Leveder, Roger - La Francmasonería Vista Por Dentro

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Roger Leveder

LA FRANCMASONERÍA
VISTA POR DENTRO
[Nota para la página de créditos]

Primera edición en Obelisco, mayo de 1987


Segunda edición, revisada y puesta al día
por Vicenç Molina, Joan-Francesc Pont y
Joan Ramon Rodoreda, [...] de 2004.

 Herederos de Roger Leveder.

2
Si tu pensamiento difiere del mío,
lejos de ofenderme,
me enriqueces.

A. de Saint-Exúpery

3
PRÓLOGO A LA SEGUNDA EDICIÓN

La fraternal insistencia de Javier Otaola ha “forzado” a los adaptadores de esta obra a


retomar un viejo proyecto de Roger Leveder, la publicación de la segunda edición de
“La Francmasonería vista por dentro”, salida al mercado y rápidamente agotada en
1987. Al releer cada una de sus páginas, hemos vuelto a percibir la sonrisa amable de
Leveder, su paciencia pedagógica, su interiorización profunda de los valores masónicos.
Hemos realizado nuestro cometido con respeto por la obra del amigo, lo que ha
implicado introducir los menores cambios posibles, centrados, sobre todo, en la
supresión de algunos explicables galicismos del original y en la revisión de algunos
conceptos y de algunos términos para hacerlos más inteligibles al lector de hoy. En
alguna ocasión, hemos añadido notas al pie, que se distinguen de las del propio autor
por las iniciales del adaptador correspondiente. En buena medida, hemos procurado no
alterar el criterio de Leveder sobre las mayúsculas, con leves retoques.

4
El lector descubrirá, sin duda, la pasión por la Francmasonería de Roger Leveder, la
forma en la que él profundizó en el estudio de los símbolos de los gremios de
constructores y la propuesta de escuela de formación de ciudadanos libres y tolerantes
que se deriva, precisamente, de la exégesis de tales símbolos. La Francmasonería, para
Leveder, es una orden iniciática y una sociedad de pensamiento, sin que pueda obviarse
ninguno de estos dos elementos. Leveder, un hombre comprometido con el progreso,
con la laicidad y con la lucha por un mundo mejor, ofrece en este libro su vertiente más
simbolista. Explica, podríamos decir que se recrea, en todos y cada uno de los símbolos
masónicos para proponer al lector un significado sugerente, para abrir puertas y no para
cerrarlas, para encaminarle decididamente hacia el libre pensamiento.

Roger Leveder-Le Pottier Le Boudec nació en Bretaña en 1940. Vivió desde niño en
Barcelona donde cursó estudios en el Liceo Francés y donde se vinculó a grupos
teatrales, como los inspirados por Mercedes Salisachs o Maria Aurèlia Campany.
Trabajó como directivo de una empresa multinacional muy conocida. Fue iniciado
francmasón en la Logia Minerva-Lleialtat nº 1, de Barcelona, perteneciente a la Gran
Logia Simbólica Española, el 13 de junio de 1981. Fue Venerable Maestro de las Logias
Hermes-Tolerancia de Madrid y Miguel de Cervantes de Barcelona. En el Rito Escocés
Antiguo y Aceptado alcanzó el grado 33º y último. Fue Gran Maestre de la Gran Logia
Simbólica Española entre 1987 y 1993. Falleció el 28 de junio de 1998 en Sant Cugat
del Vallés, tras una corta y cruel enfermedad de la que fue atendido en el Hospital
Clínico de Barcelona. Vivió en Madrid, Barcelona y en diversos lugares de España y de
Francia, pero amó, sobre todo, la policromía cambiante del Ampurdán.

5
Ahora, la personalidad de Roger Leveder se mantiene en el recuerdo de cuantos le
conocieron, así como en la pervivencia activa de la Gran Logia Simbólica Española; y
se transparenta en las páginas que siguen de esta segunda edición de una obra a la que
dedicó sus mejores esfuerzos. Las jóvenes generaciones de francmasones españoles y
latinoamericanos, así como, en general, cuantos hombres y mujeres libres y de buena
voluntad –en el mejor sentido de ambas ideas- busquen la luz, hallarán en “La
francmasonería vista por dentro” una herramienta útil para pulir la piedra bruta, es decir
para la lucha por el imperativo ético de ser mejores personas y mejores ciudadanos,
convirtiendo en realidad cotidiana los valores de libertad, igualdad y fraternidad.
PRÓLOGO A LA PRIMERA EDICIÓN

En “La Francmasonería vista por dentro”, Roger Leveder recorre de forma puntual y
gráfica el camino interno de la Masonería, un camino que la maledicencia de unos y la
ignorancia de otros han querido poblar de siniestros y absurdos fantasmas.

No es ésta una obra de carácter histórico en el sentido estricto. El análisis de la


actuación de la Orden en el devenir de los aconteceres profanos es labor de especialistas
y requiere, sin duda, mayor asiduidad a bibliotecas y archivos que a la vida en Logia. El
libro de Leveder es, como su acertado título indica, una visión de la Francmasonería
desde su interior. Sin embargo, en un examen pormenorizado de la simbólica de la
Masonería y de su vida operativa, es imposible sustraerse totalmente a las obligadas
referencias históricas.

6
Muchos autores, Francmasones y profanos, suelen caer en las lamentables inexactitudes
basadas en imágenes fantásticas y genealogías míticas a la hora de enjuiciar el
verdadero origen de la Francmasonería, sumergiéndose en un marasmo de hipótesis tan
bien intencionadas como poco rigurosas. Alec Mellor, en su obra “La encrucijada de la
masonería” les otorga el acertado sobrenombre de “turiferarios”.

Ante esta situación, resulta sumamente gratificante la lectura de una obra con un sentido
tan acertado de la ilustración explicativa como “La Francmasonería vista por dentro”.
Su autor huye de cualquier interpretación fantasiosa amparándose en todo momento en
la objetividad y la seriedad histórica.

Sin mezclar lo divino con lo humano, sin caer en fastidiosos y forzados paralelismos
con otras sociedades y religiones, sin caer en la alabanza ni en el descrédito, creo que la
manera más hermosa y práctica de definir a la Francmasonería es la que propone
Leveder cuando dice que “la Francmasonería es una sociedad fundamentalmente
iniciática y sus secretos no son otros que los de la Tradición del hombre en busca de la
Palabra Perdida”.

Manuel Medeiros

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INTRODUCCIÓN

La Francmasonería es una gran desconocida en España y de los españoles, y no sólo


porque durante más de cuarenta y cinco años haya estado prohibida y se le hayan
atribuidos los mayores maleficios.

El presente libro no pretende dirigirse sólo a los no Francmasones, sino también a los
recién iniciados en la Francmasonería en esta nueva etapa1.

El profano encontrará una puerta abierta hacia algunos de los famosos “misterios” y
“secretos”, y sin duda la explicación a muchos errores e interpretación y controversias.

1
Que comenzó con la inscripción en el Registro de Asociaciones de la Francmasonería, en 1979.

8
El “joven” Francmasón encontrará, quizás, algunas aclaraciones sobre lo que ve e intuye
en su “trabajo” en logia.

Como ambas clases de lectores podrán darse cuenta, la simbología2 masónica nada tiene
que ver con los poderes ocultos que le atribuyen ciertos sectores; en cambio, podrán
atender la “fuerza” que esta simbología aporta al hombre que pretende seguir el camino
de la Iniciación.

Lo que no pretende este libro es llegar al fondo de los múltiples significados de los
símbolos, ni tampoco sustituir a la búsqueda y a la vivencia personal.

El lector no encontrará en este libro la posibilidad de “hacerse Francmasón en x


páginas”, a pesar de que aquí se ponen a la luz varios “secretos” de la Francmasonería.

Creemos que ya era hora de explicar lo que es y lo que no es esta comunidad, y para
ello es indispensable aportar al lector profano datos inteligibles, darle la traducción de
ciertas palabras de nuestro léxico y no limitarnos a emplear modismos que puedan ser
interpretados erróneamente.

A ciertos Francmasones les extrañará encontrar en las siguientes páginas revelaciones


presuntamente “secretas”; tal vez lo hayan sido en otros tiempos, pero hoy, por una
parte, ya no tienen razón de serlo, y por otra, han sido ya publicadas y en la mayoría de
los casos tergiversadas; así que si nuestros detractores las conocen, o mejor dicho
2
Emplearemos el término “simbología” y no simbolismo a fin de evitar una confusión con el movimiento
simbolista que marca una época histórica cultural que poco tuvo que ver con la simbología tradicional.

9
pretenden conocerlas, no existe ninguna razón para no informar al lector de buena fe,
evitando, al mismo tiempo, futuras calumnias.

Como veremos, la Francmasonería es una comunidad fundamentalmente iniciática y sus


secretos no son otros que los de la tradición del hombre en busca de la Palabra Perdida.

Si la interpretación de sus rituales3 ha sido falseada, es sólo, como veremos, debido a la


ignorancia total y absoluta de lo que es la simbología universal por parte de los autores.

Existen, no obstante, escritos muy circunspectos y serios sobre simbología, de algunos


autores Francmasones y de otros que no lo son, que recogen y asimilan nuestros rituales
en paralelismos rigurosos con religiones, filosofías o mitologías milenarias, sin que por
ello se confundan éstas con la Francmasonería, ni viceversa.

Esperamos que el lector, profano o Francmasón, encontrará aquí un punto de partida


hacia lecturas más especializadas que pueden completar muy ampliamente el contenido
de este ensayo4.

3
Que están publicados en ediciones a la venta.
4
Ya que para entender a la Francmasonería es preciso disponer de un mínimo de cultura o por lo menos
un deseo de abordar su estudio, sin ideas preconcebidas; la Francmasonería no pretende ofrecer un
producto ya “manufacturado”, sino desarrollar la propia búsqueda personal en el seno de una comunidad
Iniciática.

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CAPÍTULO PRIMERO
¿SE CONOCEN LOS ORÍGENES DE LA FRANCMASONERÍA?

Ante todo, es menester abordar los dos aspectos de la historia de la Francmasonería: el


que llamaremos puramente histórico y el que denominaremos simbólico.

La cronología masónica no puede remontarse más allá de los tiempos inmediatamente


posteriores a la Edad Media y a la desaparición, casi total, de las corporaciones de
constructores, lo cual se sitúa alrededor del comienzo del siglo XVI, o finales del XV
como máximo.

En efecto, no existe la Francmasonería, como tal organización, hasta la aparición de las


primeras Logias Especulativas, sean o no independientes.

Pretender que la Francmasonería tuvo su origen en la noche de los tiempos, cuando la


Humanidad recibió la Luz, es entrar en la simbología; nada nos permite pensar que los
egipcios, numerosas veces evocados, o el propio rey Salomón, fueran Francmasones, tal
como se entiende hoy.

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En toda la Historia del Hombre y en su Mitología, aparecen seres, castas y comunidades
que se rigen por formas de vida, creencias, modelos de sociedad, corrientes de
pensamiento, soportados por, o envueltos en, una simbología y que a lo largo de los
tiempos ven su herencia reivindicada por otros hombres, otras castas, otras
comunidades, que pretenden revivir o continuar tal o cual camino hacía la búsqueda de
la Palabra Perdida; incluso algunos se jactan de poseerla (?).

La Francmasonería no es una excepción y su simbología reclama su nacimiento


de tiempos remotos o inmemoriales; pero nada tiene que ver esto con la cronología
histórica que rige al mundo y a sus orígenes vitales conocidos.

Se ha llegado a decir que Jesucristo fue el primer Francmasón, o uno de los


primeros; es posible, pero también se ha dicho que fue el primer socialista e incluso el
primer comunista, y es evidente que ninguna de estas tres escuelas de pensamiento
pueden anotar en las listas de sus miembros el nombre de Jesucristo sin pecar de
anacronismo.

El rey Salomón y su arquitecto Hiram de Tiro tampoco fueron “Masones de


Mandil”, como tampoco lo fueron Pitágoras o Hermes, aunque la figura de los cuatro se
encuentre en la simbología masónica.

Los dos primeros fueron, no obstante, constructores, y sin duda Salomón se ha


convertido en el ejemplo histórico y simbólico, en la civilización occidental, del
promotor, como hoy lo llamaríamos, del primer templo elevado a la divinidad,

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siguiendo unos planos concretos y elaborados, sin duda, en función de un ritmo y de
unas formas acordes con la búsqueda espiritual del hombre, realzando símbolos eternos
y creando la imagen de otros para convertir la obra, no sólo en un momento sino
también en una abstracción: el Templo que cada ser debe construir en sí mismo.

Ciertamente, tal Templo no se eleva a partir de planos trazados con tiralíneas y


las figuras geométricas no son, en este caso, más que el reflejo de la idea que puede
verse codificada en distintas formas: los “Discursos de Hermes” o la Numerología de
Pitágoras, por ejemplo.

Los códigos fueron y son muy variados y no son patrimonio de nadie; tan
históricos pueden ser, por lo tanto, los aztecas o los propios constructores de catedrales
de la Edad Media, se reclame o no documentalmente su herencia.

La falta de documentos sobre los antecesores más recientes, en línea directa con
la Francmasonería, no nos permite valorar hasta qué punto estos constructores
medievales pueden ser considerados como sus legítimos ancestros.

No obstante, la reglamentación y el sistema de organización interno de la


Francmasonería de hoy se asemejan a la de las Logias que nacían al amparo de las
catedrales y otras construcciones de la época.

Desaparece la Corporación de picapedreros como consecuencia de la retirada de


la protección de la Iglesia Católica, quien les había empleado en forma similar a lo que
pudo pasar en ciertas zonas de España, al terminarse el “boom” de la construcción,

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dejando en el paro a miles de albañiles y peones inmigrados, que, por añadidura, se ven
considerados como indeseables por la población autóctona.

Se supone que muchos de ellos eran de origen británico y más concretamente


escoceses, o por lo menos, al parecer, éstos fueron los que al volver a su patria
mantuvieron las costumbres de convivencia y de fraternidad de las Logias. ¿Responde
esto a una característica de los anglosajones? ¿O debe considerarse como el primer
intento de unión sindical consciente? En efecto, el espíritu de las Logias de
Constructores era el de una agrupación profesional e incluso interprofesional; reunía a
todos los obreros necesarios para la realización de la obra: picapedreros, en las distintas
fases de la elaboración y ensamblaje de la piedra, orfebres, vidrieros, ebanistas, etcétera.

Es indispensable entender que el trabajo diario no era considerado como una


simple y única labor manual y material, sino que el manejo de las herramientas era una
directa transmisión a la materia del pensamiento obrero; ningún golpe de cincel era
gratuito, ninguna forma moldeada carecía de sentido, ningún color en las vidrieras era
simple inspiración del artista, ¿o sí? ; depende del significado que demos a la palabra
inspiración; si bien es evidente que mandaba en el conjunto la estabilidad duradera del
edificio, este mismo concepto no era meramente ni estético ni estructural, sino que
respondía a unos parámetros simbólicos determinados que se conjugaban con la obra
“vista”.5

5
?
La creación consistía en no plasmar una fantasía incoherente, como sucede hoy en algún caso.

14
Sin duda, no todos los obreros disponían de este sentido al llegar a la cantera o al
taller, pero sí los maestros, por dos razones: una, porque cada uno de ellos poseía la
maestría en uno u otro arte (recordemos que el término Maestro se empleaba en este
sentido y aún hoy, aun carece de valor real en algunos oficios, maestro de obra por
ejemplo); en segundo lugar, porque eran conocedores del arte de la simbología, o sea
que no solamente dominaban el “cómo” sino el “por qué” de la labor emprendida; no se
limitaban a edificar colocando piedra sobre piedra, sino que cada una de estas piedras
era un elemento simbólico en el conjunto, como también lo era por su contenido de
significado humano. Por desgracia, podríamos comparar esta carga energética dejada
por el hombre a la huella que dejó la sangre de otros en construcciones que pretendían,
en la mente de uno u otro tirano, perpetuar su poder terrenal. Lejos de mí dejar en el
olvido el hecho de que en aquellos tiempos medievales se aprovechó el fervor popular,
pero lo que sí no puede negarse es que aquellos constructores se regían por las leyes
eternas en el manejo de su vida y de su trabajo.

Es muy probable que la estructura de las Logias que albergaban a los obreros
respondiese a necesidades sociales a la vez que laborales, reinando en ellas una
disciplina y una jerarquía; muchos considerarán que el hecho de que esta disciplina y
esta jerarquía estuvieran basadas en un profundo simbolismo, no impide que suene a
sistema falto de igualdad predicada por quienes se consideran hoy herederos de estos
picapedreros; pensar así sería olvidar que eran dos las labores de aquellos hombres:
elevar el Templo temporal y elevar el Templo espiritual; por ello era preciso que la
convivencia fuera de lo más fraternal (en una época, dicho sea de paso, de total
desigualdad social) y que cada “hermano” recibiera el mismo trato de igualdad como

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hombre, aunque se mantuvieran las jerarquías profesionales a las cuales, por otra parte,
todos tenían acceso.

Recordemos brevemente cuál era este sistema jerárquico y cómo funcionaba. La


Logia se levantaba en uno de los lados del edificio en obra, generalmente pegado al lado
norte y orientada Este-Oeste, servía a la vez de taller y de alojamiento, repartida entre
los distintos oficios y necesidades profesionales. En ella residían los obreros de los tres
grados: aprendices, compañeros y maestros; cada uno de ellos, aparte de su trabajo en la
obra, realizaban una u otra tarea en la vida de la comunidad. Existía en realidad otro
grado, situado antes del aprendiz, al que podríamos llamar postulante; éste no pertenecía
a la Logia, pero sí participaba en los trabajos externos; eran jóvenes que, tras ser
estudiadas sus cualidades por un maestro encargado del oficio en el cual servían,
podían convertirse en aprendices. Estos ayudaban a los compañeros y una de sus
principales tareas era la de limpiar y conservar las herramientas; el valor que se daba a
estos útiles de transmisión del pensamiento sobre la materia era muy grande;
ciertamente, muchos considerarán que no se trataba más que de una necesidad
económica, pero sería desvirtuar la realidad ya que, sin entrar en un profundo
simbolismo, todo artesano sabe que el conocimiento del utillaje es imprescindible a la
buena realización posterior. De aprendiz se pasaba a compañero por méritos
profesionales y de conocimiento; ello implicaba automáticamente un cambio de
participación en la vida de la Logia, lo cual se hace evidente, si tenemos en cuenta lo
ya repetido sobre el lazo estrecho entre trabajo y el elemento espiritual que movía a
estos hombres. Así, por ejemplo, los compañeros eran los encargados de llevar las
finanzas de la comunidad, a la vez que su labor en la construcción estaba más dirigida
hacia el ensamblaje y la terminación de los elementos empleados. Los maestros no sólo

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dirigían, cada uno en su especialidad profesional, los trabajos, sino que planeaban la
realización de los mismos; en la vida de la Logia eran ellos quienes impartían la
enseñanza profesional y simbólica, aunque esta última muy probablemente no era objeto
de cursos como hoy los entendemos, sino que traslucía a través de la formación
profesional; finalmente, el maestro de obra era el enlace entre la realización material y
la planificación arquitectónica, generalmente obra de un alto cargo eclesiástico. Estos
planos solían ser bastante simples y se referían, únicamente, a la estructura general. La
forma de construir, el ensamblaje de los elementos principales y decorativos, etcétera,
eran obra del maestro constructor y de los demás maestros. Una buena prueba son
algunas estructuras que podemos ver en ciertas catedrales y que difícilmente pueden
haber sido encargadas por miembros del clero; evocan algunos símbolos alejados de la
concepción exotérica del catolicismo y otras son simples burlas hacia los miembros de
la Iglesia, por lo menos en apariencia.

Aún con riesgo de verme tachado de repetitivo, no quiero terminar esta rápida
visión sobre los constructores de catedrales y su organización, sin destacar de nuevo los
dos puntos más importantes: la simbolización del trabajo y la huella humana que deriva
de lo primero y que hoy perdura en sus obras. Una visita en condiciones adecuadas de
receptividad a cualquiera de ellas lo demuestra claramente, tanto como se pueden notar
las huellas de sangre en aquellas otras a las cuales me refería anteriormente.

La desaparición física de las Logias y su continuidad como simple “club” de


obreros en Escocia e Inglaterra, dará nacimiento a la Francmasonería en la forma en que
hoy la conocemos, o por lo menos ésta es una versión, la más usual y creíble, entre
otras, que señalaremos de pasada.

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Instituciones u órdenes de toda clase han existido a lo largo de la historia de la
humanidad, y la época que abordamos no estuvo exenta de ello, al contrario. La fe
religiosa, las Cruzadas y la total desigualdad social, abonaron el terreno en este sentido.
No se puede considerar, como hemos visto, que los constructores formaran una orden
marcada por una religión, si bien en su operatividad servían los diseños de la católica;
por ello los Francmasones dividen la Orden históricamente en dos: Francmasones
operativos y Francmasones especulativos, siendo los primeros los mismos picapedreros.

¿Nació la Francmasonería como inevitable consecuencia de la desaparición de


aquellos o fue “creada” a su imagen y modelo por otra u otras órdenes? Ésta es una
cuestión que no queda en absoluto definida y que es aún objeto de polémica,
defendiendo cada cual, evidentemente, su propia versión como la única viable. No
obstante, parece ser que todos están de acuerdo en admitir que, fuese como fuese, la
Francmasonería estaba destinada a una labor eminentemente social, humanitaria y
filosófica.

Si especulamos sobre la hipótesis que hemos abordado hasta ahora, veremos que
no podía ser de otra forma; se continúan reuniendo los llamados Francmasones
operativos al regresar a sus distintos lugares de origen, pese a no continuar sus tareas de
construcción; en conjunto mantienen las reglas de vida de las Logias, conservan la ética
profesional que imperaba en ellas, no abandonan el estudio de la simbología; al
contrario, probablemente lo intensifican; su forma de vida interesa a otros artistas y
artesanos y también a intelectuales, precursores de los librepensadores. Señores del
lugar se convierten en protectores de estos artesanos de primera línea y les encargan

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pequeños trabajos; poco a poco, las “tertulias” de estos hombres se ven aumentadas
por la presencia de gentes ajenas al oficio, de allí a que estos últimos pretendan saber
más sobre la simbología masónica y sobre las reglas de fraternal convivencia, no hay
más que un paso, pero se presenta el problema de cómo integrarlos si no son
constructores. Entre unos y otros, es de suponer, elaboran, sin abandonar la Tradición
Operativa, utilizando los mismos elementos simbólicos y, en ocasiones, dándoles aún
mayor importancia, nuevas reglas para llegar a la Francmasonería Especulativa, o sea a
una Francmasonería que ya no construirá templos de piedra, pero sí continuará
construyendo templos espirituales; no obstante, esto no sería suficiente, ya que como
hemos visto, el Hermano Constructor unía ambos conceptos, así que la acción “externa
“será inevitable. Más aún, aquellos recién llegados perseguían sin duda la difusión de
ideas nuevas a la vez que aspiraban a mantener una estrecha conexión entre el futuro
evolucionista y el pasado universal. Fuera cual fuese la influencia que recibió esta
nueva Francmasonería, no podía dejar, por tanto, de ser especulativa, porque se abría a
los nuevos pensamientos, pero tampoco podía dejar de ser operativa, ya que su
proyección social era indispensable a su propia existencia.

Hemos dicho que la Francmasonería no podía ser considerada, en ninguna de sus


dos épocas, como una orden de corte o de influencia religiosa; no obstante, desde el
principio de la Francmasonería operativa se abordó el tema de la existencia de Dios y se
tuvo en cuenta la influencia cristiana en el mundo occidental de la época. El gran salto
hacia adelante que dio la Orden fue, en cambio, admitir que podían existir hombres
“libres y de buena voluntad” que no creyeran en la concepción del Dios de los
cristianos. La visión ecuménica de la Francmasonería podía ser una herencia de la
Orden del Temple o una simple coincidencia, como se encuentran muchas a lo largo de

19
la Historia. No olvidemos que ya muchos intelectuales valoraban en su justo valor la
labor dogmática de la Iglesia de Roma y su cada vez más creciente influencia y poder
abusivo en el orden económico y social. También debemos recordar que los
picapedreros habían conocido de cerca el clero y en varias ocasiones, como ya dijimos,
se habían mofado de él en sus esculturas; tampoco sería justo apartar la posibilidad de
que muchos clérigos fuesen conocedores de la simbología universal y que, pese a la
falta de esoterismo aparente en el catolicismo, tuviesen acceso a una cultura en este
sentido que, y se comprende muy bien, les estaba reservada.

No extrañará a nadie, pues, que la Francmasonería especulativa buscara una


fórmula más abierta del concepto divino, llamándolo el Gran Arquitecto del Universo,
nombre que por añadidura era muy acorde con la simbología que regía en la Orden.

Otro punto muy a tener en cuenta es que los constructores eran unos grandes
viajeros y que sus conocimientos se enriquecían por el constante contacto que
mantenían con otros países y con otros viajeros de civilizaciones distintas; si bien la
Iglesia mantenía celosamente la ignorancia del pueblo con respecto al esoterismo,
manejando la simbología cristiana a su antojo, para conservar su supremacía de
pensamiento, los picapedreros se codeaban con judíos y musulmanes; la formación que
recibían en las Logias, su concepto avanzado del estudio y de la tolerancia, añadido al
constante estudio de las formas, les llevo rápidamente a comprender que el pensamiento
y la espiritualidad no se acaba con el cristianismo y menos aún con el catolicismo.
Veremos más adelante hasta qué punto eran conocedores de tradiciones ancestrales.
Tampoco quisiera omitir la posibilidad de que esta tradición no les haya sido, en parte,

20
transmitida por algunos miembros del clero, en beneficio de la sublimación que éstos
buscaban dar a la obra, pero habrán sido probablemente los menos.

No existía aún la imprenta y, por lo tanto, la transmisión oral mantenía todo su


valor; sólo aquél que buscaba y se demostraba digno de ser informado, avanzaba en el
conocimiento del Arte, de la tarea que desempeñaba y del uso adecuado del símbolo y
de su reproducción en forma visible; de aquí los famosos secretos y la necesidad de
mantener la “Ley del Silencio” tantas y tantas veces mal interpretada y reprochada a los
Francmasones de todas las épocas. En los tiempos de los constructores se asemejaba
más al secreto profesional que a otra cosa; por otra parte, recordemos que la estructura
de la Logia era muy distinta a la forma de vida exterior; el hecho de poder reconocerse
entre ellos era, pues, vital en una época en la cual la suplantación de personalidad era de
lo más fácil; más aún, en el aspecto económico, el sistema nada tenía que ver con el de
nuestra época. Los picapedreros viajaban prácticamente sin dinero y recibían ayuda de
las Logias que visitaban a lo largo de su recorrido, entre un lugar de trabajo y otro; lo
cual, por otro lado, formaba parte de su formación tanto profesional como humana,
apoyándose en el intercambio de conocimientos e ideas.

