes y

diferencias de la vida diaria de las personas en esta y en otras etapas del

ciclo vital. Por otro lado mediante GD de familiares analizaré la posición de las

familias en la relación con sus familiares mayores.

Esta perspectiva teórica y más concretamente desde los conceptos teóricos

de Pierre Bourdieu, abre un nuevo campo de posibilidades sobre las influencias

recíprocas de la estructura social y el sistema de roles y estatus en la

configuración de los mayores que viven solos como resultado de procesos de

interacción social múltiples.

3.2. Objetivo general

Explorar las estrategias de adaptación y los factores que determinan la

permanencia en el domicilio de las personas mayores de 75 años que

viven solas.

3.3. Objetivos específicos

A nivel de las personas mayores

●● Conocer cómo condiciona la percepción de la vivienda y

comunidad la permanencia en el domicilio.

135
DEPENDENCIA Y ENTORNO RESIDENCIAL Y FAMILIAR DE PERSONAS MAYORES DE 75 AÑOS QUE VIVEN SOLAS

●● Identificar el tipo de estrategias que las personas mayores emplean

para resolver sus necesidades básicas e instrumentales.

●● Analizar cómo entienden los recursos sociosanitarios en tanto

moduladores de la permanencia en el domicilio.

A nivel de las familias

●● Conocer su posición respecto a cómo condiciona la percepción de

la vivienda y comunidad de estos mayores, en la permanencia en

el domicilio.

●● Identificar su opinión sobre el tipo de estrategias que las personas

mayores emplean para resolver sus necesidades básicas e

instrumentales.

●● Analizar el conocimiento de la red sociosanitaria y la percepción de

su eficacia como moduladores de la permanencia en el domicilio.

3.4. Diseño y tipo de estudio

La metodología utilizada en este estudio es de tipo cualitativo. Desde fechas

recientes el interés de la investigación cualitativa está aumentado entre los

profesionales que exploran los fenómenos relacionados con salud. A partir

de la década de los 90 son varios los autores que destacan la importancia

de este tipo de investigación en el campo de la salud, como medio para

contribuir a comprender cómo entienden y perciben las personas, la salud

y la enfermedad, dentro de sus contextos psicosociales específicos. (De la

136
capítulo 3 • PLANTEAMIENTO DE LA INVESTIGACIÓN

Cuesta, 1997; Zoucha, 1999; March, Prieto, Hernán y Solas, 2002). Y en la

actualidad hay consenso sobre la capacidad de este tipo de investigaciones

para generar datos contextualizados en una determinada situación social

(Mercado, Gastaldo y Calderón, 2002; Denzin & Lincoln, 2005). Este tipo

de métodos son útiles en la búsqueda de la comprensión, más que en la

predicción, de una determinada realidad social; y, en definitiva, permiten

indagar cuál es su naturaleza, más que explicarla (Iñiguez, 1999). La

incorporación de la manera en la que los actores construyen y reproducen

su visión del mundo, aporta una dimensión esencial en la comprensión

de las percepciones, los modelos de acción y la construcción social de la

cotidianidad.

Autores como Mercado (2000:112) y Conde (2002) han analizado la relación

entre investigación cuantitativa y modelo biomédico frente a investigación

cualitativa y modelo social. En referencia a esta última, Mercado afirma que

alejarse de los modelos biomédicos y adoptar posturas críticas mediante

este tipo de estudios cualitativos, tiene implicaciones importantes en cuanto

a los datos a obtener, “la experiencia del padecimiento no se encuentra

en los archivos o registros médicos, ni en las historias elaboradas por los

profesionales de la salud (…) allí no se encuentra la voz de quienes padecen.

En tales historias solo se encuentra la perspectiva de los profesionales de la

salud sobre la enfermedad y su tratamiento médico”. El punto de vista de la

persona con la que analizamos el fenómeno de estudio se encuentra, según

este autor, principalmente en el lenguaje y en la historia que cuenta. Las

estrategias de acceso a la misma puede ser tales como las narraciones, las

historias de vida, la autobiografía, los diarios, las cartas o la conversación. La

información obtenida a través de encuesta cerrada y de índole cuantitativa

difícilmente da cuenta de ese punto de vista. En opinión de Calderón y

137
DEPENDENCIA Y ENTORNO RESIDENCIAL Y FAMILIAR DE PERSONAS MAYORES DE 75 AÑOS QUE VIVEN SOLAS

Fernández de Sanmamed (2008), las investigaciones en salud necesitan

de un referente científico entendido en su historicidad, teñido de valores y

abierto en su vocación de profundización.

En este sentido Conde (2002) considera que la incorporación de la palabra a

las ciencias de la salud y su consiguiente análisis de los discursos, facilita la

comprensión de los aspectos subjetivos, la permanencia y la transformación

de muchas prácticas; de la misma forma que posibilita abordar el análisis del

fenómeno con mayor riqueza.

En mi caso, considero que este tipo de investigación tiene indicación en el

estudio de la forma de vida de las personas mayores que viven solas, según

las diferencias de creencias debidas al género, nivel de instrucción y red

social, y su repercusión sobre las estrategias para permanecer en el domicilio.

Y que puede aportar luz a la silenciada preocupación de las familias que se

responsabilizan de sus familiares mayores que quieren vivir solos.

El estudio se ha realizado en tres fases:

●● Fase de pilotaje, en la que se han realizado dos entrevistas para

la elaboración de la matriz básica de preguntas dirigidas a las

personas mayores de 75 años que viven solas, de forma que se

asegurase la cobertura de los objetivos específicos propuestos.

●● Primera fase exploratoria, en la que se han realizado 16

entrevistas a personas mayores de 75 años. Posteriormente se

decidió realizar una entrevista más, por las dudas derivadas de

la complejidad que había supuesto la entrevista realizada a un

hombre de 103 años.

138
capítulo 3 • PLANTEAMIENTO DE LA INVESTIGACIÓN

●● Segunda fase exploratoria en la que se crearon cuatro grupos de

discusión de familiares de personas mayores que viven solas (nueve

participantes por grupo). Se consideró que la incomparecencia

de uno o dos miembros no alteraba el buen funcionamiento del

grupo.

3.5. Participantes, muestra intencional y reclutamiento

La población estudiada ha sido de mujeres y hombres residentes en

Mallorca, mayores de 75 años que viven solos; y familiares de personas

mayores de esas características.

El muestreo ha sido intencional. Se consideraron criterios de exclusión las

personas con situaciones de salud incompatibles con la comunicación y

comprensión hablada en castellano o catalán.

Se han reclutados un total de 9 mujeres y de 10 hombres mayores de

75 años, para las entrevistas y 18 mujeres y 15 hombres, familiares de

personas mayores de 75 años que viven solas, para los grupos de discusión.

El reclutamiento de los informantes tanto para las entrevistas como para los

grupos de discusión, se ha hecho mediante la técnica de “bola de nieve”, a

través de anuncios en centros de atención primaria de salud, centros sociales

y asociaciones de vecinos, solicitando la participación de forma voluntaria.

Para las entrevistas a las personas mayores fue necesaria la mediación de

un informante clave que promoviese el contacto. Los informantes fueron

enfermeras de atención primaria de salud y trabajadoras sociales de los

ayuntamientos.

139
DEPENDENCIA Y ENTORNO RESIDENCIAL Y FAMILIAR DE PERSONAS MAYORES DE 75 AÑOS QUE VIVEN SOLAS

3.6. Técnicas de recogida de datos

Para dar respuesta a los objetivos propuestos se han utilizado dos técnicas

de recogida de información, las entrevistas y grupos de discusión, además

del diario de campo.

Las entrevistas se realizaron con la finalidad de explorar en profundidad

la significación de los factores y estrategias de adaptación en el domicilio

de las personas mayores. Los grupos de discusión se plantearon con el fin

de llegar a un consenso respecto a la percepción que la familia tiene de la

capacidad de la persona mayor de permanecer en su domicilio.

La recogida de datos se ha realizado mediante grabación de las entrevistas

individuales y grupales que fueron transcriptas por un “typewriter” y

posteriormente revisadas por mí, para garantizar la precisión del contenido

e integrar notas de campo.

En la primera fase he realizado entrevistas semiestructuradas a las personas

mayores, como forma de recoger la experiencia personal de los actores

individuales. Esta modalidad de entrevista permite obtener información

en relación a los temas centrales del estudio y al mismo tiempo acceder a

sus experiencias, interpretaciones o puntos de vista (Kvale & Brinkmann,

2009).

En la segunda fase, mediante grupos de discusión con familiares de

personas mayores que viven solas indago en los procesos que constituyen

el tejido que configura las relaciones familia/persona mayor, que permiten

cuidar sin vivir bajo el mismo techo.

140
capítulo 3 • PLANTEAMIENTO DE LA INVESTIGACIÓN

Con el objetivo de que los informantes produzcan información sobre todos

los temas que nos interesan, he elaborado un guión temático que consta

de 12 ítems para las entrevista de las personas mayores (Anexo 4); para

los GD con los familiares de personas mayores se ha elaborado un guión

de 8 ítems (Anexo 5). El guión, como propone Valles (2002) es un esquema

abierto que permite recoger información de la persona entrevistada y

además, captar aspectos no previstos inicialmente.

Para la entrada en el campo presenté el proyecto a la convocatoria pública

de proyectos de investigación de Evaluación de Tecnologías Sanitarias del

Ministerio de Sanidad y Consumo. En diciembre de 2009 el proyecto fue

concedido para su realización durante los años 2010-2011. El trabajo de

campo se desarrolló entre los meses febrero y octubre de 2010.

3.6.1. Entrevistas de personas mayores de 75 años que viven

solas

La entrevista abierta es pertinente cuando necesitamos conocer diversos

aspectos de un proceso. En ella las preguntas se refieren a comportamientos,

no a lo que el informante piensa de lo que investigamos, sino a cómo actúa

en relación a lo que investigamos (Alonso, 1994). La entrevista produce, en

términos de Bourdieu (1991:91) “una expresión individualizada, socializada

por una mentalidad estructurada por habitus sociales”.

Para la muestra de esta primera etapa, se ha tenido en cuenta varias

características predeterminadas con el fin de seleccionar a las personas que

puedan aportar mejor calidad y cantidad de información sobre el tema de

141
DEPENDENCIA Y ENTORNO RESIDENCIAL Y FAMILIAR DE PERSONAS MAYORES DE 75 AÑOS QUE VIVEN SOLAS

estudio. Así pues, he seleccionado a los participantes por la potencialidad

en la riqueza de sus descripciones. El número de personas entrevistadas

responde al objetivo de saturar la información (Valles, 2002).

He iniciado las entrevistas con la cumplimentación del consentimiento

informado (ver apartado de consideraciones éticas) y de la ficha personal de

datos sociodemográficos (Anexo 7).

Para la selección de los informantes se tuvo en cuenta la edad, el género, el

nivel educativo, la red sociofamiliar y el nivel de autonomía.

●● La edad de los entrevistados se encuentra entre 75 y 103 años.

●● Respecto al género, el número de hombres entrevistados supera

en uno al de las mujeres; el motivo ha sido considerar que la

entrevista del informante de 103 años podía ser poco representativa

por la complejidad que supuso su realización, si bien dado que

se consideró un representante extremo muy interesante, no se

excluyó.

●● Los niveles educativos se separaron en dos perfiles: tener o no,

estudios superiores.

●● De la red sociofamiliar se hicieron dos grupos, correspondientes

a disponer o no, de red sociofamiliar, o que la disponibilidad de la

red en el momento de la entrevista fuese escasa (siempre, según

el criterio del entrevistado).

142
capítulo 3 • PLANTEAMIENTO DE LA INVESTIGACIÓN

●● El nivel de autonomía se midió mediante la escala Lawton & Brody

(1969) considerándose no autónomo1 las puntuaciones igual o

inferior a 7; se ha considerado autónoma la persona capaz de

realizar todas las actividades dentro y fuera del hogar sin ayuda.

Todos los casos contactados menos uno, que estaba en situación de duelo por

la muerte de su hijo, aceptaron ser entrevistados; con ellos se pactó según sus

preferencias, lugar, día y hora de la entrevista. De la duración de las entrevistas

con las personas mayores, aunque no estaba predeterminada, se tuvo en cuenta

la aparición de signos de cansancio, especialmente entre los muy longevos.

Ningún entrevistado manifestó interés ni necesidad de acortar la entrevista.

3.6.2. Grupos de discusión de familiares de personas mayores de 75

años que viven solas

En la planificación de la muestra en esta etapa se ha tenido en cuenta que

el punto fuerte de esta técnica, es la interacción entre los participantes. Se

ha considerado la homogeneidad, agrupando a los informantes por género y

nivel de estudios y se ha asegurado la heterogeneidad con las diferencias de

estado de salud del familiar mayor y el nivel de implicación en el cuidado de

cada participante en el GD. En el grupo se producen discursos particulares

que remiten a otros generales y sociales (Alonso, 1994), de manera que la

interacción grupal además ofrece datos acerca de las experiencias compartidas

y las normas sociales que rigen entre ellos (Curry, Nembhard & Bradley, 2009).

Hay diversas posiciones respecto a la indicación de los GD en investigación

1. Se ha utilizado este término, dado que se pretendía incluir personas mayores que no eran
autónomas, independientemente de su nivel de dependencia.

143
DEPENDENCIA Y ENTORNO RESIDENCIAL Y FAMILIAR DE PERSONAS MAYORES DE 75 AÑOS QUE VIVEN SOLAS

cualitativa. Morgan (1996) establece que decidir dónde, en qué momentos

o ámbitos el grupo de discusión funcionará o no, radica sobretodo en la

criterio del investigador.

A pesar de no tener un límite de tiempo preestablecido, en nuestro trabajo

de campo, la duración de los GD, no ha sido en ningún caso superior a dos

horas. La configuración de los GD hizo frente a dos dificultades: la poca

disponibilidad de tiempo de los participantes y, en varios casos, la negativa

a participar argumentado que “en su caso, todo estaba bien”.

3.6.3. Diario de campo

El diario de campo del investigador registra la manera en que éste se

implica en el proyecto, cuáles son sus decisiones y reflexiones y cómo ha

sido el proceso investigador; mostrarlo, ayuda a identificar desde donde

hablan los textos. Es importante incorporar al habitus científico la reflexión

de la posición del autor y abandonar de esa manera, la visión de que todos

los científicos escriben desde la misma posición (Robles, 2000). Esta autora

considera los prólogos, prefacios, agradecimientos y notas, medios para

forjar una idea de la posición desde la que habla el autor. El registro, como

apunta Geertz (1989) en su obra El antropólogo como autor, documenta el

proceso de investigación y no el producto.

En este trabajo, se ha mantenido un diario de campo para registrar en

primer lugar el proceso reflexivo surgido durante la revisión de la literatura.

Queda reflejado en él, que como planteo Goffman y posteriormente otros

autores, mi trabajo está permeado de mi experiencia personal con las

144
capítulo 3 • PLANTEAMIENTO DE LA INVESTIGACIÓN

personas mayores de mi entorno sociofamiliar, sin incurrir, considero,

por ello en parcialidad dado que el trabajo parte de la perspectiva de los

mayores y sus familias (Goffman, 1992:10).

Después de cada entrevista he tomado algunas notas, fundamentalmente

sobre el lugar donde había realizado la entrevista que en todos los casos

menos en uno ha sido en su domicilio (mantenimiento, adaptación,

barreras arquitectónicas, decoración); y la imagen de la propia persona

mayor. Además he anotado aspectos de la comunicación verbal de la

persona entrevistada, que en algunos casos, como, al hablar del futuro, ha

presentado cambios en la modulación de la voz.

En relación al clima creado durante la entrevista de las personas mayores,

en varios casos al encender las grabadoras noté dudas sobre si los datos

serian realmente tratados confidencialmente (su preocupación estribaba en

los posible riesgos que al divulgar su soledad residencial podían tener); ante

esta actitud, repetí la confirmación del anonimato de su información y la

entrevista continuó en un clima de total confianza. Anoté también en el diario

de campo, además de silencios y apasionamientos al abordar algunos temas,

mi percepción sobre si se estaban cansando o tenían prisa por acabar.

Después de la realización de los GD de los familiares, he anotado, además

de la comunicación no verbal, aspectos en relación a las interacciones y

solapamientos entre los participantes, los temas que han sido más debatidos

y las reflexiones surgidas en el transcurso de los grupos.

También he registrado notas acerca de conversaciones con el director de

este trabajo y el equipo del proyecto de investigación con el que se relaciona.

145
DEPENDENCIA Y ENTORNO RESIDENCIAL Y FAMILIAR DE PERSONAS MAYORES DE 75 AÑOS QUE VIVEN SOLAS

De esta forma las notas de campo, herramienta de recogida de datos por

excelencia de la etnografía, me ha sido de gran utilidad en mi camino como

investigadora.

3.7. Análisis de datos

Este trabajo de investigación se desarrolla en dos fases; en ambas he

usado como método de investigación el análisis de discurso, a partir de los

referenciales critico social y los conceptos de la teoría de Bourdieu.

Cualquiera de las fases del proceso de investigación puede conceptualizarse

como analítica, pues desde la formulación del problema el investigador va

diseccionando el fenómeno, y la tarea de plantear y resolver interrogantes no

cesa hasta la presentación de resultados.

Frecuentemente el análisis es entendido como la utilización de un procedimiento

una vez de obtenidos los datos. Esto conlleva el riesgo de fragmentar en

exceso el proceso si no se tiene presente el engranaje interno que conecta

las tareas que dan cuerpo a la actividad de conocer y razonar en las ciencias

sociales. De la teoría a las hipótesis, de éstas a la práctica mediante las

técnicas idóneas para contrastarlas, y de la práctica a la verificación o no

de las hipótesis y, en su caso, la revisión o mejora del ámbito teorético-

propositivo.

Sin embargo, por lo que respeta a la relación entre el análisis y la perspectiva

teórica, hay autores que sostienen que “la teoría tiene que ir siempre delante

del análisis” (Ball & Smith, 1992:3). Otros, no consideran necesario enmarcase

146
capítulo 3 • PLANTEAMIENTO DE LA INVESTIGACIÓN

en ninguna perspectiva epistemológica al usar métodos cualitativos (Patton,

1990); finalmente, otros afirman que en la práctica el investigador puede utilizar

diversas perspectivas a pesar de su afiliación principal (Miles & Huberman

(1994). Esta propuesta, que podía definirse como de “sano y prudente

eclecticismo” (Miquel Novajra, 2004:34), debe ser tenida en cuenta ya que,

en ocasiones, posiciones paradigmáticas tenidas por opuestas (incluso por

sus elaboradores principales) pueden resultar complementarias, al dirigirse

cada una de ellas a diferentes aspectos de la problemática estudiada.

El análisis se enriquece con informaciones surgidas en la relación con los

informantes o de hechos producidos durante el trabajo de campo. En este

trabajo el análisis responde a dos partes secuencialmente interrelacionadas

mediante un proceso deductivo de codificación basado en las teorías ya

establecidas sobre estrategias de soledad residencial, y un análisis inductivo

para asegurar que los datos son suficientemente amplios para producir nuevo

conocimiento contextualizado.

Para la identificación inicial de áreas temáticas, se han comparado los textos de

una serie de entrevistas tratando de dar un denominador común a un conjunto

de fragmentos de entrevistas que comparten una idea (por ejemplo: vivienda

actual). Bajo ese código se reunieron un verbatim variado “hago trabajo de

despacho”, “no me gusta cocinar”, “está como un piso de estudiante”. Frases

y fragmentos que contienen valoraciones de los mayores sobre el tipo de

vivienda y su relación con ella. La categoría agrupa, según el investigador, un

conjunto de contenidos referidos al mismo fenómeno.

Proceso similar se ha realizado con los textos de los GD de los familiares, en

la búsqueda de las posiciones discursivas de los participantes, que nos darán

147
DEPENDENCIA Y ENTORNO RESIDENCIAL Y FAMILIAR DE PERSONAS MAYORES DE 75 AÑOS QUE VIVEN SOLAS

los puntos de vista con los que el grupo aborda el tema, discurso producido

en el grupo, que se puede considerar equivalente a los producidos en

lugares sociales análogos (Conde, 2009).

Este tipo de codificación se ha denominado “codificación abierta” (Valles

2002:348). El objetivo de esta codificación es abrir la indagación. El analista

permanece abierto a conceptos de mayor grado de abstracción sugeridos por

los propios datos, con el objetivo de identificar las categorías más relevantes

superando el posible encorsetamiento de categorías de análisis establecidas.

El resultado del análisis de los textos es, como señala Conde (2009), el

discurso, construcción teórica que conlleva analizar sus componentes,

cómo se estructuran, la relación que guardan con el contexto social, con

los sujetos de la investigación y el tipo de realidad social que ayudan a

construir. El discurso existe en relación a otro discurso al que trata de

aproximarse o del que intenta diferenciarse. En alusión a la producción

de los discursos destaca este autor su carácter social que va mas allá del

propio sujeto y cita parafraseando a Bajtin: “La vida de la palabra consiste

en pasar de boca en boca, de un contexto a otro, de un grupo social a

otro (…) de esta forma la palabra no olvida el camino recorrido y no puede

librarse del todo de los contextos de los que antes ha formado parte”

(Conde, 2009:40).

3.8. Consideraciones éticas

Para la obtención de los datos, todos los informantes han participado de

forma voluntaria. Los participantes han dado su consentimiento después

148
capítulo 3 • PLANTEAMIENTO DE LA INVESTIGACIÓN

de ser informados oralmente y por escrito (en su lengua de preferencia:

castellano o catalán) sobre la naturaleza del estudio.

El primer contacto se ha hecho por teléfono, cuando el participante

manifiesta su interés en participar. Las personas que aceptaron formar

parte del estudio fueron llamados de nuevo para marcar la fecha de la

realización de la entrevista o GD. Previamente los participantes recibieron

información por escrito sobre el estudio, una copia del consentimiento

informado y firmaron la copia que se queda la investigadora.

La Hoja de Información del estudio para el participante contiene un

teléfono de contacto de la investigadora principal; también contiene

las estrategias para mantener la confidencialidad de la información

compartida con la investigadora (cambio de los nombres u otros datos

que puedan identificar a los participantes) que implica el mismo grado

de cumplimiento tanto para los investigadores colaboradores como los

participantes en los grupos de discusión. Se han respetado los Códigos de

Buena Práctica Ética para investigaciones en salud así como los Principios

de la Bioética.

Para la recogida de datos se ha tenido en cuenta la Ley 15/1999 de

Protección de Datos de Carácter Personal, quedando asegurado el derecho

al acceso, cese y cancelación de datos por parte de los participantes. El

estudio de investigación ha sido sometido a la evaluación de la Comisión

de Investigación y Comité de Ética de la Universitat de les Illes Balears y

al Comité de Ética de Investigación Clínica de las Illes Balears.

