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Revista Mexicana de Derecho Constitucional

Núm. 46, Enero-Junio 2022


ISSN (versión electrónica): 2448-4881

La cuestión animal, el derecho y los derechos humanos.


Análisis de la Ley 17/2021 sobre el régimen
jurídico de los animales en España

The animal question, law, and human rights. Analysis


of Law 17/2021 on the legal regime of animals in Spain

Juan Francisco Díez Spelz*

Resumen: La inquietud del hombre y su po- Abstract: The restlessness of the human and
sición frente a otros seres vivos estuvieron his position in front of other living beings
siempre presentes en muchas de las corrien- were always present in many of the wes-
tes filosóficas occidentales. Hoy, el debate tern philosophical currents. Today, the legal
jurídico sobre la dignidad, la moralidad, la debate on the dignity, morality, sensitivity
sensibilidad e, incluso, la personalidad de and even personality of these beings is in
estos seres se encuentra vigente en muchos force in many countries that seek to modify
países que buscan modificar y crear leyes, and create laws, such as Law 17/2021 in
como la Ley 17/2021 en España, que al cam- Spain, which by changing the legal status of
biar el estatus jurídico de los animales a “se- animals to “sentient beings” achieves that
res sintientes” logra que se amplíe la pro- protection is extended to them, establishing
tección hacia éstos, estableciendo nuevas new responsibilities and duties. This article
responsabilidades y deberes. Este artículo comments on this legislative change and
comenta sobre este cambio legislativo y ex- explores the possibility of attributing rights
plora la posibilidad de atribución de dere- to animals.
chos a los animales.

Palabras clave: animales, derechos huma- Keywords: animals, human rights, dignity,
nos, dignidad, alma, derechos de los anima- soul, animal rights, ethics, morals, sentient
les, ética, moral, seres sintientes. beings.

*
Candidato a doctor en Derecho por la Universidad Panamericana; maestro en Teo-
ría y Práctica de los Derechos Humanos por la Universidad de Essex, Reino Unido. Pro-
fesor-investigador en la Facultad de Derecho de la Universidad Panamericana. Director
editorial de la revista Ars Iuris. Correo electrónico: [email protected]; ORCID: https://
orcid.org/0000-0003-0376-9272.
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Sumario: I. Introducción. II. Los animales en la filosofía.


III. Los animales ante la ley: experiencias internacionales y
locales. IV. La Ley 17/2021 de 15 de diciembre de 2021 sobre
el régimen jurídico de los animales. V. ¿Derechos de los ani-
males? VI. Conclusión. VII. Bibliografía.

I. Introducción

La cuestión animal plantea diversos desafíos al derecho. Entre ellos, desta-


ca la forma en la que concebimos al animal frente a lo humano. Es decir, es
un ejercicio de comparación ontológica entre la naturaleza de los distintos
seres que pueden ser destinatarios no sólo de derechos, sino del reconoci-
miento de un estatus moral y, por ello, de consideración por parte de otros.
La respuesta que se encuentre a estas cuestiones es determinante para la
comprensión de nuestra naturaleza humana.
La primera parte de este documento presentará diversas posturas filosó-
ficas acerca de la cuestión animal, a fin de intentar comprender el origen
de la inquietud por reconocer un tratamiento especial a los animales en el
derecho, más allá de ser sólo objetos de apropiación. En este sentido, se es-
tudiarán posturas deontologías, contractualistas, utilitaristas, neoaristotéli-
cas y discursivas, que dan diversas respuestas al problema. Se destacarán
las posiciones de Peter Singer y de Tom Regan, con el objeto de constatar
cómo el tema de la cuestión animal propone comprenderlos como “seres
sintientes” o sujetos de derechos.
Asimismo, se hará un análisis acerca del contenido de la reciente Ley
17/2021 de España sobre el régimen jurídico de los animales, la cual, si-
guiendo directa o indirectamente a documentos europeos tanto a nivel na-
cional como comunitario, introduce en la legislación española una nueva
categoría jurídica a nivel del código civil, además de la de personas y cosas:
los animales. Esta inclusión terminológica tiene repercusiones en diversos
ordenamientos y circunstancias de la relación entre seres humanos y anima-
les. Por último, se hará una reflexión en torno a la posibilidad de atribución
de derecho o de “dignidad” a los animales. La idea central será recalcar la
necesidad de reflexión acerca de la cuestión animal en la actualidad, pero
valorando las aportaciones que podría tener una teoría de los derechos.

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II. Los animales en la filosofía