Bien es cierto que solían vestir de distintas formas según los oficios, lo cual,
dicho sea de paso, demuestra claramente que no se escondían, al contrario, estaban
orgullosos de su condición. Así nacieron los toques, signos y palabras “secretas”,
conocidos únicamente por los Francmasones operativos y que les permitían reconocerse
en sus distintos grados (aprendiz, compañero y maestro), sin temor a desvelar algún
secreto profesional a aquél que lo podría emplear o divulgar de mala manera. Sin duda
existían otros secretos aparte de los puramente profesionales, pero éstos correspondían

21
al conocimiento de ciencias aún no reconocidas hoy y que tuvieron gran influencia en la
antigüedad, como son la astrología y la alquimia. Pruebas de ello quedan reflejadas en el
gran libro de piedra que son las catedrales góticas. No obstante, no creo que podamos
afirmar que todos los constructores fueran astrólogos o alquimistas. Algunos Maestros
escultores intentaron transmitir sus conocimientos en estas materias a través de sus
bajorrelieves, lo cual demuestra que se dirigían a los estudiosos de épocas futuras y no
especialmente a los Francmasones.

La Francmasonería Especulativa recogió estos signos y palabras, tanto para


seguir manteniendo a distancia a los profanos contrarios a toda evolución social
(estamos en el siglo XVII), como para conservar la conexión necesaria con la Tradición
Universal, ya que los mismos tienen una carga simbólica y esotérica indudable.

De la misma forma que en las Logias operativas el recién llegado era admitido
en función de sus valores morales y profesionales, en las Logias especulativas la
condición social no era condicionante; así nació el temor a la Francmasonería por parte
de los poderosos inmovilistas y absolutistas, todo ello añadido a que la concepción del
Gran Arquitecto del Universo, fuera la divinidad, o no, era dejada al libre albedrío de
cada Francmasón. Fue una bomba en ciertos sectores y aún lo es.

Así hemos llegado, muy rápidamente, al año 1723, en el cual la Francmasonería


Especulativa promulga sus constituciones, conocidas como “Las Constituciones de
Anderson”; Anderson fue en realidad el encargado de redactar las mismas y no su único
autor.

22
Cuatro Logias inglesas se federan, fundando la primera Obediencia: la Logia de
Londres (1717). Seguirá Francia, que ya tenía una Logia desde 1688, integrada por
militares irlandeses, siendo la primera totalmente francesa fundada en 1721 6; en
Dunquerque, en 1756, se crea la primera Obediencia, la Gran Logia de Francia; en
Alemania, la primera Logia data de 1737 aunque hubo un primer intento en 1733; la
primera Obediencia alemana sería la Gran Logia Madre Nacional, fundada en 1772; en
Austria, la primera Logia se creó en 1742, por el arzobispo de Breslau; en Bélgica,
entonces bajo distintas adscripciones políticas, la parte que representaba a los Países
Bajos austríacos tuvo su primera Logia en 1721, y en 1749 el Principado de Lieja; Italia
vio nacer su primera Logia en 1733, en el Gran Ducado de Toscana (la configuración de
Italia en esta época no permite considerar la historia masónica del país hasta su
unificación); Hungría tuvo su primera Logia en 1740; Bohemia y Moravia –en el
Imperio austríaco- , hacia 1726; Grecia, en 1780; Suiza, en 1736; Dinamarca, en 1743;
Noruega, en 1745; Rusia, hacia 1740; Polonia, en 1742; Finlandia, en 1756; Portugal en
1735; América del Norte, entonces colonizada por Inglaterra, en 1704; América del Sur
no tuvo Logias hasta principios del siglo XIX; finalmente, en España vemos como
Inglaterra funda una Logia en 17287, pero las persecuciones empiezan muy pronto; en
1740, Felipe V, siguiendo la bula de Clemente XII, prohíbe la Francmasonería y será
con la invasión napoleónica cuando volvería a iniciarse la historia de la Francmasonería
española.

6
Leveder ofrece estas fechas en la primera edición de su libro, mientras que la FM gala ha celebrado
en junio de 2003 su 275º aniversario, datando en consecuencia su origen en la Logia creada por el duque
de Wharton en 1728 (J.F.P.).
7
Las Tres Flores de Lys, en Madrid, creada, también, por Felipe, duque de Wharton, cuyos restos reposan
en el Monasterio de Poblet (J.F.P.).

23
No deja de ser interesante conocer datos históricos sobre países menos centrales,
como son: Turquía, primera Logia en 1738; China, en 1767; Japón, en 1866; África
esperará hasta el principio del siglo XIX.

Como habrá podido constatar el lector, media un tiempo muerto entre las últimas
construcciones de las grandes catedrales y la aparición de la Francmasonería
Especulativa, o por lo menos de su proyección y federación en el mundo extramasónico;
las más importantes, como la de Chartres, Canterbury o Reims, se terminaron tres siglos
antes; la desaparición del Temple con la muerte de Jacques de Molay, sobrevino tres
siglos antes, y la Reforma, a la cual atribuyen algunos un origen paralelo a la
Francmasonería, ya tenía dos.

¿Dónde estaban los Francmasones durante todo este tiempo?

¿Cómo se puede establecer la conexión entre constructores y Francmasones, si


durante tres siglos, por lo menos, no se manifestaron ni los unos ni los otros?

La respuesta es, sin duda, muy simple: por que nada favorecía ni reclamaba, aún,
esta transmutación, y esto no extrañará a quien conozca relativamente de cerca la
historia de órdenes iniciáticas.

Entonces, ¿cuál fue el punto de partida, o de transmutación?

La razón exacta queda al juicio de los numerosos historiadores; sabemos que el


primer Francmasón especulativo, recibido en una Logia, se llamaba Boswell, y esto

24
sucedía en el año 1603, en Escocia. Este dato nos demuestra claramente que la
Francmasonería Operativa, por tanto, seguía existiendo pese a la falta de catedrales que
erigir y que la Tradición constructora y simbólica perduraba, transmitida en las Logias.
En Francia, el Compagnonage fue el precursor de todas las escuelas profesionales, y
aún hoy en día se mantiene vivo, aunque únicamente reúne a miembros operativos.

El gusto por la convivencia, la reunión en el club, las largas charlas al anochecer,


la atracción por la simbología y la Tradición, todo ello muy propio del pueblo escocés,
¿fueron las motivaciones? Quizá; pero otro hecho muy significativo podría ser motivo
más que suficiente, siendo además recogido más tarde en las Constituciones de
Anderson, y uno de los más profundos fundamentos de la Francmasonería: la libertad
religiosa. En efecto, en aquella época, Escocia e Inglaterra sufrían la lucha entre
protestantes y católicos, y estas primeras Logias muy bien se podían haber anticipado al
ecumenismo religioso. Esta hipótesis abunda en favor de aquellos que asimilan la
Francmasonería con una rama resultante del desaparecido Temple; en este caso la
Reforma sería la rama religiosa o de lucha contra el poder absolutista de Roma, y la
Francmasonería la social, lo que no descartaría, por supuesto, el intercambio entre
hombres de distintas creencias.

Lo que es evidente es que la Francmasonería Operativa era una cofradía


eminentemente creyente, pese a no ser una cofradía religiosa, y que su metamorfosis en
Francmasonería Especulativa no implica, ni remotamente, la negación de la fe ni de la
existencia de “un Dios”, sino que evidencia el hecho de que esta fe sea diferente de un
ser a otro y que “el Dios” tenga una u otra forma, o ninguna, según cada cual, pero por
descontado no es esta nueva Francmasonería un templo al ateísmo como se la ha

25
querido representar por parte de sus detractores y, por desgracia, por parte de algunos
Francmasones. El dogmatismo de una religión, la católica, en nuestro mundo occidental
ha fomentado, tanto en unos como en otros, una aversión recíproca que ha tachado a la
Francmasonería de “diabólica”, y que le ha restado en ocasiones esencia tradicional en
su propio seno.

Se denominan como “Antiguos Deberes” los manuscritos (unos cien), testigos de


la Francmasonería Operativa; a este respecto, Rober Amadou dice: “Los Antiguos
Deberes de los constructores han establecido, para siempre, ya que reflejan lo esencial,
lo eterno, las bases de una vía iniciática, Tradicional por definición”8.

Más adelante escribe: “ ‘Los Manuscritos Góticos’, según palabras del pastor
James Anderson, que los recopiló en 1723, para redactar los primeros estatutos de la
Francmasonería Especulativa, son el lazo concreto más fuerte entre esta
Francmasonería y la Operativa”.

El mismo autor da como puntos esenciales de las normas operativas; invocación


de Dios; mitología desde Lamech (padre de Noé) hasta el rey Athelsan (anglosajón,
siglo X), así como diversas reglas morales generales y relativas a la deontología
masónica y al funcionamiento de las Logias9.

8
Artículo publicado en Question de.

9
El artículo citado de R. Amadou es un prólogo a la reproducción de los textos “Poema Regius” y
manuscrito “Cooke”, considerados como los más antiguos textos masónicos conocidos; el primero data de
794 y el segundo de 1425; ambos originales se encuentran en el British Museum.

26
Es importante recalcar que en la época del nacimiento de la Francmasonería
Especulativa, el problema del ateísmo era prácticamente inexistente, pero sí existía,
como hemos visto, la diversidad de fe y formas de vida consideradas como libertinaje,
del cual no se salvaban los clérigos.

Otro factor a tener en cuenta para explicar el silencio aparente de la


Francmasonería entre el final de su fase Operativa y el comienzo, a principio del siglo
XVIII, de su fase Especulativa, es el movimiento renacentista de los siglos XV y XVI y
su influencia posterior.

La aparición de la imprenta hace que desaparezca la importancia de la


transmisión oral, pese a que ciertas enseñanzas sólo se transmitan así.

La reproducción de textos de autores de la Antigüedad hace olvidar estos otros


“libros” que son las catedrales. Las letras impresas sustituyen a las esculturas y vidrieras
que se ven incluso mutiladas en aras de un arte que sólo pretende “embellecer” sin
transmitir.

En Italia, los papas Julio II y León X protegen a los artistas renacentistas y sus
obras –maravillas artísticas por otra parte, ya no pretenden ser “leídas” sino
simplemente admiradas. En España vemos cómo el arte plateresco se superpone en
ocasiones a edificios góticos (en Salamanca, por ejemplo).

27
No obstante, encontramos en algunas esculturas y en otras obras renacentistas el
empleo de la “Regla de Oro” de Pitágoras, ya utilizada por los constructores de
catedrales góticas.

Antes de abordar las Constituciones de Anderson, hagamos un paréntesis para


intentar aclarar el por qué de la palabra Francmasón para designar a estos hombres,
constructores o no. Las opiniones de los historiadores se reparten en dos hipótesis. La
primera surge de la palabra inglesa “Free-Mason”, o sea el masón (picapedrero-obrero
de la construcción), que trabajaba la piedra “franca”, especialista, en oposición al “rush-
mason”, que era quien arrancaba la piedra bruta (“rush-stone”) de las canteras. Los
Francmasones serían “picapedreros especializados”. Esta hipótesis encaja perfectamente
con una parte importante del ritual simbólico de la Orden. La segunda versión se basa
en el hecho de que en la Edad Media los constructores y ciertas cofradías de oficios
disfrutaban de “franquicias”, especialmente en Francia, concedidas en recompensa a
servicios prestados, generalmente otorgadas por el clero y por el Temple; de aquí
hubiera surgido la palabra “Francmasón”. En numerosas ciudades de Francia
encontramos aún calles con nombres parecidos; en París, por ejemplo, la de los Franc-
Bourgeois (Francos-Burgueses). Si bien ninguna de estas dos opciones queda probada
por documentación fidedigna, las dos son admitidas como válidas y posiblemente así
sea, cada una en su época y lugar.

La proliferación de la recién nacida Francmasonería Especulativa reclama una


adecuación de las normas y reglamentos de la Operativa, más aún si consideramos que,
como hemos visto, tras la desaparición de las grandes obras, las Logias adosadas a las
catedrales habían sido, sin duda, reemplazadas por pequeños talleres especializados en

28
tal o cual oficio. Los primeros Francmasones especulativos, y por lo tanto los últimos
operativos, solían reunirse en salas privadas de albergues, posadas o fondas, cuyos
nombres adoptaban a veces, como título de la Logia; nombres tales como “El Racimo
de Uva” o “Le Louis d’Argent” (El Luis de Plata), esta última considerada por algunos
autores como la primera Logia fundada en Francia, en 1726, o la que es considerada
como la primera Logia fundada en España, en Madrid, que fue llamada “Las tres flores
de Lys”.

La Gran Logia de Londres encarga al pastor James Anderson la redacción de las


constituciones, que llevarán su nombre, aunque otros Francmasones relevantes
trabajaran en ello, entre los cuales cabe destacar a Théophile Desaguliers.

29
CAPÍTULO II
LAS CONSTITUCIONES DE ANDERSON

Dos años después de establecerse la Federación de Logias, que dará lugar a la


primera Obediencia -la Gran Logia de Londres-, ésta nombra como su Gran Maestre a
un físico, hijo de un pastor protestante, francés, refugiado en Inglaterra, Jean Theophile
Desaguliers, quien en 1721 encarga a Anderson la redacción de los estatutos de la nueva
Francmasonería Especulativa.

El primer párrafo de estas Constituciones aborda lo que se refiere a Dios, y aquí


tenemos a la vez la confirmación de la religiosidad de la Orden, así como su tolerancia y
su ecumenismo; reconoce este artículo que hasta entonces los Francmasones se veían
“obligados” a creer en la religión de su “país de origen”; recordemos que todos ellos,
por su trabajo de constructores, viajaban, y ello debía de suscitar más de un conflicto,
viéndose un Francmasón operativo llevado a manifestar una opción religiosa por simple
obligación, cerrándose a la posibilidad de abrazar otra forma de fe más acorde con sus
propios pensamientos. Así pues, las Constituciones admiten la “libre elección” de la fe,
en sus varias formas, dos siglos y medio antes del Vaticano II.

Más aún, no obliga a profesar ninguna religión en particular, sino que recoge
como única obligación la de comportarse en forma tal que el Francmasón que así lo

30
hiciera pudiera ser reconocido como miembro de la Iglesia, tanto por un católico como
por un protestante o un musulmán.

Termina este artículo diciendo: “...se deduce que la Francmasonería es el centro


de unión, y el medio de llegar a establecer amistad sincera entre personas que no
hubieran podido nunca, sin ella, familiarizarse entre ellas”. Lo cual demuestra un claro
deseo de unión y comunicación entre los pueblos y la abolición de las querellas
religiosas.

El segundo párrafo aborda el tema de los poderes civiles y las obligaciones del
Francmasón con la nación. Aquí queda constancia de la no implicación de la
Francmasonería Especulativa en asuntos de orden político y de su adhesión al poder de
la nación establecido y por lo tanto de la no participación en temas políticos, en vista al
mantenimiento de la paz. Pero también toca un punto importante y es el principio de
“asilo político” que dará la Logia a aquél que se rebele en forma individual, y no como
miembro de la Logia, contra el gobierno; sus relaciones con la Logia no podrán ser
anuladas aunque se condene su acción particular. Tenemos aquí uno de los más
fundamentales derechos que conceden las democracias actuales.

El capítulo tercero se refiere a las Logias y a las obligaciones primeras del


Francmasón para con ellas. Pero el punto más importante es el tratado en el último
párrafo y que determina que los admitidos en las Logias deberán ser “hombres de buena
reputación, llenos de honor y de rectitud, nacidos libres y de una edad madura y
discreta. No deben ser esclavos ni mujeres, hombres que viven sin moral o de manera
escandalosa”.

31
No deja de ser extraño que en este caso la Francmasonería dé mayor importancia
a ciertas convenciones sociales que a un tema tan trascendental como el religioso; nos
referimos a la no aceptación de la mujer concretamente; por una parte, es obvio que a
principio del siglo XVIII el papel de la mujer en la sociedad no podía prever su
inserción en actividades sociales; pocas eran las que se interesaban por ello y disponían
de un mínimo de preparación, pero, sobre todo, tengamos en cuenta lo que ya dijimos,
que en aquellos tiempos el libertinaje imperaba en la sociedad burguesa y en la nobleza,
y era y había sido artífice de desafortunados resultados políticos y sociales. Por otra
parte, la mujer “pertenecía” legalmente a su padre de soltera, y a su marido, de casada.
Aunque, más tarde se obtendría el derecho al voto (Noruega, Nueva Zelanda...) todavía
hoy la Francmasonería inglesa no admite a la Francmasonería femenina.

En cuanto al tema de la esclavitud, claramente admitido por estas


Constituciones, es obvio que un esclavo no podía “libremente“ escoger y asumir su
pertenencia a la Francmasonería, lo cual por definición le impedía el acceso; lo primero
que se debía hacer, por lo tanto, era llegar a la abolición de la esclavitud, lo que se hizo
con el apoyo de muchos miembros de la Orden.

El cuarto capítulo anuncia un cambio radical en las estructuras sociales; empieza


así: “Toda promoción entre Francmasones está fundada en el valor real y en el mérito
personal...”. Esto en una sociedad en la cual los títulos y honores se repartían en forma
arbitraria, era, sin duda, un paso adelante, sin precedentes y una etapa marcada hacia el
espíritu democrático. Continúa este artículo relacionando cuáles debían ser los distintos
escalones jerárquicos.

32
El quinto capítulo, como el anterior, refleja aún en parte normas operativas; en lo
que se refiere al trabajo y al acatamiento de las leyes y costumbres de cada país, así
como a reglas de trabajo, se lee entre otras frases: “Nadie hará aparecer envidia cuando
vea prosperar a un hermano; no le suplantará ni echará de su trabajo...” (...) “Todos los
Hermanos empleados recibirán sus ventajas todas las semanas, sin murmurar y sin
amotinarse y no dejarán al Maestro hasta que el trabajo esté terminado...”. Termina el
capítulo acentuando el hecho de no enseñar o emplear a otros trabajadores en lo que
sólo concierne a la Francmasonería.

El sexto y último capítulo, dividido a su vez en seis partes, trata de las “normas
de comportamiento”:

1. En las Logias ya constituidas, recoge especialmente el comportamiento


frente a la jerarquía en el trabajo.

2. Cuando la Logia ha concluido sus trabajos, aborda el comportamiento


fraternal entre hermanos, la libertad de expresión, la no intervención en
cuestiones políticas y religiosas.

3. Cuando los Hermanos estén juntos, sin extraños; llama al comportamiento


fraterno, sin olvidar las cualidades de cada cual y sin emplear por ello modales
inadecuados.

33
4. En presencia de no Francmasones, aborda el famoso “secreto” que se debe
guardar frente a extraños.

5. En casa y en el vecindario, recuerda normas sociales consideradas hoy como


las más elementales, pero ciertamente poco comunes en la época.

6. Hacia los Hermanos extranjeros, cautela hasta descubrir que es verdadero


Francmasón; normas de fraternidad, aunque “...no estáis obligados a hacer más de
lo que podéis”. Finaliza en estos términos: “En una palabra, hace falta que se
reconozca en todo la benigna influencia de la Francmasonería, que ha sido la
causa de que todos los verdaderos Francmasones han obrado así desde el principio
del mundo y obrarán de la misma manera hasta el fin de los tiempos”.

Las Constituciones de Anderson son aún hoy reconocidas y admitidas por todas
las Obediencias masónicas; ciertamente, algunos de sus aspectos han perdido vigencia
en función de la evolución de la sociedad, evolución que en infinidad de casos ha sido
obra de la propia Francmasonería. Si en algo se han dejado de seguir estos primeros
estatutos, ha sido para mejorar la calidad de vida, la libertad del hombre, la fraternidad
entre los pueblos y la igualdad; todo ello se traduce en: abolición de la esclavitud,
igualdad de derechos para la mujer...

Si bien estas Constituciones marcan un sentimiento evolucionista en el aspecto


social tan sólo a primera vista, no por ello alejan el sentido iniciático de la
Francmasonería, como algunos han interpretado; es obvio que para “hacer realidad” los
postulados recogidos en este texto, el camino iniciático es indispensable.

34
Lo que sí es reprochable a quienes elaboraron estas Constituciones, es que se
erigieron inmediatamente en “Padres de una nueva Francmasonería”, cuando en
realidad no fueron más que continuadores; así fue cómo nació el sentimiento de
“regularidad” impuesto por la Gran Logia Unida de Inglaterra al autonombrarse piedra
angular del edificio.

35
CAPÍTULO III
EL ANTI-MASONISMO

Parece ser, a primera vista, que el mayor enemigo de la Francmasonería sea la


Iglesia Católica Romana, y viceversa; no obstante, no es realmente así. Cierto que si se
estudian las relaciones Iglesia - Francmasonería se verá que no han sido de lo más
armoniosas, pero la Iglesia, con mayúscula, no es la causante ni mucho menos, sino
hombres, de sotana o no, que han visto o ven en peligro su propia y pequeña porción de
poder, y otros que nadan en la más execrable ignorancia y que suelen ser los que
escriben libros atacando a los Francmasones y a la Orden, con argumentos de lo más
burdos; como Francmasón, sin duda, si me dedicara a escribir una obra anti-masónica lo
haría mejor. No es ésta mi intención, pero lo que sí voy a hacer es demostrar con
algunos ejemplos lo mal enfocadas que están las obras anti-masónicas.

No obstante, antes de enjuiciar a la anti-masonería es indispensable admitir, en


aras del rigor con el cual se pretende tratar este tema que, sin duda, han existido y por
desgracia existirán algunos Francmasones que no deberían haber pertenecido nunca a la
Orden; pero la Francmasonería es una obra humana y por lo tanto no está exenta de
imperfecciones. Sus propios estatutos, su tolerancia, la libertad existente en sus Logias,
“permite” la aparición de elementos negativos, descubiertos a veces cuando ya es
demasiado tarde.

36
Este hecho no es, ni mucho menos, atribuible únicamente a la Francmasonería,
sino común a muchas otras instituciones. Tenemos a lo largo de la Historia pruebas de
ello: médicos que, pese a su juramento, han infligido a sus pacientes sufrimientos
inhumanos (en los campos nazis, por ejemplo); abogados que no se limitan a
salvaguardar los derechos de sus clientes sino que están tan implicados como ellos en
acciones criminales; policías que utilizan la tortura física y mental. Pero todo esto no
significa que todos los policías sean torturadores, que todos los médicos sean
Frankenstein, que todos los abogados sean criminales con diploma. Es evidente que se
espera más de una comunidad como la Francmasonería, que predica altos conceptos,
pero sus más fervientes atacantes también predican, y guardan silencio sobre los errores
que cometen algunos de sus correligionarios. No seremos nosotros quienes los
recuerden.

Léo Taxil es un hombre “mágico” en la historia de la literatura anti-masónica.


“Uno de los casos más curiosos y al mismo tiempo grotesco...”, así comienza J. A.
Ferrer Benimeli un artículo sobre este personaje, en la revista Historia 16 de noviembre
de 1977.

En efecto, Gabriel Jogang Pagès no fue más que un arribista que engaño a todos,
Iglesia incluida y, sobre todo, al publicar en los años 1885 y siguientes unos panfletos
con el seudónimo de Léo Taxil. Llegó a recibir no solamente la aprobación y el respeto
de algunos obispos, sino la del propio Vaticano. Inventó una supuesta “hija del diablo”,
llamada Diana Vaughan, que por supuesto jamás existió; con todo este juego, él y sus
seguidores se llenaban los bolsillos; más aún, en el Congreso Anti-Masónico celebrado
en 1896, en Trento, con la asistencia de treinta y seis obispos, cincuenta delegados

37
episcopales y unos setecientos delegados más, Taxil salió triunfante tras haber
“demostrado la real existencia” de D. Vaughan.

Pero cuál no fue la sorpresa cuando en 1897 convoca una gran asamblea y
reconoce que todo era una farsa, que D. Vaughan jamás había existido y que siempre se
había mofado de la Iglesia con sus historias anti-masónicas. Claro que los enemigos de
la Francmasonería podrían decir que la “mano negra” de la Francmasonería le había
obligado a retractarse, pero no lo dicen; más aún, en España sus obras están en las
bibliotecas y fueron esgrimidas durante el franquismo; aún hoy se recogen en algunos
libros anti-masónicos recientes, parte de estos textos. ¿Cómo se puede otorgar
credibilidad a tal individuo, si sabemos que antes de atacar a la Francmasonería había
ganado su buen dinero atacando a la Iglesia, y que cuando se le acabo el filón, “se
convirtió”? ¿Y que tras su segundo fraude, agotadas las posibilidades anti-masónicas, se
inventa una ciudad perdida en el fondo del lago Leman, en Suiza?...

Uno de los más recientes libros anti-masónicos (o el más reciente quizá) 10,
titulado La Iglesia y la Masonería, una lucha que no cesa, recoge en su página 58 una
traducción de un texto titulado “El Masón asesino”, de Léo Taxil (escrito León Taxil),
pronunciado en una querella entre el Gran Oriente Español y la Revista La Verdad, de
Castellón, por el defensor del autor del artículo publicado en contra de la

10
Así redactaba su texto Leveder, aunque, desgraciadamente, el antimasonismo, asociado a veces al
antisemitismo, reaparece, periódicamente, en obras del más variado pelaje. En este panorama ocupan un
lugar privilegiado los panfletos de Ricardo de la Cierva, digno sucesor del padre Juan Tusquets, un
presbítero catalán fascista que hizo detener y encarcelar a muchos francmasones o personas acusadas de
serlo en los primeros años de la postguerra (J.F.P.).

38
Francmasonería, en la citada revista; claro que los hechos ocurrían en los años finales
del siglo XIX...

La fiabilidad de los autores anti-masónicos es generalmente escasa ya que no


pueden abandonar su visceral rechazo y analizar objetivamente no solamente los textos
masónicos sino también los de autores o historiadores imparciales.

Es frecuente en este tipo de libros encontrarse con claras tergiversaciones o con


verdades a medias. El autor ya citado, en la página 46 deja entender que el historiador
José Antonio Ferrer Benimeli, en su libro La Masonería actual, publicado en Barcelona
en 1977, dice que la Masonería Regular cree en Dios y la Irregular no; más aún, deja
suponer que el profesor F. Benimeli limita la primera a Inglaterra y que la segunda es la
de Francia, Italia y España. El autor, en este caso, descontextualiza las palabras de
Ferrer para utilizarlas a favor de la imagen que tiene y pretende dar. Esta falta de rigor
es común en este tipo de libros, lo cual anula toda credibilidad.

Es sabido que la Masonería llamada Regular no se limita al territorio inglés


(aunque se la denomina también, en ocasiones, como inglesa por su origen) y que en
España, como en Francia y en Italia, existe una Obediencia de estas características. En
cuanto a la Masonería Irregular, también llamada Liberal, si bien no exige la creencia
en un Dios revelado, tiene entre sus miembros a numerosos católicos practicantes.
Pretender dejar entender lo contrario y que un historiador imparcial de la categoría del
profesor Ferrer Benimeli desconoce esta realidad es engañar al lector.

39
Los casos de este tipo son numerosos y aquí cito éste entre tantos a simple título
de ejemplo.

La creencia en Dios o en la concepción católica o cristiana de Dios, parece ser y


es el problema; pues bien, hemos visto en las Constituciones de Anderson que la
Francmasonería como institución no cree ni deja de creer, por lo tanto, ni lucha ni deja
de luchar contra la iglesia de Roma; cada Francmasón es libre de sus actos y creencias y
esto es lo que molesta a muchos sectarios dogmáticos que enarbolan la bandera vaticana
para defender posiciones personales, más políticas que religiosas, porque la libertad que
la Francmasonería pretende conservar para sí y para la Humanidad es sin duda contraria
a los diseños de ciertos sectores que utilizan el tema religioso para encubrir ideologías
antidemocráticas.

