Antropología Filosófica
Antropología Filosófica
Antropología Filosófica
Es paradójico que, aun cuando Kant fue quien, con mayor agudeza
intelectual, señaló "la tarea propia de una antropología filosófica", en ninguna de
sus lecciones de antropología cumple con las demandas que él "exigía de una
antropología filosófica"; es decir, responder a las preguntas sobre qué es el
hombre, cuál es su lugar en el cosmos, cuál es la relación que establece con sus
congéneres y con el destino de las cosas, qué sentido tiene su existencia sabiendo
que ha de morir algún día o cuál es su actitud ante el encuentro con el misterio de
su propia vida (Buber, 2012, p.13).
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estudio para el propio ser humano, porque "el conocimiento filosófico del hombre
es reflexión del hombre sobre sí mismo"
(Buber, 2012, p.20). Indeterminación que también se debería a la condición inacabada del
ser humano, quien en el transcurrir de los días de su existencia se descubre a sí mismo
siempre como un proyecto por realizarse o como un proyectil en movimiento, cual flecha
lanzada por el destino, que debe cumplir una trayectoria, pero que mientras viaja, no sabe
cuál será el punto definitivo de su llegada.
Tarea que, consciente de sus límites, deberá iniciarse con verdadera humildad, para
presentar el sentido más exacto de sí mismo como persona, sabiendo que está en
juego su totalidad. Además, deberá tener presente "el principio de individuación",
asumiendo la realidad fundamental de "la infinita variedad de las personas
humanas", para conocer la totalidad del ser humano como persona (2012, pp. 20-
21)
Ernest Cassirer afirma que Sócrates ofrece un "análisis detallado y meticuloso de las
diversas cualidades y virtudes humanas", pretende determinar su naturaleza y definirlas:
"bondad, justicia, templanza, valor, y así sucesivamente, pero nunca aventura una
definición del hombre. ¿Cómo explicar esta aparente deficiencia?". Cassirer nos dice que
Sócrates adoptó la vía del rodeo, de la ironía y del diálogo, porque con esa aparente
negativa nos proporciona "la clave positiva de su concepción del hombre, cuya naturaleza
podemos descubrir del mismo modo que nos es posible develar la naturaleza de las cosas
fisicas". Pero, además, se debe tener presente que, "si describimos las cosas físicas en los
términos de sus propiedades objetivas, al ser humano sólo se le puede describir y definir
en términos de su conciencia" (2006, p. 20).
Con todo esto, se trata de hacer realidad en cada uno de nosotros el saludo y
desafío: "Conócete a ti mismo", que se encontraba inscrita en la entrada del templo
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del dios Apolo, en Delfos, con el que se deseaba la verdadera sabiduría, y que,
desde entonces, enseña a todo ser humano la importancia decisiva y necesaria del
autoconocimiento. Sócrates intenta definir al ser humano como "aquel ser que, si
se le hace una pregunta racional, puede dar una respuesta racional". Por esta
facultad fundamental de dar una respuesta de quien es, a sí mismo y a los demás,
se afirma que "el ser humano resulta ser un ser 'responsable', es decir, un sujeto
moral" (Cassirer, 2006, p. 21).
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En esta línea de pensamiento, Carlos Beorlegui afirma que una visión
antropológica humanista con razonamientos propios de una mentalidad abierta y
sin admitir posiciones reduccionistas, podrá ir superando la clásica oposición
materiaespíritu, cuerpo-alma, mundo sensible-mundo ideal, e ir asumiendo lo
enigmático y lo misterioso de una realidad total que nos muestra al ser humano en
un proceso dinámico y evolutivo, en cuyo medio, "ha emergido la realidad humana
como culmen y centro de todo este maravilloso cosmos". Así, en esta maravillosa
circunstancia, "el ser humano se
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nos presenta como síntesis de continuidad y ruptura respecto al resto del cosmos,
salido por evolución del proceso dinámico de la biosfera, pero a la vez, resultado
de un salto emergente, que rompe cualitativamente con el conjunto del que ha
emergido, dotándolo de una especial densidad ontológica y ética, que hace del ser
humano una realidad especial y particularmente valiosa" (2016, pp. 277-278).