En esta primera sección del trabajo, presentaremos algunas aproximacio-


nes filosóficas en torno a la cuestión animal, ya que ésta ha sido objeto de
análisis a lo largo de la historia por parte de múltiples pensadores. Podemos
intuir que las reflexiones antropológicas que pretenden comprender quién
es el ser humano, y también las éticas en torno a qué debemos hacer y la
consideración que debemos tener por otros tanto en el plano moral como
en el jurídico, pasan por realizar contrastes en relación con lo humano y
lo no humano. Es más, el mismo concepto de dignidad está fundado en
distinciones de valor y, por lo tanto, en diferenciaciones de trato. Por ello,
debemos también plantearnos el significado contemporáneo acerca de qué
es ser digno.
Así pues, la reflexión filosófica en torno a lo que nos hace ser humanos
ha tenido una evolución interesante. Centrándonos en occidente, no pode-
mos obviar la distinción aristotélica entre las almas vegetativa, animada y
racional (Aristóteles, EN, I, 7: 1097b 32-1098a 3). También no podemos
dejar de lado el definir al hombre como un zoon politikon (Aristóteles, P, I,
10: 1253a), donde constatamos que la reflexión antropológica se ha desa-
rrollado a través de un contraste con los animales, en el que, como recuerda
Jesús Mosterín, la animalidad nos asemeja y parece que la racionalidad
nos distingue. El vocablo “animal” proviene del término “anima”, es decir,
“alma”, por lo que algo común a todos los animales es que somos “alma-
dos” (Mosterín, 2013: 87). Y no sólo nos asemeja la animalidad en sí, sino
también el reflejo de ciertas características animales en el acontecer huma-
no. Igualmente, podemos afirmar, junto con Laveaga, que “…estudiar la
conducta animal aporta elementos filosóficos, psicológicos, sociológicos,
económicos y políticos al intentar desentrañar el comportamiento humano”
(Laveaga, 2021: 90).
Según Leticia Flores y Jorge Linares, “[r]eflexionar sobre la cuestión
animal se ha vuelto central, imprescindible y urgente ante un horizonte ci-
vilizatorio complejo en el que el abuso sobre estos seres no tiene parangón
en ningún otro momento de la historia” (Flores y Linares, 2020: 8). La ac-
ción del ser humano ha tenido repercusiones paradigmáticas en el bienestar
animal. Esto ha llevado a pensar en el valor que tienen, incluso si esto puede
catalogarse como dignidad, y también a valorar la acción del hombre sobre
seres con los que compartimos muchas de nuestras características.
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El valorar moralmente la acción de los seres humanos sobre los animales


no es una idea nueva. El trasfondo de estas inquietudes tiene orígenes filo-
sóficos que se han plasmado en distintas posturas. De acuerdo con Ocampo,
son cinco los modelos de reflexión en torno a las relaciones entre seres
humanos y no humanos: el deontológico, el contractualista, el utilitarista,
el neoaristotélico y el discursivo (Ocampo, 2014: 183). A continuación, ha-
remos referencia a estos modelos reflexión, intentando abonar a los debates
con respecto a este problema fundamental.
El primer modelo, o sea, el deontológico, tiene un claro exponente inte-
lectual: Immanuel Kant. El filósofo de Königsberg distingue entre deberes
directos que el ser humano tiene frente a sí mismo y los demás, y otros de-
beres indirectos frente a seres no humanos, como plantas y animales (Kant,
2012: 310; Ocampo, 2014: 187).1 Para Kant —podemos pensar en su im-
perativo categórico (Kant, 2012: 308)—, únicamente los seres humanos
tenemos valor moral, y la cosas —o animales— sólo lo tendrían en función
de nuestras necesidades o deseos; así, el ser humano es capaz de conferir
fines y valorar (Ortiz, 2020: 176 y 177). Los deberes indirectos que tene-
mos frente a los animales tienen una raíz antropológica, es decir, están
dirigidos a nuestro desarrollo moral. Un ser humano que ejerce violencia
contra los animales puede desarrollar conductas violentas en contra de sus
semejantes o de sí mismo. En este hecho se fundamentan, precisamente,
los deberes indirectos de no ejercer malos tratos en contra de los animales
(Ocampo, 2014: 188).2 Para autores como Ocampo y otros que menciona-
remos más adelante, la postura kantiana es insuficiente, pues parece que
les niega estatus moral y los considera sólo como medios o instrumentos.3
1
Para Thomas Gutmann, “…no tratar cruelmente a los animales, no es para Kant un
deber respecto a los animales, sino deber del hombre para consigo mismo en vista a los
animales. Este deber reside en el hecho de que, por la brutalidad que conlleva la tortu-
ra animal, «se destruye paulatinamente una predisposición natural muy útil a la morali-
dad en relación con los demás hombres»”. (Gutmann, 2019: 246).
2
Lo mismo ocurre para el trato con animales domésticos, la experimentación con
animales o la explotación de recursos naturales (Ocampo, 2014: 189).
3
Ocampo dice que “…esta perspectiva resulta insuficiente para dar cuenta de las
obligaciones morales hacia los animales y la naturaleza por, al menos, tres razones. La
primera consiste en la naturaleza de dicha obligación, la cual no es propiamente moral
sino condición de posibilidad para esperar el despliegue de la moralidad, entendido pro-
piamente desde la relación del hombre consigo mismo y con los demás. La siguiente
razón se desprende de la primera, y es la negación de un estatus moral en seres sensibles,
susceptibles de experimentar placer y dolor. Finalmente, la sustentación de deberes indi-
rectos hacia la naturaleza y los animales conduce a la aceptación de un papel instrumental
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Fue común en la época que se reconociera a los animales como meros