El simple estudio de los acontecimientos entre Iglesia y Francmasonería,


demuestra que no existe ningún antagonismo de fe. No queremos, en el marco de este
libro, entrar en una enumeración ni en el estudio de acontecimientos históricos
comprobados y recogidos en obras de historiadores imparciales; en cambio, no podemos
dejar de recordar que los ataques más feroces, por parte de la Iglesia Católica, nacen en
épocas de conflictos políticos y sociales, durante las cuales la Francmasonería, al igual
que otros grupos, entonces ilegales frente a los poderes absolutistas del momento,
defiende las libertades del hombre, la abolición del poder absoluto y, ya, lo que más
tarde se conocería como “los derechos del hombre”.

Los papas Pío IX y León XIII lanzaron sus bulas y anatemas contra la Orden. El
último Pontífice, de 1878 a 1903, habiendo heredado unos Estados Pontificios reducidos

40
a la Ciudad Vaticana, lo cual no aceptó de buen grado, llegó, incluso al margen de sus
ataques a la Francmasonería, a prohibir a los católicos italianos la participación en la
vida política. En cuanto al primero, es de todos sabido que sufrió directamente, por dos
veces, la derrota como “jefe de Estado”, frente a las tropas de los nacionalistas italianos;
fue Papa de 1846 a 1878. La pérdida de los Estados Pontificios se produjo en 1870;
muchos Francmasones, entre ellos Garibaldi, fueron “culpables” de convertir al Papa en
Jefe de la Iglesia Católica solamente, retirándole el poder temporal.

Que una parte de la Iglesia Católica y el propio Vaticano utilicen, aún hoy, las
condenas de estos dos Pontífices para justificar una supuesta acción en contra de la
Iglesia por parte de los Francmasones, es de lo más absurdo y demuestra claramente que
no disponen de otras “armas” por su total falta de existencia.

Intentemos recopilar los puntos negros que se reprochan a la Francmasonería: la


fraternidad de sus miembros; una supuesta mascarada de la liturgia católica en sus ritos;
sus signos, pasos, toques, etcétera, considerados como actos de conspiradores; el
secreto; la presión sobre los hermanos para que cometan actos criminales; el laicismo; el
judaísmo; el comunismo; las vendas en los ojos; las capuchas, y un largo etcétera.

La Fraternidad

¿Cómo se puede reprochar a un grupo de hombres o mujeres que practiquen la


Fraternidad? Cualquier lector inteligente entenderá que esto significa ayuda a los
necesitados, tolerancia, ausencia de envidia, seguridad moral, ética y material entre los

41
hermanos, ya que cada cual se comporta hacia el otro sin segundas intenciones. ¿No es
de alabar esto en nuestros tiempos y en todos los tiempos?

La presión sobre los Hermanos

Cualquiera que tenga acceso a reglamentos o estatutos masónicos, sabrá que esto
es imposible y en realidad nadie lo cree, pero los detractores de la Francmasonería
utilizan aspectos de los rituales masónicos para intentar divulgar esta idea; veremos más
adelante cómo y por qué. Sepamos que cada Francmasón es libre de abandonar la
Masonería en cuanto se le antoje; ciertamente, ocurren dos cosas: una, que se procure
saber el porqué y ayudarle, si cabe, a resolver sus dudas (lo que es lógico en una
comunidad fraternal), y en segundo lugar, que el hecho de convertirse en Francmasón
implica una iniciación y por lo tanto, todo aquél que haya pasado esta iniciación sigue
siendo Francmasón, aunque cause baja; no por ello se le va a molestar ni a exigir
cuentas una vez realizado este último trámite. Cada cual es libre de sus actos frente a la
comunidad.

La mascarada litúrgica

Este es un tema muy denso y sin duda complejo para quien no tenga ciertos
conocimientos esotéricos, mitológicos, bíblicos y simbólicos. Los rituales masónicos se
basan sobre una simbología y ésta es común a toda la historia de la Humanidad. El
esoterismo que encierran estos símbolos forma parte de la Tradición y han sido

42
exteriorizados por religiones y filosofías, en consonancia con su visión del mundo y los
resultados que pretendían obtener.

La Francmasonería, en el desarrollo de sus rituales, evoca unos símbolos que


llamaremos básicos y que se pueden encontrar en el catolicismo, por ejemplo, pero que
también se encuentran en ciertas mitologías y por supuesto en otras religiones
reconocidas y respetadas. No por ello la Francmasonería pretende ser una religión, ni
mucho menos, y tampoco pretende desvirtuar el concepto religioso y espiritual. Muy al
contrario, tampoco pretende hacer una farsa litúrgica. Creemos que este punto quedará
aclarado en cuanto abordemos el estudio de la simbología masónica, o sea la
interpretación y uso que da a cada uno de los símbolos presentes en sus rituales.

Los signos

Sin duda, nada tienen de conspiración. Ya vimos en el breve acercamiento hecho


con respecto a los constructores, que éstos ya los empleaban para reconocerse tanto en
su calidad como en su grado y esto es lo que siguen siendo actualmente, aunque
conservan un significado profundo adaptado a cada grado; cada signo, cada paso tiene
su función a la vez que su sentido simbólico y no solamente en Francmasonería, sino en
toda la historia humana: el apretón de manos aún en uso hoy día, tiene su porqué; el
signo de la cruz no tiene como único significado el conmemorar la muerte de Cristo
sino que implica además la creencia en conceptos milenarios que todo creyente o simple
interesado en la sabiduría tradicional debería conocer o conoce sin asociarlos.

El Judaísmo

43
Se reprocha a la Francmasonería su conexión con el sionismo y se suele dar
como prueba contundente el hecho de que en sus rituales las “palabras” de “paso” o de
“grado”, así como los nombres de los personajes de su leyenda, sean judíos, y esto es
verdaderamente fruto de la más execrable ignorancia o mala fe. ¡Claro que todas estas
palabras y nombres son de origen judío, si son bíblicas! ¿Cómo, por lo tanto, los
detractores de la Francmasonería, enarbolando, como ya dijimos, la bandera vaticana,
pueden decir tal necedad?

El Comunismo11

¿Son las ideas liberales y progresistas obligatoriamente comunistas? Nadie, hoy


en día, lo cree así. Esta asociación no es más que una gran farsa, destinada a atacar dos
filosofías distintas, pero quizás igual de molestas para algunos, creando de cara a la
opinión pública un solo frente, lo cual permite acusar al enemigo tanto de una cosa
como de otra, aunque no sea ni la una ni la otra, como sucedió en España a partir del 36
hasta el 77.

Para mayor vergüenza de los ignorantes, la Francmasonería está prohibida en


todos los regímenes comunistas (dictatoriales también), ya que defiende la libertad del
hombre, excepción hecha de Cuba, donde tiene un arraigo histórico “libertador” e

11
El lector debe situar la redacción del texto en la etapa anterior al final de la guerra fría y de la
desaparición de la URSS, cuando el juicio de valor de los supuestos defensores del “orden” constituido
(social o espiritual) asociaba con el comunismo toda posible cosmovisión alternativa (V.M.O.).

44
“independentista” que desaconseja su prohibición por razones obvias de conservación
de “imagen”12.

La criminalidad

Nadie puede decir que ningún Francmasón haya jamás cometido algún crimen o
desacato a las leyes, pero ¿qué asociación, religión o grupo social puede afirmar que ni
uno solo de sus miembros, a lo largo de la Historia, esté exento de tales culpas?
Ninguna. Individualmente, es posible que algún Francmasón incurra en falta grave hacia
la sociedad, pero en ningún caso esto permite pensar que su acto sea compartido o
dictado por la Francmasonería. Si así fuera, ¿creen los detractores que la orden hubiera
podido existir durante casi tres siglos, reconocida y admitida por los gobiernes de toda
ideología democrática que han regido los destinos de naciones como EE.UU., Francia,
Inglaterra, Bélgica, Holanda, Suecia, Italia, etcétera? Es del todo absurdo pensar que
esto pudiera ocurrir. Sólo los enemigos de las libertades humanas pueden suponer que
los 5.000 Francmasones españoles del 36, podían ser responsables de convulsiones
sociales, o como se dijo, de “todos los males de la Nación”13. Sería igualmente ridículo
suponer que los 70.000 Francmasones franceses actuales dirigen Francia, un país de
cerca de 60 millones de habitantes, en el cual existe el sufragio universal.

12
“Libertadores” como Sucre, Bolívar, San Martín y José Martí, fueron masones.

13
Pese a que en los archivos de Salamanca se conservan más de 80.000 expedientes de españoles por
pertenecer a la Francmasonería, datos rigurosamente comprobados indican que sólo unos 5.000 lo eran.

45
En el ya mencionado libro La Iglesia y la Masonería, una lucha que no cesa, el
editor dice textualmente en su introducción: “Juan Pablo I murió como consecuencia de
la acción masónica...”. Dudamos que la Francmasonería sea capaz de provocar un
infarto fulminante a distancia, en plena noche; ¿o es que el autor de esta afirmación no
admite el dictamen vaticano referente a las causas de la muerte del Santo Padre y
considera que se trata de un asesinato? En tal caso, o es profeta o dispone de datos
reveladores, ya que la publicación a que nos referimos data del año 1982 y las únicas
posibles y pretendidas pruebas sobre este supuesto atentado han sido publicadas en el
libro de David A. Yallop, en 1984; de todas maneras, dudamos que la Iglesia, a la cual
pretende defender el citado libro, apruebe sus declaraciones.

Pero debemos admitir que si hubo asesinato, y si consideramos que las pruebas
que pretende aportar D. Yallop en su libro En nombre de Dios tienen algún valor, tal y
como lo refleja, la autodenominada Logia Masónica P 2 y parte de sus componentes
estarían muy directamente implicados en este magnicidio, según aquél.

Es por lo tanto preciso aclarar, por una parte, que el propio Yallop deja patente
en su libro, tanto en afirmaciones propias como transcribiendo conversaciones con
terceros, que la citada P 2 es “una Logia Masónica ilegal” (p.19) diciendo textualmente:
“Aclaremos que lo que alarmaba al Papa no era la Francmasonería convencional, a
pesar de que la Iglesia siempre consideró que quien se integra en una Logia Masónica
recibirá automáticamente la excomunión. La alarma de Luciani venía provocada por
una Logia Masónica ilegal que había traspasado las propias fronteras de Italia con su
desmesurada ambición de riqueza y poder. Dicha Logia se autodenominaba Propaganda
2 (P 2)”.

46
Ningún Francmasón consciente puede negar que los primeros componentes de
esta Logia fueran Francmasones, ya que fueron iniciados regularmente en Logias del
Gran Oriente de Italia; pero esto no es suficiente para implicar a toda la Francmasonería
y tampoco al citado Gran Oriente. En efecto, la Francmasonería considera como Logia a
un Taller constituido por un mínimo de siete Maestros Francmasones; éstos pueden, o
no, pedir su integración en el seno de una Obediencia (Federación de más de tres
Logias).

No es frecuente, por suerte para todos -Francmasones y profanos- que ocurran


casos como el de la P 2; los fundadores de esta Logia demostraron pronto su carácter
nada masónico para dar paso al tráfico de influencias, los negocios financieros ilegales,
llegando a la coacción y la extorsión, si se da crédito a ciertas pruebas que se dice que
en su día tuvo la justicia italiana.

El Gran Oriente de Italia desautorizó y rechazó la Logia P 2, considerándola


ilegal. Por otra parte, ya lo era en Italia frente a la legislación vigente, ya que no dio a
conocer a las autoridades la lista de sus miembros como ordena la ley de aquel país;
tampoco puede la Francmasonería reconocer como Francmasones a la mayoría de los
afiliados a Propaganda 2, ya que no fueron iniciados de modo regular; aparentemente,
las iniciaciones se reducían a un inusitado acto de juramento en cualquier lugar no
masónico, una habitación de hotel, por ejemplo, y ello es muy contrario a las prácticas
masónicas.

47
Si como lo indica David A. Yallop en su libro, existen miembros de esta seudo
Logia en España, está claro que para los Francmasones españoles no lo son y que nada
tienen que ver con las Obediencias legalmente constituidas en nuestro país.

El Laicismo

Es obvia la influencia que ha querido mantener en cada momento la Iglesia


Católica Romana en la educación y en la formación cultural de la Humanidad a través
de la prohibición de tal o cual forma de conocimiento e incluso de tal o cual teoría
posteriormente comprobada y aprobada por Roma tras años de rechazo; es obvio, pues,
que tal postura sea contradictoria a los principios masónicos, en tanto y cuanto respetan
todas las culturas y pretenden que la propagación de las ideas sea libre. Perseguir a
Galileo fue sin duda un crimen contra el pensamiento, pero quizá más grave, si cabe, ha
sido prohibir a las gentes que admitieran sus teorías, durante siglos, para después
limitarse a decir: “fue un error”.

En este sentido, la Francmasonería pretende que tanto el Estado como la


enseñanza estén libres de influencias religiosas de cualquier confesión y no estén sujetas
a los dogmas de turno, dejando a cada ser humano la total libertad de creer en, o
defender una u otra teoría cultural o ideológica siempre y cuando no contravenga los
derechos del hombre. Es evidente que en ciertas épocas, la defensa del laicismo estuvo
asociada a intentos políticos y se utilizó como arma de partido. En España, por ejemplo,
a principios de siglo, Ferrer i Guardia fue a la vez defensor de una enseñanza libre,

48
llegando a crear su Escuela Moderna y, a la vez, partícipe de acontecimientos políticos
del momento; fue acusado -y fusilado-, tanto por sus adversarios políticos como por
aquellos que veían en su liberalismo cultural un peligro para los dogmas católicos; hoy,
ciertos sectores defienden la enseñanza “libre”, es decir, privada confesional, para
asegurar mejor la actual situación de preponderancia de las escuelas religiosas, en las
cuales el “filtro cultural” sigue existiendo.

¿Cómo puede un hombre pretender ser instruido si se le prohíbe leer a Marx o a


San Juan de la Cruz? Poco importa quién prohíba a quién; en ambos casos es coartar la
libertad del hombre y negarle el derecho a forjarse su propia opinión.

49
CAPÍTULO IV
LA FRANCMASONERÍA EN ESPAÑA HOY

Antes de abordar la simbología masónica, es preciso saber, aunque brevemente,


a quién interesa esta simbología y quiénes son aquellos que la viven.

No se oye hablar mucho de la Francmasonería en estos momentos, excepción


hecha de algún que otro artículo de prensa que aparece sin motivo aparente, y que suele
ser bastante incoherente, sea porque aún quedan algunos resquicios de la “publicidad”
franquista en la mente de los autores, sea porque obviamente sus fuentes de información
no están al día. Incluso cuando recogen las palabras de algún representante de la actual
Francmasonería en España, suelen éstas llegar a la imprenta con deformaciones que
complican a placer su comprensión; no hablemos de cuando un periódico o una revista
recoge la información de otro arreglándola con su salsa para que no se note demasiado
el plagio. Veremos más adelante, en las explicaciones de parte del léxico masónico, los
errores que se suelen cometer.

Lo que el lector interesado en la Francmasonería debe saber es que en España,


como en todos los países y como ya vimos al tratar del nacimiento de la Orden, existen

50
varias Obediencias, o sea federaciones de Logias. Estas son: la Gran Logia Simbólica
Española [GLSE-GOEU], con sede en Barcelona, Obediencia mixta (o pluralista)
liberal; la Federación Internacional Mixta del Derecho Humano tiene, al igual que en
muchos países, Logias en España y pertenece también a la llamada Francmasonería
liberal. Existen además algunas Logías patrocinadas por Obediencias extranjeras tanto
masculinas, como femeninas.

Fuera de las Obediencias liberales (llamadas irregulares por otros), existe en


España una Obediencia llamada “Regular”, o sea que mantiene relaciones y responde a
las directrices de la Francmasonería anglosajona: la Gran Logia de España [GLE].

¿Cuál es la diferencia entre la Francmasonería liberal y la regular? La primera


mantiene fundamentalmente dos puntos de vista antagónicos con la segunda: la libertad
absoluta de culto religioso de sus miembros y la soberanía masónica nacional, pudiendo
relacionarse o no con las Obediencias extranjeras mediante tratados de amistad. La
Francmasonería regular, en cambio, exige de sus miembros la creencia en un Dios
revelado y en la inmortalidad del alma, y aunque mantienen una autonomía nacional,
estas Obediencias deben ceñirse a las directrices generales, masónicas se entiende,
dictadas por la Gran Logia Unida de Inglaterra, que se erige en única heredera de la
Francmasonería; ello implica que tales Obediencias no se puedan relacionar con otras
que no sigan la misma línea, las liberales en este caso, que llaman “irregulares”. La
palabra “irregular”, en cambio, en la Francmasonería liberal, se aplica a Francmasones o
a Logias que no se hayan constituido según las normas comunes a ambas tendencias (las
posibles espontáneas a las cuales nos referimos antes, por ejemplo).

51
El conjunto de la Francmasonería en España actualmente, es fruto sin duda de la
labor de aquellos que volvieron del exilio (a excepción de la femenina) y crearon Logias
y Obediencias acordes con su visión masónica. Entre los años 1979 y 1985, se unieron a
ellos nuevos Francmasones que se iniciaron ya en la España democrática; de esta forma
asistimos a una demostración muy positiva de la no existencia de diferencias
generacionales. En efecto, aquéllos solían ser hombres de edad comprendida entre los
60 y los 80 años y éstos, en cambio, no pasaban de los 40 años en líneas generales;
media, por lo tanto, una generación sin que por ello exista disparidad de criterios
básicos; ello es debido sin duda, como veremos, a la interpretación y práctica de la
simbología, pese a que en muchas ocasiones las opiniones políticas sean muy distintas.
He visto personalmente, sentados en la misma Logia, a hombres que en años anteriores
se habían visto enrolados en uno u otro bando, o a ancianos republicanos en el mismo
banco con jóvenes de ideas de derecha moderada; jamás he visto a ultra derechistas,
pero sí a ácratas abrazar a católicos practicantes14.

La Francmasonería en España se dedica, pues, principalmente, al estudio de la


formación moral y ética de sus miembros y a acciones sociales puntuales, sin por ello
hacerlas públicas pero tampoco sin esconderse.

Desde siempre se ha comentado la infiltración de la Francmasonería en la vida


política activa. Podemos afirmar que ello es, en la mayoría de los casos, absolutamente
falso. Bien es verdad que en muchos países, numerosos políticos, diputados, ministros e
incluso jefes de gobierno han sido y son Francmasones, pero no es esta última calidad la

14
Hoy se vive un proceso de claro rejuvenecimiento e integración intergeneracional (V.M.O.).

52
que los ha llevado a la primera. En España hoy son muy pocos los hombres y mujeres
políticos que pertenecen a la Orden, en una u otra Obediencia nacional o que hayan sido
iniciados al final de la dictadura, en el extranjero; según mi conocimiento, y como
anécdota, el día 23 de febrero del año 1981 sólo había dos diputados Francmasones en
la Cámara15. El lector ha de saber que los Francmasones, contrariamente a la creencia
popular, no se conocen todos entre sí y que por esta razón es imposible fijar un número
exacto de los que hoy puedan tener un cargo político; son pocos, sin duda; algunos
pueden ser reconocidos por otro Francmasón al escuchar o leer sus discursos, pero no
debemos olvidar que hay muchos Francmasones sin mandil, o sea hombres y mujeres de
buena voluntad, y la confusión es posible.

Es preciso entender que la participación de los Francmasones en la política no


está ligada a ningún dictamen de la propia Francmasonería, sino a decisiones propias de
cada individuo; es evidente que si éste llega a alcanzar un puesto de responsabilidad,
actuará como Francmasón y trabajará para la defensa de los principios de la Orden, o
sea la Libertad, la Fraternidad y la Igualdad entre los seres humanos, sea cual fuere el
partido al que pertenezca, pero en ningún caso recibirá instrucciones por parte de la
Francmasonería ni tampoco dejará de ser Francmasón al seguir las de su partido.

Al hablar de las incoherencias repetidas en los medios de comunicación,


hacíamos referencia al léxico masónico; hemos visto que una Obediencia es una
federación de Logias; una Logia es, pues, una asamblea de Francmasones a la vez que
se designa así el lugar donde se reúnen habitualmente; a este lugar también se le llama
Taller. Cada Logia o grupo tiene su nombre propio distinto al de la Obediencia a la cual
15
Se refiere al golpe de Estado del Coronel Tejero (J.F.P.).

53
pertenece, y suele estar seguido de un número de orden en función de la fecha de su
creación. La palabra Oriente significa, además del punto cardinal, “lugar masónico”. Un
Gran Oriente es, pues, el “lugar” en el cual confluyen varias Logias, o sea la
Obediencia. También se puede aplicar el término de Gran Logia.

El presidente de cada Obediencia tiene el título de Gran Maestre, y es elegido


generalmente por tres años y no tiene más prerrogativas ni poder que cualquier
presidente de una organización democrática, ya que cada Obediencia tiene un Gran
Consejo compuesto por delegados de todas las Logias, y es éste el único que puede
decidir. El Gran Maestre actúa por mandato del Gran Consejo.

Cada Logia es presidida por un Venerable Maestro, elegido por un año o dos.
Todos los demás títulos que se puedan dar a un Francmasón, como Gran Comendador u
otros que pertenecen a la tradición corresponden a los grados que posee y no a la
función del cargo que desempeñe en la Obediencia. La mitificación popular del Gran
Maestre como individuo investido de altos poderes o como un ser “venerado” por sus
supuestos conocimientos “secretos”, responde a la más incoherente fantasía. En cuanto
al nombre dado al presidente de una Logia –“Venerable”-, tiene más de “anciano” que
de “venerado”, aunque en la Francmasonería moderna muchos son los presidentes de
edad madura pero no ancianos; una vez más, estamos en presencia de la simbología. El
Venerable más viejo que he conocido tenía cerca de ochenta años y el más joven no
alcanza los 30.

Por descontado, nada tiene que ver en la elección de los cargos, como se ha
querido hacer creer, la condición social o la económica; he conocido Francmasones con

54
cargos importantes dentro de la Orden, que en el mundo profano eran empleados,
ebanistas, pequeños industriales, viajantes, diputados, comerciantes, tenderos, abogados,
médicos, etcétera, algunos acomodados, otros con dificultades económicas como cada
hijo de vecino, y otros intentando vivir con lo que les corresponde por retiro. No
obstante, se comenta que la Francmasonería es rica y maneja grandes sumas de dinero.
Seamos razonables, en países donde ha existido sin interrupción durante siglos, es obvio
que tanto por el número de miembros como por el tiempo, por mínimas que sean las
cotizaciones mensuales, se acumulan y terminan por crear un cierto patrimonio, sin
contar alguna que otra donación particular. Ello se puede ver en países como Francia,
Bélgica, EE.UU., entre otros, por los edificios en los cuales están situadas sus sedes,
pero ¿qué organismo, club o comunidad no se encuentra en idéntica situación? El caso
es muy distinto en España al no haber sido reconocida legalmente hasta ahora. La
Francmasonería no poseía casi nada a su nombre, así que lo que incautó el franquismo
fueron bienes particulares de Francmasones, lo cual hace casi imposible que hoy pueda
recuperar este patrimonio.

Otra cuestión que ronda en la mente popular es que ser Francmasón es oneroso.
Esto es también falso; no cuesta más que ser socio de cualquier club o tal vez menos.
Algunas Obediencias tienen cuotas más altas que otras, pero ello no tiene más
explicación que la necesidad de responder a gastos más elevados en función de su
organización interna. Se puede fijar la cuota mensual en Europa en una media alrededor
de 25 a 40 €. En cuanto a los derechos de ingreso pueden variar pero nunca son
excesivos. Por otra parte, y contrariamente a cualquier otro organismo, cualquier
Francmasón en dificultades puede ser eximido temporal o permanentemente de todo
pago.

55
Sin deseo propagandístico y únicamente en puro honor a la verdad, no podemos
concluir este capítulo sin hacer hincapié en los deberes y obligaciones, así como en los
derechos del Francmasón en el seno de su comunidad.

El Francmasón deberá asistir a las reuniones que suelen celebrarse


quincenalmente y que son llamadas Tenidas; en algunas Obediencias el nuevo
Francmasón o Aprendiz, no tiene derecho a tomar la palabra y debe, por lo tanto,
limitarse a escuchar y a participar silenciosamente en el ritual; en cambio, sí tiene
derecho a voto. La asistencia a las reuniones es preceptiva, y de existir alguna razón,
familiar o profesional, el Francmasón deberá excusar su no asistencia por medio de otro;
repetidas ausencias pueden llevar a una demanda de explicación e incluso a la expulsión
de la Logia; también puede serlo por falta de pago de la cuota, sea cual sea la cantidad,
ya que puede solicitar la exención, como ya vimos.

El comportamiento del nuevo Hermano será estudiado por los Maestros de la


Logia y si éste no fuera moral o ético, tanto con los demás Francmasones como en sus
actividades profesionales o relaciones familiares, podrá ser objeto de suspensión. La
Francmasonería en nada pretende influir en la vida particular, pero sí pide a sus
miembros que ésta no sea objeto de escándalos ni de fraude o acciones contrarias a las
leyes del Estado democrático; es de suponer que un hombre o una mujer, recibido
Francmasón, ya regía antes su vida por leyes éticas y morales universales, aunque sin
dogmatismo. Recordemos por ejemplo que la Francmasonería no se pronuncia sobre el
divorcio ni sobre el aborto, considerando que ambas cuestiones pertenecen a la

56
concepción espiritual de cada individuo; en cambio, sí es totalmente contraria a la pena
de muerte.

El deber de los Maestros y grados superiores será el de estimular en el Aprendiz


o en el Compañero la búsqueda de “la verdad”, poniendo a su alcance los conocimientos
tanto simbólicos como prácticos que cada uno posee, pero jamás tratará de influir en su
decisión, o de imponerle una u otra forma de creencia; tampoco podrá el Maestro pedir
ningún favor a un Hermano de grado inferior, a fin de que éste no se sienta “obligado”;
esto contradice sin duda la leyenda, pero es así.

La tarea principal del Aprendiz Francmasón será la de procurar elevar su espíritu


en el libre pensamiento y en el libre albedrío, sin ninguna forma de coacción, a través de
la simbología, y participar en todo cuanto pueda en la labor social de la Orden,
ayudando a las instituciones que ésta patrocina, en la medida de sus posibilidades, así
como creando en su entorno social, profesional y familiar, un ambiente de cordialidad,
de fraternidad, de igualdad, de tolerancia y de lucha para que se respeten las libertades
del hombre, dando con sencillez el ejemplo de una moralidad y una ética profundas.

