06 Ariel
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HISTORIA DE SU INTERPRETACIÓN
I. LA ÉPOCA ANTIGUA
1
Entre los trabajos sobre la historia de la interpretación del Apocalipsis pueden verse los de
M. C. TENNEY, Interpreting Revelation (Grand Rapids 1957) 136-146; E. CORSINI, “Appunti per
una lettura teologica dell’Apocalisse”, en: L. PADOVESE (ed.), Atti del II Simposio di Efeso su san
Giovanni Apostolo (Roma 1992) 187-205; C. R. KOESTER, “On the Verge of the Millennium: A
History of the Interpretation of Revelation”: WW 15 (1995) 128-136; E. LUPIERI, L’Apocalisse di
Giovanni (Milano 1999) XVII-XXXI.
2
C. DOGLIO, “Duemila Anni di Tentativi. Storia dell’Interpretazione dell’Apocalisse”: PV 6
(2000) 5.
3
Sobre Montano pueden verse las ya clásicas obras de P. DE LABRIOLLE, La crise monta-
niste (Paris 1913); ID., Les sources de l'histoire du Montanisme (Collectanea Friburgensia; Fri-
bourg-Paris 1913). También K. ALAND, “Der Montanismus und die kleinasiatische Theologie”:
ZNW 46 (1955) 109-116.
4
Para la interpretación bíblica de Orígenes, véase R. P. HANSON, Allegory and Event. A
Study of the Sources and Significance of Origen's Interpretation of Scripture (Richmond 1959).
5
En 1911 se encontró una obra en griego que contenía diversas frases comentando el
Apocalipsis. En un principio fue atribuida a Orígenes (A. DE BOYSSON, “Avons-nous un commen-
taire d’Origène sur l’Apocalypse?”: RB 10 [1913] 555-567), pero la crítica posterior se encargó de
EL LIBRO DEL APOCALIPSIS 285
mostrar que, al menos en bloque, el libro no pertenecía a él. Algunas de sus frases son atribui-
das a Ireneo, Clemente de Alejandría o Dídimo el ciego. Cf. A. G. HAMMAN (ed.), L’Apocalypse
expliquée par Césaire d’Arles. Scholies attribuées à Origène (Les Pères dans la foi III 36; Paris
1989) 164.
6
Scorpiace XI,4 (PL 2,168). Cf. R. P. HANSON, “Notes on Tertullian’s Interpretation of Scrip-
ture”: JTS 22 (1961) 274. Sobre la exégesis de Tertuliano puede verse T. P. O'MALLEY, Tertullian
and the Bible: Language - Imagery - Exegesis. Latinitas Christianorum Primaeva (Utrecht 1967);
J. H. WASZINK, “Tertullian's Principles and Methods of Exegesis”, en: W. R. SCHOEDEL-R. L.
WILKEN (eds.), Early Christian Literature and the Christian Intellectual Tradition: In Honorem
Robert M.Grant (Paris 1979) 17-31; J. F. JANSEN, “Tertullian and the New Testament”: SecC 2
(1982) 191-207.
7
In Dan 4,23 (PG 10,646). Sobre Hipólito cf. P. PRIGENT-R. STEHLY, “Les fragments du ‘De
Apocalypsi d' Hippolyte’”: TZ 29 (1973) 313-333.
8
Según C. MAZZUCCO-E. PIETRELLA, “Il rapporto tra la concezione del millennio dei primi
autori cristiani e l’Apocalisse di Giovanni”: Aug 18 (1978) 36, lo que volvió incómodo y política-
286 A. ÁLVAREZ
a) En Occidente.
El libro gozó de amplia estima, y tuvo gran aceptación entre los autores11.
La interpretación alegórica de los alejandrinos había provisto de un arma
poderosa para la deshistorización de sus visiones antirromanas, de modo
que se podía ahora espiritualizar cualquier intento de reacción contra la cris-
tiandad establecida. Así, a partir del siglo IV aparecen los primeros comenta-
rios al Apocalipsis12, y a lo largo de esta época verán la luz unas 20 obras,
algunas de ellas anónimas.
Siglo IV: la reacción contra el milenarismo.- El primero y más antiguo co-
mentario a todo el libro del Apocalipsis que haya llegado hasta nosotros es el
de Victorino de Pettau († 304), conservado gracias a la recensión de San
mente sospechoso al Apocalipsis en esta época fue: a) la teoría de los cuatro imperios (subya-
cente en Ap 6,1-8), que se remonta a Dn 7, y que expresa una oposición a las estructuras políti-
cas en general; b) su visión antijerárquica del cristianismo, como reino de sacerdotes (1,6; 5,10;
20,6); c) su vigoroso espíritu antiromano (17,7-14).
9
Sobre la teología política de Eusebio, cf. R. FARINA, “Eusebio di Cesarea e la ‘svolta cos-
tantiniana’”: Aug 26 (1986) 313-334.
10
Cf. B. CORSANI, L’Apocalisse e l’apocalitica del Nuevo Testamento (Bologna 1996) 129.
11
Para este apartado puede verse J. IRMSCHER, “La valutazione dell’Apocalisse di Giovanni
nella Chiesa antica”: Aug 29 (1989) 171-176; C. MAZZUCCO, “L’Apocalisse: testimonianze patris-
tiche e risonanze moderne”, en: M. NALDINI (ed.), La fine dei tempi. Storia e escatologia (Fiesole
1994) 9-23; M. C. PACZKOWSKI, “La lettura cristologica dell’Apocalisse nella Chiesa prenicena”:
SBFLA 46 (1996) 187-222; C. NARDI, “L’Apocalisse nella lettura dei Padri”, en: M. NALDINI (ed.),
La Bibbia nei Padri della Chiesa (Letture patristiche 8; Bologna 2000) 165-188.
12
Según Eusebio de Cesarea (HE 4,26 [PG 20,392]), ya Melitón de Sardes († 180) había
escrito una obra titulada Peri. tou/ diabo,lou kai. th/j vApokalu,yewj vIwa,nnou (“Sobre el Diablo y
el Apocalipsis de Juan”), de la que no tenemos fragmentos ni dato alguno sobre su contenido.
Posiblemente eran dos libros: Peri. tou/ diabo,lou, y Peri. th/j vApokalu,yewj vIwa,nnou. Más
seguro es el testimonio de San Jerónimo (De viris illustribus 61 [PL 23,707]), que afirma que
Hipólito († 235) había dejado un comentario al Apocalipsis, desgraciadamente también perdido.