instrumentos. Más allá de la postura kantiana, podemos mencionar a Des-
cartes, quien se refería a los mismos como “resortes y poleas” o como me-
canismos transportadores de movimiento, sin vida interior y que no pueden
sentir igual que los seres humanos (Descartes, 2010: parte V).4 Hume tuvo
una opinión similar, al considerar que los animales no podían tener agencia
moral, ya que su actividad está regulada más por el instinto que por la razón
(Saltel, 2020: 172).
El siguiente modelo de reflexión es el contractualista. El principal ex-
ponente respecto a esta postura es el filósofo británico-americano Peter
Carruthers. Para él, también existen deberes indirectos con los animales,
pero derivados de una ética contractualista, donde nosotros, como agentes
morales, aceptamos imparcialmente que debemos tener consideración por
los animales. Sin embargo, hay que hacer notar que, para Carruthers, los
animales no tienen estatus moral y, por lo tanto, no nos generan deberes
morales directos.5 Sólo los seres humanos tenemos valor moral, pero hay
acciones u omisiones en nuestro trato con animales que pueden ser valora-
das moralmente, pero derivado del contexto en el cual se desarrollan dichas
actividades (Carruthers, s.f.).
Desde una perspectiva utilitarista, en tercer lugar, el objetivo de incluir
a los animales dentro del espectro moral es garantizar situaciones donde
se busque una igualdad de consideración con el fin de evitar el sufrimiento
(Ocampo, 2014: 200). El referente más relevante en este modelo es el filóso-
fo australiano Peter Singer. Este enfoque utilitarista se basa en un principio

en ellos, por cuanto el móvil para su cuidado y protección se deriva del interés del indi-
viduo por alcanzar la propia perfección moral, cultivando disposiciones internas, en este
caso la compasión y cierta sensibilidad que dispone para lo moral” (Ocampo, 2014: 190).
4
“Hacia el final de la quinta parte del Discurso del método, en donde se trata de la
«diferencia entre el hombre y los animales en relación con el alma», Descartes define al
animal como una pura máquina, una máquina que se mueve y funciona gracias únicamen-
te a la disposición de sus órganos, sin la participación de ningún otro principio vital que
su propia regularidad mecánica. Este animal se distingue del hombre, no por la diferente
composición de sus cuerpos, sino porque carece absolutamente de alma racional. De al-
guna manera, puede afirmarse, entonces, que la distinción entre hombre y animal, es una
especie de precedente ontológico de la distinción mente-cuerpo” (Henríquez, 2010: 55).
5
“I shall argue… that the lives and sufferings of non-human animals (hereafter «ani-
mals») make no direct moral claims on us. At the same time I shall argue that the lives and
sufferings of human infants and senile old people do make such claims on us. In short:
I shall argue that no animals possess moral standing, while arguing all human beings
possess such standing” (Carruthers, s.f.: 1).
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de igualdad que se refiere a proponer una misma consideración moral hacia


“seres sintientes”, que tienen la posibilidad de experimentar sufrimiento,
independientemente que sean humanos o no (Ocampo, 2014: 200). Singer
defiende que es la capacidad de experimentar placer y dolor la que funda-
menta la acción moral de tomar en cuenta los intereses de otros, formulando
como morales aquellas acciones que tiendan a producir placer o a reducir
el dolor (Singer, 2021: 157-172). En este punto, hay que fijarnos cómo se
introduce ya el concepto de “seres sintientes”, que será el término utilizado
por las legislaciones modernas en la materia.
Para Singer, en Animal Liberation, la defensa de que existen derechos
para los animales se basa es comprender el principio básico de equidad que
se extiende a animales no humanos. Si bien —dice— hay diferencias entre
los seres humanos y otros animales, esto no es un obstáculo para entender
que este principio los protege (Singer, 2009: 29).6 En cualquier caso, el reto
será eliminar la explotación a cualquier ser sintiente, dando un trato igual,
pero tomando en cuenta sus diferencias, y también considerando los ele-
mentos comunes de los que todos deberían gozar (Singer, 2009: 151-186),
como el “derecho a la vida”.7
En cuarto lugar, se mencionan las posturas neoaristotélicas. Siguiendo
en este caso a Óscar Horta, la posición del neoaristotelismo se aleja del
argumento del Estagirita, en cuanto a que los hombres ejercerían un do-
minio sobre otros seres. Se basa más bien en una ética de la virtud, que
responda a la pregunta por la realización y por cómo vivir una buena vida
(Horta, 2009: 50). La idea supone que cada ser tiene un fin —o telos— que
debemos descubrir a través de ciertas necesidades, que llevarán a la auto-
rrealización tanto del agente que actúa como de los entes con los cuales
se relaciona (Horta, 2009: 53 y 58). En este aspecto, debemos considerar
los retos que se desprenden de la tarea de descubrir cuáles son los fines
(o el fin), las necesidades o los intereses de otros seres, con el objetivo de
plantear la respuesta moral que se debe dar a nuestras conductas, y también
6
“There are obviously important differences between humans and other animals, and
these differences must give rise to some differences in the rights that each have. Recogni-
zing this evident fact, however, is no barrier to the case for extending the basic principle
of equality to non-human animals” (Singer, 2009: 29).
7
“Of course, if we had a clear basis for saying that all sentient creatures have a right
to life (even those not capable of having desires about the future) then it would be easy to
say why killing a sentient creature is a kind of wrong that cannot be made good by creating
a new creature” (Singer, 2009: 330).
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intuir cuál es la respuesta que puede dar el derecho para lograr el desarrollo
de nuestras capacidades y las de los demás.
En el terreno de las capacidades, aun con relación a las perspectivas
neoaristotélicas, Martha Nussbaum propone que se debe de tener una con-
sideración especial por los animales como seres dotados de dignidad pro-
pia (Ocampo, 2014: 207 y 208). Esta autora sugiere que todas las criaturas
se esfuerzan por florecer, lo que debe inspirar asombro, admiración y, a su
vez, ciertas conductas para preservar este valor intrínseco del que están
dotadas (Nussbaum, 2020: 4328).8 Incluso, la octava de las capacidades
listadas por Nussbaum se refiere a superar un antropocentrismo estricto, y
procurar una relación próxima y respetuosa con los animales, las plantas
y el mundo natural (Nussbaum, 2020: 4194).
Por último, destacan las posturas discursivas. Este modelo de interpre-
tación privilegia la interacción social en sentido amplio como fuente de
obligaciones con respecto a otros seres, incluidos los animales. A éstos se
les puede reconocer, en el contexto de la interacción social, como seres con
los que se establecen relaciones no simétricas (Ocampo, 2014: 195). Uno
de los principales exponentes de esta corriente es Jürgen Habermas. Para
él, debemos proteger a los animales como criaturas vulnerables, pero en sí
mismos (Habermas, 2000: 226). Parece que, en general, esta teoría de la
moral es de las primeras que comienza a entender a los animales como seres
dotados de un estatus moral propio, que los podría hacer merecedores no
sólo de una consideración indirecta, sino también de derechos.
Sin embargo, para otros pensadores en el ámbito de las posturas discur-
sivas, como Adela Cortina, sólo los seres humanos seríamos posibles in-
terlocutores en el contexto del discurso, por lo que no debería reconocerse
al animal ni dignidad ni derechos. Esto se establece porque el animal no
cuenta con una condición moral previa a la conformación de la comunidad
sede del discurso. Podrán reconocerse obligaciones de cuidado, pero no un
estatus moral (Ocampo, 2014: 197 y 198). Cortina sostiene que, aunque
podemos reconocerles un valor interno, los animales no tienen dignidad y,
por lo mismo, tampoco derechos (Cortina, 2009: 19 y 20).
Esta última tesis contrasta con la posición de uno de los teóricos más re-
levantes al analizar la cuestión de los derechos de los animales: Tom Regan.
Para él, no sólo los agentes racionales y autónomos tienen un valor inhe-
8
“Ya he argumentado que la dignidad puede encontrarse en muchas versiones dife-
rentes. Todos los seres sintientes se esfuerzan por florecer y todas esas formas de aspira-
ción y esfuerzo inspiran asombro, respeto y admiración” (Nussbaum, 2020: 4328).
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rente, sino todos los “sujetos-de-una-vida” (Regan, 2004: 253).9 La apro-