57
CAPÍTULO V
LOS RITOS

Al igual que existen varias Obediencias, existen varios ritos en la


Francmasonería. Si la Obediencia o el hecho de federarse implica una visión particular
de ciertos aspectos, diríamos técnicos, de la práctica de la Francmasonería, el escoger un
rito u otro responde a la forma simbólica que se prefiere adoptar para el estudio de la
Gran Tradición; tanto en un caso como en otro, ello no supone divergencia alguna y tan
masones son unos como otros y sus relaciones siguen siendo las mismas. Más aún, en el
seno de cada Obediencia si bien se recomienda un rito mayoritario, cada Logia tiene la
potestad de adaptar el que crea más conveniente.

Los ritos más conocidos son: el Rito Escocés Antiguo y Aceptado; el Rito
Escocés Rectificado; el Rito Moderno o llamado Francés; el Rito de York, el Rito
Emulación, el Rito de Menfis Misraim...

Cada rito puede a su vez tener pequeños matices de interpretación en cada


Obediencia, por lo que los rituales (libros donde se escribe el Rito) presentan a veces

58
una fraseología ligeramente distinta, aunque la esencia y la praxis simbólica sean
idénticas.

Los distintos ritos derivan todos de la interpretación de la simbología masónica


de los Francmasones Operativos y de sus sucesores inmediatos, los Especulativos del
siglo XVII. En todos ellos se encuentra la misma línea de conducta en cuanto a la
Iniciación se refiere, así como en las posteriores Exaltaciones al segundo y tercer grado.

El más empleado en España por la Francmasonería Liberal es el Escocés


Antiguo y Aceptado; aunque este mismo se emplee también en la Francmasonería
Regular (anglosajona). Ésta prefiere, en general, ritos como el de York o el de
Emulación. La Francmasonería en Europa trabaja tanto en el Escocés como en el
Moderno, también llamado Francés, según las Obediencias; el de Misraim, de carácter
simbólico egipcio, es poco empleado y muy localizado en cuanto a Obediencia se
refiere. El Escocés Rectificado es menos usual en Europa, excepto en Gran Bretaña.

Hacer un examen exhaustivo de los ritos y su comparación, sería muy largo y de


interés exclusivo de aquellos que pudieran tener ya una cultura esotérica profunda, sean
profanos o Francmasones; intentaremos, no obstante, delimitar algunos aspectos más
significativos entre los más usuales.

El Rito Escocés Antiguo y Aceptado

En primer lugar, su nombre se presta a dos interpretaciones distintas; una aborda


la hipótesis de que la "y" no es correcta y que se debería decir Escocés Antiguo

59
Aceptado, lo que significaría que en su día se aceptó por los Francmasones ingleses
como rito válido el original Rito Escocés. La segunda hipótesis, más verosímil, dice que
al constituirse la Gran Logia de Londres en 1717, ésta fue considerada por los
Francmasones escoceses que habían sido los iniciadores de la Francmasonería
Especulativa, como vimos ya, como un grupo que integraba sólo a "los Modernos";
aquellos que consideraron que esta Obediencia no era conforme a la tradición masónica
formaron la Logia de "los Antiguos". Más tarde, esta diferencia de criterio desaparece y
entonces el Rito Escocés es tanto el de los Antiguos como el de los Modernos o
Aceptados.

Este rito evoca al Gran Arquitecto del Universo y los trabajos masónicos se
abren bajo su invocación. La Biblia está presente en las Logias, generalmente abierta en
la página primera del Evangelio de San Juan, aunque admite como libros "Libros de la
Ley Sagrada" tanto aquél como el Corán, la Torah o los Vedas. Es corriente en las
Logias de este rito, que al iniciar a un nuevo Francmasón musulmán o judío, por
ejemplo, se cambie de libro para que aquél preste su juramento o promesa sobre el de
su fe16.

Este Rito es eminentemente simbólico y, como veremos, ha sufrido a lo largo de


los años pequeñas modificaciones en algunas ceremonias, a fin de adecuarlo a los
tiempos actuales, lo cual ha sido generalmente una gran equivocación.

16
La práctica ha llevado a admitir, también, libros en blanco (aludiendo a la absoluta libertad de
conciencia) o la Declaración Universal de los Derechos Humanos, para el caso de candidatos a la
iniciación cuya conciencia no se siente reflejada en los textos tradicionales (V.M.O.).

60
El Rito de York

Parecido también en su desarrollo al Escocés, este rito es eminentemente


religioso y en sus trabajos hay un momento reservado a una oración al Altísimo.

El Rito Moderno o Francés

Este rito es parecido al Escocés Antiguo y Aceptado. No invoca al Gran


Arquitecto; en cambio, "trabaja" a la gloria de la Humanidad.

Si bien en términos generales todos los ritos mantienen la misma simbología, y


en la mayoría de los grados (sobre todo los tres primeros) el ceremonial es muy similar,
las variantes de lo que llamaríamos "el comportamiento en la Logia" es distinto, como
puede serlo también, en parte, de una Obediencia a otra en un mismo rito, lo que hace a
veces difícil las visitas de los Francmasones de una Logia a otra, pues aquél que no esté
bien informado podría cometer errores que le llevarían, en ciertas circunstancias, a no
ser recibido y a que se ponga en duda su calidad de Francmasón.

Todo ello responde, por una parte, a que la interpretación simbólica de la


Francmasonería, no es dogmática y por otra, a la adecuación a la que nos referimos,
necesaria a lo largo de los tiempos, admitida por Obediencias más liberales. Citaríamos,
por ejemplo, la preparación del neófito para la Iniciación, lo que los detractores de la

61
Orden han tomado tantas veces como punta de lanza, pero trataremos este tema al
hablar de la ceremonia de la Iniciación.

CAPÍTULO VI
LOS GRADOS

Tras tratar el tema de los ritos no podemos dejar de mencionar los Altos Grados.

Estos vienen históricamente del Escocismo. La Francmasonería inglesa de la


Gran Logia de Londres no tenía más que tres grados: Aprendiz, Compañero y Maestro,
siguiendo la tradición Operativa, aunque sí existía el grado de Maestro Escocés en
recuerdo al lugar de origen de esta nueva Francmasonería Especulativa. Al traspasar el
Canal de la Mancha y llegar a Francia, la Francmasonería adquiere un carácter algo
distinto, más caballeresco. Esta influencia tiene como promotor al entonces ministro de
Luis XIV, Fenelon, quien pretende crear con la Francmasonería un movimiento
universal pacifista. El corte caballeresco que quiere por lo tanto implantar, provoca la
proliferación de grados; situándonos en la época -siglo XVIII-, comprendemos
fácilmente el éxito que esta Francmasonería obtiene. Algunos de los Ritos antes
mencionados tendrán aquí su arranque, como es el caso del Escocés Rectificado, que
derivará de una Francmasonería Templaria, inspirada en lo caballeresco y sobre todo en

62
la leyenda que corría en aquel entonces de que los Estuardo estaban en posesión del
tesoro templario.

Así, cada Rito implanta sus Altos Grados: el de York llegará a siete en total; el
Escocés a treinta y tres y el Misraim alcanza más de noventa; pero sea cual sea la
tendencia, los tres primeros guardarán la mayor autenticidad e importancia.

Hoy, en la mayoría de los casos, los Grados a partir del cuarto no son, por
desgracia, más que honores o recompensas que se adquieren casi "por años de
servicios"; es más, para ser Gran Maestre de una Obediencia sólo es necesario el
tercero.

El simbolismo de estos grados no es siempre muy bien entendido y responde a


condicionantes históricos de la época en la cual fueron creados, más que a una realidad
tradicional, aunque evoquen leyendas antiguas, generalmente bíblicas, pero suelen ser
adaptaciones de hechos del momento, contados al estilo de una supuesta mitología
masónica, lo que da lugar a haber insertado en la Francmasonería conceptos contrarios a
su ideología más profunda, como ocurre en el grado noveno del Escocés, en el cual la
presencia de la venganza es incompatible con el espíritu masónico; no obstante, se
intenta darle una interpretación histórico-simbólica que remonta a la Edad Media y a las
Cruzadas, cuyo destino era "vengar" la muerte del que fue "El Maestro". Sean cuales
fueran los puntos de partida de la creación de algunos de estos grados, sus "inventores"
se dejaron llevar por una imaginación poco controlada y algo fantástica, que era
totalmente innecesaria para la Francmasonería. En cierto modo y exagerando el caso, a
título de ejemplo, imaginemos que los Francmasones españoles, tras las persecuciones y

63
el genocidio que sufrieron, "inventan" un grado, encubierto por una leyenda mitológica,
para "conmemorar" o mantener vivo el recuerdo de aquellas atrocidades. Sería del todo
inconcebible e inconveniente para la Francmasonería.

No obstante, algunos de estos grados, como el 4, el 13, el 14, el 15, el 18 ó el 30


del Escocismo, por ejemplo, mantienen un carácter esotérico profundo y reclaman de
aquellos que los poseen una alta preparación espiritual, así como un extremo rigor en el
desarrollo de su ritual, lo que desgraciadamente no sucede siempre, convirtiéndose en
ocasiones aquellas Tenidas en simples reuniones de formalidad administrativa.

El Francmasón que "corre detrás de los grados", está totalmente equivocado o no


es digno de ser Francmasón, ya que sólo busca honores; sin duda, un sector bastante
amplio de la Francmasonería actual busca volver a dar su verdadero valor a estos grados
filosóficos, que contienen un real sentido esotérico, pero antes de que se alcance tal
meta pasará tiempo.

No se conceden por Iniciación todos los grados filosóficos, pero sí lo son


generalmente el 4, el 14, el 18, el 22, el 27, el 30, el 31, el 32 y el 33. Los intermedios se
conceden "por comunicación", o sea sin ceremonia.

La utilidad de los Grados Filosóficos es muy discutida por ciertos autores, entre
ellos O. Wirth; más aún, algunos Francmasones se niegan a recibirlos; quizá la propia
Francmasonería es culpable de este desinterés, ya que en el siglo XIX y a principios del
XX fueron concedidos sin medida en múltiples ocasiones.

64
Los tres primeros, en cambio, tienen un enorme valor, tanto simbólico, humano,
social y espiritual, y deben ser considerados como básicos; es preciso hacer notar que,
por desgracia, también han sido depurados, en ocasiones, de su fundamento iniciático, y
en aras a una falsa democratización, debido a la confusión entre grado y graduación.

Para terminar, debe saber el lector que existe una separación administrativa clara
entre los grados de aprendiz, compañero y maestro y los treinta siguientes (en el Rito
Escocés Antiguo y Aceptado). Los tres primeros forman la Francmasonería Simbólica,
cuyas Logias federadas constituyen una Obediencia presidida por un Gran Maestre. Los
restantes forman la Francmasonería Filosófica regida por un Supremo Consejo del
grado 33 presidido por un Soberano Gran Comendador. Excepción hecha de unas
pocas Obediencias, ambos órganos son independientes y no existe influencia alguna de
uno sobre el otro.

65
CAPÍTULO VII
LA INICIACIÓN. EL APRENDIZ

Podrían escribirse páginas y páginas sobre este primer grado de la


Francmasonería simbólica de todos los Ritos. Hemos dicho ya en la Introducción que
algunos Francmasones se extrañarán de ver "revelados" ciertos aspectos considerados
secretos. Los textos de rituales de la ceremonia de Iniciación han sido ampliamente
publicados. Su lectura para un profano puede conducir a interpretaciones de lo más
rocambolescas, así que creemos preferible, como ya dijimos, eliminar de una vez toda
posibilidad de tergiversación. De todas formas, conocer el mecanismo de un proceso
rituálico y el verdadero sentido de su aspecto simbólico no sustituye la "vivencia" y por
ello no resta nada a la ceremonia vivida y mucho menos a la Iniciación.

En tiempo de los Constructores, el Aprendiz había sido "estudiado" por un


Maestro antes de ser Iniciado, y por lo tanto antes de pertenecer a la Logia. Hoy, este
estado de Postulante ya no existe en la Francmasonería Especulativa y es reemplazado
por las entrevistas que tres Maestros tienen con el candidato que, o bien se ha acercado
a la Orden por sus propios medios o ha conocido a algún Francmasón que lo apadrina.

66
Antes de abordar la simbología del Grado, diremos que estas tres entrevistas son
relatadas por escrito y este texto es sometido al juicio de todos los Francmasones de la
Logia; caso de ser unánime la votación posterior, el "profano", así llaman los
Francmasones a los que no lo son, es recibido17 en el recinto masónico con los ojos
vendados y, sentado en una silla en el centro del Templo 18, responde a las preguntas
orales que se le formulan, y si supera esta etapa obteniendo la unanimidad de bolas
blancas19 en la votación subsiguiente a este interrogatorio, será Iniciado.

Mucho se ha hablado sobre la venda en los ojos y la capucha; al tratar el tema de


la Iniciación volveremos sobre ello, pero adelantemos que en el caso del "Paso bajo
venda" que nos ocupa, son tres las razones de mantener al posible candidato en la
oscuridad: una, para que no descubra antes de tiempo los símbolos que ornan el Templo,
y que son parte integrante de la futura Iniciación; la segunda, permitirle renunciar a la
demanda, si lo desea, sin sentirse psicológicamente prisionero de lo que haya podido ver
y a quién haya visto, y la tercera es porque para la Tradición Iniciática está aún en la
oscuridad, en las Tinieblas. Como sea que la venda le es colocada a su entrada en el
local adyacente a la Logia, en algunos países se mantiene aún la costumbre de que el
Francmasón que lo recibe lleve capucha; en España esta tradición se ha perdido por
completo.

17
En la actualidad, este último paso puede obviarse, a criterio de los miembros de la Logia (V.M.O.).
18
Ver capítulo VIII (J.R.R.).
19
Balotaje: Forma para expresar los francmasones sus votos por medio de bolas blancas y negras, en
escrutinio secreto (J.R.R.).

67
El Francmasón Aprendiz, que antiguamente era el encargado de limpiar y cuidar
las herramientas en la obra, hoy se dedica fundamentalmente a la reflexión; en algunas
Logias y para que este encuentro consigo mismo cobre mayor fuerza, se le "impone la
Ley del Silencio", lo que no significa otra cosa que el no poder tomar la palabra en las
Tenidas.

El Aprendiz es simbólicamente la "Piedra Bruta", que él mismo pulirá durante su


estancia en este grado para conseguir convertirse en la "Piedra Cúbica" al ser exaltado al
grado de Compañero.

El candidato que llega a una Logia para ser iniciado en la Francmasonería tendrá
su primer contacto con la simbología masónica en el llamado Gabinete de Reflexión.
Mucha tinta ha hecho correr este "Gabinete" de negras paredes, ornado de símbolos
entre los cuales se encuentra una calavera y unas tibias entrecruzadas. No se trata de
asustar al candidato, como suelen decir los detractores de la Francmasonería, poco
conocedores, por lo visto, de la simbología universal; además, tratamos con adultos,
hombres o mujeres con una preparación intelectual y cultural suficiente para no
asustarse, por muy teatral que sea este principio de la ceremonia iniciática. Estamos
frente a algo mucho más serio que el infundir temor, y es la reflexión, la introspección,
la toma de conciencia en la que el candidato se prepara a una "muerte iniciática", 20 o sea
que se está preparando a abandonar las veleidades del mundo profano para entrar en el
plano iniciático, que por cierto no se limitará al tiempo de la ceremonia sino que será
una constante a lo largo de su vida. Por esto, en este lugar oscuro, alumbrado por una

20
Esta práctica de ingreso data de la más remota antigüedad (J.R.R.).

68
sola vela, se encontrará una calavera, símbolo de la efímera vida terrenal, un reloj de
arena, símbolo del inexorable paso del tiempo, la sal, símbolo de la sabiduría y de la
ciencia, y el azufre -que también ha hecho correr mucha "tinta negra"-, símbolo del
espíritu; estos dos últimos elementos simbólicos forman, con el mercurio, la trilogía de
los herméticos. La representación de este tercero es el gallo, símbolo de la vigilancia.
Todo ello anuncia al candidato que a partir de ahora su comportamiento deberá ser
distinto; el ardor simbolizado por el azufre, la ponderación por la sal y la vigilancia por
el gallo -mercurio-, le llaman a un comportamiento moderado, aunque creativo.

Claro está que todos estos símbolos se encuentran en otras escuelas o filosofías y
religiones, pero una vez más nos enfrentamos a una simbología universal y no a burdas
interpretaciones.

También encontramos un pedazo de pan y un jarro de agua; ambos simbolizan


que es preciso recordar que nuestro cuerpo necesita alimentos, pero que éstos han de ser
sencillos y que alimentar el cuerpo es tan importante como alimentar el espíritu. El agua
es un elemento indispensable para la vida del hombre y el pan simboliza la fuerza moral
y el manjar espiritual. Ambos son los elementos materiales y espirituales necesarios
para la vida.

Sin duda, toda la simbología del Gabinete de Reflexión releva del hermetismo y
anuncia al candidato que debe tomar la decisión consciente de transmutarse, al igual que
el vil plomo se transmuta en oro en la alquimia. Estamos en presencia de la alquimia
espiritual.

69
El suelo del gabinete es de tierra, uno de los cuatro elementos, y simboliza el
mundo subterráneo en el cual se desarrolla el germen, la semilla; en definitiva, todo el
gabinete encierra este concepto de desarrollo de una nueva semilla, la de la búsqueda
espiritual del Ser.

En este lugar, el candidato deberá redactar su Testamento Filosófico. No se trata


aquí de dejar sus bienes terrenales a nadie ni tampoco de prever una posible muerte
física, sino indicar cuáles son sus aspiraciones filosóficas y de comprometerse consigo
mismo a dejar algo a la Humanidad, tras su paso por esta vida, y por lo tanto no reservar
el trabajo espiritual únicamente en su propio beneficio.

Al salir del Gabinete de Reflexión, el candidato puede renunciar a su futura


Iniciación.

Previamente, habrá entregado al Francmasón que lo recibe, los "metales" que


llevaba. Por metales se entienden tanto los objetos de metal propiamente dichos, y el
dinero en la forma que sea. Aquí es preciso entender los dos aspectos del significado de
los "metales", uno hermético y otro puramente material, aunque ambos se relacionan en
la búsqueda que está iniciando el candidato.

En el aspecto hermético, los metales representan las pasiones del hombre, y por
lo tanto su abandono significa el voluntario rechazo de sus pasiones e ideas
preconcebidas, antes de prepararse a la "muerte iniciática". El segundo sentido sería
simbolizar con el despojo de los metales el alejamiento del mundo profano y material,
condición indispensable para poder entrar en el mundo iniciático. Como decíamos,

70
aunque distintas, ambas interpretaciones tienden hacia una misma idea de alejamiento
de la "vida anterior" del candidato para penetrar en un mundo nuevo que le conducirá
hacia una nueva forma de vida. No podemos dejar de reseñar también el aspecto mágico
que algunos autores dan a este despojo de los metales y que para ellos es necesario, para
que no existan "interferencias" en la circulación de las corrientes magnéticas.

En todo caso, podemos resumir diciendo que el candidato debe estar dispuesto a
reconsiderar su actuación en el mundo profano en tanto y cuanto deberá dar menos
importancia a los aspectos materiales de la vida. Debe presentarse "puro", o sea libre de
prejuicios y pasiones incontroladas, y finalmente, nada deberá interrumpir el pase de los
influjos que según su condición de receptabilidad pueda sentir en el momento de la
Iniciación. En este aspecto, muchos autores consideran que el abandono de los metales
no debería limitarse a esta primera ceremonia, sino que todo Francmasón debería asistir
a las Tenidas desprovisto de objetos metálicos y dinero, símbolo de lo ficticio y de la
corrupción humana.

Al salir del Gabinete de Reflexión, el candidato es "preparado" para la Iniciación


y esta preparación es, tal vez, el momento más importante de todos los que ha vivido
hasta el presente, ya que si no asimila el significado de la semi-desnudez en la cual se
encuentra y el aspecto simbólico que se deriva de cada "desnudez", difícilmente podrá
"entregarse" a la Iniciación con mente abierta y pensamiento libre. Es de señalar que en
muchas Logias femeninas y en las Logias mixtas esta práctica se ha abandonado al igual
que en todo el rito Francés, lo que es un grave error masónico y sobre todo iniciático. El
falso pudor, la falta de preparación de algunos Francmasones y por descontado los
ataques tendenciosos de los enemigos de la Orden, han sido los culpables de esta

71
aberración ritual. Con un mínimo de imaginación por parte de estos Francmasones en
adecuar un atuendo digno que reemplazase a la vestimenta usual del o de la candidata,
podría mantenerse esta parcial desnudez sin que por ello se cayese en el mal gusto.

Así es cómo debe presentarse el profano en el Templo: brazo y pecho izquierdo


descubierto (no se indica hasta dónde ni en qué medida; lo importante es que la parte
alta del corazón esté desnuda); pierna derecha desnuda hasta por encima de la rodilla;
pie izquierdo descalzo.

Ciertos autores y algunos Francmasones consideran que este atuendo disminuye


la dignidad humana del candidato y le da una sensación de ridículo; sin duda, ni unos ni
otros han entendido el significado simbólico profundo del hecho.

El corazón descubierto demuestra la absoluta sinceridad del recipiendario -como


indica O. Wirth-21, pero también es reflejo de su disponibilidad hacia el resto de la
Humanidad, ofreciendo "su corazón descubierto" a la lucha por los principios de la
Francmasonería: Libertad, Igualdad y Fraternidad entre los hombres. El Francmasón no
se esconde tras una vestimenta convencional sino que debe "abrir su corazón al mundo.”

La rodilla derecha desnuda tomará contacto con el suelo por dos veces en la
ceremonia: una, al realizar simbólicamente el primer trabajo sobre la piedra bruta, y otra
en el momento de ser recibido Francmasón. En ambos casos el recipiendario deberá
tomar precaución, ya que este contacto será más dificultoso que si estuviera protegido

21
Wirth, Oswald: La francmasonerie rendue intelligible a ses adeptes, Vol I “L’aprenti”, Devy Livres,
Paris, 1986, págs. 131 y ss. (J.R.R.).

72
por cualquier vestimenta, marca la cautela que debe tener el Francmasón, y el hombre,
antes de tomar ambas decisiones, la una, tallar la "piedra bruta", o sea convertirse él
mismo en piedra cúbica, lo cual implica por su parte una necesaria atención, ya que
cada "golpe de escarpa" deberá ser certero; en otras palabras, su perfeccionamiento
espiritual deberá ser meditado en cada momento; la otra ocasión, la de convertirse ya en
Francmasón, debe ser también una decisión cautelosa, ya que él será el único
responsable de este acto. Se entiende así perfectamente que al arrodillarse, la desnudez
de la rodilla le llevará a hacerlo con cuidado de no dañarse y esta simbología deberá ser
trasladada a sus actos mentales.

El pie izquierdo descalzo es también muy significativo. Algunos autores se


preguntan por qué uno y no los dos. Es evidente que en la iniciación masónica el sentido
de dualismo es constante; dualismo entre el mundo profano y el mundo iniciático;
dualismo entre las pasiones del hombre y el control de estas pasiones; dualismo entre el
pie derecho que significa la falsa seguridad profana del calzado sobre el cual se apoya el
candidato y la fragilidad de la marcha que le impone el izquierdo descalzo. Penetra en el
camino de la Iniciación y como en todo paso importante debe poner delante el pie
izquierdo; éste no pisa aún con seguridad por su desnudez, tampoco le ayuda el derecho
que le obliga, al estar calzado, a cojear. Por una parte, la inseguridad de la desnudez
mental necesaria para entablar el recorrido iniciático y por otra, el lastre de lo profano
no permite al candidato "caminar correctamente" aún.

Es imprescindible mantener esta fase del Ritual, aunque por supuesto debe
realizarse con el máximo rigor, ya que una camisa mal abrochada, un pantalón mal
doblado, podrían dar la razón a aquéllos que, apartándose de la simbología, ven en esta

73
práctica una simple ridiculización del candidato, destinada a infundirle un sentimiento
de humildad coactiva que no existe. Humildad, sí, por supuesto, ya que si un profano
pretende entrar en la Francmasonería sin humildad, es preferible que no se plantee la
situación, pero tampoco los Francmasones ni la Francmasonería pretenden humillar a
nadie. La humildad es el principio del libre pensamiento.

El atuendo del recipiendario se completa con una cuerda alrededor del cuello (en
ciertas Obediencias se le atan las manos con cuerdas o cadenas). Esta cuerda es el
símbolo de todas las ataduras que aún le relacionan con el mundo profano.

Finalmente, lleva los ojos vendados. Esta venda nada tiene que ver, en un
sentido simbólico, con la que llevó en el "Pase bajo la venda"; aquí no se trata de que
vea o no los símbolos, sino demostrar claramente que el todavía profano entra ciego a la
Iniciación, invidente al mundo espiritual. El profano no sabe ver, en cambio sí presta
oído a los ruidos que le rodean y se deja guiar más por lo que oye que por lo que debería
ver, dejándose conducir en ocasiones por el primero que se presenta, sin hacer uso de su
libre albedrío; será cuando haya pasado las "pruebas" y haya sido purificado
simbólicamente por los "Elementos" cuando será capaz de "ver" y se le retirará la
venda. En el Rito Escocés Antiguo y Aceptado se suele retirar la venda en dos ocasiones
distintas: en la primera, el Templo está en la casi total oscuridad para que el candidato
se "enfrente" a una asamblea de Francmasones, espada en mano, "dispuestos" a
defenderse de la oscuridad profana de aquél que no pretende la Iniciación sino la simple
adhesión a un grupo; y luego, más tarde, se le quitará otra vez la venda y entonces "verá
la luz", recibirá la "iluminación".

74
"La simbología de la venda, que parece elemental, es una de las más profundas
de toda la Francmasonería", dice J. Boucher.

Así "preparado" el candidato, va a penetrar en el Templo; para que le sea abierta


la puerta, llama varias veces con golpes desordenados -aquí es preciso entender que en
numerosos actos simbólicos el número de golpes es revelador en cuanto se asemeja al
lenguaje de los sonidos-; sólo al oír que se trata de persona de buenas costumbres y
libre, se abre un estrecho paso hacia el interior. Recordemos que en la antigüedad el
futuro Iniciado debía recorrer un largo camino por corredores subterráneos,
generalmente en forma de laberinto, y en ciertas catedrales, como la de Chartres, los
Constructores dejaron en las criptas alusiones al laberinto. El sentido de renacimiento
implícito en la Iniciación tras la "muerte profana" es aquí patente; el Gabinete de
Reflexión es la matriz en la cual la semilla ha germinado; el estrecho paso por el cual
penetra en el Templo, debiendo inclinarse casi hasta el suelo, imita el nacimiento del
niño. Sin duda en ésta como en toda Iniciación, es el primer acto de humildad que se
requiere del candidato y es importante que lo asuma, ya que, como dice O. Wirth:
"Quien no entiende estos misterios y su esoterismo y no ha sabido inclinarse al entrar en
el santuario, se comporta en él como un intruso y profanador"22.

Sin deseo por parte del autor de efectuar un paralelismo que nos llevaría a un
largo estudio litúrgico y teológico, recordemos la genuflexión de los cristianos al entrar
en sus templos, o la postración de los sacerdotes el día de su ordenación, por ejemplo.