149
DEPENDENCIA Y ENTORNO RESIDENCIAL Y FAMILIAR DE PERSONAS MAYORES DE 75 AÑOS QUE VIVEN SOLAS

3.9. Estrategias de rigor metodológico

En este estudio se ha asegurado el rigor metodológico mediante procesos

comúnmente utilizados en los estudios cualitativos (Castillo y Vásquez,

2003). He tenido en cuenta que el primer proceso que aporta validez a la

investigación es el proceso reflexivo; en este punto y en relación a la mirada

del investigador, Bourdieu y Wacquat, (1995) enfatizan que es la relación con

el objeto de estudio la que debe ser sometida a reflexividad. Pero también

reconocen el papel que juega en la investigación la experiencia personal,

anteriormente comentada, teniendo en cuenta que para analizar dichas

experiencias como objeto de estudio, antes hay que concebirlas en términos

de experiencia social.

Por otro lado, como sugiere Finlay (2002), se han registrado minuciosamente

mediante grabación todas las entrevistas grupales e individuales y se han

tomado notas en cada entrevista y reunión de grupo que recogen aspectos

no verbales de los diferentes actores.

En relación a los datos he hecho explícita mi posición teórica y la perspectiva

desde la que contemplo los resultados intentado dotarlos de significado y

buscar conocimiento emergente.

Y, por último pero no menos importante, se ha realizado una triangulación de

fuentes (Denzin & Lincoln, 2005), compartiendo los resultados preliminares

del análisis con el equipo del proyecto de investigación del FIS con el que se

relaciona esta tesis.

150
capítulo 3 • PLANTEAMIENTO DE LA INVESTIGACIÓN

3.10. Límites y potencial del estudio

Los estudios cualitativos producen datos que son de gran valor social por

ser contextualizados, pero eso hace que no sean generalizables respecto a

los datos, aunque en otro orden de cosas lo puedan ser desde la propuesta

analítica y las inferencias discursivas obtenidas. Los resultados son, por tanto,

transferibles a contextos que compartan similitudes socio-demográficas y

socio-culturales con el lugar donde se han recogido los datos.

Los autores, Pope, Ziebland y Mays (2000) nos indican que un buen

análisis cualitativo requiere habilidad, visión e integridad del investigador

para realizarlo, y ello supone entrenamiento y, sobre todo, investigadores

experimentados. En este caso no podemos obviar que el trabajo forma parte

del programa de doctorado y es el objeto de la memoria que aquí presento;

pero que por otra parte, se asegura la calidad de la intervención ya que se

cuenta con la experiencia del director del trabajo con una aportación continua

durante todo el proceso de la investigación.

Mi investigación tiene una restricción voluntariamente escogida: he dejado

al margen la clase social en tanto tal. La razón de esta exclusión se debe a

en primer lugar la heterogeneidad del perfil, persona mayor/ama de casa,

y las connotaciones que tiene en esa generación, que perdían al casarse su

estatus para adscribirse al de sus maridos; y, en segundo lugar, a la dificultad

de poder tener en cuenta el patrimonio mas allá de la pensión de jubilación

o viudedad, especialmente en la comunidad autónoma donde se ha realizado

el trabajo de campo. Por otra parte, como bien afirma el mismo Bourdieu,

no podemos construir el concepto de clase partiendo tan sólo de la posición

de cada individuo en las relaciones de producción (que, para empezar, son

151
DEPENDENCIA Y ENTORNO RESIDENCIAL Y FAMILIAR DE PERSONAS MAYORES DE 75 AÑOS QUE VIVEN SOLAS

sociales y, por tanto inclusivas de otros factores y relaciones). Sus conceptos

de campo cultural y educativo, así lo establecen.

3.11. Difusión e implicaciones del estudio

El propósito de una investigación es siempre dar respuesta a un problema

o pregunta. Este trabajo pretende aportar conocimiento relevante a la

comunidad científica que sea capaz de repercutir en las agendas políticas

generando cambios de interés para la sociedad.

En esta investigación, los contextos susceptibles de intervención son las

personas mayores que viven solas y los familiares de personas mayores que

viven solas; ambos grupos del contexto donde se ha realizado la investigación

(isla de Mallorca); así como los profesionales que a través de la gestión y

la asistencia directa influyen en la permanencia de la persona mayor en el

domicilio en este mismo entorno.

La consecución de este objetivo depende en gran medida de la estrategias de

difusión de los resultados; de manera que como investigadora me propongo

ser capaz de combinar la presión de la comunidad científica por publicar en

revistas de alto impacto (ámbito internacional) con estrategias de difusión

en contextos y para colectivos cercanos al lugar donde se ha realizado la

investigación, en mi caso, la isla de Mallorca.

152
Capítulo 4
DESCRIPCIÓN DE RESULTADO

He divido este capítulo en dos apartados que corresponden a las dos unidades

de análisis: personas mayores de 75 años que viven solas y familiares de

personas mayores que viven solas.

Los textos obtenidos de la recolección de los datos han sido sometidos a un

proceso de análisis de discurso, utilizando los conceptos teóricos de Bourdieu,

aspecto que se desarrollará más ampliamente en el capítulo de Discusión de

Resultados.

En cada unidad de análisis he relacionado los códigos de cada categoría con las

unidades mínimas de sentido. En relación a las entrevistas debo apuntar que

la fecha, hora y lugar de su realización se dejó elegir a la persona mayor.

Se realizaron en su domicilio todas las entrevistas menos una (mujer de 99

años), que prefirió acudir a la universidad. En el anexo 6, recojo la distribución

de variables de segmentación en las personas mayores de 75 años que viven

solas entrevistadas.

153
DEPENDENCIA Y ENTORNO RESIDENCIAL Y FAMILIAR DE PERSONAS MAYORES DE 75 AÑOS QUE VIVEN SOLAS

4.1. Perfiles sociodemográficos de las personas

mayores de 75 años que viven solas

Como puede verse en el capítulo de la Perspectiva y Orientación Teórica,

en el apartado de la cuestión de la investigación, la biografía de este

grupo de mayores no es ajena al momento social en el que vivieron su

etapas de juventud y de adultos. Los hombre han sido autodidactas en

sus oficios y las mujeres han priorizado su rol de madres y esposas al de

sus profesiones, siendo todas, en periodos más o menos largos de su vida,

en exclusividad amas de casa. En el anexo 7, se encuentran los perfiles

sociodemográficos de las personas mayores de 75 años que viven solas,

que han sido entrevistadas en este estudio.

Teniendo en cuenta las variables se programaron 16 entrevistas;

previamente se realizaron dos entrevistas para el pilotaje del guión de

preguntas dirigidas a las personas mayores, ambas han sido incluidas en

los resultados. Posteriormente, con el propósito de saturar la información

y por los motivos expuestos en el capítulo 3, se entrevisto un hombre

más.

4.2. Los discursos centrales sobre la soledad

residencial de las personas mayores

A partir de una primera lectura teniendo en cuenta las hipótesis de la

investigación y con el fin de reflexionar sobre las posibles modificaciones a

realizar, he elaborado un mapa de entrevistas en relación a dos aspectos,

de la dimensión hogar/vivienda: lo actual o tradicional del hogar que

154
CAPíTULO 4 • DESCRIPCIóN DEL RESULTADO

podría relacionarse con las estrategias de adaptación y permanencia en

él; además del carácter abierto o no del mismo que podría determinar sus

experiencias con la red social y los recursos.

FIgURA 1. Mapa de posiciones de los entrevistados

MAER: mujer autónoma, estudios HAER: hombre, autónomo, estudios


superiores, con red sociofamiliar superiores, con red sociofamiliar
MAEr: mujer, autónoma, estudios HAEr: hombre, autónomo, estudios
superiores, red sociofamiliar escasa superiores, red sociofamiliar escasa
MAeR: mujer, autónoma, estudios básicos, HAeR: hombre, autónomo, estudios
con red sociofamiliar básicos, con red sociofamiliar
MAer: mujer, autónoma, estudios básicos, HAer: hombre, autónomo, estudios
red sociofamiliar escasa básicos, red sociofamiliar escasa
MaER: mujer, no autónoma, estudios HaER: hombre, no autónomo, estudios
superiores, con red sociofamiliar superiores, con red sociofamiliar
MaEr: mujer, no autónoma, estudios HaEr: hombre, no autónomo, estudios
superiores, red sociofamiliar escasa superiores, red sociofamiliar escasa
MaeR: mujer, no autónoma, estudios HaeR: hombre, no autónomo, estudios
básicos, con red sociofamiliar básicos, con red sociofamiliar
Maer: mujer, autónoma, estudios básicos, Haer: hombre, no autónomo, estudios
red sociofamiliar escasa básicos, red sociofamiliar escasa.

155
DEPENDENCIA Y ENTORNO RESIDENCIAL Y FAMILIAR DE PERSONAS MAYORES DE 75 AÑOS QUE VIVEN SOLAS

En la figura 1 aparecen distribuidos los distintos sujetos de investigación.

En el anexo 6 se recogen los perfiles de los sujetos según las variables y

los criterios utilizados para su inclusión. Aunque la representación grafica

no es métrica, la distribución de los sujetos de nuestro estudio apoya la

idea de que los patrones sociales no son aleatorios. De acuerdo a como

suponíamos al iniciar el trabajo los entrevistados se posicionan entre

los extremos más cercanos a valores de la comunidad, como estructura

gestada de forma espontánea, tradicional, rural, y heredada; o los más

cercanos a los valores sociales, lo adquirido, como agrupamiento artificial,

racional, urbano y aprendido.

Al observar el sistema de opiniones de los entrevistados, se constata la

influencia en las actitudes residenciales, de la propia vivienda como espacio

identitario en que residir.

4.3. CÓDIGOS DE LAS ENTREVISTAS EN RELACIÓN A LAS CATE-


GORÍAS: MANTENERSE EN CASA, CAMBIOS Y COTIDIANEIDAD

EN LA VIDA DOMéSTICA, CONFIANzA EN LA AYUDA SOCIOFA-

MILIAR Y UTILIzACIÓN DE SERVICIOS Y RECURSOS SOCIALES

En el anexo 8 se encuentran los códigos de la categoría mantenerse en

casa; en el anexo 9 se encuentran los códigos de la categoría cambios

y cotidianeidad en la vida doméstica; en el anexo 10 se encuentran los

códigos de la categoría confianza en la ayuda sociofamiliar; en el anexo

11 se encuentran los códigos de la categoría utilización de servicios y

recursos sociales.

156
capítulo 4 • DESCRIPCIÓN DEL RESULTADO

4.3.1. La casa como espacio de libertad y poder

En el discurso de los entrevistados emerge la preferencia por permanecer en

su vivienda habitual aun en soledad y con alguna discapacidad. Dentro de la

casa se sienten protegidos del afuera, con clara delimitación de lo público y

lo privado. En su casa es donde encuentran el sentimiento de control sobre

su vida.

E 13: me gusta mucho estar sola, hacer lo que me da la gana.

E 16: Cuando cierras la puerta (…) todo se queda fuera y tú te quedas

dentro y ahí eres amo, señor y dueño.

E 10: Me levanto cuando quiero, desayuno cuando quiero, y eso en

una residencia tienes normas que cumplir.

4.3.2. La vivienda como espacio identitario

En la cultura mediterránea, entre algunas personas mayores el hogar continúa

siendo el territorio de la identidad femenina, regido por normas tradicionales.

La vivienda se configura como un espacio cerrado, perteneciente a la familia,

en el que la cocina es la zona principal de la casa y que prefieren ellos mismos

cuidarlo. En nuestro trabajo para un sector de entrevistados la vivienda es

un espacio de hoy, abierto, donde estar y desde el que salir y entrar; espacio

adaptado para ser cómodo y fácil de mantener, con objetos y muebles para

recordar y recrearse en el pasado. Los mayores que los habitan, prefieren si

pueden contratar ayuda para la realización de las tareas domésticas.

157
DEPENDENCIA Y ENTORNO RESIDENCIAL Y FAMILIAR DE PERSONAS MAYORES DE 75 AÑOS QUE VIVEN SOLAS

E 9: Es una casa antigua, eh, de mis abuelos, que mi tía la dejó.

E 16: El día que tenga la residencia pues la utilizare pero como punto

de residencia (…). Sí, para dormir, y luego por la comida también,

como es lógico, pero el resto…

E 7: La casa es muy importante, la casa es un refugio fantástico,

lleno de recuerdos, lleno-lleno de cosas del pasado.

4.3.3. La preocupación por el futuro en relación al estilo residencial

La vejez es la única etapa de la vida que no tiene continuidad en otra; desde

esa perspectiva resulta fácil comprender el tempo de los mayores, alejado de

los acelerados ritmos de las generaciones más jóvenes. Aunque para algunos

la salud no es central en su vida, los deterioros de los de su edad, actúan de

recordatorio, configurando una representación del envejecimiento en el que

discapacidad y enfermedad no son ajenas. La certeza de que el futuro traerá

los deterioros debidos a los irreversibles cambios del envejecimiento hace

que se proyecten en el presente y piensen poco en el mañana.

E 4: Seguro que habrá cosas que pronto pararé de hacer (…) seguro,

llegaré a tener a alguien pero no sé, seguro que mis hijas me

ayudarán.

E 7: Vivir solo, será cada vez más complicado (…). No quiero ni

pensarlo, claro un día si estoy peor me tendré que pensar de hacer lo

que hace mucha gente mayor, encontrar un sitio.

158
capítulo 4 • DESCRIPCIÓN DEL RESULTADO

E 14: Todos de mi edad se han muerto (…) uno lo vi con silla de

ruedas el otro día (…). Hay que vivir hoy no mires mañana, porque

vivirás mal.

E 5: Quedarme digamos que me tuvieran que cuidar y yo no me

pudiera mover, así que casi preferiría morirme.

4.3.4. Soledad residencial como forma de vida

Un aspecto fundamental que comparten los entrevistados es la preocupación

por los imprevistos que puedan surgir estando en soledad. Aunque para la

mayoría la soledad no ha sido elegida, se observan posiciones discursivas

de dos miradas, una posición tradicional, con referencias a la soledad, como

situación aceptada con esfuerzo, en la que destaca la necesidad de contar

con quien compartir y pedir ayuda.

Se aprecian también otras posiciones en relación a la soledad que sugieren una

realidad elegida y positiva hasta el punto que les costaría vivir acompañados.

Alusiones a momentos de soledad como necesidad, con referencias a la vida

interior y saber estar con uno mismo. Soledad, libertad y felicidad como

estados relacionados entre sí. Consenso entre las mujeres sobre la no

necesidad de la compañía de un hombre ni de renunciar a la soledad para

tener pareja. Manifestaciones de las ventajosas cualidades de los animales de

compañía “piden pocas cosas a cambio”.

E 2: A veces la soledad es una buena compañera.

159
DEPENDENCIA Y ENTORNO RESIDENCIAL Y FAMILIAR DE PERSONAS MAYORES DE 75 AÑOS QUE VIVEN SOLAS

E 8: Solo en la calle, que parezco un perro abandonado (…) prefiero

ir acompañado. ¡Mire tengo miedo!

E 13: Mi felicidad es la libertad, que no tengo que dar explicaciones

a nadie.

E 16: Buscada o querida no hay cosa mejor, la soledad impuesta de

la que no puedes escapar, no hay cosa peor (…) el gato me permite

vivir, no me pide cuentas y no me regaña [Risa].

E 7: Nueva pareja, no surgió no (…) y-y tenía que ser una cosa mmm

realmente que me guste para renunciar a esta soledad aceptada

(…). Puedo decir que me gusta, es una soledad aceptada (…) a mí

no me pesa, más bien, a veces si hay demasiada gente, me pesa.

E 14: Al quedarme solo, yo me quería matar, me quería morir, me

quería morir (…) me volví viejo, no salía (…) y este pájaro cuando

por la mañana a las seis, cuando se aclara el día, ya me canta, ya

me llama (…) los animales hacen compañía.

E 11: Acompañado todo el día me sentiría muy incomodo (…) la

presencia de una persona, ahora viene mi hija estoy muy contento

(…) pero vamos me complicaría mucho la vida que se instalara

aquí.

E 9: La soledad es tremenda pero vamos si estás acostumbrado

(…) las sobrinas están en verano, con niños y todo eso, para mi

muy contento, pero es un cambio.

160
capítulo 4 • DESCRIPCIÓN DEL RESULTADO

4.3.5. Diferencias en la actitud en función del género

El hombre mayor se ve a sí mismo y es visto por las mujeres como incapaz

en las AVD y, que necesitan que se ocupen de él. Vivir en soledad para

las mujeres es más fácil que para los hombres, porque históricamente la

casa ha sido espacio femenino. De manera que se hace más evidente la

presencia o ausencia en el hogar de la mujer que del hombre. Aunque tanto

los hombres como las mujeres mayores consideran que no participar en las

tareas domésticas no se relaciona con capacidad; estas actividades han tenido

y todavía tiene relación con el reparto de roles por género y generación.

Distribución que en la familia está cambiando en parte debido al trabajo de

la mujer fuera del hogar y tiene repercusión en las relaciones de poder entre

los miembros de la familia.

E 16: La mujer lo tiene mucho más fácil, sí, son mucho más adaptables,

mucho más-mucho más adaptables, mire, además la casa es su

hábitat.

E 13: Hay muchísimos viudos que en su vida no han tocado ni un

plato (…) un hombre no está adiestrado para las labores domésticas

como una mujer.

E 14: Si falta la mujer todo se hunde pero si falta el hombre la casa

esta así (…) tiene el instinto de la casa, yo lo haga porque lo tengo

que hacer.

E 4: Los antiguos no, [risa] mi marido no se sabía arreglar solo y daba

mucho que hacer a las hijas.

161
DEPENDENCIA Y ENTORNO RESIDENCIAL Y FAMILIAR DE PERSONAS MAYORES DE 75 AÑOS QUE VIVEN SOLAS

E 10: En aquellos tiempos un señor llevar un paquete por la calle era

mal visto digamos, son más negados.

E 5: Si ahora se muere la mujer el marido le cuesta más que si se

muere el marido y la mujer queda.

4.3.6. Relación entre la construcción personal del concepto de

autonomía y la sobrevaloración de sus capacidades

Aproximación a la salud desde su preocupación por la pérdida de libertad

derivada de la pérdida de autonomía y la necesidad de cuidados. La edad es vista

como amenaza. Las personas mayores tienden a percibirse como capaces para

vivir solas y sin ayuda, y les cuesta dejar de hacer lo que hacían antes, llegando

a realizar actividades que conllevan riesgo. La actividad emerge como la forma

de presentar a los demás sus capacidades y retrasar las ayudas externas.

Cuando reconocen su incapacidad, disminuyen sus exigencias, simplifican las

actividades y tienden a delegar.

Un sector de las personas mayores considera sus capacidades como algo

heredado e inherente a las personas, como forma de supervivencia, hasta el

punto de conceder más importancia a la protección de los santos y el destino,

que una vivienda adaptada. Realizan ellos mismos las tareas de mantenimiento

del hogar y les cuesta delegar. Comparten la asunción de que la edad se

relaciona inexorablemente con incapacidad. Bajo esa concepción de capacidades

heredadas, se aprecia entre las personas mayores actitud de aceptación y

conformismo frente a las situaciones que se le presentan y cierta pereza para

hacer cambios. Afrontan lo que les toque vivir aunque les suponga esfuerzo.

162
capítulo 4 • DESCRIPCIÓN DEL RESULTADO

Se evidencian también manifestaciones, de otro sector de personas mayores,

de la existencia de relación entre sus capacidades y la formación y los valores

morales; matiz de adquirido y dinámico (pueden aportar fortaleza para

superar lo que se presente en la vida). En ese sentido en las entrevistas

aparecen diferentes acepciones de la disciplina; presentándose en todas

como necesaria para vivir solo y que puede costar mantenerla. Bajo la

concepción de capacidades aprendidas, emerge un discurso de adaptación a

los cambios y optimización de los recursos. Disminuir las exigencias y utilizar

apoyos personales y de servicios (para algunas tareas y en algunos casos). La

capacidad funcional no se relaciona con rasgos físicos, es el convencimiento

de que puedes, es una actitud vital.

E 13: Yo siempre he sido así, muy independiente y autónoma, a mí

no me gusta depender de nadie. No llevo nunca ni un paquete, no

puedo llevar peso, mi bolso me sobra (…) ser viejo, todo el mundo

tiene que llegar, pero tiene que llegar inteligentemente, es decir, sin

exigencias.

E 11: Tienen como más preocupación, como más, me quitan cosas,

me han puesto una persona (...). Una persona con cierta sensibilidad

espiritual, pues tiene unas soluciones y los que esperan a retirarse

para no hacer nada, pues tienen otras.

E 4: Siempre iba fuera de la ciudad con una moto, no sé si me volveré

a subir [risa].

E 12: En la bañera. Sí, sí me podía agarrar, pero yo entraba y decía

“que voy a pasar”, tengo esta palabra “San Pascual no me hagas

163
DEPENDENCIA Y ENTORNO RESIDENCIAL Y FAMILIAR DE PERSONAS MAYORES DE 75 AÑOS QUE VIVEN SOLAS

caer” (…) “ampárame que no me caiga”, he ido así. NUNCA, nunca,

nunca tropecé ni allí ni en la escalera.

E 16: Fortaleza moral que te ayuda a superar cualquier situación

y luego la disciplina (…) yo conservo unos principios religiosos no

excesivamente estrictos (…). Es una base, es una plataforma, es

una ayuda, eso es un algo a que agarrarse.

E 9: Cinco años de humanidades, después tres de filosofía y cinco de

teología (…) no sé cómo decirlo, me aporta fortaleza y conformidad

(…) un poco de oración y cosas así, no sé cómo decirlo, me aporta

una cierta tranquilidad.

E 7: Para que uno, se-se pueda quedar en su casa, una cierta

disciplina, una disciplina física, alimenticia eh moral, moral.

E 8: Mi fortaleza está, como quien dice por el cariño que me dan,

tengo las amistades de por aquí, ah, ahora me dicen el abuelo (...).

Los papeles de la casa mi hijo pequeño lo lleva todo (…) la parte

monetaria también me lo gestiona.

E 19: La felicidad empieza en la conformidad (…) está lloviendo,

pues necesito el paraguas, mañana no llueve bueno pues no me lo

llevo.

E 5: La lavadora, para planchar, que también me plancho las

camisas y todo, o sea, que tuve que aprenderlo todo (…) no es de

un día para otro.

164
capítulo 4 • DESCRIPCIÓN DEL RESULTADO

4.3.7. Las estrategias para mantenerse en casa

Con la edad, cambian las prioridades, en general disminuyen las exigencias

sobre las rutinas diarias. Las personas mayores identifican los puntos de riesgo

en la vivienda, que requieren atención especial por su parte y deberían ser

adaptados (bañera, escaleras, o armarios). Utilizan aparatos de apoyo y ayuda

de personas lo menos posible. Su deseo es abandonar la casa solamente cuando

no sea autónomo. Consideran una buena opción la venta de la casa mediante

hipoteca inversa para poder contratar servicios y continuar viviendo en ella.

E 13: Muebles de estudiante, lo más barato que encontré y me puse

un piso juvenil y fácil limpiar (…). Busqué todas las comodidades,

ascensor, parquet, agua caliente y sin peligros.

E 7: Los trabajos de casa, tampoco es una cosa tan complicada, hay

que reducirlos y no complicarse la vida. Lo que quiero poner ahora es

algo para sentarme, eh para estar con la ducha y sentarme.