ximación de Regan es una alternativa al utilitarismo de Singer; afirma que
no pueden condicionarse los deberes hacia los animales a que haya mejores
o peores consecuencias para el bienestar general, sino a que éstos serían
valiosos por sí mismos. En cualquier caso, Regan limita el reconocimiento
de derechos sólo a aquellos animales que tengan memoria y un sentido de
futuro, es decir, a los mamíferos de más de un año (Lara, 2021: 99-109).
Will Kymlicka y Sue Donaldson sostienen que para encontrar este valor
no hace falta únicamente reconocer derechos o estatus moral, sino que ha-
bría que reconocer a los animales como ciudadanos, participantes de una
democracia. En específico, los animales domésticos tendrían que ser consi-
derados una especie de cociudadanos. Lo que, según Kymlicka y Donald-
son, define a los derechos animales no es sólo el estatus moral, sino también
la calidad de relaciones que tenemos con ellos (Kymlicka y Donaldson,
2014: 204). La postura de Kymlicka y Donaldson no solamente lleva el
debate más allá del problema del reconocimiento de estatus moral o de de-
rechos, sino también a la manera en que nos relacionamos con otros seres,
desde la perspectiva de deberes o responsabilidades.10

III. Los animales ante la ley:


experiencias internacionales y locales

Hoy en día, los animales suelen ser considerados como cosas y, por lo tan-
to, como objeto del derecho de propiedad. Esta distinción originaria entre
cosas y personas se incluyó en los códigos civiles modernos en los procesos
de codificación. Sin embargo, en los últimos años se ha generado una “re-
volución teórica” en cuanto a la consideración de estas categorías jurídicas.
9
“…ser el sujeto-de-una-vida significa ser un individuo cuya vida está caracterizada
por tener creencias, deseos, memoria, percepciones, sentido del futuro, vida emocional,
sentimientos de placer o dolor, preferencias e intereses de bienestar, habilidad para iniciar
acciones en pos de alcanzar deseos u objetivos, identidad psicológica, y experiencias de
bienestar individual” (Ocampo, 2014: 205).
10
En efecto, sostienen los autores que la reflexión en torno a la cuestión animal no se
basa únicamente en el reconocimiento de derechos, sino también de propiciar comporta-
mientos responsables por parte de los animales domésticos, al considerarlos como parte
de la comunidad política. Además, el papel de los seres humanos sería el de interpretar los
intereses de los animales y propiciar entornos de comunicación (Kymlicka y Donaldson,
2014: 205 y 206).
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Códigos civiles de Alemania,11 Austria, Suiza, Francia, Portugal y Repúbli-