Quizás el hecho de que los primeros intérpretes del Apocalipsis hayan sido casi todos partidarios
del milenarismo haya favorecido la desaparición de estos primeros comentarios.
EL LIBRO DEL APOCALIPSIS 287
13
PL 5, 317-344. Sobre la figura de Victorino, véase J. QUASTEN, Patrología I (BAC Maior
206; Madrid 1960) 635-637; C. CURTI, “Vittorino di Petovio”, en: DPAC II (Casale Monferrato
1984) 3612-3615. Para la edición crítica de su In Apocalypsin, cf. VICTORIN DE POETOVIO, Sur
l’Apocalypse et outres écrits. Introduction, texte critique, traduction, commentaire et index par M.
Dulaey (SC 423; Paris 1997).
14
G. BIGUZZI, I settenari nella struttura dell'Apocalisse. Analisi, storia della ricerca, interpre-
tazione (Supplementi della Rivista Biblica 31; Bologna 1996) 54-55.
15
El estudio más amplio y completo sobre el Apocalipsis perdido de Ticonio es el de K. B.
STEINHAUSER, The Apocalypse Commentary of Tyconius. A History of its Reception and Influ-
ence (European University Studies 23; Frankfurt-Bern-New York 1987). También puede verse A.
PINCHERLE, “Alla ricerca di Ticonio”: SSR 2 (1978) 357-365; E. ROMERO POSE, “La Biblia de
Alcuino y el perdido comentario al Apocalipsis de Ticonio”: RET 55 (1995) 391-397.
16
La última vez que se lo menciona es en un Catálogo del siglo IX del monasterio de St.
Gallen. Cf. G. BECKER, Catalogi Bibliothecarum Antiquarum (Bonnae 1885) 48. Según Casiodoro
(† 580), estaba dividido en cinco libros. Pero más tarde Beda († 735) lo conocerá expuesto en
tres libros.
17
Entre éstos sobresale I. M. GÓMEZ, “El perdido comentario de Ticonio al Apocalipsis.
Principios de crítica literaria y textual para su reconstrucción”, en: R. M. DIAZ (ed.), Miscellanea
Bíblica B. Ubach (Montisserati 1953) 387-411; F. LO BUE, The Turin Fragments of Tyconius’
288 A. ÁLVAREZ
Commentary on Revelation (TextS IV; Cambridge 1963); G. BONNER, “Toward a Text of Tyco-
nius”: SP 10 (1970) 9-13.
18
Cf. E. ROMERO POSE, “Ticonio y su comentario al Apocalipsis”: Salm 32 (1985) 41.
19
Según STEINHAUSER, The Apocalypse commentary of Tyconius, 2, los autores antiguos
que siguen a Ticonio son nueve. En cambio para ROMERO POSE, “Ticonio y su comentario”, 45-
48, son unos quince.
20
Cf. P. FREDRIKSEN, “Tyconius and Augustine on the Apocalypse”, en: R. K. EMMERSON-B.
MCGINN (eds.), The Apocalypse in the Middle Ages (Itaca 1993) 20-37; M. A. TILLEY, “Agustín:
¿interpretó mal a Ticonio?”: Aug 40 (1995) 297-302; P. B. HARVEY, “Approaching the Apocalyp-
se: Augustine, Tyconius and John’s Revelation”: AugStud 30 (1999) 133-151.
21
Cf. W. S. BABCOCK (ed.), Tyconius: the Book of Rules (Atlanta 1989); P. BRIGHT, The
Rules of Tyconius: Its Purpose and Inner Logic (Notre Dame 1988). En italiano: L. LEONI-D.
LEONI (eds.), Ticonio. Sette regole per la Scrittura (Epifania della Parola, Testi ermeneutici A 5;
Bologna 1997). Para la influencia posterior de esta obra, cf. G. GAETA, “Le Regole per l'interpre-
tazione della Scrittura da Ticonio ad Agostino”: ASE 4 (1987) 109-118; G. GAETA, “Il Liber Regu-
larum di Ticonio, da Agostino a Erasmo”: ASE 5 (1988) 103-124; P. C. BORI, “La ricezione delle
Regole di Ticonio, da Agostino a Erasmo”: ASE 5 (1988) 125-142.
22
PL 35,2417-2452. Sobre la paternidad de Cesáreo de Arlés de estas homilías, cf. G. MORIN,
“Le commentaire homilétique de S. Césaire sur l’Apocalypse”: RBen 45 (1933) 43-61.
23
Para la edición crítica de Cesáreo, véase G. MORIN (ed), S. Caesarii Arelatensi Opera
Omnia. Expositio de Apocalypsi S. Johannis II (Maredsous 1942).
EL LIBRO DEL APOCALIPSIS 289
b) En Oriente.
En Oriente, el mal uso que del Apocalipsis hacían las sectas, así como su
sospechosa actitud antiimperial, hizo que su lectura entrara en crisis. El es-
fuerzo de Orígenes y de Dionisio por instaurar el sentido espiritual no fue
suficiente, y el hecho de que más tarde Eusebio lo colocara entre los libros
sospechosos hizo que muchos terminaran ignorándolo, cuando no denigrán-
dolo. Así se entiende el silencio de los Padres griegos sobre él.
Sólo tenemos tres comentarios al Apocalipsis en Oriente.
24
En español tenemos la edición de A. DEL CAMPO HERNÁNDEZ (ed.), Comentario al Apoca-
lipsis de Apringio de Beja. Introducción, texto latino y traducción (Estella 1991).
25
PL 68, 793-936. La mejor edición crítica de la obra de Primasio es A. W. ADAMS (ed),
Primasius episcopus Hadrumentinus, Commentarius in Apocalypsin (Brepols 1985).
26
Su libro fue conocido en el occidente sobre todo gracias a Beda, quien lo uso ampliamente
en su comentario. Cf. G. BONNER, Saint Bede in the Tradition of Western Apocalypse Commen-
tary (Jarrow 1966) 7.
27
Complexiones Apocalypsis Ioannis (PL 70, 1405-1418).
28
Cf. LUPIERI, L’Apocalisse, XXI.
29
Un estudio sobre la relación entre los comentarios de Victorino, Ticonio, Cesáreo de Arlés,
Apringio, Primasio y Casiodoro puede verse en R. GRYSON, “Les commentaires patristiques
latins de l’Apocalypse” I: RTL 28 (1997) 305-337.