E 8: Me he caído, estos que hay en los arboles, alrededor del árbol,

no está al nivel de lo que es la acera, ir un poco distraído (…) el

contenedor no son muy seguros (…) yo una vez puse la palanca y

al tirar la bolsa yo me fui detrás (...). Tengo la casa vendida (…) me

dejan vivir aquí hasta que me muera, sí, me van pagando, ya está la

escritura ya la tienen ellos.

E 4: Fuera de la ciudad siempre me llevo el móvil, Si-si-sí, porque a

veces he hecho parche con la moto [he pinchado la rueda] y he tenido

que llamar, tengo un nieto que es mecánico.

165
DEPENDENCIA Y ENTORNO RESIDENCIAL Y FAMILIAR DE PERSONAS MAYORES DE 75 AÑOS QUE VIVEN SOLAS

E 3: Ahora tengo un aparato para abrir, para los botes, por ejemplo,

de tomate (…) la fecha de caducidad, no la miro muchas veces (…)

pusieron la caja esa del contador y se cuido el yerno de hacerlo y

ahora me trajeron unos papeles que tenía que firmarlos y le dije, a

mi nieta.

E 12: No tenía fuerza para poner la botella de butano y yo pues la

ponía pero no estaba segura (…) esta botella del agua, a lo mejor

estaba muy fuerte y no podía (…); los armarios para mi, están altos,

pero siempre ponía las cosas en los de abajo (…) de poner bombillas

y todo eso, llamaba a mi vecino.

E 10: Y luego tengo un abridor, que mi hijo está al tanto de todos los

adelantos.

4.3.8. Autocuidado como forma de mantener la soledad residencial

Posiciones discursivas desde actitudes de mantenimiento de la mejor salud

posible, que permitan seguir viviendo en su casa. Autocuidado como disciplina

y como estilo de vida, generador de autonomía.

Discurso muy homogéneo sobre la importancia de los hábitos dietéticos y su

relación con la salud. Algunos entrevistados tienen amplia información sobre

lo que deben comer; un grupo de mayores prefieren cocinar ellos, incluso

para otros miembros de la familia; otro grupo manifiesta pereza por cocinar y

prefiere no tener que hacerlo. El cumplimiento del tratamiento farmacológico

lo planifican teniendo en cuenta sus capacidades.

166
capítulo 4 • DESCRIPCIÓN DEL RESULTADO

Realizar actividad es una práctica muy interiorizada entre las personas

mayores, siendo pasear, aunque considerada poco atractiva, la más realizada.

Las consecuencias de la pérdida de fuerza sobre la realización de actividades

es una queja generalizada de las mujeres mayores.

Frente a manifestaciones de ideas tradicionales sobre la actividad como algo

que debe hacerse con un fin, tales como las práctica ligadas al campo y

cuidado de la casa o la presentación de la realización de tareas domésticas

como actividad y entretenimiento. Se aprecian otras posiciones relativas a

ideas moderna sobre la actividad, variada y con connotaciones no solo física.

Actividad dirigida a prevenir el deterioro y percibida como ocio. Mantenimiento

de la actividad como negación del efecto de la edad. Interés por conservar

su cuerpo.

E 19: Cuidarse es no comer cosas indebidas, hace 62 años que no

fumo, no beber.

E 4: Se la llevan hecha. Cuando cocino hago una olla de cocinado,

también hago para todos. No es que me guste mucho pero lo hago.

E 16: La dieta procuro tenerla, verdura en abundancia (…) procuro

observar una prudencia, es un poco lo de los sibaritas (…). Las recetas

sí, bueno está aquí apuntado en la hoja o si no, si la cosa es más

complicada lo apunto en el ordenador.

E 12: Yo lo que más he comido ha sido, patatas, verduras, acelgas,

frutas. Queso ninguno, carne de ternera ninguna, carne de cordero

ninguna. Huevos no muchos (…) me gusta mucho el pescado (…) un

167
DEPENDENCIA Y ENTORNO RESIDENCIAL Y FAMILIAR DE PERSONAS MAYORES DE 75 AÑOS QUE VIVEN SOLAS

poquito de vino, si-si eso sí (…) no café no, no me ha gustado nunca

el café, además me desvela.

E 17: Algunas veces, por ejemplo, mi hija hace más comida para el

domingo y cuando viene un lunes tiene siempre algo para mí (…).Los

huesos con los años son viejos y necesitan no sentarnos.

E 14: Necesito proteína, no necesito grasa (…) la carne envejece

la persona (…) para el desayuno, un plátano, porque tiene una

cantidad de potasio (…). Ya no masticamos bien, entonces yo, lo he

comprobado todo eh, no me caía bien la comida (…). TODO triturado

(…). He conducido hasta que dije a mi hijo mira, yo no quiero coche,

me sentaré, cogeré barriga, estaré mal, volveré viejo.

E 11: Me cocino por sibaritismo, me gusta hacer la comida a mi gusto

(…) dieta quizá sí, estudie nutrición, fruta como bastante, merienda no,

tengo el estómago un poco excitable, al mediodía generalmente tomo

un vasito de vino (…). Hasta las doce casi, estoy en el campo, después

vengo, como y después de comer doy el día físico por acabado.

E 9: Aquí hay una pensión y ellos cuando yo necesito, llamo, por las

doce y media y me traen la comida, si-si-sí y después los sábados

y domingos voy a casa de las monjas, a comer, me invitan. Cenar,

bueno de la comida del mediodía que es sencilla, pero abundante

pues me basta para la cena.

E 4: Lo tengo apuntado a mi manera. Esto es de la tarde, esto de la mañana

(…) siempre voy a la misma farmacia y me dice, “es lo mismo”.

168
capítulo 4 • DESCRIPCIÓN DEL RESULTADO

E 3: Cinco pastillas por la mañana y por las noches (…) las tengo en

el mismo sitio, y sé que esta es para esto y esta para esto otro.

E 18: He paseado mucho (…) iba allá cortaba el jardín bien cortado y

bien arreglado (…) iba a la residencia a hacer gimnasia, pero prefiero

las habas.

E 7: Deporte y natación, o sea que ya puedo decir que nado seis

meses al año, si-sí.

E 2: Voy a actividades de la gente mayor, y a gimnasia y memoria

(…) así tienes un motivo para decir, no-no, TENGO que levantarme.

4.3.9. Familia tradicional: cuidado deber moral

La relación construida con los hijos modula la condición de fragilidad de la

persona mayor. Los hijos son el eje principal de su red aunque la familia sea

extensa. El contacto con ellos, aporta seguridad.

Una parte de los informantes tienen un sentido, tradicional sobre quienes

componen su red sociofamiliar y lo que pueden esperar de ellos cuando

necesitan ayuda. Su representación del posible cuidador suele estar

asociada a la red de parentesco (principalmente a las mujeres), en cuyo

apoyo encuentran seguridad aunque no se conviva. Cerca o lejos alude a

disponibilidad más que a distancia. Los mayores manifiestan preocupación

por los cambios en la familia relacionados con la incorporación de la mujer

al mundo del trabajo.

169
DEPENDENCIA Y ENTORNO RESIDENCIAL Y FAMILIAR DE PERSONAS MAYORES DE 75 AÑOS QUE VIVEN SOLAS

En continuidad con esa concepción de red social, el cuidado en el seno de

la familia se considera un deber moral. Sus mujeres (incluso con vínculo

político) participan de los cuidados que pueda necesitar la persona mayor;

actividad que es recibida sin dar importancia, presuponiendo que pueden y

les resulta fácil hacerlo.

E 19: Hermanos, como si no los tuviera, es que si te vi no me

acuerdo.

E 4: Cerca, no tengo ningún familiar, tengo mis dos hijas que viven

aquí, pero tengo la medalla, y luego los teléfonos (...). Si tengo una

cosa que no puedo la hija me ayuda (…) si tengo que pintar o esto

me lo hace mi hija y el yerno, no me ayudan en nada más (…) al

médico, ahora hace una par de veces que me acompañan.

E 2: Tener familia, para vivir solo, es mejor, pero imprescindible no.

E 12: Me las he ido arreglando yo sola, no les he molestado para

nada a mis hijas después de casadas.

E 10: No viene mucho porque está muy ocupado (…) me llama,

¿necesitas algo? y mi nuera también (…) si lo necesito, yo le llamo.

E 8: Porque hoy-hoy los hijos o las nueras, todos trabajan, me

entiende, no pueden atenderte (…) porque las nueras, una trabaja

hasta las 7 de la tarde, porque esa como quien dice ha visto cosas

y no se ha metido y la otra como quien dice tiene criada, ¡que va a

meterse aquí! (...). Mis vecinos, todos están pendientes (…) voy al

170
capítulo 4 • DESCRIPCIÓN DEL RESULTADO

cafés, por tener asistencia. Si voy al café, que tengo amigos, si me

pasa algo, saben que tienen que ayudarme.

E 18: Me ayudan, me arreglan, mis hijas, mis hijas, me arreglan,

una nuera y mi hija.

4.3.10. Alternativa del cuidado tradicional

En una concepción actual de red social, la familia comparte espacio con

amigos o vecinos. En la relación entre ellos se van incorporando las nuevas

tecnologías. La familia patriarcal con sus imposiciones ha sido sustituida

por otros modelos en los que las relaciones entre sus miembros son más

distantes. La familia está inmersa en un modelo social basado en el trabajo

y el consumo que justifica un código de relación teniendo muy en cuenta

su tranquilidad, además del bienestar de la persona mayor. En ese sentido,

un sector de las personas mayores expresa su inquietud por la tendencia

en su entorno a relaciones interesadas y vínculos sociales con pocos

compromisos.

Frente a la concepción tradicional de familia que obligaba a la descendencia

a cuidar a sus mayores, emergen, nuevas perspectivas de planificación en

la vejez de clara orientación vinculada al concepto moderno del Estado de

Bienestar, en la que la familia (que es la primera generación con masiva

incorporación de la mujer al trabajo), no es considerada la única proveedora

de cuidados, contemplándose como una opción satisfactoria la posibilidad,

si la economía lo permite de contratar servicios.

171
DEPENDENCIA Y ENTORNO RESIDENCIAL Y FAMILIAR DE PERSONAS MAYORES DE 75 AÑOS QUE VIVEN SOLAS

E 13: Los vecinos están al tanto, si ven las cortinas cerradas, a lo

mejor suben a preguntar si no me encuentro bien (…) mis amigos de

los bares, ahí abajo paso media vida y si no me ven, se interesan.

E 11: Hay una cierta ruptura familiar, debida a que quizás lo anterior

no era autentico, era forzado (...). De mi edad no queda nadie, aunque

están vivos, pero están muertos psicológicamente hablando (…).

Cuando envejecen sobre todo dejan de invertir en la amistad.

E 17: Yo tengo mucha suerte, muchas madres o padres no tienen

suerte con sus hijos (...). Pero mi hija dice “NUNCA-nunca iras a

ninguna otra casa, cuando tú no puedes pensar, tú vienes conmigo”

E 7: Mi marido tenia muchísimos contactos por su profesión y entonces

conocía mucha gente y tal y es verdad que desde su muerte hay

mucha gente que no-que no, que ya no veo más, porque supongo que

eran amigos de mi marido o interesado por él.

E 9: Antiguamente los vecinos era como la familia pero ahora (…) no

es que no quiera, es que la gente hoy día prescinde.

E 5: Cuando empezamos a salir ya estuvimos hablando que cada uno

en su casa y-y-y después para salir y todo esto, juntos, pero cada

uno en su casa.

E 16: ¡Que te cedan el asiento!, los chicos jóvenes, son los menos que

hay que hacen esto.

172
capítulo 4 • DESCRIPCIÓN DEL RESULTADO

E 19: Para qué voy a molestar si voy mejorando pues mejoro, si me

muero, pues ya me enterrarán.

4.3.11. Concepción del equipo de salud

En el habla de las personas mayores hay pocas referencias a su relación con

el equipo de salud. Le adscriben solo funciones típicas del modelo biomédico,

sin esperar ni hacer demanda desde perspectivas sociales. Percepción de

atención fragmentada y con poca coordinación. La persona mayor en la relación

con el equipo de salud tiende a ser sustituida por un familiar. Inquietud por

las barreras (distancia o accesibilidad) que justifican la utilización del equipo

de salud menos de lo deseado. Las personas mayores manifiestan percibir

relación maternal versus empática y asertiva, por parte de los equipos de

salud.

E 13: Hace las recetas pero nunca pregunta por mí (…) aquí no ha

venido nadie, a mí nadie me ha dado una mano (…) a buscar los

medicamentos, tuve que ir dos veces.

E 11: Simplemente me firman las recetas y de tanto en tanto, a

veces, la rodilla. La tensión, me la tomo yo y me la toma la enfermera

también, solemos coincidir (…) pero vamos no-no es que no me ha

hecho una historia clínica ni mucho menos.

E 18: Ahora hacer un par de meses, aquí viene un médico extranjero

cada día.

173
DEPENDENCIA Y ENTORNO RESIDENCIAL Y FAMILIAR DE PERSONAS MAYORES DE 75 AÑOS QUE VIVEN SOLAS

E 12: Yo iba y a veces aunque no me tocara, me veían entrar “ya

viene la abuela, ya viene la abuela” me hacía “¿Qué necesitas?”

4.3.12. Tecnología y productos de apoyo al servicio de las personas

Las características de accesibilidad y disponibilidad, confieren al recurso

su aspecto, más allá del puramente instrumental vinculado a la actividad;

en oposición percibir como compleja y complicada la manera de solicitar

y lenta la concesión de ayudas justifica el poco interés en los recursos

dirigidos a facilitar la vida diaria. Teleasistencia es el recurso más usado

de la cartera de servicios de la Ley de la Dependencia. Es una tecnología

al servicio de la persona mayor que da seguridad a las familias, que suele

ser quien la solicita.

E 19: ¿Ayuda, ayuda económica? No sé si lo hay o se puede pedir,

la que viene a casa, es porque la pago.

E 13: No me lo han ofrecido nunca (…) al revés yo he pedido por si

no me encontraba bien irme alguna institución y me lo han negado

(...). [Telealarma] No he pedido nada, porque no quiero pagar, lo

que ofrecen no me compensa, para llamar si estoy enferma o estoy

mala, pues ya cogeré mi móvil y llamaré.

E 1: He pedido yo no sé, lo que me toque, En mayo hará dos años

(…) “que se arregla que está bien y que está bien” (...). [Trabajadora

familiar] La misma asistenta que viene aquí, va a nueve casas,

termina a las tres de la tarde.

174
capítulo 4 • DESCRIPCIÓN DEL RESULTADO

E 16: La propia administración debería ir resolviendo (…) lo que

no puede hacer es meter a los abuelos o tratarlos a palo seco,

tratarlos a punta pie, o meterlos en morideros.

E 10: También tengo una medalla de estas que me trajo mi hijo

para que la llevara colgada, no me la pongo, me molesta.

E 3: La medalla de avisar, sí-sí, bien (…) esto fue el yerno que lo

solicito.

4.3.13. Alternativas a su vivienda

Ambivalencia ante las alternativas disponibles (conocidas por ellos) a su

vivienda habitual: pérdida de libertad y poder, al ir a vivir con su familia o

pérdida de identidad al ir a vivir a un residencia; discurso este último muy

cristalizado debido en parte al origen de las actuales residencias.

A la mayoría de los entrevistados, su familia les propone convivir con ellos,

en algunos casos incluso se sienten presionados para hacerlo; pero aun

teniendo buena relación esta opción no es deseada. Este tipo de cambio de

residencia es visto como opción que mejora algunos aspectos de la vida de

las personas mayores pero no de todos. Nuestros informantes parece que

desconocen otro tipo de viviendas y convivencias pensadas especialmente

para ellos.

La posibilidad de tener que vivir en una residencia geriátrica, se la plantean

todos los mayores entrevistados aunque es un tema que evitan verbalizar

175
DEPENDENCIA Y ENTORNO RESIDENCIAL Y FAMILIAR DE PERSONAS MAYORES DE 75 AÑOS QUE VIVEN SOLAS

incluso con la familia. A pesar de que piensan que son instituciones

necesarias, muchos de ellos, consideran que en su caso, sería la última

opción y posponen su solicitud para cuando sean grandes dependientes.

E 13: Un intento de vivir en casa de un hijo que fue una tragedia,

QUE NO, no puede ser (…) claro tienes que respetar que la casa es

del otro y claro es muy difícil.

E 16: Tenemos esa idea de que una residencia suena a una especie ya

de-de punto final y una especie de atención en última instancia.

E 9: A veces hay que ir a una residencia, porque faltan cosas (…)

para mi edad, para mi enfermedad, mi azúcar (…) pero mientras no

sea una cosa urgente, necesaria, ¡paso!.

E 12: [Residencia] El comedor no parece un comedor, parece un

pueblo, de tantas-de tantas, sillas de ruedas, mancos, cojos, de

todas maneras.

E 2: No tengo nada contra la residencia, pero me cuesta, me cuesta,

y paso, porque esta casa, esta silla, mis libros, mis cosas (…) me

encuentro bien en mi casa.

E 11: Los que yo conozco, se han ido a residencias cuando no han

podido más.

176
capítulo 4 • DESCRIPCIÓN DEL RESULTADO

4.4. Perfiles sociodemográficos de familiares de

personas mayores de 75 años que viven solas

En el anexo 12 recojo la distribución de variables que se han tenido en cuenta

para la configuración de los GD de los familiares de personas mayores de

75 años que viven solas. Como puede verse en el capítulo de la Perspectiva

y Orientación Teórica, en el apartado de la cuestión de la investigación,

la principal característica de los grupos de familiares es la inexistencia de

familiares con total dedicación a las personas mayores, el menor número de

potenciales cuidadores y su dispersión geográfica, aspectos todos ellos de

relevancia para la gestión de los cuidados familiares.

En el anexo 13 se encuentran los perfiles sociodemográficos de los familiares

de personas mayores de 75 años que viven solas que han participado en

los grupos de discusión. Teniendo en cuenta las variables (género y nivel de

estudios), se programaron 4 GD con familiares de personas mayores de 75

años que viven solas.

4.5. La construcción discursiva de los familiares

A partir de una primera lectura de los textos de los GD y teniendo en cuenta las

hipótesis de la investigación; con el fin de sistematizar el análisis en relación

con los objetivos, he localizado espacialmente los grupos en relación a dos

ejes; el primero es el nivel de estudios, que podría determinar las estrategias

en la realización del cuidado y su experiencia con la utilización de los recursos;

el segundo es la concepción de familia a la que pertenecen los participantes,

177
DEPENDENCIA Y ENTORNO RESIDENCIAL Y FAMILIAR DE PERSONAS MAYORES DE 75 AÑOS QUE VIVEN SOLAS

de carácter tradicional o actual, que podría relacionarse con el sentimiento

de obligación o voluntariedad en la realización de los cuidados.

En la figura 2 aparecen distribuidos los gD de familiares. Se destaca que

el nivel de estudios tiene más peso que el género en la construcción social

del cuidado familiar actual, siendo las mujeres con estudios universitarios

las que más se alejan del cuidado tradicional.

FIgURA 2. Mapa de posiciones de los familiares (gD)

MU: mujeres con estudios superiores HU: hombres con estudios superiores
MNU: mujeres con estudios básicos y HNU: hombres con estudios básicos y
medios medios.

178
capítulo 4 • DESCRIPCIÓN DEL RESULTADO

4.6. Códigos de los grupos de discusión en relación a

las categorías: mantenerse en casa, los aspectos del

cuidar, y utilización de servicios y recursos sociales

En el anexo 14 se encuentran los códigos de la categoría mantenerse en

casa; en el anexo 15 se encuentran los códigos de la categoría los aspectos

del cuidar; en el anexo 16 se encuentran los códigos de la categoría

utilización de servicios y recursos sociales.

4.6.1. La casa como espacio de libertad y poder

El conjunto de los grupos comparte como obvias las opiniones que señalan

que la preferencia de las personas mayores es estar solas en su casa.

Consideran que en ninguna forma de convivencia podrían conservar la

autoridad que ostentan estando solas en su casa. Ven a los mayores

como supervivientes y con fortaleza en la que reside el poder que han

tenido y quiere seguir teniendo incluso con el cuidador. Las mujeres

de las familias invocan el debate sobre la autoridad que los padres han

tenido en el modelo de familia patriarcal y pretenden seguir teniendo;

además de manifestar la necesidad de aprender a poner límites para

poder implementar el cuidado. La familia destaca en sus mayores una

presentación de la vejez, como etapa de vivir y dejar vivir, con cambios

en los intereses hacia sí mismo.

HNU: —No quiere saber nada de alguien que pueda introducirse

en su casa para cuidarla (…). Cuando yo llevo más de dos horas

en casa, noto que estorbo.

179
DEPENDENCIA Y ENTORNO RESIDENCIAL Y FAMILIAR DE PERSONAS MAYORES DE 75 AÑOS QUE VIVEN SOLAS

—Hablo de nuestra madre, porque yo creo que todos coincidimos,

que es su generación, la generación de fregar con las rodillas en el

suelo, que digo yo, no se volverá a repetir (…) son de hierro. Tienen

que estar muy-muy-muy mal para pedirte auxilio.

—Son una generación muy fuerte, son personas que siempre han

cuidado (…) el hecho de que tú te preocupes por ella es, han perdido

un poco su misión.

—Yo es que creo que no se quieren ir de su casa, perderían esta, este

estatus que tienen de-de mando.

MNU: —Aprovecha a hacer todo esto cuando está sola, le sale su

ramalazo de independiente.

—Mi madre la quiero mucho pero es una persona que no puede vivir

con nadie, tiene un carácter muy fuerte.

MU: —Yo en el caso de mi madre definiría (…) un cierto no diré egoísmo

pero si un bienestar de encontrarse sola.

4.6.2. Los cambios necesarios

La vivienda envejece con la persona mayor y la familia considera que

permanecer en el domicilio pasa, por realizar cambios para adaptarse al

envejecimiento, tanto en el interior como en el entorno de la vivienda.

180
capítulo 4 • DESCRIPCIÓN DEL RESULTADO

Negociar los cambios se considera la opción más apuntada, pero no compartir

la vivienda dificulta su acierto y en algunos casos la decisión de libertad de la

persona mayor inmoviliza a la familia.

En todos los grupos emerge en su discurso un cierto conflicto sobre el modo

como interpretan el cuidado. Básicamente, es considerado como protección

frente a hipotéticos riesgos. Pero también como normas que aportan seguridad

pero conllevan límites y pérdida de libertad. Se evidencia también un cierto

desajuste entre el momento en que la familia y la persona mayor ven el

problema y consideran necesaria la implementación de los cuidados. El tempo

de los mayores es otro que el de los adultos. Así mismo se evidencia como

necesario el consenso entre los potenciales cuidadores.

HU: —Lo principal es que no tengamos la información como si

estuviésemos viviendo con ellos (…) si les queremos cuidar, a veces

nos equivocamos (…) a mí me parece que mi criterio es el que manda,

el problema es que yo no tengo información.

HNU: —No puedes obligar a nadie (…) yo haré todo lo que pueda, tu

haz todo lo que puedas y nosotros lo hacemos así.

—Ella misma es consciente de esto, de estas limitaciones (…) es

importante esto, que las personas también vayan asumiendo.

—Lo que tú quieres dar a tus padres que también es beneficio, como

ellos no lo entienden así, es cuando tienes que volver a lo que he

dicho antes de negociar, de pelearte, de discutir.

