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Murales en el Museo
Nacional de Antropología
Miriam Kaiser* y Dabi Xavier**
DURANTE LA PRESIDENCIA DE ADOLFO LÓPEZ MATEOS (1958- Sin embargo, el objetivo de este artículo no es hablar
1964) se inauguró una serie de museos en el Distrito Federal del museo sino de uno más de los motivos por lo que es
y el Estado de México, entre ellos, el Museo Nacional de tan especial. Se trata de otro acierto de Ramírez Vázquez,
Antropología, que se encontraba desde hacía más de cien que pensó en invitar a varios artistas entonces vigentes
años en lo que hoy se conoce como el Museo Nacional de para que cada uno de ellos interpretara en su particular
las Culturas, en el Centro Histórico. Es un espacio singular estilo y técnica, y en el sitio o sala donde ejecutaría su o sus
puesto que su principal objetivo consiste en reunir los mejores obras, aspectos de la historia de las culturas precolombinas,
ejemplos de cada una de las culturas prehispánicas que se con la finalidad de hacer más accesible al público dichos
asentaron y florecieron en el territorio nacional. El diseño ejemplos.
del edificio y de su museografía son obra del arquitecto El arquitecto concibió el museo de esa manera. Ade-
Pedro Ramírez Vázquez (1919), quien en 1963 convocó a un más de su parte medular, lo arqueológico y lo etnográfico
importante grupo de colaboradores –arquitectos, ingenieros, dividido en salas que se congregarían alrededor de una
arqueólogos, antropólogos, etnólogos, historiadores, ase- gran plaza, al mismo tiempo se ofrecería otro elemento: la
sores académicos, diseñadores, museógrafos– para trabajar mirada de los artistas del siglo XX, su percepción de esos
conjuntamente y darle el esplendor que sigue detentando. mundos, de esas vidas, costumbres, habitaciones, sitios
Por sus características y belleza el recinto ha obtenido un sagrados, dando como resultado un valor esencial, tanto al
sinnúmero de premios nacionales e internacionales. diseño del propio edificio como a la cultura representada
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mediante pinturas y murales, celosías y esculturas. El vínculo el Museo Nacional de Antropología, aunque sí hablará de
se dio porque los creadores a su vez retomaron algunas de algunos murales en específico sólo para destacar el papel que
las características predominantes en las formas, colores y juegan en su entorno. Sin duda, el tema merece una profunda
texturas de objetos, figuras, diseños y episodios realizados revaloración, así como una publicación que acoja la investiga-
por las antiguas sociedades. ción actualizada por los estudiosos.
Los participantes, provenientes de la “escuela mexicana Las salas dedicadas a la introducción a la antropología,
de pintura”, fueron entre otros Raúl Anguiano (1915-2006), los periodos preclásico y posclásico, la de los orígenes prehis-
José (1909-2002) y Tomás (1914-2001) Chávez Morado, pánicos y, en forma consecutiva, las abocadas de lleno a cada
Rafael Coronel (1931), Luis Covarrubias (1919-1987), Arturo una de las culturas, están acompañadas de grandes pinturas y
García Bustos (1926), Jorge González Camarena (1908-1981), murales que representan de forma artística mapas, migraciones
Íker Larrauri (1929), Adolfo Mexiac (1927), Nicolás Moreno de los primeros habitantes de estas tierras, animales gigantes,
(1923), Pablo O’Higgins (1904-1983), Fanny Rabel (1922), paisajes de distintas regiones, asentamientos humanos y
Alfredo Zalce (1908-2003) y Guillermo Zapfe (1933-1992), formas de vida que en su momento fueron consustanciales a lo
quienes contaron con la ayuda de numerosos colaboradores. cotidiano, por ejemplo el juego de pelota, el cultivo del maíz,
Este artículo no pretende dar una información porme- la caza o el tributo a las deidades.
norizada de la obra plástica del siglo XX que se encuentra en Las obras realizadas en las salas etnográficas destacan
aspectos de las costumbres más arraigadas en determinadas
regiones, como fiestas o rituales religiosos, a fin de darle otro
valor al tema. Allí encontramos obras de Arturo Estrada, Rafael
Coronel, Arturo García Bustos, Pablo O’Higgins y Guillermo
Zapfe, entre otros.
En tanto, Luis Covarrubias es el creador de los mapas
que se hallan en muchas de las salas arqueológicas y etno-
gráficas, donde se ilustran contextos y características sociales
de las poblaciones aludidas bajo un discurso didáctico que
permite señalar al público cómo es la cultura que le toca ver
y en qué geografía está centrada.
Hay murales que se ubican en otros puntos del museo. En
los descansos de las escaleras del vestíbulo principal están los
de Alfredo Zalce, que representan por separado los primeros
asentamientos humanos en la futura Tenochtitlan y la guerra
entre dos pueblos. En el área de servicios educativos, en el
sótano, se dispuso el de Fanny Rabel, alusivo a los juegos
infantiles y que se ve acompañado por otro de Raúl Anguiano
y la escultura en madera Quetzalcóatl, de Íker Larrauri.
También los encontramos entre sala y sala, colocados con el
propósito de que los visitantes los contemplen mientras toman
un descanso. Por su parte, en el restaurante, bajando las
escaleras de la gran plaza, está el mural de pequeño formato de
la artista de origen inglés Valetta Swann (1904-1973).