22
Wirth, O.: Obra citada, pág. 133 (J.R.R.).

75
Posteriormente será conducido de Occidente a Oriente, por el camino del Norte,
para volver a Occidente por el Mediodía, en un primer viaje simbólico, recuerdo de los
físicos que se realizaban en la antigüedad, debiendo salvar obstáculos. Estos obstáculos
recuerdan al candidato que el hombre ciego tropieza con ellos y que sólo el desarrollo
del pensamiento le permitirá salvar las trampas que la vida y el mundo profano le
tienden; este viaje representa la lucha que el futuro Iniciado deberá emprender contra las
pasiones, los intereses creados y lo ficticio que puebla el mundo exterior y de lo cual
deberá librarse.

La primera "Purificación" que va a experimentar el candidato al final de este


viaje, es la del Aire.

Según O. Wirth23, esta purificación significa el soplo de la opinión general que


derrumba el montaje ficticio de la opinión personal; se podría ver aquí una
contradicción con todo el sentido de la Iniciación, dedicada a convertir un hombre libre
en un ser aún más libre, ya desembarazado de sus pasiones y por lo tanto no sometido a
la opinión de los demás, como vimos al hablar de la ceguera producida por la venda;
pero no es así, sino que se trata de alejar las ideas preconcebidas y subjetivas que el
candidato, aún profano, pueda tener e iniciarle en el arte de escuchar, de comparar
opiniones y abandonar sus prejuicios. Pero hay algo más en este soplo de aire que
invade al candidato; el Aire es el elemento intermedio entre lo terrenal y lo cósmico, lo
humano y lo divino, la tierra y el cielo; este acto sitúa, pues, al hombre que desea
acercarse a la búsqueda espiritual en este nivel intermedio para que pueda hacer uso de

23
Wirth, O.: Obra citada, pág. 135 (J.R.R.).

76
su plena libertad de pensamiento al elevarse por encima de los obstáculos materiales
que le estaban acosando a lo largo de este viaje, para abordar el segundo con mayor
serenidad.

En aras de ello, el segundo viaje será simbólicamente menos dificultoso, aunque


encontrará obstáculos y oirá ruidos, frutos de la incoherencia humana.

En este viaje será "purificado por el Agua". No debemos caer en el tópico de


entender este acto simbólico como una simple limpieza de las impurezas profanas o
morales, sino profundizar en el simbolismo del Agua. Sumergirse en el agua es volver al
manantial primordial, es regenerarse; el agua es un bien divino, factor esencial al
desarrollo de la semilla; el agua es símbolo de fertilidad, de vida, de amor y de alegría.
El agua está tanto arriba como abajo, pura la primera, salada la segunda como es el caso
del mar, símbolo de creatividad una y de maldición la otra -este concepto se encuentra
en otra fase de la Iniciación, cuando se le ofrecen al candidato las copas de las
libaciones-. El agua puede ser creadora, como hemos visto, pero también destructiva;
las grandes calamidades enviadas por la divinidad se traducen muchas veces en el
líquido devastador. El agua es purificadora, atrayente y peligrosa, al igual que lo es el
pensamiento liberado. La creación humana puede ser tanto benéfica como maléfica;
aquí el agua deberá ayudar a la fertilización de la semilla, pero el futuro Iniciado se
acerca a ella todavía con los ojos vendados ya que no es capaz de controlar la
transmutación que se opera en su interior. Más que purificación por el Agua, este
período de la Iniciación debería llamarse "Fertilización por el Agua".

77
Antes de la Creación el Agua ya era, y si en una Iniciación existe creación, el
contacto -antes de ver la luz- con este Elemento es preludio de esta creación y por lo
tanto es fertilización ya que, como hemos dicho, en las entrañas de la Tierra "espera la
semilla".

Este concepto nos lleva al hecho de que todo hombre es potencialmente iniciable
y que sólo su propia negación motivada por la ignorancia y el apego al mundo material
y a sus ilusiones le impiden acercarse a lo espiritual profundo —lo divino para algunos
—. Al término de este segundo viaje, se habrá acercado a la Sabiduría -de la cual el
agua es también símbolo-, pero aún le quedará el tercero que, si bien lo recorrerá sin
encontrar traba alguna, es el más "peligroso".

Si bien en la purificación por el Agua el recipiendario aparece como elemento


activo, deseoso de "recibir" el conocimiento, en la purificación por el Fuego es pasivo.
Ha recorrido su tercer viaje por un camino despejado; su anhelo de participar en su
propia elevación le ha permitido vencer los obstáculos "profanos" y despegarse del
mundo material, dejando que germine en él el pensamiento y el sentido "divino"; ahora
ya ha entrado en "otro plano" y le espera la purificación por el Fuego. En primer lugar,
es preciso comprender que llegado a este estado el recipiendario es capaz de "resistir"
esta purificación por el Fuego. Quizá no fuese del todo correcto pensar que ambas
pueden ser efectuadas en una sola ceremonia, en un solo día. Marcan grados de
Iniciación distintos y debería mediar entre ellos un "aprendizaje" real. De esta forma la
purificación por el Aire correspondería a un primer grado de iniciación, pero es una
opinión y nos llevaría mucho más lejos del contexto masónico que estudiamos.

78
Así pues, el futuro Iniciado se enfrenta en la ceremonia masónica a la
purificación por el Fuego con una supuesta y simbólica preparación (sería preciso que
los futuros Francmasones lo entendieran y que la ceremonia se desarrollara con la
suficiente lentitud y pureza para que lo sintieran). Con serenidad va a enfrentarse a esta
última purificación, que decíamos es la más "peligrosa", no por el propio peligro que
pueda representar el fuego en sí, como podrían pensar los profanos, sino por el profundo
significado simbólico que tiene aquél en la Tradición. Al igual que el agua o el aire, el
fuego puede ser tanto purificador como destructor y sólo la extrema pureza "protege" al
futuro Iniciado de su parte negativa. El fuego "quemará" la parte exterior del individuo,
sin que por ello deje señal, ya que en realidad este fuego no vendrá de fuera, como
ocurre simbólicamente, sino que se genera desde dentro. Es el "Fuego interno" que ya
posee el recipiendario y que debe "realizarse" en este momento de la Iniciación. Es
también símbolo de la Luz, del Fuego Solar, y por lo tanto es el acercamiento del ser
hacia el Astro de Fuego. Esta fuerza interna será la que permitirá al individuo
"traspasar" definitivamente el umbral de la verdadera y sublime Iniciación, acercándose
a la Creación, al Elemento Creador. La purificación no es más que la conciencia o la
toma de conciencia de su propia existencia, en el momento en que es capaz de "recibir"
la llamarada del "fuego" (Sol en algunas civilizaciones) sin perecer, es que se ha
liberado de toda su "envoltura" material y ello no se limita, al igual que en las anteriores
purificaciones, al aspecto físico y profano, sino que alcanza lo "desconocido" de su
propio ser, llegando más allá del mental, subconsciente, super o supra consciente o
como se quiera llamar o clasificar; la verdadera "purificación por el Fuego", es, en
realidad, la salida del Reino de la Tinieblas, de los Infiernos, de la Ignorancia
secundaria, para comulgar con la Luz Creadora, con la Verdad Primera; es un paso
decisivo que permite la regeneración total de la materia, es el Estado Sublime que sólo

79
puede alcanzarse por la "Destrucción Creadora" que comenzó en el momento en que el
candidato entró en el gabinete de reflexión, admitiendo su ignorancia y asumiendo su
deseo de participar en la tarea común de una humanidad nueva, dispuesta a elevarse por
encima, no solamente de lo profano, sino de los dogmas exotéricos que la aprisionan.

Sería un error referirse a alguna que otra simbología en particular, sea Oriental u
Occidental, al abordar el significado de los cuatro Elementos, ya que todas, sin
excepción, los contemplan. La simbología masónica no hace más que seguir la línea
Tradicional y beber en las mismas fuentes que cualquier otra; en cambio, lo que sí es
indisociable es el sentido que en todo momento tiene, y ha tenido, la Iniciación, la
comunicación, la comunión como decíamos, con los Elementos Tierra, Aire, Agua y
Fuego, como partes integrantes de la Naturaleza, y es de saber que aquél que consigue
"participar" en Ella, integrarse en Ella a través de los Elementos de la Creación, alcanza
la "conexión" cósmica -o divina-, o sea que se convierte en un Iniciado. En la Iniciación
masónica, no se hace más que una referencia simbólica a lo largo de una ceremonia que
toma como soporte un Rito que elude cualquier tipo de creencia determinada, ni rinde
culto a nada ni a nadie, limitándose a transportar al recipiendario a través de una liturgia
que debe permitirle "vivir" por unos instantes en el umbral de la verdadera Iniciación
que alcanzará, o no, según su posterior trabajo personal en el seno de la comunidad o
fuera de ella.

La Copa de las Libaciones24

24
Libación: Ceremonia practicada por los antiguos en honor de los dioses. Consistía en llenar una copa de
vino y derramarla después de haberla probado (J.R.R.).

80
El sentido evolucionista de la Francmasonería es culpable, en numerosas
ocasiones, de la necesidad que sienten algunos Francmasones de "adecuar" los rituales a
los tiempos en que viven, lo cual se traduce en un empobrecimiento del propio ritual.

El simbolismo de la Copa de las Libaciones es un ejemplo patente. En muchos


rituales del Rito Francés e incluso del Escocés Antiguo y Aceptado, se ofrecen al
recipiendario dos copas en lugar de tres: la primera, de agua endulzada con azúcar y la
segunda, amarga; tras haber bebido de ambas, se le dice que le invadirá la amargura si
falta al juramento o promesa que acaba o va a prestar. Esto no es más que una
adaptación errónea de la simbología. Las copas deben ser tres: una de agua "insípida",
otra de agua "dulce" y la tercera de agua "amarga". J. Boucher en su libro La
Symbolique maçonnique25, se expresa así: "...tres fases caracterizan en la Iniciación
Masónica la Copa de las Libaciones. Estas tres fases deberían ser así: 1ª- Insípida: es la
vida del profano en quien el Espíritu aún no ha sido despertado. 2ª- Amarga: la vida del
Iniciado, de aquél que busca, de aquél que está atormentado por el deseo de "saber". 3ª-
Dulce: la vida del Adepto, de aquél que por fin ha llegado al estado de serenidad que
aporta la verdadera Iniciación"26.

Sin duda, esta explicación que encontramos también en el Libro del Aprendiz, de
O. Wirth, es la más adecuada y refleja la realidad simbólica de esta práctica de la Copa
de las Libaciones.

25
Jules Boucher: La Symbolique maçonique, Devry Livres, Paris, 1980, pág. 50 (J.R.R.).
26
Adepto, de “adeptus”, aquél que ha adquirido.

81
Una vez más vemos aquí que la Iniciación masónica no es más que un reflejo del
posible futuro del recipiendario, ya que se abordan tres estados que sin duda no se
pueden alcanzar, como ya dijimos, en unos instantes, sino a lo largo de una vida de
intenso trabajo.

La relación entre la Copa de Libaciones y la simbología del Santo Grial es


evidente y por ello Boucher comenta que esta Copa debe ser de cristal verde.

El Juramento

El siguiente paso que debe recorrer el recipiendario es el del "Juramento". Tanto


en su fórmula como en los ademanes simbólicos que le acompañan, este juramento ha
hecho correr mucha tinta negra.

O. Wirth no menciona apenas el "Juramento", en su Libro del Aprendiz27; no


obstante, es de suma importancia, ya que representa la toma de conciencia del futuro
Iniciado de los actos, no presentes, sino futuros, a los cuales se compromete consigo
mismo. Es la "sacralización" de toda la ceremonia que acaba de vivir; sin
consentimiento personal profundo no puede haber Iniciación, por ello los términos de
este juramento son contundentes y severos, pero en ningún momento "terroríficos",
como se ha querido hacer ver en los escritos antimasónicos. Por otra parte, todos los
juramentos de todas las comunidades iniciáticas han tenido un contenido similar; la
amenaza de "muerte" a la cual se hace alusión no es menos simbólica ni menos real que

27
Obra citada (J.R.R.).

82
la de la "muerte profana" que aparece al principio de la ceremonia con la "bajada a los
infiernos", representada por el gabinete de reflexión. Aquél que no sea capaz de
mantener su juramento se expone a la "muerte", ya que como caminante hacia la
Iniciación debe ser consciente y puro; si en él queda alguna duda o si, más aún, pretende
seguir este camino sólo en la ilusión del lucro o de los honores, jamás llegará a poseer
"la verdad", o parte de ésta, y por lo tanto de poco le servirá haber "renacido";
continuará "muerto" para la eternidad y esta "muerte" será ejemplo de necedad e
infamia para los futuros candidatos.

Nada tiene que ver este juramento con cualquier tipo de pacto, como recalca
Boucher, ya que un pacto es un acuerdo entre dos o más personas o entidades y puede
ser cancelado por una u otra; aquí, en cambio, la promesa (como se suele llamar en la
actualidad erróneamente) se pronuncia con uno mismo. Cierto que los términos
empleados, abordados profanamente, pueden prestarse a confusión para quien ignora la
mecánica de la simbología.

En la Francmasonería moderna, al emplear la palabra promesa, en lugar de


mantener la de juramento, se comete un grave error en aras de "no asustar" al
recipiendario desacralizando el momento y por lo tanto dando a las palabras
pronunciadas su interpretación profana, lo cual es un total contrasentido; la falta de
conocimiento tanto de los candidatos como de ciertos Francmasones, conduce a estos
errores.

83
El juramento se pronuncia dos veces, la primera con los ojos aún vendados,
dando así al recipiendario la posibilidad de renunciar a la Iniciación, y la segunda
cuando ha "recibido la Luz".

La Luz

La forma de "conceder" la Luz varía según los rituales y Ritos en cuanto a la


parte representativa de la ceremonia, pero no en su fondo. En el Rito Escocés Antiguo y
Aceptado, empleado mayoritariamente en España, varía también según la Obediencia.
La diferencia consiste en que unas "dan la Luz" en un solo tiempo y otras en dos;
veamos esta diferencia de "puesta en escena"; si se concede la Luz en dos tiempos, se
procede así: el Neófito se ve liberado de la venda que cubre sus ojos encontrándose en
una semioscuridad y rodeado de Francmasones que dirigen hacia él sendas espadas; se
le explica entonces que estas espadas simbolizan la cólera de los Hermanos si faltara a
su juramento pero que, en cambio, si se comporta como un digno Francmasón volarán
hacia él para socorrerle, si lo necesitara. Se le vuelven a cubrir los ojos y es conducido
fuera del Templo para que reflexione de nuevo sobre "los peligros" a los cuales se
expone y decida, pues, si desea continuar y ser recibido Francmasón. Al tiempo, si no
decide abandonar es introducido en el recinto con la venda cubriéndole los ojos; cuando
se la quitan por segunda vez, el Templo aparece muy iluminado y se encuentra rodeado
por los Hermanos, formando un corro a su alrededor, invitándole a formar parte del
mismo.

84
En el caso de "conceder la Luz" en un solo tiempo, el Neófito se encuentra con
las espadas apuntándole en plena luz y tras informarle de la misma pena si comete
perjurio, dejan de apuntarle.

En definitiva, la simbología no varía. En ciertas Obediencias (femeninas en


particular) no se usan espadas y lo que ve el Neófito son manos "acusadoras" que se
giran en sentido amistoso y de ayuda. Aunque las espadas deben considerarse como
armas contra las "tinieblas profanas" y, por lo tanto, la oscuridad ambiente otorga más
fuerza al símbolo.

Lo que sí es relevante es que la "amenaza" conserva su pleno sentido, en cuanto


a la naturaleza del juramento, y el Neófito es llevado a "sentir miedo" en caso de que se
presente como profanador, como ya dijimos citando a Wirth. El hecho de presentarle
una asamblea "acusadora" o "bélica", en una semioscuridad, aclara profundamente otro
sentido simbólico del momento, ya que en ningún caso el perjurio ni tampoco la
venganza son frutos de la Luz y por lo tanto se le demuestra así al posible futuro
Francmasón que aún no ha recibido la Iniciación, pese a las pruebas pasadas, se le
considera profano y por lo tanto "peligroso", simbólicamente hablando. En cambio, tras
su persistencia, pese al "peligro"28 y la última deliberación de los Hermanos reunidos,
es recibido "fraternalmente", dándole así una respuesta de confianza a su sinceridad; el
miedo relativo creado debería haberle hecho huir si no fuera así. Es evidente que hoy,
este miedo es más relativo, ya que por mucho que digan los detractores de la
Francmasonería, las leyes sociales y su conocimiento por parte de todos hacen
28
Recordemos lo mencionado referente al "peligro" que encierra el pensamiento libre, así como el hecho
de que la Francmasonería no acepta en sus filas a quien pretenda imponer dogma alguno.

85
materialmente imposible pensar seriamente en cualquier amenaza, pero en siglos
pasados es posible que tuviera mayor efecto simbólico. En verdad, los detractores
hacen, en cierto modo, un favor a la Francmasonería reforzando el sentido simbólico del
juramento, con sus absurdos relatos, alejando a los "profanadores" que serán capaces de
sentir miedo de verdad por el mero hecho de ser ellos mismos capaces de cometer
aquello que temen.

Si bien esta parte de la ceremonia refuerza el sentido del Juramento, lo más


importante es la Comunicación de la Luz en sí.

Hablar de la Luz nos pudiera llevar más allá de los límites de este libro; por ello
sólo citaremos algunos aspectos más relevantes. La Luz es símbolo de nacimiento, es
símbolo de claridad mental y de pensamiento, es la oposición a las Tinieblas, símbolo
del mal y de la ignorancia; es, en definitiva, el gran símbolo de la Francmasonería, ya
que define a la iluminación espiritual y moral que debe ser la meta de cada Francmasón
para alcanzar la "transmutación", convirtiendo la piedra bruta en piedra cúbica.

Por otra parte, recordemos que la Francmasonería no es una religión ni rinde


culto a nada ni a nadie, por lo tanto, el aspecto "desconocido" y amplio de la Luz como
energía frente a la Luz como símbolo nos pudiera llevar a pensar que iluminar
ampliamente el Templo para que el Neófito quede cegado, tras haber pasado un largo
tiempo con los ojos vendados, tiene una clara connotación utópica, en el sentido de que
el límite entre lo que se acuerda en llamar Luz Interna y Luz Real, no queda ni mucho
menos definido. El acercamiento al "Conocimiento" puede ser tanto visible como
invisible.

86
La Consagración

El Neófito será conducido frente al Venerable Maestro, quien lo recibirá y


consagrará Aprendiz Francmasón. Rodilla en tierra, al estilo caballeresco (ya hemos
hablado del significado de la rodilla descubierta), se le darán tres golpes con la Espada
Flamígera.

El hecho de si existe o no "consagración", puede ser ampliamente discutido; en


efecto, si la Francmasonería no rinde culto y por lo tanto no profesa, como institución,
ninguna fe hacia una Entidad Superior determinada, ¿cómo puede haber
"consagración"? Simbólicamente hablando, sí la puede haber, partiendo de la base de
que se considera que tanto el tiempo como el espacio pueden ser "sacralizados", en
cuanto los presentes se unen a un rito simbólico, convirtiéndose en personajes-símbolo
integrantes del propio rito, sin que por ello la "presencia" de una creencia superior única
sea necesaria.

No obstante, si bien la fórmula ritual es "te consagro", la Francmasonería suele


definir este momento como el de la recepción de un nuevo Francmasón. Los creyentes
difícilmente aceptarán este sentido de consagración, quizás, aunque nada ni nadie les
impedirá, en aquel momento, elevar sus pensamientos hacia su Dios y así consagrarse a

87
la labor masónica en su nombre si lo desean, ya que esta labor no es otra que la de
servicio a la Humanidad, reflejada en los Libros Sagrados.

El nuevo Hermano recibirá entonces unos guantes blancos y un mandil29. El del


Aprendiz es blanco, preferentemente de piel de cordero, y tiene la forma de un cuadrado
sobre el cual descansa un triángulo. Este triángulo, o baveta, debe estar siempre
levantado, tapando así la parte alta de la cintura. Muchas son las interpretaciones dadas
por los distintos autores al origen y a los significados más o menos simbólicos, bíblicos
y esotéricos del mandil masónico; lo cierto es que todos coinciden en su sentido
primordial, el del delantal del obrero, del trabajador manual. Obviamente, los
Francmasones Especulativos han recogido aquí el emblema de los Operativos,
reconociéndose a sí mismos como constantes constructores. Ahora bien, el mandil
figuraba ya mucho antes de los Constructores de catedrales y nos puede conducir,
inclusive, a la primera prenda llevada por Adán y Eva, aquella túnica de piel de la que
se revistieron al abandonar el Paraíso, pasando por cierta indumentaria egipcia, etcétera.
Sin olvidar su aspecto protector de ciertos "chakras" o de "cubrir" la parte "animal" del
hombre, para que ésta no aliene su pensamiento. El lector esotérico podrá, sin duda,
encontrar en otras obras, no forzosamente masónicas, estos paralelismos. Digamos,
sobre todo, que el Mandil para el Francmasón es el símbolo del trabajo y de la
glorificación de éste y por lo tanto adquiere un sentido opuesto a la túnica de piel de
Adán, símbolo de la condena a que fue sometido, según la leyenda. El Mandil es
símbolo de la constante creación que debe llevar a cabo el Francmasón.

29
En la Francmasonería Operativa, el futuro Aprendiz confeccionaba de sus propias manos su mandil,
tradición que por desgracia se ha perdido en la Especulativa.

88
Los guantes blancos son, sin duda, símbolo de pureza, pero también significan la
igualdad entre los Hermanos, ya que todos deben llevarlos. La simbología de los
guantes blancos se encuentra desde los dignatarios eclesiásticos (aunque en el siglo XII
fueron cambiados por otros del mismo color de la vestimenta), a los académicos.
Anteriormente se le entregaban al Aprendiz dos pares de guantes, uno para él y otro
para la mujer que merecía su amor y mayor consideración. Wirth dice a este respecto:
"La Francmasonería rinde así su homenaje a las virtudes de un sexo que rehúsa admitir
en la dureza de las tareas ordinarias" (Wirth murió en 1943), y más adelante: "Si el
hombre se veía tentado de olvidar sus deberes, es la mujer quien será la encargada de
recordárselos; por ello la Francmasonería le ha entregado un medio eficaz, estos guantes
blancos que le recordarán el juramento hecho el día de su Iniciación..."30.

La Restitución de los Metales

Finalmente, se le restituyen al nuevo Francmasón los metales, ya que nada tiene


que temer de las formas ilusorias del mundo profano y que sabrá reconocer su justo e
ínfimo valor, al haberse convertido en un "pensador" libre, en un "Iniciado". Se le
recordará que la Francmasonería es una institución filantrópica y que se dedica a las
obras de solidaridad y que deberá participar en éstas según sus medios. Pero siempre y
cuando haya anteriormente cumplido con sus deberes para con la sociedad y su familia.

30
Obviamente, hay que contextualizar la referencia, evocadora de una época en la cual hombres y mujeres
difícilmente compartían –como sí sucede hoy en la Masonería liberal española- el trabajo masónico
(V.M.O.).

89
Por último, se quemará delante de él el escrito en el cual respondió a las
preguntas formuladas en el Gabinete de Reflexión, y su Testamento Filosófico. Si
emprende una nueva "vida", sus pensamientos profanos deben ser destruidos, por una
parte, y por otra éstos le pertenecen y sólo él sabrá recordarlos y juzgar su contenido a
lo largo de su avance iniciático. Muestra así la Francmasonería la confianza que tiene en
el nuevo Hermano y en la evolución de sus ideas y pensamientos.

El Aprendiz asistirá a las Tenidas masónicas, sentado en el lado norte de la


Logia, allá donde la luz es más débil, ya que aún debe perfeccionar su Iniciación. Su
asistencia deberá ser constante y sólo podrá excusarse por motivos justificados,
familiares o profesionales. La no asistencia será motivo de rechazo en su "Aumento de
Salario", o sea llegar a ser Compañero, e incluso se le podrá dar de baja. Deberá, al
igual que los demás grados, satisfacer una cuota y en caso de necesidad podrá ser exento
de ella. Pero estos aspectos formales de sus obligaciones no son los más importantes
aunque sí necesarios. Deberá, sobre todo, escuchar y aprender; ya dijimos que en
algunas Obediencias los Aprendices no pueden tomar la palabra durante la Tenida ni
intervenir en los debates, aunque esta práctica iniciática se pierde en aras de un falso 31
sentido democrático. Por medio de los Maestros recibirá la "instrucción masónica",
tanto en el aspecto de estudio simbólico como del funcionamiento interno de la Orden,
pero la mayor y más ardua tarea la deberá realizar por sí solo ya que la Francmasonería
no dispone de obras didácticas ni impone ningún estudio singular. El despertar del
pensamiento será la labor número uno del Aprendiz, a través de la reflexión individual,
el estudio y comprensión del Rito y de la Simbología. Esta labor no es evidente para

31
?
Dicha práctica depende, fundamentalmente, de la propia tradición de cada Logia (V.M.O.).

90
muchos, y numerosos son los nuevos Hermanos que esperan, equivocadamente, una
enseñanza "clásica" y hasta echan de menos, al principio, un cierto adoctrinamiento. Si
bien existen obras literarias sobre la Francmasonería y su simbología, la Tradición, y
por lo tanto la "instrucción masónica"32, sigue siendo oral.

Los otros Grados

Tras este aprendizaje, el Francmasón, al cabo de un período que oscila entre uno
y dos años generalmente, aunque debería ser mucho más largo, será exaltado al segundo
Grado, o sea el de Compañero; en este Grado perfeccionará sus conocimientos
masónicos abordando otros aspectos de la simbología, hasta llegar al Grado de Maestro,
en el cual se reconvertirá en Aprendiz, pero esta vez en forma permanente ya que
descubrirá que en realidad sabe muy poco.

Cada uno de estos dos Grados será objeto de una ceremonia de exaltación. En el
segundo se basa sobre el estudio de las Artes (Geometría, Aritmética, Gramática), los
distintos filósofos, los sentidos (vista, oído, tacto, olfato y gusto), las artes de la
arquitectura, y finalmente abordará el gran concepto masónico, que ya hemos
considerado al hablar del Mandil, la glorificación del trabajo. En el tercer Grado, el de
Maestro, la ceremonia gira alrededor de la "Leyenda de Hiram de Tiro", arquitecto del
Templo de Salomón, asesinado por tres obreros pérfidos que pretendían que se les

32
Entiéndase: signos, palabras, símbolos del grado, pero no su interpretación.

91
concediera el título de Maestro sin estar preparados para ello. Con la muerte de Hiram,
la Francmasonería considera que se perdió "La Palabra" y que sólo al resucitar en cada
nuevo Maestro "El Maestro", ésta podrá algún día ser descubierta de nuevo. Esta
leyenda deja, pues, bien claro que la Francmasonería no posee la Verdad, sino que cada
Hermano debe buscarla a lo largo de su vida.

En esta última ceremonia residen cuatro aspectos fundamentales: la perfidia y la


ignorancia que engendró el crimen y conduce al asesinato del Maestro; el dolor de los
Francmasones y la consiguiente pérdida de "La Palabra". En el juramento del grado el
Hermano-Compañero asegura no ser autor de tal infamia, ni culpable de la muerte de un
semejante ni de la pérdida de la Palabra, declarándose puro y dispuesto a emprender la
búsqueda, gracias a su labor personal y a la ayuda de los demás. En él resucitará,
simbólicamente, el Maestro, para devolver a la Humanidad la "Palabra Perdida".