181
DEPENDENCIA Y ENTORNO RESIDENCIAL Y FAMILIAR DE PERSONAS MAYORES DE 75 AÑOS QUE VIVEN SOLAS

—Sabemos que forzarla a ir a una residencia o algo en contra de su

voluntad, de esa categoría, acabaría con ella (…) pero en cualquier

momento me veré obligado a tomar una decisión.

—En cualquier caso siempre lo conseguirás más tarde de lo que

hubieras querido.

—Por mi experiencia siempre entran soluciones (…) cuando menos

lo crees, te llegan.

MNU: —Hemos logrado ahora tener una persona por las mañanas-

por las mañanas, pero esto sino es mañana, será el mes que viene,

ha de tener una persona todo el día.

—Así como es ella tampoco va a querer a nadie-a nadie, claro, te

preocupa, nosotros, hace poco se cayó y-y-y bueno le pusimos un

teléfono de estos que solo pones y ya.

—Cuando ella decide “SÍ, vamos a ir a urgencias”, a lo mejor han

pasado cuatro o cinco días.

MU: —Ahora tú dices: en este momento no se adaptaría pero quizás

de aquí a x años, tú dirías, este no es mi padre.

4.6.3. Apego a la vivienda

La familia percibe que la persona mayor frente a las opciones de convivir con

la familia o ir a vivir a una residencia prefiere cualquier modalidad de ayuda

que le permita continuar viviendo en su casa.

182
capítulo 4 • DESCRIPCIÓN DEL RESULTADO

De igual forma entiende que en la vivienda que ofrece la familia, la persona

mayor no identifique su espacio y que considere que esa convivencia

supondría mucha adaptación para todos. La familia considera que el ingreso

en residencia es mejor aceptado bajo la premisa de temporalidad, pero no

siempre es posible por motivos económicos.

HNU: —Y mi madre ¡erre que erre! qué de casa no sale, qué si la

llevamos a una residencia, que nos va a desheredar [risas].

—Mi madre, ella, yo creo que esto de cambiarse a casa, además de

querer vivir en su casa, yo creo que lo que tiene miedo es a molestar,

no tener su-su sitio.

—Porque también el otro problema de la residencia es que cobran

mucho (…) son caras y para poder pagar la residencia...

4.6.4. La preocupación por el futuro

El futuro es visto por la familia como amenaza a la permanencia en el domicilio

de la persona mayor y con preocupación por la forma cómo afectará a su

implicación como cuidadores.

A un sector de los familiares les cuesta más que a los propios mayores

reconocer que la vejez es la última etapa de la vida. Es difícil aceptar que se

acaba el tiempo, lo que justifica, aunque la preocupación por lo que pueda

pasar es constante, la preferencia de no pensar demasiado en el mañana y

disfrutar el hoy; no anticipar los problemas.

183
DEPENDENCIA Y ENTORNO RESIDENCIAL Y FAMILIAR DE PERSONAS MAYORES DE 75 AÑOS QUE VIVEN SOLAS

HNU:—No puedes estar pendiente porque tienes trabajo, tienes

familia y tienes otras ocupaciones y entonces, somos egoístas y no

queremos perder eso y-y-y-y le pones una chica.

MNU: —Sé que son 85 años y que no vamos a más, vamos a menos

y entonces, sí me angustia mucho pensar en esta situación.

MU: —Ellos tienen muy dentro de su cabeza que aunque sean

independientes, mmm también saben, que el tiempo se les está

acabando y yo creo que son más conscientes ellos que nosotros.

—Me da miedo que se ponga enfermo, tengas que sacarlo de su

entorno, desvincularlo.

—Me he vuelto muy comprensiva yo creo que todos llegamos a hacer

todo lo que no queremos, unos en un grado y otros en otro.

—Mi madre siempre me decía que su madre decía: “Lo que me ha

parado a mí, te parará a ti”.

HU: —Cada vez puede caminar menos, y tiene que ir en coche,

después no podrá ir en coche, pero ya tenderemos puentes cuando

sea necesario, de momento estos años han sido fantásticos.

—Siempre tienes esa preocupación, porque es lo que decía él, muchas

veces hay que frenarlas, porque piensan que todavía tienen 30 años.

—Para nosotros una residencia seria una mayor seguridad, pero es lo que

ella quiere, estar en su casa, con sus amistades (…) mi madre, siempre

184
capítulo 4 • DESCRIPCIÓN DEL RESULTADO

espera el último momento, a lo mejor te llama tres o cuatro veces al día

(…) y no me llama si se encuentra mal a las tres de la mañana.

4.6.5. Relación entre autonomía y capacidad para vivir solos

Se evidencia desajuste entre la percepción de autonomía de la persona

mayor y la que de él tiene su familiar. De igual forma los familiares

manifiestan preocupación por la posibilidad de que la persona mayor no

reconozca su necesidad de ayuda (para no perder libertad y porque tiende

a normalizar el proceso de envejecer). Aparece también acuerdo entre

nuestros interlocutores en el hecho de que los mayores no necesiten ayuda

se relaciona con el carácter más que con capacidades físicas.

El sector de familiares, mujeres con estudios básicos y medios, manifiestan

inquietud por la capacidad de la persona mayor de hacer frente a los

posibles riesgos; situaciones en las que consideran que los mayores tienden

a minimizar los problemas y retrasar las soluciones; por ambos motivo, los

familiares justifican conductas de sobreprotección.

Sin embargo, entre los familiares (hombres con estudios superiores) se

aprecia un discurso centrado en la libertad de la persona mayor, con

tendencia a consideraría capaz.

Preocupación de la familia por la marcada diferenciación de capacidades

por genero entre las personas mayores y en su adaptación al perder la

pareja.

185
DEPENDENCIA Y ENTORNO RESIDENCIAL Y FAMILIAR DE PERSONAS MAYORES DE 75 AÑOS QUE VIVEN SOLAS

HNU: —Agradezco muchísimo a mi madre que tenga esa

independencia pero también me preocupa.

—Nosotros a veces nos preocupamos demasiado (…) No contesta

mi padre y todo el mundo empieza llamando, y la mayoría de veces

se está duchando (…) si lo que nosotros estamos haciendo es limitar

a la otra persona que deje de ser persona no está bien.

—Yo no puede entender cómo puede estar por ejemplo, así, vete

a saber desde cuanto tiempo en el más total silencio (…) no puede

ser bueno, el coco te tiene que funcionar de una manera mala.

—Ellos son más fuertes (…) lo esconden, no quieren dar ninguna

preocupación.

MU: —Dice que no puede hacerse las uñas, que no ve bien para

hacerse las uñas, que si conduce en las rotondas le sale uno no sabe

qué hacer, que si se ducha si sale, se despista y sale, patina.

—Es muy autónomo pero creo que efectivamente es mucho más

dependiente de lo que era mi madre estando en la cama y no

pudiéndose mover, él lo puede hacer, pero necesita, te lo tiene que

decir.

MNU: —Ve muy poco, pero ella no necesita ni que la acompañen, se

va por la barriada, ella se busca sus estrategias (…) el carácter es

muy importante.

186
capítulo 4 • DESCRIPCIÓN DEL RESULTADO

—Esas picardías de, cómo yo soy autosuficiente y siempre he sido

muy independiente me voy sola (…) eso le daba mucha seguridad a

ella. Se sentía bien, se sienten útiles.

—Aprovechan hacer todo esto cuando está sola-cuando está sola,

creo, que le sale su ramalazo de independiente, de fuerte.

4.6.6. Las estrategias para mantenerse en casa

El espacio conocido, según los familiares, en parte es más seguro, pero la

casa necesita ser adaptada a los cambios inherentes al envejecimiento, un

sector de los mayores mejora la accesibilidad precozmente, de no ser así, los

cambios más grandes en los casos de dependencia los suele decidir la familia.

Aunque lo que los familiares consideran imprescindible para poder continuar

viviendo en su casa es la conservación de las facultades psíquicas y físicas

acordes a su edad. El reparto entre los potenciales cuidadores de tareas en

función de las necesidades de la persona mayor facilita la permanencia en

el domicilio. La edad del cuidador familiar es vista como un factor implicado

en la empatía y que modifica la posición frente a las personas mayores.

De igual manera la edad del cuidador contratado debe tenerse en cuenta,

especialmente entre los que no tienen formación geriátrica.

MU: —Mi padre ya tiene el baño con todas las barreras puestas, todo

adaptado un timbre que no es necesario, porque hasta ahora estaba

bien.

187
DEPENDENCIA Y ENTORNO RESIDENCIAL Y FAMILIAR DE PERSONAS MAYORES DE 75 AÑOS QUE VIVEN SOLAS

—¿Aumenta la seguridad en la casa? El cuidador, eliminar barreras,

adaptación de la vivienda, los vecinos, los amigos, porque en casa

no quiere nadie.

MNU: —Encuentro que una persona puede vivir sola cuando sus

facultades tanto psíquicas como físicas son buenas (…) es más

importante que estén bien de aquí [de la cabeza].

HNU: —Tuvimos que quitar la bañera y poner un plato de ducha, eh,

para el baño ponerle para agarrarse, asas para que pueda sentarse

en el baño, porque no se podía levantar.

—Si no es de confianza es lo mismo que estar sola (…) a partir

de los cincuenta, nosotros hemos visto más responsabilidad o más

sensibilidad hacia la persona que cuidan.

HU: —Con 65 años al morir mi padre (…) tuvimos un primer choque

fuerte para entender qué podía, qué era capaz de hacer mi madre

viviendo sola (…) con ella colocamos a todos, tú hasta aquí, tú las

parte médica, tú la parte económica, tú la de compañía.

4.6.7. La red sociofamiliar

Los participantes en los grupos, consideran que los vínculos que la persona

mayor establece con la red social pueden actuar sobre las discapacidades.

188
capítulo 4 • DESCRIPCIÓN DEL RESULTADO

A los hijos les cuesta ostentar el poder frente a sus padres mayores, especialmente

en las familias tradicionales; pero impregnados del discurso de los profesionales

de la salud, sitúan el énfasis en el riesgo de la soledad de los mayores, hecho que

puede conllevar la normalización de su desautorización. Ese cambio de poder

para poder cuidarles, requiere de voluntad y habilidades para la negociación.

Entre algunos familiares el cuidado-ayuda se considera un deber moral y

el cuidador se identifica con el perfil de mujer, de mediana edad y ama de

casa. La soledad de su familiar la perciben con un matiz de incumplimiento

del deber de hijos, acorde con posición discursiva de grupo social inscrito en

una estructura social tradicional con rol subordinado de esposa e hija, que

presenta dificultades para poner límites. Al mismo tiempo en continuidad con

el modelo patriarcal, los mayores más conservadores intentan seguir siendo

autoritarios, haciendo que la familia se sienta mal si no cuida.

Otro sector de informante presenta posición discursiva de relaciones

familiares actuales, algo distantes, pero con implementación de estrategias

que amortiguan el efecto de los problemas de la edad, con el objetivo de

retrasa la dependencia. Cuidar no se considera obligación, se tiende a repartir

la carga con otros familiares, contratar servicios y poner límites.

HNU: —A esta edad todos se vuelven muy cabezotas, no quieren

admitir que los lleves tú (…) decirles que tienen que tener una persona,

o vete a acostar, o tómate esto, medicamento y demás, todo esto lo

rechaza (…) nos siguen viendo como los niños.

—De hecho mi madre me coge y me sienta encima, como cuando yo

tenía diez o quince años.

189
DEPENDENCIA Y ENTORNO RESIDENCIAL Y FAMILIAR DE PERSONAS MAYORES DE 75 AÑOS QUE VIVEN SOLAS

HU: —A tu hijo cuando se comporta mal, tú criterio es el que mandas

(…) pero a las personas mayores y tus ascendentes, la discusión de

¿porqué subes si puedes hacerte mal?, y él me dice y ¿tú porque

haces escalada?

—Lo importante es proponer y además ¿qué sentido tendría esta

vida, si tu padre no puede ir en bicicleta?

MNU: —Repercute en tus hijos, en tu marido, en tu trabajo, te

repercute en todo y hasta que llega un momento que la cabecita te

dice, “M. no puedes seguir así”, es que tú vas detrás.

—La que tuve que cambiar fui yo (…) voy a verla cuando yo estoy bien

(…) ahora cuando me está cargando las tintas le digo bueno, “que me

alegro mucho de que estés bien” le doy dos besos, y le digo es que

me tengo que ir.

—Es por dar costumbre, porque nosotros lo hemos hecho, hemos

dado (…) tienes que ir a pasar el-el turno que digo yo, el turno de

la tercera edad (…) pero es que la culpa es nuestra, ahí estamos se

creen que tenemos unas espaldas, ¡ASÍ!

—Hasta que yo tuve que cortar (…) es que me daba la impresión de

cómo si se me chuparan, te chupan la energía-te chupan la energía,

sí, sí, como si me absorbieran.

—Mi madre los cuatro primeros años que estuvo mal mmm nosotros

cada año nos vamos con los niños, el día antes de irme se tenía que

ingresar en la clínica, el día antes, mucha casualidad.

190
capítulo 4 • DESCRIPCIÓN DEL RESULTADO

—Me toca ir los domingos al hospital porque “tengo un mareo” mmm

llamo a mi hermano, “bueno que estamos aquí, llevo tres horas”

“bueno ya me dirás cosas” (…) la verdad es que es nada, y soy yo,

la que estoy allí. (…) Me llama por la noche “mañana me vendrás a

poner las pastillas” le digo ¿no ha estado L.?, mi hermano, y me dice

“sí” y ¿porqué no te ha puesto las pastillas? y dice “tú ven, pónmelas

tú, que tú siempre me las pones”.

MU: —Hace tiempo que hemos decidido que todo lo que sea

problemas, ocultarlo.

—Si mañana mi padre está enfermo yo no me quiero comer este

marrón yo sola. Que si no le marcas mucho-mucho, él no se adaptará

ni un pelo a nadie.

4.6.8. El cuidado

El cuidado aparece entre los familiares como actividad que se puede delegar

y que debe ser consensuada entre los potenciales cuidadores.

Los familiares que muestran una concepción tradicional del cuidado se

preocupan por la manera en la que, algunas veces, la persona mayor cubre

sus necesidades básicas; ante lo cual justifican posturas cada vez mas

intervencionistas e incrementa progresivamente las adaptaciones para que la

persona mayor continúe activa. Sin embargo, entre los hombres con estudios

superiores predomina un discurso tendente a minimizar las dificultades y las

191
DEPENDENCIA Y ENTORNO RESIDENCIAL Y FAMILIAR DE PERSONAS MAYORES DE 75 AÑOS QUE VIVEN SOLAS

preocupaciones; expresan reconocimiento de que el cuidado es un proceso

con etapas distintas a las que hay que adaptarse. Manifestaciones de inquietud

por el hecho de que la actividad de cuidar se tenga que aprende observando,

usando el sentido común y sin asesoramiento de especialistas (higiene,

movilidad o ayuda técnica).

Es muy destacable la presencia del discurso del cuidado como carga, que

produce cansancio; pero también emerge una mirada hacia el cuidado como

tarea gratificante con aceptación de las personas mayores como son y

reconocimiento a la edad.

Por otro lado, frente al discurso del trabajo como actividad inamovible en la

vida de hombres y mujeres, que repercute en el cuidado, emergen posiciones

discursivas acordes con la necesidad de conciliar vida laboral y familiar.

HU: —Unos hermanos hacen una visita obligada y otros como yo,

llamo a mi padre, ¿estás bien, necesitas algo?, porque yo sé que lo

que hago es intentar respetar (…) esta obligación de estar allí, es

un poco lo que menea a la familia.

[Solapando] —Procuro que se haga la voluntad de mi madre que

está por encima de todo, pero con un límite, el límite es que cuando

salga de casa siempre el móvil (…) con esto del móvil no es culpa

de ella, pobre mujer, es una cosa muy complicada para ella.

HNU: —Hasta el día siguiente a las nueve, no vuelve a tener a

esta mujer (…) tanto mi hermana como yo, en el trabajo estamos

más tranquilos durante la mañana que no está sola.

192
capítulo 4 • DESCRIPCIÓN DEL RESULTADO

—Con mi madre (…) en los últimos años casi le tengo que exigir a ella

que se cuide (…) me preocupo en muchísimas ocasiones y incluso se

molesta cuando indago demasiado.

—La suerte que tengo, desde que falleció mi padre, me he podido

acoger a trabajar solo el 75%, entonces, cada mes tengo una semana

que no trabajo.

—Si esto también está bien, sí, no tanto dinero, pero más calidad de

vida

—Más calidad de vida, yo creo que esto debe de estar escondido por

ahí y no te lo dicen.

—Vas actuado por intuición, por observación vas poniendo asas por

aquí, le construyes una escalera para que acceda a la bañera (…) vas

facilitando un poco este tipo de cosas.

MU: —Me fui acercando cuando mi madre estaba enferma mmm y

si necesitaban ayuda, también tenía claro que no me iría a vivir con

ellos. Cerca, pero yo no cambiaré de vida (…) es una cosa que él ve,

no lo dice, pero yo estoy segura que le preocupa.

—También yo creo que es ponerles pautas (…) es lo que he hecho

con mi padre, él no tiene ningún impedimento, nada más que quiere

hacer lo que le pasa por la cabeza.

—Lo difícil es juntar lo que nosotros queremos y lo que ellos quieren.

193
DEPENDENCIA Y ENTORNO RESIDENCIAL Y FAMILIAR DE PERSONAS MAYORES DE 75 AÑOS QUE VIVEN SOLAS

—Me ha tocado esto, y yo quiero cuidar a mi padre (…) ver que es

agradable, que es vulnerable que no te molesta.

MNU: —Como un sin vivir, es que le cerraba la puerta de su casa, y

una angustia, te sientes culpable (…) Yo era muy protectora de mi

madre, mi madre no necesitaba tanta protección (…) vive en cierta

manera como ella quiere.

—Una persona mayor vamos a ver, llevar una dieta (…) les aburre

cocinar, les aburre, al estar solas (...) no se motivan para cocinar.

—Mi tía comía pan con aceite, cenaba pan con aceite.

—Es que no comía nada (…) era incapaz de hervirse una patata,

¿sabes?, ¡ni un yogurt!

—Cada vez yo le llevaba más, ella se cocinaba menos y ha sido

como un engranaje que ha llegado un momento que yo se lo llevaba

todo, ella como mucho se calentaba la leche.

—Voy cada día porque sino también sufro, luego también mi tía, luego

también tengo mi suegra (…) pero vamos también estoy bien.

—Demasiadas cargas en el mismo momento (…) y tienes una

sensación, una sensación de decir, no estoy atendiendo las situaciones

que se están dando.

—No puedes cuidar bien a tu madre, no puedes cuidar bien a tus

hijos, a tu casa, a tu ocio, o sea, todo, llevarlo bien todo es súper

194
capítulo 4 • DESCRIPCIÓN DEL RESULTADO

difícil, siempre has de descuidar una cosa más que otra [hablan a

la vez].

4.6.9. Percepción de apoyo en el cuidado

Todos los participantes consideran fundamental tener apoyo de otras

personas para la realización de los cuidados; las mujeres buscan apoyo

principalmente en la familia; los hombres en la familia y en el cuidador

contratado. Un aspecto muy presente en los discursos de los familiares

es su inquietud sobre los criterios de reparto de la carga.

MNU: —Mi marido ha estado siempre a mi lado acompañándome en

todo, pero me costó mucho convencerla.

—Bueno, somos cuatro (…) mis dos hermanos, a ella le daba igual,

realmente lo que quería era las hijas.

MU: —A mí lo que me da miedo es no poder compartirlo, lo comparto

solo con mi pareja, él es muy cuidador.

—Mi pareja y mis hijos no han estado a mi lado (…) eso a mí me ha

creado una división total en mi cabeza.

HNU: —De los cuatro hermanos que somos, pude hacer entender a

dos que tenían que colaborar conmigo.

—Es en parte egoísta, ahora, porque yo sé que si-si tuviera la opción

de que alguien le ayudara, pues me descargaría muchísimo.

195
DEPENDENCIA Y ENTORNO RESIDENCIAL Y FAMILIAR DE PERSONAS MAYORES DE 75 AÑOS QUE VIVEN SOLAS

4.6.10. Género de la persona mayor

Se evidencia consenso entre los familiares sobre la idea de que las mujeres

mayores se adaptan mejor que los hombres a vivir en soledad; de igual

forma los informantes consideran que ellas hacen menos demanda de

cuidados. También manifiestan que de ser necesaria la convivencia, el

proceso creen que sería más fácil con las mujeres que con los hombres

mayores.

Aparece también en el discurso, evidencia de la existencia de una distribución

asimétrica del poder (y su relación con las demandas) entre el cuidador y

la persona cuidada, en función del género y el vínculo familiar. La persona

mayor hace a cada familiar demandas distintas, según su criterio en el que

su género es una de las variables.

HU: —Hace unos años que es viuda, si fuese al revés ya haría muchos

años que tendría a mi padre viviendo conmigo.

HNU: —Los hombres, yo creo que son más complicados que las

mujeres [risa] mi madre yo me la puedo llevar a casa, pero creo que

son más fácil de hablar con ellas.

—Mi madre conmigo está bien, lo que pasa que parece que se ve

mejor atendida con su hija, pero es normal.

—Me pide esas cosas a mí, y a mi hermano le pide otras cosas, igual

que a mis hermanas les pide otras.

196
capítulo 4 • DESCRIPCIÓN DEL RESULTADO

MNU: —¿Y ya te vuelves a ir?, ¡y una semana! ¿Y los niños? Cuando

se va mi hermano (…) “Que bien pobrecito, porque con lo que trabaja”

[risas].

—Mis hermanos van a verla eh, cada semana, eh, uno a veces está

treinta minutos (…) mi madre bla-bla-bla, él no le contesta. ¡Es

EXCELENTE! (…) cuando yo iba le pasaba esto, aquello, lo otro y lo

otro.

MU: —Mi madre, preocupaciones, tanto a mi hermano como a mí,

otras cosas quizás me tiene más confianza a mí.

4.6.11. Género del cuidador

Frente a las necesidades de cuidados por parte de las personas mayores,

las mujeres cuidadoras manifiestan que tienden a detectar los problemas

precozmente e intentan intervenir lo antes posible; ante situaciones similares,

los hombres esperan y, si pueden, delegan la actuación en las mujeres de su

entorno.

Los informantes consideran que el género del cuidador marca diferencias en

la implicación de la realización de los cuidados. Las mujeres, más que los

hombres manifiestan el peso del deber del cuidado a los hijos y del cuidado

a los padres mayores. Aunque la petición de ayuda por parte de las personas

mayores se apoya en parte en la confianza existente entre ellos; los informantes

destacan que las personas mayores exigen menos a los cuidadores hombres

y a los que tienen familia.

197
DEPENDENCIA Y ENTORNO RESIDENCIAL Y FAMILIAR DE PERSONAS MAYORES DE 75 AÑOS QUE VIVEN SOLAS

MNU: -Yo no voy a ser esclava de mi madre toda la vida, porque si

yo no estoy aquí siempre, no pasará nada.