290 A. ÁLVAREZ
Fue la época de oro del Apocalipsis, ya que durante este tiempo la Iglesia
tomó de él muchas de sus enseñanzas. Pasó a ser la fuente del arte y del
sentir cristiano39. Podemos dividirla en dos grandes momentos.
37
C. NARDI, “L’ermeneutica di Andrea e Areta di Cesarea: il triplice senso biblico nei loro
Commenti all'Apocalisse”: VH 8 (1,1997), número monográfico a cargo de S. TAROCCHI y L.
MAZZINGHI (eds.), “Ecco l'uomo”, Studi in memoria di Mons. Valerio Mannucci, 169-198.
38
Así lo afirma SCHMID, “Der griechische Text”, 254. Hay que esperar hasta el siglo XII para
encontrar el primer comentario de un autor sirio, Dionisio Bar Salibi († 1171), obispo de Amida,
el cual, retomando la antigua interpretación de Hipólito, intenta explicar el sentido de los tormen-
tosos acontecimientos que le tocó vivir.
39
Para este período véase el ya citado libro de EMMERSON y MCGINN (eds.), Apocalypse in
the Middle Ages. Según EMMERSON, “Scholarship has not fully appreciated the full extent of the
influence of the Apocalypse on medieval culture” (p. 294, nota 31).
40
PL 93, 129-206. Cf. J. A. GILES (ed.), Venerabilis Bedae opera quae supersun tomnia XII
(Londini 1844) 337-452.
41
Cf. ROMERO POSE, “Ticonio”, 43-44; J. F. KELLY, “Bede and the Irish Exegetical Tradition
on the Apocalypse”: RBen 92 (1982) 393-406.
292 A. ÁLVAREZ
42
La edición crítica de la obra de Ambrosio Autperto puede verse en R. WEBER (ed), Ambro-
sius Autpertus, Opera. Espositionis in Apocalypsin Libri X (Brepols 1975).
43
Cf. S. BOVO, “Le fonti del Commento di Ambrogio Autperto sull’Apocalisse”, en: A. METZIN-
GER (ed.), Miscellanea biblica et orientalia R. P. Athanasio Miller completis LXX annis oblata
(Studia Anselmiana 27-28; Roma 1951) 372-403.
44
C. LEONARDI, “Spiritualità di Ambrogio Autperto”: StMed 9 (1968) 1-131.
45
La edición generalmente citada del comentario de Beato es la de E. ROMERO POSE (ed.),
Sancti Beati a Liebana Commentarius in Apocalypsin I-II (Scriptores Graeci et latini consilio
Academiae Lynceorum editi; Romae 1985). Véase también J. GONZÁLEZ ECHEGARAY (ed.), Beato
de Liébana: Obras completas (BAC Mayor 47; Madrid 1995). Para el texto que sigue Beato, cf.
M. C. DÍAZ y DÍAZ, “La tradición del texto de los Comentarios al Apocalipsis”, en: Actas del Sim-
posio para el estudio de los códices del Comentario al Apocalipsis de Beato de Liébana. Madrid,
22-25 de noviembre de 1976, I (Madrid 1978) 215-247.
46
Un estudio sobre el comentario de Beda y Beato puede verse en R. GRYSON, “Les com-
mentaires patristiques latins de l’Apocalypse” II: RTL 28 (1997) 484-502.
47
J. GIL FERNÁNDEZ, “Los terrores del año 800”, en: Actas del Simposio para el estudio de
los códices del Comentario al Apocalipsis de Beato de Liebana (Madrid, 22-25 de noviembre de
1976) I (Madrid 1978) 216. Beato murió dos años antes de esa fecha, así que no pudo compro-
bar lo errado de su predicción.
48
Perdida la obra original, sólo se han conservado 25 códices ilustrados, de los siglos IX al
XIII, que del autor del Comentario han tomado el nombre de “Beatos”. Véase J. YARZA LUACES,
Beato de Liébana. Manuscritos Iluminados (Barcelona 1998) donde se recoge las miniaturas
más importantes de los códices.
EL LIBRO DEL APOCALIPSIS 293
49
Commentarium in Apocalypsin (PL 100, 1085-1156).
50
Cf. TH. W. MACKAY, “Apocalypse Comments by Primasius, Bede and Alcuin: Introduction-
ship, Dependency and Individuality”, en: M. F. WILES-E. J. YARNOLD-P. M. PARVIS (eds.), Studia
Patriótica 36: Paper Presented at the Thirteenth Internacional Conference on Patristic Studies
Held in Oxford 1999 (Leuven 2001) 28-34.
51
Expositionis in Apocalypsin B. Joannis libri septem (PL 117,937-1220).
52
Su libro, Expositionem Apocalypsis Admonitio, ha sido publicado erróneamente entre las
obras de san Ambrosio, en la Patrología Latina 17,841-1058. Estudios críticos posteriores lo
ubican en el siglo XII. Cf. G. KRETSCHMAR, Die Offenbarung des Johannes. Die Geschichte ihrer
Auslegung im 1. Jahrhundert (Calwer Theolgosiche Monographien 9; Stuttgart 1985) 137.
53
Expositio in Apocalypsim (PL 165, 605-736).
54
Para las consecuencias históricas en la Edad Media de la interpretación del Apocalipsis
por parte de Victorino, Ticonio, Jerónimo, Primasio, Ambosio Autperto, Beato de Liébana y Hai-
mo de Halberstadt, cf. D. W. LUMSDEN, And Then the End Will Come. Early Latin Christian Inter-
pretations of the Opening of Seven Seals (New York-London 2001).
294 A. ÁLVAREZ
a) Joaquín de Fiore.
Pero en el siglo XII surge en Italia una nueva forma de interpretar el Apo-
calipsis, con Joaquín de Fiore (1135-1202)55. Este monje calabrés, de la or-
den del Cister, usó el Apocalipsis para exponer sus propias ideas, con una
novedad y una fuerza tal que sólo se explican por el hecho de que él mismo
se creía un iluminado56. Según él, toda la historia humana se desarrolla en
tres fases o etapas, de 42 generaciones cada una; en total, 1260 años por
etapa57. La primera edad, del Padre, terminó con el AT; la segunda, del Hijo,
empezó con la venida de Jesucristo y estaría por terminar en su época; y la
tercera, del Espíritu, comenzaría precisamente en el año 1260.