ca Checa han comenzado a incluir una nueva categoría a la clasificación
propuesta por la tradición del derecho privado: a los animales. En algunas
de ellas, el término utilizado es el de “seres sintientes”, pudiendo observar
una clara influencia de la teoría de Peter Singer. De esta manera, se suma
a las ya listadas de personas y cosas, dejando claro que los animales no
son cosas.
El primer documento donde se reconoció a los animales como “seres
sensibles” fue el Protocolo sobre la Protección y el Bienestar de los Ani-
males, anexo al Tratado Constitutivo de la Unión Europea, vigente desde
1999. En él se estableció que “Las altas partes contratantes, desean-
do garantizar una mayor protección y un mayor respeto del bienestar de los
animales como seres sensibles…” (Parlamento Europeo, 2006). Más ade-
lante, se incluyó el concepto de “seres sintientes” en el Tratado de Lisboa,
obligando con ello a las partes integrantes de la Unión Europea.12
En el artículo 13 de este tratado destacan dos términos: el bienestar de
los animales y el que son seres sensibles. Por ser un texto constitucional
de carácter internacional, establece los mismos como parámetros para la
actuación de los Estados y deja abierta la puerta para una interpretación que
permita hacer la ponderación de derechos tanto en el ámbito del bienestar
animal como en el de los derechos culturales o religiosos de los mismos.13
El reconocimiento del bienestar y la sensibilidad animal se considera aún
11
En Alemania, la Ley Fundamental establece: “Artículo 20a [Protección de los fun-
damentos naturales de la vida y de los animales]. El Estado protegerá, teniendo en cuenta
también su responsabilidad con las generaciones futuras, dentro del marco del orden cons-
titucional, los fundamentos naturales de la vida y los animales a través de la legislación y,
de acuerdo con la ley y el Derecho, por medio de los poderes ejecutivo y judicial”.
12
El artículo 13 de la también llamada “Versión Consolidada del Tratado de Funcio-
namiento de la Unión Europea” señala: “Artículo 13. Al formular y aplicar las políticas
de la Unión en materia de agricultura, pesca, transporte, mercado interior, investigación
y desarrollo tecnológico y espacio, la Unión y los Estados miembros tendrán plenamente
en cuenta las exigencias en materia de bienestar de los animales como seres sensibles,
respetando al mismo tiempo las disposiciones legales o administrativas y las costumbres
de los Estados miembros relativas, en particular, a ritos religiosos, tradiciones cultura-
les y patrimonio regional” (Versión Consolidada del Tratado de Funcionamiento de la
Unión Europea, 2010).
13
En este sentido, puede consultarse el caso Centraal Israëlitisch Consistorie van
België y otros del Tribunal de Justicia de la Unión Europea. En este asunto se prohi-
bió en Bélgica el sacrificio de animales sin aturdimiento previo. Asociaciones judías y
musulmanas solicitaron anular la disposición, por considerar que vulneraba su libertad
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como problemático, pero sirve como antecedente para el desarrollo legisla-


tivo posterior, como veremos en el caso de España.

IV. La Ley 17/2021 de 15 de diciembre de 2021


sobre el régimen jurídico de los animales

El 5 de enero de 2022 entró en vigor en España la Ley 17/2021 sobre el


régimen jurídico de los animales, que modifica diversos ordenamientos en
cuanto a su consideración acerca de los animales, y entre ellos se encuen-
tran el Código Civil español, la Ley Hipotecaria y la Ley de Enjuiciamiento
Civil. De lo más relevante de esta reforma es la inclusión —como ya había
ocurrido en otras legislaciones europeas o en el Tratado de Funcionamiento
de la Unión Europea— del término de “seres sintientes” para catalogar la
naturaleza de los animales y sus efectos jurídicos, así como el reconoci-
miento de una nueva categoría jurídica dentro de la legislación civil, que se
suma a la de personas y cosas (Crespo, 2022). El efecto será que tendrán un
tratamiento legal diferente al de otros objetos inanimados. Aun cuando se
seguirá aplicando, en cierta medida, el régimen de apropiación de los bie-
nes en cuanto esto vaya acorde con su naturaleza, se establece la obligación
de tomar siempre en cuenta su bienestar (Hermida y Sánchez, 2021).
En efecto, en la publicación del 16 de diciembre de 2021 del Boletín Ofi-
cial del Estado, se retoman ciertos antecedentes que justifican la modifica-
ción legislativa. Entre ellos, podemos destacar la necesidad de homologar
el ordenamiento jurídico español a las disposiciones del derecho europeo y
a otros ordenamientos de países cercanos donde ya se habían hecho refor-
mas similares (BOE-A-2021-20727), así como hacer concordante la legis-
lación civil con la penal dentro de España, ya que esta última ya reconocía
desde 2003 una distinción entre los daños a las cosas y los daños a los
animales (BOE-A-2003-21538).14

religiosa. El Tribunal de Luxemburgo reconoció que la prohibición del sacrificio sin atur-
dimiento era acorde a la libertad religiosa (TJUE, 2020).
14
Se modificó el Código Penal en 2003, donde uno de los principales cambios fue que
“h) El maltrato de animales domésticos se configura como delito cuando la conducta sea
grave, manteniéndose la falta únicamente para los supuestos leves. Asimismo, se introduce
como falta el abandono de animales”. Así, se reformó el artículo 337, que quedó redactado
de la siguiente manera: “Los que maltrataren con ensañamiento e injustificadamente a
animales domésticos causándoles la muerte o provocándoles lesiones que produzcan un
grave menoscabo físico serán castigados con la pena de prisión de tres meses a un año e
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A diferencia de códigos como el austriaco o el alemán, donde se incluía


una referencia negativa a que los animales “no son cosas”, se ha preferi-
do una formulación positiva —emulando a los códigos francés y portu-
gués— que distingue entre cosas y animales (BOE-A-2021-20727). Este
punto, que es posiblemente uno de los más relevantes de la reforma, al
menos para definir la naturaleza jurídica de los animales, se incluyó en el
libro segundo del Código Civil, titulado “De los animales, de los bienes,
de la propiedad y de sus modificaciones”, y específicamente en el título I,
llamado ahora “De la clasificación de los animales y de los bienes” (BOE-
A-2021-20727). Así, los artículos 333 y 333 bis 1 establecen:

Artículo 333. Todas las cosas que son o pueden ser objeto de apropiación
se consideran como bienes muebles o inmuebles. También pueden ser ob-
jeto de apropiación los animales, con las limitaciones que se establezcan
en las leyes.
Artículo 333 bis. 1. Los animales son seres vivos dotados de sensibili-
dad. Solo les será aplicable el régimen jurídico de los bienes y de las cosas
en la medida en que sea compatible con su naturaleza o con las disposicio-
nes destinadas a su protección.15

De acuerdo con la exposición de motivos de la reforma, aun cuando


efectivamente los animales son objeto del comercio, las relaciones de las
personas con los animales deberán estar basadas en el principio de que
éstos son seres dotados de sensibilidad, por lo que las acciones del ser hu-
mano sobre los animales tendrán que estar limitadas y encaminadas a evitar

inhabilitación especial de uno a tres años para el ejercicio de profesión, oficio o comercio
que tenga relación con los animales” (BOE-A-2003-21538).
15
Este artículo 333 bis, además, incluye los siguientes numerales: “2. El propietario,
poseedor o titular de cualquier otro derecho sobre un animal debe ejercer sus derechos
sobre él y sus deberes de cuidado respetando su cualidad de ser sintiente, asegurando
su bienestar conforme a las características de cada especie y respetando las limitaciones
establecidas en ésta y las demás normas vigentes. 3. Los gastos destinados a la curación y
al cuidado de un animal herido o abandonado son recuperables por quien los haya pagado
mediante el ejercicio de acción de repetición contra el propietario del animal o, en su caso,
contra la persona a la que se le hubiera atribuido su cuidado en la medida en que hayan
sido proporcionados y aun cuando hayan sido superiores al valor económico de éste. 4. En
el caso de que la lesión a un animal de compañía haya provocado su muerte o un me-
noscabo grave de su salud física o psíquica, tanto su propietario como quienes convivan
con el animal tienen derecho a que la indemnización comprenda la reparación del daño
moral causado”.
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el maltrato, el abandono o la provocación de una muerte cruel o innecesaria


(BOE-A-2021-20727).
Más allá de la definición de la naturaleza animal, la reforma se encamina
a regular aspectos de la relación entre los seres humanos y los animales.
Sobresalen, en este sentido, disposiciones del Código Civil acerca de la de-
finición del derecho de propiedad,16 la pérdida de la posesión,17 las cuestio-
nes sucesorias,18 el saneamiento para vicios ocultos,19 o la determinación de
qué ocurre con los animales de compañía en caso de divorcio.20 En efecto,
destaca que se vincule a la violencia doméstica con los maltratos a los ani-
males. Asimismo, los indicios de malos tratos a animales pueden ser causa
de negarle a los padres la guarda conjunta en caso de divorcio.21
También se reforman el artículo 111 de la Ley Hipotecaria relativo a la
prohibición de incluir a animales en hipotecas sobre fincas,22 así como al-
gunas disposiciones de la Ley de Enjuiciamiento Civil, donde se reconoce,
16
“Artículo 348. La propiedad es el derecho de gozar y disponer de una cosa o de un
animal, sin más limitaciones que las establecidas en las leyes. El propietario tiene acción
contra el tenedor y el poseedor de la cosa o del animal para reivindicarlo”.
17
“Artículo 460. El poseedor puede perder su posesión: 1. Por abandono de la cosa
o del animal…”.
18
“Artículo 914 bis. A falta de disposición testamentaria relativa a los animales de
compañía propiedad del causahabiente, estos se entregarán a los herederos o legatarios
que los reclamen de acuerdo con las leyes…”.
19
“Artículo 1485. El vendedor responde al comprador del saneamiento por los vicios
o defectos ocultos del animal o la cosa vendida, aunque los ignorase”.
20
“Artículo 94 bis. La autoridad judicial confiará para su cuidado a los animales de
compañía a uno o ambos cónyuges, y determinará, en su caso, la forma en la que el cónyu-
ge al que no se le hayan confiado podrá tenerlos en su compañía, así como el reparto de las
cargas asociadas al cuidado del animal, todo ello atendiendo al interés de los miembros de
la familia y al bienestar del animal, con independencia de la titularidad dominical de este
y de a quién le haya sido confiado para su cuidado. Esta circunstancia se hará constar en el
correspondiente registro de identificación de animales”.
21
“Artículo 92… 7. No procederá la guarda conjunta cuando cualquiera de los padres
esté incurso en un proceso penal iniciado por intentar atentar contra la vida, la integridad
física, la libertad, la integridad moral o la libertad e indemnidad sexual del otro cónyuge o
de los hijos que convivan con ambos. Tampoco procederá cuando el juez advierta, de las
alegaciones de las partes y las pruebas practicadas, la existencia de indicios fundados de
violencia doméstica o de género. Se apreciará también a estos efectos la existencia de ma-
los tratos a animales, o la amenaza de causarlos, como medio para controlar o victimizar
a cualquiera de estas personas”.
22
“Artículo 111. Salvo pacto expreso o disposición legal en contrario, la hipoteca,
cualquiera que sea la naturaleza y forma de la obligación que garantice, no comprenderá:
Primero. Los animales colocados o destinados en una finca dedicada a la explotación ga-
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por un lado, la inembargabilidad de animales de compañía23 y, por otro, se