La labor del Maestro Francmasón será, pues, la del estudio constante a la vez
que deberá servir a sus semejantes y estar dispuesto a luchar por los principios más
elevados y fundamentales de la Orden, la Libertad, la Igualdad y la Fraternidad entre los
hombres.

¡Qué lejos estamos de la propaganda antimasónica!

92
CAPÍTULO VIII
EL TEMPLO

Nos proponemos conducir al lector en un recorrido por el recinto llamado


Templo Masónico, estudiando, al mismo tiempo, los distintos símbolos que allí se
encuentran. En primer lugar, es preciso entender que este recinto no se convierte en
Templo hasta que entran en él los Hermanos que, como ya dijimos, sacralizan el lugar
por la práctica (o lectura) del Rito. En tiempo de los Francmasones Operativos no
existía Templo fijo, sino que el Taller se convertía en tal en ciertos momentos, y los
elementos simbólicos eran entonces dispuestos o dibujados para la ocasión y
desmontados o borrados al final de la ceremonia.

Lo primero que encontramos al franquear el umbral son dos columnas, situadas


una a cada lado de la puerta. Recuerdan las columnas del Templo de Salomón y como
aquéllas llevan los nombres de Booz33 y Jakin. Según el Rito, están situadas a un lado u
otro, según si se considera que al "entrarlas en el Templo" deben conservar su postura
inicial o ser invertidas para que se vean desde el Oriente (lugar opuesto), del modo que
se veían originalmente desde el exterior.

La simbología de las columnas, al margen del propio recuerdo del Templo de


Salomón, es universal y si bien los distintos autores masónicos efectúan paralelismos

33
En algunos Ritos también “Boaz” (J.R.R.).

93
con culturas ancestrales, lo más relevante es, sin duda, el concepto de "soporte" del
edificio. Como sea que la Francmasonería Especulativa pretende elevar el Templo, no
ya de piedra sino espiritual del hombre, estas dos columnas deben recordarle al
Francmasón en cada Tenida la necesidad de la firmeza de sus ideales y la fuerza moral
que deberá sostener "su edificio". No podemos dejar de nombrar aspectos simbólicos
como el de "eje" o el de la complementariedad; la una no puede existir sin la otra: Booz
es complemento de Jakin y viceversa; la una representaría el concepto masculino y la
otra el femenino, según Wirth.

Las dos columnas marcan, además, los límites entre el mundo sagrado (creado
en la Logia) y el mundo profano (exterior). Son, por lo tanto, los soportes del Portal que
separa estos dos mundos a la vez que sus límites. Algunos autores consideran que
deberían ser de distintos colores: Booz azul y Jakin blanca, significando así lo pasivo y
lo positivo. Si nos ceñimos a las descripciones de la Biblia y de los autores antiguos,
ambas eran de bronce y por lo tanto de este color; no menos significativa es la elección
del material que "resiste a los diluvios", o sea al paso de la ignorancia humana y de su
espíritu destructor.

El capitel de ambas columnas está formado por granadas o lirios, aunque lo más
frecuente en la actualidad sean tres granadas. La supresión de los lirios reseñados en la
Biblia no se explica, como indica Boucher. Debajo del capitel, y siempre según la
Biblia, figuraban siete hileras de cadenas que también se han suprimido en las
representaciones masónicas actuales.

94
Referente a los lirios, Huysmans escribe en La Catedral: "El Lirio de las
Escrituras nada tiene que ver con la flor conocida con ese nombre en Europa..., la flor
designada en la Biblia es la llamada 'anémona' ".

El lirio del que se habla en el Cantar de los Cantares aparece como rojo y no
blanco. Como sea que se atribuye comúnmente al lirio un sentido de virginidad y
pureza, tanto su color rojo como su forma fálica darían la razón a Huysmans, que por
otra parte dice: "Su perfume es totalmente contrario a un aroma casto; es una mezcla de
miel y pimienta, a la vez amargo y dulce, suave y fuerte; se parece a la mezcla
afrodisíaca del Levante y a la mermelada erótica de la India".

Por otra parte, leemos en Le Dictionnaire des Symboles: "El lirio de los Valles
designa a Cristo (en el Cantar de los Cantares) y se refiere al 'Árbol de la Vida'. Es él
quien restituye 'la vida pura', promesa de inmortalidad y de salvación".

Por otra parte y aunque su origen quede muy nebuloso, el lirio heráldico llamado
"Flor de Lis", parece tener un significado profundamente "glorioso y fecundo" y no de
pureza.

Así, pues, la representación gráfica de las columnas del Templo de Salomón,


tocadas de lirios, nos llevaría a una representación fálica inadecuada y alejada de la
simbología que los escritos le dan, por lo menos en apariencia.

95
Si la Francmasonería ha reemplazado los lirios por tres granadas es, sin duda,
porque los granos de esta fruta, todos iguales y unidos, representan muy bien la unidad
que pretende.

La raíz del granado es eminentemente tóxica; en cambio, el fruto no lo es. Aquí


es dable ver la trayectoria iniciática del Francmasón que procede de un mundo profano
"maléfico", lleno de formas ilusorias y de obstáculos peligrosos, como hemos visto al
tratar de la ceremonia de Iniciación, pero gracias a su propia creación deberá alcanzar
para él y para los demás un "fruto" benéfico, o sea una sociedad en la cual reinen sus
ideales.

Si abordamos la simbología de la granada, nos encontramos nuevamente con el


sentido de fecundidad. En efecto, en las distintas culturas y mitologías se la considera
como símbolo de la fertilidad y prosperidad; en numerosas civilizaciones primitivas
existía la creencia de que las mujeres estériles dejaban de serlo si comían sus granos.

San Juan de la Cruz consideraba las pepitas de la granada como un símbolo de


perfecciones divinas. En la mitología griega aparece este fruto como símbolo de "falta",
concretamente en la leyenda de Perséfone, pero como sea, al volver de los infiernos a la
Tierra, Perséfone aportará la fertilidad. "En esta óptica, Perséfone coincide con los
innumerables héroes civilizadores que, por todo el mundo, han 'robado' el fuego para
asegurar la perennidad de este mundo y de la vida"34.

34
Jean Chevalier y Alan Gheerbrant, Dictionnaire des symboles, Robert Laffont, París, 1982 (J.R.R.).

96
Así pues, sean lirios o granadas, al margen del simbolismo de unión, no
podemos descartar el de la fertilidad y prosperidad y si recordamos que las dos
columnas se encuentran al límite de los dos mundos (profano y espiritual) en el Templo,
entenderemos fácilmente que para el Francmasón debe ser un constante recuerdo de lo
que debe al mundo exterior y de lo que debe lograr en su interior. No deberá, pues,
olvidar que está allí para crear, para engendrar, convirtiendo así el Templo en un lugar
de trabajo y no en una simple "torre de cristal" elitista.

En las cadenas, hoy inexistentes, podemos ver dos aspectos: sea el recuerdo de
las ataduras con el mundo profano, difíciles de romper, o sea, al contrario, que al haber
conseguido entrar en el Templo, el Francmasón está enlazado con los Elementos
Superiores en su tarea. No existe realmente ninguna teoría documentalmente aceptable
sobre el significado de estas cadenas, pero nos parece tan válida una como la otra. De
forma totalmente subjetiva, diremos que podrían perfectamente representar el lazo de
unión que debe existir entre ambos mundos, convirtiéndose en símbolo de la necesaria
"comunicación" entre lo visible y lo invisible, para permitir desarrollar la Iniciación.

El color del Templo

En la llamada Francmasonería Simbólica, que abarca los tres primeros Grados,


las paredes de los Templos son, por ejemplo, de color azul claro en el Rito Francés o
Moderno; en cambio, son de color rojo en el Rito Escocés Antiguo y Aceptado, más
difundido en España.

97
El azul es uno de los colores de la Naturaleza, del cielo y del mar. Es el más
"extenso", el más profundo, inmaterial; la vista se pierde en el color azul, no tiene
límites, por lo tanto unos muros pintados de azul dan la sensación de no existir. De esta
forma, el Templo no tiene límites, sus paredes se extienden sin fin, es inmaterial;
permiten a quien esté "encerrado" en ellas traspasarlas sin dificultad, para penetrar en
todos los mundos. Es también el color de la sabiduría.

El rojo es símbolo de vida; recuerda la "obra roja" de los alquimistas, o sea la


regeneración de la obra o del hombre. Es principio de transmutación, adquiere un
sentido de "matriz" en la cual se elabora la obra. Es también el color de lo sagrado, de
lo secreto reservado a los Iniciados. En el Libro del Tarot35 por ejemplo, el color rojo
en la vestimenta de ciertas figuras de los Arcanos mayores tiene gran importancia en la
instrucción iniciática: la Papisa, por ejemplo, lleva un manto púrpura, forrado en verde;
en este caso es símbolo del conocimiento supremo y la conexión con el mundo divino.

Recordemos que la Papisa representa el conocimiento velado, escondido por el


velo tendido entre las dos columnas situadas tras ella.
35

?
Si bien las láminas son las mismas, la interpretación del Tarot en su sentido esotérico y simbólico nada
tiene que ver con su empleo adivinatorio. "La verdad es que el Tarot es un libro primitivo, original por
excelencia (...) comporta en sus 78 láminas lo esencial siempre vivo de las antiguas iniciaciones", dice
Valentín Bresle en el prólogo del libro de E. Delcamp “Le Tarot Initiátique”. E. Delcamp indica en su
introducción: "Los arcanos mayores son puro simbolismo...". Más adelante, dice: "Es en 1392, en
Francia, cuando los arcanos mayores son reproducidos como naipes para el advenimiento de Carlos VI.
'Reproducidos', lo que presupone una preexistencia". Las referencias hechas al Tarot en este libro son, por
consiguiente, en este sentido, las de un libro de enseñanza simbólica y no como naipes utilizados en
juegos de sociedad, como bases adivinatorias, alejándonos de toda interpretación popular de magia o
brujería.

98
El rojo, por lo tanto, es símbolo de lo reservado a los Iniciados e indica, en el
caso del revestimiento de las paredes del Templo, que los Hermanos se encuentran en
un lugar sacralizado, prohibido a los profanos, en pleno centro de la transmutación
iniciática.

Los Pilares

Tres "columnas" llaman nuestra atención, situadas en el centro del Templo. En


realidad, se designan como pilares y no deben ser confundidos con las dos columnas de
la entrada, siendo su simbología distinta.

Estos tres pilares representan la Sabiduría, la Fuerza y la Belleza; tanto su


simbología como su situación en la Logia recuerdan a las Sefiroth de la Cábala
hebraica; la Sabiduría corresponde a "Chochmath", la Fuerza a "Geburath" y la Belleza
a "Chessed"; aunque Chessed se asimile a la Gracia, y la Belleza es representada por
"Tifereth", es obvio que ha existido un error en algún momento de la historia de la
Francmasonería al confundir Belleza con Gracia; la simple observación de las Sefiroth
lo demuestra. En realidad, debería decirse, según nuestro entender, Armonía.

Estos tres pilares representan, por otra parte, los tres órdenes de la arquitectura
griega: Dórico-Fuerza, Jónico-Sabiduría y Corintio-Armonía (Belleza); deberían estar
representados de esta forma en todos los Templos, pero el aspecto económico, por una
parte, y ciertas concepciones modernistas, por otra, hacen que se vean de muy diversas

99
formas. El material en la cual son talladas varía también, aunque lo adecuado sería
piedra tallada, granito y mármol, respectivamente.

Si bien la colocación de estos tres pilares forma un triángulo, elemento


simbólico permanente en la Francmasonería, y cada uno corresponde a uno de los tres
Principales oficiales de la Logia: el Venerable y los dos Vigilantes, es obvio que falta el
cuarto; éste sería la Sefirá "Binah" o "Inteligencia", pero al igual que en el primer
Arcano de los Tarots, éste no es visible36.

Este cuarto pilar "existe", pero no puede ser visto por los ojos; representa la
inteligencia suprema que el Francmasón deberá ser capaz de descubrir, permitiéndole
así marcar los cuatro puntos límite del "Cuadrado Largo".

Si bien no pretendemos desarrollar una explicación de las Sefiroth, por salirse


del contenido de este libro, las reproducimos en la página siguiente, anotando que
ciertos autores consideran que las dos Columnas, Booz y Jakin tienen como
correspondencia "Hod" -"Gloria" y "Netzah"- "Victoria".

Si la Columna es un soporte, el Pilar, en cambio, es parecido a un enlace, un


medio de comunicación; según este concepto, podemos pretender que aquí La
Francmasonería aporta al Iniciado los elementos para poder entrar en contacto con la
Belleza, la Fuerza y la Sabiduría pero, en cambio, la conexión con la Inteligencia queda

36
En el Arcano I del Tarot, "El Mago", la mesa sobre la cual éste ha dispuesto varios objetos, no tiene
más que tres patas visibles; la cuarta está fuera del encuadre del dibujo.

100
velada y sólo al iniciarse verdaderamente lo conseguirá (recordemos los "pilares que
sostienen el mundo").

El Pilar es la antena que conecta con los distintos niveles del Universo; pasa por
él la energía cósmica o espiritual, pero también a su alrededor se mueve el mundo; por
lo tanto, irradia esta energía.

El Pavimento

La mayoría de los Templos masónicos tienen su suelo recubierto de un


pavimento de mosaico blanco y negro; en algunos, no obstante, sólo el rectángulo
comprendido entre los tres Pilares lo está; ambas fórmulas son correctas, y si bien la
primera es la más divulgada, la segunda da, quizá, mayor relieve a este símbolo.

La primera interpretación que encontramos corresponde al aspecto de unión


permanente existente en la Francmasonería; queda así representado el sentimiento de
Igualdad y Fraternidad masónica y humana, pese a las diferencias de ideas, razas o
color, etcétera.

Otro aspecto importante es resaltar la "ley de los contrastes", la ambivalencia, el


sistema Binario, lo complementario ya encontrado en las Columnas; "Son los contrastes
quienes crean lo que se puede constatar ya que sin ellos no veríamos la uniformidad y la
confundiríamos con la nada", dice O. Wirth a este respecto.

101
Sin duda, la alternancia del blanco y el negro ofrece una visión del Bien y del
Mal, conceptos indisociables del hombre en su mundo terrenal; pero también representa
a las Tinieblas y a la Luz en su concepción Iniciática y, por supuesto, al Cuerpo y al
Espíritu. J. Boucher pone gran énfasis sobre la correlación entre Negro = Materialidad y
Blanco = Espiritualidad. Según el mismo autor, si bien el profano no ve más que la
posibilidad de andar alternativamente pisando un cuadrado blanco después de uno negro
y sucesivamente, el Iniciado deberá caminar por la vía marcada por las líneas del
mosaico, dejando a su izquierda y a su derecha un cuadro de color alternativo.

El paralelismo con el tablero del juego de ajedrez es inevitable. Este tablero


consta de 64 cuadros; si 4 es el número de lo tangible, lo sensible (4 puntos cardinales, 4
Elementos), 64 es su cubo (4 x 4 x 4). 6 es ambivalente; representa la "prueba", es el
número de la estrella de seis puntas (sello de Salomón), la suma de 4 + 6 = 10, o sea la
cifra de la Sublimación.

Podríamos resumir así el pavimento blanco y negro: el hombre que sepa


comulgar con los cuatro Elementos y se integre en esta unión creativa, pasando las
"pruebas" entre el Bien y el Mal, llegará a acercarse a la Divina Sublimación.

La Bóveda Estrellada

Al pavimento de mosaico se opone la Bóveda Estrellada. Esta Bóveda Celestial


no es uniforme sino que pasa del azul oscuro del lado que representa al Occidente al
azul claro de modo gradual, a medida que recorre la superficie del techo hasta el
Oriente; asimismo, la cantidad de estrellas disminuye al aclararse el color.

102
Nos encontramos nuevamente con el concepto de Igualdad, ya que al representar
el Cielo, la Francmasonería quiere recordar que, sea de noche o de día, es el techo
infinito de todos los hombres.

El Cielo es y ha sido siempre símbolo de "residencia" de lo divino, es la imagen


de la infinitud del Cosmos. Si, como hemos visto en el caso de las paredes, el color
simbolizaba su inexistencia formal, la Bóveda Estrellada es la "salida del pozo" hacia el
concepto espiritual.

Por otra parte, las diferentes tonalidades tienen una gran importancia. En el
Norte, lugar donde se sientan los Aprendices, el cielo es oscuro y estrellado: el Aprendiz
aún busca la luz, todavía está en un estado tenebroso; en cambio, la presencia de
numerosas estrellas le invita a descubrir parcialmente esta luz sin cegarle demasiado, ya
que las estrellas sólo "reflejan"; son el símbolo del Espíritu entre las Tinieblas, del
conflicto, aún existente en este Grado, entre lo material y lo espiritual. Al Sur, zona que
ocupan los Compañeros, la Bóveda es de color más claro y el número de estrellas
menor; la luz es más directa. En Oriente el cielo es claro, luminoso y las estrellas
inexistentes.

Hoy en día son pocos los Templos modernos en los cuales son representados en
esta bóveda las constelaciones, lo que es de lamentar37.
37

?
Al hablar de constelaciones nos referimos a las astrológicas y no a las astronómicas, que son variables
al desplazarse a lo largo de los tiempos. Aquí, como en el caso del Tarot, nuestra referencia a la astrología
nada tiene que ver con el sentido adivinatorio, sino con su correlación con los eventos de la Naturaleza,
en sus distintas épocas y estaciones como nos lo ha legado la Tradición.

103
Recordemos que la Bóveda Estrellada no es un invento masónico, sino que en
las iglesias de la Edad Media (siglo XII particularmente), se pintaban así los techos38.

Los Oficiales

A cada lado del Templo vemos unos bancos en los cuales toman asiento los
Hermanos. Asimismo, unos sitiales que están reservados a los Oficiales.

Estos cargos son los siguientes:

El Venerable Maestro o Presidente


El Primer Vigilante o Primer Vicepresidente
El Segundo Vigilante o Segundo Vicepresidente
El Orador
El Secretario
El Experto
El Maestro de Ceremonias
El Tesorero
El Hospitalario o Limosnero
El Guarda Templo

38
En ocasiones las columnas y capiteles también en colores rojos y verdes generalmente.

104
Si bien todos tienen una participación en la administración general de la Logia,
sólo los tres primeros, el Experto, el Maestro de Ceremonias y el Guarda Templo
"actúan" en la parte ritual en forma "activa", y su situación en la Logia compone un
elemento simbólico en el espacio.

Esta situación de los cargos en la Logia nos trae de nuevo a las Sefiroth: el
Venerable ocupa el lugar de Kether, la Corona; el Primer Vigilante el de Hod; el
Segundo el de Netzah; el Orador el de la Sabiduría; el Secretario el de la Inteligencia; el
Experto el del Fundamento; el Maestro de Ceremonias el de la Belleza; El Tesorero el
del Rigor; el Hospitalario el de la Gracia y, finalmente, el Guarda Templo el del Reino.

Los Oficiales de una Logia han de estar pendientes de los Hermanos, pero han
de dejar que sean éstos quienes tomen las iniciativas de contacto y de deseo de aprender.

La Cadena de Unión

Así es llamada una gruesa cuerda que recorre la parte alta de las paredes del
Templo, naciendo en una columna y terminando en la otra.

En su recorrido se ve "interrumpida" por una cierta cantidad de nudos "abiertos";


esta interrupción no es real ya que la forma de los nudos representa aproximadamente
un 8 horizontal, y por lo tanto este entrelazado no "corta" el paso en la cuerda. Estos
nudos se denominan "Lascas de Amor".39 El número idóneo varía según los autores y
39
Su figura es la de la lasca simple, en terminología náutica.

105
según la simbología que le quieran encontrar. Para unos deberían ser tres, para otros
siete o cambiar según el Grado, ya que esta Cadena de Unión también se encuentra en lo
que se llama "el Cuadro", dibujo simbólico de cada Grado. En el Templo no parece
existir ninguna duda para poder afirmar que las "lascas" han de ser doce, representando
así a los Signos del Zodíaco.

Se suele considerar esta cuerda de nudos como símbolo de la "Cadena de


Unión", que une a todos los Francmasones repartidos por la faz de la Tierra.

Si bien esta interpretación es aceptable, es preciso anotar que el origen de este


símbolo, al igual que muchos otros, no es gratuito. Nos encontramos frente a una
herramienta más de construcción: la cuerda, que servía a los constructores de la
antigüedad para trazar en el terreno la implantación del edificio, momento que en el
caso de los egipcios, por ejemplo, era objeto de una ceremonia ritual recordada en la
colocación de una primera piedra en nuestros días. Tanto el metro como el propio
compás son de invención más reciente y reemplazaron a la cuerda de nudos.

En cuanto a la forma de estos nudos, sería muy tentador asimilarla al signo del
infinito, pero éste hizo su aparición en el siglo XVII, como tal. Ciertamente, la
Francmasonería Especulativa podría, por lo tanto, haberlo adoptado. Si esta aplicación
no nos parece lo suficientemente válida, es porque encontramos formas similares mucho
antes, en el trazado del sombrero del Mago, primer Arcano del Tarot, por ejemplo; por
ello nos inclinamos más a ver en este lazo, como en el sombrero del Mago, un símbolo
de universalidad muy acorde con el concepto de Cadena de Unión entre los hombres, y

106
no menos, quizá, precursor en otro lenguaje de su posterior adaptación como símbolo
del infinito.

El Libro

Delante de la mesa del Venerable Maestro vemos otra mesa triangular que se
considera como el "Altar", y sobre la cual se encuentra la Biblia, la Escuadra y el
Compás.

Al referirnos a la Biblia nos referimos al Libro que se encuentra comúnmente en


las Logias Francmasónicas españolas.

La presencia o no de la Biblia es una de las controversias abordadas por la


mayoría de los autores.

La Francmasonería anglosajona y concretamente la Gran Logia Unida de


Inglaterra, promulgó unos "Land-marks", o límites, o sea unas normas a seguir por todas
las Logias y Obediencias, que auspicia bajo pena de no ser reconocidas por ella como
"regulares". Uno de estos "landmarks", el sexto, impone la presencia de la Biblia en los
Talleres y sobre ella deberá el neófito formular su juramento, o sobre cualquier otro
Libro Sagrado, reconocido por él y por la Gran Logia; más aún, al hablar de la Biblia, la
Francmasonería anglosajona entiende únicamente el Antiguo Testamento.

107
Este proceder aleja no solamente a los no creyentes sino también a todos
aquellos creyentes tolerantes. Por otra parte, es contrario a los principios de la
Francmasonería y a las propias Constituciones de Anderson, como ya vimos.

Mientras tanto, las Logias anglosajonas continúan con el Antiguo Testamento, y


las liberales, en forma más generalizada, con la Biblia, que se suele abrir en la primera
página del Evangelio de San Juan.

El Sol y la Luna

En la parte opuesta a la entrada del Templo, vemos a la izquierda la Luna y a la


derecha el Sol. No nos extenderemos sobre la simbología de estas dos figuras, ya que la
Francmasonería les da el mismo valor que tienen en la Tradición de Vida del hombre;
simplemente, recordaremos al lector que las posiciones derecha e izquierda deben ser
abordadas con sumo cuidado, en función del lugar en el cual se sitúa el observador;
recordemos, también, que el Sol es activo y la Luna pasiva.

El Delta Luminoso

En el centro de la pared de Oriente, encima del sitial del Venerable, vemos el


Triángulo o "Delta Luminoso". Éste es, sin duda, el símbolo más importante de la
Francmasonería con el Compás y la Escuadra.

108
Este Delta lleva en su centro, según la Logia, o bien un ojo, o las letras hebraicas
del nombre impronunciable de Dios.

No existe acuerdo entre los estudiosos de la Francmasonería sobre si el triángulo


debe ser equilátero o isósceles. Ambos grafismos en el centro del triángulo recuerdan al
Gran Arquitecto del Universo, aunque nadie sabe si las letras J H V H se pronuncian o
no de la forma en la cual se suelen traducir, o sea Iave; por otra parte, el ojo puede
adoptar otros significados: el Verbo, el Logos, o un principio creador, o simplemente la
conciencia de cada cual; de todas formas, el concepto de Gran Arquitecto que adopta la
Francmasonería es absolutamente antidogmático, y tanto en un caso como en el otro, el
Francmasón no debe ver en el centro del Delta más de lo que su propia interpretación
personal le sugiere.

Sin duda, la evocación de Trinidad o de Trilogía es patente en el triángulo, sea


cual sea su forma.

El triángulo puede simbolizar:

Libertad, Igualdad, Fraternidad


Luz, Tiniebla, Tiempo
Pasado, Presente, Futuro

o cualquier trilogía mística o mitológica:

Padre, Hijo, Espíritu Santo

109
Osiris, Isis, Horus
Amón, Mout, Khonsou
Brahma, Vishnu, Siva

Trilogías, Tríadas y Trinidad se encuentran en la mayor parte de las


civilizaciones, tanto occidentales como orientales, representadas por el Delta o por otra
figura ternaria como el "Triskel" celta, por ejemplo.

Decíamos que los diferentes autores no se ponen de acuerdo sobre la forma


idónea del Triángulo masónico. Veamos las propiedades de las dos figuras usuales: el
triángulo equilátero y el isósceles.

Si en apariencia el triángulo equilátero parece más "estable", sus tres lados


iguales implican un desequilibrio visual y una igualdad utópica de los conceptos que
puede representar sobre el plano humano.

En todas las trilogías uno de los tres conceptos cobra mayor valor; es la única
manera de que el ser humano pueda mantener su "equilibrio" de razonamiento; en
efecto, nada es "totalmente perfecto" en nuestra vida terrenal. Cojamos como ejemplo la
divisa masónica de Libertad, Igualdad y Fraternidad. Si nos imaginamos un mundo en el
cual cada una de estas cualidades tenga el mismo "valor", construimos un mundo irreal.

Los ángulos del triángulo equilátero son todos de 60 grados, o sea que la suma
total de 180 grados se divide en tres partes iguales, dando por lo tanto a 60 la imagen de
plenitud de cada concepto. Para preservar la Igualdad y la Fraternidad, la Libertad no

110
puede ser total y para conservar la Libertad, la Igualdad y la Fraternidad no pueden ser
totales. Si abordamos la trilogía Padre, Hijo y Espíritu Santo, nos encontramos que
existe una supremacía, que es el "Padre".

El triángulo isósceles nos aporta la solución al variar el valor de sus ángulos, y si


bien se le puede considerar una forma idónea, basada sobre los "números de oro", que
sería 108 grados en la cúspide y 36 grados para cada ángulo inferior, es interesante
pensar que puede ser variable en función de la propia evolución humana.