Hoy, al inicio del tercer milenio, según Agustín Fuentes, la mayoría de seres
humanos aceptamos con naturalidad que, como especie, somos el producto de un
larguísimo, altamente complejo, y muy dificil, pero inteligente proceso de
evolución, y, sin embargo, algunas de las iniciales propuestas explicativas de esta
evolución, como "la sobrevivencia de las especies más fuertes sobre las débiles",
han cedido a "la sobrevivencia de las especies que mejor y más rápido se supieron
adaptar a los cambios súbitos, drásticos e imprevistos". Y una de las condiciones
para responder con prontitud y gran eficiencia al cambio está en el hecho real en
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que nuestros antepasados adquirieron y transmitieron "un conjunto distintivo de
habilidades neurológicas, fisiológicas y sociales que nos permitieron, ya desde
tiempos remotos, trabajar juntos y pensar juntos con el fin de cooperar de manera
decidida" (2018, p. 14-16).
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Para José Ángel García Cuadrado (2014), la libertad se presenta como el
más grande bien que puedan tener todos los seres humanos o los pueblos, mientras
que la esclavitud representa la más grave desdicha que cualquier hombre pueda
sufrir. Pero, de igual manera, la libertad puede significar un gran peso, dificil de
sobrellevar cuando el ser humano se percibe como el único y verdadero
protagonista de su propia vida e historia, y en este punto radicaría "su grandeza,
pero también la posibilidad de su fracaso como persona". Así pues, el ser humano
es "una realidad que posee el ser en sí mismo, y por lo tanto es principio de sus
operaciones específicamente humanas como conocer y amar". Mediante el
accionar de estas operaciones propias, el ser humano tiene enormes posibilidades
de perfeccionar su condición humana, porque siempre puede conocer mucho más y
puede amar más intensamente. Así, este proceso de propio "perfeccionamiento", de
"autorrealización" o "autonomía" en "el plano dinámicoexistencial" proviene
"desde dentro del mismo sujeto", porque el ser humano "con sus acciones libres se
perfecciona a sí mismo", "se convierte en protagonista de su vida" y en "autor de
su propia biografía", que no es simple individualismo, smo activa producción
social (pp. 159-160).
Nuestra libertad fundamental es uno de los más poderosos y preciosos dones que
tenemos como seres humanos. Estamos desafiados a utilizar inteligentemente nuestra
libertad para construir nuestro proyecto vital durante el tiempo que nos toca vivir. Este
proyecto vital lo construimos, día a día, con cada una de las decisiones y acciones libres
que realizamos. La construcción o realización de este proyecto vital es el que da
sentido y autenticidad a toda nuestra existencia. Este proyecto vital integra todos
los aspectos de nuestra existencia, por ello, muchos autores lo denominan "opción
fundamental" porque es la elección por la que cada ser humano decide de manera
explícita o implícita la dirección global de su vida y el tipo de ser humano que
desea ser. Esta opción fundamental no determina la vida del ser humano, porque
este puede siempre decidir en contrario, pero se convierte en la opción dominante
que identifica al ser humano y al conjunto de todas sus decisiones personales
(García Cuadrado, 2014, p. 172).
Einstein afirma que el ser humano es, al mismo tiempo, una criatura
solitaria y social, y que "como ser solitario intenta proteger su propia existencia y
la de los que están cerca de él", pretende satisfacer sus deseos personales y
desarrollar sus habilidades innatas; mientras que, "como ser social busca el
reconocimiento y el afecto de sus congéneres, quiere compartir sus placeres,
consolar a los demás en sus penurias y mejorar las condiciones de vida del
prójimo". Einstein no pierde de vista la condición social del ser humano, que como
ser individual "está en condiciones de pensar, sentir, luchar y trabajar por sí
mismo; pero en su existencia física, intelectual y emocional depende tanto de la
sociedad, que no es posible pensar en él o comprenderlo fuera del marco de
aquella". Por lo tanto, todo ser humano "ha de hallar el significado de su vida, por
estrecho y peligroso que sea, sólo mediante una entrega de sí mismo a la sociedad"
(1991, p. 58).
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