—Cuando llegue el momento (…) sé que voy a tener que poner

orden con mis dos hermanos.

—¿Qué vamos a hacer con la mamá? (…) me planté y dije “tú,

¿la quieren en tu casa? “No, porque yo estoy viudo”. ¿Tú la vas a

cuidar? “bueno mi mujer” (…) mi cuñada le dijo “tú si la quieres

te vienes a vivir aquí con tu madre. Me dicen ¿y tú? digo NO (…)

no voy a dejar mi vida por cuidar a mi madre (…) cuando llegue el

momento veremos.

—Los hermanos yo creo que a veces se aprovechan [de las

hermanas].

—Yo en mi caso mis hermanos, “como tú llevas todo” (…) mi marido,

“sí, como tú llevas todo lo de la casa, como tú…” y ahora mi madre,

solo la visitan, no se implican en ir hablar con el médico, con la

medicación, de ir al neurólogo, ellos de esto pasan.

—Pero si yo hace años, incluso la acompañe al psiquiatra a la tía

de mi marido ¿PERO DÓNDE VOY, y yo que tengo que hacer aquí?

si yo no sé nada realmente de su vida [risas].

—Soy la única que vive en el mismo pueblo que ella, soy mujer, eso

es muy importante, aunque su hijo preferido en un niño.

198
capítulo 4 • DESCRIPCIÓN DEL RESULTADO

MU: —Mi hermano además viene con su mujer y los hijos; mi padre

se adapta más, porque es una unidad familiar. Yo mujer y encima

sola, tengo que irle detrás.

—No solo el género, mi hermana tiene pareja y mi padre acepta que

se vaya mejor.

HNU: —En el caso de mi mujer, sus padres, ella era la hija y su

hermano no quiso saber nada.

4.6.12. Recursos sociosanitarios

Los familiares combinan la utilización de recursos públicos y privados.

Reconocen las mejoras que suponen algunos recursos de la cartera de servicios

de la Ley de la Dependencia, pero son críticos con la burocracia para solicitar

las ayudas. Aparece también en el discurso inquietud porque consideran que

la persona mayor al sistema parece que le interesa poco.

Así mismo, los informantes perciben fragmentación y falta de coordinación,

entre los equipos de salud que atiende a la persona mayor; los familiares

consideran el proceso de valoración para la solicitud de recursos demasiado

largo y en algunos casos carente de objetivos concretos; de igual forma

manifiestan que algunas intervenciones resultan demasiado puntuales y poco

asertivas con la persona mayor; la persona mayor y la familia son dirigidas de

un profesional hacia otro1.

1. Denomino “síndrome de las rotondas” a la manera como las personas mayores y familias,
son dirigidas de un profesional a otro. Los usuarios sienten que les hacen dar vueltas que
enlentecen la gestión de sus problemas.

199
DEPENDENCIA Y ENTORNO RESIDENCIAL Y FAMILIAR DE PERSONAS MAYORES DE 75 AÑOS QUE VIVEN SOLAS

Los grupos parecen estar de acuerdo en que dado el actual desarrollo de la

Ley de la Dependencia, la soledad de las personas mayores mejoraría con el

acompañamiento de una persona contratada y expresan su inquietud por las

reticencias de los mayores a esta opción.

HNU: —Incluso traen la comida a casa, está muy bien montado y la

verdad es que con los vecinos y todo esto, la verdad es que si estás

más tranquilo.

HNU: [De la Ley de Dependencia] —Costó de mover papeles y tal,

mi mujer estuvo dos o tres meses sin trabajar por esto.

MU: [Los recursos] —Son escasos y te lo pueden ponen muy difícil

(…) Pienso que llegará un día que en lugar de poner guardería eh,

deberán poner centros de día para mayores.

—Cada día hay más personas mayores y no hay recursos o soporte

económico, no hay interés.

—Yo creo que les ha venido encima a los políticos, que lo veían

venir pero pensaron, ya veremos (…) cuando yo empecé a mover

los papeles para ir a un centro de día para mi madre: “ahora vete

al servicio social del ayuntamiento”; después “también puedes ir al

Consell Insular”; “ahora han de venir a hacer una valoración” (…)

valoraciones la han hecho 6 o 7 (…) para después decirte, que me

sabe mal pero por 3 puntitos de nada no puede entrar.

HU: —Tuvimos un enfermero con él porque nosotros éramos

incapaces de saber qué teníamos que hacer (…) meter una persona

200
capítulo 4 • DESCRIPCIÓN DEL RESULTADO

dentro, si es totalmente necesario y por poco que se pueda, no

meterla.

—Le pusimos una señora 24 horas (…) pero en cuanto que ella vio

que podía hacer cuatro cositas (…) le tuvimos que decir a la persona

que no tenía que estar más tiempo. Ellos, marcan un límite.

4.6.13. Tecnología y productos de apoyo al servicio de las personas

Escenario en el que el familiar que decide el recurso está fuera de la vivienda

de la persona mayor y cuenta poco con el que está dentro, que es el que

lo va a usar. Preocupación en estos casos por la alta probabilidad de que el

éxito de la implementación sea parcial. Manifestaciones de inquietud en el

discurso de los familiares, porque consideran que las nuevas tecnologías están

infrautilizadas, en parte porque las personas mayores asocian tecnología con

complejidad y en parte por prejuicios sobre la brecha tecnológica y la escasez

de aparatos adecuados a sus capacidades.

MNU: —La Cruz Roja, sí, le traen la comida (…) no se hacía comida, sí.

No comía, si están solos se deja, pero costó-costoooó.

—El collar este de la Cruz Roja le da calor en verano se lo quita y no

se lo pone

—Estaba perdiendo hasta que dijimos lo de la Cruz Roja y sabemos

cierto que no se lo termina pero sabes que tiene entre comillas una

nutrición o una ingestión de alimentos correctos.

201
DEPENDENCIA Y ENTORNO RESIDENCIAL Y FAMILIAR DE PERSONAS MAYORES DE 75 AÑOS QUE VIVEN SOLAS

HU: —Mi madre tiene un móvil, con un botón que aprieta y marca y

la he mentalizado de que no deje nunca el móvil y a todo los efectos

ahora está menos sola que antes cuando vivía con mi padre (…)

enseguida que me llamase yo podría organizar la asistencia.

—Centro de asistencia, mi madre le dijo que el collar se lo colgase mi

hermana (…) también le di un móvil pero no había manera de que lo

pudiese manejar (…) un portátil, y ha ido a un par de cursos y pero

lo digital, no.

—Me ha planteado poner una Webcam, pero he considerado que

invadía su intimidad.

—Mi padre el móvil no lo lleva (…) se ha adaptado totalmente a internet

y no se ha adaptado al móvil, esto hay que respetarlo.

4.6.14. Alternativas a su vivienda

En muchos casos, surgen las residencias geriátricas como alternativa

altamente probable, a la vivienda de la persona mayor. Se evidencian varios

niveles de opinión sobre las residencias entre las familias: como justo destino

de dependientes, de confusión ante las connotaciones negativas de estas

instituciones y como opción última a tener en cuenta, por la sensación de

abandono por parte de la familia. Esta opinión negativa sobre las instituciones

geriátricas está en concordancia con la publicidad y noticias en los medios de

comunicación, que las presenta como espacios donde estar y no para vivir. La

residencia es vista como abandono sin embargo si fuese necesario, la familia

202
capítulo 4 • DESCRIPCIÓN DEL RESULTADO

no dudaría en llevar a la persona mayor a su casa; de esa manera el deber de

cuidar sienten que se cumple, independientemente de quién y cómo cuidara.

De hecho cuando el tiempo de dedicación al trabajo es incuestionable, se

plantea la rotación de periodos de tiempo en las casas de sus hijos. Vivir con

la familia en estos casos no evita ni la soledad ni la necesidad de persona

contratada.

MNU: —Yo veo el problema que tendré, ahora yo me estoy mirando la

Ley de Dependencia, para mirarme un centro, una residencia, porque

sino el toro me va a coger.

—Ella por descontado, impensable ir a una residencia (…) dice que

prefiere morirse (…) suele decir que ella no ha tenido cuatro hijos

para que luego la lleven a una residencia, ¡también es verdad!

MU: -Mi madre verbaliza lo de ir a una residencia pero llegado el

momento no sé si estará tan claro.

HNU: —Lo normal es que quieran vivir y morir en su casa, es lo que

desea la gente, y si esto se lo puedes dar, pues fantástico.

—Lo que yo no haré es obligar a una persona a ir a una residencia.

HU: —Ingreso en residencia depende bastante del estado en que se

ven (…) puede haber una resistencia pero al final aceptan la situación,

en el caso de mi tía, su ingreso a la residencia fue desde la clínica

(…) con mi promesa de que si ella se ponía bien y se esforzaba a

mejorarse volvería a su casa.

203
DEPENDENCIA Y ENTORNO RESIDENCIAL Y FAMILIAR DE PERSONAS MAYORES DE 75 AÑOS QUE VIVEN SOLAS

HNU —En mi casa por ejemplo seria estar sola desde por la mañana

a la tarde. En casa de mi hermana, seria estar igualmente sola (…) el

trabajo es trabajo y necesitas tener igualmente una persona.

204
Capítulo 5
DISCUSIÓN

Este capítulo responde a la puesta en relación de los datos obtenidos a

partir de los discursos de las entrevistas de las personas mayores y de los

GD de familiares, con la perspectiva teórica y el contexto social en el que

se enmarca este estudio.

Esta tesis parte de la premisa de que la mayoría de las personas mayores

de 75 años que viven solas tienen alguna dificultad para satisfacer sus

necesidades básicas e instrumentales, debido a pérdida de autonomía.

Este trabajo ha pretendido caracterizar las prácticas sociales vinculadas a

la forma residencial de las personas mayores de 75 años que viven solas

y la percepción que las familias tienen de dicho fenómeno. Se ha centrado

en explorar de qué manera interaccionan el género, el nivel de autonomía,

la red sociofamiliar y el nivel de instrucción de las personas mayores, en

la situación de permanecer en soledad en el domicilio. De igual forma

205
DEPENDENCIA Y ENTORNO RESIDENCIAL Y FAMILIAR DE PERSONAS MAYORES DE 75 AÑOS QUE VIVEN SOLAS

ha pretendido comprender el papel que juegan el género y el nivel de

instrucción de los familiares en su actitud con las personas mayores que

viven solas.

Es conocida y así lo recoge la literatura (Fericgla, 2002; Gil Calvo, 2003; Pérez

Ortiz, 2004; López Doblas, 2005), la repercusión que las transformaciones

familiares están produciendo sobre los cuidados de las personas mayores. Y

aunque es bastante aceptada la idea de que las personas mayores prefieren

vivir en soledad a hacerlo con su familia, al explorar en nuestro trabajo

las estructuras del campo, se evidencia que las acciones y las relaciones

derivadas de la soledad residencial modifican de manera importante las

acciones nacidas del habitus de esta generación de personas mayores.

El discurso de las personas mayores transita entre la exhibición de

capacidades para cumplir su deseo de vivir solo en su casa, considerándolo

indicador de competencia (IMSERSO, 2009) y el reproche y preocupación por

la soledad a la que le confinan su familiares, amigos y sociedad en general,

bajo la justificación de “no tengo tiempo”. El discurso de los familiares

evidencia el peso del capital cultural en sus posiciones frente al cuidado;

evidencia también la dificultad existente para conciliar la vida familiar y

laboral con el apoyo a sus padres mayores. Respecto a las relaciones entre

familiares y personas mayores, se evidencia el conflicto entre lo que la

familia cree que puede y debe aportar y lo que desean y de ellos esperan

las personas mayores. Se evidencia una tendencia a abandonar el modelo

familista, característico de la familia patriarcal, siendo esta generación de

mayores la primera que vive este distanciamiento entre los miembros de

una familia.

206
capítulo 5 • DISCUSIÓN

Este capítulo está estructurado en tres apartados. Los dos primeros abordan

los aspectos relativos al contexto de la vivienda de las personas mayores;

se centran en los factores particulares que explican la permanencia en el

domicilio. El tercer apartado explica la relación de las personas mayores

con los recursos sociosanitarios en tanto moduladores de la capacidad

para vivir solos.

5. 1. Influencia de la vivienda en la percepción de au-

tonomía de los sujetos

A partir de los resultados obtenidos de las respuestas de los mayores

entrevistados, observamos que la vivienda como contexto cuenta

con una serie de aspectos que son determinantes, según el criterio

de sus habitantes, para poder permanecer viviendo en ella, incluso en

soledad o cuando presentan alguna dependencia. Tal como ilustran los

mayores entrevistados en el trabajo de Laínez (2002:459) lo que prima

es permanecer en su propia vivienda: “mientras podamos”. Para ellos el

cambio residencial puede estar vinculado a situaciones no deseables como

dependencia, abandono, desarraigo o pérdida del control de la propia vida

y del patrimonio. En muchas ocasiones lo difícil es permanecer.

Aunque todavía en el sector de la salud pública no hay un reconocimiento

del papel preventivo y recuperador de la propia vivienda ni del rol de apoyo

que tiene en el desarrollo y tratamiento de las enfermedades (Gitlin, 2006),

sugerimos, basándonos en los resultados encontrados, que los mayores en

su casa se sienten protegidos de “el afuera”, con clara delimitación de lo

público y lo privado (Prieto Sancho et al., 2009).

207
DEPENDENCIA Y ENTORNO RESIDENCIAL Y FAMILIAR DE PERSONAS MAYORES DE 75 AÑOS QUE VIVEN SOLAS

En su casa como campo social con una lógica propia y con relaciones,

intereses, recursos y prácticas sociales particulares, es donde las personas

mayores realmente encuentran el sentimiento de control sobre su vida. En

el mismo sentido Laínez (2002) destaca que la continuidad residencial es

una forma de preservar su particular estilo de vida en el que resulta más

fácil mantener, reconstruir y superar determinados obstáculos que surgen

como amenazas para su autonomía residencial.

Los familiares ven esa soledad como actitud debida a los habitus de las

personas mayores para mantener la libertad, y como representación

del no aceptar ayuda, sabiendo que reconocer la necesidad es perder

libertad y poder. De igual forma, en el trabajo de Iglesias de Ussel (2001)

los mayores que viven solos destacan la libertad y la tranquilidad que

habitualmente encuentran en sus respectivos hogares, como uno de los

principales alicientes que ofrece la autonomía residencial.

La presentación de la vejez, como etapa de cambio en los intereses hacia

sí mismo, es entendida por las familias como egoísmo. Hallazgos similares

destaca Prieto Sancho et al. (2009) que consideran que para la persona

mayor todo lo que sucede se explica desde las consecuencias sobre su

persona. Por lo que se refiere a las mujeres mayores Pérez Ortiz (2004)

matiza el estereotipo de que tienden a centrarse básicamente en lo que

ocurre en su cuerpo y en su hogar, adoptando una posición pasiva frente al

mundo que les rodea. Destaca esta autora la importancia del hogar como

espacio de continuidad de los cuidados en el rol tradicional. Pero también,

que las mujeres establecen relaciones de amistad y mantienen actividad

social que demuestra preocupación por el resto de la sociedad.

208
capítulo 5 • DISCUSIÓN

Los discursos centrales de las personas mayores ayudan a explicar

la influencia en las actitudes residenciales, de la propia vivienda como

espacio identitario. Este aspecto guarda relación con la tendencia a percibir

su vivienda dotada de tantas comodidades que manifiestan no tener

intención de repararlas (Lázaro Ruiz y Gil López, 2005). Para un sector de

las personas mayores, la vivienda continúa siendo territorio de identidad

femenina, espacio cerrado, regido por normas tradicionales, perteneciente

a la familia. Espacio que ellos mismos prefieren cuidar, con marcado sentido

de pertenencia. En este sentido, Pérez Ortiz (2004) destaca, entre sus

resultados que tres de cada diez mujeres mayores que necesitan ayuda,

siguen asumiendo las tareas domésticas sin ayuda.

Para otro sector de personas mayores la vivienda es un espacio moderno,

abierto, con acercamiento entre lo público y lo privado, donde estar y

desde el que salir y entrar; adaptado para ser cómodo y fácil de mantener.

Espacio en el que sus residentes si pueden, prefieren contratar servicios

para su mantenimiento.

Ante la posibilidad de que la persona mayor no pueda vivir sola, se

evidencian desajustes entre lo que ella dice y piensa que prefiere hacer

cuando no sea autónoma y entre lo que dice y piensa el familiar cuando

ofrece alternativas para que la persona mayor no viva sola. En ese sentido,

para Bourdieu (1979) es central identificar la ubicación y la trayectoria de

los agentes para entender el sentido de sus prácticas.

La familia es consciente de la repercusión que la posición que ocupa tiene

sobre sus prácticas y es ajena a que lo que hace o piensa es construcción

cultural. Sin embargo percibe que entre las opciones existentes, la más

209
DEPENDENCIA Y ENTORNO RESIDENCIAL Y FAMILIAR DE PERSONAS MAYORES DE 75 AÑOS QUE VIVEN SOLAS

aceptada, aunque tiene que ser negociada, es la de la contratación de una

persona que permita a la persona mayor seguir viviendo en su casa.

El futuro aparece como preocupación en los discursos de las personas

mayores y de las familias, en relación a los posibles cambios en el estilo

residencial y la necesidad de cuidados.

Los deterioros de la edad, actúan configurando una representación del

envejecimiento en la que discapacidad y enfermedad no son ajenas, con la

certeza de que el futuro traerá esos deterioros y que la vejez es la etapa

de la vida que no tiene continuidad en otra.

Todos los informantes comparten la preocupación por los imprevistos que

la persona mayor puede tener estando sola; su posición en los campos y su

competencia en los capitales preocupa a la familia que busca la certeza de

que la persona mayor no tendrá problemas viviendo sola y choca con las

imprevisibles circunstancias externas. Ante esto, los familiares coinciden

con las personas mayores en considerar mejor no pensar demasiado en el

mañana y disfrutar el hoy; una manera, esta, de no anticipar los problemas.

Actitud que también destaca Prieto Sancho et al. (2009:83).

Sobre la permanencia en el domicilio en soledad, el habitus y el capital

cultural y simbólico de los sujetos influye de forma esencial en su asunción

de tal estado. Aunque para la mayoría de las personas mayores la soledad

no ha sido elegida, aparecen en sus discursos dos miradas diferenciadas

sobre la soledad: como situación aceptada con esfuerzo y como realidad

elegida valorada como positiva. Hallazgos similares destaca Iglesias de

210
capítulo 5 • DISCUSIÓN

Ussel, (2001), que considera que estar solo llega a ser una necesidad y es

vista como refugio interno.

5.2. Autonomía residencial. Capacidades y estrate-

gias

Las profesiones de los individuos y su relación con la clase social han sido

destacadas por Bourdieu (1979) como herramienta de influencia y poder; sin

embargo la vejez equipara dichas profesiones en la jubilación, perdiendo en

gran medida eficiencia ese capital vinculado a contenidos profesionales. Al

mismo tiempo, en esa etapa, aparecen otras relaciones de poder vinculadas

al grado de autonomía y su variación de estructura y capitales. Las personas

mayores se preocupan por la pérdida de autonomía y la necesidad de cuidados;

perciben la dependencia como pérdida de libertad.

Los mayores tienden a sentirse capaces para vivir solos y sin ayuda y exhiben

su actividad como presentación a los demás de sus capacidades; esta

perspectiva está en claro desajuste con la percepción de autonomía que de

ellos tiene la familia. En ese sentido, algunos trabajos muestran la relación

entre realización de AVD, y autoestima y percepción de autoeficacia (Reitzes,

Mutran & Verrill, 1995; Willis, Jay, Diehl & Marsiske, 1992).

Para algunos autores el ajuste entre las expectativas del cuidador y las de

la persona mayor sobre su capacidad de autonomía en las AVD se relaciona

con mayores niveles de bienestar (Montorio Cerrato y Losada Baltar, 2004),

aspecto que da sentido a la tensión que se produce entre el valor del hacer

de los mayores y del saber de las familias. El hacer del campo de la vivienda

211
DEPENDENCIA Y ENTORNO RESIDENCIAL Y FAMILIAR DE PERSONAS MAYORES DE 75 AÑOS QUE VIVEN SOLAS

de los mayores está condicionado, por una parte, por los conocimientos de

los agentes de la familia que tiene un saber aprendido del exterior y por otra

por las acciones de las personas mayores, en función de su habitus derivado

de su experiencia.

La familia tiende por este motivo a sobreproteger, actitud que merma en la

persona mayor la sensación de autoeficacia y autonomía. Los motivos de la

percepción de ser menos capaces son en estos casos debidos: a la falta de

práctica en actividades que no les dejan hacer y, a la percepción de que los

demás les consideran incapaces (Montorio Cerrato y Losada Baltar, 2004).

En nuestro trabajo las personas mayores que consideran que sus capacidades

son heredadas e inherentes a las personas, tienden a mostrar actitud de

conformismo frente a las situaciones que les toque vivir. Entre quienes

consideran que las capacidades son en gran medida adquiridas, emerge un

discurso de adaptación a los cambios. Bourdieu utiliza el término estrategia en

relación a las prácticas que permiten reconocer las dificultades que impone el

campo y los habitus para realizar un cambio (Fernández, 2003).

Todo cambio implica modificar las estructuras del campo y los habitus de

los agentes (Perdomo-Rubio y Martínez-Silva, 2010); este proceso dependerá

de la disposición del capital cultural, social y simbólico necesario para

desenvolverse de forma satisfactoria en los nuevos campos. Reconocer esta

característica de la estructura de los campos es un paso para la gestión

cualquier cambio. En la generación de personas mayores estudiada en este

trabajo, es especialmente importante el capital cultural incorporado mediante

la interiorización de experiencias. Bajo ese matiz de adquirido, las personas

mayores y las familias consideran que la capacidad funcional no se relaciona

212
capítulo 5 • DISCUSIÓN

con rasgos físicos, sino con una actitud vital. Aspecto este último que ayuda

a explicar la tendencia de la generación de las personas mayores a minimizar

los problemas y retrasar las soluciones; lo que concuerda con los hallazgos

de Ruiz-Jiménez y otros (2006), que relacionan la percepción de bienestar,

durante el envejecimiento, con factores como el equilibrio entre retos y

habilidades y la actitud personal.

Para conservar la autonomía residencial, las personas mayores de este estudio

disminuyen las exigencias en su vida diaria. Datos similares destacan Lázaro

Ruiz y Gil López (2005), en su estudio sobre viviendas de ancianos, en el que

participaron 91 mayores que vivían solos, sus datos muestran esta disminución de

las exigencias. Los ancianos manifiestan mayoritariamente estar satisfechos con

su vivienda (83%). De los que reconocen que su vivienda necesita reparaciones:

un grupo de los mayores piensa hacerlas pero otro destaca que no piensa llevarlas

a cabo. Naturalizando las rutinas, disminuyen las incertidumbres y sienten que

optimizan sus capacidades (Prieto Sancho et al., 2009).

Las personas mayores de nuestro estudio, aunque identifican puntos de

riesgo en la vivienda que deberían ser adaptados utilizan aparatos de apoyo

y ayuda de personas lo menos posible. Hallazgo que concuerda con estudios

que llegan a situar entre el 30 y el 50% la ausencia de uso de las ayudas

técnicas disponibles en los hogares (Wessels et al., 2003).

