Las Pulquerias de Cuautitlan

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LAS PULQUERIAS DE CUAUTITLAN

¡Oh, divino neutle,


Que ha tus plantas me encomiendo
Dime si no me has de tumbar para
Seguir bebiendo!

Para que sepan las nuevas generaciones y los que aún no nacían. La intención es dar
con la crónica a lo eran sus famosas y concurridas pulquerías en otros tiempos. No deja de
provocar un sentimiento y nostalgia de lo que en este Pueblo fue muy tradicional.
El pulque es una bebida que nuestros ancestros ingerían en sus festividades y por su
calidad, con justicia se le llamo en una época “bebida nacional” conocida desde la época
de la antigua Anáhuac, preferida por los gobernantes y por el pueblo, siendo todavía hasta
hoy bebida pero por muy lugares vendida, casi está por terminar una tradición desde el
imperio Tenochca o Mexica, comúnmente conocida como Imperio Azteca.
Desde el punto de vista alimenticio, el pulque está considerado un magnifico
nutriente debido a la gran cantidad de sustancias como; hidrato de carbono en forma de
azucares, proteínas, vegetales, vitamina B, C y alcohol en baja graduación, por lo tanto se
considera bebida de moderación.
La evolución, la publicidad comercial de otras bebidas, ha hecho desde algunas
décadas que el pulque tenga un decrecimiento. Si en los tres niveles de los gobiernos
hubieran tenido en sus programas la conservación de la bebida tradicional de nuestras
tradiciones y culturas, el o la protección del pulque a hoy en día fuera parte de nuestra
alimentación saludable. Pero la mala información y descredito que se dio, en detrimento
de esta bebida de una gran historia, ha hecho que casi se esté extinguiendo, incluyéndose
Cuautitlán, pues es raro ver un lugar a hoy día que diga “pulquería” algún negocio o muy
discretamente como sucede algún cartón está escrito rudimentariamente “se vende pulque”.
Las nuevas generaciones ya tienen otros gustos por la forma actual y de la evolución
en la educación y la cultural, que no se inculco como alimento complementario, el pulque
y de muchos otros factores.
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Una de las preocupaciones eclesiásticas y desde la época virreinal se prohibía porque


se centraba en la llamada desnudez de los indios, que era vista por los españoles como
inmoral, esto pasaba debido a que gastaba lo poco que tenía en el consumo del pulque.
Cuautitlán estaba localizado en una de las grandes rutas por el paso de Camino Real
Tierra Adentro. Para los indios esto significaba perjuicio más que estimulo, adquirió fama
de pueblo atrasado a pesar de su artesanía y cerámica roja y como dijeron algunos
historiadores, aquí fue lugar entregado al crimen.
En Cuautitlán en los años de 1700, 1800 se pasaban muchas horas en las pulquerías
y las tabernas. Los delitos con este tipo de gente eran frecuentes al no tener un trabajo u
ocupación fija, se veían obligados al asalto de los viajeros o al robo por estos lugares con
el fin de obtener lo que necesitaban para comer, pagar las deudas de juego que habían
contraído en tiendas o pulquerías.
Ya en el siglo XX las ventas de pulque en el “Tianguis” de Cuautitlán eran
frecuentes por la multitud de viajeros que se dirigían ya sea a la Capital o al rumbo del
norte.
En las pulcatas o pulquerías se jugaba rayuela, las cartas ya sea conquián o brisca, la
pítima o tuta o en círculo de pelados, sentados en el suelo alrededor de una frazada, se
jugaba el rentoy alborotador.
A las puertas de las pulquerías se vendían enchiladas, quesadillas, carnitas de
chicharrón, sopes con salsas picantes de varios estilos.
Afuera de las pulquerías se veían escuálidas cabalgaduras de arrieros arrogantes,
cuacos de jinetes, burros en asueto y al rayo del sol, huacales, cestos y briagos durmiendo
la tranca.
Imposible describir el barullo, la gritería, silbidos, riñas, retozos, lloros, sollozos,
relinchos, rebuznos; todo se mezclaba a los cantos del fandango.
En tiempos de Maximiliano las pulquerías estaban en su apogeo. Los locales donde
se vendía el pulque, ya en la noche iluminado con velas de cebo, más tarde lámparas de
petróleo –quinqués.
En las décadas de los 60 y 70s., se hizo notar más del declive y decreció la venta del
pulque por culpa de la propaganda abrumadora de las industrias vitivinícolas y de la
cerveza.
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Algunos nombres de las pulquerías que todavía se alcanzaron a ver por los que en
los finales de los años 40 y principio de los cincuenta conocimos hasta su desaparición a
finales del siglo XX, tales como:
“El As de Oros”, que se ubicaba enfrente al Jardín Municipal, su dueño fue un señor
que se le decía Chucho, a lo que es ahora el Banco de Comercio, que también estaba junto
a “La Rosa de Oro” de don Pedro Ferruco.
“El Águila de Oro” de don Carmelo, que frecuentaba un boxeador que fue campeón
nacional gallo “El Toluco López”.
“La Reina del Norte” que fue primero del suegro de don Carmelo. Estaba en la
esquina del Mercado Municipal, lado sur, contra esquina de la primaria Alfredo del Mazo.
A donde es la puerta principal de esta escuela en otros años ahí existía otra pulquería de
Don Joaquín, se desconoce el nombre de la pulquería.
“El Zapote” que estaba en la esquina donde ahora es una peletería, frente al Parque
de la Cruz.
“El Bombardeo”, que en un tiempo estuvo por muchos años en la Calzada de
Guadalupe (antes Calzada Emiliano Zapata), donde ahora esta aproximadamente la
Cantina El farol. El jacarero de esta pulquería era un personaje llamado Agapito Báez alias
el Zapata, quien a un cliente por negarse a pagar una cuenta alterada de un vaso de pulque,
se hicieron de golpes y después el zapata saca de entre la cintura una charrasca (arma
blanca), y mata al cliente de esa cuchillada. Era un llamado pregonero comprador de fierro
viejo y su carrito de carga.
“El Toro”, tal vez la pulquería más famosa que también contaba con departamento
o cubículo para mujeres, fueron varios los dueños o administradores y por mucho tiempo
estuvo en la Esquina de la Calle Ignacio Zaragoza y Jardín Principal Municipal, ahora
existe una panadería.
Otra pulquería de gran tradición fue “El Amor chiquito”, que uno de sus últimos
administradores fue el Sr. Aureliano Téllez (que tiene aproximadamente dos semanas de
haber fallecido a la edad de 105 años, finales de julio del 2019. Se encontraba localizada
sobre la Av. 20 de noviembre y esquina con la calle del Barrio El Nopalito, a hoy es una
mueblería.
“La Playa” del Sr. Pablito Mafra.
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“Pulques Finos” (palo hueco) sobre la Calzada de Guadalupe, frente a la entrada de