Mención especial merece Dualidad, de Rufino Tamayo (1899-
1991), expuesto a la entrada del auditorio Jaime Torres Bodet,
a un costado del vestíbulo principal. Este mural representa la
confrontación del bien y del mal, del día y la noche, del jaguar y
Pintura de Arturo estrada en la Sala Etnográfica la serpiente. En referencia, la maestra Raquel Tibol escribe:
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Reunió dos elementos fundamentales en la simbología del México
antiguo: la serpiente emplumada, asociada al día, a Quetzalcóatl, a la
sabiduría, a la luz, a la vida, y el jaguar, conectado con la tierra, la noche,
el dios Tezcatlipoca, los sacrificios humanos y la muerte.
Los opuestos luchan en un ámbito donde colorido y forma conju-
gan fuerza y elegancia, para imprimir gran dinámica a la dicotomía de
los contrarios: día y noche, astucia y fuerza, bondad y maldad, civiliza-
ción y barbarie.1
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En esta página, Paraguas (detalle), José y Tomás Chávez Morado, escultura cubierta de bronce ubicada en la explanada interior del museo, El sol del viento, escultura de Íker Larrauri
a la entrada de la Sala Mexica, El mundo mágico de los huicholes, vitral de Carlos Mérida en la Sala del Gran Nayar. Página siguiente, Detalle de la celosía en madera de Pedro
Ramírez Vázquez
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Más adelante aparece el enorme caracol creado por Íker Larrauri, El sol del viento, En los límites de las salas se halla
que está al final del estanque de la misma gran plaza cuyas características invitan el vitral del maestro Carlos Mérida
a entrar en la Sala Mexica. (1891-1984) El mundo mágico de los
No solamente se muestran obras de la “escuela mexicana de pintura”, también huicholes, que fue producido en lámi-
existen las pertenecientes a las escuelas abstracta y geométrica, como la celosía en nas de acrílico coloreadas bajo una
madera del propio Ramírez Vázquez, que circunda el vestíbulo, y otra en metal de estructura de madera.
Manuel Felguérez (1928), que cubre la planta alta del patio interior. Los mura- Es menester mencionar que a lo
les en textiles o biombos de Mathias Goeritz (1915-1990), ubicados en la Sala del largo de la historia del museo se han
Gran Nayar, hacen juego con las formas y representaciones huicholas. Estos texti- ido sumando otras obras de arte con-
les, como lo explicó el propio artista, temporáneo, como el pequeño mural
a la caseína de Leonora Carrington
son complementos del ambiente arquitectónico al que están subordi- (1917) de la Sala Etnográfica de Chia-
nados [y] muestran la habilidad manual artesanal de los indios y su pas. El primer director del espacio,
transformación en términos plásticos contemporáneos. El empleo de la el doctor Ignacio Bernal, solicitó su
cuerda de ixtle para estos biombos es una adaptación de las imágenes realización a la artista, quien recreó
simbólicas de los indios huicholes. A los materiales empleados se les die- El mundo mágico de los mayas en su
ron colores naturales y tenues para que no interfirieran con los pequeños particular estilo surrealista. La obra
objetos por lo general policromados.3 comprende la vida cotidiana de los
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En esta página, Cráter B, pintura de Vicente Rojo en la
Sala de Occidente, Con pasión por los mayas, de Rina
Lazo. Página siguiente, Detalle del trabajo escultórico
de Jorge Yázpik
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la sala como al aire libre se pudieron
apreciar piezas de distintos tamaños
trabajadas en piedra, mismas que
intercalaban tiempos y formas para
dar cabida a las creaciones del pasado
y del presente en un solo contexto.
El Museo Nacional de Antropolo-
gía es uno de los recintos en su tipo
más importantes de América Latina, y
comparte con otras culturas su legado
humanista. Hay que decirlo: a más de
cuarenta años de construido, su arqui-
tectura, diseño, concepto y discurso
siguen tan vigentes como entonces ✣
NOTAS
1 Raquel Tibol, “Los murales de Tamayo”, en Juan
Carlos Pereda y Martha Sánchez Fuentes (coords.),
Los murales de Tamayo, México, Fundación Olga
y Rufino Tamayo/ Americo Arte Editores/ INBA, c.
1995, p. 24.
2 Alfonso de Neuvillate Ortiz, “Introducción”, Arte
contemporáneo en el Museo Nacional de Antropolo-
gía, México, Dupont, 1985, p. 20.
3 Nota a pie de foto, en El Museo Nacional de Antro-
pología: arte, arqueología, etnografía, p. 41.
BIBLIOGRAFÍA
NEUVILLATE Ortiz, Alfonso, Arte contemporáneo en el
Museo Nacional de Antropología, México, Dupont,
1985.
PEREDA, Juan Carlos y Martha Sánchez Fuentes
(coords.), Los murales de Tamayo, México, Funda-
ción Olga y Rufino Tamayo/ Américo Arte Editores/
INBA, 1995.
RAMÍREZ Vázquez, Pedro, El Museo Nacional de Antro-
pología: arte, arqueología, etnografía, México, Tlá-
loc, 1968.
Arqueología Mexicana, volumen IV, núm. 24, México,
marzo-abril, 1997.
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