Puede suponerse que las reticencias que los mayores presentan para adaptar la

vivienda estén justificadas en parte por las dificultades que encuentran. Desde

el punto de vista del Estado de Bienestar, La adecuación de la vivienda, parece

ser, según Laínez (2002:189) “la segunda parte del derecho a la vivienda”. La

concepción de la ayuda económica para estos casos responde a una visión

213
DEPENDENCIA Y ENTORNO RESIDENCIAL Y FAMILIAR DE PERSONAS MAYORES DE 75 AÑOS QUE VIVEN SOLAS

empobrecida de sus necesidades residenciales. Derivado de estas actuaciones

las personas mayores suelen disuadirse del intento de mejorar su vivienda y

no excluyen la necesidad de recurrir a los mecanismos del mercado. En este

contexto de riesgo, la familia cuestiona el espacio conocido como seguro

para la persona mayor; especialmente en los casos en los que consideran

que no está adaptado a los cambios inherentes al envejecimiento.

Los familiares coinciden en considerar que las nuevas tecnologías que facilitarían

la permanencia en el domicilio a las personas mayores están infrautilizadas;

debido en parte a la brecha tecnológica existente que se acortará cuando los

fabricantes de cualquier tipo de productos consideren a las personas mayores

potenciales clientes. Poveda, Barberà, Prat y Vera (2009), identifican la falta

de adecuación de los productos en general a las necesidades de las personas

mayores y destacan respecto a su criterio de compra, las preferencias por la

posibilidad y capacidad de uso, calidad y funcionalidad.

No saber hasta cuándo podrá la persona mayor vivir sola, es preocupación

compartida por familiares y personas mayores, hasta el punto de reconocer

que es un tema que evitan pensar ante la ambivalencia de pérdida de libertad

y poder al tener que convivir con su familia, o pérdida de identidad al ir a

vivir a un residencia; discurso este último muy cristalizado por el origen

de las actuales residencias: instituciones que, al percibir la vejez desde la

vulnerabilidad y bajo el argumento de protección y asistencia de beneficio,

han ido construyendo su concepción con elementos de discriminación.

Cuando los servicios escasean tienden a verse como graciables y pueden

conllevar un estigma para quien los recibe (Bazo, 2008). La opinión de los

mayores sobre las residencias ha sido explorada por López Doblas (2005) en

un trabajo sobre personas mayores que viven solas; para la mayoría no es

214
capítulo 5 • DISCUSIÓN

una alternativa apetecible y piensan en ellas como una posible, aunque no

deseada, alternativa. Destacan de las residencias más los aspectos negativos

y las consideran lugares con personas sin motivos para vivir.

Opiniones como estas plantean la necesidad de modelos de atención que

permitan envejecer en casa con apoyo real (Sociedad Española de Geriatría y

Gerontología, 2000). En la misma línea argumental señala Rodríguez Cabrero

(2005), que las tendencias en las políticas europeas en esta materia deberían

estar marcadas por la creciente importancia de la persona mayor y de su

familia en relación a la elección de prestaciones sociales. De manera que

fuesen más adecuadas a sus necesidades dentro de los límites financieros

que imponen las legislaciones nacionales sobre atención a la dependencia.

Los datos de esta investigación apuntan a que se ha producido un cambio

en los cuidados familiares, pero también indican que ha sido un cambio

conservador. Entre las familias, aun sin sentimiento de obligación de cuidar,

las instituciones geriátricas son el futuro de quien no puede ser cuidado y

es visto como abandono. Entre las personas mayores, cuando planifican

ir a vivir a una residencia geriátrica intentan dar a la decisión sentido de

temporalidad, hecho que se consigue en parte conservando la casa.

Otra de las actitudes de la familia que evidencia ese cambio parcial es que su

bienestar es inversamente proporcional a la intensidad de la responsabilidad

sobre la persona mayor, (que tiende a aumentar con la edad). Ante el

aumento de preocupación, van añadiendo medidas de seguridad en torno

a la persona mayor. De igual forma, el sentimiento del deber de cuidar se

resuelve al traerlos a casa, incluso contra su voluntad, independientemente

de quién y cómo cuidará.

215
DEPENDENCIA Y ENTORNO RESIDENCIAL Y FAMILIAR DE PERSONAS MAYORES DE 75 AÑOS QUE VIVEN SOLAS

La preferencia por la estancia en las casas de sus hijos ha sido estudiada

por autores como López Doblas (2005), que destaca que no siempre los

motivos de la vida en solitario son algo pretendido, sino aconsejado por las

circunstancias. Puede influir en la decisión, sentimiento tales como que al ir

a vivir con su familia se convertiría en un estorbo, temor a pasar horas de

soledad en un entorno desconocido o problemas de espacio en la vivienda

familiar. Los datos de nuestra investigación indican que tanto las personas

mayores como los familiares consideran que en algunos casos esa opción

residencial no resuelve ni la soledad ni la necesidad de persona contratada,

dado que el tiempo de dedicación al trabajo para algunos familiares es

incuestionable.

Parece también que un sector de personas mayores no tiene posibilidad

de convivir con la familia. Compán Vázquez y Sánchez González (2005)

en su trabajo con una amplia muestrea de mayores en Granada afirman

que al aumentar la edad aumentan los excluidos por las familias y los

servicios sociales. Para estos autores, la cobertura asistencial existente es

en realidad un complemento a la ayuda familiar y es totalmente insuficiente

para vivir solo.

Entre la consecuencia del hecho de ejercer la actividad de cuidar, que

preocupa a familiares y personas mayores, se encuentra la necesidad de

realizar cambios principalmente en la vivienda. La familia considera que los

potenciales cuidadores deben estar de acuerdo y que los cambios se deben

negociar con las personas mayores. Aunque la familia reconoce que al no

compartir la vivienda, solo utilizan su criterio, a menudo con información

parcial y teniendo poco en cuenta a la persona mayor que es quien tiene

que estar de acuerdo.

216
capítulo 5 • DISCUSIÓN

En otros casos la decisión de libertad de la persona mayor puede inmovilizar a la

familia. Por parte de la familia, la creencia de dificultad para incorporar nuevas

formas de cuidados se relaciona con estereotipos que han sido rebatidos por

autores como Bourgeois, Camp, Rose, White, Malone, Carr y Rovine (2003).

En relación a los cambios, los familiares y mayores comparten un cierto

conflicto sobre el cuidado, como forma de seguridad pero que conlleva

pérdida de libertad.

Las personas mayores de nuestro estudio presentan posiciones discursivas

desde actitudes de autocuidado como práctica de vida, generadora de

autonomía; actividad que como afirma Conde y Marinas (1997) ha conseguido

mejorar su calidad de vida y encontrar formas de vida mucho más activas y

ricas que en el pasado.

5.2.1. Diferencias de género ante la soledad residencial

Hombre y mujeres mayores están de acuerdo en que vivir en soledad para las

mujeres es más fácil en relación a las actividades de la vida cotidiana que para

los hombres; existe entre las mujeres una notable capacidad para desarrollar

diferentes roles; la trayectoria de vida de las actuales mujeres mayores les

prepara para acometer diferentes responsabilidades y actividades a la vez.

Esta opinión es compartida por los familiares de nuestro estudio, que además

consideran que las mujeres mayores hacen menos demanda de cuidados que

los hombres. Estudios cuantitativos que se han realizado acerca del mismo

tema destacan que los hombres demuestran mayor dependencia para la

realización de las ABVD, aunque su dependencia no se relaciona con estado

217
DEPENDENCIA Y ENTORNO RESIDENCIAL Y FAMILIAR DE PERSONAS MAYORES DE 75 AÑOS QUE VIVEN SOLAS

de salud como en las mujeres; en esta generación es una dependencia

cultural, como se demuestra cuando se separan en la valoración actividades

como limpieza o uso de teléfono (Tomás et al., 2003).

De igual modo, de nuestro análisis se desprende que, entre las personas

mayores, el hecho de no participar en las tareas domésticas no se relaciona

con capacidad; la implicación en el hogar ha tenido y todavía tiene relación

con el marcado reparto de roles por género y generación, que se evidencia

especialmente en su adaptación en la vida cotidiana, al perder la pareja

(Ducharme & Corin, 2000).

El género, junto con la edad y el vínculo familiar, configura un sistema de

jerarquía social con relación asimétrica de poder. Dado que los principios

a partir de los cuales el individuo construye su identidad social y la

representación de las funciones que corresponde a cada género se sitúan

en relación con los padres (Bourdieu, 1991), no es de extrañar que entre

la posición en el campo de la nueva familia –de reproducción- y la que se

ocupaba en la familia de pertenecía, se establezcan relaciones de fuerza; más

concretamente entre la acumulación de capital del cuidador y de la persona

cuidada. En esa línea, las mujeres con estudios superiores manifiestan que

las personas mayores hacen menos demanda de atención a los cuidadores

que son hombres o mujeres con pareja. Como afirma Bourdieu, (2000), la

diferenciación por genero estructura toda la vida social privilegiando las

estructuras androcéntricas.

Resultados esperados, que están de acuerdo con las representaciones

sociales que ubican la experiencia femenina en el ámbito doméstico y la

masculina en el público, y que convierten a las mujeres solas (como afirma

218
capítulo 5 • DISCUSIÓN

Adelantado et al., 2004), en supervivientes, con características que les

permiten continuar en esa situación.

Se evidencia en este trabajo que el género del cuidador no es ajeno a

la interpretación del cuidado; las mujeres tienden a intervenir en los

problemas con antelación; los hombres esperan y si pueden delegan en

las mujeres de su entorno. Las mujeres creen que el cuidador hombre se

implica menos.

5.2.2. La ayuda sociofamiliar en el cuidado

El apoyo por parte de la red sociofamiliar forma parte de los factores

determinantes de la permanencia en el domicilio. Las personas mayores

evidencian concepciones distintas sobre la red sociofamiliar y sus obligaciones.

Concepción tradicional por una parte de las personas mayores, para las que

su representación del posible cuidador está asociada principalmente a las

mujeres de la familia. Esta idea tradicional la comparte el sector de mujeres

con estudios medios y básicos, amas de casa y trabajadoras del sector

servicios, de edades comprendidas entre 33 y 68 años; estas informantes

en algunos casos, se sienten cuidadoras de más de una persona mayor de

la familia y aunque demanda liberarse de algunas tareas, le cuesta perder el

control del cuidado.

La existencia de actitudes similares a la comentada, evidencia la necesidad,

como afirma Pérez Salanova y Yanguas (1998), de identificar las percepciones

familiares relativas a los problemas, la valoración de las respuestas frente a ellos

y su repercusión en la vida cotidiana; de igual forma, no debería dejarse de lado

219
DEPENDENCIA Y ENTORNO RESIDENCIAL Y FAMILIAR DE PERSONAS MAYORES DE 75 AÑOS QUE VIVEN SOLAS

la presencia o ausencia de capacidad para la realización de cuidados, aunque

comporte mayor dificultad para que el sistema se adapte a la necesidad.

Las personas mayores entrevistadas manifiestan preocupación por los cambios

de valores en la familia (incremento del individualismo). Abundando en esa

idea, en este trabajo se evidencia que los adverbios cerca o lejos en relación a

la vivienda familiar, aluden a la disponibilidad más que a la distancia. Se pone

también de manifiesto la existencia de un código de relación, elaborado en

función más de la búsqueda de la tranquilidad del familiar que del bienestar

de la persona mayor

En definitiva, la permanencia de la persona mayor viviendo en soledad pivota

en parte sobre su red social, en la que se apoya en las situaciones de dificultad.

Situación que en el futuro será menos habitual debido a los cambios de la

estructura y valores familiares.

El cabeza de familia tradicional como herencia del modelo patriarcal, todavía

hoy y muy especialmente en la generación a la que pertenecen los mayores

de nuestro estudio, es quien define la lógica del campo, y ha sido el promotor

de un sistema simbólico en torno a las relaciones familiares que justifica la

autoridad que ostentan (Bourdieu, 2000). Pero el poder que ostenta la persona

mayor requiere de la complicidad de la familia para ejercerse y se trasforma

cuando cambia su ubicación en el campo (necesita ser cuidado). El discurso

de los familiares evidencia que les cuesta ostentar ese poder para cuidar a

sus padres mayores. Este cambio de poder requiere además de la voluntad

de los hijos para asumirlo y habilidades para la negociación especialmente

en la implementación de los cuidados. Otro aspecto a destacar es la relación

entre la legitimidad del poder de un agente y la posesión de capitales; por

220
capítulo 5 • DISCUSIÓN

ello, en la relación que se establece en la actividad de cuidar, la autoridad del

cuidador es más aceptada si tiene propiedades masculinas (mujer trabajadora)

o exhibe un alto nivel de instrucción e información. Por este motivo la mujer

incorpora comportamientos que se vinculan con lo masculino para ejercer la

autoridad. La persona mayor frente al familiar, cuando es mujer con bajo nivel

de instrucción, conserva más control y poder.

En una concepción tradicional de red social, las personas mayores y las

familias consideran que el cuidado de sus miembros es un deber moral en el

que las mujeres (incluso con vinculo político) son el principal protagonista.

Hallazgo que coincide con el trabajo de Adelantado (et al., 2004) realizado con

personas más longevas, en el que apunta que la presencia de los servicios

públicos para la realización de los cuidados es minoritaria, que muchos

mayores tienen alguna persona remunerada para las tareas del hogar y que

la familia asume el cuidados aun cuando aumenta la dependencia. Solución

que pasa en muchos casos por el mantenimiento de las mujeres en el hogar

(Bazo y Ancizu, 2004).

Los mayores más conservadores intentan seguir siendo autoritarios, haciendo

que la familia se sienta mal si no cuidan. Bourdieu (1979) destaca las

propiedades que los individuos incorporan a los campos, que ocultan exigencias

de género, clase social o generación; en nuestro trabajo se evidencia la lucha

por conservar el poder de los hombres y la generación de mayores frente a

las mujeres y la generación de los familiares.

Entre los familiares, especialmente las mujeres con estudios básicos, la

soledad de la persona mayor es percibida con un matiz de incumplimiento del

deber como hijos; discurso de grupo social inscrito en una estructura social

221
DEPENDENCIA Y ENTORNO RESIDENCIAL Y FAMILIAR DE PERSONAS MAYORES DE 75 AÑOS QUE VIVEN SOLAS

tradicional de rol subordinado de hija y esposa. Bourdieu (1999b) propone, para

elaborar explicaciones de la subordinación de género, reconstruir la historia de

los agentes y las instituciones que aseguran su permanencia (Iglesia, Estado,

Escuela). Para que el cambio de la asimetría de género sea posible se requiere

del análisis de los mecanismos que perpetuán el orden jerárquico.

5.2.3. Alternativa del cuidado tradicional

En una concepción actual de red social, la familia comparte espacio con amigos

o vecinos. La familia patriarcal con sus obligaciones ha sido sustituida por otros

modelos de familia en los que las relaciones entre sus miembros son más

distantes aun con vínculo afectivo estrecho.

En ese sentido, las familias en los GD, ante el reconocimiento del poco tiempo

de que disponen para dedicar a los mayores; ocupan dos posiciones discursivas;

en una se evidencia el escaso interés en conciliar trabajo y familia, así como

el peso del actual modelo de trabajo y consumo imperante, con larga jornada

laboral y escaso tiempo para la familia. Modelo que dejaría gran parte del día

solo a su familiar mayor en el hipotético caso de que viviese con ellos (López

Doblas, 2005). En otra posición, frente al discurso del trabajo como actividad

central en la vida de hombres y mujeres, emergen posiciones acordes con la

necesidad de conciliar para cuidar.

Cada vez es más frecuente, y así surge en nuestro trabajo, que frente a la

concepción tradicional de familia que obligaba a la descendencia a cuidar a sus

mayores, emergen, compartidas por las personas mayores y familiares, nuevas

perspectivas de planificación en la vejez en las que la familia no es la única

222
capítulo 5 • DISCUSIÓN

proveedora de cuidados; en ese sentido las mujeres con estudios universitarios,

se identifican poco con el rol de cuidadoras, supervisan pero no realizan la

ayuda; manifiestan un cierto alejamiento del modelo familista hacia contratar

servicios, gesto visto socialmente como liberación de obligaciones tradicionales;

esta actitud produce cambios en las demandas de las personas mayores, entre

las que en nuestro estudio aparece un discurso emergente con tendencia a

alejarse de los datos de estudios como el europeo OASIS (Ancizu y Bazo, 2001)

en el que se destacaba en España una clara preferencia de ser cuidado cuando

lo necesite por la familia; a diferencia de países con Estados de Bienestar más

desarrollados como Noruega. Probablemente este cambio también responda en

parte en nuestro país a las mejoras en el Estado de Bienestar.

Los familiares con esta concepción nueva sobre el cuidado presentan una

posición discursiva triple, como hijos, como padres y como trabajadores,

con manifestaciones de cansancio pero también de orgullo de ser capaces y

mirada hacia el cuidado como tarea agradable, con aceptación de cómo son

y reconocimiento de la edad.

5.2.4. El impacto del cuidado

Aunque la familia considera que la actividad de cuidar consiste en una relación

que se desarrolla en un contexto específico y que está influenciada por la

respuesta del individuo, en algunos casos los familiares justifican posturas

cada vez más intervencionistas ante los riesgos que consideran que conllevan

determinadas prácticas de los mayores solos. Frente a esta postura, los

familiares defensores de personalizar los cuidados (hombres con estudios

universitarios) sitúan como centro del cuidado la libertad de la persona mayor.

223
DEPENDENCIA Y ENTORNO RESIDENCIAL Y FAMILIAR DE PERSONAS MAYORES DE 75 AÑOS QUE VIVEN SOLAS

Invocan el abordaje holístico de los cuidados, pactados entre el que cuida y

el que es cuidado.

En nuestro trabajo, un aspecto fundamental que emerge en los GD de mujeres

es la importancia de poder compartir con la familia las decisiones sobre

las personas mayores. Para los hombres cuidadores además es importante

tener en quien delegar; para todos los participantes es necesario definir

criterios de reparto de la carga de cuidado. En la acción de realizar los

cuidados el capital cultural de toda la red sociofamiliar es el que legitima al

agente para cumplir con su posición es una combinación fruto de los habitus

de sus miembros.

Entre los cuidadores familiares, la actividad de cuidar se aprende observando,

usando el sentido común y sin asesoramiento de especialistas (higiene,

movilidad o ayuda técnica). Este autoaprendizaje, tal y como destaca Bover

(2004), denota el escaso valor que la población da a la intervención del

sistema sanitario en el ámbito doméstico.

Esa evidente necesidad de la intervención pública en áreas que hasta ahora

han sido exclusivas de la familia, es también destacada por Bazo (2008).

Intervenciones que, bajo la premisa de que no cualquier técnica es válida,

apliquen la creatividad a las características de cada persona (Montorio

Cerrato y Losada Baltar, 2004).

Otro aspecto que los familiares valoran es la edad de la personas cuidadora;

manifiestan que es determinante en la relación con las personas mayores.

En concreto, consideran que es de mejor pronóstico que no sea joven. Las

propias participantes de género femenino pregeriátricas consideran su

224
capítulo 5 • DISCUSIÓN

etapa más fácil para empatizar con sus familiares mayores y reconocer los

cambios que inexorablemente produce el paso del tiempo.

Se destaca entre las personas mayores y familiares, la confusión que

comparten con algunos profesionales, entre atención y apoyo, Croucher

(et al., 2008) consideran importante la valoración realista sobre el tipo de

servicios y los recursos para sustentarlos, con el fin de evitar el vacio de

servicios que frecuentemente se llena con la familia.

5.3. El equipo de salud y los recursos sociosanita-

rios

Uno de los hallazgos de este estudio es la escasa relación de las personas

mayores con el equipo de salud y el hecho de que los motivos de la relación

sean principalmente los derivados del tratamiento farmacológico. Además

las personas mayores destacan como problema la distancia de su vivienda

a los centros, aspecto que destaca también en su trabajo Compán Vázquez

y Sánchez González (2005).

Familiares y personas mayores percibe atención fragmentada por parte del

equipo de salud y no identifican al agente proveedor de cuidados. Hallazgo

que comparten varios autores (Beaver y Miller, 1998; Bazo y Ancizu, 2004);

en sus trabajos destacan que los recursos son escasos y fragmentados y

que entre sus agentes no están claras las funciones y responsabilidades.

Otro evidencia de nuestro trabajo es la importancia que para las personas

mayores tiene, conocer al profesional que les atiende. De su relación con el

225
DEPENDENCIA Y ENTORNO RESIDENCIAL Y FAMILIAR DE PERSONAS MAYORES DE 75 AÑOS QUE VIVEN SOLAS

equipo de salud consideran al igual que los familiares que es con más frecuencia

maternal que empática y asertiva. Ambos hechos podrían relacionarse con la

desvinculación de los tratamientos. Hallazgos similares encontraron en el estudio

en cinco países europeos, Bazo y Anziazu, (2004), que destacan en relación a

los sistemas de apoyo la importancia de que sea el mismo grupo de personas

quien atienda a la persona mayor para conseguir ir más allá de la ayuda

instrumental.

Por otro lado en este estudio emerge el discurso de un cuidador familiar cada vez

más alejado del modelo tradicional, que modifica su relación con los profesionales

de la salud. Aunque la asistencia sanitaria actual responde al modelo médico

hegemónico, con poco espacio para actividades relacionadas con los cuidados; tal

como afirma Miró (2008), las demandas de los usuarios amplían las posibilidades

de entender y practicar una medicina y una enfermería desde otras perspectivas,

rompiendo de esa manera el sentimiento existente entre los familiares de que la

persona mayor al sistema le interesa poco. Las enfermeras de Atención Primaría

deben adaptar la organización de los cuidados dirigidos a las personas mayores

que quieren continuar viviendo en la comunidad; su cualificación les permite cuidar

de manera autónoma, con escasas intervención médica y sin intermediación de

otros equipos, pero se precisan recursos que hagan creíble la idea de que los

ancianos pueden continuar en la comunidad (Corrales, et al., 2004).

La familia reconoce las mejoras que supone la cartera de servicios de la Ley de

la Dependencia, pero es crítica con los recursos existentes y la burocracia para

solicitarlos.

Los familiares consideran que el proceso de valoración, en la búsqueda de

información (a menudo, disponible), es demasiado largo y fragmentado. Para

226
capítulo 5 • DISCUSIÓN

mejorar estos aspectos de la valoración, experiencias residenciales en Europa,

de alojamiento con cuidados, plantean revisiones conjuntas en las que además

del residente están presentes un familiar, el cuidador principal, el trabajador

social y en algunos casos el gerente del centro (Croucher et al., 2008).

El binomio, “complicado de solicitar” y “lenta concesión de ayudas” explica el

escaso interés existente, por parte de las personas mayores, en los recursos

dirigidos a facilitar las actividades de la vida diaria; así como su escasa utilización

(el acceso para algunos mayores es inaccesible). En esa línea destaca López Doblas

(2005), que se ha de flexibilizar los criterios de concesión, ampliar su cobertura y

aumentar sus prestaciones; pues aunque la disponibilidad de servicios formales

se considera determinante sobre la capacidad de vivir en soledad (Escobar, 2009)

estudios como el de Wessels et al., (2003) señalan que los hogares en los que no

se usan, las ayudas técnicas disponibles, se sitúa entre el 30 y el 50%.