Partiendo de esta concepción de la historia, Joaquín de Fiore escribió en
1195 su Expositio in Apocalypsim58, donde divide el libro de Juan en ocho
partes. A cada una de ellas le corresponde una época de la historia de la
Iglesia, las cuales se caracterizan por un ‘orden’ o modo de vida religioso, y
por un perseguidor de turno59. Mediante la técnica de la ‘recapitulación’, Joa-
55
Joaquín nació en Célico, aldea de Calabria. Ingresó en la Orden del Cister, pero conside-
rando que ésta se había relajado en la disciplina original de San Bernardo, se retiró a las monta-
ñas de Calabria y se instaló en Fiore, donde fundó con algunos de sus discípulos un monasterio
bajo la regla más rigurosa del Cister. Su congregación se extendió luego por casi toda Italia.
Para su biografía cf. H. GRUNDMANN, Gioacchino da Fiore. Vita e opere (Opere di Gioacchino da
Fiore: testi e strumenti 8; Roma 1997).
56
B. MCGINN, Visions of the End. Apocalyptic Traditions in the Middle Ages (New York 1998)
130.
57
Dando a cada generación la duración de 30 años, 42 generaciones hacen 1260 años. Así,
Joaquín le dio una nueva y original interpretación a las cifras tradicionales de Dn 7,25 y de Ap
11,2; 12,6.
58
La obra puede verse en E. K. BURGER (ed.), Joachim of Fiore, Enchiridion super Apoca-
lypsim, with Notes and Introduction (Toronto-Ontario 1986). También en K. V. SELGE (ed),
Gioacchino da Fiore: introduzione all’Apocalisse (Opere di Gioacchino da Fiore: testi e strumenti
6; Roma 1995).
59
Estas ocho partes son: 1) El “orden” de los apóstoles, que enfrenta el ataque de los judíos
(Ap 1-3); 2) El “orden” de los mártires, perseguido por los emperadores (Ap 4-7); 3) El “orden” de
los doctores, combatido por los herejes (Ap 8-11); 4) El “orden” de los monjes, perseguidos por
los musulmanes (Ap 12-14); 5) La Iglesia de Roma, hostigada por los emperadores alemanes
(Ap 15); 6) El tiempo de Joaquín de Fiore, en el que deberá enfrentarse con el Dragón (Ap 16-
19); 7) El reino de Cristo, en el que Satanás será derrotado (Ap 20); 8) La consumación definitiva
(Ap 21-22). Cf. E. R. DANIEL, “Joachim of Fiore: Patterns of History in the Apocalypse”, en: EM-
MERSON-MCGINN, Apocalypse in the Middle Ages, 80.
EL LIBRO DEL APOCALIPSIS 295
b) El joaquinismo.
Siguiendo esta misma línea, el franciscano Nicolás de Lira (1270-1340)
compuso en 1329 su gran comentario bíblico Postillae Perpetuae in Univer-
60
A. RODOLFI, “Regno millenario e fine del mondo nell’ «Enchiridion super Apocalypsim» di
Gioacchino da Fiore”, MR 8 (1997), 1-24. Como afirma B. MCGINN, The Calabrian Abbot.
Joachim of Fiore in the History of Western Thought (New York 1985) 154: “Probably no single
part of the long commentary shows Joachim’s break with 700 years of Latin exegetical tradition
more decisively than his treatement of the Apocalypse’s description of the thousand-year reign of
Christ and the saints upon earth”.
61
Según MCGINN, The Calabrian Abbot, 108: “No other apocalyptic author was as concerned
as Joachim with the ordering of history”.
62
Las ideas teológicas de Joaquín de Fiore fueron criticadas por Tomás de Aquino. Cf. J. I.
SARANYANA, Joaquín de Fiore y Santo Tomás de Aquino. Historia doctrinal de una polémica
(Pamplona 1979). En 1215 el IV Concilio de Letrán condenó su doctrina trinitaria, y en 1263 el
Concilio de Arlés condenó en bloque toda su producción teológica. Cf. E. REINHARDT, “Joaquín
de Fiore y el IV Concilio Lateranense”: AHIg 11 (2002) 95-104. Como Joaquín afirmaba que la
era del Hijo, es decir del Evangelio, debía ser reemplazada por otra del Espíritu, después de su
muerte circuló la noticia de que éste había intentado reemplazar las Escrituras y el Evangelio
con un Evangelio Eterno que él mismo había compuesto, idea que perduró en diversos círculos
esotéricos. Cf. M. REEVES-W. GOULD, Joachim of Fiore and the myth of the Eternal Evangel in
the nineteenth century (Oxford 1987).
296 A. ÁLVAREZ
63
Para el estudio de esta obra véase PH. D. KREY, Nicholas of Lyra’s Apocalypse Commen-
tary, transl. with an introd. and notes (Kalamazoo 1997).
64
Cf. PH. D. KREY-S. L. SMITH, Nicholas of Lyra: The Senses of Scripture (Leiden 2000).
Véase también M. TABET, “El misterio de la Revelación divina en la Biblia según Nicolás de Lira”,
en: C. IZQUIERDO (ed.), Dios en la Palabra y en la Historia (Pamplona 1993) 569-578.
65
La visión optimista de la historia de Joaquín de Fiore con el anuncio de la llegada, des-
pués de la etapa del anticristo que se pensaba inminente, de una época de esplendor y prospe-
ridad, influyó en innumerables pensadores posteriores como Lessing, Schelling, Fichte, Hegel,
Marx, Bloch e incluso Hitler. La gran repercusión de las ideas joaquinitas ha sido estudiada por
HENRI DE LUBAC en su obra enciclopédica La postérité espirituelle de Joachim de Flore (Paris
1978 [vol I], 1981 [vol II]). Véase también R. RUSCONI (ed.), Storia e figure dell’Apocalisse fra
‘500 e ‘600. 4º Congresso internazionale di studi gioachimiti (Opere di Gioacchino da Fiore: testi
e strumenti 7; Roma 1997); G. L. POTESTÀ, “Linee di ricerca e questioni aperte riguardo a Gioac-
chino da Fiore e alla sua eredità storica e dottrinale”: AHIg 11 (2002) 105-112. Uno de los más
claros y mejores escritos sobre el pensamiento y la influencia de Joaquín de Fiore es el artículo
de M. REEVES, “The Originality and Influence of Joachim of Fiore”: Traditio 36 (1980) 269-316.
66
Para las principales debilidades del modelo historicista, cf. OSBORNE, Revelation, 19.
67
Cf. A. DE ZABALLA BEASCOECHEA, “La discusión conceptual sobre el milenarismo y mesia-
nismo en Latinoamérica”: AHIg 10 (2001) 357.