adoptan medidas provisionales y definitivas en caso de divorcio.24
Del análisis somero de los cambios legislativos en materia de régimen
jurídico de los animales, estamos en situación de concluir preliminarmente
que el contenido de la ley tiene claras referencias filosóficas y morales a al-
gunas de las corrientes estudiadas en el primer apartado de este documento.
Por lo menos, podríamos identificar tres: 1) al referirse constantemente a
los animales como pertenecientes a una categoría jurídica distinta a la de las
cosas, siendo “seres sintientes”, la influencia es clara a filosofías utilitaris-
tas que podrían estar basadas en el pensamiento de Peter Singer; 2) el hecho
de que se identifiquen varios escenarios de relación entre el ser humano
y el animal nos sugiere influencias contractualistas y discursivas, y 3) al
reconocer al maltrato animal como indicio de violencia hacia otros seres
humanos, ello nos remite a las corrientes deontologistas kantianas, donde
la relación con otros seres influye en nuestra calidad moral.

V. ¿Derechos de los animales?

El estudio de los cambios introducidos por la Ley 17/2021 en torno al ré-


gimen jurídico de los animales nos puede presentar una interrogante ya su-
gerida por autores como Tom Regan o Martha Nussbaum: ¿los animales
tienen derechos?, o incluso surge el cuestionamiento relativo a si los ani-

nadera, industrial o de recreo. No cabe el pacto de extensión de la hipoteca a los animales


de compañía…”.
23
“Artículo 605. Bienes absolutamente inembargables. No serán en absoluto embar-
gables: 1o. Los animales de compañía, sin perjuicio de la embargabilidad de las rentas que
los mismos puedan generar…”.
24
“Artículo 771. Medidas provisionales previas a la demanda de nulidad, separación
o divorcio. Solicitud, comparecencia y resolución… 2… De esta resolución dará cuenta
en el mismo día al tribunal para que pueda acordar de inmediato, si la urgencia del caso lo
aconsejare, los efectos a los que se refiere el artículo 102 del Código Civil y lo que consi-
dere procedente en relación con la custodia de los hijos y uso de la vivienda, atribución,
convivencia y necesidades de los animales de compañía y ajuar familiares. Contra esta
resolución no se dará recurso alguno”.
“Artículo 774. Medidas definitivas… 4. En defecto de acuerdo de los cónyuges o en
caso de no aprobación del mismo, el tribunal determinará, en la propia sentencia, las me-
didas que hayan de sustituir a las ya adoptadas con anterioridad en relación con los hijos,
la vivienda familiar, las cargas del matrimonio, la atribución, convivencia y necesidades
de los animales de compañía, disolución del régimen económico y las cautelas o garan-
tías respectivas, estableciendo las que procedan si para alguno de estos conceptos no se
hubiera adoptado ninguna”.
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males poseen algún tipo de dignidad. El contenido de las normas analizadas