Nuestro estudio comparte con otros, como los de Martínez-Villarreal, Rodríguez-

Ruiz, Ramírez-Llarás, García-Uso, Fabregat-Casamitjana, Fusté-Vendrell (2007)

y López Doblas (2004), la dificultad añadida que supone para esta generación

de mujeres que viven solas el acceso a los soportes sociosanitarios; la pobreza,

el bajo nivel de instrucción y el aislamiento social frecuente entre ellas, explica

la escasez de demandas de atención. Pérez Ortiz (2004), en su estudio con

mujeres mayores, pone de manifiesto la relación directa que existe entre bajo

nivel educativo y desconocimiento de algunos servicios.

Los familiares participantes en los GD parecen estar de acuerdo en que

ningún recurso de la actual cartera de servicios mejoraría la situación de las

personas mayores que viven solas, tanto como el acompañamiento (y de ser

posible convivencia) de una persona contratada; cuidadores que incorporan

227
DEPENDENCIA Y ENTORNO RESIDENCIAL Y FAMILIAR DE PERSONAS MAYORES DE 75 AÑOS QUE VIVEN SOLAS

mediante un proceso de inculcación su habitus del sentido común para el

cuidado doméstico, convirtiéndose en los agentes más alejados del modelo

biomédico.

Entre los recursos de la cartera de servicios de la Ley de la Dependencia, el

más usado es el servicio de teleasistencia domiciliaria. En nuestro trabajo

es presentado como una tecnología al servicio de la persona mayor que da

seguridad a las familias.

Se pone de manifiesto tal como afirma Bazo (2008), la importancia de que

las políticas sociales tengan en cuenta la perspectiva de la familia, para

evitar su deserción de las funciones de cuidado que todavía realiza, y dejar

de presionarlas en detrimento de la responsabilidad de los gobiernos. De

la misma forma se evidencia que, con independencia del nivel educativo,

del sexo y de la clase social, los familiares prefieren un modelo en el que el

Estado tenga el papel principal en la provisión de bienestar, sin descartar por

ello su protagonismo en los cuidos (Arriba, Calzada y del Pino, 2006; Castejón

Villarejo, Esparza, Catalán, y Abellán García, 2007).

228
Capítulo 6
CONCLUSIONES E IMPLICACIONES

Aunque en el capítulo de Discusión aparecen hallazgos que evidencian

algunas conclusiones e implicaciones del estudio, es este último capítulo voy

a tratar de sintetizar aquellas que en coherencia con mis premisas justifiquen

necesariamente cambios en las actitudes, las concepciones y las prácticas.

El envejecimiento de la población y los cambios en la estructura familiar de

la sociedad española son y seguirán siendo un reto para los responsables de

políticas sociales, para las familias y para las personas mayores.

Los mayores consultados cuestionan los beneficios del estilo residencial que

ofrece la familia. De igual forma al plantear la convivencia, la familia duda de

su capacidad para poder cumplir las promesas en relación al estilo de vida que

tendrá la persona mayor. Ambos datos cuestionan si la soledad residencial es

preferida solamente por su efecto positivo sobre la persona mayor.

229
DEPENDENCIA Y ENTORNO RESIDENCIAL Y FAMILIAR DE PERSONAS MAYORES DE 75 AÑOS QUE VIVEN SOLAS

La primera etapa de soledad no elegida presenta gran dificultad por desajustes

entre la percepción de la familia y la persona mayor; la escasa orientación

profesional en ese momento, abandona a la persona mayor a su desorientación y

empuja a la familia a prácticas regidas por el sentido común y el autoaprendizaje.

Los servicios sociales tienen que ser más personalizados y deben mejorar su

accesibilidad evitando el retraso en la obtención de los recursos.

Los recursos obtenidos cuando los cuidados están estabilizados, la familia

entrenada y dispone de un ecosistema organizado, tienen menos valor.

Del mismo modo la concesión de ayudas sociales cuando se produce debería

tener en cuenta la organización de recursos humanos y materiales de que

dispone la persona mayor y familia en ese momento.

La dificultad que encuentran los cuidadores jóvenes en la realización de

algunos cuidados con personas mayores se relaciona con escasa formación.

Las personas mayores están preocupadas por los cambios producidos en la

familia derivados de la incorporación de la mujer al mundo del trabajo; sin

embargo no se manifiestan ante la escasa incorporación de los hombres a la

tarea de cuidar.

Se precisa más información sobre la percepción de utilidad que los mayores

y familia tienen de los recursos y productos de apoyo disponibles; más

concretamente se necesita conocer donde, por quién y como prefieren ser

cuidados. Aspectos que guardan relación con la importancia de conocer sus

valores y creencias para adecuar las estrategias de promoción de autonomía

personal y prevención de dependencia.

230
capítulo 6 • CONCLUSIONES E IMPLICACIONES

La investigación sugiere que la excesiva fragmentación existente en los recursos

sociosanitarios dirigidos a las personas mayores disminuye su eficacia.

Este trabajo pone de manifiesto las consecuencias que sobre las actividades

relacionadas con los cuidados ha tenido el hasta ahora modelo médico;

evidenciándose la necesidad de que la atención sociosanitaria se libere de

la influencia de este paradigma, eficaz pero insuficiente frente a algunos

pacientes como los geriátricos.

Una implicación de gran calado sobre la asistencia geronto-geriátrica es la

necesidad de desterrar los cuidados geriátricos como caridad y diferenciar,

tanto en el hogar como en las instituciones las actividades de cuidar, dar apoyo

y acompañar. Para ello se necesitan investigaciones dirigidas a entender la

relación que los equipos de salud establecen con las personas mayores y sus

familias.

Los resultados obtenidos recomiendan potenciar los servicios comunitarios

que permitan a la persona mayor permanecer en su domicilio si lo desea y

liberar a las familias de la obligación de cuidar.

Es importante identificar los productos de la vida diaria en cuya fabricación se

ha tenido en cuenta que su destinatario puede ser longevo, dado que incluso

los detalles pequeños son percibidos como grandes, si evitan o no, molestias

y frustración.

Parece en definitiva, evidente que la sociedad debe reflexionar sobre lo que

implica ser un país envejecido con el fin de ser capaces de adoptar un modelo

social pensado también para una población especialmente mayor.

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268
ANEXOS
ANEXO 1

DOCUMENTACIÓN DE LA FASE DE ENTRADA EN EL CAMPO

RESOLUCIÓN DEL INSTITUTO DE SALUD


CARLOS III. CONVOCATORIA 2009

271
DEPENDENCIA Y ENTORNO RESIDENCIAL Y FAMILIAR DE PERSONAS MAYORES DE 75 AÑOS QUE VIVEN SOLAS

272
ANEXO 1 • DOCUMENTACIÓN DE LA FASE DE ENTRADA EN EL CAMPO

273
ANEXO 2

CONSENTIMIENTO INFORMADO
CONSENTIMIENTO INFORMADO PARA LA REALIzACIÓN
DE PROYECTO TITULADO: FACTORES qUE MODIFICAN
LA DEPENDENCIA EN PERSONAS MAYORES qUE VIVEN SOLOS1

Código del Estudio: PI09/90248


Yo (nombre y apellidos)
..........................................................................................................................

□ He leído la hoja de información que se me ha entregado.


□ He podido hacer preguntas sobre el estudio.
□ He recibido suficiente información sobre el estudio.
□ He hablado con ___________________(Investigador/a).
□ Comprendo que mi participación es voluntaria.
□ Comprendo que puedo retirarme del estudio:
1º Cuando quiera.
2º Sin tener que dar explicaciones.
□ Comprendo que si decido retirarme del estudio los resultados obtenidos
hasta ese momento podrán seguir siendo utilizados pero que no se
incorporarán nuevos datos.
□ Comprendo que tengo los derechos de acceso, rectificación, cancelación y
oposición a mis datos de carácter personal de acuerdo con lo dispuesto en
la Ley Orgánica 15/1999 de protección de datos de carácter personal.
□ Presto libremente mi conformidad para participar en el estudio y doy mi
consentimiento para el acceso y utilización de mis datos en las condiciones
detalladas en la hoja de información.

Firma del/la participante Firma del/la investigador

Nombre: Nombre:
Fecha:

Este documento se firmará por duplicado quedándose una copia el


investigador y otra el participante.

1. La información del consentimiento informado está disponible también en catalán, así como
con tamaño de letra más grande.

275
ANEXO 3

INFORMACIÓN PARA ENTREVISTADOS


Y PARTICIPANTES EN GD

HOjA DE INFORMACIÓN1

TÍTULO DEL ESTUDIO: Factores que modifican la dependencia en Personas


Mayores que viven solos
CÓDIGO DEL ESTUDIO: PI09/90248
INVESTIGADOR PRINCIPAL: Julia gallo Estrada. Profesora del Departamento
de Enfermería y Fisioterapia de la Universitat de les Illes Balears. 971172520
CENTRO: Universitat de les Illes Balears

INTRODUCCIÓN
Nos dirigimos a usted para informarle sobre un estudio de investigación en
el que se le invita a participar. El estudio ha sido aprobado por el Comité
de ética de la Investigación de les Illes Balears, de acuerdo a la legislación
vigente, y se lleva a cabo con respeto a los principios enunciados en la
declaración del Helsinki y a las normas de buena práctica clínica.

Nuestra intención es tan solo que usted reciba la información correcta


y suficiente para que pueda evaluar y juzgar si quiere o no participar en
este estudio. Para ello lea esta hoja informativa con atención y nosotros
le aclararemos las dudas que le puedan surgir después de la explicación.
Además, puede consultar con las personas que considere oportuno.

PARTICIPACIÓN VOLUNTARIA
Debe saber que su participación en este estudio es voluntaria y que puede
decidir no participar o cambiar su decisión y retirar el consentimiento
en cualquier momento. Si usted decide revocar su consentimiento,
no se recogerán nuevos datos, pero esta revocación no afectará a las
investigaciones realizadas hasta el momento.

DESCRIPCIÓN GENERAL DEL ESTUDIO


Los factores sociales que inciden en la permanencia en el domicilio para
satisfacer las necesidades de las personas mayores son poco conocidos,
por la escasez de estudios y lo novedoso del envejecimiento de la población.
Como cambio demográfico en un contexto social con transformaciones
profundas necesita de nuevas perspectivas y formas de estudio.

1. La información del consentimiento informado está disponible también en catalán, así como
con tamaño de letra más grande.

277
DEPENDENCIA Y ENTORNO RESIDENCIAL Y FAMILIAR DE PERSONAS MAYORES DE 75 AÑOS QUE VIVEN SOLAS

El entorno que le rodea y la relación con el mismo, es un determinante


de incapacidad funcional y modifica el nivel de dependencia, es decir, la
mayoría de las personas mayores padecen alteraciones funcionales debidas
al diseño de las características del entorno.

Los objetivos de este estudio serán explorar como la red social, familia y
otros, es entendida por hombres y mujeres mayores de 75 años que viven
solos y su familia como un recurso modulador de la permanencia en el
domicilio.

Para el desarrollo de este objetivo se utilizaran dos técnicas de recogida de


información. Si usted tiene 75 años o más se le realizará una entrevista que
tiene como finalidad explorar los factores y las estrategias de adaptación en el
domicilio. Tendrá una duración aproximada de 45 minutos (durante la entrevista
se utilizará una grabadora para la posterior extracción de los contenidos de
la misma). Si usted es familiar de una persona mayor de 75 años que vive
sola se le reunirá con otros familiares para llegar a un consenso respecto a
la percepción de la familia de la capacidad del mayor de permanecer en su
domicilio, con una duración aproximada de 1 horas y 30 minutos (durante la
discusión en grupo se utilizará una grabadora para la posterior extracción de
los contenidos). En este estudio participarán 16 personas mayores de 75 años
y 36 familiares de personas mayores de 75 años.

El primer contacto con usted será hecho por teléfono o personalmente,


cuando manifieste su interés en participar. Si acepta formar parte del
estudio se le llamará o visitará de nuevo para marcar la fecha de la
entrevista o grupo de discusión. Antes de la entrevista recibirá información
por escrito sobre el estudio, una copia del consentimiento informado en su
lengua de preferencia (español o catalán) y firmará la copia del mismo que
se quedará la profesora Julia gallo (Investigadora Principal del estudio).
El estudio ha sido aprobado por la Comisión de Investigación y Comité
de ética de la Universitat de les Illes Balears y el Comité de ética de
Investigación Clínica de las Illes Balears. Este estudio está financiado por
una beca de investigación del Instituto Carlos III del Ministerio de Sanidad
y Consumo.

BENEFICIOS Y RIESGOS DERIVADOS DE SU PARTICIPACIÓN EN EL


ESTUDIO
Este estudio proporcionará información de gran valor social sobre la
situación de las personas mayores y sus estrategias en el domicilio. Por lo
que servirá para que desde las instituciones públicas y privadas se generen
nuevas formas de actuación. Los beneficios del estudio no les repercutirán
directamente, inicialmente, pero proporcionará información para mejorar
la calidad de vida de las personas mayores y las familias. Su participación
en este estudio no le supondrá ningún riesgo.

278
ANExO 3 • INFORMACIóN PARA ENTREVISTADOS Y PARTICIPANTES EN gD

CONFIDENCIALIDAD
El tratamiento, la comunicación y la cesión de los datos de carácter personal
utilizados durante la realización de este estudio se ajustará a lo dispuesto
en la Ley Orgánica 15/1999, de 13 de diciembre, de protección de datos de
carácter personal, y en su reglamento de desarrollo. De acuerdo a lo que
establece la legislación mencionada, usted puede ejercer los derechos de
acceso, modificación, oposición y cancelación de datos, para lo cual deberá
dirigirse a su entrevistadora.

Sus datos serán tratados informáticamente y se incorporarán a un fichero


automatizado de datos de carácter personal cuyo responsable es Julia
gallo Estrada, que será registrado en la Agencia Española de Protección
de Datos.

Sus datos recogidos para el estudio estarán identificados mediante un


código y solo la investigadora del estudio y colaboradores podrán relacionar
dichos datos con usted. Por lo tanto, su identidad no será revelada a persona
alguna salvo en caso de requerimiento de la administración sanitaria o
requerimiento legal.

El acceso a su información personal quedará restringido a la investigadora


del estudio/colaboradores, autoridades sanitarias, al Comité de ética de la
Investigación de las Illes Balears y personal autorizado, cuando lo precisen para
comprobar los datos y procedimientos del estudio, pero siempre manteniendo
la confidencialidad de los mismos de acuerdo a la legislación vigente.

COMPENSACIÓN ECONÓMICA
Su participación en el estudio no le supondrá ningún gasto y le serán
compensados los gastos extraordinarios (p. ej. traslados, comidas)

El investigador principal y colaboradores no recibirán compensación


económica por su participación en el estudio y no existe ningún conflicto
de interés.

OTRA INFORMACIÓN RELEVANTE


Cualquier nueva información que pueda afectar a su disposición para
participar en el estudio, que se descubra durante su participación, le será
comunicada por la investigadora principal.

Si usted decide retirar el consentimiento para participar en este estudio,


ningún dato nuevo será añadido a la base de datos, si bien los responsables
del estudio podrán seguir utilizando la información recogida sobre usted
hasta ese momento, a no ser que usted se oponga expresamente.

279
ANEXO 4

GUIÓN ENTREVISTAS PARA LAS PERSONAS MAYORES

1. Explique las razones y circunstancias de vivir solo. ¿Ha sido


decisión propia? ¿Cuánto tiempo hace? ¿Pensó en otras alternativas?
¿Con quien comentó la decisión?
2. Comente desde que vive solo, las situaciones que le han
resultado difíciles y cómo las resuelve. Conocimientos,
habilidades, actitudes; estrategias que conoce y utiliza para adaptarse
a los cambios de esta etapa.
3. Describa las actividades que realiza a diario dentro y fuera de
su domicilio. Higiene personal; mantenimiento del hogar (limpiar la
casa, lavar y planchar la ropa, cocinar); toma de medicación; comprar,
utilización de teléfono, transporte o dinero; gestión de papeles.
4. Comente los aspectos que cree que serían distintos si viviese
acompañado. Momentos en los que preferiría tener compañía.
Actividades, que hace nuevas o ha dejado de hacer desde que vive
solo.
5. Explique su opinión sobre las ayudas y recursos que ha
solicitado y que dispone. De las ayudas que hay para las personas
mayores, ¿cuáles tiene o está pendiente de su concesión? ¿Qué opina
de ellas?
6. ¿qué considera usted que se necesita para continuar viviendo
solo? Las personas mayores en general, ¿en qué casos cree que
pueden vivir solas? En su caso, ¿hasta cuándo cree que puede
continuar viviendo solo?
7. ¿Cuál es su relación con familia, amigos o vecinos? ¿qué papel,
considera que juegan para que usted continúe viviendo solo?
8. ¿qué actividades hace para cuidarse? ¿Considera que es necesario
cuidarse para envejecer bien? De las actividades que usted realiza
¿cuáles creé que se relacionan con envejecimiento saludable?
9. Relación con su centro de salud, llar, centro de día u otro.
¿Cuál es su opinión sobre el acceso a los centros (distancia, barreras,
seguridad) y el trato que recibe en ellos? ¿Qué profesional es con el
que tiene más relación y cuál es el motivo?
10. ¿Cree que ser hombre o mujer cambia el impacto de vivir
solo? ¿Usted cree que los hombres y las mujeres de su edad, están
igual de preparados para vivir solos?

281
DEPENDENCIA Y ENTORNO RESIDENCIAL Y FAMILIAR DE PERSONAS MAYORES DE 75 AÑOS QUE VIVEN SOLAS

11. ¿qué cree que opina su familia de que usted viva solo? ¿Qué
aspectos de su soledad residencial, usted considera que preocupan a
su familia? ¿Cuál es su opinión sobre la actitud de su familia desde que
vive solo?
12. Por último. Puede añadir algún comentario o sugerencia en
relación a los mayores que viven solos.

282
ANEXO 5

GUIÓN DE TEMAS PARA LOS GD FAMILIARES

PRESENTACIÓN1

1. ¿Desde cuando vive solo su familiar? Motivo y circunstancias con


los que coincidió; cuándo y cómo tomó la decisión; cómo creen que
ha sido la adaptación.
2. Cuál es su opinión en relación a que esté viviendo solo. ¿En
qué aspectos ha cambiado su vida desde que su familiar vive solo?
Preocupaciones y cambios de rutinas cotidianas.
3. ¿qué situaciones han resultado difíciles y de qué forma las
resuelven? Conocimientos, habilidades, actitudes. Opinión sobre
las estrategias que utilizan para vivir solos en esta etapa.
4. Hablemos de las actividades cotidianas en las que usted ayuda
a la persona mayor y la repercusión que tienen en su vida.
¿En la realización de qué actividades creen ustedes que necesitan
ayuda? ¿Por qué? ¿En qué casos es usted la persona que ayuda?
¿Qué repercusión tiene en su vida?
5. Comente su opinión sobre las ayudas y recursos de que
disponen. De las ayudas existentes para las personas mayores,
¿cuáles tienen o están pendiente de su concesión? ¿Qué opinan de
ellas? ¿Cuáles consideran imprescindibles para poder seguir viviendo
solo?
6. ¿qué profesional tiene de referencia para asesorarse en los
cuidados? ¿Qué dificultad encuentra en la realización del cuidado?
¿Con quién se asesoran para realizarlos?
7. ¿Hasta cuándo consideran que la persona mayor continuará
viviendo sola? ¿Cuál de las cuestiones relacionadas con la edad
creen que dificultan o favorecen su permanencia en el domicilio?
Desde su punto de vista, ¿Hasta cuándo cree que su familiar puede
seguir viviendo solo?
8. ¿Con que frecuencia y en qué casos se replantean que la
persona mayor continúe viviendo solo? ¿Cuáles son los aspectos
que les preocupan y cuales los que les dan seguridad?

1. Al inicio del gD los participantes se presentan y explican brevemente la relación que tienen
con la persona mayor que vive sola.

283
ANEXO 6

VARIABLES DE SEGMENTACIÓN. PERSONAS


MAYORES DE 75 AñOS qUE VIVEN SOLAS

Nivel de Red
MUjER autonomía1
Estudios2
sociofamliar3

E 14 Autónoma Arte Si

E8 Autónoma Filosofía y Letras Escasa

E3 Autónoma Estudios básicos Si

E2 Autónoma Estudios básicos Escasa


E5 No autónoma Arte Si
E 11 No autónoma Ciencias Escasa

E 10 No autónoma Estudios básicos Si

E1 No autónoma Estudios básicos Escasa

Nivel de
HOMBRE autonomía
Estudios Red sociofamliar

E9 Autónomo Ciencias Si

E 13 Autónomo Teología Escasa

E4 Autónomo Estudios básicos Si

E 16 Autónomo Estudios básicos Escasa

E 12 No autónomo Estudios Militares Si


Humanidades, Filosofía
E7 No autónomo Escasa
y Teología
E 15 No autónomo Estudios básicos Si

E6 No autónomo Estudios básicos Escasa

1. Se ha considerado autónomo las puntuaciones de Lawton y Brody igual a 8 y no autónomo


el resto.
2. El nivel educativo se ha separado en dos perfiles, haber accedido a estudios superiores o
no; incluyendo este último apartado, estudios básicos y medios.
3. Se ha considerado con red sociofamiliar, disponer de personas en su entorno con quien
contar en caso de necesitar ayuda. El resto se ha considerado, red sociofamiliar escasa.

285
ANEXO 7

PERFILES SOCIODEMOGRÁFICOS. PERSONAS


MAYORES DE 75 AñOS qUE VIVEN SOLAS

(E 1). Mujer. No autónoma (Lawton y Brody 1) Estudios básicos. Red


sociofamiliar escasa. 85 años. Viuda. Hace 20 años que vive sola. Ama de casa.
Vive en una casa de dos alturas (al piso de arriba no puede subir); tampoco
puede salir al patio. Viene una trabajadora familiar (de lunes a viernes) para la
higiene. Necesita ayuda para levantarse de la cama. Durante la noche queda
sola en la casa (utiliza pañal porque no puede moverse). Tiene solicitada
residencia pero su familia no está de acuerdo. Está pendiente de valoración
de su grado de dependencia.

(E 2). Mujer. Autónoma. Estudios básicos. Escasa red sociofamiliar. 81 años.


Vive sola hace 9 años. Viuda. Ama de casa. Muy unida a una amiga que es
vecina.

(E 3). Mujer. Autónoma. Estudios básicos. Dispone de red sociofamiliar pero


considera que no necesita ayuda. 83 años. Hace 20 años que vive sola. Viuda.
Ama de casa y agricultora.

(E 4). Hombre. Autónomo. Estudios básicos. Con red sociofamiliar. 76 años.


Vive solo hace 15 años. Viudo, con pareja estable sin convivir en la misma
casa. Las tareas de la casa las hace él. Carpintero. No ha hecho adaptación en
la vivienda ni lo considera necesario. Tiene una rutina diaria de actividades,
encuentros y llamadas teléfono.