la colonia Tlayacac, ahora ahí venden materiales para construcción.
“La Viguita” del Sr. Montoya, en el Barrio El Nopalito.
“El Nopalito”, de las más antiguas que se tenga memoria. –Se dice que el dueño era
el Sr. Santos abuelo de Paco Santos, primer presidente municipal en 1991-1993.
Pulquería de “Doña Chona”, a un lado de hornos ladrilleros, frente al Panteón de San
José Milla.
Expendio de pulque del Sr. Pancho Torices, se encontraba antes de pasar las vías del
Ferrocarril, rumbo al Panteón de San José Milla.
Expendio de Doña Chucha, con domicilio sobre la Av. 16 de septiembre, para mejor
seña frente a la Escuela Primaria Centro Ejidal, ahora.
“La Feria de las Flores” frente al jardín principal. Vecina del As de Oros y la Rosa
de Oro.
Don Matías, a un lado de la tienda de don Rufino, cuando existía. Estaba ubicada
frente al Jardín Principal.
“La Chamba” de la familia de un personaje apodado “El Chiclán”, en la colonia
Romita, antes Barrio Ticuman.
“Los Guaraches”, ubicada a la salida de la Av. 20 de noviembre, una cuadra antes
de las oficinas de Telmex o sea antes de cruzar las vías del ferrocarril, lado norte.
“La Casa del Obrero”, establecimiento a un lado de la Tlapalería de la Familia
Fragoso, que ahora ya no existe. Se encontraba en Av. 16 de septiembre a unos pasos antes
de la Presidencia antigua. Por comunicación oral con los bebedores de pulque de la década
de los 50 se comentaba que concurrieron por dos ocasiones dos cubanos muy bullangeros
cuando disfrutaban del pulque que se tomaban, y era nada menos que Fidel Castro y el
acompañante se dice que le decía Camilo –Camilo Cien Fuegos- en el año de casi mediados
de los 50.
El expendio de pulque del Sr. Pablito Mafra y/o doña Chona, a un lado donde estaba
una antigua vecindad que era colindante de la hoy Catedral, también era familiar de una de
las muchachas llamada Blanca y el Chiclan.
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Pulquería de “El Cuervo” –así le apodaban al dueño de esa pulcata, que se


encontraba sobre la Calle Ignacio Ramírez (Plazuela), rumbo al Huerto. Ahora está un
consultorio Dental del Dr. Carlos Tinajero.
“El Comino” que estaba en la esquina donde ahora es una panadería “Mi Pan”, frente
al jardincito del Huerto o sea frente al busto de Felipe Carrillo Puerto.
De esas pulquerías ni el recuerdo ha quedado para las nuevas generaciones que viven
hoy en este bonito pueblo ya legendario, hoy ya una Ciudad que es Cuautitlán. Pobre
destino que ha tenido la cultura alimenticia de beber el pulque descubierto por nuestros
indígenas ancestrales antes de la llegada de los ibéricos a implantar su cultura a base de
fuerza, de robo y de esclavitud acompañada de crimen a la resistencia de no perder su
cultura antigua que era muy superior a la de los europeos. Casi en la actualidad se pierde
el rastro de sus gloriosos tiempos que el pueblo de otras décadas era parte de la
alimentación diaria.
No deja de provocar un sentimiento de nostalgia a tiempos idos en Cuautitlán de
nuestros recuerdos quienes conocimos casi el final de estas costumbres ancestrales.
En tiempos del Imperio Tenochca o Mexica, que dicen Azteca se consideraba bebida
sagrada, digna de sus símbolos (que los españoles decían Dioses) y para los valientes
guerreros de toda la Cuenca de pueblos ribereños y en el centro la Gran Tenochtitlán y
Tlatelolco. Se decía “alivio de parturientas y ancianos”, hoy el tiempo ha borrado y casi
perdido el tomar un poquito de pulque.

“Agua de las verdes matas


tú me tumbas y tú me matas,
y me haces andar a gatas”
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“La Crónica de mi Pueblo, Testimonio de la Historia”


Hilario Humberto Espinosa López
Cronista Municipal.

Cuautitlán, Méx., a 14 de agosto de 2019

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