parece que se refiere primordialmente a los deberes que se tienen respecto
a éstos al ser considerados “seres sintientes”, pero no habla particularmente
de un estatus como posibles sujetos de derechos.
Uno de los problemas más apremiantes de cualquier teoría de los dere-
chos humanos es el de definir quiénes son los titulares de estos derechos
y, por lo tanto, ante quiénes se pueden reclamar tales derechos (Waldron,
1999: 226). Los retos en torno a la posible atribución de derechos a los
animales supondrán también pensar quiénes pueden ser sujetos obligados
respecto a ellos. Parece que los enfoques actuales para la determinación
de los fundamentos para reconocer la titularidad de derechos humanos son
que el sujeto cuente con la condición de “persona”, más que la de miem-
bro de la especie humana. Esta posición se conoce como “personismo”, e
implica la tarea de descubrir los rasgos que hacen que un ente pueda ser
considerado como persona.
El considerar a una entidad como persona jurídica, tal como ocurre con
las corporaciones y últimamente con otros entes, como los animales o la
naturaleza en general, conduce a pensar que serían merecedores de un trato
acorde con una dignidad superior, que establecería deberes en otros sujetos
de otorgar un determinado trato a estas entidades. Esto parece que se expli-
ca por el especial carácter moral de los derechos humanos, que se convierte
en un “ábrete sésamo”, que legitima prácticamente cualquier pretensión o
interés (Rodríguez, 2011: 24).
Por ello, estimo que la pregunta que nos hacemos al plantear la cuestión
de los “derechos animales” es más un asunto de deberes de trato hacia los
mismos. De este modo, siguiendo implícitamente a Aharon Barak, sostengo
que entes sin dignidad no pueden tener propiamente derechos “humanos”,25
aunque posiblemente sí lleguen a ejercer otro tipo de derechos.26 De cual-
25
“Si los derechos no son cosas que se tienen, sino títulos que requieren fundamen-
tación, el elemento humano en los mismos no debe perderse, ni tampoco el hecho de
que los mismos deben comprender a la dignidad humana como origen de los mismos. Si
bien los derechos humanos se basan en valores, también lo hacen en necesidades radicales
de los seres humanos, entendidas como aquellas que, de no cumplirse, generan un daño
grave, ya sea individual o social. Pero en este caso, también es necesario poder dialogar
acerca de los criterios que hacen a una necesidad real o verdadera o falsa” (Díez: 272).
26
Barak postula esta idea al analizar si las corporaciones pueden o no ser titulares
de derechos. Él menciona que, aun cuando pueden ejercer ciertos derechos, el no poseer
ontológicamente dignidad significa que éstos no pueden ser derechos “humanos” (Ba-
rak, 2015).
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quier forma, esta cuestión nos lleva a otro planteamiento interesante: si los
animales tienen al menos algún tipo de dignidad.
Recordemos que pensadores como Martha Nussbaum sugieren que la
dignidad puede encontrarse en grados y maneras diferentes, por lo que los
animales también serían poseedores de una dignidad determinada (Nuss-
baum, 2020: 4328). De acuerdo con José María Torralba, “[d]ignidad sig-
nifica valor. Alguien o algo es digno porque tiene un valor, que exige ser
reconocido por quien se relaciona con esa persona, animal o ser. Además,
tal reconocimiento lleva a actuar en consecuencia: respetándolo, protegién-
dolo y tratándolo adecuadamente” (Torralba, 2016: 197). Aun si aceptamos
esta afirmación, el reto supone aún determinar el valor de cada ente y los
deberes que se desprenden de dicho valor, ya sea instrumental o intrínseco.
Si bien la dignidad humana es un atributo de los seres humanos, que po-
demos aceptar que se posee por el mero hecho de serlo, y que de la misma
derivan ciertas exigencias prácticas de comportamiento que se van desarro-
llando —una dignidad dada y con posibles gradaciones—,27 podemos pre-
guntarnos si puede haber otro tipo de “dignidades”, como lo intuye Etinson
en un reciente artículo (Etinson, 2020: 372).28 La cuestión de la dignidad
animal podría resumirse más bien en el significado del trato digno que se
merecen, es decir, en la relación entre lo que es humano y lo no humano
(Ballesteros, 2016: 186).
En este punto, me identifico con la postura planteada por Michel Onfray,
en el sentido de que podemos encontrar similitudes entre el ser humano y el
animal, pero que esto no debe suponer animalizar al hombre ni humanizar
al animal. En efecto, podemos aceptar que compartimos un mundo de senti-
dos, emociones, afectos y comunicación, pero donde hay diferencias, unas
de grado y otras ontológicas, al fin y al cabo siempre estarán presentes (On-
fray, 2016: 256). Si queremos promover un esquema coherente de protec-
ción a otros seres, en este caso a los animales, no podemos conformarnos
sólo con enunciar la existencia de derechos o de dignidad, sino que tenemos
27
De acuerdo con Menke, la dignidad puede entenderse de cuatro maneras distintas:
1) dignidad dada y sin gradaciones; 2) dignidad dada y con gradaciones; 3) dignidad ad-
quirida sin gradaciones, y 4) dignidad adquirida con gradaciones. Si los seres humanos
tenemos, de acuerdo con él, una dignidad dada y con gradaciones, surge la pregunta de
si alguna otra entidad pudiera estar dotada de algún otro tipo de dignidad (Menke y Poll-
mann, 2010: 147-149).
28
El artículo nos invita a reflexionar en torno al concepto de dignidad y las impli-
caciones que podría tener dependiendo la concepción que se asuma, ya sea como virtud,
como valor, desde una teoría de la justicia, etcétera.
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que visualizar en la práctica las exigencias que supondría un contexto de


coexistencia con otros seres.

VI. Conclusión

La cuestión animal es un tema complejo que sugiere retos importantes, no


sólo por el ya de por sí complicado debate en torno a la atribución de un
estatus moral o derechos a los animales, sino porque nos enfrenta a la ma-
nera en que entendemos la relación entre lo humano y lo no humano y sus
efectos, tanto políticos como jurídicos o filosóficos. Diversas posturas dan
cuenta de estos retos; así, tenemos desde el deontologismo kantiano o el
contractualismo de Carruthers, de corte primordialmente antropocéntrico,
donde el ser humano es quien se ve beneficiado por un buen trato a los ani-
males, hasta posturas propuestas por pensadores como Peter Singer, en las
cuales el fundamento de atribución de derechos es la capacidad de sufrir, o
incluso posiciones que les reconocen un estatus intrínseco y, por lo tanto,
dignidad, como en el caso de Nussbaum o Tom Regan.
Estas inquietudes se han visto reflejadas en el derecho a través de la mo-
dificación de ciertas legislaciones, desde tratados internacionales hasta le-
gislaciones locales. Comprender la influencia teórica en los textos legales es
fundamental para entender su origen y sus efectos. En este sentido, destaca
la reforma que fue objeto de este análisis: la Ley 17/2021 sobre el régimen
jurídico de los animales en España. Del estudio que realizamos, podemos
colegir que esta ley se encuentra influenciada por algunas de las posturas
referidas, primordialmente por el utilitarismo de Singer al abonar el término
de “seres sintientes” para referirse a los animales, pero también por el con-
tractualismo y el deontologismo al centrarse en los deberes que tiene el ser
humano frente a los animales.
Aun cuando el contenido de la Ley 17/2021 no incluye referencia directa
a derechos atribuibles a los animales o también a la dignidad, hemos visto
que es un tema recurrente en otras legislaciones. Considerar a los animales
como “seres sintientes”, sin embargo, deja implícito el tema. En cualquier
caso, el debate está abierto, y la cuestión animal nos obliga a pensar la pro-
blemática. Con todo, si bien parecería que el lenguaje de los derechos es
el mejor para promover un respeto y deberes de trato digno para todos los
seres, debemos considerar que el mismo no es suficiente —y, en ocasiones,
tampoco necesario— para la promoción de deberes y responsabilidades con
otros.
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