Los Nueve Mundos y El Árbol Ygdrassil

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Curso: RUNAS VIKINGAS
Lic. Marinela Ramírez

Guía N° 5: LOS NUEVE MUNDOS Y EL ÁRBOL YGDRASSIL

El árbol sagrado: Yggdrasil


El concepto del árbol cósmico, como eje del mundo, está presente en todas las mitologías.
Lo vemos en el roble de los celtas; el tilo de los alemanes; el olivo de los árabes; el banano
de los hindúes; el abedul de los siberianos; el fresno de los escandinavos; etc. El hiomaragi
japonés también es valorado como un árbol cósmico, igual que el Boddhi, bajo el cual Buda
alcanzó la plena iluminación, por lo que desde entonces representa al mismo Buda en la
iconografía primitiva. Lo es también el árbol del Fruto del bien y del mal del Jardín del Edén
y en el Árbol de la Vida Cabalístico.
En el caso de la mitología nórdica se expresa con mucha fuerza, procedente de los
indómitos bosques del norte de Europa y de toda la cultura celta/nórdica desarrollada
alrededor de la sabiduría del árbol y su simbología.
Para dicha mitología, durante la creación, brotó de
la tierra un gigantesco árbol de fresno llamado
Yggdrasil, el mayor de todos los árboles y eje del
universo. Junto a él tienen los dioses su tribunal.
Sus ramas se extienden por todos los mundos y
sostiene el cielo. Las tres raíces del árbol llegan,
una hasta los Ases, otra hasta los Gigantes de
Hielo y la otra llega a Niflheim. Bajo la raíz que va
al lugar de los Gigantes está la fuente de Mimir,
que oculta la sabiduría y el conocimiento. El
gigante Mimir bebe de esta fuente, y de ella dio a
beber a Odín, quien le dio en prenda su ojo a fin de
alcanzar la sabiduría, relato que verás en un
capítulo destinado a Odín.
Así, los tres mundos, el de arriba (de los Ases), el
del medio (de los hombres) y el de abajo (de los
muertos), se comunicaban por el sagrado fresno
Yggdrasil en cuya base brotaba el manantial del
destino de donde surgieron las Nornas: Urd,
Verdandi y Skuld (pasado, presente y futuro), que modelan el destino de los hombres, su
opulencia y su miseria, tal como verás en el capítulo correspondiente a las Nornas. También
este árbol sagrado se comunica con el mundo de los elfos y de los enanos.
Este mundo de los dioses y sus gestas tendría un fin, el Ragnarok u ocaso de los dioses,
el día final donde la casta de los dioses se extinguiría en una feroz batalla mortal, cuyas
características se desarrollan en un capítulo podrás descargas posteriormente: Leyendas
Vikingas.
Según la tradición, el mundo del hombre es sólo una rama del gran Yggdrasil, el fresno
sagrado. Nueve mundos posee Yggdrasil, y por ellos pasó Odín antes de obtener el secreto
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de las runas. El árbol se divide en tres partes. Niflheim, Midgard y Asgard (raíz, tronco y
copa, respectivamente). Se puede notar en esto la representación del ciclo de nacimiento,
vida y muerte que ya sugieren las Nornas.
Además, Yggdrasil posee tres raíces: la primera se dirige hacia la Fuente de Hvergelmir; la
segunda a la fuente de Mimir; la última a la Casa de las Nornas, el Destino. Los mundos
que allí coexisten son 9:
1. Helheim o Hel, el Reino de los muertos. Aquí vienen a parar los muertos que no
merecen acompañar a los dioses en su morada, el Asgard; es decir, aquellos que
han fallecido de viejos o por enfermedad. Está situado bajo Midgard, y su centro lo
ocupa la isla Naastrand, sobre la cual se levanta una gran cámara de tortura que
espera a aquellos que fueron viles durante su vida. Al lado se construye con las
uñas de los muertos el Naiafarer Nalfgar, el drakkar con el que las hordas del mal
asaltarán Asgard un día, cuando llegue el Ragnarok, el fin del mundo.

2. Svartálfaheim, el Reino de los elfos oscuros. Mundo subterráneo en el cual viven


los maléficos elfos de la oscuridad.

3. Niflheim, el Reino de la nieve y el frío intenso. Es el solitario mundo de hielo eterno,


en él brota la fuente que alimenta todos los manantiales del universo.

4. Jotunheim, el Reino de los gigantes. Mundo-prisión en el cual viven recluidos los


gigantes de hielo y los gigantes de piedra. Impenetrables bosques de hierro y
anchos ríos que nunca se hielan impiden su fuga.