68
Este franciscano siciliano escribió en 1254 la obra Liber Introductorius in Evangelium
Aeternum, condenada por la Iglesia y destruida. Algunos extractos han sobrevivido, y han sido
editados en H. DENIFLE, “Protocoll der Commission zu Anagni”: ArchLitKgMA 1 (1885) 99-142;
EL LIBRO DEL APOCALIPSIS 297
ID., “Das Evangelium aeternum und die Commission zu Anagni”: ArchLitKgMA 1 (1885) 49-98.
Véase también B. TÖPFER, “Eine Handschrift des Evangelium aeternum des Gerardino von
Borgo San Donnino”: ZG 8 (1960) 156-163.
69
R. ORIOLI (ed.), Fra Dolcino. Nascita, vita e morte di una eresia medievale (Milan 1983); C.
MORNESE, Eresia dolciniana e resistenza montanara (Roma 2002); G. BURATTI, L'anarchia cris-
tiana di fra Dolcino e Margherita (Pollone [Biella] 2002).
70
Cf. D. BURR, Olivi’s peaceable kingdom. A Reading of the Apocalypse commentary (Phila-
delphia 1993); E. PISPISA, Gioacchino da Fiore e i cronisti medievali (Messina 1988).
71
Un comentario al Arbor vitae crucifixae puede verse en M. DAMIATA, Aspettando l'Apoca-
lisse in fervore e furore con Ubertino da Casale (Arbor vitae crucifixae) (Roma 2000).
72
Cf. L. VON AUW, “La vraie église d'après les lettres d'Angelo Clareno”, en: L'attesta dell'età
nuova nella spiritualità della fine del medioevo. Convegni del Centro di studi sulla spiritualità
medievale III, 16-19 ottobre 1960 (Todi 1962) 433-442. G. L. POTESTÀ, Angelo Clareno dai poveri
eremiti ai Fraticelli (Nuovi Studi Storichi 8; Roma 1990).
73
General de la OFM entre 1247 y 1257, y destituido del cargo por San Buenaventura, que
quiso limpiar la orden de los ‘espirituales’.
74
Por algunas secciones de la Divina Commedia, como Infierno 19,106-111; Purgatorio
29,64-105; 32,109-160. Cf. P. ARMOUR, “L’Apocalisse nel canto XXIX del Purgatorio”, en: G.
BARBLAN (ed.), Dante e la Bibbia. Atti del Convegno Internazionale promosso da ‘Biblia’ 26-27-28
settembre 1986 (Firenze 1988) 145-149.
75
Cf. K. G. NEWPORT, “Revelation 13 and the Papal Antichrist in Eighteenth-Century Eng-
land: A Study in New Testament Eisegesis”: BJRL 80 (1997) 143-160.
76
Sobre la interpretación historicista F. F. Bruce comenta: “No important contribution to
exegesis of Revelation was made by (historicists), whether J. A. Bengel in Germany or Joseph
298 A. ÁLVAREZ
1. La interpretación futurista
Con el despertar del espíritu humanista científico y crítico del Renacimien-
to decayó la espiritualidad de la Época Medieval, y en muchos sectores se
perdió el interés que había por las profecías. Surgió entonces a fines del
siglo XVI, como reacción a las excesivas fantasías exegéticas del método
historicista precedente, un nuevo sistema interpretativo que acentuaba la
óptica escatológica. Según este sistema, las visiones del Apocalipsis se refie-
ren a los acontecimientos finales de la historia, sin decir nada de la fase in-
termedia. Sólo profetizaban los eventos del fin del mundo.
Esta exégesis fue inaugurada por el jesuita español Francisco Ribera
(1537-1591), autor del voluminoso Commentarii in Apocalypsin, publicado en
Salamanca en 1591, y uno de los primeros comentarios propiamente moder-
nos al Apocalipsis. Según Ribera, el libro de Juan se refiere a los primeros
tiempos de la Iglesia sólo hasta Ap 6,8. A partir de allí se narran las calami-
dades inmediatamente anteriores al Anticristo. Y desde el capítulo 11 se
describen las persecuciones que sufrirá la Iglesia en los últimos tiempos77.
Esta visión de la obra de Juan tuvo éxito, y fue seguida por otros autores,
como Roberto Bellarmino (1542 - 1621 )78, Brás Viegas (1554-1599), Benito
Pereyra (1535-1610), y el famoso jesuita belga Cornelio a Lápide (1567-
1637)79.
Mede, Sir Isaac Newton, and William Whiston in England. The book itself has suffered in its
reputation from the extravagances of some of its interpreters, who have treated it as if it were a
table of mathematical conundrums or a divinely inspired Old Moore’s Almanack”; cf. F. F. BRUCE,
Revelation (Grand Rapids 1986) 1595.
77
F. RIBERA, In sacra beati Iohannis Aposstoli et Evangelistae Apocalypsim Commentarii
(Salamanca 1591) 333. Un estudio sobre el comentario de Ribera puede verse en A. SALERNO,
“Chiesa e storia del Commmento all’Apocalisse di Francisco de Ribera S. J. (1537-1591)”: Laós
2 (2,1995) 35-48. Ribera murió al año siguiente de publicado su libro, de modo que no pudo
desarrollar ulteriormente su óptica. Según él, los tres años y medio de tribulaciones de las que
habla el Apocalipsis no deben tomarse simbólicamente (para evitar las arbitrarias fantasías) sino
literalmente, y sería una época inmediatamente anterior a la segunda venida de Cristo.
78
En su obra publicada entre 1581 y 1593, y titulada De Controversiis Christianae Fidei,
Adversus Huius temporis haereticos, en la que trasladaba estas profecías hacia el futuro.
79
En su comentario al Apocalipsis de 1625. Cf. R. OSCULATI, “‘Hic Romae’: Cornelio a Lapi-
de commentatore dell’Apocalisse al Collegio Romano”, en: RUSCONI, Storia e figure, 315-329;
sobre la lectura jesuítica del Ap en esa época, cf. A. SALERNO, “Chiesa e storia nel Commento
all’Apocalisse di Gregorio Ferrari (1580-1659)”: Laós 4 (1997) 35-55.
EL LIBRO DEL APOCALIPSIS 299
2. La interpretación preterista
En el siglo XVI, y paralelamente a la interpretación futurista, surgió un
segundo modo de leer el Apocalipsis, como reacción al método de la historia
universal difundido por Joaquín de Fiore. Es la lectura llamada de la historia
contemporánea. Según ésta, los símbolos del Apocalipsis señalan principal-
mente a los sucesos de la época del autor, es decir, hacen referencia a las
dificultades que debían enfrentar en el siglo I las nacientes comunidades
cristianas en relación con el judaísmo y el Imperio Romano83.