(E 5). Mujer, No autónoma (Lawton y Brody 7). Estudios superiores. Con red
sociofamiliar. 80 años. Vive sola hace 10 años. Viuda. Trabajó como bailarina.
Tiene una persona contratada (menos horas que cuando vivía su marido),
para el cuidado de la casa (muchos metros y muy ocupados de muebles y
objetos). En el momento de la entrevista está enferma (neumonía), se la ve
preocupada pero no ha hecho demanda para estar acompañada.

(E 6). Hombre. No autónomo (Lawton y Brody 2). Estudios básicos. Red


sociofamiliar escasa. 86 años. Ha trabajado de empleado. Viudo hace meses
(su mujer ha estado 12 años enferma en casa). Dispone de ayuda para el
mantenimiento del hogar y su higiene.

(E 7). Hombre. No autónomo (Lawton y Brody 3). Estudió Humanidades,


Filosofía y Teología. Sacerdote. Escasa red sociofamiliar. 85 años. 14 años

287
DEPENDENCIA Y ENTORNO RESIDENCIAL Y FAMILIAR DE PERSONAS MAYORES DE 75 AÑOS QUE VIVEN SOLAS

viviendo solo. Problemas de movilidad, casa grande con escaleras. Dispone


de ayuda para el mantenimiento del hogar.

(E 8). Mujer, autónoma, estudios superiores. Escasa red sociofamiliar. 89


años. Viuda. Hace 15 años que vive sola. Trabajó de maestra unos años cuando
los hijos fueron mayores. Muy activa. Casa grande antigua poco adaptada, la
arregla ella con alguna ayuda puntual.

(E 9). Hombre. Autónomo. Estudios superiores. Con red sociofamiliar. 86


años. Viudo. Vive solo hace 11 años. Trabajó en un laboratorio. Disciplinado
con sus hábitos: comida, paseos, actividad intelectual. Dispone de ayuda para
el mantenimiento del hogar.

(E 10). Mujer. No autónoma (Lawton y Brody 2). Estudios básicos. Con red
sociofamiliar. 99 años. Viuda. Ha vivido sola 35 años y con una hija unos
meses; en el momento de la entrevista está valorando residencia. Trabajó de
niñera hasta que se casó. Casa sin adaptar (escaleras, bañera, bombona de
butano). Ella cree que puede seguir viviendo en ella sola.

(E 11). Mujer. No autónoma (Lawton y Brody 6). Estudios superiores. Escasa


red sociofamiliar. 83 años. Viuda. Hace 15 años que vive sola. Se ha cambiado
de casa para estar más cómoda (adaptada y fácil de mantener). No dispone
de ayuda para el cuidado de la casa.

(E 12). Hombre. No autónomo (Lawton y Brody 5). Estudios de militar. Red


sociofamiliar numerosa, con distribución de tareas y turnos. 80 años. Monje
durante 18 años. Seglar hace 30 años.

(E 13). Hombre. Autónomo. Estudió en el seminario y guía turístico. Escasa


red sociofamiliar. 76 años. Separado. Hace 2 años que vive solo. Ha trabajado
de guía turístico y como colaborador en prensa escrita. Tiene solicitada
residencia. Dispone de ayuda puntual para el cuidado de la casa.

(E 14). Mujer. Autónoma. Estudios superiores. Dispone de red sociofamiliar.


78 años. Se ha quedad viuda dos veces. Ha trabajado como bailarina y actriz
hasta que nació su hija. La casa la arregla ella con ayuda puntual de su hija.

(E 15). Hombre. No autónomo (Lawton y Brody 2). Estudios básicos. Dispone


de extensa red sociofamiliar. 103 años. Hace 40 años que vive solo. Viudo. Ha
trabajado y le gusta seguir haciéndolo de agricultor. Muy activo.

(E 16). Hombre. Autónomo. Estudios básicos. Escasa red sociofamiliar. 78


años. Separado. Vive solo hace 10 años. Ha estado viviendo un tiempo en una
residencia y con una hija. Ha sido torero.

288
ANEXO 8

CÓDIGOS DE LA CATEGORÍA MANTENERSE EN


CASA (ENTREVISTAS DE PERSONES MAYORES)

La casa como espacio de libertad y poder


Para las personas mayores entrevistadas, la casa tiene el valor de ser el espacio
donde se ha vivido; es el lugar donde percibe que conserva más poder, control,
autorrealización, capacidad de decidir y libertad para planificar lo que se hace
o deja de hacer; su casa permite a la persona mayor a pesar de todo, no tener
que dar explicaciones y no recibir órdenes.

La vivienda como espacio identitario


Disponer de casa en propiedad en la que poder vivir es un aval, que da seguridad
en la vejez.

Presencia de dos actitudes ligadas a la percepción de la vivienda: una tradicional


como espacio propio heredado, que ha pertenecido a la familia y debe trasmitirse
a las siguientes generaciones, con matiz afectivo, inalterable y solo abierto a
la familia. Desde esta percepción, las tareas para el mantenimiento del hogar
no se delegan.

En otra precepción de la vivienda más actual, los mayores perciben el hogar


como espacio físico cómodo, con música y libros, para disfrutar de los recuerdos,
impregnado de la modernidad, lo tecnológico; con alusión a lo construido
socialmente. Espacio abierto, de intercambio, desde el que entrar y salir. Los
mayores con esta percepción de la vivienda, prefieren contratar ayuda para las
tareas domésticas.

La preocupación por el futuro en relación al estilo de residencia


Las personas mayores especialmente los más longevos tienen una actitud de
vivir el hoy frente a la no existencia de futuro. Actitud, que se hace necesaria
para no anticipar las pérdidas y evitar planificar lo venidero. Las personas
mayores, conocedoras de que en mayor o menor medida el mañana traerá
discapacidad y enfermedad, tiende a vivir el presente. Su percepción del futuro
modifica el valor del tiempo, no hay prisa, el ritmo en la vejez es más lento que
el del adulto. Después de esta etapa no hay otra.

289
Soledad residencial como forma de vida
Los hombres y mujeres mayores evitan pensar en los posibles problemas
derivados de vivir en soledad (pero para todos es una de sus preocupaciones).
La soledad aparece como una situación impuesta y sobrevenida; pero aceptada
(con esfuerzo); en estos casos es mayor la preocupación por la disponibilidad
de los apoyos de la red sociofamiliar.

La soledad también es percibida como forma de vida, con aspectos positivos en


términos de libertad, hasta el punto de preferir no tener que vivir acompañado
ni de la familia. Preocupan los problemas que puedan surgir estando en soledad,
no la soledad en sí misma.

Diferencias en la actitud en función del género


Reconocimiento entre esa generación de que el género marca diferencias muy
importantes en la actividad de vivir en soledad. La persona mayor adopta
diferentes posiciones y estrategias (mujer recolectora, hombre cazador). Para
los hombres la soledad se hace más difícil ante las actividades de la vida diaria,
en el interior de la vivienda. Las mujeres muestran dificultades en las gestiones
externas a la vivienda.

Relación entre la construcción personal del concepto de autonomía y


la sobrevaloración de sus capacidades
Ser autónomo y, lo que para ellos es lo mismo, poder vivir solos, es visto
por los mayores más tradicionales como no necesitar ayuda para la higiene y
comida. Las personas mayores tienden a sobrevalorar y exhibir sus capacidades
y ocultar sus pérdidas. Consideran las capacidades como inherentes a la
persona y relacionadas con supervivencia, y lucha. Si pueden no piden ayuda
ni contratan servicios. Presentan tendencia a la aceptación de las situaciones y
pereza para hacer cambios.

Para otras personas mayores sus capacidades se relacionan con rasgos


intelectuales, derivados de la formación, trabajo realizado, trayectoria de vida
y disciplina. Adaptarse a los cambios es parte del éxito del envejecimiento. Si
disponen de apoyos, los utilizan.

290
ANEXO 9

CÓDIGOS DE LA CATEGORÍA CAMBIOS Y


COTIDIANEIDAD EN LA VIDA DOMéSTICA
(ENTREVISTAS DE PERSONES MAYORES)

Las estrategias para mantenerse en casa


En los espacios conocidos se minimizan los riesgos y se identifican los puntos
que requieren atención especial; en la casa en la que ha vivido, la persona
mayor tiene sensación de seguridad y control, independientemente de las
barreras arquitectónicas. Las personas mayores manifiestan una tendencia a
disminuir las exigencias en el mantenimiento del hogar y las actividades de la
vida diaria, como modo de compensar los cambios de la vejez.

Autocuidado como forma de mantener la soledad residencial


Autocuidado en referencia a las actividades necesarias para comer bien, tomar
los fármacos que tiene prescritos y realizar actividad física.

Los mayores más tradicionales prefieren comer lo que ellos cocinan. Las
personas mayores de hoy identifican cualidades de los alimentos y justifican su
consumo. Prefieren no tener que cocinar.

La actividad física/ocio saludable para los mayores más tradicionales significa


pasear. Los mayores más actuales realizan actividad física variada (nadar,
gimnasio, bicicleta) además de viajar. Acuden a actividades musicales. Se
interesan por los idiomas, tertulias o talleres.

291
ANEXO 10

CÓDIGOS DE LA CATEGORÍA CONFIANzA EN


LA AYUDA SOCIOFAMILIAR (ENTREVISTAS
DE PERSONES MAYORES)

Familia tradicional: cuidado deber moral


La familia tradicional es considera por las personas mayores, muy en primer
lugar el principal apoyo; entre las que viven solas la cercanía física de la familia
es importante. En ausencia o no disponibilidad de la familia, determinados
vecinos son los siguientes en importancia de la red. Las personas mayores
con una concepción tradicional de la familia, consideran que tiene la obligación
moral de su cuidado; estos mayores no contemplan la posibilidad de contratar
cuidadores externos ni ayuda en las tareas domésticas.

Alternativas del cuidado tradicional


La familia actual adquiere un significado más amplio al considerar también a los
amigos, vecinos, pareja de hecho, y otros, como miembros que forman parte
de su red. La persona mayor con una concepción actual de familia, considera
que para cubrir su necesidad de cuidados cuenta con la solidaridad de la red
sociofamiliar y la contratación de servicios. Estos mayores no consideran que
cuidar es una obligación familiar.

293
ANEXO 11

CÓDIGOS DE LA CATEGORÍA UTILIzACIÓN


DE SERVICIOS Y RECURSOS SOCIALES
(ENTREVISTAS DE PERSONES MAYORES)

Concepción del equipo de salud


Las personas mayores perciben la asistencia de los profesionales de la salud
como puntual y conciben su función básicamente como proveedores de
fármacos. No identifican a los gestores del cuidado y no hacen demanda de
ayuda para su realización. El familiar tiende a actuar como persona interpuesta
en la relación con el equipo, para que la persona mayor tenga que desplazarse
menos veces al centro.

Tecnología y productos de apoyo al servicio de las personas


Las personas mayores con frecuencia son dependientes para demostrar que
son dependiente. Aunque conocen la existencia de sistemas de ayuda, para
mejorar su vida diaria, se sienten incapaces de realizar los complejos tramites
de la solicitud; La familia, cuando es más joven y está disponible suele ser
quien hace la mayor parte de la burocracia para solicitar la ayuda. De algunos
productos o sistemas de apoyo desconocen su existencia, su disponibilidad o
tienen ideas erróneas sobre su idoneidad.

Teleasistencia es el recurso más conocido y más utilizado, con percepciones


distintas, unas personas mayores consideran que es un dispositivo cómodo
y fácil de usar que da seguridad y otras creen que no es tan cómodo y que
principalmente da tranquilidad a la familia.

Alternativas a su vivienda
Cuando no puede continuar viviendo en su casa sola, la persona mayor
considera dos posibles alternativas: ir a una residencia geriátrica, superando
las connotaciones negativas existentes sobre ellas y que ellos comparten o,
ir a vivir a casa de un familiar generalmente los hijos. En este último caso, la
disponibilidad o no, de espacio en la vivienda para la persona mayor puede
determinar tener que establecer rotación con el domicilio de otro cuidador. La
disponibilidad o no, de tiempo para acompañar a la persona mayor determina
la necesidad de ayuda externa.

295
ANEXO 12

VARIABLES DE FRAGMENTACIÓN. FAMILIARES DE


PERSONES MAYORES DE 75 AñOS qUE VIVEN SOLAS

GD
Género Estudios1

Mujer Estudios básicos y medios

Mujer Estudios superiores

Hombre Estudios básicos y medios

Hombre Estudios superiores

1. Se ha considerado con estudios superiores a los familiares que accedieron a estudios


universitarios. El resto se ha considerado con estudios básicos y medios. A la hora de hacer
esta separación no me he limitado a la división administrativa, sino que he tenido en cuenta el
contexto social que significa iniciar estudios universitarios o no.

297
ANEXO 13

PERFILES SOCIODEMOGRÁFICOS. FAMILIARES DE


PERSONES MAYORES DE 75 AñOS qUE VIVEN SOLAS

Mujeres con estudios básicos y medios (GD)


Mujeres de edades entre 33 y 68 años. Con estudios de graduado
escolar, bachiller superior y formación profesional. Ejercen profesiones de
administrativa, ama de casa, hostelería (en paro), auxiliar de clínica, profesora
de yoga y cocinera. Son la persona de referencia de personas mayores
con edades comprendidas entre 77 y 99 años. La relación con la persona
que cuidan es de madre, tía, amiga, suegra y suegro. La persona mayor
lleva viviendo sola entre 3 y 18 años. Consideran que el nivel de autonomía
de la persona que atiende puede clasificarse como: bastante dependiente,
dependiente parcial, dependiente leve, autónoma, muy autónomo.

Mujeres con estudios universitarios (GD)


Mujeres de edades entre 37 y 58 años. Con estudios de psicología, derecho,
pedagogía, filología, enfermería y magisterio. Ejercen profesiones de psicóloga,
enfermera, funcionaria de comunidad autónoma, profesora, abogada y asesora
lingüística. Son la persona de referencia de personas mayores con edades
comprendidas entre 75 y 88 años. La relación con la persona que cuidan es
de madre, tía, padre y suegra. La persona mayor lleva viviendo sola entre 3
y 32 años. Consideran que el nivel de autonomía de la persona que atienden
puede clasificarse como: alto, necesita ayuda parcial, tiene pérdidas típicas
de la edad y tiene síntomas de demencia.

Hombres con estudios básicos y medios (GD)


Hombres de edades entre 38 y 59 años. Con estudios de auxiliar administrativo,
formación profesional, bachiller y graduado escolar. Ejercen profesiones de
conserje, sector servicios, administrativo, actor, auxiliar de vuelo y diseñador
grafico. Son la persona de referencia de personas mayores con edades
comprendidas entre 75 y 87 años. La relación con la persona que cuidan es
de madre. La persona mayor lleva viviendo sola entre 6 meses y 24 años.
Consideran que el nivel de autonomía de la persona que atiende puede
clasificarse como: pluripatología, problemas de movilidad, es dependiente,
presenta importante pérdida de peso y dolor, y tiene problemas de visión.

299
Hombres con estudios universitarios (GD)
Hombres de edades entre 37 y 59 años. Con estudios de música, filosofía,
economía, fisioterapia, ingeniería, informática y náutica. Ejercen profesiones
de profesor, asesor fiscal, ingeniero industrial, telefonista, electricista y
empleado de banco. Son la persona de referencia de personas mayores con
edades comprendidas entre 75 y 89 años. La relación con la persona que cuidan
es de padre y madre. La persona mayor lleva viviendo sola entre 10 meses
y 20 años. Consideran que el nivel de autonomía de la persona que atiende
puede clasificarse como: muy autónomo, completamente independiente,
independiente, aceptable, tiene problemas de movilidad, dependiente fuera
de casa.

300
ANEXO 14

CÓDIGOS DE LA CATEGORÍA MANTENERSE


EN CASA (GD DE FAMILIARES)

La casa como espacio de libertad y poder


La familia considera que su casa es para las personas mayores el lugar donde
más y mejor pueden conservar el nivel de poder que han tenido “siempre
han mandado”. Es el espacio donde ellos lo ejercen mejor y más libres se
sienten; la familia, en ese espacio de poder en el que la persona mayor
convierte la vivienda, tiene dificultad para conseguir la autoridad necesaria
para realizar los cuidados y variar así el protagonista del control.

Los cambios necesarios


La familia considera que la persona mayor para poder seguir viviendo sola,
necesitan realizar en la vivienda adaptaciones a los cambios producidos por
el envejecimiento. Acertar en los cambios que supone la implementación
de cuidados (de manera que cumplan los objetivos por los que se hacen)
es un reto para las familias. Ellas consideran que negociar es en parte la
mejor forma de conseguirlo. Los familiares reconocen que la disminución de
libertad está presente en muchos de los cuidados dirigidos a las personas
mayores; este aspecto genera importantes dudas a los familiares sobre el
momento en que se debe actuar.

Apego a la vivienda
La familia cree que la preferencia de las personas mayores por permanecer
el máximo tiempo posible en su casa es la más difícil de modificar; incluso
cuando no sean autónomos. La vivienda para ellos tiene el valor de lo
vivido y es el espacio donde es mayor su capacidad de decidir lo que hace
o decide no hacer.

La familia considera un problema que la persona mayor no identifique su


espacio fuera de su casa; al mismo tiempo reconocen la importancia del
espacio conocido en el qué para las personas mayores “menos es mas” (se
sienten mejor en su casa sencilla que en las acomodadas o lujosas de su
familia).

301
La preocupación por el futuro
A los familiares les cuesta más que a los propios mayores reconocer que la
vejez es la última etapa de la vida. Ven siempre el futuro como amenaza
por lo que pueda pasar; como escenario en el que, para las personas
mayores, estar solos cada vez entraña más riesgos y en el que surgen las
dudas sobre qué deben hacer y cuando. El futuro para muchos familiares
es la certeza de que la persona mayor no podrá vivir sola.

Relación entre autonomía y capacidad para vivir solos


Existen diferencias entre la familia y la persona mayor en relación al
concepto de ser autónomo; este hecho justifica el desacuerdo entre lo que
percibe que debe hacer el que cuida y lo que cree que puede hacer el que
es cuidado.

La familia concibe la autonomía de la persona mayor en relación inversa a


su demanda de ayuda: “cuanto menos me necesita mejor está”. Algunos
familiares tienden a infravalorar las capacidades y a realizar conductas
de sobreprotección; otros familiares demuestran más confianza en las
capacidades de la persona mayor y tienden a dejar hacer, aun asumiendo
ciertos riesgos en algunos casos.

Las estrategias para mantenerse en casa


La adaptación de la vivienda es determinante en la forma como la persona
mayor parece que resuelve las dificultades en la vida diaria para satisfacer
las necesidades básicas.

En el caso de la presencia de cuidador, el perfil del mismo está directamente


vinculado a la forma de mantenerse en la casa; el establecimiento de
relación terapéutica en el domicilio, entre la persona mayor y el cuidador
familiar o contratado, depende en parte de la edad del cuidador. Para
muchos familiares la principal herramienta del cuidado es la experiencia
personal, por lo que consideran que la juventud no es un valor para cuidar
personas mayores.

302
ANEXO 15

CÓDIGOS DE LA CATEGORÍA LOS ASPECTOS


DEL CUIDAR (GD DE FAMILIARES)

Red sociofamiliar
A los hijos, generalmente, en su relación con sus padres mayores les cuesta
ostentar el poder (necesario par cuidar), pero en algunos casos pueden llegar
a normalizar su desautorización. El cuidado aparece entre los familiares como
actividad incuestionable; algunos se identifican con el perfil del cuidador tipo,
consideran que las mujeres han sido y siguen siendo el mejor cuidador y
justifican que, aunque demandan liberarse de algunas tareas, les cuesta perder
el control y que su dedicación va más allá que lo que les piden. Otros, aunque
mantiene la relación con la familia consideran que cuidar, no es su obligación,
es una actividad con límites, que se delega, se supervisa pero no se realiza y
que debe ser consensuada entre los potenciales cuidadores.

El cuidado
En una concepción tradicional del cuidado, los familiares se preocupan por la
manera en la que, algunas veces, la persona mayor cubre sus necesidades
básicas ante lo que justifican posturas cada vez más intervencionistas e
incrementan progresivamente las adaptaciones para que la persona mayor
continúe activa. Sin embargo, los hombres con estudios superiores (lo que en
principio implica una concepción más actual del cuidado) tienden a minimizar la
percepción de dificultades y preocupaciones.

El cuidado es entendido como un proceso con etapas a las que hay que ir
adaptándose, además de tener que hacer frente a la negación de la persona
mayor a reconocerlas. Preocupa que la actividad de cuidar se tenga que aprende
observando, usando el sentido común y sin asesoramiento de especialistas
(higiene, movilidad o ayuda técnica).

La posición de los familiares frente al trabajo tiene relación directa con el


cuidado: conciliar o no, vida laboral y familiar.

Percepción de apoyo en el cuidado


El familiar se siente acompañado o solo en el cuidado cuando tiene o no,
con quien compartir actividades y decisiones. Cada vez en más familias se

303
contrata cuidador con quien compartir las actividades. Entre los cuidadores,
independientemente de su relación es importante la existencia de acuerdo
respecto a los cuidados y reparto de responsabilidad ante los mismos.

Género de la persona mayor


La familia considera que los hombres mayores están menos capacitados que
las mujeres para vivir solos, no por motivos de salud sino culturales. En general
las mujeres se adaptar mejor a la soledad residencial y demandan menos
atención.

Género del cuidador


Las mujeres cuidadoras tienden a anticiparse en el cuidado y a cansarse.
Los hombres y algunas mujeres intervienen más tarde, delegan y contratan
servicios. Ante el cuidado, además del género marca diferencias, el nivel de
estudios del cuidador. Las mujeres cuidadoras, sienten más que los hombre el
peso del deber del cuidado a los hijos y del cuidado a los padres mayores.

La persona mayor hace demandas diferentes en intensidad y tipo de cuidados


a los hombres y a las mujeres de la familia.

304
ANEXO 16

CÓDIGOS DE LA CATEGORÍA UTILIzACIÓN


DE SERVICIOS Y RECURSOS SOCIALES
(GD DE FAMILIARES)

Recursos sociosanitarios
Los familiares están expectantes ante el desarrollo de la Ley de la Dependencia.
La familia, aunque considera imprescindible la utilización de recursos como parte
de la solución a los problemas relacionados con la vejez, cree que son escasos
y que están infrautilizados. Esta actitud se debe en parte a la desorientación
de las familias ante la falta de coordinación entre los diversos profesionales que
les atienden.

Tecnología y productos de apoyo al servicio de las personas


Interés de los familiares en incorporar las nuevas tecnologías a la vida diaria
de las personas mayores. Preocupación por la escasez de productos fabricados
teniendo en cuenta las características geriátricas y por la relación entre hacer
partícipe a la persona mayor de la tecnología incorporada y el éxito de la
implementación.

Alternativas a su vivienda
La opinión de los familiares sobre las residencias geriátricas, al igual que entre
la población general es negativa. La información sobre ellas en los medios de
comunicación no mejora la percepción que las familias tienen de ellas, como
herederas de los antiguos asilos. Sin embargo que la persona mayor viva en
una residencia geriátrica, es considerado una buena opción entre los familiares
que tiene dificultades para conciliar la vida laboral y familia.

305

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