5. Midgard, el Reino de los Hombres (también conocido como Mannaheim).


Literalmente significa “Tierra Media”. Es el mundo asignado a los hombres, y en el
cual viven también los enanos. Odín, Vili y Ve crearon al primer hombre y a la
primera mujer a partir de dos troncos que encontraron en una playa. Los enanos,
antiguos gusanos del cadáver de Ymir, salieron espontáneamente de la tierra y los
dioses decidieron entonces otorgarles raciocinio y aspecto humano. Midgard tiene
forma redonda, y lo circunda un gran océano en el cual habita una gigantesca
serpiente que impide su desbordamiento rodeándolo con el cuerpo.

6. Vanaheim, el Reino de los Vanir o Vanes, una casta de dioses de la fertilidad y la


prosperidad, a los cuales los Ases sometieron.

7. Alfheim, el Reino y el hogar de los elfos de la Luz (también conocido como


Ljusalfheim). Se encuentra sobre Midgard.

8. Asgard, el Reino de los Dioses (Aesir). Es la tierra en la que moran los Ases, los
poderosos dioses comandados por Odín. Varios edificios maravillosos se levantan
en Asgard, entre los cuales destacan Bliskirnir, el castillo de Thor; los salones de
Valhala, lugar al que van los guerreros que mueren en combate; y Vingolf, centro
de reunión de las diosas. Un puente con forma de arco-iris llameante, el Bifrost,
comunica Asgard con la tierra de los hombres. El dios Heimdall lo vigila
atentamente durante día y noche.
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9. Muspelheim, el mundo primordial de fuego. Es un mundo de fuego cuyo calor


resulta insoportable incluso para los dioses. En Muspelheim hasta el aire arde. Es
el hogar de gigantes de fuego, el más poderoso de los cuales, Surtur, vigila la
entrada armado con una espada llameante.

Los nueve mundos se ordenan a lo largo de Yggdrasyl, el fresno sagrado que sostiene el
universo. En sus ramas vive el águila Traga Carroña, y también cuatro ciervos que se
comen los tiernos brotes del árbol. La raíz de Niflheim sufre los ataques del dragón alado
Nightog, que roe su dura madera poco a poco, y de cuatro serpientes que emponzoñan el
agua con la que se nutre. En Asgard, la diosa Urd cura amorosamente las heridas del fresno
con un ungüento especial. En el manantial de Jotunheim se encuentra la cabeza del dios
Mimir, al que Odín consulta con frecuencia sobre pasado, presente y futuro. Por el tronco
de Yggdrasil sube y baja una ardilla, mensajera de los insultos que Traga Carroña y
Nightog se envían entre ellos.
En el artículo anterior pudimos tener una idea general acerca de la concepción nórdica del
mundo y su ordenamiento en diferentes reinos a lo largo del Árbol Ygghdrasil. Ahora el
objetivo es profundizar en el simbolismo contenido en este árbol sagrado, para
aproximarnos a una mayor comprensión de cómo los antiguos habitantes de Escandinavia
buscaron dar una explicación sólida y permanencia; es decir, raíces, al mundo en que
vivían, pero también una justificación a mundos o dimensiones desconocidas (vida y
muerte, existencia del bien y el mal, conflicto y armonía, carencia y abundancia, etc.). Todas
éstas condiciones de origen desconocido pero indudablemente, para ellos, producidas por
fuerzas invisibles.
Como en todas las sociedades prehistóricas, la base del saber es el pensamiento mágico
como una primera explicación del mundo. Las creencias que provienen de esta forma de
pensamiento son divulgadas y perpetuadas por generaciones a través de la transmisión
oral (con sus consiguientes deformaciones) y mantenidas como verdades absolutas en
estas comunidades humanas que, por demás, permanecieron aisladas del resto del
continente europeo y sus avances filosóficos y científicos hasta avanzada la era cristiana.
Siglos antes del encuentro entre los vikingos y los pueblos invadidos, los filósofos griegos
habían sentado las bases para el conocimiento científico y avanzaban la matemática, la
astronomía, la química y otras ramas del saber humano. Estos hombres venidos del norte,
con sus creencias y prácticas mágicas ancestrales tan arraigadas, tenían una explicación
diferente de la naturaleza, del ser humano y su destino. El árbol Yggdrasil reúne y expresa
esa concepción.
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El árbol como símbolo