El iniciador de este sistema fue el dominico belga Johan Henten (1499-
1566), famoso corrector de la Vulgata84, seguido por Alfonso Salmerón
(1515-1585). Pero su gran sistematizador y propulsor fue el jesuita español
Luis de Alcázar (1554-1613) en su monumental obra Vestigatio arcani sen-
80
Éstas son: 1) De Adán hasta la caída; 2) Desde la caída hasta Noe; 3) Desde el diluvio
hasta Abraham; 4) Desde Abraham hasta Sinaí; 5) Desde Sinaí hasta la cruz; 6) Desde la cruz
hasta la segunda Venida; 7) Desde la Segunda Venida hasta el Reino Eterno. Cf. C. I. SCOFIELD,
Rightly Dividing the Word of Truth (Neptune 1896) 9-11.
81
Aunque el dispensacionalismo fue rechazado por la mayoría de las iglesias americanas a
fines del siglo XIX, sin embargo a partir del siglo XX logró gran aceptación entre los movimientos
pentecostales fundamentalista, y hoy goza de enorme popularidad.
82
Véase G. K. BEALE, The Book of Revelation (Grand Rapids-Michigan-Cambridge 1999) 46-
47.
83
Para el significado del preterismo, cf. T. ICE, “What Is Preterism?”, en: LAHAYE-ICE, The
End Times Controversy, 17-35.
84
En su libro Enarrationes in Acta Apostolorum et in Apocalypsin (Louvain 1845).
300 A. ÁLVAREZ
85
Según Alcázar, Ap 1-11 describe el rechazo de los judíos y la destrucción de Jerusalén
por los romanos; Ap 12-19 la derrota del mundo pagano y la conversión del imperio romano al
cristianismo; Ap 20 la persecución del anticristo Nerón; y Ap 21-22 el triunfo de la Iglesia Católi-
ca Romana. Al igual que el sistema futurista, el sistema preterista de Alcázar buscaba eliminar la
aplicación del Apocalipsis al tiempo intermedio de la Iglesia y a las polémicas antipapales. Véase
el estudio sobre Alcázar de F. CONTRERAS, “Luis de Alcázar, Vestigatio arconi sensus in Apoca-
lypsi (1614). Presentación, estudio y comentarios”: ATG 58 (1989) 51-168.
86
Siguieron también la visión preterista estudiosos como H. Grotius (1583-1645), H. Ham-
mond (1605-1660), J. Lightfoot (1601-1675), J. Le Clerc (1657-1736), M. S. Terry (1840-1914), y
P. Schaff (1819-1893).
87
Por ejemplo, J. MOFFATT, The Revelation of St. John the Divine, The Expositor’s Greek
Testament (London 1910).
88
Por ejemplo, J. S. RUSSELL, The Parousia: A Critical Inquiry into the New Testament Doc-
1
trine of Our Lord's Second Coming (Grand Rapids 1999 [1887 ]); S. GREGG, Revelation: Four
Views. A Parallel Commentary (Nashville 1997) 248.
89
Para una historia del preterismo, cf. T. ICE, “The History of Preterism”, en: LAHAYE-ICE, The
End Times Controversy, 37-66.
EL LIBRO DEL APOCALIPSIS 301
90
Así por ejemplo J. G. HERDER en su comentario Das Buch von der Zukunft des Herrn, des
Neuen Testaments Siegel, Riga 1779. Antes que él, J. Hardouin (1741), J. J. Wetstein (1752), J.
Harenberg (1759), y F. Abauzit (1770). Después que él, H. G. Hartwig (1780). Cf. Lupieri,
L’Apocalisse, XXIV.
91
Cf. W. BOUSSET, The Antichrist Legend. A Chapter in Christian and Jewish Folklore (Lon-
don 1896) cuyo estudio sobre el mito del anticristo marcó una época en la exégesis.
92
A. F. LOISY, L’Apocalypse de Jean (Paris 1923).
93
Sus obras en esta línea son numerosas. Véase por ejemplo H. GUNKEL, Zum
religionsgeschichtlichen Verständnis des Neuen Testaments (FRLANT 1; Göttingen 1903). Gun-
kel es considerado el fundador de la crítica de las formas.
94
R. H. CHARLES, A Critical and Exegetical Commentary on the Revelation of St. John I
(Edinburgh 1920) L-LV.
302 A. ÁLVAREZ
95 3
E. B. ALLO, Saint Jean, L’Apocalypse (Paris 1933).
96 5 1
C. BRÜTSCH, La Clarté de l’Apocalypse (Genève 1965 [ 1940]).
97 3
A. WIKENHAUSER, Die Offenbarung Johannes (Das Neue Testament 9; Regensburg 1959
1
[ 1947]).
98
M.-É. BOISMARD, “‘L’Apocalypse’ ou ‘les apocalypses’ de S. Jean”: RB 56 (1949) 507-527.
99 2 1
U. VANNI, La struttura letteraria dell'Apocalisse (Brescia 1980 [ 1971]).
100
Para un análisis de los estudios del Apocalipsis en el último cuarto del siglo XX, cf. C.
MAZZUCCO, “A proposito di alcuni studi recenti sull’Apocalisse”: RivB 31 (1983) 213-225.
101
Cf. K. KOCH, The Rediscovery of Apocalyptic: A Polemical Work on a Neglected Area of
Biblical Studies and Its Damaging Effects on Theology and Phiilosophy (SBT 22; Naperville
1972); P. SACCHI, “L’apocalittica e il problema del male”: PV 25 (1980) 325-329.
102
Cf. U. VANNI, “L’Apocalypse johannique. État de la question”, en: LAMBRECHT, L'Apoca-
lypse, 27-28; M. DE GROOTE, “Apokalyptik und die eigene Art der Johannesapokalypse”: BZ 46
(2002) 103-106.
EL LIBRO DEL APOCALIPSIS 303
3. El modelo pascual
107
En una conferencia pronunciada en Roma el 20 mayo 1981, y evocada por I. DE LA POT-
TERIE, María en el misterio de la Alianza (Madrid 1993) 285.
108
CORSINI, Apocalisse, 41-42.