Obtendríamos así, volviendo al ejemplo anterior, una tríada, Libertad, Igualdad y


Fraternidad en la cual ningún concepto sería "absoluto", pero sí cada uno valorado en
función de los otros dos. Si situamos la Libertad en la base, la "evolución" de la
Igualdad y de la Fraternidad podría tanto mermar como aumentar aquélla a medida que
se produciría el fenómeno inverso para éstas. Esta visión de la simbología del Triángulo
nos parece más al alcance de la meta masónica, que consiste en llevar al Iniciado más a
la reflexión sobre las consecuencias de sus pensamientos y de sus actos que a ofrecerle
una visión dogmática de una "realidad" inmutable.

Quizá podríamos aceptar que el Delta en forma equilátera sea la meta y el


isósceles la "herramienta" de trabajo.

J. Boucher nos hace ver en su libro que en el triángulo isósceles se inscribe la


estrella de cinco puntas y que esta figura podría reemplazar en la simbología masónica
al ojo o a las letras de la Palabra40.
40
Recordemos que en la estrella de cinco puntas se inscribe el hombre ideal.

111
CAPÍTULO IX
LA PIEDRA BRUTA. LA PIEDRA CÚBICA

Tanto en el "Cuadro del Aprendiz" como en el Templo figuran estas dos piedras;
en el Cuadro dibujadas, en el Templo físicamente.

Según la simbología que se desprende de la ceremonia de Iniciación, la primera


representa al profano. Ser aún tosco que deberá pulirse para convertirse en la piedra
Cúbica. Esta primera interpretación es aceptable, pero no se sostiene más allá de una
simbología del propio símbolo que quieren representar ambas piedras. Compartimos
con J. Boucher su acuerdo con Plantagenet, quien da a la piedra Bruta el valor de la
Libertad.

En efecto, la piedra, sin pulir, sin tallar, es el símbolo del hombre no sujeto a las
"normas", a ninguna norma, o sea totalmente libre. Tallar la piedra para que se convierta
en cúbica implica, en efecto, someterse al cálculo y a la limitación de una determinada
forma y concepto de la elaboración de la misma; así, pues, la Piedra Cúbica no sería
símbolo de realización personal sino de estar sujeto a una determinada enseñanza.

Esta interpretación, aunque válida en su aspecto retórico, no puede ser retenida,


ya que la Francmasonería no implica sumisión alguna a ningún dogma, muy al
contrario; así que hemos de ver en estas dos piedras algo mucho más profundo.

La piedra bruta no es ni más ni menos valiosa que la otra para el hombre; es la


representación de la creación natural de un elemento sólido; si su aspecto puede tener

112
mayor o menor estética no se trata más que de una interpretación cultural que varía
según las épocas de la Gran Vida Humana. ¿Por qué adquiere más valor al ser tallada
por el hombre que pulida por la Naturaleza? Pulir o tallar una piedra no es cosa fácil,
sobre todo cuando se dispone sólo de un compás, una escuadra, un cincel y un mallete.
Cualquiera que lo haya intentado, realmente, sabrá que la piedra se puede romper, o que
puede el obrero tardar mucho en conseguir su meta, según sus características
geológicas. Nos encontramos, pues, aquí, más con una parábola que con un símbolo
concreto. No se trata específicamente de llegar a una forma geométrica determinada, sin
más, sino de que cada Francmasón consiga "tallar su piedra" según su personal
interpretación; nadie le obliga a que sea precisamente cúbica, tiene que realizar una
obra de arte pero no según un modelo de arte.

Entonces, ¿por qué se representa así en los Templos? No olvidemos que la base
de la simbología masónica nos viene de los Constructores de catedrales, así que esta
piedra representa la perfección difícil de alcanzar y que sólo el obrero capacitado podrá
lograr con saber y paciencia, tallando primero la forma y puliendo después con arte las
seis fases del cubo, que deberá ser una de las piezas más importantes del edificio: será a
la vez la primera piedra del Templo y la piedra angular de la edificación personal del
Francmasón.

Al margen de su significado "Operativo", la piedra cúbica, por su forma, nos


lleva a numerosos aspectos de la simbología universal. Es una de las formas
geométricas más perfectas. Pese a tener seis facetas, sólo tres de sus caras son visibles a
la vez y sólo cinco se pueden ver, ya que reposa sobre la sexta. Hemos visto que seis es
el número de la "prueba", en tanto puede evocar el bien o el mal, así que la perfección

113
representada por el cubo reposa en la ambivalencia. No es suficiente crear una figura
perfecta, sino que también es preciso que repose sobre una base sólida.

Esta piedra simbólica de la Francmasonería debería estar en contacto con el


elemento Tierra.

Por otra parte, el cubo, por su aparente solidez, es considerado como el símbolo
de la estabilidad, de la sabiduría; adquiere un sentido de perfección mística; la "Kaaba"
de la Meca es de forma cúbica (Kaaba = Cubo); pero también es símbolo del mundo
material y, al igual que el cuadrado encierra los cuatro Elementos según algunos
autores, aunque esta trasposición de superficies a volumen nos parece inadecuada, ya
que si bien el cuadrado representa a la Tierra -superficie "delimitada"-, el cubo es
"infinito" en su desarrollo; por otra parte, los elementos son cuatro y no seis.

El cubo "abierto" y convertido en superficie plana, forma una cruz, aunque no


podemos abordar este aspecto en el marco de la simbología masónica de los tres
primeros Grados, ya que nos llevaría a un largo estudio, al que invitamos al lector.

Resumiendo, el cubo representado por la Piedra Cúbica de los Templos


masónicos incita al Aprendiz al estudio de las formas, al rigor en la "construcción";
representa una de las posibilidades de obra de Arte, pero no la única; al igual que el
pintor debe aprender a dibujar antes de plasmar su personal visión del arte en sus
lienzos, el Francmasón deberá ser capaz de realizar esta "perfección" antes de crear su
propia identidad iniciática; de lo contrario, ni él mismo sabría sobre qué reposa su
Templo. Deberá tener en cuenta, además, que buscar la perfección de la obra sin que

114
ésta se pueda ensamblar con otra para formar parte de la Gran Obra de la Naturaleza, de
nada sirve.

En numerosas representaciones, la Piedra Cúbica se ve rematada por una


pirámide, convirtiéndose en lo que se llama Piedra Cúbica en punta. Los distintos
autores consultados no coinciden en ninguna explicación concreta de esta figura, y si
bien el cubo en sí no pierde valor, la pirámide superpuesta conserva también su propia
identidad, según algunos. Esta forma nos aleja del concepto de piedra "Angular" de la
construcción, y nos acerca, en cambio, a los obeliscos egipcios o a la terminación en
punta de los "menhires" celtas; la punta dirigida hacia el cielo implica "conexión",
antena, recepción del "fuego divino".

Otras representaciones añaden a la piedra cúbica en punta un hacha incrustada en


su cúspide. Aquí también los distintos autores se contradicen unos a otros; lo que sí
acuerdan todos es que el hacha no puede "incrustarse" físicamente en la piedra, y que
tampoco es con esta herramienta con la cual se pule y se talla; así, pues, quedará
definida como un elemento simbólico "abstracto"; si consideramos que el hacha es
símbolo de "fuego", la correlación parece evidente. No obstante, esta figura aparece en
la Francmasonería Operativa en el siglo XII y casi desaparece en la Especulativa; por
otra parte, el hacha es aparentemente de hierro.

Especular sobre el simbolismo es un error fácil de cometer y por ello nos


inclinamos a pensar que aquí se debe desmitificar este aparente símbolo. La
Francmasonería mantenía el "secreto profesional", como ya dijimos, y éste incluía los
conocimientos, tanto de conceptos simbólicos como de realización material. No

115
debemos caer en la tentación de ver en su legado únicamente un hermetismo heredado,
sino tomar conciencia de que algunos conceptos tenían un valor temporal y por lo tanto
exclusivamente operativo del momento. Para tallar una piedra cúbica se utilizaba el
cincel; en cambio, para lograr una pirámide pulida no era aquélla la herramienta más
idónea; una vez hecho el primer desbaste, el hacha, debidamente afilada, se convertía en
cincel y mallete a la vez y permitía una mayor maniobrabilidad manual en la
terminación de esta pirámide. Nos encontramos, pues, aquí, con la "información" de un
descubrimiento profesional que la Francmasonería Especulativa no debería, a nuestro
juicio, retener como símbolo, manteniendo sólo el cubo.

116
CAPÍTULO X
LAS HERRAMIENTAS, SÍMBOLOS MASÓNICOS

Tanto en el Cuadro del Aprendiz como en el Templo, están presentes las


herramientas fundamentales, heredadas de la Francmasonería Operativa.

La escuadra, el compás, el cincel, el mallete, la plancha de trazar, la plomada y


el nivel. Cada uno de estos útiles tiene un significado propio adaptado a la simbología
masónica.

Debemos tener en cuenta al abordar el estudio de estos símbolos que ante todo
son herramientas de construcción, o sea de trabajo, y que no todas aparecieron en las
mismas épocas, por lo que sus valores simbólicos estarán, por lo tanto, acordes con su
función en la construcción y en el valor resultante de su empleo por el hombre. Nos
atrevemos a decir que si la Francmasonería hubiera conservado su función operativa,
nada nos impediría pensar que en la actualidad podría darse como símbolo para el futuro
cualquier elemento "inventado" en la Edad Moderna, aunque no debemos olvidar que la
herramienta sólo puede convertirse en símbolo si es considerada como "parte
integrante" del "poder creativo del hombre" y debe por lo tanto ser una prolongación de
su acto manual que a su vez lo es del acto mental; en este caso, por ejemplo, el soplete
podría perfectamente entrar en esta simbología.

117
La Escuadra

En su función operativa, la escuadra sirve para trazar el cuadro y formar el cubo;


la reunión de dos o cuatro escuadras, en su cúspide, forma una cruz y reunidas por las
puntas, un cuadrado.

Las representaciones de la escuadra varían y por lo tanto la interpretación de los


distintos autores; en efecto, ¿se trata de una escuadra de ramas iguales o asimétricas? En
la simbología masónica encontramos las dos y en ocasiones bien determinadas; tanto en
el emblema de la Francmasonería como en la Logia, es simétrica. J. Boucher recoge
palabras de O. Wirth (Libro del Aprendiz, ed. 1931): "...simboliza (la escuadra) el
equilibrio resultante de la unión de lo activo y lo pasivo", a lo cual Boucher añade el
siguiente comentario: "No obstante, la asimetría de la escuadra prohíbe esta forma de
ver".
Creemos que las palabras de Wirth se adaptan perfectamente, al contrario, a la
escuadra asimétrica y no se refieren a la simétrica. Boucher añade que el equilibrio es
"un estado estático" y que la escuadra, por su asimetría, traduce un estado activo
dinámico, sean sus lados desiguales o repose ésta sobre uno de ellos.

A nuestro entender esta polémica es de fácil resolución. La escuadra en su forma


simétrica es del todo pasiva; sirve de herramienta para trazar, de referencia, y por lo
tanto es estática; veremos cuál es su función en el conjunto escuadra-compás.

La escuadra en su versión asimétrica se encuentra en la "joya" que el Venerable


lleva como colgante al final de un cordón; la rama más larga queda sobre la parte

118
derecha del pecho y la más corta sobre el izquierdo. Si recordamos que el lado derecho
es activo y el izquierdo pasivo, tenemos aquí la "unión de lo pasivo y lo activo" tal y
como indica Wirth; por otra parte, esta escuadra da una evidente sensación visual de
"balanceo" por su asimetría, siendo el lado pasivo más corto y el activo más largo; ésta
es la función del Venerable, en tanto y cuanto es el presidente de la Logia y debe
mantener el equilibrio entre las distintas opciones, opiniones o tendencias de sus
componentes; ahora bien, como ya vimos, la Francmasonería no puede ser una
comunidad estática sino, al contrario, evolucionista, por lo cual el lado activo
predomina sobre el pasivo.

No puede tener el mismo "valor" simbólico una escuadra simétrica y una


asimétrica, pese a que se engloben en un mismo "contexto simbólico".

Sería imposible en el marco de este estudio pretender abordar todas las


interpretaciones de la escuadra; no obstante, debemos apuntar algunos de los aspectos
más relevantes. La escuadra es el "gamma" griego y también debemos reseñar que su
ángulo de 90 grados nos recuerda la cuadratura astrológica entre dos planetas, que se
considera, y no con demasiada razón, "maléfica"; en realidad, se trata de "pruebas" a
pasar por el sujeto que tenga este aspecto en su carta astral. Se refiere en la mayoría de
las ocasiones a "pruebas físicas". Nos encontramos aquí, una vez más, frente al hecho
de "aceptar" o "dominar" el símbolo; el profano se deja "llevar" por él, el Iniciado lo
"conoce"; es, en cierta forma, parte integrante y controla la influencia que éste pueda
tener, o simplemente "acepta" la prueba ya que "sabe" que es necesaria para la
realización de su caminar iniciático.

119
La escuadra es, en la Francmasonería, considerada como el sentimiento de la
Equidad. Es sin duda representante de lo material; con ella se forma el cuadrado que
simboliza a la Tierra.

El Compás

Si bien la escuadra es pasiva y representa a la Materia, el compás es activo y


representa al Espíritu.

Con el compás se traza la figura del círculo y sirve para medirlo. La escuadra es
estática, el compás es móvil; al trazar el círculo marca un punto en su centro, figurando
así el "infinito" y el "Principio", el pensamiento, primer elemento de toda creación, y su
radiación alrededor del Universo, recorriendo sus puntos (siendo la circunferencia una
sucesión de puntos formando una línea aparentemente continua).

El círculo formado por el compás es la evocación de lo divino, lo cósmico, lo


espiritual. También representa la medición del tiempo, y la circunferencia, al igual que
aquél, no tiene principio ni fin ya que al trazarla la punta del compás vuelve a su punto
de partida tras haber recorrido el Espacio, o un espacio.

La asociación del compás y la escuadra no es gratuita en la Francmasonería. Si


recordamos que ambos son herramientas de construcción, eran los dos útiles más
importantes de los Maestros Constructores. El implantamiento de las catedrales se hacía
mediante trazados geométricos cuyas bases eran el cuadrado y el círculo, y si bien éstos
no están a la vista pueden, sin embargo, ser descubiertos por cálculo. En otras obras

120
arquitectónicas vemos como las cúpulas de las basílicas reposan sobre un cuadrado -San
Pedro en Roma, entre otras-. El espacio cuadrado está en el suelo-tierra-materia, y el
circular en la cúpula-cielo-divino-espíritu.

La Jerusalem celestial es de forma cuadrada, bajando del Cielo, representado


éste en forma de círculo (según San Juan).

El compás del emblema masónico está abierto a 45, 60 ó 90 grados, según el


Grado; en el primer caso, que es el de los tres primeros Grados, indica que éstos son los
límites que el Francmasón puede alcanzar (es preciso no confundir el Grado como
"estado iniciático", que es el que pretendemos abordar, y como escalón en la
institución); en los sucesivos llegará hasta los 90 grados, o sea los mismos que la
escuadra.

Si sabemos que el compás representa el plano Espiritual y la escuadra el


Material, vemos cómo en el Primer Grado, el compás queda colocado debajo,
significando que el Francmasón a este nivel aún se deja "llevar por lo material" que
prima sobre lo espiritual; a medida que "avance" en la Iniciación, esta situación variará
hasta que el compás cubra a la escuadra, aunque sin pasar de un "valor" igual a la mitad
del de ésta. Tenemos aquí una evaluación clara de las posibilidades que la Orden da al
Francmasón (hombre o mujer): domina la materia pero aún no alcanza una supremacía
plena, el equilibrio lo conseguirá cuando ambos valores sean iguales. La importancia de
los Grados superiores es discutida por los distintos autores y entrar en su estudio se aleja
del contexto de este libro; diremos simplemente que toda la simbología masónica está

121
representada en los tres primeros y que nos parece que el compás se debería abrir ya a
90 grados en el Grado de Maestro.

El compás forma la escuadra al abrirse, pero puede pasar de 90 grados hasta


convertirse en una línea recta, en los 180 grados, en cual caso pierde todo sentido como
tal. Creemos que con los datos enumerados queda claro que el equilibrio Materia-
Espíritu es el punto a alcanzar por el Francmasón y por el hombre en general; cualquier
tentativa de superar este punto nos llevaría a un estado "insoportable" y peligroso para
el ser humano.

La figura compuesta por estos dos elementos en la Francmasonería, tiene por lo


tanto un primer aspecto "profesional" que resalta la importancia de estas dos
herramientas en la construcción, ya que son las bases de la implantación del Templo de
Piedra, figurando Materia-Espíritu; lo son también para la construcción del Templo
Espiritual, que pretende elevar la Francmasonería Especulativa.

La asociación de los dos evoca la idea Espacio-Tiempo; así vemos cómo el


recién Iniciado vive más en el Tiempo que en el Espacio, hasta que consigue
"equilibrar" su existencia.

El abrir la Biblia en la Logia y situar sobre ella un compás y una escuadra en la


posición acorde al Grado, evoca la "creación" de un espacio-tiempo "Sagrado", y es
muy importante que el lector entienda esta parte de la simbología masónica, ya que es
una de las claves de la mística que encierra.

122
Si con la escuadra se forma un cuadro-Tierra y con el compás una
circunferencia-Cielo, es fácil entender el porqué de la evocación del Gran Arquitecto
del Universo.

En el "Rebis" de Basile Valentin, que se sitúa alrededor del siglo XIV, según
unos, y en el XVII, según otros, la figura que encierra lleva un compás en la diestra y
una escuadra en la izquierda, activo, pasivo; otra figura, entre otras, y religiosa ésta, nos
muestra estos útiles; se trata de una pintura que se encuentra en el cementerio de San
Calixto, en Roma, en el cual se ve a un enterrador (Diógenes), con los pies en escuadra
entre un compás abierto, en el suelo.

El Nivel

El nivel se encuentra en la Logia asimilado al Primer Vigilante o Primer


Vicepresidente.

Esta herramienta está compuesta por una escuadra cuyos brazos están reunidos
por una recta; del centro del ángulo superior cuelga una perpendicular; el uso en la
actualidad en ciertos talleres de un nivel de agua, es impropio.

Quizá para entender mejor la simbología de esta herramienta se debería haber


tratado antes que la de la escuadra, ya que ésta es la síntesis del nivel y de la
perpendicular, estando esta última integrada en el nivel.

123
La Francmasonería da al nivel el significado de Igualdad, pero tanto Boucher
como otros autores coinciden en que no es suficiente aportar este sentido moralista
como valor primordial. Wirth, no sin razón, muestra la coincidencia entre la forma del
nivel y el grafismo del azufre.

Creemos que debemos, una vez más, volver al principio profesional de este
instrumento; nada, ninguna construcción por pequeña que sea, puede elevarse sin la
ayuda del nivel, o en caso contrario sin que corra peligro de derrumbarse.

También se puede utilizar sólo la escuadra en ciertas ocasiones, pero no cuando


se trata de construir en el espacio, ya que en este caso la única referencia es la superficie
de la tierra y sólo el nivel nos puede dar a conocer si estamos de acuerdo con la base del
plano en el cual, o sobre el cual, vamos a asentar el edificio. El empleo del nivel es,
pues, la fase anterior a la de la escuadra. La forma triangular del nivel recuerda la
aspiración al Delta; la perpendicular que lleva en su centro significa el balanceo, el
titubeo que origina la búsqueda; en cuanto se centre ya no es necesario (al centrarse
forma, además, una cruz) y puede ser sustituido por la escuadra. Si esta última evoca a
la Tierra y a lo material "conocido" y representado, el nivel es el hombre, aún abocado a
la duda.

La Plomada

Es el emblema del Segundo Vigilante. Con esta herramienta se "valora" la


inclinación del plano base y se determina, por lo tanto, cuáles son las rectificaciones que
el constructor deberá aportar para "nivelar" su edificio.

124
La perpendicular o plomada no es más que un hilo al final del cual pende un
objeto pesado; la representación de la perpendicular con una estructura que la encierra y
la sujeta nos parece inadecuada; la única sujeción que admite es la mano del hombre,
convirtiéndose así en la noción de contacto con el centro de gravedad. Si bien la
superficie exterior aparente presenta inclinaciones anárquicas, la construcción debe
erigirse "a plomo" con "el centro", y por lo tanto el Francmasón que pretende elevarse
espiritualmente debe empezar su Templo poniéndose a plomo con el plano en el cual se
encuentra y que no es otra cosa que su "base de partida": él mismo.

Así, vemos que el primer paso es saber utilizar la plomada para fijar el eje del
edificio, tras lo cual se mantendrá esta línea gracias al nivel. Se formarán con la
escuadra los espacios geométricos planos y con el compás la estructura, subiendo del
nadir al cenit.

La plomada es el hombre "ligado" a la Tierra (o materia), el nivel es el hombre


que se "forja", se "construye" a sí mismo (en el plano espiritual). La escuadra, el
hombre en el Tiempo y el compás es el hombre en el Espacio.

La plomada, el nivel y la escuadra son atributos de cargos de la Logia, en


cambio el compás no lo es, ya que no se puede "dirigir" al hombre en el Espacio; sólo él
mismo es capaz de ello si alcanza a pertenecerle y a dominarlo.

En otra forma se podría decir que la plomada muestra la necesidad de observar,


el nivel la aplicación del conocimiento, la escuadra la acción creadora en el plano

125
humano y el compás la toma de conciencia, divina o cósmica, o espiritual, según cada
cual.

El Mallete y el Cincel

Nos encontramos nuevamente con dos elementos, uno activo y otro pasivo.

Si bien eran las dos herramientas indispensables a la acción de tallar, ambas han
adquirido una simbología clara en la Francmasonería Especulativa.

El Mallete es la voluntad de crear, de hacer, y el Cincel es el instrumento


transmisor de esa voluntad, él o los conocimientos. Boucher recuerda que un cincel se
desgasta con el uso y por lo tanto debe ser afilado de nuevo, simbolizando así la
necesidad de revisar constantemente los "conocimientos adquiridos" y ponerlos al día.
El mero hecho material de afilar, necesita además de una gran atención y reclama la
reflexión; es un alto en la labor habitual, la concentración mental antes de emprender el
acto creador.

Las otras herramientas

Como dijimos al principio de nuestro estudio de las herramientas, todas las


referentes a la construcción aparecen en la simbología masónica. Destaquemos la regla
de veinticuatro divisiones, la trulla o paleta y la palanca. Cada una de éstas refieren más
directamente a aspectos concretos de los rituales de aumento de Grado. La regla

126
significa la precisión en el trabajo; la palanca el poder de la voluntad y la trulla la
benevolencia.

127
CAPÍTULO XI
DATOS MÁS SIGNIFICATIVOS
DE LA HISTORIA DE LA FRANCMASONERÍA EN ESPAÑA

1728: Creación, por el duque de Wharton, de la primera Logia en España; su


nombre: "La Matritense", ubicada en la madrileña calle Ancha de San Bernardo. Se la
conoció también como Las Tres Flores de Lis.

1740: Comienzan las persecuciones. Felipe V, obedeciendo a la bula de


Clemente XII, prohíbe la Francmasonería y condena a muchos Francmasones.

1751: Se intensifica la persecución, siguiendo la condena hecha por el Papa


Benedicto XIV. La Inquisición persigue a los Francmasones por "crímenes contra el
Estado", con el beneplácito de Fernando VI.

1780: Aún dependiente de Inglaterra, se crea El Gran Oriente de España, cuyo


primer Gran Maestre era, según la mayoría de autores, el conde de Aranda. Ferrer
Benimeli rechaza esta hipótesis por falta de documentación histórica y la achaca a un
afán de los propios Francmasones de "incluir a posteriori" figuras relevantes de la
Historia en sus filas; su planteamiento sobre bases históricas no carece de interés y
parece demostrar que Aranda, si bien era Francmasón, no fue el fundador del Gran
Oriente.

Siglo XIX: Es a partir de principios de este siglo cuando la Francmasonería


española empieza de forma real, y ello coincide o se produce a raíz de la invasión

128
napoleónica. Esta Francmasonería es sin duda un elemento político social, regido por el
bonapartismo. Se divide en dos grupos esenciales: el de los "afrancesados", que
constituyen la Gran Logia Nacional de España, con mayor implantación en Madrid y
cuyos Talleres llevaban nombres como "Beneficencia de Josefina", o "San Juan de
Escocia de Napoleón"; el otro grupo era el de los bonapartistas, dependientes del Gran
Oriente de Francia y que quedaba repartido por toda la geografía nacional, con Talleres
como "Los amigos fieles de Napoleón", "Napoleón el Grande", "Los Hermanos Unidos"
y "Los Amigos de la Reunión".

1811: El conde Grasse-Tilly funda, con autorización del Supremo Consejo de


Charleston, el Primer Gran Consejo de Grado Treinta y Tres en España.

La Francmasonería "bonapartista", compuesta en su mayoría por militares


franceses, desaparece al huir José Bonaparte, quedando sólo el grupo de "afrancesados"
de la Gran Logia Nacional de España.

En este momento es preciso anotar la no participación de la Francmasonería en


las Cortes de Cádiz e incluso las normas que éstas dictaron para evitar su propagación.
Respondiendo más este alejamiento al carácter napoleónico de la Francmasonería
española de la época que a sus principios profundos. Por otra parte, el carácter clerical
de las Cortes de Cádiz les llevó a tener muy en cuenta la excomunión papal de los
Francmasones.

129
1814: Regreso de Fernando VII. Se restablece la Inquisición y vuelven las
persecuciones; la Francmasonería resiste, aunque débilmente, en la clandestinidad y su
condición de "secta secreta", de conspiradores, toma sentido real.

No fue la Francmasonería la única asociación "secreta" en aquella época en


Europa y España, y en cierto sentido más lo fueron los movimientos Carbonarios o
Comuneros.

El absolutismo de Fernando VII atrae la hostilidad de todos los movimientos


liberales, entre los cuales por definición está la Francmasonería; en tales circunstancias,
al igual que en el año 1936, pierde su sentido iniciático, y la búsqueda de la Palabra
Perdida es sustituida por la conservación de la Libertad y la lucha por ella, lo cual está
totalmente de acuerdo con sus principios; de ahí que todos los poderes absolutistas se
enfrenten con una fuerte reacción masónica y ésta se vea tildada de conspiradora. Como
sea que el absolutismo al que nos referimos fue apoyado por la Iglesia, no es de extrañar
que se considere a la Francmasonería también anticlerical, cuando menos de veinte años
antes contaba en sus filas con numerosos eclesiásticos.

1833: Muere Fernando VII; la Francmasonería sigue estando prohibida y por lo


tanto se la considera clandestina.

1834: La Reina Gobernadora amnistía a los Francmasones, pero condena a quien


se afilie a "sectas secretas" después de esta fecha. Fue el 26 de abril de 1834.

130
A partir de entonces, la Francmasonería entra en una fase de declive en España;
su nefasta organización interna será la mayor culpable, a lo cual deben añadirse cierto
número de persecuciones en los años 52 y 53.

1868: Tras la destitución de Isabel II, el espectro social cambia, y la


Francmasonería se reorganiza en tres sectores principales, a saber: El Grande Oriente
Nacional de España, cuyo Gran Maestre fue Ramón María Calatrava; el Grande Oriente
de España, cuyo Gran Maestre era Carlos Celestino Magnan y Clark y las Logias que
quedan adheridas al Gran Oriente Lusitano bajo las siglas G. O. Ibero; en Cataluña y
Andalucía nacen dos grupos: el Gran Capítulo Catalán y la Gran Logia Independiente
Española, respectivamente.