El árbol, para todas las tradiciones antiguas, es el símbolo por excelencia de la
manifestación concreta de la vida por su función protectora y generadora de alimento. Por
su arraigo a la tierra y por proporcionar material para la nutrición, creatividad y construcción
de nuestro mundo material, se convierte en el punto de apoyo para sostener el mundo
concreto conocido. Sus ramas se elevan al cielo y se confunden con el firmamento
inaccesible, con lo cual parecieran poder alcanzar esas luminarias y vincular así al hombre
con las fuerzas superiores que escapan de su control. El árbol, concebido de esa manera,
simboliza una vía para la búsqueda de verdades trascendentes y trascendentales que den
sentido a la existencia humana.
Para los pueblos escandinavos, el árbol es igualmente un punto de apoyo para asegurar
que no estarían a merced de fuerzas abstractas, de un vacío insondable y los rigores del
hielo y el fuego, sino amparados por un sólido fresno, el más grande del universo, que daría
sentido y orden a la existencia de dioses, humanos y bestias.
El árbol sagrado, como todo árbol, nace en la tierra y sus ramas, que llegan a ser
incontables, se extienden hacia lo alto, como una metáfora de la evolución y el ascenso de
la especie.
La formación de este Fresno del Mundo es mucho más compleja de lo que podemos percibir
a simple vista. En los primeros siete capítulos de la Edda Prosaica (o Edda en prosa), el
compilador del siglo XIII Snorri Sturluson nos legó una serie de historias y semblanzas que
nos permiten adentrarnos en el mundo de dioses, gigantes, enanos, pozos mágicos,
animales y objetos prodigiosos, todos agrupados en o alrededor del árbol del mundo, como
metáforas de la psique y experiencia humanas.

El número 9 como símbolo


Tal como hemos visto, Ygdrassil, el árbol más grande imaginable, era capaz de sostener el
mundo, la esfera de los dioses y de otros seres (enanos, elfos, gigantes, muertos, hombres,
animales, minerales y plantas), así como la bóveda celeste.
Lo que llama poderosamente la atención es que se tratara de 9 mundo, ni más ni menos, y
que a lo largo de importantes relatos el número 9 se repita con tanta frecuencia: 9 días pasó
Odín colgado de Ygdrassil para conseguir las runas, fueron 9 las gigantas que procrearon
a Bragi, la mayoría de las fuentes hablan de 9 valkirias, 9 días tardó Helmod para llegar al
Inframundo y negociar con Hel, 9 pasos dará Thor antes de morir el día del Ragnarok, etc.
Igualmente se repite el número 3, múltiplo de 9. Son 3 los seres primigenios: la vaca
Audumla, Ymir (el temible gigante de Hielo) y Bor (un gigante benigno). A partir de estos 3
seres se iniciaron las siguientes ramas, como verás más adelante en el +árbol genealógico
de Odín. Son 3 dioses quienes dieron forma al universo (Odín, Vili y Ve); 3 raíces sostienen
al Árbol Ygdrassil; 3 son sus niveles; 3 los pozos sagrados que lo irrigan y 3 las bestias que
amenazan destruirlo: Son 3 las Nornas señoras del destino; las valkirias descienden a
bañarse en los lagos en grupos de 3; también son 3 los engendros malignos de Loki, etc.
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Yggdrasil y sus tres raíces


Afianzado en tres raíces, cada una conduce a un reino: Una al Asgard, reino de los dioses,
otra a Jotunheim, reino de los gigantes de fuego y la tercera a Nifleheim, reino de los
gigantes de hielo; es decir, un basamento va hacia los dioses y los otros dos a los grupos
de sus mayores enemigos, los gigantes, triangulando así las fuerzas que mantienen el
mundo y las que quieren destruirlo.
A lo largo del Yggdrasil se ordenan nueve mundos,
distribuidos en tres planos.
1. El plano superior, asentamiento del Asgard, reino
de los dioses y, extrañamente, destino de la primera
raíz, que se extiende hacia la copa del árbol. Allí hay
muchas salas y palacios o aposentos de los diferentes
dioses. Este es el reino complejo inalcanzable,
morada de quienes ponen autoridad y dirigen los
acontecimientos. Es el plano de la memoria ancestral,
el intelecto y la razón.
2. En el plano medio o tronco del árbol, está Midgard,
la tierra media, que alberga a los seres humanos. Ella
contiene las cuatro direcciones y los cuatro
elementos. Es la tierra destinada a la humanidad y
representa la personalidad, el ego y la conciencia.
Alrededor este plano giran los ocho reinos restantes:

Yggdrasil y sus tres planos Del Norte (Northi) provienen las aguas heladas, niebla
y confusión, donde nada sobrevive. Es el polo
negativo proveniente de las reminiscencias del Nifleheim originario. En su opuesto, el Sur
(Suthri) predomina el fuego, remanente del fuego primordial y hogar de los gigantes de
fuego. De allí brotan aun chispas cálidas de vida, como polo positivo. Así, entre el Norte y
el Sur se equilibran Hielo y Fuego que permiten la vida, manifestándose en un sentido físico
y climático, en el invierno y el verano.
Al Oeste (Vestri), sobre el océano que rodea a Midgard, está el reino de los Vanes o Vanir,
dioses de la naturaleza, fertilidad, el arte y la poesía, la belleza y la laboriosidad. Aquí
residen simbólicamente los sentimientos y la intuición. En su opuesto, el Este (Austri), el
reino de los gigantes, donde el cambio es constante, a veces caótico, pero impulsa la
evolución. Aquí se representa el pensamiento racional que da impulso a la ruptura de
esquemas, al cambio.
3. El plano inferior corresponde al inframundo Ahí encontramos el mundo de los enanos
oscuros o Svartalheim, que es el reino de la forma, pues todo lo que en este reino se crea
se manifiesta en Midgard. En este tercer nivel también está Helheim, el reino de los muertos
y territorio de la diosa Hel, hija de Loki, quien está mitad viva, mitad muerta. A este reino
van las almas de seres que no han muerto honrosamente, mueren de viejos o por
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enfermedad. Allí moran en sufrimiento y en espera de una nueva muerte para renacer o
descansar. Es el plano de lo sobrenatural.

Significado del 9 para la Numerología occidental


Desde el punto de vista pitagórico, el número 9 se asocia a las palabras: sabiduría, guía,
maestro, longevidad y servicio. Si bien la concepción nórdica del mundo no tiene vínculo
con esta filosofía, que con toda certeza es posterior, existe una estrecha relación a nivel
arquetípico, pues muestra evidencias de que hay una mente colectiva, con similares
referencias, detrás de todo hecho simbólico.
Digamos en pocas palabras que, numerológicamente, el número 9 por ser el dígito más alto
en la escala de los números simples, es aquel que reúne la experiencia alcanzada a través
de todos números los anteriores. Indica consumación, maestría, plenitud y cierre de un largo
proceso, como la gestación del ser humano, que concluye al noveno mes, cuando se corona
el proceso y finaliza la etapa intrauterina para ver la luz e iniciar el siguiente ciclo de vida
terrena.
El nueve, pues, es considerado el número de maestría y perfección; ejemplo de ello, al ser
multiplicado por cualquier otro número, el 9 da como resultado 9 otra vez, pues en
Numerología, los dobles dígitos deben ser sumandos entre sí (la llamada suma teosófica)
para alcanzar un número simple. Este nuevo número se considera implícito en el primero.

9 x 1 = 9 9 x 6 = 54 = 5+4 = 9
9 x 2 = 18 = 1+8 = 9 9 x 7 = 63 = 6+3 = 9
9 x 3 = 27 = 2+7 = 9 9 x 8 = 72 = 7+2 = 9
9 x 4 = 36 = 3+6 = 9 9 x 9 = 81 = 8+1 = 9
9 x 5 = 45 = 4+5 = 9 9 x 10 = 90 = 9+0 = 9

Por ello, entre otras cosas, se le considera el número maestro, inalterable, representativo
del sabio guía. Está dotado de experiencia, por lo cual en el tarot se le asigna a El Ermitaño
(o El Eremita), el maestro, el anciano sabio. En la siguiente página puedes ver una imagen
del arcano IX, El Ermitaño o Eremita del Tarot. Él ha hecho un largo recorrido y está
dispuesto a compartir sus conocimientos (la luz) con quienes estén abiertos al aprendizaje.
Al mencionar “anciano sabio” no podemos dejar de referirnos a Carl Jung, quien incluye
este arquetipo explícitamente, en su obra Arquetipos e inconsciente colectivo. Jung definió
los arquetipos como imágenes primordiales, “formas o imágenes colectivas que se dan en
toda la tierra como elementos constitutivos de los mitos y, al mismo tiempo, como productos
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autóctonos e individuales de origen inconsciente”. Desde


este punto de vista, la elección intuitiva del número 9 pone
en evidencia un patrón simbólico de carácter universal. Éste
se puede captar, también, de manera inconsciente a lo largo
de la historia y desde cualquier cultura. Es un símbolo
compartido por la humanidad entera y por ello una expresión
arquetípica.