109
En los años siguientes a la publicación del libro de Corsini pude leer 24 recensiones. La
constatación fue que los teólogos italianos y franceses en líneas generales fueron más bien
receptivos con la nueva opinión. Incluso un exegeta de la talla de X. León Dufour la acogió
favorablemente, le dio todo su apoyo haciendo traducir el libro para su colección de estudios
bíblicos que dirige en la Editorial Seuil, y escribió incluso el prólogo, en el cual afirma animosa-
mente que ningún nexo une indisolublemente al Apocalipsis con el final de los tiempos, y que
por consiguiente la hipótesis de Corsini ofrece indudables ventajas sobre todas las otras que se
han propuesto hasta ahora. Puede verse esta versión francesa en E. CORSINI, L’Apocalypse
maintenant (Paris 1984) 9-14. En cambio los biblistas ingleses se mostraron más escépticos. Y
los alemanes directamente la ignoraron. La primera recensión de un autor alemán que pude
encontrar fue seis años posterior a la publicación del libro, lo cual demuestra el poco interés que
despertó en ese ambiente.
EL LIBRO DEL APOCALIPSIS 305
parte de las visiones del libro aparece referido a las etapas del AT, que pre-
paran y desembocan en la venida de Cristo110.
El modelo de Corsini tuvo un entusiasta partidario en M. Goémine111. Su
comentario se sitúa en la misma línea del de Corisni, y al igual que éste
considera el Apocalipsis no ya como una miranda hacia el fin de los tiempos,
sino como una recapitulación de toda la historia bíblica hasta llegar al
misterio pascual de Jesucristo. Gémine explota al máximo este nuevo filón,
en el que cree encontrar la clave principal para entender todo el libro de
Juan112.
110
A la obra de Corsini se le ha hecho fundamentalmente dos críticas. La primera es que,
quizás por no ser biblista, carece de un análisis exegético que justifique su postura. La segunda,
que no ofrece prueba alguna de las cosas que afirma, además de que a lo largo de las 560
páginas del libro no hay absolutamente ninguna nota, y casi no tiene bibliografía.
111
M. GOEMINE, L’Évangile de Jésus-Christ selon l’Apocalypse de saint Jean (Paris 1995)
112
GOEMINE, L’Apocalypse, 8.
113
P. PRIGENT, L’Apocalypse de Saint Jean (Paris 1981). Casi veinte años después publicó
una edición totalmente renovada y aumentada, siempre en la misma línea: P. PRIGENT,
L’Apocalypse de Saint Jean (Commentaire du Nouveau Testment 14; Genève 2000).
114
Aunque Prigent destaca en varios pasajes el aspecto de realización de la nueva Jerusa-
lén, sin embargo se lo ve fluctuar permanentemente entre la realización y la espera futura.
306 A. ÁLVAREZ
115
P. PRIGENT, Les secrets de l’Apocalypse. Mystique, ésotérisme et apocalypse (Paris
2002).
116
PRIGENT, Les secrets, 25-27.
117
PRIGENT, Les secrets, 37-62.
118
PRIGENT, Les secrets, 93.
119
Aunque no tuvo muchos seguidores, podemos encontrar algunos intentos en este senti-
do, como el trabajo de J. MANIPARAMPIL, “A Spiral-Theological Literary Structure (An Overall
Structure to the Book of Revelation)”: Biblebashyam 27 (2001) 44-75, para quien el Apocalipsis
es una interpretación de la primera venida de Jesús, si bien su segunda venida está entrelazada
con la primera.
EL LIBRO DEL APOCALIPSIS 307
V. CONCLUSIÓN
1. El modelo simbólico
Llamado también espiritual, o idealista, o de la teología de la historia, con-
siste en interpretar las imágenes y visiones del Apocalipsis de una manera
simbólica, es decir, sin relación con acontecimientos históricos determinados.
Según este sistema, las escenas del libro tienen sólo un valor teológico, espi-
ritual, aplicable a la Iglesia de todos los lugares y de todos los tiempos, por-
que expresan el constante drama, que durará tanto como el mundo, de la
lucha entre el bien y el mal, entre la Iglesia y los poderes de este mundo,
hasta la venida triunfal de Jesucristo. Según este sistema, pues, el Apocalip-
120
Sobre los sistemas interpretativos, cf. A. FEUILLET, “Les diverses méthodes d’interpré-
tation de l’Apocalypse et les commentaires récentes”: AdC 71 (1961) 257-270; D. MOLLAT, “Prin-
cipi d’interpretazione dell’ Apocalisse”, en: ASSOCIAZIONE BIBLICA ITALIANA, Apocalisse (Brescia
1967) 9-36; B. MARCONCINI, “Differenti metodi nell’interpretazione dell’Apocalisse”: BeO 18
(1976) 121-131; A. F. JOHNSON, “Revelation” (The Expositor’s Bible Commentary 12; Grand
Rapids 1981) 408-413; C. M. PATE (ed.), Four views on the book of Revelation (Grand Rapids
1998).
121
Véase por ejemplo BEALE, Revelation, 44-49. Una excepción la constituye S. BARTINA,
“Apocalipsis de San Juan”, en: La Sagrada Escritura. Texto y comentario por profesores de la
Compañía de Jesús (Nuevo Testamento III; Madrid 1962) 576-584, quien enumera siete mode-
los: 1) el milenarista; 2) el recapitulativo; 3) el de la historia universal de la iglesia; 4) el escatoló-
gico; 5) el de la historia contemporánea del autor; 6) el del análisis literario; 7) el de las religiones
comparadas. Pero sobre esta clasificación conviene notar que: a) el milenarismo es sólo un
modo de interpretar el capítulo 20, no todo el libro; b) la recapitulación no es un sistema de
interpretación sino un procedimiento literario, que puede aplicarse a diversos sistemas; c) el
análisis literario tampoco es un sistema de interpretación sino un paso previo de crítica literaria
para determinar las fuentes y documentos empleados por el autor o los autores.
308 A. ÁLVAREZ
sis contiene más que nada una teología de la historia, o como dice Allo, una
filosofía de la historia religiosa válida para todos los tiempos122.
Una de las críticas más significativas que se le señala a este sistema es
que no tiene en cuenta las numerosas alusiones a la historia que el autor del
libro ciertamente hace, como cuando se refiere a la ciudad de Roma (17,9), o
al emperador reinante (17,10)123.
2. El modelo historicista
Conocido también como modelo de la historia universal, o de la historia
del mundo (“weltgeschichtlich”), sostiene que en los símbolos del Apocalipsis
se encuentran anunciados, en forma enigmática, los grandes
acontecimientos de la historia desde el comienzo de la Iglesia hasta el fin del
mundo. Para este modelo interpretativo, algunas de las visiones del libro ya
se han cumplido, otras se están cumpliendo en el presente, y algunas, las
últimas, aún faltan cumplirse en un futuro cercano.
