Capítulo 5. Valoración Geriátrica Integral
Capítulo 5. Valoración Geriátrica Integral
Capítulo 5. Valoración Geriátrica Integral
VALORACIÓN MULTIDIMENSIONAL
DE LA PERSONA CON DEMENCIA Y
SU ENTORNO
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CAPÍTULO 5. VALORACIÓN
GERIÁTRICA INTEGRAL
Marilú Budinich Villouta
Capítulo extraído con autorización de: Budinich M, Aravena JM, Gajardo J, Fuentes P.
Demencias: una mirada biopsicosocial. 2019. Santiago. 79
Libro completo en www.demencias.cl
Cuadro 4. Objetivos de la VGI (1,2)
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VALORACIÓN SOCIAL
Permite identificar al sujeto en su contexto biográfico y es fun-
damental para poder conocer a quien tenemos en frente, y clave para
elaborar un plan de trabajo útil y eficaz. Considera aspectos como:
VALORACIÓN FUNCIONAL
La funcionalidad, ámbito que será definido con mayor profundi-
dad en el capítulo 12, corresponde a la capacidad para cumplir o realizar
determinadas acciones, tareas o actividades de diversa complejidad en
la vida cotidiana (4) y constituye un componente fundamental del día a
día, correlacionándose con calidad de vida y pronóstico vital en las per-
sonas mayores (3). Su evaluación busca precisar el desempeño funcional
actual de la persona, así como también la historia de desempeño previo
y de esa forma identificar quiebres en esta y sus eventuales causantes,
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así como también el potencial de recuperación y rehabilitación.
Es fundamental preguntar de forma dirigida por el desempeño en
actividades específicas de carácter avanzado, instrumentales y básicas,
y evitar frases ambiguas como: “¿Usted hace todas sus cosas solo?”
ó “¿Es su familiar autovalente?”.
Ejemplos:
“Usted necesita ayuda de algún tipo para bañarse, vestirse, caminar,
comer o ir al baño?”.
“Usted, ¿sale solo(a) de casa?” “¿Utiliza transporte público?”. Si la
respuesta es negativa se debe consultar cuál es el motivo ya que este puede ser
variado, ejemplo: porque no lo necesita ya que utiliza vehículo, porque le da miedo
caerse o porque le cuesta organizarse con los nuevos recorridos, etc.
“En cuánto a los medicamentos, ¿los organiza usted o hay alguna per-
sona que le ayude a organizarlos y a tomárselos?”. Errores en la administración
de medicamentos o de dinero, pueden deberse a dificultades cognitivas, pero tam-
bién a defectos sensoriales o baja escolaridad, entre otras causas.
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encuentran incluidas dentro de la escala Lawton y Brody y es aconseja-
ble explorarlas.
Como parte de la valoración funcional se debe consultar acer-
ca de la rutina diaria, así como también sobre intereses y/o aficiones
actuales y pasadas. Preguntando de igual forma sobre la utilización y/o
necesidad de ayudas técnicas (visión, audición, alimentación, movilidad),
el conocimiento de su uso y cuidado de estas.
El cuadro 5 expone las actividades de la vida diaria (AVD) de
acuerdo a su clasificación según complejidad (3):
Deambulación Administración de
medicamentos
Subir y bajar escaleras
Bañarse
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VALORACIÓN MENTAL O COGNITIVA Y AFECTIVA
Se orienta a precisar aspectos de las esferas afectiva y cognitiva,
con intención de pesquisar situaciones como depresión, ansiedad y de-
terioro cognitivo. Durante esta se deben tener presentes consideraciones
culturales, escolaridad así como también déficit sensoriales que puedan
entorpecer o sesgar la evaluación.
En el capítulo de diagnóstico de demencia (capítulo 4) y en el
de instrumentos de valoración (capítulo 6) se hace mayor referencia a
screening cognitivo.
La valoración afectiva se enfoca en la pesquisa de potencia-
les trastornos depresivos y/o ansiosos. El instrumento más utilizado en
nuestro medio para pesquisa de depresión es la Escala de Depresión
Geriátrica (GDS) de Yesavage existiendo una versión de 5 ítems validada
en nuestro país (7). Además, puede ser de utilidad la escala de Cornell (8)
para personas con demencia moderada o dificultades para comprender
las preguntas de la primera. Preguntas simples como “¿Se ha sentido
a menudo desanimado, depresivo o desesperanzado? y ¿Se ha sen-
tido a menudo con poco interés o placer al realizar cosas?” pueden
ayudar a conversar acerca del ánimo y en caso de ser alguna de ellas
positiva indicar la necesidad de mayor evaluación (10).
La valoración cognitiva y afectiva debe ser correlacionada con
la funcionalidad actual y/o potencial, con la finalidad de identificar si
existen condiciones de riesgo en relación con el desempeño presente
o futuro (ejemplo: uso de armas, quedar solo en casa, estar a cargo de
terceros, manejo de dinero y fármacos, etc.).
VALORACIÓN CLÍNICA
Considera lo esencial de cualquier anamnesis, es decir aspectos
remotos y recientes, involucrando además de forma explícita algunos
aspectos que habitualmente pueden ser pasados por alto si no se buscan
de forma dirigida, como es el caso de los síndromes geriátricos (3).
Fundamental será la historia clínica, dado que allí se encuentra la
etiología y explicación de la gran mayoría de las condiciones y por ende
será clave saber preguntar y escuchar lo que el informante desea decir.
Cabe destacar que es posible encontrar personas con un gran historial
y otras con menos antecedentes clínicos, así como personas con pocas
problemáticas y otras con multimorbilidad.