Algo más sobre el número 9


No es casual ni arbitrario, sino intuitivo (expresión del
“inconsciente colectivo” en términos junguianos), que los
pueblos del norte eligieran el número 9 para representar toda
la creación. Este número es espíritu y materia, culminación
y regeneración de cuanto existe. Un ciclo, un giro completo
equivale a 360º. Haciendo la suma teosófica; es decir la
reducción de esa cifra a un solo dígito, nos daría: 3+6+0=9
Por su parte el número 3, en Numerología, es considerado el número de la manifestación
divina ya que, en principio es el primer número que se puede expresarse a través de una
figura geométrica (el triángulo) por lo tanto es el primero en tener “forma”. Y el 9 es 3 veces
3, lo cual lo hace un número perfecto y completo, de consumación y realización.
Tal como hemos mencionado, estos nueve mundos no están desconectados, no son
independientes. Son interdependientes y se encuentran unidos en especial por el puente
Bífrost, el arcoíris, (de tres colores, por cierto, por haber sido hecho de fuego, agua y aire).
Permanentemente amenazado de ser cruzado por los gigantes, como en efecto ocurría en
el Ragnarok, es custodiado por Heimdall, dios de la luz, el hijo de Odín que jamás duerme.
Veamos cómo lo describen las Eddas.
“Entonces pregunto Gangleri: — ¿Qué camino hay al cielo desde la tierra?
Entonces respondió El Alto (Odín) con gran risa: —Poco sabia ha sido ahora tu pregunta.
¿Acaso no has oído contar que los dioses hicieron un puente de la tierra al cielo, que se
llama Bifrost?
Tienes que haberlo visto; quizás lo conozcas por el arco iris. Es de tres colores y muy
resistente y está hecho con más habilidad y pericia que otras obras. Pero con todo lo fuerte
que es, se romperá cuando los hijos del Muspel (los gigantes) pasen cabalgando por él, y
sus caballos deberán vadear grandes ríos y de esta manera llegarán.”
La alucinación de Gylfi – Gylfaginning
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Corolario: las “9 nobles virtudes”


La manifestación contemporánea de las creencias escandinavas antiguas, es la religión
Odinista o Ásatrú, oficialmente reconocida por Islandia (1973), Noruega (1994), Dinamarca
(2003). Suecia y España (2007).
En la década de los años 70, John Yeowell (Stubba) y John Gibbs-Bailey (Hoskuld)
de Odinic Rite basaron las nueve nobles virtudes de Ásatrú de fuentes históricas de la Edda
poética, en particular Hávamál, Sigrdrífumál y sagas islandesas.
Desde entonces, las comunidades Ásatrú (Odinistas) se rigen por las Nueve Nobles
Virtudes como referencia ética:
1. Coraje. Tengamos el coraje para afrentar los obstáculos de la vida. Y coraje para
reconocer quiénes somos.
2. Verdad. Seamos siempre sinceros con nuestros seres queridos y con nosotros mismos.
No caigamos en el abismo de la mentira.
3. Honor. Tengamos el honor de reconocer lo valeroso en nuestro enemigo. No odiemos,
pero seamos como serpiente y digamos al mundo: No te me pares encima. Y si el motivo
es honorable, luchemos por él.
4. Fidelidad. No solamente seamos fieles en nuestras vidas amorosas. Seamos fieles con
el Aesir y con el Vanir (con los dioses), con el hermano en el Kindred (grupo local de culto)
y con el amigo que nos respalda. No traicionemos por la espalda, eso no lo hace un
guerrero. Seamos Fieles a nosotros mismos y a nuestras ideas.
5. Disciplina. Tengamos disciplina para trabajar y disciplina para luchar. Nacimos sin querer
y moriremos sin querer, vivamos al menos como queramos. Pero siempre seamos
disciplinados.
6. Hospitalidad. Debe haber hospitalidad entre hermandades Odinistas, hospitalidad para
con nuestros primos celtas. Hospitalidad con el viajero y con nuestros hermanos.
7. Productividad. Si hemos comenzado una lucha por conseguir algo, no importa que
perdamos una batalla, recuerden que su misión no es ganar todas las batallas, su misión
es ganar la guerra o perderla con honor. Trabajemos con Laboriosidad.
8. Confianza. Aquel y sólo aquel que haya demostrado ser digno, démosle confianza. El
Hamaval (de la Edda Poética, Discurso del Altísimo, Odín) dice “triste el hombre sin amigos,
más le valdría no vivir”.
9. Perseverancia. Tengamos perseverancia en las empresas que comenzamos. No importa
si te caes, reanuda de nuevo el trabajo.

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