Beso Negro
Beso Negro
Beso Negro
Beso negro
¡Qué mala fama tiene el culo!, pensaba Arturo, ¡y tan poco merecida!, teniendo en
cuenta el invaluable servicio que presta: nada menos que servir de boca de salida
a las heces que, de otro modo, darían lugar a una septicemia o envenenamiento
de la sangre. Cundo le contaba a Luis acerca del derrumbe en la carretera a
Quibdó que sepultó a veintidós personas, él replicó enseguida, me importa un culo.
La condición de aquellas personas, a los ojos de Luis, se rebajaba al nivel del culo,
que él desprecia. Estas palabras me supieron a cacho y me revolvieron las
entrañas, ya sensibilizadas al conocer acerca de esta calamidad. No pude evitar
imaginar las toneladas de tierra y rocas que caen desde muy alto sobre el bus de
pasajeros que serán aplastados y morirán de repente o por asfixia. En otra ocasión,
era por la tarde, le dije a Luis, se va a mojar tu novia, mirá, se largó el agua y no
llevaba un paraguas. Me importa un culo, le oí decir al cabrón. Le dije que los
meteorólogos sostenían que el fenómeno del Niño se alargaría mucho tiempo, que
iba a durar quién sabe cuántas semanas más a la par con un progresivo
calentamiento. Me importa un culo, dijo Luis. Esos fritos que preparan en la calle
te hacen daño, llegué a decirle. Me importa un culo, dijo. Estas manifestaciones
suyas me revelaron un Luis que no conocía, con tan mal gusto, al sacar a relucir el
culo, de esa manera despreciativa y odiosa, ante grandes y pequeñas desgracias.
¡Qué mala fama tiene el culo! No más fíjese lo que escribe William Ian Miller,
profesor de derecho en la Universidad de Michigan al publicar este libro, Anatomía
del asco, en 1997: “No es necesario que explique detenidamente lo contaminante
y asqueroso que es el ano. Constituye la esencia de la bajeza, de lo intocable y, por
ello, debe encerrar toda clase de prohibiciones. Por supuesto, puede ser penetrado
y en esto reside el peligro. Incluso las penetraciones consentidas y no forzadas
degradan a la persona penetrada.” Asegura este autor de los Estados Unidos,
lastrado por el puritanismo anglosajón, que “el que realiza la penetración del ano
no pierde tanta categoría, si es que pierde alguna, como la persona penetrada.
Quien realiza la penetración lleva a cabo un acto en el que domina, profana y
humilla a otro individuo y, al hacerlo, no se contamina, al menos relativamente.”
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amado. Igual que el culo, ¡qué mala fama tiene el beso negro! Sin embargo, “El
sexo encuentra en lo asqueroso una fuente de placer”, dice este autor Miller en su
libro sobre el Asco, y que de alguna forma el amor suspende las reglas sobre el
asco. La intimidad se permite muchas cosas que suscitarían asco si no fuera por el
amor, la confianza. Por amor se supera una aversión, un prejuicio, un rayón de
infancia, el tabú del ano, sitio prohibido por antonomasia.
los hombres privados que cuidan sus propiedades y sus mujeres con celo, con el
mismo celo con el que lavan, limpian, asean, ordenan, registran, clasifican,
mandan, traman, calculan, previenen…
Voy a revertir lo que hicieron conmigo, lo que han hecho con el hombre adulto
común que convierte su ano en un lugar secreto, privado, y que cobra una aversión
íntima y profunda, que es también deseo, y no solo deseo homosexual, las mujeres
también tienen un ano, harto sensible por la cantidad de ramificaciones nerviosas
ahí parchadas. Un culo limpio, salivado, puede llegar a ser algo muy atractivo, es lo
que pensaba Arturo al cabo de mirar videos, algunos grabados a muy poca
distancia del ano. Los videos quedarían atrás, habiendo dejado importante lección:
la pornografía tenía su razón de ser para tímidos y ensimismados.
Hay que ver cómo respira esta boca, cómo se dilata y se contrae a voluntad
según la espiración y la inspiración del amo que aspira a recibir un estímulo
especial a través de las caricias del amante. Sí, se dice Arturo, lo sentí respirar, al
culo, lo vi contraerse, frunciendo los labios, y dilatarse, atrayendo la boca del
amante que ya llega a fundirse con él, con esta otra boca, pequeño molusco, vi las
dos bocas peculiares que se juntan en el beso, y observé la manera como, tras
salivarlo y dilatarlo con besos y caricias, la lengua se abre camino culo adentro,
que por su parte se regodea agradecido por la caricia que está recibiendo de una
lengua pródiga en lamer, besar, chupar y hundirse adentro del ano con los golpes
de cabeza del picaflor, o del pájaro carpintero contra el tronco del árbol, cuidando
de mantener bien humedecidos con saliva los labios interiores de esta segunda
boca, saliva que secreta el caracol en procura de un calor de hogar culo adentro
del hombre que se retuerce de placer, gracias a estos nimios, mínimos gestos y
mínimos actos, como ser acariciados en el culo, como si allí, en ese redondel, en
esa boquita arrugada, en esa florecita, hubiera gato encerrado.
impresiones infantiles, juveniles y adultas, este gesto de amor que ocurre todo el
tiempo entre perros, caballo y micos, que menudo se huelen el culo a manera de
saludo o de presentación. Una genuina iniciación ha de pasar pues por esta
práctica, pensaba Arturo, que solo verla practicada por otros hizo que se me
pusiera dura, la que andaba aletargada. Si la penetración suele doler al que es
penetrado y, a veces, también al que penetra, el beso negro complace tanto al que
lo da como al que lo recibe.
Una, dos, tres veces, se decía Arturo, lamí y chupé un culo a fondo para
placer de quien recibió las caricias, puta o travesti. ¡Hasta dónde fui capaz de
llegar, se decía, venciendo todas las resistencias, a mis años y desde prejuicios
milenarios grabados en mi cuerpo con la carga de todos los patriarcas
antioqueños, colombianos, americanos, europeos, africanos, asiáticos, desde
Abraham! Me di por bien servido, en aras de una experiencia que ensancha mi
alma... con la consigna del tercero incluido, objeto de abyección, en este caso,
pecado nefando.
Hasta mi guarida llegan las notas del reguetón, Si tu novio no te mama el culo/
pa’ eso que no mame...