El presidente del Gobierno, Manuel Ruiz Zorrilla, sustituye a Magnan y Clark


como Gran Maestre del Grande Oriente; a partir de esta fecha nacen innumerables
Logias y no pueden los Talleres atender tantas demandas de Iniciación.

No por ello este período puede considerarse como benéfico para la


Francmasonería, ya que la desorganización reinaba entre las distintas Obediencias,
demasiado numerosas y de visión muy distinta de la función de la Obra en la sociedad.

Por su parte, el Grande Oriente Nacional sigue una trayectoria llena de


problemas internos; a Calatrava le sustituyó el marqués de Seoane.

131
Ruiz Zorrilla dimite en 1874, le reemplaza Juan de la Somera, a quien sustituye
Sagasta en 1876, siendo reemplazado en 1881 por Antonio Romero Ortiz, entonces
ministro de Justicia, siguiéndole Manuel Becerra en 1884.

En 1888 se fusionan uno de los Gran Oriente Nacional con uno de los Gran
Oriente de España para crear el Gran Oriente Nacional de España, cuyo Gran Maestre
sería el vizconde de Ros. A finales del mismo año una nueva escisión origina la
creación del Gran Oriente Español a principios de 1889, cuyo Gran Maestre fue Miguel
Morayta a quien sucedió Emilio Menéndez Pallarés, diputado en Cortes.

1920: Se reforma la constitución de la Francmasonería española de acuerdo con


la situación territorial o provincial, dando lugar a la creación de Grandes Logias
regionales federadas entre sí, y componiendo el Grande Oriente Español. Estas Grandes
Logias fueron las de Centro (sede en Madrid), Noroeste (Gijón), Levante (Alicante),
Nordeste (Barcelona), Mediodía (Sevilla), Marruecos (Tánger) y Sudeste (Cartagena).

Al margen de esta Obediencia existía una Gran Logia Española de carácter


"Regular" (anglosajón).

Primo de Rivera y su dictadura marca otra nueva época para la Francmasonería


española. Los primeros años de la dictadura provocaron el acercamiento a las Logias de
muchos militares y liberales descontentos del régimen, así que una vez más la
Francmasonería se convirtió en "refugio" de los defensores de las libertades humanas.
Pese a la hostilidad del dictador, muchos miembros de su gobierno "permitieron" la
Francmasonería, que no se vio perseguida como anteriormente.

132
La República permitió que la Francmasonería se desarrollara y cumpliera con su
labor de "acercamiento" entre hombres de distintas ideologías y clases sociales. En este
período, numerosos políticos fueron Francmasones, entre los cuales no faltaron
ministros; citemos a Diego Martínez Barrio, Marcelino Domingo, Fernando de los Ríos,
entre otros muchos más personajes célebres de la época; en cambio, es preciso aclarar
que Manuel Azaña, si bien fue iniciado en la Logia Matritense el 2 de marzo de 1932,
no volvió a pisar una Logia desde aquel día; más aún, en sus Memorias dice claramente:
"...no me importó nada aquello" y "...durante los 'preliminares' estuve a punto de
marcharme", así que no se le puede, pese a haber sido iniciado (si se puede emplear esta
palabra, en su caso), considerar como Francmasón, activo por lo menos.

Entre los militares también ha habido muchos Francmasones; citemos, por


ejemplo, a los generales López-Ochoa, Cabanillas, J. Riquelme, Gómez Morató, Pozas
Perea y Núñez de Prado.

No lo fueron, en cambio, Sanjurjo, Aranda ni Francisco Franco. En el caso de


este último, se ha especulado sobre la posibilidad de que hubiera cursado una demanda
de admisión en Larache, y ésta hubiera sido rechazada; ningún documento ni ninguna
confirmación oral de personas que pudieran haber tenido acceso a la pertinente
documentación, si la hubiese, permite dar crédito a este rumor. En cambio, lo que sí es
cierto, es que su hermano Ramón Franco fue Iniciado en París, en 1931, en la Logia
Plus Ultra del Gran Oriente de Francia.

133
El 15 de septiembre de 1936, el comandante en jefe de las Islas Canarias,
general Franco, promulga el primer decreto en contra de la Francmasonería; seguiría el
del 21 de diciembre de 1938, según el cual se decretó que todas las inscripciones y
símbolos masónicos existentes en los cementerios españoles fueran destruidos. El 9 de
febrero de 1939, se dicta la Ley de Responsabilidades Políticas, según la cual la
Francmasonería es considerada fuera de la ley. El 1 de marzo de 1940 llega la famosa
ley de "Represión de la Francmasonería, Comunismo y demás sociedades clandestinas";
en las mismas fechas se constituía un Tribunal de Represión de la Francmasonería y el
Comunismo, que estuvo en vigor hasta el año 196341.

Los primeros meses de la Guerra Civil fueron sangrientos para la


Francmasonería; sus miembros no tuvieron la oportunidad de ser juzgados y fueron
exterminados por el mero hecho de ser Francmasones. Cifras realmente espeluznantes
han sido recogidas por los historiadores. Citemos a título de ejemplo, algunos casos:
fueron fusilados en Salamanca 30 Francmasones; igual número en Zaragoza; en Ceuta,
17, en Algeciras, 24, en Galicia todos los Francmasones de una Logia de Lugo, todos en
Zamora, 54 en Granada y un sinfín en otras ciudades, con gran número de
fusilamientos. (Estos datos pertenecen al Archivo Histórico de Salamanca y fueron
publicados en Historia 16 el 16 de noviembre de 1977, según datos recogidos por J. A.
Ferrer Benimeli.)

En 1943, la Francmasonería española en el exilio se reconstituye en México; no


obstante, en diversos países se constituyen Logias españolas en el seno de las

41
Se convirtió, a partir de esa fecha, en el TOP (Tribunal de Orden Público) (V.M.O.).

134
Obediencias nacionales, como por ejemplo bajo la jurisdicción del Gran Oriente de
Francia, las Logias La Esperanza, en Marsella, la Logia Iberia en París, la Logia
Toulouse en Toulouse, la Unión Hispánica en París; y bajo los auspicios de la Gran
Logia de Francia, la Logia Exilio en Montpellier y la Logia España en París. Igual
ocurrió en otros países de Europa y América Latina.

Puede afirmarse que no hubo Francmasonería clandestina en España durante el


régimen franquista, aunque algunos Francmasones españoles42, nos consta, sí pasaron la
frontera para cortas estancias, bajo nombre falso por supuesto43.

1976: Primeros trabajos de la Logia Cataluña, en Barcelona, convertida después,


el 2 de febrero de 1977, en Minerva-Lleialtat, base de constitución de la futura Gran
Logia Simbólica Española.

1979: Tras el regreso a España de algunos Francmasones exiliados, muchos de


los cuales habían sido iniciados en el extranjero, se funda el Grande Oriente Español,
que es inscrito oficialmente en el Registro de Asociaciones. Aunque ciertamente esta
fecha es la oficial, ya se venía preparando la nueva Francmasonería española desde unos
años antes. El primer Gran Maestre de esta Obediencia ya legalizada fue don Jaime

42
Algunos españoles fueron iniciados en los últimos años del franquismo, en países extranjeros, en el
mayor de los secretos, en vista de que su residencia habitual estaba en España.
43

?
E1 autor tiene constancia de algunos casos aislados de Hermanos que escaparon a la represión en
localidades pequeñas gracias a ser considerados por sus vecinos como hombres honrados y dignos, pese a
las diferencias ideológicas existentes.

135
Fernández Gil de Terradillos. Se inscribió en el Registro de Asociaciones el 6 de junio
de 1978.

Al poco tiempo se forma una escisión en el seno de esta "joven" Obediencia44 y


se funda el Gran Oriente Español Unido, cuyo primer Gran Maestre fue don Francisco
Espinar Lafuente.

El 15 de mayo de 1980, una escisión de esta nueva Obediencia da lugar a la


creación de la Gran Logia Simbólica Española, siendo nombrado Gran Maestre de la
misma don Rafael Vilaplana Fuentes. Originariamente masculina, la GLSE abandonó la
acepción de género en 1992/93.

En 1983 el Gran Oriente Español Unido se disuelve para dar paso a otra nueva
Obediencia, la Gran Logia de España, que se diferencia de las precedentes por alinearse
con la Francmasonería "Regular", o sea ligada a los Land-marks de la Gran Logia de
Inglaterra, cuando las otras son de corte "liberal". Su primer Gran Maestre fue don Luis
Salat Gusils.

En 1981 fue creada en Barcelona una Logia Mixta bajo los auspicios de la
Federación Internacional Mixta del Derecho Humano; a esta primera le siguieron las de
Girona, Madrid y Valencia45.

44
Que pretendía ser la heredera de la Francmasonería en España.
45
Leveder escribió sólo la historia hasta el momento refundacional de la Francmasonería española durante
la transición de la dictadura a la democracia. No corresponde, por tanto, a este libro adentrarse en la
descripción del presente masónico en España (J.F.P.).

136
En cuanto a la ideología política, la Francmasonería en España es hoy fiel a sus
principios y se puede decir que en todas las Obediencias quedan representadas las
distintas tendencias democráticas. En el aspecto religioso, el fenómeno, en cuanto a la
Francmasonería "Liberal" es el mismo, sentándose en los mismos bancos ateos y
agnósticos, así como creyentes de distintas religiones como pueden ser la Católica, la
Protestante, la Hebrea y la Islámica.

Anexo 1

137
OBEDIENCIAS MÁS IMPORTANTES EN EL RESTO DE EUROPA DE LA
FRANCMASONERÍA "LIBERAL"

Francia

Gran Oriente de Francia


Gran Logia de Francia
Gran Logia Tradicional y Simbólica Opera
Gran Logia Femenina Francesa
Federación Mixta del Derecho Humano de Francia
Gran Logia Mixta Universal
Gran Logia Mixta de Francia

Italia
Gran Logia de Italia

Suiza
Gran Oriente de Suiza
Gran Logia Femenina de Suiza

Bélgica
Gran Oriente de Bélgica

138
Gran Logia de Bélgica
Federación Mixta del Derecho Humano de Bélgica
Gran Logia Femenina de Bélgica

Luxemburgo
Gran Oriente de Luxemburgo

Portugal
Gran Oriente Lusitano

Holanda
Gran Logia Mixta de Holanda

Dinamarca
Gran Logia de Dinamarca

Turquía
Gran Logia Liberal de Turquía

Alemania
Gran Oriente de Alemania

La Francmasonería liberal o adogmática europea se reúne en diversos foros entre los


que destacan el CLIPSAS –de carácter internacional y que ha sido presidido por un
español, Javier Otaola, ex – gran maestre de la GLSE-, el SIMPA, el Espacio Masónico

139
Europeo y el Espacio Masónico Mediterráneo, instancias todas ellas en las que participa
activamente la GLSE.

Anexo 2

140
¿CÓMO SER FRANCMASÓN?

Como ya dijimos en varias ocasiones, la Francmasonería no cultiva el


proselitismo y, por lo tanto, el profano interesado encontrará alguna dificultad en
contactar con ella, pese a que, hoy en día, las direcciones de las diferentes Obediencias
suelen figurar en guías municipales y listados telefónicos, así como, por supuesto, en
Internet.

La mejor solución es contactar con algún Francmasón, con ocasión de una


conferencia, un programa de radio o de televisión o una entrevista en la Prensa, y por
medio de estas entidades en cada caso.

Tras este primer contacto, le será pedida una solicitud de inscripción por escrito,
que será puesta a consideración de la Logia o de una de las Logias de la ciudad donde
resida; si es aceptada, se le someterá a tres o más entrevistas; el resultado de estas
encuestas será puesto a deliberación de la Logia. De ser positiva la respuesta, se le citará
eventualmente para "interrogarle bajo venda", de cuya formalidad ya hemos hablado. Si
pasa esta prueba de preguntas, podrá ser iniciado. El tiempo que media desde la
solicitud hasta la Iniciación varía según las Obediencias y las Logias, pero no será
inferior a dos o tres meses, aunque puede llegar incluso a un año. La paciencia es una
cualidad importante para el aspirante; no obstante, este alargamiento del tiempo no
responde necesariamente a una "prueba" a la que es sometido el aspirante. Si bien, como
hemos visto, el espectro social es medio y no debe ser un inconveniente para el ingreso,
sí es conveniente un cierto nivel de interés cultural; no hablamos de erudición ni de

141
cultura "adquirida", sino que un serio trabajo autodidáctico será suficiente, junto con
íntimos deseos de servicio a la Humanidad.

Será preciso ser consciente de que los postulados de la Francmasonería son:


Libertad, Igualdad y Fraternidad, pero también Tolerancia, Amor, Justicia, Paz, Trabajo,
Humildad y Concordia.

Anexo 3

142
DEL CÓDIGO MORAL MASÓNICO

El verdadero culto que se da al Gran Arquitecto del Universo consiste,


principalmente, en las buenas obras.

Ten siempre tu alma en un estado puro para aparecer dignamente delante de tu


conciencia.

Ama a tu prójimo como a ti mismo.


No hagas mal para esperar bien.
Estima a los buenos, ama a los débiles, huye de los malos, pero no odies a nadie.
No lisonjees a tu hermano, pues es una traición; si tu hermano te lisonjea teme
que te corrompa.
Escucha siempre la voz de tu conciencia.
Sé el padre de los pobres; cada suspiro que tu dureza les arranque son otras
tantas maldiciones que caerán sobre tu cabeza.
Evita las querellas, prevé los insultos, deja que la razón quede siempre de tu
lado.
Parte con el hambriento tu pan y a los pobres mételos en tu casa; cuando vieses
al desnudo cúbrelo y no desprecies tu carne en la suya.
No seas ligero en airarte porque la ira reposa en el seno del necio.
Detesta la avaricia porque quien ama la riqueza ningún fruto sacará de ella, y
esto también es vanidad.

143
El corazón de los sabios está donde se practica la virtud y el de los necios donde
se festeja la vanidad.
Si te avergüenzas de tu destino, tienes orgullo; piensa que aquél ni te honra ni te
degrada; el modo con que cumplas te hará uno u otro.
Lee y aprovecha, ve e imita, reflexiona y trabaja, ocúpate siempre en el bien de
tus hermanos y trabajarás por ti mismo.
No juzgues ligeramente las acciones de los hombres; no reproches y menos
alabes; antes procura sondear bien los corazones para apreciar sus obras.
Sé entre los profanos libre sin licencia, grande sin orgullo, humilde sin bajeza; y
entre los hermanos, firme sin ser tenaz, severo sin ser inflexible y sumiso sin ser servil.
Habla moderadamente con los grandes, prudentemente con tus iguales,
sinceramente con tus amigos, dulcemente con los pequeños y eternamente con los
pobres.
Justo y valeroso defenderás al oprimido, protegerás la inocencia, sin reparar en
nada de los servicios que prestares.
Exacto apreciador de los hombres y de las cosas, no atenderás más que al mérito
personal sean cuales fueren el rango, el estado y la fortuna.
El día que se generalicen estas máximas entre los hombres, la especie humana
será feliz y la Francmasonería habrá terminado su tarea y cantado su triunfo
regenerador.

CONCLUSIÓN

144
¿Qué es, qué pretende ser y qué debería ser la Francmasonería?

En el breve resumen histórico que antecede, hemos visto cómo la


Francmasonería se había visto "obligada", en ocasiones, a convertirse en un núcleo de
oposición a la política de uno u otro régimen totalitario, en defensa de la Libertad.

También se ha especulado mucho sobre la Fraternidad masónica y sobre la


ayuda social y profesional que los Francmasones intercambian entre ellos; no se puede
negar que esto existe y que algunos se acercan a la Francmasonería con este único
objeto.

La Francmasonería predica la Igualdad entre los hombres, en el contexto de la


divisa Libertad, Igualdad y Fraternidad; en cambio, se niega aparentemente a emprender
acciones directas en la vida político-social, si bien, por contra, se asimila en numerosos
países a un sector político-liberal o izquierdista.

A lo largo de este libro hemos admitido este postulado de Libertad, Igualdad y


Fraternidad; hemos dado al lector una visión de su interpretación en los símbolos
masónicos. Muchos son los profanos que se acercan a la Francmasonería con el loable
afán de defender estos principios; lo hacen procurando mejorar individualmente la
pequeña porción de sociedad a la cual tienen acceso, y estarían, sin duda, dispuestos a
hacerlo en forma más contundente si los acontecimientos políticos les obligaran.

Otros buscan en la Francmasonería un poco de todo, un sentido utópico de las


libertades, la creación de un mundo futuro "mejor", una fraternidad que llene el vacío

145
que produce la soledad en nuestra actual sociedad, un singular sentido de sentirse "útil a
la Humanidad" y la no menos humana sensación de igualdad que les produce el
codearse con miembros de clases sociales distintas.

En la Francmasonería, los Grados, queramos o no, provocan en algunos una


"borrachera" de falsa modestia, haciéndoles sentirse paladines del futuro.

Todo ello se ha visto en la historia, tanto de la Francmasonería en España como


en la de otros países, hasta la llamada Francmasonería "Regular" que se reclama
heredera y fiel guardián de los principios seculares de la Orden, y ha utilizado esta falsa
soberanía para "atar" a Obediencias formadas bajo su tutela, en el más característico
sentido de colonialismo británico.

Por su parte, la Francmasonería "Liberal" ha jugado, particularmente en la


Francia de finales del XIX y principios del XX, con las influencias políticas de sus
afiliados para hacer realidad unos postulados que servían a sus ideales de mejora social.

No se puede decir que en España la Francmasonería haya estado desligada de la


política, como hemos reseñado, ya que se ha visto "obligada" a ello; ha vivido a la
sombra de una ideología determinada durante años, para sumarse a la defensa de las
libertades.

No por ello debemos tener una visión negativa de tales hechos; gracias a su
influencia, la Francmasonería inglesa ha propiciado, aunque no a favor del gobierno de
Su Majestad, la independencia de EE.UU., dejando, no obstante, una fuerte huella en

146
aquel país que hoy cuenta con más de cinco millones de Hermanos, la mayoría
pertenecientes a Obediencias "Regulares". El liberalismo, y más aún la tendencia
socializante de la Francmasonería francesa de principios de siglo ha permitido grandes
mejoras de orden social; en España, la corta vida de la Francmasonería y su andar por
épocas alternativas entre gobiernos inestables y totalitarios, no ha favorecido su acción
externa, pero resultan innegables sus huellas en el lento avance hacia el progreso y la
libertad.

La Francmasonería pretende ser una comunidad evolucionista e influir en forma


no directa para que toda la sociedad lo sea para el bien de la Humanidad; por ello en sus
Logias se filosofa sobre temas diversos y se admiten Hermanos con criterios distintos,
creando así un microcosmos de lo que son sus aspiraciones finales. La Francmasonería
pretende dejar de lado en sus vivencias todo aspecto político de partido, pero defiende el
laicismo y la democracia, en contra de cualquier totalitarismo, sea religioso, ideológico
o de gobierno. La Francmasonería pretende acercar a los hombres entre sí, en la más
absoluta libertad de conciencia.

Ciertamente, la Francmasonería tiene y cumple, cada vez que sus medios se lo


permiten, fines sociales, creando escuelas, hospitales, orfanatos, aportando ayuda a
países subdesarrollados, etcétera, pero esta labor no es suficiente.

La Francmasonería es y debe seguir siendo portadora de la Tradición de la cual


es heredera y transmitirla a través de la Iniciación; el futuro Francmasón debe plantearse
en primerísimo lugar esta cuestión: ¿convertirse en un Iniciado o no? En caso
afirmativo, el camino será difícil, como hemos visto, pero dará sus frutos; en caso

147
contrario, será mejor que participe en cualquier otra forma en la búsqueda de sus
pretensiones. Otras sociedades ofrecen un abanico muy completo que va desde el
"poder" en veinte lecciones hasta la ayuda "fraterna", pasando, por supuesto, por
asociaciones humanitarias muy respetables sin pretensiones iniciáticas y que requieren
más espíritu de sacrificio que esperanza de prosperidad.

Cada paso que dará el Francmasón será un adelanto en el camino iniciático; cada
ritual le llevará por este sendero si éste es su deseo, pero no valdrá intentar "camuflar"
la enseñanza simbólica detrás de un supuesto conocimiento de la misma, llegando a
"pasar" sobre rituales y ceremonias con ligereza en aras a una adecuación a nuestro
tiempo o de dar mayor importancia a la Fraternidad Humana y al valor social,
considerando que éstos suplen con creces la parte ritual y simbólica.

Sólo el valor de la Iniciación podrá evitar que la Francmasonería, a través de tal


o cual Obediencia, en tal o cual país, se convierta en la sucursal de partidos políticos;
sólo la Francmasonería Iniciática podrá alejar a aquellos que pretenden escalar formas
ficticias de poder secreto; sólo quien tienda seriamente hacia la Iniciación, aceptará la
humildad y la tolerancia, "sabiendo" si es o no capaz de servir a la Humanidad y en qué
medida, y "sabiendo" que no posee toda la verdad y no la poseerá jamás.

La Francmasonería en España tiene hoy la posibilidad de aprovechar un contexto


histórico, que si bien le fue contrario, y aún lo es en cuanto a su crecimiento, le da la
posibilidad de cortar radicalmente con toda forma de influencia "profana" en su actual
desarrollo y ser lo que realmente debe ser una Francmasonería Iniciática al servicio de
la Humanidad.

148
La Francmasonería se presenta, por otra parte, en la mayoría de las ocasiones,
como una institución de hombres mayores, con una vida asentada, eruditos en ocasiones
y por lo menos con un cierto tipo de cultura, y es un error. La Francmasonería debe
vivir a través de la gente que compone la mayor fuente de inquietudes, y en nuestro país
ya no son los caballeros de traje oscuro y camisa blanca los únicos; más aún, quizás
éstos en su mayoría no se liberarán nunca del sello de los últimos cincuenta años; sin
duda, muchos hombres y mujeres pertenecientes a nuevas generaciones son capaces de
emprender este Camino Iniciático con mayor preparación y con menos prejuicios. La
imagen de una Francmasonería secreta como institución debe desaparecer; en cambio,
debe mantenerse con mayor celo el verdadero secreto de la Iniciación; secreto porque es
sentido íntimamente, y por lo tanto intransferible.

La Francmasonería no debe convertirse únicamente en un medio iniciático, una


Obediencia que limitara sus trabajos en este sentido, caería en la tentación de querer
crear "superhombres", una falsa élite y sería peligroso para los Francmasones que la
integran y no respondería a la meta de la Iniciación.

Muchas son y han sido las sociedades más o menos respetables que pretenden
"fabricar iniciados", alejándolos del mundo real, de la sociedad, de sus amigos y
familiares, haciéndolos penetrar en un mundo dogmático e irreal. Las menos respetables
utilizan esta estrategia para fines propios, las más respetables caen en la más aberrante
desarticulación mental, sin provecho para el supuesto iniciado, muy al contrario.

149
La Francmasonería propicia la Iniciación para que el propio ser alcance un nivel
espiritual que le dé mayores posibilidades de ser útil a la sociedad y a su desarrollo.

Ser Francmasón no debe ser un hecho, sino un estado. La Francmasonería poco


puede ni podrá hacer si actúa en el mundo profano como parte de él, como sustituta de
instituciones sociales y humanitarias, no digamos políticas o de presión, pero sí podrá y.
puede hacer mucho si por medio de la Iniciación imparte a la sociedad y al hombre una
enseñanza vital desprovista de dogmas, partidismos y personalismos.

La Francmasonería no pretende detentar la solución pero tiene una gran ventaja


y es que no existe como institución, sino que es una simple palabra que identifica al
conjunto de los Francmasones reunidos en Logias libres y soberanas; no detenta, por lo
tanto, ningún poder de convicción, sólo propone; es como un gran jeroglífico creado por
el tiempo para que el hombre encuentre en él su propio camino; lo terrible es que este
hombre puede desear equivocarse y pasar al lado de la Iniciación sin detenerse.

Para cumplir con la obligación humana y social que encierra este jeroglífico, el
Francmasón debe emprender el camino iniciático y por lo tanto las Obediencias deben
representar a una Francmasonería Iniciática, sin que por ello se encierren en una torre de
cristal, ni pretendan demostrar ningún tipo de superioridad; el concepto de vida que
propone la Francmasonería no es superior, es distinto.
BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA POR EL AUTOR

—. Ritual del Aprendiz, de Gran Logia Simbólica Española.


—.Las Constituciones de Anderson (numerosas ediciones).

150
Pedro F. Álvarez Lázaro.- Masonería y librepensamiento en la España de la
Restauración. Publicaciones de la Universidad Pontificia de Comillas (Madrid).
R. Berteaux.- La Vie symbolique, Lauzeray International.
Jules Boucher.- La Symbolique maconnique, Dervy-Livres.
E. Brunet.- Maçonnerie et Astrologie, Dervy-Livres.
J . Chevalier y A. Gheerbrant.- Dictionnaire des symboles, Robert Laffont.
J. D'Arès.- Encyclopedie de l'esotérisme, Editions du Jour.
E. Delcamp.- Le Tarot iniciàtique, Le Courrier du Livre.
J. M. Domingo Arnau.- La Iglesia y la Masonería, Vasallo de Humbert.
J. A. Ferrer Benimeli.- La Masonería actual, Ed. AHR.
—. El contubernio judeo-masónico-comunista, Ediciones "Istmo'.
—. Artículos publicados en "Historia 16".
Fulcanelli.- El misterio de las catedrales, Plaza y Janes.
R. Gausco .- Le Soleil brûle la Rosée, Ed. Telfer.
A. Mellor.- Prácticas Masónicas, Ed. AHR.
—. La Masonería, Ed. AHR.
P. Naudon.- Histoire Générale de la Franc-Maçonnerie, Office du Livre.
F. Portal.- Des couleurs symboliques, Ed. de la Maisnie.
D. Yallop.- En nombre de Dios, Ed. Planeta.
Oswald Wirth.- La Franc-Maçonnerie rendue intelligible à ses adeptes. "L'Apprenti",
Dervy-Livres.
Varios autores.- Diccionario Enciclopédico de la Masonería, Ed. Del Valle de México,
S. A.

151
ÍNDICE
Prólogo a la segunda edición ...................................................................
Prólogo a la primera edición
Introducción ..................

152
I.- ¿Se conocen los orígenes de la Francmasonería? ...............
II.- Las Constituciones de Anderson ...................
III.- El anti-masonismo ....................
IV.- La Francmasonería en España hoy ......................
V.- Los Ritos .......................
VI.- Los grados ........................................................................................................
VII.- La iniciación. El aprendiz .........................
VIII.-El Templo .....................
IX.- La piedra bruta. La piedra cúbica .......................
X.- Las herramientas, símbolos masónicos ........................
XI.- - Datos más significativos de la historia de
la Francmasonería en España .............................
Anexo 1.- Obediencias más importantes en el resto de Europa
de la Francmasonería "Liberal" ...........................................................
Anexo 2.- ¿Cómo ser Francmasón?
Anexo 3.- Del código moral masónico ............................................................
- Conclusión .................................................................................................
- Bibliografía consultada por el autor .............................................................

153

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