Beato de Liébana, en su famoso Commentarius, inicia de manera inci-
piente este modelo en el siglo VIII, pero su gran exponente será Joaquín de
Fiore.
La principal observación que se le hace a este sistema es que se presta
para que cada intérprete descubra en los símbolos del libro lo que le plazca,
como vimos que de hecho ocurrió con el protestantismo que lo empleó contra
el papado y la Iglesia Católica, y los católicos contra los enemigos de turno
de la Iglesia. Además, un libro así habría tenido escaso interés para los
lectores del siglo I, al que estaba dirigido124.
Actualmente casi nadie lo sigue, y la exégesis científica lo considera
ignominioso125.
122
ALLO, L'Apocalypse, 273.
123
G. E. LADD, A Theology of the New Testament (Grand Rapids 1993) 672-673.
124
H. HAILEY, Revelation: An Introduction and Commentary (Grand Rapids 1979) 49.
125
Con razón ALLO, L'Apocalypse, 232, declara que esta forma de leer el Apocalipsis consti-
tuye el método más opuesto que existe al espíritu de Juan.
EL LIBRO DEL APOCALIPSIS 309
3. El modelo futurista
Se lo llama también modelo escatológico, o de la historia final (“end-
geschichtlich”). Afirma que el Apocalipsis describe los últimos acontecimien-
tos de la historia inmediatamente anteriores al juicio universal y a la consu-
mación final. Según este sistema, lo que Juan detalla en su obra es ante todo
el fin del mundo, de manera que las calamidades y castigos que allí vienen
descritos deben entenderse como las señales precursoras propias de esta
época terminal de la historia.
Esta forma de interpretación, inaugurada por F. Ribera en el siglo XVI, fue
compartida y desarrollada por numerosos autores después de él126.
Se trata, como notan los críticos, del sistema más cómodo de todos
puesto que deja los pasajes más obscuros librados al porvenir, priva de toda
actualidad al Apocalipsis, y lo relega como manual de los futuros
supervivientes de la gran tribulación final127.
4. El modelo preterista
Denominado también modelo de la historia contemporánea (zeitgeschich-
tlich), propone ver en el Apocalipsis una descripción de los sucesos políticos
contemporáneos al autor, narrados de una manera simbólica. El modelo pre-
terista tiene dos líneas principales. Según una, el libro relata el surgimiento
de la Iglesia, y el esfuerzo del judaísmo por aniquilarla. Según la otra, el
enemigo que trata de aniquilar a la Iglesia es el Imperio Romano. El Apoca-
lipsis anunciaría, pues, sea la caída de Jerusalén en el año 70, sea el hundi-
miento del Imperio Romano, y las visiones se refieren a los acontecimientos
históricos que tienen que ver con alguno de esos dos sucesos128. Sólo desde
el capítulo 21 en adelante se aplica a la etapa última de la Iglesia y a la se-
gunda venida de Jesucristo.
126
A pesar de las diferencias, muchos comentaristas modernos sostienen que gran parte del
Apocalipsis anuncia sobre todo el final de los tiempos y la segunda venida de Cristo. Y la creen-
cia popular está marcada por esta interpretación, a la que hay que añadir el preconcepto del
elemento catastrófico. Por eso hoy en día hablar del Apocalipsis para muchos equivale a hablar
del fin del mundo.
127
BARTINA, “Apocalipsis”, 581.
128
JOHNSON, “Revelation”, 409.
310 A. ÁLVAREZ
5. El modelo pascual
Expuesto por primera vez sistemáticamente por E. Corsini, este modelo
sostiene que en el Apocalipsis no debe buscarse la clave de la historia mili-
tar, ni política, ni social del mundo, ni tampoco los acontecimientos futuros.
Su tema único y central es la historia de la venida de Jesucristo al mundo,
concretamente su muerte y resurrección, y la transformación operada en el
cosmos gracias a ella. Las diversas visiones del libro no describen la crono-
logía del final de los tiempos sino que son variaciones del mismo y único
tema, del que no se cansa de revelar sus múltiples facetas.
El Apocalipsis es, pues, la mirada de fe de un creyente que descubre lo
que ocurrió ya en la historia. Frente a los ojos de los demás, la Iglesia
aparece como un grupo débil, vacilante, sin importancia ni futuro. Para los
ojos de la fe, se trata de un pueblo vencedor, que ya vive la gloria de las
bendiciones eternas. No se trata de una revelación estructurada en el famoso
esquema ‘ya pero no todavía’. En este modelo, el ‘no todavía’ ya está todo
en el presente. El cristiano no goza ahora sólo de primicias, sino que puede
vivir hoy en plenitud las consecuencias de la salvación operadas con el
misterio pascual de Jesucristo. Es la visión de la escatología realizada.
Este modelo puede subdividirse en dos corrientes. Una, que llamamos
‘modelo pascual preparatorio’, explica una parte de las visiones del Apocalip-
sis como alusiones a distintas etapas del AT preparatorias a la venida de
Cristo. Es la línea seguida por Corsini130. La otra, que denominamos ’modelo
pascual consecutivo’, explica todas las visiones del Apocalipsis como des-
129
Recientemente han defendido esta interpretación las obras de C. VAN DER WAAL, Openba-
ring van Jezus Christus. Inleiding en Vertaling (Groningen 1971); CHILTON, Days of Vengeance.
130
CORSINI, Apocalisse, 18.
EL LIBRO DEL APOCALIPSIS 311
Summary.- There have been many schools of thought on the interpretive framework of the book
of Revelation as a whole. The possible readings are so varied and diverse that is not easy to
trace the history of its interpretation. The present work intends to offer a panorama of the
different interpretive options put forward along the history of the Church. It is organized in four
parts, according to classic periods, in which we will point out the development of the five models
of Apocalypse: the symbolic, the historicist, the futuristic, the preterist, and the paschal pattern.
131
PRIGENT, L’Apocalisse, 749-750.
132
Como por ejemplo cuando sugiere (página 48) que el episodio de los dos testigos de Ap
11 alude a la humanidad envuelva en pecado original, concepto teológico difícilmente presente
en la mentalidad de Juan. Una extensa y ponderada crítica a Corsini puede verse en J. P. MI-
CHAUD, “Sur L’Apocalypse de Jean, un ouvrage important”: ScEs 37 (1985) 231-246.