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En cuanto a los aspectos a indagar, son relevantes diagnósticos
actuales y remotos, ingresos y egresos hospitalarios e intervenciones
quirúrgicas, determinando la repercusión funcional y mental de cada uno
de ellos. Especial énfasis debe hacerse en:
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base correcta evitando duplicar prescripciones o no prescribir por
asumir erróneamente que la persona está tomando un determinado
fármaco según consta en registros clínicos o recetas. También per-
mite detectar y registrar reacciones adversas a medicamentos (RAM) e
identificar uso de fármacos potencialmente inapropiados (12), clasifica-
ción de la cual se hablará en el capítulo 11.
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lizar anamnesis específica para descartar potenciales patologías asociadas.
Dentro de las potenciales causas de baja ponderal en personas
mayores frágiles se debe tener en consideración la depresión, el dete-
rioro cognitivo y el uso de algunos fármacos que causan alteraciones
del gusto (por ejemplo, sensación de sabor metálico asociado al uso de
zopiclona o macrólidos), así como también aquellos que pueden incidir
en la presencia de anorexia (ejemplo, fluoxetina).
También, es parte de la valoración clínica el consultar si existe pla-
nificación anticipada ante temas de salud y/o de cuidado (capítulo 23).
Por último, será fundamental precisar cuál es el motivo de con-
sulta de la persona mayor y de su familiar/acompañante, y considerarlos
dentro de la priorización de problemas.
EXAMEN FÍSICO
En cuanto al examen físico, este debe practicarse en cada en-
cuentro e independiente del motivo de consulta debe ser siempre com-
pleto, siguiendo el esquema clásico de general a segmentario.
Se debe controlar signos vitales, donde es posible pesquisar la pre-
sencia de ortostatismo que muchas veces puede ser el causante silencioso
de otros síndromes como caídas, mareos o inestabilidad. Cabe destacar
que el ortostatismo corresponde a un descenso de la presión sistólica en
más de 20 mm de Hg y/o diastólica en más de 10 mm de Hg a los 1 y 3
minutos luego de ponerse de pie en comparación con la presión que tenía la
persona luego de estar previamente 5 minutos sentada y tranquila (13,14).
Se debe revisar la piel para pesquisar lesiones malignas, faltas de
higiene, infecciones, etc. Y se deben buscar potenciales adenopatías en área
cervical, axilar e inguinal, así como también examinar la región tiroídea.
No se debe olvidar la boca ni el precisar características de los
dientes, registrando si existen prótesis, piezas sueltas o en mal estado,
ya que muchas veces son estas causantes de problemas nutricionales.
El examen de mamas, pese a que es tardío como tamizaje de
cáncer de mama y no reemplaza a la mamografía, puede permitir pes-
quisar masas o aumentos de volumen.
Se deben buscar también déficit sensoriales (audición, visión) y
tenerlos presente a la hora de interpretar los hallazgos, ya que en oca-
siones se puede creer que la persona no comprende y/o no colabora, y
sucede que no está escuchando las preguntas o indicaciones.
También, se deberá observar la marcha y la conducta durante la
evaluación, así como la interacción con el profesional y el entorno.
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La valoración de la marcha y el equilibrio, se puede realizar me-
diante la observación simple de la postura, presencia de movimientos in-
voluntarios (temblor), longitud y amplitud del paso, velocidad y braceo o
mediante evaluaciones estandarizadas como el test “Timed Up and Go”
(15). Ya sea para aplicación de pruebas estandarizadas o para observación
clínica, se sugiere siempre evaluar la marcha de la persona con un traslado
de al menos 3 metros, (lo cual habitualmente es más factible fuera del box
de atención), así como también observar cómo se sienta y se levanta, ya
que dicho desempeño es indicador de distintas patologías y riesgos.
En relación con el examen neurológico, este fue discutido como
parte de la evaluación diagnóstica de demencia, y corresponde a un as-
pecto del examen segmentario del cual no se debe prescindir.
EXÁMENES COMPLEMENTARIOS
Para una valoración inicial y según las características clínicas de
la persona mayor; se recomienda solicitar hemograma, electrolitos plas-
máticos, perfil bioquímico (glicemia, urea, ácido úrico, colesterol, albúmi-
na, fosfatasa alcalina, calcio, etc.), creatinina, orina completa, urocultivo,
electrocardiograma y radiografía de tórax. En el estudio de deterioro cog-
nitivo se puede añadir la solicitud de niveles de vitamina B12, niveles de
folatos y TSH. La necesidad de otros exámenes además de los ya mencio-
nados dependerán de lo que la historia y evaluación clínica indiquen.
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PLAN
Como parte final de la VGI será relevante registrar todos los pro-
blemas identificados en las diferentes áreas, destinando además un acá-
pite a lo identificado en la red de cuidado o familia.
Los problemas deberán ser priorizados, estableciendo líneas de
trabajo y objetivos, los cuales deben ser discutidos con la persona, si es
posible, y su familia, de modo que de lo recabado en la VGI se genere un
plan consensuado y/o negociado entre los involucrados, que considere
problemas, objetivos o metas (qué es lo que se espera lograr y cómo se
medirá), tareas a ejecutar, plazos y responsables.
La priorización de problemas debe ser global y no por subvalora-
ción, ello quiere decir que un problema social o uno funcional puede ser
prioritario de intervenir y que el avance en otros ámbitos puede quedar
por ejemplo supeditado a la resolución de los primeros, intercalándose
en relevancia.
Una vez implementado el plan será fundamental realizar segui-
miento, reevaluar y hacer ajustes según se requiera.
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